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Negación
Omega13
ÍNDICE
Sinopsis Capítulo 29
Créditos Capítulo 30
Capítulo 1 Capítulo 31
Capítulo 2 Capítulo 32
Capítulo 3 Capítulo 33
Capítulo 4 Capítulo 34
Capítulo 5 Capítulo 35
Capítulo 6 Capítulo 36
Capítulo 7 Capítulo 37
Capítulo 8 Capítulo 38
Capítulo 9 Capítulo 39
Capítulo 10 Capítulo 40
Capítulo 11 Capítulo 41
Capítulo 12 Capítulo 42
Capítulo 13 Capítulo 43
Capítulo 14 Capítulo 44
Capítulo 15 Capítulo 45
Capítulo 16 Capítulo 46
Capítulo 17 Capítulo 47
Capítulo 18 Capítulo 48
Capítulo 19 Capítulo 49
Capítulo 20 Capítulo 50
Capítulo 21 Capítulo 51
Capítulo 22 Capítulo 52
Capítulo 23 Capítulo 53
Capítulo 24 Capítulo 54
Capítulo 25 Capítulo 55
Capítulo 26 Capítulo 56
Capítulo 27 Capítulo 57
Capítulo 28 Epílogo
Bibliografía
Sinopsis
El tiempo pasado en Somalia tiene a la Doctora Celeste Cameron
acostumbrada a vivir y trabajar en una zona de guerra. Al volver a casa
en los Estados Unidos, Celeste se alegra de ver el final del peligro en que
ella ha estado o al menos eso es lo que piensa. El peligro parece seguir
a Celeste y lo encuentra en la forma de Amy. Lo que siente Celeste por
Amy la asusta más que cualquier cosa a la que se ha enfrentado en las
zonas de guerra.
Autora: Omega 13
Dedicatoria de traducción
¿Recuerdas que te dije que te lo compensaría?, bueno pues aquí tienes
este fic que se es uno de tus favoritos. No es mucho comparado a todo
el apoyo que me has brindado, más tengo la esperanza que este gesto
te proporcione alegría. Esta traducción va por ti Charisen.
Capítulo 1
—No lo haré.
Celeste miró por encima del hombro a la otra enfermera que corría
hacia el niño herido cerca de ella. Desde que el equipo había llegado,
la milicia que rodeaba el campamento dejó claro que tenían una
política de disparar a matar si cualquier interno intentaba salir. Para la
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completa desesperación de Celeste, utilizaban la política liberalmente.
—Ya está en shock —dijo James dejando que el aire silbara fuera del
manguito.
Celeste abrió los ojos. Pensó en los lujos de su pasantía donde una
cantidad de gente trabajaría para salvar a una víctima de disparo.
Médicos, enfermeras, técnicos de rayos X y un cirujano, todos ellos
trabajando para detener la hemorragia interna. Pero aquí en Somalia,
en medio de una guerra, en este recinto, ella era ahora la única
doctora.
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Capítulo 2
A
briendo la puerta, Maggie gritó de sorpresa cuando una rama la
golpeó en la cara. Balbuceando, retrocedió y escupió.
—Bueno, ella está aquí Maggie —respondió abriendo a través del follaje
para encontrarla—. Pensé que venir a Florida con ella mantendría su
fetiche vegetal bajo control.
—¿Lo hiciste?
Amy sonrió
Jellybean: Gominola
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—Adiós —dijo Josh besando a Amy brevemente.
Amy le sonrió.
—Bien.
—Adiós, Joshie boy —Maggie le dijo. Miró a Amy—. ¿No sabía que su
hermana estaba aquí?
—Tal vez.
—Oh, vamos, Maggie —dijo Amy mientras sostenía el vaso frío sobre su
frente—. No uses ese truco conmigo, hoy no.
—Se ha hecho cargo de todo —Maggie dijo antes de beber tres cuartos
de su vaso.
Maggie suspiró.
—Perfecto.
—Sí —respondió Amy, con los ojos muy abiertos—. Y sólo Dios sabe qué
ropa me habrías elegido para llevar.
—Amy tus hermanas pequeñas son niñas y cuando eres un niño, es sólo
marginalmente aceptable, ¡estar vestida como una jodida hada
colgada de un árbol de Navidad!
—La última en estar lista tiene que hacer la cena todas las noches esta
semana. —Ella sonrió a Amy antes de salir disparada por el pasillo.
—Ey —gritó Amy—. ¡De ninguna manera voy a ser yo esta vez!
Capítulo 3
—Te he dicho que soy irresistible para las mujeres. —Agarró a una alegre
Caitlin—. Especialmente para las niñas de seis años.
—Sabes que sólo estoy bromeando con lo del traje —Maggie dijo
pasándole a Amy una cerveza—. Tu padre habría pensado que yo
vestiría un graciosísimo traje de Elvis.
—Escucha —dijo Amy—, está haciendo todo lo posible, sabes que casi
no he pasado tiempo con ella durante años, tengo veinticuatro años,
Maggie, se ha perdido una gran parte de mi vida y sabes mejor que 17
nadie que hay mucho de…
—No puedo soportar los tópicos de la boda tampoco, pero sólo va a ser
por un día —respondió Amy—. Y necesito que dejes de hacer tanto
alboroto. —Maggie no dijo nada. Amy bebió su cerveza, consciente de
que no debía preocuparse porque, independientemente de su charla
anterior, Maggie no la dejaría mal—. De todas formas —dijo—. Ya no
quiero hablar más de la boda, sólo necesito que me prometas que vas
a trabajar con Irene en esto. —Miró a Maggie—. ¿De acuerdo?
—De acuerdo, tal vez estoy tratando de ser zalamera contigo, Amy
—respondió Maggie—. Pero mírate. —Agito los brazos—. Eres muy sexy.
—Amy sonrió, pero no le entró al juego—. De verdad —dijo sacudiendo
la cabeza—. ¿Por qué crees que Josh está desesperado por casarte
contigo?
Cuando estaba a punto de responder, Maggie levantó una mano
hacia Amy. Ojos bailando con humor, dijo:
Amy se rio.
—Si tuviera pechos como los tuyos, me publicarían en todas las revistas
calientes que hay.
Amy miró hacia donde Maggie estaba indicando. Vio a Celeste unirse a
Josh y a las niñas en la piscina. Ella asintió.
—Fue su única visita para ver a Josh cuando estuvo allí terminando sus
estudios —respondió Amy mirando a Celeste.
—Mucho gusto…
Amy cerró los ojos brevemente, y luchó contra una inusual necesidad
de golpearlo por ser tan condenadamente denso. Era completamente
ajeno a lo torpe que era la situación, y lo mal que realmente se veía.
—No puedo creer que haya pasado tanto tiempo —Él le sujeto de los
hombros y la miró—. Quiero decir, pensaba que nos veríamos más,
contigo viviendo en París y yo aquí terminando mi doctorado. ¡Había
pensado que conseguiríamos vernos más! —Sacudió la cabeza y luego
la soltó—. Pero, cada vez que intento verte, estás en alguna misión
humanitaria, Nigeria para las vacunaciones, luego Honduras, luego
Nicaragua. —Dejándola ir, enumero los diferentes lugares con sus
dedos—. Guatemala por los huracanes. —Sacudió la cabeza—. ¿A
dónde vas ahora?
—Somalia.
Celeste sonrió.
—Bueno, una parte de mí está aquí —Ella frunció el ceño—. Parece que
mi equipaje está improvisando su trayectoria por algún otro lugar
mientras hablamos.
—Cariño, por favor, ¿podrías solucionarlo? —Josh puso sus manos en los
hombros de Amy y luego las deslizó por sus brazos. Frotándolos, vio a su
hermana desaparecer—. Mira —dijo frunciendo el ceño—, es obvio
dado que estás aquí, que tus heridas no son tan serias, ella las habrá
evaluado inmediatamente.
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Capítulo 4
M
aggie palmeo el muslo de Amy.
—¿Qué?
Maggie gruñó.
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—¡Fresca! —Se frotó el estómago—. Ya sabes que mi dieta consiste en
hombres guapos.
Maggie sonrió.
—Sí, bueno, mido más de 1,82 m, me visto de cuero y monto una
motocicleta, ¿quién no querría estar conmigo? —Amy se echó a reír.
Maggie sacudió la cabeza—. Las mujeres simplemente no son para mí.
—Bebió un poco de cerveza—. ¿Puedes imaginarte la carga
emocional? —Puso los ojos en blanco—. Dios mío, de ninguna manera,
los chicos son mucho menos complejos. Son fáciles de complacer,
comida, fútbol y sexo, eso es todo lo que necesitan. —Miró a Amy y
sonrío maliciosamente—. Tiene algo que ver con que sus cerebros sean
más pequeños que los nuestros. —Amy sonrió—. Gracias a Dios —dijo
Maggie—, no me gustan las mujeres, tener amigas ya es
suficientemente agotador.
—¿Cómo?
—Dos mujeres es igual a dos PMT2, y sé que estoy de tan mal humor
como el infierno. ¿Te imaginas eso por dos? Sería una sentencia de
cárcel para mí, nena.
—No es justo —dijo Maggie. Ella miró su pecho—. Vosotras dos lo tenéis
todo. —Se incorporó y agitó una mano en la dirección de Celeste—.
Pechos geniales, un estómago con tableta, piernas por las que Elena de
Troya habría llorado. —Miró a Amy y dijo acusadora—, ¿Y qué tengo yo?
—Agito sus manos al aire—. ¡Sin tetas y el pelo rojo! —suspiró
pesadamente y entonces dramáticamente se dejó caer sobre su
tumbona—. Tengo toda la suerte de un perro de tres patas.
Maggie replicó
—Así.
—Escucha, sé que una vez fuiste una adolescente delgada, pero has
florecido... Mírate, eres absolutamente preciosa, gran cuerpo, hermosa
cara. —Maggie alargó la mano y tocó la cola de caballo de Amy—.
Hermoso cabello rubio natural. —Amy sacudió los cabellos de la mano
de Maggie—. ¿Qué hace a las rubias tan atractivas para los hombres?
—preguntó Maggie, angelicalmente.
—¿No sé?
Maggie sonrió.
—¿No sé?
—Porque las vuelve calentonas.
Maggie sonrió.
—¿Por qué?
—No, no soy una pequeña bruja. —Alzando las cejas y abriendo los ojos,
preguntó con tristeza—. ¿Tienes suficiente niña?
Amy sonrió.
—¡Dale, nena!
—Como en Roma.
—Och, bueno —dijo—. Tal vez en mi próxima vida, volveré como rubia y
compensaré todas tus oportunidades perdidas.
Amy sonrió. Maggie era una gran creyente en la vida futura y a través
de los años había adoptado cada novedosa teoría de la nueva era.
—¿Quién?
—¿Qué pasó?
—¿Que hacia?
—Era nadadora. 30
Maggie suspiró.
—¿Por qué?
—¿Qué?
—Sabes, una mujer gay. —La risa bailaba sobre sus ojos—. Excava las
vibraciones lesbianas.
—Eres mala.
—¿No lo entiendes?
—¿Cuántas?
Amy se rio.
—Está bien. —Bajó la voz—. Basta con las bromas de lesbianas que
alguien nos oirá.
—¿Y?
—¿Entonces? 32
Maggie sonrió con indulgencia.
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Capítulo 5
—Qué mal que Josh tuviera que trabajar esta mañana —dijo Maggie,
dejando caer la bolsa de golf a sus pies.
—Es buena —dijo Maggie viendo la pelota viajar por el fairway —. ¿Estás
segura de que Josh tenía razón cuando dijo que no había jugado en un
tiempo? —No lo sé —replicó Amy encogiéndose de hombros—. ¿Le has
preguntado?
—Hmmm, esperaba que esta ronda fuera fácil —susurró—. Aposté cien
dólares con Josh a que la ganaría.
—¿Qué es?
—Sí.
—¿Quién?
Sophie hipo.
—Nick.
—No.
—Oh, —contestó Amy. No podía pensar en otra cosa que decir, vio a
Maggie dar el primer golpe.
Aliviada de que Celeste pudiera ver con buen humor la situación, Amy
asintió.
Celeste asintió.
Celeste sonrió.
—Sí.
—Muchas cosas, pero sobre todo las películas. Los franceses toman sus
películas muy en serio.
Celeste asintió.
Sabiendo que no tenía el corazón para decirle a Maggie que había sido
estafada, Amy solo asintió y tratando de esconder su diversión le dio a
su prima una sonrisa reconfortante.
Después del juego, Amy y Maggie se dirigieron hacia la casa de los
padres de Josh para el almuerzo según lo dispuesto. Después del
almuerzo, Maggie se marchó, diciéndole a Amy que tenía algo que
hacer. Amy sabía que probablemente era una cita, y decidió esperar a
Josh.
—Oh hola. —Miró el reloj y levantó la mano para taparse del sol—.
¿Pensé que tenías una cita para el almuerzo? —preguntó ella tratando
de darle conversación.
Con los ojos muy abiertos, Amy asintió. Miró cómo Celeste revelaba un
bikini negro. No podía dejar de estar de acuerdo con Maggie, Celeste
tenía un físico increíble. No había duda de que todavía tenía la 40
construcción de una nadadora.
—Gracias.
Celeste sonrió.
Celeste la miró.
—Te alegrarás de estar en casa ahora —preguntó ella sin saber qué
decir.
Celeste la miró.
—Es complicado.
—Sé que los escoceses son famosos por ese tipo de fiestas. —Celeste
dijo con sus ojos brillando con diversión.
Amy sonrió.
Amy se carcajeo.
—No puedo prometer nada más que voy a llevar dinero extra en caso
de que necesites una fianza.
—Celeste —dijo Camille apurándose hacia ellas
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Capítulo 6
E
sa noche, extendiéndose en el sofá, Amy suspiró aliviada. Gracias
a Dios, este día ha terminado, pensó. Sonrió a Josh cuando entró
en la sala de estar llevando dos vasos de zumo de naranja y un
gran paquete de dulces.
Josh sonrió.
—Bueno, me pediste que pasara una noche aquí para invitar a tus
hermanas.
—Estaremos volando al día siguiente, así que no creo que sea muy
alocada.
—Será bueno para Sophie —dijo Josh apretando el pie de Amy—. Todo
lo que hace es sentarse frente a su computadora portátil, quiero que
tenga un cambio de escenario y salga de la rutina en la que se ha
metido últimamente. —Acarició amorosamente la pierna de Amy—. Y,
os dará a Celeste y a ti la oportunidad de que os llevéis mejor. —Amy lo
miró sorprendida—. No soy tan tonto, sabes —dijo—, sé que en realidad
no has hecho buenas migas con ella desde ese momento en el
aeropuerto. —Él la miró—. No la estoy excusando, pero, estaba
agotada del vuelo. Sabes que hubo una serie de largos retrasos. —Y
añadió frunciendo el ceño—. Estoy preocupado por ella.
—Hmmm.
Queriendo atención, Amy dejó caer los pies sobre el regazo de Josh.
—Uggghhh.
—Mira —dijo levantando las cejas—. No hay mucho que decir, se casó
joven y el tipo se puso demasiado posesivo. —Amy movió los dedos de
los pies. Josh agarró un pie, y masajeó un familiar nudo de tensión con
ambos pulgares—. Realmente no conocía al tipo, ella lo conoció en la
facultad de medicina, y cuando se separaron, él se puso raro. —Josh
trabajó en el nudo—. Creo que rompieron porque finalmente ella se
sentía totalmente asfixiada. En su graduación, él golpeó a un tipo y lo
dejó bastante mal por prestarle demasiada atención.
Queriendo saber por qué este tipo, Nick, reaccionó así, Amy presiono.
Josh sonrió.
—Oh —dijo Amy con brillo en sus ojos—. ¿No quieres decir irritante como
el infierno?
—Me alegro de que Maggie haya salido esta noche. Llevo tiempo
esperando quedarme a solas contigo.
—Oh, vamos, Amy, lo único que quiero es abrazarte y ver una película,
¿es eso mucho pedir para un chico?
—Dime.
Josh suspiró.
—Está bien, creo que voy a tener que decirte algo o estarás toda la
noche cacareando como una bruja.
—Oh, cariño —dijo Amy agitando sus pestañas—. ¿Por qué será que tus
elogios siempre me llegan aquí? —Apretó una mano contra su
corazón—. Dime o de lo contrario… —dijo levantando las cejas.
—¿Por qué?
Se encogió de hombros.
—La gente tiene algo con los gemelos. —Se inclinó sobre el brazo del
sofá y dejó el vaso en el suelo, luego recogió el paquete de dulces
tamaño familiar que había traído antes—. ¿Podemos ver la película ya?
—Así que, se casó con Nick sin que nadie se enterase y cuando las
cosas no fueron bien, se unió a Médicos sin Fronteras. —Metió la mano
en el paquete para coger más dulces—. ¿Por qué? —preguntó antes de
echarse unos dulces a la boca.
—Bueno —dijo Amy con ironía—. Eso sería un sitio distinto que examinar
cada dos semanas.
—Quién sabe, sólo los conozco brevemente —dijo Amy, y luego metió
un dulce en su boca—. Usualmente están saliendo por la puerta cuando
me encuentro con ellos.
—Dios —dijo Josh mirándola intensamente—. Tienes los ojos azules más
hermosos que he visto, no son simplemente azules, son azul turqués,
¿sabes?
—Entonces, sigue contándome —dijo Amy sonriendo—. ¿Celeste se unió
a MSF para alejarse de Nick?
Amy sonrió.
—Cuéntame más.
—Mi abuela tenía dinero, y cuando murió dejó una gran porción a
Celeste, incluyendo una casa en Saint Germain des Prés.
—Sip.
Josh sonrió.
—No creo que sea algo muy complicado —respondió—. Creo que se
unió a MSF porque tiene un fuerte sentido de la responsabilidad, quiero
decir que tienes que preocuparte para ir a donde va. —Se echó más
dulces en la boca—. Debes hacerlo, ¿verdad? —preguntó masticando.
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Capítulo 7
Mirando a madre e hija ahora, Celeste pensó que era difícil creer que
había tanta diferencia de edad. Irene no parecía tener edad suficiente
para tener una hija de veinticuatro años.
Celeste miró a Amy. Sabía muy bien que su hermano tenía buen ojo
para las chicas bonitas y él había elegido bien con Amy. Todavía se
arrepentía de su primera reunión, y esperaba que su asistencia esta
noche sirviera para sanar la fisura. Ese día, el año pasado, en el
aeropuerto, simplemente había estado cansada. Con suerte, después
de esta noche, trazarían una línea sobre su reunión inicial.
—Me alegro de que estés aquí esta noche —dijo entonces añadió en
un tono burlón—. ¿Viste la cantidad de alcohol que sus amigas lograron
almacenar?
—¡Qué aburrido grupo son tus amigas! —dijo Irene poniendo un mechón
de cabello rubio detrás del oído de Amy—. No estuvieron así en tu
graduación en Glasgow, ¿verdad?
No queriendo explicar que Sophie se retiró del evento, una vez que se
diera cuenta de que sería una multitud de chicas chillonas, Celeste
asintió y sonrió a Irene.
Amy dejó caer sus manos. Mirando hacia abajo, arrastró los pies. 56
Irene se acercó. Alzando la barbilla de Amy, dijo con suavidad.
Amy sonrió.
57
—¿La rubia ya se ha ido?
Encantada por los malos chistes y el humor fácil de Amy, Celeste rio.
Irene la siguió.
Amy gimió.
Amy la miró.
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—Avergonzada —explicó—, significa con la cara roja.
—¿Lista?
—¿Necesitas ayuda?
C
eleste se acomodó en el sofá. Estiró sus largas piernas, cruzó un
tobillo sobre el otro y dejó que el cansancio se filtrara por los
huesos. Sólo despertó cuando Amy le tendió una copa helada.
Tomando su bebida, observó a Amy sentarse frente a ella.
El silencio cayó entre ellas. Esta noche, en el bar mientras hablaba con
Irene, Celeste observo, a Maggie y a la fuerte algarabía de las amigas,
llevar a Amy al escenario. No había sabido qué esperar mientras las veía
afinar las guitarras que habían tomado prestadas. Después de unas
cuantas canciones, se sorprendió por la dulzura de la voz ronca de Amy.
—No, fue pura casualidad, cuando Maggie vio a los dos chicos
tocando la guitarra, me preguntó si podíamos hacer algunos números.
Celeste sonrió.
Los ojos de Celeste cayeron sobre los pechos de Amy, y luchó contra el
impulso de decir que no tenía ese problema ahora.
Amy se rio.
El teléfono sonó.
Dios es tan tarde, pensó Amy. Jugueteó con la idea de ignorarlo, pero la
curiosidad se apoderó de ella. Corriendo por el pasillo, entró en su
dormitorio y agarro el teléfono, era Josh. Sentada en la cama, le dio lo
más destacado de la noche.
Un color rosado subió a las mejillas de Amy mientras veía a Celeste tocar
sus cosas. Cuando se detuvo en una pintura en la que Amy estaba
trabajando, se contrajo.
—De nada.
—¿Qué pasó?
—Se acordó que no nos harían daño, y nos enviaron allí para
proporcionar asistencia médica —Amy contuvo la respiración
registrando por primera vez que Celeste probablemente estaba a
menudo en situaciones donde podía ser asesinada. Celeste cruzó los
brazos—. Nos dijeron que miles de personas desplazadas estaban en el
campamento, pero cuando llegamos allí —su voz bajó mientras
recordaba ese momento—, era como una ciudad fantasma. —Frunció
el ceño profundamente.
Amy apenas podía imaginar el miedo que debió haber experimentado
sobre el destino de esas personas.
Las lágrimas llenaban los ojos de Amy mientras imágenes de esta mujer
desconocida, horriblemente derribada inundaban su mente.
Amy susurró.
—Lo sé.
—Pero, todavía, me has hecho parecer tan... tan... —Parecía luchar por
las palabras mientras miraba la pintura—. Hermosa.
Amy quería que Celeste supiera que lo que acababan de compartir era
bueno.
Con los ojos abiertos, los labios hormigueando, Amy miró a Celeste.
Completamente abrumada por la inesperada intensidad de su 70
respuesta física, susurró.
Gimiendo, Celeste tiró del vestido de Amy y lo subió por encima de sus
muslos. Aparto a un lado el bikini de seda y frotó el pulgar sobre su
clítoris empapado.
El aire frío que recorrió los pezones de Amy enfocó su mente. Mirando
hacia abajo, su cerebro se revolvió. Aturdida, se apartó del banco de
trabajo. Su vestido seguía levantado, los tirantes colgaban alrededor de
su cintura.
C
orriendo a su dormitorio, Amy abrió la puerta y se apresuró a
entrar. Sacudida hasta la médula y sintiéndose desconcertada,
se detuvo en medio de la habitación y miró a su alrededor.
Sacudió sus manos para aliviar el creciente pánico.
—No, no estoy bien, Celeste. ¡Lo que sucedió no está bien! —Apretó los
puños—. ¡Comprendes!
—¿Amy?
—Sé que es una sorpresa, Amy. —La puerta crujió cuando Celeste se
apoyó en ella—. Es un shock para ambas —hizo una pausa—, pero
estoy segura de que, si hablamos, podemos solucionar esto.
—No te quiero aquí, ¿vale?, no hay nada que decir ahora mismo, no
puedo... —Su respiración se cortó, sus palabras se interrumpieron.
—Bueno, voy a bajar las escaleras para recoger mis cosas, y luego me
marchare. —Acarició la puerta—. Me llevará sólo unos pocos minutos, lo
prometo.
Se frotó las sienes, exhaló lentamente y recordó el día del golf con Amy.
Pensó en lo consciente que estaba de ella, y en ese algo que pasó
entre ellas cuando introdujo la etiqueta de Amy. Celeste miró sus dedos
conscientes de que aquel día habían hormigueado mucho tiempo 74
después. Sacudiendo la cabeza, parpadeó varias veces
comprendiendo que no lo habría visto venir porque desde la muerte de
Felice no había estado pensando con claridad.
—¡Josh!
Para alivio de Amy, con eso el cliente mostró cierta simpatía, y estaba
dispuesto a discutir los puntos más importantes del proyecto.
Era Maggie.
Maggie suspiró.
—¿Dónde está?
—¡Tu maleta!
—Debajo de la cama.
—Vámonos.
Maggie insistió.
—Se fue temprano. —No dejando espacio para que Maggie hiciera
más preguntas, llamó a su amiga Islay, que se preparaba para sentarse
en el asiento frente a ella, y le preguntó, para confusión de Maggie, si le
gustaría sentarse a su lado.
78
Capítulo 10
A
punto de salir de su habitación, sonó el teléfono. Titubeando en
la puerta, Amy lo dejó sonar unas cuantas veces antes de
recogerlo.
—Hola cariño
Amy se frotó la frente, aliviada de que fuera Josh. Cerrando los ojos,
exhaló lentamente. Desde aquella noche, la semana anterior, Celeste
había perseguido sus pensamientos. Por un lado, se sentía aliviada de
estar aquí en el Caribe y fuera de su alcance, pero por otro lado quería
desesperadamente resolver, fuera lo que fuera, “eso” con Celeste, y
volver a su vida. Hasta ahora, no había habido ninguna comunicación.
—Despierta, Jellybean.
—¿Qué es eso?
—Mira, Maggie —protestó Amy—, ¿crees que soy tonta o algo así?
Créeme —dijo con indignación—. ¡Usamos protección!
Maggie la engatuso.
Amy tiró las sábanas hacia atrás y tomó las manos de su prima.
—¿Bien?
—Deberías ir a comprobarlo.
