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Cuaderno 11 (XVID) 1932-1933 Las notas contenidas en este cuaderno, como en Ios otros, han sido escritas a vuelapluma, para apuntar un breve recordatorio. Todas ellas deberdn revisarse y controlarse minuciosamente, porque ciertamente con- tienen inexactitudes, falsas aproximaciones, anacronismos. Escritas sin te- ner presentes los libros a que se alude, es posible que después de Ia revi- siGn deban ser radicalmente corregidas porque precisamente lo contrario de lo aqui escrito resulte cierto." fr. Cuaderno 4 (XIM1), p. 55. 237 1 bis 3. APUNTES Y REFERENCIAS DE CARACTER HISTORICO-CRETICO § . Antonio Labriola. Para construir un ensayo completo sobre An- tonio Labriola hay que tener presentes, ademas de sus eseritos, que son eseasos y a menudo solamente alusivos o extremadamente sintéticos, tam- bién Tos elementos y los fragmentos de conversaciones relatados por sus amigos y disefpulos (Labriola ha dejado memoria de excepcional “con versador”). En los libros de B. Croce, en forma dispersa, pueden reco- gerse muchos de tales elementos y fragmentos. Asi en las Conversazioni Critiche (2a. serie, pp. 60-61): “{Cémo haria para educar moral- senie a un papél” pregunté uno de nuestros condisipulos, hace muchos afios, al profesor Labriola, en una de sus lecciones de Pedagoxia, objetan- do contra la eficacia de la pedagogia. “Provisionalmente (respondid con viquiana y hegeliana aspereza el herbartiano profesor), provisionalmente Jo harfa esclavo; y ésta seria Ia pedagogia del caso, hasta ver si con sus nietos y bimictos es posible comenzar a utilizar algo de nuestra pedago- gia.”* Esta respuesta de Labriola debe relacionarse con la entrevista que concedié sobre la cuestién colonial (Libia) hacia 1903, reproducida en el volumen de los Scriti vari di filosofia e politica? Debe relacionarse también con el modo de pensar de Gentile por fo que respecta a Ia ense- Jigiosa en Tas escuelas primarias. Parece que se trata de un seudo- historicismo, de un mecanicismo bastante empirico y muy cercano al més vulgar evolucionismo. Podria recordarse aqui lo que dice Bertrando Spa- venta = propésito de aquellos que querrian mantener siempre a los hom- bres en la cuna (o sea en cl momento de la autoridad, que sin embargo educa para la libertad a los pueblos inmaduros) y piensan toda la vida (de los otros) como una cuna.* Me parece que histéricamente el problema debe plantearse de otro modo: esto es, st una nacién o un grupo social que ha llegado a un grado superior de civilizacién no puede (y por lo tanto debe) “acelerar” el proceso de educacién de los pucblos y grupos sociales mis atrasados, universalizando y traduciendo en forma adecuada su nue- va experiencia. Asi, cuando los ingleses enrolan reclutas entre pueblos primitives, que nunca han visto un fusil moderno, no instruyen a estos reclutas en el empleo del arco, del bumerang, de iz cerbatana, sino que 238 los instruyen | en el manejo del fusil, aunque las normas de instruccién 3 bis sean necesariamente adaptadas a la “mentalidad” de ese determinado pue- blo primitivo. El modo de pensar implicito en la respuesta de Labriola, por lo tanto, no parece dialéctico y progresista, sino més bien mecénico retrégrado, como el “pedag6gico religioso” de Gentile que no es otra cosa que una derivacién del concepto de que 1a “religién es buena para el pueblo” (pueblo = nifio = fase primitiva del pensamiento a la que co- rresponde la religi6n, etcétera) o sea la renuncia (tendenciosa) a educar al pueblo. En Ia entrevista sobre la cuestin colonial, el mecanicismo im- plicito en el pensamiento de Labriola resulta ain més evidente, En efecto: puede suceder perfectamente que sea “necesario reducir a los papées a Ta esclavitud” para educarlos, pero no es menos necesario que alguien afirme gq e50 no 68 necesario sino contingentemente, porque exist determina las condiciones, 0 sea que ésta es una necesidad “hist6rica” y no abso- lta: es necesario ademas que exista una lucha a este respecto, y esta lucha es precisamente la condicién por la cual los nictos o biznietos del papd seran liberados de Ia esclavitud y serén educados con la pedagogia mo- dema, Que haya quien afirme resueltamente que la esclavitud de los pa- pués no es més que una necesidad det momento y que se rebele contra tal necesidad es también un hecho filoséfico-histético: 1] porque contri- buird a reducir al tiempo necesario el periodo de esclavitud; 2] porque indueiré a los mismos papées a reflexionar sobre sf mismos, a autoeducar- se, en cuanto que sentirén que estén apoyados por hombres de una civili- zacién superior; 3] porque sélo esta resistencia demuestra que se estd realmente en un periodo superior de civilizacién y de pensamiento, cteé- tera. FI historicismo de Labtiola y de Gentile es de un género muy deca- dente: es el historicismo de los juristas para quienes el latigo no es un litigo cuando es un létigo “histérico”.* Se trata, por otra parte, de un modo de pensar muy nebuloso y confuso. Que en’las escuelas clementales sea necesaria una exposicién “dogmatica” de fas nociones cientificas o que sea necesaria una “mitologia”, no significa que el dogma deba ser el re- ligioso y 1a mitologia esa determinada mitologfa. Que un pueblo o un gru- po social atrasado tenga necesidad de una disciplina exterior cocrcitiva, para | ser educado civili i que deba ser reducido a 4 Ia esclavitud, a menos que se piense que toda coercién estatal es esclavi- tud, Hay una coercién de tipo militar incluso para el trabajo," que se puede aplicar también a ta clase dominante, y que no es “esclavitud” sino la expresién adecuada de ta pedagogia 'modema orientada a educer a un elemento inmaduro (que es ciertamente inmaduro, pero que lo es junto 2 elementos ya maduros, mientras que la esclavitud orgénicamente es Ia expresién de condiciones universalmente inmaduras). Spaventa, que se si- tuaba en el punto de vista de le burguesfa liberal contra los “sofismas” historicistas de les clases reaccionarias, expresaba, en forma sarcéstica, 239 4 bis tuna concepcién mucho més progresista v dialéctica que las de Labriola y Gentile, Chr. Cuaderno & (XXVIII), pp. 62.62 bis § <2>. Alessandro Levi. Deben buscatse sus esctitos de filosofia e his- toria. Como Rodolfo Mondolfo, Levi es de origen positivista (de la es- cuela paduana de R, Ardigd). ‘Como punto de referencia del modo de pensar de Levi es interesante cste fragmento de su estudio sobre “Giusep- pe Ferrari” (Nuova Rivista Storica, 1931, p. 387):* “No; a mi no me parece que en el Nuestro (Ferrari) haya un ‘cierto’ y ni siquiera..._ un incierto, materialismo hist6rico, A mf me parece, por el contrario, que hay un verdadero abismo entre 1a concepeién ferrariana de la historia y de su pretendida filosofia de la historia y el materialismo histérico, rectamente entendido, 0 sea no como un simple economismo (y también de éste, a decir verdad, hay en Ferrari rastros mucho més vagos que en {a historia concreta de un Carlo Cattaneo), sino como aquella dialéctica real, que entiende la historia superéndola’con la accién, y no escinde historia y filosofia, sino que, volviendo a poner a los hombres sobre sus pies, hace de ellos los artifices conscientes de la historia, y no juguetes de la fatali- dad, en cuanto que sus principios, 0 sea sus ‘ideales, chispas que brotan de Tas luchas sociales, son precisamente estimulo para la praxis que, por obra de ellos, se transforma, Superficial conocedor de la Igica hegeliana, Ferrari era un critico demasiado precipitado de la dialéctica idealista para lograr superarla con la dialéctica real del materialismo histérico”. Chr. Cuaderno 8 (XVID), pp. 72-72 bis. § <3>. Alessandro Chiappelli (muerto en noviembre de 1931). Ha- cia mediados de la década 1890-1900, cuando aparecieron los | ensayos de Antonio Labriola y de B. Croce, Chiappelli escribié su filosofia de la praxis, Debe existir de Chiappelli un libro o un ensayo sobre Le premesse filosofiche det sacialismo; debe verse la bibliografia.* Chr, Cuaderno § (XXVIID, p. 53 bis. § <4>. Luciano Herr. Un Rapport sur Vétat des études hégéliennes en France de A. Koyré aparece reproducido en los Verhandlungen des ersten Hegelskongresses, vom 22 bis 25 april 1930 im Haag, Mohr, Tiibingen, 1931, en 8%, pp. 243. Koyré, entre otros, habla de Luciano Herr, que pas veinticinco afios de su vida’ estudiando’el pensamiento hegeliano, y que murié sin haber podido escribir el libro que se proponia realizar y que hubiera ocupado un lugar junto a los de Delbos y de Xavier Léon; sin 240 embargo dej6 un ensayo de estos estudios suyos, en el articulo sobre Hegel publicado en la Grande Encyclopédie, notable por su lucidez,y pe- netracién.? Una Vie de Lucien Herr ha sido publicada por Charles Andler en Europe del 15 de octubre de 1931 y siguientes. Escribe Andler: “Lucien Herr est présent dans tout le travail scientifique frangais depuis plus de quarante ans; et son action a été décisive dans la formation du socialisme en France”.? Ctr. Cuaderno 8 (XXVIID, p. 57 bis. §<5>. Antonio Labriola (cfr. § on ta p. 3). Hegel afirmé que ta servidumbre es la cuna de la libertad, Para Hegel, como para Maquiavelo, el “principado nuevo” (o sea el periodo dictatorial que caracteriza los ini- ios de cada nuevo tipo de Estado) y la servidumbre a él vinculada som justificados* s6lo como educacién y disciplina del hombre ain n0 libre. Pero B. Spaventa (Principii di etica, Apéndice, Napoles, 1904) comenta ‘oportunamente: “Pero Ia cuna no es fa vida. Algunos nos.querrian tener siempre en la cuna”.? (Un ejemplo tipico de Ta cuna que se convierte en toda Ta vida lo ofrece ¢l proteccionismo aduanal, que es siempre propugnado y justificado como “cuna” pero tiende a convertirse en una cuna eterna.) Chr. Cuaderno 8 (XXVEN), p. 20. § <6>. Giovanni Gentile. Sobre 1a filosofia de Gentile debe confron- tarse el articulo de la Civilid Cattolica (“Cultura e filosofia del'ignoto”, 16 de agosto de 1930)* que es interesante para ver c6mo la légica formal escolistica puede ser idénea y criticar los banales sofismas del idealismo ‘actual que pretende ser la perfeccién de la dialéctica. Y en efecto, :por {qué 1a dialléctica “formal” deberfa ser superior a la légica “formal”? No se trata més que de instrumentos l6gicos y un buen utensilio viejo puede ser superior a un deficiente utensilio mas moderno; un buen velero es superior a una motonave ruinosa. En todo caso es interesante leer las cri- ticas de los neoescoldsticos sobre el pensamiento de Gentile (libros del padre Chiocchetti eteétera). Gentile, con su séquito de Volpicelli, Spirito, eteétera (debe verse ol grupo de colaboradores del Giornale Critico della Filosofia taliana) pue- de decirse que ha instaurado un auténtico “preciosismo” literario, porque en Ja filosoffa las argucias y las frases hechas sustituyen al pensamiento. ‘Sin embargo, el parangén de este grupo con el de Bauer satirizado en la 4 En el manuscrto: “es justficada”. zat 5 bis Sagrada Familia es més ajustado y literariamente més fecundo en desarro- los (los Nuovi Studi ofrecen muchas y variadas ideas para el desarrollo). fr. Cuaderno 8 (XXVIII), pp. 36 bis y 73 bis. 5 . A. Rosmini, Debe verse su Saggio sul comunismo e sul socia- lismo, publicado bajo la revisién y con prefacio de A. Canaletti-Gavden- 44, en 162, pp. 85, Roma, Signorelli, 6 liras* Debe confrontarse con las cenciclicas papales ‘emanadas antes de 1848 y citadas en el Sillabo, para servir de comentario hist6rico italiano al primer pardgrafo del Manifiest ofr. también el capitulo bibliografico en el Mazzini de “Rerum Scriptor”-* Cir. Cuademo 4 (XII, p. 34, § <8>. Antonino Lovecchio, Filosofia della prasst e filasofia dello spi- ito, Palmi, Zappone, 1928, pp. 112, 7 liras. De la reseba aparecida en la Italia che Scrive y escrita por Giuseppe Tarozzi (junio de 1928)? se ex- ‘traen estas indicdciones: el libro consta de dos partes, una sobre la sofia de Ia praxis, la otra sobre el pensamiento de B. Croce, que son vincu- ladas entre sf por la contribucién de Croce a la critica de la filosofia de Ya praxis. La parte conclusiva se titula “Marx y Croce”. Discute las tesis so- ‘bre la filosofia de a praxis especialmente de Antonio Labriola, Croce, Gentile, Rodolfo Mondolfo, Adclchi Baratono, Alfredo Poggi. Es un. cro- iano (parece muy inexperto criticamente). Tarozzi escribe que el librito ‘es un esbozo, rico en muchos y no leves defectos de forma. (Lovecchio es un médico de Palmi.) Ctr. Cuaderno 4 (X11), p. 60. §.<9>. Ettore Ciccottl, Su obra: Conjronii storict, Biblioteca de ta Nuova Rivista Storica n, 10, Societs Es. Dante Alighieri, 1929, pp. yooax-262, ha sido resefiado’ favorablemente por Guido De Ruggiero en la Critica de enero de 1930 y por el contratio con mucha cautela y en el fondo desfavorablemente por Mario de Bernardi en la Riforma So- ciale (ver). Un capitulo del libro de Ciccotti (seguramente Ia introduc- cin general) fue publicado en la Rivisia d'Italia del 15 de junio-15 de julio de 1927: “Elemento di ‘verita’ ¢ di ‘certezza’ nella tradizione storica romana” y slo a este capitulo se alude aqui.” Ciccotti cxamina y combate tuna seric de deformaciones profesionales de Ia historiografia Tomana y muchas de sus observaciones son justas negativamente: es para las afit- maciones positivas que subsisten dudas y son necesarias muchas cautelas. La resefia de De Ruggiero es muy superficial: justifica el método “analo- 242 gico” de Ciccotti como un reconocimiento de la identidad fundamental del espiritu humano, pero asi sc Hega muy Iejos, hasta 1a justificacién del evo- lucionismo vulgar y de las leyes sociolégicas abstractas, que también, a su modo, se fundan, con un lenguaje particular, en Ta hipstesis de la iden- tided fundamental del espicita humano. Uno de los errores més graves de Ciccotti parece consistir en la inter- pretacién equivocada del principio viquiano de que “lo cierto se convier- te en Jo verdadero”. La historia no puede ser més que certeza (con la aproximacién de la biisqueda de la “‘certeza”). La conversién de lo “cier- to” en lo “verdadero” puede dar lugar a construcciones filoséficas (de la llamada historia eterna) que no tienen sino muy poco en comin con la historia “efectiva”: pero la historia debe ser “efectiva” y no novelada: su certeza debe ser ante todo certeza de los documentos hist6ricos (aungue Ja historia no se agota foda ella en los documentos hist6ricos, cuya nocion, por lo demés, es a tal punto compleja y extensa, que puede dar lugar a Conceptos siempre nuevos tanto de certeza como de verdad). La parte so- fistica de 1a metodologia | de Ciccotti resulta muy clara alli donde él afir- ma que la historia es drama, porque eso no quiere decir que toda repre- sentacién dramética de un determinado periodo historico sea fa “efectiva”, aunque sea viva, artisticamente perfecta, eteétera. El sofisma de Ciccotti mnduce a dar un valor excesivo a la ornamentacién hist6rica como reac- in contra Ja erudicién pedante y petulante: de las pequeitas “conjetu- ras” filolégicas se pasa a las “grandiosas” conjeturas sociol6gicas, con po- ca ganancia para la historiografia, En un examen de la actividad histérica de Ciccotti hay que tener muy en cuenta este libro. La “filosofia de la praxis” de Ciccotti es muy super- ficial: es 1a concepcién de Guglielmo Ferrero y de C. Barbagallo, 0 sea un aspecto de Ja sociologia positivista, condimeatada con alguna dignidad viguiana. La metodologia de Ciccotti ha dado lugar precisamente a las historias tipo Ferrero y a las curiosas elucubraciones de Barbazallo que acaba por perder el concepto de distineién y concrecién “individual” de ada momento del desarrollo histérico y por descubrir dos originales dig- nidades: que “todo el mundo es provincia” y que “cuanto més cambia todo, més se parece”. fr. Cuaderno 3 (XX), pp. 10 bis-11 § <10>. Giuseppe Rensi. Examen de todo su desarrollo politico-inte- ectual, Ha sido colaborador de la Critica Sociale (también fue desterrado a Suiza después de 1898)." Su actitud moralista y lacrimosa actual (cfr. sus articulos en la Nuova Rivista Storica de hace algunos afios)* debe con- frontarse con sus manifestaciones literarias y petiodisticas del 21-22-23, en donde justifica un retorno de la esclavitad y hace una interpretacién 243 6 bis de Maquiavelo estpidamente cinica.* Recordar su polémica con Gentile en el Popolo d'Italia después del Congreso de los filésofos* celebrado en ‘Milan en 1926:* debe haber firmado el llamado Manifiesto de los In- telectuales redactado por Croce.” Chr. Cuaderno 3 (XX), p. 18. § <11>. Corrado Barbagaito. Su libro Lroro ¢ it fuoco* debe ser exa- nado, feniendo en cuenta | la determinacién del autor de encontrar en Ja antigiiedad aquello que es esencialmente moderno, como el capitalismo, a gran industria y las manifestaciones vinculadas a éstos. Especialmente 6 Precio examinar sus conclusiones a propdsito de las corporaciones profesionales y de sus funciones, confrontindolas con las investigaciones de los estudiosos del mundo clésico y del Medioevo. Cfr. las conclusiones de Mommsen y de Marquardt a propésito de los collegia opificum et ar- ‘ificum; para Marquardt éstas eran instituciones de carécter hacendario y servian a la economia y a las finanzas del Estado en sentido estricto y poco o nada instituciones sociales (cfr. el mir ruso).* Aparte de Ia obser- vaciéa ds que en todo caso el sindicalismo modemo deberia hallar su correspondencia en instituciones propias de los esclavos del mundo clési- co. Lo que caracteriza, desde este punto de vista, al mundo moderno, es que por debajo de los proletarios no hay una clase a la cual le esté proti- ido organizarse, como sucedia en el Medioevo e incluso en el mundo clé- sico con toda probabilidad; el artesano romano podia servirse de los es- clavos como trabajadores y éstos ciertamente no pertenecian a los colle- gia y no esta excluido que, en la misma plebe, alguna categoria no servil se hallase excluida de la organizacién.® (ft. Cuaderno 3 (XX), pp. 59 bis-60. Ba el manuscrito: “1925” En el manuscrito la p. 6 bis no esté completa; Jas péginas que siguen, desde 7 hasta la p. 10 bis, quedaron en blanco. Bl texto se reanuda en la p. il, APUNTES PARA UNA INTRODUCCION Y UNA INICIACION EN EL ESTUDIO DE LA FILOSOF{A ¥ DE LA HISTORIA DE LA CULTURA L. Algunos puntos preliminares de referencia . Hay que destruir el prejuicio muy difundido de que 1a filo- sofia es algo muy dificil por el hecho de que es Ia actividad intelectual propia de una determinada categoria de cientificos especialistas o de fi- Idsofos profesionales y sistemsticos. Por lo tanto, hay que demostrar pre- Timinarmente que todos los hombres son “fil6sofos”, definiondo los limites yy las caracterfsticas de esta “‘filosofia esponténea”, propia de “todo el mundo”, esto es de la filosofia que esta contenida: 1] en el lenguaje mismo, (que es un conjunto de nociones y de conceptos determinados y no solamente de palabras gramaticalmente vacfas de contenido; 2] en el sentido comin y buen sentido; 3] en la religién popular y por lo tanto en todo el sistema de creencias, supersticiones, opiniones, modos de ver y actuar que se revelan en aquello que generalmente se Hama “folklore”. Habiendo demostrado que todos son filésofos, aunque sea a su mane- ra, inconscientemente, porque incluso en ta minima manifestacién de cual- quier actividad intelectual, el “lenguaje”, se halla contenida una determi- nada concepcién del mundo, se pasa al segundo momento, al momento de Ia critica y de la conciencia, 0 sea a la cuestiGn: ges prefesible “pensar” sin tener conciencia erftice, en forma disgregada y ocasional, o sca “par- ticipar” en una concepcién del mundo “impuesta” mecénicamente por et ambiente externo, y por lo tanto por wno de tantos grupos sociales en los cuales cada cual sé encuentra autométicamente incluido desde su entrada en el mundo consciente (y que puede ser la propia aldea o Ia provincia, puede tener origen en la parroquia y en Ia “actividad intelectual” del ps Troco o del vicjo patriarcal cuya “Sabidurfa” dicta leyes, en Ta mujercilla que ha heredado ta sabiduria de las brujas 0 en el pequetio intelectual agriado en su | propia estupider. e impotencia para actuar) o es preferi- ble elaborar la propia concepcién del mundo consciente y criticamente y por lo tanto, en conexiGn con tal esfuerzo del propio cerebro, elegir 1a propia esfera de actividad, participar activamente en la produccién de la istoria del mundo, ser guia de s{ mismos y no ya aceptar pasivamente y 245; n 11 bs 2 supinamente desde el exterior el sello de la propia personalidad? Nota I. Por la propia concepcién del mundo se pertenece siempre a un determinado agrupamiento, y precisamente a aquel de todos los elementos sociales que comparten un taismo modo de pensar y actuar. Se es confor- mista de cierto conformismo, se es siempre hombres-mmasa u_hombres- colectivos, La cuestiGn es ésta: jde qué tipo hist6rico es el conformismo, el hombre-masa del que s¢ forma parte? Cuando la concepcién del mun” do no es critica y coherente sino ocasional y dissregada, se perte- ‘nece simulténeamente a una multiplicidad de hombres-mesa, la propia per- sonalidad esté compuesta en forma extrafia: se encuentran én ella elemen- tos del hombre de las cavernas y principios de la ciencia més moderna y avanzada, prejuicios de todas Ias fases hist6ricas pasadas toscamente Io calistas ¢ intuiciones de una filosoffa futura tel como Ia que ser propia del género humano unificado mundialmente, Criticar la propia concep- cidn del mundo significa, pues, hacerla unitaria y coherente y elevarla hasta el punto al que ha Wegado el pensamiento mundial més avanzado. Significa, pues, también, criticar toda la filosofia que hasta ahora ha exis- tido, en ‘cuanto que ésta ha dejado estratificaciones consolidadas en Ia filosofia popular. El inicio de la elaboracién critica es 1a conciencia de o que es realmente, 0 sea un “conécete a ti mismo” como producto del 0 hist6rico desarrollado hasta ahora que ha dejado en ti mismo una infinidad de huellas recibidas sin beneficio de inventario, Hay que hacer inicialmente ese inventario, Nota II. No se puede separar la filosofia de 1a historia de la filosotia y acultura de ta historia de 1a cultura, En el sentido més inmediato y adbe~ ente, 0 se puede ser | filosofos, o sea tener una concepcién del mundo criticamente coherente, sin a conciencia de su histoticidad, de la fase de desarrollo por ella representada y del hecho de que ella esta en contra- diccién con otras concepciones © con elementos de otras concepeiones. La propia concepcién del mundo responde a determinados problemas lanteados por Ia realidad, que estén bien determinados y son “origina- les” en su actualidad. {Cémo ¢s posible pensar el presente o un presente bien determinado con un pensamiento elaborado para problemas del pa- sado a menudo bien remoto y superado? Si esto sucede, significa que se es “anacrénico” en el tiempo propio, que se es fésiles y'no seres moderna- mente vivientes. Y en efecto sucede que grupos sociales que en ciertos aspectos expresan la més avanzada modernidad, en otros estén en retra- so con respecto a su posicién social y por lo tanto son ineapaces de una autonomia histérica completa. Nota III. Si es cierto que todo lenguaje contiene los elementos de una concepcién del mundo y de una cultura, también seré cierto que por ef Ienguaje de cada uno se puede juzgar la mayor o menor complejidad de ‘su concepcidn del mundo, Quien habla s6lo un dialecto o comprende la 246 Iengua nacional en grados diversos, participa necesariamente de una in- tuicién del mundo més 0 menos restringida y provincial, fosilizada, ana- erénica en comparacién con las grandes cofrientes de pensamiento que dominan la historia mundial, Sus intoreses serén limitados, més o menos corporatives © economistas, no universales. Si no siempre es posible aprender mas lenguas extranjeras para ponerse en contacto con vidas cul- turales distintas, es preciso al menos aprender bien Ja lengua nacional. Una gran cultura puede traducirse en la lengua de otra gran cultura, o sea que una gran lengua nacional, histéricamente rica y compleja, puede traducir cualquier otra gran cultora, o sea ser una expresion mundial Pero un dialecto no puede hacer lo mismo. Nota IV. Crear una nueva cultura no significa sdlo hacer individual- ‘mente descubrimientos “originales”, significa también y especialmente di- fundir criticamente verdades ya descubiertas, “‘socializarlas” por asi de- cirlo y | por lo tanto hacer que se conviertan en base de acciones vitales, elemento de coordinacién y de orden intelectual y moral, El que una masa de hombres sea conducida a pensar coherenteniente y en forma unitaria el presente real es un hecho “filoséfico” mucho més importante y “origi- P” que el hallazgo por parte de un “genio” filoséfico de una mueva ver- dad que permanece como patrimonio de pequeios grupos intelectuales, Conexién entre el sentido comén, fa religién y Ia filosofia. La filosofia es un orden intelectual, lo que no pueden ser ni la religidn ‘ni el sentido comin. Ver cémo, en la realidad, ni siquiera la religiOn y ef sentido comén coinciden, pero 1a religidn es tun elemento del disgrezado sentido co- min, Por fo demis, “sentido comtin” es nombre colectivo, como “reli- én: no existe un s6lo sentido comin, que es también él un producto ¥ un devenir histérico. La filosofia es