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Serie Breves GABRIEL KESSLER dirigida por MARIANO BEN PLOTKIN CONTROVERSIAS SOBRE LA DESIGUALDAD Argentina, 2003-2013 £9 FONDO DE CULTURA ECONOMICA ‘wxtco~AnoexrNA - BRASIL ~ COLOMBIA - Cini - Esra Hstapos Uninos OF AMERICA: GUATEMALA = PERU - VENEZUELA Virgilio, Gabriela Catterberg, Gonzalo Assusa, Ma- riana Luzzi y Daniel Kozak. Un particular reconoci: miento a Gabriela Benza, quien ha sido una lectora generosa y profunda de todo el manuscrito. Por su: puesto, la responsabilidad por las opiniones y posi- clones del texto y, eventualmente, por sus falencias es exclusivamente mfa. Un agradecimiento también a Mariano Plotkin, porestimularme a escribir este libro, INTRODUCCION EN 2013, al cumplirse los diez attos de la asunci6n a Japresidencia de Néstor Kirchner, se suscité un pro- fundo debate en torno a un interrogante: zdécada ganada? El decenio transcurrido dio lugar a una suerte de balance sobre el que distintas voces se han pronunciado en formas diversas. Uno de los temas centrales es si la sociedad argentina se ha tornado ‘menos desigual que en el pasado reciente y, si fuera asi, en qué medida. La pregunta ha generado un cre. ciente diferendo sobre los cambios luego de 2003. En rigor, no es una controversia tan reciente; podemos marcar 2007 0 2008 como un afto que ha partido ‘aguas. Hasta entonces habfa consenso sobre las me- {joras respecto de 2002. Los datos eran casi incontes- tables (y por supuesto, confiables): la recuperacién del empleo, el descenso de la pobreza y la reactiva- Gién econémica en general dejaban poco lugar a du- das. Desde entonces, comienza una bifurcaci6n cada vez mds pronunciada en la evaluacién del presente. Mientras ciertos discursos postulan que vivimos una €poea de transformaciones radicales respecto de los afios noventa, comparable con pocos momentos pa- 13 sados de Argentina en materia de disminucién de la desigualdad, otras voces, por el contrario, han ido subrayando continuidades con la década anterior y, cuando més, rescatan contados cambios como real- mente significativos. Ambas walan sus afirmaciones con trabajos, datos ¢ indicadores. A medida que el debate en estos afios se iba pola- rizando, mas nos fuimos conv necesario atender a ambos planteos para componer una imagen que escapara de la postura dicotémica No por una voluntad de ofrecer una tercera op superadora de los opuestos, sino debido a la convic ci6n de que habia partes de razén en cada uno de ellos y de que era posible elucidar las claves de las posiciones encontradas. En particular, porque desde cada polo se ha apelado con frecuencia a dimensio- isis, datos, indicadores ehitos de compa- racién distinto trata de una situacion inédita: en una controversia politica sobre el sentido de un »,€s nodal la pugna por estable temas y los pardmetros a partir de I evaluar la época, éPor qué elegirigualdad y desigualdad como pun- to de mira del periodo? En primer término, como se dijo, porque esté en el espiritu de estos tiempos. La reduccién de la desigualdad ha sido profusamente ssentada tanto en Ja fundamentacién de politicas vindicaciones de distintos grupos so- al punto que igualdad y desigualdad han ido convirtiénd: ciedad y también el propio gobier sn-una lente de la que parte de la so- se valen a la hora de juzgar este ciclo, Pero la metéfora de la le no debe llamar a confusiones: no se trata de un pun- to de mira unfvoco y didfano, sino que la defini ‘misma de qué tipo de igualdad y desigualdad, en qué esferas yrespecto a cuando también esté sujeta a po- siciones diversas. A decir verdad, el tema trasciende ‘nuestras fronteras: la desigualdad persistente conti nia siendo el gran enigma latinoameric: Jas claves de boveda para 0s, sociales y culturales presentes y pasados. Ast, por ejemplo, la transmisién intergeneracional de la desigualdad fue el tema del Informe Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Desa- srollo (pxvD) correspondiente a 2010 (rNuv, 2010). Sin embargo, si bien hemos escuchado en forma reiterada que nuestra regién no es la mas p Jarmds desigual del planeta, los tiempos parecer estarcambiando. Distintos trabajos senalan la rever sién de la