—¿Qué?
—¿Y?
—¿Cuánto bebiste?
—¿Cuántas, Amy?
—¿Y?
Amy suspiró.
—¿Quieres ir?
—Ey, estoy aquí —dijo Maggie extendiendo sus brazos—. Estarás bien,
pétalo.
Capítulo 11
Amy se preguntó qué hacer y decidió revisar la casa a fondo. Vagó por
el interior y pensó en lo duro que había sido este su primer proyecto real.
El proyecto estaba por encima del presupuesto y con seis semanas de
retraso, pero teniendo en cuenta todo lo que pensaba, con una mirada
apreciativa a sus diseños, valía la pena.
—Hola Amy.
—Sé que es... inesperado, pero hablé con Josh por teléfono esta tarde,
y mencionó que estabas aquí y ya que estaba en el área, sugirió que
me detuviera y viera la casa. —Se alejó de Amy y caminó hacia la
casa—. Esto es bastante espectacular, ¿qué tal un tour?
—Bien.
El color corrió hasta las mejillas de Amy. Bloqueo su mirada con Celeste.
—Cuéntame más.
Con los ojos amplios, Amy asintió. Consciente de nada más que del
contacto de Celeste, tragó saliva.
—¿Hay más?
Celeste se acercó
—Amy, quiero...
—Hola, Amy, soy Mike. Mira, lamento no haber estado ahí, pero...
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—Mike —Amy le interrumpió viendo a Celeste recoger las llaves de su
auto—. Mira, no te preocupes —dijo apresuradamente—. Lo
hablaremos mañana, te llamaré, adiós. —Colgó.
—Claro.
Celeste la observó.
—Yo también.
89
—¿Cuándo hiciste la llamada para ir?
—Quizá.
Sin comprender lo que quería decir, Amy miró a Celeste con curiosidad
entonces cerró brevemente los ojos. A diferencia de Amy, Josh estaba
completamente emocionado por su inesperado embarazo. La idea de
ser padre lo alucino, y quería contárselo al mundo. Con mucho esfuerzo,
Amy lo contuvo y le pidió que no se lo dijera a nadie hasta que pasaran
los tres meses. ¿Por qué Josh? ¿Por qué tenías que decírselo por el amor
de Cristo? ¿Por qué entre tanta gente se lo has dicho a Celeste?
Amy se acercó al coche y puso las dos manos en la puerta del coche.
—¿Cuándo regresaras?
Celeste sonrió.
Amy se estremeció.
—No deberías haber dejado que Maggie se fuera a casa —dijo él con
petulancia.
—¿Cuándo regresará?
92
—Al final de la semana.
—Sí. Bien, pero sabes que esta reunión es muy, muy importante para la
firma, si conseguimos este acuerdo estaremos en el mapa.
Sonriendo dulcemente a sus hijos, Amy los observó sumergir trozos de
pan tostado en sus huevos mientras ella le explicaba a George una vez
más que nada, absolutamente nada, la haría llegar tarde a la reunión
de las nueve en punto.
Amy hizo una pausa fuera de la cocina. Alzando los ojos al techo, rogó.
¡Por favor, no dejes que este día empeore!
Satisfecha de que la mayor parte de los restos del desayuno de los niños
95
hubiera sido retirada de sus ropas, Amy se arrodilló para acomodar su
cabello. Los besó, y por primera vez aquella mañana, el nudo en su
estómago se aflojó.
Josh les señaló a los dos niños la puerta y trató de sacarlos. Queriendo
decir un último adiós a los cachorros, los niños gritaron entre las piernas
de Josh, tratando de llegar a la puerta de atrás.
Josh suspiró, renunciando a tratar de alejar a los niños, alzó a Ryan sobre
su hombro izquierdo, luego tomó a Christopher y lo colocó bajo su brazo
derecho. Se volvió hacia Amy. Hinchando el pecho, gorjeo el grito de
Tarzán de la selva.
—Mi héroe.
—¿Está en casa? 96
Perdiendo el control de los niños retorciéndose, Josh respondió
distraídamente.
—Sí.
—¿Qué quieres decir con que Celeste está en camino? ¡Ni siquiera
sabía que estaba en casa!
Sintiéndose mareada, Amy cerró los ojos. Incluso después de todos estos
años, la mención del nombre de Celeste generalmente se apoderaba
de ella. No importa la idea de verla. Miró a Josh. No puede haber
arreglado que viniera como si fuera algo que hiciera todo el tiempo.
—Celeste está aquí para pasar tiempo con la familia —respondió Josh,
tomando a Amy en sus brazos—. Piensa quedarse con mi familia
durante los próximos meses.
—Mira, cariño, ¿qué está pasando? —Sólo te he visto así una vez
anteriormente, y eso fue el día de nuestra boda cuando pensé que ibas
a correr lejos de mí. —Él besó la parte superior de su cabeza
reconfortante—. No sabía que regresaría a casa hasta hace unos días, y
no te lo dije porque pensé que sería una buena sorpresa, no es algo
malo, realmente necesitamos ayuda con los dos Terribles, será una
agradable sorpresa para los niños.
Gritando a los niños que se dieran prisa, Amy se volvió hacia Josh.
Amy sabía que tenía razón. Aunque ella no la había visto, Josh lo había
hecho varias veces. Su trabajo lo llevaba cada vez más al extranjero.
Siempre que podía, Josh se encontraba con su hermana.
—No lo es.
Su voz se suavizó.
—Mira, cariño, tiene sentido, Maggie no está aquí y todos los demás
están de vacaciones, tu familia, mi familia. —Él sonrió—. No hay nadie
más cerca. Incluso Sophie estaba claramente asustada de que
pudiéramos pedirle que ayudara. —Se encogió de hombros y le tendió
las manos—. Celeste está aquí, y por ahora tiene mucho tiempo libre.
—Claramente inseguro de por qué Amy era tan reticente a que su
hermana ayudara, el ceño de Josh se profundizó—. Y hasta que Maggie
vuelva, será de gran ayuda aquí. —Su ceño se aclaró—. Sabes que
tiene perfecto sentido.
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Incapaz de explicar su reticencia, Amy cedió. Asintiendo con la cabeza,
sonrió a Josh.
Amy jadeó mientras los cachorros, con sus lenguas colgando, subieron
por sus piernas buscando atención. Amy dejó caer su mandíbula.
Observó horrorizada mientras estampaban el rocío de la mañana,
mezclado con barro, por toda la falda color crema de su nuevo traje de
diseñador.
Incapaz de creer el número de cosas que iban mal esta mañana, Amy
miró a Josh.
Trabajando en sacar las marcas, Amy escuchó a Josh charlar con los
niños mientras los colocaba en sus asientos. Sus labios se crisparon y
luego sonrió cuando escuchó la risa de los niños mientras Josh les hacía
cosquillas a lo tonto.
No feliz con los resultados, pero desesperada por escapar antes de que
Celeste llegara, Amy dejó de limpiar su falda. Gracias a Dios, pensó, hay
un traje de repuesto en la oficina.
—Mierda —murmuró.
100
Sosteniendo su falda suelta en una mano y una toallita de bebé en la
otra, Amy sintió un tintineo en la nuca de su cuello. Se volvió lentamente
y vio a Celeste salir de su coche. Celeste estaba vestida casualmente
con pantalones vaqueros y una camiseta negra con el pelo en una cola
de caballo. Todavía tan hermosa como siempre, pensó Amy.
I
ncapaz de romper el contacto visual, Celeste miró a Amy por encima
del hombro de Josh, y se preguntó qué pasaba detrás de esos
sorprendentes ojos azul turquesa. Su corazón se retorció cuando una
mirada cautelosa cruzó la cara de Amy
—Sé que sólo han pasado dos meses, desde mi último viaje a París, pero
me alegro de verte por fin. —Josh dijo dejando ir a Celeste. Miró a
Amy—. Lo creas o no, he trabajado muy duro para traerla hasta aquí.
Celeste sonrió.
Durante los últimos años, el trabajo de Celeste había sido más que
exigente con poco tiempo para visitar su hogar. Pero, si era honesta
consigo misma, le había tomado mucho tiempo aceptar lo que había
sucedido entre ella y Amy. El factor de traición por sí solo la había
101
mantenido alejada, tanto, que sólo había vuelto a casa una vez, en los
últimos años, y sólo cuando descubrió que Amy estaba fuera del país.
—Hola.
Celeste asintió.
—Voy muy tarde —dijo—. Y no hay manera de que pueda dejar a los
niños, y llegar a mi reunión a tiempo.
Amy giró la falda y la abotonó. A toda prisa, le dio las gracias a Celeste
antes de buscar su bolso de trabajo y la chaqueta de su traje del Jeep.
Rápidamente, se despidió de los niños, subió al coche, se sujetó el
cinturón de seguridad y encendió el motor. Salió del garaje y bajando la
ventana, se despidió.
Con humor, Celeste miró a los vividos ojos azules de la rubia y asintió con
la cabeza.
—De nada, pero Amy, debes saber —movió su mano arriba y abajo de
su área frontal.
Disfrutando del brillo travieso en los ojos de Josh, Celeste le guiñó un ojo
a su hermano y se rio libremente cuando él dejó caer su mano, y golpeo
su pecho, rugiendo. Ella sonrió cuando escuchó risitas alegres
procedentes del Jeep.
* * *
—Sí —respondió Amy, su ronco acento escoces floto hacia los oídos de
Celeste—. Pero debido a la cantidad de tiempo que duraron las
reuniones, seguí perdiéndola. —Amy miró a Celeste y la incluyó en la
conversación—. Al parecer, algunos viejos amigos han hecho una visita
sorpresa desde Nueva Zelanda, y dado que el tío Jim se está sintiendo
mejor, se ha ido a las colinas con ellos, pero es prácticamente imposible
obtener señal allí.
—¿Está bien?
Durante las dos últimas semanas, Amy había notado que Celeste
buscaba singularmente la compañía de Josh. Su corazón se calentó
que estaban muy cómodos y divertidos juntos. Los niños también, Amy
admitió, adoraban a su tía, sus labios se curvaron sabiendo que la razón
se debía principalmente a que Celeste concedía todos los caprichos de
los niños.
—¿Qué?
Fraser prefería el norte de Florida dado que el clima era diferente, y los
meses de invierno tendía a ser frío, con fácil acceso a lugares como
Atlanta. La atracción que le dijo a Amy cuando le preguntó fue poder
escapar a las montañas en agosto cuando el turismo se ponía pesado.
La pareja prometió que no afectaría al tiempo con los niños, y hasta la
fecha no lo había hecho. Todo lo que significaba era que los niños
tendían a pasar los fines de semana enteros con sus abuelos.
—Vamos a llevar a los niños en la cama y, —su tono sugirió algo—, tener
una noche temprana.
Moviéndose por la casa, Amy sentía por primera vez desde la llegada
de Celeste, una gran sensación de alivio. Empezó a esperar que su
“encuentro” quedara atrás, y esperaba que con un poco de trabajo
una amistad se pudiera alentar.
Capítulo 14
Amy sonrió al ver una agitada Celeste y los dos niños bajando las
escaleras. Moviéndose hacia la cocina, dijo por encima de su hombro.
—Pregúntale a mi terapeuta.
—Bueno, me tienes allí, sólo que la terapia que recibo es al por menor, y
eso suele estar en el departamento de los niños.
—¿Qué? —Exclamó Amy—. Has conocido a mis hijos ¿no es cierto? —Se
rio—. ¿No sabes lo que la maternidad le hace a una mujer?
Celeste sonrió.
Amy sonrió.
Celeste sonrió.
Celeste se carcajeo.
—Bueno punto tomado. Nota para mí, Amy preferiría golpear su cabeza
hasta la inconsciencia que tener más hijos.
—Lo has conseguido. —Amy miró hacia la casa—. ¿Estás segura que tus
padres dijeron que no pasarían mucho tiempo en la tienda? ¿No han
decidido quedarse con nosotros desde la última vez que tuvieron a los
niños? 110
—No, por lo que he oído algo sobre mamá empeñándose en que Ryan
comiera sus verduras.
Celeste sonrió.
—Están aquí —dijo Celeste mientras el auto de sus padres se dirigía por
la entrada—. Si quieres que cuelguen alrededor, no pidas una mamada
a corto plazo.
Amy sonrió.
Celeste sonrió.
—¿Seguro funciono?
Amy asintió.
Amy sonrió.
—He traído algunos cometas para los niños —dijo él mostrando las
cometas a Amy desde la grande hasta la pequeña.
—¿Creí que estabas ayudando a Fraser a cocinar? —Ella alzó las cejas
burlonamente—. ¿O el menú es la intoxicación alimentaria?
Camille rio.
Celeste asintió.
Celeste sonrió y escogió la cometa con la que Amy había tenido 112
dificultades. Juntas caminaron hacia la playa.
Durante las dos últimas semanas, Celeste usó su cabello en una cola de
caballo, pero hoy era la primera vez que lo usaba suelto. Amy notó que
ella había retirado la parte superior y los lados de su cabello en una
trenza, el resto colgaba debajo de sus hombros. Era mucho más largo
de lo que recordaba, pero el brillo seguía siendo igual de profundo.
Amy parpadeó.
—¿Cómo qué?
Amy se rio.
—No creo que pueda hacer nada de eso. ¿Qué hay de pasar la
aspiradora y usar un filtro de polvo al mismo tiempo?
Amy aplaudió.
Celeste asintió.
—Sí.
Amy sonrió.
—Enséñamelo.
Celeste sonrió.
—Bueno, porque mover mis orejas es algo que sólo hago como último
recurso.
—No me lo creo.
—Sí.
—Puedes apostar.
Celeste se rio.
Un leve viento tiro de Celeste. Ella forcejeo, pero mantuvo el equilibrio. 114
—A papá le gustaba llevarnos a volar cometas cuando niños, —dijo
consiguiendo el control.
—¿Quieres intentarlo?
—¿Estás segura?
—Si lo consigues, pon tus manos debajo de las mías —la animó Celeste.
—Sí.
116
Capítulo 15
E
ncantada, Celeste se sentó con las piernas cruzadas en la arena
observando a Amy volar la cometa bajo su instrucción. Después
de algunas caídas en picada, la vacilación de Amy se desvaneció
rápidamente. Celeste sonrió, satisfecha de que Amy estuviera
disfrutándolo.
Celeste miró a Amy en su bikini. Notó que su cabello rubio era más rico
en color de lo que recordaba. Podía ver los cambios en el cuerpo de
Amy de tener a los gemelos, sus pechos seguían siendo muy firmes, pero
más llenos, y sus caderas tenían una redondez que no había estado allí
antes. Se dio cuenta de que Amy estaba delgada antes, pero ahora las
nuevas curvas realmente sacaban a relucir su belleza. Era
impresionante.
—¿Por qué?
Celeste se rio.
Una vez suelta, Amy suspiró y se frotó las manos con alivio.
—Amy.
—Lo sé. —Celeste gruñó—. ¡Dios mío, lo sé! —Se alejó de Amy.
Sentándose, abrazó sus rodillas.
—Celeste, yo...
—Vete, Amy.
—Celeste, quiero...
—Yo 119
—¡Vete!
—Me iré antes de que hagamos algo que lamentaremos por segunda
vez.
Una hora después del regreso de Amy, Fraser Cameron vio a su hija salir
de la playa, sonreírle brevemente y luego ir directamente a su
habitación.
—Lo sé, —respondió y sonrió. A pesar de que Celeste tenía treinta y tres
años, a menudo se olvidaba de sí mismo y la trataba como si todavía
tuviera nueve años. Él se rio entre dientes y la tomó, haciéndola girar.
—Te quiero papá, pero creo que es mejor que coma fuera. De hecho,
creo que deberías luchar contra el deseo de cocinar en un futuro.
—Fraser sonrió. Incapaz de leer su expresión, la miró mirar a Amy, cuya
atención completa estaba en los niños. Agitando su cabello gris oscuro,
dijo con inquietud—. Voy a salir. —Ella le dirigió una breve sonrisa antes
de volverse.
Sin saber qué podía hacer, Fraser cerró la parrilla. Admiraba lo que hizo
Celeste. A lo largo de los años con Camille había viajado muchas veces
a donde estaba su base, y había visto de primera mano lo vital que
eran sus servicios. Aunque no tenía nada más que el máximo respeto
por ella, no podía negar que la quería aquí. Quería que su niña llegara a
casa, cerca de su familia. La quería de vuelta a donde pertenecía.
C
eleste era consciente de que su hermana estaba encontrando
cada vez más difícil ocultar el hecho de que los niños y los
cachorros la estaban poniendo de los nervios. A mitad de la
semana, toda la familia estaba agotada tratando de involucrar a
Sophie, que estaba en vías de completar su quinta novela, y sólo
parecía levantar la cabeza de su computadora portátil para quejarse
de los niños o los perros.
A los veintisiete años, Sophie todavía vivía en casa. Le dijo a Celeste que
no veía la necesidad de mudarse ya que tenía todas las comodidades y
servicios veinticuatrosiete de su familia. Su madre, Celeste se dio cuenta,
hizo todo por Sophie, y su hermana de buen grado la ordeñó al máximo.
122
Sophie era definitivamente una criatura nocturna. Según Sophie, era
más propicio para apoyar dos de sus hábitos favoritos, beber y fumar, y
puesto que sólo podía conseguir que Camille aceptara una parte del
día en que ella pudiera disfrutar de ambos con entusiasmo, las tardes
parecían adecuadas para los dos.
Sophie sonrió.
—¿Qué?
Sophie se incorporó.
—¿Qué?
Bud eructó y golpeó la pierna de Sophie con su pata por más tequila.
Sophie la miró.
—Los cigarrillos no son lo suyo, prefiere los puros. —Dio unas palmaditas
en la cabeza de Bud—, principalmente cubanos, y ocasionalmente.
—Sí.
—No es incesto.
—¡No!
—Hay una tensión palpable entre tú y Amy, y en los últimos días, ella ha
hecho todo lo posible para ignorarte y, en reconocimiento a su lejanía,
te has alejado de la situación pasando la mayor parte del tiempo
explorando la playa a pocas millas de distancia.
—No, Cel. ¿Qué se te ha metido a ti? —Le lanzó una flecha al corazón.
Apuntando directamente a Celeste—. ¡Es la esposa de Josh con la que
te estás metiendo!
—¿Estás bromeando?
—¿Por qué?
—Me dejó.
—¿Por qué?
Sophie sonrió.
Con los ojos enrojecidos, Celeste miró a su hermana y dijo con voz
ronca.
—Gracias.
—Sí, es difícil creer que esa pequeña cosa dura me golpeó con un 127
millón de espermatozoides. —Celeste se rio—. Es porque soy follable y los
impuestos retornables —dijo Sophie—. Me cobra por las sesiones, pero
acordamos que sólo facturaría una de las dos sesiones semanales, dice
que hace que las cuentas se vean mejor o algo así. —Arrugó la nariz—.
Pero acepto porque me emociona saber que lo voy a ver —hizo unas
comillas con sus dedos— holandeses, tu sabes la liberación femenina y
todo eso.
Celeste asintió.
—¿Es serio?
—Está bien.
—Bueno, si eso es verdad, ¿por qué te has mantenido alejada durante 128
tanto tiempo? ¿Por qué estaban ustedes dos prácticamente haciéndolo
en la playa como dos adolescentes enamoradas?
—Todo el mundo está en un viaje, Cel. ¡El tuyo puede ser un poco más
complicado que el de la mayoría! Sin embargo, de regreso a ti, ¿qué
crees que hará Amy?
—¿Por qué Amy? —Preguntó Celeste levantando las cejas—. ¿Por qué
no lo que yo quiero hacer?
—No importa.
Celeste sonrió.
Celeste sonrió.
—Entonces, ¿qué me estás diciendo? ¡que está bien que intente algo
con la esposa de Josh!
—¿Chico o chica?
—Chica.
—Después.
Celeste sonrió.
—¿Era amor?
—Sí. —Celeste se pasó las manos por el pelo. Suspiró—. Supongo que en
la universidad coquetee con la idea, pero con Felice... —su voz se
apagó.
—¿Qué pasó?
—Fue asesinada.
—Lo siento.
—¿Rechazo?
—Estás borracha.
—Lo sé.
—Lo sé.
—¿Por qué me siento atraída por ella?
—Ella es sexy —contestó Sophie—. Eres una lesbiana, las estrellas brillan
en la noche, así son las cosas. —Se encogió de hombros—. Acéptalo.
—Celeste sacudió la cabeza—. Tal vez tenga mucho que ver con tu
trabajo.
—Peut être
—No hay tal vez al respecto. —Sophie miró a Celeste—. Vas a lugares 132
donde hay guerra y hambre, y todo ese tipo de mierda.
Sabiendo que su hermana era más que capaz de irse por la tangente,
Celeste frunció el ceño e intentó averiguar lo que Sophie le estaba
diciendo. No estando segura de a qué se dirigía, levantó las cejas.
—¿Y?
—De acuerdo.
—Quiero decir, te importa una mierda el ajetreo cotidiano o cosas
como la ganancia material o lo que la gente piensa. —Aún confundida,
Celeste miró a Sophie—. Pocos de nosotros dejarán un legado —dijo
Sophie mirando a Celeste intensamente—. En cien años, ¿a quién le
importa un carajo lo que hicimos?, ¿qué coche manejamos, en qué
casa vivíamos, ¿cómo trabajábamos, qué principios teníamos? ¿Quién
sabrá o incluso se preocupará por qué o quiénes éramos? Dentro de
cien años, a nadie le importará.
Sophie lo interrumpió.
T
ropezando a través de la puerta, empapada, Amy sonrió,
disfrutando de esa sensación única de regocijo que sólo la lluvia
puede traer. Cerrando la puerta detrás de ella, pasó sus dedos a
través de su cabello, e inmediatamente sintió que su estado de ánimo
se aclaraba.
—Estás bien
—¿Qué te parece?
—¡No es gracioso!
Tiernamente, Amy dijo como si estuviera hablando con uno de sus hijos,
Amy cerró los ojos y tragó saliva. Sus ojos se abrieron y se ampliaron en
shock cuando los dedos de Celeste comenzaron un viaje exploratorio
arriba y abajo de la longitud de su muslo, subiendo cada vez más alto.
—Celeste, te lo suplico...
136
—¿Me suplicas qué? —Celeste preguntó estudiando a Amy
intensamente—. ¿Qué me detenga? —Ella bajó sus oscuras pestañas—.
No siento que quieras que me detenga. —Avergonzada por la
magnitud de su excitación, el rostro de Amy se impregno de color.
Celeste empezó el lento sendero de nuevo. Mirando profundamente en
los ojos de Amy, rozó sus labios sobre su boca. —Sé, —dijo con voz
ronca—. Que mañana querremos negar que esto haya pasado, pero
esta noche Amy —susurró—, te necesito. —Levantando la camiseta de
Amy, Celeste le acarició el estómago. Los pezones de Amy se tensaron
en respuesta. Cerrando brevemente los ojos, se estremeció de placer.
Celeste rozó sus labios sobre la boca de Amy de nuevo y luego
preguntó con una nota de vulnerabilidad, —¿Me quieres?
Amy gimió. Celeste cerró los ojos brevemente. Amy estaba tan mojada
que supo instintivamente que llegaría rápidamente. Deseando
mantener vivo el momento, atormento a Amy lentamente, tocándola
por todas partes, pero evitando su clítoris hinchado.
Amy gimió.
137
—No juegues, —dijo con frustración. Deslizo los dedos por el cabello de
Celeste y tiró de él suavemente.
—¡Siiiii... Aaaaaggggggh!
Celeste cerró los ojos y trabajó a Amy hasta que sus caderas se
impulsaron una última vez.
—Celeste, yo...
Celeste se preguntaba cuál era la conexión entre ellas. Como Amy, ella
no quería esto. Tenía planes que implicaban quedarse aquí, estar cerca
de su familia, pero no podía seguir así. No podía seguir sintiendo este
138
intenso anhelo. Necesitaban hacer algo.
Celeste finalmente aceptó que lo único que podía hacer era quemar
esta atracción. Lentamente, retiro sus dedos y sonrió cuando Amy soltó
un suspiro de alivio.
Celeste desaceleró.
Cuando Amy empujó sus caderas hacia adelante, Celeste deslizo sus
dedos hacia afuera. Ella se alejó.
—¿Me pregunto qué sabor tienes? —preguntó mientras corría los dedos
húmedos por el interior de los labios de Amy.
Dando un paso atrás, Celeste le sonrió. Colocó los tres dedos en su boca
y los chupó.
* * *
Josh siguió a sus hijos mientras corrían por el pasillo para despertar a su
madre. Su corazón se hinchó cuando él atravesó su cabeza en torno a
la puerta del dormitorio y vio a su hermosa esposa.
Amy se despertó con un sobresalto cuando los niños saltaron sobre su
cama. Gritando emocionados.
—Papi.
Entrecerrando los ojos, Amy miró el reloj. Sus ojos se abrieron por la
sorpresa, eran las diez de la mañana. Miró a los niños, estaban
completamente vestidos. Camille debió haber decidido dejarla dormir
esa mañana.
—Está bien, —dijo sonando satisfecho. Luego condujo a los niños fuera
de la habitación.
Amy los vio alejarse. Su corazón se hundió. Por primera vez desde que
conocía a Josh, temía pensar en pasar tiempo a solas con él. No
queriendo pensar más, tiró el edredón y se dirigió a la ducha. Abriendo
el panel de vidrio, entró y abrió el grifo, dejando que el agua fría le
golpeara, trató de bloquear los recuerdos, pero no pudo. Incapaz de
detener la viva repetición del orgasmo más intenso de su vida, gimió y
apoyó la cabeza contra el muro de azulejos. Sabía que anoche, no
había sido consciente de nada. No era quien era o lo qué estaba
haciendo. Sólo era consciente de Celeste.