la critica y la superacién de la reli- ‘gién y del sentido comin y en ese sentido coincide con el “buen sentido” que se contrapone al sentido comin, Relaciones entre ciencia-religién-sentido comin. La religién y el sen- tido comin no pueden constituir un orden intelectual porque no pueden reducirse a unidad y coberencia ni siquiera en la conciencia individual, para no hablar de la conciencia colectiva: no pueden reducirse a unidad ¥ coherencia “libremente” porque “‘autoritariamente” ello podria suce- er como en efecto ha sucedido en el pasado dentro de ciertos limites. El problema de la religién entendida no en el sentido confesional sino en el Iaico de unidad de fe entre una concepeién del mundo y una norma de conducta correspondiente; gpero por qué Vamar a esta unidad de fe “re- ligién” y no Mamaria “ideologia” o incluso “politica”? De hecho, no existe la filosofia en general: existen diversas filosotias © concepcionies del mundo y siempre se hace una eleccién entre ellas. ;C6- mo se hace esta elecciGn? gE esta eleccién un hecho simplemente inte- 247 12 bis B lectual o mas complejo? ;Y no sucede a menudo que entre el hecho in- telectual y la norma de conducta existe contradiccién? ;Cudl sera entonces Ja concepcién real del mundo: aquella l6gica|mente afirmada como hecho intelectual, 0 aquella que resulta de la real actividad de cada uno, que esti implicita en su actuar? Y puesto que el actuar es siempre un actuar politico, zno se puede decir que Ia filosofia real de cada uno est toda ella contenida en su politica? Este contraste entre el pensar y el actuar, 0 sea a coexistencia de dos concepciones del mundo, una afirmada mediante palabras y la otra que se explica en el actuar efectivo, no siempre es de- ido a mala fe, La mala fe puede ser una explicacién satisfactoria para algunos individuos tomados aisladamente, o incluso para grupos ms o menos numerosos, pero no es satisfactoria cuando el contraste se verifica en la manifestacién de vida de grandes masas: entonces aquél no puede dejar de ser la expresin de contrastes mas profundos de orden histérico social. Significa que un grupo social, que tiene su propia concepcién del mundo, aunque sea embrionaria, que se manifiesta en la acci6n, y por lo tanto a saltos, ocasionalmente, o sea cuando tal grupo se mueve como un conjunto organico, por razones de sumisién y subordinacin intelectual, hha tomado una concepcién no suya en préstamo de otro grupo y ésta es la que afirma con palabras, y ésta es también Ia que cree seguir, porque la sigue en “tiempos normales”, o sea cuando la conducta no es indepen- diente y auténoma, sino precisamente sometida y subordinada. He ahi pues, que no se puede separar la filosofia de la politica e incluso se puede mostrar que Ja eleccién y Ja critica de una concepcién del mundo es, también ella, un hecho politico. Asi, pues, hay que explicar cémo sucede que en todo tiempo coexistan muchos sistemas y corrientes de filosofia, c6mo nacen, cémo se difunden, por qué en la difusién siguen ciertas Iineas de fractura y ciertas direc- ciones, etcétera, Esto demuestra hasta qué punto es necesario sistematizar critica y coherentemente las propias intuiciones del mundo y de la vida, estableciendo con exactitad qué debe entenderse por “sistema” para que fo sea entendido en el sentido pedante y magisterial de la palabra, Pero esia elaboracion debe y solo puede hacerse en el cuadro de la historia 1B bis de le filosoffa | que muestra qué elaboraci6n ha suftido el pensamiento en el curso de los siglos y qué esfuerzo colectivo ha costado nuestro actual modo de pensar que resume y compendia toda esta historia pasada, in- cluso en sus etrores y en sus delitios, que, por otra parte, por haber sido cometidos en el pasado y haber sido’ corregidos no garantizan que no se reproduzcan en él preseite y no vuelvan a necesitar ser corregidos. {Cudl es la idea que se hace el pueblo de Ia filosofia? Se puede recons- truir a través de los modos de decir del lenguaje comén. Uno de los mas difandidos es el de “tomar las cosas con filosofia”, que, bien analizado, no merece ser desechado det todo. Es cierto que en él se halla contenida 248, ‘una invitacién implicita a ta resignacién y a la paciencia, pero parece que ol punto més importante es por el contrario a invitacién a a refle- xi6n, a darse cuenta y razin de que lo que sucede es en el fondo racional F que como tal hay que afrontaro, conventrando las propias fuerzes 12° cionales y no dejéndose arrastrar por los impulsos instintivos y violentos Se podrian agrupar estos modos de decir populares con las expresiones similares de los escritores de carfcter popular —toméndolos de los gran- des diccionarios— en las que entran los términos de “‘filosofia” y “filosé- ficamente”, y se podré ver que éstos tienen un significado muy preciso. de superacién de las pasiones bestiales y elementales en una concepcién de la necesidad que da al propio ectuar una direccién consciente, Este es el ndcleo sano del sentido comén, lo que precisamente podria lamarse buen sentido y que merece ser desarrollado y hacérsele unitario y coheren- te, Asi resulta que también por eso no es posible separar Io que se Tlama filosofia “‘cientifica” de la filosofia “vulgar” y popular que es sélo un conjunto disgregado dc ideas y opiniones. Pero en este punto se plantea el problema fundamental de toda con- cepci6n del mundo, de toda filosofia, que se haya convertido en un movi- miento cuftural, en una “religion”, en una “fe”, o sea que haya | produ- ido una actividad préctica y una’ voluntad y en ellas se halle contenida como “premisa” te6rica implicita (una “ideologia” podria decirse, si al término ideologia se le da precisamente el significado més alto de una concepcién del mundo que se manifiesta implicitamente en el arte, en el derecho, en la actividad econémica, en todas las manifestaciones de vida individuales y colectivas), 0 sea cl problema de conservar la unidad ideo- 6gica en todo el bloque’ social que precisamente esa determinada ideo- logia fusiona y unifica. La fuerza de las religiones, y especialmente de la iglesia catdlica, ha consistido y consiste en que sieaten enérgicamente 1a nocesidad de la unién doctrinal de toda la masa “religiosa” y luchan para gue Jos esratos intelectual superiores uo se separen de os inferiores La iglesia romana ha sido siempre la més tenaz en Ja lucha para impe- dir que “oficialmente” se formen dos Teligiones, la de Jos “intelectuales” y la de las “almas simples”. Esta lucha no ha carecido de graves incon- yenientes para ia propia iglesia, pero estos inconvenientes estén vincula~ dos al proceso histérico que transforma toda la sociedad civil y que en bloque contiene una critica corrosiva de las religiones; tanto mas resalta la capacicad organizadora en Ja esfera de la cultura del clero y la rela- cin abstractamente racional y justa que en su circulo la iglesia ha sabido establecer entre intelectuales y hombres simples. Los jesuitas han sido in- dudablememte Ios mayores artifices de este equilibrio y para conservarlo han imprimido a la iglesia un movimiento progresista que tiende a dar ‘ciertas satisfacciones a las exigencias de Ja ciencia y de Ia filosofia, pero ‘con ritmo tan lento y metédico que las mutaciones no son percibidas por 249 " 14 bis ss la masa de Ios simples, si bien parezcan “revolucionarias” y demagégi- eas a los “integralistas’ Una de las mayores debilidades de las filosofias inmanentistas en ge- neral consiste precisamente en el no haber sabido crear una unidad ideo- 6gica entre 1o bajo y lo alto, entre los “simples” y os intelectuales. En Ia historia | de la civilizacién occidental el hecho sé ha verificado a esca- Ja europea, con el fracaso inmediato del Renacimiento y en parte también de Ja Reforma con respecto a la iglesia romana. Esta debilidad se mani fiesta en la cuesti6n escolar, en cuanto que por parte de las filosofias in- manentistas ni siquiera se ha intentado construir una concepcién que pudiese sustituir a la religion en la educacién infantil, y de ahi el sofisma seudohistoricista por el que pedagogos arreligiosos (aconfesionales), y en realidad ateos, conceden la ensenianza de la religién porque la religién es la filosofia de la infancia de la humanidad que se reueva en cada in- fancia no metaforica, El idealismo también se ha mostrado adverso a los movimientos culturales de “marcha hacia el pueblo”, que se manifestaron en las Hamadas universidades populares ¢ instituciones similares y no s6lo por sus aspectos inferiores, porque en tal caso solamente habrian tenido que tratar de hacerlo mejor. Sin embargo estos movimientos eran dignos de interés, y merecfan ser estudiados: tavieron éxito, en el sentido de que demostraron por parte de los “simples” un entusiasmo sincero y una fuerte voluntad de elevarse a una forma superior de cultura y de concep- cién del mundo. Faltaba sin embargo en ellos toda organicidad tanto de pensamiento filos6fico como de solidez organizativa y de centralizacién cultural; se tenia la impresién de que se asemejaban a los primeros con- tactos entre Jos mercaderes ingleses y los negros de Africa: se daban mer- cancias de pacotilla para recibir pepitas de oro. Por otra parte, la orga- nicidad de pensamiento y la solidez cultural podia haberse dado sélo si entre Ios intelectuales y ios simples hubiese habido 1a misma unidad que debe haber entre teoria y préctica: esto es, si los intelectuales hubieran sido orgdnicamente los intelectuales de aquellas masas, es decir, si hubie- zan elaborado y hecho coherentes los principios y los problemas que aque- Jas masas planteaban con su actividad préctica, constituyendo asi un blo- que cultural y social. Volvia a presentarse la’ misma cuestién ya men- cionada: jun movimiento filosético es tal s6lo en cuanto que se aplica a desarrollar una cultura especializada para grupos restringidos de intelec- tales, 0 es tal, por el contrario, sélo | en cuanto que, en el trabajo de elaboracién de un pensamiento superior al sentido comin y cientifica- mente coherente, no olvida nunca permanecer en contacto con los “sim- ples” ¢ incluso en este contacto halla la fuente de los problemas a estu- diar y resolver? Séio por este contacto una filosofia se vuelve “hist6rica”, 4 depura de los elementos intlectualistas de naturaleza individual y se ace “vida” 250 (Quizd es itil “précticamente” distinguir 1a filosofia del sentido comin para mejor indicar el paso de uno @ otro momento: en la filosoffa son especialmente marcadas las caracteristicas de claboracién individual del pensamiento; en el sentido comtin, por el contrario, lo son las caracte- risticas difusas y dispersas de un pensamiento genérico de una cierta €poca en un cierto ambiente popular. Pero toda filosofia tiende a con- vertirse en sentido comin de un ambiente también restringido —de todos los intelectuales—. Se trata por Jo tanto de elaborar una filosofia que teniendo ya una difusién, o difusividad, por estar conectada con la vida préctica € implicita en ella, se convierta en un renovado sentido comin con la coherencia y el nervio de las filosofias individuales: esto no puede suceder si no se sigue sintiendo siempre la exigencia del contacto cultu- ral con os “‘simples”.) Una filosofia de la praxis no puede sino presentarse inicialmente en una actitud polémica y critica, como superacion del modo de pensar pre- cedente y del pensamiento concreto existente (0 mundo cultural existen- te), Por lo tanto, ante todo como critica del “sentido comtin” (después de haberse basado en el sentido comtin para demostrar que, “todos” son filésofos y que no se trata de introducir ex novo uma ciencia en ia vida individual de “todos”, sino de innovar y hacer “critica” una actividad ya existente) y por lo tanto de la filosofia de los imtelectuales, que ha dado Togar a la historia de la filosofia, y que, en cuanto individual (y de hecho se desarrolla esencialmente en Ta actividad de individuos aislados parti- cularmente dotados) puede considerarse como tas “‘puntas” de progreso el sentido comiin, por lo menos del sentido comin de los estratos mas cultos de Ia sociedad, y a través de éstos también del sentido comin po- pular, Vemos, pues,” que una iniciacién al estudio de la filosofia debe exponer sintéticamente los problemas nacidos en el proceso de desarrollo de la cultura general, | que se refleja s6lo parcialmente en la historia de 15 bis Ja filosofia, que sin embargo, a falta de una historia del sentido comin (Gmposible’ de construirse por la ausencia de material documental) sigue siendo Ia fuente méxima de referencia para criticarlos, demostrar su va- Jor real (si es que atin Io tienen) o el significado que han tenido como eslabones superados de una cadena y establecer Ios problemas nuevos actuales o el planteamiento actual de los viejos problemas. La relacién entre filosotia “superior” y sentido comin es asegurada por la “politica”, asf como es asegurada por la politica Ta relacién entre el catolicismo de Ios intelectuales y el de los “simples”. Las diferencias en ambos casos, sin embargo, son fundamentales. Que la iglesig-déba alfontar ‘un problema de los “simples” significa precisamente que-ha habido: uta ruptura en la comunidad de los “ficles”, ruptura que nopucde subsanarse \ clevando a los “simples” al nivel de los intelectuales (Iq iglesia no.se pro-- pone ni siquicra esta tarea, ideal y econémicamente desproporsionada ‘a: | 16 sus fuerzas actuales), pero con una disciplina de hierro sobre los intelec- tuales para que no traspasen ciertos limites en le distincién y no Ta hagan catastréfica ¢ irreparable. En el pasado estas “rupturas” en la comunidad de los files eran subsanadas por fuertes movimientos de masas qq terminaban o eran resumidos en la formacién de nuevas érdenes rel en tomo a fuertes personalidades (Domingo, Francisco). (Los movimien- tos heréticos del Medioevo como reaccién simulténea a la politiquerfa de la iglesia y a la filosofia escoldstica que fue una expresién suya, sobre 1a bbase de los conflictos sociales determinados por el nacimiento de las co- munas, fueron una ruptura entre masa ¢ intelectuales en la iglesia “cic: trizada” por el nacimiento de movimientos populares religiosos reabsorbi- dos por fa iglesia en la formacién de las Grdenes mendicantes y en una nueva unidad religiosa.) Pero la Contrarreforma esteriliz6 este pufular de fuerzas populares: 1a Compafifa de Jesis es la éltima gran orden rel giosa, de origen reaccionario y autoritario, con cardcter represivo y “ plomiitico, que mareé, con sit nacimicnto, el endurecimiento del orga~ rnjsma catélico, Las nuevas Grdenes surgidas después tienen poquisimo significado “religioso” | y un gran significado “disciplinario” sobre Ia masa de los fieles, son ramificaciones y tentécuios de la Compafia de Jestis 0 se han convertido en tales, instrumentos de “resistencia” para conservar las posiciones politicas adquiridas, no fuerzas renovadoras de desarrollo. EI catolicismo se ha convertido én “jesuitismo”. El modemismo no ha creado “érdenes religiosas” sino un partido politico, la democracia cris tiana. (Recordar la anéedota, referida por Steed en ss Memorias, del car- denal que explica al protestante inglés filocatdlico que los milagros de San Gennaro son ditiles* para el bajo pueblo napolitano, no para los intelec- tuales; que también en el Evangelio hay “exageraciones”, y a la pregunta: “qpero 0 somos cristianos?”, responde, “nosotros somos prelados”, 0 sea “politicos” de ta Iglesia de Roma).* La posicién de la filosofia de Ia praxis es antitética a esta filosofia catélica: Ia filosofia de la praxis no tiende a mantener a los “simples” en su fiosofia primitiva del sentido comén, sino por el contrario a conducir- los a una concepcién superior de la vida, Si afirma la exigencia del con- tacto entre intelectuales ¥ simples no es para limitar Ia actividad cientifica y para mantener una unidad al bajo nivel de las masas, sino precisamente para constmuir un bloque intelectual-moral que haga politicamente posible tun progreso intelectual de masas y no slo de escasos grupos intelectuales. El hombre activo de masas actéa précticamemte, pero no tiene una cla- ra conciencia te6rica de este su actuar que, sin embargo, es un conocer ef mundo en cuanto gue lo transforma. Su conciencia tedrica incluso pue- de ostar histéricamente en contraste con su actuar. Casi puede decirse Ep el manuscrito una variante interlineal a “tiles”; “articulos de fe". 252 que tiene dos conciencias teéricas (0 una conciencia contradictoria), una implicita en su actuary que realmente Je une a todos sus colaboradores en la transformacién prictica de la realidad y una superficialmente ex- plicita o verbal que ha heredado del pasado y ha acogido sin critica, No ‘obstante, esta concepcisn “‘verbal” no carece de consecuencias: ata aun sgupo social Gterminado,influye et Ta eondueta mora, en Ja rienacion je 1a voluntad, de modo | més 0 menos enérgico, que puede llegar hasta ‘un punto en el que la contradictoriedad de la conciencia no permite nin- guna accidn, ninguna decisién, ninguna elecekin y produce un estado de Pasividad moral y politica. La comprensién critica de si mismos se_pro- duce pues a través de una lucha de “hegemonias” politicas, de direcciones contrastantes, primero en el campo de la ética, luego de ia politica, para Negar a una elaboracién superior de la propia concepcién de Io real. La conciencia de ser parte de una determinada fuerza hegemSnica (0 sea la conciencia politica) es la primera fase para una ulterior y progresiva autoconciencia en ia que teoria y prictica finalmente se unifican. Tam- poco la unidad de teoria y préctica es un dato de hecho mecénico, sino un devenir histérico, que tiene su fase elemental y primitiva en el seatido de “distincién”, de “desapego”, de independencia apenas instintivo, y pro- gresa hasta la posesién real y completa de una concepcién del mundo ‘coberente y unitaria. He ahi por qué debe hacerse resaltar como el dos- arrollo politico del concepto de hegemonfa representa un gran progreso filoséfico ademas de politico-préctico, porque necesariamente implica y supone una unidad intelectual y una ética correspondiente a una concep cidade Io real que ha superado el sentido comin y se ha convertido, aunque dentro de limites todavia restringidos, en critica, ‘Sin embargo, en los més recientes desarroilos de Ja filosofia de 1a praxis, Ia profundizacién del concepto de unidad de Ia teoria y de la Préctica no estd atin mas que en una fase inicial: quedan atin residuos de mecanicismo, porque se habla de teoria como “complemento”, “acceso- tio” de la prdctica, de teoria como sierva de la prictica. Parece justo que también esta cuestiGn deba ser planteada histéricamente, 0 sea como un aspecto de la cuesti6a politica de los intelectuales. Autoconciencia critica significa hist6rica y politicamente creacién de una élite de intelectuales: una masa humana no se “distingue” y no se vuelve independiente “por sf misma” sin organizarse (en sentido Ito) y no hay organizacién sin intelectuales, 0 sea sin organizadores y dirigentes, 0 sea sin que el aspecto te6tico del nexo | teorfa-prictica se distinga concretamente en un estrato de personas “especializadas” en la claboracién conceptual y filoséfica. Pero este proceso de creacién de los intelectuales es largo, dificil, eno de contradieciones, de avances y retiradas, de desbandadas y reagrupa- mientos, en los que la “‘fidelidad” de la masa (y la fidelidad y Ia discipli- na son inicialmente Ia forma que asume la adhesién de la masa y su 253 16 bis ” 17 Wis colaboracién en el desarrollo de todo el fenémeno cultural) es sometida en ocasiones a duras pruebas. El proceso de desarrollo esté ligado a una dialéctica intelectuales-masa; el estrato de los intelectuales se desarrolla cuantitativa y cualitativamente, pero cada salto hacia una nueva “ampli tud” y complejidad del estrato de los intelectuales esté Tigado a un movi- miento anilogo de la masa de simples, que se eleva hacia niveles superio- res de cultura y amplfa simulténeamente su circulo de influencia, con puntas individuates o incluso de grupos més o menos importantes hacia al estrato de los intelectuales especializados. Sin embargo, en el proceso se repiten continuamente momentos en los que entre masa e intelectuales (0 algunos de éstos, 0 un grupo de éstos) se forma una separacién, una pérdida de contacto, de ahi la impresién de “accesorio”, de complementa- rio, de subordinado. El insistir en el elemento “préctico” del nexo teorfa- prictica, después de haber escindido, separado y no sélo distinguido los dos elementos (operacién meramente mecinica y convencional) signifi- ca que se atraviesa una fase histérica relativamente primitiva, una fase todavia econémico-corporativa, en la que se transforma cuantitativamen- te el cuadro general de la “estructura” y Ta calidad-superestructura ade- cuada esta en vias de surgir, pero no esté ain orgénicamente formada. Debe ponerse de relieve la importancia y el significado que tienen, en el mundo modemo, los partidos politicos en la elaboracién ¥ difusién de las concepciones del mundo en cuanto que exencialmente claboran la ética y la politica conformes a aquéllas, o sea que funcionan casi como “experi~ mentadores” hist6ricos de aquellas concepciones. Los partidos seleccio- nan individualmente la masa operante, y la seleccién | ocurre tanto en el campo practico como en el tedrico conjuntamente, con una relacién tanto nds estrecha entre teorfa y practica caanto més es Ia concepcién vital y radicalmente innovadora y antagénica a los viejos modos de pensar. Por e80 puede decitse que los partidos son los elaboradores de las nuevas intelectualidades integrales y totalitarias, 0 sea el crisol de la unificacién de teoria y prictica entendida como proceso histérico real, y se com- prende cémo es necesaria la formacién por adhesin individual y no del tipo “laborista” porque, si se trata de dirigir orgénicamente “toda Ia masa cconémicamente activa” se trata de dirigirla no segin viejos esquemas sino innovando, y la innovacién no puede egar a ser de masas en sus primeras etapas, sino por mediacién de una élite en Ja que Ja concepcién implicita en la humana actividad se haya convertido ya en cierta medida en conciencia actual coherente y sistemética y voluntad precisa y deci da. Una de estas fases se puede estudiar en 1a discusién por medio de la cual se han producido los més recientes desarrollos de la filosofia de la praxis, discusién resumida en un articulo de D. S. Mirskij,* colaborador ‘© Ba ol mamuscrito: “Misch. 254 de la Cultura.? Puede verse cémo se ha efectuado el paso de una concep- ci6n mecanicista y puramente exterior a una concepcién activiste, que Se aprorima més, como se ha observado, a una justa comprension de Ja unidad de tcorfa y préctica, si bien no ha alcanzado aun todo su signifi- cado sintético, Se puede observar cémo el elemento determinista, fatalista, mecanicista, ha sido un “aroma” ideolégico inmediato de la filosofia de Ta praxis, una forma de religion y de excitante (pero a la manera de los estupefacientes), requerida y justificada histdricamente por el carécter “subalterno” de determinados estratos sociales. Cuando no se tiene la iniciativa en ta lucha y la lucha misma acaba en consecuencia por identi- ficarse con una serie de derrotas, el determinismo mecénico se convierte ‘en una fucrza formidable de resistencia moral, de cohesién, de perseve~ rancia paciente y obstinada, “Yo estoy derrotado momenténeamente, pero Ta fuerza | de las cosas trabaja para mi a largo plazo, etcétera.” La vo- Tuntad real adopta la apariencia de acto de fe, de una cierta racionalidad de Ia historia, de una forma empirica y primitiva de finalismo apasionado ‘que aparece como un sustituto de la predestinaci6n, de la providencia, et- cétera, de las religiones confesionales. Hay que insistir en el hecho de que en tal caso existe realmente una fuerte actividad volitiva, una intervenci6n directa sobre la “fuerza de las cosas”, pero precisamente en una forma implicita, velada, que se avergiienza de'si misma y por lo tanto la concicn- cia es contradictoria, carece de unidad critica, etcétera. Pero cuando el “subalierno™ se vuelve dirigente y responsable de la actividad econémica de ‘masas, cl mecanicismo aparece én cierto punto como un peligro inminente, se produce una revisién de todo el modo de pensar porque se ha produ ido una transformacién en el modo social de ser. ,Por qué son restringi- dos los limites y ef dominio de la “fuerza de las ‘cosas”? Porque, en el fondo, si el subalterno era ayer una cosa, hoy no es ya una cosa sino una persona hist6rica, un protagonista, si ayer era irrésponsable porque era “resistente” a una voluntad extraia, hoy siente ser responsable por {que no cs ya resistente sino agente y necesariamente activo y emprendedor. @Pero incluso ayer era él mera “resistencia”, mera “cosa”, mera “irrespon- Sabilidad”? Ciertamente no, e incluso debe ponerse de’ relieve c6mo el fatalismo no es mas que un revestimiento en los débiles de una voluntad activa y real. He ahi por qué siempre hay que demostrar la futilidad del determinismo mecénico, que, explicable como filosofia ingemua de la masa fen cuanto que solamente tal elemento intrinseco de fuerza, cuando es asu- mido como filosofia refleja y coherente por parte de los intelectuales, se convierte en causa de pasividad, de imbécil autosuficiencia, y ello sin’ es- perar a que el subaltemo sc haya convertido en dirigente y responsable. ‘Una parte de la masa incluso subalterna es siempre dirigente y responsable y la filosotia de Ia parte precede siempre a la filosoffa del iodo, no s6lo ‘como anticiipacién teGrica, sino como necesidad actual. 