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EN EL PANORAMA DE NUESTRA HISTORIA DEL SIGLO XIX, LA FIGURA DE PI MARGALL OCUPA UN LUGAR DESTACADO, TANTO POR SU ACTIVIDAD POLITICA CUANTO POR SU PENSAMIENTO. LOS PROBLEMAS QUE LE OCUPARON HAN RECOBRADO HOY DIA GRAN INTERES, ESPECIALMENTE SUS IDEAS SOBRE EL FEDERALISMO Y SU DEBATE EN TORNO AL SOCIALISMO Y EL INDIVIDUALISMO, QUE POLARIZO EN LA DISCUSION CON CASTELAR Y QUE APARECE A LO LARGO DE TODA SU OBRA. LA PRESENTE EDICION, REALIZADA CON EL CUIDADO QUE ERA MENESTER, PROCURA OFRECER UNA PANORAMICA DE TAN COMPLEJO PENSAMIENTO, CON ESPECIAL ATENCION A TALES PROBLEMAS, PUBLICANDO DOCUMENTOS Y PROGRAMAS QUE ACLARAN EL CONTEXTO HISTORICO Y APORTANDO TEXTOS QUE CASI PODRIAMOS CONSIDERAR INEDITOS, PUES NO HAN SIDO ESTUDIADOS DESDE SU APARICION INICIAL EN PERIODICOS Y REVISTAS DE MUY DIFICIL LOCALIZACION HOY DIA. £@S CLASICGOS ’ EDITORIAL CIENCIA NUEVA FRANCISCO PI Y MARGALL PENSAMIENTO SOCIAL Depésies Neal! M, £8,277 - 1068 SELECCION Y ESTUDIO eee ty PRELIMINAR DE JUAN TRIAS BEJARANO CUBIERTA: ALBERTO CORAZON © COPYRIGHT DEL ESTUDIO. PRELIMINAR: JUAN TRIAS BEJARANO. (© COPYRIGHT REALIZACION Y CARACTERISTICAS DE ESTA EDICION. Editorial Ciencia Nueva, S.L.-Madrid 1968 Cruz Verde, namero 22 ESTUDIO PRELIMINAR PI Y MARGALL: RADICALISMO BURGUES Y REFORMISMO SOCIAL Don Francisco Pi y Margail es, en su triple dimen- sion humana, politica e intelectual, una de las figuras mas sugestivas e interesantes del siglo xrx espafiol. Profundamente conectado con las corrientes doctrina- Jes europeas de st tlempo, ablerto a la mds vasta pro- blematica, autor de una importante obra escrita, Pl ¥ Margall ha pasado a la historia como el maximo te6- tico del federalismo espafiol; al mismo tiempo, es uno de los principales representantes espafioles de lo que podriamos denominar soclalismo preinternacionalista y autor de una de Jas criticas mas radicales del cristia~ nismo y de la monarquia. Esto ublea a Pl y Margall en la extrema izquierda de la Espafia decimonéntca, Por lo menos hasta el momento en que sus posiciones Sociales son claramente desbordadas por la penetra- 10 eién del bakuntnismo y del marxismo, Por otra parte, incorporado desde muy pronto al partido demécrata espafiol, va a desempefiar un papel activo y preemi- nente en él y después de su sucesor el republicano federal. Proclamada la Republica en 1873, no es exa- gerado afirmar que Pi, junto con Castelar, su gran ri- val desde los afios sesenta, sera la pleza clave a nivel gubernamental de csa expertencia, y que en su fracaso Se resume en clerto modo el fracaso del primer intento de réglmen realmente demoeratico en Espafia. Con la Restauracion, progresivamente abandonado por mu- chos micleos burgueses y obreros que en su dia nu- trleron el republicanismo federal, Pi y Margall, que sera el jefe indiscutido de este partido, se ira convirtiendo en un personaje venerable de la politica espafiola, aun- due marginai a las fuerzas entre las que se juega en ese momento el destino del pafs. Sin embargo, no se puede olvidar que el federalismo pimargalliano seré una de las correas de transmisién del catalanismo de signo izquierdista, como lo ser, por otros eonceptos, del anarquismo, y que, sl no del conjunto de su doc- trina, s{ de especificos postulados doctrinales se recla- maran unos y otros. Por otro lado —como ha dicho uno de sus mejores exégetas medernos— “a pesar de su fracaso, es imposible negar la clarividencla de Fran- cisco Pi y Margail que Intento, especlaimente, y por primera vez, resolver dos de los grandes problemas que han constituldo el nervio de la historia posterior de Esbafia: el regional, especialmente