—¿Estás bien?
—Le pregunté qué podía ser tan urgente para irse tan temprano.
—Levantó la taza a su boca—. Dijo algo sobre ¿tomar una decisión?
—Camille miró a Amy por un momento antes de beber su café—. No
entiendo por qué es tan reservada. ¿Y tú? —Desesperada por no
mostrar nada en su rostro, Amy sacudió la cabeza lentamente. Camille
tomó otro sorbo de café y luego gruñó— Quiero decir ¿qué es lo que
está decidiendo hacer? —Ella se encogió de hombros—. ¿Tener un
bebé, porque está embarazada? —Amy tragó saliva. ¡Embarazada!
Gesticulando exageradamente, Camille continuó— ¿Está decidiendo
no traer a casa a un novio o prometido hasta que no sea su marido
para que lo conozcamos, como hizo con Nick? —Amy abrió mucho los
ojos. ¡Marido! Camille bajó la taza— ¿No sé qué está pasando?
Amy parpadeó unas cuantas veces antes de darse cuenta que todo lo
que Camille había dicho eran conjeturas.
—No lo sé.
144
—¿Sabes qué? —dijo Camille mirando a Amy, con un indicio de dolor
en sus ojos—. ¡No puedo entender lo que Celeste quiere! —Amy abrió
los ojos. Ya somos dos, pensó. Camille suspiró—. Me preocupo por ella.
—Bajó la cabeza—. Tiene una profesión honorable, y estoy muy
orgullosa de ella. Pero todo eso la está consumiendo y eso me
preocupa. —Amy contuvo la respiración, era inusual que Camille
confiara en ella—. No pretendo nada, pero espero —miró a Amy—, sólo
espero que encuentre a alguien especial. —Camille se acercó a ella—.
Quiero que sea feliz como tú. —sonrió—. Quiero que se establezca y
tenga hijos, quiero decir, —ella chasqueó su lengua—. Ahora tiene
treinta años. —Camille sacudió la cabeza—. Pero cuando le pregunto,
siempre es tan... vaga. —Frotó suavemente la mejilla de Amy—. Es el
instinto de una madre querer que sus hijos se establezcan y sean felices.
Sabes eso ahora que eres madre. —Alzó las cejas y miró a Amy—. Creo
que ella confía en ti, sé que te quiere. —Amy tragó visiblemente.
Incapaz de mantener el contacto visual, inclinó la cabeza. Poniendo
una mano bajo el mentón de Amy, Camille lo levantó y la miró. —Sé
que ella confía en Josh —dijo en voz baja—, pero él es tan cerrado
como ella, ¿podrías por lo menos hablar con Celeste sobre cuáles son
sus planes para el futuro?
Desesperadamente incómoda, Amy asintió rápidamente y se alejó de
Camille. Para hacer algo, volvió a llenar su taza y trató de cambiar de
tema.
—¿Dónde está Sophie? —preguntó, luego cerró los ojos al darse cuenta
de que eso era un gran error.
—Merci.
—De nada, mon chéri. —Ella retrocedió—. Tienes que comer, querida.
—Volvió a mirar a su nuera—. Siempre has tenido una figura
encantadora, pero te pondrás escuálida si no comes.
—Estoy bien.
C
eleste miró el rostro sonriente de Alex.
—Alex...
—Sí.
—¿Háblame de Felice?
Celeste lo miró.
Él sonrió tristemente.
—Entiendo.
Celeste lo miró.
—¿Qué más podía hacer? —Sus manos sujetaron el volante—. Cuando
descubrí que estaba embarazada. Bueno. —Ella suspiró—. No había otra
opción, no podíamos seguir adelante. —Miró a Alex— Y si soy honesta,
no estaba lista para explorar nada más que fuera un evento de una sola
vez. Felice acababa de ser asesinada, y emocionalmente, yo era un
desastre.
Alex arrugo la cara y pensó que había sido un “evento de una sola vez”
que la había asustado lo suficiente como para mantenerse alejada
durante años. Él suspiró. Observar el cometa Hailey, sabía, era un evento
único, esta cosa con Amy no estaba tan seguro donde terminaría.
—¿Y ahora?
—Ahora es diferente.
—Lo sé —interrumpió Alex—. Pero dime que has estado con otra mujer
aparte de Felice —él titubeo—. ¿Y Amy?
Celeste asintió.
Satisfecho, Alex sonrió. Él sabía que, en los últimos años, Celeste apenas
había estado en un país, que estuvieran definiendo su sexualidad era
importante. Tener éxito en salvar vidas era lo importante, pero era
reconfortante que hubiera estado con otras mujeres. Menos
posibilidades de fijación, pensó.
—La corta.
—Tener sexo con tu cuñada está mal. —Se pasó un dedo por la palma
de su mano—. Echemos un vistazo a través de la carta de código
moral. —Se tocó la palma de la mano—. Desear a la mujer de tu
hermano. Ahora, ¿dónde estaría? —Tarareó por un momento—. Sí, lo
encontré. —Pareció pensativo—. Esta donde pensé que estaría.
—Chasqueó su lengua—. Está ahí arriba en la lista de prioridades. Eso
—dijo mostrando a Celeste su palma vacía—, es el boletín de todos los
puntos. Ahórratelo y cuelga, dice aquí. —Celeste sacudió la cabeza—.
Ella está casada, Celeste, con tu maldito hermano —dijo Alex.
Volteando la visera hacia abajo, se contuvo a sí mismo—. En mi libro eso 149
significa muy jodidamente sucio. —Él volteó la visera hacia arriba, y
deseando conseguir su punto añadió—. Si conozco a Amy, esto la
estará destrozando. —Alzó las cejas—. ¿Supongo que sabes de la carga
que llevan a cuestas Amy y su madre?
—Entonces debes saber que creerá que estás jugando con su mente.
—Bueno, ¿qué otra cosa puede ser? Mírate. —Él abrió sus manos—. Eres
preciosa, podrías literalmente tener a cualquiera que quisieras.
—Sacudió la cabeza—. ¿No crees que es más que un poco jodido que
decidiste ignorar a todas las disponibles, solventes, sólidas de mente,
buenas ciudadanas lesbianas del mundo, e ir a por la que debería ser la
mujer más inalcanzable del planeta para ti?
Alex inclinó la cabeza. Ella tenía razón, por supuesto. Tenía que ser
mucho más que eso. Este tipo de cosas definitivamente no eran su estilo.
Pero, pensó esta mierda es seria, y la repercusión podría ser horrible.
—¿Y Josh?
Celeste palideció visiblemente.
Alex recalcó.
Celeste asintió.
—Lo sé.
—¿Estás preparada para correr el riesgo? —Alzó las cejas, pero Celeste
ignoró completamente su talento dramático.
—Quiero decir que no. —Lo miró—. Pero ya no lo sé. —Se centró en el
camino—. Sinceramente, no sé qué hacer.
Celeste se rio.
Él sonrió.
Celeste lo miró.
152
Capítulo 19
—No dejemos pasar tanto tiempo la próxima vez —dijo Marie a Celeste.
—Por supuesto.
—Vamos a ver —dijo Alex. Extendió la mano y empezó a marcar con los
dedos—. Tiene una estructura ósea por la que yo hipotecaría mi casa.
—Miró a Celeste—. Es rubia, una natural. Tiene unos ojos azules
increíbles. —Se frotó la frente—. ¿Cómo describirías el color?
Alex se rio.
Celeste se tensó aún más cuando las caderas presionaron en las suyas,
y comenzaron a moverse.
156
Alex supo desde el momento en que Celeste tomo el teléfono, porque
ella no lo maldijo, que no tenía ni idea de que estaba compartiendo su
cama. La escuchó respirar hondo. Pero lo sabes ahora, pensó. ¡No,
cariño!
—¿Está a tu lado?
—Uhhuh.
—¿Dónde?
Celeste no respondió.
—Uhhuh.
Poniendo su mano sobre el receptor, Alex rio con fuerza. Sólo podía
imaginar lo que Robin estaba haciendo. Quitando la mano susurró.
Alex se rio.
—Mierda.
Robin murmuró.
—¡Alex!
Celeste se tensó.
Habían pasado años desde que Celeste había estado tan ebria. Con la
cabeza un poco dolorida, recordó a Alex brindar por su regreso. Ella
frunció el ceño, recordando muchos brindis de celebración. Al darse
cuenta de que había un suministro constante de tequila, miro a Alex
ahora consciente que fue deliberado.
160
Capítulo 20
—Tengo que irme —dijo Amy a toda prisa. De pie engullo su té y luego
introdujo un pedazo de pan tostado en su boca—. No me puedo creer,
—dijo masticando—, que has regresado hace ya una semana, ¡y no
hemos tenido la oportunidad de ponernos al día apropiadamente!
—Vamos —dijo ella—. ¿No has tenido un momento, desde que has
firmado ese contrato? —Extendiendo la mano, tomó el rostro de Amy y
lo sostuvo suavemente en sus manos antes de pellizcarla
afectuosamente—. ¡Tú, astuta, pequeña sinvergüenza!
—Perra.
—Llamó esta mañana para decirme que se iba a Miami para atar
algunas de las posibilidades legales y terminar con el nuevo contrato
—dijo Amy. Dejó la taza y señaló la pila—. Me preguntó si podía
ocuparme de algunas de sus cosas. —Miró al montón con recelo—. Pero
no me esperaba tanto. —Amy considero seriamente su escritorio antes
de mirar a Wendy, que a sólo cinco metros se balanceaba sobre sus
tacones de cuatro centímetros. Sintiéndose desafiante, saco su
mentón—. Me niego a trabajar el fin de semana debido a esto.
—Soplando el cabello lejos de sus ojos, agregó resueltamente— Me
niego absolutamente.
—¿De verdad? —Cruzando los brazos, Wendy le dio a Amy una mirada
que le dijo que no creía una palabra.
—¿Estás bien?
Wendy la miró.
—¿Cuántas veces tengo que decirte que estás demasiado vieja para
eso?
—Sí, sí. —Amy inhalo aire y exhaló fuertemente—. ¿Sabes que esta
semana apenas he llegado a casa antes de la medianoche?
—No tengo opción, voy a tener que trabajar hasta tarde esta noche,
¿no?
—Te alegrarás de saber que no serás el único trasero viejo que estará
sobrecargado aquí esta noche. 164
Amy frunció los labios.
—¡No! —Su boca se volvió hacia abajo—. Y no creo que vaya a verlo
pronto porque por lo que he oído, —Wendy se inclinó y susurró—, él es
una versión pictórica de Maggie. —Su mano gesticuló rápidamente
alrededor de su rostro—. Ya sabes, pelo rojo y pecas. —Ella se echó
hacia atrás—. He oído que tienes el honor de preparar la cena para
ellos el próximo sábado por la noche —sonrió y luego bromeó—. Envíale
a Maggie mis condolencias, si necesita ir a urgencias, dile que me llame.
—Pusiste tanto pimentón y Dios sabe qué diablos más en ese plato
hindú, —dijo Wendy con el ceño fruncido—. ¡Perdí la voz durante una
semana!
Amy se rio.
—En caso de que no te hayas dado cuenta, pequeño yin, estoy fuera
del mercado. —Miró a su amiga juguetonamente—. Pero, si quisiera
sacarte mi pequeña amiga, pondría un poco de queso en una
ratonera, y no te resistías.
—Puedo ser pequeña. —Cortó el aire con sus manos al estilo karate—.
Pero te advierto, estoy letalmente preparada.
—Oh, eso debe de doler —dijo Wendy frotándose las rodillas—. Todo ese
arrastrarse no puede ser bueno para las rodillas.
—¿Lista Cruella?
—Solamente toma este vino y relájate en el sofá, cariño, —Josh dijo con
dulzura—. Me ocuparé de los niños esta noche.
—Está bien —respondió Amy tomando el vaso de vino ofrecido por Josh.
Se sentó, luego se tumbó en el sofá y sonrió, encantada de que su
semana laboral hubiera por fin concluido.
Amy sabía con intima certeza que Josh nunca había estado con otra
mujer desde que se habían juntado. Ella recordó cuando conoció por
primera vez a Josh. Pocos meses después de salir, se había negado a
ver a nadie más, incluso casualmente. En ese momento, lo había
encontrado entrañable. Era tan atractivo que al principio incluso sus
amigas agitaron sus pestañas hacia él. Incluso ahora, cuando Josh
encendía el encanto, todavía podía hacer a una empedernida como
Maggie volverse débil de las rodillas.
Amy le sonrió.
—Me alegra que hayas logrado llegar a casa esta noche a una hora
razonable.
Amy sonrió.
El frotó su pie.
—¿Estás segura?
Amy suspiró.
—Lo sé.
—No estoy segura, pero puede tener algo que ver con el nuevo hombre
en su vida.
Antes de que Josh llegara a ella, Amy rápidamente tiró las piernas
desde el sofá.
—Para que podamos tener una noche tranquila con Maggie y su nuevo
hombre.
Josh se puso de pie y sonrió cuando Amy pasó por una lista de cosas
que tenían que hacer.
Amy estaba nerviosa por hacer el amor con él esta noche. Podía contar
con una mano el número de encuentros sexuales que había tenido
antes de Josh. Aunque, tenía que admitir, su vida sexual se había
convertido en una rutina, hasta ahora, no le había dado realmente un
segundo pensamiento. Todavía encontraba a Josh muy atractivo, y
aunque no fuera el más aventurero en la cama. En general, ella
tampoco lo era, o eso había pensado.
Josh apagó la luz del baño y rápidamente se metió entre las sábanas.
Se acurrucó contra la espalda de Amy, y colocando su mano sobre su
pecho, gruñó. Amy sintió que él se endurecía. Mordiéndose el labio
inferior con nerviosismo, se quedó quieta y lo escuchó susurrar lo mucho
que la amaba. Mientras acariciaba su cara con su pelo, podía sentir
crecer su erección y presionar en su espalda.
A
my se paró frente al departamento de Maggie al sur de Venecia
con un par de jeans viejos y una camiseta gris. Por tercera vez,
toco el timbre, esperando que Maggie la escuchara a través del
estruendo de la música que estaba reproduciendo. Ella trajo el
desayuno; dos cafés, croissants con mantequilla rellenos de queso y
jamón, dos porciones de pastel de manzana y dos porciones de pastel
de ruibarbo. Aunque Maggie era como un insecto palo, tenía muy
buenas ganas de comer.
Durante el desayuno, Maggie detalló todas las cosas que quería hacer.
172
Amy miró a su prima, y se preguntó qué se había apoderado de ella.
Maggie la miró.
—¡Uh huh, cortesía de una dulce prima que conoce a todas las
personas correctas y que puede obtener todos los materiales correctos
a bajo precio! —Alzó las cejas expectantes.
Amy sonrió.
Maggie quería comenzar por refrescar la sala de estar con una mano
de pintura. Amy pensó divertida, que todo tenía que ver con su nuevo
hombre. Sorprendentemente, la idea la golpeó, Maggie podría estar
considerando seriamente asentarse. Aunque Maggie daba todo en
todo lo que hacía. No había manera de evitarlo, le gustaba la idea de
un estatus temporal, y deliberadamente evitaba la responsabilidad en
caso de que una idea la llevara a abandonar. Si ella quisiera salir ahora
mismo, podría hacerlo. Como Amy podía recordar, Maggie había sido
así.
Amy sonrió.
Maggie se rio.
—¡Suficiente!
Maggie sonrió.
—Bueno, tal vez, —admitió—. El caso es que tuve buen sexo, muy mal
sexo y sexo muy extraño. —Se rascó la cabeza—. ¿O fue sexo con
personas extrañas?
—De todos modos, para ser honesta, pensé que el amor no era para mí.
Que me había vuelto cínica o algo así. —sonrió—. Lo que estoy diciendo
es que creo que es raro conocer a alguien con quien realmente te
conectas en todos los sentidos, quién sabe lo que sientes y casi puede
leer tu mente. —sonrió—. Así es como me siento con Sean. Quiero decir
que es pequeño, —Levantó las manos, ajena a las salpicaduras de
pintura por todos lados—, y Dios sabe que es insignificante. Tiene casi
todos los atributos físicos con los que normalmente no iría. —Viendo a su
prima, Amy se dio cuenta de que la mayor parte del tiempo de hoy se
emplearía en limpiar los derrames si Maggie no dejaba de agitar sus
brazos—. Quiero decir que eso me sorprendió, —continuó Maggie—, ¡es
que realmente me gusta alguien con el pelo rojo! Pero este tipo solo
toca mis botones. Quiero decir que realmente tenemos algo caliente. Y
a pesar de que él es el polo opuesto a lo que normalmente me atraería,
la química es increíble entre nosotros. Quiero decir que solo quiero saltar
sobre sus huesos cada vez que lo veo. Y su personalidad, bueno, me
encanta. Compartimos el mismo sentido del humor y los mismos
intereses. Sabes, es un experto en el libro de récords Guinness. Conoce
todos los logros más salvajes y extraños de la historia, y todavía hay
muchas cosas que tengo que averiguar sobre él.
Amy necesitaba saber qué tan rápido muere esa pasión sexual. Esperó
unos minutos y luego volvió a preguntar
—Josh y yo nunca hemos tenido esa, —ella iba a agitar sus manos y
recordando la brocha, la dejó caer en el bote— pasión.
Sigue diciéndole, dijo la voz interior de Amy. Dile que es porque has
experimentado lo que ella describió con alguien más, y que quieres
desesperadamente que sea con Josh.
—Lo sé, pero todo el mundo asume que Josh y yo somos idílicamente
felices y nosotros lo somos. —agregó tranquilizadoramente cuando
Maggie frunció el ceño—, Somos una pareja feliz, pero tenemos nuestros
problemas. Ya sabes, como todos los demás.
Maggie sonrió.
Maggie se rio.
178
Capítulo 23
El timbre sonó.
Amy cogió las flores y el vino que le habían regalado, y Josh los condujo
a la sala de estar.
Una vez Josh descubrió que Sean era jugador de póker, las cartas
estuvieron fuera y se establecieron las apuestas.
Maggie se rio.
Amy sonrió.
—Él me ama porque —Movió las cejas—, ¡he aprovechado una fuente
de poder que la mayoría de las mujeres ni siquiera saben que existe!
—¿Qué?
Maggie se rio.
—Absolutamente.
Ambas se rieron.
Maggie sonrió.
E
ra tarde en la mañana cuando Amy decidió levantarse, no ocurría
a menudo que podía quedarse dormida. Decidió dejar que Josh
durmiera, ya que no estaba acostumbrado a estar hasta las
últimas horas de la noche.
Amy abrió la puerta y sus ojos se agrandaron. Celeste y los niños 183
estaban allí de pie. Su corazón se elevó martilleando.
Celeste sonrió.
Como no quería dejar ir a los niños, Amy se enderezó y tomó sus manos.
Poco dispuesta, para hacer contacto visual con Celeste, miró a sus hijos
y preguntó.
—¿Tenéis hambre?
Celeste sonrió.
—Anoche —dijo mirando a los niños con afecto—, horneamos
pastelillos. —Levantó su mirada hacia Amy—. Bueno, eran magdalenas
diseñadas para niños precoces de tres años. Y, sin importar lo
cuidadosos que fuimos, —bromeó mientras los miraba—, de alguna
manera acabamos cubiertos con yema de huevo y harina. Pero, —sacó
un envase de su bolso—, hemos guardado algo para mamá y papá,
¿verdad, chicos?
Amy no pudo evitar reírse con Celeste cuando los niños le dijeron con los
pechos hinchados lo magníficos que estaban en la cocina.
Celeste levantó una ceja, sonrió y explicó que habían empezado con
ocho magdalenas esta mañana, pero que ahora se reducían a dos.
—Las cuales —dijo poniendo una voz severa—, tuvieron que ser
rescatadas de estos dos pequeños inadaptados.
Amy lo miró y se dio cuenta con sorpresa de que debería haber salido
en lugar de invitar a Celeste a entrar.
Sean sonrió.
Maggie sonrió y le guiñó un ojo a Amy. Abriendo el periódico de la
mañana, ella respondió, —Creo que será un zumo de naranja.
—¿Qué?
Sean se estremeció.
Amy asintió.
Una mirada de absoluto horror cruzó la cara de Sean. Por reflejo, colocó
una mano entre sus piernas.
—Porque ella es... una... una belleza. Debe tener a los chicos
arrastrándose sobre ella. 186
Ante eso, todos se volvieron para mirar a Celeste. Él tiene razón, pensó
Amy. Se ve impresionante. Celeste estaba empujando a Ryan en su
columpio. Estaba vestida simplemente, toda de negro, jeans y camiseta
negros, su cabello recogido en una cola de caballo. Su cara estaba
fresca, llena de sonrisas y sus ojos brillaban. Amy apartó sus ojos de la
boca de Celeste.
—¡Qué malos modales puedes tener! —Maggie dijo—. ¿No decías esta
mañana, que solo tenías ojos para mí?
Sean sonrió.
—Jesús, —dijo Sean—. ¿No es ella un rayo de sol? —Miró a Amy—. ¿Qué
paso allí?
Sean sonrió.
Amy sonrió, de repente se sintió segura de que Sean era más que capaz
de manejar a Maggie.
187
Haciendo el desayuno, Amy escuchó a sus hijos gritar de alegría. Una
ola de pánico la golpeó. Su pecho se contrajo. Una sensación de
impotencia la llenó. Pensó en cómo debería poder disfrutar de que su
familia estuviera unida, pero no pudo. Lágrimas llenaron sus ojos.
Con el tiempo, Maggie y Sean regresaron. Amy alzó las cejas cuando
Maggie le sonrió. Observo el cabello de Maggie. Estaba claro por lo
desaliñado que estaba que ella fue más que apaciguada.
Maggie ronroneó.
Maggie le sonrió.
—¿Puedes decirle a tu papá que Sean llegara un poco más tarde, está
recogiendo su nueva bicicleta? —Miró a Amy—. ¿Por qué no tenemos
una ronda el domingo también? —miró a Celeste—. También puedes
venir, si estas libre.
Celeste sonrió.
188
—Gracia, —respondió con aprecio—. Tal vez te tome la palabra con
eso.
—Aún les queda otro año —respondió Celeste, tendiéndole una taza de
café para que la rellenara.
—Estoy seguro de que Amy puede ayudarte allí. Está ayudando a 189
Maggie a decorar su departamento.
Amy suspiró para sus adentros. Desde que se sentara, no había dicho
una palabra, y había logrado evitar el contacto visual directo con
Celeste al dar toda su atención a los niños.
—Lo siento, pero creo que debes buscar en otra parte. No hay nada
que pueda hacer por ti.
190
Capítulo 25
E
l estómago de Amy gruñó. Había perdido el desayuno de esta
mañana. Se preguntó qué estaría haciendo Wendy en el
almuerzo, y decidió que estaba segura de poder invitarla a comer
algo caliente y picante; tailandés quizás.
—Nop, no lo creo.
Silencio.
—Los doctores, —le dijo Wendy a Celeste en un tono burlón—, han
confirmado que todavía tiene la capacidad de hablar.
Celeste sonrió.
—Amy.
Wendy miró a Celeste. Era obvio que la visita de Celeste no era una
alegre. Se preguntó qué mala sangre había entre ellas para que Amy
reaccionara así. Hizo una nota mental para llamar a Maggie más tarde,
193
y presionar por un chisme jugoso.
Celeste sonrió.
Amy no se movió.
Con las rodillas débiles, Amy se dejó caer en su silla, incapaz de creer
que Celeste hubiera aparecido aquí, en su oficina. Con el corazón
acelerado ante la idea de pasar la siguiente hora o dos a solas con ella,
tomo su pluma y masticó la tapa.
Amy pensó en empujar a Wendy para que fuera con ellas, pero esa
idea la hizo sentir incómoda. Celeste era demasiado impredecible, y
Wendy era una inquisidora natural. Algunas preguntas hábilmente
colocadas y no le tomaría mucho tiempo descubrir qué estaba
pasando. De todos modos, resolvió mientras tiraba la destrozada pluma,
ella y Celeste necesitaban hablar. Era hora de encontrar algún cierre.
Los ojos de Amy se ensancharon cuando reconoció las señales ahora
familiares que su cuerpo le enviaba cada vez que Celeste estaba
cerca. La repentina humedad entre sus muslos la inquietó, se movió
incómoda.
—¡Wendy! Contrólate.
Wendy realizo otra patada de karate y luego otra patada alta, que no
fue alta debido a sus muslos regordetes. Después de su tercera patada,
se agarró la espalda y grito.
Amy gimió, deseando no por primera vez que Wendy fuera tan atenta a 196
su trabajo como en los asuntos de otras personas.
Wendy suspiró.
—¿Está soltera?
—¿Lista?
Celeste asintió.
Silencio.
—Estoy aquí porque hay una gran atracción entre nosotras, Amy. Y
tenemos que, —hizo una pausa—, abordarlo. —Sorprendida por la
franca declaración, Amy parpadeó varias veces. Celeste tomó su copa
y bebió un sorbo de ella. La volvió a colocar sobre la mesa y retiró la
tela blanca que la cubría—. No he pensado en otra cosa que no sea
qué hacer desde esa noche en la casa de verano, —continuó—. No
puedo seguir alejándome. Mi familia está aquí y ya me he mantenido
alejada demasiado tiempo. —Mirando a Amy, arqueó una elegante
ceja—. Hemos tratado de ignorarlo. Pero eso —dijo ladeando la
cabeza—, no funciona. —Amy se sonrojó. Inconscientemente, deslizó su
mano arriba y abajo del tallo de su copa de vino y escuchó
nerviosamente—. La única opción viable —dijo Celeste mirando la
mano de Amy—. La que puedo ver es que quememos esta atracción.
