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canpera ro: aYork, 113. hire 1985) De Lg de es ap 1 1957 2, Sema de ‘its de 977) oma eqs sede fe sede on We oe Pai 182) The Prin fe del cp lhe, Nusa 3 Principe zal, Mi, ‘Barons, One Dimes Baton. (Fad 1968) "Becandition of 1-Ci Genel ‘ies, 1960) faded 1996 le ese 4a Reve de lea cae tien. 1995), El gobierno en las democracias liberales cavanzadas»; del liberalismo al neoliberalismo NIKOLAS ROsE Pata comprender las innovaciones que presenta el modo de go- bierno neoliberal es preciso analizarlo a partir del telén de fondo del liberalismo, Paso, pues, a caracterizar estas dos formas de gobierno. Liberalismo En el siglo xvi europeo la ciencia de la «policfa» sofiaba con un tiempo en el que el tertitorio y sus habitantes serian transparentes para el conocimiento: todo podria ser conocido, anotado, enume- tado y documentado!. La conducta de las personas en todos los mbitos de la vida iba a ser definida y sometida a escrutinio hasta en sus més minimos detalles mediante numerosas regulaciones de la vivienda, la vestimenta, los modales, etc. De este modo el desor- den se veria neutralizado por la fijacién de un orden de las personas y de las actividades?, El liberalismo, en tanto que programa de go- 25 CARPETA, + El texto que pulbcamos ha sido cedido anablement por Niklas, Rove « Arcipiag y fom pare del segundo capt dt Ii po bicado por A. Bary, Th, Osborne YN. Rose Ede) Fors and pol Tcl reson Liberation, nate li and rainais of goon UUnivesiy College London (UCL) Pras Londres, 196 Arcbipitlags 129 bierno, abandona esta fantasfa megalomaniaca y obsesiva de una sociedad totalmente administrada. A partir de ahora el gobierno se enfrenta con una serie de tealidades —mercado, sociedad civil, ciu- dadanos— que poseen una lgica interna y una densidad espectfi- ‘as, sus propios mecanismos intrinsecos de autorregulacién. El liberalismo, como ha sefialado Grahan Burchell, rechazé ast tla razén de Estado» en tanto que racionalidad espectfica de go- bierno en la cual un soberano ejercita su voluntad totalizadora a lo largo de todo el territorio nacional’. Los gobernantes tienen que hacer frente, por una parte, a sujetos dotados de derechos ¢ intere- Ses que 19 tienen que ser puestos en entredicho por la politica y, por otra, a todo un dmbito de procesos que mo se pueden gobernar me- diante un cjercicio de voluntad soberana porque los gobernantes carecen de los conocimientos y capacidades suficientes para hac lo, Los objetos, instrumentos y rareas de gobierno deben de ser, por tanto, reformulados en relacién a estos émbitos del mercado, la so- ciedad civil y la ciudadanfa, con ei fin de asegurar que funcionen para bencficio de la nacién en su conjunto Los dos polos aparentemente no liberales de «poder sobre la vider que identificé Foucault —las adisciplinas» del cuerpo y la «biopoliticay de la poblacién— encuentran asé un espacio en ef in- terior de los programas liberales de gobierno, un gobierno que de- pende cada vez. ms de los medios para hacer inteligibles y practi- cables estas condiciones vitales para la produccién y el gobierno de un Estado de ciudadanos libres. Estos mecanismos y dispositivos ue operan siguiendo una légica disciplinaria, desde la escucla a la prisién, pretenden crear las condiciones subjetivas, las formas de aurodominio, de aurorregulacién y ausocontrol, necesarias para gobernar una nacién ahora concebida como una entidad formada or ciudadanos libres y civilizados. Al mismo tiempo, las estrate- sias de la biopolitica —encuestas, estadisticas, censos, programas para maximizar o reducir las tasas de reproduccién, para minimizar ta enfermedad y promover la salud— pretenden hacer inteligibles aquellos émbitos cuyas leyes el gobierno liberal tiene que conocer y respetar: el gobierno legitimo no sera por tanto un gobierno arbi- tratio, sino que estard basado en el conocimiento operative de aquellos cuyo bienestar esté llamado a promover', A partir de este ‘momento el gobierno tiene que ser ¢jercido con la ayuda de un co- nocimiento de lo que tiene que ser gobernado —la infancia, la fa- milia, la economia, la comunidad—, de un conocimiento de sus leyes generales de funcionamiento —oferta y demanda, solidaridad social—, en una situacidn concreta y en un momento determinado (casa de producrividad, tasa de suicidios) y, a la vez, de un conoci- mienco de los medios a través de los que puede ser configurado y orientado a producir objetivos deseables al mismo tiempo que se respeta su autonomé: Ardipidage 29 26 Notas 1. Vésse M. Foucault, Ram des ‘ours Collige de France, Pai, 1989, y Governmentalige, en G Burchell, C. Gordon y P. Miller (Eis), The Fouaule fe sedis in govrmenting Harvester Whe atshet, Hemel Hemprtea, Ing tera, 1991(eadacida en VW AA, Expacis de poder, La Puc. Ma Aral 1980)- Vato, asian, P Pasquino, «Thea Peliteum the genealogy of epi pote and the stat of prosper an Ge Ba hall y 040s, The Four fet pcs pp 15-118, 2. G. Ocatcich, Nei the moder ste, Cambie versity Pres, Cambridge 1982, 3. G. Burchell, Peculiar interes ul sciery and governing they fem of natural liberty, en G. Bur Chelly otto, The Fousael eft (cits pp 119-150; y también del ‘msm autor, Liberal government and techniques of the el, vn Bary, Th. Osbome y N. Rose (E48), Fowceue and policalreion p. ct pp. 19-36. 4. Vase los siguientes tabujor de M. Foueaule Vigil y xg. Nos ‘imiento de la pris, Sigo XX1, México, 1977 a sntroduciéne + The itor of aly, Val. Pen sin, Londées, 19795» La politica fe la sald en a sigh XVITo, en Saber y verdad, La Pigueca, Mi tid, 1985, pp. 89-106 5.1. Hacking, The tming of chan &, Cambridge. Univesity Pres Cambridge, 1991 Desde rasgos del 1. Una das las £61 que tiene mas una c cstrategias vos sobre nas y soci hechos (1 das, asic progres, mma sani entrada, cualificac logos, est cimiento destinads y realizac bername grupos d diciles as debe de : mis perf 2. Uni 40s activo: rales de g una inver proclama otros Ami rechos de mites a k parables « intentan Las estra dientes d cada, ma que non: yse conti jeto abst: sal, las n Jo XIX, 1 eae de exten: los sujet: provocat EL CARPETA CARPETA ——— | 2 E Desde una perspectiva de gobierno se pueden destacar cuatro “| rasgos del liberalismo. «Las estrategias sk, Rend de 1, Una nueva relacién entre gobierno y conocimiento, Aunque to- liberales de ‘gobierno Fame, Par das las férmulas de gobierno dependen de un conocimiento de lo dependen wy Pile | __ que tiene que ser gobernado y, por supuesto, constituyen ells is 2 una serie tee ae §} ‘Mas una cierta forma de conocimiento de las artes de gobierno, las de dispositivos ees estrategias liberales vinculan el gobierno con conocimientos positi- que prometen crear pend, Ing . foenwiAt, | vos sobre la conducta humana desarrollados por las ciencias huma- individuos + Pau, Ma fas y sociales. La accidn de gobierno se ve asf ligada a todo tipo de _que se gobernardén wm Palin, hechos (lan Hacking analizé la avalancha de estadisticas publica por sf mismos» ‘oka das, asi como otro tipo de informaciones)’, teorias (filosofias del Econd ele Progreso, conceptualizacién de las epidemias...), diagramas (refor- ‘ma sanitaria, tratamiento infantil), técnicas (contabilidad de doble mim an entrada, inspeccién médica obligatoria en las escuclas), y personas i smb Ut cualificadas que pueden hablar «en nombre de la sociedad» (socio brid. 1992 logos, estadisticos, epidemidlogos, trabajadores sociales). El cono- oe Cimiento en este caso gira en torno a una diversidad de dispositivos ming the 5s destinados ala produccién, circulacién, acumuulacién, legitimacion : Sonate, <—-Y falizacion de la verdad: el ambito académico, los despachos gu. y tambign del bernamentales, los informes de las comisiones, las encuestas y los al governmene grupos de presién. Es el «saber emo» lo que promete convertit en eR Re | déciles aquellos ambitos ingobernables sobre los que el gobierno wlsiaiecon, | debe de ser ejercido para hacer que dicho gobierno sea posible y | més perfecto. vesenbnde | 2. Una nueva definicién de los sujetos de gobierno, en cuanto suje- accinee—|——_t0s activos que participan en su propio gobierno. Los programas libe- slr rales de gobierno se caracterizan por la esperanza de que van a ser VOL I Pen tuna inversién rentable para los propios sujetos de gobierno. Las Bivins | proclamas en el campo politico, juridico y moral, asf como en ‘otros ambitos, de que