Vous êtes sur la page 1sur 117
ialectica iologia Soc GEORGES GURVITCH a DIALECTICA Y SOCIOLOGIA GEORGES GURVITCH Joaquin Gonsélez UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA PREFACIO DEL AUTOR La revolucién que presenciamos en la metodologta de la cien- is, de las cienctas buranas en especial, convierte en grave riesgo cl empleo de numerosos términos aceptedos. Dialéctca y Empinis mo formen parte de ellos. Nunca bat estado estos dos sérminos tan de moda: nunca como hoy habtan servido tanto a encubrir pos- tnras dogmnitices, inconscientes 0 no. El empeiio atvevido de este Tibro ex mostrar que, sélo logranto reunirlos, podrén contribuir a librar de dogmatismas a la sociologia 7 volverla ciensifica. En con- Secuencia, expresiones que sorprenderin, par su necesaria comple- jidad, tales "Hiperemprisma Dialéctico” (expresion que introde- Fimos ace wnos diez alias) 0 "Didléctice emptriconredista’, lo- cucién as la que recarrimos a menudo en este libro. Expliguémonos: Dialéctica Empicismo han corrido con sner~ te idntica. Su sentido verdadero, ast como su vocacidn han sido Aeformadas danante sx historia, larga 9 sinuasa La inpiacion primera de ia iaitca atta sera te des truccién de todos los conceptos adquiridos, con miras a impedit sw “momificacién”; "momificaciin” que se origina en su incapa- idad por aprekender las totalidades reales "en moviniento”. Atk ‘mismo, no logra la conceptnacién esttica tomar en cuenta 2 la ver, las totulidades y sus partes. Nunca alcanza a peneirer en pro- fundidad en las inagotebles riguezas de to real, un dominio. del cual, ef de la realidad bumana (sociel ¢ bistérica en particular), Je ve a se vex comprendide en un movimiento didléctica Uma didlictica obsiinada e intransigente, una dialéctica sin do- mesticar, no puede ser ascendente, ni ser descendente, mi ser ambes coias a ua tiempo. No puede conducir a Ia salvacién, ni a la deses- eranad, iti a travts de éita a aquélls. Ninguna panacea de recon. Stead dee omental ode Caneel cote wisn con iene. Ni mistica, ni meterialsta ni espivitualista se le pwede Ua- ‘may. Exclusivamente no pwede ser wn método, mi exclusivamente an movimiento real, aungue, en lo tovante a las ciencias naturales, ea sobre todo un mistodo, y en Io referente a las det hombre, es- peciaimente sociologia y ciencias Bistoricas, 104 ante todo un mo- timiento real. En todo caso, las relaciones entre la dialéctice como movimiento real de lo bumano y los métodas que estudian este movimiento, som didlécticas y aeben ser "didlectizadas”.® La causa de la didkctica se babrh perdido sin batalla, cise comiensa por atociala a posturas filasbjicas 0 cientficas partion leres. Las precede todas, les va abriendo camino, previniendo toda dogmatizacién de una situacién dada o de sna "conynnturd” pre ist, tode solucién de facilidad, toda sublioacién, Segim la felix expresion de Jean Wabl, "la dialéctica es... an camino. Ademés, on al termine mitmo de didléctica, se encuentra la idea de dia, a través de. La didlictica es ama vfe mas bien que an punto de lle gada’® Afiadivemos que “la didtectizaciOn de la dislictica', exigida por Wak}, sto traerd fratos si cumple com Ia condicién siguiente: La Gistéctica como movimiento de [a redidad social e bistérica, ta di, Vetica como méfode aplicato (con diferencias, a las ciencias det hombre a las cioncias naturales); en fin, 1a dialéetiea que rige ta eleboracion de los objetas precizos ae Ta experiencia y del conoci- ‘mento, debon ser rewnidas —las tres— en ef exfuerzo de didlee- Tizacién, pero desputs de btber sido, previamente diferenciadas, in- luso opnedas. Bs precisamente lo que heres, intentado bacer en la segunda