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(Ke avcavG/ Distribucita Limitada SUC-71/CONRF. 19/12 PARIS, 20 co enptiembre de 1972 Ovtginal ex: affol ORGANIZACION DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA EDUCACION,IA CIBNCIA Y LA CULTURA La musicolorfa foiki6s1ca y etnogrdfica en 1a Argentina por Eruno C. JACOVELLA Estudio preparado a peticién de 1a Unesco para la rewnién sobre "La misica tradicional de los pafses de Angrica Latina", organizada por 1a Unesco cn Caracas, Veneauela, del 22 al 30 de noviembre de 1971. ‘De las opiniones expues‘as en este estudio responde solo el autor y no 1a Unesco. RE ont sio-71/oonr, 19/22 LA MUSISOLOGIA PO!KLORICA Y ETNOGRAFICA EN LA ARGENTINA Por Bruno C, Jacovella I 1. Por Lihwontisdeologfa entsntcnos aquf el estudio otentffice de 1a misica que fe omigiua, difinde y ecnoorva en condiciones totales o predomtnantes de oralided, comntensiga interzerscnel directa y sistematizecién implictta, no recltstica; puedca agregurse cov etributes menos estrictcs la anonimia o sucencia do concepto de creacién individual, 1a tradictonalidad o transmisién intergenevasional y el sello éiaico o local. Fn tnles condiciones se encuentran, en graio derveciente de pureza y plenttud, las socizdades tribales, las campe~ ainas con tradietén, o folk, y, s1 acaso, 1a masa urbana de 1a civiiizaciéa in~ dustrial, Foto no significa desconocer ¢l dorocho a limttar Ia Etnomusicologfa al Acbito ctucerdfico o tribal, deJando el estudio de 1a misica dol Folic al Folklore musival 0 Nusicologfa folklérica, y ol de 1a mfsica de masa o populer, @ la Sostologia u otra ctencla atin no bien definita, quo podrfa cer la Mustcolo~ gfa urbena, con la debida referencia a los diversos niveles y sectores que la realised cultural urbana tmplice hoy dfa: mésica de élite, o misica-erte, y mcica funsional (en parte 1a Gebreushmustk de Weill y Hindemith), que conpren- de un suctor setrietamente profesional o corporative (mésica de iglesia y mili- sr), el seotor del solaz piblico y privaio (misica de baile y "de fondo" y tonedillas o “canzonette", ademfs de la "art music" de que se hablaré més ade- lente -oporetes, zarmieles, "Characterstitcke", ete.-) y un sector profesional menor (el pregén comercial, o "Jingle", y 1a mésica medicinal). En el presente traba- Jo se tenircin en cuenta solanente ol nivel tribal, el folk (como comnidad can pesina subsistente en 1a sociedad-Estedo) y el popular o de masa. 2 El interés por 1a mfsica de tradicién oral en la Argentina se deapierta a fines del siglo XIX, cuando, a rafz de 1a aceleracién del proceso moderni~ zador y de 1a “conquista del desierto" (pampa meridional y occidentel, Chaco y Potagonia), o6 destaca, por un lado, 1a existencia de una vicJa cultura cricila canpestre al margen de 1a nuova cultura urbona universalista o suropeide, y, por otro, se cbren a 1a observacién del etnégrafo las commidedes indfgen:s so- brevivientes en el tarritorio"conquistado". En 1883, un menorialista bonnerense, Ventura R. Iynch, publica un optisculo sobre 1a poesfa, 1a misica y las coctunbrrs del gaucho (el pastor cousntre de la panpa, experto én las faenas de 1a genaderfa mayor y manospreciador de la agri- cultura). Sus pautaciones y pormenores documentales son deficientes, pero, como referencia de nombres de especies y modalidades de canto y baile, posee la obra un valor inapreciable. La intencién documentadora se trasluce inequivocemente. Hay que esperar unos 50 affos para que se realicen en el pafs las primeras invostigaciones cientfficas sobre 1a misica folklérica: las de Carlos Vega, que comienzan ya en 1929, y cuyo priner fruto visible son dos trabajos presontados al XXV Congreso Internacional de Americanistas (1932): "la flauta de Pan andina" y "Escalos con semitonos en 1a mfisica de los antiguos peruenos"; en éste, el Joven mste6logo cocava intrépidenente le acreditada tesis du la vigencia suc-71/CONP. 19/12 - phe. 2 omifmoda del pentatonismo arhemiténico en la eivilizacién inedsica, Son traba- Jos de Musioolofia arqueolégica, més que etnogréficn, pero bastan para reveler je existeneda de tno actitud metédica, que nada tiene que ver son meritortos trabajos anteriores de aficionados, como, por eJemplo, "Origenss de 1a msica argontina” (1908) de Juen Alvarez. ‘La labor de Vega Mova a 1a fundacién de 1a Seceiéa Mustcolorta Indfgens on el Museo Aegentino de Ciencias Naturales (1951), que se trenstorna en Instituto de Kustec= jonfe Natdve, en 2944, y, ya indopendizado en 19%8, pasa a Amctonar en le dvbi~ {ober Iinisterto de Eaucecién, mn el actual Instituto Nootonal de Mustcologta, gue posee 9020 regictros musicales y un miseo completo de instrunontos eriolos jf tborfgenco de 1a Argentina, adends de muchos de pafses vncinos. En la escuela de Vega se formaron Isabel Arotz y Inia F. Ranén y Rivera, funladores del Inst uo de Musteologfa de Caraces (Venezuela), el otro polo del quehacer etnomusico- YGcteo inetituetonalizado en Hapanoanérica. Si