255 8 18 bis 19 Que la concepcién mecanicista haya sido una religién de subalternos se desprende de un andlisis del desarrollo de la religién cristiana, que en cierto periodo histérico y en condiciones historicas determinadas fue y sigue siendo una “necesidad”, una forma necesaria de la voluntad de tas masas populares, una forma determinada de racionalidad del mundo y de la vida y proporcioné los cuadros generales para la actividad préctica real. En este fragmento de un articulo de la Civilia Cattolica (“Individua- fismo pagano ¢ individualismo cristiano”, fase. del 5 de marzo de 1932) me parece bien expresada esta fancién del cristianismo: “La fe en un futuro seguro, en ia inmortalidad del alma, destinada a la beatitnd, en 1a seguridad de poder legar al goce eterno, fue el mecanismo de propul- sién para un trabajo de intensa perfeccién intema y de elevacién espiri- tual. BI verdadero individualismo cristiano encontré ahi el impulso para sus victorias. Todas las fuerzas del cristiano se agruparon en torno a este noble fin, Liberado de las fluctuaciones especulativas que cnervan el alma en la duda, ¢ iluminado por principios inmortales, el hombre sintié rena~ cer las esperanzas; seguro de que una fuerza superior lo sostenia en la Iucha contra el mal, hizo violencia contra sf mismo y vencié al mundo”.* Pero también en este caso, es el cristianismo ingenuo lo que aqui se en~ tiende; no el cristianismo’ jesuitizado, convertido en un puro narcético para las masas populares. Pero 1a posicién del calvinismo, con su concepeién férrea de la pre~ destinacién y de la gracia, que determina una vasta expansién del espiti- tu de iniciativa (o se convierte en la forma de este movimiento) es aun més expresiva y significativa. (A este propésito se puede ver: Max Weber, Lietica protestante e lo spirito del capitalismo, publicado en tos Nuovi Studi, fasciculos de 1931 y sig, y el libro de Groethuysen sobre los ori= ‘genes religiosos de la burguesia en Francia.)* {Por qué y cémo se difunden, haciéndose populares, las nuevas con- cepciones del mundo? {En este ‘proceso de difusién (que es. al mismo tiempo de sustituci6n del viejo y muy a menudo de combinacién entre | ‘el nuevo y el viejo) influyen, y c6mo y en qué medida, la forma racional cn Ia que la nueva concepcién es expuesta y presentada, la autoridad (en cuanto que sea reconocida y apreciada al menos genéricamente) del ex- positor y de los pensadores y cientificos que el expositor lama en su auxilio, el pertenecer a la misma organizacién de quien sostiene la nueva concepcién (aunque después de haber entrado en la organizacién por otro motivo que no sea el compartir Ia nueva concepcién)? Estos elementos en realidad yarian segin el grupo social y el nivel cultural del grupo dado. Pero la investigacién interesa especialmente por lo que concierne a las ‘masas populares, que cambian més dificilmente de concepcién, y que no la cambian jamés, en todo caso, aceptandolas en la forma “pura”, por asi decitlo, sino s6lo’ y siempre como combinacién més o menos heteréclita 256 y extrafa, La forma racional, légicamente coherente, la plenitud det razo- namiento que no descuida ningin argumento positivo o negativo de cierto Beso, tiene sv importancia, pero diss mucho de ser deisiva; pucie set decisiva en forma subordinada, cuando la persona dada esta ya en condi- ciones de crisis intelectual, titubea entre Io viejo y To nuevo, ha perdido Ja fe en lo viejo y atin no se decide por lo nuevo, etcétera. Lo mismo puede decisse en cuanto a la autoridad de los pensadores y cientificos. Esta es muy grande en el pueblo, pero de hecho cada concepci6n tiene sus pensadores y cientificos a los que apclar y la autoridad esta dividida: ademés es posible en el caso de cada pensador distinguir, poner en duda €l gue precisamente lo haya dicho de tal forma, etcétera. Se puede con- cluir que el proceso de difusién de las nuevas concepciones sucede por razones politicas, 0 sea en tiltima instancia sociales, pero que el elemento formal, de la coherencia légica, el elemento autoritario y el elemento or ganizativo tienen en este proceso una funcién muy grande inmediatamente después de que la orientacién general se ha producido, tanto en los i dividuos aislados como en grupos numerosos. De ahf se concluye, sin embargo, que en las masas en cuanto tales la filosoffa no puede ser vivida sino como una fe. Imaginese, por lo demas, la posicién intelectual de un hombre de) pueblo; él | se ha formado opiniones, convicciones, criterios de discriminacién y normas de conducta. Cada defensor de un punto de vista opuesto al suyo, en cuanto que es intelectualmente superior, sabe argumentar sus razones mejor que él, lo enreda I6gicamente, eteétera. 2d¢- beria por ello el hombre del pueblo cambiar sus convicciones, porque en Ja discusién inmediata no sabe hacerse valer? Pero entonces podria su- cederle tener que cambiar una vez cada dia, 0 sea cada vez que encuentre aun adversario ideolégico intelectualmente superior. {En qué elementos se basa, pues, su filosoffa, y especialmente su filosofia en la forma que para él tiene mayor importancia como norma de conducta? El elemento més importante es indudablemente de cardcter no racional, de fe. ;Pero fen quién y en qué cosa? Especialmente en el grupo social al cual pertenece en cuanto que piensa difusamente como él: et hombre del pueblo piensa que tantos no pueden equivocarse, asi en bloque, como el adversario ar- gumentador querria hacer creer; que é1 mismo, es cierlo, no es capaz de sostener y desarrollar sus propias razones como el adversario les suyas, pero que’en su grupo hay quienes si sabrian hacer esto, ciertamente atin mejor que aquel determinado adversario, y é! recuerda en efecto haber ido exponer difusamente, coherentemente, de manera que él qued6 con- vencido, las razones de su fe. No recuerda las razones en concreto y no sabria repetirlas, pero sabe que existen porque las ha ofdo exponer y ha quedado convencido, El haber sido convencido una vez. en forma fulgu- ante es la razin permanente de la permanencia de la conviecién, aun ‘cuando ya no se sepa cOmo argumentar ésta. 257 19 bis 20 20 bis Pero estas consideraciones conducen a ta conclusién de una extrema fragilidad en las convicciones nuevas de las masas populares, especial- mente si estas nuevas convicciones estén en contraste con Jas conviccio- nes (incluso nuevas) ortodoxas, socialmente conformistas segiin los in- tereses generales de las clases dominantes. Puede verse esto reflexionando | en los destinos de las religiones y las iglesias. La religién, y una deter- minada iglesia, mantiene su comunidad de fieles (dentro de ciertos limi- tes, de las necesidades del desarrollo hist6rico general) en la medida en que mantiene permanente y organizadamente la fe propia, repitiendo su apologética infatigablemenic, luchando en todo momento 'y siempre con argumentos similares, y manteniendo una jerarquia de inielectuales que dan a la fe al menos la apariencia de la dignidad del pensamiento. Cada vez que la continuidad de las telaciones entre iglesia y fieles ba sido in- terrumpida violentamente, por razones politicas, como sucedié durante Ie Revolucién francesa, las péridas sufridas por la iglesia fueron incalcu- lables, y silas condiciones de dificil ejercicio de las pricticas habituales se bubiesen prolongado més alla de ciertos limites de tiempo, cabe pensar que tales pérdidas habrian sido definitivas y una nueva religién hubiere surgido, como por lo demés surgié en Francia en combinacién con el vie jo catolicismo. De ahi se deducen determinadas necesidades para cade ‘movimiento cultural que tienda a sustituir el sentido comin y las viejat concepciones del mundo en general: 1] no cansarse nunca de repetir sut ropios argumentos (variando literariamente su forma): la repeticién et el medio didéctico mas eficaz para operar sobre la mentalidad popular 2] trabajar sin cesar para elevarla intelectualmente a estratos populare: ‘cada vez mis vastos, 10 que significa trabajar para erear élites de intelec tuales de un tipo nuevo que surjan directamente de la masa aunque per maneciendo en contacto con ella para convertirse en el “armazén” de busto, Esta segunda necesidad, si es satisfecha, es la que realmente modi fica el “panorama ideolégico” de una época, Por otra parte, estas élite tampoco pueden constitvirse y desarrollarse sin que en su interior se pro duzca una jerarquizacién de autoridad y de competencia intelectual, qu puede culminar en un gran fil6sofo individual, si éste es capaz de revivi concretamente fas'exigencias de la masiva comunidad ideolégica, de com prender que | éta no puede tener la ligereza de movimientos propia d ‘un cerebro individual y por lo tanto logre elaborar formalmente la doe ttina colectiva del modo més apegado y adecuado a los modos de pensa de un pensador colectivo. Es evidente que una construccién de masas de tal género no pued darse “arbitrariamente”, en tomo a una ideologia cualquiera, por la vo luntad formalmente constructiva de una personalidad o de un grupo qu se Jo proponga por fanatismo de sus propias convicciones filoséficas + religiosas, La adhesién de masas a una ideologia o la no adhesin es ¢ 258 modo con que se efectiia la critica real de la racionalidad ¢ historicidad de los modos de pensar. Las construcciones arbitrarias son més 0 menos, répidamente eliminadas de la competencia histdrica, aunque a veces, por ‘una combinaci6n de circunstancias inmediatas favorables, Hegan a disfra- tar de una cierta popularidad, mientras que las construcciones que corres- ponden a las exigencias de un periodo histérico complejo y orgénico aca- ban siempre por imponerse y prevalecer aungue atraviesan muchas fases intermedias en las que su afirmacién acaece sélo en combinaciones més ‘0 menos extrafias o heterdclitas, Estos desarrolios plantean muchos problemas, Ios més importantes de Jos cuales se resumen en el modo y la calidad de las relaciones entre los diversos estratos intelectualmente calificados, 0 sea en la importancia y en Ta funcién que debe y puede tener Ia aportacién creativa de los grupos superiores en conexién con Ia capacidad orgiinica de discusién y de des- artollo de nuevos conceptos criticos por parte de los estratos subordina- dos intelectualmente. Es decir, se trata de establecer los limites de la Ii- bbertad de discusién y de propaganda, libertad que no debe ser entendida en el sentido administrativo y policiaco, sino en el sentido de autolimita- cién que los dirigentes ponen a su propia actividad, o sea, en sentido propio, de fijacién de una orientacién de politica cultural. En otras pa- Jabras: ;quién establecerd los “derechos de la ciencia” y los limites de Ja Investigacion cientifica, y podrén estos derechos y estos limites ser apro- piadamente fijados? Parece necesario que el trabajo de busqueda de mue- vas verdades y de mejores, mas coherenies | y claras formulaciones de fas verdades mismas sea dejado a Ja libre iniciativa de los cientificos indivi- duales, aunque éstos continuamente reponen en discusién los mismos prin- sipios que parceen Jos més esencialcs. Por lo demés, no sera dificil poner en claro cuéndo tales iniciativas de discusién tengan motivos interesados y no de cardcter cientifico. No es imposible por lo dems pensar que las iniciativas individuales sean disciplinadas y ordenadas, de modo que pasen a través del cedazo de academias o institutos culturates de diverso géne- 10 y solo después de haber sido seleccionadas se hagan piiblicas, etcétera. Seria interesante estudiar en concreto, para un solo pafs, la organiza cién cultural que tiene en movimiento et mundo ideol6gieo y examinar su funcionamiento prictico. Un estudio de la relacién numérica entre el personal que profesionalmente esté dedicado at trabajo cultural activo y a poblacin de cada pats serfa también ‘itil, con un célculo aproximado de Jas fucrzas libres. La escuela, on todos sus grados, y la iglesia, son Las dos mayores organizaciones cuiturales en cada pais, por el ndmero del personal que ocupan. Los periédicos, las revistas, y la actividad editorial, las instituciones educativas privedas, tanto como integrantes de Ia escuela de Estado y como instituciones de cultura del tipo universidades popula- res, Otras profesiones incorporan en su actividad especializada una frac- 259 a4 21 bis cién cultural que no es indiferente, como la de los médicos, los oficiales del ejército, 1a magistratura. Pero debe notarse que en todos los pafses, aunque sea’ en distinta medida, existe una gran fractura entre las masas Populares y Tos grupos intelectuales, incluso los més numerosos y més cercanos a la periferia nacional, como los maestros y los curas. Y que esto sucede porque, incluso alli donde los gobernantes fo afirman con sus pa- labras, el Estado como tal no tiene una concepeién unitaria, coherente y homogénea, por lo que los grupos intelectuales estén disgregados entre estrato y estrato y en Ia esfera del mismo estrato. La universidad, excepto en algunos paises, no ejerce ninguna funcién unificadora; a menudo un pensador libre tiene més influencia que toda la institucién universitaria, eicétera, Nota I. A propésito de la funcién histériea desempefiada por Ia con- cepeién fatalista de la | filosofia de la praxis se podria hacer un elogio finebre de la misma, reivindicando su utilidad para cierto periodo histé- rico, pero precisamente por ello sosteniendo la necesidad de sepultarla con’ todos los honores del caso. Verdaderamente se podria parangonat su funcién con Ia de Ia teoria de Ia gracia y de Ia predestinacién en los comienzos del mundo modemo que luego culminé, sin embargo, en la filosofia clésica alemana y en su concepeién do la libertad como con- ciencia de Ia necesidad. Ella ha sido un sucedéneo popular del grito “dios Jo quiere”, sin embargo incluso en este plano primitivo y elemental era un inicio de concepcién mis modema y fecunda que la contenida en el “dios Jo quiere” o en Ja teoria de Ja gracia. {Es posible que “formalmente” una nueva concepci6n se presente en otra vestimenta que no sea la toxca y cru- da de una plebe? Y sin embargo el historiador, con toda la perspectiva ne- cesaria, logra fijar y comprendcr que los inicios de un mundo nuevo, siem- pre dsperos y lamentables, son superiores al declinar de un mundo en ago- nia y a los cantos de cisne que esto produce. La decadencia del “fatalis- mo” y del “mecanicismo” indica un gran viraje hist6rico; de abf la gran impresi6n causada por el estudio recapitulativo de Mirskij. Recuerdos que éste ha despertado; recordar en Florencia en noviembre de 1917 Ia discusién con el abogado Mario Trozzi y la primera indicacién de bergso- nismo, de voluntarismo, etcétera.” Podria hacerse un cuadro semiserio de ‘cémo se presentaba realmente esta concepeién. Recordar también la dis- cusién con ef profesor Presutti en Roma en junio de 1924,* Parangén con el capitin Giulietti hecho por G. M. Serrati® y que para era decisivo y de condena capital.* Para G. M. Serrati,* Giulietti era como el confuciano para el taofsta, el chino del sur, mercader activo y laborioso para el Tite- rato mandarin del norte, que miraba, con supremo desprecio de iluminado y sabio para quien la vida ya no tiene misterios, a estos hombrecillos del En el manuserito: “6. 260 sur que crefan con sus movimientos inquietos de hormigas poder forzar a “via”, Discurso de Claudio Treves sobre la expiacién." Habia en este discurso cierto espititu de profeta bfblico: quien habia deseado y hecho Ja guerra, quien habia sacudido al mundo en sus cimientos | y era por con- siguiente responsable del desorden de Ta posguerre, debfa expiar cargando con la responsabilidad de este mismo desorden. Habfan pecado de ‘“vo- luntarismo”, debian ser castigados en st pecado, etcétera. Habla cierta grandeza saverdotal en este discurso, un aullido de maldiciones que debian etrificar de espanto y por el contrario fueron una gran consolaci6n, por- que indicaba que el sepulturero todavia no estaba preparado y Lézaro podia resucitar. Cte, Cuaderno & (XXVIN), pp. 63 bis-64, 67 bi.68 bis, 72 bis73 bis, SI bis-52, 64-64 bist y Cuaderno 10 (XXXII), p. 62. Il. Observaciones y notas criticas sobre un intento de “Ensayo popular de sociologia”. § <13>. Un trabajo como el Ensayo popular, destinado esencialmen- te a una comunidad de lectores que no son intelectuales de profesién, habria debido tomar como punto de partida cl andlisis critico de la filoso- fia del sentido comin, que es 1a “filosofia de los no filésofos”, 0 sea Ta concepcién del mundo absorbida acriticamente por Jos diversos ambientes sociales y culturales en los que se desarrolla la individualidad moral del hombre medio. El sentido comin no es une concepcién tinica, idéntica en el tiempo y en el espacio: ¢s el “folklore” de la filosofia y como el folklore se presenta en formas innumerables: su rasgo fundamental y més caracteristico es el de ser una concepcién (incluso en los cerebros indi duales) disgregada, incoherente, inconsecuente, correspondiente a la po- sicién social y cultural de las multitudes de las que aquél es la filosotia, Cuando en la historia se labora un grupo social omogénco, se clabora también, contra el sentido comin, una filosofia homogénea, 0 sea cohe- rente y sistemética, El Ensayo popular se equivoca al partir (implicita- mente) del presupuesto de que a esta elaboracin de una filosofia original de Jas masas populares se oponen Ios grandes sistemas de {as filosotias tradicionales y la religiOn det alto clero, o sea las concepciones del mundo de Ios intelectales y de la alta cultura, En realidad estos sistemas son desconocidas para la multitud y no tienen eficacia directa en su modo de pensar y actuar. Ciertamente esto no significa que carezcan | totalmente de eficacia hist6rica: pero esta eficacia es de otro género. Estos sistemas in- fluyen en las masas populares como fuerza politica externa, como elemen- to de fuerza cohesiva de las clases dirigentes, como clemento, pues, de subordinacién a una hegemonia exterior, que limita cl pensamiento ori- 261 23 ginal de las masas populares negativamente, sin influirlas positivamente, como fermento vital de transformacién fntima de lo gue las masas piensan embrionaria y casticamente en tomo al mundo y a Ia vida. Los elementos principales det sentido comin son proporcionados por las teligiones y por Jo tanto la relacién entre sentido comin y religion es mucho més intima que entre sentido comin y sistemas filoséficos de los intelectuales. Pero también para la religin hay que distinguir criticamente, Toda religién, incluso Ia catilica (més especialmente 1a catdlica, precisamente por sus esfuerzos para permanccer unitaria “superficialmente”, para no fragmen- tarse en iglesias nacionales y en estratilicaciones sociales) es en realidad una multipticidad de religiones distintas y a menudo contradictorias: hay un catolicismo de los campesinos, un catolicismo de pequetioburgueses ¥ ‘obreros urbanos, un catolicismo de las mujeres y un catolicismo de los intelectuales igualmente variado e inconexo, Pero en el sentido comiin influyen no s6lo las formes mas toscas y menos elaboradas de estos va- riados catolicismos, actualmente existentés; han influido y son componen- tes del actual sentido comin las religiones precedentes y las formas pre- cedentes del actual catolicismo, los movimientos heréticos populares, las supersticiones cientificas ligadas a las religiones pasadas, etcétera, En ef sentido comén predominan los elementos “realistas” materili tas, 0 sea el producto inmediaio de la sensaciéa tosca, lo que por otra parte no esté en contradiccién con el elemento religioso, todo Io contra- tio; pero estos elementos son “supersticiosos”, acriticos, He ahi por lo tanto un peligro representade por el Ensayo popular; el cual a menudo confirma estos elementos acriticos, por lo que ci sentido comin sigue siendo atin ptolomeico, antropomérfico, antropocéntrico, en vez de criti carlos cientificamente. Lo anies dicho a propésito del Ensayo popular que critica | las filosofias sistemsticas en vez de tomar como punto de par- tida la critica del sentido comiin, debe ser entendido precisamente como metodolégico, y dentro de ciertos limites. Ciertamente no se quiere decir que haya que descuidar las criticas a las filosofias sistemiticas de los intelectuales. Cuando, individualmente, un clemento de la masa supera criticamente ef sentido comin, acepta, por este mismo hecho, una filoso- fia nueva: he abf pues la necesidad, en una exposicién de la filosofia de la praxis, de 1a polémica con las filosofias tradicionales, También por este su cardcter tendencial de filosofia de masas, la filosofia de la praxis no puede ser concebida més que en forma polémica, de perpetua lucha. Sin embargo, ef punto de partida debe ser siempre ef sentido coméin, que es- Ponténcamente es la flosotia de las multitudes que se trata de hacer homo- géneas ideolégicamente. En le literatura filosGfica francesa existen tratados del “sentido comin” més que en otras literaturas nacionales: esto se debe al cardcter mis es- trictamente “popular-nacional” de la cultura francesa, o sea al hecho de 262 que Jos intelectuales ticnden, més que en otras partes, por determinadas condiciones tradicionales, a aproximarse al pueblo para guiatlo ideolégica- mente y mantenerlo vinculado al grapo dirigente. Ast pues, podré encon- trarse en la literatura francesa mucho material sobre el sentido comtn que utilizar y elaborar; Ia actitud de la cultura filoséfica francesa con respecto al sentido comin puede ofsecer incluso un modelo de construcci6n ideo- légica hegeménica. También Tas culturas inglesa y norteamericana pue- den offecer muchos indicios, pero no en forma tin completa y orgénica como la francesa. El “sentido comin” ha sido considerado de distintas maneras: incluso como base de la filosofia; 0 ha sido criticado desde et punto de vista de otra filosofia, En realidad, en todos los casos, el re- sultado fue el de superar un determinado sentido comin para crear otto més apegado a la concepcién del mundo del grupo dirigente. En las Nouvelles Littéraires del 17 de octubre de 1931, en un articulo de Henri Gouhier sobre Léon Brunschvicg, hablando de la filosoffa de B. se dice: “Il n'y a qu'un seul et méme mouvement de spiritualisation, qu'll s'agisse de ‘mathématiques, de physique, de biologie, de philosophic et de morale; c'est effort par lequel Vesprit se débarrasse du sens commun et de | sa métha- physique espontanée qui pose un monde de choses sensibles réetles et Phom- me au milieu de ce monde”. Obras de Léon Brunschvicg: Les étapes de la Philosophie mathématique, L’expérience humaine et la. causalité phisique, Le progrés de la conscience dans la philosophie occidentale, La connais- sance de soi, Introduction a la vie de esprit Actitud de Croce con respecto al “sentido comtn”; no parece clara. En Croce, la proposicién de que todo hombre es un filésofo pesa dema- siado en su juicio acerca det sentido comin. Parece que a menudo Croce s& complace de que determinadas proposiciones filosGficas scan compartides por el sentido comiin, zpero qué puede significar esto en conereto? El sen- tido comtin es un agregado castico de concepciones dispares y en él puede hallarse todo lo que se quiera. Por lo demés, esta actitud de Croce con respecto al sentido comén no ha levado a una concepcién de la cultura fecunda desde el punto de vista nacional-popular, o sea a una concepcién més concretamente historicista de la filosoffa, 10 que por lo demas sélo puede suceder en la filosofia de la praxis. Para Gentile debe verse su articulo “La concezione umanistica del mon- do” (en la Nuova Antologia del 1° de junio de 1931). Escribe Gentile: “La filosofia se podria definir como un gran esfuerzo realizado por el pensamiento reflejo para conquistar la certeza critica de las verdades del sentido comin y de la conciencia ingenua, de aquellas verdades que cada hombre se puede decir que siente naturaimente y que constituyen ta es- tructura sélida de la mentalidad de la que él se sirve para vivir”.? Esto parece otro ejemplo de la tosquedad confusa del pensamiento gentilian Ia afirmacién parece derivada “ingenuamente” de las afirmaciones de Cro- 263 ce sobre el modo de pensar del_pueblo como confirmacién de la verdad de determinadas proposiciones filoséficas. Mas adelante Gentile escribe: “EL hombre sano cree en Dios y en Ia libertad de su espiritu.” Asi, ya em estas dos proposiciones de Gentile vemos: 1] una “naturaleza humana” extrahistérica que no se sabe qué cosa sea exactamente; 2] Ja naturaleza 24 humana del hombre sano; 3] el sentido comin del hombre | sano y por lo tanto también un sentido comin del hombre no-sano. ZY qué querré decit hombre sano? {Fisicamente sano, no loco? Zo bien que piensa sanamente, bienpensante, filisteo, etcétera? ¢Y qué querré decir “verdad del sentido comtin”? La’filosofia de Gentile, por ejemplo, es toda ella contraria al sentido comin, bien sea que se entienda por éte la filosoffa ingenua del pueblo, que detesta cualquier forma de idealismo subjetivista, bien sea que se entienda como buen sentido, como actitud de desprecio por las cosas abstrusas, [os artificios, Ias oscuridades de ciertas exposiciones cientfficas y filosGticas. Este coqueteo de Gentile con el sentido comin es cosa muy amena. Lo que se ha dicho hasta ahora no significa que en el sentido comén no haya verdades. Significa que el sentido comiin es un concepto equivoco, ‘coniradictorio, multiforme, y que referirse al sentido comin como con- firmaci6n de la verdad es wna insensatez. Podré decirse con exactitud que ceria verdad ha Tlegado a ser de sentido comin para indicar que se ha difundido més allé del efrculo de los grupos intelectuales, pero en tal caso no se hace otra cosa que una constatacién de carécter hist6rico y una afirmacién de racionalidad histérica; en este sentido, y siempre que se em- plee con sobriedad, el argumento posee cierto valor, precisamente por- ue el sentido comtin es toscamente retrégrado y conservador y el haber logrado hacer penetrar en 1 una verdad nueva es prueba de que tal ver~ dad posee una notable fuerza de expansién y de evidencia. Recordar el epigrama de Giusti: “El buen sentido, que un dfa fue macs- tro de escuela —~ ahora en nuestras éscuelas ha muerto sin remedio, — La ciencia, su hija, — lo maté para ver cémo estaba hecho”. Puede servir para introducir un capitulo y puede servir para indicar cémo se emplea el término de buen sentido y de sentido comin en forma equfvoca: como “filosofia”, como determinado modo de pensar, con un cierto contenido de creencias y de opiniones, y como actitud benévolamente indulgente, en su desprecio, con Io abstruso 10 attificioso. Por ello era necesario que fa ciencia matase a un determinado buen sentido tradicional, para crear un “nuevo” buen sentido. ‘Una alusién al sentido comin y a la solidez de sus creencias se encuen- tra. a menudo en Marx. Pero se trata de una referencia no a la validez del contenido de tales creencias | sino precisamente a la solidez formal de éstas y por Jo tanto a su carécter imperativo cuando producen normas ‘de conducta. En las referencias se halla también implicita la afirmacin 264. de Ia necesidad de nuevas creencias populares, 0 sea de un muevo sentido comtin y por lo tanto de una nueva cultura y de una nueva filosofia que se arraiguen en la conciencia popular con Ja misma solidez y cardcter im- perativo de tas creencias tradicionales. Nota I. Hay que afiadit a propésito de tas proposiciones de Gentile sobre el sentido comiin, que el Ienguaje del escritor es voluntariamente equivoco por un poco clogiable oportunismo ideolégico, Cuando Gentile escribe: “EI hombre sano cree en Dios y en la libertad de su espirita” co- mo ejemplo de una de aquellas verdades del sentido comin de las que el pensamiento reflejo elabora la certeza erftica, quiere hacer creer que su filosotia es ta conquista de la certeza critica de las verdades del catoli- cismo, pero los catblicos no se dejan engafiar y sostienen que el idealismo gentiliano es puro paganismo, eteétera, etcétera, Sin embargo, Gentile in- siste y mantiene un equfvoco que no carece de consecuencias para creat un ambiente de cultura demi-monde, en el que todos los gatos son pardos, Ja religion se abraza con cl ateismo, la inmanencia coquetea con Ja tras- cendencia y Antonio Bruers la goza en grande porque cuanto més. se enreda la cuestién y més se oscutece el pensamiento, mas reconoce haber tenido razén en su “sincretismo” macarténico. (En una nota se reproduce tun fragmento de Bruers del mas cémico confusionismo filoséfico.)