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Creerás?
por
Marilyn Phillipps
Copyright © 1993, 1994. Todos los derechos reservados.
ISBN 1-884794-04-1
Introducción
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual
nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que po-
damos también nosotros consolar a los que están también
en cualquier tribulación, por medio de la consolación con
que nosotros somos consolados por Dios.
2 Corintios 1:3-4
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Capítulo 1
En el Principio
Mi esposo y yo nacimos católicos, es decir, nacimos
en hogares católicos y fuimos criados con bases católicas
firmes. A pesar de que hubo algo de nuestros antecedentes
que tuvimos que superar, le damos gracias a Dios por nues-
tra educación. Nuestros padres nos enseñaron la fidelidad y
obediencia y muchas otras buenas cualidades que el Señor
usó posteriormente en nuestras vidas.
El padre de mi esposo y el mío estuvieron en el ejército
por lo que, a través de nuestra infancia, nuestras familias tuvie-
ron que viajar a diferentes partes de los Estados Unidos y del
extranjero. En 1950 cuando nuestros padres se establecieron
en la ciudad de Denver, probablemente Michael y yo jugába-
mos juntos en la guardería de la Base de la Fuerza Aérea. De
eso no estamos muy seguros, pero pudo haber pasado.
Nuestro primer encuentro oficial fue en 1967 cuando
estábamos en la universidad en Denver. Yo era una estudiante
con tutor en la Universidad de Loretto Heights y Michael esta-
ba en la Universidad de Colorado. Seis meses antes, nuestras
madres se conocieron en un retiro e inmediatamente quisieron
presentarnos. Michael y yo habíamos pasado por experiencias
tristes conociendo a los hijos de las amigas de nuestras madres
así es que no tomamos en cuenta sus repetidos intentos por
que hubiera un encuentro entre nosotros.
Cuando finalmente nos conocimos cara a cara, defini-
tivamente no fue amor a primera vista lo que sentimos. De
hecho, ni siquiera nos soportábamos. Michael pensaba que
había muchos aspectos en mí que debían ser cambiados y
me los dijo en los primeros 5 minutos de nuestra plática. Yo
pensé que él era arrogante. Intercambiamos unas cuantas
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Capítulo 1
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Capítulo 1
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Capítulo 3
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Capítulo 4
hablar sobre el hecho de que Jesús había muerto por mí. Toda
mi vida cuando pensaba en Jesús colgando en el madero sólo
me podía imaginar como una de tantos millones de personas,
y ni siquiera sabía si a El le interesaba que yo estuviera entre
esa multitud. De todas maneras, realmente nunca pensé que
necesitara personalmente un Salvador porque yo me jactaba
de no haber cometido nunca adulterio o asesinado a alguien.
Sin embargo, siempre había estado contenta de que Jesús
hubiera muerto por todos los demás pecadores miserables,
porque yo salí beneficiada gracias a ellos.
Conforme Bob habló esa noche, de repente supe que Je-
sús había muerto por mí y pude darme cuenta de lo miserable
y pecadora que era. No eran los pecados que había cometido
o no, sino mi naturaleza pecaminosa. Estaba parada a los
pies de la Cruz y Jesús estaba muriendo por mí. ¡Nunca supe
que yo le importara a El! Simplemente estaba atónita y sentí
cómo Su amor me inundaba y sabía que era preciosa para
El. Ya sólo estaba esperando el momento en que hicieran el
llamado al altar para que pudiera pasar. Ni siquiera me podía
acordar de cómo es que lo hacían, pero pensé, "Espero que
hagan eso que hicieron ayer en la noche." Y por supuesto, lo
hicieron nuevamente.
Intentaba ponerme de pie para dirigirme hacia adelante,
pero comenzó a darse una batalla dentro de mí. Una parte de
mí decía, "¡Pero si tú eres católica! Y te estás metiendo con los
protestantes. Los católicos no hacen esto y si tú ya tienes esto,
para que pasas. Simplemente somos la única iglesia verdadera
que existe sobre la tierra. Ellos son los que necesitan hacer
esto, pero tú ya lo tienes y no necesitas pararte e ir al frente,
no tienes por que hacer esto en público."
Mi corazón estaba deseoso de pasar, pero era como si
tuviera plomo en mis zapatos y hubo algo que me mantuvo
sentada.
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gábamos a algo les dije, "Tal vez para ustedes estuvo incluido
en el paquete, pero yo no las quiero ni las necesito."
Ellas oraron por mí y me animaron a hablar en nuevas
lenguas. Yo estaba muy indignada y comenté, "Les dije que
no quiero esas lenguas y no las voy a recibir, quiero lo que
viene después del Bautismo, quiero poder y todo lo demás,
pero no quiero las lenguas."
Probablemente durante seis semanas seguí creyendo
lo mismo, hasta que una tarde asistí a mi primer servicio de
sanidad. Charles y Frances Hunter estaban ministrando y
pude ver milagro tras milagro. Nunca había visto algo se-
mejante en toda mi vida pero aún así estaba escéptica y no
creía que lo que estaba viendo era real. Estaba convencida
de que habían contratado a las personas para que dijeran que
fueron sanadas.