Con un poco de discreción, podemos disiparla de forma segura, y nadie
tiene porque saberlo nunca.
—No quiero que esto vaya más lejos. —Miró a Celeste—. ¿Debes saber
que amo a Josh? ¿Qué estoy felizmente casada?
—¡No puedo creer que quieras tener una aventura! —Amy dijo
incrédula—. ¿Sabes lo que estás pidiendo? —Amy puso ambas manos
sobre la mesa—. ¿Qué pasa con la moral, la integridad, y el cuidado de
la familia? ¿Qué hay de todas esas cosas que se supone importan?
—Simplemente no lo entiendo.
A
my dio golpecitos con su pie y miró su reloj. Durante los últimos
minutos, había estado parada afuera de la puerta del
departamento de Celeste con un dedo sobre el timbre.
—No puedo hacer esto, —murmuró—. ¡No puedo hablar con ella en
este momento!
—¿Hola?
—Oh... bien.
—Pasé unos meses de gira por el sudeste asiático hace unos años —dijo
sirviendo vino en una copa—. Me enamoré del lugar y, en particular, de
la comida.
—Te gusta cocinar, ¿verdad? —Amy preguntó recordando las comidas
que Celeste había preparado para ellos durante su estancia.
—Estoy relajada.
—Celeste tenemos que hablar, —dijo. Tomando el toro por los cuernos,
añadió—. He tratado de explicarte que no puedo embarcarme... en...
—hizo una pausa—. No puedo hacer lo que sugeriste en el almuerzo de
hoy. —Vaciló cuando Celeste se giró y la miró—. Independientemente
de cuál sea la razón o cuan —decidiendo que la mejor táctica era la
honestidad, bajó los ojos y terminó—, atraída estoy hacia ti.
Simplemente no puedo.
Amy respondió.
Celeste levantó sus manos entrelazadas y poco a poco las pasó por su
garganta, más allá de su escote y todo el trayecto hasta su estómago.
Deteniéndose en el cinturón alrededor de sus jeans negros, lentamente
movió sus manos hacia arriba.
Los parpados de Amy se cerraron.
Amy miró a Celeste. Notando sus fuertes hombros, sus pechos llenos,
susurró.
206
—Eres impresionante.
—Gracias.
—Uggghhh. 207
Quitando la pierna de entre los muslos de Amy, Celeste susurró.
—Reduce la velocidad.
Amy casi se deja caer de rodillas ante la pérdida. Retiró su boca del
pecho de Celeste y susurró con voz ronca
—Tócame.
Una sacudida de realidad golpeó a Amy cuando Celeste separó sus
muslos. Aunque Amy había estado con Celeste, y la idea de tocarla
íntimamente pasó por su mente, recientemente, todo el tiempo, de
hecho, si era sincera. La realidad de tocar realmente su carne allí, aquí,
ahora, era bastante diferente.
Amy susurró
Estremecida de placer, Amy cerró los ojos, perdida por los gemidos de
Celeste y sentirla. Respirando pesadamente, escuchó a Celeste
empezar a llegar al límite del orgasmo. Las sensaciones que la
embargaban eran abrumadoras. Eran…
—¡Oh Dios!
—¡Mierda!
Poniendo una temblorosa mano sobre sus ojos, Amy no podía creerlo.
¿Por qué respondiste el teléfono? Se regañó. Sintiéndose mareada, su 209
pulso vibraba ruidosamente a través de sus oídos.
—¿Hola Josh? —quiso decir, pero el sonido que salió fue más un chillido
estrangulado.
—Está bien, —dijo Josh con una nota de alivio—. Cariño, te llamo para
decirte que trabajaré hasta tarde esta noche.
—Bien. —Josh volvió a llamar—. Amy, cariño, me tengo que ir, —dijo 210
apresuradamente—. Nos topamos con un problema, así que no sé
cuánto tiempo voy a quedarme, pero besa a los niños de buenas
noches por mí, está bien. Te amo.
Amy exhaló.
—También te amo.
La comunicación se cortó.
—¡Espera!
—¿Qué?
A
my y Camille saludaron al último de los padres y sus hijos mientras
salían por el camino de entrada. Había sido un día largo y no
había sentido nada más que alivio de que la fiesta de
cumpleaños de los niños hubiera terminado, Amy miró su reloj y deseó
estar en casa en vez de aquí.
Amy inspiró profundamente, y por primera vez ese día, sintió que la
tensión dentro de ella disminuía un poco. Esta mañana, cuando
despertó, deseó desesperadamente no haber planeado pasar el fin de
semana con sus suegros o acceder a la fiesta de cumpleaños. Tumbada
en la cama, había deseado desesperadamente que solo ella y Josh
celebraran el cumpleaños de los niños a solas.
Amy le dijo a Wendy que la visita de Celeste era un primer paso para
reducir la “brecha”, y le pidió que no le dijera a Maggie acerca de la
visita explicando que Maggie pondría centrarse en este “paso
tentativo”, y probablemente causaría más daño que beneficio.
Sin decir una palabra, Amy se alejó de Maggie y llevó a Ryan a un lado
de la piscina, poniéndolo en los brazos de su padre.
Josh le pidió que se uniera a ellos, pero Amy se excusó diciéndole que
necesitaba algo de la cocina.
Amy abrió los ojos y miró a Maggie a través de la ventana jugando con
los niños en el agua. Inmediatamente se sintió culpable. Sabía que
Maggie estaría molesta. No debería haberle ladrado así, pero todo esto
con Celeste la estaba volviendo loca. Tomo un sorbo de su jugo y vio a
sus hermanitas, Rosie y Caitlin, saltar a la piscina. Sin previo aviso, sus ojos
se posaron en Celeste, que estaba sentada en su hamaca hablando
con Sophie.
Cuando llegaron, Josh había salido y dejado a los niños y los cachorros
fuera del Jeep. Sola, Amy por unos segundos tuvo que luchar contra el
impulso de sentarse en el asiento del conductor, y manejar como un
murciélago fuera del infierno para salir de allí. En vez de eso, bajó del
Jeep cuando Fraser y Camille salieron corriendo de la casa, gritando
dándoles la bienvenida.
—Mamá, —protestó—. ¡No! ¡No quiero! —dijo tirando del brazalete que
Amy le estaba poniendo.
—Está bien.
—Oh... Sí, supongo que he estado un poco preocupada —dijo Amy 216
tratando de pensar en una excusa—. El trabajo es frenético y a veces es
difícil relajarse si has tenido una semana ocupada. Para mañana estaré
bien.
—Si hay algo que quieras discutir, por favor dímelo, —dijo Camille en voz
baja—. Me preocupa que no puedas relajarte debido a los problemas
en el trabajo. A veces desahogarse ayuda.
Amy sonrió.
—Lo intentaré.
Después de la cena, Irene decidió que era hora de irse a casa, y se fue
con las niñas.
Amy sonrió cuando escuchó a Camille gritar para que sus niños
regresaran. Riéndose, no sorprendida de que los pequeños bribones se
hubieran escapado de las garras de sus abuelos. Desde que
descubrieron que Sean era dueño de una tienda de motocicletas, los
niños lo adoraban.
Amy palideció cuando Sophie explicó algunas de las formas en que sus
personajes podrían morir. Escuchándola, frunció el ceño, y se preguntó si
las sesiones de terapia de Sophie realmente le estaban haciendo bien.
Celeste interrumpió.
—¡Oh mi Dios!
Celeste no respondió.
—Por el amor de Dios Celeste —dijo Alex—. ¡Eso fue cruel! Era obvio que
estabas golpeando en ella. —Sacudió la cabeza—. ¿Por qué hiciste eso
en frente de Sophie y de mí?
Alex la miró.
—¿Pero aun así estás preparada para correr un gran riesgo? —preguntó
sonando confundido.
Sintiendo una gran compasión por su amiga, Alex tomó a Celeste en sus
brazos y la abrazó. Él comenzó a hablar, queriendo decirle a Celeste
que esto estaba mal, que tenía que detener esto, pero se detuvo. Su
honestidad innata le impidió permitir que Celeste aceptara toda la
responsabilidad por esto. Había observado a Amy la mayor parte del
día y cada vez que creía que Celeste no estaba mirando, la miraba.
Después de hoy, sabía que los sentimientos no eran en un solo sentido.
Alex suspiró para sus adentros. Odiaba esto. A lo largo de los años, a él
realmente le había agradado Amy. Dios sabe por lo que está pasando
en este momento, pensó. Miró a Josh. Él siempre tuvo una debilidad por
él. Más que un punto débil cuando era un adolescente, admitió. Los vio
dándose cuenta de que lucían en todo momento como una pareja
perfecta.
221
Capítulo 28
A
la mañana siguiente, Amy y Maggie se dirigieron al campo de
golf. Salieron media hora después que los chicos y Celeste. Los
chicos le habían pedido a Celeste que se les uniera para hacer
los números, y aceptó.
Una vez que Amy disipó los temores de Maggie de que solo era su
trabajo lo que causaba sus distracciones, conversaron fácilmente. En
cada oportunidad, cuando no estaba bromeando con Maggie, Amy la
animaba a hablar sobre Sean, lo que no era difícil dado que él era su
mascota actual.
Josh, para gran frustración de Amy, les había prometido a sus padres
que podrían despertar a los niños y despedirse de ellos a su regreso.
—Josh, yo…
Josh intervino.
—Eso suena como una gran idea, Celeste. Es sólo recientemente que ha
estado pasando más tiempo en su estudio. —Miró a Amy—. ¡Tal vez te
dé un poco de inspiración! —Añadió con entusiasmo—. Creo que es
una gran idea, cariño. ¿Y tú?
Amy dudó. Molesta de que Josh sin saberlo estaba siendo engañado,
luchó por una razón para no ir. Miró a Josh, luego a Celeste.
224
—Me gustaría pensarlo, —respondió frunciendo el ceño. Sin intención de
aceptar, agregó—. Tendré que mirar mi agenda.
Molesta por el obvio juego de Celeste, y con Josh por ser tan fácilmente
engañado, Amy empujó contra él y accidentalmente derribó el tablero
de ajedrez de cristal. El tablero y muchas de las piezas se hicieron añicos
cuando tocaron el suelo.
—¿Por qué?
—¿Por qué?
—Porque —respondió Celeste—, ¡es vidrio roto por amor de Dios! —Miró
hacia abajo—. Un montón de vidrio roto. —Frunció el ceño—. Solo te
harías daño si intentas levantarlo con tus manos.
—No.
Celeste abrió los ojos ampliamente. Sin vacilar, capturó la punta del
dedo índice de Amy en su boca y luego gimió ligeramente.
—¿Estás segura?
A
my miró los botones a su izquierda. Después de unos segundos,
tamborileando los dedos, decidió presionar uno. Rio sorprendida
cuando el remolino se transformó en chorros de agua.
Sentada en la bañera del hotel, Amy presionó todos los botones varias
veces, llenándose de cosquilleos por los cambios en el remolino del
agua. Finalmente, volvió a sumergirse en la espuma del jabón, y se
relajó en el suave remolino. Exhalando lentamente, decidió que ya era
hora de cambiar la bañera en casa.
—¡Mierda, el teléfono!
Sin darse cuenta de que había una puerta de enlace, los ojos de Amy
casi se salieron de su cabeza cuando Celeste entró en su habitación.
—¿Hola Amy?
—Hola.
Josh repitió.
Amy conversó brevemente con Christopher y luego con Ryan y dio las
buenas noches a Josh. Se vistió rápidamente, aplicó un poco de
maquillaje ligero y luego dejó que su cabello cayera sobre sus hombros.
Su atuendo era un vestido negro muy ajustado que colgaba justo
debajo de la rodilla. El vestido acentuaba la plenitud de sus pechos, y
abrazaba las curvas de sus caderas. También mostraba sus piernas
bronceadas y bien formadas, realzadas por unos tacones de siete
centímetros.
Mirándose en el espejo, Amy se dijo a sí misma una vez más. No está mal
para una madre de dos niños, pensó mientras la puerta se cerraba
detrás de ella.
233
Capítulo 30
A
l regresar a sus habitaciones, Amy estaba parada en el ascensor
con Celeste y dos desconocidos. Apoyándose en la pared del
fondo, cerró los ojos y pensó cuán fácil era estar con Celeste.
Esta noche, habían visto una producción de Broadway, Amy sonrió.
Había disfrutado del musical, una repetición de una ópera que había
visto hace unos años con su padre.
Calentada por el recuerdo, con los ojos aún cerrados, Amy bajó
ligeramente la cabeza. Mordiéndose suavemente el labio inferior, pensó
en el restaurante.
234
El restaurante que Celeste eligiera en la calle 54 era una mezcla de
comida del sudeste asiático y francesa. Amy se sorprendió de que,
aunque el restaurante era opulento, el comedor era amplio y ruidoso.
Estaba secretamente complacida cuando Celeste arregló un reservado
más apartado, lo que redujo el ruido.
Esta noche, hablaron fácilmente sobre los tipos de comida y vino que
disfrutaban. A Amy no le sorprendió que Celeste tuviera un gusto
ecléctico dada su pasión por la cocina. Cuando ordenaron, se decantó
por la recomendación de Celeste, y eligió el plato especialidad del
restaurante.
Amy abrió los ojos cuando el ascensor se detuvo para dejar salir a un
pasajero. Sonrió brevemente a Celeste y luego volvió a cerrarlos, y
recordó su conversación en el restaurante. Recordaba lo exploratíva
que Celeste estaba con ella, atrayéndola durante toda la tarde y
entablando la conversación. Se sonrojó al recordar los sutiles elogios de
Celeste sobre su atuendo; su cabello, sus ojos, incluso su perfume.
Durante toda la noche, quiso devolverlos, pero no pudo. Era demasiado
tímida y no estaba acostumbrada a recibir cumplidos tan sinceros de
otra mujer.
Para sorpresa de Amy, durante la comida, le confió que su padre había
planeado que cuando terminara la universidad viajarían ampliamente,
visitando todos los continentes y muchos países.
—Vietnam —Amy le dijo a Celeste con nostalgia—, era uno de los países
que mi padre quería visitar.
—Háblame de él.
Amy dudó. Mirando a Celeste. Por primera vez, en mucho tiempo, quiso
hablar sobre su padre.
—¿Por qué?
—Sí —Amy respondió con los ojos brillantes—. Eso era específicamente el
que pretendía visitar en nuestro viaje a Vietnam.
Amy asintió.
—Lo sé. —Miró a Celeste por un largo momento—. Fue muy amable de
tu parte que me permitieras pasar tanto tiempo hoy en la tienda en tu
compañía.
Los ojos de Celeste tenían una profunda calidez que arrullaba a Amy.
—No tenía ni idea hasta hoy que sabías de arquitectura y arte. 236
—Sí. —Celeste respondió.
Amy se perdió cuando discutieron los tesoros que les gustaría ver desde
el lujoso Templo Meenakshi en la India hasta el oscuro Monasterio Solovkí
en Rusia.
—¿Límite de tiempo?
—Ejercicio.
—Lo ha hecho, —dijo Celeste con los ojos brillando. Añadió casi
dulcemente—. Amy, comenzó hace mucho tiempo.
—Sí.
—Creo en la monogamia.
El corazón de Amy latió con fuerza. Las líneas del poema pasaron por su
mente. “Aquellos que reprimen el deseo, lo hacen porque es lo
suficientemente débil para ser reprimido”.
Celeste sonrió.
Amy pensó en algo que había leído en alguna parte sobre personas
que solo eran realmente felices cuando pensaban en su futura
felicidad. ¿Era tan extraña en realidad la vida? pensó mientras miraba a
Celeste.
Sé fuerte, Amy se dijo a sí misma. Viniste con ella este fin de semana
para terminarlo. Así que termínalo, pero mirando a los ojos oscuros de
Celeste, Amy no pudo. Su estómago revoloteó. ¿Por qué no puedes? Su
voz interior respondió rápidamente. Quieres que suceda tanto como
ella. Tú la quieres. Acepta que la quieres desesperadamente.
240
Amy inmediatamente pensó en su madre. No te hará sentir así, su voz
interior la tranquilizo. Ella dejó a su familia. Si mantienes el arreglo simple,
terminará antes de que lo sepas, y no tendrás años de esto. Podrás
dejarlo atrás, tal como lo hiciste la última vez con ella.
Celeste asintió.
Cerrando los ojos, Amy dio un trago grande de su vaso, y tragó. Con los
ojos abiertos, se atraganto y jadeó por aire.
Abriendo la boca, Celeste pasó su lengua por los labios de Amy antes
de deslizarla dentro de su boca. Gimió ligeramente cuando Amy
envolvió sus brazos alrededor de su cintura, y la besó intensamente.
Soltando sus manos de la cabeza de Amy, Celeste las colocó sobre sus
caderas y la acercó. Después de unos instantes, rompió el beso y
apoyando su frente en la de Amy, susurró. 242
—No creo que pueda esperar más. —Impaciente, Amy movió su
cabeza, buscando los labios de Celeste. Enredó sus dedos en su cabello
suelto y la besó con fuerza. Finalmente, rompiendo el beso, Celeste
murmuró—. Te necesito, Amy. —Tomando su mano, la llevó a la cama.
Capítulo 31
H
echizada, Amy vio a Celeste desnudarse. El anhelo corrió a
través de ella, obligándola a acercarse a la pata de la cama.
Sus piernas se debilitaron ligeramente al ver a Celeste desnuda y
desenfadada. ¿Qué pasa si después de que esto termine, nunca estoy
satisfecha de nuevo? Pensó. ¿Y tú, Celeste, a quién querrás después de
mí?
—Sí... Amy.
—Eres tan hermosa —le susurró. Amy jadeó cuando sus pechos llenaron
las palmas de Celeste—. He querido tocarte así todo el día —admitió
Celeste plantando pequeños besos en el rostro de Amy—. He revivido
esa primera noche en tu apartamento una y otra vez —murmuró—.
Reviviendo la sensación de ti. Habrías pensado que se habría
desvanecido ya —confesó—. Pero durante los últimos cuatro años esto
me ha vuelto loca.
Una oleada de euforia atravesó a Amy. Cerró los ojos y sonrió ante la
idea de Celeste enloquecer al pensar en ella. Sus ojos se abrieron
cuando Celeste agachó la cabeza, capturando uno y luego su otro
pezón con avidez.
Celeste colocó sus dedos entre los muslos de Amy y la tocó. Levantando
sus dedos relucientes, le respondió en voz baja.
Amy jadeó.
246
—Yo…
Aspirando aire, Amy cerró los ojos brevemente entonces miró a Celeste
asintiendo con la cabeza.
Aún apoyada sobre sus talones, Celeste levantó suavemente cada uno
de los tobillos de Amy y saco sus braguitas. Mirando a Amy, su aliento se
detuvo nuevamente ante la gloriosa visión de esta mujer, desnuda.
Profundamente conmovida por lo vulnerable que parecía, vio las manos
de Amy cubrir sus pechos de manera protectora.
Amy miró a Celeste, y frunció el ceño cuando vio que su boca y mentón
chorreaban. Confundida, se sentó. Frunció aún más el ceño mientras
observaba pequeños riachuelos brillar en la garganta de Celeste,
pasando por sus pechos y deslizándose por su estómago. Súbitamente
consciente de lo húmedo que estaba el interior de sus propios muslos,
miró a Celeste preocupada.
—Oh Dios, —Amy pronunció, los ojos cada vez más amplios—. ¿Qué he
hecho?
—¿Entonces qué?
Con las mejillas teñidas de vergüenza, una sensación de asombro llenó 248
a Amy de lo verdaderamente extraño que era su cuerpo para ella.
Insegura de cómo sentirse, se sentó y miró hacia el suelo.
—Amy.
—¿Qué?
—¿Estás segura de que es lo que dices, y que yo no…? —cerró los ojos—
tu sabes —luchó por las palabras.
—Está bien, tal vez una ducha sea una mejor idea.
Cuando oyó correr la ducha, Amy exhaló aliviada y cerró los ojos.
Amy gimió y pensó. ¿Por qué no me di una ducha? Sin una posición
para discutir después de lo que acaba de suceder, dejó que Celeste
tirara de la sábana.
Amy se tensó.
—Yo... umm... —Ruborizándose fuertemente, luchó por encontrar una
respuesta. ¿Cómo podría explicar que, aunque era madre casada, con
dos hijos y con veintiocho años, nunca antes había experimentado algo
así?— No lo creo —terminó rápidamente.
—¿Te asustó?
—¿Qué?
Celeste rio.
—Por qué todos los médicos dicen que vas a estar perfectamente bien.
—Sintiéndose menos nerviosa, Amy bromeó—. ¿Por qué toda persona
en la profesión médica tiene oraciones con la palabra “perfecto” en
ella? —Los imitó—. Oh, señora Cameron no se preocupe, aunque usted
tiene dos gremlins demasiado grandes dentro de usted, está bien estar
atrasada. Todo es perfectamente normal.
Celeste sonrió.
Amy sonrió.
Celeste se acercó.
Amy murmuró
—Debería ser una prioridad. Tienes una gran postura, pero tu espalda
está llena de contracturas por la tensión.
—En el caso de que no te hayas dado cuenta —dijo—, soy una madre
trabajadora con dos pequeños monstruos, dos perros peludos, un
esposo, una prima que apenas veo porque está enamorada. Un jefe
con exceso de trabajo y muy nervioso. Y, justo ahora, por un tiempo
—echó una mirada por encima del hombro—, una persona muy
exigente.
—De maravillosa.
—No creo que sea una buena idea. Dormir juntos es... una... intimidad
que quiero mantener para Josh.
—Lo siento.
Amy se dio la vuelta. Cerrando los ojos, escuchó mientras la llave giró en
la puerta.
Capítulo 32
A
my no podía concentrarse. Toda la mañana la habían inundado
recuerdos de la noche anterior. Donde sea que fuera, era
ineludible. Una hora antes, se vio obligada a dejar la cola en la
que esperaba en una tienda de juguetes cuando la mujer frente a ella
con cabello oscuro hasta los hombros invocó una proyección completa
de la noche anterior.
Con poco más de metro y medio, Susan era delgada, bonita, con
cabello castaño corto, grandes ojos verdes, y como Amy estaba a
punto de descubrir, una desmesurada personalidad.
—Oh, —respondió Susan y luego enderezó los hombros—. Bueno, tal vez
no pueda decirte cuál es el verdadero significado de la vida, pero en lo
que a mí respecta —dio unos golpecitos en la mesa—. Son las cosas
simples las que dan sentido a la vida. —Miró a Amy—. ¿Cuáles crees
que son los objetivos de la mayoría de las personas?
—No lo sé.
Celeste asintió.
—Pero en algún lugar a lo largo de la línea tratas con ello. Tratas con la
violencia, la enfermedad, el hambre, la muerte...
Celeste puso los ojos en blanco y escuchó durante media hora más a
Susan contarle a Amy sobre cómo habían sido sus vidas en los últimos
años, pero fue solo cuando Susan mencionó a Daniel, de cuatro años, y
a su hermanita, de Sierra Leona cuando Celeste contribuyó a la
conversación.
Celeste no le había contado a Susan ni a nadie que la razón por la que
estaba en casa era para poner todo en marcha para adoptar a Daniel
y su hermana. No le había contado porque el proceso de adopción era
largo y no había garantías, y Susan, a pesar de ser una buena amiga, no
era conocida por su discreción. Celeste había decidido que era mejor
mantener todo en secreto hasta que estuviera segura.
Susan se rio.
Celeste se rio.
Celeste asintió.
—¿Está bien?
E
sa noche, acostada sola en la cama, exhausta, Amy se preguntó
por qué el día había ido tan mal. Se giró en su cama, empujó y tiró
de la almohada para amoldarla, luego se cubrió con las sábanas,
repasó los eventos del día.
Cuando Susan la abrazó, Amy no sabía si reír o llorar. Todo lo que sabía
era que su necesidad de Celeste estaba a toda marcha y que no podía
hacer nada al respecto.
—¿Qué?
—Nada.
Celeste rio.
—Me alegro —dijo, cruzando los brazos—. Que no te importe que mis
amigos pasen la tarde con nosotras. Porque solo por un segundo. Solo
un pequeñito, segundo, ¿pensé que esta noche podrías haber querido
que fuéramos solo nosotras dos? —Extendió la mano y acarició el rostro
de Amy—. Pero luego pensé que seguramente no. No, eso sería
demasiado íntimo para Amy, ¿no? Después de todo, la intimidad no es
parte del trato —ronroneó Celeste—. ¿O sí?
Comprobando por encima del hombro de Celeste, Amy pudo ver que
Susan todavía estaba en su teléfono celular. Demasiado molesta como
para preocuparse por la multitud que pasaba, levantó la mano,
acarició la mejilla de Celeste y luego se deslizó hacia abajo por su
garganta, sensualmente sobre la solapa de su chaqueta. Levantó su
mano hacia arriba, luego hacia la garganta de Celeste hasta que
alcanzó la suave curva de sus pechos y, por primera vez ese día,
sintiéndose tranquila, sonrió con coquetería.
