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con la construccién de las condiciones de la justicia social en Durk- heim y, lo que es atin més fundamental, con su antropologia. La so- ciologia critica se ve obligade a endurecer el corte entre hechos y va- lores para mantener fuera del aleance de cualquier empresa critica, incluida la suya propia, un islote de positividad sobre el cual fundar la ambicién de un develamiento radical. Pero en esta ambici6n coi cide sin duda con la filosofia politica de la cual pretende tomar tancia, Pues las operaciones criticas cuyo monopolio se atribuye y las operaciones de justificacién que, a sus ojos, descalifican a la filo- sofia politica, constituyen dos modos de realizacién de una misma competencia para el juicio. Pero esta competencia no es patrimonio del fil6sofo 0 del socidlogo. Son los actores mismos quienes la ponen constantemente en préctica, Es precisamente ese trabajo incesante de construccién de causas —en el sentido en que se habla de «bue- ‘nas causas» para justificar le accién— y de cuestionamiento —en el sentido de critica—lo que la sociologfa critica no puede ya tomar por objeto desde el bastion en que se ha encerrado. 4. La sociologia de la sociedad eritica'»> -*i'eiiétiias Ese OE Desde la perspectiva que le es propia, la sociologfa eritica no pue- de constituir como objeto de sus andlisis las operaciones criticas rea- izadas por los actores. Ahora bien, ese objevo es esencial para la comprensién de sociedades como las nuestras, que pueden definirse ‘como sociedades riticas en el sentido en que todos los actores dispo- nen de capacidades eriticas, todos tienen acceso, aunque en grados, desiguales, a recursos criticas, y los utilizan de un modo casi perma: nente en el curso ordinario de la vida social y ello pese a que sus criticas cuentan con oportunidades muy desiguales de modificar el estado del mundo que los rodea segiin el grado de dominio que posean sobre su medio social. Pertenecemos a una sociedad en la que las operaciones de critica y las operaciones de justificacién, que se han vuelto necesarias para responder a la critica o para prevenir- Ela, se producen constantemente. No nos referimos aqui solamente a Jas grandes causas piblicas, alas denuncias formuladas por institu- ciones de representacién politica y hechas pblicas en la prensa oen Jos otros medios de comunicacidn, sino también a la multitud de j, acusaciones de iniquidad que se transmiten de boca en boca, en los, Tugares piblicos, los talleres o las oficinas, los pasillos o las cafete- vias. Basta con estar atento para ofr ese rumor incesante que atesti- gua la indignacién, el dolor y también la inguietud suscitados por el sentimiento de injusticia y que manifiesta la zapacidad de las perso- nas de ejercer su sentido de la equidad. El mundo social, en las si- + Blandliss comparativo dele recursos eco disponibles en difereates ips de Jciodades y cols formas de cies que esta conocenpodrfa ematiuir un objeto ‘loon ala Cocilogt, ln antropologay Ia historia. As por ejemplos iene des $code os andes por pare de loa pequain , en prtcla, de os hombres par he de las inujere,coando se eneventran entre ela, e verfceen mumercsst Feciadads tcdiconnesestadiadas por lo antroplogsigoramos en qué medida ‘uostonamiento de indole comistia supe, del mismo modo que las erfces Wes cules el mca de BG pretende der cuenta, lapsed de buscar apayo en | dace ymundosincompatiblenNétose que para Habermas ex presiaerents el ‘Dlacterttalizante del pensaaent atc lo que imide a puesta en practice dl fifb de racionatidad que sostiene las formas de acci6n critica observables en nuestra Ehiodad Glabermns 197711, pg, 81-4) tuaciones més cotidianas, es trabajado sin cesar por estos cuestio- namientos que, al sefialar lo que no es justo, reclaman reparacién. {Como estudiarlos? Su abordaje nos exige la modificacién de nuestra posicién en relaciin con el objeto, y en primer lugar la re- uncia a tener la ultima palabra acerca de los actores mediante la produccin e imposicién de un informe mas fuerte que los que ellos ‘son capaces de producir. Lo cual supone renuneiar al modo en que la sociologia clasica concebfa la asimetria entre el investigador y los actores. Sin embargo, para construir la posicién de invostigacién adecuada no