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PRECIO DE CADA VoLUMEN: 3,50 rEserAs
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OTENBERG DE Jose
UIE HERMAROS, suctoORES
PLARA DE SANTA ANA, NOM. 13
1912PROLOGO
Es Gustavo Lo Bon uno do los eseritores franco.
8 més conocidos en Espafia. Sus libros La Psicolo-
fa de las Multitudes, La Psicologia dela Rducacién,
ast como ol do Las Leyes psicolégicas de la Boolu-
cién de las pueblos, han dado entro nosotros & su.
autor el renombre que por sus altas cualidades
de ponssdor y do escritor merece. Por esto nada
sedate ae et aiestans octane 7
ra dala tandancia que rapratents,
ton ser ella de miusbe intportanoia eu el moviaalon:
to social contemporfneo. Atencién especial merece,
singularmente en nuestro pals, In critica sovera y
exteta que hace en este su libro La Pst0oLoofa Po-
LETIOA ¥ LA DEFFNSA SOCIAL del estado de Ia admi-
aci6a pdblica y aun detodo elrégimen del pue-
blo franeés, El poder legislativo, el ojecutivo, In ad-
ministraci6n de justicia, 1a administracién colotial,
In marina y las distintas clases sociales de Francis
son juzgidos con tal copia de datos y con tan sove-
ro ¥ elorado espfritu de justicis, quo los juicios
dol autor, desgraciadamento aplicables de todo en
todo & algsin otro pais, dejan on el fnimo del lector
imparcial y desapasionado Ia seguridad de una no
Iojana trinsformacién, por virtud do la cual se de-
puren 6 renuevon todos estos hoy onfermos orga-w PRbtoco
nismos, vordaderos fundamentos de las sociedades
‘contemporéneas.
A juicio del autor, Ia politica francesa gira prin-
cipaimente, en el momento actual, sobre estos dos
principios: el estatismo y ol miedo, A influjo del
socialismo, se pretende que el Estado intervengs
‘en todo, lo pueda todo y lo sea todo, shogando Ia
onorgia individual y cuanto de ella nace, en los
diversos 6rdenes de la vida, reemplazando el libre
{y grandioso concierto de la concurrencia en todas
as esferas do In industria y el comercio, con Ia
socializacién de los servicios que sean origen y
fuente de riquera. Y como mévil 6 inspirador Gni-
0, aparece el miedo, quo obliga & legisladores
hombres de gobierno 4 votar leyes y dictar modi-
das encaminadas exclusivamente & aquietar Iasoxt-
goncias, cada dia crectentes, de esa Confederacion
del Trabajo y Ins ansias dol partido obrero, més
vivas y perturbadoras cuanto mayor empefio se
pone en satisfacerias.
‘Acorba y no desprovista do pasién os la erftion
dol autor, en Io que & osto particular so reflere, ol-
‘vidando, al parecor, quo, por ley incontrastable de
la Historia, contra la cual nada puede la voluntad
humana, Ia lucha dol capital y ol trabajo es, en lot
tiompos modernos, Ia caracteristica no ya do Fran-
cis, sino de todos los pueblos civilizados. Mucho se
complace M. Le Bon on citar con frecuencia, como
ejemplo que debe seguirse, ol de Inglaterra, sin pre-
sentir el quo acaba de ofrecernos este gran pue-
blo al resolver Is huelga de os obreros de las mi-
nas do carbén, mediante una ley que obliga & los
patronos 4 acoptar ol salario mfnimo imperiosa-
mente exigido por los obreros. ¥ es quo ante esto
hhocho nuevo, grandioso y transcendental, como nin-
R6L090 vm
gin otro, de Ia confederactén de los trabsjadores
do todas Ins industrias do una naci6n, no cabe otra
resistenola, por parte de un gobierno, por poderoso
quo sea, que Ia que nazoa de la justicia Ia cual, como
imporativo de In conoiencia, se Smpone siempre &
Ja colectiva de un pueblo. No hay ya un s6lo obre-
ro en ningin pafs industrial quo no osté plenamen-
te convencido de quo él y sus compafieros repre-
sentan en Ia vida social el elemento de mayor
faorza 6 importanela creador de 1a riqueza. Dice
M. Le Bon que sin Ia burguesis activa 6 intoligen-
tono habria industria. Cierto; pero no lo es menos
quo esa iniciativa individual, en lo quo tiene do fo-
‘eunda, puede sor con ol tiempo reemplazada por
otra colectivs, mientras que, ni ahora ni en el porve-
rir eabe Ia eroncién de riquoza sin la cooperaciéa
mayor 6 menor dol obrero manual, verdadoro At-
ante sobre cuya espalda, on Ia realidad de tas co-
jontn al mando. Mientras los obroros han
vivido aislados unos do otros, ha sido posible con-
siderarlos como meros instrumentos de trabajo.
Desde que se concertaron y unieron, aun con todas
Jas asporozas 6 imperfecctones do tamafia empresa,
Inclase obrera es considerada, y con raz6n, como
tuna fuerza é In que no so puede negar ol respeto
que merece.
No quiere decir esto que los obreros, prevalidos
de su poder, no abusen de 61 en muchas oessiones,
y, exagerando sus pretonsiones, no pidan al Estado
ylaun & los patronos, mucho més de aquello que,
por equidad y justicia, les es debido; pero no
hay que olvidar que en la vida moral como en la
fisica, In roaccin os igual y contraria & 1a acoién y
que, si ahora el problema de la justa relacién en-
tro ol capital y ol trabajo reviste todos los caractalgae ame cea
SSeS eS =e
var PRbLoao
res de una verdadera lucha do clases, natural cosa
es que esta lucha encienda Ia pasién en ambas par-
tos contendientes y que sea més intensa y pertur-
badors en aquella que, por su larga historia de sor-
‘vidumbre,miseria 6 incaltura, mayores agravios ha
recibido y mayor esfuarzo tiene que hacer para
‘conseguir el fin quo se propone. No es Ifcita le po-
litiea del miedo ante ese nuevo y formidable po-
der obrero que se levanta; poro més que impraden-
to, es loca temeridad tratar de ahogarlo y disolver-
Jo con mausers y bayonetas, que no alcanzarén ja-
més & destruir el fondo de justicia con que toda
‘alma gonerosa acaricia ol triunfo de wna més equi-
tativa relacién entre obreros y patronos.
En la obra comploja del progreso humano sirve
4 veces ol mal con Ia misma eficacia que el bien.
