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contrato de comunicacién 128 no planificado, o débilmente planificado; por su posible incidencia negativa sobre las metas de la interaccién global; por su tensién en- tre amenaza para Ia relacién (afirmar nuestra diferencia persis- tiendo en nuestro discurso) y amenaza para la imagen (sacrificar nuestra diferencia renunciando a nuestro discurso): y finalmente, por el hecho de que pueden o no contener argumentes. La contra- dicctén conversacional puede ser reparada mediante los procedi- milentos de ajuste y negociacién* o avanzar en el sentido de profun- dizar el diferendo. La aparicion de un tercer turno de habla ratil- cando la divergencia manifestada en el segundo turno cumple una funcién esencial en el paso a la argumentacién. Las interacciones fuertemente argumentativas descansan, en efecto, sobre un diferendo que no puede ser reparado en forma instanténea al hilo de la interaccién en la que surgio. Este diferen- do es ratificado, tematizado; puede ser llevado a un sitio argumen- tativo especifico (tribunal, platé de televisiénl; la interaccién que en él se efecttia esta organizada entonces alrededor del conflicto que Ie preexiste: da lugar a intervenciones desarrolladas y planific das; el conflicto (a resolver 0 a profundizar) es la raz6n de ser dela interaccién y estructura su desarrollo. ~ Diafonia, Negociacién, Refutacién, Reparacién, GPR Contrato de comunicacién El término contrato de comunicacién cs empleado por semié- ticos, psicosociélogos del lenguaje y analistas del discurso para designar aquello por lo que un acto de comunicacién sera reconoci- do como véilido desde el punto de vista del sentido. Es la condicién para que los participantes de un acto de lenguaje se comprendan minimamente y puedan interactuar co-construyendo sentido, que s la meta esencial de todo acto de comunicacién. Diversas filiaciones se encuentran en el origen de esta nocion. No mencionan explicitamente la idea de contrato, pero cabe enten- der que se la encuentra en su manera de definir el acto de lenguafe. ‘Sc trate de la hipétesis de «intersubjetividad propuesta por Benve- niste, «la tinica que hace posible la comunicacién lingitisticay (4966, pag, 266) y que implica una «polaridad de las personas. yo {y ti, fundadora de la actividad de lenguaje (op. cit., pag. 260): de la hhipétesis de «dialogismor propuesta por Bajtin (1984), segun la. cual nunca se habla sino con lo ya dicho: de la hipétesis de «co-cons- truceién del sentido» de los fildsofos del lenguaje por la cual, para 129 contrato dle comuntcacién, que la comunicacién sea posible, hacen falta condiciones de sinten- cién colectivar (Searle, 1991, pag, 227), de «intencionalidad conjun- ta» y eacuerdor (Jacques, 1991, pag. 118), de snegociactén (Ker- brat-Orecchioni, 1984, pag. 225), de scomunidad en palabras (Pa- rret, 191); de la hipotesis de spertinenciar propuesta por H. P. Gri- ce (1975), F. Flahault (1979] y D. Sperber y D. Wilson (1989); todas, estas hipétesis convergen hacia ina definicién contractual del acto de lenguaje que implica: la existencia de dos sujetos en relacién de intersubjetividad, la existencia de convenciones, normas y acuerdos ‘que regulan los intercambios linguiisticos, la existencia de saberes comunes por los que puede establecerse una intercomprensién, todo ello dentro de cierta situacién* de comuntcacién (Charaudeat, 1995q. Esto explica que la.comuntcacién se logre sno_cuando los____ oyentes reconocen el sentido lingdistico del enunciado, sino euar- do de él infleren el “querer decir” del locutor» (Sperber y Wilson, 1989, pag. 42). En la hora actual, coexisten varias definiciones con orientaciones ligeramente diferentes pero con un fondo comiin. En semiética, para A.-J. Greimas y J. Courtis, «sin que se pue- da dar una definieién rigurosa de esta nocién intuitiva, se trata de postular el término contrat a fin de determinar progresivamente las condiciones minimas en las cuales se efecttia la “toma de con- tacto” de los dos sujetos, condiciones que podran ser consideradas como presupuestos para el establecimiento de la estructura de la ‘comunicacién semiéticar (1979, pag. 69). En psicologia social del lenguaje, R. Ghiglione vincula la no- cion de eontrato de comunicacién a las apuestas de lo que él lla- ma ssituacién potencialmente comuntcativas (1984, pag. 186). Pe- ro, spara que el contrato de comunicaeién sea efectivo y dé lugar a ‘un dialogo regular, és preciso que la enunciacién del interlocutor A sea validada por el interlocutor Bs (1984, pag, 187). Esta nocién es- ta ligada, pues, a la situacién conversacional. C. Chabrol, por su la- do, considera que la nocién de eontrato comunicacional sélo pue- de ser entendida como smetaforica y analégicas (1994, pag. $2) «Esta claro, dice, que la mayoria de los intercambios en los encuen- tros corrientes no se funda en ninguna convencién Juridica o legal probada. (...) El empleo y respeto de un modelo dé comunicacion dado en una situacién de aceién especifica seran concebidos como un juego de derechos y deberes, en gran parte implicitos, que se supone mutuamente compartidost (op. cit, pag, 33), es decir, apo- yados en presuneiones. ¥ recuerda el autor las nociones de «expec ‘aciones cruzadase de Max Weber y de vexpectativas cruzadase de Jos psicosocidlogos (op. cit, pig. 33). Ademas, propone poner