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Felt Ff; DRUCKER GRU Fo Poors Porras En su libro mas reciente, Drucker Cree eee oer emu C Core C od cambios que estan afectando a la politica, PERCE enn arn irene Tn Tent e Beane ema ee POT Cee Mi CM aie tcm Ce CO oportunidades que el futuro ofrece Date omereel ome a Renner Pram eye Meant CORa 4 mace) bien que en un recurso, es lo que hace a nuestra sociedad postcapitalista. Eso NERO CCUa Can Cae ateaaatcy de la sociedad. Crea una nueva dinamica VG eRe or een lule- Mesut mica. Crea una nueva politica". Peter F. Drucker es famoso por los POC ee eRe me nT ew EMT a tica, la economia y la sociedad. Esos libros abarcan cincuenta anos de historia Pewee Reh atic nee eee on tee aaa aga industrial; La edad de la discontinuidad; Drea Oat MN arrears ee Renata Lema oc ee kevar a COCR Xen Coon ee wart) La sociedad POST CAPITALISTA PETER F. DRUCKER Traduccion Jorge Cardenas Nannetti euzpvrso EDITORIAL Barcelona, Bogoté, Buenos Aites, Caracas, Guatemala, México, Miami, Panam, Quito, San José, ‘Sen Juan, San Salvador, Santiago de Chile. Contenido Introduccién: La transformaci6n * Sociedad postcapitalista y Estado postcapitalista * Paso a la sociedad de conocimiento * gSoslayando al Estado- nacién? * El Tercer Mundo * Sociedad — Estado — cono- cimiento PRIMERA PARTE: LA SOCIEDAD 1 Del capitalismo a la sociedad de conocimiento * Nuevo significado del conocimiento + La Revolucién Industrial * La Revoluci6n de la Productividad « La Revolu- cién Administrativa + De conocimiento a conocimientos 2 La sociedad de organizaciones * La funcién de la organizacién ¢ La organizacién como especie distinta « Las caracteristicas de la organizacion * La organizacién como desestabilizadora ¢ La sociedad de empleados 3 Ei trabajo, el capital y su futuro * gLa mano de obra es todavia un activo? * Cuanta mano de obra se necesita y de qué clase « Capitalismo sin capitalis- tas ¢ La caja de pensiones y sus propietarios * El gobierno de las corporaciones ¢ La administracién responsable 4 La productividad de las nuevas fuerzas laborales « Equipos y trabajo en equipo + Necesidad de concentrarse + Reestructuracién de las organizaciones * Ventajas de contratar por fuera * Evitar un nuevo contlicto de clases 21 54 76 93 VI Contenido 5 La organizacién basada en la responsabilidad * Cuando el derecho se convierte en abuso * ,Qué es responsabilidad social? + El poder y las organizaciones + De mando a informacién * De informacién a responsabili- dad + Hacer que todos contribuyan SEGUNDA PARTE: EL Estapo 6 Del Estado-nacién al megaestado * La paradoja del Estado-nacién * Las dimensiones del megaestado ¢ El Estado-nodriza + El megaestado como amo de la economia + El Estado fiscal * El Estado de Guerra Fria * La excepcién japonesa * gHa funcionado el megaestado? * El Estado despilfarrador * El Estado de Guerra Frfa: fracaso del éxito 7 +Transnacionalismo, regionalismo, tribalismo * El dinero no tiene patria + Tampoco la informacién * Necesidades transnacionales: el medio ambiente * Lucha contra el terrorismo ¢ Control transnacional de armas * La nueva realidad: el regionalismo * Retorno del tribalismo La necesidad de tener raices 8 La necesaria reestructuracién del gobierno + Inutilidad de la ayuda militar + Qué abandonar en la politica econémica + En qué concentrarse * Més alld del Estado-nodriza 9 Ciudadania por el sector social + No basta el patriotismo * La necesidad de comunidad + Desaparece la comunidad en la planta * El voluntario como ciudadano TERCERA PARTE: EL CONOCIMIENTO 10 El convucimiento: su economia; su productividad + La economfa del conocimiento * La productividad del conocimiento * Los requisitos administrativos * Hay que conectar 108 125 155 172 183 197 Contenido VIL 11 La escuela responsable 212 * Las nuevas exigencias de rendimiento + Aprender a aprender * La escuela en la sociedad « Las escuelas como socios * La escuela responsable 12 La persona educada 229 Reconocimientos 239 Indice 241 Introduccion: La transformacion Cada pocos centenares de afios ocurre en la historia del Occidente una notable transformacién. Cruzamos lo que en un libro anterior (Las nuevas realidades, 1989) amé una “divisoria”. En el término de pocos decenios, la sociedad se reacomoda — en su visién mundial; en sus valores basicos; en su estructura social y politica; en sus artes; en sus ins- tituciones claves. Cincuenta aiios después hay un mundo nuevo. Y las personas que nacen entonces no pueden siquie- ra imaginar el mundo en que vivieron sus abuelos y en que nacieron sus propios padres. Vivimos una transformacién de este tipo que est4 creando la sociedad postcapitalista. Tal es el tema de este libro. Una transformacién semejante ocurrié en el siglo XII — cuando el mundo europeo casi de la noche a la mafiana se centré en la nueva ciudad — con la aparicién de los gremios urbanos como nuevos grupos dominantes de la sociedad, con el revivir del comercio a larga distancia; con Ia nueva arqui- tectura gética, eminentemente urbana y en realidad practica- mente burguesa; con la nueva pintura de los sieneses; con el retorno a Aristételes como fuente de toda sabiduria; con las universidades urbanas que reemplazaron como centros de cultura a los monasterios en su aislamiento rural; con las nuevas érdenes urbanas de los dominicos y los franciscanos que surgieron como portadoras de religién, de conocimien- tos, de espiritualidad; y a la vuelta de unos pocos decenios 2 Introduccion con el paso del latin a los idiomas verndculos y con Dante que creé la literatura europea. Doscientos afios mas tarde, ocurrié la siguiente transfor- macién en los sesenta afios transcurridos entre