EI miedo, y esto lo demuestra M. Le Bon, ha hecho
fen bonoficio do Ia causa obrera tanto, por lo meno’
como el convencimiento de 1a justicia de alguna
de sus reclamaciones. Recuerdo & este propésito un
hecho significativo acxecido en nuestro pais. Sabi-
do es que en el afio 1900 ol Sr. Dato, eon gloria de
‘sa nombre, diets una do Ins leyes més importantes
para el obrero: la de accidentes del trabajo. Apro-
‘b6s0 esa ley por el Congreso y el Senado, casi sin
discusién, como si fuera cosa de poco momento, sin
provor la transcondencia extraordinaria que habia
do toner en las relaciones ontro patronos y obreros
y do la gravo responsabilidad moral y oconémica
quo, desde sa publienctén, iban 4 contraer los pri-
meros. Convoncios los obreros de sa importancis,
exigioron, desdo e! primer instante, su camplimien-
to por todos los modios quo las leyes les han conce-
dido y, por su parte, Ins patronos, comprendiendo
que no habia mis remedio que cumplitia, dedicé-
a
Rovoao «
ronse, por un bien entendido interés -econdmico, &
multiplioar loz medios do ovitar y provenir los noel
dontes. El resultado ha sido tal, quo-en las estadis-
ticas publicadas por el Instituto de Reformas Socia-
les s0 obsarva al caso curioso y significative de que,
desde el aio 1901, Ia gréfica de los accidentes del
trabajo disminuye constantemente, hasta el punto
de que ahora, por fortuna, son raros los casos de
dosgracias quo antes eran cost ordinaris, 6 por lo
‘menos, frecuente.
Un suoeso tan grave como ol de Ia Confederactén
dol Trabsjo, no s6lo ha engendrado el miedo on ol
gobiernoy en las clases superiores de Ix nact6n,
sino que ia dado nacimiento en toda Ia clase obre~
ra, y hasta en una gran parte de la sociedad franoe-
sa, una nuova corriente do ideas y sentimiontos
quo si, por desgracia, logaran & prevalecer sorfan
causa de enervamiento, primero, y do ruina, des-
pués, de Ia vecina Repiiblica. Para M. Le Bon, 18 ca-
racterfstica del pueblo francés en el momento pre-
sonte, es su falta do amor & sus grandes ideas 6 ins-
tituoiones que, como Ia patria, el Estado, la familia,
Ja justicia, ol ejército, son y deben ser siempre ol
alma meter y como Ia suprema idealidad do toda
nacién reciamente eonstitufda. No estamos lejos de
pensar, como M. Le Bon, on lo que & este particular
atafie; estimamos como grave desgracia quo s0 aflo-
jen 6 debiliten en lo mas minimo estos nobles sen-
timientos de amor fla patria y & todo lo que elle
ropresenta, porque son, 4 nuestro juicio, no sole-
mento ol mas bello patrimonio espiritual del alme,
sino también fundamento inconmoviblo de Is n
cionslidad de.un pueblo. Lo que hay es que, & nues-
tro entender, M. Le Bon considera como general y
dofinitivo un hecho ciertamento parelal y pasajoro,x Rov0G0
La solidaridad humana es, sin dada alguna, superior
4 la idea do patria, pero no es su negaci6n; y ambos
sentimiontos pueden coexistir, con su respectiva
fuerza, en el alma humans, como coexisten en ella,
sin destruirse, el amor filial y ol paternal. Machos
afios hace que s0 dijo: ubi liberlas, ibi patria, 1o cual
no ha sido obsticulo para que los hombres hayan
sacrificado on todas Ins naciones sus vidas, y oon
mayor ardimiento y abnogacién cuanto més gran-
des ham sido las desgracias de Ia patris.
Y buena prucba de esto dltimo pudiers sor, st
fuera necesario, este mismo libro do M. Le Bon.
Desde su primera piigina hasta Ia ditima es todo él
una amarga y & voces despindada erftice del régimon
bajo el cual vivo ol pueblo francés, y de todas Ins
fuorzas quo en 61 actéian como influyentes 6 gober-
nantes, El Parlamento, ol cuorpo electoral, la admi-
nistracién de justicia, of ejéreito, Ia marina, ol réai-
men colonial, Ia administracci6n piiblica activa y
pasiva, ol sistoma penitenciario, todo, en fin, abso-
Tutamente todo lo quo constituye ol organismo de
esta nacién, aparece en ese libro como érganos tl-
corados que amenazan acabar, si no se curan pron-
to, con la vida nacional. Y, sin embargo, no hay una
sola linea, ni siquiera una sola palabra en que no
vibre ardionto y luminoso el més intenso patriotis-
mo. Podri tacharso al autor de este libro por su
sentido excesivamente conservador, que le lleva
hasta considerar como necesaria y Justifloada 1a
pena de muorte; podra docirso de él quo da excesi-
vo relieve y pono demasiado colorido & Ia corrup-
cidn de Ia burocracia francesa en todos los 6rdenes
do su administracién; lo que nadie 30 atrevers &
sostoner es quo no se rovolo on todo lo quo el autor
ha oserito un amor apasionado Ia causa del bien
Pr6x000 m
do Ia grandoza del pucblo francés. Es posible que
G esto, y & sus grandes condiciones de esoritor cas
tizo y de estilo pintoresco—diffotles de advertir on
esta traduecién, en Ia que se ha atendido més al
pensamionto que & Ia forma—so deba prineipal-
‘mente ol encanto con que se lee este libro.
‘Macho respoto nos merecen las opiniones de
M. Le Bon y do los que como 61 plensan. Pero ante
esta oleada, eada din més general y poderosa, de In
clase obrera en los principales pueblos del mundo,
y ante los vicios 6 iniquidades del régimen capita~
lista, 03 indudable que, querémoslo 6 no, vamos
todos como arrastrados por uno de esos movimien-
tos fatales de In Historia, que 1a voluntad humana
podré moderar pero no impedir, ¥ quo sefialen un
adelanto en la marcha do In humanidad. Et siglo
sado ha sido el do la lucha por Ia libertad, el do
la reivindicacién de los principales derechos de
Ia personalidad humans, Todo anuncia, con sefiales
ovidentes, que el siglo actual ser el de a conquis-
ta do In justicin. Justicia en el derecho privado y en
el derecho piblice, y por lo tanto, y con mayor
‘empefio, en las relaciones, hoy ciertamente pertur-
badorss, entre el capital y el trabajo.