parte de este libro (Cap. I), detallando los tres asper- tor de la dialéctica, y también la dialéctica de sus velaciones. Toda dialéctica ofectiva deremboca en la expertencia, ya se ate de ta experiencia vivida, mds o menos inmediate (propia tar- fo a lot Hamados "Norotros”, a los grupos, clases, sociedades glo- Bales, como sus participantes), de Ta experiencia cotidiana, 0, e fin, te ta experiencia mas 0 menos elaborada de las diversas cion Tins, que dlcenzan, cada vez que es posible, al nivel de la expe- rimentacibn, Lempira a mars oa, nose vedet td 0 cual nt wetaciin particular de la experiencia —trétese de Ia apologte de Le ada, ) dein combinaion mecca, OOo Condillac; o bien de Ia reflexion guiando las sensaciones mediante F Dialecisds, em francés, Neologism que el autor se permite; nos Gremos autorieador a. trisponerlo en. espaol Mis adelante nos eo- Gdtrimos on, dialeciustion, sotalizaion, ete, y procedimes de igual maneta (No del). 1. jean Wall, ‘Trisé de Métaphyrigne, Pasis, Pavot, 1953, pe. 696697. asotiaciones, como en Locke y Hume; 0 bien de la glorificacion de los "bechos datos y observados” en sma induccién cientifice, como en Mill y otros postivisas—. Que se nos permita, @ esle propérk io, sehalay give los representantes mas caracteristicos de la tenden- ci que devnciamos, son los partidarios actuales de la “bisqneda empirica en sotiologia”. Pretenden (es el caso de ta mayoria de tos solos americas y de a malas fonetes) reac toda "teorha? sin datse. enta precisamente que se apoyan en tna pre- coucepeiést. En efecto, presumen que tos be Eo ace flores del campo, alli esperan para ser recogides, cuando en ver- dad, sogiin la excelente formule de Gastén Bachetard, toda ciencia “busca lo escondide”. Desde nuestro puito de vista, of empirismo no $0 limita tampoco a 12 "experiencia inmediatd”, ya sea religivsa (James), afectiva (Rauch y Scbeler), “noética" (Husserl) 0 exis tential (Holdegger, Jaspers y sus partidarios franceses). La expe- riencia efectina gue opanemes a estas inlerpretaciones filosfcas Ditrarias, ya 10 comsidere la experiencia vivide, la experiencia ¢ diana, 0 la experiencia elaborada, es siempre mediata en sus grado diversos. Teitere de esferas intermedias entre lo inmediato y ta ela borade, que nos permiten penetrar en le trama inextricable de las "mediaciones de lo inmedidta” y de les “inmediaciones de to me- diate” Asi, a travks, de la experiencis, os encontramos sumergidas en la didléctica, Es la union de la experiencia y de le didéctica ‘que nos procura ta experiencia en su plenitud. La dialéclica vir lente, fiel a su vocacién, la experiencia peneirando. cfectivamente en las profundidades de lo veal, estin bechas para comprenderse, ayudarse, unirse sin designio. previo A partir del momento. on que se proclama une teorla wnivoca de te experivnia, con ol fin de someteta ame preconcepcian des terminada (llamérele sensualisme, asociacionismo, positivismo_ cien- tificsts, eriticizmo, pragmatirma, feromenclogia 0 existencialirmo), se le deforma, se detiene esta experiencia, se destraye ta impreti- ‘ibilidad, a variedad infinite, y lo inesperado incluso de Tos. mar (08 en que 10 produce, Antes bien, lo que tanto acerca ta experiencia a le dialécticn que por ast decir le sirve de impulse, es que sin cesar remueva sus Propios marcos de refereacia. Semejante a un verdadero Proteo, se fos escapa cuando crcemos haberla sometido, ;Somos ilvsos cuando creemos haber desentrafiado su secteto, somos victimas cuando ima- ‘ginamos habernos desembarazados de elle, fuese por un instante! Ne dabemos omit, tampoce, oh prefunde ainda ene e- Periencia y dialéctica: estin, sna y otra, ligadas