Vous êtes sur la page 1sur 7

La adoración y Jesús

Juan Carlos Cevallos

Profesor de teología y editor con Casa Bautista

“Adorarle es conocerle” Lutero

El pueblo bautista latinoamericano disfruta de muchas bendiciones, pero adolece de crisis


de identidad. En la “adoración” es uno de los “sitios” donde más padecemos esta crisis. En
gran medida se puede deber a que parece que desconocemos algunos de los principios
bíblicos de una adoración genuina. Esta falta de conocimiento se puede ver cuando
confundimos “adoración”, y “alabanza” o “expresión-respuesta”. Nos detenemos en lo
segundo pasando por alto lo primero. Esto se puede ver en algunos “cultos tradicionales” y
también en los “cultos contemporáneos”, en iglesias “muertas” como en iglesias “renovadas”.
Debemos saber que las formas nos facilitan la adoración. Nos hemos detenido más en el
“cómo” y hemos descuidado el “qué”.

En otras palabras, parece que podemos caer en lo condenado por Jesús en sus célebres
pero lapidarias palabras de Mateo 23, nos hemos concentrado en la “menta, anís y el
comino..., lo de afuera del vaso... y en los hermosos sepulcros...”, olvidándonos que “esto era
necesario hacer, sin dejar de hacer aquello” (“justicia, misericordia y fe... lo de adentro del
vaso... y lo de lo que estamos llenos por dentro...”).

¿Qué es lo que desea Jesús de nuestra adoración? Sin duda él seguiría con el tono de la
“pasión profética” veterotestamentaria de los Oseas, de los Miqueas y de los Amós:
adoración sin obediencia es hipocresía. La santidad de vida es un requisito básico para la
adoración, pues solamente de esta adoración se complace Dios.

I. TERMINOLOGÍA EN EL NUEVO TESTAMENTO

Básicamente hay dos términos que se usan para traducir nuestra palabra “adoración” en el
Nuevo Testamento, pero se requiere pensar en otras palabras muy usadas. Los asuntos de
semántica bíblica son necesarios para evitar equívocos posteriores en nuestras prácticas
que pretendemos que sean bíblicas.

1. Adorar (proscuneo)

Significa “hacer referencia” o “rendir homenaje”. La palabra está a su vez compuesta por
dos palabras, la primera (pros) significa “dirigirse hacia”, y la otra (cuneo) significa “besar”;
es un homenaje que se rinde a una persona de una manera cercana, en contacto, en relación.
“Da a entender que, en su forma más sencilla, la adoración es dirigirle un beso a Dios o una
muestra de amor profundo. Todo esto nos habla de ‘actitud’”. 1 En un sentido más profundo
“indica postración, reconocimiento de autoridad y relación con esa autoridad”.2 La relación
que existe hacia quien yo adoro es lo relevante en esta palabra.

2. Adorar (latreuo)

1
Esta palabra significa “servicio”, y se la debe traducir de acuerdo al contexto (Rom. 12:1).
Adorar es servir. Con esta palabra se pretende indicar un profundo compromiso personal
con Dios, una relación individual con Dios. “Es decir que, tanto el culto personal como el
corporativo se fundamentan, no en un sistema o ritual (aunque el ser humano lo necesite
como medio de expresión), sino en la relación personal con Dios”.3

3. Alabar (aineo) y liturgia (leitourgia)

La primera palabra significa “bendecir, engrandecer”, es “la alabanza alegre de Dios que se
expresa por medio de doxologías, himnos, y oraciones”. 4 Una persona alaba porque fue
tocada por Dios, porque Dios irrumpió en su vida. La alabanza es la expresión de esa
irrupción, es la celebración de un encuentro.

La liturgia es la forma, “el culto comunitario de la iglesia, que prolonga el sacerdocio de


Jesucristo y tributa a Dios la más alta gloria por medio de él”.5 Esta palabra no es bien
recibida entre los bautistas, pues pensamos que la “liturgia” no es garantía de una
verdadera adoración, y es cierto; pero también es cierto que la falta de “forma” o liturgia
no garantiza tal adoración.