José M. Goxzitez.eer eee —
r
LAPSICOLOGIA POLITICA Y LA DERENSA SOtIAL
LIBRO PRIMERO
FIN Y METODO
CAPITULO PRIMERO
Palcologia politten,
La primera manifestacién del progreso da nina
cioncia es ronunciar & las sencillas explicacionos
que contienen sus comienzos. Lo que parece al
Principto fécil de comprendor, llega & ser mfs tar-
de muy dificil de explicar.
Los estudios relativos & Ia ovolucién do Ia vida
do Jas naciones han sufcido el mismo proceso. Des-
pués de haber tratado do interprotarlo todo, los
historisdores comtenzan 4 vor quo disertaban’ mu-
chas veces sobre quimeras.
Los fenémenos sociales aparecen hoy como m
canismos extremadamente complicados, estrecha-
mente jerarquizados y do gran diflcultad. La evo-
Incién do los pueblos es tan compleja como Ia de
Jos sores vivientes.
La ciencia investiga adn as leyes que determi-
nan Ias fransformaciones de las especies y que con-
dicionan sus formas sucesivas, Las leyes de la evo-~~ ww a wa
2 peIcoroata POLITICA ¥ DRFENSA SOCIAL
lucién social son atin poco conocidas. S6lo algunas
han sido vislambradas.
No habiendo salido do Ia fase de Ins generaliza-
clones vagas y do las conjoturas ol anilisis de los
diversos elementos, cuyo conglomerado constituye
una sociedad, permanoco muy fragmentaria atin Ia
visi6n de las cosas, con que so contontan los tebri-
03 de lo dosconocido. En el encadenamiento de
Jas nocesidades que dirigen Ia trayectoria do Ia
vida de un pueblo, eligen aquollas que més impre-
sionan su espirita y olvidan las demas. Por esto, el
Yinico interés de la Historia parocia ser el relato de
Jos hechos de Jos soberanos, y sobre todo de sus
bbatallas, Todo lo que conciorne 4 In existencia de
los pueblos era hasta hace poco tiempo desdefiado
6 ignorado.
La ciencia ya no so contenta con las broves res-
puostas de 108 tiompos pasados & los porqués que
surigfan de todas partes y de los cuales osté Mena In
vida politica de Ins naciones. ;Por qué tentos pue-
los surgen bruscamente de Ia nada y Ilenan el
mundo con el raido de su grandeza? 4Por qué des-
puds se han sumido on un olvido tan profando que
durante siglos s0 ignora todo lo quo & ellos $0 re-
fiero? 406mo nacen, evolucionan y mueren los dio-
ses, Ins instituciones, las longuas y Ins artes? ;Rigon
Iss soviedades humanas, 6 son, por el contrario,
rogidas por aquéllas? Por qué ciertas creencia
como el islamismo, surgieron casi instanténeame:
to, mientras quo otras tardaron sigios en establo-
corse? ;Por qué ol mismo isiamismo sobrovivi6 sl
poderio politico quo lo sirvié de base y se esparce
todavia, miontras otras roligiones, como el eristi
nismo y el budismo, parecen declinar y acercarse &
su fin?
-——p-
1A patcoroata routrica .
A todos estos porqués y & muchos otros no falta.
rin nunea respuestas. Nos parecemos & os nifios
quo todo lo preguntan. Pero las explicaciones, que
satisfarian é una ciencia incipiente, cuando alcanza
su madurez no las admite ya,
Ha pasado ya Ia edad en quo los dioses dirigfan
Jn Historia, La providenoia bondadosa que guiaba
nuestros pasos inciortos y reparaba nuestros erro-
ros so ha desvanecido para siempre. Abandonado
4 s{ mismo, ol hombre necesita orientarse solo en
el pavoroso caos do las fuerzas ignoradas que le ro-
dean. Estas atin lo dominan, pero va aprendiondo
& dominarles 4 su vez. Esto dominio, cada vex més
scontuado, sobre la naturaleza es lo que significa la
palabra progreso.
No Ussla dominar Ja naturaloza: ef hombre que
viva en sociedad debe apronder & dominarse 4 sf
mismo y someterse 4 las leyes comunes. A los jofos
do las naclones corresponde In misién de dictar
‘estas leyes y hacorlas respetar.
Siempre hs sido un problema muy diffoil ol de
conocer los medios de gobernar ttilmente 4 los
pueblos, es decir, Ia Psicologia polftica; pero esta
diftcultad es aiin mayor hoy en que las nuovas ne-
cesidades econémicas, nacidas do los progresos
cientificos 6 industrialos, pesan duramente sobre
os pueblos y escapan 4 Ia accién de sus gober
nantes.
La Psicologia politica participa de Ia misma in-
cortidumbre, Pero es necesario, sin embargo, utilt-
zarla tal como es, porquo los acontocimiontos nos
empujan y no esperan. Las decisiones que estos iil-PSICOLMGEA roxtrica ¥ parRNsA éoctAt,
0s obligan & adoptar tienen muchas voces una
importancia considerable, pues las consecuencias
do un error pueden pesar sobre muchas generacio-
nes. El siglo que ha precedido al nuestro nos sumi-
nistea en este respecto numerosos ejemplos.
Las reglas m4s importantes dol gobierno de los
hombres sonlasrelativas 4 Ia accién. ,Cufndo, emo
J en qué Hmites obrar? Le respuesta 4 estas pre-
guntas constituye todo ol arte do Ia politics
Analizando los errores politicos de quo esté sem-
brada Ia trama do ta Historie, so deduce que tuvie-
ron aquéllos generalmente por causa errores de
psicologta
Las artes y Ins cioncias estan somotidas & olertas
regins quo no se pueden impunemente violar, 6
igualmente existen también otras inmutables para
gobernar & 1os hombres. Sa descubrimiento es may
Aificil, sia dude, puesto que hasta ahora muy pocas
han sido claramonto formuladas.
El Ginico tratado vordadero de Psicologia poltti-
e0 conocido fu8 publicado hace cuatro siglos por
tun ilustro florentino, & quien su obra le hizo in-
mortal. El suntuoso mérmol que protege su suefio
otorno ost bajo las bévodas do Ia eétebre iglosia
Santa Croce. Esto pantoén do las glorias de Italia
enciorra magnificos monumentos dedieados & Ia
memoria de los hombres que labraron su grande-
za: Miguel Angel, Galileo, el Dante, ee. Los méri-
tos do estos semidioses del ponsamiento estin gra
bados en letras de oro. En esta galeria do hombres
ilustres no hay més que una tumba sobre I cual
se haya juzgado indtil establecer una extenss ins
1A PercovootA Poxtrica 6
cripoién. Una sola Indicacién figura en ella: Ma-
quiavelo, 1527. Tanto nomini nullum per elogium
(oingén elogio iguala 4 tal nombre)
La obra quo valié é su autor un epitafto tan glo-
rioto y tan breve es un pequofio libro titalado Bt
Principe y al que he aludido anterlormente, El
lustre escritor formula allf regias precisas sobre
¢l arte do gobernar & los hombres de su tiempo.