—Oh, no creo que sea tan malo —respondió con voz ronca mientras 261
pasaba un dedo por el labio inferior de Celeste. Los ojos de Celeste se
agrandaron. Amy casi se rio cuando un gemido escapó de la boca de
Celeste. Escuchando un silbido bajo de un transeúnte, pero sin
importarle, Amy se acercó a Celeste, levantando la cabeza, le susurró al
oído—. Me la debes —dijo y mordió el lóbulo de la oreja de Celeste.
Celeste dio un grito. Amy ladeo su cabeza y bateó sus pestañas
inocentemente. Sosteniendo su oreja, las facciones de Celeste se
oscurecieron. Atrajo a Amy hacia ella. Amy se dio cuenta por la
expresión de Celeste, que estaba a punto de decir algo muy colorido.
Afortunadamente, Susan se precipitó hacia ellas. Apartándose de
Celeste, Amy sonrió maliciosamente—. Creo que deberás mantener
esos pensamientos.
Amy no dijo más que unas pocas palabras, durante toda la noche.
En el show, Ritchie se colocó junto a Amy, y para su frustración reveló
pequeños detalles de la historia durante la presentación. Después del
espectáculo, no podía creerlo cuando Celeste invitó a la pareja al hotel
para tomar una copa. Era más de medianoche cuando se fueron.
Amy se quitó las sabanas y trató de dejar de pensar en lo que había 262
sucedido esa noche. Se obligó a despejar su mente y centrarse en
dormir un poco. Después de unos minutos, como un niño malcriado,
pateó sus piernas. Independientemente de lo enojada que estaba con
el juego de Celeste, ahora, si entrara en la habitación... en su cama...
ella le perdonaría cualquier cosa.
Sentir a Amy fue exquisito. Celeste quería saborear esto; estar aquí,
atrapada, mirando a esta hermosa mujer dándose a sí misma
libremente. Mirando profundamente en los ojos de Amy, sintió una
profunda conexión.
264
—¿Por qué no me hablaste de Laura? —preguntó Amy.
Celeste suspiró.
Celeste susurró.
—Unas pocas.
—¿Felice?
Celeste asintió.
—Mi primera.
—Ajá.
Amy asintió.
Celeste asintió.
Amy rio.
—No bromees. ¿Por qué querías pasar tanto tiempo con ellos?
—preguntó frunciendo el ceño.
—Pero se ríe como una hiena por el amor de Dios. —Amy dijo, su rostro
mostraba fastidio y diversión al mismo tiempo.
—Lo sé, —respondió Celeste y sonrió—. Pero las cualidades que podrías
encontrar... poco atractivas son las mismas cualidades que a menudo
atraen a muchos de nuestro equipo durante todo el día. —Ella acarició
la mejilla de Amy—. Susan es más grande que la vida, y la amo por eso.
Celeste susurró.
—Bésame.
Amy suplicó.
—Aún no.
—No te detengas.
—Ssshhh.
Sin poder resistirse, Celeste puso una mano entre los muslos de Amy y
tocó su clítoris. Besó su cuello, y en la base, mordió duro.
A
my luchaba para liberar su mano atrapada. Envolviendo sus
brazos alrededor de Celeste, sonrió, sorprendida de lo mucho
que le gustaba la sensación de tener a Celeste encima de ella,
y le gustaba la capa de sudor duramente ganado entre ellas.
—Yo... 270
Para sorpresa completa de Amy, Celeste comenzó a llorar. Sorprendida,
Amy puso sus brazos alrededor de ella reconfortante y la abrazó con
fuerza.
—Me uní a MSF por una simple razón, quería ayudar. —Giró la cabeza y
se quedó en silencio.
Amy susurró.
—Dime.
Celeste sonrió.
—¿Y?
Amy le sonrió.
—¿Tan sencillo como eso? —susurró—. ¿No una gran historia
complicada detrás?
—Lloro por todo —compartió—. Aún más desde que tuve a los niños.
Amy la miró.
272
—Me gustan un montón de cosas que no sabía que me gustaban.
Celeste repitió
—¿Por qué?
Celeste se rio.
—Lo sé. Eso no es lo que estoy preguntando. —Pasó sus dedos a lo largo
del cuello y el hombro de Amy, y preguntó con curiosidad—, Agrego
algo, ¿qué?
—¿Le pides a Josh que lo haga? —Amy arqueó las cejas en sorpresa—.
¿Lo hace? —Celeste preguntó mirándola intensamente.
Amy dudó.
—No.
—¿Por qué?
Amy la miró.
Celeste repitió
Lamiéndose los labios, Amy pensó que sería un acto de traición admitir
que ahora su necesidad sexual por Celeste era mucho más fuerte que
por Josh. Se encogió ante la idea de discutir cómo ella y Josh hacían el 273
amor. La realidad de quién era Celeste en relación con Josh siempre
acechaba en su mente. Ya es bastante malo lo que estás haciendo,
murmuró su voz interior. No comiences a comparar notas.
Amy cerró los ojos, quería ser honesta con Celeste, pero no pudo.
Decidió no responder.
Amy abrió los ojos y gimió. Estaba siendo conducida hacia la distracción
por esta mujer. Se sentía caliente, muy caliente. Para su sorpresa,
realmente tuvo que luchar contra el impulso de colocar la mano de
Celeste entre sus muslos.
—¿Por qué?
Celeste empujó.
—¿Por qué es diferente?
Celeste se apartó.
Cerrando los ojos, Amy luchó con su voz interna, que le advirtió que no
dijera nada. Preocupada de que Celeste se marchara y de su
necesidad de mantenerla siendo demasiado fuerte, tartamudeó
Amy susurró
—Dime.
—Estás disfrutando esto, —dijo pateando sus pies. Amy sabía que
Celeste estaba usando su destreza sobre ella. Su voz interna subió de
volumen y le dijo que retrocediera, que detuviera la conversación,
adherirse a la disposición, evitar los detalles emocionales, de lo contrario
el cierre sería difícil. Abrió la boca para decirle a Celeste, que había
tenido suficiente y quería dormir, pero en cambio susurró—, ¿Te lo diré si
me tocas?
Celeste pasó sus dedos suavemente por las caderas de Amy, por su
pierna y hasta el interior de sus muslos. Instantáneamente, Amy abrió sus
piernas para permitirle el acceso.
Amy gimió.
Era obvio que Amy estaba a punto de perder los estribos, pero Celeste
insistió.
—Dime.
—La primera vez contigo —Celeste movió la mano más abajo. Amy
suspiró pesadamente cuando la tocó—, debería haber dolido, pero no
fue así. —Soltó el cabello de Celeste y alcanzó su pecho, acariciando su
pezón, murmuró—, Parecía tan...
Celeste ronroneó.
—¿Estabas diciendo?
Amy murmuró
—Dime más.
Celeste preguntó:
—¿Por qué crees que existe una fuerte atracción sexual entre nosotras?
—Amy no respondió. Celeste detuvo su mano. Amy continuó moviendo
sus caderas. Celeste volvió a preguntar— ¿Por qué?
—Córrete conmigo.
—¿Estás lista?
—Sí....
—Aún no.
—Por favor —dijo Celeste con voz entrecortada. Puso su mano sobre su 279
clítoris.
Amy susurró:
—Mírame.
—No muevas las caderas —Amy ordenó con tono firme—. Tócate a ti
misma poco a poco.
—¡Ahora, Amy!
—No puedo...
—¿Estás lista?
Celeste asintió.
—Eres insaciable.
—Eso parece.
282
Capítulo 35
A
my sacó una mala hierba y levanto la cabeza escuchando. Le
bajó el volumen a la radio y esperó a oír el timbre de la puerta
de nuevo. Era domingo por la mañana y algunos meses después
de su viaje a Nueva York. Ceñuda, miró su reloj, no podía ser Josh, se
había ido con los niños a ver un partido de béisbol. No podía ser
Maggie, ella y Sean se habían retirado hacía unos veinte minutos para
llevar a los perros al parque para perros en la playa de Venice. La única
persona que esperaba era su madre. Irene había dispuesto dejar
algunos esquejes de plantas a última hora de la tarde, pero no habría
sorprendido a Amy si decidiera venir temprano.
Celeste se acercó.
Amy miró a Celeste. Apretó los dientes. La estaba volviendo loca la idea
de Celeste con otra persona.
Josh murmuró:
—Hola
—¿Amy?
—Tal vez no. Pero ¿no puedes negar que te hayas acostado con ella?
Desde el viaje a los Cayos, Robin había telefoneado varias veces, pero
Celeste había dejado muy claro que no le interesaba nada más que
una amistad.
Robin había dispuesto inicialmente pasar este fin de semana con Alex,
pero Alex se había deslindado con una excusa poco convincente,
dejando a Celeste sin otra opción que entretenerla. 286
Cuando Robin llegó, ayer por la mañana, Celeste la recogió desde su
hotel y pasaron el día de compras. Tenía que admitir que disfrutaba la
compañía de Robin; el aire siempre parecía cargado de energía a su
alrededor, y ella tenía actitud; balanceando sus caderas cuando
caminaba como si tuviera un plan de juego para cada paso.
Al final resultó que, Robin tenía gustos caros, y durante todo el día
Celeste la vio deslizar su tarjeta de crédito hasta que quedo raída. Más
de una vez, Robin le ofreció comprarle un regalo caro, e
independientemente de la frecuencia con que se negara, Robin, al
parecer, solo se había acostumbrado a salirse con la suya. Insistió hasta
un punto tal que el estado de ánimo de Celeste se oscureció, y cortó su
día de compras prematuramente.
—Sal.
—¿Por qué?
—¿Cómo supiste?
—¿Cuando?
—No importa.
Amy se calmó.
—¿Es así?, —dijo Amy mirando a Celeste—. Algo me dice que ella no
estaría de acuerdo contigo en eso.
—Ella te quiere.
—Pero yo no.
Se besaron intensamente.
—¡Adentro, ahora!
Irene no podía oír lo que estaban diciendo, pero podía decir que era
una discusión intensa. Vio cómo su hija se quitaba los guantes de
jardinería y le gritaba algo a Celeste.
Insegura de qué hacer, Irene las vio discutir. Incapaz de creer lo que
veía, vio a Amy abofetear a Celeste con fuerza en la cara.
Irene avanzó solo para detenerse cuando Celeste tomó a Amy en sus
brazos. Se movió hacia delante nuevamente, cuando Amy trató de
alejarse, pero Celeste la abrazó con fuerza.
Viendo las olas chocar contra las rocas, Irene decidió que necesitaba
averiguar qué estaba pasando. El mejor lugar para comenzar, pensó,
era con Celeste, que sabía, después de hablar con Camille, que estaba
trabajando esta noche. Ya sea que ha Celeste le gustara o no, Irene
decidió que iba a hacerle una visita.
Irene esperó.
—Estamos involucradas.
Irene se recostó.
Irene miró a Celeste. —Ni siquiera sabía que eras gay. —Sus ojos se
entrecerraron y dijo intencionadamente—, ¿Cómo sucedió esto?
Celeste quiso sacudir la cabeza y decir que no, pero en cambio asintió.
Dijo lentamente en el reconocimiento de la verdad.
—¿Y Amy?
E
ra temprano en la noche y Amy estaba llegando tarde. Le había
prometido a Maggie que se marcharía temprano. Maggie y Sean
planeaban un fin de semana para acampar, y se habían ofrecido
a llevar a los niños, ya que Amy estaba en las últimas etapas de un
diseño para un nuevo cliente.
Amy sintió una punzada de culpa, Josh estaba en Seattle por unas
semanas, y no estaría en casa para el fin de semana. Aunque su carga
de trabajo era pesada, la realidad era que su cliente no estaría en la
ciudad hasta la próxima semana, pero incapaz de resistir la oportunidad
de pasar unos días con Celeste, había dejado pensar a su prima que
necesitaba trabajar este fin de semana.
De pie en su coche, Amy buscó en su bolso las llaves del carro. Se rascó
la cabeza; podría haber jurado que las había recogido de la oficina.
Vaciando el contenido en el suelo, buscó entre el montón.
294
Una mano le tocó el hombro.
Mirando hacia abajo, Amy vio todas sus cosas esparcidas alrededor de
sus pies. Suspirando, se inclinó para recogerlas. Guardando todo a prisa
en su bolso, se prometió a sí misma que iba a dejar de usar bolsos que
podrían esconder fácilmente pequeños países. Recogiendo el último
artículo, alzo la vista hacia su madre y preguntó con preocupación.
—¿Está todo bien? No hay nada malo con Bruce o las niñas ¿verdad?
No estando lista para hablar con Irene sobre Celeste, Amy le preguntó a
su madre por primera vez.
—Amy, éramos jóvenes, muy jóvenes. Tenía solo quince años cuando
me quedé embarazada de ti y tenía solo dieciséis años cuando nos
casamos. Yo era una chiquilla. No tenía mi mente madura. ¿Qué chico
lo hace a esa edad? —sacudió su cabeza—. Cuando era más joven,
ejercieron mucha presión sobre mí para que me casara. —Irene pasó
sus dedos por el cabello de Amy—. No me malinterpretes, Amy. Tu papá
era un buen hombre. No era mucho mayor que yo y estuvo a mi lado
todo el tiempo. —Irene miró a Amy y sintió un gran orgullo por haber
producido una hija tan hermosa. Acarició los mechones del espeso
cabello amielado de Amy entre sus dedos—. La única cosa buena de
nuestro matrimonio fuiste tú, Jellybean. —Ella extendió la mano tocando
la barbilla de Amy—. Pero como todos los flechazos de la juventud,
pasó rápidamente. No estaba enamorada de él, Amy. Y a medida que
pasaba el tiempo, amaba a tu papá más como amigo. —Frunciendo el
ceño, Amy alejo la barbilla—. Por favor, créeme Amy, —continuó
Irene—, lo intenté. Lo intenté muy duro. —Agarró la mano de Amy, y la
sostuvo con fuerza—, Y durante un tiempo me convencí a mí misma de
que lo hacía. Pero cuando conocí a Bruce, era el indicado, que
estuviéramos juntos era lo indicado. No podría haber seguido
quedándome ni mintiendo. Tenía treinta años. Solo tenía treinta años,
—dijo Irene con los ojos muy abiertos—. Solo un año mayor que lo que tú
eres ahora con una chica de catorce años. Demasiado joven para
sacrificar mi felicidad, y esperaba contra toda esperanza que, debido a
que eras una adolescente, hubieras tenido cierta aceptación. —Irene
levanto la vista hacia el cielo—. Pero tu papá era un hombre terco y
una vez que la suerte fue echada, puso ideas en tu cabeza. —Miró a
Amy y agregó ferozmente— Ideas equivocadas que te volvieron en mi
contra. Y no importaba cuánto lo intenté, no pude convencerte de lo
contrario. —Sus ojos suplicaron—. Jellybean, por favor comprende que
incluso si Bruce no hubiera llegado, no podría haber seguido fingiendo.
Aunque traté de convencerme a mí misma, sabía que la única razón
por la que me había quedado tanto tiempo fue por ti.
296
Las lágrimas se formaron en los ojos de Amy. Irene ahogaba las propias.
Saco un pañuelo del bolsillo, secó las lágrimas que caían de los ojos de
su hija y preguntó en voz baja.
—No.
Amy abrió los ojos. Miró a Irene con sorpresa y luego conmocionada.
Dijo obstinadamente.
—Pero yo realmente lo amo y él me ama. No puedo dejarlo. ¿Te das
cuenta de la devastación que causaste? —Sus ojos se estrecharon—.
Arruinaste nuestras vidas, —dijo con ira subiendo el tono—. Me dejaste,
a papá. Tu familia. Todo. ¿Por qué? —Amy se detuvo cuando vio a Irene
perturbarse—. Mira Irene —dijo suavizando su tono—. Sé que eres feliz y
créeme, estoy feliz por ti. Pero debes entender que vi cambiar a papá.
Eras la indicada para él y le diste la espalda. Nunca se recuperó
después de que te fuiste, lo sabes.
—Pero piensa en ello. Tu papá tenía poco más de treinta años cuando
nos divorciamos. Era un tipo joven y bien parecido, con una buena
cabeza para los negocios sobre los hombros. Era un ingeniero con un
negocio exitoso. Fácilmente podría haber encontrado el amor. Pero 297
eligió no hacerlo. Estaba enojado, Amy. Enojado de que tuviera la
audacia de dejarlo por otra persona...
Irene suspiró.
—Lo sé. —Se preguntó cómo podía llegar a Amy—. Pero ahora eres una
mujer adulta. Y —vaciló—. Ahora conoces la diferencia.
—Si te está causando tanto dolor, Amy, —vaciló—. ¿Por qué estás
teniendo una aventura?
—Sé que lo que estamos haciendo no está bien. —Miró a Irene de reojo
y añadió con ironía—. Qué subestimación. —Miró sus pies—. Pero no
puedo pararlo. —Ella levantó su barbilla—. Porque... porque... —negó
con la cabeza, luego susurró derrotada—, Dios, ya ni siquiera sé por qué.
—Qué irónico, ¿no crees que el viejo refrán es cierto? De tal palo, tal 298
astilla. ¡Aquí estoy discutiendo mi aventura adúltera con mi madre
adúltera!
—¿Maggie lo sabe?
—No.
Irene se acercó.
Amy sonrió.
—Todavía lo hacen.
Irene se rio. Miró a su hija. Eras mi orgullo y alegría, pensó. Aún lo eres.
Amy saco el cabello rubio de su padre, pero aparte del color del
cabello, Irene sabía que se parecía mucho a ella.
Irene aspiró aire. Amy nunca había parecido tan vulnerable. De pronto,
abrumada por la tristeza, y sabiendo que le había costado mucho
preguntar, Irene cerró los ojos por un momento.
—Cuando Bruce llegó, traté de hacerte ver que no tenía nada que ver
contigo, —el rostro de Irene se llenó de tristeza—. Pero Mark estaba
aterrorizado de que intentara alejarte, así que hizo todo lo posible para
asegurarse de que no irías a ninguna parte.
—Estoy aquí para ti, Jellybean. Y nunca se sabe, tal vez tu madre
adúltera puede ser buena para al menos una cosa —dijo besando la
cabeza de Amy—. Escucharte.
300
Ella tiene razón, pensó Amy. Necesitaba desesperadamente hablar.
—¿Qué?
—¿Amy?
—No, no lo fue. Pero, pensé que, dado que ella no había estado aquí
durante cuatro años, que sería capaz de dejarlo atrás —Amy sonrió
brevemente—, y seguir con mi vida. —La determinación cruzó sus ojos—.
Y eso es exactamente lo que pretendo hacer. —Miró a Irene—. Volveré
al buen camino.
—Quiero decir que tiene que terminar. Después de esto, lo dejaré atrás
como lo hice antes.
—Amy ¿Por qué más puedes pensar que se habría puesto a sí misma en
ésta situación? —Sorprendida y sin saber qué pensar, Amy miró a su
madre y trato de asimilar sus palabras. Tocando el cabello de Amy,
Irene dijo tentativamente—. Estoy empezando a pensar que no sabes
cómo te sientes realmente —la miró—. Celeste te ama, Amy. Después
de veros juntas y de lo que has dicho hace un momento, no me cabe
duda de que sientes lo mismo. —Irene cerró los ojos y suspiró—. Pero no
puedes estar con los dos. Si te quedas con Josh, entonces tu vida podría
no estar vacía, pero te estarás negando a ti misma lo más importante
de la vida. —Amy miró a su madre—. Estar con alguien que amas,
Jellybean.
A ciegas, Amy levantó las cejas con sorpresa. No creía que Josh fuera
parecido a su padre.
Irene suspiró.
—¿La amas?
—¿La amas?
—¡No! Todo lo que hay entre Celeste y yo es... —se bloqueó. Miró a
Irene—. Yo... Hay... —Irene observó a Amy luchar para formar las
palabras. Amy se detuvo y respiró hondo—. Hay... —se bloqueó de
nuevo—. Yo... aagghh... —y de nuevo.
—Estoy aquí para ti. —La abrazó con fuerza—. Siempre estaré aquí para
ti.
Capítulo 37
E
ra viernes por la noche, y Amy estaba emocionada. Esta mañana
había ayudado a Maggie a empacar el Jeep, estaba llevando a
los gemelos a acampar durante el fin de semana, y los chicos
apenas podían contener su emoción ante la idea de acampar. Las
palabras de despedida de Maggie fueron que estaba contenta de que
Amy no viniera ya que este viaje le daría la oportunidad de ver qué tipo
de padre sería Sean. Se rio y luego agregó que, si su novio podía
manejar los dos hijos de Amy durante un fin de semana, él se encargaría
de todo. Ella la abrazó y le dijo que no trabajara demasiado.
Con los ojos amplios, Amy siguió las largas piernas de Celeste a lo largo
de su cintura solo para detenerse en sus pezones sobresalientes, que, sin
sostén, se erguían orgullosos. El estómago de Amy se hizo un nudo
cuando se dio cuenta de que Celeste tenía el cabello suelto. Celeste
tenía tendencia a usar el cabello recogido. Hace unos meses, Amy le
dijo que le gustaba suelto y desde entonces Celeste llevaba el cabello
suelto cuando estaba a su alrededor.
—Date prisa.
Amy la miró y, cruzando los brazos, respondió, —Sí. Pero no estoy lista
para hablar de eso.
Celeste asintió.
—Nunca tuve la oportunidad de decirle que soy fan del rugby. —Amy 309
se rio entre dientes—. Creo que todavía estábamos trabajando en su
angustia adolescente esa noche. —Miró a Celeste y luego sonrió—. Tal
vez estaba guardando esa pequeña pepita para la próxima sesión...
quiero decir... eh... la próxima vez que nos encontráramos.
Amy la miró.
Celeste sonrió.
—Apuesto a que incluso llegaste a decir que la razón por la que debería
esperar un año era porque era impulsiva por naturaleza, y debería 310
escuchar la voz de la razón. Tu razón.
—No lo dije así, —dijo Amy poniéndose al día—. Solo pregunté por qué
tenía tanta prisa.
—Está bien —dijo Amy asintiendo con la cabeza—. Está bien. Tal vez,
dije que debería esperar. —Apretó su pulgar e índice juntos—, un
poquito. —Tiró del brazo de Celeste para que se detuviera—. ¿Qué
pasa con la paciencia? —preguntó. Lanzo sus brazos—. ¿Por qué todo
el mundo tiene tanta prisa? —miró a Celeste—. Por lo que sabemos,
podría ser un completo chiflado.
Celeste le sonrió.
Amy asintió.
—Bien.
—Me encanta este lugar, —dijo Amy—. Este es un lugar mágico para ver
el mundo pasar. —Miró por encima del hombro y, con los ojos brillantes, 312
dijo a Celeste— Es especialmente hermoso hoy.
—¿Sabes, que no sabía la broma interna sobre Bud? —Con los ojos muy
abiertos, giró la cabeza para mirar a Celeste—. Nadie me dijo que el
perro de la familia era un “parlanchín”. —Celeste acurrucó su cabeza
en el cuello de Amy, y ahogo su risa. Amy se rio entre dientes—. Justo
después de mudarme aquí, fui a dar un paseo por la playa con tu
familia, y él me acompañó. No sabía que cuando quería jugar, me lo
mostraría haciendo rechinar los dientes y gruñendo. —Amy intento
empujar a Celeste fuera de su cuello—. La mayoría de los perros solo
dejan caer la pelota y mueven sus colas.
—No puedo creer que nadie te lo haya dicho. —Besó tiernamente una
mejilla y luego la otra antes de cerrar los ojos—. Dios, te adoro.
313
Capítulo 38
E
sa noche, Celeste insistió en cocinar para Amy. Este fue un placer
que a menudo les era negado. Su tiempo juntas tendía a ser
demasiado corto, y solo algunas veces Amy consentía a Celeste, y
le permitía cocinar para ella.
Celeste sonrió.
—Por ahora.
—Guarda eso, —dijo Celeste con sus ojos bailando—. ¿No quieres saber
qué estoy cocinando?
—Lo sé, —respondió Celeste abriendo la nevera—. Traje las cosas que
necesito conmigo.
—Lo hace, pero tampoco es mucho mejor que yo. El pollo que cocinó
la otra noche estaba tan duro que me preguntó si quería pelear.
Celeste se rio.
—Puede que no seas capaz de cocinar, pero eres una gran artista.
—Miró a Amy—. ¿Cómo va la pintura?
Amy bebió un trago de vino, luego se lamió los labios y dejó la copa.
—Bien, —respondió, metiéndose el cabello detrás de las orejas—. 315
Compré un lienzo de 1,80 metros.
Amy miró a Celeste y luego asintió. Cogió su copa, he hizo girar el vino
durante un tiempo y luego miró a Celeste. —Lo tengo porque quiero
pintarte desnuda.
—¿Estás bromeando?
—Sigue revolviendo.
—¿No crees que sería muy inapropiado que tuvieras una pintura mía
sobre algo, —se miró a sí misma—, desnuda?
Celeste miró a Amy por un largo momento y luego expulsó el aire antes
de sacudir su top, permitiendo que circulara algo de aire frío.
Amy se rio.
—¿Sientes el calor?
—¿No es el risotto difícil de cocinar? —Amy murmuró contra los labios de 316
Celeste.
—Lo sé. Pero, lo quiero. —Amy miró a Celeste por unos momentos—. Eres
el sueño de un pintor, ya sabes. Eres una hermosa descarada, diosa
sexy.
—Tú primero.
Celeste se rio.
Celeste sonrió.
—Tal vez.
Amy miró a Celeste por un momento y luego alzó las cejas, diciendo
provocativamente.
—Me gusta hacer el amor con una morena que tiene un cuerpo para
morirse.
Amy sonrió.
—Pruébalo.
Celeste se sentó junto a Amy, sin querer que la noche terminara, cerró
los ojos y trató de saborear el momento.
