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LIKI IA RIXY Kal ANAGRAMA Coleccién Argumentos Pea n ee are W a meet eee Mec coral Cs oe) Meme cemso MeL a S baile es para los mds jovenes. Y aunque sdlo tienen alrededor de treinta arios, eco mae Aner Sune Wiel al cuit Mi es ml =e eek e verdaderos solteros, a los que Bourdieu dedica esta investigacién. Nacido en Béarn, una regién rural del sudoeste de Francia, al pie de los Pirineos, Pierre Bourdieu paso sus primeros afios entre hijos de campesinos, obreros y pequefios comerciantes en un pueblo conocido por su arcaismo y que, mas tarde, seria asunto de uno de sus primeros estudios notables de etnografia: «Solteria y condicién campesina» (1962). Este articulo y «Las estrategias matrimoniales en el sistema de reproduccién» (1972) y «Reproduccién prohibida. La dimensién simbdlica de la dominacién econdmica» (1989) son los tres ejes que vertebran este libro, aparecido poéstumamente. En ellos Bourdieu, reconocido como el gran renovador de los estudios sociolégicos europeos, diagnostica la crisis de la sociedad campesina que é! habia conocido en su ceo Rmel ono W erie Melts lere-[ il ig (eke aa er-Ucre TLCS oa old relaciones de género. Bourdieu encarrila su andlisis partiendo de una pregunta clave: gcémo es posible que, en una sociedad asentada tradicionalmente sobre el derecho de los primogénitos, sean éstos los que se queden solteros? La respuesta se inscribe, desde sus inicios, dentro de la concepcién bourdieana de los estudios socialagicos y etnograficos, partiendo de una formulacién historicista y de una visién diacrénica del hecho social, en contraposicién al andlisis sincrénico propio de! estructuralismo de Lévi-Strauss (de hecho, Bourdieu se refirid a este libro suyo como «Un Tristes trépicos a la inversa»): los cambios de costumbres impuestos por la vida moderna han vuelto obsoletos los usos tradicionales. La SCldureMeU me tome scem ete Met = mee mee UMUe =Pae Me te ce eC} oR 1e) al donde Bourdieu vuelve a mostrar el valor fundamental de conceptos como fpretey eh ym= rs Ue-1e1e Meme an ates Mas ]9)| (er PMC Rech oeice Msc M ure e-Ualccme Meme) )e]lec-Crlelg Mel cM =i Belclol0L-Ig Caen Mm meee Mt arc Rolle ulm aise Moun Mi ec mel a Briel Meet oc OR tole eeM ig M te iC Meret ig-Celsas Mure CUL Lf autobiografico y de ulterior afirmacién de los conceptos vertebrales de su pensamiento. O, como dice Loic Wacquant, profesor de Sociologia en la Universidad de California, colega y coautor junto a Bourdieu de Una invitacién Eerie eer ic. (meee Rr ele e mee ees alecee a habia ¢recide, por lo que el libro es bello, muy intima, y al mismo tiempo un estudio sobresaliente en el campo de la etnografia». Pierre Bourdieu (1930-2002), uno de los mas prestigiosos y polémicos pensadores de nuestro tiempo, fue profesor de sociologia en el College de icine B Relilacime ae te ace eel ae eg oem st peel neo lear ome eRe M CU rie wake MMe ele eel ones kee oe ae coleccién de optisculos Liber-Raisons d’Agir. En esta coleccién se han follel torte lo Menno mcrae MM eee lp Tel -t (-ae UC Marr eug coe epee Fore ole Mem ciel ee ira selene ere ge eres ie ilo eee elit glee furans mm erg cell oreo eRe tee reel lhe Bee ese ene aed dé cientifico (Ciencia de fa ciencia y reflexividad) y El baile de los solteros (Crisis de la seciedad campesina de Béarn). } wl 9 "78: 6' 2126 Pierre Bourdieu El baile de los solteros La crisis de la sociedad campesina en el Bearne Pradueciin de Thomas Kaul mn EDITORIAL ANAGRAMA BARCELONA Titulo de br ediciém origtnat: Le hal des eélibaraiees © Faditions du Seuil Paris, 2002 Papblicacte con ba agai ced Mi de Cultsara-Consvo Nactonat del Libro Dinetia de tn coleccine Julio: Vivas ilustracién: Photo DR @ EDITORIAL ANAGRAMA, S. A. 2004 Pedré de la Creu, 58 08034 Baz ISBN: 84-339-621 2-4 Depasico Legal: B. 42708-2004 Printed in Spain Liberdupley, 8. 1, Congtitueid, 19, 08014 Barcelona El baile de Navidad se celebra en el saléa in- terior de un café, En el centro de la pista, brillan- temente iluminada, bailan una docena de parejas al son de unas canciones de moda, Son, principal- mente, «estudianteso, aluminos de secundaria o de los institutos de las ciudades vecinas, en su mayo- ria hijos del lugar, Y también hay algunas solda- dos, muchachos de la ciudad, obreros 9 emplea- dos, que visten pantaldn vaqnero y catadora de cuero negro y Hevan la cabeza descubierta 0 som- brevo tiralés, Enste las bailarinas hay varias mu- chachas procedentes de los caserfos més alejados, tivas de Les- gue nada diferencia de las demés + quire que trabajan en Paw coma costuretas, era das o dependientas, Varias adolescences y dicz o dace afios bailan encre si, mientras los cha- as de wales Se persiguen y se zarandean entre las parejas. Plantados al borde de la pista, formando una masa ascuta, ain grupo de hambres algo mayores observan en silencio; todes rondan los treinca afios, Hevan boina y visten traje ascura, pasado de moda, Como impulsados por la tentacidn de par- ticipar en el baile, avanzan a veces ¥ extrechan el espacio reservade a las parejas que hailan, No ha falrado ni uno de los soleeras, todos estin alli. Los hombres de su edad que ya estin casadas han de. jado de ir al baile, © slo van or la Fiesta Mayor © por la feria: ese dia rodo el mundo acude al Pae seo y toda el mundo baila, hasea los eviejoss. Los soltcros na bailan nunea, y ese dia no es una ex- cepcién. Pero enconses llaman menos la atencién, porque todos Jos hombres y lis rujeres del pueblo han acudido, ellos para tomarse unas copas con Jos amigos ¥ ellas para espiar, cotillear y hacer con- jerutas sobre las pasibles bodas En los bailes de ese tipo, come l de Navidad o el de Afo Nuevo, los calteros no cienen nada que hacer. Son bailes apara los jéveness, es decir, para los. que no estan casados; los soleeros ya han superado la edad niibil, pero som, v lo saben, eins casables, Son bailes a los qué se va a bailar, pero ellos no by disimular su malestar, bromean o albororan un poco, Tocan una marcha: una muchacha se acerca al rinodn de Ins solteros y le pide a uno que baile con ella, Se resiste un poco, avergonzado y ene: laran, De vex en cuando, come para tado, Da una vuelta por la pista de baile subtayan- do deliberadamente su corpeza y falta de agilidad, jejos el dia del baile de la asociacién de agricultores y panadetos, » hacien- un poco come hacen las do guifios a sus amigos, Cuando acaba Ie cancién, va a sentarse y ya no bailaré mas, «ise», me dicen, wes el hijo de An... [un propietario importante), La chica que lo ha invitado a bailar es una vecina Lo ha sacado a dar una vuelta por la pista para que esté contento.» Todo vuelve 2 la normalidad, Se- sila de la fonda, donde se pondiin a beber senta- dos unos frente a otros. Cantardin a vox en grita antiguas canciones hearnesas prolongande hasta quedar afénicos unos acordes discotdantes, mien- tras, al lado, la orquesta coca twists y chachachds, Y, en grupos de dos @ de tres, se alejarin lenca- cuando avabe la noche, camino de sus re- mence. cinditas granias. PIERRE BOURDIEU! 1, Véase “Reproduction interdice. La dimension syrbolique de la domination économiques, on Lheder pwrates, 113-114, enero-junio de 1989, pig. 9. guirdn alli hasta la medianache, casi sin hablar, en medio del ruido y las laces del baile, contemplan- da a las inaccesibles muchachas. Lucgo init a la INTRODUCCIGN Los articulos recopilados aqul remiten en tres acasiones al mismo problema, pera cada vez con un bagaje tedrico mais pro- fundo porque es mds general y, no abstante; tiene mayor base empirica.’ Y, por ello, pueden resultar interesantes para aquellos que deseen seguir una investigacidn de acuerdo con la ldgica de su desarrollo y llevarlos al convencimiento, que yo siempre he tenido, de que cuanta mds profundiza el andlisis tedrico, mas cerca esta de las datos de la observacidn, Crea, en efecta, que. cuando se crata de ciencias sociales, la trayectoria heurist ne siempre algo de viaje inicidtico, Y tal vez no sea del todo ab- surdo ni esté del todo desplazado considerar una especie de Bil- dungwoman, es decir, de noveke de formacidn intelectual, la historia de esta investigacién que. tamanda como abjete los pa- decimientas y los dramas asociadas.a las relaciones encre los se- _xos —asf rezaba, mas o menos, el titulo que habfa puesto, inticho antes de la emergencia de los gender studies, al articulo de Les Temps madernes dedicado a este problema, ha posibilitado o obrado una auténtica conversién, El término cenversién no ami parecer, exagerado para designar la transformaci n, ala vez 1. Pierre Bourdieu, «Célibar et condition paysannes, en Exner rnces, 5-6, abril-septiembre de 1962, pays. 32-135; «Les scratégies matrimonial dans le systéme de reproductions, on Annales, 4-5, julia-oetubre de 1972, pags. 1105-1127; «Reproduction interdite. La dimension symbolique de la domination économiques. ap. cit, pags, 15-36, 11 intel vctual y aifectiva, que me ha Hevado de la fenomenologia de la vida afectiva (fruto también, tal vez, de los afectos y de las ilicciones de la vida, que se trataba de negar sabiamente), a una visién del mundo social y de la prictica a la vez mas distanciada y realista, y cllo gracias a un aucéntica dispositive experimental para propiciar la transformacién del Erfebuis en Evfichvung, es decir, del sader on experiencia, Esta mudanza intelectual conlle- vaba muchas implicaciones