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una carta a Mirta, que le dejar en la conserjera del hotel. Ac vivir mientras
tenga plata para seguir gastando. Cuando se acabe, buscar trabajo.
Querida Mirta,
A qu me servir vivir si no ests a mi lado. Amar en exceso destruye lo
que amamos: a vos te destruy el automvil. Vos me destruiste (no lo digo con
irona). En esta ciudad te busco porque te has transformado en esa horrible
mquina que encerraba tu corazn acelerado, cuando dormamos juntos. Ahora
te busco sin cesar, pero tu velocidad no me permite arrojarme bajo tus ruedas.
Adems, nunca s por dnde pasars. Tal vez podra acostarme en medio de las
calles por donde pienso que pasars. Eran tantas las calles que te gustaban que
no puedo saber cul vas a elegir. No comprendo cmo llegu a tan absoluta
renuncia de m mismo: ya no tomo en cuenta lo que puedas sentir por m. Soy
un verdadero fantasma: el mundo que me rodea es un recuerdo, slo un
recuerdo. Lo actual no me importa. Dbilmente vuelven a m versos que me
gustaron y que retuve en la memoria, fortalecida por la nostalgia; versos que
fluyen como ros, rodeando imgenes de rboles genealgicos o reales, rboles
del mundo entero que no olvido: "Es lo que llaman en el mundo ausencia / fuego
en el alma y en la vida infierno".
Lo dems no existe, las ganancias, los precios de las cosas, la vida en la
ciudad, los libros, las cuentas, las estafas, las guerras, las revoluciones, el
prestigio, el deshonor, el sexo, la codicia, el terror: nada importa, pods estar
segura, cuando el dolor ha carcomido los huesos y la sangre que la vida reanima
por un instante frente al automvil que te lleva.
La leccin de dibujo