La liturgia es la manera cómo organizo mi alabanza, que es producto de mi adoración. A la


inversa, una relación íntima con Dios produce adoración que es expresada por la alabanza.
Finalmente, no hay ningún fundamento para afirmar que se adora por medio de “himnos
tradicionales quietos” y se alaba por medio de “cánticos contemporáneos animados”.
Reiteramos: la adoración es una actitud interna, la alabanza es la actitud cúltica resultado
de una relación profunda con Dios. La adoración exige vida, demanda entrega; la alabanza la
expresa.

II. LA ADORACIÓN DE Y A JESÚS

Los elementos de lo que es una verdadera adoración saturan la vida de Jesús, como “sujeto”
de adoración y como “objeto” de adoración.

1. La adoración de Jesús

Si pudiéramos condensar la vida de Jesús, la podríamos simplificar en una frase: vivió para
adorar al Padre. Sin pretender ser exhaustivo, hay dos momentos que posiblemente marcan
el tono de su vida de adoración: su discurso en la sinagoga de Nazaret y la limpieza(-s ?) del
templo. La “adoración” del pueblo judío se realizaba, básicamente, desde el templo de
Jerusalén y desde las sinagogas, la primera estaba en manos del sacerdocio ordenado
mientras que la segunda en manos del laicado, el pueblo. Cada una tiene sus propias
restricciones y oportunidades, las mismas que no se pueden detallar en esta parte.

a) La sinagoga de Nazaret (Luc. 4:16-30)

Aquí tenemos el ejemplo del entendimiento que tenía Jesús acerca de la adoración en medio
de una sociedad que sufría diferentes niveles de opresión. Para él la adoración en un sitio
como la sinagoga no se la puede limitar a una lectura desencarnada de la palabra, y a una
simple celebración del acto escatológico cumplido en su presencia.

2
Este prólogo programático del ministerio de Jesús según Lucas, se desarrolla en un “culto
de adoración”. En medio de la liturgia desarrollada en el culto sabático de una sinagoga, se
lee las escrituras, y el Señor escoge leer dos pasajes de Isaías (51 y 58), para luego
explicarlos, de acuerdo con la tradición judía. Acepta la tradición como instrumento para
presentar un mensaje nuevo y renovador. No solamente toma el mensaje ya actualizado que
hace Isaías de Levítico 25, sino que le da un elemento de cumplimiento y esperanza real y
presente, pero que no se agota en esta realidad presente. Isaías contextualiza Levítico (el
libro del culto); Jesús en su culto de adoración contextualiza Isaías, abriéndose a una
realidad universal y rompiendo las paredes de las sinagoga, en donde se predica “el
evangelio...” pero donde no se lo debe limitar (comp. v. 43).

La adoración de Jesús está ligada íntimamente a su misión; pues no hay un desligamiento


entre actividad cúltica y misión (Mat. 28:16-20). Adoración y vida son inseparables; la
relación hombre/Dios es inseparable de la relación hombre/hombre. Nada de la
vida/adoración de Jesús es parcial, nada es dicótomo en Jesús: se adora a Dios y se sirve al
hombre. La adoración no es “espiritual” y el servicio “material”, para Jesús es una misma
cosa.

La verdadera adoración es un servicio ofrecido a Dios no solo en función de culto en un sitio


sino como servicio a los demás.

b) La(-s) limpieza(-s) del templo (Juan 2:13-25)

Si es una limpieza del templo o dos las que hace Jesús no es el sitio para discutirlo. Lo
cierto es que en el relato de Juan, el Evangelio que presenta lo “nuevo” del mensaje de
Jesús (Dios hecho carne, un nuevo vino, un nuevo nacimiento, un nuevo pan, una nueva luz,
una nueva adoración), se halla intencionalmente colocado al comienzo de sus relatos.
Jesús ha hecho la conversión del agua en vino, y ahora viaja para adorar en el templo,
debido a la fiesta de la Pascua. Esta era un fiesta que se realizaba en la familia según las
enseñanzas de Éxodo, pero ahora se había centralizado en el templo; los judíos ahora
debían ir al templo para adorar. Juan usa el término “Pascua de los judíos” en forma
despectiva. Se trata de una fiesta oficial, regida y utilizada por las autoridades. Las
fiestas ya no son del pueblo, son fiestas del clero; el pueblo no puede celebrar, está
oprimido por todo el sistema religioso. La fiesta de liberación se convirtió en fiesta de
opresión del formalismo religioso.

