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Trabajo de Filosofía

Ética Socrática

1- La ciencia no es para Sócrates un mero conocimiento teórico sino que incluye la fuerza de
carácter que permite dominar los impulsos y purificar el alma; es a la vez el motor de la acción y
el faro que ilumina la meta a alcanzar. No había una diferencia nítida entre virtudes sino que
cada una de ellas implicaba necesariamente a las otras. Quien actuaba con valentía era justo y
bueno y viceversa.

2- El “vivir bien” era vivir en el ejercicio constante de la virtud y esto, a su vez, la consecuencia de
preocuparse por purificar el alma. Se debe actuar con bondad y justicia porque según la
creencia de Sócrates en el carácter divino del alma y su inmortalidad, lo que le permite sugerir
que en la otra vida el hombre justo encontrará también un premio. En realidad, Sócrates no
hace referencia a explicita a premios o castigos determinados en la otra vida, pero está claro
que las tareas de purificación y liberación del alma, en la medida en que esta tiene raíces
divinas, apuntan hacia una beatitud en la inmortalidad.

Ética aristotélica

1- “¿Que es el bien?” Aristóteles comienza reflexionando que toda actividad, dentro de cualquier cam
po, ha de tener necesaria, imprescindiblemente, un fin; para aquel que realiza una acción, esta se le
presenta, además, como capaz de reportarle un bien. Siendo, como son, muy numerosas las
actividades humanas, también lo son los fines que nos podemos proponer. Aristóteles da algunos
ejemplos relacionados con las artes y las ciencias: “el fin de la medicina es la salud, el de la
construcción na val, el navío”. Además no todos los fines son jerárquicamente iguales; algunos son
más importantes que los demás y, así, los primeros subordinan a los segundos. Advertimos entonces
que se presentan ante el hombre verdaderas cadenas de fi nes cuyos eslabones no constituyen, en
última instancia, sino medios.
Sin embargo, no es suficiente hablar de fines “finales” en el sentido de fines que se persiguen por sí
mismos. Para que nuestro desear tenga un sentido es impres cindible que todos nuestros fines
converjan hacia un fin último que valorice a los demás: a ese fin último lo denomina Aristóteles “Bien
Supremo” —o Sumo Bien— y lo compara con el blanco al que deben apuntar los arqueros.
Pero ¿cuál es y dónde está el Sumo Bien? Aristóteles señala que tanto el vulgo como la gente culta lo
identifican con la felicidad —en griego, “eudaimonía “—, noción que incluye tanto la de comportarse
bien como la de vivir bien, pero no todos coinciden respecto de aquello en lo que reside. ¿Cómo se
puede reconocer al Sumo Bien? ¿Qué requisitos débe reunir para ser tal? El primero: “ser siempre
apetecible por sí mismo y no por otra cosa “, esto es, ser absolutamente final; ; y el segundo, ‘tornar la
vida amable por sí solo “, es decir, ser autosuficiente Esta última noción se relaciona con las de
perfección y autarquía: el Bien Supremo tendrá que ser el más elevado y, como tal, permitir al hombre
gobernarse a sí mismo.
Aristóteles analiza los distintos géneros de vida en los que los seres humanos han creído encontrar la
felicidad: 1) el placer, 2) los honores, que corresponden a la vida política, y 3) la riqueza. Con respecto
al primero, si bien es final, ya que no se busca con miras a otra cosa, a) no vuelve al hombre
autárquico, ya que lo lleva a depender del objeto de placer, como ocurre en el caso del alcohol, el
tabaco o las drogas, por ejemplo, y b) no es digno del hombre dotado de un alma racional. “Al elegir
una vida adecuada al ganado” dice” la mayoría se muestra totalmente abyecta.” Con respecto al
segundo, tampoco es admisible, ya que: a) “los honores están más en quien los da que en quien los
recibe”; como tales, podríamos añadir, pueden ser entregados y/o quitados arbitrariamente, mientras
que “el verdadero bien debe ser algo propio y difícil de arrancar del sujeto”, y b) los que los persiguen
lo hacen para persuadirse a sí mismos de su propia virtud, “con todo lo cual dejan ver claro que aun en
su propia estimativa la virtud es superior a la honra”. Final mente, tampoco es aceptable la riqueza,
porque: “a) la vida de lucro es antinatural (los negocios, o sea los procedimientos usados para adquirir
riquezas, destruyen el ocio. nec otium que es el tiempo libre dedicado a la reflexión) y b) es
claramente medio y no fin en sí mismo.”
2- De ellas resulta que el Sumo Bien es el ejercicio perfecto de la función propia del ¡hombre. Y al
hablar de “excelencia” nos estamos refiriendo a la noción de “virtud” (“areté” en griego es el
equivalente de “virtus” en latín y ambos términos connotan un modo viril de excelencia). Aclara todavía
Aristóteles respecto del SumoBien que es la actividad racional según la más alta virtud y a través de
toda la vi da (“según la más alta virtud” pues hay muchas virtudes, algunas superiores a otras, y
“durante toda la vida” porque “así como una golondrina no hace verano, un breve tiempo de felicidad
no hace al hombre bienaventurado”). La excelencia es, enton ces, un tipo de hábito que tiene que ver
con la repetición de acciones virtuosas. Siendo dos las actividades racionales del hombre, las virtudes
han de clasificar- se a su vez en dos grupos —y esto lo propone Aristóteles en el libro 1—: a) virtudes
morales, éticas o de carácter y b) virtudes dianoéticas o intelectuales.
3- Las vitudes morales son las que resultan de la obediencia impuesta por la ra zón a los instintos;
provienen, por lo tanto, de la parte práctica de la misma y cons tituyen el término medio entre dos
vicios, uno por exceso y otro por defecto. Aris tóteles señala además que son “hábitos de elección”. La
mayor dificultad estriba en evitar caer en un extremo (que es, según el filósofo, lo que sucede
generalmente en la juventud, que es la “edad de los excesos”), pues una vez en este es casi inevita
ble caer en el opuesto. Así, por ejemplo, se pasa con relativa facilidad de la humil dad a la presunción.
Hay tres virtudes morales que Aristóteles destaca:
a. El valor, equilibrio entre la cobardía (exagerada sensación de miedo) y la temeridad (inconsciencia
ante el peligro).
b. La templanza, que media entre el libertinaje (entrega total del hombre al placer) y la insensibilidad
(carencia absoluta de inclinación hacia él).
c. La dulzura o mansedumbre, que está entre un exceso (la cólera, la irritabilidad) y un defecto (la
flema, la impasibilidad—)
También se refiere a otras virtudes éticas: la generosidad, equidistante del despilfarro y la avaricia, la
veracidad, que media entre la disimulación y la fanfarronería, y la amabilidad, que se encuentra entre
la adulación y la aspereza. Podemos acotar, fina]mente, que la virtud ética más elevada es la justicia,
que se relaciona directamente con la noción de término medio, ya que la idea de justicia implica la de
equilibrio.

