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TRIBUNAL CONSTITUCIONAL EN MÉXICO

Octavio Martínez López

Constitucional Comparado
Dr. Sergio Elías Gutiérrez Salazar
Noviembre 27, 2008.

2
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
EN MÉXICO

« Desde 1987, la Corte Suprema mexicana inició su constante evolución


hacia una verdadera Corte Constitucional »
Guillermo Ortiz Mayagoitia,
Presidente de la SCJN.1

a idea central del presente ensayo consiste en el análisis de si en México


existe un genuino Tribunal Constitucional a través de las atribuciones de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación que se le otorgaron a través de las
reformas constitucionales de 1987, 1994 y 1996; así como la conveniencia de que en el
País se cuente con una institución constitucional.

La Suprema Corte ha desplegado una campaña publicitaria en la que se


denomina a sí misma “Tribunal Constitucional de México”; ya desde 1988, con motivo
de la implementación de importantes reformas constitucionales que entraron en vigor al
inicio de ese año, se emitió una estampilla postal conmemorativa en la que se quiso
plasmar este objetivo de transformar a la Suprema Corte en una Corte Constitucional2.

Además de los spots televisivos, en la página web oficial y en diferentes foros,


los ministros de la Corte siguen afirmando que ya es un verdadero Tribunal
Constitucional; así lo sostuvo Mariano Azuela Güitrón, uno de los ministros que
integran el Máximo Tribunal del País, en su trabajo que presentó con ocasión del IX
Encuentro de Presidentes y Magistrados de los Tribunales Constitucionales y de las
Salas Constitucionales de América Latina3, para intentar justificar su presencia en dicho
foro.

3
Sin embargo, algunos analistas4 han hecho notar que esta circunstancia se ha
quedado en simple deseo, sin reunir actualmente la Corte mexicana los elementos
esenciales para considerarla constitucional.

¿Pero, qué requisitos debe reunir una institución para considerar que es un
Tribunal o Corte Constitucional?

El Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma


de México, en su Diccionario Jurídico Mexicano, advierte dos enfoques para determinar
la naturaleza de los tribunales constitucionales. El primero, de carácter formal,
considera como tales a los organismos situados fuera de la esfera del Poder Judicial que
resuelven de manera exclusiva las controversias de carácter constitucional; pero en el
segundo, en sentido amplio y material, también se califican de constitucionales a los
tribunales de mayor jerarquía que poseen la función esencial o exclusiva de establecer la
interpretación final de las disposiciones de carácter fundamental.5

Desde el punto de vista formal, el primer organismo de esta naturaleza fue el


establecido por la Constitución federal austriaca de 1920, que acogió las ideas del
jurista Hans Kelsen, miembro de la comisión redactora, sobre la necesidad de crear una
jurisdicción especializada en materia constitucional. La Corte Constitucional
introducida en dicha carta fundamental conocía de la constitucionalidad de las leyes
federales y locales, de los conflictos entre los órganos del poder, y de la afectación de
los derechos fundamentales de los gobernados, entre otras atribuciones también de
carácter fundamental. Este modelo fue acogido por Checoslovaquia (1920) y España
(1931).

En la segunda posguerra, numerosos países, particularmente del continente


europeo siguieron, con matices, el paradigma austriaco. Así, se establecieron tribunales
o cortes constitucionales con las cartas fundamentales de Italia (1948), República
Federal de Alemania (1949), Turquía (1971-1982), España (1978), Portugal (1976-
1982) y Bélgica (1980), así como en algunos países socialistas, entre ellos Yugoslavia
(1963-1974).

4
En años recientes se ha extendido este modelo a Europa del Este, en Albania
(1992), Bosnia-Herzegovina (1995), Bulgaria (1991), Croacia (1990), República Checa
(1992), Eslovaquia (1992), Eslovenia (1991), Estonia (1992), Hungría (1989), Letonia
(1996), Lituania (1992), Macedonia (1992), Moldavia (1994), Polonia (1982-1986 y
1997), Rumania (1991) y lo que resta de Yugoslavia, es decir la Federación de Serbia y
Montenegro (1992).

Asimismo, este modelo ha trascendido en algunos ordenamientos


latinoamericanos, en Bolivia (1994), Chile (1970-1973-1980), Colombia (1991),
Ecuador (1948-1998), Guatemala (1965-1985) y Perú (1979-1993); así como salas
constitucionales autónomas pero situadas en las cortes supremas respectivas, en Costa
Rica (1989), El Salvador (1982-1991), Paraguay (1992), Nicaragua (1999) y Venezuela
(1999).6

El ministro Azuela7 advierte que las notas esenciales de los tribunales


constitucionales radican en el origen, las competencias con que cuentan y las
consecuencias del control que ejercen.