Jesús no encuentra gente adorando, encuentra un “negocio”. Un negocio fomentado y


aprovechado por el sumo sacerdote.6

La manifestación mesiánica de Jesús (Zac. 14:21) es inequívoca, ha comenzado una nueva


era. Jesús se pone en la línea de los profetas que rechazaron un culto hipócrita que iba muy
junto a la injusticia y opresión al despojado. Lo importante para los religiosos era “montar
un show”. Jesús, entonces, no propone un cambio del culto farandulero, presenta la
abolición. Un culto de adoración basado en la apariencia y en el aparataje debe ser abolido y
echado de la presencia del Santo. La adoración a Dios fue cambiada por el negocio y la
búsqueda de resultados. El culto se ha vuelto en un pretexto para el lucro. El culto de
adoración en el templo no había cumplido su propósito, debe ser destruido y levantado un
nuevo culto. No solo hay denuncia, sino invitación a una nueva adoración en torno a Jesús
(vv. 19, 21 y 22) fuera del templo. Los “nicodemos” son también convidados a esta nueva
adoración.

3
Finaliza Juan este pasaje, recalcando que la adoración no puede ser algo superficial, es
necesario que el Señor confíe en lo que decimos y hacemos (vv. 23 y 24). La adoración sale
del ámbito de lo puramente religioso para llegar a ser la vida misma del El mundo del Nuevo
Testamento “creyente que es creído por Dios”; esta adoración es la que perdura. En Cristo
las paredes del templo de la adoración meramente religiosa han sido destruidas.

2. La adoración a Jesús

Hay varias veces que el Señor Jesús fue adorado, y seguramente esos fueron actos
genuinos. ¡Muchos pasajes de los Evangelios nos podrían ayudar, y no se diga los de
Apocalipsis! Sin embargo, hay dos casos que se presentan en el Evangelio de Marcos que por
lo negativos nos dan enseñanzas positivas, al mismo tiempo que no dejan de ser difíciles de
entender.

a) Un demonio le adora (Mar. 5:1-20)

Con todos los problemas que hay en torno a si es uno o dos endemoniados, y en general, a lo
que es una posesión demoníaca, es claro que el demonio adora a Jesucristo (v. 6). El
endemoniado temía a Dios, y aunque reconoce la presencia de él, no acepta su señorío y
prefiere salir hacia los cerdos.

Este extraño caso nos enseña una lección importante en relación con la adoración: es
posible postrarse y adorar ante Jesús, temerle, reconocer su poder y autoridad, aun
creyendo en él (Santiago 2:19), pero sin someterse a él para obedecerle. Tal acto de
adoración, sin embargo, no agrada a Dios, es esencialmente hipócrita, porque representa
una cosa que no es. La obediencia es un elemento indispensable en la adoración que Dios
acepta. 7

En el demonio la adoración se convirtió en un instrumento para lograr, por ese momento, un


alivio. La adoración tan efusiva se convirtió en un elemento “adormecedor de conciencias”,
mientras llega su fin.

b) Los soldados adorantes (Mar. 15:16-20)

Este es otro pasaje que nos presenta Marcos en el que hay un problema complicado. Tan
complicado que algunas de las traducciones no se animaron a traducir proscuneo como
adoración, sino como “rendirle homenaje” o “le hacían reverencias”.

No hay duda de que no hay sinceridad de parte de los soldados, ellos sencillamente se
estaban burlando desconociendo de quien se trataba. Era una adoración sin saber lo que
hacían. Igualmente no hay duda de que Dios no se complace en este tipo de adoración. Esta
adoración es una “parodia:”8 una imitación burlesca de algo tan serio.

Podemos inferir de este pasaje que no es lo más importante lo que hacemos, lo que decimos
o gritamos, si nos inclinamos o no lo hacemos. La forma no es el centro, si me inclino, si
aplaudo, si canto himnos, si danzo, no danzo; eso es externo. Lo importante y la adoración
que sí recibe Dios es la que se hace con sinceridad, pues Dios ve el corazón de los
adorantes.

4
III. LA ADORACIÓN SEGÚN JESÚS

Sin dudar el capítulo cuatro de Juan es céntrico en el entendimiento de la verdadera


adoración; como en ningún otro lugar el Señor es claro en la enseñanza que nos ofrece.
También, como en ningún otro pasaje de la Escritura, en este texto se usa varias veces el
término adorar.

