Serie Breves GABRIEL KESSLER
dirigida por
MARIANO BEN PLOTKIN
CONTROVERSIAS
SOBRE LA DESIGUALDAD
Argentina, 2003-2013
£9
FONDO DE CULTURA ECONOMICA
‘wxtco~AnoexrNA - BRASIL ~ COLOMBIA - Cini - Esra
Hstapos Uninos OF AMERICA: GUATEMALA = PERU - VENEZUELAVirgilio, Gabriela Catterberg, Gonzalo Assusa, Ma-
riana Luzzi y Daniel Kozak. Un particular reconoci:
miento a Gabriela Benza, quien ha sido una lectora
generosa y profunda de todo el manuscrito. Por su:
puesto, la responsabilidad por las opiniones y posi-
clones del texto y, eventualmente, por sus falencias es
exclusivamente mfa.
Un agradecimiento también a Mariano Plotkin,
porestimularme a escribir este libro,
INTRODUCCION
EN 2013, al cumplirse los diez attos de la asunci6n a
Japresidencia de Néstor Kirchner, se suscité un pro-
fundo debate en torno a un interrogante: zdécada
ganada? El decenio transcurrido dio lugar a una
suerte de balance sobre el que distintas voces se han
pronunciado en formas diversas. Uno de los temas
centrales es si la sociedad argentina se ha tornado
‘menos desigual que en el pasado reciente y, si fuera
asi, en qué medida. La pregunta ha generado un cre.
ciente diferendo sobre los cambios luego de 2003. En
rigor, no es una controversia tan reciente; podemos
marcar 2007 0 2008 como un afto que ha partido
‘aguas. Hasta entonces habfa consenso sobre las me-
{joras respecto de 2002. Los datos eran casi incontes-
tables (y por supuesto, confiables): la recuperacién
del empleo, el descenso de la pobreza y la reactiva-
Gién econémica en general dejaban poco lugar a du-
das. Desde entonces, comienza una bifurcaci6n cada
vez mds pronunciada en la evaluacién del presente.
Mientras ciertos discursos postulan que vivimos una
€poea de transformaciones radicales respecto de los
afios noventa, comparable con pocos momentos pa-
13sados de Argentina en materia de disminucién de la
desigualdad, otras voces, por el contrario, han ido
subrayando continuidades con la década anterior y,
cuando més, rescatan contados cambios como real-
mente significativos. Ambas walan sus
afirmaciones con trabajos, datos ¢ indicadores.
A medida que el debate en estos afios se iba pola-
rizando, mas nos fuimos conv
necesario atender a ambos planteos para componer
una imagen que escapara de la postura dicotémica
No por una voluntad de ofrecer una tercera op
superadora de los opuestos, sino debido a la convic
ci6n de que habia partes de razén en cada uno de
ellos y de que era posible elucidar las claves de las
posiciones encontradas. En particular, porque desde
cada polo se ha apelado con frecuencia a dimensio-
isis, datos, indicadores ehitos de compa-
racién distinto trata de una situacion inédita:
en una controversia politica sobre el sentido de un
»,€s nodal la pugna por estable
temas y los pardmetros a partir de I
evaluar la época,
éPor qué elegirigualdad y desigualdad como pun-
to de mira del periodo? En primer término, como se
dijo, porque esté en el espiritu de estos tiempos. La
reduccién de la desigualdad ha sido profusamente
ssentada tanto en Ja fundamentacién de politicas
vindicaciones de distintos grupos so-
al punto que igualdad y desigualdad han ido
convirtiénd:
ciedad y también el propio gobier
sn-una lente de la que parte de la so-
se valen a la
hora de juzgar este ciclo, Pero la metéfora de la le
no debe llamar a confusiones: no se trata de un pun-
to de mira unfvoco y didfano, sino que la defini
‘misma de qué tipo de igualdad y desigualdad, en qué
esferas yrespecto a cuando también esté sujeta a po-
siciones diversas. A decir verdad, el tema trasciende
‘nuestras fronteras: la desigualdad persistente conti
nia siendo el gran enigma latinoameric:
Jas claves de boveda para
0s, sociales y culturales presentes y pasados. Ast,
por ejemplo, la transmisién intergeneracional de la
desigualdad fue el tema del Informe
Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe
del Programa de las Naciones Unidas para el Desa-
srollo (pxvD) correspondiente a 2010 (rNuv, 2010).