Vega deJé cuatro Libros oidsicos sobre instrumentos, caneioneros o sistemas misicales, danzas y canciones del folklore argentino, a Isabel Aretz se deben sendas investigaciones montmentales por su dinonsién y métode aobre el folklore musical de dos provincias ergentinas, Troundn y La Rioja. Tres afios antes de morir, desempet6 Vega las cétedras do Etnemsieologfa y Folklore on 1a Facultad de Artes y Ciencias Musicales de 1a Universidad Catélica Argentina, correspondientes a 1a Licenciatura en Critica y Musicologfa. Jas prineras investigaciones de Vega en el nivel etnogréfico datan de 1932, pero se limitan a grabaciones en Buenos Aires de cantos de indios Mataoos, trafdos e txposteiones metropolitanas, Sélo en 1941 entra a los Mapuches, en 194% a gru- pos Sanapands de Paraguay, en ambos casos con Isabel Aretz, y en 1964 a los To~ Bes, com Angel J- Novati, actual jefe de Investigaciones del I.N.M. Antes de él, no ge conoven nds que tres registros de misica tribal. Uno es el de Robert Tehmann-Nitsche, entropélogo elena residente en 1a Argentinas comprende 50 nelodfas, grebadas en cilindros de cera a wn grupo de indios Tehuelshes de Santa Cruz que pasaban por Buenos Aires regresando de 1a Exposicién Internacicnal de SeintsLouls (1905); el andlisis de les cenciones y ejocuciones de arco musical asf regirsradas 10 Llevé a cabo Erich Fischer, en Berlin, Las comunicaciones de Tetmererliteche y de Fischer se publicaren en Anthropos, T. III, 1908 (pp. 916- 951). El otro es el de Ch. W, Furlong (1907-1908), publicado en ol Harper's Monthly Magazine de Junio de 1909, del que s6lo resta un canto Ona, reprotucido por E.M. von Hornbostel en su "Colecedén denostrativa", seleccionsda dol material existente en el Berlin Phonogramm-Archiv, y reeditada hace poco por Folkways Records. Al gran msioélogo de Berlfn se debe el anlisis de los registros de Furlong y adends el de las grabeoiones pertenecientes al tercer antecodente: el de los” PP. Gusinde y Koppers (1922-1923), que trabaJaron intensamente con Onas (Selxtnam) y Yehganes (Yénena), en ‘Tierra del Fuego. £2 anflisis de Hornbostel se publicé en el Anoricen Anthropologist, N° 3, 1936, "Fuegien Songs", y se refie- re a 6 espeofmenes yahganes y 9 onas. Rn 1946, publica Carlos Vega "Los instrumentos musicales aborfgenes y crio~ ios de 1a Atgentina", y es su tnica contribucién sistenftica a la Musicologia tribel, Nunca enaliz6 sus registros fonogréficos y magnetofénicos. Sus iitimos 20 afios los dedics al andlisis y ln sfstensis, tanto histérica cono tipolésica o SHC-T1/CONF. 19/12 - pdg. 3 sixtemftiea, ce la misica fo3414rioa argentina y 1a transcripetén de los manus- crits de cilciea de los trovvtores medicevales. A sua disc {pulos Teubel Avotiz, Angel J. Vaveul_y Ana My Lesa tell de Févcuo les ha tovado extender, enalizar y sistematizar la lobor iniolada por él on cate campo. Sule Cividirse en dos S70285 1a historia de la Btnomuricotogta: 1a pre- eleatifica, baseda en registzcs inverificables (pautasiones Cirectas), y la etentifiea, basada en dooumenteoiSn verifteable, foncgréfiea o megnetofdnica. Wega comen6 su actividad con discos de cera y de celulolde; en 1934 pudo Jerse te un pesadisimo grabador de discos, que requeria wn pesad{sin0 gonerador y una pesadfs!ma provisiéa de disos, on brena parte de pasta inferior; con esta equiprmieuto gravoso tivo que trabajar Isabel Aretz en sus viejos por sie~ Tras y vallvs; sélo en 1958, ocho afios antes de morir, pudo Vega tener su primer magnetéfono. El maestro Mrael Gémez Carrillo tomé al dictado, en 1916, la mfsica folkiiriea del Norte ergentino que le encomendé compiler 1a Universidad Nasional de Thonmfn, y al misno procedimiento recurrié el avtcr de esto al cnotar en 1934, 12s nolodfas de romanses, rimas y Juegos infantiles del "Cancionero Popular de Tuciméin" de Juan Alfonso Carrizo. 3. Entre los registros clentfficos de Lehmann-Nitsche y los primeros de Vega ‘transcurren unos 25 aflos de docunsatecitn precientffiea, Mas no fue un lapso baldzo. R:tve 1915 y 1955, un tradicionalista y empresario de espcetdoulos, Anives Chazurreta, no séio trae minieos del dmbict folk a tafler, cantar y bailar delants dol ptblico de las ciudades, sino que graba gren oantidad de discos comerciales y odita 8 clbumes misleogréficos. Con todas sus deficiencias meto- dolégices, eens grabeciones y tronscripeiones ccnstituyen um valioso fondo do- cumental, en que voles tambign el autor 30 que le cominiceron otros nifsicos ‘tradicionalistas. Los afes que van de 1a 8a, década del s. XIX a le 4a, del S. XX estdn le nos de herver tradicionalista y nsoicnalista. Llamanos tradicicnalisno al cul- tivo en las ciudadds modernas de las expresiones cuiturales perteneotentes a la soviedad tradicional extinta 0 en decadencia. Lo que el folx canta como reper toric obvio del tiempo presente, que la tradicién comin le ofrece, el tradicio- nalista 1o repite como algo digno de conservarse on un medio indiferente u hostil. No importa