Vous êtes sur la page 1sur 55
todos, profesionales. puede quedar e Jodo cyano odea la hina ctpae lo muchas veces en un exceap. de ded, ? Ezequl en el duelo cuanto acontecs en el proces fegias mas idéneas para acercarse desde la locién de ayuda. ISBN: 24-290-150842 | cusdernos Det CENTRO SAL TERRAE DE HUMANIZACION DELA SAID © 2001 by Centro de Humanizacin de la Salud Sector Bscultores, 39 18760 Tres Cantos (Madri ‘Tino.: 918 034 000 / Fax: 918 10033, 1 2001 by Earl Sal Tere Indice Prélogo Introduccion ‘Tema | La muerte es de la vida 1. Miedo e impotencia . 2. Mania y melancolia 3. Aprender a amar Hoja de trabajo Tema 2: El duelo por ta pérdida, Algunosconceptoshisios 1. Entrevista 2 Quées el elo 3. Finalizar el duelo a peel enfermedad? 5. {Consolar o ayudar a vivir? Hoja de trabajo Tema 3: De la acogida Introduccién 2. Los primeros encuentros. Evaluacién 3. Las tareas del duelo Hoja de trabajo logo Tema 4: Cémo nos sentimos: vivencias y reacciones del duelo 1, Razén y emocién 2. Tristeza y depresién 3. Culpa y autorreproche 4. Ansiedad 5. Reacciones al duelo y respuesta social Hoja de trabajo Tema 5: La relacién de ayuda en grupo 1, Fundamentos 2. Los grupos de autoayuda fee 3. Objetivos y tareas de los grupos de autoayuda - Hoja de trabajo ‘Tema 6: La relacién de ayuda a la familia en duelo El sistema familiar... 3 La vivencia del duelo en el sistema familiar |. Las reacciones mas frecuentes . Los hombres también Horan Elenfado mal dirigido La muerte de un hijo La ayuda de los amigos Hoja de trabajo I 3 4 5, 6 7, Tema 7; solidario . Introduecién Preguntas sin respuesta Acompaiiamiento y clarificacién. Hoja de trabajo . 1 3. Anexo: Cuestionario para la evaluacién del duelo Bibliografia % “SS SI 53 35 37 60 60 61 63 67 B B B 16 16 7 82 84 86 89 89) 92 100 105 109 Prélogo Ninguna persona que ame puede dispensarse de vivir el duelo. Elaborar el dolor por la pérdida de un ser querido es una tarea ardua y paciente, propia de quien entreteje los hilos del corazén © zurce los rasgufios que en él produce la separacién. La creacin en 1997 del «Centro de Escucha» como servi- cio del «Centro de Humanizacién de la Salud» de los Religio- sos Camilos esté dando oportunidad para atender a numerosas personas que viven duelos especialmente diticiles de elaborar, dada la modalidad de la pérdida o el vinculo con el ser quer. do. La muerte de un hijo, la muerte Por suicidio, por acciden-” te... constituyen un verdadero trauma que costosamente se con- sigue integrar en la vida, . Ezequiel Sanchez, responsable de los grupos de autoayuda para personas en duelo de] «Centro de Escucha San Camilo» de Madrid, ha sabido no sélo ayudar a numerosas personas en este duro trance, sino también reflexionar sobre cuanto acontece en, el proceso y sobre las estrategi idGneas para acercarse desde la relacion de ayuda Leyendo estas paginas puede apreciarse la hondura humana Con que el autor lee la experiencia de quienes sufren la pérdida de un ser querido; la autoridad que le da la escucha atenta de la experiencia, narrada en primera persona: los frutos del enfoque humanista que impregna su buen hacer. Este libro es fruto del acompafiamiento individual y grupal @ muchas personas que han abierto su corazén mostrando la zona oscura de la vida, y fruto también del acompafiamiento en las «resurrecciones» vividas en el «Centro de Escucha», de las lagrimas recogidas, de las depresiones superadas, de la con- templacién de «nuevos amaneceress emocionales compartidos. Quienes se encuentran viviendo un duelo podrin verse reflejado en estas paginas en numerosas dindmicas y conductas que, conirastadas, pueden ser comprendidas mejor y quiz reconducidas hacia un modo saludable de vivirlo, Quien busque en estas paginas cémo ayudar a los que viven sus duelos podrai encontrar estrategias validas, sencillas y con- sistentes para no caer en los t6picos habituales o en las frases hechas, sino para crear salud en cada encuentro interpersonal. Las palabras dirigidas a un miembro de un grupo de autoa- yuda, en una sesidn en la que éste no dijo nada, son signo de la delicadeza con que puede acompafarse a cada uno de manera personalizada: «Tu presencia aqui, tu actitud y tu semblante nos dicen a todos que estés sufriendo mucho, y esa presencia tuya callada en el grupo es lo que nos aportas a los demas; gra- cias por dejamos entrar en tu vida, que en este momento est hecha de confusién y de silencio elocuente: al percibirte asi, te comprendemos y te respetamos; y al decirtelo, queremos hacer- te saber que no estas sola». Ojala muchas personas apreridan a poner més corazén en ~~ __suis labios y en sus ofdos en el acompafiamiento a las personas duelo, como San Camilo se lo pedfa a quienes servian a los enfermos, exhorténdoles: «Mas corazén en esas manos!», José Cartos BERMEIO Introduccion En el amplio escenario del mundo se desartolla a diario el acontecimiento de la vida, que tiene dos polos o extremos: el nacimiento y la muerte. En la cultura actual, la muerte es a menudo un drama que se oculta, que se vive -valga la parado- Jaen soledad. Ya,son menos que antes las personas que mue- Fen en casa, rodeados de sus setes queridos, experimentando la muerte como un hecho natural. Y, sin embargo, como siempre, detras de los frfos datos estadisticos (tantos muertos en la carre. tera el titimo fin de semana; tal porcentaje de suicidios al aio en una comunidad determinada; ete.), sigue habiendo personas que acarrean, mal que bien, el dolor por la pérdida de seres que- Fidos y que se enfrentan al reto de dar una respuesta a la vida... «Por qué hablar de estos temas (muerte, duelo, ayuda a per. sonas en duelo), que incomodan, que desasosiegan, que «ponen mal cuerpo»? Dentro del vasto campo de la iumanizacién de la salud (una necesidad sentida por todos, profesionales y ciudadanos en general) no puede quedar en el olvido la humanizacion de odo cuanto rodea la titima etapa de la existencia. envuelta Muchas veces en un exceso de burocracia y tuncionalidad. La iniciativa del Centro de Escucha San Camilo, de Madrid Como servicio social para el encuentro y la escucha compren- siva a personas en crisis- esta motivada también por esta nece- sidad y pretende contribuir —modesta, pero honestamente~ a ese esfuerzo que descle miltiples ‘Ambitos se esta haciendo para ayudar a las personas que pasan por dificultades con ocasién de una pérdida signiticativa, EI presente libro es fruto, sobre todo. de la experiencia del dia a dfa en la ayuda a personas, familias y grupos de autoayu- da, asi como de la reflexién sobre dicha experiencia. Incluye o- “Viste trabajo a aque miiltiples testimonios que ilustran desde la praxis las reflexio- nes y explicaciones sobre el proceso de la elaboracién del duelo. Ademés, cada uno de los temas incluye hojas de traba- Jo con ejercicios y cuestiones para la reflexién personal o en grupo. De esta manera, puede resultar de ayuda para aquellos profesionales, expertos en relacidn de ayuda voluntarios que estén en contacto con situaciones de duelo. También oftecemos S personas que estén sufriendo por la pér- dida de una persona querida. La acogida del sufrimiento y la confusiGn de quien vive la ausencia de un ser querido se hace mds posible y auténtica si acogemos y damos oidos a nuestros propios interrogantes, a nuestra propia fragilidad como seres humanos. ausencia de los seres queridos podemos transformarla en ocasiGn de crecimiento personal, amiindo mas la vida y com- Prendiendo mejor a otros semejantes que pasen por parecidas circunstancias. Y la ayuda que prestemos -como profesionales, como amigos o parientes...— seré mds eficaz y cretble si sabe- mos escuchar y escuchamos a nosotros mismos, es decir, si dicha ayuda constituye un verdadero encuentro; encuentro que implica y compromete al que pretende ayudar y que considera al ayudado en toda su integridad y riqueza personal. Escuchar para comprender; comprender para ayudar a que las personas encuentren luz, esperanza y equilibrio en sus vidas. Este es el reto. Las paginas que siguen, querido lector, tal vez puedan ayu- darte en esta tarea TEMA 1 La muerte es de la vida te es de la vida, igual que el nacer: como el andar esté lo mi ie que en v (R.Tacore) 1. Miedo e impotencia Los seres humanos se han visto acompafiados desde siempre Por un sentimiento que, de la cuna a la tumba, adopta multiples expresiones y tiene diversas consecuencias, segtin las personas, Desde el miedo del nifio pequefo a la oscuridad hasta el miedo miedos del hombre 8 y de impor Pero ningtin miedo hace tan patente esa impotencia como el miedo a la muerte: y ningtin ser humano conlleva una pérdida tan radic: la pérdida de la Sin embargo, la muerte es de la vida, como el nacer. La muerte es una realidad que nos habla crudamente de nuestra caducidad y nuestra impotencia. Sabemos que muchos miedos son infundados e irtacionales ¥ que se pueden hacer desaparecer cuando la persona experi- menta que « conservar su equilibrio vital. La impoten- cia y el desamparo dejan paso al sosiego y a la autonomia per- sonal. $i todo va bien, el nfio necesita cada vez menos la segu- ridad de la presencia de la madre, al aceptar el riesgo de estar solo. EL mism iento expresa este salto de la seguridad a la la libertad: nadie nos consulté, y salimos fuera, aterrizando, envueltos en sangre y légrimas, en tuna nueva vida. El corte dei cordén umbilical constituyé una ribrica de nuestra independencia. Perdimos asi la seguridad y la proteccién del seno materno, pero ganamos en libertad. Esta Primera muerte parcial grabé en nosotros e! miedo a lo des- conocido, al cambio, pero nos aports el «plus» de vida de nues- tra r in auténoma y del inicial desarrollo de nuestro cuerpo. Nuestra evolucién personal esta jalonada por otros muchos momentos y aconteceres que ponen a prueba nuestra capacidad de aceptar separaciones y pérdidas. Asi, el momento del deste- te propicia en el bebé sentimientos ambivalentes: la madre buena y cercana es la misma que se convierte en peligrosa por sus «desconsiderados» abandonos. Pero no todo es pérdida, orque, gracias al destete y su dolor de ausencia, pasamos a leresamos por otros rostros, ampliando nuestro mundo afec~ vo ¢ intelectual Ota circunstancia que nos habla de cémo el nifio tiene que lidiar con la ausencia de la madre es el uso que hace y el signi- ficado que adquiere su juguete preferido, su mufieca 0 su pelu- che. La psicologia lo Mama objeto transicional. Este objeto, investido de una alta carga afectiva, acaba convirtiéndose en el perpetuo acompafiante del niiio en juegos y viaies, sustituto creciente de la ausencia de la madre. Aferrarse al objeto transi- cional (osito, pelota, carrito, mufieca...) tiene el significado pro- fundo —segiin el enfoque psicoanalitico~ de rellenar ausencias (de 1a madre, sobre todo) y como una resistencia a celebrar el duelo (de la ausencia temporal del ser querido). La pérdida de una persona amada es un trauma, casi siem- Pre espantosamente doloroso y muy dificil de digerir. En menor Erado lo serd toda pérdida de cualquier objeto investido de afecto (dinero, cargo, honor, patti El hombre adquiere su individualidad a través de un proce- so en el que no sélo tiene que tolerar el «adiés» de muchos seres queridos (desde las ausencias de la madre para el nifio Pequetio hasta el «adi6s» definitivo cuando fallece un amigo o tun pariente proximo), sino que, en bastantes casos, las personas tienen que aprender a decir «adiés» de forma definitiva a ese ser querido muerto, De hecho, ésta sera una de las tareas que —12~ Ja persona en duelo tendra que realizar. como veremos més, adelante, Es erréneo pensar que la muerte es se presenta cuando somos ancian quier momento. Y es que la vida y te interrelacionadas. El proceso vit a calamidad que sélo Puede presemtarse en cual- muerte estan intimamen- llega siempre a su térmi- idemte, sticidio 0 senectud. Las pétdidas y separaciones de nuestra vida expresan otros tantos limites a nuestro deseo de omnipotencia y preanuncian el de la muerte, Aprender a incorporar existencialmente en Auestra vida los limites y separaciones de nuestra propia vida nos ayudard a afrontar él \iltimo, Podemos decir con el poeta Gerardo Diego: «Buena muerte o mala muerte £50 es todo, compatiero. Hay que ensayarla despacio, dia a dia v tiento a tiento», De manera que aprender a vivir es aprender a morir... 