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Dinamicas de guerra y Sec de paz Da cl la Comuna 13 de Medellin ow Me ate Ue Ma kL ia Dindmlcas de guerra y construccién de paz Estudio intordisciplinario del conficto armado en la Comuna 13 de Medellin ISBN; 978-958-97830-9-2 Primera edicion, agosto 2008 Editores: © Pablo Emilio Angarita C © Héctor Gallo © Blanca Inés Jiménez Zuluaga Autoros © Pablo Emilio Angarita Canas © Blanca Inés Jiménez Zuluaga © Héctor Gallo © Clara Ino Atohortta Arredondo © Hernando Leén Londofio Berrio Gonzalo Medina Pérez © Luz Amparo Sanchez © Luz Dary Ruiz Botero © Mario Elkin Ramirez Ortiz © Grupo Interdisciplinario @ Interinstitucional de Investigacién sobre Conflctos y Violencias © Universidad de Antioquia - INER © Universidad de Medellin © Corporacion Region © Instituto Popular de Capacitacion, IPC conflicts @iner.udea.edu.co Corrector de texto e indizacién: Juan Fernando Saldarriaga Restrepo Fotografias de la cubierta y dentro del libro: Jesus Abad Colorado, tomadas en la Comuna 13 en el afio 2002. Las personas que aparecen en las fotografias de Jests Abad Colorado no tienen que ver con las entrevistadas para esta investigacion. Diagramacién @ impresion LL. Vieco @ Hijas Ltda. Carrera 50E No.10sur-165 PBX: 2559610 Impreso y hecho en Colombia / Printed and made in Colombia Prohibida la reproduccién total o parcial, por cualquier medio 0 con ‘cualquier propésito, sin autorizacion escrita de los editores. 5 Guerra, familia y subjetividad La relacién guerra, vida familiar y subjetividad es un tema escasamente tratado por las ciencias sociales. De ahi que sea de particular interés analizar dicha relacin en el contexto del conflicto armado de la Comuna 13. Dos clementos cardinales se tendrén en cuenta en este andlisis: la singularidad de la percepcién del testigo y la variedad del testimonio. Estos dos elemen- tos, en la medida en que son indagados a partir de la dialéctica del discurso de has personas entrevistadas, se inscriben en una légica retroactiva y se basan en las afecciones del recuerdo, cuestién que indica c6mo se entrelaza la subjetividad con un acontecimiento social y politico como el confflicto armado y, asi mismo, con las l6gicas de la vida familiar. Una manera de hacer captar al lector la Iégica que sigue el vinculo de la guerra con la subjetividad familiar, es mostrar c6mo se manifiesta, en 4ldiscurso de las personas entrevistadas, la articulacin de la palabra con los afectos de tristeza, angustia, miedo, rabia, pénico, terror, alegria, mal humor, ira, dolor y duelo. La implicacién de estos afectos en la percepciGn ¢el conticto, en la vida familiar y en las iniciativas de protecciGn, defensa, huiday elaboracién de lo sentido y pensado, se examina aqui siguiendo al Pie de la letra el discurso resultante de las entrevistas Y teniendo en cuenta 'na perspectiva subjetiva y social, no fisioldgica ni psicol6gica- as anotarse que se excluye de este anilisis eae e ae imos a las familias clasificindolas como disfuncionales, ord ‘i ° : cain de Ios genes humanos coloca en primer termino la contabilidady tension de | 187 | la segregacién y la masificaci6n, borrando su singularidad, la parte incom- parable. En lugar de acogernos a la nominacién disfuncional, se prefiere intentar comprender cémo se presenta la relacién dialéctica entre la guerra y la familia, cuando esta ultima resulta involucrada como elemento de oposicién o legitimacin de un orden opuesto a sus ideales y a las leyes, de una legalidad que ha sido puesta en vilo. En cuanto a las experiencias de sobresalto que promueve la guerra, se examinan en dos direcciones: el anilisis de las afecciones testimoniadas y un énfasis en el modo como éstas se relacionan con los acontecimientos. Cuando se dice afecciones, entiéndase por ello el aspecto de las emociones que suelen surgir como una conducta global codificada. Estas emociones no pasan por la mediacién del pensamiento, inciden sobre el modo de percibir los acontecimientos y nose ajustan a acuerdos colectivos, sino que, mis bien, se inscriben en una esfera de contagio. Dado que las emociones asociadas con la guerra no se ajustan al acontecimiento como tal, en consecuencia, no serd la magnitud de éste lo que defina su verdad, sino el discurso de los sujetos. No sobra, en este contexto, una aclaracién como la realizada, porque en la actualidad suele confundirse “cifra estadistica” con “verdad cientifica”, hecho que ha conducido a restarle valor a la palabra mientras no sea empleada en funcién de la medida. Lo que produce la guerra en el plano emocional es, sin duda, importante estudiarlo, pero no mediante la aplicaci6n de técni- cas cuantitativas destinadas a la descripcién de los efectos de lo sucedido, sino a través de un anilisis cualitativo del discurso de las personas entrevistadas, porque de este modo se Hlega al corazén de lo que implica la guerra en quie~ nes, de una u otra manera y por distintas circunstancias, se ven conducidas a participar de ella. La particularidad metodolégica de este andlisis podria enunciarse asi: cuan- do, en una investigaci6n, el andlisis del vinculo guerra-subjetividad-familia avanza hasta las paradojas que suelen surgir en el discurso de los sujetos, ¢s comin encontrar afectos cuyo valor de verdad se mide por el modo como puedan haber permeado el contexto social y famihar. En los testimonios hay expresiones que se enuncian con una profunda carga afectiva, que han lle- gado a codificarse como imperativos categ6ricos y su repercusin objetiva ¢S indiscutible, por las muertes que de ellos se deriva. Por ejemplo: “lo que n° sirve estorba”, “habia mucha cochinada de la que se debia limpiar el barrio”, | 188 | upjos lo perdona, pero el vecino no”, “no te queremos volver a ver por aqui”, gj Jo mataron es porque algo debia”, “el que nada debe, nada teme”, “habia ahi mucha cosa que no servia y la limpiaron”, entre otras. Lamanera como la familia se ve involucrada en el conflicto armado depen- de de los periodos por los que pasé dicho conflicto. Por ejemplo, cuando los mmilicianos eran hegemsnicos y tenian control del territorio, el orden