IX, LA CAPITAL MEXICANA Y SU ENTORNO.
EL SISTEMA MEXICANO Y SU CAPITAL:
DISTRIBUCION DE LAS GANANCIAS POLITICAS
E LARGO PERIODO de crecimiento econémico que se hizo aflicos
en 1982, consustancialmente a la gestion del pri, permiti6 polt-
ticas de inversion y subsidio cuyo principal beneficiario lo consti-
tuye Ia clase media urbana; ésta tuvo una expansién numérica, un in-
cremento en su nivel de vida y un cambio en su modo de vida, tanto
mis espectaculares porque este fendmeno, aniilogo al de $6 Paulo,
Rio, Buenos Aires o Santiago, es en México mis tardio, pero particu.
larmente sostenido. El Estado, muy centralizaco por medio del px,
concentra medios considerables en manos del presidente y del go-
biemno federal, mientras la ideologia liberal heredada del siglo xtx
atribuye a la clase media urbana el estatuto de pueblo ilustrado. Esto
da fuerte legitimidad a las ventajas de que gozan los asalariados del
Estado central. Ahora bien, el presupuesto tiene como principales
distribuidores a las secretatias, cuyos funcionarios se concentran en
la capital, en un Distrito Federal cuyo estatuto particular hace de é!
un territorio privilegiado: veremos cémo estos mecanismos engen-
draron la ciudad mas grande del mundo y una segregaci6n de las
fanciones en su seno entre Distrito Federal y periferias situadas en el
Estado de México.
La espiral del desarrollo del Estado y de su clase media descansa
en un espacio de paz del que gozan la capital y las regiones que la
rodean, como en una centralizacién que emplea sucesivamente el
ferrocarril y la autopista, Asi, la ciudad puede albergar al lado de los
servicios piblicos, que se apoyan mutuamente, las actividades ban-
carias y financieras, las del comercio que concentra a los minoristas
de productos de calidad y a los mayoristas. Para numerosos produc-
tos, el nico mercado consumidor importante se encuentra en la ca-
156
137
LA CAPITAL MEXICANA Y SU ENTORNO
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Xx. Asimismo, toda nueva
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frutas y legumbres a mediados del si i e
actividad, que se instaura en nombre del progreso de toda la naci6n,
0, con la
beneficia primero a la capital: sucede de ca Po cuando, ae
en industrias de bienes ns
segunda Guerra Mundial, nacer : :
ae vienen a sustituir importaciones en el Distrito Federal, luego en.
sus proximidades. . ;
se nombres de la capital le incorporan simbélicamente la identi158
dad nacional: México es el nombre de la ciudad que progresivamen-
te ocupa casi todo el Distrito Federal, pero también el nombre del
Estado federado que acoge a la periferia, asi como también es el
nombre de toda la naci6n, Para llamar con mayor precisi6n a los ciu-
dadanos de la capital, a mediados de la década de 1970 se hace ne-
cesario volver al antiguo término de chilangos, para distinguirlos de
los ciudadanos de la nacién, mexicanos. Se llamari después mexi-
quenses a los ciudadanos del Estado de México.
Esta l6gica de la concentraci6n funciona en provecho de una cla-
se media que conocié dos generaciones de crecimiento sostenido a
la sombra del Estado; funcionarios y empleados de éste, gracias a la
-Xpansion de los servicios publicos que benefician ante todo a esta
misma clase media; asalariados de las empresas pliblicas cuyas ofi-
inas crecen a la sombra del poder, aun si es para manejar recursos
esencialmente localizados en otra parte, como el petréleo o la elec-
idad. El desarrollo concomitante de las empresas privadas multi-
plica los altos y medianos empleos, pues aqui se encuentra tanto la
clientela rica y sobre todo la clase media siempre mas numerosa,
como la indispensable proteccién del poder federal. La actividad del
Estado y Ia vida de la clase media exige un equipamiento en mo-
numentos donde la imagen de la nacién triunfa: palacios, museos,
salas de espectculos, centros deportivos, grandes universidades.