los sujetos son individuos cuya libertad y de- que 0s. rechos deben de ser respetados mediante el establecimiento de Ii- | s a la esfera legitima de la regulacién politica y legal, son inse- henty Pron parables del surgimiento de toda una gama de pricticas nuevas que intentan representar y regular la individualidad de forma especial. | Las estrareias liberals de gobierno se hacen, por tanto, depen: | dientes de toda uina serie de dispositivos (escuela, familia domesti- cada, manicomio, reformatorios) que prometen crear individuos que no necesitan ser gobernados por otros, sino que se gobernarin y se controlaran por s{ mismos, y se cuidarin solos. ¥, aunque el su- | jeto abstracto de derechos se define utilizando un lenguaje univer, sal, las nuevas tecnologias de gobierno producen, a lo largo dels glo XIX, nuevas exigencias y posibilidades de conocimientos positi- | Vos sobre sujetos concretos, El siglo Xix es, por tanto, un periodo | deextensisn de las disciplinas que, al mismo tiempo que definen 2 los sujetos en términos de funciones especificas de civilizacién, | provocan una divisién entre los miembros civilizados de la socie. 7 Avchipilag 29 dad y aquellos otros que carecen de capacidades para ejercer una ciudadan‘a responsable: la mujer infanticida o el monomantaco re. gicida en los tribunales de justicia, los nifios y nifias delincuentes en los teformatorios, las prostitutas 0 mujeres cafdas, los hombres y mujeres considerados locos. Se puede comprobar de este modo el inicio de una transicién dolorosa —acompafiada de resistencias— que va desde los derechos de la verdad sobre los humanos, la teolo- gia o la jurisprudencia, a las disciplinas que deben sus verdaderas condiciones de disciplinarizacién a estas nuevas tecnologias de go- bierno, A partir de este momento las gubernamentalidades libera- les sofiarin que el proyecto nacional para el buen sujeto de gobier- no se fusionars con obligaciones voluntariamente asumidas por individuos libres para sacar el mayor provecho de su propia exis- tencia, mediante la gestién responsable de su vida, Al mismo tiem= Po los propios sujetos tendrén que adoptar toda una serie de det siones acerca de su autoconducta asediados por una red de nuevos lenguajes, normas, promesas, serias advertencias, y amenazas de in. ‘ervencidn, organizadas cada vez mas en torno a una proliferacién. de normas y normatividades. 3. Una relacién intrinseca con la autoridad de los expertos. Las at- tes liberales de gobierno, desde mediados del siglo XIX, intentaron modelar acontecimientos, decisiones y acciones en el campo de la economia, la familia y la empresa privada, y modelar la conducta de los individuos, a la vez que mantener y promover su autonomfa y autorresponsabilidad. Estos modos de intervencién no respondian 2 una légica simple, ni formaban parte de un programa coherente de la sintervencién del Estado», sino que mas bien una serie de conflictos y percurbaciones —epidemias y enfermedades, delitos y criminalidad, pauperismo ¢ indigencia, enfermedad mental e im- becilidad, ruptura de iclaciones matrimoniales— se vieron recodi- ficados como problemas «sociales», hecho que tuvo consecuencias para el bienestar nacional y que exigié, por tanto, nuevas formas le- gitimadas de atencién para remediar estos problemas6. Las relacio- nes que surgieron entre las autoridades politicas, las medidas lega- y las autoridades independientes, diferfan en funcidn de si se in- tentaban regular los intercambios econémicos mediante contrato, Imitigar los efectos del trabajo industrial sobre la salud, reducir los peligros sociales de las epidemias mediante reformas sanitarias, moralizar a los nifios de las clases trabajadoras mediante escuelas de Fabrica, etc. En cada uno de estos casos los expertos, al exigir que los arreglos econémicos, familiares y sociales se rigiesen por los programas que ellos disefiaban, trataban de movilizar recursos po- liticos tales como la legislacién, los fondos o la capacidad organiza tiva para lograr sus propios fines. Las fuerzas politicas intentaron hacer efectivas sus estrategias no s6lo mediante la utilizacién de le- yes, burocracias y creando agencias y agentes legitimados del