Vous êtes sur la page 1sur 4
‘squsuroruspind “etanisnf e] ¢198 eypod Teno? ‘wous}20x9 ef soues[e opeisg ja anb ered up -anb anb afsadso ej 8 o1ueND Uy “aNd Fse SoUDU! Te ‘oper sq [2 Ua sapeprjeno san ef opearasqo sowsy ‘vatg— “oSniuos opzanoe ap Koisq— a “onptatput epe> wo owos opeisg J ua o7ue? ‘seuJagoB aqap sop soy 2p [end e ojueno uo sofaur of £ toad oj annua yernseu efuoULLE esa ‘Ipsoouoo wise S9 UoTseIapow B] aNb ‘oyd29p Opo} UD “ujoep soureyspod anb wioueut ap “—aisn¥ a1 ow ‘eu -niloy ua o pephues ua o eziany wa o elouadyjaquy we sorpoutsayut soy £ sarzany spur sof ‘sa[tqap seu So] ap ou -osjun ojue9 un opuaronpord ‘tetsnut eAeIo0 e[ ap PEP -je101 e] aaqos apuanixa as v259 anb outs ‘uoloesapou! e] uo ofdoad of apaons ou anb sexuatut ‘110 [2 uo orges rey ‘oseo UN ud ‘ajUaHfeA vas 9159 anb uesZo] “opeisy [9p ayred wun ua seyja op Bun epes opuarpisas une ‘eLINpIG ‘Bs B] OWIOD BRUD[eA e| ONTeD anb ap opnuos j9 uy— gopnues anb ug?— gejuoue ap apadsa wun e vfowese 2s Uo! -esopour ef anb sounfip opuens orwawiou: un sovy o1UouE -e19a1109 soureiBesaid ouiga exoye BIEN Sep 9L?— “Zan Je} ‘soqute ug— gSopeurogos so] ap 2 U9 0 saiueusaqo3 so] ap [2 Uy? cuo!oesap -owt e] aquasard piso ‘2[opuy esa ap uorseMHs BUN ud ‘anb SeaIp souepepnts ap saxo1as soquie ap [pno ua A?— Js anb oe[Q— gaoaued 21 ON? “epaons onb ja ua 2159, ua yas 2 upiquie) ‘reusago8 uagep seugimb ap vose0e ugrdo ¥] Ua UepIoUIos sopeuraqos sof CWOD ss1NeUIDGOR Sof oiues anb ap oseo [9 ep 95 opeisg UNgpe ud Is A— ‘osvo ono sambyens ua anb syjw— {operapowl, sa anb sep epuod 894109 ou? ‘so8se1 S0s9 spo} woo opionoe 2p A— “ouai> aiuammemjosqy— ez AL vortanaat ‘opusiqniosap soureise anb [ap oypip 498 aqep ‘ourstut 8 9p ojuend soynade & sarsoed sns ap.o1uer ovanp so ‘anb opeisg un8[e ap Sszyoap ap ey 1s ‘seo fer UE “oan Of ‘IS— gssoedes seut so] ord o1owmnu ue saz -outaut sof uos onb sojjenbe ap etousprud Bj £ soasop sot ‘uaoapeaaid ‘usorpaw 2198 op pripy[nul ey uD uerqey P ‘anb somade sof asqos ‘eno |> ue ‘opeisg [9 ua UaIq, sure; sesoo se1sa son ou? ‘—jnBasosd— uaiq sang— pepian sq— “sopeonpa opis uey anb ua eunoy ey 10d ugiquie: £ ezapernreu 10d sazofaw wos anb sof ‘soood soun wa sezeyfey Soy ‘siuaureresues A wi004 worutdo vj wOD opronoe ap uozes ej 40d sopen3 uos onb ‘orquies uo ‘sopeansour & sajduris soasop soy @ 99e4 anb oj ug— ‘oust Anyy— Saxqi], Sop -eurey] teas anbune ‘assorpaur a1ua8 ap pmiyinut ej wa & sajuajans so] saxafnur sey ‘sour so] 221U2 opor argos ‘somuaquragns ap & sazaoejd ap ‘a}opuj vps ap soasap ap > peppydnyner eun seyjey apand as jp wa anb oxeig— sugzes sauan anb oan ‘oper [y¥— -zoad e] @ wus91qo3 sofour ‘opexpous, , wOLTeD 19 9p FeIGeY B CYDerAp SespuDr sand ‘squoiseniis sop ses2 ap eum [9 ua aiasaid sysenu0D -uo £ ‘opeisq oxisanu epey eps mi e1oye afiig— ‘soared jsy— AUS vsa ua eT[EY 9s UdMb e ,operspoum, ‘ 18 ap OARIDSa, UID] 9s £ OSCLUOYSSP OMICS + seouoits eyoidas a] as “epunge aonb ‘s0od oj 10d opeu 18 ap oyanp, so anb so1p as ‘toad ey & Bun “op ezajeanieu sod sofaur sa anb ef opuens ‘anb f ‘zoad sopotyia wee 224 DIALOGOS REPUBLICA 1V 228 —Evidentemente. —Esto es ya un largo preémbulo a lo que estoy de- —Por lo tanto, Glaucén, es necesario ahora que no- seando que me cuentes. sotros, como cazadores que dan vuelta alrededor del es- —Bueno, te lo contaré, para ver si lo que pienso ssa condite del ani Prestemos atencién para que no se tiene sentido. Lo que desde un comienzo hemos estable- os escape ia y consiga desaparecer de nuestra cido que debia hacerse en tot ircunstancia, cuando « vista. Porque es manifiesto que de algén modo anda por aqui. Mira entonces y trata de divisarla, por si la ves antes que yo y me la muestras. . lo hemos repetido, que cada uno debia ocuparse de una —iTan s6lo que pudiera! Mejor me pareceria seguir- sola cosa de cuantas conciernen al Estado, aquella para te y mirar lo que me muestras, en la medida que sea 4 la cual la naturaleza lo hubiera dotado mejor. capaz, para que hagas un uso adecuado de mi. _—Sigueme, pues, tras haber hecho una plegaria con- migo. —La haré, pero sélo mientras te sigo. —Ciertamente, el lugar parece sombrio e inaccesi- ble; cuando menos es oscuro y dificil de atravesar. No obstante, hay que marchar. 