que implantaron se extendi6 a la vida de pareja y a las relaciones familiares. Ellos censuraron las infidelidades conyugales, cuestionaron y castigaron a las mujeres infieles 0 a las que tenian como amante a un hombre casado; deigual forma, sancionaron la violencia familiar y conyugal, amonestando y castigando a los hombres maltratadores Para algunos pobladores, los agresores en el tiempo de Ia banda eran gente drogadicta a la que no le importaba chuzar a alguien; en el tiempo de las milicias, eran jévenes armados que no se detenfan para dispararle a quien no les cayera bien, y en el tiempo de los paramilitares y el Ejército, con sus operaciones militares, eran uniformados, igualmente armados y tan amenazantes como los demés, porque también agredian a quien les parecia sospechoso/a de ser miliciano. La socializacién y las sociabilidades de nifios y jévenes de ambos sexos también se vieron afectadas, debido a los procesos de cooptacin y uti- lizacién de los j6venes para la guerra, a las rivalidades entre ellos por las mujeres 0 por bienes suntuarios, y por la atraccién que les ha producido toda la simbologia y parafernalia militar En la fase de agudizacin del conflicto armado, las implicaciones mayores estin asociadas con amenazas © pérdidas de la vida, la vivienda, Ia trangui- lidad, el deterioro de los lazos familiares por desplazamientos o rupturas, ¥ Por posiciones y compromisos diferentes en sus miembros, frente a los grupos armados en contienda. Durante esta fase, la familia se afecta en dos direcciones: por un lado, se refuerza el sentido de pertenencia y de Protecci6n y cuidado entre sus miembros; por otro, se presenta la “desarti- eae y la agudizacién de conflicts por los procesos migratories y por ‘entes posturas y acciones frente a los grupos armados. Actores armados suplantan la autoridad familiar vibido 4 los cambios sociales y al nuevo lugar ocupado por la infancia Juventud en la sociedad, como seres con derechos y con posibilidad | 189 | DINAMICAS DE GUERRA Y CONSTRUCCION DE PAZ $A de ser auténomos, los padres y las madres tradicionales' se han visto en dificultades para ejercer la autoridad familiar, al constatar que los estilos de autoridad transmitidos y asimilados en sus familias de origen, generalmente ya no les son utiles En la Comuna 13, las figuras primariamente establecidas por la sociedad —como son los padres y las madres o personas adultas en el seno de las familias— son despojadas de autoridad por unos actores armados que se colocan en posicidn, no de representar la ley, sino de encarnarla, asumiendo posturas autoritarias y despdticas. La suplantacién anotada de la autoridad familiar por los milicianos facilita, en los nifios, las nifias y los y las jvenes, por un lado, la generacién de un espacio social debilitado con respecto a la promocién de los diques culturales necesarios para la formacién ciudadana —pudor, repugnancia y moral—; por otro, un desarrollo de imperativos asociados al hecho de tener que volverse portador/a de un arma para poder hacerse al ser. Segiin los testimonios, los padres y las madres que no cumplian con lo establecido por el régimen dominante, ¢ igualmente los y las j6venes y los/as nifios/as que no acataban las normas, eran recriminados/as, siempre con la aquiescencia de algin miembro de la familia. Una forma de proceder de las madres para hacerse respetar de sus parejas y obedecer de los hijos y las hijas, cra amenazar con contérselo a los milicianos.’ Esta forma metonimica de proceder en estas comunidades con la autoridad, que clasicamente le ha correspondido ejercer al padre en Ia familia, da cuenta de que éste ya no existe més en singular, sino que adquiere una version plural y, en muchos casos, predominantemente caprichosa. 1 Se denominan traicioales alos padres yk ; a % padres y las madres que conservan los modelos establecidas por Usd sa by decada del sesenta de silo >, mediante los cuales l autoridad era eminent para a madre la cjerce en ausencia del padre, en nombre del padre o por delegaci6n del mismo, Yolanda Puyana V, “Caml oh tn Yolanda Payanas eon cables ¥ permancncias en la patermidad y ts materi adie en cinco cindades Sambiosy permanent Bogoti, Almudena, 2003, pp. 37.60. udades colombianas. Cambios y permaner 2 Ante la dificultad de est Ame | \ tdi i a dc i: rye ‘a norma y ser figuras de autoridad, y por el sentimiento de ve {ian faesand en dca bor, san fecwoncia las mujeres buscan ayuda en anstituciones Come h sia, entidades del Estado aie 4 [Osseus03 propos ode medio SUiDinliete ree ennai b isan de read ‘de las mujeres en los milicianos para gjercer la autoridad puede ent " “Las nifias nos decian al pap4 y a mi: ‘Mami, nos van a matar; metémonos bajo la cama, en el bafio, mami’ Las mujeres temian, ademis, por los riesgos que corrian sus compaiieros al salir a trabajar, por lo que daban recomendaciones para sortear los peli gros: “uno le decia: ‘No le pare bolas a nadie, no mire a nadie, de pronto me lo matan, de pronto lo confunden” Sin embargo, ellas sefalan que las mujeres no se exponen tanto como los hombres: “uno, como mujer, no se expone tanto como el hombre. El hombre tiene més peligro, porque él se ex- pone mas en la calle y todo eso”” Las mujeres si, la tristeza, la angustia la pérdida del esposo, de la hija 0 del hijo; pero los hombres todavia era mas, porque el que to se Hevaban para la cércel, lo mataban o lo obligaban a meterse a ese grupo. Entonces, yo pienso que las mujeres si sufrimos mucho, pero los hombres eran el blanco.” Yo creo que ninguna dejaba ir a st esposo tranquila. Nosotras, todas las que yo nn conozco, hablabamos y deciamos: “Que pereza que salga 2 trabajar Entre los/as hermanos/as también se cuidaban: pre en Ia casa. Aunque, por lia, y nosotros con la pre~ indiferente la posicibn de 1 has familias era mis que Nos cuidamos la espalda los unos a los otros y stem ‘Semplo, una hermana mia que es mds terca, siempre cupaci6n, la zozobra de que le iba a pasar algo y era tan ella, que a pesar del contflicto, ella se iba, ella sali. Pero et todo as.