De su tiempo y no do ningtin otro. Por haber ol-
vidado esta condicién esencial es por 10 quo el li-
bro, en un prineipio tan admirado, fa6 vituperado
més tarde, cuando Ias ideas y las costumbres ha
ban evolucionado y ces6 de ‘adaptarso & las noce-
sidados de las edades nuevas. Entonces fa6 cuando
Maquiavelo pasé & ser maquiavélico,
El omlnente psicSlogo, que posets el nontido de
| realidad, investigaba no 10 mejor, sino dnica-
mento 10 posible, Para penetrar en’ su gonio es
nocostrio trasportarse & aquel perfodo brillante y
Perverso en que Ia vida del projimo no tenia im-
portancia, y donde el hecho de llevar el vino con.
igo para no ser envonenado cuando se iba & comer
4 casa do un cardenal, 6 de un amigo, era conside-
rado como un hecho natural. Equiparar la politica
do aquelle edad con las ideas de la nuostra seria
tan ilégico como querer interprotar Ins Crazadas,
Jas guorras de religi6n y Ia Saint-Bartholomy con
Ja luz de las concopetones actuales.
Maquiavelo no era un simple tebrico. Intervi-
niendo directamente y por razén de sus cargos en
Jn politica activa de su pats, habfa pasado por las
disonsiones que perturbaban las repéblicas italis
nas quo so hallaben entonces en pleno régimen sin-
dicalista y sin cesar conmovidas por Is més san.
griontas discordias, Habia visto en 1602 4 Florencia6 PSICOLOGIA TOLITICA ¥ DRFMNSA SOCIAL,
obligada & crear el gonfalonato vitalicio, que no
‘ora, on realidad, més quo una vordadora dictadura
perpetua, os decir, cesarismo puro. Esta filtima for-
ma do gobierno le parecfa uns fase fatal de
quia, que han engendrado siempre los gobiernos
populares, y no se engefiaba, puesto quo todas las
repGblicas iteliames terminaron en elle, como antes
Jas repablicas atenionse y romana.
La mayor parte do las reglas del arte de gobernar
4 los hombres, ensofiadas por Maquiavelo, son dos-
do hace largo tiempo inutilizables, y, sin embargo,
cuatro siglos ban trascurrido sobre los restos de
este gran hombre sin que nadie hays intentado imi-
tar su obi
La Psicologia politica, 6 oiencin de goberpar, 6s
sin embargo tan necesaria quo los hombres do Es
tado no pueden pasar sin ella, y en efecto, no pres-
cinden de ella; pero, faltos de loyes formulades,
constituyen su ‘nica guia les impulsiones del mo-
mento y algunas reglas tradicionales muy sumarias
quo les condueon frecuentemente & Iamentables
errores. Napolesn, tan conocedor de Ia psicologia
do los franceses, ignoré profundamente Ia de los
rusos y Ia de Jos espafioles. Esta ignorancia fu6 le
causa de guerras en las que todo sn genio de con-
quistador so estrell6 contra un patriotismo inospe
rado quo ningun fverza hubiera podido voncer. Bl
heredero de su nombre, mal aconsojado, cometié
en Crimea, Méjico, Italia y otros sitios errores gra-
visimos do psicologia que oeasionaron f los france-
ses una nueva invasion,
Los grandos directores de los hombres son, m
cesariamente, grandes psiedlogos. Sin el conoci-
miento iatimo do In mentalidad de los individuos
y de los pueblos quo posefa tan admirablemente
|
1A PacOLOG!A POLITICA 1
Bismarck, Ix suferioridad de los ejércitos ger- |
‘manos no habiesb bastado para fandar la unidad |
alematia,
La Psicologia politica se oonstraye con diversos
materiales que son: la psicologia individual, Ie
psicblogia de Ins multitudes y Ia de las razas, Nuos-
tros maestros consideran estos conocimientos como
porfectamente inttiles, puesto que no se encuentran
mencionados en ninguno do sus programas. En la
Escuela de Ciencias Politicas hasta parece ignorar-
80 su existencia. No es extrafio que se pueda ser
doctor en Ciencias politicas sin haber ofdo Jamés
hablar de conocimientos que son, sin embargo, 1
vordadoras bases de Ia politicnt
El dinlco bagajo psicol6gico de les modiant
lus hombres de Estado, lo constituyen algunas no-
clones tradicionales, y s0 encuentran absolutamen-
te desoriontados anto ciertos problemas nuevos &
los que Ia rutins no da soluci6n. Cuando se toman
por guia las impulsiones de los partidos, los erro-
res que se cometon sin innumerables. Muy larga
seria su lists, aunquo s0 limitara & estos dltimos
afios, Error eraso de psicologia es la separacién d
la Iglesia y el Estado, quo concede al clero una
independencia y un poder que los més cat6licos de
nuestros reyes no hubieran jamés tolerado. Erro-
res fandamentales de psicologia son nuestros prin-
cipios de educacién, tan diferentes de aquellos que
condujeron & Alemania & Ia realizactén de todos
sus progresos ciontificos, industriates y econémi-
cos. Errores de psicologia son Ias ideas de asimila-
ci6n, € los quo las oolonias francesas deben su de-Bi
SSS ae ee ee
8 PsICOLOGIA PoLtrica ¥ DRFRNEA soctAt
etdoncia. Error do psicologia es Ia disposieién que
introduce on el eféreito los apackes antiguamente
confinados on batallones ospeciales compuostos de
otros apaches, y on donde por consecuencia st eon
tacto no podia contaminar & nadie. Error de psico.
Togia gravo es tambiéa la capitalacién del gobior.
no on Ia primora huolga de empleados de Correos,
Error de pstcologia es un gran nimero de nuos.
tras leyes quo pretonden ser humanitariss. Eiror
do psicologia, on fin, es osta utépica esperanza de
Tehacor las sooiedades & fuerza de decrotos y Ia
croencia de que un puoblo puede sustraerse com.