2. Mania y melancolia’ GNo es especialmente detectable en la cultura actual una preo- cupacién (casi una obsesién) por soslayar, por privatizar las realidades «duras» de la vida, como son la enfermedad y, sobre todo, la muerte? No es tarea fécil para el hombre valorar adecuadamente la realidad de la muent; y, sin embargo, contar con la muerte es darle peso y estructura a la vida. Reconocer esta omnipresencia no que cons- No saber centrar la realidad de la muerte puede tener como consecuencia algunos desajustes psic En la iquidtrica se presentan dos enfermos que lidian con la muerte y sus representantes (dolor, ausencia, fracaso, etc.) de maneras opuestas: reacciones manf acas y melancolia. La primera equivaldria a lo que solemos lla- mar « 2. L. Rows Marcos, «M i bien»: £1 Pais (Noviembre de 199), —1— Hay dos ocasiones en las que podemos estar muy cerca de la muerte sin perder la vida, Una es cuando, por un desgracia- do percance, hemos estado a punto de morir. La otra es cuando fallece un ser querido. Cuando esto iiltimo ocurre, necesitamos erapta,Paidés, Barcel Y aqui se haefa necesaria la pregunta por mi parte, con el fin de que el testimonio de Francisca pudiera servir a otras perso- ras presentes: ~ «(Qué has descubierto de ti misma? ;Cémo crees que eres ahora?» 5 He adguitido una serenidad, un bienestat y una paz que desconoci durante meses». Y, dirigiéndose a sus compaticros de grupo: «Pero, no credis, todavia me sorprendo a veces con preguntas y me digo: “Pero, hijo, qué pronto te fuiste”. y a veces me molesta el alboroto de mi nieta... Pero son las menos. E] recuerdo y el dolor por mi hijo no se me ira nunca, Pero he alcjado de mi la ira y la desesperacién. Os compren. do cuando expresdis vuestro desconsuelo. Pero, aunque no lo reais ahora, se puede superar, ya lo creo que si, Yo ahora soy otra persona...» ictamente hablando, no. Pero hay que tener en cuenta que s veces una desviacién del estado de salud y bienestar. Se necesita un tiempo para volver a un estado de equilibrio emocional, Por otra parte, existen pruebas qué nos levan a afirmar la clara vulnerabilidad de la persona en duelo. Este puede ser un factor en el desarrollo de una amplia gama de trastornos fisicos ¥ emocionales. No se afirma que la pérdida y el pesar que con- lleva sean la causa del trastorno, sino que «el duelo pone a la persona en un estado de vulnerabilidad fisica y, por tanto, Puede ser considerado una enfermedad, si bien temporal» Los datos de numerosos estudios demuestran un superior dice de mortalidad en viudas, algdin tiempo después de falle- cido el marido La depresion clinica se desencadena en algunas personas como complicacién del duelo. Asimismno, es frecuente la expre- sin de reacciones en términos de sintomas sométicos, como ardor de boca, trastornos gastricos, cefaleas, hipertensién, opre- en el pecho y otros, sobre todo en personas de avanzada edad. ue Por lo tanto, hay que decir que el duelo puede ser conside- rado como una enfermedad cuando it troduce Guilibrio en uno o varios de los elementos de la persona (el somatico, el mental, el social. el emotivo o spiritual), El equilibrio o la armonfa perdidos pueden ser recuperados por la Persona misma 0 no. En este dltimo caso, lo mas sensato es buscar ayuda, Sin embargo, puede ocurrir que la persona que ha sufti- do una separacién imeparable, como es la pérdida de un ser querido, busque un tipo de ayuda que, siendo comprensible en su situaci6n, no te ayude a crecer como persona, Trataré de explicarme. 5. ,Consolar 0 ayudar a vi Toda separacién de algo 0 alguien que apreciamos lleva consi- 20, como sello idemtficativo, cl sufrimiento, La vida esta jalo- nada de separaciones, de pérdidas, Nuestra existencia se desa. rrolla entre la esperanza de vida y la angustia de muerte... Hay ue dejar de ser nifio para aleanzar la madurez: se da la separa Ci6n entre padres e hijos; pero también podemos padecer la separacién (pérdida) de la salud, o la pérdida de tuerzas y loza- ‘fa por el deterioro orgéinico en la vejez. Los que pretenden estabiecer una relacién-de ayuda con Personas que han suffido la separacién definitiva de una perso- na querida, {c6mo pueden ayudarla?: ,cdmo prestar un mejor personas? Comparto la opinidn de Spinsanti cuando eseribe que «la peticién de ayuda puede féciim Peticidn de consuelo mas 0 menos exp! humanistas de la rel Y se ha caido a veces en este reduecionismo, entendiendo la préctica Pastoral como «la agencia que dispensa el consuelo de la reli- 316m», 0 la actividad terapéutica como un acereamiento que niega la angustia existencial 5. S. Spsant “Las relaciones de ayuda Ls de separacidn”, en (ARNY) Le sepa 3 pt3 El encuentro y el acompaiiamiento deben estar destinados a ayudar a vivir sin negar la realidad de la muerte, ayudar a supe- rar la angustia de la separatién. Dicha angustia de separacién de Ia persona querida produce mucho sufrimiento y Teva a muchas personas’ aferrarse desesperadamente a los anhelos de recuperaci6n del difunto o a los objetos que le pertenecian, La telacion de ayuda de inspiracion humanista y, por supuesto, la fe cristiana, precisamente porque no pretenden ignorar la finitud de la existencia, han de ayudar a amar la vida Con palabras de Viktor Frankl: «Viviendo como vivimos en presencia de la muerte, como el limi- fe infranqueable de nuestro futuro y la inexorable limitacién de nuestras posibilidades, nos vemos obligados a aprovechar el limitado tiempo de vida de que disponemos y a no dejar pasar en balde, desperdicidndolas, las ocasiones que solo le brindan una sola vex. cuya suma “finita” compone la vida»’. Dicho esto, concluyamos este tema resaltando que la rela- cidn de ayuda en el duelo tiene como objetivo lograr una esta- bilidad emocional aceptabie, recuperar la esperanza para seguit viviendo y actuando, y «resituar» al fallecido en la vida del doliente de una manera distinta. Con estas metas, no en todos. Jos casos alcanzables, es con las que trabaja el Centro de Escucha. ¥ para ello son basicas dos actitudes: la acogida y el didlogo. Veamos cémo tratamos de ponerlas en prictica 6. VE. Feast, Puleoandlisis y ex xa Econémica, México 1983, 9 117 26 — HOA DE TRABAJO Como tantos otros comportamientos, las reacciones frente a las pérdidas estdn muy condicionadas socialmente. Lo que se espe- Ta que hagan o dejen de hacer las personas cuando fallece un allegado, no es igual en unas culturas que en otras. Asi, dentro de una cultura (por ejemplo, la espaiola) hay diferencias, segtin las regiones, en emo se espera que se exprese el dolor por la pérdida. Y, afinando mas, se puede decir que cada familia tiene su propia cultura de grupo, en este como en otros aspectos de la vida. De estos sustratos culturales aprendemos pautas no escritas para comportarnos en la vida, que luego nuestra personalidad, ‘nuestra historia particular y nuestras propias experiencias mati- zarén, corroboraran o cuestionarsin, Hablar de cémo nos sentimos o de lo que hacemos frente a luna pérdida cercana no es facil, sobre todo cuando el entomno que nos rodea lo acepta mal o Io rechaza. En.un grupo de autoayuda se ha de procurar crear progresi- vamente un clima en ef que los participantes se vean libres de 'as influencias sociales negativas, de manera que puedan hablar Y compartir sin tener que seguir los estereotipos prejuicios sociales al uso, Sesién de grupo . El veneno en la mesilla de Cristina qued6 constemada y aturdida por la muerte de su hermana en aceidente de coc vo largos meses sin ganas de vivir. Es una de las ultimas sesiones del grupo de autoayuda. Todos hemos visto con satisfaccién la evolucién de Cristina. Su optimismo por la vida ha ido reapareciendo en ella poco a poco. Hoy ha traido Puesto un chaquetén impermeable realmente original, de corte moderno. Le sienta bien. Todos alabamos su buen gusto. Pero no va a ser éste el tinico signo extemo del pro- sFeso que ha realizado en su trabajo del duelo. final de la Sesion, esto es lo que sucede i Cristina: Tengo que deciros algo. Al poco de morir mi herma- na, compré una buena cantidad de arsénico. Lo levé a mi casa y lo coloqué en el cajén de mi mesilla de noche. Estaba desesperada y queria morit. Cuando lo supe alli, tan cerca de mi cabecera, me sentf mds tranquila... Ya me he deshe- cho de ét El grupo reacciona esponténeamente con frases como: « de la presencia de un sufrimiento intenso ante la pérdida. Ciertamente jay muchas Personas que no reaccionan de un modo trégico ante una pérdi- da irreparable. encuentro de ayuda (individual, fami tiene que constituir un marco propicio para facilitar zacién de los sentimientos, para agudizar la sens comprensién de los sentimientos ajenos (por ejemy familiar que opta por «guardarse» Uentro lo que esta viviendo) Existen estudios® que demuestran que hablar a otras perso- has sobre una experiencia traumtica 0 sobre algo que nos pre- Scupa tiene efectos beneficiosos para la propia salud mental y fisica. Pero no todas las personas sienten por igual la necesiciad de expresar sus emociones, asi que los efectos beneticiosos dependen de nuestras diferencias individuales. 2. Puede verse eno trabajo de JV, Penweaxen, sitado por MD. via y C.-VazQUEE ET's Eulitoril, Madrid 1998 p. 205, ~ 49 {Aceptar lo que se siente y expresarlo, sin mas? No, eso no es todo. Lo mas importante de nuestros sentimientos es lo que hacemos con ellos o, més exactamente, las consecuencias que estén teniendo en mi vida, en mi conducta, Sobre todo, los con- siderados sentimientos negativos (como Ia envidia, la hostilidad © el enfado, la culpa y el autorreproche, la ansiedad y el des- Consuelo) pueden ser fuente de mucho suftimiento y causa de conductas desadaptadas o de relaciones interpersonales diffci- les o insatisfactorias. Consideremos ahora algunas de las vivencias emotivas més comunes en las personas en duelo, asf como las posibles pistas de afrontamiento de las mismas en el acompatiamiento y ayuda a dichas personas, 2. Tristeza y depresion Es la reaccién mas comtin en las personas en duelo, Puede manifestarse con llanto o sin él. A veces nos encontramos con Personas a las que «no les vienen» las ligrimas y que pueden Sufrir por ello, Una mujer de uno de nuestros grupos expresaba su extrafieza por no poder llorar In muerte de su hijo, ocurrida hacia tres semanas, y preguntaba con cierta angustia: «Es esto lestras experiencias y me veo a mi misma © insensible». No tiene por qué haber nada de alarmante en el hecho de no poder Morar, sobre todo en las primeras semanas después del fallecimiento del familiar, En estos casos, la persona puede encontrarse bajo un fuerte shock, cosa que ocurte a menudo en las muertes repentinas o inesperadas. La sefiora de la que hablébamos fue capaz. al cabo de varios encuentros de grupo més, de dar salida al dolor, que evidentemente sentia, tambien por medio del Llanto. i Cuando la tristeza adquiere mayor intensidad y duracién y va acompafiada de sentimientos de inutilidad e impotencia per- sonal (Perdida de autoestima), interpretacion pesimista del pre- sente y del futuro, alteraciones det suefio o incapacidad para concentrarse. podemos estar ante una depresién clfnicamente 50 significativa, La persona, en estos casos, tiende a percibitse a si misma, Sus experiencias (las demas personas y el mundo) y su futuro en un sentido negativo, No es extrafio que la persona deprimida tenga fantasias 0 intentos de suicidio. El asesor 0 consejero no debe eludir esta posibilidad. En la evaluacién de Ja persona en duelo que hace- mos en los dos o tres encuentros individuales, preguntamos directamente si ha pasado por su cabeza la idea de hacerse dato. Las personas que verbalizan sus ideas de suicidio se sirven de diversas expresiones como: «La vida para mi no tiene nin- gtin sentido»; «acabaria con mi vida si tiviese valor - do soportar este dolor. o esta auseneiam; «seria una forma répi- da de reunirme con é] (0 con ella)». Todas éstas —y otras mu- chas~ afirmaciones estén relacionadas. en ona u otra intensi- dad, con la desesperanza. No obstante, hay que precisar que la depresién table. Segtin estudios fiables, sélo un 20 0 un 30 Sons que han enviudado se muestran clinicamente deprimidas al cabo de un mes. Segin el DSM-IV dle la American Psyquia tric Association, se requiere 1a presencia no slo de tristeza continuada durante mas de quince dias, sino, a la vez, la con- comitancia de otra serie de sititomas, como pérdida de apetito, problemas de suefio, ideas de suicidio, etc. | desconcierto por la muerte de un ser querido no tiene por Gué ser siempre insufriblemente intenso, si bien es verdad que la tisteza y el bajo estado de énimo son caracteristicas bastan. te comune’ del duelo. 