sociales puesto que se efectuaba me- diante el paso de la filosofia a la etnologia y a la saciolagla y, dentro de ésta, a la sociologia rural, situada en el peldaiio infe- rior denero de ln jerarquia social de las disciplinas, + que la re- ouncia electiva que implicaba ese desplazamiento negarivo en cl espacio universitario tenia como contrapartida el sueho confuse de una reintegracién en cl mundo natal, En el primer texto, escrito a principio de los afios sesenra, en un momento en el que la etnografia de las sociedades eturo- peas es casi inexistente y en el que la sociolagia rural se mantie- he a una distancia considerable del cterreno», me proponge, en un articulo acogido entusidsticamente en Etudes ricreler por Isaac Chiva (:quién pondria hoy a disposicién de un joven in- vestigador desconacide casi medio ndmero de una rev star), re- solver ese enigma social que es el celibaro de las primogénices en una sociedad conocida por su apego furibundo al derecho de primogenitura, Todavia muy cercano de la vision ingenua, de la que, sin embargo, pretendo disociatme, me lanzo a una especie de descripcién total, algo desenfrenada, de un mundo social que conozco sin conocerlo, come ocurre con tades los universos familiaces, Nada escapa a la furia cientificista de quien descubre con una especie de enajenamiento el placer de objetivar tal como ensetia la Guéde pratique déinde divecte des comportements culturelt, de Marcel Magec, espléndide anvidoto hiperempirisca contra la fascinacién que gjercen entonces las elaboraciones estructuralistas de Claude Lévi-Strauss ty de la que da fe suficiente mi articulo sobre la casa cabilefia, que escri- ba mds o menos en esa epoca). El Signo mds manifiesto de la tansformacién del punto de vista que implica la adopcién de 12 la postura del observador es el uso intensive al que recurro en- tonces de la forografia, del mapa, del plano y de la estadisticas todo tiene cabida alli: aquella puerta esculpida ante la que ha- bia pasado mil veces o los juegos de la fiesta del pueblo, la edad y la marca de los ausomdviles y la pirdmide de las edades, y en- trego al lector el plane andénimo de una casa Familiar en la que jugué durante toda mi infancia, El ingente wabajo, infinitamen- te ingrato, que rcquiere la elaboracién estadistica de numero- sisimos cuadros de gran complejidad sobre poblaciones rela- tivamente importantes sin la ayuda de la calculadora o del ordenador participa, como las no menos numerosas entrevistas asociadas a amplias » profundas observaciones que lleva a cabo entonces, de una ascesis de aire iniciitico, A cravés de la inmersidn coral se realiza una reconciliacién con cosas y personas de las que el ingreso en otra vida me habia alejado insensiblemence ¥ cuyo respeto impone la postura etno- gtdfica con la maxima naturalidad. El regreso a los origenes va parejo con un regresa, pero controlado, de lo reprimide. De todo ello apenas quedan huellas en el texto. Si algunos comen- tarios finales, imprecisas y discursivos, sobre la distancia que media entre la yisién primera y la visién erudita permiten adi- yinar el propdsito de reflexividad que presidia inicialm nte toda la empresa (para mi se trataba de vhacer un Tréstes erdpicas al revés»), nada, salvo tal vez la ternuta contenida de la descrip- cién del baile, evoea el clima emocional en cl que se llevd a cabo mi investigacién. Pienso, por ejempla, en el punto de par- tida de la investigacién: fa foro de (mi) curso, que una de mis condiscipulos, empleado en la ciudad yecina, comenta con un escueto y despiadado «incasables referido a aproximadamente la mitad de los que salen en ella; pienso en todas las entrevistas, a menudo muy dolorosas, que he mantenido con viejos solteros de la generacién de mi padre, que me acompaiiaba con fre- cuencia y que me aytidaba, con su presencia y sus discretas in- tervenciones, a despertar Ja confianza y la confidencias pienso en aquel antiguo compafiero de escucla, al que apreciaba mu- adeza casi femeninas, y gue, retitado cho por su finura y su deli 13 con su madre en una casa espléndidamente cuidada, habia ins- ctito en la puerta del establo las fechas de macimiento de sus terneras y los nombres de mujer que les habia puesto. Y la con- tencién objetivista de mi propdsite se debe, sin duda, en parte al hecha de que tengo la sensacién de cometer una especie de traicién, lo que me ha Tlevada a rechazar hasta la fecha cual- quier reedicin de textos que la publicacidn en revistas evuditas de escasa difusion procegia contra las lecturas malincencionadas 0 yoyeuristas. No tengo gran cosa que afadir sobre los artfculos ulteriares que no haya sido dicho ya, Sin duda, porque los progresas que reflejan. se situian dentro del orden de la reflexividad entendida como objetivacién cientifica del sujeco de la objetivacién y por- que la conciencia de los cambios de punto de vista tedrico del que son consecuencia se expresa en ellos con bastante claridad. El segundo, que marca de forma hart manifiesta la ruptura con el paradigma estruccuralista, a través del paso de la regla a la estrategia, de la estructura al Aabitus y del siseema al agence socializada, a su vez animado o influido por la estructura de las relaciones sociales de las que es fruto, se publicd en una revista de historia, Les Annates, como para sefalar mejor la distancia respecto al sincronismo estructuralista; preparado por la larga posdata hiscdrica, escrita en colaboracién con Marie-Claire Bourdieu, del primer articulo, concribuye considerablemente a una comprensién justa, es decir, historizada, de un mundo que se desvancee, E] tiltime texto, que se inscribe en el modelo més general, es también el que permite comprender de forma mas directa lo que se desvelaba y se acultaba a la vez en el escenario inicial: el pequefic baile que yo habia observado y descrito y que, con la despiadada obligatoriedad implicita en la palabra «ineasable», me habia hecho intuir que estaba ante un hecho social muy significativo, era, en efecto, una realizacién concreta y perceptible del mercado de bicnes simbdlicos que, al unificar- sea escala nacional (coma hoy en dia, con efectos homélogos, a escala mundial), habia condenado a una repentina y brutal devaluacién a quienes tenian que ver con el mercado protegide 14 de los antiguos intercambios matrimaniales controlados por las familias. Todo, en cierte sentido, estaba, pues, presente, de en- trada, en la descripcién primera, pero de una forma tal que, como dirian los fildsofos, la verdad sdlo se manifestaba ocul- tindose. No es baladi lo que se perderfa obviando, lisa y Hanamente, el apéndice del primer articule, que pude elaborar con la cola- boracién de Claude Seibel y gracias a los recursos del Insticuco bretén de Estadistica: lleno de grilicos y de cifras, plantea una comprebacién y una generalizacién puramente empiticas apli- cadas al conjunto de los departamentos brecones de los resulta- des obtenidos a escala de un municipio bearnds (y ya compro- badas a nivel de! ¢ ingenuamente castrador de un catedro sorbonero al que tuve que consultar). Especie de impecable callején sin salida, limita la investigacién a una comprobacién positivista que ficilmente podria haberse coronade con una conformacién y una formu cign maremacicas. E] empeno de investigacidn tedvica y empiti- ca podria, sin duda, haberse limitado a ese, para satisfaccion general: zno descubri, acaso, al albur de unas lecturas que te- nian que servic para preparar un viaje al Japén, que los campesi- hos japoneses conocian una forma de celibaco muy similar al de los campesinos bearneses? En realidad, sélo el establecimienro de un modelo general de incereambios simbdlicos (cuya rabus- tcz he podido comprobar en multiples ocasiones, en Ambitos tan diversos como la dominacién masculina y la economia do- mestica o la magia del Estado) permite dar cuenta a la vex de ulatidades observadas en las practicas y de la experiencia formada que cienen de ellas los que las padecen y las cantén, 4 requerimiento meramente rutinario I ido, cuyas etapas sefialan los tres arcieulas recopi- lidos aqui, me parece adecuade para dar una idea bastante exacta de la ldgica especifica de Ip investigacién en ciencias so- ciiles, Tengo, en efecto, la impresian, que se fundamenta, tal 1 las particularidades de un Aaditus, pero que la experien- cia, al cabo de tantos afios de investigacién no ha dejade de co- ve 15 troborar, que sélo Ia atencién prestada a los datos mas triviales. que otras ciencias sociales, que también hablan de mereada, se sienten legitimadas a ebviar, en nombre de un derecho a la abs- traccién que seria consticutive del proceder cientilico, puede llevar a la claboracién de modelos comprobados de modo cm- pirico y susceptibles de ser formalizados. Y ello, en especial, porque, cuando se trata de cuestiones humanas, los progresos en el conocimienta del objeto son inseparablemente progre- sos en el conocimiento del sujeto del conocimiento que pasan, quiérase 0 no, sépase 0 no, por el conjunto de los trabajos hu- mildes y oscuros a través de los cuales el sujeto cognosciente se desprende de su pasado impensado y se impregna de las légicas inmanentes al objeto cognoscible, Que el socidlogo que escribe | tercer articulo poco tenga cn comin con el que escri primero tal vez se deba, en primer términa, a que se ha cons- truide « de una labor de investigacién que le ha permiti- do | y afectivamente de la parte, sin duda, mds oscura y mds arcaica de si mismo. Y también a que, gracias a ese trabajo de objetivacién anamnéstica, ha podido reinvertir en un retorno sobre el objeto inicial de su investig: cién los recursos irreemplazables adquiridos a lo largo de una investigacién que tomaba come objeto, indirectamente, al me- nos, el sujeto de la investigacién, asi come en los estudios ulte- rtores que la reconciliacién inicial con un pasado que represen- taba un lastre le facilité llevar a cabo. través propiarse intelect Parts, julio de 2001 16 Primera parte Celibato y condicién campesina {Por qué paradoja el celibaco masculino puede representar los propios solteras y para su encorno el sintoma mas cele- ante de la crisis de una sociedad que, por tradicién, condena- 1 sus segundones a la emigracién o al celibato? No hay na- sen efecto, que no insista en la condicidn y la gravedad onales del fendmeno. «Aqui», me dice un informader, primogénitos de 43 afios y ninguno estd casada, He esta- el departamento de Altos Pirineos y alli pasa lo mismo. “incasables”, Por mucho que se empefien, y poco em- le ponen, ;pobres!, no se casardn»! (P. C., 32 afios). embargo, el mero examen de las estadisticas basea para weheerse de que la situacién actual, por grave que sea, no jee de precedentes: entre 1870 y 1959, es decir, en casi no- fa afios, constan, en el registro civil, 1,022 macrimonios, 0 media de 10,75 matrimonios anuales, Entee 1870 y cuarenta y cinco afios, se celebraron 592 matrimo- media de 13,15 matrimonios anuales. Entre 1915 1 Hate estudio es el resultado de investigaciones efectuadas en 1959 y ef pucblo que Hamaremos Lesquire y que cstd situado en 2), la parte de cada segundén era (P — P/4)/x, y la del primogénito, P/4 4 (P= P/4)ia, donde P designa el valor atribuido a la ha- cienda. La dote se calculaba de la manera siguiente: se hacia una valoracién estimada lo mas precisa posible de la finca, oca- sionalmente recurriende a peritos locales, para lo que cada par- te aportaba el suyo. Como base de la valoracién se comaba el precio de venta de una finca del barrio o del pucblo vecino, Luego se estimaban a tanto el sjornale (jazmnade) los campos, los bosques o los helechales. Eran unos calculos bastante exac- 10S, y por ello todos los aceptaban. «Por ejemplo, para la finea Tr., la valoracién estimada fue de unos 30,000 francos [hacia el afio 1900], Eran el padre, la madre y seis hijos, un varén y cin- éo hembiasy Al:ptimogénito le dan el cuatto,o sea: 7,500 fran- cos, Quedan 22.500 francos que hay que dividir en cinco par- tes. La parte de las segundonas es de 3.750 francos, que puede convertirse en 3.000 francos en efectivo y 750 francos en ropas, sdbanas, toallas, camisones y edredones, es decir, en ajuar, fou cabinet (el armario), que siempre aporta la novian (J.-P. A.). Resumiendo, el importe de la dote era siempre una funcidn de- terminada del valor del patrimonio y del ndmero de obstante, las normas consuctucinarias no sélo parecian variar con el riempo y segtin los pueblos, sino que nunca se aplicaban er lugar porque el cabera de ijos. No con un rigor matematico, en pr familia siempre conservaba la potestad de incrementar o de re- ducir la parte del primogénito y los segundones, y después por- que la parce de los solteros no dejaba de ser virtual y, por lo tanta, permanecia integrada en el patrimonio, La observacién de la realidad recuerda que no hay que caer en la tentas establecer modelos demasiado sencillos. El «reparto» solia Hevarse a cabo de forma amistosa, en cl momento del matrimonio de alguno de los hijos, Enconces se nde «institufa» al primogénite en su funcién de capmaysateé, de ca- beza de la casa y de sucesor del padre. A veces, la «institucion del heredero» se efectuaba por testamento. Asi obraron muchos cabezas de familia en el momento de marchar al frente, en 1914, Tras la valoracion de la hacienda, el cabeza de familia en- tregaba a aquel de los segundones que se iba a casar un importe equivalente a su parte de patrimonio, y definfa al mismo tiem- pe la parte de los dems, parte que recibian bien en ¢l momen- to de casarse, bien tras cl fallecimiento de los padres, Dejarse engafar por la palabra veparto constituiria una grave equivoca- cidén. De hecho, la funcidn de todo el sistema consiste en reser- var la totalidad del patrimonio para el primogénito, pues las «partes» o las does de los segundones tan sdlo son una copen- sacién que se les concede a cambio de su renuncia a los dere- chos sobre la tierra.! Buena prueba de ello es que el reparto efectivo era conside- rado una calamidad. El uso sucesorio se basaba, en efecto, en la primacia del interés del grupo, al que los segundones tenian que somecer sus intereses personales, bien contentdndese con una dote, bien renunciando a ella cuando emigraban en busca de empleo, bien, si se quedaban saltetos, viviendo en la casa del primogénito y trabajando las tierras de sus antepasacdos. Por ello, sélo en ultima instancia se lleva realmente a cabo el repar- to, © bien cuando, debido a desavenencias familiares, 0 a la in- troduccién de nuevos valores, se acaba tomando Jo que no es mds que una compensacién por un derecho verdadero sobre una parte de la herencia, Asi, hacia 1830, las tierras y la casa de Ba, (casona de dos plantas, de dus sonl’s) acabaran repartidas entre los herederos, que habian sido incapaces de llegar a un acuerdo amistoso; desde entonces esta «toda surcada por zanjas y setase (route crouteade de barats y de plechs)2 Como el sistema 1, El carieter geal de tener la doce antigaamente se refle- jan el hecho de que el padre era muy libre de fijar su impoute segin sus preferenci: estricta establecia sus propore 2. Habia unos especialiscas, llamados barades (de dant anja}, que ve nian de las Landas y cavaban las zanjas que dlividian las fincas sso que d es. pues ninguna rep! 28 estaba dominado por la escasez del dinero liquido, a pesar de la posibilidad, prevista por In castumbre, de escalanar los pagos a lo largo de varios afias, y que a veces podia alargarse hasta el fa- llecimiento de los padres, ocurria en ocasione: imposible efectuar cl paga de una compensacién y que no que- dara mas remedio que proceder al reparto cuando se unos de los segundones, cuya dote tenia que pagarse entonces con tierras. Ast se llegé a la liquidacién de muchas haciendas. «Tras los repartos, dos o tres familias vivian a veces en la misma casa, y cada cual disponia de su rincén y de su parte de las tie- tras. La habitacién con chimenea siempre revertia, en estos ca- sos, al primogénito, Ast ocurrié con las haciendas de Hi., Qu., Di. En el caso de An., hay trozos de tierra que nunca se han reintegrado. Algunos pudieron recomprarse después, pera no todos. El reparto creaba unas dificultades terribles. En el caso de la finea Qu., que se repartieron los tres hijos, uno de los se- gundones tenfa que rodear todo el barrio para pader llevar sus caballos a un campo alejado que le habia correspondido» (P. L.). *Habia primogénitos que, para sei duefios, tenfai que ven der propiedades y también se dio el caso de que vendieran la casa y luego no la pudieran recuperare! (J.-P.A,). O sea, la Idgica de los matrimonios esta dominada por un propésito esencial: la salvaguarda del patrimonio; acta en una situacidn econdmica particular, cuyo rasgo principal estriba en la escasez de dinera, y esta sometida a dos principios fundamen- tales, como son la oposicidn entre el primogénito y el segundén, por una parte, y, por otra, la oposicién encre matrimonio de aba- jo arriba y matrimonio de atriba abajo, punto de encuentro don- que resultara asaba 1. En aplicacién del principio segiin ol cual los bienes de abolengo per- tenecen més al linaje que al individua, el retract de sangre; 0 gentili ororgaba « cualquict miembro de un linaje la posibilidad de recupera sesién de bienes que hubieran sido alienados. La «casa madres (le anaysone 0, poe mayrane) canscrvaba slerechos de receactow [fous dress ae retour) sobre las tie rras cedides como dote o vendidas. Por ello, cuando se vendian esas tierras, y como se sabia que tales casas tenian derechos sobre ellas, e! vendedor se oftecia en primer lugar a sus propierariose (J.-P. A). 