la invencién de Gutenberg de tipos méviles para imprimir, en 1455, y con. ellos la aparicién del libro impreso; y la Reforma protestan- te de Lutero en 1517. Estos fueron los decenios del floreci- miento del Renacimiento, que culminé entre 1470 y 1500 en Florencia y Venecia; del redescubrimiento de la antigiiedad; del descubrimiento europeo de América; de Ja infanteria espafiola, el primer ejército permanente desde las legiones romanas; del redescubrimiento de la anatomia y con ella de la inves- tigacion cientifica; y de la adopcién general de los numeros arabigos en el Occidente. Tampoco una persona que viviera en 1520 podria haber imaginado el mundo en que vivieron sus abuelos y en el cual nacieron sus propios padres. La siguiente transformacién comenzé en 1776 — afio de la Revolucién Norteamericana, afio en que Watt perfeccioné la maquina de vapor y Adam Smith escribié La riqueza de las naciones, Llegé a su término cuarenta afios después — en Waterloo —- cuarenta afios durante los cuales nacieron todos los “ismos" modernos. E] capitalismo, el comunismo y la Revolucién Industrial surgieron durante esos decenios. Esos ajios vieron igualmente la creacién — en 1809 — de la universidad moderna (Berlin) y también de la escolaridad universal. Esos cuatro decenios trajeron la emancipacién de los judios — y en 1815 los Rothschilds se habian convertido en la gran potencia que eclipsé a reyes y principes. Esos cuarenta afios produjeron, en realidad, una nueva civilizacién europea. Tampoco una persona que hubiera nacido en 1820 podria imaginar el mundo en que vivieron sus abuelos yen el cual nacieron sus propios padres. Nuestro tiempo, 200 afios después, es nuevamente un periodo de transformacién. Pero ésta no se limita ahora a la sociedad occidental y a la historia occidental. Uno de los cambios fundamentales es que ya no hay historia “occiden- tal” ni siquiera civilizacién “occidental”; sélo hay historia universal y civilizacién universal — aunque ambas occiden- Latransformacién 3 talizadas. Es discutible si la transformacién actual empezé con el surgimiento del primer pais no europeo, el Japén, como una gran potencia econémica, 0 sea hacia 1960 — o con el computador, es decir, cuando la informacién se hizo central. Yo propondria como comienzo la Declaracién de los Derechos de los Veteranos Norteamericanos después de la Segunda Guerra Mundial, que les dio a todos los soldados que regresaban de la guerra el dinero para asistir a la univer- sidad, cosa que no habria tenido ningin sentido treinta afios antes, al terminar la Primera Guerra Mundial. Esa Declara- cién de Derechos y el entusiasmo con que fue recibida por los veteranos de los Estados Unidos sefialé el paso a la so- ciedad de conocimientos. Los futuros historiadores posible- mente consideraran esto como el hecho mas importante del siglo XX. Claramente estamos atin en medio de esta transformacién, y si la historia nos puede servir de guia, no se terminaré hasta el afio 2010 o 2020, Pero ya ha cambiado el panorama politico, econémico, social y moral del mundo. Quizé ningu- na persona nacida en 1990 podra imaginar el mundo en el que vivieron sus abuelos (es decir, mi generacién) y en el cual nacieron sus propios padres. El primer esfuerzo afortunado por entender la transforma- cién que convirti6 la Edad Media y el Renacimiento en el mundo moderno, la transformacién que comenzé6 en 1455, ni siquiera se intenté hasta cincuenta afios después, con los Comentarios de Copérnico, escritos entre 1510 y 1514; con Et principe de Maquiavelo, escrito en 1513; con la sintesis y la trascendencia de todo el arte del Renacimiento que dejé Miguel Angel en el techo de la Capilla Sixtina entre 1510 y 1512; y con el restablecimiento de la Iglesia Catélica en el Concilio de Trento entre 1545 y 1563. La transformacién siguiente — la que ocurriéd hace 200 afios y que fue introducida por la Revolucién Norteamericana — se comprendié y se analizé por primera vez sesenta afios mas tarde, en los dos volhimenes de La democracia en América, de Alexis de Tocqueville, publicados en 1835 y 1840, respectivamente. Hemos avanzado ya bastante en la nueva sociedad post- 4 Introduccién capitalista para poder reexaminar y revisar la historia social, econémica y politica de la era del capitalismo y del Estado- nacién. Este libro, por tanto, echard un nuevo vistazo al perfodo que estamos dejando atras — y algunas de las cosas que se ven desde este nuevo punto de vista seran para el lector grandes sorpresas (como lo fueron para mi). Sin embargo, prever lo que seré el mundo postcapitalista en sf mismo sigue siendo arriesgado. Qué nuevos interro- gantes surgiran y dénde estardn los grandes problemas del futuro, creo que ya lo podemos discernir con cierto grado de probabilidad. En muchas areas también podemos describir lo que no funcionard. Las respuestas a la mayoria de las pre- guntas estan todavia en gran parte ocultas en el seno del futuro. De lo que si podemos estar seguros es de que el mundo que va a salir del actual reajuste de valores, creencias, estructuras sociales y econémicas, conceptos y sistemas politicos y hasta visiones mundiales, sera distinto de cuanto se pueda imaginar hoy. En algunos campos, y especialmente en la sociedad y su estructura, ya han ocurrido desplaza- mientos fundamentales. Que la nueva sociedad sera a ia vez no socialista y postcapitalista es casi seguro. Y es también seguro que su recurso principal sera el conocimiento. Esto significa, igualmente, que tendré que ser una sociedad de organizaciones. Seguro es también que en politica ya hemos pasado de los 400 afios del Estado-nacién soberano a un pluralismo en que el