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Para la misma

Rubn Daro

Mir al sentarme a la mesa,


baado en la luz del da
el retrato de Mara,
la cubana japonesa.

El aire acaricia y besa,


como un amante lo hara,
la orgullosa bizarra
de la cabellera espesa.

Diera un tesoro el Mikado


por sentirse acariciado
por princesa tan gentil,

digna de que un gran pintor


la pinte junto a una flor
en un vaso de marfil.

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