4 ~Marchemos, pues. —jGlaucén! —exclamé, de pronto, al poner aten- cién—. Me parece que contamos con alguna pista, y ya no creo que la ji —iBuena noti —En realidad, hemos sido estapidos. —éPor qué? —Hace rato, y ya desde el principio, querido amigo, creo que ha estado rodando delante de nuestros pies, pero que no la hemos percibido, sino que nos hemos « comportado ridiculamente, como los que a veces se desesperan buscando algo que tienen en sus manos. Ast nosotros no dirigimos nuesira vista hacia ella sino que la hemos mirado desde lejos, y por ello probablemente ha permanecido ocul —¢Qué quieres —Que me parece que todo el tiempo hemos estado hablando y conversando sobre la justicia, sin percatar- nos de que estabamos mencionéndola de algin modo. dijimos. bién algo que hemos ofdo a muchos otros, y que noso- & tros hemos dicho con frecuencia —En efecto, lo hemos dicho y repetido. i amigo, parece que la justicia ha ‘en hacer lo que corresponde a cada uno, del modo adecuado. ¢Sabes de donde lo deduzco? a —No, dimelo ta. icia se nos esfume. I —Opino que lo que resta en el Estado, tras haber : examinado la moderacién, la valentia y la sabiduria, es To que, con su presencia, confiere a todas esas cualida- des la capacidad de nacer y —una vez nacidas— les per- fe su conservacion. Y 0s que, después de que aramos aquellas icia seria lo que restara ¢ de esas cuatro —Es forzoso, en efecto. Ahora, si fuera necesario decidir cual de esas cua- tro cualidades lograria con su pre hacer al Esta- do bueno al maximo, resultarfa consiste en una coincidencia de gobernados, o si es la que ares la conservacién de una opinién pautada acerca de lo que debe temerse 0 no, 0 si la existencia de una inteligencia vigilante en los gobernantes; o si lo a 226 prALoGos que con su presencia hace al Estado bueno al maximo consiste, tanto en el nifio como en a mujer, en el escla- vo como en el libre y en el artesano, en el gobernante como en el gobernado, en que cada uno haga sélo lo suyo, sin mezclarse en los asuntos de los demés. —Ciertamente, resultaria dificil de decidir. —Pues entonces, y en relacién con la excelencia del Estado, el poder de que en él cada individuo haga lo suyo puede rivalizar con la sabiduria del Estado, su mo- deracién y su valentia. —Asi es. —Ahora bien, lo que puede rivalizar con éstas en erelacién con la excelencia del Estado, eno es lo que denominarias ‘justicia’? —Exacto. —Examina también esto y dame tu opinién: no les, encomendarés a los gobernantes la conduccién de los —Y cuando juzguen, ¢tendrén en vista otra cosa an- tes que ésta, a saber, que cada uno no se apodere de lo ajeno ni sea privado de lo propio? —Ninguna otra cosa. —Porque eso es lo justo. Si. —¥ en ese sentido habria que convenir que la justi- 4342 cia consiste tanto en tener cada uno lo propio como en hacer lo suyo. —Asi es. —Mira ahora si estés de acuerdo conmigo. Si un car- pintero intenta realizar la labor de un zapatero, o un zapatero la de un carpintero, intercambiando entre ellos jas herramientas y las retribuciones, 0 si una misma persona trata de hacer ambas cosas, mezclandose todo lo demés, ¢te parece que eso produciria un grave dafio al Estado? REPUBLICA 1V 227 —No mucho. —Pero cuando un artesano o alguien que por natu- raleza es afecto a los negocios, inducido por el dinero » © por la muchedumbre o por la fuerza o cualquier otra cosa de esa indole, intenta ingresar en la clase de los guerreros, o alguno de los guerreros procura entrar en la clase de los consejeros y guardianes, sin merecerlo, intercambiando sus herramientas y retribuciones, o bien cuando la misma persona trata de hacer todas estas co- sas a la vez, este intercambio y esta dispersion en mal- tiples tareas, creo, serén la perdicién del Estado. ¢No Por cierto que si -aso, la dispersion de las tres clases existen- reas y el intercambio de una por la ¢ mayor injuria contra el Estado y recto seria considerarlo como la mayor villanta. —Asi es. —Por consiguiente, la injusticia es eso. A la