Sin embargo, si bien hemos escuchado en forma
reiterada que nuestra regién no es la mas p
Jarmds desigual del planeta, los tiempos parecer
estarcambiando. Distintos trabajos senalan la rever
sién de la desigualdad y celebran la emergencia 0 el
erecimiento de una clase media en pafses otrora ca-
racterizados por una estructura social polarizada,
describiendo la “democratizacién del consumo" por
el nuevo acceso de franjas de sectores populares a
bienes que antes les estaban vedados. Tanto es ast
15que, al parecer, esa desigualdad persistente estarfa
por fin conociendo una reversion, Optimismo que
tiene sus eriticos, ya sea los que no acuerdan con este
juicio de disminuci6n de las inequidades 0 los que
son cautos sobr stentabilidad en el tiempo,
‘Amén de ello, sien ciertos momentos de nuestra his
toria la desigualdad parecta haber sido aceptada y
aun naturalizada, hoy eso ya no sucede: la desigual-
dad importa alas sociedades, y mucho. Segtin el B
rometro de las Américas de 2013, la mayor parte de
las y Jos entrevistados argentinos considera que el
Estado debe intervenir para reducir las diferencias
centre ricos y pobres; y salvo en Estados Unid
resto de América también es mayoritario el
dicho juicto.
El abord:
gualdad también ha ganado adeptos porque prome-
{fa superar
entral en Jos estudios de los afios noventa. Que no se
malentienda: nadie ha dudado de la importaneia de
le la cuesti6n social desde la d
limitaciones de la nocisn de pobreza,
tema, dado su gran incremento, pero el descon-
tento cundi6 porque se circunscribfa a un grupo més
que a los procesos que habja producido tal aumento.
La desconfianza se extendi6 porque los mismos orga-
nismos multilaterales promotores de ajustes y re
mas, cuyas recomendaciones de politicas eran uni
de las causas del problema, fueron los que promovie-
ron parte de tales estudios. Entre tanto, hubo con:
16
ceptos alternativos, como el deew
sin que se llegase a un con e su definicién,
ya la hora de intentar mensurar a los excluidos, a
‘menudo resultaban ser Ios mismos pobres
En ta desiguald:
bir a la pobreza
i, en tanto no
ccién relacional, permitié re
dentro de la dinémica social y entenderla como un
subproducto de las inequidades; puso en conexién la
tauestidn social con debates politicos y filossficos de
largo aliento, con los principios de justicia que del
ria regir una sociedad, con las formas de la ciudada-
infa, entre otras cuestiones. Una de sus cualidades, no
‘menor es que se podfa tradueir en indicadores cuan-
tificables y, de ese modo, comparar entre pafses 0 es-
tablecer una relacién con el pasado. La apelaci6n ala
aldad parecié entonces estos y otros
problemas que los conceptos anteriores presentaban
Tanto fue asi que elucidar las causas, los engranajes
yylas consecuiencias de la desigualdad fue una de la
[promesas de las ciencias sociales latinoamericanas
dela tiltima década, con mayor 0 menor fortuna en
suis resuliados,
‘Ahora bien, un punto de inflexién se produjo en el
debate a pocos arios de comenzado el nuevo milenio,
Taya mencionada reversién de las tendencias hizo
necesario empezar considerar ahora los cambios
ppositivos que se ban produciendo con la perdurabi-
lidad de inequidades. En ese punto se ubica el objeti-vo de este libro: cuando sostenemos que hay parte
de razén en ambas posiciones, surge una idea que
nos guiaré a lo largo de estas piginas, la de tenden:
cias contrapuestas. Consideramos que, en el perfodo
que nos convoca, hubo claros movimientos hacia
una mayor igualdad en ciertas dimensiones, pero
también la perdurabilidad, o en ciertos casos hasta
el reforzamiento, de desigualdades en otras. En rigor,
como intentaremos mostrar a lo largo de los capitu-
ladle Gnscihnadesnpsncenn sortie
variedad de aristas, y este es el meollo de la cuestién.
En algunos casos, las tendencias contrapuestas se ve-
vn enw
misma dimensi6n, como pueden ser salud
oeduce
n. Pero también aquello que gen
igualdad en una esfera (como, por ejemplo, la reacti
vvaci6n general) podré ser una clave explicativa para
comprender la perdurabilidad o aun el crecimiento
de la desigualdad en otra (como en el acceso a las
viviendas).