En cuanto al origen, se justifican con dos razones, que con su establecimiento se


marca la supremacía y el valor normativo de la Constitución frente a las leyes; la otra
consiste en resolver jurisdiccionalmente el reparto competencial propio de los países
con organizaciones complejas, como son los Estados federales. De lo que se advierte,
dice, que el tribunal constitucional se convierte en el intérprete supremo de la
Constitución.

En cuanto a su competencia, señala que estos tribunales deben conocer, con base
en la Constitución, del control de las leyes, en abstracto y con motivo de actos concretos
de aplicación, así como de los conflictos entre órganos de poder.

Por lo que toca a las consecuencias del control, toma como base el principio de
que nada debe estar por encima de la Constitución; que todo aquello que se le
contraponga debe ser anulado o restituido; de ahí concluye que si el objeto de control es
una ley, una decisión que la considere contraria a la Constitución tendrá efectos

5
generales, si, en cambio, se trata de un acto administrativo, una resolución similar
producirá una restitución o una reparación.

El maestro Louis Favoreu resalta que los tribunales constitucionales son


“aquellas jurisdicciones creadas para conocer de manera especializada y exclusivamente
del contencioso constitucional situados fuera de la estructura del poder judicial
ordinario e independiente de los poderes públicos, especialmente del poder judicial.”8

Además de la cuestión de la autonomía con respecto a los tres poderes


tradicionales, el órgano rector de la conducción del proceso de la Reforma del Estado,
es decir, la Comisión Ejecutiva de Negociación y Construcción de Acuerdos del
Congreso de la Unión (Cenca)9, a través del subgrupo de trabajo sobre la Justicia
Constitucional, elaboró un documento, en el que señalaron otras características para
considerar a un tribunal constitucional, a saber: 1) No conoce cuestiones de pura
legalidad; 2) Se orienta a proteger y garantizar derechos humanos respecto de la
totalidad de los actos de los poderes establecidos, incluyendo al poder judicial; 3) Posee
un sinnúmero de atribuciones para conocer de toda la constitucionalidad: control previo
de constitucionalidad, acción de inconstitucionalidad por omisión, cuestión de
constitucionalidad, acción constitucional popular, etcétera; 4) Pueden imponer al
legislador determinadas funciones, por ejemplo, plazos o condiciones para legislar; 5)
Tienen por propósito la constitucionalización del Derecho; 6) Conocen y deciden sobre
la inconstitucionalidad de reformas constitucionales; 7) Modifican el sentido y alcance
de la democracia; 8) Potencian y maximizan los derechos fundamentales conforme a los
principios pro homine y pro libertades.

De un estudio comparado de una selección de países, tales como España, Italia,


Francia, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Guatemala, Perú, Venezuela y Corea del
Sur, se pueden deducir las siguientes funciones de un tribunal constitucional: 1) Señalar
a la inconstitucionalidad de las leyes y disposiciones normativas con fuerza de ley:
España, Italia, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Guatemala, Venezuela y Corea del
Sur; 2) En materia de amparo y habeas corpus, según el caso: España, Bolivia, Ecuador,
Colombia, Perú, Guatemala y Venezuela; 3) Relativo a la celebración de tratados
internacionales: Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Guatemala y Venezuela; 4)
Relativo a las comunidades autónomas y regiones: España, Italia y Francia; 5) Relativo

6
a los asuntos de participación ciudadana, como referéndum y plebiscito: Francia,
Colombia y Chile; 6) Por cuestiones electorales: Francia; y, 7) En referencia partidos
políticos: Chile y Corea del Sur.10

Entonces, ¿la Suprema Corte de Justicia de la Nación es o no un tribunal


constitucional?

Repasando la historia de México, se advierte que desde la Constitución de 1917,


el Máximo Tribunal funcionó predominantemente como un tribunal de casación, con la
incorporación del juicio de amparo contra resoluciones judiciales; pues dice el ministro
Azuela11, que no obstante lo dispuesto en los artículos 103 y 105 constitucionales, que
debían haber servido de sustento a la actuación de la Suprema Corte como tribunal
constitucional, en realidad ocurrió de manera muy limitada; en cuanto a controversias
constitucionales entre poderes, entre 1917 y 1994 sólo hubo 49.