'S per- 3. Culpa y autorreproche Cuando esté presente, el sentimiemto de culpa constituye un sufrimiento afiadido al de la propia pérdida. Normalmente, el sentimiento de culpa versa sobre cosa: hecho en vida del fallecido (haberle obligado a ir antes al médi- ©; haber «adivinado» que el hijo iba a atentar contra su vida: etc.) 0 sobre cosas que no se deberian haber hecho (una madre —st— Se reprochaba haber gritado alguna vez a su hijo o haberle dado un cachete), La mayoria de las veces, estos sentimientos de culpa no tie- nen base real alguna; se trata entonces de un sentimiento de culpa irracional. Observamos que, en ocasiones, es como si la Persona intentara por todo los medios hallar un «culpable» de {a tagedia suftida, mitigando de esta forma algo el suftimien. to por la pérdida. : Sentirse culpable, en uno u otro sentido, es mis frecuente en los padres de hijos que se han suicidado: y quizd sea explicable Por el grado de responsabilidad que los padres tienen para con Sus hijos. «Si mi hijo se ha suicidado es que yo he fallado en go como madre (0 como padre)». Maribel, cuyo hijo se quits {a vida estando en la mili y que tiene otro hijo con graves pro. blemas personales, decia muy crudamente en una sesién de grupo: «Si me han ocurrido todas estas desgracias, es que no he sido una buena madrem, EI modo que tenemos de abordar los sentimientos de culpa consiste en ayudar a la persona a conftontarlos con la realidad. Haciéndolo asi, la persona reconoce que no s6lo obré con su hijo to mejor que pudo y supo, sino que, frecuentemente, hizo Por el hijo mas de lo que nunca se imaginé que seria capaz de hacer. ‘Maria Jestis, cuya hermana habia fallecido a la que estaba muy unida afectivamente, sufnfa mucho por- que se sentia culpable por no haberse sentido eapaz de entrar en ue ingresaron a su hermana después del acci- dente que sufris, muriendo a los pocos fas. El gripo la ayuds a confrontar estos sentimientos de culpa con la real dad y a aceptar la posibilidad que todos tenemos de ne capaces de soportarciertas escenas (su hermana habia queda. do deshecha por el accidente), y a convencerse de que esto no tenia nada que ver con el catiaio que sentia hacia oth Resulté muy revelador cuando, en la siguiente ses grupo (al cabo de quince dias), Ma Como se habia liberado del sentimiento de culpa que la habia hecho sufrir durante cinco aifos. En ese aspecto e st duclo, Maria Jest habia dado un importante paso hacia el equilibrie personal Cuando consig) liberarse del pesado fardo de la culpa, que Puede llevarle algtin tiempo, la persona se siente mejor, mas tranquil en paz consigo misma, Francisco, cuyo hijo fallecis en accidente de moto, comuni- aba al grupo to siguiente: «Yo no me siento culpable para nada de lo que le sucedi a mi hij: fo que ocumti6 fue porque la vida es asi: pueden sucedemos estas tragedias, Es verdad que a veces pienso que tenia que haber hablado mas con mi hijo o haber sido mas afectuoso con él, pero es ahora, que me falta, cuando me doy cuenta de lo que le queria y le quiero.» 4. Ansiedad La ansiedad es una vivencia psicolégica muy ci humano y tiene su expresién tanto en el 10 y los sentimientos como en el in en el ser ito del pensamien- oldgico y ef conductual. Quizd convenga distinguir «miedo» de «insiedad». El mie- do ¢s una respuesta fisica y psicolégica a un peligro inmediato, especifico y objetivo procedente de fuera de nosotros, La dad es una respuesta similar ble es una vivencia de temor ante algo difuso, vag indefinido, La exteriorizacisn 0 manifest incluye tipicamente tos tres sistemas o ai citados antes. Resumimos L sie temor, pero ante un suceso posi- '€ no pone a la persona en peligro inminente, La ansiedad 1as manifestaciones. En el sistema cognitivo que percibimos mentalmente y 4o que sentimos): sentimientos de aprensién, preocupacion intranquilidad o temores indefinidos. Sen- timiento de incapacidad de enfrentarse a la situacién, derro. tismo © ideas de inutilidad 0 inadecuacion, Di para la concentracién o atencién. Rumiacién (darle vuel. tas) de la situacin temida, baja autoestima y sentimiento derrotista En la esfera o ambit somitico se da una set fisi de cambios tivaci6n del sistema ner- vioso auténomo, tales como taquicardia, palpitaciones, sudoracién, elevacién de la presién sanguinea, sensaciones de mareo, tensi6n en el estémago, diarreas y otros, 3. En el sistema o émbito conductual: conductas de escape o evitacién de la situacién temida, inguietud, desasosiezo, movimiento continuo, movimientos repetitivos (como tes, lregarse las manos, tocarse 14 ropa). En otros casos se pro- duce inactividad y dificultad para el contacto, apatia gene- ralizada o desintetés por el entorno. Las reacciones de ansiedad en las personas en duelo pueden darse con mayot o menor intensidad y provienen normaimente de diversas fuentes. Una de ellas es el miedo al futuro, y mis Concretamente la sensacion que tiene el superviviente de que no podré cuidar de sf mismo. Esta fuente de ansiedad es muy comin en viudas o viudos. En estos casos es prioritario ayudar a dichas personas a que expetimenten cuanto antes que son capaces de hacer frente a los retos (comenzando por los mis s) de la vida. Conchita, por ejemplo, nos contaba eémo nunca habia hecho ninguna gestidn bancaria: era una tes, Ponsabilidad de su difunto marido. Al principio la acompais uno de sus hijos, pero pronto comprbé que era capaz de apren. der a desenvolverse en esas tareas, Orra fuente de ansiedad tiene que ver con la conciencia mis intensa de la sensacién de muerte personal. Aunque hay perso. nas, como el caso de Mari Carmen, una de nuestras integrantes de-un grupo de autoayuda a quien el acompatiamiento que hizo a su marido gravemente enfermo hecho de exquisita dedica, ci6n, carifio y entrega— la ensefté «a no temer ala muerte», otfas Personas viven un tiempo con fuerte ansiedad a la propia Muerte. Dicha ansiedad se concreta a veces en un temot aprension de morir de la misma forma que el difunto, Hay que decir que hay personas, més vulnerables a las reac- Gianes de ansiedad, que ante cualquier acontecimiento desagra. lable fijan su atenci6n en los detalles mas morbosos, Refesids al dueto, estas personas no dejan de darle vueltas a los detalles ¥ episodios mas escabrosos de la muerte del ser querido, oe Quien establece una relacién de ayuda con personas en duelo -ya sea individualmente o en grupo- se ve expuesto a su Propia vulnerabilidad para reaccionar con ansiedad. Al fin y al cabo, si queremos ser auténticos en nuestra relacidn de ayuda, no podemos revestimos de una «coraza» protectora que nos inmunice frente al dolor ajeno y sus manifestaciones. Bl doctor Rojas Marcos dice: «La idea de morir bien es extrafia para mos momentos de la vida como algo més que dolor, dependencia, descontrol e indignidad»’, Mari Carmen os decia cémo habia aprendido mais en los tres meses que atendié a su marido que en toda su vida. Al pensar en esa etapa de su vida, Mari Carmen no siente ansiedad, slo paz. Su ansic. dad proviene del hecho de que se ve sola para afrontar la vida EI grupo de autoayuda es pata ella fundamental, porque en I encuentra compaifa. comprension y fuerzas para seguir adelante. 5. Reacciones al duelo y respuesta social Lidia perdis a su marido hace dos afios; esta bastante inte- srada socialmente y en ningin momento ha abandonado ‘sus obligaciones de madre ni sus comptomisos laborales (es pro- fesora cuando tiene un bajén en su dnimo, encontriindose decaida, desganada y un poco triste. Su her, ‘mana, pretendiendo ayudarla, la rile diciéndole: «Ya es hora de que salgas de esta situacion; tienes que sobreponerte; esto ‘no puede seguir asi», y cosas parecidas. Y Lidia, agradecien. do el esfuerzo que hace su hermana por ayudarla, confiesa ue, en realidad, su hermana no {a ayuda con sus consejos y admoniciones. Maribel, como vimos antes, se queds asombrada el primer dlfa de reunién al escuchar a sus compafieras cémo estaban reaccionando emocionalmente, mienteas loraba y se Preguntaba si serfa un monstruo de insensibilidad ante la muerte de su hijo. 3 LR, Marcos, «Morir bien»: £1 Pais inoviembre de 1998) {Qué es lo que se nos pide en situaciones de pérdida? No std escrito en ninguna parte el tipo de reacciones que debemos ‘mostrar en el duelo. Sin embargo, existe una especie de norma Social implicita que «exigen que, por ejemplo, la viuda no se maquille mucho durante un tiempo después del fallecimiento de Su esposo, o que se muestre mucho pesar y llanto ante la pér. dida de un ser cercano. No obstante, constatamos la incongruencia de nuestra tul- {ura social en este aspecto: «Por un lado, se espera quie la gente tmuestte pesar y dolor ante una pérdida, pero, por otro, se espe- ra, se exige mas bien, que esta pesadumbre sea relativamente fuga2»". Nos resultan ineémodos el dolor y la pena ajenos, so- bre todo si se prolongan, tal vez porque se infravalors el dolor del projimo. Y, sin embargo, segtin algunas investigaciones al Fespecto, parece que los intentos precipitados de la gente para animar al superviviente dandole consejos, recorddndole el lado Positivo de las cosas 0 aconsejdndole que olvide, pueden tener un efecto contraproducente sobre la persona a quien se preten. de ayudar. Si el dolor se proionga mas de lo conveniente, puede + generar rechazo o evitacién de los familiares o amigos, El experto en relacién de ayuda ha de asumir que existe gran diversidad de reacciones ante las personas que estin vi. viendo una situacién penosa. La aceptacién y el respeto incon. Gicional del ayudado constituye un principio fundamental y exigente para el ayudador. Exigemte, porque nos aparta de pre. Juicios y estereotipos acerca de las personas que sufren, Este. Teotipos y prejuiicios que, comé vemos, forman parte de la cul. tura en la que vivimos. De todas maneras, el escucha 0 asesor Puede poner en préctica otros recursos como la confrontacicn, con el fin de poner a la persona ayudada frente a sus posibles contradicciones, que pueden estar limitdndola en su desarrollo personally social. Fl caso de Margarita ilustra este punto, Su enojo y rabia por 's mucrte de su querido esposo Ia estaba conduciendo pel lector puede consular: JC. Berweo, Sel Terre, Santander 1998, pp. 88s, grosamente a un aislamiento social, De alguna manera, Mar- garita cul todo el mundo de su «suette». Las malas experiencias que habia tenido durante la enfermedad de su esposo, cuando précticamente la dejaron sola para cuidarlo, 4a estaban llevando a descontiar de todo el mundo. El grupo confronts sus quejas hacia los demas con su propia condueta de aislamiento, y fue muy revelador ef autoconocimiento que esta confrontacién propicié a Margarita. cayendo en la cuen- ‘a de que era perjudicial su conducta y que, si queria conse. guir apoyo y ayuda, tenia que reccnciliarse con «todo el mundo» y salir de si misma, Hosa De TRABAJO. Una de las funciones tareas del duelo es ta de poder darse a uno mismo la libertad para reconocer, integrar y expresar las distin. {as vivencias emocionales que se estin experimentando y ser consciente de las consecuencias que tienen en la propia vida. El clima que propicia el encuentro de ayuda, bien sea individual o €n gtupo, hace posible que las personas exterioricen con fran. gueza y «en estado puro» su mundo emotivo, siendo con fre. cuencia la primera vez que lo hacen, Por otra parte, quien pretende ayudar 0 asesoraren estas cir- cunstancias haciendo el esfuerzo de «identficarse> con la per- sona y la situacién del otro, percibind el efecto que ti Es fundamental aprender a reconocer cémo nos afe, nerabilidad humana, con el fin de que seamos duei {tos sentimientos y no nos dejemos llevar por ellos en nuestra telaciGn con las personas en duelo, Grupo de autoayuda En una sesién de grupo de anroayuda el moderador tema de Ia acepracisn de la pérdida del ser querido, | referido a los apoyos de la gente (amigos. tamiliares, Extraemos aqui algunas de las intervenciones: —s7~ BELEN (su hija, de 28 altos, fallecié a causa de un accidente hace dos afigs): Con la gente tengo miedo de ser pesada. hablar aqui me desahoga. Rita (perdié a su marido a causa de una enfermedad): Mis amigos si me apoyan y me escuchan, Sin embargo (entre sollozos), mi familia me ha abandonado, Yo necesito trans- mitir mis sentimientos (dice con vehemencia). No tomo a mal que ya no me llamen los compaiieros de trabajo de mi marido. Comprendo que se puedan cansar. oT casita (su hija de 19 aiios, que padecta esquizofrenia, se sui- cidd hace tres afos y medio): Yo lo acepto, pero no puedo superar el no teneria conmigo; lo acepto porque se me impone. Me cuesta vivir. Con mis hermanos no tengo muy buenas relaciones, asi que por ese lado... Hay un amigo y una amiga con quienes si puedo abrirme. BELEN (entre Idgrimas): Yo no acepto que sea para siempre. Pep (tiene dos hijas de 26 y 27 atos; su marido murié hace dos aiios; su postura es retraida, con los brazos cruzados casi todo el ttempo, la cara pélida, ojerosa): Tengo continuos dolores abdominales y angustia, Estoy en tratamiento psi quidtrico. Parece que el mundo se ha oscurecido. Temo can- ‘sar a mis hijas, asi que me lo guardo todo. Me gustaria hablar (al decir esto, mira a su alrededor, como buscando solidaridad y comprensién; llora con desconsuelo): He per- dido el trabajo, ,qué voy a hacer si mi marido era todo mi apoyo en la vida...” Bexta: Yo me