basta con exigir al investigador que deje de lado su soberbia, que renuncie a la pretensién de apoyarse en la legitimidad de la ciencia y que se involucre en observaciones participantes; que Feconozca que siempre esta implicado en su objeto o que se sitie él mismo en el interior del dispositive que estudia, Esto no rompe en absolute con la posicién de la sociologfa critica, puesto que el inves- tigador no hace otra cosa que retomar su preocupacién por el com- promiso éticd para hacer de él un imperativo metodolégico, Para pasar de la sociologia critica a la sociologia de la critica no necesita- mos més y mas interioridad sino, por el contrario, cada voz mas ex- terioridad. Sin duda es esta la que, en ultimo andlisis, define la crf tica. Criticar es alejarse de la accién para acceder a una posicién ex- terna desde la que so la pueda considerar desde otro punto de vista, a la manera de esas personas que, en una fiesta en la que todo el mundo se abandona a la bebida y el baile, permanecen en el fondo del salén y, sin mezclarse en la alegria circundante, observan sin dejar de pensar. Bs asf como en el modelo de ZG, en el cual la antro- pologia hace de la eapacidad critica el criterio que permite distinguir a las personas de los demas seres, fundamos la posibilidad de la cri- tica en la existencia de varias ciudades que permiten esa desvincu- lacién de la situacién presente. En efecto, podemos sustraernos al modelo de justicia del que depende la situacién en que nos encontra- ‘mos si buseamos apoyo en tn principio de justicia correspondiente a otra ciudad. Para estudiar las actividades criticas de los actores y tomar por objeto ala sociedad critica debemos, entonces, dotarnos de una exte- rioridad de rango mds elevado que aquella con la cual se contentaba la sociologia eritica. Lo cual quiere decir que no renunciamos ni a ba- sarmos en nuestro laboratorio ni a mantener una asimetria entre el investigador y el actor. Esta no es abolida en absoluto, aun cuando adquiera otra forma. En efecto, nuestra actividad consistird esen- cialmente en tratar de reconstituir, dela manera més completa po- sible, el espacio eritico dentro del cual se teje y se juega el caso. En ese sentido nuestro rambo puede compararse con un movimiento més amplio que ha afectado a las ciencias sociales en su'conjunto, a menudo relacionado con el «giro lingiistico», y que puede ser.carac- terizado en el campo de la sociologia y, més especificamente, en elde la teoria de la accién, como lo hace Nicolas Dodier, por el pasaje de cana «sociologia del agenter a una «Sociologia de la traduccién» (De- dier, 1989). En vez de definir agentes por medio de atributos.es bles, de asignarles intereses y disposiciones inscriptas en el cuerpo y capaces de engendrar intenciones objetivas y no conscientesyyy de propoterse la tarea de explicar la accién de esos agentes cuando:se cnfrentan con obstaculos exterires 1a soiologis de Ia raduecisn 1uestra de qué modo los actores elaboran diseursos sobre Ja-accién © pare retomar los términos de Paul Ricceur, realizan el trabajo de «puesta en intriga» de sus acciones (Ricceur, 1983), Sigamos proviso- riamente este paradigma, respecto del cual més, ae mos tomar distancia para no dejarnos encerrar en una sociologia que nc conotca dol mundo social sino lo correspondiente al orden del discurso y, mas precisamente, por un lado, para tomar en cuenta, en nuestro marco de andlisis, las cosas y su inportancia en el curso de Jas actividades sociales y, por el otro, para abrir nuestras investiga- ciones a modos de relaciones entre personas que cuentan entre sus particularidades, justamente la de dejarse traducir s6lo con gran di- ficulted en los informes de los actores. Este paradigma por el que de- bemos transitar nos exigiré pues, en primer ugar, que en nuestro trabajo de campo acumulemos el mayor niimero posible de informes produucidos por los propios actores. El trabajo del soci¢logo de la cri- tica es en ello comparable al de un juez de instruccién que postergue infini:amente el momento de Ia conclusién, ese momento en que, respaldado en las prucbas acumuladas o en su wonvieeién intima» 1-es decir, en su propia capacidad de emitir juicios sintéticos (Do- dier, 1989)—, proporcione a su vez un informe definitivo sobre el ‘caso a fin de