Con las reformas de 1987, se dio el primer paso, refiere Azuela Güitrón, para la
transformación de la Suprema Corte en tribunal constitucional, remitiendo a los
tribunales colegiados de circuito todos los juicios de amparo en los cuales se discutía la
aplicación de disposiciones legales ordinarias, y sólo se conservó como competencia
exclusiva de la Suprema Corte el conocimiento de aquellos en que se controvirtiera la
aplicación directa de normas de carácter constitucional. También se otorgó a la Corte la
facultad de establecer tribunales colegiados mediante acuerdos generales; lo que
representó un respiro cuantitativo.

En 1994, se implementaron diferentes reformas a la Constitución que cambiaron


el rumbo del Máximo Tribunal de Justicia, con las cuales se fortalecieron las
controversias constitucionales, ampliándose a conflictos de atribución entre órganos del
Estado, y se creó una nueva vía de defensa de la supremacía constitucional, la acción de
inconstitucionalidad, ambas de su competencia en única instancia.

De igual forma, se redujo el número de ministros de veintiséis a once 12, de salas


de cinco a dos, y se creó el Consejo de la Judicatura Federación, que asumió las cargas
administrativas del resto del Poder Judicial de la Federación.

7
Con las reformas de 1996, según Azuela, se enriquecieron las características de
tribunal constitucional de la Suprema Corte, ampliándose su competencia al examen de
la constitucionalidad de leyes en materia electoral, cuando se promoviera una acción de
inconstitucionalidad por los partidos políticos.

Héctor Fix-Zamudio del Instituto de Investigaciones Jurídicas13, concluye que en


un sentido amplio y material, en virtud de las reformas constitucionales antes referidas,
la Suprema Corte mexicana, no obstante que conserva su denominación tradicional,
desde el punto de vista material se ha transformado en un organismo especializado de
jurisdicción constitucional.

A esta misma conclusión llega el otrora Presidente de la Suprema Corte de


Justicia, dado que menciona que a lo largo de un proceso iniciado en 1950, que buscó
atacar el problema de rezago, llegó a su culminación con una fórmula que permite a la
Suprema Corte regular su propia capacidad de trabajo conforme a dos criterios: uno de
carácter cuantitativo, a saber, impedir la acumulación de cargas que ocasionen rezago y
lentitud en la administración de justicia, y otro de naturaleza cualitativa, consistente en
concentrar sus acciones en los asuntos de importancia y trascendencia para el orden
jurídico nacional, en las controversias constitucionales y en las acciones de
inconstitucionalidad.

A lo que se añade, la facultad de atracción de cualquier asunto que se considere


que reúne los atributos especificados, los amparos en revisión en los que se plantean
problemas estrictamente constitucionales; además, la Suprema Corte le compete el
conocimiento de los conflictos de competencia, recursos de reclamación, decisión de
contradicción de tesis, incidentes de inejecución de sentencias, inconformidades y
quejas.

En cuanto a las consecuencias del control que ejerce, la ministro Azuela afirma
que en las controversias constitucionales y en acciones de inconstitucionalidad, las
determinaciones del Máximo Tribunal pueden, con ciertas condiciones, anular la ley o
el ordenamiento de carácter general combatido, expulsándolo del sistema jurídico
nacional; y en cuanto a los recursos de revisión, rige el principio de relatividad, empero,
este se encuentra atenuado por dos reglas: la primera es la obligatoriedad de la

8
jurisprudencia para todos los órganos jurisdiccionales, y la segunda, que cuando exista
jurisprudencia sobre inconstitucionalidad de una ley, deberá suplirse la deficiencia de la
queja.

En sentido contrario concluye el subgrupo de trabajo de Justicia Constitucional


de la Cenca, enmarcado en la Ley sobre la Reforma del Estado; pues en el trabajo
presentado en la página web oficial de la Comisión14, inicia con la afirmación de que se
necesita en México un tribunal constitucional, argumentado que la Suprema Corte no
reúne los elementos básicos para se le pueda considerar, mencionando que no se
encuentra situado fuera del Poder Judicial, por lo que no es autónomo, que conoce de
cuestiones de pura legalidad, que sus decisiones últimas sobre legalidad no pueden ser
revisadas desde la constitucionalidad, que no conoce de muchos asuntos que son
fundamentales para salvaguardar a la Constitución y que no puede imponer al legislador
determinadas funciones, entre otros.