29 de se crnzan, por una parte, la légica del sistema econdémico, que tlende a clasificar las casas en grandes y pequefias, segiin el tama- fio de las haciendas, y, por otra parte, la lépica de las relaciones enite los sexos, segtin la cual la primacia y la supremacta pertene- cen alos hombres, particularmente, en la gestién de los asuntos familiares. De lo que resulta que todo matrimonio es funcidn, por una parte, del lugar que ocupa cada uno de los contrayentes en la linea sucesoria de su respectiva familia y del camatio de ésta, y, por otra, de la posicidn relativa de ambas familias en la jerar- quia social, a su vez funcién del valor de su hacienda, Debido a la equivalencia entre la parte del pateimonio here- dada y la dote (fads; del verbo adowta, dotar), cl importe de ésta queda definide de forma casi matemitica’ al mismo tiempo que las pretensiones del beneficiario; de igual modo, las preten- siones de la familia del fururo cényuge respecto a la dote que calcula recibir se rigen de forma estricta por el tamafe de ta ha- cienda. En consecuencia, los matrimonios tienden a celebrarse entre familias equivalentes desde ¢l punto de vista econdmico. Sin duda, una gran hacienda no basta para que una familia sea considerada grande. Nunea se otorgard carta de nobleza a las ca- sdlo deben su elevada posicién o su riqueza a su codicia, iade'exoripulosyy-que amente sas a su empecinada laboriosidad o a su f: no saben poner de manifiesto las virtudes que legit cabe esperar de los pederosos, particularmente, la dignidad en el comportamienta y el sentido del honor, la gencrosidad y la hos- pitalidad. ¥, a la inversa, Ia calidad de gran familia puede sobre- vivir al empobrecimiento, Por mucho que en la vida cocidiana la riqueza represente slo un aspecto mds en la consideracién que merece una familia, cuando se trata de mattimonia Ia sicua- ansace cién cconémica se impone como factor primordial, La v cién econdmica a la que el matrimonio da pie es demasiado im- portante para que la légica del sistema de valores no ceda el paso 1, Asiestaban las cosas hacia 1900 en cl pucbla de Lesquire, vel sis- tema no funcionaba, en un pasado mas Iejano, de una forma can rigida, pues la libertad del cabeza de familia eva mayor, 30 a la escricta ldgica de la economia, Por mediacién de la dote la ldgica de los intercambios matrimoniales depende estrechamen- te de las bases econdmicas de la sociedad. En efecto, los imperativos econdmicos se imponen al pri- mogénito con un rigor muy particular porque ha de conseguir, en el momento de su matrimonio, una dote suficiente para po- der pagar la dote de sus hermanos y hermanas menores sin tener que recurtir al reparto nia la amputacién de la hacienda, Esta necesidad es igual para todas las ecasas», ricas o pobres, porque la dote de los segundanes crece proporcionalmente con el valor del patrimonio, y también porque la riqueza consiste esencia mente en bienes raices y el dinero en efectivo es escaso. La clec- cidn de la esposa o del esposo, del hetedera o de la heredera, tie- ne una imporcancia capital, puesto que contribuye a determinar el importe de la dote que podrdn recibir los segundones, el tipo de matrimonio que podrin contraer ¢ in eontraerlo; a cambio, el ntimero de hermanas y, sobre rodo, de hermanos menores por casar influye de forma considerable en esa cleccién, En cada generacién se plantea al primogeénito la amenaza del reparco, que ha de conjurar a toda costa, bien ca- sindose con una segundona provista de una buena dote, bien hipotecande la tierra para conseguir dinero, bien obreniendo prérrogas y aplazamientos. Se comprende que, en circunstan- clas semejantes, ¢l nacimiento de una hija no sea recibido con entusiasmo; «Cuando nace una hija en una casa», reza el prover- bio, «se desploma una viga maestra (Cuan bat ne sithe hens ne Mmayson, que cat t pluterau), No solo la hija constitu nava de deshonor, ademas hay que dotarla: encima de que «no se gana el sustenco» y no crabaja fuera de casa como un hombre se marcha una ver casada. Duranee el tiempo que permanece soltera ¢ una carga, mientras que un hijo aperta una viliosfsima ayuda, pues evita tener que contratar criados, Por ello casar a las hijas se convierte en una prioridad, Los andlisis anteriores permiten hacerse una idea de lo es- trecho que es el margen de libertad. iso si les serd facil una ame- constitu | «He visto renunciar a una boda por cien francos. El primo- génite deseaba casarse, “7Cémo vas a pagar a cus hermanos me- nores? Si quieres casarte, vee,” En la casa de ‘I'r. habia cinco se- gundonas, las padres trataban al primogénito de un modo especial. Le reservaban los mejares bocados y lo colmaban de atenciones. Su madre no dejé de mimarlo hasta que empezd a hablar de casarse... Para las hijas no habia carne ni bocados ex- quisitos. Cuando llegd el momento de casar al primagénito, tres de sus hermanas ya estaban casadas. Queria a una joven de La, que no renfa un céntimo, Su padre le dijo: “;Quieres casar- te? He pagado [por] las hijas menores, tienes que tracr cuartos para pagar [por las otras dos, La mujer no esti hecha para que la pongan en el aparador! [es decir, para ser expuesta]. No tiene nada. :Qué va a aportar?” El chico se casé con una chica de E. y recibié una date de 5.000 francos. El matrimonio no funci c né bien. El primogénito empezé a beber y desmejoré, Muris sin descendencia. Tras una serie de conflictos, hubo que deval- ver la cotalidad de la dote a la viuda, que se volvid a su casa. Poca después de la boda del primogénito, hacia 1910, una de las hijas menores se casé en La., con una dote de 2.000 francos. Cuando estallé la guerra, hicieron volver a la hija que se habia casado en S. [la finca colindante] para que acupara el lugar del primogénito. Las otras hijas, que vivlan mas lejos, en Sa., La, y Es., se disgustaron mucho ante esa decision. Pero a padre ha- bia escogido a una hija casada con un vecino para incrementar su patrimonios? (J.-P. A., 85 afias). La autoridad de los padres, custodios del patrimonio que hay que salvaguardar y aumencar, se ejerce de forma absoluta eacla ver que hay que imponer el sacrificio del sentimiento al L, Low bachere, muchle que solfa colocarse frente a la puerta de la habi- taciéa noble (fev selote) 0, mas a meruxto, en la cocina, y en el que se expo- fa la mejor vajilla, 2, Los ‘Tr, poseen la mayor ha antaito habitadas (Ho., Ha, Ca. Si. Si, mente a su patrimonio. ida de Lesquire (76 ha}. Varias casas fueron agregindose progresiva- 52 interés. No es infrecuente que los padres se encarguen de hacer fracasar los proyectos de matrimonio. Podfan desheredar (des- Aerera) al primogénito que se casara en contra de su voluntad. «Eugene Ba, queria casarse con una chica, guapa pero pobre. Su madre le dijo: “Si re casas con ¢sa, hay dos puertas; ella en- ward por ésta y yo saldré por aqudlla, o al.” La chica se enterd, no quiso esperar a que él la dejara y se marché a América. gene ving a nuestra casa, Horaba, Mi mujer le dijo: “Si le haces caso a mami...” “jPues me casaré, a pesar de todo!” Pero la chica se habia ido sin despedirses! (J.-P. A.) La madre desem- pefiaba un papel capital en la eleccién de la esposa. Y se con prende, teniendo en cuenta que ella es la dane, el ama de la casa, y que la mujer de su hijo rendra que someterse a su auto- tidad, Solia decirse de las mujeres autoritarias: «No quiere sol- tar el cuchardn» (nos boow pas decha ta gahe), simbolo de la au- toridad en el gobierno de la casa.? Que los matrimonios eran mucho mas asunto de las familias que de los individuos es algo que evidencia todavia el hecho de que la dote, por lo general, se entregaba al padre 0 a la madre del cényuge y sdlo excepcionalmente, es decir, slo en el caso de qu sus padres ya no vivieran, al propio heredero, Algunas capitula- 1, El mismo ir los cuales destaca el 5: gran cosa. Su madre le rmador cuenta un montin de casos similares, entre wuicnte: #B, tenia aba iio: «Ze vas a casar con ésa, qué aparta? Si entea par esta puerta, yo saldré por aquélla con mi hija {la hermana pequefal”, Vino a yetme y me dijo: “Perdios! (Vilgame Dios!) Te, td estis casados q sarme. :Dnde tenge que ir?” La cl finada 3 wia cn su barrio. El na c 0 ci ca se marché-a América, Volvid muy re- vase dignd a rairat a B. Ya ves.uls 2. El manejo del cucharén es prerrogativa de la duefia de lac hora de sentarse en la mes sopas de pan a le sopera, do todo el mundo se hy bien vestida, y ni siqu a. Ala mientras el puchera hierve, ¢s ella quien echa las la es quien sirve el cocido y las legumbres; cuan- sentado, coloca la sopera encima de la mesa, remme- ve la sopa con el cucharén, pata que sc cnftic un poco, y luego deja el man do en diteccidn al cabeza de familia (abuela, padre o tio), que se sirve en primer lugar. Mientmas tanco ta nuera se ocupa en otros menestercs. Para re cordar a la nuera quien manda y ponerla en su lugar, la sucgea le dice: «To- davia no sueleo el cucharén.» ue ciones prevén que en caso de separacion el suegro puede limitar- se a pagar los intereses de la dores la hacienda no sulre merma el yerno puede volver a casa si hay reconciliacién. Toda date lle- va inherenre un derecha de devolucién (tournedod) en el caso de que se extinguicra la descendencia del matrimonio en vista del cual se habia constituide, y ello durante varias generaciones. Por repla general, siel primogenito fallece sin hijos, su esposa puede quedarse y conservar la propiedad de la doce; también puede re- clamat la propiedad de la dote y marcharse. Si la esposa fallece sin hijas, también hay que devolver la dore. El fournedot vepre- sentaba una seria amenaza para las familias, especialmente para las que habian recibido una dote muy clewada. Lo que significa~ razén de mas para evitar los matrimonios demasiado des- baunar iguales: «Supongamos que un hombre desea casarse con la hija de una familia rica. Ella le aporta una dote de 20.000 francos. Sus padres le dicen: “Tomas 20.000 frances, convencido de ha cer un buen negocio. De hecho, vas a labrar tu ruina, Has recibi- do la dote por capitulaciones, Vas a gastar una parte. Si te ocurre ja si tienes que hacerlo? No un accidente, jcdmo vas a devalver podras.” Los matrimonios salen caros, hay que hacer frente a los gastos del banquete, mandar arreglar la casa, etcérera» (P. L.)