desigualdad y celebran la emergencia 0 el erecimiento de una clase media en pafses otrora ca- racterizados por una estructura social polarizada, describiendo la “democratizacién del consumo" por el nuevo acceso de franjas de sectores populares a bienes que antes les estaban vedados. Tanto es ast 15 que, al parecer, esa desigualdad persistente estarfa por fin conociendo una reversion, Optimismo que tiene sus eriticos, ya sea los que no acuerdan con este juicio de disminuci6n de las inequidades 0 los que son cautos sobr stentabilidad en el tiempo, ‘Amén de ello, sien ciertos momentos de nuestra his toria la desigualdad parecta haber sido aceptada y aun naturalizada, hoy eso ya no sucede: la desigual- dad importa alas sociedades, y mucho. Segtin el B rometro de las Américas de 2013, la mayor parte de las y Jos entrevistados argentinos considera que el Estado debe intervenir para reducir las diferencias centre ricos y pobres; y salvo en Estados Unid resto de América también es mayoritario el dicho juicto. El abord: gualdad también ha ganado adeptos porque prome- {fa superar entral en Jos estudios de los afios noventa. Que no se malentienda: nadie ha dudado de la importaneia de le la cuesti6n social desde la d limitaciones de la nocisn de pobreza, tema, dado su gran incremento, pero el descon- tento cundi6 porque se circunscribfa a un grupo més que a los procesos que habja producido tal aumento. La desconfianza se extendi6 porque los mismos orga- nismos multilaterales promotores de ajustes y re mas, cuyas recomendaciones de politicas eran uni de las causas del problema, fueron los que promovie- ron parte de tales estudios. Entre tanto, hubo con: 16 ceptos alternativos, como el deew sin que se llegase a un con e su definicién, ya la hora de intentar mensurar a los excluidos, a ‘menudo resultaban ser Ios mismos pobres En ta desiguald: bir a la pobreza i, en tanto no ccién relacional, permitié re dentro de la dinémica social y entenderla como un subproducto de las inequidades; puso en conexién la tauestidn social con debates politicos y filossficos de largo aliento, con los principios de justicia que del ria regir una sociedad, con las formas de la ciudada- infa, entre otras cuestiones. Una de sus cualidades, no ‘menor es que se podfa tradueir en indicadores cuan- tificables y, de ese modo, comparar entre pafses 0 es- tablecer una relacién con el pasado. La apelaci6n ala aldad parecié entonces estos y otros problemas que los conceptos anteriores presentaban Tanto fue asi que elucidar las causas, los engranajes yylas consecuiencias de la desigualdad fue una de la [promesas de las ciencias sociales latinoamericanas dela tiltima década, con mayor 0 menor fortuna en suis resuliados, ‘Ahora bien, un punto de inflexién se produjo en el debate a pocos arios de comenzado el nuevo milenio, Taya mencionada reversién de las tendencias hizo necesario empezar considerar ahora los cambios ppositivos que se ban produciendo con la perdurabi- lidad de inequidades. En ese punto se ubica el objeti- vo de este libro: cuando sostenemos que hay parte de razén en ambas posiciones, surge una idea que nos guiaré a lo largo de estas piginas, la de tenden: cias contrapuestas. Consideramos que, en el perfodo que nos convoca, hubo claros movimientos hacia una mayor igualdad en ciertas dimensiones, pero también la perdurabilidad, o en ciertos casos hasta el reforzamiento, de desigualdades en otras. En rigor, como intentaremos mostrar a lo largo de los capitu- ladle Gnscihnadesnpsncenn sortie variedad de aristas, y este es el meollo de la cuestién. En algunos casos, las tendencias contrapuestas se ve- vn enw misma dimensi6n, como pueden ser salud oeduce n. Pero también aquello que gen igualdad en una esfera (como, por ejemplo, la reacti vvaci6n general) podré ser una clave explicativa para comprender la perdurabilidad o aun el crecimiento de la desigualdad en otra (como en el acceso a las viviendas). Las temporalidades de los procesos no son idénti cas: algunos siguen mas de cerca los ciclos politicos; ‘otros tendriin sus propios hitos centrales y puntos de inflexién, Asimismo, muchas desigualdades provienen de los afios noventa, pero otras de tiempos anteriores: Intentaremos mostrar que estas tendencias contra- puestas, lejos de neutralizarse o balancearse, como si se tratara solo de diferencias cuantitativas en una mis- ma dimensién (por ejemplo, tendencia hacia la mejora 18 de ingresos a través del trabajo, pero aumento de la ‘presion impositiva o del precio de determinados bie- nes oservicios que amengua parte de estos progresos), ‘pueden referirse a procesos distintos y que, por ende, lefecto de composicién sera cualitativamente nove doso, Greemos, en pocas palabras, que esta época est ccaracterizada por estas tendencias contrapuestas; es0 ies Jo que permite que un balance untvoco sea muy dificil de realizar yes una de las canteras de las que se nutren las controversias actuales. Eldiferendo sobre nuestro perfodo se contrapone ‘con el alto consenso, tanto en el campo académico ‘eomo en a opinién publica, sobre los afios noventa: la ‘década neoliberal es sinénimo de crisis social, desem- pleo, pobreza y desigualdad. Sobre los afios del gobier ‘no de Alfonsin, l balance es mas matizado: si bien se hha llamado a los aftos ochenta la “década perdida” en toda la region por el estancamiento econémico, los in- icadores de desigualdad y pobreza fueron oscilantes yyla desigualdad no es ni ha sido el punto de mira con ‘el que se lee la transicién democratica, Si es el caso para los afios noventa. Un ciimulo de investigaciones sobre ese decenio han dado suficientes pruebas de la smagnitud y las aristas de la degradacién social. Se ha demostrado el proceso de polarizacién social entre Jas clases; la retraccién del empleo industrial; el in- fcremento de la precariedad y la inestabilidad labo- ‘ral, del desempleo y de la pobreza; la territorializa 19 cién de los sectores populares cuando el barrio se transformaba en el mayor soporte relacional y de biisqueda de recursos, mientras las politicas sociales focalizadas los tornaban en “barrios bajo planes’, Los sectores medios, por su parte, se vieron segmen: tados en una minima parte que se enriquecié, una gran parte que descendié econémicamente y otra ‘que quedé sin grandes variaciones. Los sectores altos también experimentaron cambios, con una hibrida: scién Hegados. La cuestion rural daba a'su vez cuenta de la crisis, en cién entre una vieja cpula y los particular por la expulsién de poblacién y la concen: tracién de la propiedad en contra de los propietarios ras pequeftos, Las reacciones sociales desde media dos de la década a lo largo y ancho del pais mostra- ron nuevas formas de protesta y aecién colectiva. La crisis de 2001 y los siguientes afios de conflicto y pos terior recuperacién dejaron a la Argentina de 2002 con indicadores inauditos en términos de desigual- dad de ingresos y pobreza, El panorama recién descrito no resume todo lo que ha sucedido: ha habido cambios que no se deja ron subsumir en la reforma neoliberal, 0, mejor di cho, a pesar de ello pudo desplegarse una agenda en’ algunos temas como la igualdad de género, la violen- cia doméstica, el aumento de la inclusion educ ol reconocimiento de nuevos derechos en la consti tucién de 1994. Ciertos indicadores sociales mejora- 20 ronen términos agregados (muchas veces por proce $05 que se habfan producido aos o décadas antes), ‘aunque en paralelo aurnentaron las desigualdades fentre las provincias, como, por ejemplo, en mortal dad infantil. En po iodo puede haber poralidades diversas. Retomemos al diferendo sobre nuestra década. .s palabras, no solo en este pe- ccontrapuestas y tem Una de sus razones, insoslayables, es la perdida de eonfiabilidad de los datos del Instituto Nacional de Es- tadistica y Censos (1wpec) luego de su intervencién en 2007, Esto ha desarticulado los pardmetros comunes dereferencia sobre la inflacién y la pobreza atal gra- ido que en 2013 la diferencia entre la tasa de pobreza oficial y la acuftada por un respetable Nestigacion era de veinte puntos. Mientras tal ano- ‘alia no termine de resolverse, seré imposible legar s¥consensos sobre determinados temas. Se trata de tun problema central, pero no el tinico, La prucba es ue los debates afectan a temas cuyos datos no son tmotivos de tales divergencias. Entre ellos, una con- {roversia comtin a todo periodo