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Na SS . te Flot etic, digi pre OF i «= ‘ PuBLICADOS eect Em Miucevided, jot Me Le PRECIO DE CADA VoLUMEN: 3,50 rEserAs "Dente OTENBERG DE Jose UIE HERMAROS, suctoORES PLARA DE SANTA ANA, NOM. 13 1912 PROLOGO Es Gustavo Lo Bon uno do los eseritores franco. 8 més conocidos en Espafia. Sus libros La Psicolo- fa de las Multitudes, La Psicologia dela Rducacién, ast como ol do Las Leyes psicolégicas de la Boolu- cién de las pueblos, han dado entro nosotros & su. autor el renombre que por sus altas cualidades de ponssdor y do escritor merece. Por esto nada sedate ae et aiestans octane 7 ra dala tandancia que rapratents, ton ser ella de miusbe intportanoia eu el moviaalon: to social contemporfneo. Atencién especial merece, singularmente en nuestro pals, In critica sovera y exteta que hace en este su libro La Pst0oLoofa Po- LETIOA ¥ LA DEFFNSA SOCIAL del estado de Ia admi- aci6a pdblica y aun detodo elrégimen del pue- blo franeés, El poder legislativo, el ojecutivo, In ad- ministraci6n de justicia, 1a administracién colotial, In marina y las distintas clases sociales de Francis son juzgidos con tal copia de datos y con tan sove- ro ¥ elorado espfritu de justicis, quo los juicios dol autor, desgraciadamento aplicables de todo en todo & algsin otro pais, dejan on el fnimo del lector imparcial y desapasionado Ia seguridad de una no Iojana trinsformacién, por virtud do la cual se de- puren 6 renuevon todos estos hoy onfermos orga- w PRbtoco nismos, vordaderos fundamentos de las sociedades ‘contemporéneas. A juicio del autor, Ia politica francesa gira prin- cipaimente, en el momento actual, sobre estos dos principios: el estatismo y ol miedo, A influjo del socialismo, se pretende que el Estado intervengs ‘en todo, lo pueda todo y lo sea todo, shogando Ia onorgia individual y cuanto de ella nace, en los diversos 6rdenes de la vida, reemplazando el libre {y grandioso concierto de la concurrencia en todas as esferas do In industria y el comercio, con Ia socializacién de los servicios que sean origen y fuente de riquera. Y como mévil 6 inspirador Gni- 0, aparece el miedo, quo obliga & legisladores hombres de gobierno 4 votar leyes y dictar modi- das encaminadas exclusivamente & aquietar Iasoxt- goncias, cada dia crectentes, de esa Confederacion del Trabajo y Ins ansias dol partido obrero, més vivas y perturbadoras cuanto mayor empefio se pone en satisfacerias. ‘Acorba y no desprovista do pasién os la erftion dol autor, en Io que & osto particular so reflere, ol- ‘vidando, al parecor, quo, por ley incontrastable de la Historia, contra la cual nada puede la voluntad humana, Ia lucha dol capital y ol trabajo es, en lot tiompos modernos, Ia caracteristica no ya do Fran- cis, sino de todos los pueblos civilizados. Mucho se complace M. Le Bon on citar con frecuencia, como ejemplo que debe seguirse, ol de Inglaterra, sin pre- sentir el quo acaba de ofrecernos este gran pue- blo al resolver Is huelga de os obreros de las mi- nas do carbén, mediante una ley que obliga & los patronos 4 acoptar ol salario mfnimo imperiosa- mente exigido por los obreros. ¥ es quo ante esto hhocho nuevo, grandioso y transcendental, como nin- R6L090 vm gin otro, de Ia confederactén de los trabsjadores do todas Ins industrias do una naci6n, no cabe otra resistenola, por parte de un gobierno, por poderoso quo sea, que Ia que nazoa de la justicia Ia cual, como imporativo de In conoiencia, se Smpone siempre & Ja colectiva de un pueblo. No hay ya un s6lo obre- ro en ningin pafs industrial quo no osté plenamen- te convencido de quo él y sus compafieros repre- sentan en Ia vida social el elemento de mayor faorza 6 importanela creador de 1a riqueza. Dice M. Le Bon que sin Ia burguesis activa 6 intoligen- tono habria industria. Cierto; pero no lo es menos quo esa iniciativa individual, en lo quo tiene do fo- ‘eunda, puede sor con ol tiempo reemplazada por otra colectivs, mientras que, ni ahora ni en el porve- rir eabe Ia eroncién de riquoza sin la cooperaciéa mayor 6 menor dol obrero manual, verdadoro At- ante sobre cuya espalda, on Ia realidad de tas co- jontn al mando. Mientras los obroros han vivido aislados unos do otros, ha sido posible con- siderarlos como meros instrumentos de trabajo. Desde que se concertaron y unieron, aun con todas Jas asporozas 6 imperfecctones do tamafia empresa, Inclase obrera es considerada, y con raz6n, como tuna fuerza é In que no so puede negar ol respeto que merece. No quiere decir esto que los obreros, prevalidos de su poder, no abusen de 61 en muchas oessiones, y, exagerando sus pretonsiones, no pidan al Estado ylaun & los patronos, mucho més de aquello que, por equidad y justicia, les es debido; pero no hay que olvidar que en la vida moral como en la fisica, In roaccin os igual y contraria & 1a acoién y que, si ahora el problema de la justa relacién en- tro ol capital y ol trabajo reviste todos los caract algae ame cea SSeS eS =e var PRbLoao res de una verdadera lucha do clases, natural cosa es que esta lucha encienda Ia pasién en ambas par- tos contendientes y que sea més intensa y pertur- badors en aquella que, por su larga historia de sor- ‘vidumbre,miseria 6 incaltura, mayores agravios ha recibido y mayor esfuarzo tiene que hacer para ‘conseguir el fin quo se propone. No es Ifcita le po- litiea del miedo ante ese nuevo y formidable po- der obrero que se levanta; poro més que impraden- to, es loca temeridad tratar de ahogarlo y disolver- Jo con mausers y bayonetas, que no alcanzarén ja- més & destruir el fondo de justicia con que toda ‘alma gonerosa acaricia ol triunfo de wna més equi- tativa relacién entre obreros y patronos. En la obra comploja del progreso humano sirve 4 veces ol mal con Ia