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ey A HISTORIA DE LA © REVOLUCION RUSA CLASICOS Rel od a oy Leén Trotsky ay on Ediciones FoF La vida de Leén Trotsky (1879-1940) resume, como la de pocos, la historia de los SH¢H68) yilis) frustraciones que desperté en miles de socialistas la Revolucién Rusa, Durante 1905 fue uno de.los organizadores del primer soviet en San Petersburgo, y tras la derrotalde la insu ree cién sufrié la prisi6n y Ia deportacién. La Revolu cién de Febrero de 1917llowsbsprendid eniel exilio, Se apresuré a retortiar a Rusia, donde se integré nuev: mente al soviet de Petrogrado. ( Bolchevique,integrindose a suidifeccion. Su balance de Ja experiencia previa resulté fundamental en la elabora cién del programa de la Revolteién, que Lenin plasmé nfluyién el Partido en sus Tesis de Abril Ya como direccién debpartido, fue uno de los principales impulsores y organizadotes de la insurreccién de octubre. Entre sus contribuciones a la construccién del Estado Obrera encontramos la nego- ciacién de la paz con)Alemania (el tratado de Brest Litovsk) y la organi n del Bjército Rojo, Luego de la muerte de Leftin, con el ascenso de Stalin, fue expulsado acid de la Unién Sovittical)Il"y sus compafiéros fueron perseguidos, dentro y fucra de la URSS. Desde el nuevo exilio_organizéela oposicién comunista al stalinismo, fundando la TV Internacional. Fin 1940 muere asesinado en México, a manos de un Sicario, Leén Trotsky HISTORIA DE LA REVOLUCION RUSA Ediciones FF Trotsky, Leén Historia de la Revolucién Rusa. - 2a ed. - Buenos Aires : RyR, 2012. 972 p.;21,5x 155m. ISBN 978-987-1421-61-9 1. Revolucién. 2. Socialismo. CDD 940 GCEICS-Ediciones ryt, 2012, Buenos Aires, Argentina Queda hecho el depésito que marca la ley 11723 Printed in Argentina- Impreso en Argentina Se termind de imprimir en Pavon 1625, CP. 1870. Avellaneda, provincia de Buenos Aires, Argentina. Primera edicién: Ediciones ryr, Buenos Aires, noviembre de 2007. Segunda ediciém: Ediciones ryr, Buenos Aires, diciembre de 2012. Traduccin: Andrés Lucia Gonzalez y Jaime Pastor. Correccién de la traduc Eduardo Sartelli. Responsable editorial: Gonzalo Sanz Cerbino. Disefio de tapa: Sebastian Cominiello. Disefio de interior: Agustina Desalvo. Wwwwrazonyrevolucion.org, editorial@razonyrevolucion.org El mejor libro de historia jamas escrito Trotsky, la Historia de la Revoluciéit Ruse y la revolucion argentina Eduardo Sartelli Hace noventa afios, en el pais mas atrasado de Europa, en el baluarte de Ia reaceidn politica, se producia el paso mas audaz, cl mas inesperado: la destruc- cién del estado feudal-burgués y la construceién de una sociedad socialista. A Jos ojos de los grandes jefes de la Segunda Internacional, los constructores de Ia Rusia soviética eran paco mas que un pufiado de barbaros voluntariosos de los que poco podia esperarse. Ineluso despues de consumada la mayor de las hazafias, esa apreciacién no sdlo no cambid sino que alcanzé su formulacién dofinitiva en la mezdla de temor y desprocio que caracterizé a personajes como Kautsky 0 Plejanov. Quienes nos ubicamos del misma lade que esos “arribis- tas” de la gran politica mundial, por el contrario, profesamos la mas sincera de las admiraciones, en particular por el notable dio dirigente conformado por Lenin y Trotsky. Debo decir que, personalmente, el niicleo de mis sentimientos no se encuentra ni en el reconoeimiento.a la indudable vocacién revolucionaria bolehevique (la “actualidad” de la revolucién, diria Lukas), ni en el coraje a prueba de desafios histéricos de esos hombres y mujeres dinicos. No, Se trata de otra cosa, Revolucionarios consecuentes los ha habido de a millones, afar- tunadamente. No menos millonaria es la cifra de los valientes, obviamente, en la izquierda tanto como en la derecha. Lo que caracteriza a los bolcheviques es. Ja eficiencia revolucionaria, una cualidad rara, sélo compartida por Mao y, pro- bablemente, los vietnamitas y Fidel Castro. De hecho, la “via rusa” y la “china” han sido, hasta ahora, las dinicas estratepias exitosas para la toma del poder, Ese e5 el corazén del problema que todo revolucionario tiene por delante: ,asmo es posible la victor Obviamente, la tradicién marxista tiene muchos otros nombres y muchas otras experiencias reivindicables y ningiin militante serio debiera predicar el abandono de todas las tradiciones pasadas en nombre de una supuesta “reno= vacién", En la historia nunca hay “borrén y cuenta nueva”, En el mejor de los casos, se da vuelta la pagina, pero el gran libro de Ia experieneia humana, para bien o para mal, continia organizande la vida en general. Se aprende de las ex- Periencias fracasadas también, Es mis, la derrota sucle ser muy pedagdgica. No- habria habido Octubre sin la Comuna de Paris y sin 1905, Pero las experiencias 7 8 exitosas permiten ver el camino hasta cl final. Las reveluciones rusa y china nos muestran, entonces, el resultada de un trabajo bier heelw, al menos en relacidn a la construccién del poder revolucionario. También es cierto que la victoria no puede adjudicarse exclusivamente a la estrategia. En mas de un sentido, Lenin, Trotsky y Mao han ropresentado el papel de las personas correctas, en el lugar adecuado y en el momento justo. Probablemente existiera mas de un Lenin, mas de un Trotsky, mas de un Mao, que simplemente Hlegaron demasiado temprano ({Babeuf?) o estaban en el l= gar equivecade (,Gramsci?), La reyoluciém depende de muchos factores, uno silo de los cuales ¢s la estrategia, Sin embargo, en determinade momento del proceso histérica, cuando los ¢ elementos ya estan presentes, la estrategia adecuada y sus creadores deben ocupar, mas bien pronto que tarde, el centro de la escena. Es el remate de la receta el que asegura su sabor definitive. Y si Mao descubrié 1a receta para la toma del poder en un pais con las caracteristicas de China, Lenin y Trotsky inventaron la correspondiente a uno como Rusia a co- mienzos del siglo XX. Quienes protonden, a comienzas dol nuevo siglo, repeti aquellas hazaitas, deben reconocer la naturaleza especifica del momento y el lu- gar y recuperar, del conjunto de conocimientos acumulados, la experiencia mds cercana a nuestro presente argentino, De ahi la primacia necesaria de Octubre sobre la Larga Marcha en nuestra no menos necesaria reflexiin sobre nuestra es- trategia para nnestre revolucion. En aquella efieacia pueden encontrarse las bases de ésta. La Historia de la Revolucion Rusa La mayor obra historiogrifica de Lesn Trotsky es tal vez el menos discutido de todos Sus textos, al menos en lo que alafie a su importancia. Hay un cierto consenso en que se trata de una “pie7a maestra”, a la altura de los grandes clisi- cos de la literatura marxista y no marxista. En el primer caso, se lo ha compara- do, con justicia, con El 13 Bromario, En el segunda, con la Historia de la Guerra det Peloponeso, No hay dudas de que estamos ante uno de esos raros monumentos de la ciencia histérica, Sin embargo, no es el mas notable de los escritos trotskistas. La palma se la lleva, sin duda alguna, Resteltados y perspectivas, ol balance de la revolucién de 1905. Digo notable porque es alli donde se encuentra prefigurado, doce afios antes, el proceso que serd objeto luego de hislorin, Larciencia, si tien una virtud, es la de predecir. Resullatos y perspec de las ¢ socialismo cientifico, Con todo, si Trotsky logra anticiparse alli a la forma que asumiré el proceso revolucionario, no acierta a sefalar el instrumento que sera indispensable para Hevar a cabo la