la Hamada “cues- tion catalana” —que no es solamente el problema de Ja burguesia catalana—. y el del proletarlado industrial ¥ eampesino”'. Con lo dicho, basta para poner de re- Uleve Ia importancia histériea de Pi y el interés de su obra, Por suerte, a una bibliografia por lo general escasa~ mente clentifica, ya por ausencia de labor eritica en Sus propios partidarios, ya por un falseamiento siste- matico en los comentaristas conservadores, falta en 4 A. JorGLan, Federalismo y Revolucién. Las ideas sociales de Pky Margit u ambos casos de un estudio profundizado de su doc- trina, han venldo a sumarse en la ultima década’una serie de meritorios trabajos que, desde diferentes pers- Dectivas, han proyectado nueva luz sobre PI y sobre los movimientos en que se desenvuelve su actividad, Nos referimos a los estudios de Eiras Roel, Hennessy, G. Trujillo, Jutgiar, I. Molas, C, Marti, J.’ Solé-Tura, unos centrades en Pl, otros que Inciden en su figura, En cambio, la obra de Pl continua siendo de dificil ‘acceso. Desde la terminacién de la guerra civil sdlo ha sido reeditado en Espana el discurso preliminar a la edicién de las obras del padre Mariana de 1a Bibliote- ea de Autores Espafioles, que escribié Pi hacla 1853 por eneargo de Rivadeneyra; ahora se acaba de reeditar “Las Nacionalldades”. Reclentemente ha aparecido una antologia de su pensamiento debida a I. Molas, cuyo defecto, a nuestro juicio, es que no da deblda cuenta de la evolucién de su pensamiento. Por otra parte, sus numerosistmos e importantisimos articulos de Prensa ¥ iscursos s6lo han sido objeto de recopilacién muy parcial. Dentro de la obra de Pi la tematica socloeconémica ocupa un lugar esenclal. Abarea dos vertientes: 1a reflexion teoriea y el programa, que se corresponden @ su doble dimension de teorica y Ider partidista; ambas tlenen cabida en la seleccién que ofrecemos. Con elio, creemos aportar un material imprescindible al conocimiento y correcta valoracién de Pi. Ahora bien, como el significado de su pensamiento social sdlo es comprensible en el marco general de su obra ¥ actuaclén, con las paginas que siguen pretendemas destacar los aspectos mas importantes de éstas, asi como situarlas en el contexto soclohistérica en que emergen, 12 DATOS BIOGRAFICOS Pi y Margall nace en Barcelona en 1824. En 1847 se traslada @ Madrid: tardard treinta y cuatro afios en volver @ su ciudad natal, cuando lo haga, seré en visitas esporadicas. No se rea por ello que Pl pierde el contacto con la problematica de su tlerra natal. Pero su vida se desenvuelve en Madrid, en castellano escribe toda su obra. La =xplicacion del traslado a Madrid no es otra que la centralizacién, que —como dice su blégrafo Correa y Zafrilla— “habla ya aca- parado en Madrid los hombres mis eminentes en las clenclas, las artes, la literatura, la politica...”, y cuan- do, por otra parte, Barcelona no habia alcanzado el grado de prosperidad que retendria definitivamente a los tntelectuales catalanes (Vicens Vives). No es atre- vido pensar que esa vital experiencia de los efectos de la centralizacion operaré sobre el posterior curso de sus Ideas. Pi, que ya se habla iniclado en Bareelo- na en las armas de la eritica artistica, acude a Ma- drid en busca de unas posibilidades que no ereia en- contrar en la primera, Su vida en la capital, espe- clalmente en los primeros afios no sera facil: 1o men- guado de la vida intelectual espafiola con muchos asptrantes para pocos puestos, las frecuentes persecti- ciones subernamentales, obligaran a Pi ya a prestar sus servicios en alguna empresa comercial, ya mas frecuentemente a dedicarse al ejerciclo de la abogacia, Como acabamos de