—¿Qué pasa?
Celeste sonrió.
Amy se rio.
Celeste la miró.
Celeste suspiró para sus adentros. Era consciente de que en los últimos
meses Amy había tratado de mantener una parte de ella contenida,
sobre todo no explorando la vida personal de Celeste demasiado
profundamente. Aunque las discusiones eran extensas, Celeste se había
ido con la corriente, nunca forzando nada, siempre permitiendo que la
dirección de sus conversaciones se modelara naturalmente.
—Si soy sincera, creo que solo necesitaba soltarme. —Celeste sonrió—. Y
él fue el primer verdadero sabor a libertad que tenía. —Bebió más vino
y luego se recostó—. Entre el entrenamiento y el estudio, no tuve tiempo 321
de realmente soltarme. —Miró hacia afuera—. Y Nick era cautivador.
Lleno de vida, impulsivo. Todo en él parecía rápido, caótico, todo en
perseguir el momento. Mientras que todo en mí vida estaba planeado.
Todo estaba basado en mi natación. A qué hora me levantaba,
cuántos días entrenaba, cuántas sesiones de entrenamiento tenía al
día, por cuánto tiempo. Qué comería, cuándo dormiría, cuándo
estudiaría. —Miró a Amy, las comisuras de sus labios se curvaron—. La
lista es larga.
Celeste no respondió.
—¿Por qué?
—¿Es así?
—¿Qué es?
—Ábrelo.
Amy la miró.
—¡Qué! —dijo con asombro—. ¡No puedo usar eso! —sus ojos se
agrandaron—. ¡Jesús, Celeste, esa cosa es enorme! Mucho más grande
que... —su voz se apagó. Un color profundo inundó el rostro de Amy.
Miró a Celeste y arrojó el objeto nerviosamente sobre la cama y dijo con
alarma—, La idea de usar algo así nunca ha entrado en mi cabeza.
—Se inclinó hacia donde lo había tirado, y lo empujó fuera de la cama.
E
nfadada, Amy dejó que Celeste la abrazara. Pensó en la correa…,
y una familiar sensación de confusión comenzó a acumularse en
su interior. ¿Qué está tratando de hacer? ¡Empujarme a mi límite!
Amy cerró los ojos. Aquí estaban, dos mujeres juntas, haciendo el amor,
encontrando placer, absoluto e increíble placer entre sí.
El placer que debería tener con Josh, Amy pensó con culpabilidad.
Trató de ignorar su voz interior cuando le dijo que era mucho más que
físico.
—No creo que vayamos a usar eso. ¡Quiero decir, que te pasa! —Se
apartó de Celeste, y se incorporó—. ¡Quiero decir por qué quieres
ponerte... un... un... consolador! ¿No lo entiendo? —Echó los brazos al 325
aire, y se movió saliendo de la cama—. ¿Lo que tenemos no es lo
suficientemente bueno?
—Lo quiero —dijo—. Te prometo que será una experiencia muy sensual.
—Besó suavemente Amy—. ¿Puedes confiar en mí?
El ceño fruncido de Amy se profundizó. No dijo nada, pero su estómago
hizo una voltereta en la petición de Celeste. Celeste era embriagadora
y Amy sabía que, si insistía, no tendría la fuerza de voluntad para resistir
ninguna de sus demandas.
—Créeme, Amy.
Capturando su labio inferior, Amy pensó en cómo esta era la única área
que era exclusiva de Josh y cómo tenía algo que hasta ahora Celeste
nunca podría darle. Amy se dio cuenta, estúpidamente, de que había
creído que de alguna manera nunca sería capaz de compararlos.
Ahora no hay nada, no importa cuán endeble que pueda guardar solo
para él, pensó Amy. Levantando su mano, se frotó la frente y miró a
Celeste.
Buscando una respuesta, Celeste levantó una ceja y luego hizo la única
cosa que Amy no podría resistir. Susurró
—Por favor.
Amy se mordió el labio inferior y luego con un suspiro de derrota, asintió. 326
Celeste se deslizó de la cama, a donde Amy había empujado “eso”
fuera, y se lo puso.
Amy observó con fascinación, y tuvo que reprimir la risa por lo ridícula
que se veía Celeste. Levantó las cejas con sorpresa cuando Celeste
abrió una pequeña botella, y vio en estado de shock mientras aplicaba
el lubricante.
—Viene con ella, —dijo Celeste sus ojos brillantes mientras aplica el
lubricante generosamente.
—¿Pero un raro bueno o malo? —preguntó con los ojos llenos de deseo.
—Amy, yo…
327
—Silencio, —dijo Amy. Mirando a los ojos de Celeste, se bajó
lentamente. Cerrando los ojos, dejó escapar un fuerte gemido medio de
dolor y de placer mientras lentamente empujaba más allá del grupo de
músculos. Abriendo sus ojos, Amy miró hacia abajo. Había entrado todo.
Con los ojos cada vez más abiertos, miró a Celeste, ninguna se movió.
Celeste movió sus manos hacia los pechos de Amy y las cerró sobre
ellos. Casi ronroneó mientras los acariciaba.
Para deleite de Amy, cada vez que gemía, Celeste tenía los párpados
caídos y su cabeza echada hacia atrás. Los ojos de Amy brillaron
cuando la mandíbula de Celeste se movió de un lado a otro. Sonriendo
maliciosamente, movió sus manos arriba y abajo por el estómago de
Celeste, amando la forma en que los músculos debajo de su piel
temblaban, y la forma en que se tensaban y luego se relajaban al
movimiento de sus caderas.
—Reduce la velocidad.
—Oh Dios —susurró Amy. Separó sus piernas y luego enganchó sus
tobillos alrededor de los muslos de Celeste. El ritmo que Celeste asumió y 329
la penetración profunda era algo a lo Amy no estaba acostumbrada—.
Oh, Celeste, —dijo en un medio sollozo—. Por favor. No te detengas. —El
sudor se formó entre ellas. Amy gritó cuando Celeste penetro hacia
abajo, su ritmo cada vez más profundo, más rápido—. Sí —susurró Amy.
Su orgasmo creciendo, su cabeza cayendo hacia atrás, comenzó a
temblar.
—Yo... Uggghhh.
Amy la abrazó.
—Quédate.
Como no quería pensar en ello, Amy sonrió cuando Celeste abrió los
ojos lentamente y sonrió lánguidamente hacia ella.
—Hábleme de tu tatuaje.
332
Celeste arqueó una ceja con sorpresa.
Amy negó con la cabeza y frunció el ceño cuando el timbre sonó por
tercera vez. Tomando algunas respiraciones profundas, trató de luchar
contra su creciente pánico.
Miró por encima del hombro cuando escucho unos pasos detrás de ella
y miro a Celeste bajando las escaleras completamente vestida.
334
Capítulo 40
D
e pie en el pasillo, los oficiales arrastraron los pies un poco.
Conscientes de que Amy los estaba mirando, Celeste dijo:
Amy dejó caer las manos de su rostro y estupefacta, miró al oficial varón
antes de susurrar.
Amy repitió
Amy cerró los ojos con fuerza, y doblándose, jadeó de agonía cuando
un puño invisible perforo a través de su pecho y le arrancó el corazón.
—La señorita Forsythe tenía una identificación con foto de sí misma y los
dos... —El oficial vaciló y luego se aclaró la garganta—. Los dos niños. El
otro pasajero, el Sr. MacDonald también llevaba identificación. —Vaciló
de nuevo y miró a Celeste antes de decir tan suavemente como las
palabras le permitían— Pero obviamente todavía necesitamos una
identificación formal.
Amy miró a los extraños y quiso gritar, pero solo logró gruñir.
—No. No. ¡No! —Entonces un sonido animal por tal dolor y pérdida
resonó por toda la habitación. Amy estaba tan sobresaltada que le llevó
un momento darse cuenta que el sonido venía de su propia garganta.
A
my escuchó el golpe en la tierra y luego el resonar en las cajas,
las cajas de madera en las que estaba enterrada toda su vida.
Era consciente de que Josh la abrazaba, la agarraba de los
brazos y la apoyaba contra él. Ella quería reírse, y decirle que no era ella
la que necesitaba protección. ¿No lo sabía? ¿No sabía él que lo había
vendido? ¿Vendido a las personas que le importaban?
Amy miró desde la tumba abierta, y observó los rostros llorosos que la
rodeaban. Escuchó con indiferencia al Sacerdote concluir su oración
junto a la tumba. La sonrisa tranquilizadora que dio a los asistentes
cuando sus manos tomaron las de ella ni una sola vez llegó a sus ojos.
No fue ninguna sorpresa para Amy que Celeste no fuera uno de ellos.
Desde el accidente, había ignorado la única presencia que hacía
aguda la implacable realidad de su mundo. Su culpabilidad no le
permitía reconocer a Celeste más que por cortesía superficial, pero
339
incluso aquí, incluso ahora, la sentía. De alguna manera, sin mirar, sabía
exactamente dónde estaba, y no podía soportarlo.
Cuando Josh la abrazó con fuerza, Amy era consciente de que, incluso
en su punto más vulnerable estaba tratando de ser fuerte para ella. Él
estaba en un infierno. Su mundo como el de ella estaba destrozado.
Encerrada en sus brazos, no sentía nada por él aparte de una aguda
sensación de deslealtad.
Con voz fuerte, Amy les dedicó sus vidas y, para su sorpresa, sus
palabras llevaron a los dolientes, a llorar de impotencia y sin esperanza
hasta aflojar sus rodillas.
Cuando terminó, Amy cerró brevemente los ojos. Una emoción de
sorpresa la recorrió, una sensación de orgullo. Había dado a Maggie y
sus hijos lo que les era debido. Cuando cerró el libro, acarició la cubierta
por un momento, reconociendo que ella también estaba cerrando el
libro sobre su vida.
341
Capítulo 42
C
eleste encontró a Josh arrugado en una silla en una pequeña
sala de espera reservada para las familias de los pacientes en el
hospital donde trabajaba. Fuera de la puerta, se volvió hacia la
enfermera.
—¿A dónde?
—Ella se ha ido.
—¿Le dio una explicación? —dijo Celeste. Sus manos temblando, se las
metió en la bata completamente consciente de que Amy acababa de
dejar su trabajo.
Josh asintió.
—Le dijo que no era lo que más quería hacer. —Miró a Celeste con
impotencia—. Pero eso es todo lo que siempre quiso hacer.
Celeste había visto a lo largo de los años muchas muertes y, siempre sin
duda, las más difíciles fueron la pérdida de niños. Esa mañana, ella más
que nadie entendía la agonía que Amy estaba a punto de sufrir.
A medida que pasaban las semanas y los meses, Celeste había tratado
de hablar con Amy, pero se negó, y eventualmente se negó a mirarla.
344
Aunque nunca dijo las palabras, Celeste sabía que Amy estaba
paralizada por la culpa, de alguna manera creía que las muertes eran
una recompensa por su aventura amorosa.
—La encontraremos.
Celeste lo animó.
—Estoy diciendo que compartí toda la maldita cosa con ella. —Se
paseó por la habitación—. ¡Dios, ella sabe mejor que nadie lo fácil que
es desaparecer!
—Debe haber algo que podamos hacer. ¿No tienes algún contacto en
la Interpol?
Josh dejó caer las manos y se incorporó. Con los hombros caídos le
preguntó.
346
—¿Qué voy a hacer, Celeste?
Celeste se apoyó contra la pared sin dar crédito a sus ojos. Contuvo el
aliento y vio a Amy abandonar el hospital. La estudió de cerca. Dios, se
ve tan delgada y tan pálida.
Celeste vio a Amy salir de la entrada del hospital con su uniforme azul
de enfermera y detenerse un momento poniéndose un suéter. Miró su
reloj, eran más de las seis. Amy acababa de terminar su turno. Mirando
hacia arriba en el cielo despejado de la tarde de a principios de julio,
Celeste se preguntó brevemente por qué Amy necesitaba un suéter,
todavía había calor del sol.
347
Mirando a Amy, Celeste recordó cuando desapareció. Josh había
informado a su desconcertada familia que el padre de Amy le había
dejado dinero y, con él, le habría sido relativamente sencillo organizar su
propia desaparición. Durante años, la familia Cameron trató
desesperadamente de hacer contacto con Amy, habían intentado
todo tipo de agencias con la esperanza de rastrearla, pero nada
funcionó. Nunca encontraron a Amy, hasta ahora.
Hacía unas semanas, Irene se había puesto en contacto con ella para
hacerle saber que tenía una dirección permanente de Amy. Irene en los
últimos cuatro años, de vez en cuando había recibido cartas cortas de
Amy haciéndole saber que estaba bien. No pasaba mucho tiempo
antes de que Amy desapareciera, antes de que dejaran de intentar
rastrear su correspondencia. Solo de vez en cuando se vinculaba de
nuevo a un apartado de correos ya desaparecido.
Cuando Irene recibió recientemente una carta, inmediatamente llamó
a Celeste para discutir sobre lo que iban a hacer. Nunca dejaba de
sorprender a Celeste que, a lo largo de los años, Irene nunca había
juzgado o dudado de los sentimientos de Celeste por su hija y, como
consecuencia, una amistad se había desarrollado. Celeste razonó que
era porque Irene había estado en una situación similar una vez.
—Hola, Amy.
—¿Celeste?
Su voz interior le recordó que debería haber mantenido las cosas como
estaban. Le dijo que debería haber seguido su instinto de no enviarle a
Irene su dirección permanente.
Amy sabía que lucía desaliñada. Hoy había sido un día tan ocupado
que no había tenido tiempo de detenerse incluso para arreglarse el
cabello. Estaba cansada y sabía que lo parecía.
Amy abrió la boca para responder justo cuando Neil se sentó por su
cuenta junto a Celeste. Procedió a contar a Amy su día. Uniéndose a
ellos con dos cafés, Sandra se sentó al lado de Amy. 350
Amy presentó a sus colegas.
5Muffins: Producto de repostería elaborado con pan dulce, similar a una magdalena,
pero menos dulce.
interés y dirección en el universo conocido por si acaso Celeste
necesitara un recorrido por la ciudad.
—¿Cómo se conocieron?
—¿Q-U-E?
Neil miró a Amy y dijo cuidadosamente:
Sandra se levantó.
Amy miró a Sandra y arqueó las cejas divertida. Nada les gustaba más
que burlarse de Neil. Se encogió de hombros, sonriéndole con dulzura.
—Discúlpanos, Celeste, pero será mejor que nos vayamos —sus cejas se
juntaron mientras miraba a Neil—. Después de todo, es hora de la
6 La autora juega con el doble sentido en el uso de "your foot." Haciendo alusión a
que un hombre con “Pie grande” o que calza grande digamos que “su parte noble" o
su virilidad está muy bien dotada. Lo gracioso aquí es que Amy da a entender que su
amigo Neil no entra en esa categoría
comida en el zoológico y las puertas se cierran pronto. Así que, mejor
me apresuro y lo llevo a casa. —Arrastrando a Neil, Sandra grito— Nos
vemos mañana Amy, y Celeste, encantada de conocerte. Espero que
pases un buen rato mientras estás aquí. —Se detuvo en la puerta y le
preguntó a Neil— ¿Quieres gruñir tus despedidas?
Neil gritó:
—¿Por qué?
—Solo una vez, Amy —dijo con ternura—. Alex está aquí y le encantaría
verte.
—¿Cómo está?
—Oh, esta genial. Los niños lo aman y ha estado en una relación por
unos años. Está aquí con su compañero, Colin.
D
espués de su primera visita para conocer a los niños, a Amy le
resultó difícil resistirse a ellos, especialmente a la niña pequeña,
Naomi, con quien se relacionó de inmediato. Daniel, aunque
algo indeciso, era tan cariñoso como Naomi.
A Amy también le gustó el novio de Alex, Colin. Era más alto que Alex,
medía algo más de 1,95 metros, con el cabello oscuro y ondulado. Era
un profesor de educación física con una nariz torcida debido a
practicar deportes. Amy se sorprendió de lo extremadamente divertido
y cálido que era y, sin querer, su buen humor llego hasta su corazón, y
descubrió que su compañía y la de Alex eran extremadamente
agradables.
A pesar de que Amy había desarrollado una fuerte relación con los
niños y los chicos durante las últimas tres semanas, no pudo evitar
mantener su distancia con Celeste. Un fin de semana, unas semanas
después de su llegada, los niños le pidieron que fuera a acampar con
ellos a Loch Lomond7.
Alex las observó por unos instantes antes de inhalar aire llenando sus
pulmones y mirar a su alrededor. Se había enamorado de Escocia.
Amaba el paisaje accidentado y la calidez de la gente. De alguna
manera, en su viaje a este lago, pensó que iban a ver a Nessie, pero
Amy le dijo que Nessie residía en el lago Ness en Inverness, algo más de
una hora en coche.
Alex sonrió. Miró a Amy y notó los cambios en ella. Desde que se
encontraron hace unas semanas, su estado de ánimo parecía mucho
más ligero, y se reía más frecuentemente. También parecía más
saludable. Había color en su rostro. Su cabello parecía más exquisito. Su 357
belleza natural, Alex observó, era la que brillaba.
Alex levanto el zumo de naranja. Era muy claro para él que Amy era un
alma torturada. Vertió el zumo en vasos de plástico.
Alex asintió. Cuando Celeste le pidió que él y Colin fueran con ella a
Europa, había tenido mucho interés, hasta que le dijo la verdadera
razón. Había intentado convencerla de que no había manera de que
Amy quisiera verlos, pero Colin, el eterno romántico, estuvo de acuerdo
y aquí estaban.
—Sí —respondió Alex—. Se ven bien juntas. —Llenando unos panes con
hamburguesas, trató de ocultar su inquietud—. Se ven cada centímetro
como una familia feliz.
—Colin, sabe muy bien sobre Josh por Irene, estoy seguro. También sabe
perfectamente cómo se siente Celeste, pero es obvio que todavía no
está preparada para enfrentar nada. Y, —dijo con seriedad—. No
podemos empujarla. Cuando esté lista para hablar, lo hará. —Colin
abrió la boca, pero Alex le dirigió una mirada—. Hablará cuando esté
lista. —Colocó otro pan en la mano de Colin—. ¿De acuerdo?
Amy dudó.
—¿Qué pasó?
—Dime.
Amy asintió.
—¿Cómo escapaste?
Celeste miró a Amy y tragó saliva. Todo ese dolor, pensó. Levantando la 361
mano, pasó los dedos suavemente desde el hombro de Amy a su
cadera, sintiendo poco a poco los contornos del tejido cicatrizado a
través de la blusa. Miró a los ojos de Amy y susurró.
—No seas tonta. Nadie podría haber hecho nada. Fue un accidente.
—Ella apartó la mirada—. Como tantas cosas en la vida.
Una ola de celos se apoderó de Celeste. Algún día, estaré allí para ti,
pensó. Algún día, seré capaz de tenerte en mis brazos y consolarte.
Amy levantó la vista de su mano. Por experiencia, sabía que el Ouzo era
potente especialmente encima de otra bebida alcohólica. Colin había
bebido mucho vino en la cena. Alzando las cejas, se dio cuenta de que
Colin estaba ahora en su tercer vaso. Le sonrió, segura de que tanto
Celeste como Alex también estaban desesperados por averiguar sobre
los últimos cuatro años.
Amy bajó los ojos cuando una expresión de ternura cruzó el rostro de
Celeste.
Lo que Amy no les dijo fue que ella no logró ver más que unas pocas
ciudades porque se enganchó con un grupo de viajeros y pasó muchas
noches en bares y lugares extraños tratando de bloquear su dolor.
Cuando ocurrió el incendio, y fue hospitalizada. Estando allí, secándose
y recuperándose de sus heridas, la comprensión absoluta y el posterior
terror de que sus hijos y Maggie nunca volverían la golpearon con todas
sus fuerzas.
8 Ouzo: Es un licor anisado de origen griego con fuerte sabor dulce y olor a regaliz.
crecía, Amy nunca compartió su pasado con Sandra, no podía, estaba
hecho una bola y enterrado profundamente dentro de ella. Todo lo que
Sandra sabía, fue que era una compañera de viaje atrapada en un
terrible accidente.
Colin eructó.
—Algunas.
Viajando con el fin de nunca llegar, Alex susurró para sus adentros.
—Es final de julio y el accidente ocurrió en noviembre. Serán casi cinco. 364
—Lo sé, Alex —interrumpió Celeste. Observó a Amy y Colin jugar con los
niños en el agua—. No vayamos allí hoy, eh.
Alex asintió.
—No Alex. —Tirando de sus rodillas, las abrazó—. Por favor, no puedo
soportar la idea de ella pasando a través de eso por su cuenta…
—Pero estaba en el punto más bajo de su vida, y sufrir eso sola dada su
pérdida. —Sacudió la cabeza y susurró—, ¿Por qué no se lo dijo a
alguien?
—No se lo contó a nadie, cariño —dijo Alex frotándose la loción entre los
dedos de los pies—. Porque la chica cree que se lo merece. Son su
castigo. —Los niños gritaron para que pudieran verlos siendo arrojados
al agua por Colin y Amy por enésima vez. Saludando, Alex frunció el
ceño—. Desde el accidente, ha habido poca felicidad en su vida. Creo
que ha estado decidida a no permitir que vuelva a entrar.
—Alex —dijo Celeste abrazando sus piernas—. Quiero estar con ella
tanto que no puedo ni siquiera empezar a describirlo. —Cerró los ojos—.
Cuando vi las cicatrices, quise probarlas. —Abrió los ojos y lo miró—. ¿Te 365
suena extraño? —preguntó sonando genuinamente confundida.
—Lo sé. —Suspiró—. Pero no creo que sea una buena idea presionar.
Celeste asintió.
—Durante las últimas semanas, he sido más feliz que nunca. —Miró a
Amy—. Ella significa todo para mí. Pero tengo miedo de que, si
demuestro cualquier emoción, correrá. —Celeste cerró los ojos—. Y
estoy aterrada de no ser capaz nunca de romper esas barreras.
—Lo sé —dijo Alex acercándose a ella—. Pero por ahora tendrás que
encontrar el poder para mantenerlo dentro. Tendrás que tener cuidado
o hay una posibilidad real de que Amy pueda huir. Ha ido y vuelto del
infierno —dijo tocando su brazo—. Y el bagaje emocional con el que
está lidiando, bueno, es suficiente para aplastar a un ejército. En este
momento, necesita a sus amigos alrededor. Necesita ser cuidada y
alentada. —Pasó una mano por el cabello de Celeste, tocando
suavemente los filamentos gruesos y brillantes—. Las cosas saldrán bien,
Celeste. Puedo sentirlo. Solo dale un poco de tiempo, todo lo que 366
necesita es tiempo.
—Eso espero, Alex, —dijo Celeste—. Dios, eso espero porque no puedo
perderla de nuevo.
Capítulo 45
C
eleste, Amy y los niños estaban en el aeropuerto despidiendo a
Alex y Colin. Había pasado una semana desde que regresaran
de su viaje en velero. Celeste no podía creer que habían
pasado ya seis semanas, y que ella y los niños debían volar de regreso a
casa el siguiente sábado. Su tiempo, pensó Celeste con pesar, había
terminado. Debía regresar al trabajo y los niños a la escuela. Alex estaba
llevando a Colin a Italia antes de regresar a casa.
—Ha sido maravilloso verte, Amy —dijo—. y quiero que prometas que
volverás a Estados Unidos para Navidad. Debes hacerlo. —Él la abrazó
con fuerza—. Estoy decidido a no aceptar nada que no sea sí por
respuesta. Y si tengo que, —advirtió— coger un vuelo hasta aquí y
arrastrar tu lamentable trasero, lo haré. Y eso querida, es una promesa.
—Sonriendo, la miró—. En serio, Amy, no podemos permitir que vuelvas a
367
la deriva otra vez. —La abrazó una vez más—. ¡De acuerdo!
Celeste miró a Amy sonreírle a Alex, pero no dijo nada. Durante las
últimas seis semanas, Amy había pasado mucho de su tiempo libre con
ellos. Solo unos pocos gritos suplicantes de los niños, era suficiente para
hacer ceder a Amy cada vez, Celeste reconoció alegremente.
Celeste sonrió.
—Sí.
Amy asintió.
—Bien.
Esa tarde, para deleite de Celeste, los niños parecían disfrutar dando
vueltas por los depósitos de chatarra, especialmente Daniel. Amy era
buena para él, pensó Celeste. Pasó mucho tiempo animándolo a
dibujar, alentando su lado artístico.
Mientras miraban alrededor del patio, Amy se dijo que este era un
territorio familiar. Cuando estaba en la universidad, hizo un curso de
escultura y soldadura, y con los años había pasado innumerables tardes
recorriendo estos patios en busca de cosas que usar. En el tercer
depósito de chatarra, se encontró con madera en condiciones
suficientemente buenas y ordenó que se cortara a medida y se
entregara a una ferretería para su montaje.
Para cuando estaban listos para irse a casa, ya era tarde y era hora de
comer. Se decidió, por los niños que iban a volver a casa de Amy,
alquilar una película y encargar comida para llevar.
—Si quieres...
—Eso fue fácil —dijo Amy antes de darse la vuelta y caminar por el
pasillo—. Creo que la cama es demasiado pequeña para que podáis 369
dormir todos, ¿te importaría dormir en el sofá? —le preguntó sobre su
hombro.
—¿No es obvio? —Pero para hacer las paces dijo— Creo que he
arruinado tu silla. —Hizo una mueca mientras intentaba liberar su pie—. 370
La usé para llegar al armario.