Plotamento 4 Ia influoncia de su pasado,
Las fuerzas quo determinan Iss acciones de un
Pueblo son complojas: fuoreas naturales, econdmt.
ns, histéricas, politicus, ote, Terminan, finalmente,
Por producie ciorta orientacién en nuestros pensa,
micntos y, por consecuonela, on nuestra conducts,
Estas diverses fuerzas acaban transformandoso en
fuoreas psicolégicas, en las que, por lo tanto, todas
Iss otras se rosumen
Las diflealtades entre los puoblos son algunas vo-
cos tan graves que no pueden ser resueltaa mas que
4 eafionazor; ol nico derecho quo entonces 86. in,
voos es Ia ley del més fuerte. Asi acontecis en las
diferencias de Prusia y do Austria, del Transvaal y
do Inglaterra, dol Jap6n y de Rusia; pero ousndo =
trata do cuestiones socundarias, los factores psioo,
\égicos, hébilmento manejados, cousiguen tlyunes
veces reemplazar & los argumentos militares Uni,
camento puodo desdofiarias un adversarlo muy sa.
perior en poder, enarbolando su ospada como lo
LA Pstcovoata rouirica, 9
hicieron Napoledn y Bismarck, y ol adversario ten-
ara quo someterse esperando la hora del desquite,
que seguramento llegara.
Nadio es hoy bastante fuerte para emplear estos
Procedimiontos sumarios. Las alianzas no permiten
ya & ningén soberano hablar como si fuese el finieo
amo. La arontura de Marruccos ha ensefisdo 4 lor
Pueblos ls suerte que los espera si no sabon solide
ritar sus debilidades para defenderse, Es, por lo
tanto, indudable que las discusionos provocadas
Por Jos incidentes de Ja vida cotidiana so entablan
entre faerzas poco menos que iguales, y ontonces
I psleologia sdquiere importancia y les teciones
diplométicas pueden llegar & sor decisiv
Es cierto, sin ombargo, quo esta acei6u no os hoy
Jo que sntiguamonto era. El piblico, enterado por
al telégrato, ol teléfono, los periSdicos, discute
apasionadamonte los més insignifleantes aconteci-
mientos politicos, mientras los diplométicos cam.
bian lentamento sus notas seoretas. Antes negocia-
ban con el mayor sigilo y secroto, ahora discuten
4 In Iuz dol sol y sigaiendo Ia opinién en lugar di
Procoderla. Y, sin embargo, su papel, injustamente
desdefiado, tiene cierta utilidad: acontecimientos
reclentes lo demuostran.
‘Muchas cuestiones importantes han sido, en efsc-
to, solucionadas gracias 4 la intervenci6n diploma
tica. Stevan do ojemplos el bombardeo de los vapo-
Fes posqueros ingleses por los-acorazados rusos al
comienzo de la guerra con el Japén; asunto do Ca:
sablanca; diferoncias austro-rusas & propésito de
Sorvis, otc. Si on Ias-visperas do 1870 Francia hu.
biose tenido diplométicos de un nivel un poco més
que modiano, so habria aplazado la guorra hasta to.
ner proparadas las alianzas,10 PAICOLOGIA roLITICA ¥ DEFRNEA SOCIAL
En fin, la Psicologia politfoa ensefia & resolver
los problemas quo so plantean en cada momento,
| tales como el do saber cuindo es necesario coder fi
| oponerse f las exigencias populares. Los hombres
do Estado, segtin su tomperamento, coden sistema
ticamente 6 resiston siempre, y éste es un detosta-
| ble principio. Es nocesario saber resistir 6 coder,
segiin las circunstancias. Fsta os la parte do la Psi-
cologia politien més difieil y cuyas consecnencias
pueden producir errores més graves. La Revolu-
cidn francesa hubiese sido evitada y seguramento
atenuada si en la época de la crisis agricola y fins
ciora do 1788, quo acreci6 la misoria de Ins olasos
obroras por 61 hambro y Ia falta de trabajo, la cla
aristocrdticn no hubiese persistido en rechazar Ia
igualdad fiscal, De aqui provino un odio intenso
contra Ias clases privilegiadas y los motines que en-
gondraron Ia desmoronacién de todo Jo existonte,
www www
Extrafiado en alguna ocasién do Ia falta de obras
especiales sobre Psicologia politica, esperé constan-
temente so llenaso esto vacfo. Después do diet at
casi exclusivamento consagrados & las experienc!
de fisies, cuyo resultado es mi libro sobre la evolu-
cidn de Ia materia, estas investigeciones resultaron
demasiado costoses para persistir on ellas, Tave que
abandonarlas y mo resigu6 & volver & mis antiguos
estudios. Deseoso de aplicar & In politica los prinol-
pios expuestos en muchas de mis precedentes obras,
rogé 4 mi eminento amigo ol profesor Ribot que me
indicase Los tratados de Psicologia politica publioa-
dos duranto ol tiltimo siglo. Su respuesta me con-
veneié de que no existian, Mi extrafieza faé la mi
«Jew
u “
pars Sas
ee ee Eo
LA PeICOLOGIA PoLtrtCA 1"
‘ma quo cuando quinéé aflos antes, queriendo em-
prender el estudio de la psicologia de Ias multitu-
des, comprobé que mada se habfa escrito sobre este
asunto.
Cierto es que abandan las disertactones politioas
desde Arist6teles, poto sus autores han sido teori-
zantes, extratios & las realidades de su tlempo y sin
conocer més que al hombre quimérico surgido de
sus ensuotios Ni le psicologta, ni el arte de gober-
nar tionen ninguna relactén con ellas.
a falta do obras elésices sobro este asuato y do
cftedras consagradas A su ensefianza, comprucba
que su utilidad no aparece claramente, Es necesario,
pues, demostrarla y ésto seré uno do los fines do esto
libro.
La Peloolegia polftica so basa, segdu queda yx
dicho, en elementos procedontes do Ia psicologta in-
dividual, de la de Ias maltitades, de la de los pue-
blow, y sofiensts da In Historia. Muchos de
‘estos matoritles comlenzan & sor conooidos, pero no
estén lo suficfontottents relabionados para formar
un todo. eS
En ol estado actual dé rivestros conocimientos, In
politica no puéde sor tnfs'que una adaptactén dis
ria de la conduote & Ia écesi da des. Racionales 6 tio,
lo finico que inteteda ton étas, Los projaiclos here-
diterios de un’ pueblo y' sus oreenclas religiosas
pueden ser consideredos tbsurdos por la razén,
pero un verdadero hotnbre de Estado no traterd jax
més de combatirlos si sabe que no lo puede hacer
‘itilmente. Unloamente los to6ricos ignorantes de
las realidades ereen quo la raz6n pura gobernar al
mundo y transformaré 6 los hombres. En realidad,
In Inteligencia prepara lontamente las modiflescto-
nos quo, 6 le larga, trensformarén nuestras almas,7.
ee
12 PatcoxootA routrica ¥ pReRNSA sociAt,
ero su acci6m inmediata es muy débil. Muy pocas
costs pueden ser cambiedas por aquella brasca-
mento.