que en le tradicidn ingiera obras propias; 1o cesnoial es que respe~ ta, 0 cree respetar, modelos tredicionales. El tradicionalismo prospera en el piiolico tfrbano, En el Buenos Aires de principios del s. XX se llevan a cabo en teatros oéntricos grandes payadas (disputas cantadas en verso, con guitarra), y los"édos natives", unos de estilo surefio, otros nortafio, otros cuyeno y otros inclusive paregueyo, Llenan cl ambiente hasta 1930, aproximadanente, Carlos Gardel comfenza cantando tnicamcnte misica de ese repertorio, como segunda voz de José Razzano. Déoimas y coplas impreses, muy pocas tradicionales, se venden profuss~ mente en todo el pafs. La impresién producida por Chazarreta, en 1921, al pre~ sentarse en Buenos Aires, desenoadena una verdadera oleada tradicionaliste. 4 Casi al mismo tiempo on que Ventura R. Iynch ofrece al publico ce Buenos Aires notioias acerca de los modelos tradicionales de canciones y dunzas, ce concretan las primeras manifestaciones de 1a escuela nacionalista argontina. SHC-71/CONF. 19/12 - pig. Desde 1a Spera "Panpa" de Arturo Boruti (1897) hasta los ballets "Estancia" de “berto Ginastera y "El Junco" de Floro M. Ugarte (ambos compuestos en la 5a. década y estrenados en 1a 6a.), compositores de superior escuela recorren todos los géneros, con my varia fortuna. El defecto de todos ellos es que no cuentan para sus reelaboraciones académicas con motivos folkléricos fidedignos, sea pcr la via de la vivencia personal o 1a del conccimiento documental. Se limiten a sacar el mejor partido posible de lo que en los efzculos tradicionalistas de Buenos Ajres pasa por folltlore, y que a veces lo es. La hazafia de Béla Bértok y Zéiten Kédaly de vivir el folklore, documentarlo y reelaborarlo en vivel ‘facadénioo sélo pudo realizarlo en sus obras sinfénicas y pianfsticas Manuel Génez Carrillo. Algunos intelectuales de la élite -Ricardo Rojas y Leopoldo Lugones, en prinera file~ apoyan el movimiento nacionalista musical, pero el ptblico del Teatro Colén, perteneciente entonces a la élite social, le vuelve en modo siste~ n4tico las espaldas. La escuela nacionalista argentina se extingue virtualnen- te en la 5a. década del siglo Xt 5. En ln 4a, década del s. XX, mientras se extingue el movimiento tradictona- Lista, cobran vuelco similtSneamente la investigacién misicolégica, ya ex- plicada, y un muevo movimiento de tipo tradicionalista, pero que es otra cosa. Nos referinos al nativismo, que los folkloristas prefieren llanar "proyecoiones del foldore", y que, como fenémeno psicoldgico, entropoldgico y socioldgico, como intento de reouperacién de un pasado ms satisfactorio o menos aJeno que el presente, ha merecido 1a atencién a Rairh Linton (afr. "Nativistic movements", en The American Anthropologist, 2° trim. de 1943). Ios misicos nativistas no se ationen a los modelos tradicionales, Toman, simplemente, un rétulo tradicional o regional ~Zenba, Litoralefia, ete.- y compo- nen canciones de nuevo estilo, con melodfa y armonfa més rices, letrus trregula- res 0 de arte mayor, y otros tipos de ejeoucidn: cesan loc dfos en Jas. parale~ las y surgen {dolos’ sefferos o cuartetos vooales desconceides en 1a sociedad folks estos conjuntos conserven atin 1a guitarra, pero agregen el bonbo cricllo, ‘instrumento de orquesta para hacer beilar; en su enbtente propio. Este género de canciones llegé a tener un auge sin precedentes, gtacies al vehfoulo de 1a moda ( en oiertos afios habfa que anotarse con anticipeaién para obtener una guitarra en las fabricas) y al ingreso en el Gran Buenos Aires de una inmigracién copiosfsima procedente del interior campesino. Este nativismo es lo que en la prensa, el disco, 1a TV y 1a redio, los Mass Media, reoibe el nombre de folklore, y no hay posibilidad razonable de lograr una rectificacién, Inclusive se extendié a pafses veoinos, donde conjuntos locales hacen "folklore argentino” con sus propics temas, segtin se infiere de los discos produoidos en ellos. (va en 1926, mfsicos paraguayos residentes en Buenos Aires inventaron 1a Guarania, cancién del més puro cuflo nativista). Actualmente, a 35 affos do aparecido, el nativismo musical, ora pujante, ora languidescente, con unos pooos fdolos que permanecen y otros que pronto se eclipsan, parece estar préximo: a su colapso final, o a su transformacién. SHO-71/CONR. 19/12 - phe. 5 6. @itvds convenga insistir en que estes custro movimientds ; que revelan o ccxfsrmen experiensias de "lo propio” ea nivel oolestivo de afinided ét- nica ~cl tingiclonalismo, el nsotonalisno, el nativisno y el Folklore cientii1- co~ soa fervinenos enteranente urbenos, que suelen presentarse en coyunturas histSrico cilurales carestortzacas ror wn proceso de resepcién de ctro tipo do culture cunstderado en alga sentido superior por la élite. El moviomtent. nativista en la Argentina tuvo su puto de partide en el pocma "Martin Plorr’ de Joré Hornindsz, publicado en 1672, y que de folkiérico tiene poco y nada, contrariem:nte ¢ lo que stele creerse fuera y dentro de Ja Argentina. is un posta geuchcsco, no gaucho. La roesfa del gaucho es funiementalmente 1a misma que pocoy6 eu compatriota del folk nortefio o cuyanc. La poesfa geuchesoa per- tenece al ginero nativista, y sus orfgenes estén en la época dc 1a Independencia (2a. décoda dol s. XIX). Tambida el primer programa de nacicnalismo culturel rioplatense, con su seccién musical explfoitamente formulada, fue cl fruto mis auilaz de 1a pequella €21te rondntica acoudilleda por Estcben Echeverrfa, Juan B. Alberdi y Juan M, Gutiérrez, en la 4a. ddoada de dicho siglo. 