- Un gran alarde de pratecciones consuetudinarias tiende a garan- tizar el caracter inalienable, imprescriptible e intocable de la dote: la costumbre autorizaba al padre a exigir una garantfa para la salvaguarda de la dote; la mayorfa de las capitulaciones inchian unas condiciones de ecolocaciéns del importe total de mode que estuviera seguro y conseryara su valor. En cualquier caso, la nue- va familia no cocaba la dote por cemor a que uno u otro conyuge pudiera fallecer ances de que nacieran Jos hijos, La esposa conser- vaba la propiedad de la date y el marido sélo tenfa el usufructo En realidad, el derecho de usuftucto sobre los biencs muebles, el dinero, por ejemplo, equivalia a un derecho de propiedad, pu el marido sdlo estaba abligado a devolver cl equivalente en can dad y en valor, Tanto es as{, que un primogénito podia utilizarlo | para dotar a sus hermanos menores. En cuanto a los bienes in- muebles, sobre todo, la tierra, el marido sélo tena el usufructo y 34 la gestion, La esposa tenia sobre las bienes dotales aportados por su marido derechos idénticos a los de un hombre sabre la dote de Su esposa, Mas exactamente, eran sus padres quienes, mientras yi- vieran, disponian de las rentas praducidas por los bienes aportados por su yerno y los administraban. : De modo que la dote tenia una triple fancién, En primer lugar, confiada a la custadia de la familia del heredero, o de la heredera, que se encargaba de su gestion, cenia que integrarse en el pattimonio de la familia frata de ese matrimonio; en caso de disolucién de la unién, como consecuencia de la separacién de los conyuges, un supuesto harta infrecuence, o del fallecimiento deine de ellos, si habia hijos, iba a parar a dstos, pero el conyu- Re supérstite conservaba el usuftucto, y sino los habla, volvia a la familia de quien la hubiera aportado. En segundo lugar, por la dote aportada, la familia garantizaba los derechos de uno de los suyos en el nuevo hogar; cuanto mds elevada era la dote, en efecto, inds asegurada quedaba la posicidn del cényuge sobreve- nido. Aquel © aquella que aporta una dore considerable «entra emo “amo” © como “ama” (daiete) en cl nuevo hogar»,! Lo que explica la renuencia a aceptar una dote demasiado elevada, Por tiltime, por muy cierto que fuera, coma se ha dicho ee a riba, que el matrimonio es un asunco demasiado serio para ex- cluiro relegar a un segundo plano las consideraciones econémi- cas, tambi¢n es preciso implicar unos intereses econdmicos im- portantes para que el matrimonio se convierta de verdad cn un asunto serio, En el momento de crear un nuevo «hogar» Ia tninsaccién econdmica sancionada mediante capitulaciones asu- mea la vex el papel de compromiso y de simbolo del cardcter grado de las relaciones humanas instauradas por el matrimonio, De todo lo que antecede se desprende que el primogenivo fo podia casarse «demasiado arriba», por temor a tener que de- volver algun dia la dote y perder toda aucoridad sobre el hogar, i hagprte de la dote adquiere una relevancia especial cuando se trax fa de un hombre, por ejemplo, un sepund : ; . un segundan que entra en el hoga heredlera ' al 35 ni «demasiado abajo», por temor a deshonrarse con una unidn matrimonial desacertada y encontrarse en la imposibilidad de dorar a sus hermanos y hermanas mds jévenes. Pero si, cuando se habla de «matrimonio de abajo arriba» (onaridadje de bach ta hang) 0 de amatrimonio de arriba abajo» (de baie ta bach), se toma siempre la perspectiva del varén (como muestra Ja selee- cidn de ejemplos), ello se debe a que la oposicién no tiene el mii mo sentido segdn se trate de un hombre o de una mujer. Como el sistema de valores confiere una preeminencia absoluta a los va- rones, tanco en la vida social como en la gestion de los asuntos domeésticos, resulta que el matrimonio de un hombre con una mujer de condicién mas elevada es visto con muy malos ojos; por el contrario, el matrimonio inverso cumple con los valores profundos de la sociedad, Mientras la mera légica de la econo- mia tiende, por la mediacién de la dote, a propiciar el macrimo- a sensiblemente equivalente, ya que njo entre familias de rique las matrimonios aprobados se sitian entre dos umbrales, la apli- cacién del siscema que se acaba de definir introduce una disime- iria en el siscema septin se trate de hombres o de mujeres, Para un varén la distancia que media entre su condicién y Ja de su es posa puede ser relativamente grande cuando juega a su favor, pero ha de ser muy reducida cuando juega en su contra. Para una mujer el esquema es simeérrice & invertido. De lo que resulta que el heredero ha de evitar a roda costa tomar por esposa a una mujer de condicién superior a la suya; en primet lugar, como se ha mencionado, porque la importan- cia de la dote recibida constituye una amenagza para la hacienda, pero también porque todo el equilibrio de las relaciones domeés- ticas resulta amenazado. No es infrecuente que la familia y, muy especialmente, la madre, principal interesada, se oponga a seme- jante matrimonio. Las razones son evidentes: una mujer de ex- traccién humilde se somete mejor a la aucoridad de la suegra. Siempre se le recordard, si falea hace, su origen: «Con lo que has aportado...» (Dap ¢a quel as pourtat,,,j, Sélo cuando fallezca su suegra podri decirse de ella, como suele hacerse, ahora la nuera es daunes. La hija de familia acomodada, por el contrario, ses 36 daune desde que pone los pies en la casa gracias a su date (qieey entrade dane), es respecada desde el principio» (P. L.). Pera, en consecuencia, la autoridad del marido queda en entredicho, y es sabido que nada hay peor, desde ef punto de vista campesina que una explotacién agricola dirigida por uha mujer. ‘ El respeto de este principio adquiere una importancia deci- siva cuando se trata de un matrimonio entre un segundén y una heredera, En el caso de Eugtne Ba., analizado anterior- menve (pdg, 33), la aucoridad absoluta de la madre procedia del hecho de que era la heredera de la casa y de que su marido e de origen mas humilde. «Ella cra la denne. Era la heredera. Ella lo era todo en aquella casa, Cuando un segundén se instala en el hogar de una gran heredera, ella sigue siendo la duena» (.-P. A,). El caso limite es el del hombre de origen humilde, el cria- do, por ejemplo, que se casa con una heredera, Asi, «una hija de buena familia se casé con uno de sus criados, Ella tocaba el piano, y el armonio en la iglesia. Su madre estaba muy bien re- lacionada y recibia a gente de la ciudad. ‘Tras diferentes inten- tos de matrimonio, finalmente, se casé con su crindo, Pa. Este siempre fue considerado de casa de Pa., nunca de la de su espo- sa, Le dec Fendrias que haberte casado con una buen; campesinita; habria significado owa ayuda para ti.” Vivia dis- guistado consigo mismo; lo consideraban como el ultimo mono de la casa, No padfa relacionarse con las amistades de su mujer. No pertenecia al mismo mundo. Quien crabajaba era él, mien- tras ella dirigia y se lo pasaba bien. Siempre se sentia molesto y cohibido, y también resultaba molesto para la familia, Ni si- quiera tenia suficience autoridad para imponerle la fidelidad a sul mujer! (J.-P. A.). De aquel que se casa con una mujer de fango mas elevado se dice que sc coloca como «criado sin suel- dow (bayler chens soutade). LP. L. cuenta arra cas f H.. crrado en wna casa, estaba enamorado de las tierras que culsivabs. Suf‘da (pasube nau) cuondo la luwia no llegeba, 7¥ a fpranizo! iy todo lo demis! Acabé casindose con la:duefa, ‘Todos esos’ tias ue hacen “matrimonios de abajo atsiba® esein marcados de por vida. Se sienten molestas y eohibidos,« 37 Si, tracindose de una mujer, se desaprucha el matrimonio de arriba abajo, sélo es en nombre de la moral masculina, moral del pundonor, que prohibe al hambre casarse con una mujer de condicién superior. Del mismo modo, obstaculos econdmicos aparte, nada se opone a que la primogénita de una familia mo- desta se case con un segundén de una familia acamodada, mientras que un primogénito de familia modesta no puede ca sarse con una segundona de familia acomodada, Resulta mani- fiesto, pues, que si los imperatives econdmicos se aplican con el mismo rigor cuando se tratade hombres o de mujeres, la logica de los intercambios matrimoniales no es exactamente idéntica para los hombres que para las mujeres y posee una autonomia relativa porque se presenta como el punto donde se cruxan la necesidad econémica e imperatives ajenos al orden de la eco- noméa, coneretamente, aquellos que resultan de la primacia otorgada a los varones por el sistema de valores. Las diferencias cconémicas determinan imposibilidades de hecho, y los impera- tivos culturales, incompatibilidades de derecho. Asi pues, como el matrimonio entre herederos quedaba pnicticamente excluido, debido, sobre rode, a que implicaba la desaparicién de un nombre y de un linaje,! y también, por razo- nes econdmicas, el matrimonio entre segundones. el conjunto del sistema tendia a propiciar das tipos de matrimonio, concre- tamence, el matrimonio encre primagénito y segundona y el ma- trimonio entre segundén y primogénita. En estos dos casos el mecanismo de los inteteambios macrimoniales funciona con el grado maximo de rigor y de simplicidad: los padres del heredero (o de la heredera) instituyen a éste (oa ésta) como tal, los padres del hijo menor (o de la hija menor) le constituyen una doce, El matrimonio entre el primogenito y la hija menor cumple perfec- tamente los impetatlvos funcamentales, tanto econdémicos como mbas herederos scan hijos caso en el que 1. Excoptuando, ral vez, este tipo de macrimonio est Linicos y sus fincas estén