El Artículo 107 Constitucional y el artículo 36 de la ley estatutaria 130
de 1994 garantizan a los partidos y movimientos políticos con personería jurídica que se declaren en oposición al gobierno los siguientes derechos: 1. Acceso a la información y documentación oficial, con las restricciones constitucionales y legales; 2. El uso de los medios de comunicación social del Estado o en aquellos que hagan uso del espectro electromagnético; 3. la réplica en los mismos medios de comunicación; 4. Participar en las mesas directivas de los cuerpos colegiados, según su representación en ellos, y 5. Dos puestos en el Consejo Nacional Electoral
Al revisar la Corte Constitucional el proyecto de ley aprobado por el
Congreso de la República en sus cuatro debates constitucionales mediante el cual se expidió el Estatuto Básico de los partidos y movimientos políticos, el máximo tribunal se pronuncio en torno al papel de los partidos y movimientos políticos de oposición así: “El estatuto de la oposición está íntimamente ligado a la organización y funcionamiento de los partidos y movimientos políticos. El resultado de la contienda electoral, en acatamiento a la vigencia de la regla mayoritaria inherente a la democracia, determina el partido o movimiento que accede al ejercicio efectivo del poder público y que, por tanto, a través de sus miembros y personas que patrocina asume la dirección del Estado. La actividad política de las fuerzas derrotadas, sin embargo, no cesa. La vida democrática se alimenta de la prosecución del debate político y de la dialéctica que se establece entre los actores políticos que no se encuentran en el poder y las fuerzas mayoritarias que sí lo están. El precedente estadio de pugna por el triunfo electoral se difiere para el siguiente evento de esa naturaleza y, mientras tanto, como prolegómeno suyo que luego será decisivo, las minorías políticas asumen la función de control del poder, al paso que la mayoría, sujeta a ese escrutinio, lo ejerce.”
Bajo ese presupuesto de la dialéctica política: Gobierno-Oposición
como garante de la supervivencia de la democracia dentro del modelo del Estado Social de Derecho la Corte Constitucional avaló el derecho de los partidos de oposición a tener “dos puestos en el Consejo Nacional Electoral” teniendo como fuente el texto primigenio del artículo 264 expedido por el Constituyente de 1991. Ahora bien, el legislador de 2003, en función constituyente, traslado la función del Consejo de Estado de designar a los miembros de dicho Consejo Electoral a su propio seno, y guardo silencio respecto del derecho de los partidos de oposición a tener dos puestos en el mencionado órgano electoral, conforme al artículo 36 de la ley estatutaria 130 de 1994.
La norma introducida mediante el acto legislativo 01 de 2003 cercena
de bulto, uno de los derechos fundamentales de la oposición, cual es el de tener dos puestos en el Consejo Nacional Electoral; ahora bien la norma estatutaria está vigente y la aplicación de la cifra repartidora para la distribución de las sillas, sólo debe entenderse referida a siete de las nueve que lo conforman, dado que las otras dos sillas, por mandato expreso de la sentencia C/089 de 1994 que declaró exequible el proyecto de ley y específicamente, el texto del artículo 36 de la hoy ley 130 de 1994, dado que se ajusta al principio del derecho fundamental de los partidos minoritarios que se declaran en oposición al gobierno de conformar la máxima autoridad electoral: “De la imparcialidad de la organización electoral y del efectivo cumplimiento de las normas sobre elecciones, partidos, movimientos y derechos de la oposición, depende la vigencia de las instituciones democráticas y la confianza que en su recto discurrir puedan tener los ciudadanos y diferentes actores de la vida política. Como quiera que el Consejo Nacional Electoral tiene a su cargo una serie de funciones en cada una de estas materias y que su integración refleja la composición política del Congreso (CP arts. 264 y 265), es conveniente y justo que los partidos y movimientos minoritarios participen en su conformación, de modo que se garantice con su presencia, aún más, la completa neutralidad de la organización y de las autoridades electorales frente a las controversias y eventos políticos.
Así las cosas, el debate está abierto y el Consejo de Estado dirimirá la
querella de negársele este derecho a los partidos minoritarios, que en la actual administración se declaren en oposición al gobierno. Ella será una de las primeras tareas del Ministro del Interior y de Justicia una vez tome posesión del cargo, y de los partidos y movimientos que vean conculcado su derecho fundamental a la oposición política.
*Constituyente de la Fundación Democracia y Libertad, Abogado