4- Las virtudes teoricas provienen de la parte teórica de la razón y tienden a lo grar un conocimiento.
Son, por orden creciente de importancia: a) el arte, que nos permite crear obras bellas aplicando
habilidades y con la ayuda de reglas, b) la cien cia, que nos permite conocer las leyes naturales, c) la
sabiduría práctica o pruden cia, que nos permite discriminar adecuadamente el justo medio y
conducimos rec tamente en la vida, d) la razón intuitiva, por la que captamos los axiomas matemá
ticos y los principios lógicos, y, finalmente, e) lo más elevado, la sabiduría teórica o sofía, que nos
permite descubrir las primeras causas y los primeros principios.

Epicuro:

1- Para Epicuro la felicidad estaba dada por la conjunción de dos factores, la ausencia de
preocupaciones (en griego, “atraxia”) y el placer (“hedoné” en griego).

2- Las preocupaciones que el filosofo proponía evitar son tres: el temor a los dioses, el temor a la
muerte y el temor al futuro.

Para Epicuro los dioses eran seres demasiado alejados de nosotros, los humanos, y no se
preocupaban por nuestras vicisitudes, por lo que carecía de sentido temerles. En cuanto al temor a la
muerte, Epicuro lo considera un sinsentido puesto que “todo bien y todo mal residen en la sensibilidad,
y la muerte no es otra cosa que la pérdida de la sensibilidad misma. Por ultimo, carece también de
sentido temerle al futuro, puesto que “el futuro ni depende enteramente de nosotros ni tampoco nos es
totalmente ajeno, de modo que no debemos esperarlo como si hubiera de venir infaliblemente ni
tampoco desesperarnos como si no hubiera de venir nunca.” Ya que el destino no existe, poseemos
algunas cosas por el azar, y otras por obra nuestra, y son estas ultimas las que debemos atender.