™ Sse eee 3 kn 24 piesa grupa 1, mujeres adults, 20 de abril de 2005 5 i 5 % yy profundidad 3, muyer adult, 3 de oviembre de 200! Entr 2% aa grupa 1, mujeres adulas, 20 de abril de 2005 oviembre de 2005. gosto de 2005, 3 Eevsta a profundidad 3 mujer adulea, 3 de n evista a profiundidad 11, ier joven, 24 de a | 197 | DDEUAMICAS DE GUERRA Y CONSTRUCCION DE PAZ ‘Ante laeminencia de la muerte o el riesgo de una desaparicion y como una manera de tranquilizarse frente al miedo de perder a uno de sus miembros, algunas familias Hegaron a establecer pactos para conservar la unidad hasta ‘iltimas consecuencias. Una lideresa habla del pacto familiar: Lo que tenemos en mente nosotros, ¢s que si Hegan por alguien, nos morimos todos, porque no sale nadie. Desde que empez6 el Oridn, eso lo hemos tenido siempre en mente. Vivimos en tres casas, Entonces, que si bajan por el primero, por lr nia, o por mi o por alguno, todo el mundo junto con el que se van a Tlevar; acuerdo entre mi nvicleo familiar. ¥ el de la idea fue el nifio, que dijo: “Mami, lo nico que yo le digo es que sila van a sacar a usted 0 al que vayan a sacar de aqui, no se mueve nadie”! Las madres y el otro entrafable El que las madres se preocupen més por la integridad del otro entrafiable que por lade ellas mismas, puede ilustrarse con un testimonio que ¢s tipico escuchar en los tiempos de guerra: “yo no sabia para donde coger, no sabia si coger a las nifias 0 cogerloa él”. Otra recuerda: [..] yo sufi mucho con el mayor, que ahora va a cumplir veintitin afios. AL] cogia la moto [...] y se iba para arriba, a visitar a los primos. Era como si no viera el peligro. Entonces, yo le Hloraba, le suplicaba y le advertia que lo iban a relacionar con los de abajo. En otros momentos me fui a las malas, a los golpes con él, de la ira que sentia, y al final le dije: “Si vas a seguir asf te vas de la casa, [..] amino me vas a poner a sufrir”.* Llama la atencién la expresién “como si no viera el peligro”, porque demuestra que, en estos casos, la preocupacién de una madre por su hijo es correlativa de la despreocupacién que ella le atribuye con respecto a st integridad. También se puede resaltar, mis alla del evidente sufrimiento de la madre por su hijo, la manera tan particular que tiene de transmitirle la ley para protegerlo: empieza por el ruego, la suplica y el Ilanto; ante el fracaso de esta estrategia, que busca legislar provocando listima y ocasio- nando culpa, siguen los golpes, debido a la impotencia; enseguida recurre a la amenaza de expulsi6n y, por diltimo, nada cambia, todo sigue igual. 31 Entrevista a profundidad 18, jer lideresa, 9 de junio de 2004 32 Entrevista a profundidad 2, myer adulta, 14 de sepucrnbye de 2005, 33. Entrevista grupal 1, mujeres adultas, 20 de abril de 2005, | 198 | SF rman y seers Lamadre protectora y el hijo despreocupado por su integridad que no le hace 250, © embarcan en una relacién de padecimiento que nunca termina yenla *enada cambia: “adn tengo cl tormento, todavia se me va para ally ando con triedo y con. temor a toda hora”.™ Las confrontaciones armadas terminaron, ro la madre protectora sigue sintiendo la misma preocupacion, no porque el mredo y el “estrés postraumético” le hayan quedado como secucla de la guerra, i porque este tipo de madre, atravesada por una posicin sacrificial, as se Felaciona con el Fo, al que a toda costa quiere protegery servi. Otro aspecto que evidencia una mujer en posicién de madre protectora esun malestar psiquico que ella Hama “culpa” y que relaciona con el hecho deno poder conducirse de acuerdo con lo que define su posicién subjetiva. Independiente de si el otro es hijo 0 no, se siente culpable de [...] no haber hecho algo por ese muchacho que tenfan secuestrado y que a los tres dias mataron. Me miraba con esa angustia [...] como si me dijera: “iHaga algo, haga algo!”. Eso es horrible, eso es impresionante para uno [...]. Nohacer lo que por principio cree que deberfa, la deja con un sentimiento de inutilidad y esto, en efecto, es una grave culpa, no porque se considere responsable de haber hecho algo indebido, sino por no poder ponerse a la altura de una responsabilidad ética, Ja de salvarle la vida a un semejante. Ser testigo de la muerte de un ser indefenso que pide auxilio y no poder hacer nada para cvitarlo es “impresionante”, porque implica una escena en la que se presenta con toda desfachatez la crueldad y el exceso del Otro omnipotente y feroz: Muchas veces eran papis arrodillados en la calle suplicando que no le mataran ss hijos y eso no valia, Se los llevaban y los mataban a la vuelta [..] mataban a 'unos jovencitos apenas empezando la vida.” Ante a familia le matan a uno los hijos, el marido, los sobrinos, los prmos, todo.” Como puede notarse, las mujeres dan cuenta de haber sido obligadas a ver lo que no querian ver. Aqui la palabra “obligaci6n” denota dos cosas: una Suniosidad interna que las incita a querer ver “todo”, asi sea horrible, y tener ve ver involuntariamente. Después hay que hacer como si nada hubiera Paso, pre cece dea % piesa 4 profundidad 4, muyer adulta, 10 de diciembre de 2005, 3 gyrtist 4 profundidad 5, mujer adult, 9 de febrero de 2006 3) Bnet? Profundidad 4, mujer adulta, 10 de diciembre 06 2008. "st profundidad 5, mujer adulta, 9 de febrero de 2006, | 199 | el sujezo observaba p: placer de su curiosidad rewocede axze el gre ou vida 0 ba de ss parierses, con los de las jorenes, ol como se arulizari en dl apanedo “Le guerracrs, fiesta”. Mientras las primeras se idenstican oon: le 4 ihe Eas Sty we vee involucrado un ser cercand. ni que fo estén 3} cites de ome exposicién al riesgo que produce sensaciones que no quieren perder Los afectos en la guerra Ante el problema de cmo se relactonan los afectos con la guerra y qué funcién cumplen en el Sm 1: char decir a las personas em impotente”, “es como esta: rf 2”, on estado de inquietud y pinico que no da rezuz. También s¢ habla de pesaiilles, miedo y dolor por las pérdidas Desde el punto de visu de la psicolgia, las expresiones anonadas analizan en funci6n de la adaptacin © desedapraciGn al medic ambiente. se asocian con reacciones emocionales ante estimules provencentes del ex