* Si las palabras de Gentile significasen lo que dicen al pie de Ta letra, el idea- lismo actual se habria convertido en “el siervo de la teotogia”. Nota If. En la ensefianza de la filosofia, dirigida no a informar hist6- ricamente ‘al diseipulo sobre el desarrollo de la filosofia paseda, sino a formarlo culturalmente, a ayudarlo a elaborar eriticamente su propio pen- samiento para participar en una comunidad ideolégica y cultural, es ne- cesario partir de lo que et discipulo ya conoce, de su experiencia filos6- fica (después de haberle demostrado que 1 posee tal experiencia, que es “fil6sofo” sin saberlo). Y puesto que se presupone cierta media intelec- tual y cultaral de | los’ discipulos, que verosimilmente no han tenido avin més que informaciones salteadas y fragmentarias, y carecen de toda pre- paracién metodolégica y eritica, rio se puede dejar de tomar como punto de partida el “sentido comin” 'en primer lugar, en segundo fa religiGn, y s6lo en un tercer tiempo Ios sistemas filos6ficos elaborados por los gru- os intelectuales tradicionales. Chr. Cuaderno 8 (XXVIM), pp. 53 bis-S4 bis y 55-55 bis. § <14>. Sobre la metafisica. 1Se puede extraer del Ensayo popular una critica de 1a metatisica y de la filosofia especulativa? Hay que decir que al autor se le escapa el concepto mismo de metafisica, en cuanto que se le escapan los conceptos de movimiento hist6rico, de devenit y por Io tanto de la misma dialéctica, Pensar una afirmacién filoséfica como ver- 265 2s 25 bis dadcra en un determinado periodo hist6rico, 0 sea como expresion nece- saria e inseparable de una determinada accién historic, de una deter- minada praxis, pero superada y “‘nulificada” en un periodo posterior, sin por ello caer en el escepticismio y en el relativismo moral e ideolégico, 0 sea concebir Ia filosofia como historicidad, es operacién mental un poco ardua y dificil. EI autor, por el contrario, cae de plano en el dogmatismo y por Io tanto en una forma, aunque sea ingenua, de metafisica; esto esta claro desde el principio, desde el planteatniento del problema, de la vo- Juntad de construir una “sociologia” sistematica de fa filosofia de la pra- xis; sociologfa, en este caso, significa precisamente metafisica ingenua, En el pacrafo final de la introducciéa, el autor no sabe responder 2 Ja obje- cin de algunos criticos, los cuales sostienen que la filosofia de la praxis s6lo puede vivir en obras coneretas de historia.’ El no consigue claborar el concepio de filosofia de la praxis como “metodologia historica” y ésta ‘como “ilosofia”, como 1a tinica filosofia conereta, esio es, no logra plan- tearse y resolver desdo el punto de vista de Ia dialéctica real el problema que Croce se ha planteado y ha tratado de resolver desde el punto de vista especulativo. En vez de una metodologia histérica, de una filosofia, él construye una casuistica de cuestiones particulares concebidas y resueltas dogméticamente cuando no son resueltas de forma puramente verbal, con paralogismos tan ingenuos como presuntuosos. Esta casuistica podria in- cluso ser ‘itl ¢ interesante, con tal de que se presentase como tal, sin otra pretensi6n que la de dar ‘esquemas aproxi|mativos de carieter empitico, iitiles para la prictica inmediata. Por lo demas se comprende que asf debe set porque en el Ensayo popular la filosofia de la praxis no es una filoso- fia auténoma y original, sino la “sociologia” del matctialismo metafisico. Metafisica para él significa slo una determinada formulacién filoséofica, a formulaci6n especulativa del idealismo y no ya cualquier formulacién sistemética que se pantee como [verdad] extrahistérica, como un univer- sal abstracto fuera del tiempo y del espacio, La filosofia del Ensayo popular (implicita en 1) puede ser llamada un aristotelismo positivista, una adaptacién de la légica formal a los mé- todos de las ciencias fisicas y naturales. La ley de causalidad, la bisqueda de Ja regularidad, normalidad, uniformidad, son utilizadas en sustitucién de la dialéctica hist6rica. {Pero cémo de este modo de concebir puede deducirse la superacién, ef “hundimiento de la praxis”? El efecto, mecé- nicamente, no puede nunca superar la causa o el sistema de causas, por lo tanto no puede haber otra evolucién més que Ia plana y vulgar del evo- lucionismo. Si el “idealismo especulativo” es 1a ciencia de Jas categorias y de la sintsis « priori del esprit, o sea una forma de abstraccion anthistor- cista, Ia filosofia implicita en el Ensayo popular es un idealismo al revés, en el sentido de que conceptos y clasificaciones empiricas sustituyen a las 266 categorias especulativas, tan abstractas y antihistoricas como éstas. Chr, Cuademo & (XXVIII), pp. 54 bisSS y 59. § <15>. Fl concepio de “ciencia”. El planteamiento del problema co- ‘mo una bisqueda de leyes, de lineas constantes, regulares, uniformes, esté ligado a una exigencia, concebida de modo un poco pueril e ingenuo, de resolver perentoriamente el problema prictico de la previsibilidad de los acontecimientos histéricos. Puesto que “parece”, por un extrafio trastoca- miento de las perspectivas, que las ciencias naturales dan la capacidad de prever la evolucién de los procesos naturales, Ia metodologia histérica ha sido concebida “cientifica” slo en cuanto capacita abstractamente para “prever” el futuro de Ia sociedad. De ahi la bisqueda de las causas esen- ciales, incluso de la “causa primera”, de la “causa de las causas”, Pero las Tesis sobre Feuerbach habian ya | criticado anticipadamente esta con- cepci6n simplista. En realidad se puede prever “cientificamente”.s6i0 la lucha, pero no los momentos concretos de ésta, que no pueden sino ser resultado de fuerzas contrastantes en continuo’ movimiento, no reducti- bles nunca a cantidades fijas, porque en ellas Ia cantidad se convierte con- tinuamente en cualidad, Realmente se “prevé” en la medida en que se acta, en que se aplica un esfuerzo voluntario y con ello se contribuye concretamente a crear el resultado “previsto”. La previsidn so revela, Pucs, no como un acto cientifico de conocimiento, sino como ta expresiGn abstracta del esfuerzo que se hace, el modo practico de crear una voluntad colectiva, 4Y cémo podria la previsién ser un acto de conocimiento? Se conoce Jo que ha sido 0 es, no lo que serd, que es un “no existente” y por lo mismo incognoscible por definicin. Fl prever es por lo tanto slo un acto prictico que no puede, en cuanto que no sea una futilidad o una pérdida de ticmpo, tenet otra’ cxplicacién que Ia arriba expuesta. Es necesario plantear exactamente el problema de la previsibitidad de los acontecimien- tos hist6ricos para estar en condiciones de criticar exhaustivamente la concepeién del causalismo mecénico, para vaciarla de todo prestigio cien- tifico y reducirla a puro mito que fue’ quizé stil en el pasado, en un periodo atrasado de desarrollo de ciertos grupos sociales subalternos (ver una nota precedente).* Pero es el concepto mismo de “ciencia”, tal como se desprende del Ensayo popular, el que hay que destruir eriticamente; éste esté tomado enteramente de tas ciencias naturales, como si éstas fuesen la tnica ciet cia, la ciencia por excelencia, tal como fue establecido por el positi- vismo. Pero en cl Ensayo popular el témino de ciencia es empleado en muchos significados, algunos explicitos, otros sobreentendidos 0 apenas sugeridos, EI sentido explicito es el que “ciencia” tiene en las investigacio- 267 26 26 bis 21 nes fisicas. Pero otras veces parece indicar el método, {Pero existe un método en general y, si existe, no significa acaso simplemente filosofia? Podria signilicar otra veces simplemente ia Igica formal, gpero se puede llamar a ésta un método y una ciencia? Hay que establecer que toda in- ‘Yestigacién tiene su método determinado y construye su ciencia determi- nada, y que el método se ha desarrollado y ha sido elaborado juntamente con ef desarrollo y la elaboraci6n | de aquella determinada investigacion y ciencia, y forma un todo con ellas (Creer que se puede hacer progresar luna investigaci6n cientifica aplicdndole un método tipo, elegido porque ha dado buenos resultados en otra investigacién a la cual era connatural, es lun extrafio error que tiene poco que ver con la ciencia, Hay también’ sin embargo criterios generales que se puede decir que constituyen la concien- cia critica de todo cientifico, cualquiera que sea su “especializacién” y que deben siempre ser esponténeamente vigilantes en su trabajo. Ast puc- de decirse que no es cientifico quico demuestra escasa seguridad en sus ctiterios particulares, que no tiene una plena inteligencia de los conceptos adoptados, que tiene escasa informacion ¢ inteligencia del estado prece- dente de los problemas tratados, que no es muy cauto en sus afirmacio- nes, que no progresa en forma necesaria sino arbitraria y sin concatena- ‘miento, que no sabe tomar en cuenta las lagunas que existen en los cono- ‘cimientos alcanzados sino que los omite y se conforma con soluciones 0 nexos puramente verbales en vez de declarar que se trata de posiciones provisionales que podrdn ser retomadas y desarrolladas, eteétera. (Cada uno de estos puntos puede ser deserrollado, con las ‘cjemplificaciones oportunas.)") Una precision que puede hacerse a muchas referencias polémicas del Ensayo popular es el desconocimiento sistematico de la posibilidad de error por parte de los autores citados, por Jo que se atribuyen a un grupo social, del cual los cientificos serfan siempre los representantes, las opiniones mis dispares y las voluntades mis contradictorias. Esto va ligado a un criterio metodolbgico mis general, a saber: no es muy “cientifico” o més simplemente “muy serio” elegir los adversarios entre los més estépidos y mediocres, 0 también elegir entre las opiniones de los propios adversa- ros las menos esenciales y las mis ocasionales y presumir de haber “des- iruido” “todo” el adversario porque se ha destruido una de sus opiniones secundaria e incidental o de haber destruido una ideologia o una doctrina Porque se ha demostrado la insuficiencia teérica de sus representantes de tercer 0 cuarto orden, Asimismo “hay que ser justos con los adversa- ios”, en el sentido de que hay que esforizarse por comprender lo que ellos’quisieron realmente decir y no detenerse maliciosamente en los sig- nificados superficiales e inmediatos de sus expresiones. Esto debe ser asi si el fin propuesto es el de elevar el tono y el nivel intelectual de Jos segui- dores propios y no el inmediato de hace? el desierto en tomo a nosotros, 268 con cualquier medio y manera. Hay que situarse en este punto de vist que el propio seguidor debe discutir y sostener su propio punto de vista en discusidn con adversatios capaces ¢ inteligentes y no sélo con perso- nas groscras € impreparadas que se convencen “autoritariamente” 0 por via “emocional”. La posibilidad de error debe ser afirmada y justificada, sin faliar con ello a la propia concepcién, porque lo que importa no es Ja opinién de Fulano, Mengano 0 Zutano, sino aquel conjunto de opi- niiones que se han hecho colectivas, un elemento y una fuerza social; éstas, son las que hay que Tefutar, en sus exponentes tedricos més representa- tivos y dignos incluso de respeto por la elevacién de su pensamiento, como por “‘desinterés” inmediato y no ya pensado en haber con ello “‘des- truido” el elemento y la fuerza social correspondiente (que seria puro ra- cionalismo iluminista), sino slo en haber con ello contribuido: 1) a mantener de Ia propia parte y reforzar el espiritu de distincién y de esci- sin; 2] a crear el terreno para que la propia parte absorba y vivifique una doctrina original propia, correspondiente a las condiciones de vida ropias. Debe observarse que muchas deficiencias del Ensayo popular estén vin- culadas ala “oraioria”. El autor, en el prefacio, recuerda, casi a titulo de honor, el origen “hablado” de sul obra.* Pero, como ya observé Macaulay a propésito de las discusiones orales entre los griegos, es precisamente a las “demostraciones orales” y a la mentalidad de los oradores que se vincu- Jan las superficialidades légicas y de argumentacién mas asombrosas.* Por lo demés, esto no disminuye la responsabilidad de los autores, que no re- visan, antes de imprimirlos, los tratamientos elaborados oralmente, a me- nudo improvisando, cuando Ia mecénica y casual asociacién de ideas con frecuencia sustituye a la trama légica. Lo peor es cuando, en esta prictica oratoria, | la mentalidad facilona se solidifica y los frenos criticos dejan de funcionar, Podria hacerse una lista de las ignorantiae y mutationes elen- chi del Ensayo popular probablemente debidas al “impeta” oratorio. Un ejemplo tipico me parece el parégrafo dedicado al profesor Stammiler,* de los més superficiales y sofisticos. Chr. Cuaderno 8 (XXVIII), pp. 61 bis, 63, 61-61 bis, 75 bis. § <16>. Cuestiones de nomenclatura y de contenido. Una de las ca- racteristicas de los intelectuales como categoria social eristalizada (0 sea que se concibe a si misma como continuacién ininterrumpida en Ia his- toria, por lo tanto independientemente de Ta Iucha de los grupos y no como expresién de un proceso dialéctico, por el que cada grupo social domi- nante clabora una categoria propia de intelectuales) debe relacionarse precisamente, en la esfera ideolégica, con una precedente categoria inte- lectual a través de una misma nomenclatura de conceptos. Cada nuevo 269 27 bis 28 organismo hist6rico (tipo de sociedad) crea una nueva superestructura, cuyos representantes especializados y abanderados (Jos intelectuales) no pueden sino concebirse como también ellos “nuevos” intelectuales, surgi- dos dg la nueva situacién y no continuacién de la precedente intelectua- lidad.@Si los “nuevos” intelectuales se sittin como continuacién directa de Ia precedente intelligentzia, no son en absoluto “nuevos”, es decir, no estin ligados al nuevo grupo social que representa orgénicamente Ja nue- va situaci6n historica, sino que son un residuo conservador y fosilizado del grupo social supérado histriesmente\(lo que por otra parte es to mismo que decir que I2 nueva situacién ‘histérica no ha Megado todavia al grado de desarrollo necesario para tener Ia capacidad de crear nuevas superestructuras, sino que vive atin en el cascarén carcomido de 1a vieja historia) Sin embargo, hay que tener en cuenta que ninguna nueva situacién his- t6rica, aunque'sea’ debida al cambio més radical, transforma completa- mente ef lenguaje, al menos en su aspecto externo, formal. Pero el con- tenido del lenguaje deberfa ser transformado, aunque de tal mutacién es dificil tener conciencia exacta inmediatamente. El fendmeno, por lo de- més, es hist6ricamente complejo y complicado | por la existencia de versas culturas tipicas en los diversos estratos del nuevo grupo social, al- gunos de los cuales, en el terreno ideolégico, estén ain inmersos en la cultura de situaciones histéricas precedentes a veces incluso a la més recientemente superada. Una clase, de la que algunos estratos permanecen ain en la concepcién ptolomeica’del mundo, puede sin embargo ser la representante de una situacién histériea muy avanzada; atrasados ideo- Iogicamente (0 al menos en algunas secciones de la concepcién del mun- do, que ¢s en ellos todavia disgregada e ingenua) estos estratos estén sin embargo avanzadisimos pricticamente, 0 sea como funcién econémica y politica. Si la misién de Ios intelectuales consiste en determinar y orga- nizar la reforma moral e intelectual, o sea de adecuar Ja cultura a la fun- cién préctica, es evidente que los intelectuales “cristalizados” son conser- vadores y reaccionarios. Porque mientras que el grupo social nuevo siente al menos estar escindido y ser distinto del precedente, éstos no sienten ni siquiera tal distincién, sino que creen poderse vincular al pasado. Por lo demas, no se ha dicho que toda la herencia del pasado deba ser rechazada: hay “valores instrumentales” que no pueden dejar de ser aco- ‘gidos fntegramente para seguir siendo elaborados y refinados. {Pero o6mo distinguir los valores instrumentales del valor filds6fico caduco que debe rechavarse sin més? A menudo sucede que porque se ha, aceptado un valor filos6fico caduco de una determinada tendencia pasada, se rechaza Tuego un valor instrumental de otra tendencia por ser contradictoria de 1a primeta, aunque tal valor instrumental hubiera sido til para expresar ef muevo contenido histérico cultural. 270 Asi se ha visto el término “materialismo” acogido con contenido pasado ¥ por el contrario el término “inmanencia” rechazado porque en el pasado ‘tenia un determinado contenido hist6rico cultural.CLa diticultad de ade- cuar la expresién literaria al contenido conceptual y de confundir las cues- tiones de terminologla con las cuestiones sustanciales y viceversa es ca- racteristica del diletantismo filoséfico, de la falta de sentido histérico en la captacién de los diferentes momentos de un proceso de desarrollo cul- tural, 0 sca de una concepcién antidialéctica, | dogmatica, prisionera de 28 bis los esquemas abstractos de ta I6gica formal.) El término de “materialismo” en la primora mitad del siglo xm hay que entenderlo no s6lo en el significado técnico filoséfico estricto, sino en el significado mas amplio que fue asumiendo polémicamente én las discusiones planteadas en Europa con cl surgmiiento y desarrollo vietorioso de la cultura moderna, Se Llamé materialismo a cualquier doctrina filos6- fica que excluyese la trascendencia del dominio del pensamiento y por Io tanto en realidad a todo el panteismo y cl inmanentismo, y no s6l0 e50, sino que se Hamé materialismo incluso a cualquier actitud’practica inspi- tada en el realismo politico, que se opusiera a ciertas corrientes inferiores del romanticism politico, como las doctrinas de Mazzini popularizadas Y que no hablaban més que de “misiones”, de “ideales” y de otras seme- jantes vaguedades nebulosas y abstracciones sentimentales, Incluso en las polémicas actuales de los catéticos, el término materialismo es utilizado a menudo en este senido; materialismo es lo opuesto a espiritualismo en sentido estricto, o sea espiritualismo religioso, y por lo tanto se comprende en & todo el hegelianismo y en general Ia filosofia clésica alemana, ade- més del sensualismo y el iluminismo franceses. Asf, en los términos det sentido comiin, se Tama materialismo a todo aquelio que tiende a encon- ‘rar en esta tierra, y no en el paraiso, el fin de la vida. Toda actividad econémica que saliéra de los limites de la produccién medieval era “ma- terialismo” porque parecia un “fin en sf misma”, la economia por Ta eco- nomia, la actividad por la actividad, asf como hoy para el europeo medio es “materialist” Norteamérica, porque el empleo de las méquinas y el ‘volumen de las empresas y de los negocios excede cierto limite que al eu- ropeo medio Ie parece el “justo”, aguel dentro del cual Tas exigencias “espirituales” no son mortificadas, Asi una retorsiOn polémica de la cul- ‘tara feudal contra la burguesfa en desarrollo es adoptada hoy dia por la cultura burguesa europea contra un capitalismo més desarrollado que el europeo por una parte y, por la otra, contra la actividad practica de los grupos sociales subalternos para los cuales, iniialmente y para toda una | época histérica, o sea en tanto que no hayan construido su propia econo- 29 mia y su propia estructura social, la actividad no puede sino ser predo- minantemente econémica 0 al menos expresarse en términos econdmicos y de estructura, Rastros de esta coneepcién det materialismo perduran en on 29 bis el lenguaje: en alemén geistlich significa también “clerical”, propio del clero, Jo mismo que en ruso dujovietz; y que esta concepcién sea la pre- dominante puede extraerse de muchos éscritores de filosoffa de la praxis, para los cuales, justamente, la religién, ef teismo, etcétera, son los puntos de referencia para reconocer a los “materialistas consecusntes”, Una de tas razones, y quiza la predominante, de la reduccién del ma- terialismo histérico af materialismo metafisico tradicional, debe buscarse en el hecho de que el materialismo histérico no podia ser sino una fase predominantemente critica y polémica de la filosofia, mientras se tenia necesidad de un sistema ya campleto y perfecto. Pero los sistemas com- pletos y perfectos son siempre obra de filésofos independientes, y en ellos, junto a la parte hist6ricamente actual, 0 sea correspondiente a Jas con: diciones de vida contemporéneas, existe siempre una parte abstracta, “ahis- t6rica”, en el sentido de que est ligada a las filosofias precedentes y res- ponde necesidades exteriores y pedantes de arquitectura del sistema o es debida a idiosincrasias personales; por eso la filosofia de una_época no puede ser nins sistema individual y de tendencja: ell de todas Tas filosofias individual Sy le tendencia, ms las opiniones cien- tificas, mas la religidn, is eI sentido comin. Se puede formar un siste deese stsio arian? “por obra de individuos y de grupos? La. ividad critica inica posible, especialmenie ea el sentida de plan- tear y resolver criticamente Tos _probl jue. tan como expre= sion de] desarrolio hist6rico. Pero el primero de estos problemas que bay que plantear y comprender es éste: que la nueva filosofia no puede coin- cidir con ningtin sistema del pasado, como quiera que éste se Hame, Iden tidad_de términos no significa identidad de conceptos. ‘Un libro a estudiar a propésito de esta situacién cs la Storia del mate~ rialismo de Lange, La obra estar’ més o menos superada, por los estu- dios sucesivos sobre los fildsofos materialistas, pero su importancia | cul- tural permanece intacta desde este punto de vista: a ella se han referido, para informarse de los precedentes y para tener los conceptos fundamen- {ales del materialismo, toda una serie de seguidores del materialismo his- torico, Puede decirse que esto ha sucedido esquematicamente: se ha par- tido del presupuesto dogmatico de que el materialismo histérico es sin amis el materialismo tradicional un poco revisado y corregido (corregido con la “dialéctica” que asi es asumida como un capitulo de la Iogica for- mal y no como una Idgica en si misma, 0 sca una tcoria del conocimion- to); se ha estudiado en Lange qué ha sido el materialismo tradicional y los conceptos de éste han sido representados como conceptos del materialis- mo histérico. De modo que puede decirse que para la mayor parte del cuerpo de conceptos que se presenta bajo la etiqueta del materialismo histérico, el jefe de la escuela y fundador ha sido Lange y nadie mas. He ahi por qué el estudio de esta obra presenta un gran interés cultural 272 y eritico, tanto més cuanto que Lange es un historiador concienzudo y ‘agudo, que tiene del materialismo un concepto muy preciso, definido y imitedo y por ello, con gran estupor y casi desprecio de algunos (como, Plejénov)," no considera materialistas ni al materialismo histérico y ni siquiera a la filosofia de Feuerbach, Podré verse también aqui c6mo la terminologfa es coavencional, pero tiene su importancia para determinar errores y desviaciones cuando se olvida que siempre hay que remontarse a las fuentes culturales para identificar el valor exacto de los conceptos, porque bajo el mismo sombrero pueden encontrarse cabezas distintas. ES sabido, por otra parte, que el jefe de escuela de la filosofia de la prictica no flamé nunca “materialista” a su concepcién, y cémo hablando del ma- terialismo francés lo critica y afirma que la critica deberia ser més exhaus- tiva, Igualmente, no adopta nunca la férmula de “dialéctica materialista” sino “racional” en contraposicién a “mistica”, lo que da al término “ra- sional” un significado bien preciso. Sobre esta cuestién debe revisarse lo que escribe Antonio Labriola en sus ensayos. De la Historia de Lange se anuncié una traduc|cién italiana en la Casa Editorial Athena de Miién y recientemente ha aparecido una realizada por el editor Monanni de Milén.