tarea: el partido. La primacia que Lenin en el conjunto de dicho proceso se debe, preci aesta cuestién. La Historia de la Revelucién Rusa viene a completar, retrospectivamente, ese andlisis y a hacer justicia con el lugar del creador del Partido Bolchevique. ‘Con todo, la Historia no se limita a constatar y completar la descripeidn el proceso Kigico de la revolucin. Es taml te de la lucha politica por ef destino de esa conmocidn histérica, que es, ironicamente, la lucha por la suerte de uno de sus dirigentes y el autor mismo del libro en el que esa batalla se re- presenta, atra vez, retrospectivamente. En efecto, Trotsky eseribe su obra mas sumird 9 importante como parte de su enfrentamiento con Stalin, Ambas representan dos trayectorias distintas y posibles de la ahora URSS: la consolidact capa burocratica que expropia politicamente a las masas, frena toda expansién del proceso revolucionario y pone en peligro la revolucién misma (Stalin); la continuidad internacional del proceso y la reconstruecién de la demoeracia so- vidtica (Trotsky). En ese combate, Stalin ha logrado aislar a Trotsky del partido, iniciando la tarea de la desaparicié igura, que prin de glorificacién de Lenin. El se paso, ya iniciado para entonces, c« en negar su participacién en el proceso mismo de la revolucién. El tercera, colo: carse como el verdadero eje de la construccién de la victoria de Octubre, De alli que la Historia sea un ajuste de cuentas de Trotsky con su pasado, de su relacién con Lenin, con cl Partido Bolchevique y con sus adversarios, en particular con Stalin. En términas de andlisis social, estas necesidades “bélicas” se traducirin en la reivindicacién del analisis de las lineas motrices de la revolucién iniciado: Resultados y perspectivas, en la deuda que Lenin tiene con él, en la consecuente necesidad de revisién de la formula con 1a cual ha sido preparado el partido, en las resistencias que éste opone y en cl papel que al propio Trotsky le cupo en ese raceso, Como veremos, dos temas filoséificos estén detras de estos planteos el papel de! individuo en la historia; la posibilidad de que ésta dé saltas en Iw gares imprevistos, o lo que cs lo mismo, el fendmeno del desarrollo desigual y combinado. En relacién al primero de los problemas, los primeros scis capitulas inten- fardn dar cuenta de esos condicionantes estructurales que determinan a largo plazo los grandes movimientos de la estructura social. Es falso que Trotsky haya realizado un simple ejercicio de “sicologia de masas” abstraido de los deter- minantes econémicos 0 que no tenga “de marxista sino sus declaraciones ted~ ricas”." El “atraso” de Rusia es la forma en que aparece el determinante econd- mico fundamental, situacidn a la cual la coyuntura de la guerra no hace mas. que agravar. Que Trotsky no haga alusién a las contingencias econémicas inme- diatas se debe a que distingue muy bien entre las determinaciones organicas y Jas coyunturales. Los siguientes capitulos estén destinados a demostrar que la revolucién permanente estaba planteada en la realidad, aunque sus protagonis- tas no lo percibieran, creando esa paradoja de la Revolucion de Febrero, segtin Ja cual quien tenia el poder no queria ejercerlo y quien queria, no podia, Esa paradoja se resolvia con una cansigna que brotaba del propio desarrollo de las ftendencias politicas: “todo el poder a los soviets”. Lenin reconoce La justeza del andlisis trotskista al formular el programa de la tevolucién con el cual deberd batallar, primero que nada, dentro de su propio partido: las Tesis de Abril son ese tribato implicit a Resuilados y perspectivas. Precisamente es este punto es en cl ‘cual Trotsky realiza su mayor hazaia pugilistica: al mismo tiempo que desnuda el “menchevismo” de Stalin, Kameney y Zinoviey, rescata al grueso del partido, que recibié con beneplicito In nueva orientacién. A partir de alli, la historia se mn de ta ne la era ast *El primer problema es sefalade por Nicolas Krassé, mientras que la segunda expresién Pertenece a Paul Veyne. Véanse Krassé, Nicolis, Ernest Mandel y Monty Johnstone: EF mindsivo de Trotsky, Cuadernos de Pasado y Presente, Cordoba, 1970 ¥ Veyne Paul: Como se eserite la historia, Alianza, Madrid, 1984 10 desenyolviendo hacia la insurreccién, siguiendo la conduccion general de un. Lenin que ira dejando, sin embargo, la batuta en manos del autor de nuestro li- bro, Efectivamente, lo que Trotsky intenta, cn particular a partir de las Jomadas de Julio, es demostrar el ral preponderante, casi exetusivo, que le cupo en la organizacién de la insurreceidn, primero, y de la conspiracién, pot dltimo. Justo hacia el final, el futuro creador del Ejército Rojo, abandona el primer plano y vemos a Lenin nuevamente protagonizando las escenas mas emocionantes. Un hombre sin partido, que tiene una relacién directa con las masas, logicamente remarea la intervencién directa de aquellas por sobre las representaciones ins- les. Es asi que presenciaremos en la Historia, mas que la aceién de un conjunto-de funcionaries mas o menas abnegados, el cuadro conmavedor de las masas en movimiento, Das temas filosdficns, dijimos, se esconden detras, soportan cl cuadro: el papel del individuo en la historia; la ley del desarrollo desigual y combinaco. ‘Trotsky, a los efectos de remarcar su lugar en la revolucién, elige, oblicuamente, resaltar el de Lenin. Con Robespierre osin Robespierre habria habido Revolucion Francesa igual, habia ensefiado Plejanoy. Sin Lenin no habria habido Revolucién Rusa, contesta Trotsky, La decisién de exaltar la figura de quien fue su principal antagonista pricticamente a lo largo de toda su vida politica, a quien lego a in sultar gravemente, se puede entender de dos mancras. La primera, como vulgar oportunismo, La segunda, como el reconocimiento de un magisterio tardio pero profundo. La escena en la que ese reconocimiento llega a su nivel mas elevado es aquella que Liborio Justo recordar como “tierna” y que puede verse tal vez como excesiva: cansados, seguros ya del triunfo de la insurreccién de Octubre, Lenin y Trotsky deseansan uno al lado del otro en una de las habitaciones del Smolny. Trotsky ha querido remarear una intimidad entre ambos que nunca tuvo lugar? Parcialmente contradictoria, esta escena choca con la enorme consi- deracién que Lenin tenia para con Stalin, a quien, a poco de morir, equiparé en valor con Trotsky. Lenin, el genio organizativo; Trotsky, el genio de la estrategia; las masas. No hay lugar en la Historia para el futuro Padre de los Pueblos mas. que para remarcar el crror y la derechizacién, Otros personajes clave de la lucha en los ’20 merecen tal vez una condena mayor: Zinoviev y Kamenev debieron ser expulsados del partido, por traicidn, a jucio-de Lenin; Bujarin directamente no existid. Es cierto que esta concepcin del papel individual en los procesos socia- les “suena” poco marxista y que, por lo tanto, el asumto parece tener simple- mente un valor polémico, destinado a la lucha de facciones. De hecho, hasta un defensor tan incondicianal como Mandel parece dudar seriamente de su “co- rreccién”.’ Sin embargo, el argumento de Trotsky es defendible. Como sefala ‘Gramsci, en cl momento inmediatamente politico, militar, de la lucha de clases, el tiempo es oro y Ia situacién se define en cuestin de semanas, dedias. De modo que, siendo en general correcto que cuando el proceso ha avanzado mucho es Justo, Liborio: “Leda ‘Trotsky, hombre, liter y revolucionario”, en Clarida, x” 344, octubre de 1940 y Deutscher, Isaac: Trulsly, ef profeta desterrado, Era, México, 1969, p. 233, nota 35 "Vase articulo de Mandel en et libro ya eitadlo junto a Krassé y Johnstone. En el mismo sentido se expide Deutscher en su andlisis de la Historia, en el texte de la cita anterior. u muy probable que tenga mas de un personaje capacitado para eada una de las grandes tareas, no es necesariamente cierto que la velocidad del reemplazo sea siempre la adecuada. Como sefala Trotsky, el Partido Bolchevique podria haber Negade a las conclusiones adecuadas atin sin Lenin, pero tal vez habria sido tar- de. Interpretado con buena fe, este principio coincide con el lugar central que la teorfa de la guerra le otorga a la dircecién, que debe estar protegida frente a toda eventualidad. Trotsky hace gala de una comprensién real del problema cuando: reivindica la decisién de Lenin de no entregarse a las autoridades cuando el Gobierno Provisional ordend su encarcelamiento. La ley del desarrollo desigual y combinado ha tenido mas suerte que este planteo trotskista de la personalidad histérica, del “heroe”, como diria cl Carlyle con el que tantas veces fue comparado, Detris de la Historia, o mejor dicho, como eje organizador, se encuentra una sensibilidad notable hacia la historia eonereta. Trotsky no utiliza el marxismo como tna excusa para no hacer histo- ria, come criticaba Engels. Todo lo contrario, la entiende como-el desarrollo vivo de las contradicciones reales, En términos estrictos, realiza cl ejercicio completo del método dialéctico: de la realidad abigarrada y confusa, a los determinantes profundos (anilisis) y de alli, a la representacién de esa misma realidad, ahora organizada de modo inteligible, Buena parte de lo que pasa como “marxismo” no es sino el recitado de categorias abstraidas de! proceso histérico real. La pri- macia de la totalidad histérico-concreta, entonces, es la que debe ser objeto de anilisis. Esa totalidad es la que determina a las partes y hace que cada una de ellas se mueva a un ritmo que no puede ser sino diferente. La historia no se re- pite, dirfa Trotsky, y sin embargo, sigue una legalidad, es decir, parcialmente, si- gue siendo la misma: Luis XVI es Nicolis II; Miliukov no puede ser Robespierre; Tenin tiene, esta vez, una oportunidad seria de ganar alli donde fracas Babeu!, La historia es la misma y no lo es, Por su propio atraso, Rusia puede superar la revolucién burguesa, puede ser la Inglaterra del socialismo. amente, puede verse aqui una base para defender ¢ mo.cnun 5 porque cl desarrollo de Jas partes ¢s siempre designal, Pero tambisn 5 combinado, es decir, la totalidad e: n Limite: si la parte que ha de sarrollado esa trayectoria especifica no contribuye a reconstruir esa totalidad Sobre nuevas bases, encontrara obs nitivas que, finalmente, la recon duciran a una variante particular de la trayectoria general dominante, Dicho de ‘otra manera, si Rusia no se comporta como la Inglaterra del socialismo, corre peligro de ser la Venecia dol foudalismo. Noventa aitos después, a La luz del resuiltadd final, la URSS de Stalin (como la China de Mao) puede ser vista como el camino mas largo al capitalismo antes que como la realizacisn del socialismo La Historia de la Revol Is experiencia histérica podia iniciar un camino nw rior de Trotsky demuestra que el stali- a simplemente probable. La “caida del esarrollo desigual y combi en taculos de demuestra que todas sus p encialidades. R gPor qué la Revolucion Rusa hoy en la Argentina? Teniendo en cuenta las conclusiones del acipite anterior, la pregunta que eneabeza éste es completamente pertinente. Si la historia no se repite, si la Argentina no es ni puede ser la Rusia de comienzos del siglo pasada: ypara qué preguntarse por esa experiencia? La pregunta tiene dos partes, La primera inquiere por la pertinencia de la estrategia bolchevique en la Argentina. La se- gunda, por la utilidad de pensar un problema tal en momentosen que se supone el capitalismo argentino pasa por uno de sus mejores momentos. Veamos et primer problema cn este acapite y el segunda en cl que sigue. En qué consiste la estrategia bolchevique? En un pais atrasado, en el senti- do de una transicién incompleta del feudalismo al capitalismo, donde la tinica clase con capacidad de accion histérica es un proletariado reducido pero pode- rosamente organizade, con una burguesia débil y una clase feudal en retirada, flotando todas las clases. en un mar de campesinos numerosos pero impotentes, en medio del derrumbe del aparato ostatal y el traspaso del poder material del Estado a las fuerzas soviéticas compuestas de las vanguardias armadas de las expresiones de las clases subalternas (campesinos-soldados y obreros-solda- dos), la estrategia bolchevique consiste en la construccién de una alianza de clases con direccién obrera, cuya funcién es garantizar la insurreccién armada que triunfa ba i EI instrumento de esa estrategia es el partido de cuadros profesionales cuyo objetivo es, primero, la conquista de la mayoria de la clase abreta y, luego, la di- reccién de la insurreccién y su culminacién conspirativa. La estrategia presupo- ne la quiebra de! aparato militar de la clase dominante, que abre una situacién de doble poder, periodo en el cual se produce la disputa politica (cl “explicar pacientemente” de Lenin) mediante Ja cual cl partido revolucionario “encarna” en [a clase al mismo tiempo que la clase se “hace partido” en el camino a trans formarse en Estado. Todo Octubre, cn esta estrategia, presupone un Febrero, En ese periodo intermedio el partido no sélo debe mostrarse capaz de aleanzar la mayoria en el seno de la clase obrera, demostrando ser el tinico capaz de asegu- rar el conjunto de sus intereses mediatos e inmediates, sino tambien ser el vehi- culo de la hegemonia proletaria al encanar el conjunto de las contradieciones secundarias que vitalizan la actividad del resto de las masas que componen la alianza revolucionaria. En el caso ruso, las demandas de paz, tierra y trabajo se sumaban al problema de las nacionalidades para constituir el nucleo del abani- co de problemas a las que el partide debia articular. La formula que sintetizaba esa tarea era la “revolucién permanente”: el pasaje de las tareas democriticas (burguesas) a las socialistas en un mismo y tinico proceso hegemonizado por la misma clase, el proletariado. La‘forma institucional que debia asumir ese proce- ‘so era la democracia sovietica, el continente de La dictadura (supremacia politica y social) del proletariado. Un elemento mas debe coronar la estrategia: el triunfo de la revolucién en Alemania, La revolucién permanente presupone, entances, la revolucién mundial. Come tal, esta estrategia estuvo a la orden del dia en més de una ocasidn: en la Comuna de Paris, on la Rusia de 1905, en la Alemania de la revolucién espartaquista, en la Guerra Civil espafiola, por mencionar los casos mas 3 conocidos. En todos ellos h cen como # Social. Las clases politica, parecen e4 en conjunte programa sucle 5 ternas. La ebrero, un momento en que las clases apare- s nunca aparecen como talesen la lucha de clase que intervienen lar”. Ese zas de fraccic € ulilizado p el grado de activacidn de las-grar sy el poder dela clase la formacién social. Cuando éstas se encuentran en un momento » y cuando la clase dominante es particularmente débil, las conside- fracciones burguesas son lemerosas, mas atin si estas fra + no ran capaces de controlar el resultado de las movilizaciones popular casos, la burguesia 0 sus fracciones mas movilizadas suelen manifestarse a favor