terior —los Rorrores de la guerra—y tenen que ver con una programacion del yo 0 con una descarga autominica de la erin, Desde el punto de vista de un andlisis de las implicactones familiares en la guerra contando con la subjetividad,” los afectus nose reducer a seacciones emocionales que la psicologia consideraré adecuadas 0 adecuadas, sino qUe se toman como respuestas psiquicas propiciadas por la ley del lenguaje- No se discute que la guerra y los cxcesos de los grupos armadcs contti- buyen para que un plus de afectos que comprometen el cuerpo se actualice 38 Ena introduccsin de Vee sopra nea Oe de tenado send ques liza clemson” { 200 | Goer, rainy SuerADKD _— ag la comunidad; pero hacer una lectura colectiva de los afectos seria en extremo inapropiado. No se desconoce que hay expresiones generalizadas de alegria ante el éxito, el terror colectivo ante una catastrofe que sorprende. ‘Tanto como manifestaciGn colectiva 0 individual de desolacin o des. tspero,y las expresiones masivas de ira debido a una contrariedad. Estos dfectos parecen ajustarse a ciertas convenciones universales. Sin embargo, hay otros, por ejemplo, la angustia y el sentimiento de culpa, cuya expresion noes colectiva, porque dependen de la manera como cada sujeto vive los scontecimientos de su vida, El campo de los afectos es un terreno ambiguo y nada facil de definir, porque tiene que ver con las afecciones, y éstas involucran la historia de cada sujeto, su desco particular, su estructura clinica, aspectos culturales y éticos que, en cada caso, hay que analizar, Dado que para captar este aspecto de la subjetividad en su singularidad no basta con una entrevista particular 0 una sesin de discusi6n grupal, es necesario referirse al andlisis de repuestas sobre reacciones afectivas que retornan con insistencia y de manera diferenciada segiin el grupo poblacional entrevistado. No sobra afirmar que la experiencia clinica de los psicoanalistas que parti- ciparon en esta investigaci6n, les permite afirmar que, en situaciones de paz, también es comin encontrar reacciones afectivas tan fuertes como las que propicia la guerra. Esto quiere decir que la angustia desarrollada, el desam- paro, la impotencia, el miedo, el estrés, la ansiedad, el mal humor, el dolor moral el panico surgen cuando en las relaciones sociales se dan condiciones para que se intensifiquen en una medida variable, y la guerra es una de ellas. En este apartado, entonces, se da cuenta de los afectos que son nombrados Por las personas entrevistadas y asociados con el conflicto armado. Pesadilla, miedo y terror Una expresién usada para dar cuenta de un afecto muy cercano 2 Ja angustia Propia del pénico y que se encuentra en los testimonos de manera recurrente, ‘S“Pesadilla”. Esta palabra era empleada por las personas entrevistadas cuando {wetfan aludir al hecho de ser presas de algo de lo cual no es posible salirse. Cando se trata de tn suefio de angostia, fa saida de esa pesadilla es “pertat. Es Io que le sucede a no pocos nifios y nifias durante la guerra: [J Jos niios de nucstras familias tuvieron un grado de eaumaikn’® oe jor dicho, los nifios se acostaban y a las dos o tres horas de estar dormiciios | 201 | DINAMICAS DE GUERRA Y CONSTRUCGION DE PAZ DruntcaS DE GUEREAY CONSTRUCOION DE PAZ empezaban alos gritos: “Yanos van amatar,vienen los guerrilleros™, Despertaban con unas pesadillas grandes.” Loque distingue la pes en tempos de guerra, de a pesadila en empos de paz, es que, en el primer caso, despertar no constituye ningun remedio, porque a realidad material resulta tan violenta como la realidad psiquica del eovge. Salir de un suefio de guerta y despertar ana realidad en guerra, le hace perder ala familia su eariter protector, y al despertar el carter de fuga de lapesadilla. En guerra, la realidad material se wuelve tan peligrosa como ta realidad del sueffo cuando hay angustia. En tiempos de paz, un/anifiof despierta de una pesiilla y la wanguilidad de veriicar que al lado estén el padre, la madre o lovas hermanos/as, permite continuar durmiendo, Pero Gespertar en familia, mientras afera estén en guerra, équé posibilidad deja de seguir descansando? La guerra es tan ingrata, que asf se estado nervioso: “desde que uno se leva cuindo vaa terminar un combate no es una pesa de que la familia y la casa en donde se habita es suficiente protecci6n, Pero si elafectado se encuentra en medio de la guerra, silo es Ver un helicdptero en posicisn de ataque surcando los aires —como sucedié durante la Operacion Orién— es una pesadilla, porque 1s casa pierde psiquicamente el valor de trinchera inexpugnable y asi se desen- ee jena, de manera colectiva, un sentimiento imaginario de devastacion, desamparo y zozobra Ver cacr muerto alguien que esté al lado de uno, porque ello signitica que el préximo puedo ser yo" quedar refugiado/a toda wna noche en un solo lugar de la casa o de cualquier parte sin poder moverses sentirse vbservado/s todo el tiempo; creer que todo lo que se mueva puede dispar que si le cae mal a alguien corre peligro o que otra persona Hen el poder de leer el pensamiento propio, o posce el poder discrecional de dispont! de la vida propia y la de los familiares mas queridos, ¢s una gran pesadilla, porque son circunstancias que la guerra propicia y en las que fracasa dl poder protector de la familia. En cuantoa la palabra “miedo”, es més recurrente y ambigua que “p lla”, porque en los usos del lenguaje se emplea para referirse a todo aq esté en familia, es una pesadilla vivir en nnta hasta que se acuesta”.