La Psicologia politioa so halla atin, segin hemos
dicho, on In 6poca de las incertidumbres. Sin em-
bargo, algunes leyes, ciertamente empiricas, pero,
no obstante, muy determinadas, se conocen con fre-
cuencia y la prueba de su valor no se hallard formu-
IGndolas, sino demostrando las consecuencias de su
ignorancla, Esto sora uno do los fines que me pro-
pongo.
El dosenvolvimiento do los prineipiosque me han
servido de gufs oxigiria comentarios que las di-
mensiones do esto libro no consentirfan, y que re
encuentran, por lo dems, ampliamente expuestos
on mis obras anteriores (1). Me limito cast exotust-
vamento en este libro 4 a aplicacién de las regias
detorminables de Ia Psicologia politica & los acon-
tocimientos eontemporsnoos, y aun limitindome &
este perfodo bien circunscrito, es, sin embargo, tan
vasto que con frecuencia mo veré obligado & expo-
ner indicaciones sumarias. Hubiera necesitado mu-
chos libros para examinar Ia influencia de Ia Psico-
Jogia politica on la historia de los pueblos, en Ia
formacién de sus ereencias y on las luchas guerre-
ras que forman Ia trama do su pasado.
Toniendo que tratar de asuntos algo fridos, capa-
auld data aco, gmrtin ssa: tom
ia ag des penis een de py
Ties mAb pen eRe de Sey, fc
——+
TA patcoLoata PoLtrica 8
ces, por lo tanto, de enojar al leotor, he procurado
ovilar las formas demasiado didéotlcas. Suosde con
frecuencia que los asuntos mnfs sorios ganan cuando
se presenten en forma amens.
Uno do los capitulos do esta obra, destinado & des-
oribir los factores do 1a persuasi6n, demuestra Ia
importancia do Ia ropotioién. La convicelén de su
utilidad me Heva algunas veces & decir las mismas
‘cosas en términos casi iguales, Iamentando que la
falta de espacio me impida hacerlo con més fro-
cuencia. Napoleén no exageraba mucho ouando de-
‘ofa quo In repoticién es le tiniea figura seria de In
ret6rica. Pode aflrmarso, por lo menos, que cons-
‘ltaye ano de Los més activos factores de Ia convio-
ci6n. Todos los grandes hombres de Estado ban co-
nocido su poder. Por medio do ropeticiones inau-
merables, ¢l emperador do Alemania consi
suadir & Jas gontes do Ia utilidad do lo
impreseindibles para la constraccién de una gran
flota do guerra. El ex presidente delos Estados Uni-
dos, Mr. Roosevelt, decit con raz6n: «Todas las
verdados fandamentales suenan como cosa
por muy sabidas que sean, es necesario
hora y siempre
Si son necesarias las repeticiones para ditundir
Ins verdades conocidas, 4qu6 no soré necesario ha-
cor para imponer las verdades nuovast Mas do una
‘vor lo he exporimentado. Los apéstoles, que en ¢l
curso de Iss edades trasformaron nuestras creen-
cias, debieron su triunfo & repetictones incesantes,
En ofecto, ol verdadero mecanismo de tas convic-
clones diflere profandamente de aquel que ensefian14 atcouoa{a PouiricA ¥ DmrmNsA SOCIAL
os libros. El razonemiento, do gran importancia
para las demostraciones cientificas, tiene escaso va:
lor en Ia génesis de nucstras creencias, Las ideas no
se imponen por su exactitud, sino Gnicamente cuan-
do por el doble mecanismo de Ia repeticién y del
contagio han dominado esas regiones de lo incons-
ciente, dondo so elaboran los mévilos generadore
do nuestra conducta, Porsuadir no eonsiste simple-
mente en demostrar Ja exactitud de una razén, sino
on imponor esta raz6n.
CAPITULO IT
Tan necesidades eeéndinteas y Ins teorian politions,
‘Las imfigenes eyooddas en el espfritu por los re-
Iatoe, impresionen poco, ¥ por esto Ins diferencias
del pasado y del presonte no aparecon jamés con
bastante claridad.
‘No to representan fijamente las cosas abstractss
sino comparéadolas con impresiones concretas ya
sntidas. Quien haya visto una batalla 6 un nacfra-
gio to sentiré siempre imprestonado al olr la narra:
clén de sucesos semejantes.
Esta represantacién del pasado por medio do le
comparacién concrota an me hizo may viva un dia
fen Ias ofrounstaricias siguientes: haciondo uns ex-
ecarsi6n tave que atravesdr en automéril el puento
que hay sobre ¢ tfo quis divide en dos pueblos It
antigua cinded dv Hay; on Bélgica. Una nlcble ten
intenea Ia exigol¥is, quo fa6 necesario detenernos;
doscond{ dol automiévil ¥ mé asdiné Gla berandille.
Bajo ol espéeo mianto dela brama que cubria todo,
so entrevefan’ linponientes masas; aquello era para
mi lo desoonoeido; ebpers & gue se revolase. De ré-
pente tn rayo dé-t0l ‘disips Ias nubes y en tne vi-
si6n imprevista surgieron, separados por el rfo, dos
mundos, dos exprosiones de Ia himanidad erighdas
frento & frente, y que & primera vista apereofan
‘como amenazadores, inconciliables y torribles. So-
bro Ia margen izquierda un conglomerado de anti-ew
Guos edifleios, y dominando su conjunto un gig
tesco castillo do Ifnes rigidas y una majostuosa ca-
tedral embellecida por Ia piedad de numerosas ge-
neraciones. En la margen derecha y frente 4 estas
grandes sintesis de Ia Edad Antigua aparecian las,
tapins tristes y desnudas do una inmonsa fabrica de
ladritlos grisdceos, on Ia que sobreselian altas chi
menoas vomitando torrentes de humo negro surca-
dos por llamas, A intervalos regalares Ia puerta s0
abria dando paso 4 largas filas de hombres hirsutos
‘oublertos de sudor, Ia cara sucia, Ik vista sombria,
hijos de antepasados dominados por dioses y reyes
quo tinicamente habian cambindo de amo para sor
sorvidores del hierro, Eran dos mundos, dos civili-
zaciones, obedeciondo & méviles diferentes, anima
dos do distintas esperanzas: de ua Indo un pasado
ya muerto, pero cuya carga sufrimos todavia; do
otro un presente profiado do misterios y llevando
ou sus entranias un porvenir desconocido.