a lo bumano, a ‘quelle que actos, acciones, juicios, "mundo circundente”, instra- mental pumano, represents, Pucde decinse incluso: A todo aguello gue std contaminado por le experiencia bumana. La experiencia 2s siempre humana; nimnca puede ser infrabumans 0 sobrebumana Es el esfuerzo de los hombres, de los Uamados "Nosotros", de los grupos ¥ clases, de las sociedades en su totdidad para orientarse en 2 -mudo, en el mando social primero, pero también, par media de ste, en aquel de Ia nataralera, Es la praxis social, colectiva individual a la ves, on la que Carlos Marx insistiora com fuerza pavicnlarmente perinarina. La propia experiencia ctenttfica, no sélo fe las ciencias Iumanas, sino también en las, ciencias de Ia nattrte Teaa, sigue siendo esencialmente ia “experiencia humana’. Lleva al sello de lo bumano, de lo sovial, de Jo bistérico, repercmtido en a naturalens. Ast vemos endnta es bumano ef biperempirismo di Kictico (0 la dialéctica emplrico-rediste) y endnto lo bumawo, To social y lo histérico son biperempiricos y dialbetica. oe Hemos querido recordar la inspiracidn de este libro para juse lificar 0 plan, ‘En la Introduceién, trataremos de precisar dude radica, segiin nuestro punto de wists, el verdadero problema de ta dialéctca, « menudo encnbierto por las trivididades y la desesperante banalidad de ciertos autores que se pretenden en didléctica expertes En la primera parte de este Vibro se evoca —tan objetivamente como fue posible y la tayecoria y erie rien de te didete ca A. peur de ocupar eita exposicién histérica gran paste de la Shas nb es tu inet mh [ei tex exbaitoe. rotdemas por muestras, con el fin de destacar la tipiea, Lo erencial, y la his toria de la dialéctica nos lleva asi de Plaién a Marx (se le dedica tn apéndice a Jo. Sartre). Luchamos com teséu contra todos les dogmatismos qué lucen maliciosanente el mento de la dialéctica ‘onsistiendo la vocecién verdader de esta siltima precisamente ea hacer imposible todo dogmatismo, abierio o encubierto, En cambio, ines detendremos especialmente ent las dialéclicas que, de Ficbte a Proudbon y Mare (y también J.P. Sartre) ban sabido descubrir qne el foco exeacial de la didléctica se encuentra en la realidad so- Fal y en aguello que es su dominio privilegiado, ta veclidad bis- oriea, cavacterizada por su prometefsmo. Ex la seganda parte, nos esforzamos por sacar de la ruta en que tenemos. se bands, la ditcusién aciual sobre la dialéetica da impor en soclagla y an Bors, Beeminanes atmiome a diddéetica que se establece entre estas dos clencias ermanas y es otras ciencias sociales. Precisamor al mismo tiempo ef sentido cexacto "de lar diferentes procedimientos operstorios de didlectiza- cién’, y proponemo: su aplicaci6n directa y concreta al aniliss de los. problemas. considerados. Esta segunda parte del libro busca igualmiente mostrar que en sociologia, para vo "“descubrir ana vex mds el agua tibia’, ama "hisqueda empiricd” verdadera tiene necesidad de la dialbetica y dens miliiples. procedimientos operatorios. Ello, tanto para dei- Cubrir lot Bechos sociales escondidos, es decir, para desembarazar todos los terrenos susceplibler de servir de marco de referencia 4 le soctologia, como para preparar sns vias a la explicaciGn, Es eito, precinamente, lo que el simplismo incretble de la ma- yorke de los investigudores empiricos insnficientemente preparados 4. lace 0 implies for at mantorer por camino si sid leg impide comprender. E! propbiita de esta segunda parte del I bro es conbribuir «la reunion de la sociologla general y de Ja in- vestigacién empirica. Ardientemente deseada por todos, slo, dpe- dose on Ue dite y ms precamente on la didn