El Doctor Alfredo Islas Colín15, por su parte, advierte varias razones por las
cuales niega que la Suprema Corte de Justicia mexicana sea un tribunal constitucional,
entre ellas, que su función no es autónoma al pertenecer al Poder Judicial de la
Federación, lo que impide la defensa constitucional con respecto de sus propios actos;
que no se ocupa de manera exclusiva de conocer de las controversias constitucionales,
pues también realiza funcional de control de legalidad, constitucionalidad y de diversos
juicios federales, como recursos de revisión al impugnarse la constitucionalidad de una
ley, de los recursos de queja, de las excusas e impedimentos de los ministros, de las
denuncias de contradicción de tesis, etc.; y, que si bien le compete resolver las acciones
y controversias constitucionales, que al arrebatarse la competencia al Tribunal Electoral
sobre la constitucionalidad de leyes electorales, fomentó la violación de los derechos
fundamentales al dejar indefensos a los ciudadanos al carecer de legitimación para
interponer acciones de inconstitucionalidad.16

En este contexto, se puede decir como una primera conclusión de las diferentes
posturas en torno a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que no puede
considerarse que sea un verdadero tribunal constitucional en el sentido formal,
entendiéndolo en el modelo Kelseniano, aunque sí en un sentido amplio, pero con
ciertas reformas, ya que la depuración de sus funciones la ha encaminado, sin duda,

9
hacia una función esencial, que es la de ser guardián de la Constitución, velando por el
cumplimiento y preservación del orden constitucional por los restantes poderes
públicos, en particular en lo referente a la legislación.

Ello es cierto, el Máximo Tribunal del País se ha transformado en una Corte que
puede catalogarse como constitucional, vistos los diversos mecanismos de control con
los que cuenta, pero aun existen varias aspectos que es necesario consolidar, entre ellas
que todavía atienda distintas atribuciones que no pueden catalogarse como meramente
constitucionales, así como por la eficacia de sus pronunciamiento, sobre todo en lo que
atañe a la declaración de invalidez de las normas impugnadas, que requiere de una
mayoría de cuando menos ocho votos; así como por el principio de relatividad de los
juicios de amparo, por el que no se puede hacer una declaración general respecto de la
ley o acto que los motivare, y que no obstante que existan las atenuantes antes descritas,
las mismas no son suficientes.

Ahora bien, ante este panorama son varias las opciones que se presentan para
satisfacer la necesidad de un tribunal que cuenta con la capacidad y la autoridad para
lograr el cumplimiento y la preservación del orden constitucional, las cuales se pueden
resumir en las cuatro posibilidades que presenta Eduardo Ferrer Mac-Gregor: a) Crear
un tribunal constitucional con esta denominación, situado fuera o dentro del Poder
Judicial federal; b) Crear un tribunal supremo o sala superior federal, dentro del Poder
Judicial federal, que absorba los asuntos de mera legalidad; c) Crear una sala
constitucional dentro de la propia Suprema Corte de Justicia de la Nación; y d)
Fortalecer al Pleno de la Suprema Corte en su calidad de tribunal constitucional.17

En el contexto de las mesas de discusión sobre la Reforma del Estado 18, se


propuso que sea la misma Suprema Corte de Justicia la encargada del Control
Constitucional, dotándola de mayores facultades, entre ellos: que se amplíe el ámbito
protector del amparo; la aceptación del interés legítimo para acceder al amparo, con lo
cual se protegen los derechos difusos y colectivos; la ampliación del concepto de
autoridad para efectos del amparo; la declaración general de inconstitucionalidad; la
desaparición del sobreseimiento por inactividad procesal y caducidad de la instancia; la
limitación del llamado amparo para efectos; la instauración del amparo adhesivo; así

10
como la revisión de los procedimientos de controversias constitucionales y de acciones
de inconstitucionalidad, para su perfeccionamiento.

Paralelamente se planteó la creación de un tribunal constitucional distinto de la


Suprema Corte; las consideraciones a favor de esta propuesta es la solución al problema
de las contradicciones de tesis entre los tribunales colegiados de circuito; también la
introducción de nuevos mecanismos como la llamada “cuestión de constitucionalidad”,
a través del cual los jueces ordinarios pueden plantear ante el tribunal constitucional
alguna duda que tengan sobre la conformidad a la Constitución de algún ordenamiento
que deban aplicar, con lo que se solucionaría el dilema de la doble vinculación del juez
a la ley y a la Constitución; además de que se mejoraría el régimen de las acciones de
inconstitucionalidad y el de las controversias constitucionales, así como reunir bajo un
solo régimen el control genérico de constitucionalidad y el control en materia electoral.