Las temporalidades de los procesos no son idénti
cas: algunos siguen mas de cerca los ciclos politicos;
‘otros tendriin sus propios hitos centrales y puntos de
inflexién, Asimismo, muchas desigualdades provienen
de los afios noventa, pero otras de tiempos anteriores:
Intentaremos mostrar que estas tendencias contra-
puestas, lejos de neutralizarse o balancearse, como si
se tratara solo de diferencias cuantitativas en una mis-
ma dimensién (por ejemplo, tendencia hacia la mejora
18
de ingresos a través del trabajo, pero aumento de la
‘presion impositiva o del precio de determinados bie-
nes oservicios que amengua parte de estos progresos),
‘pueden referirse a procesos distintos y que, por ende,
lefecto de composicién sera cualitativamente nove
doso, Greemos, en pocas palabras, que esta época est
ccaracterizada por estas tendencias contrapuestas; es0
ies Jo que permite que un balance untvoco sea muy
dificil de realizar yes una de las canteras de las que se
nutren las controversias actuales.
Eldiferendo sobre nuestro perfodo se contrapone
‘con el alto consenso, tanto en el campo académico
‘eomo en a opinién publica, sobre los afios noventa: la
‘década neoliberal es sinénimo de crisis social, desem-
pleo, pobreza y desigualdad. Sobre los afios del gobier
‘no de Alfonsin, l balance es mas matizado: si bien se
hha llamado a los aftos ochenta la “década perdida” en
toda la region por el estancamiento econémico, los in-
icadores de desigualdad y pobreza fueron oscilantes
yyla desigualdad no es ni ha sido el punto de mira con
‘el que se lee la transicién democratica, Si es el caso
para los afios noventa. Un ciimulo de investigaciones
sobre ese decenio han dado suficientes pruebas de la
smagnitud y las aristas de la degradacién social. Se ha
demostrado el proceso de polarizacién social entre
Jas clases; la retraccién del empleo industrial; el in-
fcremento de la precariedad y la inestabilidad labo-
‘ral, del desempleo y de la pobreza; la territorializa
19cién de los sectores populares cuando el barrio se
transformaba en el mayor soporte relacional y de
biisqueda de recursos, mientras las politicas sociales
focalizadas los tornaban en “barrios bajo planes’,
Los sectores medios, por su parte, se vieron segmen:
tados en una minima parte que se enriquecié, una
gran parte que descendié econémicamente y otra
‘que quedé sin grandes variaciones. Los sectores altos
también experimentaron cambios, con una hibrida:
scién Hegados. La
cuestion rural daba a'su vez cuenta de la crisis, en
cién entre una vieja cpula y los
particular por la expulsién de poblacién y la concen:
tracién de la propiedad en contra de los propietarios
ras pequeftos, Las reacciones sociales desde media
dos de la década a lo largo y ancho del pais mostra-
ron nuevas formas de protesta y aecién colectiva. La
crisis de 2001 y los siguientes afios de conflicto y pos
terior recuperacién dejaron a la Argentina de 2002
con indicadores inauditos en términos de desigual-
dad de ingresos y pobreza,
El panorama recién descrito no resume todo lo
que ha sucedido: ha habido cambios que no se deja
ron subsumir en la reforma neoliberal, 0, mejor di
cho, a pesar de ello pudo desplegarse una agenda en’
algunos temas como la igualdad de género, la violen-
cia doméstica, el aumento de la inclusion educ
ol reconocimiento de nuevos derechos en la consti
tucién de 1994. Ciertos indicadores sociales mejora-
20
ronen términos agregados (muchas veces por proce
$05 que se habfan producido aos o décadas antes),
‘aunque en paralelo aurnentaron las desigualdades
fentre las provincias, como, por ejemplo, en mortal
dad infantil. En po
iodo puede haber
poralidades diversas.
Retomemos al diferendo sobre nuestra década.