3- La ataraxia según Epicuro consiste en la obtención del placer. Epicuro divide los placeres en
tres tipos: los naturales y necesarios (por ejemplo, satisfacer nuestro apetito con el simple y
saludable pan de todos los días), los naturales y no necesarios (disfrutar de una comida
sabrosa, así como disfrutar de los placeres espirituales) y los no naturales ni necesarios
(asistir a un opíparo banquete), a los que también llama vanos o superfluos. Los placeres
naturales no sólo son permisibles sino que son buenos; por el contrario, el deseo de placeres
superfluos debe ser evitado.

4- Epicuro nos habla de la importancia de poseer una virtud sin la cual es imposible elegir y
ordenar los placeres. Esta virtud es la prudencia, y gracias a ella podemos desechar un placer
si este nos ocasionara un mal futuro, aceptar un mal cuando su consecuencia sea un placer
superior o no caer en la aceptación ciega de un placer si esto nos impide la adquisición
posterior de un placer mayor o más elevado.

Estoicos:

1-¿Cuál es la razón por la cual los integrantes de esta escuela afirmaban que el hombre tiene un
destino? Este fundamento debemos buscarlo en la concepción que tenían del Universo.
El cosmos era para ellos un todo ordenado y armonioso (“cosmos” en griego significa “orden”), en el
cual los sucesos se producen cumpliendo la ley natural, que es racional e incoercible y a la cual ellos
identificaban con Dios. De este modo pro ponían un sistema panteísta, donde Dios no es un ser que,
desde afuera, rige el curso de los acontecimientos marcándoles su ley, sino que es él mismo una ley
natural, racional y perfecta. De este modo, ley natural, Dios y Razón son tres nombres de una misma
realidad. ¿Qué puesto ocupa el hombre en este cosmos? El hombre es tan solo un momento en el
desenvolvimiento de la naturaleza.
El destino de cada hombre puede ser muy diferente; puede ser un esclavo o un hombre libre, puede
ser pobre o acaudalado, pero siempre podrá ser feliz, en la medida en que acepte ese destino que se
le impuso. Este filósofo diferencia dos órdenes de cosas: aquellas que no dependen de nosotros y las
que sí dependen. Unas están regidas por el destino y las otras no.
“Nosotros somos los dueños de nuestras opiniones, de nuestros deseos, de nuestras aversiones, en
una palabra, de todas nuestras obras; mas no dependen de nosotros nuestro cuerpo, ni las riquezas,
ni la reputación, ni las dignidades, en una palabra, nada de lo que no sea una de nuestras obras
personales. Las cosas que dependen exclusivamente de nosotros son libres por su naturaleza; no hay
traba ni obstáculo alguno que se lo impida; por lo contrario, aquello que no depende de nosotros es
débil, está sujeto a la esclavitud y a la dificultad, muchas veces expuesto a los caprichos de otro. “
2-Frente a aquellas cosas que no dependen de nosotros debemos mantenernos imperturbables. Nada
debe alterar nuestra tranquilidad de ánimo. Para no sufrir por no obtener aquellas cosas que no
dependen de nosotros debemos abstenemos de desearlas, debemos evitar aferrarnos, con nuestros
afectos, a las cosas materiales de este mundo, debemos saber que ellas están sujetas al destino, y
este puede arrebatárnoslas en cualquier momento.
3- La actitud que debe tomarse frente a la muerte según Epicteto: “En un viaje por mar, cuando el
barco se detiene en un puerto, si tú saltas a tierra para hacer provisión de agua, podrías recoger de
paso ya sea una conchilla o bien una cebolla, pero siempre deberás mirar hacia el barco, y tener
cuidado cuando el piloto te llame, y si te llama abandónalo todo, no sea que te trabe y te arroje al
navío como vil cordero. Lo mismo su cede en la vida; que en vez de una cebolla o una conchilla
tengas una esposa o un hijo, nadie te impedirá que les rodees de cuidados; mas si el piloto soberano
te llama, corre pronto al barco y abandona todo cuanto poseas sin volver la vista hacia atrás; y si eres
viejo no te separes mucho del navío, por miedo a que te tome desprevenido cuando venga tu
llamamiento.”
La actitud que debe tomarse frente a la muerte que plantea Séneca: “Para no temer nunca a la
muerte, piensa siempre en ella En este mar tan proceloso y expuesto a todos las tempestades, no hay
ningún puerto para los navegantes, sino la muerte (...) Por consiguiente ¿qué lloras? ¿Qué deseas?
Pierdes el tiempo (...). Has nacido sometido a esa ley (. ¿No creías que alguna vez habías de llegar a
la meta hacia la cual marchabas constantemente? (...) Es menester tener siempre pronta el alma:
insidias, o enfermedades, o espada enemiga, o fragor de casas derrumbadas, o destrucción de la
tierra (...). La última hora, en la cual cesamos de ser, no realiza por sí misma la muerte, sino que la
cumple: llegamos entonces a ella, pero desde mucho tiempo atrás nos encaminábamos a ella.”
Etica Kantiana