Descansando la pierna de Celeste entre sus muslos, Amy deslizó hacia 371
arriba de la pierna los jeans, antes de colocar cuidadosamente el
vendaje elástico sobre los dedos de los pies.
—¿Estás bien?
Celeste chirrió.
—Sí. —Sus ojos se abrieron, y rápidamente se aclaró la garganta—. Sí,
—respondió con más firmeza esta vez—. Estoy genial gracias. —Tosió
ligeramente—. Sólo tengo un cosquilleo en la parte de atrás de la
garganta.
—Nada —contestó.
373
Capítulo 46
P
reocupada cuando Celeste se enroscó, Amy se inclinó sobre ella
y le puso una mano en la frente, que estaba fría y húmeda. Miró a
Celeste.
Celeste no respondió.
Con el corazón palpitante, Amy tenía que tocar más de esta mujer.
Empujo la camiseta de Celeste hacia arriba, y rápidamente desabrocho
el sujetador, luego lo deslizó y la camiseta fue liberada. Con cuidado,
376
colocó ambas manos sobre los pechos de Celeste, adorando el peso
en sus palmas. Gimió y luego cerró los ojos, solo abriéndolos cuando
Celeste gimió profundamente.
Amy dejó de respirar cuando vio a la hermosa mujer por encima de ella.
Su estómago tenso y firme, sus pechos llenos balanceándose
suavemente mientras se apoyaba confiadamente en su boca.
Amy susurró.
Amy se estremeció.
—Apresúrate, Celeste.
Amy jadeó. Gimiendo, agarró las sábanas en sus manos y gritó hasta
que su orgasmo la alcanzó.
Cuando los niños murieron, Amy pensó que les había fallado, fallado a
Maggie, fallado a todos. Había mentido, confabulado, engañado para
alimentar su hábito; alimentar su necesidad de Celeste. Desde el día en
que habían muerto, nunca se había permitido pensar cómo era estar
con Celeste de esta manera o cómo la hacía sentir Celeste. Si esto
380
alguna vez entraba en su cabeza, los pensamientos siempre fueron
empujados a un costado por una oleada de culpabilidad.
C
eleste cerró la puerta de la habitación de los niños, satisfecha
que estuvieran profundamente dormidos. Cojeando a la
cocina, miró en el armario de Amy hasta que encontró algo de
alcohol. Desplazando algunas botellas de vino hacia un costado,
encontró una botella de whisky de malta. Localizando un vaso, rompió
el sello y se sirvió una abundante cantidad. Apoyándose contra el
mostrador, ingirió una buena cantidad luego bebió más, no
permitiéndose pensar hasta que el vaso quedo vacío.
Celeste sabía por la respuesta de Amy esta noche que no había tenido
381
contacto físico en años. La calidez en su estómago se vació
rápidamente dejando un abismo cuando pensó en cuan inconsolable
había estado Amy esta noche. Sacudió su cabeza. No importaba
cuanto lo hubiera intentado, no pudo acallar a Amy con palabras
reconfortantes. Amy había llorado, hasta el agotamiento, quedándose
dormida.
Se sentaron en silencio.
—Pero no podemos, y no quiero llevar esto más lejos. Créeme, tus hijos
son maravillosos. —Amy miró a los ojos de Celeste y dijo con una nota
de desesperación—, pero no puedo hacer frente al hecho de que
quieres una relación, Celeste.
Celeste palideció.
La voz de Amy se volvió más ronca. —Sería como aprobar todo lo que
hicimos y de alguna manera decir que estaba bien.
—¿Cómo podría dejarlos estar ahí para mí? —Amy dijo, su tono era
acusador—. ¿Cómo podría fingir? ¿Cómo podría apoyar y ser la
amorosa esposa de Josh? Lo había traicionado. Cada vez que lo
miraba, veía sus ojos honestos mirándome. No tenía idea de lo que
había hecho. Él no sabía quién era yo. No sabía quién era. ¿Cómo
podría estar allí para él cuando fue mi culpa? ¿Cómo podría sufrir con
él, cuando era yo la causante de su dolor? —Celeste extendió la mano
para tocarla. Amy se encogió y se apartó—. Estoy muerta por dentro
Celeste —dijo con ojos suplicantes—. ¿No lo ves?
Amy abrió la boca e intentó empujar las palabras. Miró a Naomi y trató
de sacar palabras de disculpa, pero no pudo. En su lugar, su boca se
secó y ninguna palabra salió de sus labios.
Naomi repitió.
387
Capítulo 48
C
eleste colgó el auricular.
Alex se sentó.
Alex sonrió.
—No me jodas. Esto me está volviendo loco —dijo Colin. Con los ojos
muy abiertos, señaló con su botella de cerveza hacia Celeste—. Todos
sabemos que te quiere. Eso es un hecho. Pero —dijo levantando la
mano al aire—, necesita ayuda para seguir adelante. Ver a Josh y sus
hijos es exactamente lo que necesita para ayudarla. —Celeste sacó
una silla y se sentó—. Por mi parte, no estoy feliz de quedarme sentado y
no hacer nada. Carajo —dijo Colin mirando a Celeste—. Vosotras las
lesbianas me matan, ¿sabes? Es todo o nada para vosotras, chicas.
Tienen el camión de mudanza apareciendo en la puerta porque la
chica que conocieron la noche anterior se está mudando contigo, con
su consolador con correa y su gato. O, si te niegas a dejarla entrar
porque eres lo suficientemente sensible como para darte cuenta de
que acabas de conocerla la noche anterior, entonces obtienes tu
propia acosadora personal que echara raíces, observara cada
movimiento, y es adiós a la felicidad y hola a la soltería. —Colin sacudió
frenéticamente su pierna—. Porque no puedes echar a patadas a la
perra. Sí, —dijo mirándolos—. Todo es drama, drama, drama.
Colin tosió.
—Mira, ¿no lo ves? La mayoría de las personas que han pasado lo que
ella no vuelve del precipicio. Quiero decir, ha estado allí afuera, por su
cuenta sin nadie para ofrecerle apoyo. Y cuando hablé con Sandra, ni
siquiera sabía sobre el pasado de Amy.
Celeste gimió.
—Colin, Amy me culpa. —Se detuvo y pensó, No, ella nos culpa. Un viejo
dolor irrumpió en su voz—. Cree que, si no hubiera estado tan absorta en
nosotras, entonces las variables habrían cambiado, y sus muertes no
habrían ocurrido.
392
—Pero ¿de verdad te culpa? —Colin preguntó. Se inclinó hacia
delante—. Creo que, si lo hiciera, no te tendría cerca de ella. —Hizo una
pausa de un trago de cerveza—. Celeste, no puedes ver el bosque por
los árboles. No está con otro chico, chica, lo que sea. No se ha vuelto a
casar. No está saliendo. No ha tenido a nadie cerca durante años, y de
repente está pasando el rato contigo todo el tiempo.
Celeste arqueó una ceja y sonrió a medias, Colin, lo sabía, tenía una
tendencia a lo sobre dramático.
Celeste frunció el ceño y recordó la conversación que tuvo con Amy en 393
la mesa de la cocina unas horas después de haber hecho el amor.
Había dicho cómo creía que estaba siendo castigada. Celeste pensó,
tal vez él tiene razón. Tal vez está aterrorizada de permitir a alguien
cerca por si algo le sucede. Entonces pensó, No, lo dejó en claro, ella
me culpa. Negó con la cabeza. Esto es una locura, se dijo a sí misma,
incapaz de creer que su punto de vista estaba empezando a tener
cierta credibilidad.
—Tienes que empezar a ver cuán fuerte es Celeste, —dijo Colin mientras
pasaba la mano por el respaldo de su silla—. ¡Cuán luchadora es! Mirar
su potencial. Mirar lo que puede llegar a ser y hacerle creer en ti.
Puedes hacerlo, Celeste. Sé que puedes. —Se echó hacia atrás y miró a
Alex—. Cuando Alex y yo estábamos con vosotras en Escocia, solo un
ciego se perdería lo profundamente enamorada que está de ti.
Alex asintió.
—Irene, lo sé.
—Se quemó tanto que necesitó injertos de piel. —Irene se inclinó hacia 394
adelante, agarrándose el estómago—. Es mi culpa, —pronunció, con
lágrimas cayendo de sus ojos—. Si no hubiera dejado a Amy cuando era
tan joven, tan vulnerable, nunca hubiera pasado por esto como lo ha
hecho. —Miró a Colin, las lágrimas corrían por su rostro—. Hubiera
querido tener a su familia con ella. Pero todas las cosas que le importan
le han sido arrebatadas —dijo negando con la cabeza. Colin tomó la
mano de Irene. Irene se limpió las lágrimas que se derramaban de sus
ojos—. Estoy tan contenta de que me lo hayas contado. Estoy segura de
que todavía está furiosa conmigo por dar a Celeste sus datos de
contacto. —Alcanzó un pañuelo—. No me dijo mucho, pero estoy
segura de que sólo me dio la dirección porque está interesada en
comenzar una relación con sus hermanas. —Miró a Colin—. Quiere que
sepan quién es. —Se limpió las lágrimas de los ojos y se sonó la nariz—.
Maggie, su prima, significaba tanto para ella, sabes. —Lo miró, lágrimas
frescas se formaron—. Maggie siempre estuvo ahí para Amy. Se parecía
más a una hermana mayor, y creo que Amy quiere que las chicas
sepan que tienen una hermana mayor. Eso significa que estará allí para
ayudarlas si la necesitan. —Colin recogió sus tazas de café, y se sirvió un
poco más café—. ¿Por qué Celeste no me lo contó?
—Oh Dios, —dijo Irene luego suspiró pesadamente—. Ella no quiere que
la visite. —Miró a Colin y admitió—. Lo atribuye al trabajo. —Tomo aire—.
Me dice que espere hasta que consiga no tener obstáculos. Hasta que
consiga unas semanas de descanso, dijo. —Irene levantó los brazos—.
Le creí. —Negó con la cabeza—. Ese condenado trabajo. Parece estar
trabajando a todo tipo de horas y cambios raros. —Irene lo miró
sombríamente—. Oh, Colin, necesita estar aquí. —Cerró los ojos
brevemente—. Tenía la esperanza de que, al venir aquí, encontraría el
cierre.
—Exactamente.
—No —dijo Celeste levantándose—. Bruce llamó para decir que Irene
cogió algún tipo de virus. Está acostada en la cama.
Colin asintió.
396
Capítulo 49
C
eleste saludó a Amy cuando cruzó las puertas internacionales
del aeropuerto. Amy se veía pálida y delgada. Suspiró
pesadamente; molesta de que Amy continuara cuidándose a sí
misma tan mal.
—La escala en Ámsterdam fue infernal —dijo Amy mientras salían del
aeropuerto—. No estaba segura de si los vuelos iban a cancelarse
debido a la nieve. 397
Celeste asintió, y caminaron en silencio hacia el estacionamiento.
Celeste sonrió.
Amy se rio.
Amy dejó que sus ojos siguieran los brazos de Celeste y su rostro. Estudió
su perfil. Como siempre, sus ojos se vieron atraídos por la plenitud de los
labios de Celeste y luego por su cicatriz. Amy luchó contra el impulso de
tocar la pequeña cicatriz. Siempre se sorprendió por la perfecta simetría
del rostro de Celeste y por la forma en que su cicatriz, en lugar de
disminuir, parecía agregar profundidad adicional a su aspecto.
398
Llevando sus pensamientos bruscamente lejos de cómo se veía Celeste,
preguntó:
—¿Cómo estás?
—¿Cómo están?
—Sí —respondió Celeste saliendo del auto—. Creo que deberías intentar
descansar un poco.
De pie en la puerta, Amy sintió una fuerte oleada de culpa por no haber
visto a Irene en años, y lo injusto que era. Se sintió decepcionada por no
haber ido a ver a toda la familia. Mientras esperaba en la puerta, Amy
sintió una punzada de culpa por lo mucho que se estaba perdiendo del
crecimiento de sus hermanitas. La razón principal por la que le dio a su
madre sus datos de contacto permanentes fue para poder participar
activamente en las vidas de sus jóvenes hermanas.
Tan pronto como los ojos de Irene se abrieron, ella comenzó a llorar y
sollozar.
—Mi bebé —dijo entre lágrimas—. Gracias a Dios que estás aquí por fin.
—Vas a estar bien, mamá —Amy miró a Irene a los ojos durante un largo
momento—. Te he extrañado.
—Por favor, Jellybean. Las chicas están fuera hasta final de semana en
un viaje. —Irene dijo con su voz justo por encima de un susurro—.
Preferiría que me visitaras todos los días.
Fue solo después de que Amy le dejara una lista de instrucciones, que
Celeste notó con cierta diversión, que Amy parecía confiar en que
Bruce sería capaz de cuidar bien a Irene.
Mirando por la ventanilla del coche, se preguntó cómo sería Josh ahora.
Miró a Celeste y pensó en lo poco que había cambiado.
Probablemente se vería igual. Contuvo el aliento cuando sus
pensamientos se volvieron hacia Ryan y Christopher que ahora tendrían
cerca de ocho años. Se preguntó cómo serían sus hijos. Su estómago se
sacudió ante la extrañeza de pensar que los hijos de Josh no eran suyos.
—No.
Amy preguntó:
—¿Cómo se conocieron?
Amy susurró.
—¿Estás bien?
—He hecho muchas más pinturas hoy, y quiero que Amy las vea. ¿Sabes
cuándo volverá?
—No, cariño. Tiene mucho que hacer —dijo Celeste, luego besó su
cabeza—. ¿Dónde está tu Grand-mère?
Camille se levantó.
—¿Por qué no me dijiste que Amy está aquí? —Luego, agitando su dedo
hacia adelante y hacia atrás con una reprimenda, agregó—: No es
agradable que ella esté aquí y no me lo hayas dicho.
—¿Cómo lo supiste?
—Hablé con Kate ayer. —Se tocó la nariz con su dedo índice. Sonrió
inteligentemente—. Sentí que no me estaba contando todo. —Se
encogió de hombros—. Y cuando volví a llamar, hablé con Naomi y ella 405
me lo dijo. —Ella tocó su pie—. Gracias a Dios no está en la naturaleza
de un niño engañar.
—No.
Celeste suspiró.
—No. Quiero decir, ¿por qué Amy se queda aquí contigo y no con
Irene?
—¿Sabes qué?
Celeste gimió y cerró los ojos brevemente. ¡Mierda! pensó. ¡Voy a matar
a Sophie!
—A dónde voy con esto, Celeste, es que fue solo después de que
sucedió el accidente y cuando Amy se fue, que entendí
completamente lo que sentías por ella. —Palmeó la mano de Celeste—.
Y te vi pasar sola por tu dolor. Espero que entiendas que tenía que
hacerlo. Tuve que dar lo que tenía a Josh. Aunque sabía que tu dolor
también era grande. —Camille apretó su agarre—. Y de alguna
manera, a medida que pasaba el tiempo, fui capaz de decirte que lo
sabía. Nunca pude tomarte en mis brazos y consolarte. Pero ahora
entiendo que yo tampoco estaba preparada. —Suspiró—. En mi época,
dos mujeres juntas era impensable. Pero ahora —Se encogió de
hombros—, los tiempos han cambiado. Ahora es la era del individuo.
—Camille se recostó y bebió un sorbo de café—. Por supuesto,
realmente no entiendo la satisfacción que dos mujeres pueden tener
juntas. Las comisuras de su boca bajaron—. Creo que sería tan... tan... 409
insatisfactorio —Miró a Celeste—. Pero supongo que es porque me
gustan los hombres, ¿no? —Celeste puso los ojos en blanco. Esto es
imposible. Obviamente consciente de la creciente impaciencia de
Celeste, Camille dijo rápidamente— Chéri, el punto es que quiero saber
qué pasa entre tú y Amy. —Camille soltó la mano de Celeste y abrió la
suya expansivamente—. Quiero ayudar, eso es todo.
—Sí.
Todo parecía tan complicado, pero ¿cómo podía Celeste explicar que
lo que sentía por Amy no tenía restricciones ni complicaciones?, siempre
había sido así. Se dio cuenta de que lo que sentía por Amy nunca había
flaqueado. Al igual que el agua que corría entre sus dedos, era una
corriente constante que fluía sin lugar a dudas. Estar con Amy siempre se
había sentido como lo correcto.
Celeste se preguntó cuán loca debía sentirse toda esta situación. Tenía
411
un nuevo respeto por su madre. Acercándose a Camille, la abrazó.
* * *
Todos los días, Camille rezaba para que Amy regresara, y ahora, aquí
estaba. Extendió la mano y le dio unas palmaditas a Amy. Amy la miró,
sonrió y cubrió su mano con la suya.
Camille miró la mano que sostenía la de ella y notó después de mirar 413
por un momento que, aunque casi translúcida, había pequeñas
cicatrices. Acarició la mano de Amy de manera tranquilizadora e
intentó ocultar la tristeza que la embargaba al darse cuenta de que la
mujer que estaba sentada frente a ella no era, y nunca sería, la misma
joven que una vez conoció.
Camille fue tomada por sorpresa, cuando se vio paralizada, vio el rostro
de Amy sonrojarse, y su pulso comenzó a latir violentamente en su
cuello, cuando Celeste se les acercó.
414
Capítulo 51
S
intiendo el calor, Alex se quitó la chaqueta y se dirigió a la playa.
Sonrió al ver a Amy sentada sobre una manta con una canasta de
picnic. Su sonrisa se desvaneció rápidamente cuando se dio
cuenta de que apenas habían pasado tiempo juntos desde que ella
había llegado.
Los pelos de Alex se levantaron. Odiando que ella fuera tan desdeñosa,
cerró los ojos brevemente al darse cuenta de que estaba a punto de
adentrarse en lo desconocido.
Amy se sentó.
Alex se inclinó y tomó sus manos. —Nunca fue un juego para ella, Amy.
—Exhaló y tomando su vida en sus manos agregó—. No puedes
continuar castigándola por la pérdida de Maggie y los niños.
El asintió.
Miró sus claros ojos azul turquesa y su corazón comenzó a latir con
fuerza.
—Si así es como quieres hacerlo, Alex —dijo Amy fríamente—. Entonces
está bien para mí. —Ella no dudó—. Sí, Alex. La culpo. —Giró la cabeza y
miró a Celeste—. La culpo por la aventura.
—¿La amas?
Amy lo miró mientras negaba con la cabeza. —La estás castigando por
permanecer cerca de ti. —Añadió lentamente—. Negándote a ella.
—Alex, le dije en Glasgow que no podía darle nada más, pero ella usó a
los niños. —Ella se levantó—. ¿No lo entiendes, Alex? —agregó
mirándolo incrédula—. Siempre ha tenido opción. Pero a mí no me dio
ninguna. Tenía una familia. Estaba casada con su hermano. Su hermano
por el amor de Dios, y no quería tener una aventura amorosa con ella.
Me dejó sin otra opción. —Volvió la cabeza y miró a Celeste con
expresión acusadora—: Pero tenía una opción. Le pedí que me dejara ir
y ella se negó, y todavía se niega.
Alex sabía que lo único que Amy estaba negando era que su aventura
era inevitable, la atracción entre ellas era demasiado fuerte. Pero todo
había ido terriblemente mal. De alguna manera, había esperado que, si
hablaba con Amy y era honesto, ella vería la verdad. La miró con
incredulidad y se dio cuenta de lo seriamente que habían subestimado
su ira y resentimiento.
Celeste entró y se paró frente a Amy. Sus movimientos eran lentos. Puso
el bloc de dibujo sobre la mesa y se dirigió a la nevera, sirvió un poco de
zumo de naranja en un vaso antes de pararse junto a Amy. Ella bebió un
sorbo lentamente.
Amy miró a Celeste, pero no dijo nada. En cambio, vio a Celeste frotarse
el vaso sobre los labios antes de beber de él. Se centró en los labios de
Celeste, bebiendo en su plenitud. Su pulso se aceleró. La tensión sexual
que se había ido acumulando desde que habían hecho el amor unos
meses atrás se había acelerado como lo había hecho ese día cuando
ella se sentó en la terraza viendo salir a Celeste del océano. Una vez
más, forjó un momento de absoluta necesidad. Su ingle se apretó
brutalmente.
Celeste sonrió y dijo en voz baja: —¡Qué ingenua! —Ella miró a Amy—.
La noche que supe que te amaba —le ofreció amablemente—. ¿Fue
cuando estábamos en Nueva York? Te sostuve en mis brazos mientras
dormías y te miraba dormir. Nunca me había sentido tan asustada.
Tenía treinta y tres años. Había visto los resultados de las atrocidades
que podían desquiciar la mente. Pero nada me preparó para la ola de
emociones que sentí por ti: mi corazón, mi cuerpo, mi mente. Todo era
tuyo —Susurró. Sus ojos se oscurecieron—. Yo era... soy tuya, Amy. Y por
eso, espero que entiendas que la elección nunca ha sido mía.
Celeste miró a Amy por un momento más, la miseria brotaba de sus ojos.
422
Capítulo 52
H
abían pasado semanas desde que Amy había regresado a casa.
Desde su regreso, no había podido sacudirse la sensación de
vacío que la rodeó en el momento en que se separó de Celeste.
De alguna manera, había esperado sentir una gran sensación de alivio.
Pero en cambio, para su sorpresa, todo lo que había enterrado con
éxito durante los últimos años estaba siendo empujado a la superficie a
tal punto que ahora no podía establecer una rutina.
Amy hizo un mohín cuando se dio cuenta de que hoy era domingo. Miró
su reloj sorprendida de que fueran las diez de la noche. No había
comido bien en más de tres días.
—No —respondió ella—. Por supuesto que no me importa. —Ella hizo una
pausa—. ¿Cómo estás?
—Oh, estoy bien. Ya sabes, todo está bien. —Su voz tenía un tinte de
orgullo—. Alex recibió el ascenso que buscaba.
—Lo haré.
Colin dijo rápidamente: —Me tengo que ir, Amy. Los niños me están
llamando para que vaya. —Él vaciló y luego bajó la voz— Pero si
realmente quieres saber, nunca la he visto tan mal. —Para sorpresa de
Amy, sonó casi melancólico—. Siempre he admirado a Celeste por su
fortaleza. —Él se rio un poco—. Sabes que ella es de ese tipo con el
comportamiento tranquilo pero fuerte. Pero desde que te fuiste, está
agitada. Está delgada... demasiado delgada. En una palabra, Amy, no
es ella misma. No puede comer, no puede dormir porque te echa de
menos. Te necesita. Pero —añadió con tanta dureza que Amy casi
podía verlo cuadrar los hombros—, lo sabes, Amy. ¿No es cierto?
—Terminó fríamente—. Siempre lo has sabido, ¿verdad?
Amy recogió el paquete y lo puso con el otro correo en la cómoda del 427
pasillo. Un gran sobre destacó de entre los sobres, marcado desde
Sarasota llamó su atención. Su corazón latió con fuerza. Abriendo el
sobre, cuidadosamente sacó su contenido. Leyó la nota adjunta a la
hoja de papel.
Hola Amy,
Danny está desesperado por que veas su trabajo. Espero que te guste.
Amor.
Alex.
428
Capítulo 53
S
andra se quedó sin aliento cuando vio a Amy, incapaz de creer en
la transformación. Amy parecía terriblemente delgada, su cabello
recogido en un moño apretado, su piel pálida con círculos oscuros
bajo sus ojos. Se veía espantosa. Sandra se sorprendió, ya que Celeste y
los niños habían estado aquí durante el verano, Amy había ganado
algo de peso, se había visto en buena forma y tenía una buena salud.
De hecho, Sandra había conocido a Celeste y a los niños y visto muchas
veces durante su estadía, y amaba el hecho de que fueran una buena
influencia para su amiga.
Amy dejó la taza y sonrió, se quitó el abrigo y luego se quitó los guantes
y la bufanda.
—¿Estás segura?
—Sí —respondió Sandra—. Tenía algo para comer esta mañana. —Trató
de ocultar su preocupación con una sonrisa. Amy le devolvió la sonrisa
y, al tomar el panecillo de Sandra, lo mojó en la sopa. Sandra observó
consciente de que, por su aspecto, Amy no había comido nada en
mucho tiempo. Ella preguntó suavemente— ¿Qué has estado
haciendo?
Sí, Amy, pensó Sandra. Por lo que parece, has estado demasiado
ocupada.
Amy sonrió.
—Amy, creo que deberías irte a casa. Te ves destrozada. —Amy la miró
con sorpresa—. Llamaré un taxi, me pasaré y te veré esta noche. ¿De
acuerdo? No aceptaré un no por respuesta —dijo con fuerza—. Te vas.
—Sandra descolgó el teléfono y marcó un número de taxi local.
Mientras esperaba la respuesta de la llamada, miró a Amy y dijo con
tono preocupado—: Realmente te ves absolutamente agotada.
Amy la miró.
—Eso es lo que intentas hacer. ¿No es así, Amy? —le dio una mirada
incrédula y luego dijo con determinación—: Pero, no más, porque
Sandra ha vuelto para asegurarse de que estás bien. ¿De acuerdo?
—Amy sonrió débilmente. Sandra se levantó—. Ve a casa y descansa.
Iré y te veré esta noche después de que haya terminado mi turno.
—Levantó a Amy y la ayudó a ponerse el abrigo, envolviendo su
bufanda a su alrededor como si fuera una niña.
Cuando Celeste y los niños estuvieron allí, Sandra había pasado por lo
menos una vez a la semana. Realmente disfrutó su compañía y
entendió rápidamente que había algo entre Amy y Celeste. Una noche
con Colin sació toda su curiosidad cuando él le contó todo lo que
necesitaba saber. No le había sorprendido que Amy tuviera una historia.