que intenta construir Ssupropio balance deo hecho: cuanto es considerado pesatla herencia que no puede pretenderse que se re- ‘suelva'en pocos afios y cusindo lo pasado se transfor naen presente y pasa asf a ser responsabilidad de la sista época. La respuesta no nos la darn solamen- eles datos; estos mas bien pueden usarse para fun- entro de in: 2a dlamentar una posiién tomada de antemano. La re: Ponsabilidad sobre un problema es, nuevament parte de lo que se disputa en una épocay en un eile Politico. Este diferendo esta vinculado al hecho de aie, a medida que la situacién de 001-2002 i Se isis se aleja, do, Acordar con cul ao opacacscomecicat cerelcontrapantoparalegar unbalance ese 10 debate. Ental sentido las imagenes gus cele ello. Usar ai oe ta argumentativa , %, Pero consideramos que es ms fructifero aticularlo con la comparacin de ten sendistintasépocas. En fin, el desdibujamien, de 2001 como mojén obligado también vuelve mee importante la comparacién j Lateres a expresin del desacuerdo es la crecien te pluralidad de dimensiones de comparacién, Enric gor, no es un tema nuevo ni local: el t lescontento con lusivamente centradas en la distribuc cidn del ingreso tiene larga data. Algunos debate: : orientan a pluralizar las dimensiones en las cuales cotejar la desigualdad. No se ni culacién de otras inequidades con las econémicas, sino que Se afirma que poseen su propia dindmica siones, una autonomfa relativa, Mientras que en los 108 noventa casi to ndicadores de desigual- ddad se incrementaban, cuando el horizonte es de ms Yor igualdad —o al menos es0 es lo que se discute- Japhuralidad de esferas resulta del descontento con la ‘mirada exclusivamente econdmica y con el hecho de {que no todas las dimensiones evolucionan de igual ‘modo. A su vez, luchas recientes y pasadas, debat sobre nuevos derechos, identidades y demandas an- {eS no legitimadas comienzan a visibilizarse ¢ insci Dirse en el lenguaje de la igualdad y la desigualdad. En efecto, en un periodo de menor desigualdad, lejos de menguar las demanda: sey también multiplicarse las dimensiones que li distintos actores intentan que se tomen ppara disminuir las injusticias. Elpanorama trazado puedk saz6n sobre el camino que va a tas pue y las variables para legir: significa que cualquier juicio conclusivo sobre el {ema es imposible o rebatible por otro arsenal de in- dicadores y pardimetros de comparacién de signo ‘puesto? Intentaremos presentar las claves de los de bates y también iar posicién en cada tema, Este libro sebasa en un anilisis de trabajos y datos producidos ‘nel perfodo 2003-2013. Hemos recopilado un corpus ‘my exlenso de investigaciones ¢ indicadores elabo raidos por especialistas, organismos pabli Sidades y centros de investigacién con posiciones y ‘miradas diversas. Elegimos centrarnos en los ¢ donde consideramos que hay mayores co: presentando datos de las tendencias contrapuestas. Y si bien este libro ofrece una cantidad importante de! indicadores que ilustran estas tendencias, de todos' modos, para lograr claridad en los planteos, también’ hemos dejado de lado una multiplicidad de textos e informaciones consultados. Como hemos dicho, lejos estamos de la intencién de emitir una verdad sobre esta época, aunque al fina- lizarel recorrico presentaremos nuestro propio balan: ce. De todos modos, el lector no encontraré una gran preocupacién por terciar el diferendo y una conclu: si6n tajante sobre si fe ono una década ganada. Alin de cuentas, nuestra propia hipétesis de una desigual: dad multifacética y de la existencia de tendencias con- trapuestas en el perfodo ya sugiere matices. No duda- mos que mucho ha cambiado respecto de los afios noventa; también que muchos problemas se mantic nen y otros nuevos han surgido. Pero por sobre todo, mis que la década transcurrida, nos preocupa el futu- +0; aquello que queda por hacer y los problemas que’ seguiremos enfrentando. En ese sentido, nos parece: necesario encontrar puntos de consenso sobre Jo que’ debe ser salvaguardado y lo que debe ser transforma- do, Esta si es una de nuestras inquietudes: una mues- tra dela labilidad de ciertos procesos es que mucho de’ lo que crefamos que se habfa perdido para