siento muy sola. Siento rabia e impotencia. Mi marido muri6 tal vez por sobredosis. Su familia apenas me dirige la palabra. Pienso a menudo si quiz no le ayudé lo suficiente en su problema de adiccién a las drogas.:, No sé.. Murié estando solo, yo lo encontré ya muerto, BELEN: Me da la sensacién que mi hija estd fuera, que ha ido a hacer un viaje, pero que volverd. Mantengo la habitacién como estaba. Me molesta cuando oigo decir la palabra Tuerta refiriéndose a mi hija. Ella se habja echado un novio que era disminuido fisico, y yo trataba de disuadiria —s8— Ria: Yo no quiero quitar nada daio que era de é de esa relaciGn. ;Serd su muerte un castigo por lo que yo la decia? lo hiciera, seria como si lo fuera a olv ar. Tengo las gestiones de la casa; ahora tengo mucho papeleo que hacer y quiero vender ta casa, ,podré? Lloro todo el dia. Yo ‘no era muy creyente, pero ahora estoy rabiosa contra creo en El, porque me ha quitado a mi marido, no. Cuestiones para la reflexion y el didlogo en grupo Leer atentamente las intervenciones anteriores y sefialar los diversos sentimientos presentes en cada una de estas muje- tes, tanto los que se expresan verbalmente como los que se perciben a través del lenguaje no verbal (Qué sentimientos crees que estén siendo mis nocivos para cada persona de las que hablan y por qué? 4En qué vivencias y en qué personas detectas que hay al ‘menos un cierto dominio o manejo equilibrado de su mundo emocional? Berta, por ejemplo, aunque se siente culpable en algunos momentos, porque piensa que quizd podri haber ayudado mis a su marido para dejar la droga, sabe ue en realidad no es culpable en absoluto de negi hacia é Haciendo un pequefio esfuerzo de imagina verte como moderador de este grupo, {Qué repercuston emotiva tendrian en ti las distintas intervenciones anotadas Y las reacciones que las acompafian? {Qué emociones de las ue estén presentes en estas personas te resultarian mas dif, ciles de acompafiar? Trata de elaborar una respuesta a la tiltima intervencidn de Rita y contrdstala con las personas con las que estés inter- cambiando este ejercicio. TEMA 5 La relacién de ayuda en grupo 1, Fundamentos — Vivimos inmersos en la vorigine y la complejidad de la vid: moderna, y ello no hace fécil el contacto interpersonal. Al me- nos no facilita esa relacién sosegada con nuestros semejantes propiciadora del soporte afectivo que necesitamos, sobre todo cuando estamos convulsionados por la presién de aconteci- mientos traumaticos, Nuestros valores y cteencias, nuestra personalidad, el modo que tenemos de percibir, interpretar y afrontar las situaciones con que nos topamos en la vida, estin muy condicionados socialmente. Sigmund Feud y sus discfpulos han evidenciado 1a importancia del proceso de socializacion, por el que las nor- ‘mas sociales son interiorizadas, asimiladas ¢ incorporadas por la personalidad psiquica, hasta convertirse en parte integrante de la misma, Nacemos y nos desarrollamos en grupo. Primero es la fami- 1a; mds tarde, la pandilla de amigos. Nos asociamos a clubs 0 Pertenecemos colectivos profesionales. Cada uno de estos grupos tiene caracteristicas distintas, modos de funcionamien- {© diversos y objetivos diferentes. Los distintos grupos. tal como los estudian la sociologfa y ta psicologia social, reciben nombres que los definen, Por ejemplo.se habla de masa, aso- ciacién, grupo primario, etc. * La familia es el grupo primario por antonomasia. Pero, por extensidn, se denomina «primario» a todo grupo pequetio de Personas en el que se produce una relacién basada en la cottiente afectiva. En el grupo primario, las relaciones afectivas ~positivas 0 negativas— pueden ser muy fuertes, También en estos grupos pequeiios pueden surgir subgrupos. 60 — Los humanos tenemos tendencia a formar grupos primarios, Porque en ellos podemos dar respuesta a multiples necesidades Ja satisfaccién de hacer cosas conjuntamente; un sentimiento de Pertenencia; la posibilidad de ser ayudado 0 de sentirse arropa- do y protegido por la totalidad del grupo... También el grupo primario nos permite mejor expresarnos tal como sentimos o somos en nuestro ser genuino. Y, finalmente, en el pequenio grupo podemos encontrar més ficilmente respuestas para resol- ver los problemas individuales. En el grupo reducido se genera un microcosmos social. Las personas van a él con su propia forma de ser, su historia, sus aspiraciones y expectativas, sus problemas, sus alegrias suftimientos. 2. Los grupos de autoayuda Ya en 1905, Joseph Prate, médico intemnista, reunia a grupos de enfermos tuberculosos en un ambulatorio de Boston. Muy pronto constaté que el hecho de hablar de su enfermedad les reportaba un beneficio psicolégico. Otros muchos médicos y psicdlogos después de él utilizaron y utilizan fos grupos como técnica terapéutica. No es ficil definir qué son los grupos de autoayuda, que pueden diferir mucho de unos casos a otros y que no hay que confundir con la psicoterapia de grupo tradicional. Quizd se les podria describir como grupos mis o menos terapéuticos —di gidos 0 coordinados © no por un especialista que trabajan en torno a un problema comin La gente se incorpora a un grupo de autoaywda con motivo de una situacién de crisis vital y por la necesidad de compartir su experiencia y sus sentimientos privados en un clima de acep- tacién mutua, Se juntan a otras personas extrafias y que. por lo general, son muy distintas, salvo por una curacter a el problema compartido. Hay varios elementos importantes presentes en los grupos de autoayuda! 1 Vease MA. Linea, Terapia de grupos, en gla a psiquicara, Panamencana, Me comin: 16. a 3 El grupo genera sentimientos de pertenencia grupal. Luisa lleva asistiendo casi un aflo a uno de nuestros grupos de autoayuda en el Centro de Escucha, Ante la pregunta sobre «qué supone el grupo para vosotros», responde: « Aqui puedo expresarme libremente; estoy contando los dias que faltan para la sesién, vengo muy a gusto». Otra persona del grupo ontestaba: « Vosotros sois todo lo que tengo. No sé qué serfa de mi sin este grupo...» Alto nivel de cohesién, hecho de simpatfa por el suftimien- to de los demas y satisfaccién por el progreso de los com- afieros. Dicha cohesién se-muestra también en la amistad que se establece y en el interés y la solidaridad, que se pro- Jongan mas alld de las sesiones y una vez disuelto el grupo como tal. Aunésfera de sostén y apoyo mutuo para expresar conteni- dos existenciales y emocionales muy personales. Es éste un aspecto fundamental, ya que muchas personas acuden al grupo habiendo tenido experiencias con familiares 0 cono- cidos mas bien frustrantes en este campo. El caso de Conchita es uno de tantos que podemos reflejar aqui. Ella, en su casa, no manifiesta emocion alguna de tris- teza por la muerte de su hermana cuando esti presente su otra hermana, Ni siquiera se atreve a nombrar a la difunta ni alu- dir 2 su ausencia, Todo por no disgustar a su hermana Cuando un dia, en et grupo, dio rienda suelta a su Ianto y nos hhabl6 de su hermana fallecida y cOmo era todo para ella, era de ver cémo agradecia a todo et grupo el que la bubieran eseuchado con respeto y la hubieran mostrado su simpatia y Su apoyo. Similitud percibida al encontrarse y compartir con otras Personas con andlogas experiencias trauméticas, lo que mitiga 0 compensa los apoyos extemos, percibidos en oca- siones como poco comprensivos o condescendientes con el propio dolor La misma Conchita, cuando se suscité en ef grupo el tema de Jos apoyos sociales en el duelo, nos comentaba cémo en el lesa estaba lena, hasta el obispo —2— Presidi6 la ceremonia, pero también cémo, a partir del dia hhabfan pasado siete meses), no la habia Visitado ni llamado nadie para preguntarle como se encontra- ba. «Y esto decfa- me hace sentirme muy sol «Finalmente, el aislamiento sentido por las viudas 0 por los padres que han perdido a un hijo, sus frecuentes referencias a sentirse estigmatizados y la queja muy frecuemte de que el apoyo emocional que muchos recibieron justo después de la pérdida no durd lo suficiente, sugiere que las propiedades comunes a los grupos de autoayuda en las perdidas pro- porcionan un marco benigno de ayuda mutwa Félix tiene 70 aos, y hace dos y medio que fallecié su espo- sa. Durante més de cuarenta aos de feliz matrimonio, ambos lucharon mucho para sacar adelante a sts cuatro hijos. Como 41 dice, «he perdido a mi esposa y compaiieran. El hueco que su ausencia dejé en su vida no lo Henan sus cuatro hijos, que. Por otra parte, estén pendientes de el, Félix resume el beneti- cio que le aporta el grupo de esta manera: «Aqui sf puedo hablar con libertad de mi pena y desconsuelo por la muerte de mi querida esposa, nmediatamente después de su muerte, ‘yo agradecfa sinceramente et interés de mis vecinos y amigos ‘cuando me recordaban a mi difunta esposa y me preguataban c6mo me encontraba yo. Al pasar Jos meses, la gente suele decirme que me ven bien, que ya lo he superado, porque salgo de casa y paseo por Ia ciudad... Yo disimulo. porque no es verdad; pero jeémo voy a comiradecirles? Incluso mis hhijos me reprenden si yo saco a colacidn a su madre... asf que tuno Hleva la procesién por dentro. Aqui en el grupo es dife- rente, y me consuela y me sirve de gran ayuda el hecho de que no tenga que hacer el esfuerzo de disimular» 3. Objetivos y tareas de los grupos de autoayuda Las personas que acuden en busca de. asesoramiento porque estéin viviendo un duelo, generalmente expresan un gran males- tar, tras del cual no es difieil percibir algunos de estos sintomas 2 Op. cit, p. 383 bisicos: su equilibrio mental y fisico es precario, y estén domi- nados mas o menos intensamente por una sensacién de deses- Peranza y desconsuelo. En su interior no hay paz ni sosiego El objetivo basico del asesoramiento, por tanto, seré propi- ciar en la relacién de ayuda las condiciones apropiadas que ayuden a la persona a conseguir el equilibrio perdido y a recu- perar la esperanza -en ellos mismos, en los demas, en la vida... y la paz. No se puede garantizar el logro de estas metas; al menos no se puede garantizar que las logren plenamente todas las personas, Pero tendremos mayores posibilidades de que las logren de un modo aceptable si las personas en duelo disponen de la ayuda pertinente. Los medios de que podemos servimos para que la ayuda sea lo més eficaz posible no son tanto ni primariamente las técni- cas mas 0 menos sofisticadas o profesionales que se utilicen tanto individualmente como en los grupos~, sino la propia elaci6n de los miembros del-grupo y la relacién creada por el asesor 0 consejero en esos ambitos. Volveremos luego sobre este punto, De manera mas concreta, las metas a ir consiguiendo pro- gresivamente en el proceso orientado del duelo en grupo son las. que quedaron descritas en el capitulo 3, a saber: ~ Abandonar aquellos mecanismos de negacién de la realidad © del significado de la pérdida que impidan hacer frente a la realidad. Esto no quiere decir que al final del proceso se al- cance una etapa en la que se acepte plenamente la pérdida, Para muchas personas, Io sucedido nunca vaa ser acepiado, sobre todo si se trata de muertes repentinas o inesperadas. — El bajo estado de dnimo y la tristeza son caracteristicas bas- inte comunes del duelo. También son frecuentes la ira culpa, la ansiedad y otras reacciones emocionales. Aho bien, no es necesario pasar por la travesia del dolor intensi- imo para hallar al final el consuelo. Hay personas que no lo viven asi, y no hay nada de malo o de patol6gico en ello, ‘También hay que decir que no todo el mundo quiere hablar de lo que siente en estas circunstancias, y viven en paz y adaptados al medio. Pero. obviamente, no nos referimos a 64 — estos casos. Mas bien se da lo contrario. La gente que acude al asesoramiento, lo hace porque el ciimulo de sentimientos que les embarga les tiene confundidos y convulsiona su existencia. Por otra parte, en cuanto se les ofrece una aco- gida célida y una escucha atenta y comprensiva, las perso- nas hablan de lo que sienten. Una cosa es que haya perso- nas que eligen el silencio como opcién personal y sincera, y otra muy distinta el que la resistencia a acudir a un asesora- miento o a un grupo de autoayuda obedezca a prejuicios y estereotipos fuertemente condicionados culturalmente, sobre todo cuando dichas personas muestraa, con sus actos y su lenguaje no verbal, cémo los sentimientos que les inun- dan estin afectando muy negativamente a sus vidas... ya las de aquellos con quienes conviven Se ha de facilitar, pero nunca forzar, la identificacién y expresi6n de los sentimientos, por dolorosos que éstos sean Cuando la persona percibe cémo se acoge respetuosamente su mundo emotivo, lo agradece y lo considera beneficioso para ella, Como en una de nuestras sesiones de grupo