El modo de vida de esta clase media se moderniza aqui mucho
antes que en provincia: la casa individual con jardin, segin el ideal
estadunidense, se impone a partir de principios del siglo xx y engen-
dra un consumo muy importante de espacios siempre més alejados
del centro. Sin embargo, un punto fundamental es que la insercién
en una sociedad excesivamente desigual, en la que los estratos po-
bres urbanos se alimentan sin cesar de una inmigracion rural, autori-
za el mantenimiento de elementos tradicionales muy ajenos al vecino
del norte: la abundancia de una mano de obra barata permite desde
luego construir y mantener la casa y el jardin con menos gastos, pero
sobre todo permite una domesticidad poco costosa, que favorece la
persistencia de costumbres alimentarias tradicionales, y mas atin el
mantenimiento de una descendencia numerosa. El modelo anticon-
ceptivo penetra por tanto mas lentamente en las clases medi
i
i
LACAPITAL MEXICANA Y SU ENTORNO 19
puede ser mucho menos imitado por los sectores urbanos desfavo-
recidos
LO PEOR FS POSIBLE, NO OBLIGADO: ECOLOGIA URBANA
Hace dos generaciones, a principios de la década de 1940, nadie po-
dia imaginar que a ciudad atin muy tradicional de Ia region mas
iransparente del aire (Alfonso Reyes), con menos de dos mi ieee
de habitantes, seria un dia una de las tres ciudades mas grandes del
mundo, con Tokio y $a6 Paulo. Para ello concurren varias lgicas: el
tiempo largo de la demografia y el del Estado mexicano, sobre los
cuales se insertan los medios y los modelos de la tecnologia urbana
de los Estados Unidos, Anahuac, el nombre azteca de la region mas
transparent del aire, quiere decir tierra a orillas del agua, Bs muy
cierto que la excepcional ubicacién de la ciudad de México explica
algunos aspectos de su permanencia, asi como el riesgo de catastro-
fe que enfrenta en nuestros dias. En un ambito tropical con una acen-
tuada estaci6n seca, dos rasgos conjuntos rematan en el derrame
is (endorreismo); por una parte
oe montafiosa a bafiada, cuyo piso hacia los 2250 metros
est4 rodeado por cimas volcdnicas escalonadas entre 4000 y 5450 me-
tros; por otra parte, la permeabilidad de un conjunto de lavas y are~
jue frena el derrame.
ace fragmenta en una serie de lagos y ciénagas (Xochi-
milco, Chalco, Zumpango) que se vierten en el lago salado de Texco-
co. Este conjunto lacustre forma un circulo con un radio de 30 km: Ia
iudad precolonial, y su heredera hasta 1940, pudo transportar por
canales piedra, madera, viveres, en barcas en todas las épocas, pero
también en barcos (los bergantines del sitio de Tenochtitlan por
Hernan Cortés, como los vapores de la bella época...). Ahora bien,
esta ecologia tan particular, a gran escala, es generadora de elevadas
densidades demograficas, gracias a la variedad de los medios agrico-
las facilmente complementarios (bosques, ciénagas, pastos, laboreo
cen suelos ligeros y recientes nacidos de cenizas vole4nicas). Bl asen-
tamiento de un abundante campesinado permiti6 el desarrollo de
sucesivas ciudades-Estados (Tula, Teotihuacan, por Ultimo Tenochti-10 {A CAPITAL MEXICANA ¥ SU ENTORNO
tlan) las que hereda la ciudad de México de la Nueva Espafa. Pero
también en menor escala, el conjunto de las tierras altas situadas por
encima de 1800 metros, calificadas de tierras frias por los coloniza-
dores, forma un medio favorable para la permanencia de elevadas
densidades campesinas: estin ausentes las grandes enfermedades
tropicales, la malaria es poco agresiva; por lo menos, los estragos de
las enfermedades importadas por la colonizaciOn, que en tierra ca-
liente egarfan a destruir el tejido humano, nunca eliminarén aqui a
las comunidades; sus terruftos jams serin borrados, sino s6lo dismi-
nuidos. A lo largo del eje neovolcdnico, que culmina en el Popocaté-
petl y en el Orizaba, los contrastes ecol6gicos, segin la altura, los
esquemas hidrogrificos 0 topogrificos resultan en las complementa-
ridades agricolas entre tierras frias y tierras templadas que los impe-
rios supieron explotar hasta el siglo xx.