siempre en’ los afios noventa y en 2001 pudo ser recuperado més: 24 Apidamente de lo que imagindbamos. Su contrapar tida, ereemos, es que aquello que se ha logrado ettma- teria de disminucién de la desigualdad —no podemos decir todavia si mucho 0 poco- Jo que llegar a consensos bisicos sobre ciertos objeti- también es frégil, por {0s alcanzados para preservarlos y profundizarlos en. teaso de que se requiera es uno de los desaffos del pre- fente y parte de lo que este libro pretende sugerir a quienes lo lean. I. LA DESIGUALDAD Y SUS INTERROGANTES TLabesicuatoap ha sido tan vastamente tratada por la economia, Ia filosofia, la sociologia y otras discipl fnas que lejos esté de ser un concepto univoco. Por {ello el modo en que formulemos nuestros interrogan- {esa a configurar, en cierta medida, el cuadro de si fuaci6n resultante. En este capitulo, antes de aden: ramos en los distintos temas, daremos cuenta d funa serie de decisiones concernientes a debates no- des, que nos guiardn luego en la indagacién de cada ccuestién. UNA MIRADA MULTIDIMENSIONAL Ts pregunta obligada para comenrar es: gdesigual dad de qué? Durante largo tiempo y para muchos ain hhoy Ja respuesta ha sido evidente: desigualdad de in- fgresos. En la medida en que en las sociedades capita Jistas eldinero constituye el rector principal de distr: Dbucion de otros bienes y servicios, la reparticién de la figueza ha sido y sigue siendo el tema central de las preocupaciones académicas y de las hichas en pos de} disminuir las injusticias sociales. Desde esta perspeot tiva, aunque se acepte que las esferas de bienestar som plurales, no tendrfa mayor sentido multiplicar las di mensiones por examinar, dado que todas estarfan in terrelacionadas con las desig valdades de ingresos, como causa explicativa o, cuando menos, al eviden ire de familia” —parafraseando a Michael 93)— entre quienes estén peor ubicados ea Walzer (19: Ja distribucién de cada uno de los factores de bienes: tar Utilizamos el concepto de bienestar sabiendo que! tiene tras de sf una larga historia de debates. Adoptay ™mos una perspectiva cercana a la de Amartya (1998), quien lo empl "4 para dar cuenta de dimensio- nes, esferas 0 ambitos en los cuales se produce una| distribucion diferencial de bienes y servicios orig nando grados de libertad, autonomia y posibilidades de realizacion personales desiguales, Pero aun la mirada unidimensional no es ajenaa pitulo, En) efecto, cque distribucién es la que capta realmente el debates, como veremos en el préximo grado de desigualdad? ¢Aquella que se produce entre individuos u hogares, como muestra el coeficiente de Gini? 20, por el contratio, debe: am: jamos atender a la ada distribucién funcional o primaria, entre cae pital y trabajo? Asimismo, la reparticidn difiere antes de Jos impuestos y después, y el panorama cambia cuando se pondera la forma en que el gasto piblico 28 Sse distribuye entre los estratos. Tampoco la desigual- neral dad objetiva y su percepcién subjetiva por lo eoinciden. Los estudios muestran fordenan de modo diferente sise mide la desigualdad ue los paises se ‘objetiva o cuando se utiliza la percepeién subjetiva de a poblacion sobre las inequidades (Chai 2006). Asi, aun la des exenta de controve ‘Adecir verdad, nadie discute su centralidad, pero tar vélida para naldad de ingr Si que sea la tinica faceta de bien indagar: Diferentes indicadores han integrado otras dimensiones como salud, educacién, vivienda, a las {que se han incorporado condiciones del medio am- Diente, acceso a la justicia, respeto o reconocimiento de la diversidad, entre ot dad de ingresos jolros Ambitos. En cada uno de los temas revisados ‘Tampoco la desigual- reproduce en forma idéntica en Se versin dindmicas, hitos y temporalidades especifi- 5, yuno de sus corolarios es que las politicas para dlisminuir la desigualdad en cada una de las esferas Senin distintas. En efecto, hay un margen de manio- Jbras para que las politicas establezcan otros principios, distributives que no sean el ingreso. Asimismo, se plantea Ja pregunta sobre qué grupos especificos Ssegtin su género, pert {Buna otra minoria, lugar de residencia, entre otras- nico-nacional o all sulren Jas mayores