Cuando la trató en el hospital de Australia, era evidente que Amy tenía
un pasado por el hecho de que ella nunca lo había mencionado.
432
Cuando Colin y Alex estuvieron allí, Sandra se había unido con Colin de
inmediato. No pasó mucho tiempo antes de que él le contara sobre el
romance con Celeste y el accidente. El corazón de Sandra se fue hacia
Amy. Siempre había sentido una sensación de protección sobre ella por
alguna razón. Cuando Colin le contó la historia completa, en realidad
había llorado como un bebé allí en el pub. Colin también, aunque el
par de botellas de vino, pudieron haber contribuido a una gran parte
de su exhibición pública.
Sandra se frotó las solapas del abrigo y frunció el ceño al recordar que
antes de irse de vacaciones, le pidió específicamente a Neil que
cuidara de Amy. Incluso lo había llamado varias veces durante sus
vacaciones. Ni una sola vez había tenido la sospecha de que algo
estuviera pasando. Sandra negó con la cabeza y pensó que no debería
sorprenderse de que el imbécil nunca se hubiera dado cuenta del
estado en el que estaba Amy. Solo había prestado atención a lo que
podría pasarle a su entrepierna, y recientemente había estado saliendo
con una chica, lo que significaba que tenía la capacidad de atención
de un mosquito. Sandra tomó nota mental de ponerlo en turno de
noche permanente durante el mes siguiente.
Como no quería que Amy supiera que Colin había contado toda la
historia de su vida, Sandra tartamudeó:
Amy asintió.
—¿Qué?
435
Capítulo 54
L
os nervios golpearon el estómago de Amy mientras preparaba su
uniforme para su trabajo a la mañana siguiente. Se tranquilizó a sí
misma cuando lo colgó y diciéndose que todo el mundo se sentía
así cuando llevaban un tiempo de vacaciones. Cuando Sandra la sacó
a empujones de su apartamento esa noche hace unas semanas, insistió
en que Amy se quedara con ella. Sandra no tardó en obtener
información de Amy. Se sorprendió cuando se dio cuenta de que Amy
se había encerrado en su apartamento, pintando frenéticamente todas
las noches lo mismo una y otra vez.
El teléfono sonó.
Para alivio de Amy, por un tiempo, Sandra atendió todas las llamadas
de su madre y le dijo que estaban reformando el departamento de Amy
y que se quedaría con ella un tiempo.
Más de una vez, Irene amenazó con subir a un avión para ver a Amy
antes de lo acordado, pero Sandra logró convencerla de que Amy
estaba preparando el departamento para ella y las niñas, y que eso lo
arruinaría si Irene llegaba demasiado pronto.
Cuando Sandra pensó que estaba lista, le había revelado a Amy que
Colin le había contado sobre su pasado. Como era de esperar, Amy
encontró en Sandra una confidente fácil y sus conversaciones fueron de
gran ayuda para sanarla. Ahora, más que nunca, Amy apreciaba la
amistad de Sandra. De alguna manera, Sandra le recordaba mucho a 437
Maggie y por eso se sintió muy cómoda.
Por teléfono, Amy le aseguró a Irene que todo estaba bien. Irene tenía
la intención de visitarla con las chicas la próxima semana. Amy la
convenció de que todo estaba listo, y que no había nada que ella
necesitara.
—Mira mamá, ¿qué parte del “no” no entiendes? Todo está listo para ti
y las chicas. El apartamento ha sido remodelado por completo. Ahora
relájate, ¿quieres?
* * *
Amy se despertó sobresaltada. Buscó su reloj y se dio cuenta con
sorpresa de que no lo estaba usando. Se frotó la frente y trató de pensar
dónde estaba, luego respiró hondo cuando se dio cuenta de que no
estaba en la cama. Sentada, miró a su alrededor con perplejidad y
luego se dio cuenta de que estaba en la playa. Aspiró aire cuando notó
a Celeste cerca, al lado.
Amy se levantó y miró, pero los niños no se habían movido. Ella utilizó su
mano como visera sobre ojos y los vio jugar. Aunque todo se sentía
extraño, no pudo evitar una sonrisa en su rostro. De alguna manera, esto
se sintió bien. Después de un momento, frunció el ceño y se frotó la
frente tratando de recordar cómo llegó hasta allí. Un movimiento desde
el costado de su visión captó su atención, una figura se movía hacia
ellas.
Sabiendo que esto no podía ser real e incapaz de creer en sus propios
ojos, Amy dijo:
439
—¿No puede ser? No puede. ¿No puede ser Maggie? —Amy echó a
correr, rápidamente cerrando la distancia entre ellas. Sin pensarlo, ella
cayó en los brazos de Maggie. Incapaz de creer que fuera realmente
ella, Amy besó su rostro mientras las lágrimas corrían por el suyo. Abrazó
a Maggie y, necesitando estar convencida, gritó—: Eres tú, ¿verdad?
—Agarró los brazos de Maggie firmemente—. Eres tú, ¿verdad? —Ella rio
salvajemente—. ¡Definitivamente eres tú! —Miró a Maggie con
incredulidad—. ¡Puedo sentirte! —Pasó sus manos arriba y abajo por los
brazos de Maggie, maravillada—. ¡Eres piel y hueso! —dijo
emocionada—. Puedo sentirte.
—Jellybean, no puedes.
—Te extraño mucho Maggie. —Cerró los ojos—. Extraño mucho a los
chicos, mucho. —Las lágrimas fluyeron—. Siento mucho no haber ido
contigo ese fin de semana.
—Está bien, Jellybean. Está bien. —Ella hizo callar a Amy mientras
protestaba.
—No.
—No.
—No está mal, es una de las ventajas del trabajo. —Se rio con fuerza.
Amy se estaba riendo mucho cuando Maggie miró más allá de ella.
Dejó de reír. Miró a Amy y dijo en tono serio:
—Lo sé —dijo Maggie frotando los brazos de Amy—. Amy, todo sucede
por una razón, un gran amor y una gran pérdida. Se presentan para
poner a prueba los límites de nuestras almas. —Le sonrió a Amy—. Sin
estas pruebas, la vida sería un camino recto y plano, seguro, aburrido y
completamente inútil. —Parpadeando, Amy miró a Maggie con
confusión. Maggie miró por encima del hombro de Amy—. Ahora
escúchame —dijo ansiosamente—. Necesitas concentrarte en lo que
estoy diciendo. —Ella miró a Amy—. Ella te necesitará. Corre a su lado.
Con los ojos muy abiertos, ella respiró hasta que se calmó.
—Me alegra que tu primer día haya terminado —le dijo Sandra mientras
comía algo de comida china.
Amy asintió.
—Lo sé.
Amy suspiró.
—¿Y?
—¿Qué?
—Piensa.
Amy levantó sus cejas. Nunca dejaba de sorprenderla lo aguda que era
Sandra.
—Dicen que los sueños que parecen tan vívidos, que parecen reales,
ocurren así para que podamos comunicarnos con...
—No —Amy dijo sacudiendo la cabeza—. Lo que sea, que tienes que
decir, no quiero escucharlo.
—Nunca me dijiste.
—Lo que hay que saber es que fue un asno que me dejó por otra mujer.
Fin de la historia.
—¿Qué pasó?
Sandra asintió.
—Su nombre era Mia —dijo con el dolor brillando en sus ojos—. Murió
después que mi abuela.
Sandra se rio.
—De todos modos, el punto de que te diga esto es que tuve un sueño
—dijo Sandra—. Al igual que el tuyo. Era vívido, tan vívido, que cada
detalle se me ha quedado. —Ella miró hacia la distancia y luego se
estremeció levemente. Amy sacó las tazas y notó que le temblaban las
manos. Sandra debió haberlo notado también, se levantó de la silla y se
acercó a ella. Tomando las manos temblorosas de Amy en las de ella,
les dio un apretón tranquilizador antes de pasar a la nevera—. Cuando
mi abuela murió tenía veintitantos —dijo Sandra sacando la leche—. Ella
me crió, ¿sabes?
—Bien —dijo Sandra, luego sonrió a medias—. ¿Qué dijo ella sobre
Celeste?
Amy la miró con sorpresa.
—No sé.
—¿Qué más?
—Sí lo estás. —Insegura de hacia dónde iba esto, Amy miró a Sandra—.
¿Qué crees que estaba tratando de decirte?
—Lo sé.
Sandra asintió.
—¿Qué dijo ella sobre Celeste? —Amy apretó la boca y negó con la
cabeza.
Sandra miró a Amy por un largo momento—. Me casé por todas las
razones equivocadas, ya sabes Amy —dijo—. Tenía quince años más
que yo. —Ella miró dentro de su taza—. Él estaba listo para establecerse.
Pero yo estaba literalmente recién salida de la guardería cuando nos
juntamos. —Ella sonrió con ironía—. Le gustaban las mujeres jóvenes.
—Amy pareció sorprendida. El dolor apareció en la cara de Sandra. Ella
miró por la ventana. Amy esperó—. Mi abuela me había criado —dijo
Sandra finalmente—. Me amaba con locura, pero no tenía ni dos
centavos para derrochar. —Sandra cerró los ojos—. Cuando era joven,
lo quería todo. Soñaba con tener una casa grande, un auto lujoso,
vacaciones de lujo y una cerca blanca. Lo quería todo. Entonces, me
hice la promesa de que iba a tenerlo, pero no sabía cómo. —Ella abrió
449
los ojos y se concentró en Amy—. Hasta que llegó Stuart.
—Mi abuela no quería que me casara con él. Ella sabía la verdad, ya
ves. Sabía que yo no lo amaba, y que era la seguridad financiera lo que
buscaba. Lo supo incluso antes que yo. —Sus ojos se agrandaron—.
Todo lo que podía ver eran regalos y golosinas, nada más. No podía ver
más allá del dinero. —Ella respiró profundamente—. Y fui difícil, en todas
las formas en que una persona egoísta puede ser difícil.
Intrigada, Amy tomó un sorbo de té. —¡Todo lo que podía salir mal lo
hizo! —Los ojos de Sandra brillaron—. No importaba lo que hiciera, no
era suficiente. —Ella miró hacia abajo—. Y al año, fui yo quien no fue
suficiente. Él se echó amantes, y Dios, tenía apetito por las mujeres.
—Ella sacudió su cabeza de incredulidad—. Pero no me fui, me quedé.
Me acostumbré al dinero, ya ves. —Ella miró a Amy—. Y lo sabía, sabía
que me tenía. Sabía que me había comprado. Entonces, hizo lo que le
gustaba, y yo fingí no verlo.
Con los ojos muy abiertos, Amy miró a Sandra incapaz de reconciliar a
la mujer que describía como su amiga.
—Trabajó sin nada para demostrarlo, qué idiota era yo entonces. —Ella
medio sonrió—. No fue hasta que perdí a Mia y estaba sentada en una
gran casa vieja y vacía, sola, que vi lo que realmente era mi vida.
Estaba fingiendo. —Ella se frotó la frente—. Pensé que tenía la vida
perfecta. Vivía en el área correcta, tuve los amigos adecuados, fui a los
mejores sitios en vacaciones. Incluso cuando mi abuela murió, no lo vi.
—Ella sacudió su cabeza—. Solo después de Mia, me di cuenta de que
era yo quien no tenía nada que mostrar. —Miró a Amy— Él era el dueño
de todo, incluso de mí.
—Mi abuela solía decirme que la vida era desordenada, y que no debía
caer en la trampa de tratar de construir un mundo perfecto a mi
alrededor, pero la ignoré —dijo mientras lavaba la taza—. Puedo
escuchar sus palabras que ahora me dicen que busque una
perspectiva, salga a encontrar la vida. Que el punto de la vida, no es
enredarse con cosas que no importan o tratar de darles demasiado
sentido. —Ella sacudió su cabeza—. Dios, la extraño.
Sandra miró a Amy—. La razón por la que te digo esto es porque mi
abuela no tenía opciones, Amy. —Sus ojos se agrandaron—. Tenemos
suerte. Vivimos en un momento en el que nuestras vidas no se dictan
demasiado. No tenemos que permanecer en el camino sin
interrupciones, sin desviaciones, sin cabos sueltos. Tenemos la libertad de
hacer cosas que queremos, cambiar la dirección, vivir nuestras vidas
como lo deseamos. —Ella frunció—. ¿Lo entiendes?
Amy asintió.
Amy se estremeció. Ella podía sentirlo venir. Podía sentir el cambio, las
grietas comenzaban a aparecer a su alrededor.
Sandra miró a Amy. Esperó por un momento. Amy casi pudo escuchar la
pregunta. Sandra preguntó en voz baja, tiernamente —¿Qué se siente,
Amy?
—Sé qué piensas que ayudará si hablo de eso. Pero no puedo ir allí,
Sandra.
—Mírame.
452
* * *
—Ve.
—Hola
Sorprendida, Amy dijo:
—¡Oh, Amy!
Camille sollozó.
454
Capítulo 56
E
n la última hora de su vuelo, en el estrecho y confinado inodoro,
Amy se limpió la boca. Acababa de vomitar. Después de la
llamada con Camille, para su alivio, Alex llamó en unos minutos
para decirle que había reservado el primer vuelo disponible.
En cuanto vio a Colin, Amy corrió hacia él. Parecía perdido en sus
pensamientos. Se detuvo frente a él.
—¿Cómo está?
Colin la abrazó.
—Todavía la están operando.
—Estoy tan feliz de que estés aquí, Amy. Muy contento de que estés
aquí.
Dejaron el aeropuerto.
A bordo del avión, Amy pudo hacer algunas llamadas durante el vuelo,
pero ahora Colin le daba más detalles sobre las heridas de Celeste.
—Al final, está seriamente maltratada con varios huesos rotos —terminó.
—Amy, cariño. Gracias a Dios que estás aquí —dijo Camille abrazando a
Amy con fuerza.
—¿Cómo está?
—Hola Josh.
Amy la miró. Tomó la mano y atrajo a Denise hacia ella para darle un
abrazo.
Amy miró su reloj por enésima vez. Ya llevaba allí más de veinte minutos
y parecía como una eternidad.
Amy sonrió.
—Mamá me dijo que vendrías —dijo arrugando la taza que sostenía con
la uña del pulgar—. Me dijo que has estado en contacto con Celeste
durante bastante tiempo. Que incluso volverías a casa. —Él la miró 458
intensamente—. Las palabras parecen ser inadecuadas en este
momento, Amy, para describir cómo me hace sentir eso.
Amy asintió.
—Lo sé.
Amy asintió.
—Me hizo saber que estabas bien. Pero, yo... —Josh se detuvo. Sonando
profundamente herido, y con algo más que una nota de incredulidad,
terminó— No puedo creer que nunca me hayas contactado. —Sacudió
la cabeza—. ¿Te importó, Amy?
Amy sabía que formar palabras para explicar cómo se sentía, en este
momento, era demasiado doloroso. También sabía que él quería decirle
que estuvo devastado cuando se marchó. Que estaba furioso por no
haber dado señales de vida. Amy lo miró luchar y supo que ahora que
estaba allí, y con la intención de quedarse, vería pronto esa ira. Ella lo
vio llenar su taza.
—Sí, me importó.
—¿Por qué estás aquí? —Frunció el ceño y negó con la cabeza—. ¿Por
qué?
¿Por qué estoy aquí? Por Celeste y no por ti Amy pensó. Suspiró para sus
adentros. Esto era muy difícil. Necesitaban hablar seriamente, pero este
no era el momento adecuado para ninguno de ellos.
Amy lo miró.
Desde que trabajaba en una sala de niños, Amy había sido parte del
proceso de ayudar a los padres a aceptar y hacer frente a las
adversidades que enfrentaba su hijo. La fuerza y resolución que
mostraron muchos padres, y la voluntad de luchar a pesar de las
dificultades y, a veces la pérdida, fueron realmente sorprendentes. Amy
necesitaba encontrar esa resolución. Era hora de que asumiera parte
de la responsabilidad. Era hora de cerrar.
Él se dirigió a todos.
—Las próximas cuarenta y ocho horas son críticas. —Levantó la mano
cuando Fraser avanzó—. Y no puedo darte ninguna garantía, aparte de
decir que somos cautelosamente optimistas.
Algo le dijo a Amy que Sophie lo sabía. Miró a la mujer más pequeña
por un largo momento y luego la abrazó con fuerza, sacando fuerza de
ella.
460
Capítulo 57
H
abía un gran sol amarillo en el cielo de la tarde. Amy estaba de
pie junto a la ventana en la habitación del hospital de Celeste,
embelesada. Durante un tiempo, ella la observó antes de que un
involuntario estremecimiento la recorriera cuando se dio cuenta de que
su tamaño y color eran una reminiscencia del sol en sus sueños de
Maggie. Se giró cuando escuchó un leve gemido y se movió
rápidamente hacia la cama.
—Estás en mi sangre como vino sagrado. Eres tan amarga y tan dulce.
Sin embargo, podría beber un poco de ti y aun así estar de pie... —Se
detuvo cuando Celeste se agitó.
—Llegué aquí tan pronto como pude —respondió—. Apenas has estado
despierto desde la operación.
Amy vio que los párpados de Celeste se agitaban. Durante estos últimos
días, Celeste solo había sido vagamente consciente de su entorno.
La visita a la tumba había sido bastante inquietante, pero ese día Amy
solo pudo describir a Josh como hostil. Él la interrogó con ganas de
saber exactamente por qué estaba allí, y por qué el repentino interés en
Celeste.
Antes de ver a Josh ese día, Amy decidió que, si él insistía, ella le
hablaría de Celeste. Era un riesgo, peligroso, pero ella conocía a Josh, y
él la acosaría hasta que obtuviera las respuestas que quería.
Instintivamente, Amy supo que, para darles una oportunidad a Celeste y
a ella misma, necesitaba poner una estaca en el suelo. Ya no había
lugar para el engaño en sus vidas, sin importar las consecuencias. Ella
decidió que, si la forzaban, diría que se habían conocido recientemente
y que su relación había progresado a algo más.
Josh insistió mucho ese día, pregunta tras pregunta sobre por qué
desapareció. Queriendo saber por qué estaba aquí ahora. Decir que
reaccionó mal cuando ella finalmente le dijo por qué estaba allí ahora,
sería quedarse corto. Josh no era un hombre violento, pero sentado en
el restaurante, ella lo vio luchar por controlarse.
—No puedo decir lo maravilloso que es saber que vas a estar bien. —Un
temblor recorrió su mano—. He estado tan preocupada. Yo… —Amy se
detuvo cuando Celeste frunció el ceño. Recordando que había estado
de acuerdo con Alex y en desacuerdo con Colin de que Celeste no
estaba lo suficientemente fuerte como para escuchar lo que tenía que
decir, terminó en voz baja—. Estoy tan feliz de que estés —Apretó
ligeramente su agarre antes de soltar la mano de Celeste— mejor.
Después de que Amy llegara, Colin había bloqueado todas las ofertas
de Camille e Irene para que ella se quedara con ellos, insistiendo en
que se reuniera con los niños. En los últimos días, él y Alex habían
discutido incesantemente sobre Josh sabiendo y cómo reaccionaría la
familia. Por alguna extraña razón, Amy obtuvo consuelo de sus disputas.
No había duda de que amaban profundamente a Celeste, y en todo
caso, su debate puso de manifiesto los aspectos prácticos de la
situación.
Colin había decidido que sería mejor para Amy regresar a los Estados
Unidos; a donde ella pertenecía, Alex le hablaría sobre el nivel de
aceptación. Seguramente, la familia Cameron no se daría la vuelta y
daría la bienvenida a la nueva situación con los brazos abiertos. ¿Y las
consecuencias con Josh? Pero Colin no permitiría ningún obstáculo en
su camino. En general, después de mucho diálogo y desacuerdo sobre
el tema, las discusiones eventualmente llegarían a un acuerdo sobre el
futuro de Celeste y Amy, en conjunto.
—Así que te alegrará saber que te falta un bazo y tienes algunos huesos
rotos. —Celeste sonrió débilmente—. Qué manera de llamar mi atención
—bromeó Amy. Muy consciente de que, como un órgano vascular, el
bazo, sangraba como un loco cuando estaba herido, y agregó:
—Te amo.
—¿Puedes perdonarme?
Celeste miró a Amy con sus ojos verdes avellana sin ningún pensamiento
negativo.
—Tenemos que hablar, Amy —dijo Celeste, luchando por mantener los
ojos abiertos—, pero parece que no puedo concentrarme en este
momento —murmuró mientras se cerraban.
—¿Lo prometes?
—Estaba en una playa —respondió Celeste con voz ronca—. Los niños y
Maggie estaban allí. —La mano de Amy vaciló. Su corazón cobró
velocidad—. Fue extraño, sentí como si tuviera que irme, pero seguí
siendo rechazada. —Celeste pareció desvanecerse entonces. Después
de un momento, ella abrió los ojos y frunció el ceño—. No puedo
recordar lo que dijo exactamente. —Con ojos pesados, miró a Amy—.
Creo que ella estaba tratando de decirme que vendrías. —Amy se
tragó una sonrisa. Los párpados de Celeste se cerraron, pero como un
niño obstinado, luchó por abrirlos—. ¿Prometes que estarás aquí cuando
me despierte? —preguntó a través de pesados párpados.
—Gracias, Maggie.
466
Epílogo
D
e pie en la puerta de entrada, Celeste frunció el ceño. Hoy era
el cumpleaños de su padre y asistían a su fiesta. Daniel y Naomi
ya se habían ido hace más de una hora con Kate y sus hijos. Ella
gritó. —¿Estás lista ya?
Ninguna respuesta.
—¡No, no estoy lista! —Amy dijo, su labio inferior tembló—. ¡No puedo
encontrar nada para ponerme porque estoy enorme!
—¿No lo ves? ¡Lo estoy! ¡No puedo encontrar nada para ponerme!
—Alzó las cejas y miró hacia Celeste. Deseando atención, hizo un
puchero y abriendo sus ojos todo lo que pudo, dijo—. ¡Toda mi ropa es
demasiado pequeña!
Amy inclinó su cabeza hacia atrás para que Celeste pudiera besarla. Se
besaron profundamente.
Amy se enderezó.
Amy asintió.
Amy se rio.
* * *
Camille se rio y vio a Amy poner comida en su plato. Alzando una ceja,
dijo:
Celeste entrecerró los ojos cuando Josh sonrió, y por primera vez ella
tomó represalias.
Decir que Josh reaccionó mal sería quedarse corto, ya que tras el
anuncio de Amy se negó a hablar con ninguna de las dos. Celeste
había intentado desesperadamente hablar con él, explicarle. Pero él no
escucharía. Ahora estaba en la etapa en que ni siquiera lo intentaba. Él
no quería saber. Cerró los ojos brevemente, consciente de que no
importaba la reacción de Josh, y no importaba cuánto doliera, no
podía negar que estaba orgullosa de Amy. Orgullosa de haber tomado
la decisión de amarla abiertamente.
Celeste miró a su padre. Había pensado que tendría una batalla con él,
pero para su sorpresa, él lo había aceptado. Quizás aceptar no fuera
exactamente la palabra, se dio cuenta, y admitió que había sido en
parte gracias al trabajo duro por parte de Camille, y en parte porque
estaba genuinamente feliz de tener a Amy de vuelta en casa y a salvo.
Fraser siempre tuvo debilidad por Amy y no pasó mucho tiempo,
después de que se enteró del incendio en el que estuvo involucrada,
que estaba nuevamente comiendo de su mano.
Denise sonrió.
Naomi corrió hacia ellos para mostrarles otra concha marina que había
encontrado. Amy y Alex, de buen humor, se miraron el uno al otro, pero
le dedicaron toda la atención que deseaba. 474
Hacía unas semanas, Colin había atrapado la imaginación de Naomi.
Había construido un elaborado mundo de sirenas que vivían muy, muy
lejos, y que solo podía oírse a través de conchas marinas. Desde
entonces, Naomi se había enamorado de las conchas marinas y ahora
tenía una permanentemente pegada a su oreja, esperando
pacientemente a escuchar la llamada de las sirenas. Amy le había
dejado a Colin explicar cuando Naomi se preguntaba por qué no podía
simplemente llamarlos por su teléfono móvil. Ahora, esperar a escuchar
la llamada de las sirenas era una obsesión completa y, ella y Celeste
luchaban para lograr que Naomi dejara de escuchar incluso antes de
acostarse.
Esto parecía tener perfecto sentido para Naomi y, saliendo de los brazos
de Amy, corrió hacia Colin.
—O ascensores.
—Ascensores... No.
Amy asintió.
Alejándose detrás de ellos, Alex se volvió y miró tras él. Colocó su mano
por encima de sus ojos a modo de visera. Su corazón cantaba mientras
miraba a Amy en los brazos de Celeste. Pensó en el día en que la
enfrentó y exhaló. Afortunadamente, eso pasó hacía una eternidad y
una gran parte de su pasado. Escudriñando la playa desierta, arqueó
las cejas cuando oyó carcajadas de Amy. Sonrió y murmuró para sí
mismo mientras se movía rápidamente hacia su compañero y los niños.
—Tal vez éste viejo y tonto romántico tenga algo que contar, después
de todo.
Fin
Bibliografía de la autora
Jacki Kennedy (Omega13) vive en Scotland. Vive una vida ordinaria,
haciendo cosas ordinarias. Hasta que abre su laptop…
—Birds and the Bees. (Es fic de J7 Universo Star Trek Voyager J7)
—Before the Beginning. (Es fic de J7 Universo Star Trek Voyager J7)
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