Esta- Avdhipidogs/ 29 28 Notas 6.M. Foucault, La poles de ls salud end siglo tes op. ce 7. A. Giddens, Coneguence of me derni, Polity Pres, Cambridge, 1990 tad. Comecuenca dele mo sdernidad, Alara, Madi 1994, YS Lash} Un, Economies of Sings and pace, Ply Press, Cane bridge, 1994 do, sino de las « nalment autorida que el ¢j formas ccratizacir diferenc: mente 40; ciologi dad» co reflexi en el p: minal ¢ ticas lib mismo exige ui que gol gobiern Sus pro] puede s Atin mé nes: :Q gjercer] de la au dida no sona del se deriv: nifiestar una cor tionami un cues que obs, te del fr nar mej Liberali Las gozaba después gunos ¢ junto d gobern: intelect polls de bs sepa ence of mo Cambridge ‘ei del ma did, 1994), Beonomicy of Press, Cam CARPETA, do, sino también instrumentalizando formas de autoridad distintas de las «del Estado» con cl fin de gobernar —espacial y constitucio- «Una serie nalmente— «a distancia», Se confirié, de este modo, autoridad a de conflictos auroridades expertas formalmente auténomas, al mismo tiempo y perturbaciones que el ejercicio de esta auronomia se configuré, a través de variadas 2¢ yierom formas de legitimacién, a través de la profesionalizacién y la buro- recodsficados como cratizacién. A parti de este momento el mbito de la «politica» se_probi diferenciard de otras esferas de gobierno legitimado, ya inexorable- ‘mente vinculado a la autoridad de los expertos. 4. Un cuestionamiento continuo de la accién de gobierno. Las so- Giologias de nuestra condicién posmodema subrayan la «teflexivi dad» considerandola una caracteristica de nuestro tiempo’, pero la «reflexividads que impulsa todos los intentos de ejercer el yubicno en el presente no es una caracteristica distintiva de una etapa ter- minal de modernidad, ya que caracteriza a las racionalidades poli- ticas liberales desde sus comienzos. Fl liberalismo se enfrenta asi- mismo a la cuestién de «Gobernar, pata qué, una pregunta que exige un constante escrutinio critica sobre las actividades de los que gobiernan realizado por otros y por las propias autoridades de gobiemno. Pero, si los objetivos de gobiemo estin gobernados por ‘sus propias leyes, elas leyes de lo natural», bajo qué condiciones se puede someterlos legitimamente a las leyes del gobierno politico? Atin més, el propio liberalismo se enfrenta a las siguientes cuestio~ nes: {Quign puede gobernar?, gbajo qué condiciones es posible gjercer la autoridad sobre alguien’, gen qué se funda la legitimacién de la autoridad? Esta cuestién de la autoridad debe de ser respon- dida no por vias transcendentales, ni apelando a la carismiética per- sona del lider, sino a través de variados medios técnicos —de donde se deriva que la democracia y Ia intervencién de los expertos se ma- nifiestan como dos soluciones duraderas. El liberalismo inaugura tuna continua desafeccién respecto al gobierno, un perpetuo cues- tionamiento acerca de si los efectos deseados se estin produciendo, un cuestionamiento sobre los errores de las teorias y los programas que obstaculizan la eficacia del gobierno, un diagndstico recurren- te del fracaso unido a una exigencia, también recurrente, de gober- nar mejor. Liberalismo avanzado Las condiciones que dieron al trate con la aceptacién de la que gozaba el gobierno social fueron heterogéneas, Inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, precisamente cuando al- gunos estaban asumiendo la leccién de que era posible que el con- junto de la organizacién econémica y social de una nacién fuese gobernada, de un mode u otro, por el Estado central, un grupo de intelectuales curopeos Hlegaba justamente a la conclusién opuesta. 