expe- vimentalmente a prueba ciertas propiedades del contrato de eomu- contrato de comunicacién 130 nicacién, con la nocién de contrato de lectorado. Este es concebi- do como un esquema de lenguaje que permite la preprogramacién de formas semiolingiiisticas especificas, bien situadas histérica y culturalmente, en particular relativas al género, Dicho esquema se- ria gfamiliar y normativo.. Se lo adquiere por interiorizacion de las regularidades textuales de los discursos conocidos, esta disponible en memoria a largo plazo y es activable por asociaci6n con una ca- tegorizacién de los acontecimientos y objetos en la interacclén (Georget y Chabrol, 2000. ..). Se agrega, por lo tanto, una dimen- ‘sién situacional y normativa al concepto psicolinguistico de esque- ma de texto (Kintsch et al., 1977) definido hasta entonces por los conocimientos en memoria sobre la forma y la organizacién de los textos. Por hipétesis, sin emhargo, el.contrato de lectorado esta vinculado a una situacién de comunicacién tipica esperada, permi- tiendo asi optimizar los tratamientos lingdisticos mediante la insta- acién de srutinas® y orientando las evaluaciones (normas discurst vas preferenciales). Bn esta linea experimental, «el contrato de comunicacin constituye un marco de referencia que no sélo ase- gura “la estabilidad y previsibilidad de los comportamientos”, sino que también, y esto es esencial, vuelve mas 0 menos accesibles las inferencias contextuales y suministra como tal un marco de inter- pretacione (Bromberg, 1999, 2* parte). ‘En andlisis del discurso, P. Charaudeau lo eleva a concepto central al definir el contrato de comunicacién (llamado en una época rcontrato de hablar, 1983, pags. 50 y 93) como el conjunto de condiciones en las que se realiza todo acto de comunicacién (sea cual fuere su forma, oral* o escrita, monolocutiva 0 interlocutiva). Es lo que permite a los participantes de un intercambio reconocer- s8e el uno al otro con los rasgos identitarios que los definen en tanto sujetos de ese acto (identidac*), reconocer la mira del acto que los sobredetermina (finalidadt), entenderse acerca de lo que constituye el objeto tematico del intercambio (asunto') y considerar la perti- nencia de los imperativos materiales que determinan dicho acto (circunstancias"). «El contrato de comunicacion define estas condi- ciones en términos de apuesta psicosocial por el sesgo de sus com- ponentes situacionales* y comunicacionales*s (1995¢, pag. 162), constituyendo ast en los Seres de lenguaje una *memoria colectivar anclada ssociohistéricamente® (ibid.J. Desde el punto de vista del ‘sujeto* interpretante, es lo que permite comprender, en parte, un acto de comunteacién incluso antes de percibir sus detalles: ante un afiche publicitario, ya se ha comprendido una parte de lo que est en juego incluso antes de ver de qué publicidad se trata. Asi pues, esta teoria del contrato remite a una teoria de los géneros, 131 conversacién. pues se puede decir que el conjunto de imperatives aportado por el, contrato es lo que define a un género* de discurso. Se han descripto| diferentes contratos de comunicacion (tipos o géneros): publicitario (1983, 1994), de informacién (1983, 19944, 1997a), de la entrevis ta (1984), de la eritica cinematografica (1988a), de los debates tele- visivos (19914, 1993a), de la situacién de clase (19930. 4 Comunicacién, Estrategia de discurso, Género de diseur- 80, Situacién de comunicactén RC Conversacién Bn el campo del andlisis de discurso, «l Wrmino conversacion es utilizado en un sentido estricto para designar un tipo particular de interacciones verbales, o en un sentido genérico con referencia todo tipo de intercambio verbal, con Independencia de su naturale- vay forma. El empleo genérico de wconversaciéns aparece ilustrado en la expresin misma andlisis* conversacional, caracterizada del guiente modo por uno de los fundadores de la corriente: «use “con- tersation® tnan inclusive way. Ido not intend (o restrict ts reference to the “evilized art of talk orto “cultured interchange” (...) to insist on lls casual character thereby excluding service contacts, of {0 re- (quire that tt be soctable, joint action, identity related, etc» Scheglolt 1968, pag. 1075). En este marco, «conversaciéns como término ge- nérico es reemplazado hoy por etalkein-interaction’. En tanto tipo de interaccién, la conversacién suele ser consi- derada como una suerte de prototipo de la interaccién (-conversa- tion is clearly the prototypical kind of language usage, the form in hich we are all frst exposed to language - the matrix for language acquisition, Levinson, 1983, pag. 284). Sea cual fuere el modelo de situacién® al que nos refiramos, puede decirse que los elementos externos que encuadran la interaccion estan poco constreiiidos en. Ja conversacién, se trate del lugar, el tiempo o el ntimero de partt- cipantes (véanse sin embargo André-Larochebouvy, 1984, sobre la nocién de proximidad, y Traverso, 1996, sobre la de prodigalidad temporal). En lo que respecta a la retacién* interpersonal, la comn- versaeién funciona sobre una igualdad de principio entre los partt- tipantes: es asi como, en el marco de las relaciones jerarquizadas o funeionales, el paso a la conversacion supone un abandono mo- mentneo de estas posiciones marcadas (Donaldson, 1979). Por l-

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