1- Cualquier acción puede ser buena o mala lo que cuenta es la intención con la que se la realice.

2- No siempre obramos bien. Muchas veces “sabemos” que debería mos hacer tal o cual cosa y sin
embargo nos dejamos llevar por nuestras apeten cias personales, nuestros afectos, nuestras
preferencias o nuestras conveniencias Y es que, según Kant, nosotros, los seres humanos, no
estamos constituidos solo por la razón (que es la que tiene conciencia de lo que está bien y lo que
está mal) sino también por lo que él llama inclinaciones. Cuando sabemos lo que está bien pero
nuestras inclinaciones quieren arrastramos en sentido contrario, la buena yo luntad de la que antes
hablábamos se convierte en deber, noción central de la éti ca kantiana. Así, solemos escuchar a
ciertas personas decir frases como “Me que daría descansando en la cama en lugar de ir al trabajo,
pero el deber me llama”.
El deber, entonces, siempre tiene un carácter coercitivo, en tanto surge parz oponerse y reprimir la
inclinación. Esto no significa que sólo obramos bien si lo hacemos oponiéndonos a nuestras
inclinaciones. Si yo salvo a mi hermano, que acaba de sufrir un accidente automovilístico y quedó
encerrado en su auto, debo analizar mi acción y pensar “ habría hecho de todos modos si el
accidentadG hubiese sido un desconocido?” Si la respuesta es afirmativa, entonces mi acción fue
buena, pero si la respuesta es “Sólo lo hice porque sabía que era mi hermano el que pedía socorro”,
entonces mi acción, si bien no habrá sido mala, tampoco ha brá sido buena, pues no lo hice por deber
sino por inclinación.
3- La clasificación que propone Kant de los actos en relación con el deber. Estos actos pueden ser de
tres tipos diferentes: 1) contrarios al deber, 2) de acuerdo con el deber y 3) por deber. Los actos de
acuerdo con el deber se subdividen a su vez en: 2.1. aquellos que se hacen por inclinación mediata y
2.2 los que se realizan por inclinación inmediata.
1. Supongamos que un compañero le pide a alguno de ustedes (por ejemplo, a Agustín) que lo ayude
a estudiar para una evaluación de Física ya que no en tiende algunos puntos. Agustín dispone de
tiempo para hacerlo y tiene muy da ros los temas a ser evaluados; sin embargo, prefiere quedarse
mirando su pro grama favorito de televisión y no ayudar a su compañero. Allí Agustín habrá obrado en
forma contraria al deber y acto, entonces, habrá sido malo.
2. Imaginen, en cambio, que ese compañero que solicita la ayuda de Agustín conoce al dedillo los
contenidos de la próxima evaluación de Literatura, de m do que Agustín le dice: “Acepto ayudarte,
pero a cambio de que me ayudes luego con Literatura”. En este caso Agustín habrá obrado en función
de su conveniencia; su acto coincidió con lo que el deber le indicaba, pero lo hizo por inclinación,
puesto que no lo habría ayudado si el otro no hubiese sabido Literatura. Su acto habrá sido de
acuerdo con el deber y por inclinación mediata, puesto que su compañero es solo un medio para
lograr lo que él desea.
3. Imaginen ahora que quien pide ayuda a Agustín es su mejor amigo, y este solo lo ayuda porque se
trata de él y lo aprecia mucho; su acto será también de acuerdo con el deber, como en el caso
anterior, pero por inclinación inmediata, puesto que es su amigo mismo el objeto de su inclinación.
Estos dos últimos casos merecen ser calificados como moralmente neutros.
Etica de E. Fromm
1- Según Fromm la critica mas habitual a las eticas tipo hedonistas es que no cuentan con una
herramienta intelectual adecuada para analizar la nocion misma de placer, herramienta que ha
sido proporcionada por la psicología contemporanea y, dentro de ella , por la teoria
psicoanalitica creada por Freíd