.s palabras, no solo en este pe-
ccontrapuestas y tem
Una de sus razones, insoslayables, es la perdida de
eonfiabilidad de los datos del Instituto Nacional de Es-
tadistica y Censos (1wpec) luego de su intervencién en
2007, Esto ha desarticulado los pardmetros comunes
dereferencia sobre la inflacién y la pobreza atal gra-
ido que en 2013 la diferencia entre la tasa de pobreza
oficial y la acuftada por un respetable
Nestigacion era de veinte puntos. Mientras tal ano-
‘alia no termine de resolverse, seré imposible legar
s¥consensos sobre determinados temas. Se trata de
tun problema central, pero no el tinico, La prucba es
ue los debates afectan a temas cuyos datos no son
tmotivos de tales divergencias. Entre ellos, una con-
{roversia comtin a todo periodo que intenta construir
Ssupropio balance deo hecho: cuanto es considerado
pesatla herencia que no puede pretenderse que se re-
‘suelva'en pocos afios y cusindo lo pasado se transfor
naen presente y pasa asf a ser responsabilidad de la
sista época. La respuesta no nos la darn solamen-
eles datos; estos mas bien pueden usarse para fun-
entro de in:
2adlamentar una posiién tomada de antemano. La re:
Ponsabilidad sobre un problema es, nuevament
parte de lo que se disputa en una épocay en un eile
Politico. Este diferendo esta vinculado al hecho de
aie, a medida que la situacién de
001-2002
i Se isis se aleja,
do, Acordar con cul ao opacacscomecicat
cerelcontrapantoparalegar unbalance ese
10 debate. Ental sentido las imagenes gus cele
ello. Usar ai oe
ta argumentativa ,
%, Pero consideramos que es
ms fructifero aticularlo con la comparacin de ten
sendistintasépocas. En fin, el desdibujamien,
de 2001 como mojén obligado también vuelve mee
importante la comparacién j
Lateres
a expresin del desacuerdo es la crecien
te pluralidad de dimensiones de comparacién, Enric
gor, no es un tema nuevo ni local: el t
lescontento con
lusivamente centradas en la distribuc
cidn del ingreso tiene larga data. Algunos debate: :
orientan a pluralizar las dimensiones en las cuales
cotejar la desigualdad. No se ni culacién
de otras inequidades con las econémicas, sino que
Se afirma que poseen su propia dindmica
siones, una autonomfa relativa, Mientras que en los
108 noventa casi to ndicadores de desigual-
ddad se incrementaban, cuando el horizonte es de ms
Yor igualdad —o al menos es0 es lo que se discute-
Japhuralidad de esferas resulta del descontento con la
‘mirada exclusivamente econdmica y con el hecho de
{que no todas las dimensiones evolucionan de igual
‘modo. A su vez, luchas recientes y pasadas, debat
sobre nuevos derechos, identidades y demandas an-
{eS no legitimadas comienzan a visibilizarse ¢ insci
Dirse en el lenguaje de la igualdad y la desigualdad.
En efecto, en un periodo de menor desigualdad, lejos
de menguar las demanda:
sey también multiplicarse las dimensiones que li
distintos actores intentan que se tomen
ppara disminuir las injusticias.
Elpanorama trazado puedk
saz6n sobre el camino que va a
tas pue
y las variables para
legir: significa que cualquier juicio conclusivo sobre el
{ema es imposible o rebatible por otro arsenal de in-
dicadores y pardimetros de comparacién de signo
‘puesto? Intentaremos presentar las claves de los de
bates y también iar posicién en cada tema, Este libro
sebasa en un anilisis de trabajos y datos producidos
‘nel perfodo 2003-2013. Hemos recopilado un corpus
‘my exlenso de investigaciones ¢ indicadores elabo
raidos por especialistas, organismos pabli
Sidades y centros de investigacién con posiciones y
‘miradas diversas. Elegimos centrarnos en los ¢donde consideramos que hay mayores co:
presentando datos de las tendencias contrapuestas. Y
si bien este libro ofrece una cantidad importante de!
indicadores que ilustran estas tendencias, de todos'
modos, para lograr claridad en los planteos, también’
hemos dejado de lado una multiplicidad de textos e
informaciones consultados.
Como hemos dicho, lejos estamos de la intencién
de emitir una verdad sobre esta época, aunque al fina-
lizarel recorrico presentaremos nuestro propio balan:
ce. De todos modos, el lector no encontraré una gran
preocupacién por terciar el diferendo y una conclu:
si6n tajante sobre si fe ono una década ganada. Alin
de cuentas, nuestra propia hipétesis de una desigual:
dad multifacética y de la existencia de tendencias con-
trapuestas en el perfodo ya sugiere matices. No duda-
mos que mucho ha cambiado respecto de los afios
noventa; también que muchos problemas se mantic
nen y otros nuevos han surgido. Pero por sobre todo,
mis que la década transcurrida, nos preocupa el futu-
+0; aquello que queda por hacer y los problemas que’
seguiremos enfrentando. En ese sentido, nos parece:
necesario encontrar puntos de consenso sobre Jo que’
debe ser salvaguardado y lo que debe ser transforma-
do, Esta si es una de nuestras inquietudes: una mues-
tra dela labilidad de ciertos procesos es que mucho de’
lo que crefamos que se habfa perdido para siempre en’
los afios noventa y en 2001 pudo ser recuperado més:
24
Apidamente de lo que imagindbamos. Su contrapar
tida, ereemos, es que aquello que se ha logrado ettma-
teria de disminucién de la desigualdad —no podemos
decir todavia si mucho 0 poco-
Jo que llegar a consensos bisicos sobre ciertos objeti-
también es frégil, por
{0s alcanzados para preservarlos y profundizarlos en.