Por otro lado, y en el tenor de la anterior propuesta, al crearse el Tribunal


Constitucional, a la Suprema Corte le quedarían fundamentalmente dos competencias
muy importantes. En primer lugar, la de unificar a jurisprudencia de los tribunal
colegiados de circuito en materia de legalidad. En segundo término, el conocimiento de
los recursos de “supercasación", que tendría atribuido sobre aquellos casos que, por
razón de la cuantía o de la novedad interpretativa que pudieran suponer, resolvería la
Suprema Corte.

En consecuencia, resolviendo un tanto la segunda cuestión planteada al


preámbulo, aun considerando que el actual máximo órgano de justicia de México, creo
que sí resulta necesaria la integración de un Tribunal Constitucional en nuestro País19,
en sentido estricto, que venga a dotarlo de autonomía, sobre todo respecto del Poder
Judicial de la Federación, así como de competencia exclusiva en las tareas de control
constitucional, en el que se consoliden los actuales mecanismos con que cuenta la
Suprema Corte de Justicia, entre ellos, la declaración general de invalidez de las normas
impugnadas que resulten contrarias a la Constitución, en las acciones de
inconstitucionalidad, en las que se elimine la barrera de la mayoría de por lo menos
ocho votos y se logre por mayoría simple, así como en los juicios de amparo, en los que
respetando el principio de relatividad en lo que toca al acto reclamado que sólo agravie
al quejoso, se puede crear el procedimiento adecuado para hacer viable un declaración

11
erga omnes en caso de que una norma sea inconstitucional y no se caiga en el absurdo
de que en los hechos el llamado Tribunal Constitucional haya considerado inválida una
norma y que esta no sea expulsada del sistema jurídico nacional; así como la resolución
de controversias constitucionales entre los distintos poderes del Estado en las que no
resulte juez y parte.

No resulta ser una tarea fácil, tomando en cuenta que la actual integración de la
Suprema Corte se encuentra en campaña permanente para endilgarse la estafeta de
tribunal constitucional, además del paradigma mexicano del que habla Ferrer, al
mencionar su peso histórico como máximo tribunal del País; aunque reconoce, junto
con Carbonell, que el planteamiento de un tribunal constitucional fuera del Poder
Judicial federal resulta una alternativa sólida y viable, pero a mediano plazo, cuando las
estructuras constitucionales cambien y exista un debate serio al respecto.20

Es el momento, el debate serio ya ha tenido lugar a lo largo de los últimos años,


a través de las instancias gubernamentales y de las instituciones académicas; también las
órganos de poder están en transición, ante la salida del otrora Partido hegemónico que
gobernó hasta el año 2000, y ante la acomodamiento de las piezas políticas, entre ellos,
los partidos, por lo que resulta conveniente que junto con los actuales cambios en el
panorama político del país, constituido por el debilitamiento de la figura presidencial,
con el fortalecimiento del Congreso de la Unión y el prestigio cualitativo de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, alcanzado por las sentencias recientes que han alcanzado
un gran apoyo mediático y social, se logre un acuerdo político en aras de la instauración
de un tribunal autónomo que venga a dar firmeza a todos estos cambios positivos de los
órganos de poder y establezca un sólido orden constitucional. Ojalá que los intereses
particulares y de grupo de los representantes ciudadanos, ajenos a su mandato, no
trunquen esta oportunidad para nuestra Nación.