* Cir. Cuademo 8 (XXVILD), pp. 52 bis-53 bis, 67-67 bis, 64 bis, §.<17>. La lamada “realidad det mundo externo”. Toda la polémica contra Ja concepcién subjetivista de la realidad, con la cuestién “terrible” de la “realidad objetiva del mundo extero”, esti mal planteada, peor conducida y en gran parte es futil y ociosa (me refiero también a ta me- moria presentada en el Congreso de historia de las ciencias, celebrado en Londres en junio-julio de 1931). Desde el punto de vista de un “ensayo popular”, todo el tratamiento responde més a un prurito de pedanteria in- tclectual que a una necesidad l6gica. El piblico popular no cree ni siquic- ra que sc pucda plantear semejante problema, de si el mundo extemo existe objetivamente. Basta enunciar asf el problema para sentir un irre- frenable y pantagruélico estallido de hilaridad, El pablico “cree” que el ‘mundo externo es objetivamente real, pero aqui nace precisamente la cues- tién: zcudl es el origen de esta “creencia” y qué valor critico tiene “obje- tivamente"? De hecho esta creencia es de origen religioso, aunque quien articipe de ella sea religiosamente indiferente. Puesto que todas las reli- giones han ensefiado y ensefian que el mundo, la naturaleza, el universo ha sido ereado por dios antes de la creacién del hombre y por lo tanto el hombre ha encontrado el mundo ya listo y acabado, catalogado y defi- nido de una vez por todas, esta ereercia se ha convertido en un dato férreo del sentido comtin y vive con la misma solidez aunque el sentimiento religioso se haya apagado o adormecido. He ahf entonces que basarse en 273 30 30 bis 3 esta experiencia del sentido comdn para destruir con la “comicidad” Ia concepcidn subjetivista, tiene un significado més bien “reaccionario”, de retomo implicito al sentimiento religioso; en efecto, los escritores o los ora- dores catélicos recurren al mismo medio para obtener el mismo efecto de ridiculo corrosivo. En Ia memoria presentada en el Congreso de Londres, el autor del Ensayo popular responde implicitamente a este punto (que por otra parte @s de cardcter externo, si bien tiene su importancia) sefialando que Berke- ley, al cual se debe la primera enunciacién completa de la concepcién sub- jetivista, era | un arzobispo (de ahi parece que debe deducirse el origen religioso de la teoria) y luego diciendo que sélo un “Adan” que se en- cuentra por primera vez en cl mundo, puede pensar que éste esta s6lo porque él lo piensa (y también aqui se insinda el origen religioso de la teoria, pero sin mucha o ninguna fuerza de convieciéa).? Por el contrario, me parece que el problema es éste: geémo se puede explicar que tal concepeién, que ciertamente no es una futilidad, incluso para un filésofo de la praxis, hoy, expuesta al piblico, s6lo pueda pro- vocar la risa y el sarcasmo? Me parece el caso mas tipico de la distancia que sc ha venido formando entre ciencia y vida, entre ciertos grupos de intelectuales, que sin embargo se encuentran en la direccién “central” de Ja alta cultura, y las grandes masas populares: y cémo el lenguaje de la filosofia se ha convertido en una jerga que obtiene el mismo efecto que la de Arlequin. Pero si el “sentido comin” se burla, el fildsofo de la praxis deberia igualmente buscar una explicacién tanto del_ significado real que tiene la concepcién, como de por qué la misma ha nacido y se ha difundido entre los intelectuales, y también de por qué hace refr al sentido comin. Es cierto que la concepcién subjetivista es propia de la filosofia moderna en su forma més cumplida y avanzada, si de ella y como superacién de ella ha nacido el materialismo histérico, que en la teorfa de Ias superestructu- ras pone en lenguaje realista ¢ historicista lo que la filosofia tradicional expresaba en forma especulativa, La demostracién de este asunto, que aquf es apenas sugerido, tendria ‘el mayor alcance cultural, porque pon- dria fin a una seric de discusiones tan fétiles como ociosas y permitiria tn desarrollo orgitico de la filosaia de la press, hasta llevar a. con- vertirse en exponente hegeménico de la alta cultura, Verdaderamente asom- bra que el nexo entre la afirmacién idealista de que la realidad del mundo ‘es una creacién del espiritu humano y la afirmacién de la historicidad y caducidad de todas las ideologias por parte de la filosofia de Ia praxis, Porque las ideologias son expresiones de Ja estructura y se modifican con el modificarse de ésta, no haya sido nunca afirmado ¥ desarrollado con- velnientemente, La cuestién est estrechamente vinculada, y se comprende, con la cues- ti6n del valor de las ciencias Hamadas exactas 0 fisicas y con la posicién 274 que éstas han venido asumiendo en el cuadro de la filosofia de la praxis como un casi fetichismo, incluso como la nica y auténtica filosofia 0 conocimiento del mundo, {Pero qué habré que entender por concepeién subjetivista de 1a reali- dad? {Podré asumirse una cualquiera de las tantas teorias subjetivistas elu- cubradas por toda una serie de fildsofos y profesores, hasta las solipsis- tas? Es evidente que la filosofia de la praxis, incluso en este caso, no puede dejar de ser relacionada con el hegelianismo, que representa fa forma més completa y genial de esta concepcién, y que de las sucesivas teorias de- bern tomarse en consideracién s6lo algunos aspectos parciales y los va- lores instrumentales. Y habré que buscar las formas extrafias que la con- copcién ha adoptado, tanto en sus seguidores como en los criticos més ‘© menos inteligentes. Asi debe recordarse lo que escribe Tolstoi on sus memorias de infancia y de juventud: Tolstoi refiere que se habia enfer- vorizado tanto por la concepcién subjetivista de ta realidad, que a menudo le daba vueltas la cabeza, porque giraba bruscamente sobre sus pies, per- suadido de poder captar el momento en el que no verfa nada porque su espiritu no podia haber tenido tiempo de “crear” Ia realidad (0 algo pa- recido: el pasaje de Tolstoi es caracteristico y muy interesante literaria- mente).* Asi, en sus Linee di filosofia critica (p. 159), Bernardino Varis- co eseribe: “Abro un periédico pare informarme de Ja realidad; ,que- sriais sostener que las noticias las he creado yo al abrir cl periédico?”.« Que Tolstoi diese a la proposicién subjetivista un significado tan inme- diato y mecénico es cosa que puede explicarse. {Pero no es asombroso que de tal modo pueda haber escrito Varisco, el cual, si bien hoy se ha orientado hacia la religion y el dualismo trascendental, sin embargo es un estudioso serio y deberia conocer su materia? La critica de Varisco es la del sentido comin y es notable que precisamente tal critica sea desdeiiada por los fildsofos idealistas, mientras que por el contrario es de extrema im- portancia para impedir la difusi6n de un modo de pensar | y de una cul- tura, Se puede recordar un articulo de Mario Missiroli en ta Italia Lette- varia en ol que Missiroli escribe que a él le resultaria muy embarazoso tener que sostener, ante un paiblico comin y en confrontacién con un neo- escoléstico, por ejemplo, el punto de vista subjetivisia: Missiroli observa, pues, como el catolicismo tiende, en competencia con Ja filosofia idealis” ta, a acaparar para si las ciencias naturales y fisicas.* En otro lugar Missi- roli ha escrito previendo un periodo de decadencia de la filosoffa especu- Iativa y una difusién cada ver mayor de las ciencias experimentales.y “realistas”* (en este segundo escrito, sin embargo, publicado por el Saggia- tore, él prevé también una oleada de anticlericalismo, © sea que no parece que siga ereyendo en cl acaparamiento de las ciencias por parte del cato- icismo). Igualmente debe recordarse en el volumen de Scritti vari de Ro~ berto Ardigd, recopilado y ordenado por G. Marchesini (Lemonnier, 275 31 bis 32 1922) la “polémica det zoquete”: en un periodicucho clerical de provin- cia, un escritor (un sacerdote de la Curia arzobispal), para descalificar a Ardigd frente al pablico popular, lo llamo lisamente “uno de aquellos fi- lésofos que sostienen que la catedral (de Mantua o de otra ciudad) existe s6lo porque ellos la piensan y cuando dejan de pensarla, la catedral des- aparece, eteétera”, con spero resentimiento de Ardigd que era positivista y estaba de acuerdo con los catdlicas en el modo de concedir Ja realidad extema* Hay que demostrar que Ja concepcién “subjetivista”, después de haber servido para criticar 1a filosofia de la trascendencia por una parte y la metafisica ingenua del sentido comin y del materialismo filoséfico, puede hallar su verificaci6n y su interpretacién historicista s6lo en la concepci6a de las superestructuras, mientras que en su forma especulativa no es sino una simple novela filos6fica. Una alusi6n a una interpretacién un poco mas realista del subjetivismo en la filosofia clisica alemana se puede en- contrar en una resefia de G. De Ruggiero a los escritos péstumos (me parece que cartas) de B. Constant (me parece) publicados en Ia Critica de hace algunos afios.* La observacién que debe hacerse al Ensayo popular es la de haber pre- sentado 1a concepcién subjetivista tal | como fa misma aparece segin la critica del sentido comin y haber acogido 1a concepciéa de la realidad objetiva del mundo externo en su forma més trivial y acritica, sin ni si- quiera sospechar que a ésta se le puede hacer la objecién de misticismo, como en efecto se le hizo. (En la memoria presentada en el Congreso de Londres, el autor del Ensayo popular alude ala acusacién de misticismo atribuyéndola a Sombart y desdefiandola despectivamente: ciertamente Sombart la tomé de Croce). S6lo que analizando esta concepcién, ya no es tan fécil justificar un punto de vista de objetividad exterior tan mecé- nicamente entendida. {Parece que pueda existir una objetividad extra~ historia y extrahumana? {Pero quién juzgaré sobre tal objetividad? {Ouién podré ponerse en esta especie de “punto de vista del cosmos en si” Y qué significard semejante punto de vista? Puede perfectamente soste- herse que se trata de un residuo del concepto de dios, precisamente en su concepcién mistica de un dios ignoto. La formulacién de Engels de que “la unidad del mundo consiste en su materialidad demostrada [... .] por el largo y laborioso desarrollo de la filosofia y tas ciencias naturals” con- tiene precisamente el germen de 1a concepcién justa, porque se recurre a labistoria y al hombre para demostrar a realidad objetiva. Objetivo si nifica siempre “humanamente objetivo”, lo que puede corresponder exac- tamente a “histéricamente subjetivo”, 0 sea que objetivo significarfa “uni- versal subjetivo”. El hombre conoce’ objetivamente en cuanto que el co- nocimiento es real para todo el género humano histdricamente unificado en un sistema cultural unitario; pero este proceso de unificacién hist6rica 276 se produce con fa desaparicién de las contradicciones internas que des- garran la sociedad humana, contradicciones que son la condicion de la formacién de los grupos y det nacimiento de Tas ideologfas no universales conereias, sino hechas caducas inmediatamente por el origen prictico de su sustancia, Hay pues una lucha por la objetividad (para liberarse de Tas ideologias parciales y falaces) y esta lucha es la misma lucha para Ja uni fegcion cultural det género humano, Lo gue Js ideals aman “espe to” no es tin punto de partida, sino de legada, el conjunto de las supe estructuras en devenir hacia la unificaciéa concreta y objetivamente uni versal y no ya un presupnesto unitario, eteétera. La ciencia experimental ha sido (ha ofrecido) hasta ahora | el terreno en el que semejante unidad cultural ha alcanzado el maximo de exten- sidn: ella ha sido el elemento de conocimiento que més ha contribuido unificar el “espititu”, a hacerlo ser més universal; ella es la subjetividad més objetivada y universalizada coneretamente. EL concepto de “objetivo” del materialismo metafisico parece querer significar una objetividad que existe incluso fuera del hombre, pero cuan- do se afirma que una realidad existitia incluso aunque no existiese cl hombre, o se hace una metéfora o sea cae en una forma de misticismo. Nosotros conocemos la realidad sélo en relacidn al hombre, y puesto que el hombre es devenir hist6rico también el conocimiento y la realidad son un devenir, también la objetividad es un devenir, etcétera. Che. Cuaderno 8 (XXVIII), pp. 70 bis. 71 p. 73 bis 2, 56-56 bis; y Cuaderno 7 (VID), {<18>. Juicio sobre las filosofias pasadas. La superficial critica del subjetivismo en el Ensayo popular cabe en una cuestion mas general, que es la de la actitud adoptada con respecto a las filosofias y los filésofos pasados. Fuzgar todo el pasado filos6fico como un delirio yuna locura no solo es un error de antihistoricismo, porque contiene la pretensién anacré- nica de que en el pasado se debi6 haber pensado como hoy, sino que es un autéatico residuo de metafisica porque supone un pensemmiento dogma- tico yAlido en todos los tiempos y en todos Tos paises, segiin el cual se juzga todo el pasado. El antihistoricismo metodoldgico no es otra cosa que meta- fisica, Que los sistemas filoséficos pasados hayan sido superados no excluye que hayan sido validos histéricamente y que hayan desempefiado una funcién necesaria: su caducidad debe considerarse desde el punto de vista del desarrollo hist6tico total y de 1a dialéctica real; el que fuesen dignos de caer no es un juicio moral o de higione del pensamiento, emitido desde un punto de vista “objetivo”, sino un juicio dialéctico-histérico. Se puede confrontar la presentacién hecha por Engels de la proposicién hegeliana de que “todo fo que es racional es real y lo real es racional”, proposicion an 32 bis 33 33 bis que seré vilida también para el pasado. En el Ensayo popular se juzga el pasado como “irracional” y “monstruoso” y Ia historia de la filosofia se convierte en un tratado historico de teratologfa, porque se parte de un pun- to} de vista metafisico, (¥ por el contratio en el Manifiesto se contiene el mis alto elogio del mundo perecedero.)* Si este modo de juzgar el pasado es un error te6rico, es una desviacién de Ia filosoffa de Ia praxis zpodra te- ner algGn significado educativo, seré inspirador de energias? No parcce, porque la cuestién se reducirfa'a presumir de ser algo solo porque se ha nacido en el tiempo presente, en vez. de en uno de los siglos pasados, Pero en todo tiempo ha existido un pasado y una contemporaneidad y el ser “contemporineo” es un titulo bueno sélo para chascarriflos. (Se cuenta Ja anéedota del burguesillo francés que en sus tarjetas de visita habia hecho imprimir “contemporéneo”: crefa no ser nada y un dia deseubrié que era algo, precisamente un “contempraneo”.) Chr, Cuaderno 8 (XXVIIT), pp. 72 bis y 76 bis-77. § <19>. Sobre el arte. En el capitulo dedicado al arte, se afirma que incluso las obras més recientes sobre estética establecen Ia identidad de forma y contenido. Esto puede tomarse como uno de fos ejemplos més Hlamativos de Ia incapacidad critica para establecer Ia historia de los con- cceptos y para identificar el significado real de los conceptos mismos segin las diversas teorias. De hecho, la identificacién de contenido y forma es afirmada por la estética idealista (Croce) pero sobre presupuiestos idea~ listas y con terminologia idealista. “Contenido” y “forma” no ticnen, pues, el significado que el Ensayo popular supone. Que forma y contenido se iden- tifiquen significa que en el arte el contenido no es et “sujeto abstracto”, 0 sea la intriga novelesca y la masa particular de sentimientos genéricos, sino el arte mismo, una categoria filoséfica, un momento “distinto” del espiritu, etcétera. Asi pues, tampoco forma significa “técnica”, como ¢ Ensayo popular supone. Todas las ideas y las menciones de estética y de cri- tica artistica contenidas en el Ensayo deben extraerse y analizarse. Pero mientras tanto puede servir de ejemplo el pérrafo dedicado al Prometeo de Goethe.? El juicio dado es superficial y extremadamente genérico. El autor, por lo que parece, no conoce ni Ia historia exacta de esta oda de Goethe, ni la historia del mito de Prometeo en Ia literatura mundial antes de Goethe y especialmente en el periodo precedente y contemporéneo a la actividad literaria de Goethe. {Pero se puede dar un juicio, como el gue se da en el Ensayo, sin conocer precisamente estos elementos? | De otro modo, ;e6mo distinguir fo que es més estrictamente personal de Goethe de lo que es representative de una época y de un grupo social? Este gé- nero de juicios sélo estén justificados en la medida en que no son huecas _generalidades en las que pueden entrar las cosas més dispares, sino que son 278 precisos, demostrados, perentorios; de otra manera estén destinados tni- camente a difamar una teoria y a suscitat un modo superficial de tratar las cuestiones (siempre debe recordarse fa frase de Engels contenida en la carta a un estudiante publicada por el Sozialistische Akademiker).* Che, Cuaderno & (XXVIIE), pp. 62 bis-63 y 68 bis § <20>. Objetividad real del mundo externo. El neovscolistico Ca- sotti (Mario Casotti, Maesiro e scolaro, p, 49) escribe: “Las investiga- ciones de los naturalistas y de los biélogos presuponen ya existentes la vida y el organismo real”,? expresién que se aproxima ala de Engels en el ‘Anti-Dithring.? Acuerdo del catolicismo con el aristotelismo sobre la cuestién de Ia objetividad de lo real. Para entender exactamente los significados que puede tener el proble- ma de la realidad del mundo externo, puede ser oportano desarrollar el ejemplo de las nociones de “Oriente” y “Occidente” que no dejan de ser “objetivamente reales”, si bien ante el andlisis demuestran no ser otra cosa que una “construccién” conyencional 0 sea “hist6rico-cultural” (a me- nudo los términos “artificial” y “convencional” indican hechos “hist6ri- cos”, productos del desarrollo de la civilizacién y no ya construeciones racionalistamente arbitrarias 0 individualmente artificiosas). Debe recor- darse también el ejemplo contenido en un librito de Bertrand Russell tra- ducido al italiano y editado en una nueva coleccién cientifica de la Casa editorial Sonzogno (es uno de Jos primeros volémenes de la coleccién) [Bertrand Russell, 1 problemi della filosofia (mim, 5 de la “Sezione Scien- fifica Sonzogao”,’5 liras)}. Russell dice poco mis o menos como sigue: “Nosotros no podemos pensar, sin la existencia del hombre sobre Ja tie ra, en Ia existencia de Londres y Edimburgo, pero podemos pensar en Ja éxistencia de dos puntos en el espacio, donde hoy se encuentran Lon- dres y Edimburgo, uno al Norte y el otro al Sur” Se puede objetar que sin pensar en la existencia del hombre no se puede pensar en “pensar”, no se puede pensar en general en ningiin hecho 0 relacién que existe s6lo en cuanto que existe el hombre. | ;Qué significarfa Norte-Sur, Este-Oeste sin el hombre? Estas son relaciones reales y sin embargo no existirian sin el hombre y sin ef desarrollo de ia civilizacién, Es evidente gue Este y Oeste son construcciones arbitrarias, convencionales, o sea histdricas, por- que fuera de la historia real cada punto de Ia tierra es Este y Oeste al mismo tiempo. Esto se puede ver mas claramente en el hecho de que estos términos han cristalizado no desde el punto de vista de un hipotético y melancélico hombre en general, sino desde el punto de vista de !as clases cultas europeas que a través de su hegemonia mundial los han hecho acep- tar dondequiera. El Japén es Extremo Oriente no sélo para el europco 279 34 34 bis sino seguramente también para el norteamericano de California y para el mismo japonés, el cual a través de la cultura politica inglesa podré lamar Cereano Oriente a Egipto. Asi, a través del contenido hist6rico que se ha ido aglutinando al término geogréfico, las expresiones Oriente y Occiden- te han acabado por indicar determinadas relaciones entre complejos de civilizaciones distintas. Asf Jos italianos, hablando de Marruecos, a me- nudo lo indicarén como un pais “oriental”, para referirse a Ia civilizacién musulmana y Arabe. Y sin embargo estas referencias son reales, corres- ponden a hechos reales, permiten viajar por tierra y por mar y llegar exactamenie a donde se’ habia decidido Hegar, permiten “prever” el fue turo, objetivar la realidad, comprender ia objetividad del mundo exteno. Racional y real se identifican. Parece que sin haber comprendido esta re- laci6n no se puede comprender Ia filosofia de 1a praxis, su posicién frente al idealismo y el materialismo mecénico, la importancia y el significado de la doctrina de las superestructuras. No es exacto que ea la fitosofia de la praxis la “idea” hegeliana haya sido sustituida por el “concepio” de estructura, como afirma Croce.* La “idea” hegeliana es resuelta tanto en Ja estructira como en las superestructuras y todo el modo de concebir Ta filosofia ha sido “historizado”, o sea que se ha iniciado el nacimiento de un nuevo modo de Slosolér més conereto © histéico que el prece- lente. Chr. Cuaderno 7 (VIL), pp. 73 bis y 64-64 bis. §.<21>. La ciencia y los instrumentos cientificos. Se afirma, en el Ensayo popular, que los progresos de Jas ciencias | son dependientes, co- mo él efecto de la causa, del desarrollo de los instrumentos cientificos. Es éste un corolario del principio general, aceptado en el Ensayo, y de o1 gen loriano, sobre la funcién hist6rica del “instrument de produccién y de trabajo” que sustituye al conjunto de las relaciones sociales de pro- duccién. Pero en la ciencia geoldgica no se emplea otro instrumento fue- za del mariillo, y los progresos técnicos del martillo ciertamente no son parangonables ‘2 los progresos de la geologia. Sila historia de las cien- cias puede reducirse, segin el Ensayo, a la historia de sus instrumentos particulares, ge6mo podra construirse una historia de la geologla? Tam- poco vale decir que la geologia se funda [también] en los progresos de un conjunto de otras ciencias, por lo que Ia historia de los instrumentos de éstas sirve para indicar el ‘desarrollo de la geologia, porque con esta es- capatoia se acabaria por decir una hueca gencralidad y por remontarse a movimientos cada vez més vastos, hasta las relaciones de produccién, Es justo que para Ia geologia el lems sea “mente et malleo” Se puede decir en general que el avance de las ciencias’no puede ser documentado materiaimente; la historia de las ciencias s6lo puede ser 280 reavivada en el recuerdo, y no en el caso de todas ellas, con la descrip- ‘cin del sucesivo perfeccionarse de los instrumentos que han sido uno de los medios del progreso, y con Ia descripcién de las Aquinas que han sido la aplicacién de las ciencias mismas. Los principales “‘instrumen- tos” del progreso cientifico son de orden intelectual (y también politico), metodolégico, y justamente Engels ha escrito que los “instrumentos inte~ lectuales” no han nacido de fa nada, no son innatos en el hombre, sino que son adquiridos, se han desarrollado y se desarrollan histéricamente,? {Cunto ha contribuido al progreso de las ciencias la expulsién de la auto- lad de Arist6teles y de la Biblia del campo cientifico? Y esta expulsién, 4no fue debida al progreso general de Ia sociedad moderna? Recordar el ejemplo de las teorfas sobre el origen de los manantiales. La primera for- mulacidn exacta del modo como s¢ producen Jos manantiales se encuentra en la Enciclopedia de | Diderot, eteétera; mientras que se puede demos- trar que los hombres del pueblo incluso antes tenfan opiniones exactas al respecto, en el campo de Jos cientificos se sucedian las teorfas mas arbitrarias y absurdas que tendian a poner de acuerdo a la Biblia y Arist6- teles con las observaciones experimentales del buen sentido. ‘Otra cuestién es ésta: si fuese cierta la afirmacién del Ensayo, yen ‘qué se distinguiria la historia de las ciencias de Ia historia de Ia tecnolo- ‘gia? Con el desarrollo de los instrumentos “materiales” cientificos, s¢ inicia hist6ricamente [con] ef advenimiento del método experimental, se ha desarrollado una ciencia particular, la ciencia de los instrumentos, es- trechamente ligada al desarollo general de le produccicn y de Ja teeno- gia. Sobre este argumento debe verse: G. Boffito, Gti strumenti delta scienza i science degli strumend, Libraria Internazionale Sceber, Florencia, Hasta qué punto es superficial la afirmacién del Ensayo puede verse en el ejemplo de las ciencias mateméticas, que no tienen necesidad de instru- ‘mento material alguno (el desarrollo del dbaco no creo que pueda tenerse en cuenta) y que son ellas mismas “instrumento” de todas las ciencias naturales. Chr, Cuaderno 7 (VID, p. 54. §<22>. Cuestiones generales. 