29 ‘“sociales”» Avchipieg 129 Posiblemente la propuesta més famosa fue la sugestién de Friede- rich von Hayeck de que la Idgica del Estado intervencionisca, tal como se habia manifestado en los tiempos de la guerra en la orga- nizacién de la vida econdmica y social, no s6lo era ineficaz y habla fracasado, sino que ademés conducta al conjunto de naciones por un camino directo hacia un Estado total, tal y como se habja mo. nifestado en Ia Alemania nazi y se podia percibir ain en la Unién Soviética de Stalin —ambos paises subvertian las verdaderas liber tades, la libertad y la democracia, que precisamente decian promo- yer'. Los argumentos contenidos en The road serfdom de Hayeck fueron claborados en diferentes textos posteriores: el principio de Ia libertad individual era a la vez el origen de nuestro progeeso y la garantia del futuro desarrollo de la civilizacién; aunque debemos desprendernos de la perversa ilusién de que podemos deliberada. mente crear, mediante decisiones y célculos de autoridad, «el futw- ro de la humanidad», tenemos que reconocer que la libertad es en si misma un instrumento de civilizacién, que sla diseiplina dela ci vilizacién [...] es al mismo tiempo la disciplina de la libertad? Apenas tres décadas més tarde, estas crticas del Estado social se fundieron dando lugar a un relevante asalto politico a las racionali. dlades, programas y tecnologias del Welfare en Inglaterra, Europa y los Estados Unidos. Una tesis econémica, articulada de forma dis. tinta por la izquierda y por la derecha, cobré en este contexto una particular significacién: el argumento de que los crecientes niveles de impuestos y de gasto piblico requeridos para sostener los servi cios sociales de salud, bienestar, educacién y otros, ponian en peli- gro la salud del capitalismo ya que requerfan tasas penalizadoras de Impuestos sobre el beneficio privado. Esta contradiccién fue for- mulada por Ia izquierda en términos de wla crisis fiscal del Estado», ys por la derecha, en términos de las contradicciones entre el ereci- miento de un sector de bienestar simproductivo» —que no creaba riqueza— y un sector privado «productivo» —que era el que crea- ba toda la riqueza nacional'®. La auténtica socializacién de la em- presa capitalista privada y de las relacfones cle mercado —que habia sido percibida como la salvacién, a la vez, frente a las amenazas del socialismo y frente 2 la desintegracién moral y social— aparecia ahora como incompatible con la supervivencia de una sociedad ba- sada en una economia capitalista. Este argumento econémico entraba asi en confluencia, en este momento, con toda otra serie de criticas del gobierno social: la arrogancia de un gobierno que va demasiado lejos; los peligros de tuna sobrecarga de funciones del gobierno; lo absurdo de los politi- cos que juegan a adivinar por dénde va a ir el mercado eligiendo selectivamente a los triunfadores; los reproches de que las deman- das keynesianas de gestién provocan expectativas inflacionarias y conducen a la depreciacién de la moneda, Otros insistfan en que Avbipdag 29 30 NOTAS 8. Véanse: FA. Haye, The rad so sero, Routledge and Kegan Path Londres, 1990); C. Gordon, «The soul of the cies: Max Weber and Michel FFoucaul on rational and ernment en, Lash, Whimster. (Eas), Mae Weber. rational and ‘modern Allen an Unwin, Lome sh, 1987, y ambi dl sm a, +Governmsntal tational an induction G, Burchell y ‘wun, The Fancast op. pp. 1-52. Vee. igialnene, N Rose, Exar aval hyn wintvation jalkcen= (radicisn filandesa de -Disudsntage and Po wer “ae the Welire State), J ‘nu (Revisea de fs Finish Society for Soxial Policy} 1, pp. 46-68 9. BA. Hayek, The contication of liber, Routledge and Kegon Pal Londres, 1979, p. 163, 10. J. O'Connor, Teel rt of state, St. Matin’s Pres, Nueva York, 1972 (ad. Le ei fal de rade, Ea 62-Peninala, Barcelo- tna 1981): y R. Bacon y S. Elis Britains economic problem 20 fw producer?, Macmillan, Low “tes, 1976, 11. Véanse: Ch, Muneay, Losing ground. American scial policy 1950-1980, Basic Books, Nuev York 1980; M. Adley S. Aqui (Eis), Disretion and were He remann, Leadees, 1981; M. Friedman, Capitalom and feed University of Chicago Pres Chie ago, 1982 (ead. Capitals yb beta, Rial, Madrid, 1966). Una versiéa mae antigua C. Reich “livid sights and social well tes, Yale Law Journal, 74,1964, p 1245. Para la dscusién’ de esas sexéieas dea inranigencine va fe Abert O. Hirschman, The he- ‘arc of reaction, Belknap Harvard, Cambridge, Mass, 1991 (ad con el elo Retreat del inten. ‘genia, ECE, Madsid, 1991, reimp. 