teaso de que se requiera es uno de los desaffos del pre-
fente y parte de lo que este libro pretende sugerir a
quienes lo lean.I. LA DESIGUALDAD Y SUS
INTERROGANTES
TLabesicuatoap ha sido tan vastamente tratada por la
economia, Ia filosofia, la sociologia y otras discipl
fnas que lejos esté de ser un concepto univoco. Por
{ello el modo en que formulemos nuestros interrogan-
{esa a configurar, en cierta medida, el cuadro de si
fuaci6n resultante. En este capitulo, antes de aden:
ramos en los distintos temas, daremos cuenta d
funa serie de decisiones concernientes a debates no-
des, que nos guiardn luego en la indagacién de cada
ccuestién.
UNA MIRADA MULTIDIMENSIONAL
Ts pregunta obligada para comenrar es: gdesigual
dad de qué? Durante largo tiempo y para muchos ain
hhoy Ja respuesta ha sido evidente: desigualdad de in-
fgresos. En la medida en que en las sociedades capita
Jistas eldinero constituye el rector principal de distr:
Dbucion de otros bienes y servicios, la reparticién de la
figueza ha sido y sigue siendo el tema central de laspreocupaciones académicas y de las hichas en pos de}
disminuir las injusticias sociales. Desde esta perspeot
tiva, aunque se acepte que las esferas de bienestar som
plurales, no tendrfa mayor sentido multiplicar las di
mensiones por examinar, dado que todas estarfan in
terrelacionadas con las desig
valdades de ingresos,
como causa explicativa o, cuando menos, al eviden
ire de familia” —parafraseando a Michael
93)— entre quienes estén peor ubicados ea
Walzer (19:
Ja distribucién de cada uno de los factores de bienes:
tar Utilizamos el concepto de bienestar sabiendo que!
tiene tras de sf una larga historia de debates. Adoptay
™mos una perspectiva cercana a la de Amartya
(1998), quien lo empl
"4 para dar cuenta de dimensio-
nes, esferas 0 ambitos en los cuales se produce una|
distribucion diferencial de bienes y servicios orig
nando grados de libertad, autonomia y posibilidades
de realizacion personales desiguales,
Pero aun la mirada unidimensional no es ajenaa
pitulo, En)
efecto, cque distribucién es la que capta realmente el
debates, como veremos en el préximo
grado de desigualdad? ¢Aquella que se produce entre
individuos u hogares, como muestra el coeficiente de
Gini? 20, por el contratio, debe:
am:
jamos atender a la
ada distribucién funcional o primaria, entre cae
pital y trabajo? Asimismo, la reparticidn difiere antes
de Jos impuestos y después, y el panorama cambia
cuando se pondera la forma en que el gasto piblico
28
Sse distribuye entre los estratos. Tampoco la desigual-
neral
dad objetiva y su percepcién subjetiva por lo
eoinciden. Los estudios muestran
fordenan de modo diferente sise mide la desigualdad
ue los paises se
‘objetiva o cuando se utiliza la percepeién subjetiva
de a poblacion sobre las inequidades (Chai
2006). Asi, aun la des
exenta de controve
‘Adecir verdad, nadie discute su centralidad, pero
tar vélida para
naldad de ingr
Si que sea la tinica faceta de bien
indagar: Diferentes indicadores han integrado otras
dimensiones como salud, educacién, vivienda, a las
{que se han incorporado condiciones del medio am-
Diente, acceso a la justicia, respeto o reconocimiento
de la diversidad, entre ot
dad de ingresos
jolros Ambitos. En cada uno de los temas revisados
‘Tampoco la desigual-
reproduce en forma idéntica en
Se versin dindmicas, hitos y temporalidades especifi-
5, yuno de sus corolarios es que las politicas para
dlisminuir la desigualdad en cada una de las esferas
Senin distintas. En efecto, hay un margen de manio-
Jbras para que las politicas establezcan otros principios,
distributives que no sean el ingreso. Asimismo, se
plantea Ja pregunta sobre qué grupos especificos
Ssegtin su género, pert
{Buna otra minoria, lugar de residencia, entre otras-
nico-nacional o all
sulren Jas mayores desigualdades en cada una de las
esferas.El llamado a incluir facetas del bienestar diferen:
tes al econémico no es nuevo.