El maestro conduce a la samaritana por el camino del verdadero aprendizaje. Procuraremos


ir recorriendo este camino. Jesús le ofrece el evangelio trasformador: el agua viva (vv. 10,
13 y 14). La mujer no puede entender de lo que se trata y solo puede ver lo superficial (vv.
11 y 12). Se aferra a la tradición, a lo que siempre se ha dicho y se ha hecho. Más tarde (v.
15) la mujer acepta el ofrecimiento de Jesús, pero es indudable que no ha entendido de lo
que se trata; se queda solamente en lo superficial y las ventajas inmediatas de aceptar esa
clase de agua.

El Señor confronta a la mujer (vv. 16, 17b-18), pues no es suficiente una aceptación
superficial, se requiere un enfrentarse a la realidad. La mujer se debe dar cuenta que se
requiere un examen de la vida personal, pues no se pude desligar lo que uno es de lo que uno
hace. En sus respuestas (vv. 17a y 19) se nota que la mujer está avanzando en su
comprensión, de la negación va hasta el reconocimiento.

Jesús ha topado un tema delicado que la mujer no desea seguir hablando, así que la mejor
manera, para la mujer, de enfrentar la realidad de las demandas de Jesús es el tema
religioso: la adoración. La adoración, tal como la entiende la samaritana (tal vez también
nosotros), es un tema que se usa con facilidad para desviar la atención de lo fundamental.
El Señor no lo entiende así, y procede a explicar que la adoración también se la debe
entender en la correcta dimensión de una vida completa dedicada a Dios.

Se pueden destacar algunos puntos de la enseñanza de Jesús acerca de la adoración. 1) -V.


21- Una nueva clase de adoración se requiere para el que ha nacido de nuevo. Ya no se dará
adoración a un Dios lejano, sino al Padre unido en una relación personal. No depende del
lugar ni de las formas. La adoración verdadera no se da, necesariamente, solo en el templo o
la sinagoga, por más “santo” que sea el sitio; puede ser el Gerizim o tal vez pude ser
Jerusalén, la ciudad santa por excelencia. No, la adoración a Dios no se pude limitar a un
lugar, el Señor ya rompió las paredes de los templos y de las sinagogas, las paredes de la
religión.

2) -V. 22- La adoración es un acto inteligente. En este siglo donde no queremos saber sino
queremos sentir, donde hemos trasformado el aforismo “pienso luego existo” a “siento
luego existo”, Jesús nos recuerda que es importante conocer a lo que adoramos. Para tener
una adoración que agrade al Padre “es necesario conocer mejor a Dios, y eso se logra solo
mediante su Palabra”. 9Debemos inteligenciar nuestra adoración, nuestra fe. Tenemos que
saber qué adoramos. “Disciplina rigurosa de estudio bíblico va mano a mano con la práctica
de la adoración que agrada a Dios”.10 La experiencia no puede ser la norma, los sentidos no
pueden ser la guía, solo el conocimiento de Dios que nos da la palabra que tiene autoridad
en sí misma, nos capacita para una adoración verdadera.

3) -V. 23- En primer lugar (“la hora viene y ahora es”), la “nueva” clase de adoración se
convierte en “un acontecimiento escatológico que obra Dios mismo por medio de su Espíritu
y que se hace realidad por medio de la venida del Revelador”. 11 “La única adoración auténtica

5
de Dios es aquella que es operada por medio de la fuerza y de la auto-revelación de Dios”. 12
La adoración es un acto presente pero también futuro, es parte de la tensión del “ya pero
todavía no” del reino de Dios. En segundo lugar, la frase “Espíritu y verdad” está en paralelo
con la frase de 1:14 “amor y verdad”, en donde “el amor se expresa [verdad] en términos de
benevolencia desinteresada y generosa; el espíritu expresa el mismo amor en términos de
fuerza, vida y acción... El culto con espíritu y lealtad [verdad] es, por tanto, la práctica del
amor fiel al hombre. De ahí que excluya los templos fabricados...”13

La adoración que busca Dios es servicio: “dame de beber”. Jesús sigue el tono de Oseas
6:6, pues Dios no necesita ningún homenaje; él exige una acción como la suya: amor.