dol proceso de i a protesta, Se trata, sobre todo, de una relajacién de la disciplina estatal que da la apariencia de una complicidad entre las fuerzas represivas y las masas (como ‘cuando los manifestantes atraviesan las lineas casacas por debajode las patas de Jos caballos ante la pasividad de sus jinetes). Ese programa popular tiene como ‘soporte acciones que se producen por fuera del aparato estatal; esa tendencia a la accién directa, superando las mediaciones institucionales, es la. que expresa la contradiccién entre lo limitado de las demandas, por una parte, con loavanzado de las formas de accién. Dicho de otra manera, el programa expresa todavia el dominio burgués, mientras las formas de accién tienden a independizar a sus participantes de las formas de conciencia burguesa. Es en este punto en el que os partidos extremos se expresan en el movimiento come direccién moral ‘contradiccion, sobre la que flotan todas las corrientes politicas intervinientes, se hace visible, valga la paradoja, en la ausencia de direccién técnica. Dicha au- sencia (nadie “dirige” las acciones) es la que funda la apariencia de “esponta- neidad" del movimiento, que semeja una fuerza poderosa sin cabeza alguna, asentada en un amplio “consenso”, pero que oculta las tensiones de clase sub- yacentes y la disputa por la direcciGn, [J resultado mas probable del triunfo es la entrega del gobierno a los partidos “conciliadores”, partidos que expresan en su composicién e] cardcter inestable de la alianza con su direcci6n en disputa, que Por lotanto no representan orgiinicamente (en el sentido gramsciano) a ninguna de las clases movilizadas, Esta disputa es la que estara en primer plano a partir del triunfo de esa fuerza social, La clave del proceso que sigue esti en el entronque del partido argénico del Proletariado con las masas, el pasaje de fuerza social a partido. Este proceso es més importante que cualquier “unidad” de las fuerzas de “izquierda” que no Sea resultado de la lucha por Ja direccién de las masas. En este punto, por el contrario, la disputa por el programa es el elemento central de la vida politica, Si este proceso llega a su fin, el resultado sera la emergencia del partido de la revolucién. Si tal cosa no sucede, normalmente triunfa alguna combinacién contrarrevolucionaria, ndose en una “licen iii ae “En su momento de triunfo, las clases aparecen en la lucha como Estado; el momento ‘transicional le cubre el partide. la transicién del feudalismo al capitalismo se produjo ya hace mu- cho tiempo y fue completa, La Revolucién de Mayo barrié con todas las rémoras existentes, no hay tareas “democraticas” pendientes. Mas atin, no sélo no existe campesinado alguno cuya masa venga en auxilio del partido del proletariado, sino que tampoco nos encontramos con una estructura en la cual la pequefia propiedad capitalista (la pequefia burguesia) tenga un peso sustantivo, La revo- Jucién permanente, al menos cn el sentido de Ja continuidad de las tareas bur- guesas y su progresién hacia cl socialismo, no tiene en la Argentina un campo de aplicacién. @Significa que la Argentina actual cs un pais en el cual el desarrollo de la acumulacién de capital la coloca en el corazdn de la revolucién mundial? jE1 grado de desarrollo de sus fuerzas productivas la ubica en la posicidn de las que deben ir en auxilio de los ms atrasados, ejercitando las bondades del desarrollo desigual invertido? No. La Argentina es un pais de desarrollo capitalista pleno, en cl sentido en que las relaciones sociales capitalistas alcanzan en su interior la mayor extensién posible, Pero es una porcién muy pequefia de la acumulacién, mundial y, por ende, muy dependiente de la cadena capitalista. Dada las escasas fuerzas productivas locales, no hay posibilidad alguna no ya de una revolucién triunfante, sino de que el partido revolucionario se sostengaun par de afiusen el poder, Eso pone en primer plano el problema de internacionalismo proletario, la ereacién de los Estadas Unidos Socialistas de América Latina. Ello nos enfrenta, directamente, con el problema de Ja revolucién brasil En este sentido, la revolucién permanente, como continuidad de la revolucion mundial, adquiere para la Argentina una urgencia inmediata. Al mismo tiempo, la Argentina actual no vive un proceso de industrializa- cidn creciente que tienda a constituir un poderoso y concentrado proletariada fabril. Por el contrario, dada la eseasa magnitud de la acumulacién de capital en ‘su interior, producto de la insuficiente competitividad de la indust del proletariado se ve expulsada de las fabricas por el proceso de relocalizacién mundial de las manufacturas (dependientes de fuerza de trabajo barata) y por el crecimiento de la productividad del capital que continua operando localmente. Al mismo tiempo, la altisima productividad (y la consecuente capacidad com- petitiva) dela produccién agraria, determinan una baja capacidad de absorcion de fuerza de trabajo y una tendencia recurrente a la estrangulacién dela acumu- lacién del capital local, dados los limites relations que la disponibilidad de tierras impone. Estas caracteristicas gestan profundas tendencias a la descomposicién capitalista, que se expresan en la expansién de la masa de poblacién sobrante y del empleo improductivo estatal. De aqui se deduce que la preeminencia poli- tica de los agrupamientos politicos fundados sobre estas fracciones del proleta- riado no resulta aneedética. Por otro lado, la burguesia argentina es una especie en extineidn. Se asienta sobre un Estado poderoso, con un aparato represive de gran poder material, pero dificil de sostener sobre la base de fuerzas productivas endebles, Ese po- der, no-obstante, tiene una utilidad meramente interna, no podria enfrentar una aventura extema. La preemineneia abrumadora de la propiedad extranjera pone 8 en la linea inmediata de confrontacién a los Estados Unidos, pero la creciente importancia de la propiedad de capitalismos vecinos (Chile y Brasil), conduce inexorablemente a wna internacionalizacién rpida de la respuesta burguesa. La debilidad moral del aparato represivo local, producto del resultado de la lucha de clases en los '70 y de la restauracién “demacratica”, probablemente haga mis sencillo cl triunfo de una insurreecién local, pero acelere La respuesta externa, Las fracciones menores del capital local y, en particular, la pequenia burguesi sufren un proceso de proletarizacién y, sobre tado, de pauperizacion profundas. Incapaces de funcionar como “burguesia nacional”, es decir, de postularse como direccién de la nacién oprimida contra el imperialismo, pueden ser arrastra- das a la alianza con la vanguardia proletaria, en particular par los vinculos que manticne con las fracciones mas movilizadas del mismo, que tienen su origen parcial en la pequefia burguesfa, como los maestros. En este contexto, la socializacién de las fuerzas productivas locales mas avanzadas, las asentadas en la propiedad agraria, puede realizarse en forma ripida y eficiente y dar una base firme al Estado revolucionario. La amplia ex- concentraciin de las estructuras financieras y de comercializacién ha- cen dificil pensar en la desestructuracién econémica extrema que llevé en Rusia al comunismo de guerra, El principal problema de la revolucin argentina es, antes que nada, externo, Entonees, de qué sirve la experiencia rusa? La revolucién argentina asu- miré la forma de insurreceién de masas urbanas, que repetird la secuencia Febrero-Octubre, pero sin masas campesinas y, probablemente, sin