*” No saber dilla sise tiene el sentimiento yesadi- juello 99 Emeriss profiad 2, maj lide esa, 28 de enero de 2006, 41 Entrevista a profundidad 18, mujer lideresa, 9 de junio de 2004. | 202 | — ¢ hay que mantenerse retirado, pero también puede ser algo que ya delo qu detpandona ala persona y que retoma una ya vez, Encentarse en ae poquerer ver a nadie nit salir, no es ta expresién de una pesadilla, sino de “edo o de un deseo de nada. unm Ty pesdilla se produce por un miedo excesivo convertdo en angusta tapesuiila da cuenta de I presencia de algo desearnado, sin velo y donde rep queda a discrecién de Otro incontrolable Las personas entrevistadas suelen local rar cl miedo en relacién con el pelo que puede acechar ala Familia. oa personas cercanas y entraables. Fi peligro puede ir desde la posibilidad de que sean lesionadas y acusadas hasta ser muertas por una bala perdida, desparecidas 0 de cualquier cosa, ala eventualidad de lo que que no regresen. La pesadilla esti menos ligads der, porque en si misma es muy cercana a la devastacién y la yuede suce’ inmovilidad; implica un peligro imminente ¢ inevitable. lato que la palabra “miedo” también suele ser invocada por la gente en unsentido muy cercano al de la pesadilla, pero en los usos del Fenguaje se jo va desde su relacidn directa con el Ahjeto que lo produce y que puede ser evitado, hasta referilo a eso que inmoviliza y de lo cual ya no se puede prescindir. En este sentido, un entrevistado nos da una imagen del miedo bastante elocuente: “El miedo no tiene pantalones, eso no se le p manera de manejarlo y otros de otra. nos puede quitar”.” Una manera de convivir c construyendo una intimidad con él. Aceptar que dir, es un recurso subjeti presta a mayor generalidad. El mied! wiede quitar a nadie. Unos tienen una El miedo es lo tinico propio que nadie on el miedo cuando se vuelve inevitable, es el miedo es algo de lo ual ya no se puede prescir Wo ante lo inevitable. El sentimiento de que el miedo “es lo sinico propio que nadie nos puede Guitar” es bastante singular, porque es wna manera paradgjica de aludir a algo de lo cual una persona siempre quisiera liberarse. En lugar de referir eI miedo a la impotencia, se plantea st incorporacion al ser ys declara ue mas vale aceptar aquello de lo cual nadie se puede liberar, mientras la Constante de una vida sea la guerra. poe el miedo se estruccura como un real Sefalap mo parte del ser, que pretender luchar que cada quien tiene su manera de m: 2 7 "evista profundidad 19, hombre lider, 11 de gost inevitable, més vale recono- para excluirlo, Por lo demés, angjar el miedo, es decir, de de 2005. | 203 | WANES 1 GUERRA ¥ comiportarse bajo sus efectos, indica una sabiduria popular sobre los afectos que no parecen tener quienes se creen © son denominados expertos en cuestiones mentales. La sabiduria del entrevistado consiste cn sostener que si bien un afecto como el miedo se puede experimentar colectivamente, la inanera de relacionarse con éste no es homogénea, sino variable y tinica, Por otro lado, el sentimiento de que en la guerra lo menos seguro es la via, pasa por situaciones concretas que la familia tiene que vivir cotidia- hnamente, Cada que una persona debia salir a primera hora de la mafana 0 Hlopat tarde al barrio, que la situaciGn se volvia incontrolable, o que alguien de la fumilia resultaba herido/a o muerto/a, se agudizaba el miedo de perder la vida. La incertidumbre de si la persona ausente vuelve no se manifiesta como pesadilla, sino como una angustia expectante que algunos Ilaman “zozobra”. [..] uno no vivia, porque era con la psicosis de que ya venian [...], no se podia dormir, [J se levantaba y decia: “Salgo 0 no salgo; si me quedo aqui, qué miedo; y si salgo, peor” [...] era con la zozobra [...] de que ya va a empezar, “No me puedo ir, me tengo que ir”, y asi era. Dentro del estado de sin salida caracteristico de aquellos momentos en que se agotan las representaciones que tienen una significacién protectora, la angustia deja de ser una sefial de peligro y pasa a convertirse en una crisis que adquiere la fenomenologfa del pénico. Otro nombre de la sin-salida subjetiva es el afecto de “terror”, Este sur- g¢, por ejemplo, cuando un ser que no es indiferente cae sorpresivamente Muerto, porque ello implica que uno/a mismo/a, © el/la mas cercano/a, puede ser eVla proximo/a. Una mujer, refiriéndose a su amiga muerta por las balas, dice: “yo me enloqueci, me tuvicron que bajar del tercer piso de la casa y empezar a darme droga [...] hasta hace poquito estuve con droga de nervios”.' El miedo como tal y la angustia sefial son afectos que protegen de ese “yo me enloquecé” al que precipita, por ejemplo, el terror traumitico de una pesadilla Quienes mejor ilustran, desde el punto de vista de los afectos, el dra- ma de la supervivencia durante la guerra, sobre todo cuando entran los paramilitares, son las familias desplazadas. La manera de éstas conducits€ frente al miedo son variables. Estan las sefioras que dicen: “me quede fia y "revista a profundidad 4, mujer adulta, 10 de diciembre de 2005, 4 profindidad 5, mujer adulta, 9 de febrero de 2006. | 204 | Gera, ania v susstnaono helada”. Fria y helada son significantes que remiten a parilisis e indefensién. Hay otras personas que, por el contrario, huyen, toman decisiones rapidas yorientan a la familia o logran persuadirla sobre la conveniencia de una salida inmediata. Otros integrantes de familias utilizan la expresidn “tensionada”, Es una metéfora con la cual un sujeto hace referencia a un estado que se caracteriza por la presencia de dos fuerzas contrarias. Una mujer decia: “antes del des~ plazamiento yo vivia muy tensionada porque a mi me hicieron allanamiento enmi casa dos veces; una vez se iban a llevar a mi nifia”.* En este contexto, clestado es de espera angustiosa, presién psiquica e intranquilidad, debido a que se afecta la funcin protectora de la familia y surge el miedo a los actores armados, incluidas las fuerzas del Estado. Hay descripciones que, pese a corresponder a acontecimientos del cuerpo, pues aparecen como enfermedades respiratorias y ataques epilépticos, son relacionados, sin embargo, con los nervios exaltados y descontrolados. Un joven, por ejemplo, se refiere al impacto psiquico que produjo, en su madre y hermana, la solicitud directa que hicieron los muchachos (las milicias) por un miembro de la familia: Estabamos en la casa de mi hermana en El Salado y llegaron por él los muchachos diciendo que él les tenia una cosa y que necesitaban que se la entre- garan, Cuando mi mami les dijo que no estaba, le respondieron que Io iban a esperar, Cuando Iegué, mamé estaba asfixiada de los nervios. Ese dia no volvie~ ron. Al