1. No esté tratado este punto funda- “smo nace el movimiento histérico sobre 1a base de la estructu- . Sin embargo, el problema es al menos sugerido en los Problem! fon- damentali de Plejénov' y se podia desarrollar. Este es ademds ef punto crucial de todas las cuestiones surgidas en torno a la filosofia de la praxis yy sin haberlo resuelto no se puede resolver otra de las relaciones entre la sociedad y Ia “naturaleza”, ala cual en el Ensayo se le dedica un capi 281 35 35 bis 36 2 Las dos proposiciones del prefacio a la Critica de la Eco- a: 1) La hamanidad se plantca siempre solamente aquellas tareas gue pucde resolver;.... la tarea misma surge s6lo alli donde las condiciones materiales para su solucién existen ya 0 al menos estén en el proceso de su devenir; 2] Una formacion social no perece antes de que se hayan desarrollado todas las fuerzas productivas para las cuales ella es todavia suficiente y de que nuevas y mis elevadas relaciones de produc- cién hayan ocupado su ugar: | antes de que las condiciones materiales de existencia de estas tltimas hayan sido incubadas en el seno mismo de la vieja sociedad® —habrfan debido ser analizadas en todo su alcance y con- secuencia, Sélo en este terreno puede ser eliminado todo mecanicismo y todo rastro de “milagro” supersticioso, debe ser planteado el problema de la formacién de los grupos politicos activos y, en tiltimo andlisis, tam- bién el problema de la funcién de las grandes personalidades de Ta his- toria, IL, Habria que compilar un registro “pontderado” de cientificos cuyas ‘opiniones, son citadas 0 combatidas con alguna difusién, acompafiando cada nombre con anotaciones sobre su significado y su importancia cient’ fica (esto también para los defensores de la filosofia de la praxis, que son citados ciertamente no de acuerdo a su originalidad y significado). En realidad, las alusiones a los grandes intelectuales son fugacisimas, Se plantea la cuestién: zno habria sido preciso, por el contrario, referirse s6lo a los grandes intelectuales adversarios y deiar de lado los secunda- ros, los remasticadores de frases hechas? Se tiene la impresiGn, justa- mente, de que se quiera combatir solamente contra los més débiles y acaso contra las posiciones mas débiles (o mas inadecuadamente sostenidas por os mas débiles) para obtener ficiles victorias verbales (porque no se puede hablar de victorias reales). Se engafian pensando que existe algu- na semejanza (que no sea formal y metaférica) entre un frente ideol6gico y un frente politico-militar. En la lucha politica y militar puede convenir la tdctica de atacar en los puntos de menor resisiencia para estar en con- diciones de atacar el punto mas fuerte con el méximo de fuerzas dispo- nibles precisamente por haber eliminado a los auxiliares mas débiles, etcé- tera, Las victorias politicas y militares, dentro de ciertos limites, tienen un valor permanente y universal y el fin estratégico puede ser alcanzado en forma decisiva con efecios gererales para todos. En el frente ideoldgi- co, por el contrario, 1a derrota de los auxiliares y de los seguidores me- ores tiene una importancia casi desdefiable; en’ éste hay que combatir contra los més eminentes. De otra manera se confunde ef periédico con al libro, Ia pequefia polémica cotidiana con el trabajo cientifico; los me- nores deben ser aban|donados a la infinita casuistica de Ia polémica pe- iodistica. ‘Una ciencia nueva alcanza la prueba de su eficiencia y vitalidad fecun 282 da cuando demuestra saber afrontar a los grandes campeones de tenden- cias opuestas, cuando resuelve con sus propios medios las cuestiones vi- tales que aquéllos han planteado o demuestra perentoriamente que tales cuestiones son falsos problemas. Es cierto que una época histérica y una determinada sociedad son més bien representadas por la media de os intetectuales y por lo tanto por los mediocres, pero la ideologia difundida, de masas, debe ser distinguida de las obras cientificas, de las grandes sintesis filos6ficas que son en realidad sus verdaderas claves y étas deben ser netamente superadas, ya sea ne- gativamente, demostrando su falta de fundamento, 0 positivamente, con- ‘raponiendo’ sintesis filosGficas de mayor importancia y significado. Le- yendo el Ensayo, se tiene Ia impresion de alguien que no puede dormir por Ja claridad lunar y se esfuerza por matar el mayor niimero de tuciér- hagas que puede, convencido de que la claridad disminuira 0 desaparecerd, TH Es posible escribir un libro elemental, un manual, wn Ensayo po- pular de una doctrina que ests todavia en Ia'etapa de la'discusién, de 1a polémica, de la elaboracién? Un manual popular no puede ser concebido sino como la exposicién, formalmente dogmitica, estilisticamente sosega- da, cientificamente serena, de un determinado argumento; no puede set ids que una introduccién’al estudio cientifico, y no la exposicién de in- vestigaciones cientificas originales, destinado a los j6venes 0 a un piblico que desde el punto de vista de ia disciplina cientifica esté en las con- diciones preliminares de 1a edad juvenil y que por lo mismo tiene nece- sidad inmediatamente de “certezas”, de opiniones que se presentan como veridicas y fuera de discusién, al menos formalmente, Si una determinada doctrina no ha alcanzado todavia esta fase “clésica” de su desarrollo, todo intento de “manwalizarla” debe necesariamente fracasar, su sistema- tizacién I6gica es s6lo aparente e ilusoria, se trataré, por el contrario, como es precisamente el caso del Ensayo, de una yuxtaposicién mecénica de elementos dispares, y que permane|cen inexorablemente inconexos desligados no obstante el bamiz unitario dado a la redaccién literaria, {Por qué, entonces, no plantear Ta cuestién en sus justos términos teéricos sy contentarse con un libro en el que Ta serie de los problemas esenciales de 1a docirina es expuesta monogrificamente? Serfa més serio y més “‘cientifico”. Pero se cree vulgarmente que ciencia quiere decir ab- Solutamente “sistema” y por eso se construyen sistemas de cualquier manera, que de! sistema no tienen la coherencia intima y necesaria sino sélo la mecéinica exterioridad. IV. En el Ensayo falta todo tratamiento de la dialéctica. La dialéctica es presupuesta, muy superficialmente, no expuesta, cosa absurda en un manual que deberia.contener los elementos esenciales de la doctrina tra- tada y cuyas referencias bibliogréficas deben ir dirigidas a estimular cl es- tudio para ampliar y profundizar el tema y no sustituir al manual mismo. 283 36 bis 37 La falta de un tratamiento de la dialéctica puede tener dos origenes; el primero puede consistic en el hecho de que se supone a la filosofia de la praxis escindida en dos elementos: una teoria de la historia y de la poli- fica concebida como sociologia, 0 sea a construire segin cl método de Jas ciencias naturales (experimental ea el sentido toscamente positivista), y una filosofia propiamente dicha, que vendria a ser el materialismo filo- S6fico 0 motafisico © mecéinico (vulgar). (Incluso después de la gran discusién sostenida coatra el mecanicismo, el autor del Ensayo no parece haber cambiado mucho el planteamiento del problema filos6fico. Como se desprende de la memoria presentada en el Congreso de Historia de la Ciencia de Londres, él sigue considerando que la filosofia de la praxis esté siempre escindida en dos: la doetrina de la historia y de la politica y la filosofia que 41 sin embargo dice ser el materialismo dialéctico y no ya el viejo materialismo filos6fico.) ‘Asi planteada la cuestién, no se entiende ya la importancia y el sig- nificado de la dialéctica que, de doctrina de! conocimiento y éustancia medular de Ja historiogratia y de la ciencia de ta politica, es degradada a tuna subespecic de I6gica formal, a una escolis|tica elemental. £1 signif cado* de la dialéctica s6lo puede ser concebido en toda su fundamental dad, s6lo si la filosofia de la praxis es concebida como una filosofia integral y original que inicia una nueva fase en la historia y en el desarro- ilo mundial del pensamiento en cuanto que supera (y al superar incluye en sf los elementos viteles) tanto el idealismo como el matetialismo, cexpresiones tradicionales de las viejas sociedades. Si la filosofia de la pra is no es pensada més que subordinadamente a otra filosofia, no se puede concebir Ia oueva dialéctica, en la cual precisamente se efectia y se expre- sa esa suporacién. El segundo origen parece ser de cardcter psicolégico. Se siente gue la dialéetica es cosa muy ardua y difeil, en cuanto que el pensar dialéotica- mente va contra el sentido comin vulgar que es dogmético, vido de cer- tezas perentorias y tiene 1a légica formal como expresiOn. Para entender mejor se puede pensar en lo que sucederia si en las escuclas primarias y securtdarias Tas ciencias naturales y fisicas fuesen ensefiadas sobre la base del relativismo de Einstein y acompafiando a la nocién tradicional de “ley de la naturaleza” aguelia de ley estadistica 0 de Jos grandes mimeros TLos nifios no entenderfan nada de nada y el choque entre la ensefianza escolar y la vida familiar y popular seria tal que la escuela se convertiria en objeto de escamio y de escepticismo caricaturesco. Este motivo me parece que es un freno psicol6gico para el autor del Ensayo; él realmente capitula ante el sentido comén y el pensamiento vul- gar porque no se ha planteado el problema en los términos tedricos exac- tos y por lo tanto se halla précticemente cesarmado e impotente. EL ‘En el manuscrilo: “La funcidn y cl significado. 284 ambiente ineducado y grosero ha dominado al educador, el sentido comén vulgar sc ha impucsto a la ciencia y no viccversa; si ol ambientc cs cl educador, éste debe ser educado a su vez,* pero el Ensayo no comprende esta dialéctica revolucionaria. La raiz de todos los errores del Ensayo y de su autor (cuya posicién no ha variado ni siquiera tras Ja gran discu- siGn, a consecuencia de la cual parece que ha repudiado su libro, como se desprende de la memoria presentada al Congreso de Londres)" consiste precisamente en esta pretensién de dividir la filosofia de la praxis en dos partes: una “sociologia” y una filosoffa sistematica. | Escindida de la teo- tia de la historia y de la politica, Ia filosofia no puede ser més que metafisica, mientras que la gran conquista en la historia del pensamiento modermo, representada por la filosofia de la praxis, es precisamente la historicizaci6n concreta de la filosofia y su identificacién con la historia. Chr. Cuaierno 7 (VII), pp. 61 dis, 64 bis-65, 65 bis66. 3 <23>. La teleologia. {En la concepcién de “misién histérica”* no podria déscubrirse una raiz teleolégica? Y en efecto en muchos casos ésta asume un significado equivoco y mistico. Pero en otros casos tiene un significado que, después del concepto kantiano de Ia teleologia,® puede ser sostenido y justificado por la filosofia de la praxis. Chr. Cuaderno 7 (VID, p. 73. § <24>. El lenguaje y las metéforas, En algunos puntos del Ensayo se afirma, asf, sin ninguna otra explicacin, que tos primeros escritores de la filosofia de la praxis emplean los términos de “inmanencia” ¢ “inma- nente” sélo en sentido metalérico;* parece que la pura afirmacién es en si misma exhaustive. Pero la cuestién de las relaciones entre el lenguaje ¥ las metaforas no es simple, todo lo conirario. El lenguaje, entre tanto, és siempre metaforico, Si tal vez no se puede decir exactamente que todo discurso es metaférico con respecto a la cosa u objeto material y sensible indicados (0 al concepto abstracto) para no ampliar demasiado el con- cepto de metéfora, se puede sin embargo decir que el lenguaje actual es metaférico con respecto a los significados y al contenido ideolégico que las palabras han tenido en los anteriores periodos de civilizacién. Un trata- do de seméntica, el de Michel Bréal,” por ejemplo, puede ofrecer un ca- tilogo histérica y criticamente reconstruido de las mutaciones seménticas de determinados grupos de palabras. Del no tener en cuenta este hecho, y por lo tanto det no tener un concepto critico e historicista del fenémeno lingifstico, derivan muchos errores tanto en el campo de Ia ciencia como en el campo prictico: 1] Un error de caricter estético que en la actua- 285 37 bis 38 38 bis lidad va corrigiéndose cada vez més, pero que en el pasado fue doctri- na dominante, es el de considerar “bellas” en sf ciertas expresiones a diferencia de otras en cuanio que son metéforas cristalizadas; los retéti- cos y los graméticos se derriten por | ciertas palabritas, en Tas cuales descubren quién sabe qué virtudes y esencias artisticas abstractas. So confunde 1a “alegria” totalmente libresca del fildlogo que se acongoja por el resultado de algunos de sus andlisis etimolégicos 0 semanticos con el goce propiamente artistico: recientemente se ha dado el caso patol6- ‘gico del escrito Linguageio e poesia de Giulio Bertoni.® 2} Un error pra fico que tiene muchos seguidores es la utopia de las lenguas fijas y uni versales. 3] Una tendencia arbitraria al neolalismo, gue nace ‘de ta cuestiin planteada por Pareto y los pragmatistas a propésito del “len- guaje como causa de error”. Pareto, como los pragmatistas, en cuanto que crecn haber originado una nueva concepcién del mundo 0 al menos haber innovado una determinada ciencia (o haber por consiguiente dado a las patabras un significado 0 at menos un matiz nuevo, o haber creado nuevos conceptos) se encuentra ante el hecho de que las palabras. tra- dicionales, en el uso comiin especialmente pero también en el uso de Ia clase culta ¢ incluso en el uso del sector de especialistas que tratan Tle mis- ., contintian manteniendo el viejo significado no obstante ta in de contenido y reaccionan. Pareto crea su propio “. Reduccidn de la filosofia de ta praxis a una sociologia, Fsta 286 iccién ha representado Ia cristalizacién de la tendencia decadente ya criticada por Engels (en las cartas a dos estudiantes. publicadas en ‘el Socialistische Akademiker), consistente en reducir una concepcién del mundo a un formulario mecénico que da Ia impresién de tener toda ta historia en el bolsillo.! Este ha sido el mayor incentivo a las féciles im- provisaciones periodisticas de los “'genialoides”. La experiencia en que se basa la filosofia de Ia praxis no puede ser esquematizada; ella es ta his- toria misma en su infinita variedad y multiplicidad cuyo estudio puede dar lugar al nacimiento de la “filologia” como método de erudicién en ta averiguacién de hechos particulares y al nacimiento de Ia filosofia enten- dida como metodologia general de Ia historia. Seguramente esto es Io que querian decir aquellos escritores que, como sugiere muy apresuradamente ef ensayo en su primer capitulo, niegan que se pueda construir una so- ciologia de la filosoffa de Ia praxis y afirman que la filosofia de Ja praxis vive sélo en Ios ensayos histéricos particulares* (la afirmacién, en esa forma cruda y desmada, cs cicrtamente errénea y seria una nueva y curiosa forma de nominalismo y de escepticismo filosético). Negar que se pueda construir una sociologta, entendida como ciencia de Ia sociedad, 0 sea como ciencia de la historia y de la politica, que no sea la misma filosofia de 1a praxis, no significa que no se pueda construir una compilacién em- pitica de observaciones pricticas que amplien Ia esfera de Ia filosofia como es entendida tradicionalmente. Si la filologia es la expresién meto- dolégica de la importancia de que los hechos particulares sean averigua- dos y precisados en su inconfundible “individualidad”, no se puede excluir la uiilidad prictica de identificar ciertas “leyes de tendencia” mas gene- rales que corresponden en Ia politica a las leyes estadisticas o de los gran- des | mimeros que han servido para hacer progresar algunas ciencias naturales. Pero no se ha puesto de relieve que la ley estadistica puede ser empleada en Ia ciencia y en el arte politico s6lo mientras que las grandes masas de la poblacién permanezcan esencialmente pasivas —con [respec- to a] las cuestiones que interesan al historiador y al politico— o se supone que permanezcan pasivas. Por lo demis, Ia extensién de Ia ley estadistica a la ciencia y al arte politico puede tener consecuencias muy graves en cuanto que se asume para consteuir perspectivas y programas de accién; sien las ciencias naturales la ley slo puede determinar despropésitos y errores garrafales, que podrin ser fécilmente corregidos por nuevas in- vestigaciones y que de todos modos sdlo ponen en ridiculo al cientifico individual qué hizo wso de ella, en la ciencia y en el arte politicos puede tener como resultado verdaderas catéstrofes, cuyos dais “brutos” no podrén nunca ser resarcidos. De hecho, en la politica ta adopcién de Ia ley estadistica como ley esencial, fatalmente operante, no sélo es un error cientifico, sino que se convierte ‘en error préctico efectivo: por otra parte, favorece la pereza mental y la superficialidad programatica. Debe obser- 287 » 39 bis vatse que la accién politica tiende precisamente a hacer salir a las mmul- des. de Ta pasivided, 0 sea a destruir Tas leyes de los grandes niime- ros; {emo puede entonces considerarse ésta una ley sociotégica? Si se reflexiona bien, la misma reivindicacién de una economia planificada, 0 Girigida, esté destinada a destruir la ley estadistica mecénicamente enten- dida, 0 'sea producida por Ja agregacién casuzl de infinitos actos arbitra~ ros individuales, aunque tendré que basarse en la estadistica, lo cual, sin embargo, no significa lo mismo: en realidad el conocimiento humano sus- tituye a Ia “espontaneidad” naturalisia, Otro elemento que en el arte poli- tico conduce al trastocamiento de los viejos esquemas naturalistas es la colocaci6n, en la funcién directiva, de organismos colectivos (los parti dos) en sustitucién de los individuos independientes, de los jefes ind Guales (0 carisméticos, como dice Michels).* Con la extensién de los partidos de masa y su adhesin orgdnica a la vida mds intima (econémi- co-productiva) de 1a masa misma, el proceso de estandarizacion de los sentimientos populares, de mecénico y casual (0 sea producto de la exis|tencia ambiente de condiciones y presiones similares) se vuelve cons- ciente y critico. Bl conocimiento y el juicio de importancia de tales sen- timientos no se produce ya por parte de los jefes por intuicién apuntalada por Ja identificacién de leyes estadisticas, o sea por via racional ¢ inte- lectual, demasiado a menudo falaz —que el jefe traduce en ideas-fuerza, cen palabras-fuerza—, sino que se produce por parte del organismo colecti- vo por “comparticipacién activa y consciente”, por “con-pasiGn”, por ex- periencia de los detalles inmediatos, por un sistema que podria ‘amarse de “filologia viviente”. Ast se forma un vinculo estrecho entre la gran masa, partido, grupo dirigente, y todo el conjunto, bien articulado, se puede mover como un “hombre-colectivo” Fl libro de Henri De Man," si es que tiene algén valor, lo tiene preci- samente en este sentido: que incita a “informarse” particularmente de sentimientos reales y no de aquellos supuestos segtin leyes socioligicas, de los grupos y de los individuos. Pero De Man no ha hecho ningdn descubrimiento ‘nuevo ni ha hallado un principio original que pueda su- perar la filosofia de Ia praxis 0 demostrarla cientificamente errada 0 esté- Til: ha elevado a principio cientifico un criterio empitico de arte politico ya conocido y aplicado, si bien estuviese insuficientemente definido y desarrollado. De Man ni siquiera ha sabido limitar exactamente su crite- rio, porque ha acabado por crear una nueva ley estadistica e inconscien- temente, con otro nombre, un nuevo método de matemética social y de clasificacién externa, una nueva sociologia abstracta. Cir. Cuademo 7 (VII), pp. S455 § <26>. Cuestiones generates. Una de las observaciones preliminares 288 «s éta: que el titulo no corresponde al contenido del libro.* “Teotia de Ia filosofia de la praxis” deberia significar sistematizacion légica y cobic- rente de los conceptos filosoficos que son conocidos en forma dispersa bajo ef nombre de filosofia de Ia praxis (y que muy a menudo espurios, de derivacién extrafia y como tales deberian ser ctiticados y expuestos). En los primeros capitulos deberian ser tratadas las euestiones! 2qué es la filosoffa? zen. qué sentido una concepeion del mundo puede flamarse flosofia? ze6mo ha sido concebida hasta abora la filosofia? a filo- sofia de fa praxis | innova esta eoneepcién? jqué significa una filosofia especulativa”? zpodré alguna vez la flosofia de la praxis tener una forma especulativa? ,qUé relaciones existen entre las ideologias, las concepcio- nes del mundo, les filosotias? eudles son o deben set las relaciones entre teorfa y'préetica? jodmo son concebidas estas relaciones por las filosotias tradicionales? ctegiera, etcétera. La respuesta a estas y otras preguntas consttuye la “teorfa” de la Blosofia de Ia praxis. En el Ensayo popular ni siquiera esti justficada coherentemente la premisa implicit en la exposicion y explicitamenie mencionada en alguna parte, casalmente, de que la verdadera filosotia es el materialismo filo- sficd y que la filosofia de Ta praxis es una pura “sociologia”. ;Qué sig- nifica realmente esta afirmacién? Si fuese cierta, Ia teor‘a de la flosofia de Ja praxis seria el materialismo filosofico, Pero en tal caso qué signi- fica que la flosotia de la praxis es una sociologia? g¥ qué. seria esta sociologia? {Una ciencia de la politica y de la histotiografia? 20 bien tuna recopilaci6n sistematica y clasficada segin un cierto orden de obser- vaciones puramente empirieas de arte polftico y de cfnones extemos de investigaci6n histérica? Las respucstas a estas preguntas no ye encuentran én el libro, y sin embargo solo ellas serian una teoria, Asi, no se justifica al vinculo entre el titulo general Teoria etcétera, y el subtitulo Ensayo po- ular El subtitulo seria un titwio més exacto si al término de ". Concepto de “ortodoxia’. De algunos puntos desarrotlados anteriormente, se desprende que el concepto de “ortodoxia” debe ser re- novado y reconducido a sus orfgenes auténticos, La ortodoxia no debe ser buscada en este 0 aguel seguidor de la filosofia de Ia praxis, en esta o aquella tendencia vinculada a corrientes extranas a 1a doctrina original, sino en el concepto fundamental de que la filosofia de la praxis “se basta a s{ misma’, contiene en si todos los elementos fundamentales para cons- truir una concepcién del mundo total e integral, una total filosofia y teo- ria de las ciencias naturales, y no solo eso, sino también para vivificar una organizacion préctica integral de Ia sociedad, o sea para convertirse en tuna total, integral civilizacién, Este concepto asi | renovado de ortodoxia, sirve para precisar mejor el atributo de “revolucionario” que con tanta facilidad se suele aplicar a diversas concepciones del mundo, teorias, filo- soffas. El cristianismo fue revolucionario en comparacién con el paganis- mo porque fue un elemento de completa escisién entre los defensores del viejo y del nuevo mundo. Una teorfa es “revolucionaria” precisamente en Ta medida en que es elemento de separacién y distincién consciente en dos campos, en cuanto que es un vértice inaccesible al campo adversario. Considerar que la filosofia de la praxis no es una estructura de pensa- miento completamente auténoma ¢ independiente, antagénica a todas las filosofias y Ias religiones tradicionales, significa en realidad no haber cor- tado los lazos con el viejo mundo, si'no es que significa, ademés, haber capitulado. La filosofia de Ia praxis no tiene necesidad de apoyos hetero- géneos, ella misma es tan robusta y fecunda en nuevas verdades que el viejo mundo recurre a ella para equipar su arsenal con armas més mo- dernas y eficaces. Esto significa que la filosofia de la praxis comienza a ejercer 8u propia hegemonia sobre la cultura tradicional, pero ésta, que es todavia robusta y sobre todo es més refinada y amanerada, trata de reaccionar como la Grecia derrotada, para acabar por vencer al tosco ven- cedor romano. Puede decirse que gran parte de la obra filosGfica de B. Croce repre- senta este intento de Teabsorber la filosofia de la praxis ¢ incorporarla 291 41 bis 2 como sierva de la cultura tradicional, Pero como se ve en el Ensayo, cluso partidarios que se laman “ortodoxos” de la filosofia de la praxis caen en la trampa y ellos mismos conciben su filosofia como subordinada auna teoria general materialista (vulgar) como otros a la idealista, (Esto no quiere decir que entre la filosofia de 1a praxis y las viejas filosotias no existan relaciones, pero éstas son menores a las existentes entre el cristianismo y la filosofia griega.) En el librito de Otto Bauer sobre la religién se pueden encontrar algunos indicios de las combina ciones a que ha dado lugar este erréneo concepto de que la filosoffa de la praxis no es aut6noma ¢ independiente, sino que tiene necesidad de apoyarse en otra filosofia, materialista o idealista, segiin el | caso. Bauer sostiene, como tesis politica, el agnosticismo de los partidos y el permiso dado a sus miembros de agruparse en idealistas, matcrialistds, ateos, ca- télicos, etoétera, o sea del mas abyecto y vil oportunismo.