1994), estas mi en reali asistir a gue los « gados al Tocracias, expertos ques pre clisicos control mécrat: para ali que tra mentac cuir puso di los pot como d yeron, « iglesia, ponsab la men Simu dando en nic madres rapeuta ialidad dereche tarse fi acusada Los elie mismos nuevas graron funtad Asediac medios gadas p. Sus DFO ron for los expe an com up aun jiendo sus vid ‘ck The red © and (era. Coming ‘anus, Madi, ‘The soul of ‘berand Miche say and go- sh, Whinster sina and 1 Unwia, Lan wn del mismo ‘al ional. G.Burhelly cfs, 9p ce salen, N ia vas hyn tw (ead mage and Po re St) 1 pp. 46-68, citation of sl Regan Pa 8. he fc eof ss Se sor fed ss Bae cn 3B (tlt ee ae Murry, Loving cysAnh daft Set med ea goes Sina 0 i mC heh ial ime seg ees | | _ Bo ad alien mi i, | estas medidas destinadas a hacer decrecer la pobreza condujeron, en realidad, a incrementar la desigualdad; que los intentos para asistir a los desfavorecidos empeoraron su situacién de desventaja; CARPETA, «Las fuerzas politicas instrumentalizaron que los coneroles de los salarios minimos golpearon a los peor pa- formas de autorided gados al destruir puestos de trabajo. Y todavia mds, las propias bu- “éssrintae rocracias asistenciales, junto con los especialistas del Welfare y los de las del Estado expertos sociales asociados a ella, se convirtieron en objeto de ata- para gobernar ques provenientes de toda la gama del espectto politico —desde los 2 disiuncia» clisicos liberales y los libertarios, hasta los criticos izquierdistas del control social de la desviacién, pasando por los activistas socialde- mécraras preocupados por la falta de eficacia del gobierno social para aliviar la desigualdad y las desventajas. Se puso ast de relieve que tras sus apasionadas demandas en aras de una mayor funda- ién para sus servicios subyacia la oculta estrategia de cons truir un imperio, asi como el ascenso de intereses sectoriales, y se puso de manifiesto que fueron las clases medias quienes, mas que los pobres, se beneficiaron tanto de las oportunidades de empleo como de los servicios del Welfare State, y que estos servicios destru- yeron, en realidad, otras formas de ayuda social rales como las de la iglesia, la comunidad y la familia, y que no favorecieron una res- ponsabilidad social ni ciudadania, sino més bien la dependencia y la mentalidad clientelistica!. multéneamente el imperio de los expertos sociales se fracturd dando lugar a diferentes especialidades en competencia: expertos en nifios, viejos, incapacitados, alcohdlicos, adictos a las drogas, madres solteras, enfermeras psiquidtricas, trabajadores sociales, te- rapeutas ocupacionales y muchos otros. Cada una de estas «espe- Gialidades» intenté organizarse profesionalmente para reclamar sus derechos y su propio campo de intervencién: el mundo del bienes- tar se fragmenté a través de una divisién del trabajo cada vez més acusada ya través de lealtades practicas y conceptuales divergentes. Los clientes de los expertos se vieron obligados a comprenderse a si mismos, a narrarse a si mismos, y a pensar su bienestar a través de ‘nuevas formas. En la mayor parte de los sectores los individuos lo- graron reconceptualizarse a si mismos en términos de su propia vo- Tuntad de estar sanos, y de gozar de una normalidad maximizada. Asediados por las imagenes de salud y felicidad producidas por los medios de comunicacién, y por las estrategias de mercado desple- gadas por la publicidad y los sistemas de consumo, pasaron a narrat sus problemas con el potente lenguaje de los derechos, se organiza- ron formando asociaciones propias, cuestionando los poderes de los expertos, protestando contra unas relaciones que ahora aparect- an como tutelares, y degradantes para su autonomfa, reclamando un aumento de recursos para sus condiciones particulares, y exi- giendo poder decir algo respecto a las decisiones que afectaban a sus vidas. Frente a esta simultinea proliferacién, fragmentacién, a1 Avchipidags 129 y la justicia, (CARPETA contestacién y deslegitimacién del papel de los expertos en los dis: ————_———— ristica Positivos del gobiemo social, se perfl6 una nueva férmula para la NOTAS aretér ‘elacién entre gobierno, expertos y subjetividad. eo de ella Se desarcllaron as deverminadas estrategias. Los «libertarios ci- Aalery.hequth opt permit viles» trataron de asediar a los expertos sirviéndose de una parafer- to, un nalia de restrcciones legales, derechos Y tribunales, que modulasen Sencha cease rcolib. sus decisiones: esta téctica resulré incémoda, lenta y cara, y tinica- gly Technical Services, Slough, tica al mente sitvié para redistribuir poderes sociales a nuevos expertos; "ea, 1980. suposis en cl Reino Unido tales estrategias tinicamente lograron un limita- 14... Rose y P. Miller, sPalccal objete do impacto sobre la vida social!2, Critics de inquerda se contenta-_ fit ond he sr pons dificu ron por largo tiempo con denunciar los poderes de los expertos egnrimen bu cién y como un encubierto control social del Estac, tratando de distin. 