misma eficacia que el bien. EI miedo, y esto lo demuestra M. Le Bon, ha hecho fen bonoficio do Ia causa obrera tanto, por lo meno’ como el convencimiento de 1a justicia de alguna de sus reclamaciones. Recuerdo & este propésito un hecho significativo acxecido en nuestro pais. Sabi- do es que en el afio 1900 ol Sr. Dato, eon gloria de ‘sa nombre, diets una do Ins leyes més importantes para el obrero: la de accidentes del trabajo. Apro- ‘b6s0 esa ley por el Congreso y el Senado, casi sin discusién, como si fuera cosa de poco momento, sin provor la transcondencia extraordinaria que habia do toner en las relaciones ontro patronos y obreros y do la gravo responsabilidad moral y oconémica quo, desde sa publienctén, iban 4 contraer los pri- meros. Convoncios los obreros de sa importancis, exigioron, desdo e! primer instante, su camplimien- to por todos los modios quo las leyes les han conce- dido y, por su parte, Ins patronos, comprendiendo que no habia mis remedio que cumplitia, dedicé- a Rovoao « ronse, por un bien entendido interés -econdmico, & multiplioar loz medios do ovitar y provenir los noel dontes. El resultado ha sido tal, quo-en las estadis- ticas publicadas por el Instituto de Reformas Socia- les s0 obsarva al caso curioso y significative de que, desde el aio 1901, Ia gréfica de los accidentes del trabajo disminuye constantemente, hasta el punto de que ahora, por fortuna, son raros los casos de dosgracias quo antes eran cost ordinaris, 6 por lo ‘menos, frecuente. Un suoeso tan grave como ol de Ia Confederactén dol Trabsjo, no s6lo ha engendrado el miedo on ol gobiernoy en las clases superiores de Ix nact6n, sino que ia dado nacimiento en toda Ia clase obre~ ra, y hasta en una gran parte de la sociedad franoe- sa, una nuova corriente do ideas y sentimiontos quo si, por desgracia, logaran & prevalecer sorfan causa de enervamiento, primero, y do ruina, des- pués, de Ia vecina Repiiblica. Para M. Le Bon, 18 ca- racterfstica del pueblo francés en el momento pre- sonte, es su falta do amor & sus grandes ideas 6 ins- tituoiones que, como Ia patria, el Estado, la familia, Ja justicia, ol ejército, son y deben ser siempre ol alma meter y como Ia suprema idealidad do toda nacién reciamente eonstitufda. No estamos lejos de pensar, como M. Le Bon, on lo que & este particular atafie; estimamos como grave desgracia quo s0 aflo- jen 6 debiliten en lo mas minimo estos nobles sen- timientos de amor fla patria y & todo lo que elle ropresenta, porque son, 4 nuestro juicio, no sole- mento ol mas bello patrimonio espiritual del alme, sino también fundamento inconmoviblo de Is n cionslidad de.un pueblo. Lo que hay es que, & nues- tro entender, M. Le Bon considera como general y dofinitivo un hecho ciertamento parelal y pasajoro, x Rov0G0 La solidaridad humana es, sin dada alguna, superior 4 la idea do patria, pero no es su negaci6n; y ambos sentimiontos pueden coexistir, con su respectiva fuerza, en el alma humans, como coexisten en ella, sin destruirse, el amor filial y ol paternal. Machos afios hace que s0 dijo: ubi liberlas, ibi patria, 1o cual no ha sido obsticulo para que los hombres hayan sacrificado on todas Ins naciones sus vidas, y oon mayor ardimiento y abnogacién cuanto més gran- des ham sido las desgracias de Ia patris. Y buena prucba de esto dltimo pudiers sor, st fuera necesario, este mismo libro do M. Le Bon. Desde su primera piigina hasta Ia ditima es todo él una amarga y & voces despindada erftice del régimon bajo el cual vivo ol pueblo francés, y de todas Ins fuorzas quo en 61 actéian como influyentes 6 gober- nantes, El Parlamento, ol cuorpo electoral, la admi- nistracién de justicia, of ejéreito, Ia marina, ol réai- men colonial, Ia administracci6n piiblica activa y pasiva, ol sistoma penitenciario, todo, en fin, abso- Tutamente todo lo quo constituye ol organismo de esta nacién, aparece en ese libro como érganos tl- corados que amenazan acabar, si no se curan pron- to, con la vida nacional. Y, sin embargo, no hay una sola linea, ni siquiera una sola palabra en que no vibre ardionto y luminoso el més intenso patriotis- mo. Podri tacharso al autor de este libro por su sentido excesivamente conservador, que le lleva hasta considerar como necesaria y Justifloada 1a pena de muorte; podra docirso de él quo da excesi- vo relieve y pono demasiado colorido & Ia corrup- cidn de Ia burocracia francesa en todos los 6rdenes do su administracién; lo que nadie 30 atrevers & sostoner es quo no se rovolo on todo lo quo el autor ha oserito un amor apasionado Ia causa del bien Pr6x000 m do Ia grandoza del pucblo francés. Es posible que G esto, y & sus grandes condiciones de esoritor cas tizo y de estilo pintoresco—diffotles de advertir on esta traduecién, en Ia que se ha atendido més al pensamionto que & Ia forma—so deba prineipal- ‘mente ol encanto con que se lee este libro. ‘Macho respoto nos merecen las opiniones de M. Le Bon y do los que como 61 plensan. Pero ante esta oleada, eada din més general y poderosa, de In clase obrera en los principales pueblos del mundo, y ante los vicios 6 iniquidades del régimen capita~ lista, 03 indudable que, querémoslo 6 no, vamos todos como arrastrados por uno de esos movimien- tos fatales de In Historia, que 1a voluntad humana podré moderar pero no impedir, ¥ quo sefialen un adelanto en la marcha do In humanidad. Et siglo sado ha sido el do la lucha por Ia libertad, el do la reivindicacién de los principales derechos de Ia personalidad humans, Todo anuncia, con sefiales ovidentes, que el siglo actual ser el de a conquis- ta do In justicin. Justicia en el derecho privado y en el derecho piblice, y por lo tanto, y con mayor ‘empefio, en las relaciones, hoy ciertamente pertur- badorss, entre el capital y el