emp ricorealica, esta wnidnpodré hacerse ofectiva. De tal manera, guisitramos faciltar Ia colaboracién fecunda de todas las ramar de la "ciencia del hombre”, regentedes por la sociologia y ln ciencit de le historia. Y nor complacerta leer en el frontén de la futurs Sede de las Ciencias del Hombre esta divine: “No entre agul quien no domine la dialéctica” Una ciesta desproporcién entre Ia parte bistérica de este libro (la primera), 1a més extensa, y la parte sistemitica (Introduccion 5 Segunda parte), es, « decir verdad, més aparente que rea. En efecto, am sector considerable de la historia de la dialéctica (de J. G. Fiehte a C. Marx y en apendice « JP. Sartre) consiste esen- cidmente en una exposicion critica de las aplicaciones que hasta et Presete se be intetado de ditica 0 I redid social @ 1 estudio. Esta seccién tanta participa del estudio sistemético como del andlsis bstérico? one La fuente primera de este libro procede de un curso piblico dicuda te ta Sorbona daraatt oh eh eel 1960-61. Bot feo, 2 Ch info, pp. 1-170 iransformado y sastncidlmente compleado, utiliza tambitn, refor- rmadas, ruesias publicaciones anterioses referentes a los problemas aqui plaateados. Esperamos que este nuevo escrito conribuind, al tenor, a disipar cierios equivocos 0 falsas interpretacioner que se abien acumulado en devredor de nuestras anteriores. aclaratoras Paris, 22 de noviembre de 1961. Geoxcss Gunvircn INTRODUCCION EL PROBLEMA VERDADERO Nnesten finalidad es mostrar que de todas las ciencias, aun considecindo todas las ciencias humanes, [2 sociologia es aguella que mis necesidad tiene de la aplicacién del método dialéctico, Nuestra ambicién va mis Icjos: destacar que el objeto de Is socio: logia. los fenémenos sociales totales (esas pattcipaciones de Jo Jnumano a lo humano), estudiados en el conjunto de sus aspectos ¥, movimieatos— se hace inapzchensible si se repudia la dialectic EL método precisamente de Ja sociologia: 1a aplicacién de una vi siéa. de conjunto que tome en cuenta el caricer_pluridimensional de In realidad social y Ia tensién incesante establecida entze sus di- ‘versos elementos a-cstructurales, estructurables y estructurades, asi como la construccién de tipos saciol6gicos destacando tres es- ‘alas (niveles) diferentes que son, 1a de los lamados “Nosotros”, la de los grupos y clases, Ia de las sociedades globales (escalas [nix eles] que se presuponen matuamente); este método, creemos, exi- imperiosamente el recurso a la dialéctica. Es por ello, que al intentar, en l Tratado de Sociologia de dar una definicion breve de esta ciencia, crefmos exacto detie: "Le sociologta «5 aia ciencia que estudia lot fenbmenos sociales totales en el conjunto de sus as- pettos y movimientos, aprebendiéadolos a través de sipos diale dos microcociales, grupater y globales, en su movimiento de ba cerse derhacerse” Pero hey mis. Ya se tate del problema de la reunién entre sociologia general o teoria socielégica e investigacién empirica, mis que mune a la orden del dia, o bien del problema de las relacio- es entte comprensién, descripcion y explicacién, o bien, en fin, del problema de las relaciones entre sociologia, historia y ciencias 1. Gh, Georges Gurvitch (bajo lx dieecién de), Trait de Seviloxie, (omo 1, 1958, p un sociales particulates, ninguno de estos problemas, decimos, —nos proponemas prohario en esta obea— puede ser profundizido 0 re- suclto sin reurrir a la dialéctica Independientemente de las alusiones que ef lector pueda en- contrar en el Tratado;? hemos intentado precisar nuestras ideas 50 bre este tema en tres articulos: “El hiperempirismo dialéctico”,? “La ctisis de la explicacién en