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Pseudo Dionisio Areopagita: Los nombres de Dios

El tema a tratar por Pseudo Dionisio en el primer capítulo de su obra “los nombres de

Dios” es el que concierne a los nombres divinos.

La primera norma que le pide a Timoteo, que es a quien le dirige este tratado, es olvidar el

raciocinio propiamente humano, para así atenerse únicamente a los textos sagrados:

(…) cuando presentemos la verdad de la palabra de Dios “no sea con

persuasivos discursos de humana sabiduría, sino en la manifestación y el

poder del espíritu” dado a los escritores sagrados.1

Nos dice que de apelando al poder del espíritu podrán alcanzar una unción tal elevada

que rebase todo lo que se pueda alcanzar con el intelecto y la razón; y es por esta razón

que prohíbe hablar de Dios en términos que estén fuera de las sagradas escrituras. Y esto

tiene una razón muy simple que explica Areopagita:

“Efectivamente, cualquier palabra o concepto resultan inadecuados para

expresar lo desconocido de la supraesencia que está muy por encima de

todo ser”2

De esta manera la postura de Pseudo Dionisio con relación a los nombres de Dios queda

claramente marcada, todo concepto y palabra que surja del intelecto y no de las sagradas

escrituras resulta ineficiente e insuficiente para hablar del ser supraesencial que es Dios.

Así que para conocer los secretos de Dios se debe dar crédito a la teología sabia y

1
Pseudo Dionisio, los Nombres de Dios, 585 B – 588 A
2
Ibíd. 588 A – 588 B
verdadera para de esta manera alcanzar la sabiduría que el intelecto solo, no pude

darnos.

“Los sentidos no pueden percibir ni intuir lo que es propio del

entendimiento. Signos y figuras no son lo mismo que las realidades

inmateriales a que se refieren; lo corpóreo no aprisiona lo intangible ni lo

incorpóreo. Del mismo modo, y con toda verdad, aquella infinita

supraesencia trasciende toda esencia; aquella Unidad está más allá de

toda inteligencia.”3

Es así como de manera muy insistente el Pseudo Dionisio nos vuelve a aclarar que esta

esencia que busca conocer, está más allá de todo ser, de toda esencia, y es por eso que

nos persuade a no hablar de Dios usando el intelecto y la razón, es más parece exigir que

éstas se olviden para poder conocer sus secretos.

El hecho de que Dios trascienda toda razón toda intuición y todo nombre, no significa que

él no contenga estas cosas en sí mismo, por el contrario todo en cuanto existe, está en él,

pues Él es el Ser y ningún ser es como Él, nos dice Pseudo Dionisio; es la causa de todo

lo que existe, pero lo que lo hace trascendente es que él está fuera de todas las

categorías del ser, y es por esta misma razón: porque es causa de todo y por que

trasciende todo ser, que sólo en él podemos conocer la verdad de todo en cuanto existe;

pero cómo es posible entonces la comunicación de éste ser supraesencial con los seres

materiales, o cómo se da la comunicación de Dios con los hombres si no puede haber

entendimiento nuestro hacia lo que él es o él dice.

3
Ibíd. 588 B – 588 C
Areopagita nos habla de un “rayo supraesencial”:

“Por sí mismo hace generosamente extensivo a todo aquel firme Rayo

supraesencial que le es propio y constante. Cada uno lo recibe según su

capacidad. De esta manera atrae-hacia-sí las almas santas para

contemplarle, dentro de lo posible, para estar en comunión con Él y

procurar imitarle”4

Es este rayo el que nos ayuda a acercar nuestro espíritu a él, sin embargo, al parecer ni

de esta manera se podrá conocer del todo a éste ser supraesencial, sólo dentro de lo

posible, tal como lo dice Pseudo Dionisio.

Por otro lado las amas que siguen este camino, llevan una vida de rectitud y modestia, lo

cual hace que éstas no sean persuadidas por las inclinaciones del mal. Así en respuesta

de amor a esta luz recibida y en humilde silencio, nos dice Areopagita, las almas se

elevan en pos del rayo que las ilumina; este es su poder unificante, el poder de este ser

supraesencial.

Pienso que existe una relación entre este ser supraesencial y el Uno plotiniano, puesto

que, lo que nos pide Dionisio es olvidar la razón propiamente humana y apelar a la

adoración para alcanzar los secretos Dios, esto es el camino de regreso a la divinidad

para la revelación del mundo real:

“Por eso en casi toda explanación teológica observamos que se alaba

santamente a la deidad, Mónada o Unidad por la sublime simplicidad e

indivisible unidad. Su poder unificante atrae sobrenaturalmente nuestra

4
Ibíd. 588 D – 589 A
múltiple diversidad a su Unidad. Nos hace unidad semejante a Dios

mismo.”5

Tomando en cuenta lo dicho en esta frase, se puede notar la herencia plotiniana sobre su

filosofía, no sólo por hablar de Dios como Unidad, sino por nuestra capacidad de

asemejarnos a él, unificando nuestra multiplicidad.

Es de esta manera como Pseudo Dionisio espera lo mismo que Plotino: el regreso a el

Uno para recuperar nuestra unidad con él. Para Areopagita, Jesús jugó e papel unificador

entre Dios y el hombre, pues a pesar de ser parte de la trinidad, esa misma trinidad es

unidad, son tres y uno al mismo tiempo, y Jesús como parte de la trinidad, convivió con

los humanos:

“Admirablemente Jesús asumió naturaleza humana sin dejar de ser Dios; el

que es eterno se enmarcó en el tiempo; Aquel que es esencialmente

trascendente a todo el orden natural sin perder nada de lo que es como

Dios, se encerró dentro de la naturaleza humana”6

Es éstos resplandores sagrados, tanto Jesús como las escrituras, que podemos tener una

transmisión de lo que Dios es realmente.

Sin embargo el problema subsiste, cómo o por qué nombrara lo innombrable. Pseudo

Dionisio nos dice que debemos imitar a los ángeles, y esto es prescindir de todo discurso

y olvidarlo todas las coas, porque Dios como ser supraesencial no participa de todo eso.

La solución al problema del nombre parece ser que de la misma manera como Dios es el

Ser que trasciende todos los seres, él es el Nombre que trasciende todos los nombres
5
Ibíd. 589 D – 592 A
6
Ibíd. 592 A – 592 B
“¿No es realmente admirable este nombre que está sobre todo nombre?

Por eso es el Sin Nombre. Está ciertamente constituido por encima de todo

cuanto tiene nombre, en este siglo y en el venidero”7.

De esta manera por ser nombre que trasciende todo nombre, el ser que trasciende todos

los seres, el creador de todo en cuanto existe y al mismo tiempo el ser supraesencial que

todo lo trasciende, todo le cuadra a la vez el Sin nombre y los nombres de todas las

cosas, él es todo y todas las coas.

Así Pseudo Dionisio cierra su tratado de la siguiente manera:

“Por cuanto a mi me toca, concédame Dios celebrar dignamente los

muchos y deferente nombres por los que se manifiesta su divina Bondad

aunque ningún nombre sea digno de la Deidad. No parte Él de mis labios la

palabra verdadera”8

Con esta reflexión final Pseudo Dionisio le Muestra a Timoteo la utilidad y al mismo

tiempo la inutilidad que es nombrar a Dios con todos los nombres que existen.

En conclusión esa sería la reflexión final, al ser supraesencial le quedan todos los

nombres, sin embargo ningún nombre es suficiente para expresar lo que realmente es.

7
Ibíd. 596 A – 596B
8
Ibíd. 597 C

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