* Nota I. Una de las causas del error por el que se va en busca de una filosofia general que esté en la base de la filosofia de la praxis y se niega implicitamente a ésta una originalidad de contenido y de método, parece consistir en Io siguiente: que se crea una confusién entre 1a cultura filo- s6fica personal del fundador de la filosofia de Ia praxis, 0 sea entre las corrientes filoséficas y los grandes filésofos en los que se interesd inten- samente cuando joven y cuyo lenguaje a menudo reproduce (aunque siem- pre con espirity de desapego y haciendo notar en ocasiones que asi quie- re hacer comprender mejor su propio concepto), ¥ los origenes 0 Jas partes constitutivas de Ja filosofia de la praxis, Este error tiene toda una historia, especialmente en Ia critica Titeratia, y es sabido que cl trabajo de reducir grandes obras poéticas a sus fuentes constituyé, en cierta época, cl esfuerzo maximo de muchos insignes eruditos. La cuesti6n se sittla en su forma externa en Jos lamados plagios, pero también es sabido que i cluso para algunos “plagios” ¢ incluso reproducciones literales, no est ‘excluido que se pueda alegar una originalidad de la obra plagiada o repro- ducida, Pueden citarse dos ejemplos insignes: 1] FI soneto de Tansillo reproducido por Giordano Bruno en los Eroici furori (o en la Cena della Ceneri) “Poiché spiegate ho Pali al bet desio” (que en Tansillo era un soneto de amor para la marquesa del Vasto); 2] Los versos para los muertos de Dogali ofrecidos por D’Annunzio como propios para un nt- mero tinico y que fueron copiados al pie de Ja letra de una antologia de Tommaseo de cantos servios.* Sin embargo, en Bruno y en D’Annunzio estas reproducciones adquieren un gusto nuevo y original que hace olvi- dar su origen. El estudio de la cultura filoséfica de un hombre como el fundador de Ja filosoffa de la praxis no sélo es interesante, sino que es necesario siempre que no se olvide que forma parte exclusivamente de la reconstruccién de su biograffa intelectual y que los elementos de espino- zismo, de feuerbachismo, de hegelianismo, de materialismo francés, etcé- 292 tera, no son en absoluto partes esenciales de Ia filosofia de la praxis ni ésta'se reduce a aquéllos, sino que Io que mas interesa es precisamente 1a superacin de las viejas filosofias, la nueva sfntesis 0 los elementos de una nueva sintesis, e] nuevo modo de | concebir la filosofia en la que los 42 bis elementos se hallan contenides en los aforismos o dispersos en los escri- tos del fundador de la filosofia de Ja praxis y que justamente hay que identificar y desarrollar coherentemente. En cuanto teoria, la filosofia de {a praxis no se confunde y no se reduce a ninguna otra filosofia: no s6lo €s original en cuanto que supera a las filosofias precedentes, sino espe- cialmente en cuanto que abre un camino completamente nuevo, 0 sea que renueva de arriba abajo el modo de concebir la filosoffa misma. En cuanto investigaci6n hist6rico-biogréfica se estudiacé cudles fueron los intereses que sirvieron de base al fundador de la filosofia de Ja praxis para su filosofar, tomando en cuenta la psicologia del joven estudioso que en cada caso se deja atraer intelectualmente por cada nueva corriente que cstudia y examina, y gue se forma su propia individualidad por este mismo errar que crea el espiritu critico y la fuerza de pensamiento origi- nal después de haber experimentado y confrontado tantos pensamientos contrastantes —qué elementos incorpord haciéndolos homogéneos a su pensamiento, pero especialmente aquello que es nueva creacién, Es cierto que el hegelianismo es el més importante (relativamente) de los motivos del filosofar de nuestro autor, incluso y especialmente porque el hegelia- nismo intent6 superar las concepciones tradicionales de idealismo y ma- terialismo en una nueva sintesis que ciertamente tuvo una importancia excepcional y representa un momento histérico-mundial de Ia investiga- ci6n filoséfica, Asi sucede que cuando en el Ensayo se dice que el tér- mino “inmanencia” en la filosofia de la praxis se emplea en seatido meta- forico,? no se dice nada en absoluto; en realidad el término inmanencia hha adquirido un significado peculiar que no es el de los “panteistas”, ni tiene otto significado metafisico-tradicional, sino que ¢s nuevo y precise ser establecido, Se ha olvidado, en una expresién may comtin, que habia ‘que poner el acento en el segundo término “histérico” y no en el primero de origen metafisico. La Gilosoffa de la praxis es el “bistoricismo” abso- Tuto, la mundanizacién y terrenalidad absoluta del pensamiento, un huma- nismo absoluto de fa historia. En esta linea hay que excavar el fila de la nueva concepeién del mundo, Nota 1. A propésito de Ja importancia que puede tener la nomencla- 43 tura para las cosas nuevas. En cl Marzocco del 2 de octubre de 1927, en el capitulo XI de los “Bonaparte a Roma” de Diego Angeli, dedicado a Ia princesa Carlota Napoleén (hija del rey José y mujer de Napolen Luis, hermano de Napoledn IH, muerto en la insurreccién de Romatia en 1831) se reproduce una carta de Pietro Giordani a la princesa Carlota, en Ta que Giordani escribe algunos de sus pensamientos personales sobre 293 43 bis Napoleén I. En 1805, en Botonia, Napoledn fue a visitar el “Instituto” (Academia 'de Bolonia) y conversé largamente con aquellos cientificos (entre quienes se enconiraba Volta). Entre otras cosas dijo: “. . .Yo creo que cuando en las ciencias se encuentra algo verdaderamente niuevo, hay que edjudicarle un vocablo completamente nucvo, para que Ja idea resulte precisa y definida, Si dais un nuevo significado 2 un viejo vocablo, aun cuando declaréis que la antigua idea ligada a aquella palabra no tiene nada en comtn con la idea que se le atribuye actualmente, las mentes humanas jamés podrén dejar de considerar que exista alguna semejanza y conexién entre la idea antigua y Ja nueva; y eso confunde la ciencia y produce ademés inttiles disputas”.* Segin’ Angeli, la carta de Giordai sin fecha, puede considerarse como escrita en la primavera de 1831 (por Jo que puede pensarse que Giordani recordaba el contenido general de la sonversacién con Napoleén, pero no la forma exacta). Habria que ver si Giordani, en sus libros sobre la lengua, expone concepios sobre esta cues- tién, Chr, Cuaiderno 4 (XID), pp. 53-83 bis, 51-51 bis y 65. §.<28>. La inmanencia y Ia filesofia de ta praxis. En el Ensayo se indica que en la filosofia de la praxis los términos de ‘‘inmanencia” € “jnmanente” son ciertamente usados, pero que “evidentemente” este uso es solo “metaférico”? Perfectamente. ;Pero acaso asi se ha explicado que es lo que “metaféricamente” significan inmanencia e inmanente? :Por qué estos términos han seguido siendo usados y no han sido sustituidos? {Sélo por el horror a crear nuevos vocablos? De costumbre, cuando una fueva concepcién del mundo sucede a una precedente, el lenguaje pre- ccedente sigue siendo usado, pero es usado metaféricamente. Todo el len- guaje es un continuo proceso de metéforas, ¥ Ia historia de la seméntica es un aspecto de la historia de 1a cultura: el lenguaje es al mismo tiempo una | cosa viva y un museo de fésiles de la vida y las civilizaciones pa- sadas. Cuando yo empleo la palabra desastre nadie puede culparme de creencias astrol6gicas, y cuando digo “jpor Baco!” nadie puede creer que yo sea un adorador de Ias divinidades ‘paganas, sin embargo esas expre- Siones son una prueba de que Ia civilizacién moderna es un desarrollo tan- to del paganismo como de Ia astrologia. El término “inmanencia” en la filosofia de la praxis tiene su significado preciso, que se esconde bajo la metéfora y esto es lo que habia que definir y precisar; en realidad esta definicién habria sido verdaderamente “teoria”. La filosoffa de la praxis continiia Ia filosofia de la inmanencia, pero la depura de todo su aparato metafisico y la conduce al terreno concreto de la historia. El uso es me- taférico s6lo en el sentido de que la vieja inmanencia est4 superada, ha sido superada, pero sin embargo sigue considerindose como eslabon en 294 «1 proceso de peasamiento del que ha nacido fo nuevo, Por otra parte, of nuevo concepto de “inmancncia” jes completamente nuevo? Parece que en Giordano Bruno, por ejemplo, se encuentran muchos rastros de tal con- cepeiéin nueva; los fundadores de la filosofia de ia praxis conocian a Bru- no. Lo conocian y quedan rastros de obras de Bruno apostilladas por ellos#* Por lo demas, Bruno no dejé de tener influencia en la filosofia clisica alemana, etcétera. He aquf muchos problemas de historia de la filosofia que no carecerfan de utilidad. Ctr. Cuaderno 4 (XI), pp. 5555 §.<29>. El “instrumento téenico”. La concepcién del “instrumento técnico”* es completamente errada en el Ensayo popular. Del ensayo de B. Croce sobre Achille Loria (Materialismo storico ed economia marxisti ea) se desprende que precisamente fue Loria el primero en emplear arbi- tsariamente (0 por vanidad pueril de descubrimientos originales) la ex- presién de “instrumento técnico” en sustitucién de Ia de “fuerzas mate- Tiales de produccién” y de “conjunto de relaciones sociales”.* En el prefacio a la Critica de la economia politica se dice: “En ta pro- duceién social de su vida los hombres entran entre ellos en relaciones determinadas, necesarias e independientes de su arbitrio, o sea en rela- ciones de produccién, las cuales corresponden a un determinado grado de desarrollo de las fuerzas materiales de produccién. El conjunto | de tales relaciones constituye la estructura econémica de Ja sociedad, o sea la base real sobre la cual se eleva una superestructura politica y juridica, y ala cual corresponden determinadas formas sociales de Ia conciencia [...] En un punto determinado de su desarrollo, las fuerzas productivas ma- tcriales de 1a sociedad se encuentran en contradiccién con las relaciones de produccién prexistentes (o sea con las relaciones de la propiedad, lo que e5 el equivalente juridico de tal expresién), dentro de las cuales aquellas fuerzas se movian anteriormente. Estas reiaciones de produccién, de fuerzas de desarrolio de las fuerzas productivas, se convierten en st impedimento. Y entonces da comienzo una época de revolucién social. Con la transformacién del fundamento econémico se revoluciona y pre~ cipita, mas 0 menos ripidamente, la colosal superestructura que sé halla encima [.. ] Una formacién® social no perece, mientras no se hayan desarro- lado todas las fuerzas productivas para las cuales tiene campo suficientes ¥ nuevas relaciones de produccién no se inician, si antes las condiciones materiales para su existencia no han sido incubadas en el seno de la so- ciedad ya existente.” (Traducido al italiano por Antonio Labriola en su escrito: In memoria.)* Y he aqui la recomposicién de Loria (en La terra En el manuscrit “forma” 295 44 bis ¢ il sistema sociale, Verona, Drucker, 1892 p. 19, pero Croce afirma que en otros eseritos de Loria existen otras): “A una determinada etapa del instrumento productivo corresponde, y sobre él se erige, un sistema de produccién dado, y por lo tanto de’ relaciones econdmicas, las cuales forjan después todo el modo de ser de la sociedad. Pero la evolucién in- cesante de los métodos productivos genera antes o después una metamor- fosis radical del instrumento téenico, Ia cual hace intolerable aquel sis- tema de produccién y de economfa, que se basaba en la etapa anterior de la técnica. Entonces 1a fuerza econémica envejecida es destraida me- diante una revoluciéa social y sustituida por una forma cconémica supe- rior, que responde a la nueva fase del instrumento productivo”* (Un ensayo brillantisimo y digno de fama es el que ha escrito Loria sobre Jas virtudes insdlitas del instrumento téenico en el articulo “L’influen- za sociale detl'aeroplano” publicado en la Rassegna Contemporanea del duque de Cesard en un fasciculo de 1912.)* Croce aiade que en la Critica de la Economia Politica (vol. I, p. 143 n. y en 335-36 n.) y en otras, artes se pone de relieve la importancia de los inventos técnicos y se in- ¥oca una historia de la técnica, pero no existe ningtn escrito en el que el ‘“instramento | téenico” se presente como la causa tinica y suprema del desarrollo econémico. E] parrafo del Zur Kritik contiene las expresiones “grado de desarrollo de las fuerzas materiales de produc- én”, “modo de produccién de 1a vida material”, “condiciones econé- micas de la produceién” y similares, i2s cuales afirman ciertamente que el desarrollo econémico ¢s determinado por condiciones materiales, pero nunca reducen éstas a la sola “metamorfosis del instrumento ténico”. Croce afiade, ademas, que el fundador de Ja filosofia de la praxis nunca se Propuso estas investigaciones en torno a la causa iltima de Ja vida eco- némica, “Su filosofia no eta tan barata. No habia ‘coqueteado’ en vano con la dialéctica de Hegel, para ir luego a buscar las causas tidtimas.”* Hay que seftalar que en el Ensayo popular ni se reproduce el fragmento del prefacio a Zur Kritik ni se hace mencién del mismo." Lo cual re- sulta bastante extraiio, tratdndose de la fuente auléntica més importante ara una reconstruccién de a filosofia de la praxis. Por otra parte, a este Tespecto, cl modo de pensar expuesto en el Ensayo no es diferente del de Loria, si no es incluso més critieable y superficial. En el Ensayo no se comprende exactamente qué cosa es la estructusa, Ia superestructura, el instrumento técnico: todos los conceptos generales son en él nebuldsos y.vagos. El instrumento técnico es concebido en forma tan genérica que viene a significar cualquier herramienta y utensilio, hasta los instrumentos que emplean los cientificos en sus experimentos y. . los. instrumentos musicales. Este modo de plantear la cuestién hace las cosas initilmente complicadas. Partiendo de este barroco modo de pensar surge toda una serie de cuestiones barrocas: por ejemplo, las bibliotecas son estructura 296 ‘© superestructuras? gy los gebinetes experimentales de los cientificos? Si puede sostenerse quo un arte o una ciencia se desarrollan mediante el desarrollo de sus tespectivos instrumentos téenicos, gpor qué no podria sostenerse respectivamente Io contrario 0 incluso que ciertas formas ins- trumentales son al mismo tiempo estructura y superestructura? Podria de- cirse que ciertas superestructuras tienen stv propia estructura particular aunque sin dejar de ser superestructuras: ast el arte tipogrdfico seria la estructura material de toda una serie | o més bien de todas las ideologias, y bastaria la existencia de la industria tipogrdfica para justificar mate Tialistamente toda la historia. Quedaria atin el caso de la matematica pura, del Algebra, que no teniendo instrumentos propios no podrian desarrollar- se, Es evidente que toda la teorfa del instrumento técnico del Ensayo os sélo un abracadabra y que puede parangonarse con fa tcoria de la “me- motia” elucubrada por Crove para explicar por qué los artistas no se con- forman con concebir sus obras s6lo idealmente sino que las escriben o las ‘esculpen, eicétera (con la fenomenal objecion de Tigher a propésito de la arquitectura, en la que seria un poco dificil de acepiar que para mantener la memoria de un palacio, el ingeniero lo construya)," eteétera. Es cierto que todo ello es una desviacién infantil de la filosofia de la praxis, deter- minada por la conviecién barroca de que cuanto mas se recurre a obje‘os “materiales”, tanto mas ortodoxo se es. (Chr. Cuaierno 4 (XII), pp. $6 bis-57 y 51 bis-52 §.<30>. La “materia”, Qué entiende por “materia” el Ensayo popu- Jar? En un ensayo popular, més atin que en un libro para especialistas, y especialmente en éste que pretende ser ef primer trabajo de su clase, hay que definir con exactitud no sélo los conceptos fundamentales, sino toda Ja terminologfa, para evitar las causas de error ocasionadas por las acep- ciones populares y vulgares de las palabras cientificas. Es evidente que para la filosofia de la praxis la “materia” no debe ser entendida ni en el significado que se desprende de las ciencias naturales (fisica, quimica, me- Anica, etcétera, y estos significados deben registrars y estudiarse én su desarrollo hist6rico) ni en sus significados tales como se desprenden de las diversas metafisicas materialistas. Las diversas propiedades fisicas (qui micas, mecénicas, etcétera) de la materia en su conjunto cons- tituyen la materia misma (a menos que no se recaiga en una concepcién del néumeno kantiano) son consideradas, pero sélo en cuanto resultan “elemento econdmico” productivo. La materia, pues, no debe ser consi- derada como tal, sino como social ¢ hist6ricamente organizada para la producciGn, y de ahi la ciencia natural como esencialmente una categoria hist6rica, una relacién humana. EI conjunto de tas propiedades de todo tipo de material ha sido alguna vez el mismo? La historia de las ciencias 297 as 45 bis 46 técnicas demuestra que no. Durante cuanto tiempo no se hizo caso de fa fuerza mecénica | del vapor? ;,¥ puede decirse que tal fuerza mecénica exis. tiera antes de ser utilizada por las mAquinas humanas? Entonces, gen qué sentido y hasta qué punto no es cierto que la naturaleza no da lugar a descubrimientos ¢ inventos de fuerzas preexistentes, de cualidades preexis- tentes de la materia, sino sélo a “creaciones” que estin estrechamente ligadas a los intereses de ta sociedad, al desarrollo y a las ulteriores ne- eesidades de desarrollo de las fuerzas productivas? Y el concepto idea lista de que la naturaleza no es otra cosa que la categoria econémica, ino podria, depurado de sus superestructuras especulativas, ser reducido a términos de filosofia de la praxis y ser demostrado hist6ricamente como yinculado a ésta y como un desarrollo de ésta? En realidad la filosofia de ia praxis no estudia una maquina para conocer y establecer la estruc- tura atémica de su material, las propiedades fisico-quimico-mecinicas de sus componentes naturales (objeto de estudio de las ciencias exactas y de Ja tecnologia), sino en cuanto que es un momento de las fucrzas mate~ riales de produccién, en cuanto que es objeto de propiedades de determi- nadas fuerzas sociales, en cuanto que expresa una relacién social y ésta corresponde a un determinado periodo histérico. El conjunto de las fuer- zas materiales de produccién es el elemento menos variable en el des- arrollo histérico, es aquél que una y otra vez puede ser identificado y medido con exactitud matemética, que puede dar lugar por lo tanto a ob- servaciones y a criterios de carécter experimental y por lo tanto a la re- construccién de un robusto esqueleto del futuro historico. La variabilidad del conjunto de las fuerzas materiales de produccién es también mensu- rable y se puede establecer con cierta precisién cuando su desarrollo pasa a ser de cuantitativo a cualitativo. El conjunto de las fuerzas materiales de produccién es al mismo tiempo una cristalizacién de toda la historia pasada y la base de la historia presente y futura, es un documento y al mismo tiempo una activa fuerza actual de ‘propulsién. Pero el concepto de actividad de estas fuerzas no puede ser confundido y ni siquiera paran- gonado con la actividad en el sentido fisico 0 metafisico. La electricidad es histéricamente activa, pero no como simple fuerza natural (como des- carga eléctrica que provoca incendios, por ejemplo), sino como un ele- mento de produc|cién dominado por el hombre ¢ incorporado al conjunto de las fuerzas materiales de producci6n; objeto de propiedad privada. Co- mo fuerza natural abstracta, Ia electricidad existia incluso antes de su re- duceién a fuerza productiva, pero no operaba en la histori, y era_un tema de hipétesis en la historia natural (y antes era Ja “nada” histérica, porque nadie se ocupaba de ella y, es mas, todos la ignoreban). Estas observaciones sirven para hacer comprender cémo el elemento causal adoptado por Jas ciencias naturales para explicar la historia huma- na es un puro arbitrio, cuando no es un tegreso a las viejas interpreta- 298 ciones ideoligicas. Por ejemplo, el Ensayo afirma que la nueva teoria atémica destruye el individualismo (las robinsonadas).: {Pero qué signi- fica esto? 2Qué significa este acercamiento de la politica a las teorias cien- tificas sind que la historia es movida por estas teorias cientificas, 0 sea por las ideologies, por Jo que por querer ser ultramaterialistas se incurre en una forma barroca de idealismo abstracto? Tampoco se puede respon- der que no es la teoria atémica la que ha destruido el individualismo, sino Ja realidad natural que la teoria describe y comprueba, sin caer en las mas complicadas contradicciones, porque esta realidad natural se supone an- terior ala teorfa y por lo tanto operante cuando el individualismo estaba cen auge, {Cémo ¢s que, entonces, no operaba la realidad “atGmica” siem- pre, si ésia era y es una ley natural, sino gue para operar tuvo que esperar ‘a que los hombres construyesen una teoria? {Los hombres obedecen sélo a las leyes que concen, como si fuesen leyes emanadas de los Parlamen- tos? ZY quién podria hacer observar a los hombres las leyes que ignoran, de acuerdo con el principio de la legistacién moderna segiin el cual la ignorancia de la ley no puede ser invocada por e! reo? (Tampoco puede decirse que las leyes de una determinada ciencia natural son idénticas a fas leyes de Ta historia, o que siendo todo el conjunto de las ideas cienti- ficas una unidad homogénca, se puede reducir una ciencia a otra o una Tey a otra, porque en este caso gen virtud de qué privilegio este determi- nado elemento de la fisica y no otro puede ser reducible a la unidad de Ia concepcién del mundo?) En realidad, éste es slo uno de tantos ele- mentos del Ensayo popular que demuestran el superficial planteamiento del problema de la filosofia de la | praxis, el no haber sabido dar a esta concepgién del mundo su autonomfa cientifica y la posicién que le co- rrespoitde frente a las ciencias naturales, incluso, peor ain, frente a aquel vyago concepto de ciencia en general que es propio de la concepcién vulgar del pueblo (para el cual hasta los juegos de prestidigitacién son cicncia). ila teoria atémica modema es una teoria “‘definitiva’, establecida de una vez por todas? Quién, qué cientifico osaria afirmarlo? ,O no es, por et contrario, simplemente una hipotesis cientifica que podré ser superada, 0 sea absorbida en una teorfa més vasta y general? {Por qué, pues, la rele- rencia a esta teoria deberfa haber sido decisiva y haber puesto fin a la cuestién del individualismo y de las robinsonadas? (Aparte del hecho de que las robinsonadas pueden ser en ocasiones esquemas pricticos cons- truidos para indicar una tendencia o para una demostracién mediante el absurdo: incluso el autor de la Economia critica recurrié a algunas ro vinsonadas). Pero hay otras cuestiones: si la teoria atémica fuese lo que el Ensayo pretende, dado que la historia de la sociedad es una serie de mutaciones y las formas de sociedad han sido numerosas, mientras que la teoria atémica seria el reflejo de una realidad natural siempre igual ,¢6- ‘mo es que la sociedad no ha obedecido siempre a esta ley? ;O se pre- 299 46 bis a tenderia que la transicién del régimen corporativo medieval al individua- lismo econémico haya sido anticientifica, un error de la historia y la na- turaleza? Segin la teorfa de la praxis és evidente que no es Ja teorfa atémica la que explica la historia humana, sino viceversa, esto es, que la tcoria atémica, como todas las hipétesis y las opiniones cientificas, son superestructuras, [La teoria at6mica serviria para explicar al hombre bio- I6gico como un agregado de cuerpos diversos y para explicar la sociedad de los hombres. {Qué teoria mas amplia!] Cir. Cuaderno 4 (XIT), pp. $8 bis-59 bis § <31>. La causa tltima, Uno de los rasgos més visibles de vieja meta- fisica en el Ensayo popular es el intento de reducirlo todo 2 una causa, Ta causa altima, la causa final.t Se puede reconstruir la historia del problema de la causa tnica y tltima y demostrar que ésta es una de las manifesta ciones de la “bisqueda de dios”. Contra este dogmatismo recordar una vez més las dos cartas de Engels publicadas en el Sozialistische Aka- demiker? § <32>. Cantidad y calidad. En el Ensayo popular se dice (ocasional- mente, porque la afirmacién no esté justificada, valorada, no expresa un concepto fecundo, sino que es casual, sin nexos antecedentes y subsecuen- tes) que cada sociedad es algo mas que Ia mera suma de sus componentes individuales." Esto es cierto abstractamente, gpero qué significa concre- tamente? La explicacién que se nos ha dado, empiricamente, ha, sido a menudo una cosa barroca. Se ha dicho que cien vacas una por una son algo bien distinto de cien vacas juntas que entonces son un rebaiio, haciendo una simple cuestién de palabras, Ast se ha dicho que, en la nu- meracién, llegados a diez tenemos una decena, como si no existiese el par, el terceto, el cuarteto, etcétera, 0 sea un simple modo distinto de nume- rar, La explicacién te6rico-préctica més concreta se tiene en el primer volumen de la Critica de la economia politica, donde se demuestra que en el sistema de fabrica existe una cuota de produccién que no puede ser atri- buida a ningin trabajador individual, sino al conjunto de los obreros, al hombre colectivo.? Algo semejante sucede para la sociedad entera, que esta basada en a divisién del trabajo y de las funciones y por Io tanto vale més que Ia suma de sus componentes. Cémo ha “concretado” Ia filosofia de la praxis la ley hegeliana de la cantidad que sc convierte en calidad es otro de aquellos problemas te6ricos que el Ensayo popular no plantea, sino que considera ya sabidos, cuando no se conforma con simples juegos de palabras como aquellos sobre el agua que al cambiar de temperatura cambia de estado (sGlido, liquido, gaseoso), que es un hecho puramente 300 mecénico, determinado por un agente externo (el fucgo, el sol, 0 Ia evar poracién del acido carbénico solido, etcétera). 