sociologia”* y" "Reflexiones sobre las selaciones entre filoofia y sciologi* Si aqul volvemes sobre este problema, es porque tenemos la imprtesién que telativamente fou porns yous inmensasdifcultsees,exige un trabajo més detallado y profundizado que el que le hemos dedicado en nuesteos cestudios anteriores, Ciertas conclusiones nuestras anteriores. asimis ‘mo exigea ser desarrolladas, precisadas, matizadas, inclnso corregi- das, con el fin de evitar interpretaciones err6neas Op. tit, tomo 1. Cobiers Internationans de Sccilocie, vol. XV, 199, hid., vol. XXI, 1936. Wid. vol. XI, 1957. SUERTE DE LA DIALECTICA Demasisdos cquivocos se han acumulado alrededor del. térmi- no de dialéctica y del método que lleva ese nombre. La dialética tiene una larg y muy sinuosa historia, Para evi tar los errores pasedos, para libramos de graves confusiones, es necesario conocer esta historia y, en Ia medida de lo posible, sacar a la luz los escolles numeroses que ne han sabido salvar los pen- sadores dialécticos, Es esto lo que nos proponemos en Ia primera parte de esta obra, cligiendo y criticando las concepciones més ca- racteristicas de la ‘dialética, Ms previamente, es forzoso reconocer abiertamente que todas las dialéticas.hist6ricamente conocidas, incluso las mis concretas (as de Proudhon y de Marx), no han podido cvitar el convertirse en dialécticas consolantes y apologéticas, ora ascendentes, ora des sendentes, positivas 0 negativas, Todas han sido. captadas, unas mis, otras menos, es verdad, por puntos de vista dogmiticos, acep- tados de antemano, Para s6lo escoger varios ejemplos: tritese de la dialéctica ascendente de Platéa, que ¢5, en resumidas cuentas, una dificil subida hacia la contemplation de las ideas eternas, 0 de la dialéstica deseendente y mistica de Plotino, que va de lo Uno a lo Miltiple, de la dialéctiea de sintesis de lo Uno y lo Miitiple de iz, de Ia. dialéctica hegeliana que describe as fases de la alienacién de Dios en el mundo y In vuelta de este mundo hacia Dies én un tiempo que sublima todo movimiento real para conser vatlo y clevarlo (anjbeben) en la “eternidad viviente” e identifi- car tiempo, espitita, razéa, humanidad y divinidad —en todos e3- tos casos, las respuestis se conocen de antemano, Prowion y Mans que asociaon Ja diate, pefrenemente a J lucha real, a to accidn humans, a la sociedad "en acto”, segtin Ja expresién de Saint Simon, no. lograroa librarla completamente B 4 de su caricter ascendente —luego consolante—. Mis racionalista que Mars, Proudhon hablsba de “la. reconciliacién universal por 1a contradicci6a universal"; Marx a su vez, mis penetrado por Ia filo- sofia de Ja historia que Proudhon, consideraba que 1a histrica Hevaba a la feconciliacién total del hombre y de la soc dad desalienados, consigo. mismos. ‘Ahora bien, Ia verdadera tarea del método dialéctico, seria Ja destruccién de todos los conceptos adquiridos y cristalizadas, con mitas impedir su momijicacion, momificacton gue les viene de Su incapacidad por aprebender las Yotalidades reales em movimien- te, dé su incapacided de considerar simmltineamente Ios conjuntos sus partes. Bs por ello, para dar frutos, que la dialéctica debe see exencialmente antidogmitice, ¢s decir, eliminar toda toma de posicién filos6fica o cientifica’ previa, La dialéctica obstinada € insransigente, \n dialéctica viralouta y fiel a sa vocaci6n, no. puede ser nj ascendente, ni descendente, ai ambas cosas a la vez, No pue- de Mevarnos a la salvactin, nia la desesperanse, ni a través de sta a aquille. No coostituye ninguna panscea de reconciliaciéa de la humanidad consigo misina, No puede ser ni espirtualiste, ni terilista, ni_misticn, No debe set