proxies rato, «Es el eas de Tr, que se casd con la hija de Da, Se past el dia ye iniendo de tna fines a otra, Siempre est4 en camino, siempre en todas pat- res, nunca en avcasa, La presencia del aio es necesariae (P. 1.). mal consicle- oy 38 1 aél, Ja familia conserva la integridad de su pa- trimonio y perpetta su nombre, Para comprobar que el matri- monio entre ur heredera y un segundén, por el contrario, corre siempre el riesgo de contradecir los imperativos culturales, basta- ra con analizar Ja situacién familiar resultante de ello, Para em- pezar, ese matrimonio determina una ruptura definitiva y clara en el dmbita de los intereses econdmicos, entre el segundén y su fami ia de procedencia; mediante una compensacién, hecha efectiva en forma de dote, el segunddn renuncia a todos sus de- rechos sobre el patrimonio. La familia de la heredera, a cambio se enriquece con aquello que la otra familia acaba de perder. EL yerno se desprence, en efecto, de todo lo que aparta en beneficio de su suegro quien, a titulo de aval, puede otorgarle una hipoce- va sobre todos sus bienes. Si ha aportado una dote considerable y se ha impuesto por su trabajo y por su personalidad, se le honra y sele trata como al verdadero amo; en el caso contrario, tiene que sactificar su dote, su trabajo v, a veces, incluso su apellido en bene- ficio del nuevo hogar, sobre el cual sus suegros piensan seguir manteniendo su autoridad, No es infrecuente que ¢l yerno pier de hecho, su apellido y sea designado por el nombre de la casa.! 1. Ash, em la familia Jasses (1 . mbre ficticio), a los yernos sucesivas siempre i sha llarnada, hasta la Fecha, por su nambre de pila seguide por el apellido de un ancepasada, cabeea de familia de importante proyec hasta el punto de dar nombre a la casa Cn Aunque eré un hombre honra bueno, ef neimbre de Jan de Jasses, procedente de Ar. poco camunicative apenas se mencional eebnt), Del verse actual se habla algo mis, pero le Jassess (J.-P. AJL Jacques de JAsses lapellido en ef rogistto civil: Lasserre) fallecido joven © Genevieve de Jasses CT] fallecido en 1918 OA Ian de [asses (Lacoste) C= AX Lucien de Jassis (Laphu 39 Ademas, como hemos visto, por poco que fuera su familia ma humilde que la de su mujer, por poco que tuviera una personali- dad mas bien disereta, cl segunddn acababa asumiendo un papel subalterno en un hogar que nunea eta del todo verdaceramente el suyo. Para aquellos segundones que no conseguiin casarse con una heredera gracias a la dore, a veces incrementada con un pe- quefia peculia flow cabas) laboriosamencte amasada, no habla ims salida que la de marcharse a buscar oficio y empleo en una empresa, en la ciudad o en América.! Era muy poco freenente, en efecto, que se artiesgargn a arrastrar las ineertidumbres de una boda con una segundona, el «matrimonio del hambre con las ga- nas de comers; algunos de los que conrrafan semejante enlace «se colocaban con su esposa come criados a pensién completa» (bay- lets @ pension) en las explotaciones agricalas 0 en la ciudad, y re- solvian asi el problema mas dificil, el de encontrar vivienda (ne case) y empleo, Para los der sobre todo los mis pobres, tan- to si eran criados o empleados por cuenta ajena o en su propia ta milia, sdlo quedaba el celibato, puesto que estaba exelnide que pudieran fundar un hogar permaneciendo en la casa parerna.” Ese era un privilegio reservado al primogénito. En cuanto a las segundonas, parece que su situacién siempre fue mas llevadera que la de los segundones. Debido, principalmente, a que repre- sentaban un lastre, habla prisa por casarlas, y sus dotes, en gene- ral, solfan ser mavores que las de los varones, lo que incrementa- ba considerablemente sus posibilidades de matrimonio, Pesca la tigidez y al tigor con el que impone su logic: larmenre a los varones, sometidas a las necesidades econdmicas y a los imperativos del honor, ese sistema no funciona nunca como un mecanismo. Tiene siempre suficiente «juego» para que el afecto 0 el particu- 1. Enel barrio de Ha,, hacia 1900, sélo haba una casa que na contara con un emigrado a América, por fo menos. Habia en Olorén reclutadores quae apimaban # los jévenes a marcharse: hubo muchos que se fucton duran: te los malas aos entre L884 y 1892. 2, Hasta cierto punto, los impetativos pr én del matrimonio de abajo arriba, se impo- siamente eulturales, concreta y principalmente Ia probib nian a fos segundones con menos rigor 40 interés personal puedan inmiscuirse. Asi, y a pesar de que, por lo demas, eran ellos los arbitros encargados de hacer respetar las reglas de juego, de prohibir los matrimonios desacertados y de imponer, prescindiendo de los sentimientos, las uniones conformes a las re- glas, «los padres, para favorecer a un segundén o una segundona predilectos, les permitian amasar un pequeiio peculio (low cabsavs}: les concedian, por ejemplo, un par de cabezas de ganado que, en- Ucgadas en gsadhes,' reportaban sus buenos beneficios». Asi pues, los individuos se mueven dentro de los limites de las replas, de tal modo que el modelo que se pucde construir no Tepresenta lo que se ha de hacer, ni tampoco lo que se hace, sino lo que se tenderia a hacer al limite, si estuviera exeluida cualquier intervencién de principios ajenos a la Logica del sisce- ma, tales como los sentimiencos, _ Que los elementos de las diagonales principales de la ma- triz que figura a continnacién sean nulos, salvo dos (prababili- dad 1/2), se debe a que los matrimonios entre dos hetederos o entre dos segundones estan excluides en cualquier caso, y mds atin cuando a ello se suma la desigualdad de fortuna y de ‘rango social; la disimetria que introduce el matrimonio entre una pri- mogénita de familia humilde y un primogénito de familia acaudalada se explica por el hecho de que las barreras sociales ho se imponen con el mismo tigor a las mujeres y a los hom- bres, pues aquéllas pueden casarse de abajo arriba.” __Famitia wcstudatada Familia humilde Primogdiita Segundin Primogénito Seguitdin Familia [feieiogit 0 1 a 0 acaudalada (Segundona 1 0 0 8 Familia jee o 1/2 0 | humilde (Segundona 1/2 0 1 a L. Contrato-amistoso mediante ef cusl se entrega aun amigo de confian- aa, tras haber hecho wna valoracién, una o varias caberas de gamrado; los pro- ductor se comparten, asi como los beneficios y las pérdidas que da la carne. 41 Si se adopra el principio de diferenciacién utilizado por les propios habitantes de Lesquire, uno se ve abocado a oponer las acasas relevantess y las «casas humildes», o también los «campe- sinos relevantes» y los «campesinos humildes» (lous paysantots). 2Se corresponde esta distincién con una opesicién manifiesta en el Ambito cconémico? De hecho, aunque la distribucién de los bienes raices permita diferenciar tres grupos, las fincas de menos de 15 heetdreas, que alcanzan la cifra de 175, las fincas de 15 a 30 hectéreas, que suman la cifra de 96, y las fincas de mas de 30 hectireas, que llegan a la cifra de 31, las separaciones no son demasiado insalvables entre las tres categorias. Los apar- ceros y los granjeros son poco numerosos; las fincas diminutas (menos de 5 ha) y los latifundios (mas de 30 ha) constituyen una proporcién infima dencro del conjunto, respectivamente, 12,3 % y el 10,9 %. De lo que se desprende que el criterio eca- ndémico no tiene entidad suficiente para determinar por si solo diferenciaciones sensibles. Sin embargo, la existencia de la je- rarquia social es algo que se siente y se afirma de forma mani- fiesta, La familia relevante no sélo es reconocible por la exten- sién de sus tierras, sino también por determinados signos externos, tales como la importancia de la casa: se disctinguen las casas de dos plantas (maysous de dus sorlés) 0 casas de aman (maysous de meste) y las casas de una sola planta, residencia de granjeros, de aparceros y de campesinos humildes. La wcasona» se define por el gran portén que da acceso al patio. «Las muje- res», afirma un soltero, «miraban més el portén (fou porreale) que el hombre.» La familia importante también se distingue por un estilo de vidas objeto de la estima colectiva y honrada por todos, tiene el deber de manifestar en grado maximo el res- peto por los valores socialmente reconocidos, si no por respeto del honor, al menos por miedo de la vergiienza (per hounte on per aunou}, El primogénita de una familia relevante (low gran aynat) ha de mostrarse digno de su nombre y del renombre de su casa; y para ello, mas que cualquier otro, tiene que encarnar Jas virtudes del hombre de honor (homi diasnou), es decir, la generosidad, Ia hospitalidad y el sentimiento de la dignidad, 42 Las efamilias relevantes», que no son necesariamente las mis ri- cas del momento, son percibidas y se perciben a si misimas como formando parte de una auténtica nobleza. De lo que se desprende que la opinién publica tarda en otorgar su reconaci- miento a los «nuevos ricos», al margen de su riqueza, estilo de vida o éxito, Resulta de todo ello que las jerarqufas sociales que la con ciencia comin distingue no son ni taralmente dependientes ni totalmente independientes de sus bases econdmicas, Ello es pa- tente cuando se trata de contraet matrimonio. Nunea falta, sin duda, en el rechazo de las uniones que se tienen por desacerta- das la consideracién del interés econdmico, debido a que en el matrimonio se produce una transaccidn de gran relevancia. Sin embargo, de igual modo