4) -V. 24- “Dios es espíritu” “define a Dios, pero no en el sentido metafísico, sino de
‘acuerdo a su trabajo en el mundo’”.14 Es “una descripción de las relaciones de Dios con los
hombres”.15 Esta cláusula es paralela a “Dios es luz” y “Dios es amor”, frases que describen
el modo en que Dios actúa. “Dios da al mundo su Hijo, que es luz del mundo (3,19; 8,12; 9,5)
como un signo de su amor (3,16)”. 16El E(e)spíritu, en Juan, es el poder que se mueve (3:8),
es lo que da vida (6:63), el instrumento del nuevo nacimiento (3:5), no es lo intangible y
opuesto a la carne, es el poder que nos conduce a la vida auténtica.17

La adoración a Dios, siendo que él es poder en acción en el mundo (espíritu), deja de ser un
acto netamente vertical, “desencarnado” y debe ser un acto también horizontal, servicio al
prójimo. Dios no quiere dones, quiere comunicarse con su pueblo. Los que participan de la
adoración la deben comunicar al mundo. El problema de algunos de los judíos y samaritanos
era su dogmática, porque tenían la idea griega de un Dios desencarnado, y también su ética
porque pensaban que la adoración nada tiene que hacer con la vida diaria.

Podemos usar la “adoración” para desviar la atención y no tomar en serio el mensaje de


Jesús que demanda arrepentimiento y acción responsable.

Conclusión: La adoración no es un acto cultual de un día a la semana; el acto cultual será el


resultado de una vida de adoración: entrega a Dios, conocimiento de Dios y servicio al
prójimo; no como tres actos sino como uno solo. Sistema de vida y adoración son dos cosas
inseparables. Una adoración adecuada solo se la logrará luego de un conocimiento personal e
íntimo de Dios. Toda la vida pasa a ser un culto a Dios, dejando de existir la separación
entre lo profano y lo secular.

“Adorarle es conocerle” (Lutero).


1
Fermín García, La verdadera adoración (Deerfield: Editorial Vida), p. 26.
2
Miguel Ángel Darino, La adoración primera prioridad (El Paso: Casa Bautista de Publicaciones), p. 41.
3
Ibíd., p. 36.
4
Gerhard Kittel. Theological Dictionary of the New Testament. Tomo I. Grand Rapids, Michigan: WM. B. Eerdmans
Publishing Company. p.177.
5
Darino, La adoración primera prioidad, p. 35.
6
J. Leipoldt y W. Grundmann, Elmundo del Nuevo Testamento (Madrid: Ediciones Cristiandad), p. 199. Es posible que la
venta de animales estuviera en manos de Anás; ver Joachim Jeremias, Jerusalén (Madrid: Ediciones Cristiandad), p. 65.
7
James Bartley, La adoración que agrada al Altísimo (El Paso: Casa Bautista de Publicaciones), p. 128.
8
Ibíd., p. 129.
9
García, La verdadera adoración, p. 17.
10
Bartley, La adoración que agrada al Altísimo, p. 195.
11
Rudolf Bultmann, Teología del Nuevo Testamento (Salamanca: Ediciones Sígueme), p. 443.
12
Ibíd., p. 434.
13
J. Mateos y J. Barreto, El Evangelio de Juan (Madrid: Ediciones Cristiandad), p. 239.
14
George Beasley-Murray, John. Word Biblical Commentary (Waco: Word Books, Publisher), p. 62.
15
Raymond E. Brown, El Evangelio según Juan .Vol. 1( Madrid: Ediciones Cristiandad), p. 375.

6
16
Ibíd., p. 375.
17
C. H. Dodd, Interpretación del cuarto Evangelio (Madrid: Ediciones Cristiandad), pp. 228-232.

PRIMER CONGRESO LATINOAMERICANO BAUTISTA DE ADORACIÓN

http://www.casabautista.org/dialog/dialog/congres1.htm

Ponencias Para reaccionar o expresar sus sugerencias, por favor, escríbanos a jpoe@casabautista.org

Primer Congreso Latinoamericano Bautista de Adoración


Primera Iglesia Bautista de Niterói, RJ, Brasil
15 al 18 de marzo de 2000

Vous aimerez peut-être aussi