7. Sbatraneién hecha de 1a micica inportada, 1a revisién social y cultural de 1a predieetén, el producto y el comportemiento de 1cs argentinos en este orden, ro quefarfa completa si no se mencionzra al tango. [sta misica de baile nacié'en el Duenos Aires protomoterno a fines del s. X'X, comenzé a extenderse desde principios del s. XX hasta la 1a, Guerra Mndiel, y on la 2a. décadn del siglo se habfa difundido ya como baile de moda de "origen gaucho", sein Parts, a todo el mundo occidental. Al miswo tiempo, se hacfa cancién, incorporendo letras con texas y voves vulgares, cuando no de 1a mala vida portefia, obra de poetas menores de la cluded nocturne. For supuesto, el tango no es folklore, sea como mésica o como baile y cancién; ni tempoco lo escriben gente de estrac~ cién folk aveoindada en el suburbio metropolitano o procedente del submmdo del erinen y del burdel, Su centro de produccién y dispersién, Al principio franca~ nente mergizal, traslodése pronto a los grandes salones de baile y tucgo al barrio de los cafés de los artistas y teatros; sus compositores, si bien encar- gen a veces a profestonales 1a pautaoién de sus tangos, son en su mayor parte mésicos con escuela suficiente como pera estructurar formalmente y armonizar wna melodfa. En la rafz del tango pudo estar la Milonga, uma especie lirica o canoién necida en la feja social y cultural indefinida que une el campo bonac- vense en retroceso a la urbe moderna expansiva, y que los folkloristas estin contentos de considerar folklérica. Si asf fuera, podrfa hablarse de otra mani- festacifn de nativiemo, sélo que vinculeda a la precaria tradicién de "gran aldea” del Buenos Aires protomoderno, y no a le gran tradicién de 1a ciudad criclla an- tigua, subsistente en el caxpo nortefio o cuyano. 8. La mfsica de masa posterior a la 2, Guerra Mundial mistra, Junto con el ten- 0 ¥ 1a zamba-cancién decatentes (cuya revitalizacitn procura hoy el Esta- do obligando a las emisoras radiales a propalar no menos del 75% de misica"nacic— nal", de cuelquier nivel que sea), un vigoroso florecimiento de una misica hecha en el pafs pero sin curicter "nacional" ni intencién nativista, e impueste, es- pecialmente al péblico juvenil, mediante todos los MM (mess media), por fdolcs SHC-71/CONF. 19/12 - pfa. 6 do diversa tonalidad psicolégica, desde 1a sofiolienta e insulsa hasta 1a patéti- ca e histrignica, La interpretazién de este fenémeno, no por cterto local, corresponde mf a la Sooiologfa y Antropologfa que a la Ciencia e Historia de la Mdsica. 9. ‘Tratedistas nortemarieanos usan el término poco feliz Art misie para designar las obras destinadas al solaz y placer del gran pablico, pero hechas en dimensién msyor, con desarrollo formal y melédico més rico y sirvién- dose de medios arménicos e instrumentales de relativa complejidad. Hay une ‘grt music superior, como los valses y operetas de un Johann Strauss (h) o un ‘Franz Léhar, les zarmuelas de un Ruperto Chapf o un Amadeo Vives, y las p4ginas més o menos sinf6nicas del repertorio de un Caravelli, por ejemplo. Este g¢aero superior de mfisica popular no ha florecido en la Argentina, salvo effmeros en- sayos de zarmiela criolla entre fines del s. XIX y principios del Xt. Alcanzé6, en canbié, notoria boga dentro y fuera del pafs 1a ‘wiisa criolla" de Ariel Ramfrez, armada con motivos folkléricos y nativistas, y ejeoutada con coro y orquesta de nivel intermedio. Lo mds importante en este caso de la art music no ‘son sus anbiciosas agpiraciones, sino su evidente nativieno, 0, si so prefie~ re, su pequefio nacionalismo, de sobra .menifiesto en el género espafiol y el vienés, generosanente provistos de jotas y aires flenencos, de valces y chardas. 10. El panorama musical argentino muestra actualmente un tradicionalismo y un nacionaliamo caducos, un tango y un nativismo en dura lucha por sobrevivir, y un auge enfermizo o trivial de misica popular descaracterizada, en parte de jhechura local y en parte importada, como anticipos del "universalismo de masa’ con que piensan algunsos sustituir el “universalismo de élite" en el "mundo libre!, Bn cuanto o la investigaoién musical folklérioa, y adn 1a etnogréfica, el Director del Instituto Nacional de Musicologfa las considera virtualmente agotadas en el territorio del pafs. Todos los grupos y sectores estén repre- sentados en los archivos, y si podrfan agregarse espoofnenes de una u otra es~ pecie, es sumamente improbable que se descubran nuevas especies, En su opinién, el mayor esfuerzo del Instituto debe aplicarse a la dooumentacién y andlisis de la mfisica tribal y folklérica de los pefses vecinos (Pareguay, Bolivia, Pert). 