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Rota, “Aincben treks” © ne ampucial deshende a Manudl newsbin 1925-1985) « 30 By ep 1987 Entre el desmarque y la usurpacién M. VAzgurz MowtatsAn Cuando murié Sacristan me vi casi obligado a escribir sobre él, pri- mero por una peticién de necrolégica valorativa solicitada por el diario El Pais, después porque los responsables de publicaciones del PCE, en desacuerdo con una nota sobre Sacristan debida a un importante dirigente histérico, me pidieron que le enmendara la plana, En el primer caso asumi la responsabilidad por disciplina laboral, pero también porque clarificar mi relacién personal y difici mente transferible con Sacristén es una de mis asignaturas pendien- tes. En el segundo caso acepté porque consideraba un ejercicio de avestrucismo hacer responsable a Sacristan de las defecciones de intelectuales del partido, debido a su caréoter o a su talante psico- légicamente maniqueista. No es el momento de resolver el expediente de mi asignatura pen- diente, ni de enmendar la plana a dirigentes histéricos del PCE ya casi jubilados. Estamos en una situacién civil y cultural en la que Sacrist4n puede servir para muy distintas provocaciones del ejercicio del merodeo reflexivo. Escojo la del sentido de su disidencia y su busqueda de una rehistorificacién de la razén de ser del comunis- mo. Para los que le habiamos conocido, y padecido, como comisario intelectual con mas complejo por ser intelectual que comisario, nos sorprendié su en apariencia repentino desmarque del aparato del PCE-PSUC. Los que Je trataron personal e intelectualmente a lo largo de la segunda mitad de los afios sesenta estaban en mejores condiciones de seguir el proceso hacia la disidencia. A los que no estabamos en sus proximidades, nos costé aceptar que aquel Sacris- tan escindido entre su capacidad intelectual y su terror casi meta- fisico a la versatilidad del intelectual cuando se dedicaba a la poli- tica, tuviera algo que ver con el fugitivo orginico que se llevaba del PCE y sobre todo del PSUC el rigor critico. Tal vez porque pur- gara vicios politicos de su juventud falangista o porque conociera el percal de tanto integrado que jugaba a apocaliptico, siempre se habia mostrado implacable con las actitudes criticas que implicaban distanciamiento, y esa implacabilidad la Hevaba al extremo de defen- der la razén de ser y de errar de la burocracia fiel al mandato co- oy lectivo del partido, como si hiciera suyo el sentido més alienado de los versos de Brecht Ta tienes dos ojos pero el partido tiene mil. O temia al intelectual versatil o creia temerse a si mismo, y al exi- gir a los dems una fidelidad por encima de las tribulaciones, no tenfa mas remedio que exigirsela a si mismo. Lo evidente para cual- quier reconocedor y conocedor del talento de Sacristén era que no encajaba su capacidad de pensamiento y andlisis con su voluntad de no despegarse de la supuesta inteligencia del supuesto intelectual orginico colectivo. Es més, sus criticos, y en parte por ello alejados del meollo del poder del PCE y del PSUC, le suponiamos errénex- mente muy aceptado por el aparato, tal vez porque atin insistiamos en la ingenuidad de suponer que el aparato era consciente de la real valia de Sacristén. De hecho el aparato lo que mas reconocia en Sacristan era su capacidad de sacrificio intelectual y de testimo- nio militante, muy poca cosa si consideramos todo el beneficio que el comunismo espaiiol hubiera podido extraer de su mas evidente y mejor “pensador”. Es ms, yo creo, después de haber conocido ‘2 una importante parte de aquel “meollo del poder”, que Sacristan les iba bien cuando montaba manifestaciones imposibles para salvar a Grimau 0 cuando exponia su delicada salud a la represién fran- quista, pero que cuando se trataba incluso de asumir el gigantesco esfuerzo de versién y didactica marxista que hoy debemos a Sacris- tin, les parecia peligrosa e intitilmente ilegible. No era pues Sacristén, ahora podemos saberlo, o yo al menos Io sé, un intelectual orgdnico aceptado, sino un intelectual que queria ser orgdnico como una prueba de su propia historicidad, reconocida en la medida en que su funcién estuviera acorde con las intenciones y objetivo histérico del proletariado. Sacristén recelé siempre, 0 al menos recelaba en Ia época en que tuye la suerte y la desgracia de estar bajo su vigilancia, de la supuesta relacién dialéctica y enri- quecedora entre los intelectuales y los trabajadores manuales. Du- daba que se cumpliera el suefio gramsciano de una mutua modi- ficacién enriquecedora y temia que el brujo poseedor del lenguaje y de saberes englobadores y totalizadores acabara por Ievarse al huerto al honrado matricero o al ingenuo aparcero. Tal como han ido las cosas, no le quito la razén para la sospecha. Y creo que en ese descubrimiento de que los brujos de la palabra y la programacién estaban sustituyendo la légica histérica del com- portamiento comunista, hay que buscar la decision de su disidencia. Pero curiosamente, los brujos mds responsables de esa suplantacién histérica, no fueron los