resolucién del problema militar por la experiencia de la guerra, La revolucién argentina debera, entonces, enfrentar la crisis del sistema politico sin el beneficio de so- viets armadas. Esta situacién pareceria dar pie a la repeticidn de la experiencia de la guerrilla urbana setentista. Sin cmbargo, tal conclusién levaria necesa- riamente al mas grave de los errores. La experiencia de los “70 demuestra que la estrategia bolchevique de asegurar la hegemonia politica de las vastas ma- sas obreras, por medio de la aecién del partido revolucionarin, es la tinica que puede garantizar el éxito. Esa hegemonia debe extenderse a las fracciones de Ja pequefia burguesia, que puede ser arrastrada hacia posiciones reaccionarias ‘© sumidas en la impotencia y la desorganizaci’n, coma hizo el zamorismo du- rante el Argentinazo. Esa alianza, que tienc relaciones orgdnicas con el aparato represivo, puede quebrarlo politicamente haciendo pie en la crisis moral que arrastra desde el Cordobazo a esta parte, 1905-2001 La experiencia rusa nos lega la estrategia insurreccional, que coloca en pri- mer lugar el problema de la construccién del partida revolucionario y su he- gemonia en cl interior del proletariado, que constraye alianzas con la pequena burguesia y privilegia la dimensién internacional de la lucha de clases. El doble Poderyy los soviets son el marco y el escenario en el cual dichos abjetives se des~ plicgan. Esta sabiduria politica no broté simplemente de la cabeza de Trostky, fue el balance de la experiencia del proletariado ruso, fue el resultado de 1905. La Argentina tuvo su 1905: fue el 19 y 20 de diciembre de 2001, No abrié. 16 una situaciée revolucionaria. Tales momentos sdlo aparecen cuando la masa del proletariado y de las clases subalternas se moviliza independientemente de la burguesia, al menos en forma incipiente, y constituye su poder en el soviet. Es decir, cuando se constituye una situacién de doble poder. Tal casa no se produjo en diciembre de 2001. El Argentinazo se parece mas a 1905, en el sentido en que abre una ctapa histérica nueva. En términos de la historia local es equivalente al Cordobazo. La revolucién de 1905, que aleanzé un dramatismo muy supe- rior al del Argentinazo, tuvo, sin embargo, las ciones propias del inicio de un proceso revolucionrrio, Un proceso tal se abre cuando las clases subalternas comienzan a desarrollar formas de accién que superan las mediaciones institu- cionales, es decir, cuando en su accién se comportan, tendencialmente, con in- dependencia politica de la burguesia, No alcanzan, sin embargo, a constituirse como poder alternative, aunque suelen aparecen en este momento, las formas que ese poder se dard si el proceso se agrava y se desarrolla, més adelante, una situacién revolucionaria, es decir, un momento de disputa directa y abierta por el poder. Un proceso revolucionario puede avanzar, retroceder o incluso cerrarse, pero mientras se mantenga abierto las tareas que impone deben levarse a cabo, 80 pena de no encontrarse con los instrumentos adecuados cuando la situacién revolucionaria se presente. Esta comprension de la tarea necesaria es la ventaja definitiva que Lenin obtuvo sobre Tratsky. 2Pero, tal previsién es necesaria para la Argentina actual? {Estamos inmer- S08 en tin proceso revolucionario? Efectivamente es asi, aunque por tazones de espacio me veo obligado a remitir al lector a mi libro La plaza es nuestra’ No s6lo el Argentinazo da por tierra con la clapa contrarrevolucionaria iniciada en los ’70, sino que se inscribe cn un proceso mundial que empuja en el mismo sentido y que se expresa, sobre todo en América Latina, en las transformaciones politicas que son de pablico conocimicnto.’ Obviamente, todo depende de la marcha a largo plazo de la economia mundial. Lamento tener que remitir al lec tur, nuevamente, a atro lado, pero aqui no puedo mas que exponer la cuestién. de manera suscinta” La economia mundial entré en crisis en los afios "70 y desde ese momento to- das las tentativas de reconstruccién han encontrado un limite en una tasa de ga- nancia que se eleva lentamente. proceso desencadena crisis recurrentes cada diez afios promedio (1974; 1981; 1989; 2001), mas crisis parciales que se conocen como “efectos” (“tequila”, “arroz”; “vodka"), Esta lentitud de la recuperaciin de la tasa de ganancia mantiene la continuidad de la crisis, que todavia espera su desenlace, asi como la crisis que se inicia con la Primera Guerra Mundial tuvo la suya en La Segunda. Esta situacion de la economia mundial se manifiesta de manera diferencial, pais por pais y regién por regidn. En los capitalismos mas débiles, como el argentino, las consecuencias no sélo son desastrosas, sino que “Ediciones ry, Bs. As., 2006 *Y que el lector puede seguir en Coggiola, Osvaldo: Rojo Amanecer, La liecha de clases en América Latine Hoy, Ediciones ryt, Bs. As., 2007 PViarse los andlisis de la crisis mundial presentes en varios ndimeros dela revista Raziet y Revolucién y del periédico Ef Aromo, y en el dltime capitulo de La vajita infeliz, 7 se hacen mas agudas con el tiempo, Esti en discusidn si la crisis mundial se corré ya, si va en camino a ello o si, por el contrario, va a desplegarse atin con més violencia. Si esta dltima perspectiva es la correcta, la crisis en la Argentina probablemente supere lo visto en 2001, El gobierno Kirchner no ha hecho mis que repetir el ciclo de expansién propio de cada intervalo entre crisis y crisis. Si la crisis mundial se cierra, la economia argentina se estabilizard de alguna ma- neta y las posibilidades revalucionarias se postergarin por largas afos. Pero si el panorama resulia otro, la realidad nos obligaré a intervenir. En ese trance, mejor andlisis del proceso revelucionario triunfante de la experiencia histér més cercana a un pais como la Argentina, la Historia de la Revolucién Rusa, de Trotsky, se volver un manual ieprescindible. Seevidenciaré, por su capacidad para iluminar el futuro, como el mejor libro de historia jamais escrito, Nuestra edicién ‘Conacemos una sola traduccién directa del ruso al castellano de la obra de ‘Trotsky, la del catalin Andrés Nin, publicada en 1931, en Madrid, por Editorial Conit. La tarva de] organizador del POUM resulté incompleta (faltan siete capi- tulosen el segundo tomo) ni, mucho menos, impecable.' Comprensible teniendo en cuenta el contexto en el que realizé su tarea, la Espaita al borde de la Guerra Civil, las deficiencias de la traduccién se agravan con los modismos propios de la época. La traduccién de Nin fue reeditada sin mayores correcciones, aunque completando los capitulos faltantes, por SARPE, en doy tomos (Madrid, 1985) y por Antidote (Buenos Aires, 1997), esta vez en tres tomos. Una mejor edicién, siempre sobre 1a base de la traduccién de Nin, os la de Editorial Tileara (Buenos Aires, 1962), a cargo del grupo de Jorge Abelardo Ramos. Su suy idad se basa en la correccitn del texto castellano teniendo en cuenta las ediciones italia- na (de Garmanzi) y francesa (de Parijanine). Jorge Enea Spilimbergo realizé la traduccidn de los capitulos faltantes en la edicidn original correspondientes al segundo tomo (“El campesinado ante octubre”, “La cuestién nacional”, “Lenin Mama a la insurreccidén”, “El arte de la insurreccién”, “La insurreccién de octu- bre”, “El eongreso de la dietadura sovictica” y “Conelusién’). Ineluye también, como la de Antidoto y a diferencia de la de SARPE, los apéndices del tomo I de la edicién de Cenit. En los "70, Galera realizé una nueva ediciGn en dos