12
13
1
“Resalta Ortiz Mayagoitia evolución de Suprema Corte de México.” La Jornada On Line, México, D.F., 18 de octubre de 2008,
<http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2008/10/18/resalta-ortiz-mayagoitia-evolucion-de-suprema-corte-de-mexico >
2
Ver <http://www.galeon.com/timbresdemexico/1988/1988_01.htm >
3
Realizado por la Fundación Konrad Adenauer, la Universidad Federal de Santa Catarina y el Supremo Federal de Brasil en Florianópolis
del 2 al 6 de junio de 2002: <http://www.kas.de/proj/home/events/13/4/-/veranstaltung_id-2856/index.html >
4
Véase por ejemplo la opinión del Dr. Alfredo Islas Colín: ¿La SCJN es un Tribunal Constitucional?, en el Foro Jurídico, Revista del
Colegio de Doctores en Derecho, abril 2005, <http://www.cem.itesm.mx/derecho/sitioobservatorio/info/islas/38_A_Guide/4-La-SCJN-es-
un-Tribunal-C.pdf >. Así como los grupos de trabajos organizados por la Comisión Ejecutiva y Construcción de Acuerdos del Congreso de la Unión
(Cenca), respecto a la Ley para la Reforma del Estado, en la parte de la Reforma del
Poder Judicial, en el subgrupo de Justicia Constitucional, el estudio sobre El Tribunal Constitucional,
<http://www.leyparalareformadelestado.gob.mx/content/grupos_trabajo/judicial/justicia_constitucional/TRIBUNAL_CONSTITUCIONAL.pdf >
5
Fix-Zamudio, Héctor, “Tribunales constitucionales”, Diccionario Jurídico Mexicano, tomo P-Z, Instituto de Investigaciones Jurídicas,
UNAM, México, Porrúa, 2005, p. 3804.
6
Ídem, pp. 3804-3805.
7
Azuela Güitrón, Mariano, La Suprema Corte de Justicia de México, genuino tribunal constitucional, Anuario de Derecho Constitucional
Latinoamericano, Uruguay, Konrad-Adenauer-Stiftung, A.C., 2002, p. 39.
<http://www.kas.de/db_files/dokumente/7_dokument_dok_pdf_3428_1.pdf#page=37 >
8
Favoreu, Louis, Les Tours Constitutionnelles, PUF, Que saisje:3. (Citado por Islas Colín, Alfredo, Op. Cit.).
9
Ley para la reforma del estado: <http://www.leyparalareformadelestado.gob.mx/comisiones/LX/cenca/index1.htm >
10
Tribunal Constitucional Estudio Teórico Conceptual y de Derecho Comparado, Documento de trabajo. Servicio de Investigación y
Análisis, Dirección General de Bibliotecas, Cámara de Diputados LIX Legislatura, marzo de 2004.
11
Azuela Güitrón, Mariano, Op. Cit., p. 40
12
El 26 de enero de 1995, la H. Cámara de Senadores nombró en la progresión secuencial siguiente, como ministros de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación, a los ciudadanos Juventino Víctor Castro y Castro, José Vicente Aguinaco Alemán, Juan Díaz Romero,
Humberto Román Palacios, Mariano Azuela Güitrón, Genaro David Góngora Pimentel, Guillermo Iberio Ortiz Mayagoitia, Sergio
Salvador Aguirre Anguiano, José de Jesús Gudiño Pelayo, Juan Nepomuceno Silva Meza y Olga María del Carmen Sánchez Cordero.
Ver: <http://www.bibliojuridica.org/libros/1/159/8.pdf >
13
Fix-Zamudio, Héctor, Op. Cit., p.3808.
14
<http://www.leyparalareformadelestado.gob.mx/content/grupos_trabajo/judicial/justicia_constitucional/TRIBUNAL_CONSTITUCIONAL.pdf >
15
Integrante del Observatorio Tecnológico Jurídico Político de la Realidad Social Mexicana ITESM-CEM,
<http://www.cem.itesm.mx/derecho/sitioobservatorio/integrantes.htm >
16
Islas Colín, Alfredo, Op. Cit.
17
Ferrer Mac-Gregor, Eduardo, Los tribunales constitucionales en Iberoamérica, Fundap-Colegio de Secretarios de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, 2002. (Citado por Carbonell, Miguel, Reseñas bibliográficas, Cuestiones Constitucionales, Núm. 10, enero-junio
2004 <http://www.ejournal.unam.mx/cuc/cconst10/CUC1012.pdf >
18
Coordinador Muñoz Ledo, Porfirio. Comisión de Estudios para la Reforma del Estado. Conclusiones y propuestas. UNAM. México,
2001, pp. 200 a 202. (Citado en Tribunal Constitucional Estudio Teórico Conceptual y de Derecho Comparado, Op. Cit.)
19
Existe una iniciativa de ley (número 031), para crear un Tribunal Constitucional, que se puede consulta en la Gaceta Parlamentaria,
Cámara de Diputados LX Legislatura, número 2355-II, 4 de octubre de 2007, <http://www.diputados.gob.mx/cedia/sia/dir/DIR-ISS-07-
08_Anexo-Inic.pdf >
20
Carbonell, Miguel, Op. Cit.

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