cerrarlo sobre si mismo al considerarlo en un relato que no requiera informacién complementaria para que un oyente pueda comprender el sentido de las acciones que se describen en él» (GChateauraynaud, 1989, pdg. vil) Al igual que el juez, el socidlogo ‘Ge la critica pone en escena el proceso recogiendo y registrando los, informes de los actores, y su informe de investigacién es ante todo /sanvacta de esos registros, un informe de informes. En efecto, el so- ‘tidlogo se obliga a seguir muy de cerca a los actores en su trabajo ‘iptergretativo, abriéndose camino a través de los informes que ellos Bhij,constituido. Toma en serio sus argumentes y las pruebas que Hoporcionan, sin tratar de reducitlos 0 de descalificarlos oponién- joles una interpretaciin mds fuerte. Hsté atento a la forma en que lasspropios actores construyen informes que se sostienen y que apuntan a la objetividad y a la generalidad, mediante un trabajo de seleccién, en el contexto del caso, entre lo que puede considerarse necesario y lo que puede quedar librado a la contingencia. En efecto, ese trabajo de simplificacién realizado por los actores apunta, al igual que el del sociélogo, a constituir una realidad que se sostenga, «experimentando la solidez y la coherencia de las situaciones ma- ‘teriales» (Chateauraynaud, 1989, pég. 10), ya darle forma en un in- forme satisfactorio (Thévenot, 1986), en el sentido de que encuentre ‘un equilibrio entre el enunciado breve pero inconsistente y el relato tan denso en redes de relaciones que es imposible de interpretar. De ‘ese modo el socidlogo renuncia a fundar su propia interpretacién en ‘una forma estable construida mediante el aprovechamiento de los recursos particulares de que dispone, del orden de lo que los sociélo- {g08 cldsicos corrientemente denominan estructura social», para de- Jarse llevar por las formas estables que aparecen en los informes de los actores, Pero sin embargo, y tal como hemos dicho, el sociélogo no aban- dona el respaldo del laboratorio y no suprime la asimetria entre su posicién y la del actor, y ello esencialmente por dos razones. Por un lado, en tanto que profesional exterior al caso, con recursos a su dis- posicién més importantes que aquellos eon que cuenta separada- mente cada uno de los actores y tiempo suficiente —puesto que no est sometido a la urgencia de juzgar, es decir, de coneluir—, puede acumular un conjunto de informes que ninguno de los actores toma- do en particular est en condiciones de constituir, aun cuando cada ‘uno de ellos pueda haber tenido conocimiento de informes (teleféni- 08, por ejemplo) a los que el sociélogo jamés tendra acceso. Puede, sobre todo, confrontarlos en un mismo espacio, cosa que los actores no estén en condiciones de hacer. Por lo tanto, el proceso que pone en escena es un proceso imaginario sin posibilidad alguna de concre- tarse, de manera idéntica, en la realidad. En efecto, tal como lo muestra el andlisis del modo en que los actores se preparan para el proceso y, por ejemplo, el inmenso trabajo de seleccién y de puesta en forma que exige la presentacién de un caso litigioso por parte de sindicalistas (Corcuf, 1989), los informes que el soci6logo de la eri- tica encuentra la manera de cotejar —como, por ejemplo, una nota de la direccién o palabras intercambiadas en privado por los prota- gonistas durante una comida— tienen pocas posibilidades de figu- rar en el espacio del debate al mismo tiempo y tal como tuvieron lu- gar. Sin clausurar a priori la lista de los informes, el sociélogo debe hacer frente al espinoso problema de la interrupeién de las investi- gaciones. Sabedor de que nunca acumularé todos os informes y que jamés tendré acceso, por ejemplo, a conversaciones telefénicas man- |, tenidas por los protagonistas en su ausencia y sin swconcdibitetit gen qué momento debe decidir que sabe lo suficiente pani tittle ‘una representacién satisfactoria de las operaciones criticasiefeatut? das por los aetoresy, al mismo tempo, interrumpir sus investi jones? oH Por otra parte, los enunciados que figuran en los informes delos actores son a menudo veloces y lacénicos. Bl socislogo no puede pro- cesarlos sin clarificarlos. Si bien renuncia a oponer a las interpreta- ciones de los actores una interpretacién més fuerte, de su propia co- secha, el