2- En Ética y psicoanálisis, Fromm analiza distintas éticas hedonistas y concluye que su defecto
común ha sido no contar con una herramienta intelectual adecuada para analizar la noción misma de
placer, herramienta que ha sido proporcionada por la Psicología contemporánea y, dentro de ella, por
la teoría psicoanalítica creada por Freud. El Psicoanálisis ha mostrado que la experiencia subjetiva es
engañosa y no constituye por sí misma un criterio válido de valor. Se puede encontrar que es
placentero algo que nos hace bien, pero también hay quienes encuentran placer en lo que los daña o
en lo que daña a otros. Nos referimos a los masoquistas, que son aquellas personas que gozan
experimentando dolor físico o psíquico —los que bus can ser humillados y sometidos— y los sádicos,
que son aquellos que disfrutan ocasionando dolor físico o psíquico a otros, con frecuencia humillando
y sometiendo a los demás. A menudo el masoquista y el sádico no son conscientes de esos deseos y
los racionalizan como lealtad o abnegación en el primer caso o como afán justiciero o sentimiento de
indignación moral en el segundo. Los fenómenos sádicos o masoquistas son, empero, solo un ejemplo
de deseos inconscientes destructivos; en realidad —sostiene Fromm— cualquier neurosis es
consecuencia de ese tipo de deseos.“Todas las neurosis pueden interpretarse como el resultado de
esfuerzos inconscientes que tienden a dañar y a bloquear el desarrollo de la persona. Necesitar
aquello que es da fino y perjudicial constituye la verdadera esencia de la enfermedad mental. Toda
neurosis confirma así el hecho de que el placer puede hallarse en contradicción con los verdaderos
intereses del hombre.”
3- Si comparamos las necesidades fisiológicas genuinas y las psíquicas irracionales, advertiremos que
ambas radican en una carencia o deficiencia, pero mientras las primeras se satisfacen con el alivio de
la tensión fisiológica, las segundas son insaciables, mientras las primeras son normales, las segundas
constituyen síntomas de un funcionamiento patológico y, finalmente, mientras en las primeras
encontramos una condición para la felicidad, las segundas revelan un estado de in felicidad
fundamental.
4- Fromm señala luego que el hombre, al igual que el animal, necesita determina das energías para
lograr su supervivencia: las que destina a la satisfacción de las necesidades fisiológicas genuinas.
Pero, a diferencia de aquél, que continuamente se ve abocado a la lucha por la supervivencia y tiene
pocas energías excedentes,el hombre ha logradocrear un intermediario entre él y la naturaleza —que
es el- mundo de la cultura ) que le permite destinar ccada vez menos energia para subsistir y
disponer, en cambio, cada vez de mas energia exedente. A esta energía excedente Fromm la llama
“abundancia (por oposicion a la escasez caracteristica del estado de necesidad).
“la diferencia entre escasez y abundancia deermiana en todas las esfera de la actividad la calidad del
placer.Toda persona experimenta satisfacciones, placeres irracionales goce. El goce es un triunfo;
presupone un esfuerzo interior, que es el de la actividad productiva. La felicidad es una adquisición
debida a la productividad interior del interior del hombre y no un don de los dioses Felicidad y goce no
son la satisfaccion de una necesidad originada por una carencia fisiológica o psicológica; no son el
alivio de una tension, sino el fenómeno que acompaña toda actividad productiva; en el pensar, en el
sentir y en la acción. El goce y la felicidad no son diferentes en calidad; difieren solamente en cuanto
que el goce se refiere a un acto singular mientras que la felicidad, puede decirse, es una experiencia
continua o integrada de goce…”

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