espe- cialmente cargada de emotividad, donde, al finalizar Ia misma, el beneficio percibido por los participantes fue cla- ramente reconocido por todos El esfuerzo del asesoramiento y del trabajo en los grupos de autoayuda debe ir dirigido, asimismo, a potenciar las capa cidades de la persona para vivir sin el fallecido, superando sus sentimientos de inadecuacién e impotencia Ser capaz de orientar la atencién y las energias hacia nuevas relaciones, mirando al futuro. La persona estd como en guardia y, si se sorprende a si misma algin tiempo (unas horas, un dfa) sin pensar en su ser querido, se siente mal o indigna. Tiene la sensacién de traicionar su memoria, La ayuda no pretende hacerle olvidar al fallecido (ze6mo se puede olvidar a un ser querido?), sino ayudarle a encontrar la manera de que su afectuoso recuerdo le permita seguir viviendo. Con el fin de facilitar fa consecucisn de todas estas me- tas generales, serd preciso que el usesoramiento en los gru- pos de autoayuda invierta el esfuerzo necesario en las tare- as siguientes: Crear un clima de franqueza, simpatia y respeto entre los miembros, con el fin de que todos se sientan comodos. Procurar la participacién de todos, motivando a los intro- Yertidos o indecisos y «controlando» las intervenciones de- ‘masiado frecuentes o largas de otros que pudieran crear ma- lestar en el resto de participantes. Facilitar la puesta al servicio del grupo de as experiencias ¥ estrategias que emplea cada cual para conseguir los obje- tivos sefialados antes, y disuadir de la tentacién de «dar consejos». Ayudar a ver los problemas de las personas desde una pers- peetiva diferente que les haga ver su propia capacidad de control e iniciativa y como son mas capaces de lo que mu- chas veces creen de conseguir consecuencias positivas con su propio cambio de conducta. Cuando Adela, con la ayuda de la reflexién de sus compaferos de grupo, pudo darse cuenta de que malgastaba su energia culpando a los dems de su aislamiento, estuvo motivada para encauzar dicha energia en la buisqueda de nuevas relaciones gratificantes. Ofrecer pistas ¢ informacién para cuidarse fisicamente y para organizarse la vida. Nuevamente aqui es inestimable él testimonio y la ayuda de otros miembros del grupo. En muchos aspectos del trabajo del duelo, 10 més valioso es el aprendizaje por imitacién de modelos de conducta. Confrontar los sentimientos de culpa con la realidad de los hechos del propio comportamiento, llegando a perdonarse uno mismo o a perdonar al ser querido desaparecido, Esta teconciliacién personal con el pasado hace recuperar la paz al superviviente, al tiempo que incorpora en su interior una imagen mis equilibrada del ser querido, lejos de la ide: zaciGn y los reproches. Con palabras de Pangrazzi: «Al ree- xaminar nuestra vida y nuestras relaciones con la persona fallecida, siempre hay cosas que hubiéramos deseado ha- ber hecho de modo diferente. Pero no es justo juzgar el pasado con el conocimiento de hoy y torturarse por errores 66 — cometidos en el pasado: solo sirve para mortificamos y deprimimos»" ~ Encauzar el enojo y la rabia, abandonando mecanismos de desplazamiento a las demés personas de estas reacciones emocionales. ~ Recuperar la autoestima, Cuando la persona se ve acogida con calor humano y escuchada con atencién, sin que enjui- cien su comportamiento, y cuando experimenta que es titil para otras personas, a pesar de su sufrimiento, su autoesti- ma, a menudo resquebrajada, se recupera poco a poco. sae HOJA DE TRABAJO «¢Pa qué vivimos, sino es para hac la vida més ilevadera unos a.otros?” (GEORGE ELLi01 El consabido dicho «la unién hace la fuerza» es aplicable a multiples circunstancias en las que, para conseguir algtin obje- tivo, necesitamos aunar nuestros esfuerzos con los de otras per- sonas que tengan necesidades similares a las nuestras. En oca- siones, el objetivo a alcanzar precisard de la energia fisica de ur equipo; dicha energia, despkegada de forn le conseguir dicho objetivo, Otras veces, las personas que colaboran en un equipo ponen en comin ideas e iniciativas que, contrastadas racionalmente, darin luz sobre el tema de que se irate o conseguirin un consenso acerca de cuestiones que afectan a todos sus componentes o a la organizacién a la que pertenecen, En cualquiera de estos casos, las personas reunidas para una tarea comin no dejan aparte su propia forma de ser. y sus reac- ciones emocionales pueden influir, a veces tanto 0 mis que sus ideas, en el desarrollo de su tarea y aun en los resultados obte- nidos en dicha labor de equipo. Hoy somos mis conscientes de ido, Pulinas. Mand 1993. p.108. or conjunta, hard ~~ que Ia llamada énteligencia e nal adquicre una importan- cia primordial en todos s mbitos de las relaciones interper- sonales, ya sea en el mbito laboral, en la vida familiar 0 en el to escolar. La eficacia en la t mayor cohesién |, un grado adecuado de otras que, aun con una capa- jestran «torpes» en dichas habili- dades emocionales. Los grupos de autoayuda constituyen un dmbito que res- ponde a unas necesidades que podriamos lamar les», de buisqueda de sentido vital de solidaridad en la adver dad, de apoyo emocional.«. Las personas que han suftido una pérdida irreparable buscan sentitse arropadas y comprendidas y buscan que se les ayude a encontrar luz en medio de su confu- Los elementos personales que se ponen en fe, emo- les. Se ha de poienciar, por emociones y las estrategias 0 destre- mbro del grupo sirvan para el equilibrio de cada de la colaboracién y el intercambio, Esto no se puede conseguir sin compartir. Compartir fecer y recibir. Y todos pueden hacer ie nadie es tan «experto» que esté capa- ado para dar todo tipo de «soluciones», ni nadie es tan «inex. Perto» que no tenga nada que ofrecer a los demés, Como poco, Personas han hecho un esfuerzo por salir de su postracion y lamiento para venir deciamos a una ie habia estado la mayor parte del ida, con la mirada baja y un gesto de ud y tu semblante nos dicen a dolor: «Tu presencia aq todos que e: 68 — Relato Pardbola de la piedra En un pequefio pueblo, una mujer se llevs una gran sorpresa al ver que habia llamado a su puerta un extrafo, correcta- ‘mente vestido, que le pedia algo de comer, «Lo siento ~ | Para contatlas constituye un ejemplo para mir | | Aun partcipante que habla todo el, raio en | ono superficial o que muestra tan slo un inte- | | 5s por ucoquetear» con algin companero/a el sexo contrario, yo sabria confrontarlo y le invitaria a que considerase si éste es el dmbito ue necesita y sino ha pensado que puede es tar datiando la sensibilidad de sus compari i En el supuesto anterior, yo invitaria al resto | | ‘componentes del grupo 4 que expresaran | nes sctitudes del que bani el grupo | rees que tens la habilidad para [ar a ona persona ante alguna contr | suya manifesta por siemplo: fa abl | varias ocasiones de que continuamente culpa, ne Y que no hace nada para era de proceder (Cres wedjisnerope pro ano enc wi Erte cn ipl cons erpelado Pero no « mtacto con perso: ‘has que han tenido una pérdida irreparable? desconectar» de) grupo de autoayu- i Si has reflexionado sobre las cuestiones precedentes, ;qué aspectos de ti mismo precisas desarrollar o qué habilidades y destrezas personales estin necesitadas de clarificacién y desa. rrollo? Haz dos listas, una con tus potencialidade: Solamente quiero afiadir una breve consideracién: no somos «voyeu intimidades ajenas. La persona, y sobre todo la persona que sufre, merece todo nuestro respeto edicacién- Ayudarla a conseguir metas, en términos de equi brio y de adapracién ala vida, es lo primero. ;Que, ademis, nos enriq i —n— ) == ERNE TEMA 6 La relacion de ayuda a la familia en duelo 1e he centrado en las reacciones de una Persona en duelo cuando es atendida en el encuer tro individ intercambia con otras personas, desconocidas hasta entonces, en el grupo de autoayuda. Sin embargo, la mai didas significativas familiar, por lo que es importante considerar las peculiaid, de la relacidn de ayuda cuando un «sistema vivo» lo no todo sistema vivo, tiene un vo, la f riza por el hecho de que el comportamiento de cada de sus miembros estd relacionado con el comportamiento de los en tanto que unidad. La muerte de un miembro de la bio muy importante que afecta al 5 gute Se pro liar dependen de petiaba el fallecido, de la intensidad de los lazos afectivos previos, de los patrones de comunicacién entre los miem. bros de la familia y de factores socioculturales»' La relacién de ayuda a la familia en duelo ha de tener en cuenta todos estos factores de influencia. En el procedimiento de evaluacién que seguimos en el Centro de Escucha, asi como en las sesiones de trabajo en el grupo de autoayuda, este punto €6 objeto de consideracién, Se invita a los familiares a que ha- del impacto y las nes que estin teniendo otros miembros de su grupo mismo tiempo, les ayu- damos a ident suponiendo para el propio fquico de los ayudados esas reacciones de sus de una familia estén, por lo gene- a solicitar asesoramiento como conjunto, las esperanzas de la ayuda que prestamos se dirigen a propor. cionar pistas para un afrontamiento més adaptado de dichas reacciones por parte de los restantes familiares. Recuerdo a enferma desde los cuatro afios, fallecié a los mpo que duré su larga enfermedad, la centro de la familia que desarrollé su vida en tomo a la hija y a su enfermedad. Como decia Juana: «Hemos lo integrados esos quince afios, volcados en atenciones a la hablabamos mucho con otras personas de la enfer- jue el ‘Muchas familias dan muestras de esta cohes dad mutua en la enfermedad, sin cerrarse sobre ; dicha unién se mantiene e incluso se refuerza cuando fami ft 1.W. Wore, £1 atdos, Barcelona M4 a, a pesar de la p mo ocasional, se muestre como una es decir, equilibrad: Pero como asesores debemos tener en cuenta que la inte- gracién entre los miembros de una familia se da, no s6lo por la expresién emocional, sino también por el equilibrio en dichas Y respeto de las diferen- \ducta social adaptada y profunda y el desdni- ia funcional (como se cias entre unos y otros y por una bre de prejuicios. A Carmen le preocupaba la falta de reacciones emocionales de su marido con respecto a la muerte de un hijo, acaecida hacia mis de dos afios. Hasta que un dia, durante un viaje de e | marido le dijo que mantener para que sentia y que le ayudaria el que los demas respetara su silencio, Desde entonces, Carmen -de cardcter extrovert do-acepta y respeta la diferencia de forma de ser de su mari- do, que se manifiesta en su personal forma de vivir el duelo por la pétdida de su hijo, Es importante, pue: dan a las emociones y de patrones de comunicacién que hacen que se dé permiso a sus miembros para expresar s. mientos 0 no». Tolerar que los sentimientos se expre tamente ayudard a afrontar el duelo de manera mas El contexto de la rel para algunos la primera ocasién que lante de otros miembros de st cémo se sienten con respecto a la muerte del familiar 0 en relacién a los dems miembros familia. Como aquel marido que delante de su mu hablaba de sus sentimientos de impotencia y ab muerte de su hijo; él, que hasta entonces Se habia obligado a parentar fortaleza delante de su esposa, se manifestaba ahora como se sentéa, y la mujer le agradecia esta sinceridad, ani- mandole a que no tuviera reparos en mostrar su dolor, porque eso les ayudaria a ambos. 3. Las reacciones mais frecuentes Ya hemos visto en los pérrafos precedentes algunos ejemplos de reacciones del grupo familiar que favorecen un duelo adap. tativo. El ejemplo de la familia de Juana es uno de ellos. Recordémoslo de nuevo: los miembros de la familia en duelo se prestan mutuamente un beneficio inestimable cuando conceden permiso» para airear, sin obsesionarse, los senti- " Mientos que unos y otros albergan en su interior y cuando se abren al exterior, a otras personas ajenas a la familia, sin falsos udores ni vergtienza, siendo capaces de hablar del ser querido y de recordarlo con carifio, Esto no siempre es asi, por desgracia. Son frecuentes los casos en que se pone en practica una serie de maniobras psico- J6gicas dentro de! grupo familiar que desequilibran su convi. vencia y que prolongan y/o aumentan su sufrimiento. 