11. La revitalizaoién de 1a tradicién regional, o folklore, en el decafdo nivel folk, en cl de masa © inclusive en el de élite inyectdndola sistendtica~ mente por 1a vfa poderosa de los NM y a través de fdolos, no parece fécil, por no decir hacedera, en la Argentina actual, El gusto, sensibilidad o tipo de receptividad del ptblico se manifiesta tan distinto al de hace 50 6 40 afios, que nadie tomarfa a su cargo semejante tarea, salvo con extremada prudencia. Tos 1M, que monopolizan la oferta de Gebraushmsik, prefieren, posiblemente mAs por razones de falta de imaginacién que de marketing, satisfacer 1a avidez cambiante del piblico juvenil, aun a riesgo de sacrificar el de los adultos de las clases media y alta y el do las clases trabajaderas, con su estrasto superior y su Iumpenproletsrist. Sélo si el Estado tomara en sus manos la dfreceiéa central de 1a cultura de masa, como ha tomado 1a edusasién comin, po- Grfa hacerse el experinento. Cebe proguntar, a este propdsito, ei serfa razo~ nable intentar polfticamente 1e resurreccién de 1a misica folkl6rica, hoy subsistente aquf en unas poces 4reas marginales, si por sf misnos pudieron el sie-71/conr, 19/12 - phe. 7 nativismo y ol tradictonslizmo, al igual que el tango, satisfacer el gusto mene- val écade Fines del s. XIX rasta nuestros dfas. Sequramentn, vl gran publi quiere costs vivas, hech:s por gente contospordnen, aunque espurias o hfbrires. no cosas nvertas, pértencnientes a épooas y anbientes sociales y googrdficos iis © menos rewstos, por mds genuines que sean o parezcan serlo. "Las canciones folklSricws de la Argentina/Antologfa", en tres discos L.P. y con libro explica- tivo, que vdtté en 1969 el I.N.N., interesé més a los turistus que al péblico Iccal aficionado al "folklore". 12, Esta es la encoffanza que depara 1a observacién de les expertenctas de"'lo pro- pio",como fenémeno social, en la Argentina de los fltimes 100 affos. Sin Guga, no ec cl modelo més adecicdo pare utilizar en la indagacién de los demds pafoes Ce Hispanoamgrica. Ia Argentina es, con Uruguay, 1a nacién més europel~ zeda, mencs wnericana, del continente situado al sur del Rfo Grande, Pero, por eso mismo, es la realidad nacional mejor explotada, anelizada e interpretada. En esto consiste 1a utdlidad de exposiciones como la presente. Ellas miestran Jas diverers actitudes y reasciones provocadas en las éliter, los ptiblicos y las masas por la revepeidn sin reserva de un tipo de existencia que en los pafues que 1o crdjzinnron pudo tomar contacto con su pasado vivo, o tradicién, y que en Jos pafses que le abren de par en par sus puertes, por rezones de novedad y pros- tig 10, 0 creyendo someterse al peso de 1a fatalidad histérica, amenaza destruir las rafces vitales y espirituales del crecimiento interior, cuyas fuentes de enerafa se ulimentan del orgullo "nacional" y de 1a seguridad de sor uno misno y trebaJar para uno mismo. 13. Queda un tercer modelo de experiencia y expresién musicales de "lo propio"en ai- mensidn social, que no os tredicionalismo ni nativiemo ni nacionalismo, es 1a pravivencia predominante de 1a sociedad tradicional en les mismas oludedes y €lites, debajo de una delgada capa de modernizacién institucional y de servicios. otras palabras; 1a scodedad eanpesina y 1a urbana edenten en un modo conidn Ja antnalided de las formas y contenidos tundenentales de la culture entericr a la era industrial, aunque gents de 1a élite consuna también, y ocastonalmonte produzca obras fordness o del universalisno cultural, Es el hermoso suefio de "Le commidad nacional", que vivié quizds Ja sociedad tradicional, y cuyo triste remedo es 1a pessdilla de la masa. Uno se imagina quo Parngiay 0 Bolivia, por ejemplo, pnoden estar en esa etapa de la evolucién dela socicdad y 1a culturs. Se requiere una indagecién metédica para saberlo ciertamente, Ir Si se elimina, como urbana contrafacta, las producciones y modalidades del ‘tredicionalisno, el nativisno y el nacionalismo, quedan como menifestaciones de Ja misica de transmisién exclusivanente oral la del folk y 1a del ethos tribal. En Perd y Bolivia, modalidades, instrumentos y quizds temas de 1a antigua etnfa Ancfsica sooreviven en 1a scoiedad tradicional criolla, que racial y linallfsti~ cemente es indfgena en elovada proporeién y que, culturalmente, vive una curiosa sinbdosis de hispanismo, criollismo e indizenismo, Entran, por consiguiente, en SHC-71/CONF. 19/12 - pag. 8 e1 rea del folklore; y, por otra parte, 1a inciiea era una alta cultura, no una cultura paleo- 0 neolftica, como 1a de los aborfgenes del territoris argon tine. in este pafs, por tanto, 1a mésica folk y 1a tribal son untversos comple- ‘tanente Ancominicados. La situacién