lompre existieron estos dos mundos, constanto-
mente hostiles, pero sentimientos somejantes y una
fo comin Uenaban ol abismo'quo los separabs. Hoy
ia, Ia fe y los sentimientos han desaparocido, de-
jando en ple tan solo Ia atévica hostilidad del po-
bre contra ol reo. Liberados graduslmente de las
ereenciasy de los laz0s sociales del pasado, los tra-
bajadores modernos so rovelan més y més agrost-
vos y opresores, amonazando las civilizaciones con
tiranias colectivas, quo harén quizi buonas 1a do
los pores déspotes. Fablan como amos & los legis-
Indores, quienes les adulan sorvilmente y soporten
todos sus caprichos. La influencia del nimero #u
titaye cada vez més 4 In influencia de Ia intel
goncia.
NECESIDAD@S RCONOMICAS Y TeORIAS roUricAs 17
La vida politics es une adaptacién de los senti-
miontos del hombre al medio que le rode. Estos
sentimientos varian poéo porque Ia naturaleza hi
‘mana se transforma oon lentitud, en tanto que el
medio moderno evoluciona répidamente é causa do
Jos progresos continuos de Ia clencia y de Ia indas-
tri, Cusndo el ambiente exterior se modifica de-
masiado do prisa, la adaptaci6n es diftcl, y de aqui
resulta el malostar general que 20 observa hoy.
Constituye un problema siempre nuevo y cada vex
ms gravoel de amolder In naturaleza del hombre
4 las necesidados de todo orden que le rodean y que
no puede dominai.
El inundo antiguo y ol mundo moderno difleren
profundamenta por sus pensamientosy sus formas
de existencla. Los elementos nuevos que nos con-
ducen no s0 derivan do razonamientos abstractos,
J no varien conforme 4 nunstras osporanzas 6 &
Buestras concopeiones légicas: son ol resultado de
nocesidades impuostas y no creadas.
‘No os por las rivalidades y las Iuchas, puos estas
filtimas nacon de pasiones que no varfen, por lo
que In 6poca actual diflero do las que In han prece-
dido. La diferencia real consiste prineipalmente en
Ia desomejanza de los fectores que contribuyen
ahora & Ia evolucién do tos pueblos. Es éste an
Punto tan eeencial, quo creo interesante insistir
sobre 61.
Las vordederas caractoristicas do este siglo son:
en primer lugar, la sustitucién del poder de los re-
‘Yes y do les loyes por el de los factores econémi-
en segundo, la comunidad de intereses entre
Pueblos antiguamente soparados y que nada tienen
do comdn, Este ditimo fonémeno, do origen relati-
‘Yamento reciente, tione una importancia co
i ata edo18 PsIcoLoGfA routrick ¥ DEFEXSA s0ctAt,
ble. Los pueblos no estén como antiguamento aisla-
dos y sin relaciones comerciales; viven los unos di
Jos otros y no podrfan subsistir los unos sin los
otros. Ingiatorra so veria pronto reducida al ham-
bre si se la rodeaso de un muro que impidiese Ia
Hogada de los géneros alimenticlos que trae de fue-
ra y que page con otras mercancias.
Estas condiciones nuevas de existencia permiten
Presentir que, en todos los grandes movimiontos
comerciales 6 industrieles que transforman la vida
do I ereando Ia riqueza en unos sitios y
Ia pobreza en otros, In influencia de los gobernan-
tos, antes tan considerable, os cada dia mis débil.
Convencidos ellos mismos de su impotencia,
Jos movimientos en vex de dirigirlos; I
econémicas son los verdaderos directores 6 inspi-
ran 4 las voluntades populares, & Ias que nadie se
resiste. Hace sesonta afios un soberano hublese to-
nido suficients poder para decretar ol librecambio
ou su pats, Nadie so atroverta hoy 4 intentar seme-
Jante cosa. Importa poco que Ia protecciév, conde-
nada por Ia mayor parte de los economistas, sea bo-
noficiosa 6 perfudicial. Rosponde 4 las voluntades
populares de los momentos presentes, y existen on
ellos necesidades tan apremiantes y perentorias quo
obligan 4 los hombres de Estado & no preocuparse
dol porvenir. Muchas veces, éstos se hacen ilusio-
nes sobre las consecuoncias de su intervenci6n. Los
Jefes décites, de eféreitos muy indémitos, obedecon
‘siempre y no mandan nunea.
En la sesi6n dol 11 de Marzo de 1910, M. Méline
aseguraba ante el Senado que el librecambio habia
arruinado 4 la agricultura ingless, euya produc
ci6n de trigo habia bajado més de In mitad on me-
dio siglo, mientras quo con el régimen do protec-
I
NECESIDADES RCONOMIOAS ¥ TRORIAS FoLinicAR 19
oi6n, Francia, que on 1892 tenfa un déficit alimenti-
cio de 606 millones, habia conseguido que desapa-
reciese, y, por el contrario, posefa un supersivit de
cinco millones, quo le permitia exportar trigo en
lugar de importarlo. El célebre economista atri-
bafa, naturalmento, al régimen. proteccionists, del
cual faé apésto!, los 700 millones que los agriculto-
res consiguen ahora de Ia tierra. Esto no obstante,
se puede asogurar, sin temor de equivocarse, que
desde 0} origen del mundo ninguna ley ha tenido
tal poder sreador. En efecto, Ia nueva produccién
agricola obedece Gnicamente 4 los inmensos pro-
03 eleatfflcos realizados por Ia agriculture. Y
‘1 los Ingleses no han conseguido los mismos pro-
grevos, no es en manera alguna porque el libre-
cambio les impida luchar contra Ia concurrencia
extranjera, sino sencillamente porque estiman més
remunerador fabricar productos industriales, con
cuya venta consiguon més riqueza que la quo neco-
sitan para comprar toda Ia harina quo les hace fal-
ta, Por lo dems, no es cuestiOn para tratar aquf la
roferente & si el régimen proteccionista es benefl-
cioso 6 perjudictal. En Ia politica actual, y esto es
procisamente 10 que yo queria demostrar, no ce
trata de investigar lo mejor, sino dotcamente lo
cesible. Ea nuestros dies ningdn déspota soria bas-
tante fuerte, repito, para imponer el librecambio 6
ol proteccionismo & un pais que no lo quisiose,
Cuando los pueblos se engafian, peor para ellos. La
experiencia so oncarga de hacérsolo saber. Algu-
nos hombres de genio, ayndados por las oiroans-
tancias, Megan & vencer In corriente, pero su niimo-
ro fa6 siempre muy escaso,
Lo precedente muestra bien i las claras hasta qué
Punto los factores actuales difleren de los del pasa-a a
2 PICOLOaIA rorricA ¥ DRERNSA S0cIAL,
do, y permite prosentir Ia escasa influencia de las
toorias politicas sobre Ie ovolucién de los push!