4. Los hombres también Horan En muestra experiencia en relacién de ayuda a personas en duelo, comprobamos una demanda de apoyo y asesoramiento mucho mayor ~nueve de cada diez usuarios— por parte de las mujeres que por parte de los hombres, Estos sienten un gran Pudor para manifestar su dolor y para Morar delante de otras personas. Nuestra cultura todavia «sanciona» implicitamente estas conductas en los hombres. Se considera que manifestar es0s sentimientos 0 hablar de «cémo esti uno por dentro» por causa de un trauma, refleja «blandura> de cariicter. Muchos varones piensan: «Eso es cosa Ye mujeres». Probablemente, més por influencia cultural que por otra causa, las mujeres tienden a hablar de como se sienten, mien. tras que en los hombres son mas frecuentes reacciones «hacia fuera». Los hay que se entregan a una actividad o a distraccio. Hes absorbentes, y los hay que recurren al alcohol 0 a otro tipo de drogas. Y, sin embargo, sabemos del «calvario» intimo de muchos hombres que, incluso animando a la esposa a que acuda al 6 — gmupo de autoayuda. no son capaces de taspasar a barrera de los prejuicios y viven un proceso doloroso que perjudica seria mente su equilibrio psiquico. Los hombres debemos comprender que en momentos de gran sufrimiento puede ser de gran utilidad mostrar nuestra vul nerabilidad y nuestro sentimiento de desamparo. Esta actitud offece a los demés una imagen mais equilibrada v acorde con la realidad. Ademés, la presencia de los hombres en los encuen- {tos de ayuda o en los grupos de autoayuda resulta muy bene ficiosa para el resto de patticipantes. Recuerdo momentos en gue las lagrimas a duras penas contenidas, o el desconsuelo y {a pena mostrados en piblico por algunos hombres presentes en {a reunion, eran acogidos por los demas con muestras de since- ‘a empatia y comprension; y recuerdo también como les ani- maban a seguir contribuyendo al trabajo y al beneficio de todo el grupo. Creo sinceramente que los hombres pueden aportar mucho al equilibrio de ta familia en duelo si logran liberarse de intiti- les pudotes y muestran sus vivencias emotivas, cuando esto contribuye positivamente al bien del niicleo reciben y comprenden con empatia las viven yio esposas. . El enfado mal dirigido Ya he tratado en otra parte de este cuaderno el tema del enfado y to importante que es la manera de controlarlo, Después de una muerte, puede surgir en las familias la necesidad de buscar un chivo expiatorio, Se trata de una manera poco eficaz de con- {rolar el enfado y la ira, desplazsindolos a otra u otras personas de la familia, A veces. este rol de chivo expiatorio lo impone todo un subgrupo familiar a otro. La ayuda, en estos casos, ha de ir dirigida a clarificar las distintas interacciones entre los miembros del grupo familiar y las consecuencias que dichos Comportamientos estén teniendo en los demas. con ion de La entrevista que sigue es un fragmento de un una madre y dos hijos que est {gran suftimiento por la muerte de un nieto y sobrino (respec- livamente) de 23 afios de edad. La abuela, Celia, tiene 66 ailos y es madre de José Andrés y de Lidia. Viven tna situa- cidn de fuerte tensi6n y angustia. La madre del difunto les rechaza y les agrede psicoldgicamente, culpandoles «por no estar deprimidos» como ella y sus otros dos hijos, que viven completamente aistados del mundo‘exterior, sin querer seguir ningtin tratamiento médico ni psicologico. Este es el tercer encuentro que mantiene el escucha con los tes. Tsabel visité hace unos dias a su hermana y sobrinos. encontrarse triste y deprimida después de esa visita. Celi Por su parte, se muestra triste y llora frecuentemente. José Andrés, con gesto preacupado, trata de ser amable con su madre y con su hermana. Escucua (dirigiéndose a Lidia): Esa visita a tu hermana te ha «tevuelto» todo de nuevo. : Si, claro, Mi hermana no hablé nada. Estuve hablando con mi sobrino el mayor... Eso de que tu propia hermana no te quiera... Ademas, mi sobrino el pequeiio se mostré muy. violento conmigo. En un momento determinado, pegs una patada a mi bolso que habia dejado en el suelo... Y mi her- Mana... como si tuviera motivos para estar enfadada con nosotros Escucita: Lo comprendo. No te resulta ficil separar la agresi- vidad de tu hermana y sobrino de ti, de vosotros. Sabes que no estéis haciéndoles ningtin mal. EUlos estan sintiendo gran ira y agresividad por la muerte de su hijo y hermano. Ellos dirigen esa ira contra vosotros, los que tienen cerca, Livia: Yo no es que me lo tome como agresion personal, sino que, si estin en ese plan, {qué sentido tiene ir a verles ni nada? Pero, claro, si decides no ir mds por su casa, piensas: «ellos estén allt... estén mal, viviendo unos sentimientos tan erréneos y enfermizos: pienso que van a peor, enton- ces...» Es como un cancer. Escucia: Quisieras ayudarles, pero ellos no quieren dejarse ayudar; y no sélo eso, sino que cada visita constituye una dura prueba para ti —B— Lipia: Claro, Luego la llamé al cabo de una semana. No estaba en casa, pero le dejé un mensaje diciéndole que «estdbamos ‘>, por si nos necesita. Pero ella no llama nunca, EscUCHA: Su actitud y sus reacciones te crean desaz6n e impo- tencia: {emo poder ayudarles en su situacién?; qué sera de ellos si siguen con esta amargura sin aceptar la ayuda de nadie? Lipra: Yo veo a mi hermana muy mal. No quiere saber nada de iquiatras. Se mete con nosotros porque hacemos nuestra A mi madre también la ridiculiza diciendo: «Si, ahora mama va mucho a la iglesia...» Escucua: Sabéis que sus reacciones contra vosotros proceden de su amargura por haber perdido a su hijo. Aunque lo sabéis, no es agradable escuchar todo eso. Por otra parte, os encontriis impotentes para ayudarles. Jost: ANDRES: Nos hemos repartido las Llamadas. Una semana lama Lidia, y la otra yo, Me toca a mi llamar esta semana, y estoy verdaderamente angustiado. Trato de no persona Zar sus ataques, pero estoy pensando cortar y no Hamarla mids, porque esto me est afectando mas de lo que pensaba. Escucua: {Por qué os sentfs obligados a llamaria? Jost ANDRES: Quiza porque, viendo cémo estan, si nos desco- ectamos, va a ser peor, Ceuta: Porgue le puede pasar algo, ;n0? José ANDRES: (dirigiéndose a su madre} Ti, mami, sf Livia: Ti si te sientes culpable. mama: yo no: yo me siento fas- tidiada de ver que ella esté tan mai y de que no puedo hacer ada por ayudarla, Cetia: Yo hace meses que no la llamo: ya nada: es como si la tavicra miedo... Es como si hubiera perdido a mi hija. Escucua: Comprendo que se sienta usted muy mal, Celia, Pero Quizd tiene usted Ia posibilidad de tomarselo de otra mane 8; podria pensar que su hija est pasando por una prueba muy amarga; que no es tanto que les rechace a ustedes, sino que es su manera en estos momentos de volcar su desespe- racién. CeLia; Yo la quiero a pesar de eso. Sabe que puede contar con- migo. Y luego, al ver a éstos (serfalando a José Andrés y a -79 Lidia), que hacen su vida. que rien, salen, ete., pienso que en aquella casa, tengo a esa hija moribunda y que no puedo hacer nada, pues és0s son los encontronazos que tenemos entre nosotros trés. Escucua: {Cree usted no tener derecho a salir con sus hijos. con su nieta, a pasear... porque siente la tristeza por la otra hija? Cia: Cuando vamos de paseo con la nifiita (Ja hija de José Andrés), le digo a éste: «Fijate, si estuviera tu hermana: con Jo que le gustaba su sobrina...» José ANDRES: No puede desconectar. Ceti: Sin embargo, ésta no me deja que diga cosas asf, o que miente a su hermana. Livia: No, no es asi. Lo que pasa es que yo intento frenar a mi madre, porque si no, no vivimos... Yo también he sufrido por la muerte de mi sobrino. Pero que mi madre esté cada dos por tres: «es que no me to puedo quitar de la cabeza: qué horror, veo su carita en el hospital, la cama...» Yo creo que es como hurgar en una herida. ¥ le digo a mi madre: «mama, comprendo que te tengas que desahogar, pero :ti sabes el dolor que me produce a mi t insistencia en esos detalles? Me parece bien que recuerdes a Javier cuando estaba vivo, que te acuerdes de que hacia esto y lo otro; pero que te acuerdes de los momentos mas dramiiticos, mas dolorosos, y me lo estés recordando todo el dfa, eso me hace polvo». Jose ANDRES: Te esté costando, mami., El problema es que ya son muchas cosas por las que mi madre ha suftido en la vida, Pero esto de la muerte de'mi sobrino y la reaccicn de mi hermana, no puede con ello todavia Escucka: Veo que comprendéis a vuestra madre. Ha luchado mucho en la vida (Celia tiene otro hijo, enfermo mental, que vive con ella. A su marido to cuidé durante mucho tiempo. Dirigiéndose a Celia): ;Recuerda, Celia, cémo el otro dia, en Ja reuni6n de grupo de autoayuda, trabajamos ese tema de los recuerdos? Lo que acaba de decirle Lidia coincide plenamente con lo que deciamos en el grupo: de nada nos sirve rememorar los detalles més dolorosos o dramaticos de ~ 30 — la muerte de un ser querido. Merece la pena tratar de elimi- narlos y sustituirlos por un recuerdo afectuoso de momen- ‘08 positivos vividos con el ser querido. Lipia: (Lo ves, mamd? Pero, claro, si le digo que cambie de conversacién, me trata de mala hija Escuctta: ;No cree, Celia, que, cuando le dice eso a Lidia, esté reaccionando igual que su otra hija? CLA: Ultimamente, Lidia no quiere nombrar para nada a mi otra hija y a Javier. TSaBeL: Eso no es verdad, mamé; eso no es verdad para nada, Escucua: Ambas le recorddis, pero de distinta manera: usted, Celia, de una forma que la atormenta y que esta influyendo en la relacién entre ustedes. Y tt, Lidia, y ti, José Andrés, aunque os dolié la muerte de vuestro sobrino, ésa no es raz6n para no seguir viviendo y disfrutando con el dia a dia. Os gustaria que vuestra madre consiguiera verlo asi y que recordara al nieto de forma que no la hiciera daiio. sino que la produjera paz. Este didlogo muestra e6tho ef encuentro de relacién de ayuda propicia un mejor autoconocimiento de cada una de las tes personas presentes respecto a su vivencia de la muerte del Joven, asi como de las consecuencias que dichas vivencias estan teniendo para la relacién entre los tres. El escucha facili. {a Is expresién clara y directa de sentimientos entre ellos y re- calca los esfuerzos que hacen por adaptarse a la situacién. Por medio de la empatfa, muestra la comprensiGn hacia cada uno de los participantes, resaltando las estrategias adaptativas de dos hijos y comprendiendo para encontrar teacciones positivas. La acogida y comprensién, la clarificacion de actitudes y conductas. con ausencia de todo jui- cio 0 calificacién de conductas por parte del escucha, hac. tribuido a diluir el clima de enfrentamiento y enfado entre los ites que en los uiltimos dias habia imperado. Finalmente, se les ha ayudado a clarificar su telacién con la madre del joven y sus dos hijos y a aceptar los timites que éstos imponen a la ayuda gue se les offece, 31 6. La muerte de un hijo Perder a un hijo es una experiencia terrible. Parte el alma. Desgarra por dentro. Al hablar de lo que sienten, los padres uti- lizan expresiones muy elocuentes: «Ahora somos media fami- lia»: «es como si me hubiesen cortado una pierna»; «siento un gran peso y una opresién aqué en el pecho»; «era la alegria de {a casa, y ahora no hago mis que Horar cuando veo su habita- cién vacia» En nuestra experiencia de acompaftamiento a padres en duelo. constatamos algunas reacciones y vivencias que se repi- ten: las madres, por lo general, parecen sentirse obligadas a ser «clas fuertes» de la familia y a constituirse en punto de unién y apoyo de todos. Recuerdo a una mujer de nuestro grupo que decia: «Si yo fallo... La madre tiene que “tirar” adelante»; y todas las mujeres presentes en el grupo asentfan ante esta afirmacién, Sin embargo, tengo la impresién de que esto es a veces una pesada carga para las madres, sobre todo para aquellas cuyo esfuerzo por aparentar entereza y presencia de énimo dista mu- cho de corresponderse con su auténtico estado animico. Esto supone para ellas un enorme gasto psicol6gico. Las razones que aducen para este comportamiemto son las de no hacer daiio 4 otros miembros de la familia, sobre todo a los hijos jovenes. Puede que sea cierto, pero lo que si se consigue con ese «juego de las apariencias» es que cada miembro de la familia viva su propio drama en solitario y que se prive a la gente joven de ver a la madre tal como La muerte de un hijo, sobre todo si es joven y muere de forma trégica (un accidente, un suicidio...) lleva a muchos padres a experimentar fuertes sentimientos de culpa, porque la muerte del hijo les cuestiona su competencia como padres, dado que conservar la salud y la seguridad de los hijos forma parte del rol de los padres. Cuando estos sentimientos de incompetencia se expresan en el grupo, hay que ayudar a dichas Personas a reconciliarse con su pasado como padres. Un padre ¥ una madre cuyo hijo se habia suicidado estuvieron muchos ‘meses atormentandose diciéndose: «Qué habremos hecho mal —s— ara que nuestro hijo hiciera eso? Hemos sido unos malos Padres». Poco a poco, fueron recuperando su paz interior a, medida que se impuso en ellos, con la ayuda del grupo, la cond-—~_ vicci6n sincera y real de que en realidad habian sido unos ~ adres ejemplares, responsables y carfiosos con su hijo. Finalmente, quiero afiadir un par de reflexiones a propésito el duelo por un hijo: la