e patses p
> por ‘medios cuya primera res-
puesta fue el indice de desarrollo humano (10H), act
ftado por el Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD) en los aftos noventa, que aunabal
vida y los niveles educa:
promedios nacionales podian esconder di
veles de desigualdad interna, raz6n por la cual se
oncibié luego un 1px sensible a la desiguald
‘penalizaba” el valor obt
dida que la inequidad fuera eleva
en el capitulo tv. En la misma di
cié un inn sensible al género para captar este
sriticas a las miradas unidimensionales alk
los los indicadores; también a la
pobreza. ¥ es asf que en los tiltimos afios asistimosall
desarrollo de mediciones de pobreza multidimension
de la de
ingresos. Pero la pobreza, como dijimas, también)
nal, incluyendo otras dimensiones aden
tuvo sus eritieos, Se la recus6 por dirigir la mirada)
un grupo especifico, sin develar necesariamente la
dinémicas productoras de esta situacién, como la
explotacién, y desatendiendo a las clases sociales y
30
Su conflictivas relaciones. Los ato
falmismo tiempo una década de multiplicacién de
‘studios sobre la pobreza como del intento
fas que pudieran suplir sus fa
Uno de las alternativas mas difundidas, la ex-
[lusion social, fue objeto de muchos trabajos, per
ea de un consenso sobre su definicién. Ast, por
IGemplo, para Amartya Sen (2000), quien trata de ar-
ficular Ia idea de exclusién social con su esquema de
‘eapacidades el ej esta puesto en la exclusién de rela-
ciones sociales significati impli-
fearla privacion de otras capacidades (ac
,0 aoportunidades laborales) y llevar de
11995), Ia exclusién es la negacion ola no obtencién de
aciales y politicos. Por su lado, la
bajo (017) (Rod-
1994) establecis tres es clusién: del tr
ao, en el tabajo (por no acceso a derechos laborales)
iertos bienes y servicios vidos segtin los distin:
paises, Luego, siguiendo las particularidades loca
6, Se sefialan otras esferas: la exclusion de la tierra
paises con fuerte pobreza rural, de la justicia y la
Iiberiad en passes no democriticos, de igualdad de g
so en aquellos signados por la discriminac
to en pafses con alto grado de informalidad,te otras. Un debate interesante, sin duda, pero que
muestra la dificultad de acordar un criterio univoca
para definir la exclusién social
América Latina y nuestro pafs en particular tam-
bién fueron escenario de estos debates e intentos de
nuevos modos de estudiar la cuestiGn social. En este
sentido, en los iltimos aftos ha cobrado creciente
centralidad la preocupacién por la desigualdad. Eni
igor, el tema nunca ha estado totalmente ausente,
pero la situaci6n de crisis de los aitos noventa contri
buy6 a privilegiar una preocupaci6n por la pobreza y
la exclusién. Influyé también que los organismos
multilaterales, que fijaron parte de la agenda de in
vestigaci6n durante afios pasados, evitaron por ent
tonces discutir el tema. Hoy la desigualdad social hai
vuelto al centro del debate puiblico y académico. Pera
este retorno no puede desconocer las miradas multi
dimensionales ya aceptadas para los otros concep.
tos. La desigualdad plural lleva a examinar en cadal
cuestion causas y consecuencias propias, asf coma
su interrelacién con la dindmica de otros temas
Nuestra postura es que resulta necesario articular
esta mirada multidimensional de la desigualdad con
conceptos como exclusién, pobreza, bienestar y cons
diciones de vida en general, dado que mientras el pri
‘mero se vincula con procesos sociales mas generale,
los segundos permiten apreciar mas claramente lal
situacién de las poblaciones mas vulnerables. En
32
tras palabras, si fue necesario pasar de los grupos
{specificos a los procesos, a la hora de precisar la
forma en que la desigualdad (o las tendencias contra-
Pliestas) afecta en forma espectfica a distintos @
Pos, nos sera de utilidad vincularla con los otros con-
ceptos pa
{Bhupos y las poblaciones.
volver nuevamente de los procesos a los
DIMENSIONES ¥ COMPARACIONES
Wa ver adoptada uns mirada multidimensional, la
Dregunta siguiente s cudles esferas explorar.