Estado-nacién seré una de las unidades de integracion politica, y no la unica. Sera un componente, — aunque un componente clave — en lo que yo llamo el “Estado postcapitalista”, un sistema en el cual compiten y coexisten estructuras transnacionales, regionales, de Estado- { nacién, y locales, y hasta tribales. Estas cosas ya han ocurrido. Por consiguiente, se pueden describir. Hacerlo es el propésito de este libro. Sociedad postcapitalista y Estado postcapitalista . Hace apenas unos pocos decenios, todo el mundo “sabia” que una sociedad postcapitalista tenia que ser marxista. Hoy La transformacién 5 todos sabemos que marxista es lo que no serd la préxima sociedad. Pero casi todos sabemos también, o por lo menos presentimos, que los paises desarrollados se estén alejando de todo lo que se pueda Iamar capitalismo. El mercado, sin duda, seguira siendo el integrador eficaz de la actividad econémica. Pero como sociedades, los paises desarrollados ya han entrado en el postcapitalismo, que répidamente se esta volviendo una sociedad de nuevas clases y con un re- curso central como ntcleo. Dos clases dominaban la sociedad capitalista: los capita- listas, que eran los propietarios y controlaban los medios de produccién, y los trabajadores — los “proletarios” alienados, explotados, dependientes, de Karl Marx (1818-1883). Los proletarios primero se convirtieron en la clase media acomo- dada como resultado de la “Revolucién de la Productividad” — la revolucién que empezé justamente por la época de la muerte de Marx, en 1883, y Iegé a su culminacién en todos los paises desarrollados poco después de la Segunda Guerra Mundial. Hacia 1950, el trabajador industrial — que ya no era proletario pero seguia siendo un obrero — parecié dominar la politica y la sociedad en todos esos paises; pero luego, con el advenimiento de la “Revolucién Administrativa”, los obre- ros de la industria manufacturera empezaron a declinar r4- pidamente, en ntimeros y, mds atin, en poder y posicién social. Para el afio 2000 no habra ningtin pais desarrollado en que los trabajadores tradicionales que hacen y mueven bienes constituyan mds de una sexta o una octava parte de la fuerza laboral. El capitalista probablemente Iegé a su punto culminante mds temprano atin — a principios del siglo y, ciertamente, no después de la Primera Guerra Mundial. Desde entonces, nadie ha igualado en poder y visibilidad a personajes de la talla de Morgan, Rockefeller, Carnegie o Ford en los Estados Unidos; Siemens, Thysen, Rathenau, Krupp en Alemania; Mond, Cunard, Lever, Vickers, Armstrong en Inglaterra; de Wendel y Schneider en Francia; o las familias propietarias de las grandes zaibatsu del Jap6n — Mitsubishi, Mitsui y Sumitomo. Cuando estallé la Segunda Guerra Mundial, ya todos habfan sido reemplazados por “gerentes profesiona- 6 Introduccién les"! — el primer resultado de la Revolucién Administrativa. Todavia hay muchas personas ricas, por supuesto, y todavia siguen figurando en la pagina social de los periddicos, pero ahora son “celebridades”. Econédmicamente casi han dejado de tener importancia. Aun en las paginas dedicadas a nego- cios, los que merecen toda la atencién son los “empleados a sueldo”, es decir, los gerentes, y. cuando se habla de dinero es de los “sueidos excesivos” y de las bonificaciones de esos empleados contratados que personalmente poseen muy poco o nada. En lugar de los capitalistas de la vieja escuela, los que controlan cada vez mas la oferta y la distribucién del dinero en los paises capitalistas son las cajas de pensiones. En los Estados Unidos, éstas eran propietarias en 1992 de la mitad del capital social de los negocios mas grandes del pais y eran. tenedoras de una proporcién casi igual de la deuda fija de estas compafiias. Los propietarios beneficiarios de las cajas. de pensiones son, desde luego, los empleados del pais. Si se define el socialismo — como lo definia Marx — como la propiedad de los medios de produccién ejercida por los empleados, entonces los Estados Unidos son el pais mas socialista del mundo a la vez que siguen siendo el mas | capitalista. Las cajas de pensiones son administradas por una nueva casta de capitalistas, empleados sin rostro, an6- nimos, asalariados, los analistas de la inversién de los fondos y los gerentes de cartera. Igualmente importante es que el verdadero recurso domi- nante y factor de produccién absolutamente decisivo no es ya ni el capital, ni la tierra ni el trabajo. Es el conocimiento. En lugar de capitalistas y proletarios, las clases de la socie- dad postcapitalista son trabajadores de conocimientos y tra- bajadores de servicios. 1La mejor relacién, aunque limitada a manufactura en los Estados Unidos, se encuentra en el libro de Alfred D. Chandler, The Visible Hand (Harvard University Press, 1977). La transformacién 7 Paso a la sociedad de conocimiento El] movimiento hacia la sociedad postcapitalista empezé poco después de la Segunda Guerra Mundial. Por primera vez escribi acerca de una “sociedad de empleados”, incluso antes de 1950. Diez afios después, hacia 1960, inventé los térmi- nos “trabajo de conocimiento” y “trabajador de conocimien- to”. En mi libro de 1969, The Age of Discontinuity, hablé por primera vez de la “sociedad de organizaciones”. Este libro se basa, pues, en trabajo realizado en el curso de mas de cua- renta afios; y la mayor parte de sus recomendaciones sobre politica y accién se han probado con éxito. S6lo con el derrumbe del marxismo como ideologia y del comunismo como sistema® se vio con toda claridad que hemos entrado en una sociedad nueva y diferente. Sdlo entonces fue posible escribir un libro como éste: un libro que no es prediccién sino descripcién, un libro que no es futurista sino que pide accién aqui y ahora mismo. La bancarrota moral, politica y econémica del marxismo y el colapso de los regimenes comunistas no fueron “el fin de Ja historia”, como lo proclamé un articulo al que se le hizo mucha publicidad en 1989.