actual del folklore en 1a Argentina es 1a siguientet 1.1 Tos bailes de parejas oueltas independtentes (en general, piearescos, o de galenteo), procedentes de modelos anteriores a los minués y contradanzas, han desapareoide casi enteranente. (Conviene advertir que los batles folkiéricos de le Argentina, de acuerdo con las comprobaciones de Carlos Vega, son, salvo escasfsinas excopeiones, productos del descenso de bailes europeos legedos al salén anericano, y no del traslado horizontal de modelos folk1éricos espsfioles). En les localidades marginales del N. yN.0., donde atin se practican espontdnea~ mente, 1a gente Joven prefiere bailar los mdernos que irradia Buenos Alrec. Musicelmente, prepondera en ellos el heptatonisno menor. La voz humana suele hacer 1a melodfa, a dos voces en Jas. paralelas, con scompafiamiento de guitarra. 1.2 Los batles graves-vivos, derivedos dol minué y 1a gavota, se extinguierun totalmente ya en el s. XIX, aunque existe documentacién més o menos folk16é- rica de dos de ellos (El Cuando y Ia Condicién). Lo mismo cabe decir de las danzas de parejas interdopendientes, derivadas de 1a contradanza, con la excep eién del Carnavalito (moderno), que es trasunto fiel de 1a Fardndula p.ovenzal, y que subsiste en Jujuy, Wegado oin duda de Bolivia, donde se lo baila nds senciJ.lamente con el nombre de Rueda, Les demés contradanzas ~Cielito,Pericén, Media Cafia- entraron, como los minués, por Buenos Aires, La misica de anbas familias portenece al heptatonismo diaténico comin, salvo el Carnavalito, que contiene melodfas pentatonales, m&s o menos hibridedas. 1.3 Bl batle de pareja enlazada llamado Polca o Chamamé (denominacién ésta pues= ta en Buenos Aires no hace medio siglo) sigue vivo en la provincia de Corrientes, vecina al Paraguay, cuya capital fue el centro de reslaboracién, my singular por cierto, del modelo originaric. Su misiea es 1a hetatonal diaténica. Se 1a ejecuta con acordeén, o arpa, y guitarra, y por lo general no se cents 1.4 Una danza colectiva, en forma de ronda cerrada y abierta, llamada tenbién Carnavalito (antiguo), y bailada al son de Flautilla o Erquoncho ecn per- cusiones de Caja, persiste entre los campesinos menos "nacionalizados" de Jujuy. 1.5 El zapateo individual masculino Melarbo ha desaparecido, 1.6 mm ofertas festividades religiosas, cofradfas lugarefias, con aditamentos de plunes u otros para representar animales, afin eJeoutan danzas ceremoniales durante 1a procesiéa, en zonas.lindantes con Bolivia y Chile. Una danza de las Cintas (en torno del Palo de Mayo), ejecutata por nifios que entonan Villancicos, forma parte de les Adoraciones al Nifio Dios en Navidad (ciudad de Jujuy). 2.1 Enel género de 1as canciones oolectivas, en corro o en grupo, subsisten las Baguales y las Vidalitas en el drea serrana del N.0. y N. Se cantan en Car- naval por exeelencia, con acompaflantento de Caja. Las Vidalites presentan diver sae carasterfsticas de escala, tiempo y ritmo. Las Bagualas, on cambio, son aeons. 19/12 - pha. 9 tovas tritfntess (trfada nayov) y monofénicas. Su origen est on los cantos de los en‘igvon Dingultas, afirma Cevlos Vege, muy vorucfmtImeute, pero sin ninguna prueba, ni siyutera discuiible. El conto colectivo infantll "a cappella” celwi- te del Pecsbre de Navidad puede darse por extinguidos en la ciudad de La RioJa, sin embargo, an los canian gzupos ‘le mozos, con acompattaniento de guitarra y arménica de boca. Las canciones de ronda y de Juegos infantlles cada voz prrccen cantarse nos, En su mésica propondera el modo mayor de 1a escala hoptatéuica. 2.2 Caictonen dlaféniers, binodales 0 meycres y menores, ata se oyen, eunque sin pédlico que les reclame, Cabe mencionar a la bimodal Vidale, en Santiago del Fotoro, y a 18 mayor ‘fonsda, en les privinotas de Cuyo. Menos vitelidnd tiene el estilo penpeano, mayor o menor. El bimodal Triste peruaio o Yeravf ha desa~ pareotdo por completo, lo mismo que el Triste pampeano, mayor o menor. 2.3 Los antiguos Juglares nortetlo de supertor categorfa cantaban con melodfas severas, algunes bimodales, otras mayores o menores, a veces diafénicanente, glosas en décinas o cuatetas "a lo divino" y "a lo humano". flan desaparecido completamente, pero Isabel Aretz pudo documenter michas de elles, que Land Tonos. 2.4 Como cancién monédica, mayor o menor, 1a Milonga del cempo bonaerense es patrinonio de todo guitarrero cantor y,naturalmente, de los payadores, que Ja usan para sus improvisaciones, 0 payadas, un género, desde luego, en decaden- cia, y nds urtano que folk. la Clfra, canto arrogante, en modo mayor, del paya~ dor antiguo, sélo subsiste en los ambientes tredicionalistes. Zn locelidades del N.0., etin puede oirse entonar a las rezadoras "cantos de Animas" o "lamentos", en los "velovios" y durante a novena, también cantan en ocasiones espectficus ‘Trisagios y Gozos o Alabanzas. Los'cantos del Angelito" (nifio merto en la edna de 1a inocensia) se los supone extingiidos. Algunas de estas cenciones piacosas son sildbicas; otras pertenecen al género melismético, y se trasluce en ellas la procedencia litéreica. 