sefialar, Pi debutara en el cam- Po intelectual con Ia critica de arte. Su nombre apa- rece asociado a los esfuerzos que, en los ambientes Toménticos barcelonés y madrilefio, se hacian por los afios cuarenta y cincuenta en pro del estudio y revalo- rizacién del patrimonio artistico espanol. A partir de Ja revolucion de 1845, 1a politiea dominaré la acti- vidad de Pi, mas no por ello dejo nunca de cultivar Ja critica artistica, 1a Mteratura, la historia, prefe- rentemente en los periodos de apartamlento’ forzoso 13 de los negocios publics. As{, en el campo del arte, recordemos principalmente su colaboractén en “Re- cuerdos y Bellezas de Espafia”, acabando en la parte consagtada a Catalufia lo inielado por Pablo Piferter y escriblendo la dedicada al antiguo reino de Gra- nada; su “Historia de la pintura” (1851), de la que ‘s6lo aparecié el tomo primero, debldo a la condenacién cclesisstica y gubernamentul a causa del capitulo ter- cero de la misma titulado “‘estudios sobre la Edad Me- dia” —que alguna vez se reeditata aparte— que cons- titula una critica radical del eristianismo y la primera mantfestacion literaria de su heterodoxia?, En el his- térico, el estudio preliminar a la edicion por la B. A. E. de las obras del P. Marlana, la “Historia de Espafia en el siglo XIX” en colaboracién con su hijo Pi y Ar- suaga. En los dos campos mencionados y en el lite- rario, numerosos articulos, algunos recogidos en Itbros. Seguin nos dicen sus biégrafos, Pl y Margall ingres en el reclén fundado partido demécrata en 1849, dis- tinguléndose desde el primer momento por el radica~ Usmo que quiso imprimir a la joven democracia, mu- chas veces en contra de la voluntad de sus fundado- res que, si blen acababan de separarse del partido progresista, no querian romper los puentes con este Partido. El verdadero debut politico de Pi es con la Tevolucién de 1854, en 12 que participara activamente: entonces escribiré'su primera obra politica “La Reac- clon y la Revolucion”, en 1a que condenara la actitud vacilante ¥ contemporizadora de los demécratas en esa coyuntura y pretendera proporcionarles un credo co- herente y radical. En 1855 lo encontramos colaboran- do en Ja revista “La Razén", que deja de aparecer a causa del golpe de Estado del general O'Donnell, de Julio del mismo afio. Pi se retiraré a Vergara, patria de su mujer; el contacto con las Vascongadas forta- lecera su federalismo. En junio de 1857, Nicolas M. de Rivero le ama a colaborar en el dlarlo “La Discu- 2 Sobre su visiin del arte ha dicho el presigioso critica A. Comet ruse uae ty acs ue a ee aoa Tee As SORE Componentes exierpos" del arte ‘Son uns iucider aus supers eseealo etcrminismo de (aquel) autor “4 stén”, donde pronto asume el principal trabajo, pro- siguiendo su antigua campafia de claro deslinde con Jos progresistas y detinicion del programa democré- tico. Segun dice Vera, “a medlados de marzo de 1859 dej6 de pertenecer Pi y Margall a la redaccion de “La Discusion” para consagrarse al ejerciclo de la abo- gacia”, empero continu6 colaborando en este perid- dico blen que de formu espaciada durante todo el afio 1859 y muy esporadieamente en los siguientes, No por eso se desinteresé de la actividad del partido: esté en el centro de la Declaracién de los treinta de noviembre de 1860 sobre 2] controvertido punto del socialismo, que pretendia solventarlo dejando lber- tad de opinion en el seno del partido en las cues- tiones economicosoctales. ‘A primeros de abril de 1864 vuelve Pi a “La Discu- sién” como director: durante cuatro meses sostendra una dura polémica con “La Democracia” de Castelar y “El Pueblo” de Garcla Rulz, en defensa del socia- smo