* Hasta los mas firmes defensores del mercado libre vacilan en celebrar el triunfo de éste como la Segunda Venida. Pero los acontecimientos de 1989 y 1990 fueron mds que el final de una era; significaron el final de una clase de historia. Con el colapso del marxismo y el comunismo se cerraron 250 afios que habian sido dominados por una religién secular — yo la he Iamado la fe en la satvacién por la sociedad.’ El primer profeta de esta religin secular fue Jean-Jacques Rousseau (1712-1778). La utopia marxista fue su ultima destilacién — y su apoteosis. Sin embargo, las mismas fuerzas que destruyeron el mar- 4por ejemplo. en mi libro The New Society (1949). *ambos previstos en un libro mio, The New Realities — publicado en 1989 y escrito en 1987; varios afios antes de que ocurrieran estos hechos. ‘phe End of History", por Francis Fukayama, The National Interest, verano de 1989. 5En mi libro The New Realities (1989). 8 Introduccion xismo como ideologia y el comunismo como sistema social también estén volviendo obsoleto el capitalismo. Durante 250 afios, desde la segunda mitad del siglo XVIJ, el capitalismo fue la realidad social dominante. Durante los tiltimos cien afios, el marxismo fue la ideologia social dominante. Pero ambos estén siendo répidamente reemplazados por una so- ciedad nueva y muy distinta. La nueva sociedad, que ya est4 aqui, es una sociedad postcapitalista. Seguramente, diga4moslo otra vez, utilizara el mercado libre como el tinico mecanismo probado de integra- cién econémica. No sera una sociedad anticapitalista. No sera ni siquiera no-capitalista. Las instituciones del capitalismo sobreviviran aun cuando algunas, por ejemplo los bancos, puedan desempefiar papeles muy diferentes. Pero cl centro de gravedad de la sociedad postcapitalista — su estructura, su dindmica social y econémica, sus clases sociales y sus problemas — son distintos de los que dominaron durante los Ultimos 250 aiios y definieron las cuestiones en torno a las cuales cristalizaron los partidos politicos, los grupos socia- les, los sistemas de valores de la sociedad, los compromisos personales y politicos. El recurso econémico basico — “el medio de produccién”, para usar la expresién de los economistas — ya no es el capital ni son los recursos naturales (la “tierra” de los eco- nomistas) ni el “trabajo”. Es y serd el conocimiento. Las actividades centrales de creacién de riqueza no serén ni la asignaci6n del capital a usos productivos ni el trabajo — los dos polos de la teoria econémica de los siglos XIX y XX, bien fuera cldsica, marxista, keynesiana 0 neoclasica. El valor se crea hoy por la productividad y por la innovacién, ambas aplicaciones del conocimiento al trabajo. Los grupos sociales dominantes de la sociedad de conocimiento seran los “tra- bajadores de conocimiento” — ejecutivos instruidos que saben asignar sus conocimientos a usos productivos — asf como los capitalistas sabfan asignar capital a usos produc- tivos; los profesionales de conocimiento y ios trabajadores de conocimiento. Practicamente todas estas personas de cono- cimientos serén empleadas en organizaciones. Sin embargo, La transformacién 9 a diferencia de los empleados bajo el capitalismo, serén duefios de los medios de produccién y de las herramientas de produccién — lo primero por medio de sus cajas de pensiones que répidamente estén surgiendo en todos los paises desarrollados como los unicos verdaderos propieta- rios, lo segundo porque los trabajadores instruidos son duefios de sus conocimientos y se los pueden Ievar consigo adondequiera que vayan. El reto econdmico de la sociedad postcapitalista sera, por consiguiente, la productividad dei trabajo y el trabajador de conocimiento. Pero el reto social de la sociedad postcapitalista sera la dignidad de la segunda clase de dicha sociedad: los trabaja- dores de servicios. Estos por lo general carecen de la nece- saria educacién para ser trabajadores de conocimiento. Y en todos los paises, aun en los més adelantados, constituyen una mayoria. La sociedad postcapitalista estard dividida por una nueva dicotomia de valores y percepciones estéticas. No serén las dos culturas — la literaria y la cientifica — de que hablaba el novelista cientifico y administrador gubernamental inglés C. P. Snow (1905-1980) en su libro The Two Cultures and the © Scientific Revolution (1959) — aunque esa divisién es bien real. La dicotomia serd entre los intelectuales y los gerentes, aquéllos interesados en palabras e ideas, y éstos en personas y trabajo. Trascender esta dicotomia en una nueva sintesis ser4 una filosofia central y un reto educativo para la sociedad postcapitalista. ¢Soslayando al Estado-nacién? Los tiltimos afios 80 y los primeros 90 marcaron igualmente el final de otra era, otra clase de historia. Sila caida del muro de Berlin en 1989 fue el acontecimiento culminante que simbolizé la caida del marxismo y del comunismo, la coali- cién transnacional contra la invasién de Kuwait por Irak en febrero de 1991 fue el hecho culminante que seiialé el fin de 400 afios de historia en que el Estado-nacién soberano fue el actor principal (y a menudo el unico) en el escenario 10 Introduccion ° politico. Sin duda, los historiadores futuros contaran a fe- brero de 1991 entre las grandes fechas. No hay precedente para semejante accion transnacional. En ninguna ocasién anterior las naciones — sin un solo disidente, y casi sin ninguna disensién importante — antepusieron el interés de la comunidad mundial en derrotar el terrorismo a sus propios sentimientos nacionales y, en muchos casos, aun a su propio interés nacional. No existe precedente para el consenso casi universal de que el terrorismo no es una cuestién de politica que se pueda dejar a los gobiernos _Macionales individuales. Requiere accién no nacional sino transnacional. Esté muy difundida la creencia, especialmente entre los liberales de los Estados Unidos, de que la guerra de 1991 contra Irak se emprendié para proteger el abastecimiento de petrdleo del Occidente. Nada podria estar mds lejos de la verdad. El control de los pozos petroliferos de Kuwait y aun de Arabia Saudita por Irak habria servido muy bien a los intereses econémicos del Occidente. Habria significado petréleo mucho més barato. Pues mientras que Kuwait y Arabia Saudita no tienen casi poblaciones nativas y, por consiguiente, no tienen necesidad urgente de un ingreso petrolero inmediato, Irak est4 grandemente superpoblado, y si no fuera por el petréleo, estaria casi totalmente desprovis- to de recursos naturales. Por consiguiente, necesita vender todo el petrdleo que pueda, mientras que a Kuwait y a Arabia Saudita les interesa principalmente mantener altos los pre- cios, lo cual significa mantener baja la produccién. Esto explica, dicho sea de paso, por qué los Estados Unidos apo- yaron vigorosamente al régimen de Saddam Hussein en Irak, aun antes de la guerra Irak-Iran, y por qué continuaron apoyandolo hasta el momento mismo en que Saddam atacé a Kuwait, cometiendo asi un acto obvio de terrorismo. Sos- pecho que ello también explica por qué Saddam calculé mal; tiene que haber estado convencido de que los Estados Unidos lo dejarian salirse con la suya en aquella flagrante agresion a fin de asegurarse petréleo barato. Y todos aquéllos a quie- nes conozco en las grandes compafifas petroleras estaban seguros, cuando Irak invadié a Kuwait, de que el gobierno de La transformacién 11 los Estados Unidos no haria nada como no fuera unos pocos ruidos de desaprobacién. En los 400 afios transcurridos desde que el abogado y politico francés Jean Bodin (1530-1596) lo invent6é (en su libro Six Livres de la République, 1576), el Estado-nacién se habia convertido en el unico 6rgano del poder politico interno y externo. A partir de la Revolucién Francesa, es decir, en los Ultimos 200 afios, también se convirtié en el portador de la religin secular, la fe en la salvacion por la sociedad. En realidad, el totalitarismo — tanto comunista como nazi — fue la maxima destilacién y la apoteosis de la doctrina del Es- tado-nacién soberano como tinico érgano del poder. Hasta el dia de hoy la teoria politica y el derecho consti- tucional no conocen sino el Estado-nacién soberano. Y éste, en los tltimos cien afios, se ha hecho constantemente mas poderoso y més dominador. Se ha transformado en el “megaestado”. Hasta ahora es la nica estructura politica que entendemos, con la cual estamos familiarizados y que sabe- mos construir de piezas prefabricadas y estandarizadas: un poder ejecutivo, un legislativo, tribunales, servicio diplom- tico, ejércitos nacionales, etc. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial se han sacado de los antiguos imperios coloniales cerca de doscientos paises nuevos, y todos ellos se han organizado como Estados-nacién soberanos. Y a esto es a lo que aspiran las diversas partes del tiltimo de los imperios coloniales, el Imperio Soviético. ; ¥, sin embargo, durante 40 afios, o sea desde la termina- cién de la Segunda Guerra Mundial, el Estado-nacién sobe- rano ha venido perdiendo constantemente su posicién como unico 6rgano de poder. En lo interno, los paises desarrolla- dos se estén convirtiendo répidamente en sociedades plu- ralistas compuestas por organizaciones. En lo externo, algu- nas funciones gubernamentales se estan haciendo trans- nacionales, otras regionales (es decir, en la Comunidad Europea), otras se estén tribalizando. El Estado-nacién no se va a marchitar hasta desaparecer. Puede que contimie siendo durante largo tiemy politico mas, poderoso, pero ya 6 "8éra’i partira cada vez mas con otros érganos, otras instituciones, 12 Introduccién otros forjadores de politica. ,Cudl seguira siendo su campo propio de accién? gQué se Ilevar4 a cabo dentro del Estado por instituciones auténomas? 4Qué ser supranacional? ZQué seré transnacional? ,Qué ser separado y local? Estos interrogantes seran cuestiones centrales de la politica duran- te decenios. En sus detalles especificos, el resultado es imprevisible. Pero el orden politico seré muy distinto del de, los ultimos_siglos, en los cuales los actores diferian en ta- majio, riqueza, disposiciones constitucionales y credo poli- tico, pero eran uniformes como Estados-naci6n, cada soberano dentro de su territorio y cada uno definido po territorio, Estamos pasando — y en realidad, ya hemos pasado — al Estado postcapitalista. El dltimo de los que podriamos amar los filésofos pre- modernos, Gottfried Leibnitz (1646-1716), pas6é gran parte de su vida en una initil tentativa por restablecer la unidad del cristianismo. Su motivacién no era el temor de guerras re- ligiosas entre catdlicos y protestantes o entre las diversas sectas protestantes — ese peligro ya habfa pasado cuando nacié Leibnitz. Lo que é1 temfa era que sin una fe comin en un Dios sobrenatural aparecerian religiones seculares; estaba convencido de que una religién secular casi por definicién tendria que ser una tiranfa y suprimiria la libertad del indi- viduo. Un siglo después, Jean-Jacques Rousseau confirmé