otro dia sali a trabajar y mi primo no estaba; ellos volvieron otra vez, Mi Primo no nos quiso decir qué les ten‘a, asf que mamé, muy preocupada, cogié un taxi y lo despach6, Los muchachos siguieron yendo. Mi mani se puso enferma y mi hermana, que sufre de ataques de epilepsia, también. Les dije entonces: “Se van a tener que ir para La Milagrosa [otro barrio de la ciudad], porque aci no van a poder estar”. El miedo da Ia posibilidad de retirarse, la angustia senal de proteger- Se, pero el ataque de pinico y el terror no dan alternativa, porque con estas palabras se nombra la invasién desbordante de un afecto que ya no se Puede descargar ni eludir, En el tiempo del panico y el terror predomina el Sentimiento de que ya no hay lugar en donde ponerse a salvo, pues como eldesbordamiento de angustia es total, no opera ninguna ligazén simbolica En el caso del duelo, lo que resulta imperative es un trabajo psiquico que A 45 Entrevista a profundidad 25, mujer desplazada, Entrevista a profundidad 26, hombre desplazado, 18 de agosto de 2005, 22 de marzo de 2006, 1 205 | permita superarlo, trabajo que, referido a las personas desplazadas y a las familias de las desaparecidas, suele quedarse suspendido. La guerra como fiesta Para no pocas personas, la guerra ¢s una fiesta. La “fiesta” de la guerra, ino sombria y excesiva en todo lo que aunque en sf misma no sea liidica, s le concierne, también puede introducirse en la costumbre. “La gente se iba acostumbrando a que el barrio viviera prendido 0 a punto de prenderse”,” porque lo visto diariamente era “la muerte y el peligro”. Pero la “costumbre” a la guerra termina cuando es tocado un ser querido. “Acostumbrarse” equivale a convertir, en parte de la vida diaria, algo que en principio sorprende, por no integrar lo comin y corriente. Acostumbrarse a lo doloroso e insoportable es una respuesta protectora. En el caso de la gue- tra, el yo inventa la costumbre como proteccién, frente al peligro de perder que aquélla introduce. En este contexto, la costumbre es una respuesta social que protege del trauma que suele ser atribuido a la guerra y da cuenta de la acumulacién de un saber sobre Jo que hay que hacer para estar a salvo. Hay tres circunstancias que hacen fallar la costumbre como defensa subjetiva: 1) cuando un ser intimo pierde la vida; 2) cuando el desamparo y la angustia de perder la vida desbordan todas las defensas, y 3) sila tras- gresién de los agentes de la guerra se vuelve tan excesiva, que el pénico se apodera de la colectividad ‘Ahora bien, hay expresiones que dan cuenta del modo poco convencional de representarse la guerra cn acto, por parte de las j6venes de una entrevista grupal. Ellas dicen: “mera calentura”, “Siempre dije que eso era bacano, pues uno veia eso como en cine”. “Era tanta la indiferencia que se manejaba, que uno crefa que estaba en una pelicula, 0 que eso sdlo estaba sucediendo alla”. Es “como si eso fuera en la televisi6n”, como si uno estuviera “viendo 8 televisiOn”, “una television gigante y nosotros estando ahi”: En la transformacién psiquica de un drama real en una pelicula, ¢l yo past imaginariamente de objeto en riesgo a espectador externo de lo que sucede. Esta transformaci6n, en la que se ignora el riesgo real, es imaginaria, y debido aellael sujeto puede emocionarse como si fuera un espectador liberado del peligro. El sujeto transformado grita, se excita, tiene miedo, expectaci6n; 47 Entrevistas a profundidad 14 y 15, mujeres jévenes, 5 de octubre de 2005 y 5 de mayo de 2006 48 Entrevista grupal 2, mujeres jévenes, 12 de mayo de 2005. | 206 | Goesnd Fun y ssevand pero, finalmente, se conduce como inaleanzable por la realidad dramética de la guerra. “Imaginese cOmo era la indiferencia de uno; le estaba pasando por el lado y uno se sentia aparte de ese conflicto”. “Uno era muy ajeno a esa situacién”. “Uno no pensaba que le fuera a llegar una bala y de pronto iba a acabar con la vida de uno; 0 sea, uno sélo pensaba en ver a esa gente como actuando, corriendo”. “Eso era qué pelicula”. “Uno pensaba que eso estaba pasando afuera de uno, se vefan todas las operaciones desde arriba”.”” Ellas estaban arriba y los otros abajo; pero no sélo desde el punto de vista del territorio, sino también en lo que respecta a su ser. Es como si ser j6venes mujeres que nada tenian que ver objetivamente con el conflicto, las pusiera por encima de la realidad, a salvo de las balas asesinas. “Yo me paraba en la ventana a ver los helicopteros”. “Uno nada més se paraba a mirar dénde iban unos y otros”. “Uno decfa: por alli van unos, por alld van los otros, no se ven entre si; uno los vefa como tan cerca y ellos, ellos corriendo y uno gozaba”. En estas expresiones es notable una mezcla de emocisn y exclusién imaginaria de la situacin. Disfrutan viendo correr al otro, viéndolo gritar, maniobrar, insultar, disparar, resguardarse, exponerse. Se emocionan diciendo: “ise tiene que salvar!”. Ellas también corren y corren; dicen que “eso tiene que ser asi, uno ahi metido”, “Asf él no lo escuchara a uno, uno le gritaba: ‘pilas que te van es a dar"”."! . - Eran protagonistas del combate por la emocion que les suscia, sesin lo expresan. La subjetividad estaba metida en el combate, yam ce cuerpo, en cierta medida, porque la emoci6n no €s posible a distancia de los acontecimientos. Ellas no se piensan como victimas; son es ¥.al mismo tiempo, espectadoras intocables. Ninguna se ne n blanco posible. No sentian miedo, porque como ae — a 1a pantalla y, en consecuencia, no eran blancos de las balas. a ya otro que combatia habia, a la vez, una inmensa cercania y = a Iejania, pues los combatientes eran protagonistas de una peli ellas no estaban, pero que seguian paso a paso y con gr i 49 Ibid. Tid. 51 bid. | 207 | nAMICAS DE GUERRA Y CONSTRUCCION DE PAZ Indiferencia y riesgo La indiferencia, definida como una estrategia inconsciente del sujeto para excluir de su campo de simbolizacién un peso que confronta el ser, permite convertir, en una pelicula, el exceso de pena que supone objetivamente lo real de un drama como el de la confrontacién armada. Las jovenes eran espectadoras