tomos, ‘sobre la base de la publicada en 1972 por la Editorial Quimanti, de Chile, que ‘entendems es similar, sino la misma, que la de Tileara, en tanto los capitulos omitidos por la edicién original y reproducidos por la editorial argentina son los mismos traducidos del francés por Spilimbergo (igual que la traduceiin de los tres apéndices del tomo I, realizados por Harold [lorza). Entendemos que la tinica forma de hacer justicia a la obra de Trotsky seria tna nueva traduccién directa del ruso, posibilidad que eseapa a nuestras fuerzas “El traductor de Deutscher al castellano se quejaba de las limitactones de las traducciones de Trotsky al espafiol, en particular en la correspondis Historia, profiriende utilizar la versién inglesa. Véase Deutscher, Isaac: Thitsky, ef profeta armada, Era, México, 1984, p. 236, nota 8. En el tiltime tomo de la trilogia, sin embargo, le parece wtil la ediciéin de Tilea- ta. Véase El pmjeta desterrado, p. 217, nota 13 Ww actuales, Hemos tratade de hacer una nueva edicién corregiendo la traduceidn nal, deseartando las de SARPE y Antidoto (que repiten todos los problemas existentes en la primera) y teniendo a Ja vista Ia publicacién de Galerna. Habida cuenta de las diferencias en la escritura de los nambres propios rusos, preferi- mos unificar ef criterio tomando como guia la edicién de las obras completas de Lenin de Editorial Cartago, Hemos mantenido también los apéndices del primer tomo, en virtud de la utilidad que tienen para comprender el contexto politico-en e! cual la obra pretende intervenit, pero eliminamos la mayoria de las citas del traductor a la edicién original que nos parecieron superfluas 0 que po- dian resultar mas comodo consultar en un breve Glosario, La traduccién de los siete capitulos faltantes en la edicién original, en nuestro caso, se debe a Lucia Gonaailez y Luis Pastor, que aqui se reproducen con su autorizacién, Creemos haber logrado una versién mas gil y liberada de los frecuentes errores de tipeo, frases incompletas e incomprensibles y modismos ininteligibles. Prélogo En los dos primeros meses del afio 1917 reinaba todavia en Rusia la dinastia de los Romanov. Ocho meses después estaban ya en cl timén los bolcheviques, ‘un partido ignorado por casi todo cl mundoa principios de aie y cuyos jefes, en el momento mismo de subir al poder, se hallaban atin acusados de alta traicién. ‘La historia no registra otro cambio de frente tan radical, sobre todo si se tiene en cuenta que estamos ante una nacién de ciento cincuenta millones de habitantes. Es evidente que los acontecimientos de 1917, sea cual fuere el juicio que merez~ can, son dignos de set investigados. La historia de la revolucién, como toda historia, debe, ante todo, relatar los hechos y su desarrollo. Mas esta no basta, Es menester que del relat se des- prenda con claridad por qué las cosas sucedicron de ese modo y no de otro. Los sucesos hist: no pueden considerarse come una cadena de aventuras ‘oeurridas al azar ni engarzarse en el hilo de una moral preconcebida, sino que doben someterse al criterio de las leyes que los gobiernan. Fl autor del presente libro entionde que su misién consiste precisamente en sacar a la luz esas leyes. El rasgo caracteristico mas indiscutible de las revoluciones ¢s la intervencién directa de las masas en los acontecimicntos histéricos, En tiempos normales, el Estado, sea monarquico o democratico, esta por encima de la nacién; la historia corre a cargo de los especialistas de este oficio: los monarcas, los ministros, los ‘burdcratas, los parlamentarios, los periodistas. Pero en los momentos decisives, cuando el orden establecido se hace insoportable para las masas, éstas rompen las barreras que las separan de Ia palestra politica, decriban a sus representantes, tradicionales y, con su intervencién, crean un punto de partida para el nuevo tégimen. Dejemos a los moralistas juzgar si esto est’ bien o mal. A nosotros nos basta con tomar los hechos tal como nus los brinda su desarrollo objetivo. La historia de las revoluciones es para nosatros, por encima de todo, la historia de la irrupeisn violenta de las masas en el gobierno de sus propios destinos. Cuando en una sociedad estalla la revolucién, luchan unas clases contra otras y, sin embargo, es de una innegable evidencia que las modificaciones por Tas bases econdmicas de la sociedad y el sustrato social de las clases desde que comienza hasta que acaba no bastan, ni mucho menos, para explicar el curso 19 20 de una revolucién que en unos pocos meses derriba instituciones seculares y rea otras nuevas, para volver enseguida a derrumbarlas, La dindmica de los acontecimientos revolucionarios se halla directamente informada por los ripiclos, tensos y violentus cambios que sufre la sicologia de las clases formadas antes de la revolucién. La sociedad no cambia nunca sus instituciones a medida que lo necesita, como un operario cambia sus herramientas, Por el contrario, acepta practica- mente como algo definitivo las instituciones a quese encuentra sometida. Pasan largos afios durante los cuales la obra de critica de la oposicién no es mas que una vilvula de seguridad para dar salida al descontento de las masas yuna con dicién que garantiza la estabilidad del régimen social daminante; es, por ejem- plo, la significacidn que tiene hoy la oposicién socialdemécrata en ciertos paises. Han de sobrevenir condiciones completamente excepcionales, independientes de la voluntad de los hombres o de los partidos, para arrancar al descontento las cadenas del conservadurismo y Hevar a las masas a la insurreccién, Por tanto, esos cambios répidos que experimentan las ideas y cl estado de espiritu de las masas en las épocas revolucionatias no son producto de la elasti- cidad.y movilidad de la psiquis humana, sino al revés, de su profunde conserva- durismo, El retraso cranico en que se hallan las ideas y relaciones humanas con respecto a las nuevas condiciones objetivas, hasta el momento mismo en que és- tas se desploman catastréficamente, por decirlo asi, sobre los hombres, es lo que en los periodos revolucionarios engendra ese movimiento exaltado de las ideas y las pasiones que a las mentalidades policiacas se les antoja fruto puro y simple de la actuacién de los “demagogos”. Las masas no van a la revolueién con un jan preconcebido de Ia sociedad nueva, sino con un sentimiento claro de la imposibilidad de seguir soportando |a sociedad vieja, Sélo el sector dirigente de cada clase tiene un programa politico, programa que, sin embargo, necesita todavia ser sometido a la prueba de los acontecimientos y ala aprobacidn de las masas. El proceso politico fundamental de una revolucién consiste pre te en que esa clase perciba los objetives que se desprenden de la crisis social en que las masas se orientan de un modo activo por cl métado de las aproximacio- is distintas etapas del proceso revolucionario, consolidadas por el desplazamiento de unos partidos por otros cada vex mas extremos, sefalan la presién creciente de las masas hacia la izquierda, hasta que el impulso adquiri- do por el movimiento tropieza con obsticulos objetives. Entonces comienza la reaccién: decepcién de ciertos sectores de la clase revolucionaria, difusién del indeferentismo y consiguiente consolidacién de las posiciones adquiridas por las fuerzas contrarrevolucionarias. Tal ¢s, al menos, el esquema de las revolu- ciones tradicionales. ‘Sélo estudiando los procesos politicos sobre las propias masas se alcanza a comprender el papel de los partidos y los caudillos