Las condiciones ecolégicas muy particulares del Valle de México
hacen de esta ciudad un campe6n de la contaminacién atmosférica,
pero también un lugar amenazado tanto por las inundaciones como
por la falta de agua. Los seis meses de estaci6n seca invernal co-
rresponden a frecuentes situaciones anticicl6nicas en las que el aire
en calma se estanca y dificulta la evacuaci6n de las emanaciones,
porque el frio nocturno a 2200 metros sobre el nivel del mar es a
menudo cercano a los 0°C durante tres meses. Esta situacin pro-
voca la inversi6n térmica, entonces se supera a veces durante va-
rios dias consecutivos el nivel de riesgo de la contaminacién, Una
capa estancada de algunos cientos de metros de espesor de aire frfo
acumula gases, humos y polvos, que s6lo se dispersan en parte con
el calentamiento del mediodia —y ello no todos los dias—, al mez~
clarse en Ja mas alta atmésfera. Ademis, el relieve y la hidrologia
Jocal acenttian las situaciones favorables a la contaminaci6n atmos-
férica: al noreste de la ciudad se sittian los suelos yerios salados de
Ja antigua laguna de Texcoco, principal fuente de polvo, aun cuando
los suelos agricolas o las laderas escasamente cubiertas de malezas
no valen mucho mas en estaci6n seca. En todo caso, el calentamien-
to al mediodia de las laderas montaftosas del Ajusco, situadas al sur-
este de la ciudad, desata una “brisa de valle” que desplaza el aire
del noreste (zona de la antigua laguna) hacia el suroeste.
A CAPITAL MEXICANA Y SU ENTORNO 1
Esta combinaci6n de elementos favorables a la concentraci6n de la
contaminacion atmosférica se reduce fuertemente en la época de
lluvias: poca inversion térmica en estacién tibia, fuerte renovacion
del aire durante los aguaceros casi cotidianos, humedad de los sue-
los y crecimiento de la vegetaci6n que evitan el polvo.
Sélo las bonitas colonias de las colinas situadas por encima de la
capa de las emanaciones conservan la limpidez tradicional de la at-
mosfera de altura: sobre todo al suroeste. En cambio, el noreste de
‘udad, a orillas de los suelos salinos del lago salado, agrega a los
umos urbanos los polvos de arcilla Ievantados por los remolinos
secos. Es asimismo la zona que recibe el mayor depésito de basura
de una ciudad que no recoge mis que, fandamentalmente, dese-
chos que contienen cada vez mis plasticos,
Hacia 1970, se atribuia la misma importancia a dos fuentes de
contaminacién atmosférica: el automovil y la industria. En efecto, la
Ciudad vio instalarse en su periferia, luego englobé en su tejido, una
refineria a partir de 1938 (simbolo de 1a nacionalizacion del petroleo
mexicano) y cementeras. Més dificiles de controlar son las innume-
tables y baratas calderas de diesel (tintorerias, etc.), que se rempla-
zan progresivamente por gas, mucho menos contaminante. Pero so-
bre todo ya no se multiplican las industrias instaladas en muy gran
‘ntimero a principios de la década de 1970. Asi, el tema de la conta
minacion industrial dej6 de estar en primera plana para dejar su lu-
gar al de la circulacion automottiz.
Esta tiene raices muy antiguas en la ciudad de México: en con-
tacto terrestre directo con los Estados Unidos, la motorizacién ur-
bana hizo triunfar al autobas sobre el tranvia a partir del decenio de
1940. La primera autopista urbana cruza la ciudad del este al oeste a
Principios de la década de 1950; lleva el nombre de su iniciador,
Miguel Alemén. Sera seguida por varias otras, entre ellas destacan
dos periféricos concéntricos, pero también numerosos pasos a des-
nivel y ttineles: el auto es prioritario y la tasa de motorizaci6n es en
1990 del orden de un automévil por cada seis habitantes (en Santia-
go de Chile, uno por cada 10) y de un autobtis por cada 120 habi-
tantes (en Santiago de Chile, uno por cada 350 habitantes)
Ademés, el parque automotriz de México est4 compuesto por es-162 LA CAPITAL MEXICANA Y SU ENTORNO
tratos muy complejos; son abundantes los coches estadunidenses de
gran tamafio, a veces importados de segunda mano, con varios de-
cenios de existencia en posesi6n de un sector muy modesto que no