regocijadas con el especticutlo del conflicto, el cual era como una fiesta en el maximo de su esplendor. Claro que en lugar de misica habia disparos y no se cantaba, pero se gritaba y corrfa; en todo caso, habia “adrenalina a todo vapor”. Las jévenes se excitaban con el extremo de la guerra, pero lo que particu- larizaba esa excitacién era creer que no estaban en riesgo. Los que estaban en riesgo eran los combatientes directos, no ellas, que parecfan comportarse como espectadoras inmortales. Las j6venes entrevistadas coincidfan en afirmar: “es como si eso no tuviera nada que ver con uno, como si uno no estuviera ahi, a pesar de las balas pasarle por el lado y rebotar cerca”. Alla posicin de ser espectadoras activas del combate la denominan indi- {ferencia, Es una paradoja que se hable de indiferencia allf donde hay tanta actividad. Aqui la indiferencia no evoca una falta de emocién, nombre con el que designan la excitacion que genera en ellas la guerra en acto, sino una falta de simbolizaci6n del riesgo. Entonces, ellas son unas indiferentes en tres sentidos: 1) con respecto al riesgo que para si mismas implicaba estar en la calle viendo el espectaculo del combate; 2) en relacién con la magni- tud de lo que estaba pasando, y 3) frente al hecho de conducirse como sie! peso de lo que sucedia no las confrontara con su ser ah. Una joven dice que, en el tiempo del conflicto, su posicién fue de in- diferencia con respecto a lo que pasaba. Define este tipo de indiferencie de la siguiente manera: “escuchaba las balaceras, vefa soldados por todos lados y me sorprendfa, pero nada més. Lo que hacia era quedarme en. casa Y pararme en el patio a ver”. La indiferencia se evoca porque lo sucedido tena que ver con el ba vecino, con lo que pertenece ala vida de cada quien desde mucho tiempost y tocaba a la familia. “Podia sucederle algo dafiino a las personas queria st embargo, estaba ahi, como si no fuera conmigo” > Esta es la expresi6n a" rio, ¢! 52 _ Entrevista grupal 4, hombres j6venes, 2 de junio de 2006. 53 Entrevista grupal 2, mujeres jévenes, 12 de mayo de 2005, 54 Ibid. | 208 | Gua, rom y sued rm sng en las jovenes de esa entrevista grupal, define el punto de indiferencia con respecto al hecho de conducirse como si nada tuvieran que perder. ‘Cuando no hay nada que perder desaparece el umbral de angustia implicado en el peligro. En estas jévenes no es posible decir que hayan suffido de “estrés postraumitico”, porque ellas se protegieron del trauma con la indiferencia. Esta, tal como la definen, excluye el miedo y protege del trauma y la angustia. No se trata de una posicién de ausencia con respecto a los acontecimientos, sino de una posicién en la cual una persona, a pesar de sentirse objetivamente concernida con lo que sucede a su alrededor, hace como si, desde el punto de vista del riesgo, no hiciera parte de lo que sucede. Estas j6venes nos ensefian que la percepcién objetiva del peligro no basta para sentir miedo, ni el acontecimiento violento supone, sin excepcién, “estrés postraumitico”, como dirfan muchos psicdlogos de la actualidad, siguiendo el Manual diagnéstico y estadistico de los trastornos mentales (DSM- IV). Es como si, aparte de la percepcién del riesgo por parte del yo, fuera necesario otro acto psiquico, el de la simbolizaci6n, para poder reconocerle adicho riesgo su lugar con respecto a si mismo. Esas j6venes percibian el riesgo, pero no se sentian expuestas, debido a que no se planteaban qué podia tener para ellas mas valor, entre conservar la vida 0 exponerse a perderla por el hecho de ganar un plus de satisfacci6n, viéndose metidas en medio del peligro de las balas A propésito del enfrentamiento armado, de las entrevistas grupales, expresiones como: hombres jévenes, por su parte, hablan de las estrategias para ponerse a salvo del resgo.* Las mujeres hablan de una emoci6n que parece dar cuenta de una perturbacién de la simbolizaci6n del riesgo. “iBra tan emocionante! ta cuenta, a la vez, de una indiferencia con respecto al riesgo ¥ de una Actividad psiquica en el plano de la excitaci6n, la mirada y la sorpress 1 indiferencia es un hecho subjetivo, mediante el cual se convierte la se encontraron, en las jévenes “era tan emocionante!”, Los ju A, ‘ Juego de nifios, un juego en serio. Como eran ! hae - Berra pasaba ante sus ojos como algo externo, como una pelicula en VOY en directo, oe 5 % eee Pichot et al, Manual diagnéstco y estadistco de los tratornes mentaes, Pnttevista grupal 4, hombres yévenes, 2 de junio de 2005. Barcelona, Masson, 1995. | 209 | [INAMICAS DE GUERRA Y CONSTRUCCION DE PAZ La experiencia de la guerra, el modo de algunas jovenes conducirse ante el peligro que representa, ilustra el hecho de que el yo no s6lo es un lugar desde el cual los sujetos se interesan siempre por el conocimiento de la realidad, pues también es un lugar de desconocimiento. Cuando el yo trata dle impedir que ciertas representaciones que implican sufrimiento entrenen sti campo, pasa al desconocimiento. La indiferencia de las mujeres j6venes ¢s del yo, ¥ ellas no dan cuenta, con su comportamiento, de un desinterés por el mundo, sino de una forma imaginaria de excluirse del riesgo al que estaban expuestas. Se trata de quitarle peso a la realidad desconociendo su volumen. De lo anterior se deduce que la indiferencia —a partir de como la definen las jovenes de la entrevista grupal— es una modalidad de proteccién imaginaria contra la angustia, y que el valor traumitico de un acontecimiento no depende slo de su violencia, sino también de lo real intimo que haga entrar en juego y del modo como el yo se lo representa Las jévenes presenciaron una guerra real y no una pelicula; pero se representaron los acontecimientos como una pelicula excitante y no como un drama que produce horror. Ellas percibjan la realidad de lo que estaba sucediendo, narraban los hechos de manera pormenorizada, pero se conducfan como si no captaran el sentido de Jo percibido, ni calcularan las consecuencias. Para ellas, ¢1 conflicto tenia valor de acontecimiento y no de tun simple hecho cotidiano; sin embargo, su magnitud no era medida