reaccién de tos hermanos y el manejo de las posesiones y objetos que pertenecian al difunto. Es importante atender al hermano o hermanos, ya que de lo contrario se corre el peligro de que adopten actitudes y con- ductas desadaptativas. Las familias muy unidas, cuyos padres ofrecen una educacién franca y abierta a los hijos acerca de todas las realidades de la vida, tienen mayores posibilidades de afrontar de manera serena y equilibrada la terrible realidad de la pérdida de un miembro joven de la familia GY qué decir de los nifios? ;Puede un nifio efaborar el duelo? {Como ayudarle a afrontar la muerte de un hermano? Hay que decir, ante todo, que no existen normas universales Dependera del momento evolutivo de los nifios. Lo que quizé se puede decir, con W. Worden, es que «los nifios elaboran el duelo; lo que hace falta es encontrar un modelo de duelo que encaje con ellos, en vez de imponer un modelo aduito»’. Por otra parte, es normal que se den reacciones de «celos», dado que los padres estardn, al menos durante un tiempo, recor. dando y mentando al fallecido. Dichos celos pueden tener expresién en forma de enfado hacia el hermano desaparecido, Creo que no hay que atormentarse ante estas reacciones, Al contrario, estas reacciones de los hermanos pueden ser aprove- chadas por los padres, con la ayuda y Ia orientacidn adecuadas, como una ocasién para invertir sus energfas en seguir viviendo y educando a sus hijos, En cuanto al manejo de los objetos y recuerdos del hijo, aparte de otros significados de los que podria hablarse, estamos de acuerdo con W. Worden en que «para muchos padres que han perdido hijos. la realidad de la pérdida es una lucha entre la creencia y la no creencia; Por una parte, saben que su hijo se id, p. 170, ha ido: por otra, no quieren creerlo. Tratar con las posesiones de su hijo es muchas veces un reflejo de esta lucha»', En nues- tras reuniones de grupo sometemos estas cuestiones a la consi- deraci6n de todos. Los diversos testimonios de los presentes ayudan a enfocar el tema desde otros puntos de vista, Recuerdo a una madre que, después cle dos afios del fallecimiento de su hija, se resistia a cambiar nada de la habitacién que habia ocu- ado. Otra persona, un padre en este caso, no permitid durante “—~j meses que nadie se sentara en I& silla que solia ocupar su hijo. Sacar a colacién en el grupo el tema de cémo estén actuan- do con respecto a los recuerdos y objetos del hijo no tiene la finalidad de dar consejos ni establecer qué es «lo sano» o «lo insano». De lo que se trata es de que las personas sean cons- Cientes del significado que estén teniendo en su proceso de duelo estas conductas, y si les ayuda o no en la recuperacion de su equilibrio personal y social 7. La ayuda de los ami Recuerdo muy bien las primeras palabras que Visi pronuncié en el grupo: «Estamos conectados con el movil». Al preguntarle Yo que queria decir con eso, respondid que todos los amigos de su hijo, que habia fallecido a la edad de 24 afios, estaban en contacto casi continuo con ella y con su marido. Los dos salfan con esos jovenes alguna vez, y varios de ellos seguian traba- Jando en la empresa que h: Pandilla de amigos de su especie de paraguas protect ia fundado su hijo. Es como si la ijo se hubiera constituido en una para los desolados padres, Los amigos, sobre todo jévenes, jo 0 hermano do constituyen en ocasiones ejemplos admirables de 5 dad y un apoyo social muy firme para los padres. Estas reacciones dle los amigos del difunto pueden ser apro- vechadas por el asesor 0 escucha para devolvérselos a los Padres. ofreciéndoles la oportunidad de que «tomen ejemplo» de la forma de enfrentar la muerte que muchos jdvenes —tam- 4 Bid, p- 168, 34 — bien hermanos del fallecido- muestran, Hay padres que, ence- rrados en su dolor, interpretan como falta de deticadeza, can. do no falta de sensibilidad hacia el hermano o amigo muerto, los deseos de vivir y gozar que manifiestan, Cuando, en una de las tltimas sesiones de un grupo de auto- ‘uda, invitébamos a una madre a considerar de maneta no defensiva los reproches que le hacia su hija por estar siempre {iste 0 Horosa, dicha madre cafa en la cuenta de que su hija la Podfa ayudar mucho a salir de su postracién y a afrontar ~y gozar— la vida. ;Por qué no ver la aparente despreocupacién superficialidad de un hijo 0 de los amigos como un admirable ejemplo de lucha por superar el trauma y vivir la vidi? He escrito mas arriba que «los hombres también Horan», y hay que decir algo que parece obvio. y es que los jovenes tam- bién Horan. Quiero reproducir aqui algunos fragmentos de una Poesia escrita por una compatiera de universidad de Alvaro, muerto trigicamente, «jDénde?, pregunto al viento, iDénde?, pregunto al alba, alas noches sin luna ya las mds estrelladas, iY nadie me responde! El silencio me apiasta, Y pregunto a mi vida, Y tn suspiro se escapa respuesta que nadie sab ni la Juna, ni el alba! éQuién me cura esta pena ue me desgarra el alma? Y todo sigue mudo ‘cuando mi voz te llama. (..) Hemos de acertar a aprovechar el calor y la amistad de los amigos, de forma que sirvan a la familia de apoyo y como ejemplo de superacién, utilizando en las sesiones de grupo algunos de sus escrites, como la poesi finali ~35— ) Siento que tu presencia, nueva, resucitad: de paz y de sosiego inunda nuestra casa, iEsta es la “Buena Noticia” que me ha alegrado el alma, Porque esto es lo que sav. Ya no pregunto ya no pregunto al alba, nia las noches oscuras, nia las de luna clara! Gracias le doy al Padre por darme “su Palabr: y es tan buena noti ‘que no puedo callar Maria Teresa tiene 24 atios: ha suftido muchos meses por la muerte de su querida hermana, y durante ese tiempo apenas salfa de casa, «Me he querido morir», nos decia. En una de las Ultimas sesiones de grupo, algunos bromeamos al salu- darla, porque sabfamos que habia estado de vacaciones con un grupo de amigos, diciéndole que cémo se lamaba el novio ¥ cosas parecidas... Luego, durante el intercambio, nos Comentaba que se habia divertido mucho y lo habia pasado «bomba»; habia conectado de nuevo con sus amigos. «He salido de mi hundimiento ~decia-. He vuelto a vivir» Hosa de TRABAJO Una de las tareas del du consiste en aprender a situar de otra manera en nuestra vida al ser querido que murié, sin idealizar- lo, cultivando el recuerdo lista de los momentos vividos en 0. de forma progresiva, nues- tros pensamientos ¢ imagenes sobre él: dindonos «licencia» exige cultivar la empatfa con aquellos miembros de nuestra familia que estin més abatidos o confundido En el poema que se reproduce en este capitulo, la amiga de Alvaro escribe: «Siento que tu presencia ‘nueva, resucitada, de paz y de sosiego inunda nuestra casa Cuestiones para la reflexién y el intercambio: Si alguien cercano a ti fallecid, ,has conseguido paz y sosie~ g0, elaborando una presencia nueva de la persona desapare- cida; una presencia de afecto, comprensién y equilibrio? {Tal vez necesitaste hacer las paces con esa persona por- que tu relaciGn con ella tuvo aspects que os causaron dolor a ambos? Te ayud, aunque te costara, hacer conscientes tus senti- mientos ambivalentes para con ella, asf como aceptar tanto sus cualidades como sus deficiencias, sin sentirte por ello culpable o indigno? Es posible que en este proceso hayas profundizado en To esencial de vuestra relacién, es decir, que esa persona fue para ti y para los tuyos -y vosotros lo fuisteis para ella alguien significativo. y que seguird siéndolo a través de la scherencia» que os dejé (el carifio, los buenos ejemplos, los esfuerzos y el interés por ti y los demas... a pesar de que a veces se equivocara), La afioranza y el anhelo de tener o recuperar a la perso- nna desaparecida ocupa en algunas personas todo su tiempo, de manera que no viven el presente y sienten que no tienen futuro alguno para sus vidas. Viven presas del pasado y de anhelos imposibles. Se precisa situar de un modo nuevo al ser querido en la vida; esto pasa, obviamente, por aceptar la ausencia fisica. 37~ «Aceptar> no significa dejar de sufrir, ni quiere decir tampoco que nuestra rebeldia frente al hecho de la muerte tenga que desaparecer. Aceptar que ya no existira mas esa presencia fisica ayudard a liberar energias para afrontar la vida y para incorporar una presencia nueva, una presencia \etior, en el corazdn y en el recuerdo. (Puede ser algo de esto lo que la amiga de Alvaro expresa en su poema? Si td, lector, has sufrido alguna pérdida cer- ina, Ze6mo te has manejado con la ausencia y con los recuerdos? ; Tal vez has ido evolucionando hasta «resituar» ‘a persona en tu experiencia vital y psicoldgica ;Qué o quignes te han ayudado en ese proceso? {Qué has descu- bierto de ti mismo/a? {Qué valores sobre la vida y las per- sonas has incorporado a tu acervo personal a partir de las pérdidas suftidas? ; Qué «poso» han dejado en ti: amargura, resentimiento, una visién mds realista de la vida, paz y sere nidad, un conocimiento mas certero de ti mismo, un creci miento de tu autoestima? ;Tal ves has aprendido cosas sobre tt manera de relacionarte con personas significativas, al reelaborar tus recuerdos de la convivencia con tu ser que- ido? Si pudieras volver al tiempo vivido en su compaifa, {qué no harfas y qué repetirias? {Crees que tus respuestas a estas cuestiones pueden. servirte de ayuda, aplicdndolas a tus relaciones con otras personas en la actualidad'o en el futuro? TEMA 7 El Dios solidario «La gente desea que hho que la soporten con resignacion paciente. EL querer a muchas personas espontaneamente 5, tal vez, la mayor fuente de felicidad personal sJestis se eché a lloran Los juudtos entonces decian: “Mirad cémo le queria” » Jn 11,35-36) 1. Introduecién —_ Las dos citas que encabezan este capitulo nos sitéan frente a dos cuestiones que me parecen fundamentales al hablar, desde la fe cristiana, acerca del dolor y de la muerte. Una es: qué luz proyecta Cristo (su vida y su muerte) sobre el mundo con res- pecto al sufrimiento y la muerte: y la otra: cudles son los aspec- tos de la relacién de ayuda que iluminan algunos pasajes esco- gidos de los evangelios. No es {cil escuchar, mai ails del dolor y de la muerte, la Bucna Nueva de! Evangelio: «yo he venido para que tengan vi- da y la tengan en abundancia» (Jn 10,10). El dolor por la ausen- cia definitiva de aquellos que amamos nos puede sumir en el desconsuelo, pero también en la amargura y el resentimiento contra todo y contra todos. Otras veces, hay creyentes que adoptan una actitud de resignacién pasiva y, como si temieran incomodar con su rebeldfa, muestran su sumisién a Dios, a quien atribuyen Ia decisién de Mevarse al ser querido, con frases como «El sabra por qué lo ha hecho»: «Si El lo ha querido...». . LB. Russe. iano es un Dios que ama (est de parte de) la vida, como leemos en el libro de la Sabiduria (11,26). Pero Jestis, que es la imagen (encamacién) definitiva que tenemos de Dios, afronta el sufrimiento y la muerte —no sin temor y «aebeldia»— con amor, 0 como consecuencia del amor a los hombres. La fe cristiana no es sélo un consuelo en Ia afliccién, Considerarla asi seria empobrecerla. El mensaje cristiano es un proyecto de vida. Dios no es el Todopoderoso que nos salva desde el poder, sino el Amor que nos salva desde la solidaridad. Y Este es el proyecto de vida que se nos propone a los.creyen- tes. Un proyecto que no es un tratado tedrico, sino que tiene un modelo: Jess, Los creyentes hemos de hacer un esfuerzo de conversién que significa también cambiar de mentalidad en lo que respec- ta al dolor. Acudiendo a los evangelios, hemos de ver cusl es el Dios de Jesucristo, cual es el Dios en quien hemos de creer. No se nos llama a creer y esperar en un Dios que nos salva de la enfermedad, del dolor y de la muerte... evitandolos. Dios no nos salva con su poder, sino con su amor. Desde esta auténtica fe en Dios, el dolor y Ja muerte, que de por si no son algo bueno, pueden cobrar un sentido, Con palabras de Viktor Frankl: «El sentido de la vida es de tipo incondicional, ya que comprende incluso el sentido del posible sufrimiento» 2. Preguntas sin respuesta encontrado, en su madurez, el amor de su vida. n hombre extraordinario ~nos decfa-: carifioso, atento, optimista; junto a él vivi feliz. Soy ereyente y le digo a Dios “(Por qué me has hecho esto?”, y no encuentro respuesta, Mi fe se tambalea a veces, Estoy confundiday. Todos conocemos a creyentes que, como Caty, se hacen la misma pregunta: «;Por qué?». Y, como Job, prototipo biblico del hombre dotiente, se rebelan, protestan y se desahogan bus- 2. V. Fraskt, Et sca de sentido, Herder, Barcelona 1984, p. —9— cando un interlocutor que recoja sus preguntas por el sentido de lo que les esta pasando. No es ajena a la Biblia esta reaccién de protesta ante el sufrimiento, En los Salmos