como integrante del programa democratico, frente al Mberallsmo econémico integral de los ulti- mos; la polémica agitaré profundamente al partido, crear una fisura que ya nunca se lenard, a pesar de que se quiera disimularla pesard negativamente en los afios del cielo de la Gloriosa. La subida al poder de Narvaez, en septiembre de 1864, que inauguraba una nueva etapa represiva, obligaré a una tregua. Pi abandona “La Discusién”, cumplido —segin Vera— su objetivo de exponer detalladamente sus posiclones en Ia cuestion econémico social. Los afios siguientes estan dominados por las conversactones con los pro- gresistas en vistas a una allanza revoluctonaria. Des- pués de los sucesos del cuartel de San Gil, de junlo de 1866, abortado el levantamiento, Pi se ve obli- gado a exillarse a Francla. En este pals permanecera hasta finales de 1868. En Paris traducird al castellano una serle de obras de Proudhon, entre ellas, “Du Principe Fédératif”, Jo que dara pie a la arbitraria tesis de que el federa— Msmo espafiol es fruto de las predicaclones de Pl con- vertido a esa solucin tras la lectura del cltado bro 15 de Proudhon; lo que si es clerto es que de esta ¢poca data que constituya al federalismo en el ele central de su sistema politico. Entre 1854 y 1859 le habia pre- ocupado fundamentalmente la afirmacién de los de- rechos individuales y democraticos; en 1864, las eues- tlones sociales. En Paris entrard en contacto con el Positivismo comtlano, que marcara desde ahora una clara tmpronta en sus Ideas. Pl tendra escasa par- tletpacion en la preparacién y desarrollo de la revo- Jucion de septiembre de 1863, Vuelto a Espafia, elegido diputado a las Cortes cons- ‘Uutuyentes, presente en todas las legislaturas entre 1869 y 1873, la vida parlamentaria y la del partido absor- bera toda su actividad. Organtzacion del partido bajo una direccion centralizada, salvaguardia de la pureza de] {deario federal, tactica legalista frente a la revolu- clonaria como via para Megar a la federacién, son Jos tres principlos que defendera Pl, durante los cua- tro afios que preceden a la proclamacién de la Repa- bilca, en el seno del partido republicano-federal, na- cido a finales de 1868 como sucesor del demécrata. Por un lado, frente a la derecha del partido, tiblamente federalista e individualista, partidarla de un contac- to estrecho con la tzquierda del progresismo; por otro, frente a los “intransigentes” de Madrid y de las provinelas, reacios a una organizacton centralizada y desconfiados de la via legalista. No obstante esta ab- soreién por la accién, al hilo de la necesidad de defi- nir posiciones, y en discursos, manifiestos, articulos, Ia ideologia federal, que tiene como base el pacto, se precisa. Después vendra la experiencia clave de 1873, de 1a que tendremos ocasién de hablar; a la reivin- dicacton de su gestion consagraré “La Repiiblica de 1873. Apuntes para escribir su historia", de la que s6lo pudo aparecer la primera parte por’ prohibiclén gubernamental, Con la Restauracion, viene la semiclandestinidad para las fuerzas republicanas, profundamente que- brantadas. Si Pl y Margall no permanece ajeno a los aMéste 1 testimonio del propio Pr recogido por Azmi en La Vo- tuntad, 2 Dare, Vie - tH 16 Innumerables conciliabulos de los dirigentes republi- canos para poner en mareha una aceion revoluctona- Tia, su poco gusto por la consplracién y, por otra par- te, la restriccién de las manifestaciones republicans, le proporejonaré la tranquilldad suficiente para es- cribir su obra mas conocida “Las Nactonalidades”, pero no la mas representativa, a nuestro juicio, pues, como ya ha sido sefialado, Pi en un Intento de Inte- resar