que una familia de poco renombre puede hacer grandes sacrificios para casar a uno de sus hijos en una familia relevance, el primogénito de una casa relevance puede rechazar un partido mas ventajoso desde una perspectiva econdmica para casarse segtin su rango. Como mis bien distingue jerarqufas sociales que clases es- trictamente determinadas por la economia, la oposicién entre casas relevantes y humildes se sittka en el orden social y es relati- vamente independiente de las bases econémicas de la sociedad. Aunque no sean nunca del todo independientes, hay que dis- tinguir las desigualdades de rango y las desigualdades de fortu- ha, porque inciden de manera muy diferente sobre la ldgica de los intercambios matrimoniales. La oposicién basada en la desigualdad de rango separa de la masa campesina a una aristocracia rural distinta no sélo por sus propiedades, sino, sobre todo, por la «nobleza» de su origen, por su estilo de vida y por la consideracién sacial de la que ex objero: implica la imposibilidad fen derecho) de determinados matri- monios considerados desacercados, en nombre de unas razones primero sociales y luego econdmicas. Pero, por otra parte, las desigualdades de fortuna se manifiestan con cada matrimonio particular, incluso dentro del grupo al que se pertencce por la jerarquia social y a pesar de la homogeneidad de las extensiones 43 de tierras poseidas. La oposicién entre una familia mas rica y una familia menos rica no es nunca el equivalente de la oposi- cidn entre los erelevantes» y los shumildes», Aun ast, debido al rigor con el que la necesidad econdémica domina los inteream- bias matrimoniales, el margen de dispatidad admisible perm: nece siempre restringido de tal moda que, mas all de un um- bral determinado, las diferencias econdmicas hacen que resurja la barrera, ¢ impiden, de hecho, las enlaces. Ast, junto ala linea grupos jerirquicos dotados de de separacién que scpara dos cietta permanencia debido a la estabilidad relativa de sus bases econdmicas, las desigualdades de fortuna tienden a deverminar puntos de segmentaci6n particulares, y ello muy especialmente cuando se crata de contraer matrimonio. La complejidad que re- sulta de estos dos tipo de oposicién se duplica debido al hecho de que las reglas generales nunca se salen de la casuistica espon- tdnea; ello es asi porque el matrimonio no se sitia nunca plena- mente en la légica de las alianzas a de ta légica de los negocios. Conjunto de bienes muebles ¢ inmuebles que forman la base econdémica de la familia, patrimonio que ha de mantenerse indiviso a lo largo de las generaciones, entidad colectiva a la que cada miembro de la familia ha de subordinar sus intereses ¥ sus sentimiencos, la «casa» es el valor de los valores, respecto al cual todo el sistema se organiza, Bodas tardfas que contribuyen, a limitar la natalidad, reduccidén del nimero de hijos (des por gulan la herencia de Sos bie- pareja como media), reglas que hes, celibata de los mas jvenes, todo contribuye a asegurat la permanencia de Ja casa. [gnorar que ésa es también la funcién ntercambios matrimoniales significaria vedatse primera de los la comprensidn de su estructura. Con semejante légica, :quiénes eran los célibes? Sabre toda, los segundones, especialmente, en las famibias numerosas y en las farilias pobres. El celibato de los primogenitos, raro y excepcio- nal, se presenta como ligado a un funcionamienta demasiado ri- ido del sistema y a la aplicacion mecdnica de ciertos impetatt vos. Como el caso, por ejemplo, de los primogénitos victimas de la autoridad excesiva de los padres. «P. L.-M. [artesano del pueblo de 86 anos de edad] munca disponta de dinero para salir; io salla nunca. Otros se habrian rebelado contra cl padre, abelian fatdila de ganarse un poco de dinero fuera de casa; dl se dejé dominar, Tenia una macre y una hermana que estaban al canto de todo lo que sucedia en el pucblo, fuera cierto o falso fa tor on a dret), sin salir nunca. Dominaban la casa. Cuando ¢l hablo de edn se aliaron con el padre. “;Para qué quieres una mujer? Ya hay dos en casa.” Hacfa novillas en la escucla, Nunca le dectan nada, Se lo to- maban a broma, La culpa de todo la tiene la educacién» (J.-P. A). Nada mas ilustrativo que este testimonio de un viejo saltero a A) nacido en 1885, attesano domiciliade en d pueblo: «Nada mis acabar Ja escuela, me puse a trabajar con mi bali en el aller. Fui al servicio en 1905, servi en el XIII Reginiento de cazadores alpinos, en Chambéry, Conservo muy buen re- cuerdo de mis escaladas en los Alpes. Entonces no habia esquis Nos avibamos a las botas unas cablas redandas, lo que fos er micia subir hasta la cima de los puertos. Al cabo de dos ate servicio militar, volvi a casa. Tuve relaciones con una muchacha de Ré, Habiamos decidido casarnos en 1909. Ella apor taba uaa dote de 10.000 francos y el ajuar. Era un buen partido (i dow partit). Mi padce se opuso formalmente. En aquel entonces, el consentimiento del padre y de la madre era imprescindible,! No, no debes casarte,” No me dijo sus motivos, pero me les dio a entender, “No necesitamos a ninguna mujer aqui.” No éramos ricos, Habia que alimentar una boca mas, can: a te nfamos a mi madre y a mi hermana. Mi hermana sdlo ai fuera de casa seis meses, después de casarse. Volyid en cuanto enviudd y sigue viviendo conmigo. Por supuesto, podfa haber- me marchado. Pero, en aquel entonces, el primogénito gue se 1A jh vez sjucidicamentes y materialmente, Silo fa familia podia ga- rantizar un shogor equipados (fou ménadte avn i méstico: el “aparador”, cl armario; b te etcetera. i}, es decir, el mobiliario do- dela cama (farcaillieyt), el somict, 45 instalaba con su esposa en wna casa independiente era una ver- giienza fa escarni,) es decir wna vergiienza que desacredica y ridi- culiza tanto al aucor como a la vict ma]. La gente habria dado por suptesco que sé habia producido una pelea grave. No habia que mostrar ante los demas los conflictos familiares. Por su- puesto, habria cenido que irse lejos, alejarse del avispero (tiras de ia haille: literalmente, “zafarse del brasera”), Pero era dificil. Me afecté mucho. Dejé de bailar. Las chicas de mi edad estaban to- das casadas, Las otras ya no me atrafan. Ya no me interesaban Jas chicas para me; antes, sin embargo, me gustaba mucho bailar, sobre todo, los bailes antiguoss la polca, Ja mazurea, el vals... Pero la quiebra de mis proyectos de boda habit-rato algo: se me hablan pasado las ganas de bailar, de tener relaciones con otras chicas. Cuando salia, los domingos, era para ir a jugar a las cartas; a veces echaba un vistazo al baile. ‘Trasnochabamos, en- tre chicas, jugibamos a las cartas, luego tegresaba a casa ha medianoche.» (Entrevista realizada en bearnés.) sra entre los eapneaysones, los primogénitos Pero, sobre toda, de las familias campesinas relevantes, donde Jos imperativos eco- abundaban los ca- némicos se ejercian con mits fnerea, donde mas sos de esc tipo, Quienes querfan casarse en Conca de la voluntad de los padres no tenfan mas remedio que marcharse, exponiéndo- se a ser desheredados en beneficia de otto hermano o hermana, Pero marcharse le resultaba mucho menos facil al primogéniro de una familia campesina relevante que aun segundén. «El primoge nito de la familia Ba, [cuya historia se telata en la pagina 33, el ma- yor de Lesquire, no podia irse, Habla sido el primero en el pueblo hombre importante, concejal del ayun- que llevé chaqueta. Era un tamienco. No se podia ir. ¥, ademds, tampoco era capaz cle mar- la vida. Estaba demasiado errmmosssurtt (ense- sefior» (J.-P. A.). Obligado a mostrarse a la el primogénito era victima, mas que es y de la autoridad fami- charse para ganarse fioritado” de mousst, altura de su circunstancia, cualquier otro, de los imperatives social 1. El verbo esa significa vimitar burlonamente, caricaturirars Ab fine, Ademas, mientras los padres viviesen, sus derechos a la piedad no pasaban de virales. «Los padres soltaban el dinero con cuentagotas... Los jévenes a menudo no tenian ni para sali rll trabajaban y los viejos se quedaban el dinero, Algunos salian ‘ narse unos dinerillos para sus gastos fuera; se eblocaban due fe una temporada como cocheros o jornaleros, Asi hucfan algui dis nero, del que podian disponer a su ancojo. A veces, undo t ia que ira hacer el servicio militar, daban al hijo mend algti ct lio (1 cabau): 0 bien un rinconcito de bosque qu: dies oe, o bien un par de ovejas, 0 una vaca, lo a ey oH i ca e jas, a, lo que le permitfa ganar un peco de dinero, Por ciemplo, me dicron una vaca que le dejéa un amigo en gasables, Los primogénitos, muy a menudo, no tenian nada y no podlian salir, “Tu te quedards con todo” ‘ait aber 7 tout) decian los padres! y, micneras, no saltaban mada Muchos, antes, se pasaban toda la vida sin salir de casa, No podtan salir ae que no tenfan ni un céntime que fuera suyo, para ilar a fe copas. Y eso que entonces con cuatro pertas re pegebas una buena joerg con tres o cuatro amigos, labia familias ail donde deme Pan 2 pyerts no tenfan personalidad; esta- un padre demasiado duro» (J.