desigualdades en cada una de las esferas. El llamado a incluir facetas del bienestar diferen: tes al econémico no es nuevo. e patses p > por ‘medios cuya primera res- puesta fue el indice de desarrollo humano (10H), act ftado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en los aftos noventa, que aunabal vida y los niveles educa: promedios nacionales podian esconder di veles de desigualdad interna, raz6n por la cual se oncibié luego un 1px sensible a la desiguald ‘penalizaba” el valor obt dida que la inequidad fuera eleva en el capitulo tv. En la misma di cié un inn sensible al género para captar este sriticas a las miradas unidimensionales alk los los indicadores; también a la pobreza. ¥ es asf que en los tiltimos afios asistimosall desarrollo de mediciones de pobreza multidimension de la de ingresos. Pero la pobreza, como dijimas, también) nal, incluyendo otras dimensiones aden tuvo sus eritieos, Se la recus6 por dirigir la mirada) un grupo especifico, sin develar necesariamente la dinémicas productoras de esta situacién, como la explotacién, y desatendiendo a las clases sociales y 30 Su conflictivas relaciones. Los ato falmismo tiempo una década de multiplicacién de ‘studios sobre la pobreza como del intento fas que pudieran suplir sus fa Uno de las alternativas mas difundidas, la ex- [lusion social, fue objeto de muchos trabajos, per ea de un consenso sobre su definicién. Ast, por IGemplo, para Amartya Sen (2000), quien trata de ar- ficular Ia idea de exclusién social con su esquema de ‘eapacidades el ej esta puesto en la exclusién de rela- ciones sociales significati impli- fearla privacion de otras capacidades (ac ,0 aoportunidades laborales) y llevar de 11995), Ia exclusién es la negacion ola no obtencién de aciales y politicos. Por su lado, la bajo (017) (Rod- 1994) establecis tres es clusién: del tr ao, en el tabajo (por no acceso a derechos laborales) iertos bienes y servicios vidos segtin los distin: paises, Luego, siguiendo las particularidades loca 6, Se sefialan otras esferas: la exclusion de la tierra paises con fuerte pobreza rural, de la justicia y la Iiberiad en passes no democriticos, de igualdad de g so en aquellos signados por la discriminac to en pafses con alto grado de informalidad, te otras. Un debate interesante, sin duda, pero que muestra la dificultad de acordar un criterio univoca para definir la exclusién social América Latina y nuestro pafs en particular tam- bién fueron escenario de estos debates e intentos de nuevos modos de estudiar la cuestiGn social. En este sentido, en los iltimos aftos ha cobrado creciente centralidad la preocupacién por la desigualdad. Eni igor, el tema nunca ha estado totalmente ausente, pero la situaci6n de crisis de los aitos noventa contri buy6 a privilegiar una preocupaci6n por la pobreza y la exclusién. Influyé también que los organismos multilaterales, que fijaron parte de la agenda de in vestigaci6n durante afios pasados, evitaron por ent tonces discutir el tema. Hoy la desigualdad social hai vuelto al centro del debate puiblico y académico. Pera este retorno no puede desconocer las miradas multi dimensionales ya aceptadas para los otros concep. tos. La desigualdad plural lleva a examinar en cadal cuestion causas y consecuencias propias, asf coma su interrelacién con la dindmica de otros temas Nuestra postura es que resulta necesario articular esta mirada multidimensional de la desigualdad con conceptos como exclusién, pobreza, bienestar y cons diciones de vida en general, dado que mientras el pri ‘mero se vincula con procesos sociales mas generale, los segundos permiten apreciar mas claramente lal situacién de las poblaciones mas vulnerables. En 32 tras palabras, si fue necesario pasar de los grupos {specificos a los procesos, a la hora de precisar la forma en que la desigualdad (o las tendencias contra- Pliestas) afecta en forma espectfica a distintos @ Pos, nos sera de utilidad vincularla con los otros con- ceptos pa {Bhupos y las poblaciones. volver nuevamente de los procesos a los DIMENSIONES ¥ COMPARACIONES Wa ver adoptada uns mirada multidimensional, la Dregunta siguiente s cudles esferas explorar.

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