2.5 Han desaverecido igualmente las melodfas propias con que se centaron los "compuestos" o romances criollos (poesfas narrativas o de tipo aleg6rico); si atin se oye cantar alguno, es con melodias genéricas ("yor milonge", gercral~ mente). En cambio, no hay guitarrero que no cante con gusto algén Vals criollo, con ietra ronfiatica urbana del 1° 0 2° decenio del siglo. No hey en el folklore argentino cantos de trabajo ni politénicos, como los que han documentado, por eJemplo, I. Aretz y L.F, Ramdn y Rivera en Verezucla. 3. El panorama organolégico es el siguiente: 3.1 Taigfonos: carece virtuslmente de ellos el folklore argentino. 3.2 Menbrenéfonos: 1a Caja (tamboril precolombino de dos parches) y el Bombo (tambor rdstico usado para dar base rftmica a las antiguas orquestes tradi- efonales). SIC-71/coNF, 19/12 - pag. 10 3-3 Aeréfonos: una curiosa flautilln "preflugeolet" (Schaeffner) en Jujuy: ‘otra “Plageolet", de caffa o hucso, obturada a medias con cera en 1a enbo~ cadwra, on Tuoundn y Catamarcas cl proolonbino Stcu (flauta de Pan), en Jujuys una macrotrompeta natural travesera de cafins yuxtapuestas (3 a 6 m.), Iianda Erque, Cornota y Cafia (Clarfn, on Ford), que se enplea para toques co: exiont2)98 en Jujuys en Jujuy tanbién (provincia lindera con Bolivia), un clarinete 1dio~ glético con boquilla de calle y tubo y pabellén de cuerno vacuno o caprino, 1la- mado Erquencho y Erque, con que so eJeoutan toques para batlar el Carnayalito antiguos desde fines del s.XIX, en Corrientes, y posteriormente en casi todo el pats, el Acordeén de 6 u 8 baJos, que ha desalojado al Arpa para ojecutar les Folcas, a las que su técnica particular ha comunicado modalidades particulores. Ia Quena (Kerbfléte), el Pincolo y 1a Anata ("flageolets") aparecen en Jujuy, pero usadas s6lo por bolivianos (Vega); ol eriollo argentino no los ricnte, La Flautilla Jujefia tiene funciones ceremoniales, como la de cafia o hueso, adends de hacer bailar el Carnavalito "antiguo"; los siouris (tafiedores de Sieu) eJecutan, organizadcs en bandas, bailes bolivianos, asf como marchas y adoracio~ nes en fiestas religiosas. 3-4 GondSfonog: 1a guitarra espeficla, en todo el pats, para acompafiar cancio- nes y para mfsica de baile, con voz humana, salvo en @l zapateo; el caduco Violfn europeo, que integraba en el Norte 1a orquesta eriolla, con le guitarra y el Bonbo; el Charango, guitarrilla-bendurria con 5 6rdenes dobles de cuerdas, ouya caja arménica suele ser un carapacho de quirquincho (un armadillo medieno), ¥ que est& atin vigerte en 1a Quebrada de Humahuaca (Jujuy) para ejeoutar, con aeréfonos, misica bailable; en fin, 1a antigua Arpa diaténica, en el N.0., ‘Sentiago y Corrientes (hoy en curso de extincién), que toca misica de bailo, 8014 0 en conjunto. Todos los cordéfonos tienen origen europec. 4, La poesfa no sélo se emplea en las canciones; es un complemento casi obli- gado de 1a miston de baile, pues cuando no hay més que una guitarra -lo nis comtin-, 2 ejecutante debe cantar, con letra, la melodfa, Sus formas, todas hispénicas, inclusive cuando los cricllos del centro de Santiago del Estero cantan en Quichua (dialecto local del quechua peruano), sont 4.1 Las coplas o poesfas moncestréficas. Hey tres variantes de ellas: la octosildbica, abed, que sirve para diversas canciones y beiles, y para decir releciones (copias intencionadas que intercanbian varén y mjor en elgunas danzas); las hepta-pentasilgbicas, 7a5b795b, que sirven para algunos batles (Gato, Triunfo, ete.); y 1as cxasflabas, abeb, que se wsan con otros Lailes y canciones. En las Vidalas es de rigor intercalar estribillos y agregar a veces estrofillas suplementarias llamadas mote o tvova. [a Baguala también exige estribillos, generalmente. Los bailes se cantan con coplas m&s o menos deshilva- nades; nunca desarroilen un tema en estrofas. 4.2 Los romances espaficles. S61o se han conservado, y my pocos, en el folklore Anfantil. Tampoco como forma subsisten: las series de octosflabos dobles monorrimos no se han ineorporado al folklore poético anericeno, SiIC-71/CONV. 19/12 - phe. 11 1.3 Lon eantnwea cotosflabos poltestrérico: 4, dofo, pith, ete. Unos son Lfrteos y alegéricos, tron narran siioesod iugarefiea, novelensos, histért- cos, etes son los romanzes ortollos, que en ctortas regiones so 1lanan coupies~ tos, y que han reemplazado totalmente, como forma, al romance monorrimo. 