intelectuales quintaesenciados, esos hombres versatiles denunciados por Marx, sino ese poco estudiado espécimen de intelectual orgdnico con poder ejecutivo y legislativo que es el politico, en el sentido ms convencional de Ja palabra. Los que su- plantaron la consciencia politica de los sectores sociales subjetiva y objetivamente revolucionarios, lo hicieron en nombre de una superior visién politica, dispuesta a pasar por encima de los cadaveres criti- cos © cuestionadores. El resultado de aquella superior visién poli- tica ya es casi materia para historiadores y para la compasién in- teresada de los mismos antagonistas del comunismo, que lamentan el exceso de su caida, no su caida. Sacristén detecté los riesgos del pragmatismo y del politicismo que asumia la operacién salida a la superficie de los comunistas espaiio- les y temié las consecuencias desarmantes de aquella ficbre en bus- ca de la aceptacién social casi indiscriminada: la busqueda de una imagen civil competitiva que incluia el fichaje de estrellas fotogéni- cas, la introduccién del star system en el partido, verdadero Lago de cicuta para un hombre como él que tanto habia combatido cual- quier posibilidad embrionaria de star system. Pero no creo que le afectara sobre todo el hecho en si, sino cuanto implicaba de aban- dono de una profundizacién en la comprensién de lo histérico y sus mecanismos y de convertir al movimiento obrero y profesional, de notable envergadura, en un conjunto coral de revista con muchas plumas y efectos luminosos. Apartado de esa operacién salida e instalacién en la superficie, Sa- cristin era demasiado inteligente y tenia demasiado saber como para refugiarse en un fundamentalismo doctrinal o en un esencia- lismo metafisico. Silo que estaba en marcha era una operacién de desorientacién del sujeto histérico hasta entonces preclaro, y era obvio que el sujeto histérico necesitaba tanta reorientacién como recomposicién, Sacristén partié en basqueda de la nueva conscien- cia critica y por lo tanto de las evidencias residuales del antiguo desorden y de las evidencias nuevas del nuevo. La lucha de clases no podia aprehenderse aislada de sus propias modificaciones y ter- giversaciones nacionales, continentales, internacionales, y podia pre verse un nuevo sujeto histérico concienciado por el nuevo conoci- miento del desorden. De ahi su decantacién hacia la ecologia como conciencia y_escaparate del nuevo desorden que resituaba la capa- cidad de comprender la negatividad del capitalismo. Por otra parte, volver a comprender la injusticia profunda e irreparable del siste- ma exigia una comprensién universal de su estrategia y cludir las trampas de su capacidad de integracién en el seno dé sociedades avanzadas, incluso de sociedades tan irregular y precariamente avan- zadas como la nuestra. Eka el suyo un discurso excesivo y sobre todo innecesario para los objetivos concretos que se habfa fijado el movimiento comunista es- Ppaiiol mas establecido. Interesaba salir a la superficie y demostrar que se estaba en condiciones de gestar la transicién pactada. Se pudo subir a Ia superficie pero no gestar Ja transicién en un sentido diferente al que ha adquirido, la definitiva homologacién de Espaiia como pais neocapitalista, cueste lo que cueste, caiga quien caiga. No eran los comunistas pragmaticos ni los més pragmaticos ni los més preparados para esa gestién, y tuvieron que limitarse a colaborar en la accién preliminar de hacer la cama para que otros se acos- taran. Y en esa pérdida de iniciativa hacia la gestién perdian ca lo tnico que tenian, porque por el camino habian desmontado su propia capacidad de intervencién social directa para articular una respuesta critica, popular, al sistema. Sacristén se aplicé a la tarea de recoger 0 recobrar materiales de comprensién de la nueva situa- cién, mientras tanto. Soy consciente de que utilizo el nombre de las dos revistas que alumbré o ayudé a alumbrar, materiales y mientras tanto, para establecer una relacién de obra y tiempo. Sigo creyendo que aquella batalla concienciadora debié darse intramuros de los comunistas mas organizados y no extramuros, por las facilidades que daban los tiempos y las intenciones para marginar todo lo que no alimentaba el frenés{ pragmatico. Al fin y al cabo, se concedieron a las actitudes sacristanescas estatuto de rarezas del espiritu marxis- ta, desconectadas de una voluntad de practicar el. viejo principio, convertido en truco, del andlisis concreto de la situacién concreta. El lugar abandonado por Sacristin y sus muchachos fue ocupado por postmarxistas prét a porter que cada dia hacian el traje para vestir las nuevas situaciones. El empobrecimiento teérico del colecti- vo fue compensado por el enriquecimiento verbal y se Hegé al extre- mo de que buena parte de los nominados dirigentes del comunismo espafiol eran, en el mejor de los casos, acomunistas dotados del don del lenguaje merodeador y desdicho. Y asi estamos. Reconociendo la autenticidad histérica de un desmar- que y el triunfal fracaso de una usurpacién.

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