205 berna guir entre el uso del conocimiento y su abuso, 0 de separar el ver- para a dadero conocimiento emancipatorio de la ideologia que disfraza y vas es. legitima el ejercicio del poder en «los aparatos ideolégicos de Esta- Qi dos. Una politica radical respecto al papel de los expertos, en la li mas al nea del eslogan maoista «Mas vale rojo que experto», trataba de eli- exager minar cualquier tipo de intervencién pericial (como ocurrié con la trans antipsiquiatria y algunas formas de feminismo): esta «oposicidn a nolog, los expertos» generé répidamente su propia profesionalizacién, con servad sus propias organizaciones, pedagogias, etc. Otras politicas de iz tralia, quierda respecto a los experts operaron bajo la nibrica de wa ge- chas, neralizacién de competencias», tal y como sucedié con algunos contre movimientos de cooperativas de trabajadozes que trataron de reor- cas de ganizar los lugares de trabajo controlados y gestionados jerdxquica- istic mente!3. En el campo econémico, al menos en Inglaterra, este esos a: fento se encontré con resistencias, provenientes no sélo de los jefes, nomfa sino también de los representantes tradicionales de los trabajadores bertac Preocupados por la erosién de sus propios poderes y por la emer- tres ra gencia de nuevos corporativismos con intereses opuestos a los ‘suyos. 1. Parecido destino tuvieron algunos intentos para democratizar la in debe s tervencién de los expertos en otros campos tales como la psiquiatria no: la: ingres Podria inducir a equivocos sugerir que los tegimenes politicos ne- rectan oconservadores, que fueron elegidos en Inglaterra y en los Estados no po Unidos a finales de los afios setenta, estaban basados en una racio- cionay nalidad politica coherente y elaborada que tenian que desarrollar, ¢ cerrad inducirfa a un error todavia mayor pensar que hacfan del poder bu-. proteg rocritico y profesional un problema clave. Inicialmente, sin duda, para c estos regimenes simplemente trataron de ocuparse de una multicud accior de diferentes problemas relativos al bienestar, de reducir costes, re- avanz. cortar el poder de los lobbies profesionales, etc. Pero, gradualmen- dos pr te, estas diversas escaramuzas fueron racionalizadas cn el interior de humar un relativamente coherente programa de gobierno que se denomi tabilid 1nd neoliberalismo. El neoliberalismo se las arreglé para reactivar tos se tuna especie de vigilancia critica sobre el gobierno politico caracte- Avbipdags/ 29 32 CARPETA _ _ CARPETA ——— tistica del liberalismo clésico, conectando diferentes elementos dela ————— sret6rica de la intransigencia» con una serie de técnicas —ninguna «EU neoliberalismo en de ellas en si misma particularmente nueva 0 destacable—, lo que no abandoma le om permitié que estas criticas se incorporasen al gobierno. Por supues- “polumtad de —— fo, un hecho que puede resultar paradgjico en lo que se refere al gobernar”, sino moa ncoliberalismo es que, pese a presentarse a s{ mismo como una cri- ‘que inventa nuevas vies, Slough, tica al gobierno politico, mantiene el programstico a prior, la pre- estrategias suposicién, de que lo real es programable por las autoridades: los de gobierno» ier, eal ‘objetos de gobierno se hacen asi pensables en la medida en que sus apo, dificulrades aparecen como susceptibles de diagndstico, prescrip- eens cidn y cura’. El neoliberalismo no abandona la «voluntad de go- bernar», sino que mantiene la visidn de que el fracaso del gobierno para alcanzar sus abjetivos puede ser superado si se inventan nuc- vas estrategias de gobierno que triunfarin

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