los temores de Leibnitz. Rousseau afirmé que la sociedad podia y debia controlar al ser humano en general; que podia y debia| crear un “Nuevo Adan”; que podia y debja crear la perfeccién\ humana universal. Pero también podia y debia subordinar ei individuo a la volonté génerate (la voluntad general) — lo que los marxistas llamarfan mds tarde las leyes objetivas de la historia. A partir de la Revolucién Francesa la salvacién por Ja sociedad se convirtié gradualmente en el credo dominante, primero del Occidente y después de la Segunda Guerra Mundial, de todo el mundo. Por mas que pretenda ser antirreligiosa, es una doctrina religiosa. Los medios, desde luego, no son espirituales: prohibir el alcohol, matar a todos los judios; psicoandlisis universal; abolicién de la propiedad La transformacién 13 privada. Pero la meta es religiosa: establecer el reino de Dios en la Tierra creando al “Hombre Nuevo”. Durante més de cien afios, el credo secular mds poderoso y penetrante que prometia la salvacién por la sociedad fue el marxismo. La promesa religiosa del marxismo, mucho més que su enrevesada ideologia y su economia cada vez menos realista, constituyé su enorme atractivo, especialmente para los intelectuales. Habia muchas razones, por ejemplo, para que los judios orientales aceptaran una ideologia que prome- tia poner fin a su persecucién y a su discriminacién en la Rusia zarista o en Rumania. Pero el atractivo mds poderoso para ellos era la promesa de un paraiso terrenal, es decir, el atractivo del marxismo como religién secular. El comunismo fracasé como sistema econémico. En lugar de crear riqueza creé miseria. En lugar de crear igualdad econémica creé una nomenklatura de funcionarios que go- zaban de privilegios econémicos sin precedentes. Pero como credo, el marxismo fracasé porque no creé al “Hombre Nue- vo”. Por el contrario, sacé a la luz y fortalecié todo lo peor del “Viejo Addn”: corrupceién, codicia y concupiscencia del poder; envidia y desconfianza mutuas; mezquina tirania y sigilo; mentira, robo, denuncias y, sobre todo, cinismo. El comunismo, como sistema, tenia sus héroes. Pero el marxis- mo, como credo, no tuvo un solo santo. Tal vez el ser humano no tenga remedio. Tal vez tenia razén el poeta latino: la naturaleza humana vuelve a entrarse a hurtadillas por la puerta de atrds, cuantas veces el bieldo la echa fuera por la puerta principal. Quiz4 tengan raz6n los cinicos que afirman que no existe la virtud, ni la bondad ni el altruismo, sino sélo el interés egoista y la hipocresia (aun cuando hay suficientes testimonios de lo contrario, como yo me lo recuerdo a mi mismo en mis horas m4s negras). Pero, ciertamente, el colapso del marxismo como credo significa el fin de la creencia en la salvacién, por Ja sociedad, . Qué vendrd luego, no lo sabemos — slo podemos esperar y orar. 4Tai vez nada m4s que una estoica resignaci6n? gTal vez el renacimiento de la religién tradicional para atender a las necesidades de la persona en la sociedad de conocimien- to? El crecimiento explosivo de lo que yo he Ilamado las 14 Intreduccién iglesias cristianas pastorales en los Estados Unidos — pro- testantes, catélicas, no sectarias — podria ser una sefial. Pero también podria serio el resurgimiento del Islam funda- mentalista. Pues los jévenes del mundo musulmén que cor tanto fervor abrazan hoy el fundamentalismo islamico, hace 40 ajios habrian sido marxistas no menos fervorosos. 40 habré nuevas religiones? < Lo que no es probable que ocurra es més facil de predecir if que lo que probablemente ocurrird. No vamos a presenciar ei rechazo de los valores materiales y la tecnologfa — el “retor- no a la Edad Media” que un escritor japonés, Taichi Sakaya {nacido en 1935) predijo en un libro publicado con gran éxito de libreria a mediados de los afios 80 (publicado en inglés en 1991 por Kodansha International, Nueva York-Tokio- Londres, con el titulo The Krowledge-Vaiue Revolution). La difusién mundial de la informacién y la tecnologia segura- mente har4 esto imposible. (Aparte del hecho de que la tesis del sefior Sakaya descansa en la creencia del siglo XIX — desacreditada desde hace tiempo — de que los hombres de la Edad Media despreciaban los bienes materiales. Todo lo contrario, los codiciaban. Los obsesionaba su posesién con un apetito desordenado increible. No carece de bases la vieja burla marxista de que las Cruzadas fueron el viaje de com- pras mds grande de la historia. La Edad Media fue pobre no porque quisiera serlo sino porque la conquista musulmana del mundo helénico y del Mediterraneo les cort6 el acceso a los productores de riqueza del mundo antiguo.) Con todo, la redencion, la autorrenovacién, el perfecciona- miento espiritual, la bondad y la virtud — el “Hombre Nuevo” para usar la expresién tradicional — probablemente se verdn mas como existenciales que como una meta social y una prescripcién politica. El fin de la creencia en la salvacién_por la sociedad sin duda sefiala un giro hacia Io interior. Pone llevar — o por_lo menos asi podemos esperario — & un_ J fetome a Je responsabilidad individual, | / La transformacién 15 El Tercer Mundo Este libro se concentra mas en los paises desarrollados — en Europa, los Estados Unidos y el Canada, el Japén y los paises recién desarrollados del continente asidtico — que en los paises en vias de desarrollo del Tercer Mundo. Esto no quiere decir que yo considere a las naciones menos desarro- lladas como si no tuvieran importancia o fueran menos im- portantes. Eso seria una tonteria. Al fin y al cabo, las dos terceras partes de la poblacién mundial viven en el Tercer Mundo; y cuando legue el fin det actual periodo de transicién — alrededor del ao 2010 o 2020 — el Tercer Mundo alojara a las tres cuartas partes. Pero también creo muy probable que en los préximos diez 0 veinte afios haya “milagros eco- némicos” nuevos y sorprendentes en que los paises pobres y atrasados del Tercer Mundo se transformen de la noche a la mafiana en potencias econémicas de rapido crecimiento. Incluso es posible que haya mds de estas transformaciones que las que ha habido en los ultimos cuarenta afios, es decir, desde que se empezé a hablar de desarrollo econémico. Todos los elementos de un rapido desarrollo estan dados en las dreas costeras urbanizadas de la China continental, desde Tsientsin, en el norte, hasta Cantén, en el sur. Estas tienen un enorme mercado doméstico, una poblacién altamente edu- cada, con grandisimo respeto por el aprendizaje; una vieja tradicié6n empresarial; estrechos vinculos con los “chinos de ultramar”, en Singapur, Hong Kong y Taiwan, con acceso a su capital, sus redes comerciales, sus poblaciones instrui- das. Todo esto podria desatarse en una explosién de creci- miento empresarial si la tirania politica y econémica de Beijing pudiera ser desalojada pacificamente. Los paises mas grandes de la América Latina ofrecen un adecuado mercado doméstico. México tal vez ya est4 en 1a etapa de “arranque”. El Brasil puede sorprender a todo el mundo por lavelocidad de su transformacién, wna vez que haga acopio de valor politico para seguir el ejemplo reciente de México y abandone las politicas fracasadas (y hasta suicidas) en que se embarcé a partir de 1970. Nadie puede prever qué sorpresas nos re- servan los antiguos paises comunistas de Europa oriental. 16 Introduccion Pero también es mucho lo que est en juego para los paises desarrollados en el Tercer Mundo. A menos que en éste haya un répido desarrollo, tanto econémico como social, los pai-_ lados se verdn inundados por hordas humanas de Las fuerzas que estén créando la sociedad postcapitalista yel do postcapitalista tienen su origen en el mundo desarroliado. Son el producto y el resultado de su desarrollo. Las soluciones de los retos de la sociedad postcapitalista y del Estado postcapitalista no se van a encontrar en el Tercer Mundo. Si algo se ha visto totalmente refutado son las pro- mesas de los lideres del Tercer Mundo en los afios 50 y 60 — Nehru en la India, Mao en la China, Castro en Cuba, Tito en Yugoslavia, los apéstoles de la negritud en Africa o los neomarxistas como el Che Guevara. Todos prometieron que el Tercer Mundo encontraria soluciones nuevas y diferentes y que, ciertamente, crearia un nuevo orden. El Tercer Mundo no ha cumplido las promesas hechas en su nombre. Los retos, las oportunidades, los problemas de la sociedad post~'' capitalista y del Estado postcapitalista sélo se pueden atacar ‘ donde se originaron. Y fue en el mundo desarrollado. Sociedad — Estado — conocimiento Este libro abarca un campo muy amplio. Trata de la sociedad postcapitalista; del Estado postcapitalista; y de los nuevos retos al conocimiento mismo. Y, sin embargo, deja por fuera mucho mds de lo que trata de abarcar. No es una “historia del futuro”. Es un vistazo al presente. Lag dreas de discusién — sociedad, Estado, conocimiento — no se presentan en orden de importancia. Eso colocaria a la cabeza la breve discusién sobre la persona educada con que termina este volumen. Las tres dreas se presentan mas bien en el orden en que son previsibles. Con respecto a la sociedad posteapitalista, sabemos lo que ha ocurrido y por qué; sabemos lo que va a suceder y por qué, por lo menos en Iineas generales; y mucho de eso ya esta ocurriendo. En La transformacién 17 lo tocante al Estado postcapitalista tenemos hasta ahora tinicamente programas. Cémo se efectuaran los cambios que se necesitan es todavia una conjetura. Pero sabemos lo que ha sucedido y por qué; podemos especificar lo que se nece- sita que suceda y por qué. En cambio, con respecto al co- nocimiento s6lo podemos hacer preguntas — y confiar en que sean las preguntas adecuadas. A menudo me preguntan si yo soy optimista o pesimista. Para cualquier sobreviviente de este siglo ser optimista seria fatuo. Ciertamente, no nos acercamos siquiera al final de la turbulencia, las transformaciones, los stibitos sacudimientos que han hecho de este siglo uno de los mas perversos, crue- les y sangrientos en la historia humana. El que se engafie creyendo que nos estamos acercando “al fin de la historia” se expone a sorpresas desagradables — sorpresas como las que afligieron al presidente norteamericano Bush cuando se apunté primero a la carta de la supervivencia del Imperio Ruso bajo Mijail Gorbachov y luego al éxito de 1a Comunidad de Naciones Ex Soviéticas de Boris Yeltsin. Nada que sea “post” es permanente o siquiera de larga. duracién. El nuestro es un periodo de transicién. Lo que sera la sociedad futura, para no hablar de si realmente va a ser ia sociedad ‘de conocimiento que algunos nos atrevemos a ar, dependera de cémo respondan los paises desarrolla- dos a los retos de este periodo de transicién, el periodo postcapitalista — sus lideres intelectuales, sus lideres de los negocios, sus lideres politicos, pero, sobre todo, cada uno de nosotros en nuestro trabajo y nuestra vida. Pero, en todo caso, éste es seguramente el momento de hacer el futu precisamente porque todo est en flujo. Es tiempo prop: para la acci6n. Primera parte La sociedad 1 Del capitalismo a la sociedad de conocimiento En el término de 150 afios, de 1750 a 1900, el capitalismo y la tecnologia conquistaron el globo y crearon una civiliza- cién mundial. Pero ni el capitalismo ni la innovacién técnica eran cosa nueva; ambos habian sido fenémenos comunes y corrientes a lo largo de las edades, tanto en el Occidente como en el Oriente. Lo que si era completamente nuevo era la velocidad de su difusién y el alcance global a través de culturas, clases y geografia. Fue esto, su velocidad y su alcance, lo que convirtié el capitalismo en un sistema. Con- virtié los avances técnicos en la Revolucion Industrial. Esta transformacién fue impulsada por un cambio radical en el significado del conocimiento. Tanto en el Occidente como en el Oriente el conocimiento siempre se habia visto como aplicable a ser. Casi de la noche a la mafiana se empezd a aplicar a hacer, Se convirtié en un recurso, en una utilidad. Siempre habia sido un bien privado. Casi de la noche a la maijiana se convirtié en un bien ptblico. 