por el horror de estar cerca de la muerte, sino por la emocién inédita que les producia. Esto quiere decir que, en ese caso, ellas no confrontan la sensacion con el tribunal de la raz6n, sino que mas bien prefieren la excitaci6n que encuentran. La relacién que hacen entre “emocionarse” y “permanecer indiferentes” tiene por condicién no ser tocadas por la realidad contundente de una bala en el cuerpo propio o en el de un cercano. Es una indiferencia que, ¢? medio del conflicto, se sostiene de un hilo, Ellas dicen ser afortunadas Por no haber sido tocadas, sea que si todo fue “stiper emocionante”, ¢s pora¥® permanecieron intactas desde el punto de vista de su cuerpo En el momento de hablar, parecen tomar retroactivamente concie! riesgo al que se expusieron y resignifican su comportamiento. Una dice at” en momentos en que “las balaceras duraban hasta media hora, uno akeanzb2 como a sentir un poquito de susto”. “O cuando faltaba alguien de fa fail estaba por alléy ya iba a subir, era donde uno si suftia”. La férmula enronees ncia del | 210 | _ Guten am SOD sj spuente“mintas no ME pase a mY, Poco importa lo que sucedas ero siya za mio alguien de mi familia, es diferente”. Dice una de ellas: “Donde a pes hubiera tocadlo a agano de nosotros, sf hubiera sido serio” No ser “tocado” es un elemento en favor de la indiferencin; pero cuando se reconoce I exposicin a ser tocado 0, en efecto, eso toca, la indiferencia ele romperse, porque aparece el temor a la muerte. La indiferencia per- mite mantener lt muerte a distancia, conserva el alma en su sitio y evita la angustia que causa el sentimiento de quedar a merced del otro. La posibilidad de morir es lo que no subjetiva una joven que cspectadora inmortal de la confrontaci6n. Esto da lugar a la imprudencia yaque no se tomen medidas de protecci6n, porque primero esté la “adre- nalina”, que ¢s la forma como ellas Ilaman lo que se experimenta ante la exposicién al riesgo. La indiferencia de las jévenes da cuenta de que tener noticia de un riesgo no basta para que un sujeto, que se sienta atraido por ¢ cree aquél, lo evite. Duelo, guerra y familia Elducloes considerado, por Sigmund Freud, como “la reacci6n a la pérdida de un ser amado o de una abstraccién equivalente: la patria, la libertad, el ideal" El duclo por la pérdida de seres queridos, de la vivienda y ¢lterrito- rio, o por la descomposiciOn familiar, el estigma y la afeccion de la confianza, es bastante comin encontrarlo entre los habitantes de la Comuna 13. Para quienes no sufricron desplazamiento y conservaron Sut tact” en el transcurso del conflicto armado, la confrontacion es un infortunio lamentable que no debe repetirse nunca més, pero dan gracias por haber sobrevivido “sanos y salvos”. Para la persona que le quemaron Su casa, salié expulsada de su territorio, padecié el desmembramiento de su familia porque sus integrantes tuvieron que distribuirse yendo a distintos Ines y le toc separarse de seres entrafables, queda un duclo que 1 S resuelve, ‘También da gracias por haber sobrevivido e incluso, puede = da; pero su historia qued6 partida en dos: familia stmurque sigaera no le pas6 na sy después de la guerra. fos easos en que el cuerpo sale ileso de wn un accidente, un atentado 0 una catéstrofe 0 la guerta, rance como el de afronta la avural, y nO Se 12 de mayo de 2005 ra, 1972, 1010 6 bas eompletas, Maid, Biblionecs Nuev: vista prupal 2, mujeres j6ver "enund Freud, Duelo y melan pg Freud, Ducky melas, | eu | DDPVAMICAS DE GUERRA ¥ CONSTRUCCION DE PAZ pérdida de familiares o de amigos/as muy cercanos/as, ni rupturas funda- mentales, no parece en realidad haber duelo, aunque en ocasiones si hay pesadillas, sobresalto y diversas expresiones que dan cuenta de una afeccién traumitica. Un aspecto subjetivo que, en estos casos, combate el trauma posible, suele hacer signo bajo la forma de una expresin corriente: “Para lo que podria habernos pasado, no nos pasé nada”, Esta expresi6n: “no nos pasé nada”, enunciada por el sujeto sobreviviente después de un aconteci- miento en el que muchas cosas graves han ocurrido, tiene una significacién contundente en términos de alivio psiquico, porque subjetivamente aparece cargada de cierto sentimiento heroico Si hay pérdida de bienes, pero se conserva la vida, la comparacién mental con lo que pudo haber pasado conduce a decir: “De la que nos salyamos; siquiera no nos pasé nada”, En rigor, nadie, habitante o familia de la Comuna 13, qued6 como antes; a todos les pasé algo, porque la vida cotidiana, en la época de los enfrentamientos armados, suftié una altera- cién sin precedentes y nunca volvi6 a ser la misma. Claro que cuando la afeccién personal, si se la compara con la magnitud del acontecimiento, es experimentada como un mal inferior al esperado, lo que se percibe sub- jetivamente es un sentimiento de salvacion. Esta percepcién intima sirve ‘como compensacidn ante las pérdidas reales, imaginarias y simbélicas. Por ejemplo, entre una persona desplazada que pierde un ser querido y otra que no perdié a alguien entranable, puede haber diferencias en cuanto a la posicién con respecto al duclo. Las dos son desplazadas; pero mientras, en el primer caso, es comiin encontrar que la guerra ha producido un giro radical en su vida y deja una marca indeleble ¢ inasimilable, en el segundo, la guerra deja una huella que todavia es maleable y la pérdida puede asimi- larse con un trabajo psiquico en el transcurso de los dias. Una mujer desplazada, refiriéndose a la época del recrudecimiento del conflicto, dice: [...] en el afio 2001 me mataron también un sobrino de catorce afios. Lo sacaron de una heladeria, pero frente a eso yo no puedo decir nada; no sé porqué, pero de todas formas a uno le queda la tristeza de esa ausencia, el dolor le queda a uno.” Tristeza y dolor son afectos que pueden ser pasajeros o quedarse en la persona. En el ejemplo invocado, lo que fija la eternidad del afecto no es en si la muerte del ser querido, sino la impotencia por no haber podido 59 Entrevista grupal 6, desplazados, 4 de junio de 2005, |. 212. "|

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