deja de reparar un instrumento de trabajo que “nunca se desgasta
Los coches pequefios fueron adquiridos por la clase media en perio-
dos de prosperidad, durante el decenio de 1970, luego de nuevo
desde 1984 y sobre todo desde 1988; el modo de vida y las distancias
hacen que los matrimonios aun medianamente acomodados tengan
hasta dos coches. Por tiltimo, la clase rica mantiene sus adquisicio-
nes de grandes coches de lujo: no ha dejado de ver en ellos un objeto
de prestigio fundamental. La edad promedio del parque automo-
triz de la aglomeraci6n es de 10 aftos hacia 1990; su tasa de creci-
miento anual es de 6%, en este momento “favorable”, y se admite
que a principios de la década 1990, 80% de la contaminaci6n atmos-
ferica la producen los vehiculos y no las industrias,
DE LA ECOLOGIA A LA POLITICA
La concientizacién “ecol6gica” se produjo a mediados de la década de
1980, y en la opiniGn pablica se instaur6 una vision pesimista: la con-
taminacion atmosférica se volvié en la mente de la gente de la ciu-
dad de México un problema fundamental. Todavia no lo era en los
decenios de 1960 y 1970, cuando el gobierno disponia de medios fi-
nancieros que parecian ilimitados ¢ invertia tanto en un importante
metro como en un conjunto de autopistas urbanas todavia mas cos-
toso. Cuando los medios financieros del decenio de 1980 se reduje-
ron mucho, fue clara la elecci6n “anticontaminaci6n”; practicamente
no se pudo Ilevar a cabo ninguna obra de autopista para facilitar la
circulacién intraurbana. Por el contrario, la red del metro siguié ex-
tendiéndose: nacido en 1968, cuenta con tres lineas en 1980, es de-
cir, 70 km, y nueve, en 1993, equivalentes a ms o menos 140 km.
Se impone una digresién para comprender esta mutaci6n politica.
La inversion térmica de enero de 1986, considerada particularmente
grave, sefiala una ruptura, Ahora bien, nada permite pensar que tu-
viera un carécter excepcional, Es la sensibilidad del pablico —y en
MEXICANA Y SU ENTORNO 163
consecuencia, la de las autoridades— la causal. Un trimestre antes,
en septiembre de 1985, la ciudad de México padecié un terremoto
asesino, ilustrado de manera impresionante por los medios de co-
municaci6n nacionales e internacionales. Fue precisamente una rup-
tura politica entre la opiniéri de la capital y su gobierno. Se dice que
éste casi no pudo o no supo hacer frente al acontecimiento. A menu-
do, los servicios de la policia, cuya reputacién de corrupta estaba
establecida, fueron con frecuencia violentamente rechazados por la
ciudadanfa que, por primera vez desde hacia mucho tiempo, desea-
ba, ante la ungencia, enfrentar ella misma las necesidades de socorro
G las que contribuy6 a salvar, espectacularmente, una importante
ayuda internacional). Solo después de varios trimestres dificiles, el
gobierno puso a la cabeza de la obra de reconstruccién a un indivi-
duo reputado integro y eficaz, Manuel Camacho Solis, quien en 1988
seria “regente” (equivalente a un secretario de Estado) del Distrito
Federal
Indiscutiblemente, frente a la nueva sensibilidad, tanto politica
como ecologista de la clase media de la capital, cristalizada por el te-
tremoto, las autoridades reaccionan con medidas de urgencia en fe-
brero de 1986. Ahora bien, la contaminacién atmosférica se vuelve,
en la ciudad de México, un problema politico grave, en el momento
en que ha mejorado el dominio técnico del fenémeno: desde princi-
Pios del decenio de 1980 hasta 1987, las emisiones de azufte y sobre
todo de plomo han disminuido y las autoridades exhiben mayores
Progresos durante el petiodo 1988-1992 en estos productos como en
Jos dems grandes contaminantes “clésicos” (hidrocarburos, nitroge-
6xido de carbono).
Tomar medidas espectaculares compete al nuevo gobierno origi-
nado en las elecciones presidenciales de 1988: en enero de 1989, 20%
de los vehfculos particulares (segtin sus placas de matriculacién) son
excluidos de la circulacién de la zona metropolitana durante uno de
los cinco dias laborales. Esta medida sera legalizada y vuelta perma-
ente en agosto de 1989 y sigue en vigor en 1994 y después. Ade.