que en modo algunio que- remos negar. Son un elemento, si no independiente, si muy importante, de este proceso. Sin una organizacién dirigente, la energia de las masas se disiparia, como se disipa el vapor no contenido en una caldera. Pero sea como fuere, lo que impulsa el movimiento no es la caldera ni el pistén, sino el vapor. Son evidentes las dificultades con que tropieza quien quiere estudiar los cambios experimentadas por la conciencia de las masas en épocas de revolucién. men 2 Las clases oprimidas crean Ja historia en las félbricas, en Jos cuarteles, en los campos, en las calles de la ciudad, Mas no acostumbran a ponerla por escri to. Los periodos de tensién maxima de las pasiones sociales dejan, en general, poco margen para la contemplacién y el relato, Mientras dura Ia revolucién, todas las musas, incluso esa musa plebeya del periodismo, tan robusta, lo pasan mal. A pesar de esto, la situacion del historiador no es desesperada, ni mucho: menos. Los apuntes escritos son incompletos, andan sueltos y desperdigados. Pero, puestas a la luz de los acontecimicntos, estos testimonios fragmentarios permiten muchas veces adivinar la direccién y el ritmo del proceso histérico, Malo bien, los partidos revolucionarios fundan su técnica en la observacién de los cambios experimentados por la conciencia de las masas, La senda histévica del bolchevismo demuestra que esta observacién, al menos cn sus rasgos mas salientes, es perfectamente factible. Por qué lo accesible al politico revolucio- nario en el torbellino de la lucha no ha de serlo también retraspectivamente al historiador? Sin embargo, los procesos que se desarrollan en la conciencia de las masas no son nunca aulonomos ni independiente, Pese a los idealistas y a los eclécti- 05, la conciencia se halla determinada por la existencia. Los supuestos sobre los que surgen la Revolucién de Febrero y su suplantacién por la de Octubre tienen necesariamente que estar informados por las condiciones histéricas en que se formé Rusia, por sx economia, sus clases, su Estado, por las influencias ¢jercidas sobre ella por otros paises. Y cuanto mds enigmatico nos parezca el hecho de ‘que un pais atrasado fuera cl primero en exaltar al poder al proletariado, mas tenemos que buscar la explicacin de este hecho ticas de ese pais, 0 sea en lo-que le diferencia de los demas, En los primeros capitulos del presente libra esbozamos répidamente la-evo- luci6n de la sociedad rusa y de sus fucrzas intrinsccas, acusando de este modo las peculiaridades histéricas de Rusia y su peso especifico. Confiamos en que el esquematismo de esas paginas no asustara al lector. Mas adelante, conforme siga leyendo, veri a esas mismas fucrzas sociales vivir y actuar. Este trabajo no esta basado precisamente en los recuerdos personales de su autor. El hecho de que éste participara en los acontecimientos no le exime del deber de basar su estudio en documentos rigurosamente comprobadus. El autor habla. de si mismo alli donde la marcha de los acontecimientos le obliga a ha- cerlo, pero siempre en tercera persona. Y no por razanes de estilo simplemente, sino porque el tono subjetive que en las autobiografias y en las memorias es inevitable seria inadmisible en un trabajo de indole histética. Sin embargo, la circunstancia de haber intervenide personalmente en la lu- cha permite al autor, naturalmenie, penetrar mejor, no solo en la sicologia de las fuerzas actuantes, las individuales y las colectivas, sino también en la concate- Racién interna de los acontecimientus. Mas para que esta ventaja dé resultados Positivos, precisa observar una condicién, a saber: no farsea los datos de la pro- Pia memoria, y esto no sdlo en los detalles, sine también en lo que respecta a los Motivos y a los estados de espiritu, El autor erce haber guardado este requisite en cuanto de él dependia. Todavia hemos de decir dos palabras acerca dela posicién politica del autor, que en funcidn de historiador, sigue adoptando e} mismo punto de vista que las cara n adoptaba en funcién de militante ante los acontecimicntos que relata. El lector ho esta obligado, naturalmente, a compartir las opiniones politicas del autor, que éste, por su parte, no tiene tampoco por qué ocultar, Pera si tiene derecho 1 de un trabajo histérico que no sea precisamente la apologia de una po- sicidn politica determinada, sino una exposicién, internamente ravonada, del proceso real y verdadero de la revolucién. Un trabajo histérico s6lo cumple del todo con su misién cuando en sus paginas los aconteeimientos se desarrollan con toda su forzosa naturalidad. ¢Mas tiene esto algo que ver con la que Haman “imparcialidad” histérica? Nadie nos ha explicado todavia claramente en qué consiste esa imparcialidad. El tan citado dicho de Clemenceau de que las revoluciones hay que tomarlas 0 desecharlas en bloc es, en el mejor de Jos casos, un ingenioso subterfugio: ;como es posible abrazar o repudiar como un todo organico aquello que tiene su esen- cia en la escisién? Ese aforismo se lo dicta a Clemenceau, por una parte, la per- plejidad producida cn éste por el excesivo arrojo de sus antepasados y, por otra, la confusién en que se halla el descendiente ante sus sombras. ‘Uno de los historiadores reaccionarios y, por tanto, mas de moda en la Francia contempordnea, L. Madelein, que ha calumniado con palabras tan ele- gantes a la Gran Revolucion, que vale tanto como decir a la progenitora de la nacién francesa, afirma que “el historiador debe colocarse en lo alto de las mu- rallas de la ciudad sitiada, abrazando con su mirada a sitiados y sitiadores”; es, segdn dl, la dniea manera de conseguir una “justicia conmutativa”. Sin embar- 6, los trabajos de este historiador demuestran que si él se stibié a lo alta de las murallas que separan a los dos bandos, fue, pura y simplemente, para servir de espia a la reaccién. Y menos mal que en este caso se trata de batallas pasadas, pues en épocas de revolucién es un poco peligroso asomar la cabeza sobre las murallas. Claro esta que, en los momentos peligrosos, cstas sacerdotes de la “justicia conenutativa” suclen quedarse sentados en casa esperando a ver de qué parte se inelina la vietoria. El lector serio y dotado de espiritu critica no necesita de-esa solapada impar- cialidad que le brinda la copa de 1a conciliacién Mena de vencno reaccionario, sino de la metédica escrupulosidad que va a buscar en los hechos honradamen- te investigados, apoyo manifiesta para sus simpatias o antipatias disfrazadas, la contrastacién de sus nexos reales y el descubrimiento de las leyes por quese rigen. Esta es la tinica objetividad histérica que cabe, y con ella basta, pues se halla contrastada y confirmada, no por las buenas intenciones del historiador de que 4 mismo responde, sino por las leyes que rigen el proceso histérico y que ‘Ase limita a revelar, Para escribir este libro nos han servido de fuentes numerosas publicacio- nes periédicas, diarios y revistas, memorias, actas y otros materiales, en par- te manuscritos y, principalmente, los trabajos editados por el Instituto para la Historia de la Revolucién en Moset: y Leningrado. Nos ha parecido superfluo indicar en el texto las diversas fuentes, ya que con ello no hariamos més que estorbar la lectura. Entre las antologias de trabajos histéricos hemos manejado muy en particular los dos tomos de los Aprntes para la Historia de la Revolicisn de Octubre (Moseti-Leningrado, 1927). Escritus por distintes autores, los trabajos B monognaficos que forman estos dos tomos no tienen todas