22 La sociedad . Durante cien afios — en la primera fase — el conocimiento se aplicé a herramientas, procesos, productos. Esto creé la Revolucién Industrial, pero también creé lo que Marx lam6é la alienaci6n y las nuevas clases y la guerra de clases, y con ello el comunismo, En su segunda fase, que comenzé hacia 1880 y culmind més o menos en Ja Segunda Guerra Mundial, el conocimiento en su nuevo significado empezé a aplicarse al trabajo. Esto introdujo la Revolucién de la Productividad, que en 75 afios convirtié al proletario en un burgués de clase media con ingresos casi de clase alta. La Revolucién de la Productividad acabé as{ con ja guerra de clases y con el comunismo. La ultima fase comenzé después de la Segunda Guerra Mundial. El conocimiento se estd aplicando ahora al conocimiento mismo. Esta es la Revolucion Administrativa. El conocimiento se esta convirtiendo actualmente en el tinico factor de la produccién, y ha puesto a un lado tanto al capital como al trabajo. Puede ser prematuro (y ciertamente seria presuntuoso) Hamar “sociedad de conocimiento” a la nuestra — hasta ahora sélo tenemos una economia de conocimiento, pero nuestra sociedad es ciertamente postcapitalista. El Capitalismo en una u otra forma ha ocurrido y se ha repetido muchas veces a lo largo de las edades, y en el Oriente, lo mismo que en el Occidente. Ha habido igualmente muchos periodos tempranos de rdpida invencién técnica e innovacién, muchos de los cuales produjeron cambios técni- cos tan radicales como cualesquiera cambios de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX.! Lo que no tiene precedentes ‘La mejor discusién del capitalismo como un fenémeno recurrente y bas- tante frecuente esta en los dos libros del gran historiador econémico francés Fernand Braudel: The Mediterranean (2 vols.), publicado originalmente en Francia en 1949, Traduceién inglesa: Nueva York, Harper & Row, 1972; y Civilization & Capitatism (3 vols.), publicado originalmente en Francia en 1979. Traduccién inglesa: Harper & Row, 1981. Las mejores discusiones de tempranas revoluciones industriales son Medieval Technology and Sociat Change, de Lynn White, Jr., Oxford University Press, 1962; The Medievat Machine: The Industrial Revolution of the Middle Ages, de Jean Gimpel, publicado originalmente en Francia en 1975, Traduccién inglesa: Nueva York; Holt Rinehart & Winston, 1976. Y la monumental Science & Civilization in China, del bioquitico, orientalista e historiador britanico Joseph Needham, Cambridge University Press, cuya publicacién empezé en 1954. Falta todavia Det capitatismo a la sociedad de conocimiento 23 y es unico en el desarrollo de los ultimos 250 afios son su velocidad y su alcance. En lugar de ser uno de los elementos de la sociedad, como habian sido los capitalismos anteriores, el Capitalismo se convirtié en la sociedad. En lugar de estar confinado, como siempre antes, a una localidad estrecha, el Capitalismo se apoderé de toda Europa occidental y septen- trional en los breves cien afios transcurridos de 1750 a 1850. Luego, en el término de otros cincuenta afios, se extendié por todo el mundo habitado. Todos los capitalismos tempranos se habian limitado a grupos pequefios de la sociedad. Los nobles, los terratenien- tes y los militares, los campesinos, los profesionales, los artesanos, y hasta los labradores casi no fueron tocados por ellos. El Capitalismo penetré rapidamente y transformé todos los grupos de la sociedad adondequiera que se extendid. Desde los tiempos mas remotos, en el Viejo Mundo se han difundido velozmente nuevas herramientas, nuevos procesos, nuevos materiales, nuevas cosechas, nuevas técnicas — lo que hoy Namamos tecnologia. Por ejemplo, pocos inventos modernos se han extendido tan répidamente como uno del siglo XII: los lentes para los ojos. Derivados, hacia 1270, de los experimentos épticos del fraile franciscano inglés Roger Bacon (muerto en 1292 0 1294), lentes para leer para los viejos se usaban ya en la corte papal de Avignon en 1290, en la corte del sultan en El Cairo en 1800, y en Ja corte del emperador mongol de la China no mas tarde de 1310. Sdlo la maquina de coser y el teléfono, que fueron los inventos de més rdpida difusién en el siglo XIX, se movieron con tanta velocidad. Pero el temprano cambio tecnoldgico casi sin excepcién permanecié confinado a un oficio o una aplicacién. Transcu- rrieron otros 200 afios — hasta comienzos del 1500 — antes de que el invento de Bacon tuviera su segunda aplicacién: por publicarse la mitad de las 25 partes proyectadas. Sin embargo, lo que ha publicado Needham hasta ahora ya ha cambiado por completo nuestro conocimiento de la tecnologia temprana. Sobre anteriores revoluciones in- dustriales, constiltese también mi libro Technology, Management & Society, Londres: Heinemann, 1973, especialmente Jos capitulos 3, 7 y 11.

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