44 La dfedma octosflaba, abba, acedde, o espinela. Los Juglares antiguos la empleacan con profercrieia para glosar cuartetas, sirviéndore del artificio de torninar cada estrofa con los covrelativos versos del tema, Tabién hubo gloces en cuavtotas y, menos frecucatemente, en quintillas. Los payadores mo- dernos usan las déedmas derechanente, sin glosar. Canta déeimas es patrimonto de Juglares de cierto vuelo. in toda 1a América hispénica se conten o se canta- roa déciars, a menudo en glosas, El folk espaiiol, que conserva el romance, 1a copla y varias formas poliestrSticas, parece no haber usodo 1a décima. Hay que ccnelutr, entonces, que tanbign aquf tubo un proceso de descenso y no de trasindo de folk a folk , ya que los potas letrados 1a utilizaron, tanto en su cbra 1frica cono en el teatro del 5. XVII. Cono caracteres m&s notables del folklore msical argentino, cabe mencionar: a) el sistema tritdnico de la Baguala; b) el pentafonismo anheniténico, de estilo inedico en el N., y de otro estilo en estribillo de las Videlites del N.0.3 ¢) el bimodalismo menor-nayor 1fdico-menor, tfpico de les Vidalas, y oriundo del Terd eriollo; a) el estilo cortés de los bailes; ¢) 1a improvisa~ cidn de los peyadores, con las especies rioplatenses Cifra y Milonga; f) ins ‘trunentos de procedencia enignética: 1a Flautilla "pre-flageolet", la Trompeta gigante de caffa y el Erquencho. No se aducen otros caracteres notables por compartirlos con otros pafses: el organum estricto de 3as., 1a cadenoia descen- dente sobre 1a 3a. (en la 1a. voz), evitando siempre la sensible; 1a eficcién @ los artificios en 1a antigua poesfa juglaresca mayor (glosas! versos encadena~ dos, etc.); el estilo barroco de las décimas antiguas; etz. Se sabe que por el Ferd eriollo y por Buenos Aires y Chile entraron los modelos que constituyen 1a mayor perte del folklore musical de 1a Argontina. Sin emoargo, no ha sido posi- ble haste shora haller anteccdentes en otras dreas de 1a Baguala, las Vidalitas, 1a Vidala, el Estilo, la Cifra, 1a Milonga, del Erquencho y 1a Flautilla jujefia, y de casi todos los bailes picarescos. mr La misica de las poblaciones indfgenas de la Argentina est4 suficientemente documentada pero no analizada y sintetizeda. Desde luego, se habla de 1as pobla- ciones subsistentes en el s. XX Los registros fonogréficos y magnetofénicos existentes en el Archivo del I.N.M, 0 en poder de estudiosos independientes 0 perteneoientes a otros institutes de investigscién son lcs siguientes, en cifras aproximativas, y elasificades por poblaciones y dooumentadores: Nénona 0 Yohgén: Koppers y Gusinde (15, conocidos a través del anflisis aludido ‘as grabaciones originales, en némero mayor, perceen habersi SHC~71/CONF. 19/12 - pg. 12 Selic'nan u Ona: Furlong (1) y Novatd (15). Aéniken © Tehuelehe: Lehmann-Nitache (50), I-N.M. (5) y Lic. Mojandra Stffredi(? Mapuche o Araucnno: Vega (170), Casamiquela-Pelinski (31) Novati (19) y Carlos Bartolomé (50). Guarenf: Caingw4, on Misiones; Novati (15) y Pergamo (54). Chiriguano, en Salta: Pérgamo (60) y Novatt (1), Ghané (guarantzados): Pérgamo (8). Guatourd: ‘Toba: Vega-Novatt (53), Novati (62) y Pérgamo (290). Pilagd: Novat’ (40) y Pérgamo (32). Mocovf: Pérgamo (12) Mataco: Mataoo: Vega (51), Novatt (82) y Pérgamo(75). Ghorote y Chulupf: Pérgamo (4), Novati (7) e Irma Ruiz de Novati (58). Muchas de estas grabaciones hicigronse en grupos residentes en reducciones. No ha sido posible efectuar aquf una clasificacién funcional, morfolégica o de otro tipo, micho menos un andlisis, de este importante caudal etnomsicolégico. En el Archivo del I.N.M. hay, ademfs, unas 500 grabaciones de Vega, Aretz y Novata correspondtentes a poblaciones ind{genas establecidas en Chile y Paraguay: Mapuche, Maced, Angaité, Sanapanf y Ayoreo. En el Museo organolégico del I.N.M., en el Etnogréfico, de la Facultad de Filosoffa y Letras de Buenos Aires, y en el de 1a Universidad de La Plata hay, en conjunto una amplia y completa coleceién de los instrunentos de las etnias chaquefias y patagénices. Una deseripeién metédica de ellos puede verse en 1a obra de Vega oitada en 1.2. w Esoribir 1a historia de los productos de 1a oultura tradicional, que es, por definicién, oral, visual y de presencia directa, serfa imposible si no se contara muchas veces en modo fortuito, y desde luego parcial, oon testimonios indirectos 0 relaciones sobre ellos. El caso més favorable se da cuando existen puklicadas investigaciones folklérices de siglos anteriores, y entonces hasta contrastar ous resultados con los que depara una observacién actual en el mismo lugar y el mismo sector de la cultura. "Este medio, sin embargo, no puede dar Profundidades superiores al siglo XVIII, en que conenz6 a delinearse el Folklore como efenoia de le cultura tradicional y campesina. Y, por otra parte, no creenos que ningtin tratadiste haya tomado a su cargo efectuar este tipo de contrastacién. Otro procedimiento para detarminar profundidades histérices susceptibles de periodizarse es indagar en Jas obras literarias y documentos histéricos desde 1a Baad Media hasta el siglo XIX, pare buscar en ellos referen- cfas a costunbres, cantares, refrenes, cuentos, ete. de la tradicién popular y Juglaresca de otras épocas y coteJar ese material con el documentado desde el siglo XIX por los folkloristas y los memorialistas urbanos. Se ha revelado éste

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