a la burguesia en su federalismo, prescinde de los aspectos més radicales de su programa; pero en- seguida abandonara este camino para volver a su orlentacion radical. A partir de 1879 (goblerno Mar- tinez Campos) y, sobre todo, de 1881 (goblerno Sa- gasta), aflojadas las medidas restrictivas canovistas, comienza la tarea de reorgantzar el partido federal, de delimitar una vez més la esencia de la federacion frente a las desviaciones organicistas, de hacer adml- tir un programa de reformas soclales como integrante del partido, de definir las condiciones de allanza con las otras fuerzas republicanas. Viajes de propaganda, congresos del partido, programas, de nuevo la partici- pacion electoral y la presencia en las Cortes @ partir de 1886. Nuevas escislones se producen en el tronco fe- derai, del que ya se habian apartado Castelar y Salme- T6n: las més importantes: la de signo organicista de E, Figueras y la catalanista de Almirall. Bien es ver- dad que lo que se plerde en extension se gana en cohe- Tenela, lo que era necesario después de la alecciona- dora experiencia de 1873. Pi ha perdido tmperio sobre los acontecimientos de Ja vida espafiola en estos afios de profunda depresion, en que s6lo Catalufia y algunos micleos minoritarios obreristas e Intelectuales parecen vibrar con un im- pulso renovador. En camb{fo, en medio del marasmo @ histrionismo finiseculares, su figura moral e intelec- tual se agranda: es la época de sus licldas y valien- tes campafias contra la indiscriminada represién del anarquismo, de defensa de la independencia cubana ¥ condenacton del colonialismo espafiol, de denuncia de la insensatez de la guerra con Fstados Unidos y del engafo en que se tenia a la opinion, de defensa W del catalanismo, en que quedaré en ocasiones alslado de la masa de su propio partido. De estos afos datan “Las Luchas de Nuestros Dias”, que nosotros estima- mos su obra mas representativa, “Cartas intimas (Dos- tuma); en 1890 funda “EI Nuevo Régimen”, que es cast exelusivamente tribuna de su pensamtento. Pi y Margall fallece el 29 de noviembre de 1901. A Ja difusién de su pensamlento conttipuiran su claridad y economia expositivas, que sitven de vehicu- Jo @ una construccion que busca siempre apoyarse en una rigurosa argumentaclén, ajena a cualquier des- bordamlento sensiblero. Lo recordaba Azorin —a quien debemos algunos de los mejores apuntes blograficos sobre Pi— al decir que fue “uno de los intelectos mas Impldos, coherentes y logicos que nos ofrece la Es- Pafia contemporanea”*, El mismo Azorin ha sinteti- 2ado magistralmente el estilo de nuestro autor: “Como estilista Pi y Margall es Umpio, terso, preciso, con- eiso... sien los primeros Libros (...) es un poco profuso ¥ amplificador, con el tiempo (...) Hega a la lmpidez ¥ coneisién de sus breves articulos de “El Nuevo Re- gimen”... en la ultima parte de su vida (...) nuestro autor logra el prodigio técnico de adaptar su fervor y entusiasmo dentro de formas pristinamente clasicas". Esta sobriedad estilistiea, contrastando con la reto- Tiea vigente, ¥ que anticipa la renovacién literaria de tos eseritores del noventa ¥ ocho, explica la atraccton ejereida sobre algunos de los miembros de esta ge- neracion §, PERSONALIDAD POLITICA E INTELECTUAL ou En la base del prestigio moral de Pi y Margall estan Su integridad tanto en el ejerciclo profesional privado como en su corta gestion publica, de la que tenemos 1 Lgcturas: Bspahotas aid adnan, gue Pts Cu) flo Mgerien ta ea sncg 9" eins fogs, Clinds por R. Pages oe ba Blass POH ‘Sociedad en ef primer Unamuno, Ciencia Nueva, pag. 15; hota 1h.) 2

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