hay miiltiples ejemplos. El mismo Jestis reacciona, ante la conciencia de su muerte inminente, con angustia y con stiplicas al Padre para que aparte de él ese céliz (Mt 26,396). Pero «la actitud de Jestis en su angustia no propone una resignaci6n pasiva o una via tinica de salida: la curacién, la desaparicién de la fuente de angustia, de la amenaza de muer- te, Tampoco una respuesta aclaratoria por parte de Dios, el cual ‘guarda silencio»’ Y, siguiendo nuestra busqueda de tuz en el misterio del dolor, ;qué vemos en Jestis?; ;cudl es su actitud, su reacci su conducta? ‘Ante el sufrimiento tiltimo, ante ta noche de la fe, donde los sen ‘imientos de abandono y el dolor se imponen, la tentacién y angustia no pueden ser superadas si no es con la decisién de se haga lo que vo quiero, sino (Mc 14,36). No se trata de u onsable ante la imposibilided de un re or totalmente des- rendido de si. El Misterio de la muerte de Jestis es leido, ento ces, como misterio de la fdelidad dle un hombre que se mantie siempre en una relacién auténtica con Dios»! La fe es, pues, una fe que libera, una fe que, como escribii recientemente J.C. Bermejo, «implica liberatse de la re dad que pide sacri ) obediencias infantiles, suftimientos ofrecidos y culpabilidades morbosas». Lamentarse e interrogar a Dios en el dolor del duelo es mos- trarse no sdlo como «un cuerpo sufriente, sino también como un cuerpo dialogante. Mientras hay amentacidn, hay también una forma de confianza en Dios, hay esperanza de vivir» C. Beaweso, Bt en Barcelona 1994, p. 35, id. p35, Wid, 9-36. a1 Sy EI Dios de Jesucristo se nos muestra, por tanto, como un Dios cercano, un Dios que pasa por los avatares de la vida por los que pasamos los hombres, incluidos el suftimiento y la muerte, Un Dios solidario con el suitimiento humano, que padece la humilacién y 1a injusticia en el Hijo crucificado. Un Dios que se com-padece (padece con) de los hombres. De lo dicho se desprende que el dolor por la pérdida no puede dejar indiferente al cristiano. Al contrario, debe ser un acicute mayor para Ilenar de sentido su existencia y ser el micleo dinamizador de su labor de ayuda a la persona en duelo Pero ;cules son las claves evangélicas para esta ayuda y esta compasi6n para con el que sufre el dolor de la ausencia del ser querido? {Como se acerca Jestis a estas personas? 3. Acompafiamiento y clarificacién Jestis tuvo amigos, y con ellos estuvo —permitaseme la expre- sién coloquial— «a las duras y a las maduras», Compartié sus alegrias y sus penas, sus momentos de felicidad y sus momen- tos de dolor. Fue comprensivo y realista en los momentos de fidelidad y de «adhesin inquebrantable» a su persona: y estu- vo cercano en sus momentos de duda y desaliento*. Pero hay dos pasajes que, a mi modo de ver, reflejan el talante y la conducta de Jestis en Ia situacién de duelo: ei de la n de Lazaro (Jn 11,1-44) y el de los discipulos de Ematis (Le 24, 13-35). En el pasaje de la resurreccién de Lazaro, Jestis la Vida— se acerca a la muerte. gro que realiza con su amigo hay gue leerlo, como los demas milagros, en clave evangélica; es decir, se trata de una sefial, un signo del reino de Dios ya pre- sente. Y al acompafiar en el duelo a Marta y a Marfa, hermanas de Lazaro, Jestis da muestras del carifio, compartiendo su dotor por la pérdida: «Jestis era muy amigo de Marta, de su hermana y de Lazaro» (11,5); «al ver llorar a Marfa y a los gue la acom- pafaban, Jestis se reprimié con una sacudida» (11,33); estis se eché a Horar. Los judfos comentaban: “Mirad cuanto le que- ria» (11,35-36). El acompafiamiento a las personas en duelo no puede hacer- se sin compasién, Una compasién que est muy lejos de ser la que tefleja a veces la expresién «pobrecito», dicha desde la lejania del que no se implica emotivamente ni vibra con el do- lor ajeno, y que suena a paternalismo y a autosuficiencia. La compasién evangélica pone calor humano, amistad y simpatia en la relacién de ayuda al que esté sufriendo el dolor de la ausencia del ser querido, La relacin de ayuda al doliente es un «bajar al pozo»’ de la persona que vive en el desconcierto y la confusién para, desde ahi, acompafiar profesional y amistosa- mente, en un camino de clarificacién costoso y a veces largo, pero revitalizador y sanante. El pasaje de los discipulos de Emauis' describe una auténti- ca situacién de duel, Aquellos discfpulos estaban viviendo la incredulidad, el desconcierto y el dolor de la ausencia de Jestis. Pangrazzi describe este pasaje como un itinerario biblico y pastoral (el viaje de Jerusalén a la aldea de Ematis) que simbo- liza la pérdida y la recuperacién de la esperanza. Este recorri- do biblico ilustra aspectos de la relaci6n de ayuda que permiten que el encuentro con Ja persona en dificultad sea mas signifi- cativo desde el punto de vista humano y espiritu El «escucha» (0 asesor, o consejero) ha de estar convenien- temente preparado y dispuesto para ayudar a clarificar todos aquellos aspectos que vive la persona en duelo, incluidos los espirituales y religiosos. En este sentido, los parrafos que siguen pueden adquirir para ellos un caricter formativo-didéctico. Adaptando a la relacién de ayuda en el duelo la reflexion que hace Pangrazzi, los aspectos a tener en cuenta por el acom- Pafiante serian los siguientes: Ci. .C, Beno y A. Mareinez, Rel Sal Terre. Santander 1998, pp 8. Ea los pirrafos que a) Tomar la iniciativa, ofrecer la ayuda: «Mientras ellos conversaban y discutian, el mismo Jestis se acercd y siguié con ellos». . Esta iniciativa de Jestis se transforma en «oportunidad de curaci6n». Jestis, médico de cuerpos y de almas, atiende tam- bién a las necesidades internas (psicolégicas y espirituales) de Ja gente. No hay posibilidad de relacién, de acompaiiamiento y de ayuda sin ofrecerlos al que pueda necesitarlos. b) Interesarse, pero no interrogar: «El les dijo: “;De qué discutéais por el camino? Jestis percibirfa en los rostros y en el tono de su conversa- cidn la pena y la confusién que les embargaban por la muerte del Maestro. El escucha utiliza las preguntas con moderacién. Un encuentro de ayuda o una sesidn de grupo de autoayuda no puede convertirse en un interrogatorio. Es encuentro de perso- nna a persona, Como dice Pangrazzi: «Cuando las preguntas estén en sin- ~~~ yonia y tratan de comprender el mundo interior de las personas, ‘se vuelven ocasisn para una escucha més profunda y permiten a los ayudados narrar su historia» y lo que esa historia les est suponiendo en sus vidas. ©) Dar vor al dolor: «Ellos se pararon con aire entristeci- do» y siguieron contando a Jestis 1os motivos de esa tristeza, expresando su perplejidad y su frustraci6n: «No- sotros esperdbamos que seria él el que iba a librar a Israel, y contindan narrando su estado de dnimo, mez- cla de pena, contrariedad, aprensién y desesperanza. Hasta ese momento, los discipulos no habfan reconocido a Jestis. Pero aquel desconocido se muestra abierto y disponible; ho les interrumpe su narracién, no juzga, no minimiza ni bana- liza su dolor, no cambia de tema, no da faciles consejos. Todas estas actitudes de Jestis son necesarias en la relacién de ayuda a personas en duelo. De esta manera, el escucha ofte- ce la oportunidad de que las personas den voz y nombre a sus 94 — sentimientos, ayuddndolas a integrar dichos semtimientos y a examinar las consecuencias que para su ajuste y adaptacién a la vida y a la convivencia estén teniendo tales sentimientos. Entendida y praticada asi, la escucha puede convertirse en un bien inestimable y en un valor decididamente terapéutico ) La conirontacién realista: «E! ies dijo: “j0h, insensaros y tardos de corazén para creer todo lo que dijeron los profetas! ;No era necesario que ef Cristo padeciera eso y entrara ast en su gloria?” » «Después de escucharles atentamente, Jess confror honestamente a los discipulos, porque su visién de la realidad es parcial: contempla la espera de la venida gloriosa del Mesfas, pero se olvida de la vivencia dolorosa de su pasién Aceptar la cara amarga de la vida no es ficil. Es compren- sible, por tanto, que a muchas personas se les haga muy cuesta arriba admitir, intelectual y sobre todo emocionalmente, que la muerte del ser querido se ha producido realmente. que no 10 volveremos a tener, A veces esto se convierte en una negacién que funciona como ‘un mecanismo de detensa muy fuerte fren- te a la angustia que produce el reconocer una determinada forma de muerte, por ejemplo el suicidio. Recuerdo a una mujer que durante ocho o diez sesiones de grupo estuvo presentindonos la muerte de su hije como un accidente de circulacién. Contaba detalles de cémo y dénde habfa ocurrido el hecho. A todos nos impact6 oirle decir un dia que, en realidad, su hijo se habia suicidado. Cuando aquella ‘mujer, a causa det clima protector y comprensivo del grupo, estuvo en condiciones de hacer frente a la realidad sin disfra- zarla, pudo verbalizar la verdad. y a partir de aquel momento pudo integrar también emocionalmente el hecho en su vida. Con personas creyentes, «a confrontacién tiene como obje- tivo abrir la mente y el corazdn a la verdad y ampliar el hori- zonte de la propia perspectiva para acoger el designio de Dios, que salva al hombre a través de la suprema prueba del don total de sf. ¥ el designio de Dios no es que suframos, Decirle a una persona: «Dios se Io ha llevado» no es cristiano; es mas, puede ser interpretado por el creyente como crueldad 0 arbitrariedad 95 de un Dios que jugarfa con nuestra capacidad de aguante sacrificio La Pascua (que significa paso de la muerte a la vida) de Cristo es anuncio, prefiguracin, adelanto de nuestra propia pascua. Pero es el Crucificado. no la cruz en sf, el que es Resurreccién y Vida para el creyente, Quiz pensamos sobre todo en la resurreccién futura («Ya sé que mi hermano resuci- tard en la resurreccién del tiltimo dfa», contesta Marta a Jestis) y olvidamos que, como toda realidad tiltima en la que creemos los ctistianos, la resurreccién puede (debe) realizarse ya aqui en este mundo como anuncio, como sefial o signo, como prefi- guracién de la verdad uiltima y definitiva. ‘Vemos esas pequefias (;0 no tan pequeiias?) resurrecciones en muchas personas que, después de una reflexin clarificado- ra de su fe, van adquiriendo espacios de vida y esperanza alli donde el dolor habia dejado huellas de oscuridad, de falta de * —_piorizontes para seguir viviendo, de preguntas y reproches. «<{Por qué Dios nos ha hecho esto a nosotros? ~se pregunta- ba el padre de un joven muerto en accidente~; con la gente malvada que hay por abi..: si mi hijo era un chico que no habja hecho mal a nadie...; si nosotros somos creyentes...» El testimonio de otra persona, en este caso una mujer, es esclarecedor de esa transformacién operada desde la fe en un Dios que nos lama a la vida. En una de las tiltimas sesiones de grupo confesaba: «Yo ahora soy otra persona; me ha cos- tado aceptar que la decisién de mi hijo de quitarse la vida es uun misterio de st mente enferma; que no he adelantado nada Preguntandome todos estos meses :por qué? Ya no dirijo a Dios mis reproches; ahora le doy gracias por la oportunidad que tuvimos mi marido y yo de quererlo en vida y de preo- cupamnos por él lo mejor qt pudimos y supimos. En la carta que nos dejé nos decéa cudnto nos queria y que éramos los ‘mejores padres del mundo. Yo me quedo con esto. Ahora ya Soy capaz, poco a poco, de distrutar de la vida. Esta maiiana fu \das y distruté comprindome un vestido y algunas xis. Mi marido y yo ya hablamos serenamente de 6mo nos sentimos; recoriamios con pena pero con paz a huestro hijo y nos ocupamos de la educacién de nuestra hija» cosas 96 — Por otra parte, Dios no pide al escucha creyente que lo defienda (Dios no necesita que lo defendamos) de los reproches 2 acusaciones, sino que permanezca al lado del que sufre. Tampoco podemos recurrir a las respuestas simplistas que pue- den contribuir a perpetuar una fe inmadura, diciendo por ejem- plo: «No se preocupe usted; piense que se encontrari en la otra vida con su marido tal como él era». La mujer que habia reci- bido este mensaje de un sacerdote no queria vivir, queria morir cuanto antes para reunirse con su marido. Una torpe interpreta- cin de una verdad fundamental de su fe estaba creando muer- te, no vida, en aquella mujer. ~ Como dice Pangrazzi: (el escucha) «ha de ser vonsciente de que (en muchas personas) la estacién de dolor tiene necesidad de tiempo antes de que se transforme en estacién de crecimicn- to y esperanza, Por eso acoge el camino de la confusion yel desconcierto como pasaje obligado para la consecucién de la paz interior» ©) La iluminaci6n; «¥, empezando por Moisés y continuan- do por todos los profetas, les explicé lo que habia sobre len todas las Escrituras»

Vous aimerez peut-être aussi