trabajo. José M. Goxzitez. eer eee — r LAPSICOLOGIA POLITICA Y LA DERENSA SOtIAL LIBRO PRIMERO FIN Y METODO CAPITULO PRIMERO Palcologia politten, La primera manifestacién del progreso da nina cioncia es ronunciar & las sencillas explicacionos que contienen sus comienzos. Lo que parece al Principto fécil de comprendor, llega & ser mfs tar- de muy dificil de explicar. Los estudios relativos & Ia ovolucién do Ia vida do Jas naciones han sufcido el mismo proceso. Des- pués de haber tratado do interprotarlo todo, los historisdores comtenzan 4 vor quo disertaban’ mu- chas veces sobre quimeras. Los fenémenos sociales aparecen hoy como m canismos extremadamente complicados, estrecha- mente jerarquizados y do gran diflcultad. La evo- Incién do los pueblos es tan compleja como Ia de Jos sores vivientes. La ciencia investiga adn as leyes que determi- nan Ias fransformaciones de las especies y que con- dicionan sus formas sucesivas, Las leyes de la evo- ~~ ww a wa 2 peIcoroata POLITICA ¥ DRFENSA SOCIAL lucién social son atin poco conocidas. S6lo algunas han sido vislambradas. No habiendo salido do Ia fase de Ins generaliza- clones vagas y do las conjoturas ol anilisis de los diversos elementos, cuyo conglomerado constituye una sociedad, permanoco muy fragmentaria atin Ia visi6n de las cosas, con que so contontan los tebri- 03 de lo dosconocido. En el encadenamiento de Jas nocesidades que dirigen Ia trayectoria do Ia vida de un pueblo, eligen aquollas que més impre- sionan su espirita y olvidan las demas. Por esto, el Yinico interés de la Historia parocia ser el relato de Jos hechos de Jos soberanos, y sobre todo de sus bbatallas, Todo lo que conciorne 4 In existencia de los pueblos era hasta hace poco tiempo desdefiado 6 ignorado. La ciencia ya no so contenta con las broves res- puostas de 108 tiompos pasados & los porqués que surigfan de todas partes y de los cuales osté Mena In vida politica de Ins naciones. ;Por qué tentos pue- los surgen bruscamente de Ia nada y Ilenan el mundo con el raido de su grandeza? 4Por qué des- puds se han sumido on un olvido tan profando que durante siglos s0 ignora todo lo quo & ellos $0 re- fiero? 406mo nacen, evolucionan y mueren los dio- ses, Ins instituciones, las longuas y Ins artes? ;Rigon Iss soviedades humanas, 6 son, por el contrario, rogidas por aquéllas? Por qué ciertas creencia como el islamismo, surgieron casi instanténeame: to, mientras quo otras tardaron sigios en establo- corse? ;Por qué ol mismo isiamismo sobrovivi6 sl poderio politico quo lo sirvié de base y se esparce todavia, miontras otras roligiones, como el eristi nismo y el budismo, parecen declinar y acercarse & su fin? -——p- 1A patcoroata routrica . A todos estos porqués y & muchos otros no falta. rin nunea respuestas. Nos parecemos & os nifios quo todo lo preguntan. Pero las explicaciones, que satisfarian é una ciencia incipiente, cuando alcanza su madurez no las admite ya, Ha pasado ya Ia edad en quo los dioses dirigfan Jn Historia, La providenoia bondadosa que guiaba nuestros pasos inciortos y reparaba nuestros erro- ros so ha desvanecido para siempre. Abandonado 4 s{ mismo, ol hombre necesita orientarse solo en el pavoroso caos do las fuerzas ignoradas que le ro- dean. Estas atin lo dominan, pero va aprendiondo & dominarles 4 su vez. Esto dominio, cada vex més scontuado, sobre la naturaleza es lo que significa la palabra progreso. No Ussla dominar Ja naturaloza: ef hombre que viva en sociedad debe apronder & dominarse 4 sf mismo y someterse 4 las leyes comunes. A los jofos do las naclones corresponde In misién de dictar ‘estas leyes y hacorlas respetar. Siempre hs sido un problema muy diffoil ol de conocer los medios de gobernar ttilmente 4 los pueblos, es decir, Ia Psicologia polftica; pero esta diftcultad es aiin mayor hoy en que las nuovas ne- cesidades econémicas, nacidas do los progresos cientificos 6 industrialos, pesan duramente sobre os pueblos y escapan 4 Ia accién de sus gober nantes. La Psicologia politica participa de Ia misma in- cortidumbre, Pero es necesario, sin embargo, utilt- zarla tal como es, porquo los acontocimiontos nos empujan y no esperan. Las decisiones que estos iil- PSICOLMGEA roxtrica ¥ parRNsA éoctAt, 0s obligan & adoptar tienen muchas voces una importancia considerable, pues las consecuencias do un error pueden pesar sobre muchas generacio- nes. El siglo que ha precedido al nuestro nos sumi- nistea en este respecto numerosos ejemplos. Las reglas m4s importantes dol gobierno de los hombres sonlasrelativas 4 Ia accién. ,Cufndo, emo J en qué Hmites obrar? Le respuesta 4 estas pre- guntas constituye todo ol arte do Ia politics Analizando los errores politicos de quo esté sem- brada Ia trama do ta Historie, so deduce que tuvie- ron aquéllos generalmente por causa errores de psicologta Las artes y Ins cioncias estan somotidas & olertas regins quo no se pueden impunemente violar, 6 igualmente existen también otras inmutables para gobernar & 1os hombres. Sa descubrimiento es may Aificil, sia dude, puesto que hasta ahora muy pocas han sido claramonto formuladas. El Ginico tratado vordadero de Psicologia poltti- e0 conocido fu8 publicado hace cuatro siglos por tun ilustro florentino, & quien su obra le hizo in- mortal. El suntuoso mérmol que protege su suefio otorno ost bajo las bévodas do Ia eétebre iglosia Santa Croce. Esto pantoén do las glorias de Italia enciorra magnificos monumentos dedieados & Ia memoria de los hombres que labraron su grande- za: Miguel Angel, Galileo, el Dante, ee. Los méri- tos do estos semidioses del ponsamiento estin gra bados en letras de oro. En esta galeria do hombres ilustres no hay més que una tumba sobre I cual se haya juzgado indtil establecer una extenss ins 1A PercovootA Poxtrica 