He vivido los aos de infancia, tanto en la ciudad como en el campo y
recuerdo ese bonito tiempo con nostalgia, como si fuera ayer. Yo era uno de esos nios de antao, pero diferente a los que se pasaban el da, cazando lombrices y lagartijas o probando su artillera con los pjaros, cosa que me causaba una pena profunda.
En cambio, viva contemplando lo bello del clima, lo hermoso de la
naturaleza, divisando como se movan los arboles con sus verdes hojas. La vieja acequia emanando sus aguas claras, un volantn elevndose al cielo, ayudado por el viento. En la casa de campo en La Punta, cuando mi abuelo al son de su acorden, cantaba himnos de alabanza a Dios y a sus criaturas, yo era feliz en aquellos das.
En fin todo eso, pero pensaba siempre en el futuro, soando ser
cuando grande, labrador, lustrabotas, obrero, futbolistas, poltico o lo que sea, pero por razn del destino y la gracia de Dios llegu a ser lo que cuando era un pelusita, nunca so: Un sencillo y humilde poeta provinciano, pero Qu alegra haber vivido esa infancia para poderlo narrar en este breve cuento.