inversa, convengamos en que a realizacién de la propia labor por parte de la clase de los negociantes, de los auxilia- res y de los guardianes, de modo tal que cada uno haga Jo suyo en el Estado —al contrario de lo antes descrito—, es la justicia, que convierte en justo al Estado. —No me parece que puede ser de otro modo. da —Pero no lo digamos atin con excesiva confianza, si- no que apliquemos la nocién a cada individuo, y mos de acuerdo en que alli también eso es concederemos, pues ¢qué viéramos de acuerdo, habria que examinarlo de otro mo- do. Por ahora Ilevernos a término el examen tal como lo hemos concebido, 0 sea, que si ddbamos con algo de mayor tamajio que poseyera la justicia y procurébamos DIALOGOS contemplarla alli, luego serfa mas facil divisarla en un solo hombre. Y nos ha parecido que este ‘algo’ es el Estado, por lo cual lo hemos fundado lo mejor que he- mos podido, sabedores de que la justicia estaria en el Estado mejor fundado. Ahora bien, lo que alli se nos ha puesto en evidencia refiramoslo al individuo, y si con- cuerda lo de alli con lo de aqui quiere decir que marcha bien. Si en cambio aparece en el individuo algo diferen- te, retornaremos al Estado para verificarlo alli. Puede ser que, entonces, al hacer el examen frotandolos uno con el otro, como dos astillas de las que se enciende el fuego, hicigramos aparecer la justicia, y al tornarse manifiesta la verificariamos en nosotros mismos. Lo que dices es un método —dijo— con el cual con- viene que procedamos. —Bien; cuando se afirma que algo de mayor tamatio, es lo mismo que otra cosa mas pequefia, ¢resulta dist- mil o similar a esta otra en el sentido que se dice que es lo mismo? Similar. —Tampoco un hombre justo diferiré de un Estado » justo en cuanto a la nocién de la justicia misma, sino que sera similar. —Similar, en efecto. —Por otro lado, el Estado nos parecié justo cuando los géneros de naturalezas en él presentes hacian cada cual Jo suyo, y a su vez nos parecié moderado, valiente y sabio en razén de afecciones y estados de esos mis- mos géneros. —Es verdad. —Por consiguiente, amigo mio, estimaremos que el individuo que cuente en su alma con estos mismos tres géneros, en cuanto tengan las mismas afecciones que aguéllos, con todo derecho se hace acreedor a los mis- mos calificatives que se confieren al Estado. —De toda neéesidad. REPOBLICA 1V —Pues esta vez, admirable amigo, hemos venido a enfrentarnos con una cuestion insignificante relativa al ‘alma: si esta contiene 0 no aquellos tres géneros. A mi no me parece insignificant. En efecto, S6- crates, tal vez sea verdadero el proverbio de que las co- sas bellas son dificiles. —Asi parece. Y para que te enteres, Glaucén, lo que snso es que nunca aprehenderemos exactamente esta d Euestion con métodos como los que hemos usado en nuestros argumentos: el camino que conduce a ella es mas largo y complejo. No obstante, conserva su valor Jo que hemos dicho y examinado hasta ahora. —2¥ no debemos contentarnos con eso? Al menos a mi me resulta suficiente por el. momento. —Pues entonces —dije—, a mi también me bastaré en sumo grado. En ese caso no te desanimes, y prosigue el examen. {No nos sera acaso enteramente necesario conve- ¢ nir que en cada uno de nosotros habitan los mismo gé- neros y comportamientos que en e! Estado? ‘Pues éstos no llegan al Estado procedentes de ningin otro lado. En efecto, seria ridiculo pensar que la indole fogosa que se imputa a Estados como los de Tracia y Escitia y a Tas regiones nortefias en general —asi como el deseo de aprender que se atribuye a nuestro pais, o la aficién 4360 al comercio de los fenicios y de los que habitan en Egipto— no se generara en los Estados a partir de los individuos que hay en ellos. —Muy cierto. —Que esto es asi no hay dificultad en reconocerlo. —No, sin duda. —£n cambio, resulta dificil darse cuenta si en todos los casos actuamos por medio de un mismo género, 0 bien si, por ser tres los géneros, en un caso obramos por medio de uno de ellos, en otro por medio de otro. Por ejemplo: por medio de uno de estos géneros que

Vous aimerez peut-être aussi