-P-A.). Que algunos primogénitos estuvieran condenados al celiba- to, debido a la autoridad excesiva de los padres, no ; uita que, normalmente, hicieran buenas badas. «E] cpboijsend lehe oe if escogers (P. L.). Pero las posibilidades de matrimonio se re lucent paralelamente con el nivel social, Sin duda, al contraria aie alos primager itos de las familias televantes, los segundones See aygice a has preocupaciones de los enla- enceres : suscitadas por el pundonor o el orgullo, tenian, en ese aspecto, una libertad de eleccién mayor. Sin embargo, y a pesar de la sentencia que reza que mas wale gente que dinero (que baw mrey gen qu‘argen), tambien serif mis por necesid id que por orgullo, que comar en consider: sci la importancia de la dore que la esposa aportaria. . 1. Una sentenci que se promuncia a menudo irénicamente, porgite se preset el simaby ‘i f como el simbalo de la arbitrariedad y de la tiranéa de los ancianos, 47 Junto al segundén que huye de la casa familiar y se marcha a la ciudad, en busca de algtin empleo modesto, o a América para hacer fortuna,! también existe el que se queda junto al pri- mogénite por apega a la patria chica, al patrimonio familiar, a la casa, a la tierra que siempre ha teabajado y que considera suya, Entregado absolutamente, no piensa en el macrimon Su familia tampoco tiene prisa en verlo casado y trata a menu- do de retenerlo, durante un tiempo, por lo menos, al servicio de la casa; algunos condicionaban la entrega de la dote a la con- dicién de que el segundén se aviniera a trabajar junto al primo- génito durante un nuimero determinado de afios; otros se limi- taban a prometer un aumento de la parte. En ocasianes, se Ilegaban a firmar auténticos contratos de trabajo entre el cap- maysoue y el segundén cuya situacién era la de un eriado. «Yo era el ultimo de una familia de cinco hermanos, Antes de la guerra de 1914 (nacid en 1894), estuve de criado en casa de M., y luego en casa de L. Guardo muy buen recuerdo de esa époea, Despuds hice la guerra, Cuando volvi, me encontré una familia mermada: un hermano muerto, el primogénito, el ter- cero amputado de una pierna, el cuarto un poco atontado por la guerra, Estaba contenta de haber vuelta a casa. Mis herma- nos me mimaban, los tres eran pensionistas, mutilados de gue- Me daban dinero, El que estaba enfermo de los pulmones no podia valerse sola, yb le ayudaba, le acompafiaba a las ferias y alos mercados, Tras su muerte, en 1929, pasé a depender de Ja familia del segundo de mis hermanos, que se habia converti- do en el primogenito. No tardé en darme cuenta ce lo aislado que estaba en esa familia, sin mi otro hermano ni mi madre, gue tanto me mimaban, Por ejemplo, un dia que me tomé la fi- bertad de ir Pau, mi hermano me echdé en cara que se perdieran rra 1. Garettou, el segundin, es un personaje de la eradiciéon popular en el que a los bearneses les pusta reconocersc, Vivo, astuto, malicioso, se las arre- siempre para hacer que el dere sidades gracias a su ingenio no le favarezca y salir airose de las adver- unas cuantas pacas de heno, que habian quedado al rasa a mer- ced de Ja tormenta, y que habria recogido si hubiese estado alli. Ya se me habia pasado la edad de casarme. Las chicas de mi edad sc habian marchado o estaban casadas; con frecuencia me sentia triste en mis momentos de asueto; me los pasaba bebien- do con los amigos, que, en la mayorfa de casos, estaban en la misma sicuacion que yo, Le aseguro que, si pudiera volver atras, dejarfa a mi familia sin pensiérmelo dos veces y me colocaria en algtin sitio, y tal vez me casarla. La vida serfa mds agradable para mf, Para empevar, tendefa una familia independiente, s6lo mia, Y, ademdas, el segunddn, en una casa, nunca trabaja lo su- ficiente. Siempre ticne que estar cn la brecha. Se le echan cosas en cara que un patron jamds se atreveria a reprochar a sus cria~ dos, Mi tinice refugio, para tener un paco de tranquilidad. es encerrarme en casa de Es.;! en el Unico rincén habitable he ins- talado un catre» (testimonio recogido en bearnés) Por sendas opuestas, el segunddén que se marchaba a la ciu- dad para ganarse la vida y el hijo menor soltero que se quedaba en la casa garancizaban la salvaguarda del patrimonio campesi- no? «Habia unos segundones ancianos en unas casas que esta- ban a unas dos horas de camirio (unos 7 u 8 kilémetros}, en casa de Sa., en casa de Ch., en el barrio Le., que venian a misa al pueblo, sdlo los dias de fiesta y que, a sus setenta afios, nunca habian estado en Pau o en Oloron, Cuanto menos salen, me- nos ganas de salir tenian. Clara, tenfan que ir caminando. Y para ir caminando a Pau, hay que tener ganas. Si no tenfan nada que hacer alli, pues, sencillamence, no iban. Y no tenian nada que hacer alli, El primogénito era el que salfa, Ellos eran los pilares de la casa. Atin quedan algunos» (J.-P. A.), La situacién del criado agricola se parecfa bastance a la del segundén que sc quedaba en casa, A diferencia del obrero agri- a peste de haber te- 1. Ejempla de casa que ba conservada su combs nido diversos propiecarios y de estar abandonada cn la actualidad. 2, El segundén tenia, en principio, el usufructo vicalicie de su parte. Cuando mori, si se habia quedado soltera, éta revertia al beredero, 49 cola jornalera, que sélo consigue «jornales» (jezermdus) en vera- no y se queda a menudo sin trabajo durante todo el invierna y los dias de luyia, que con frecuencia no tiene mas remedia que aceptar trabajos a destajo (a preys-Aeyt) para llegar a final de mes (ia junta), y que gasta practicamente todo lo que gana («cinco céntimos al dia, y la comida, hasta 1914») para com- prar pan o harina, el criado (low baylet) goza de mayor seguri- dad.! Contratado para todo el afio, no tiene que temer la Hega- da del invierno ni los dias de lluvia, pues tiene comida y recho y le lavan Ja ropa. Con su salario, puede comprarse tabaco ¢ ira stomar una copa» las domingos, Pero, a cambio, el viejo criado tenia que resignarse al celibato las mas de las veces, ofa por ape- goa la casa y devocién por sus patrones, ora porqué np dispo- nia de suficiente dinero para establecerse y casarse, Para el cri do, casi siempre un segundén de familia modesta, como para el obrero, ¢l matrimonio era muy dificil, y en estas dos categortas sociales es donde mis abundaban antes los solteros.? «Como cra segundén, me colocaron muy temprano, a los diez afios, como criado en Es. Alli tuve relaciones con una chi- ea, Si nos hubi¢ramos casado, habriamos hecho, como dicen, “el matrimonio del hambre con las ganas de comer” (dow mari- daje de ka hanti dap la set). Eramos tan pobres el uno como la otra, El primogénito, claro esté, va tenia la “casa con todo” (low dlistingula ances entre lows inestes 0 capenaysouts, es decir, tos jevanees © modestos; lous Bowrdis-mieytaddy, los ap baurdés en aferme, los gtanjeros; lous eubréy los olsteros, y fous b dos. Un ctiado muy bien colocado ga sams», eeros; dons 18, los cris pte 250 2 300 Francs anuales antes de 1914, Siahocraba mucho, podia caperar pader comprar una casa con unos diez © doce aftas de salario y, con la ie de alguna muchacha y un poco de dlinero prestado, comprar una granja y algo de tierra, El jornalera, por el con- trario, no tenfa pricticamente ninguna esperanza de prosperar, Fa cuanto ha hecho la primera comunidn, a log aiitos ya criados 0 ritas (goueyes, 2, La diferencia de edad cntre Jos cnyuges era, como media, mayor antes que ahora, No cra infiecuente que hambres madutos, pero ticas y de familia relevante, se casaran con muchachas de 20 a 25 aos. ninas los colecaban come "50 mmenadje garnit) de nuestros padres, es decir los rebaiios, el co- tral, la casa, las herramientas agricolas, etcetera, lo que le faci taba las cosas para casarse. La chica con la que yo tenia relacio- nes se marché a Ja ciudad; suele ocurtir, las chicas no esperan, Lo tienen més Facil para irse, para “colocarse” en la ciudad como criadas, deslumbradas por alguna amiga, Yo, mientras, manera, con otros chicos que estaban en el a, me divertla a mi mismo. caso que yo. Nos pasdbamos noches enteras (nor literalmente: “pasarse de juerga” toda la noche», roveyt} en el café; jugando a las carcas hasta el amanecer, haciendo pequefias “comilonas”. Casi siempre hablibamos de mujeres, las dejaba- mos muy mal, por supuesto. ¥ al dia siguiente poniamos verdes alos compaficros de la juerga de la noche anceriore (N., criado agricola, nacido cn 1898; entrevista realivada en bearnés). relaciones entre los sexos y en las bodas era donde social. En la mas se ponia de manifiesto la canciencia de la jerarqu «En el baile, ningiin segundén de familia humilde (w cadeet de petite garbure) se acercaba demasiado a la hija menor de Gu [un campesino importante}, Los otros segundones en seguida hubieran dicho: ;Menudo pretencioso! ;Pretende camelarsela por su dore! Las criados que cenian buena planta sacaban a ve- ces a bailar a las herederas, pero no solia ocurrir. Habla un cria- do bien parecido que era aceptado por la buena sociedad; iba detrés de la heredera de Es. ¥ se cas6 con ella, Todo el mundo puso el grito en cielo” al ver que se easaba con ella, Era algo ex- traordinario, ‘Todo el mundo estaba convencide de que seria su esclavo. De hecho, no fue ni remotamente asi: adoptd cl com- portamiento de los padres de su mujer, que acababan de volver de América y vivian de renta, se convirtid en un sefor y no vol- vi6 a trabajar, Tados los viernes iban a Olorén» (J.-P. A). La ligica de los intercambios matrimoniales tiende a salva- guatdar y a perpetuar la jerarquia social, Pero, mas profunda- mente, el celibato de decerminadas personas se encuentra inte- 51

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