el mismo valor, pero contienen, desde hiego, abundante material de hechos, Cronoligicamente nus guiamos cn todas las fechas por el viejo calendario, rezagado en trece dias, como se sabe, respecto al que regia én el resto del mundo. y hoy rige también en los Saviets, El autor no tenia mas remedio que atenerse al calendario que estaba en vigor durante la revoluckin. Ningian trabajo le hu- biera costado, naturalmente, trasponer las fechas segtin cl cémputo moderno. Pero esta operacién, climinando unas dificultades, habria creado otras de mas monta, El derrocamiento de la monarquia pasé a la loria con el nombre de Revolucidn de Febrero. Sin embargo, computando la fecha por el calendario oc cidental, ocurrié en marzo, La manifestacién armada que se organizé contra la politica imperialista del gobierno provisional figura en la historia con el nombre de “jomadas de abril”, siendo asi que, segin cl computo europe, tuve lugar en mayo. Sin detenernos en otros acontecimientos y fechas intermedios, haremos nofar, finalmente, que la Revoluciéin de Octubre se produjo, segiin el calendario europeo, en noviembre. Como vemos, ni el propio calendario se puede librar del sello que estampan en él los acontecimientos de la Historia, y al historiador no le es dado corregir las fechas historicas con ayuda de simples peraciones aritmé- ticas. Tenga en cuenta cl lector que antes de derrocar el calendariobizantino, la revolucién hubo de derrocar las instituciones que a él se aferraban. Len Trotsky Tomo I Capitulo [ Las caracteristicas del desarrollo de Rusia El rasgo fundamental y mas constante de la historia de Rusia es el cardcter rezagado de su desarrollo, con el atraso econdmico, cl primitivismo de las for- fas Sociales y ol bajo nivel de cultura que son su abligada consecuencia. La poblacién de aquellas estepas gigantescas, abicrlas a los vientos incle- ‘mentes del Oriente y a los invasores asiiticos, nacié condenada por la natura- leza misma a un gran retraso, La lucha con los pueblos némadas se prolonga hasta fines del siglo XVI. La lucha con los vientos que arrastran en invierno los hielos y en verano la sequia, atin se sigue librando hoy en dia. La agricultura -base de todo el desarrollo del pais- progresaba de un modo extensivo: en el norte eran talados y quemados los bosques, en el sur se roturaban las estepas ; Rusia fue tomando posesién de la naturaleza no en profundidad, sino en exter Mientras que los pueblos birbaros de Occidente se instalaban sobre las ruinas de la cultura romana, muchas de cuyas viejas piedras pudieron utilizar ‘como material de construccién, los cslavos de Oriente se encontraron en aque- las inhdspitas latitudes de la estepa huérfanos de toda herencia: su antecesores vivian en un nivel todavia mas bajo-que el suyo. Los pueblos de la Europa oc- ‘idental, encerrados enseguida dentro de sus fronteras naturales, crearon los Titcleos econdmicns y de cultura de las sociedades industriales. La poblacién de la lanura oriental, tan pronto vio asomar los primeros signos de penuria, Penetrd en los bosques o se fue a las estepas. En Occidente, los elementos mas emprendedores y de mayor iniciativa de la poblacién campesina vinieron a la ‘ciudad, se convirtieron en artesanos, en comerciantes. Algunos de los elementos activos y audaces de Oriente se dedicaron también al comercio, pero la mayoria Se convirtieron en cosacos, en colonizadores, El proceso de diferenciacién social tan intensivo en Occidente, en Oriente ‘Yelase contenido y esfumado por el proceso de expansién. “El zar de los mas- “ovitas, aunque cristiano, reina sobre gente de inteligencia perezosa”, oseribia Vico, contemporineo de Pedro I. Aquella “inteligencia perezosa” de los: mos- ‘ovitas reflojaba la lentitud del ritmo econdmico, la vaguedad informe de las Telaciones de clase, la indigencia de la historia interior. »@ 30 Las antiguas civilizaciones de Egipto, India y China tenian caracteristicas propias que se bastaban a si mismas y disponian de tiempo suficiente para le= var sus relaciones sociales, a pesar del bajo nivel de sus fuerzas productivas, casi hasta esa misma minuciesa perfecciéin que-daban a sus productos los arte- sanos de dichos paises, Rusia hallibase enclavada entre Europa y Asia, no sélo geograficamente, sino también desde un punto de vista social ¢ histérico. Se diferenciaba en Ja Europa occidental, sin confundirse tampoco con el Oriente asidtico, aunque se acercase a uno u otro continente en los distintos momentos de su historia, en uno u otro respecto. El Oriente aporté ol yugo tartaro, elemen- to importantisimaen la formacién y estructura del Estado maso, E] Occidente era un enemigo mucho mas temible; pero al mismo tiempo un maestro, Rusia no podia asimilarse a las formas de Oriente, compelida como se hallaba a plegarse constantemente a la presién econémica y militar de Occidente. La existencia en Rusia de un régimen feudal, negada por los historiadores: tradicionales, puede considerarse hoy indiscutiblemente demostrada por las madernas investigaciones. Es mas: los elementos fundamentales del feudalismo: ruso eran los mismos que los de Oecidente. Pero-el solo hecho de que la existen- cia en Rusia de una época feudal haya tenido que demostrarse mediante largas polémicas cientificas, es ya claro indicio del caracter imperfect del feudalismo ruso, de sus formas indefinidas, de la pobreza de sus monumentos culturales. $ atrasados se asimilan las conquistas materiales ¢ ideolgicas de Jas naciones avanzadas. Pero esto no significa que sigan a estas ultimas servil- mente, reproduciendo todas las etapas de su pasado. La teoria de la reiteracién de los ciclos histéricos -procedente de Vico y sus secuaces- se apoya en la ob- servacién de los ciclos de las viejas culturas precapitalistas y, en parte también, en las primeras experiencias del capitalismo. El carcter provincial y episédico. de todo el proceso hacia que, efectivamente, se repitiesen hasta cierto punto las distintas fases de cultura en los nuevos micleos humanos. Sin embargo, el ca- pitalismo implica la superacién de estas condiciones. El capitalismo prepara y, hasta cierto punto, realiza la universalidad y permanencia en la evolucidn de la humanidad. Con esto se excluye ya la posibilidad de que se repitan las formas evolutivas en las distintas naciones. Obligado a seguir a los paises avanzados, el pais atrasado no se ajusta en su desarrollo a la concatenacién de las etapas suce- sivas. El privilegio de los paises histricamente rezagados -que lo es realmente- estd en poder asimilarse las cosas 0, mejor dicho, en obligarse a asimildrselas antes del plazo previsto, saltando por alto toda una serie de ctapas intermedias. Los salvajes pasan de la flecha al fusil de golpe, sin recorrer la senda que separa en el pasado esas dos armas, Los colonizadores europeos de América no tuvie- ron necesidad de volver a empezar la historia por el principio, Si Alemania 0 los Estadas. Unidos pudieron dejar atrés econémicamente a Inglaterra fue, precisa~ mente, porque ambos paises venian rezagados en la marcha del eapitalismo. Y Ja anarquia conservadora que hoy reina en la industria hullera britanica y en la mentalidad de MacDonald y de sus amigos, es la venganza por ese pasado en que Inglaterra se demoré mas tiempo del debido empuitando el cetro de la he- gemonia capitalista. El desarrollo de una nacién histéricamente atrasada hace, forzosamente, que se confundan en ella, de una manera caracteristica, las distintas

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