6 cripoién. Una sola Indicacién figura en ella: Ma- quiavelo, 1527. Tanto nomini nullum per elogium (oingén elogio iguala 4 tal nombre) La obra quo valié é su autor un epitafto tan glo- rioto y tan breve es un pequofio libro titalado Bt Principe y al que he aludido anterlormente, El lustre escritor formula allf regias precisas sobre ¢l arte do gobernar & los hombres de su tiempo. De su tiempo y no do ningtin otro. Por haber ol- vidado esta condicién esencial es por 10 quo el li- bro, en un prineipio tan admirado, fa6 vituperado més tarde, cuando Ias ideas y las costumbres ha ban evolucionado y ces6 de ‘adaptarso & las noce- sidados de las edades nuevas. Entonces fa6 cuando Maquiavelo pasé & ser maquiavélico, El omlnente psicSlogo, que posets el nontido de | realidad, investigaba no 10 mejor, sino dnica- mento 10 posible, Para penetrar en’ su gonio es nocostrio trasportarse & aquel perfodo brillante y Perverso en que Ia vida del projimo no tenia im- portancia, y donde el hecho de llevar el vino con. igo para no ser envonenado cuando se iba & comer 4 casa do un cardenal, 6 de un amigo, era conside- rado como un hecho natural. Equiparar la politica do aquelle edad con las ideas de la nuostra seria tan ilégico como querer interprotar Ins Crazadas, Jas guorras de religi6n y Ia Saint-Bartholomy con Ja luz de las concopetones actuales. Maquiavelo no era un simple tebrico. Intervi- niendo directamente y por razén de sus cargos en Jn politica activa de su pats, habfa pasado por las disonsiones que perturbaban las repéblicas italis nas quo so hallaben entonces en pleno régimen sin- dicalista y sin cesar conmovidas por Is més san. griontas discordias, Habia visto en 1602 4 Florencia 6 PSICOLOGIA TOLITICA ¥ DRFMNSA SOCIAL, obligada & crear el gonfalonato vitalicio, que no ‘ora, on realidad, més quo una vordadora dictadura perpetua, os decir, cesarismo puro. Esta filtima for- ma do gobierno le parecfa uns fase fatal de quia, que han engendrado siempre los gobiernos populares, y no se engefiaba, puesto quo todas las repGblicas iteliames terminaron en elle, como antes Jas repablicas atenionse y romana. La mayor parte do las reglas del arte de gobernar 4 los hombres, ensofiadas por Maquiavelo, son dos- do hace largo tiempo inutilizables, y, sin embargo, cuatro siglos ban trascurrido sobre los restos de este gran hombre sin que nadie hays intentado imi- tar su obi La Psicologia politica, 6 oiencin de goberpar, 6s sin embargo tan necesaria quo los hombres do Es tado no pueden pasar sin ella, y en efecto, no pres- cinden de ella; pero, faltos de loyes formulades, constituyen su ‘nica guia les impulsiones del mo- mento y algunas reglas tradicionales muy sumarias quo les condueon frecuentemente & Iamentables errores. Napolesn, tan conocedor de Ia psicologia do los franceses, ignoré profundamente Ia de los rusos y Ia de Jos espafioles. Esta ignorancia fu6 le causa de guerras en las que todo sn genio de con- quistador so estrell6 contra un patriotismo inospe rado quo ningun fverza hubiera podido voncer. Bl heredero de su nombre, mal aconsojado, cometié en Crimea, Méjico, Italia y otros sitios errores gra- visimos do psicologia que oeasionaron f los france- ses una nueva invasion, Los grandos directores de los hombres son, m cesariamente, grandes psiedlogos. Sin el conoci- miento iatimo do In mentalidad de los individuos y de los pueblos quo posefa tan admirablemente | 1A PacOLOG!A POLITICA 1 Bismarck, Ix suferioridad de los ejércitos ger- | ‘manos no habiesb bastado para fandar la unidad | alematia, La Psicologia politica se oonstraye con diversos materiales que son: la psicologia individual, Ie psicblogia de Ins multitudes y Ia de las razas, Nuos- tros maestros consideran estos conocimientos como porfectamente inttiles, puesto que no se encuentran mencionados en ninguno do sus programas. En la Escuela de Ciencias Politicas hasta parece ignorar- 80 su existencia. No es extrafio que se pueda ser doctor en Ciencias politicas sin haber ofdo Jamés hablar de conocimientos que son, sin embargo, 1 vordadoras bases de Ia politicnt El dinlco bagajo psicol6gico de les modiant lus hombres de Estado, lo constituyen algunas no- clones tradicionales, y s0 encuentran absolutamen- te desoriontados anto ciertos problemas nuevos & los que Ia rutins no da soluci6n. Cuando se toman por guia las impulsiones de los partidos, los erro- res que se cometon sin innumerables. Muy larga seria su lists, aunquo s0 limitara & estos dltimos afios, Error eraso de psicologia es la separacién d la Iglesia y el Estado, quo concede al clero una independencia y un poder que los més cat6licos de nuestros reyes no hubieran jamés tolerado. Erro- res fandamentales de psicologia son nuestros prin- cipios de educacién, tan diferentes de aquellos que condujeron & Alemania & Ia realizactén de todos sus progresos ciontificos, industriates y econémi- cos. Errores de psicologia son Ias ideas de asimila- ci6n, € los quo las oolonias francesas deben su de- Bi SSS ae ee ee 8 PsICOLOGIA PoLtrica ¥ DRFRNEA soctAt etdoncia. Error do psicologia es Ia disposieién que introduce on el eféreito los apackes antiguamente confinados on batallones ospeciales compuostos de otros apaches, y on donde por consecuencia st eon tacto no podia contaminar & nadie. Error de psico. Togia gravo es tambiéa la capitalacién del gobior. no on Ia primora huolga de empleados de Correos, Error de pstcologia es un gran nimero de nuos. tras leyes quo pretonden ser humanitariss. Eiror do psicologia, on fin, es osta utépica esperanza de Tehacor las sooiedades & fuerza de decrotos y Ia croencia de que un puoblo puede sustraerse com. Plotamento 4 Ia influoncia de su pasado, Las fuerzas quo determinan Iss acciones de un Pueblo son complojas: fuoreas naturales, econdmt. ns, histéricas, politicus, ote, Terminan, finalmente, Por producie ciorta orientacién en nuestros pensa, micntos y, por consecuonela, on nuestra conducts, Estas diverses fuerzas acaban transformandoso en fuoreas psicolégicas, en las que, por lo tanto, todas Iss otras se rosumen Las diflealtades entre los puoblos son algunas vo- cos tan graves que no pueden ser resueltaa mas que 4 eafionazor; ol nico derecho quo entonces 86. in, voos es Ia ley del més fuerte. Asi acontecis en las diferencias de Prusia y do Austria, del Transvaal y do Inglaterra, dol Jap6n y de Rusia; pero ousndo = trata do cuestiones socundarias, los factores psioo, \égicos, hébilmento manejados, cousiguen tlyunes veces reemplazar & los argumentos militares Uni, camento puodo desdofiarias un adversarlo muy sa. perior en poder, enarbolando su ospada como lo LA Pstcovoata rouirica, 9 hicieron Napoledn y Bismarck, y ol adversario ten- ara quo someterse esperando la hora del desquite, que seguramento llegara. Nadio es hoy bastante fuerte para emplear estos Procedimiontos sumarios. Las alianzas no permiten ya & ningén soberano hablar como si fuese el finieo amo. La arontura de Marruccos ha ensefisdo 4 lor Pueblos ls suerte que los espera si no sabon solide ritar sus debilidades para defenderse, Es, por lo tanto, indudable que las discusionos provocadas Por Jos incidentes de Ja vida cotidiana so entablan entre faerzas poco menos que iguales, y ontonces I psleologia sdquiere importancia y les teciones diplométicas pueden llegar & sor decisiv Es cierto, sin ombargo, quo esta acei6u no os hoy Jo que sntiguamonto era. El piblico, enterado por al telégrato, ol teléfono, los periSdicos, discute apasionadamonte los més insignifleantes aconteci- mientos politicos, mientras los diplométicos cam. bian lentamento sus notas seoretas. Antes negocia- ban con el mayor sigilo y secroto, ahora discuten 4 In Iuz dol sol y sigaiendo Ia opinién en lugar di Procoderla. Y, sin embargo, su papel, injustamente desdefiado, tiene cierta utilidad: acontecimientos reclentes lo demuostran. ‘Muchas cuestiones importantes han sido, en efsc- to, solucionadas gracias 4 la intervenci6n diploma tica. Stevan do ojemplos el bombardeo de los vapo- Fes posqueros ingleses por los-acorazados rusos al comienzo de la guerra con el Japén; asunto do Ca: sablanca; diferoncias austro-rusas & propésito de Sorvis, otc. Si on Ias-visperas do 1870 Francia hu. biose tenido diplométicos de un nivel un poco més que modiano, so habria aplazado la guorra hasta to. ner proparadas las alianzas, 10 PAICOLOGIA roLITICA ¥ DEFRNEA SOCIAL En fin, la Psicologia politfoa ensefia & resolver los problemas quo so plantean en cada momento, | tales como el do saber cuindo es necesario coder fi | oponerse f las exigencias populares. Los hombres do Estado, segtin su tomperamento, coden sistema ticamente 6 resiston siempre, y éste es un detosta- | ble principio. Es nocesario saber resistir 6 coder, segiin las circunstancias. Fsta os la parte do la Psi- cologia politien més difieil y cuyas consecnencias pueden producir errores més graves. La Revolu- cidn francesa hubiese sido evitada y seguramento atenuada si en la época de la crisis agricola y fins ciora do 1788, quo acreci6 la misoria de Ins olasos obroras por 61 hambro y Ia falta de trabajo, la cla aristocrdticn no hubiese persistido en rechazar Ia igualdad fiscal, De aqui provino un odio intenso contra Ias clases privilegiadas y los motines que en- gondraron Ia desmoronacién de todo Jo existonte, www www Extrafiado en alguna ocasién do Ia falta de obras especiales sobre Psicologia politica, esperé constan- temente so llenaso esto vacfo. Después do diet at casi exclusivamento consagrados & las experienc! de fisies, cuyo resultado es mi libro sobre la evolu- cidn de Ia materia, estas investigeciones resultaron demasiado costoses para persistir on ellas, Tave que abandonarlas y mo resigu6 & volver & mis antiguos estudios. Deseoso de aplicar & In politica los prinol- pios expuestos en muchas de mis precedentes obras, rogé 4 mi eminento amigo ol profesor Ribot que me indicase Los tratados de Psicologia politica publioa- dos duranto ol tiltimo siglo. Su respuesta me con- veneié de que no existian, Mi extrafieza faé la mi «Jew u “ pars Sas ee ee Eo LA PeICOLOGIA PoLtrtCA 1" ‘ma quo cuando quinéé aflos antes, queriendo em- prender el estudio de la psicologia de Ias multitu- des, comprobé que mada se habfa escrito sobre este asunto. Cierto es que abandan las disertactones politioas desde Arist6teles, poto sus autores han sido teori- zantes, extratios & las realidades de su tlempo y sin conocer més que al hombre quimérico surgido de sus ensuotios Ni le psicologta, ni el arte de gober- nar tionen ninguna relactén con ellas. a falta do obras elésices sobro este asuato y do cftedras consagradas A su ensefianza, comprucba que su utilidad no aparece claramente, Es necesario, pues, demostrarla y ésto seré uno do los fines do esto libro. La Peloolegia polftica so basa, segdu queda yx dicho, en elementos procedontes do Ia psicologta in- dividual, de la de Ias maltitades, de la de los pue- blow, y sofiensts da In Historia. Muchos de ‘estos matoritles comlenzan & sor conooidos, pero no estén lo suficfontottents relabionados para formar un todo. eS En ol estado actual dé rivestros conocimientos, In politica no puéde sor tnfs'que una adaptactén dis ria de la conduote & Ia écesi da des. Racionales 6 tio, lo finico que inteteda ton étas, Los projaiclos here- diterios de un’ pueblo y' sus oreenclas religiosas pueden ser consideredos tbsurdos por la razén, pero un verdadero hotnbre de Estado no traterd jax més de combatirlos si sabe que no lo puede hacer ‘itilmente. Unloamente los