‘mas, para aligerar la circulaci6n en los momentos de mayor frio, se
prolongan las vacaciones de invierno,164 TA CAPITAL MEXICANA Y SU ENTORNO
(CLASES MEDIAS Y ESTADO FRENTE A LA CONTAMINACION
En realidad, el trasfondo del problema es el de la circulacién auto-
motriz urbana, gracias a un parque que no deja de aumentar. Ahora
bien, mas de 90% del parque, los automéviles individuales, satisfa-
cen 70% de los servicios de transporte... menos de 20% de los tran-
setintes urbanos, es decir, la clase media y acomodada que se despla-
za al trabajo, conduce a sus hijos a la escuela y efecttia sus compras
en coche. ¢C6mo no culparse a si mismo cuando se est convencido
onet en peligro la salud de su familia?
Te se media dela capital desarrolla una actitud ambigua ante la
contaminacién atmosférica: culpabilidad, pero también agresividad;
con respecto a los pobres ante todo, por lo menos en quienes mane-
jan coches anticuados mucho mas contaminantes que el promedio.
Con respecto al Estado, sobre todo: la decisién de éste de cerrar en
marzo de 1991 la refineria obsoleta, que ya era intraurbana, simbolo
de la nacionalizacién del petréleo en 1938, fue bien acogida. El con-
trol técnico 0 el cierre de otras industrias contaminantes también,
como las cementeras. Las vidrieras abandonan el diesel por el gas.
Ya no se queman los depésitos de basura al aire libre y se les rem-
plaza —muy progresivamente— por depésitos enterrados
Pero sobre todo el Estado mide el indice oficial de contaminaci6n
(iwca), objeto de controversias. Ahora bien, la importancia que ad-
quiere desde 1986 un contaminante “no clsico”, el ozono, ine =
ment6 considerablemente la sensibilidad de la opinién, El exceso de
este gases un fenomeno derivado —cuyas caracteristicas quimicas ¥
condiciones de emisién se conocen a partir de la década de 1970—,
Presente en todas las grandes ciudades y en particular en Los ue
geles, donde se le considera importante e imposible de controlar
antes del afio 2005. Los hidrocarburos emitidos a la atmosfera,
caso de fuerte insolacién (mediodia, dia claro, altura...) ee
por fotosintesis ozono, cuyo exceso provoca dolores de ca a
Vértigos, sin que se pueda asegurar que @ largo plazo sea oH
para el organismo. El peligro afecta en particular al suroeste
ciudad de México, donde, como ya vimos,
1A CAPITAL MEXICANA ¥ SU ENTORNO. 165
tra al mediodia las emisiones procedentes del noreste y del centro
de la aglomeraciOn: este suroeste es precisamente una de las dos
Brandes concentraciones de habitat de la clase media y acomodade
Podemos comprender los efectos sociales de la “aparicin” de un
contaminante mal conocido.
Polvo ¥ AGUA: PROBLEMAS REGIONALES
Como muy a menudo en materia de ecologia, los arboles ocultan al
bosque. Si el ozono inquieta, se habla muy poco del “gran contamni=
ante” cuya tasa de emisi6n practicamente no ha disminuido, el pol.
Vo mineral, sobre todo el siticeo. Desde luego el procedente de las
cementeras disminuy6, pero como vimos, la mayor parte de las emi.
Siones se origina en antiguos suelos lacustres yermos todo el ano o
en suclos agricolas abandonados en estacion de secas. Las cantida.
dles respiradas se encuentran enire las més elevadas de las grandes
ciudades, y ninguna acciGn humana precisa, modificable a cor pla.
0, puede ser considerada responsable. Controlar la ciudad, sus ve-
hiculos y sus fabricas es un problema de reglamentaciones técnicss
2 aplicar en un circulo con un radio de unos 25 km. Disminuir los
Polvos “naturales” supone transformar los antiguos terrenos lacus
tres desecados en lagos artficiales (dificiles de mantener a un mismo
nivel en un clima seco la mitad del afio, muy Iluvioso la otra mitad) y
Subsidiar en un radio de 100 km alrededor del centro de la ciudad
3 ‘agricultura” que, ya sea por irrigacién en estacién de secas, 0
or plantacion tupida de especies de Arboles y de arbustos peren.
nes, Cubra por completo el suelo. El problema es de ecologta regio.
nal, no de reglamentacién urbana
Durante mucho tiempo los problemas de drenaje fueron dramatic
Cos en la ciudad de México: cuando los espafioles pretendieron rem.
Plazar la ciudad lacustre de Tenochtitlan, cubierta de canales, por
una Gludad estructurada por el clisico cuadticulado de las calles, las