Con el progreso de las cioncias, de Ia industria y do
las relactones internacionales han surgido maes-
tros invisibles, pero poderosos, & Ios que los pue-
los y sus soberanos deben obedienci
Los elementos econémicos de Ia vida do los pue-
blos constituyen, por tanto, necesidades & Ias cua
10s estin obligados & adaptarse y do les que no pue-
don sustraerse. A estas necesidades naturales so
afinden otras artificiales que tratan de croar los ta6-
rleos de la politica y los gobiernos quo les siguen,
Estudiemos su influencia.
Los bi6logos, no obstante todos sus trabajos de
laboratorio, jamas han conseguido transformar una
especie vivionte, Las ligeras modificaciones exte.
riores que ba consoguido crear el arte del educa
dor, no tienen daraciéa ni faorze,
483 més fécil transformer un organismo social
quo un sor vivionte? La respuesta afirmativa & esta
cuestién ha inspirado nuestra politica, desde he
més de un siglo, y Ia inspira todavia,
Los revolucionarios de todos los tiempos, sobre
todo los do muestra gran revoluciéa, y los socis.
listas, han croido en la posibilidad do quo las so.
ciedades se modificen por medio de instituciones
nuevas, Todos aspiran & reconstrair las sociedades
sobro bases inspiradas por la razén pura,
Poro & medida quo la cioncia progresa, comprue-
ba Is Inexactitud do esta doctrina. La Psicologia y
Ja Historia, reforzadas por Ia Biologia, demusstran
ue nuestros limites do accién sobre una sociedad
NEORSIDAOKS FCONOMICAS Y THORIAS TOLITiCAS - Of
son muy restringidos, que las transformaciones
Profandas no se realizan jamfs sin Ia accién dol
tiompo y que las institaciones son Ia envoltura de
‘un alma interne, Las instituciones son una especie
do vestido, capaz de adaptarse & una forma interior,
ero impotente para erearis, y por ello institucio.
nes excelentes para un pueblo, pueden ser detesta.
bles para otro. Una instituci6n, lejos de ser el pun
to do partida do una evolucién politica, es simple.
mente el término,
Cierto que existe una influencia do las institu:
stones y de los hombres en los acontectmientos,
La Historia lo demuestra en cada péging; pero ext.
gora su poder al no fjarse en quo 0503 sucesos son
el resultado de un largo pasado. Si no ocurren en
ol momento preciso, su accién es sencillamonte des-
tractors, como la de los eonquistadores,
Es.un dogma que tondromos que combattr con
frecuencia on esto libro el de creer que so modif-
ea el alma do un pueblo cambiando sus instituclo.
nes y sus leyes. Los pueblos latinos permanecen en
esa creencia, y 6sto es el origen do su debilidad. Sus}
Mtusiones sobre ol poder de las instituciones nos
han cosindo In més, saugrionta revolucién que ha
conocido Ia Historia, la muerte violenta de muchos
millones de hombres, Ia decadenoia profunda de
todas nuestras colonias y ol progreso amenazedor
del socislismo, Nada ha podido combatir 4 ose to.
rrible dogma y no cesamos de aplicarie & los des.
Sraciados indigenas quo oaen en nuestras manos
Que conducimos asf al odio y fla revolucién, Los
Periédicos nos suministran recientomente nuevo
ejemplo de esta coguera general, roproduciendo
algunos extractos de una circular del gobernador
de In Coto d'Ivoire & sus administrados. Su resulta.22 ParCoLOGIA POLITICA ¥ DRFRNSA SOCIAL,
do final ha sido el levantamiento del pafs, el asest-
nato de muchos oficiales y Ia costosa necesidad de
toner que enviar Ia moirépoli numerosas tropes
tra restablecer ol orden. Si los ingleses y los ho-
Inndeses gobernssen sus colonias con tales prinol-
ios, hace tiempo quo las habrian perdido.
El documento, dot que voy & copiar los més &
ientes pfrrafos, demuestra plenamente nuestra
irreductible incapacidad para comprender que el
alma deun pueblo no so transforma con decretos
¥ quo instituciories excelontos para un pueblo pue-
don sor malas para otro y siompro inaplicables.
«Ba menester —eseribfa. eso gobernador — quo
nuestros ibditos vayan por In senda del progreso
aun & pesar suyo.... La autoridad obtendrfi lo que
se niegue 4 la porsussién.... Es noceserio modifiear
fen absoluto In mentalidad negra para hacernos
comprender.... Lo que yo no quiero ex damostrar
una sonsiblerfa sin resultado... Aun cuando de
mos preseindir de los deseos de los indigenas, im-
porta que sigamos sin reparo Ia dnica via suscepti-
blo do lovarnos al fin... No ereo quo haya que te-
mor las consecuencias de nuestra accién, aun ovat
do ésta no respeto usos que, por lo menos, son
‘opuostos & todo progreso.
Lo quo seria urgente modificar, si dependiese de
nuestra voluntad, no es Ia mentelidad negra, sino
1a do los administradores eapaces de suscribir pé-
rrafos como los transeritos.
En cuanto la ilusién del eélebre gobernador, de
quo «no hay que tomer las consecuencias de nues-
tra accién», 10s acontecimlentos so han encergado
do darlo una dara leccién, quo desgraciadamente
no #@ aprovecharé. El signo caracteristico de una
creoneia fu6 siempre el de no ser modificable por
ncestodons aoonduioad ¥ tRontAs Pouirtcas 29
1a observaci6n, int por el razonamiento, ni por In
experiencia; Is creenciss politicas tenen Ia misma
tonacidad que los dogmas religiosos, aunque no po-