to6ricos ignorantes de las realidades ereen quo la raz6n pura gobernar al mundo y transformaré 6 los hombres. En realidad, In Inteligencia prepara lontamente las modiflescto- nos quo, 6 le larga, trensformarén nuestras almas, 7. ee 12 PatcoxootA routrica ¥ pReRNSA sociAt, ero su acci6m inmediata es muy débil. Muy pocas costs pueden ser cambiedas por aquella brasca- mento. La Psicologia politioa so halla atin, segin hemos dicho, on In 6poca de las incertidumbres. Sin em- bargo, algunes leyes, ciertamente empiricas, pero, no obstante, muy determinadas, se conocen con fre- cuencia y la prueba de su valor no se hallard formu- IGndolas, sino demostrando las consecuencias de su ignorancla, Esto sora uno do los fines que me pro- pongo. El dosenvolvimiento do los prineipiosque me han servido de gufs oxigiria comentarios que las di- mensiones do esto libro no consentirfan, y que re encuentran, por lo dems, ampliamente expuestos on mis obras anteriores (1). Me limito cast exotust- vamento en este libro 4 a aplicacién de las regias detorminables de Ia Psicologia politica & los acon- tocimientos eontemporsnoos, y aun limitindome & este perfodo bien circunscrito, es, sin embargo, tan vasto que con frecuencia mo veré obligado & expo- ner indicaciones sumarias. Hubiera necesitado mu- chos libros para examinar Ia influencia de Ia Psico- Jogia politica on la historia de los pueblos, en Ia formacién de sus ereencias y on las luchas guerre- ras que forman Ia trama do su pasado. Toniendo que tratar de asuntos algo fridos, capa- auld data aco, gmrtin ssa: tom ia ag des penis een de py Ties mAb pen eRe de Sey, fc ——+ TA patcoLoata PoLtrica 8 ces, por lo tanto, de enojar al leotor, he procurado ovilar las formas demasiado didéotlcas. Suosde con frecuencia que los asuntos mnfs sorios ganan cuando se presenten en forma amens. Uno do los capitulos do esta obra, destinado & des- oribir los factores do 1a persuasi6n, demuestra Ia importancia do Ia ropotioién. La convicelén de su utilidad me Heva algunas veces & decir las mismas ‘cosas en términos casi iguales, Iamentando que la falta de espacio me impida hacerlo con més fro- cuencia. Napoleén no exageraba mucho ouando de- ‘ofa quo In repoticién es le tiniea figura seria de In ret6rica. Pode aflrmarso, por lo menos, que cons- ‘ltaye ano de Los més activos factores de Ia convio- ci6n. Todos los grandes hombres de Estado ban co- nocido su poder. Por medio do ropeticiones inau- merables, ¢l emperador do Alemania consi suadir & Jas gontes do Ia utilidad do lo impreseindibles para la constraccién de una gran flota do guerra. El ex presidente delos Estados Uni- dos, Mr. Roosevelt, decit con raz6n: «Todas las verdados fandamentales suenan como cosa por muy sabidas que sean, es necesario hora y siempre Si son necesarias las repeticiones para ditundir Ins verdades conocidas, 4qu6 no soré necesario ha- cor para imponer las verdades nuovast Mas do una ‘vor lo he exporimentado. Los apéstoles, que en ¢l curso de Iss edades trasformaron nuestras creen- cias, debieron su triunfo & repetictones incesantes, En ofecto, ol verdadero mecanismo de tas convic- clones diflere profandamente de aquel que ensefian 14 atcouoa{a PouiricA ¥ DmrmNsA SOCIAL os libros. El razonemiento, do gran importancia para las demostraciones cientificas, tiene escaso va: lor en Ia génesis de nucstras creencias, Las ideas no se imponen por su exactitud, sino Gnicamente cuan- do por el doble mecanismo de Ia repeticién y del contagio han dominado esas regiones de lo incons- ciente, dondo so elaboran los mévilos generadore do nuestra conducta, Porsuadir no eonsiste simple- mente en demostrar Ja exactitud de una razén, sino on imponor esta raz6n. CAPITULO IT Tan necesidades eeéndinteas y Ins teorian politions, ‘Las imfigenes eyooddas en el espfritu por los re- Iatoe, impresionen poco, ¥ por esto Ins diferencias del pasado y del presonte no aparecon jamés con bastante claridad. ‘No to representan fijamente las cosas abstractss sino comparéadolas con impresiones concretas ya sntidas. Quien haya visto una batalla 6 un nacfra- gio to sentiré siempre imprestonado al olr la narra: clén de sucesos semejantes. Esta represantacién del pasado por medio do le comparacién concrota an me hizo may viva un dia fen Ias ofrounstaricias siguientes: haciondo uns ex- ecarsi6n tave que atravesdr en automéril el puento que hay sobre ¢ tfo quis divide en dos pueblos It antigua cinded dv Hay; on Bélgica. Una nlcble ten intenea Ia exigol¥is, quo fa6 necesario detenernos; doscond{ dol automiévil ¥ mé asdiné Gla berandille. Bajo ol espéeo mianto dela brama que cubria todo, so entrevefan’ linponientes masas; aquello era para mi lo desoonoeido; ebpers & gue se revolase. De ré- pente tn rayo dé-t0l ‘disips Ias nubes y en tne vi- si6n imprevista surgieron, separados por el rfo, dos mundos, dos exprosiones de Ia himanidad erighdas frento & frente, y que & primera vista apereofan ‘como amenazadores, inconciliables y torribles. So- bro Ia margen izquierda un conglomerado de anti- ew Guos edifleios, y dominando su conjunto un gig tesco castillo do Ifnes rigidas y una majostuosa ca- tedral embellecida por Ia piedad de numerosas ge- neraciones. En la margen derecha y frente 4 estas grandes sintesis de Ia Edad Antigua aparecian las, tapins tristes y desnudas do una inmonsa fabrica de ladritlos grisdceos, on Ia que sobreselian altas chi menoas vomitando torrentes de humo negro surca- dos por llamas, A intervalos regalares Ia puerta s0 abria dando paso 4 largas filas de hombres hirsutos ‘oublertos de sudor, Ia cara sucia, Ik vista sombria, hijos de antepasados dominados por dioses y reyes quo tinicamente habian cambindo de amo para sor sorvidores del hierro, Eran dos mundos, dos civili- zaciones, obedeciondo & méviles diferentes, anima dos do distintas esperanzas: de ua Indo un pasado ya muerto, pero cuya carga sufrimos todavia; do otro un presente profiado do misterios y llevando ou sus entranias un porvenir desconocido. lompre existieron estos dos mundos, constanto- mente hostiles, pero sentimientos somejantes y una fo comin Uenaban ol abismo'quo los separabs. Hoy ia, Ia fe y los sentimientos han desaparocido, de- jando en ple tan solo Ia atévica hostilidad del po- bre contra ol reo. Liberados graduslmente de las ereenciasy de los laz0s sociales del pasado, los tra- bajadores modernos so rovelan més y més agrost- vos y opresores, amonazando las civilizaciones con tiranias colectivas, quo harén quizi buonas 1a do los pores déspotes. Fablan como amos & los legis- Indores, quienes les adulan sorvilmente y soporten todos sus caprichos. La influencia del nimero #u titaye cada vez més 4 In influencia de Ia intel goncia. NECESIDAD@S RCONOMICAS Y TeORIAS roUricAs 17 La vida politics es une adaptacién de los senti- miontos del hombre al medio que le rode. Estos sentimientos varian poéo porque Ia naturaleza hi ‘mana se transforma oon lentitud, en tanto que el medio moderno evoluciona répidamente é causa do Jos progresos continuos de Ia clencia y de Ia indas- tri, Cusndo el ambiente exterior se modifica de- masiado do prisa, la adaptaci6n es diftcl, y de aqui resulta el malostar general que 20 observa hoy. Constituye un problema siempre nuevo y cada vex ms gravoel de amolder In naturaleza del hombre 4 las necesidados de todo orden que le rodean y que no puede dominai. El inundo antiguo y ol mundo moderno difleren profundamenta por sus pensamientosy sus formas de existencla. Los elementos nuevos que nos con- ducen no s0 derivan do razonamientos abstractos, J no varien conforme 4 nunstras osporanzas 6 & Buestras concopeiones légicas: son ol resultado de nocesidades impuostas y no creadas. ‘No os por las rivalidades y las Iuchas, puos estas filtimas nacon de pasiones que no varfen, por lo que In 6poca actual diflero do las que In han prece- dido. La diferencia real consiste prineipalmente en Ia desomejanza de los fectores que contribuyen ahora & Ia evolucién do tos pueblos. Es éste an Punto tan eeencial, quo creo interesante insistir sobre 61. Las vordederas caractoristicas do este siglo son: en primer lugar, la sustitucién del poder de los re- ‘Yes y do les loyes por el de los factores econémi- en segundo, la comunidad de intereses entre Pueblos antiguamente soparados y que nada tienen do comdn, Este ditimo fonémeno, do origen relati- ‘Yamento reciente, tione una importancia co i ata edo 18 PsIcoLoGfA routrick ¥ DEFEXSA s0ctAt, ble. Los pueblos no estén como antiguamento aisla- dos y sin relaciones comerciales; viven los unos di Jos otros y no podrfan subsistir los unos sin los otros. Ingiatorra so veria pronto reducida al ham- bre si se la rodeaso de un muro que impidiese Ia Hogada de los géneros alimenticlos que trae de fue- ra y que page con otras mercancias. Estas condiciones nuevas de existencia permiten Presentir que, en todos los grandes movimiontos comerciales 6 industrieles que transforman la vida do I ereando Ia riqueza en unos sitios y Ia pobreza en otros, In influencia de los gobernan- tos, antes tan considerable, os cada dia mis débil. Convencidos ellos mismos de su impotencia, Jos movimientos en vex de dirigirlos; I econémicas son los verdaderos directores 6 inspi- ran 4 las voluntades populares, & Ias que nadie se resiste. Hace sesonta afios un soberano hublese to- nido suficients poder para decretar ol librecambio ou su pats, Nadie so atroverta hoy 4 intentar seme- Jante cosa. Importa poco que Ia protecciév, conde- nada por Ia mayor parte de los economistas, sea bo- noficiosa 6 perfudicial. Rosponde 4 las voluntades populares de los momentos presentes, y existen on ellos necesidades tan apremiantes y perentorias quo obligan 4 los hombres de Estado & no preocuparse dol porvenir. Muchas veces, éstos se hacen ilusio- nes sobre las consecuoncias de su intervenci6n. Los Jefes décites, de eféreitos muy indémitos, obedecon ‘siempre y no mandan nunea. En la sesi6n dol 11 de Marzo de 1910, M. Méline aseguraba ante el Senado que el librecambio habia arruinado 4 la agricultura ingless, euya produc ci6n de trigo habia bajado més de In mitad on me- dio siglo, mientras quo con el régimen do protec- I NECESIDADES RCONOMIOAS ¥ TRORIAS FoLinicAR 19 oi6n, Francia, que on 1892 tenfa un déficit alimenti- cio de 606 millones, habia conseguido que desapa- reciese, y, por el contrario, posefa un supersivit de cinco millones, quo le permitia exportar trigo en lugar de importarlo. El célebre economista atri- bafa, naturalmento, al régimen. proteccionists, del cual faé apésto!, los 700 millones que los agriculto- res consiguen ahora de Ia tierra. Esto no obstante, se puede asogurar, sin temor de equivocarse, que desde 0} origen del mundo ninguna ley ha tenido tal poder sreador. En efecto, Ia nueva produccién agricola obedece Gnicamente 4 los inmensos pro- 03 eleatfflcos realizados por Ia agriculture. Y ‘1 los Ingleses no han conseguido los mismos pro- grevos, no es en manera alguna porque el libre- cambio les impida luchar contra Ia concurrencia extranjera, sino sencillamente porque estiman més remunerador fabricar productos industriales, con cuya venta consiguon més riqueza que la quo neco- sitan para comprar toda Ia harina quo les hace fal- ta, Por lo dems, no es cuestiOn para tratar aquf la roferente & si el régimen proteccionista es benefl- cioso 6 perjudictal. En Ia politica actual, y esto es procisamente 10 que yo queria demostrar, no ce trata de investigar lo mejor, sino dotcamente lo cesible. Ea nuestros dies ningdn déspota soria bas- tante