Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Julin Maras escribi sobre la Espaa posible en tiempos de Carlos III. Hoy, acaso,
cabra hablar de la Espaa imposible de Zapatero. Y vuelven a escucharse voces
regeneracionistas o reflexiones sobre la realidad de Espaa. Viejos textos de cien o
muchos ms aos parecen cobrar extraa actualidad, y apenas ya sabemos si Espaa es
Nacin, Nacin de naciones, Estado o realidad en peligro de extincin. El progresismo
castizo tiene freno y marcha atrs. Recupera vigencia la distincin orteguiana entre la
Espaa oficial y la Espaa real, mucho ms vertebrada y saludable y, por supuesto, real
esta ltima. Incluso, dando un paso ms, la Espaa oficial se vuelve, da a da, ms
irreal, hasta alcanzar el estado de lo imposible.
Sus principales sntomas son fciles de diagnosticar. Por fortuna, no es tampoco muy
difcil su curacin. Basta con que la Espaa real disuelva la fantasmagora de la oficial.
Ni siquiera es preciso apelar a lo ms ruidoso y visible: la negociacin con la banda
terrorista ETA y la gestin de los atentados del pasado 11 de marzo.
Tambin se opera un extravagante viraje en nuestra poltica exterior. Bien es verdad que
el cambio es muchas veces ms aparente y algo hipcrita que real. Por ejemplo,
Afganistn. Pero lo cierto es que la comunicacin parece mucho ms fluida con
Venezuela que con Estados Unidos. Siempre nos queda Europa, aunque del corazn
prometido hemos pasado ms bien a la periferia. Al fin y a cabo, estamos en un extremo
de Europa. Y, mientras tanto, todos somos ms vulnerables ante la inmigracin ilegal, y
ms dbiles ante eventuales amenazas del sur. Y va por un lado la Espaa oficial; y por
otro, la real.
La salud, relativa, de la Espaa real y la bondad de lo logrado en los ltimos aos, hacen
que los sntomas no sean todava ms agudos. Pero la amenaza, aunque la situacin no
sea comparable a la de los tiempos peores del siglo pasado, no es irreal, aunque sea
oficial. Ms an que malo, el actual parece un Gobierno imposible para una Espaa
imposible.