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Los norteamericanos de la vieja generación y los extranjeros que visitan nuestro país se quedan
“horrorizados” al ver el modo como criamos a nuestros niños. Las personas mayores se quejan a
menudo de que los niños se crean sin buenos modales. Los europeos tienen la sensación de que
a nuestros niños se los ve y se los oye demasiado, que los padres son unos padrazos,
excesivamente indulgentes, y que en cierto modo son los niños los que llevan la voz cantante en
el hogar. Como prueba de la tendencia en este tipo de socialización, señalan las faltas de
asistencia y conducta en las escuelas medias, la delincuencia juvenil en nuestras grandes
ciudades, el aumento de los crímenes y del libertinaje en nuestros ciudadanos adultos.
Hay que presuponer que en cualquier sociedad la socialización de los niños tiende a integrarse
según las formas de pensar, los fines, las creencias, las valoraciones y los ideales de tal
sociedad. Esta integración nunca es perfecta, pero ayuda a “dar sentido” a lo que puede parecer
un comportamiento incongruente e indisciplinado. La consideración de los siguientes puntos
contribuirá a explicar el tipo de socialización que se observa en los niños de Norteamérica.
a) En los Estados Unidos ha sido siempre tradición, el tener en gran estima la personalidad
individual. Esta estima no se ha limitado a los adultos ni a una determinada y transitoria fase
de la vida de la persona. Tal respeto se extiende incluso hasta los niños más pequeños.
c) La falta de aprendizaje social impide que la niña asimile las pautas adultas del
comportamiento femenino y que el niño adopte las masculinas. Aprender en la acción diaria,
en compañía de los padres y a imitación suya es algo que responde más a la vida familiar
agrícola, estable. En el cuadro de la vida norteamericana hay numerosos “sustitutos” de los
padres que desempeñan funciones de familia con los niños.
d) El relativo aislamiento del grupo conyugal inmediato impide que el niño desarrolle
relaciones emotivas difusas con un grupo mayor de parientes adultos. El niño halla su
seguridad y cariño únicamente en los padres, y no en ámbito más extenso de los parientes,
abuelos, tíos y primos.
Las investigaciones en este campo de la socialización se van realizando solo gradualmente, por
lo cual nuestros análisis han de ser necesariamente diferentes. Sin embargo, las tendencias que
acabamos de indicar están relativamente bien marcadas en la sociedad americana. No queremos
decir que expliquen perfectamente el problema del “abandono” de los niños, ni se aplican en
todas partes sin restricción. Hay muchas diferencias locales, regionales y sociales en la
educación de los niños.
El tipo rural de socialización difiere del de las familias urbanas. En la familia rural las
posibilidades de relacionarse con un grupo mayor de parientes, de establecer una colaboración
más íntima entre marido y mujer y entre padres e hijos, así como el conservativismo y el
tradicionalismo de estas familias hace que la sociedad de los niños en las aldeas o en el campo
no esté tan trabada por falta de aprendizaje social. Sin embargo, los tipos rurales de
comportamiento van cambiando rápidamente con la irrupción de la cultura urbana en las zonas
rurales a través de los medios de comunicación.