proyectada ni en el espfritu, ni en Ia naturaleza, En tanto que método y en tanto que movimien to real, la dialéctica es del dominio de la existencia humana y, por consiguiente, social. Como las relaciones entre los dos aspectos men- Cionados son a su ver dialécticas y piden ser dialectizadas, la. ren- lidad humana interviene siempre y alli donde se hable de dialée- tica (considerada bajo cualquier aspecto), Desde este punto de viste, decir que Ia sociologia tiene, ms que cualquier otra ciencia, necesidad de dialéctica, no significa de Ainguna manera que se esté dominado por tentsciones de ssociar Ja Sociologia a la filosofia, En tanto que método, solamente tiene sentido Ia dialéctica si se le considera como una depuracién previa, tuna ordalfa, una dur pricba, necesaria @ toda ciencia y a toda Filosofia. Su nombre da testimonio de ello: dia quiere decir a trax es, Ia via hacia”. {La via hacia qué? A esta pregunta responde- remos: hacia expetiencias siempre renovadas que no se dejen en cerrar en marcos operatorios inmovilizados. Ba tanto que movi miento res), la dialética es el movimiento de los lamados “Nos cotros”, de los grupos, clases y socicdades, de sus obras de civilie ‘aciéa’ y estruciuras, de sus participantes —movimiento que tropie- za incesantemente con dificultades nuevas © imprevisibles, interaas Y estemas, en. su cumin sinuoso, ‘Que aquellos leetores que temiesen vernos asociar Ia sociologia a preconcepciones filoséfieas particulares se tranquilicen. Ningin interés, ni sociol6gico ni aun files6fico, ofteceria a nuestros ojos Ja dialéetica, si se entregase a defender una posiciOn decidida pre- viamente, Es nuestro peopésito libnar de dogmatismos la sociologte por medio de la didléctiee, y no imponer de antemano a In soci: fogia, mediante Ia dialética, una oricntacién, cualquiera que fuese, suponiendo conocids, independientemente def recurso a la experien- cia y a las encuestas empiricas, esa gran X que constituye la rex- Jidad social. No se tratn de encubrir nuestra ignorancia en este dominio por un juego de ambigiiedades conceptuales y verbales; Se trata, antes biea, de combatisas gracias a la dialéctica, Asimismo, setin decepcionados aquellos que esperaren vernos ssociar Ia secalogia al maleriaisma dilcico de Marx o 4 le fo sofia dialéctica de Hegel, que se funda en un espiritualismo mi tico-teoldgico. Si las ciencias sociales, y la sociologia y ia historia fen pusticular, nos patecen el dominio privilegiado de aplicacién de is dialectics, ao seri ceramente por lis tazones que implfctamen te encontrarlamos en Hegel. y, parcialmente, incluso en Marx (a pesar del relativismo y reilismo sociolégico de este tltimo). Es que, para estos autores, la dialéctica arraig6 en una filosofia dog- Iitica de la historia, que considerames como el peor enemigo de la sociologia y también del sabee historico, En efecto, esta filosofia de la historia consiste en Ia creencia que le dialécice extd lamade a reconcilicr la buemanidad consiga misma por intermedio de 1 bis Toria trensformada on teodicea, La dialéctica a ia que nos cf ‘mos, ninguna relacién guarda con esta concepcin. Asociar Ia s0- ciologia a tal intespretaciOn de la dialéctica, seria atarla a un navio en perdicién: * ‘Asi vemos cuinta s226n asstia al sefior Andrés Lalande cuando cscribia, en su Diccionario Filosdfico: AL término dialéctica se le hhan dado tantas acepciones que no se le puede empleas étilmente sin indicar con precisién el sentido en que se le toma”. Nos ater eremos a este prudente precepio, haciendo notar que la mayoria e los sentidos divergentes del tino dialécica deblan encrrar Pantos comunes —

Vous aimerez peut-être aussi