fuerte, repito, para imponer el librecambio 6 ol proteccionismo & un pais que no lo quisiose, Cuando los pueblos se engafian, peor para ellos. La experiencia so oncarga de hacérsolo saber. Algu- nos hombres de genio, ayndados por las oiroans- tancias, Megan & vencer In corriente, pero su niimo- ro fa6 siempre muy escaso, Lo precedente muestra bien i las claras hasta qué Punto los factores actuales difleren de los del pasa- a a 2 PICOLOaIA rorricA ¥ DRERNSA S0cIAL, do, y permite prosentir Ia escasa influencia de las toorias politicas sobre Ie ovolucién de los push! Con el progreso de las cioncias, de Ia industria y do las relactones internacionales han surgido maes- tros invisibles, pero poderosos, & Ios que los pue- los y sus soberanos deben obedienci Los elementos econémicos de Ia vida do los pue- blos constituyen, por tanto, necesidades & Ias cua 10s estin obligados & adaptarse y do les que no pue- don sustraerse. A estas necesidades naturales so afinden otras artificiales que tratan de croar los ta6- rleos de la politica y los gobiernos quo les siguen, Estudiemos su influencia. Los bi6logos, no obstante todos sus trabajos de laboratorio, jamas han conseguido transformar una especie vivionte, Las ligeras modificaciones exte. riores que ba consoguido crear el arte del educa dor, no tienen daraciéa ni faorze, 483 més fécil transformer un organismo social quo un sor vivionte? La respuesta afirmativa & esta cuestién ha inspirado nuestra politica, desde he més de un siglo, y Ia inspira todavia, Los revolucionarios de todos los tiempos, sobre todo los do muestra gran revoluciéa, y los socis. listas, han croido en la posibilidad do quo las so. ciedades se modificen por medio de instituciones nuevas, Todos aspiran & reconstrair las sociedades sobro bases inspiradas por la razén pura, Poro & medida quo la cioncia progresa, comprue- ba Is Inexactitud do esta doctrina. La Psicologia y Ja Historia, reforzadas por Ia Biologia, demusstran ue nuestros limites do accién sobre una sociedad NEORSIDAOKS FCONOMICAS Y THORIAS TOLITiCAS - Of son muy restringidos, que las transformaciones Profandas no se realizan jamfs sin Ia accién dol tiompo y que las institaciones son Ia envoltura de ‘un alma interne, Las instituciones son una especie do vestido, capaz de adaptarse & una forma interior, ero impotente para erearis, y por ello institucio. nes excelentes para un pueblo, pueden ser detesta. bles para otro. Una instituci6n, lejos de ser el pun to do partida do una evolucién politica, es simple. mente el término, Cierto que existe una influencia do las institu: stones y de los hombres en los acontectmientos, La Historia lo demuestra en cada péging; pero ext. gora su poder al no fjarse en quo 0503 sucesos son el resultado de un largo pasado. Si no ocurren en ol momento preciso, su accién es sencillamonte des- tractors, como la de los eonquistadores, Es.un dogma que tondromos que combattr con frecuencia on esto libro el de creer que so modif- ea el alma do un pueblo cambiando sus instituclo. nes y sus leyes. Los pueblos latinos permanecen en esa creencia, y 6sto es el origen do su debilidad. Sus} Mtusiones sobre ol poder de las instituciones nos han cosindo In més, saugrionta revolucién que ha conocido Ia Historia, la muerte violenta de muchos millones de hombres, Ia decadenoia profunda de todas nuestras colonias y ol progreso amenazedor del socislismo, Nada ha podido combatir 4 ose to. rrible dogma y no cesamos de aplicarie & los des. Sraciados indigenas quo oaen en nuestras manos Que conducimos asf al odio y fla revolucién, Los Periédicos nos suministran recientomente nuevo ejemplo de esta coguera general, roproduciendo algunos extractos de una circular del gobernador de In Coto d'Ivoire & sus administrados. Su resulta. 22 ParCoLOGIA POLITICA ¥ DRFRNSA SOCIAL, do final ha sido el levantamiento del pafs, el asest- nato de muchos oficiales y Ia costosa necesidad de toner que enviar Ia moirépoli numerosas tropes tra restablecer ol orden. Si los ingleses y los ho- Inndeses gobernssen sus colonias con tales prinol- ios, hace tiempo quo las habrian perdido. El documento, dot que voy & copiar los més & ientes pfrrafos, demuestra plenamente nuestra irreductible incapacidad para comprender que el alma deun pueblo no so transforma con decretos ¥ quo instituciories excelontos para un pueblo pue- don sor malas para otro y siompro inaplicables. «Ba menester —eseribfa. eso gobernador — quo nuestros ibditos vayan por In senda del progreso aun & pesar suyo.... La autoridad obtendrfi lo que se niegue 4 la porsussién.... Es noceserio modifiear fen absoluto In mentalidad negra para hacernos comprender.... Lo que yo no quiero ex damostrar una sonsiblerfa sin resultado... Aun cuando de mos preseindir de los deseos de los indigenas, im- porta que sigamos sin reparo Ia dnica via suscepti- blo do lovarnos al fin... No ereo quo haya que te- mor las consecuencias de nuestra accién, aun ovat do ésta no respeto usos que, por lo menos, son ‘opuostos & todo progreso. Lo quo seria urgente modificar, si dependiese de nuestra voluntad, no es Ia mentelidad negra, sino 1a do los administradores eapaces de suscribir pé- rrafos como los transeritos. En cuanto la ilusién del eélebre gobernador, de quo «no hay que tomer las consecuencias de nues- tra accién», 10s acontecimlentos so han encergado do darlo una dara leccién, quo desgraciadamente no #@ aprovecharé. El signo caracteristico de una creoneia fu6 siempre el de no ser modificable por ncestodons aoonduioad ¥ tRontAs Pouirtcas 29 1a observaci6n, int por el razonamiento, ni por In experiencia; Is creenciss politicas tenen Ia misma tonacidad que los dogmas religiosos, aunque no po-

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