sociélogo de la eritica no puede ahorrarse un andlisis que apunte a explicitar y aclarar las palabras de los actores, es decir, a poner a prucba su grado de contingencia tratando de ver en qué me- dida pueden sostener la relacién con elementos mas estzbles, {Se trata de comentarios intercambiados «al pasar lébiles y «sin impor- / tancia», como dicen las personas cuando se empefian en relativizar sus afirmaciones, o de frases que simportan, es decir que tienen ‘una pretensién de consistencia y una intencién de generalidad? Pa- raser coherentes con nuestro marco de andlisis, no podemos poner a prueba los enunciados relaciondndolos con elementos estables que consistan en propiedades inscriptas en las personas de una vez y para siempre, tal como tenemos derecho a hacerlo en les sociolo- gias del agente, en las cuales los enunciados y las acciones sélo se aprehenden en calidad de marcadores y de huellas que remiten a propiedades subyacentes, ellas mismas definidas por referencia a luna cartografia de la «estructura social». Para aclarar los enuncia- dos de las personas debemos, pues, ponerlos a prueba por medio de su confrontacién con una estabilidad de otro orden, es decir, mAs precisamenta, relacionarlos con las convenciones que sostienen su inteligibilidad y su aceptabilidad por parte de un mimero indefinido de otros actores, En ese caso la clarificacién consiste en desplegar / Tas etestera, para retomar un concepto etnometodologico que cada idno de los interlocutores podria extraer del enunciado al reflexionar Separadamente y permanecer a la vez en el mismo espacio semAnti- | ¢@,¢ incluso en demos algunas indicaciones acerca del modelo de — ; ones acerca del modelo de competencia para cond la justicia expuesto en EG, indicaciones necesarias para abordar la a Segunda parte de esta obra que, a la vez, se basa en ese modelo y ve apunta a arrojar luz sobre un modo de actividad que se le escapa. El principal objetivo del marco —elaborado en comtin con L. Thé- venot y presentado en EG— consiste en proveer un instrumento pa- ra analizar las operaciones que los actores llevan a cabo cuando, en- tregados a la critica, deben justificar las criticas que proponen, pero también cuando se justifican ante la critica o colaboran en la biis- queda de un acuerdo fundamentado. Su objeto privilegiado esté, pues, constituido por situaciones sometidas a un imperativo de jus- tificacién que, como lo atestiguan las investigaciones empiricas que acompafiaron la construccién del modelo de EG, lejos estén de esca- sear en la vida cotidiana. De ese modo el marco rompe con las cons- trucciones que, orientadas a asimilar en iltima instancia todas las relaciones sociales a relaciones de fuerzas —como sucedié a menudo aon los trabajos de inspiracién marxista—o, como en las diferentes formas de sociologia derivadas del utilitarismo, a las estrategias que Jos actores ponen en préctica para optimizar sus intereses, no po- dfan atender a las exigencias de justicia expresadas por las perso- has y que fueron tratadas como otras tantas mascaras ideolégicas, cuando no simplemente ignoradas. Construido a partir de una serie de idas y vueltas entre el trabajo de campo y la modelizacién, tiene lavocacién de servir a investigaciones empfricas acerca de la mane- an que las personas ponen en juego su sentido de la justicia para entregarse a la critica, justificar sus acciones 0 converger hacia el acuerdo. Pero eso también quiere decir que no se trata de una teoria dela sociedad que pretenda competir con las numerosas teorfas ya propuestas para dar cuenta de lo social. En efecto, el marco de BG ‘no propone principios de explicacién que permitan reducir la dispa- ridad de los fenémenos sociales refiriéndolos a causas subyacentes. No se funda sobre el establecimiento de vinculos estadisticos esta- bles entre hechos sociales de orden morfol6gico, demogréfico 0 eco- ‘némico, y no se apoya en la referencia a estructuras sociales 0 siste- mas. Si bien se inscribe en el marco de una teorfa dela accién ynoen el de una teoria de los hechos sociales (Nemedi, 1989), no apunta a dar cuenta de la conducta de los agentes relacionéndolos con de- tetminismos que los muevan a actuar. Por lo tanta, su objetivo no 62 g 63

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