2Quién seré en l hombre este agente externo? En la fébrica es 1a sign del trabajo, eteétera, condiciones creadas por el hombre mismo. En Ja sociedad es el conjunto de las fuerzas productivas. Pero el autor del Ensayo no ha pensado que si cada agregado social es algo més (e incluso algo distinto) que la suma de sus componentes, ello significa que Ia ley © el principio que explica el desarrollo de la sociedad no puede ser una ley fisiea, porque en la fisica no se sale nunea de la esfera de Ia cantidad si no es en metéfora, Sin embargo, en Ia filosofia de la praxis Ia calidad esté siempre vinculada a Ia cantidad, ¢ incluso seguramente en tales co- rexiones es su parte més original y fecunda. De hecho, cl idcallismo hipos- tatiza este algo mis, la calidad, hace de clla un ente en si mismo, el “ piritu”, asi como la religién hizo de ella la divinidad. Pero si es hipéstasis a de la religion y 1a del idealismo, 0 sea abstraccién arbitraria y no pro- ceso de distincién analitica précticamente necesario por razones pedagégi- cas, es también hipSstasis la det materialismo vulgar, que diviniza una ‘materia hipostatica. Hay que confrontar este modo de ver en la concepcién de ta sociedad con la concepcién del Estado propia de los idealistas actuales. Para los, actualistas el Estado acaba por ser precisamente este algo de superior a los individuos (si bien después de las consecuencias que Spirito sacé a ropésito de la propiedad de Ia identificacién idealista del individuo y del Bytado, Gentile en la Fducacione Fascista de agosto de 1932" ha precisado pradentemente). La concepcién de los actualistas vulgares cay6 tan bajo en el puro psitacismo, que la ‘nica critica posible era Ia caricatura humo- ristica. Se podia imaginar un recluta que expone a los oficiales reclutado- res la teoria del Estado superior a Jos individuos y pide que dejen libre su persona fisica y material y enrolen a aquella cosita que contribuye a construir ese algo nacional que es el Estado. O recordar ta historia del Novellino en la que el sabio Saladino dirime la disputa entre el cocinero que quiere ser pagado por el uso de Tas emanaciones arométicas de sus viandas y el mendigo que no quiere pagar: Saladino hace pagar con el tintineo de les monedas y dice ‘al cocinero que se embolse el sonido asi como el mendigo sc comié os effulvios arométicos.* Chr. Cuaderno 4 (XID), pp. 64-64 bis. § <33>. Cuestiones generates, Un tratamiento sistemético de Ia filo- sofia de Ja praxis no puede pasar por alto ninguna de las partes constitu- tivas de la doctrina de su fundador. {Pero en qué sentido debe entenderse esto? Tal examen debe tratar toda 1a parte general filoséfica, por Jo tanto debe desarrollar coherentemente todos los conceptos generales de una 301 47 bis 48 4B bis metodologia de la historia y de la politica, y ademds del arte, de la eco- nomia, de la ética y debe, en la relacién general, hallar lugar para una teoria ‘de las ciencias naturales. Una concepcién muy difundida es que la filosoffa de la praxis es una pura filosofia, la ciencia de Ia dialéctica, y que las otras partes son la economia | y la politica, por 1o que se dice que Ja doctrina esta formada de tres paites constitutivas, que son al mis- mo tiempo la coronacién y la superacién del grado mas alto que hacia 1848 habia alcanzado Ta ciencia de las maciones mas avanzadas de Europa: la filosofia clasica alemana, Ja economia elasica inglesa y la actividad y Ia ciencia politica francesas.* Esta concepcién, que es més una investigacion general de las fuentes histéricas que una clasificacién nacida de lo inti- mo de la doctrina, no puede contraponerse como esquema definitive a cualquier otra organizacién de la doctrina que sea més apegada a la rea- lidad. Se preguntaré si la filosofia de la praxis no es acaso especificamente una teorfa de Ia historia, y se responde que ello es cierto, pero por eso la politica y fa economfa ‘no pueden separarse de Ia historia, incluso en tas fases especializadas, de ciencia y arte de la politica y de ciencia y poli tica econdmica. Esto es, después de haber, en 1a parte filos6fica general (que la filosoffa de la praxis propiamente dicha, la ciencia de ta aléctica 0 gnoseologia, en Ia que los conceptos generales de historia, de politica, de economia se anudan en una unidad orginica) desarrollado Ta tarea principal, es util, en un ensayo popular, dar las nociones generales de cada momento o parte constitutiva, incluso en cuanto ciencia inde- pendiente y distinta. Si se observa bien, se ve que en el Ensayo popular todos estos puntos son por lo menos rozados, pero casualmente, no cohe- rentemente, en forma castica ¢ indistinta, porque falta todo -concepto claro y preciso de qué es la misma filosofia de la praxis. Cir. Cunderno 4 (X11), p. 74 bis § <34>. La objetividad del mundo externo. La expresion de Engels de que “ia materialidad del mundo es demostrada por el largo y laborioso desarrollo de la filosofia y de las ciencias naturales”* deberia ser anali- zada y precisada. {Se entiende por ciencia la actividad tedrica o la actividad préctico-experimental de los cientificos? ;o la siatesis de ambas activids- des? Podria decirse que en esto se tendria el proceso unitario tipico de lo real, en la actividad experimental del cientifico que es el primer modelo de mediaciGn dialéctica entre el hombre y la naturaleza, la célula histérica elemental por la que el hombre, poniéndose en relacién con la naturaleza a través de la tecnologia, ta conoce y Ta domina. Es indudable que el afian- zamiento del método experimental separa dos mundos de la | historia, dos éocas, e inicia el proceso de disolucién de la teologia y de Ta metal y de desarrolio de! pensamiento modemo, cuya coronacién esté en ta filo” 302 sofia de Ja praxis. La experiencia cientifica es la primera célola del nuevo método de produccién, de la nueva forma de unién activa entre el hombre y la naturaleza. El cientifico-experimentador es [también] un obrero, no un puro pensador, y su pensar es continuamente controlado por Ia préctica y viceversa, hasta que se forma [a unidad perfecta de teoria y préctica, Nota I. Debe estuciarse la posicién del profesor Lukacs con respecto a la filosofia de Ta praxis. Parece que Lukacs afirma que se puede hablar de dialéctica s6lo para la historia de los hombres y no para Ja naturaleza* Puede estar equivocada y puede tener raz6n. Si sw afirmacién presupone tun dualismo entre la naturaleza y el hombre esté equivocado porque cae en una concepcién de la naturaleza propia de la religién y de la filosofia greco-cristiana ¢ incluso propia del idealismo, que realmente no logra unificar y poner en relacién al hombre y a la naturaleza més que verbal- mente. Pero sila historia humana debe concebirse también como historia de Ta naturaleza (incluso a través de la historia de la ciencia), ge6mo pue- de la dialéctica ser apartada de la naturaleza? Seguramente Lukacs, por reaccién contra las teorias barrocas del Ensayo popular, ha caido en el error opuesto, en una forma de idealismo. Es cierto queen Engels (An- i-Dihring) se encuentran muchas ideas que pueden conduciz a las des- viaciones del Ensayo. Se olvida que Engels, no obstante haber trabajado Jargo tiempo, dej6 muy pocos materiales sobre la obra prometida para demostrar la dialéctica ley e6smica y se exagera al afirmar la identidad de pensamiento entre los dos fundadores de Ia filosofia de la praxis. Che. Cuaderno 4 (XII, pp. 80 y 77-77 bis, § <35>. La teleologia. En la cuestién de la teleologia reselta ain més vividamente el defecto del Ensayo al presentar les doctrinas filoséficas pasadas en un mismo plano de trivialidad y banalidad, de manera que al lector le parece que toda Ia cultura pasada fue una fantasmagoria de ba- ccantes presas de delirio, El método es reprobable desde muchos puntos de ‘vista: un lector serio, que extienda sus nociones y profundice sus estudios, cree que ha sido objeto de burla y extiende sus sospechas a todo el con- junto del sistema. Es facil aparentar que se ha superado una posicién rebajdndola, pero se trata de pura ilusién verbal. Presentar tan burlesca- mente las cuestiones puede tener un signilficado en Voltaire, pero no es Voltaire todo el que quiere serlo, es decir, no es gran artista. Asi el Ensayo presenta la cuestién de’Ja teleologia en sus manifesta- ciones mis infantiles, mientras que olvida Ta solucién dada por Kant.’ Se- guramente se podria demostrar que ea el Ensayo hay mucha teleologia inconsciente que reproduce sin saberlo el punto de vista de Kant: por Qjemplo el capitlo sobre el “Equilibrio entre Ia naturaleza y Te socie- sem 303 49 49 bis De las Xenie de Goethe: “El Teleslogo: —Al buen Creador del mun- do adoramos, que, cuando — cte6 el alcomoque, invent6 juntamente el tapén” (traduccién de B. Croce en el libro sobre Goethe, p. 262). Croce pone esta nota: “Contra el finalismo extrinscco, generalmente accptado en el siglo xvut, y que Kant habia criticado recientemente sustituyéndolo por un mas profundo concepto de la finalidad”.* En otro lugar y otra for- ‘ma Goethe repite este mismo motivo y dice haberlo derivado de Kant: “Kant es el mas eminente de los fil6sofos modernos, aquél cuyas doctrinas han influido principalmente en. mi cultura. La distincién del sujeto y ef objeto y el principio cientifico de que cada cosa existe y se desarrolla por su propia e intrinseca razén (que el alcomoque, para decirlo proverbial- mente, no nace para servir de tepén a nuestras botellas) Ja tuve yo en comdn con Kant, y 2 continuaciéa apliqué mucho estudio a su fitosofia”. (Clr, Cuademo 4 (XU), pp. 54 bis55 y 60; y Cuaderno § (XXVIH). p. 79. IM. La ciencia y las ideologias “cientificas” §.<36>. La afirmacién de Eddington: “Si en el cuerpo de un hombre climindsemos todo el espacio carente de materia y reuniésemos sus proto- nes y eleetrones en una sola masa, el hombre (el cuerpo del hombre) se reducirfa a un corpisculo apenas visible bajo el microscopio” (cfr. La naturaleza del mundo fisico, edicién francesa, p. 20)? ha impresionado y puesto en movimiento la fantasia de G. A. Borgese (cfr. su librito).® ¢Pero qué significa concretamente la afirmacién de Eddington? Si | reflexiona- ‘mos un poco, no significa absolutamente nada, aparte de_ su significado literal. Atin suponiendo que la reduccin arriba descrita fuese Tlevada a cabo (por quién?) pero se extendiese a todo el mundo, las relaciones no cambiarian, las cosas quedarian tal y como estén, Las cosas cambia- rian solamente si los hombres o determinados hombres sufriesen esta re- duccién de modo que tuviéramos, en hip6tesis, una realizacién de algunos capitulos de los Viajes de Gulliver, con los Tifiputienses, los gigantes Borgese-Gulliver entre ellos. En realidad se trata de puros juegos de palabras, de ciencia novelada, no de un nuevo pensamiento cientifico o fitosofico, de un modo de plantear las cuestiones apto solamente para hacer fantasear 2 las cabezas huecas. ZAcaso la materia vista bajo el microscopio no es ya materia realmente Objetiva, sino una creacién del espititu humano que no existe objetiva- mente 0 empfricamente? Se podria recordar, a este propésito, el cuento judio de la muchacha que ha sufrido un datio pequefto pequefio, tic como un golpecito de uiia. En la fisica de Eddington y en muchas otras manifestaciones cientificas modernas, la sorpresa del lector ingenuo depen- de del hecho de que las palabras empleadas para indicar determinados 304 hhechos son forzadas para indicar arbitrariamente hechos absolutamente distintos. Un cuerpo sigue siendo “masivo” en el sentido tradicional por mas que la “‘nucva” fisica demmestre que esté constituido por 1/1 000 000 de materia y 999 999 partes de vacio. Un cuerpo es “poraso” en el sen- tido tradicional y no se yuelve poroso en el sentido de la “nueva” fisica incluso después de la afirmacién de Eddington. La posicién del hombre sigue siendo la misma, ninguao de los conceptos fundamentales de 1a vida es desequilibrado en lo mas minimo y mucho menos trastocado. Las glosas de los distintos Borgese servirdn tinicamente, a Ta larga, para hacer que resulten ridiculas las concepciones subjetivistas de la realidad que permiten tan banales jueguitos de palabras. EI profesor Mario Camis (Nuova Antologia del 1° de noviembre de 1931, en Ta seccién “Scienze biologiche e mediche” escribe: “Con- siderando 1a insuperada minuciosidad de estos métodos de inves|tigacién nos venfa a la memoria la expresin de un miembro del éltimo congreso filoséfico de Oxford, ef cual, segin refiere Borgese, hablando de los fenémenos infinitamente pequefios a los que hoy se ditige 1a atencién de tantos, observaba que ‘no se pueden considerar independientemente del sujeto que Tos observa’. Son palabras que inducen a muchas reflexiones y que vuelven a sacar a la Iuz, desde puntos de vista completamente nue- 403, los grandes problemas de la existencia subjetiva del universo y del significado de tas informaciones sensoriales en el pensamiento cientffico”. Por lo que nos consta, éste es uno de los pocos ejemplos de infiltracién entre los cientificos italianos del modo de pensar funambulesco de ciertos cicatificos, especialmente ingleses, a propdsito de la “aueva” fisica, El profesor Camis habria debido reflexionar que si la observaci6n citada por Borgese hace reflexionar, la primera reflexién deberfa ser ésta: que la ciencia no puede ya existir tal como ha sido concebida hasta ahora, sino que debe transformarse en una serie de actos de fe en las afimmaciones de los distintos experinrentadores, porque los hechos observados no exis- ton independientemente de su espiritu. ;Todo el progreso cientifico no se ha manifestado hasta ahora en el hecho de que 1as nuevas experiencias y observaciones han corregido y ampliado las experiencias y observaciones precedentes? ¢Cémo podria suceder esto si la experiencia dada no se re- Produjese no obstante que, cambiado el observador, no pudiese ser con- trolada, amptiada, dando lugar a nexos nuevos y originales? Pero la su- perticialidad de la observacién de Camis se desprende precisamente del contexto del articulo por el que se hace la cita referida, porque en aquél Camis explica implicitamente e6mo ¢s que la expresién que tanto hizo delirar a Borgese puede y debe entenderse en un sentido simplemente empirico y no filoséfico. EI escrito de Camis es una critica de la obra On the principles of renal function de Gésta Ekehorn (Estocolmo, 1931). Se habla de experimentos con elementos tan pequefios que no pueden 305 50 50 bis sn set descritos (e incluso esto se entiende en sentido relative) con pala- bras | que sean vilidas y representativas para los otros, y que por lo tanto el experimentador no Iogra ain escindir de su propia personalidad subjetiva y objetivar: cada experimentador debe Tlegar a la percepcién con medios propios, directamente, siguiendo minuciosamente todo el pro- ceso. Higase esta hipétesis: que no existan microscopios y que s6lo al- gunos hombres tengan la fuerza visual natural igual a la del ojo normal armado de un microscopio. En esta hipdtesis es evidente que los experi- mentos det observador dotado de una vista excepcional no pueden ser separados de su personalidad fisica y psiquica y no pueden ser “repe- tidos", Solo Ia invencién del microscopio emparejerd las condiciones fi- sicas de observacién y permitira a todos los cientificos reproducir el ex- perimento y desarrollarlo colectivamente. Pero esta hipétesis permite ob- sorvar e identificar s6lo una parte de las dificultades; en los experimentos ientificos no s6lo est en juego Ta fuerza visible. Como dice Camis: Ekehorn pincha un corpésculo de rifién de rana con una cénula “cuya preparaciGn es obra de tanta delicadeza y tan ligada a las indefinibles inimitables intuiciones manuales* del experimentador, que el mismo Eke~ hom, al describir la operacién del corte al sesgo del capilar de vidrio, dice que no puede comunicar los preceptos mediante palabras, sino que debe conformarse con una vaga indicacidn”. El error consiste en creer que seme~ jantes fendmenos tienen lugar solamente en el experimento cientifico. En realidad, en todas las fabricas, para ciertas operaciones industriales de precision, existen especialistas individuales, cuya capacidad se basa precisa y Gnicamente en la extremada sensibilidad de la vista, del tacto, de la Tapider del gesto. En los bros de Ford se pueden encontrar ejemplos a este respecto: en la lucha contra Ja fricciGn, para obtener superficies sin las minimas granulosidades o desigualdades (io que permite un ahorro no- table de material) se han hecho avances increfbles con la ayuda de las miéquinas eléctricas, que comprueban 1a adherencia pesfecta del material ‘como no podria hacerlo el hombre. Debe recordarse el hecho | referido por Ford de un téenieo escandinavo que logré dar al acero tal igualdad de superficie que para separar dos superficies adheridas hacfa falta el pesa de varios quintales.* Por lo tanto, lo que observa Camis no tiene ninguna coherencia con las fantasfas de Borgese y de sus fuentes. Si fuera verdad que los fen6- ‘menos infinitamente pequefios en cuestién no se pueden conisiderar exis- tentes independientemente del sujeto que los observa, en realidad no se~ rian ni siquiera “observadox”, sino “ereados” y caerfan en el mismo domi nio de la pura intuicién fantéstica del individuo. Habria también que plantear la cuestién de si el mismo individuo puede “dos veces” crear (observar) el mismo hecho, No se trataria siquiera de “solipsismo” sino do demiurgia o de brujeria, No los feadmenos (inexistentes) sino estas 306 intuiciones fantésticas serian entonces el objeto de Ia ciencia, como las obras de arte. La masa de los cientificos, que no goza de facultades demitirgicas, estudiarfa cientificamemte el pequefio grupo de Jos grandes cientificos taumaturgos. Pero si por el contrario, no obstante todas las dificultades précticas inherentes a la diversa sensibilidad individual, el Tendmeno se repite y puede ser observado objetivamente por varios cient- ficos, independientemente unos de otros, zqué significa la afirmaciGn hhecha pot Borgese sino precisamente que se hace una metéfora para in- dicar las dificultades inherentes a la descripcién y a la representacién obje- tiva de los fenémenos observados? Y no parece dificil explicar esta di cultad: 1] con la incapacidad literaria de los cientificos, diddcticamente preparados hasta ahora para describir y representar sélo los feaémenos macroscépicos; 2] con la insuficiencia del lenguaje comén, forjado tam- bién para los fendmenos macroscdpicos: 3] con el desarrollo relativamen- te pequefio de estas ciencias minimosedpicas, que aguardan un desarrollo ulterior de sus métodos y criterios para ser comprendidas por los muchos por comunicacién literaria (y no solo por visién experimental directa, que ¢s privilegio de poquisimos); 4] todavia hay que recordar | que muchos 51 bis experimentos minimoscSpicos son experimentos indirectos, en cadena, cu- yo resultado “se ve” en los resultados y no en accién (tal como los ex- petimentos de Rutherford).* Se trata, de todos modos, de una fase transitoria ¢ inicial de una nueva poca cientifica, que ha producido, combindndose con una gran cris telectual y moral, tuna nueva forma de “sofistica”, que recuerda los clésicos sofismas de Aquiles y la tortuga, del mont6n y el grano, de Ta flecha dis- parada por el arco que no puede afirmarsc, eteétera. Sofismas que, sin embargo, han representado una fase en el desarrollo de la filosofia y de Ja Tégica y ‘han servido para refinar los instrumentos det pensamiento. Chr. Cuaderno 8 (XXVIII), pp. 52-52 bis y 55 bis-S6, § <37>. Recopilar las principales definiciones que se han dado de Ia ciencia (en el sentido de ciencia natural). “Estudio de los fenémenos ¥ de sus leyes de semejanza (regularidad), de cocxistencia (coordinacién), de sucesién (causalidad).” Otras tendencias, tomando en cuenta el orde- namiento mis cémodo que la ciencia establece entre los fendmenos, en forma de poder hacerlos més controlables por el pensamiento y dominar- Jos para los fines de la accién, definen la ciencia como “la descripcién mas econémica de a realidad”. La cuestién mas importante a resolver en torno al concepto de ciencia es ésta: si la ciencia puede dar, y de qué manera, 1a “certeza” de Ja existencia objetiva de la llamada realidad ex- tema. Para el sentido comén la cuestién ni siquiera existe; ,pero donde se ha originado la certeza del sentido comtin? Esencialmente en 1a reli- 307 2 52 bie gién (al menos del cristianismo en Occidente); pero la religién es una ideologi, Ja ideologia més arraigada y difundida, no una prueba o una demostracién, Se puede sostener que és un error pedir a la ciencia como tal la prueba de Ia objetividad de lo real, porque esta objetividad es una concepeién del mundo, una filosofia y no. puede ser un dato cientifico. {Qué puede dar la ciencia en esta direccién? La ciencia selecciona las Sensaciones, los elementos primordiales del | conocimiento: considera ciertas sensaciones como transitorias, como aparentes, como falaces por- ‘que dependen de condiciones individuales especiales, y algunas otras como duraderas, como permanentes, como superiores alas condiciones espe- ciales individuales. El trabajo cientifico tiene dos aspectos principales: uno que incesantemente rectifica el modo del conocimiento, rectifica y refuerza los érganos de Ias sensaciones, elabora principios nuevos y com- plejos de induccién y deduccién, 0 sea que afina los instrumentos mismos de la experiencia y'de su control; y otro que aplica este complejo ins- trumental (de instrumentos materiales y mentales) para establecer aque~ Ilo que en las sensaciones es necesario ¥ aquello que es arbitrario, indivi- dual, transitorio. Se establece Io que es comin a todos los hombres, 10 que todos los hombres pueden controlar del mismo modo, independientemente unos de otros, con tal de gue hayan observado igualmente las condicio- nes técnicas de investigacién. “Objetivo” significa precisa y_finicamente esto: que se afirma ser objetivo, realidad objetiva, aquella realidad que es establecida por todos los hombres, que es independiente de todo punto particular o de grupo. Pero en el fondo también i6n particular del mundo, es tna ideologia. Sin em- argo esta concepéién, en su conjunto y por Ia direccién que indica, puede ser aceptada por la filosofia de la praxis en tanto que debe recha- zarse 1a del sentido comiin, que sin embargo concluye materialmente del ‘mismo modo, EI sentido comiin afirma la objetividad de lo real en cuanto que la realidad, el mundo, ha sido creado por dios independientemente del hombre, antes del hombre; es por lo tanto expresi6n de la concepeién mi- tolégica del mundo; por Io demés, ef sentido comin, al describir esta objetividad, cae en los errores més groseros, en gran parte permanece ain en la fase de la astronomia ptolomeica, no sabe establecer Tos nexos reales de causa y efecto, eteétera, 0 sea que afirma como “objetiva” una cierta “subjetividad” anacrénica, porque ni siquiera sabe concebir que pue~ da existir una concepcién subjetiva del mundo y qué es lo que es0 quiere © puede significar. ;Pero todo Io que la ciencia afirma es “objetivamente” verdadero? {De forma definitiva? | Si las verdades cientificas fuesen defi- nitivas, Ia ciencia habria dejado de existir como tal, como investigacién, como nuevos experimentos, y la actividad cientifica se reducirfa a una di- vulgaci6n de lo ya descubierto, Lo cual no es cierto, por suerte para Ia ciencia, Pero si las verdades cientificas no son ni siquiera ellas mismas 308

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