Ahora, Charles y Frances son amigos queridos para
nosotros y todavía no puedo creer que estuviera llena de
tanta duda, pero así fue. Conforme veía a la gente caer por
el poder del Espíritu Santo esa noche, sabía que todo eso era
pura farsa. Estaba a punto de comentarle esto a mi querida
amiga Jan, quien me convenció de ir esa noche, cuando de
pronto ella también cayó al suelo por el poder del Espíritu
Santo. Yo conocía a Jan y confiaba en ella; ella fue quien me
guió para recibir a Jesús. Así que pensé, "Seguramente si ella
cayó por el poder de Dios, tenía que ser real." De pronto
recibí nuevos ojos de fe.
Al final del servicio Charles y Frances dijeron, "Vamos
a alabar por lo que Dios ha hecho esta noche." Todos levan-
tamos nuestras manos y cada persona allí presente comenzó
a adorar y a cantar en lenguas. Yo estaba haciendo lo mejor
que podía para cantar en inglés cuando de repente sabía que
tenía que decirle al Señor algo más. Algo dentro de mí quería
salir, pero no sabía como decirlo. Sólo seguí diciendo, "¡Se-
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La otra Mujer
Si Satanás no puede desviarte de un camino, intenta otro.
En mi deseo de convertirme en una esposa cristiana perfecta,
comencé a tomar clases. En esas clases me dijeron que una
esposa sujeta es una que no toma decisiones para nada. Su
esposo es quien decide todo. Así que desconecté mi cerebro
y comencé a preguntarle a Michael si lavaba la ropa o si iba
a la tienda de abarrotes.
El pobre de Michael no sabía qué hacer conmigo. El
decía, "Yo me casé con una chica inteligente, pero esto del
cristianismo te ha convertido en un vegetal. ¿Qué te pasa?"
Yo me enfadé y pensé, "Yo que estoy tratando de suje-
tarme y a ti ni siquiera te importa, volveré a ser tan agresiva
como lo era antes." Sin embargo, sabía que no era lo que el
Señor quería, entonces trataba de sujetarme otra vez. ¡Gracias
a Dios! El tenía Su mano sobre nosotros aunque yo botaba
de un lado a otro.
Durante el siguiente verano, Dios comenzó a tratar
conmigo sobre mi deseo tan grande de tener un bebé. El me
habló a través del primer libro de Samuel en el capítulo uno,
versículo ocho; Ana, la madre de Samuel, estaba obsesionada
por tener un bebé. Cada año ella clamaba a Dios por un bebé.
Su marido Elcana en tono de desesperación le dijo, "¿No te
soy yo mejor que diez hijos?"
El Señor realmente trató esto conmigo, "Yo te he dado
un esposo y ni siquiera le ministras. Lo estas usando como un
medio para tener un hijo." Fue entonces cuando me di cuenta
que precisamente era eso lo que estaba haciendo. Después el
Señor me dijo, "Entrégame a tu bebé."
No fue algo fácil para mí y estuve de luto como si hubiera
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La otra Mujer
Si Satanás no puede desviarte de un camino, intenta otro.
En mi deseo de convertirme en una esposa cristiana perfecta,
comencé a tomar clases. En esas clases me dijeron que una
esposa sujeta es una que no toma decisiones para nada. Su
esposo es quien decide todo. Así que desconecté mi cerebro
y comencé a preguntarle a Michael si lavaba la ropa o si iba
a la tienda de abarrotes.
El pobre de Michael no sabía qué hacer conmigo. El
decía, "Yo me casé con una chica inteligente, pero esto del
cristianismo te ha convertido en un vegetal. ¿Qué te pasa?"
Yo me enfadé y pensé, "Yo que estoy tratando de suje-
tarme y a ti ni siquiera te importa, volveré a ser tan agresiva
como lo era antes." Sin embargo, sabía que no era lo que el
Señor quería, entonces trataba de sujetarme otra vez. ¡Gracias
a Dios! El tenía Su mano sobre nosotros aunque yo botaba
de un lado a otro.
Durante el siguiente verano, Dios comenzó a tratar
conmigo sobre mi deseo tan grande de tener un bebé. El me
habló a través del primer libro de Samuel en el capítulo uno,
versículo ocho; Ana, la madre de Samuel, estaba obsesionada
por tener un bebé. Cada año ella clamaba a Dios por un bebé.
Su marido Elcana en tono de desesperación le dijo, "¿No te
soy yo mejor que diez hijos?"
El Señor realmente trató esto conmigo, "Yo te he dado
un esposo y ni siquiera le ministras. Lo estas usando como un
medio para tener un hijo." Fue entonces cuando me di cuenta
que precisamente era eso lo que estaba haciendo. Después el
Señor me dijo, "Entrégame a tu bebé."
No fue algo fácil para mí y estuve de luto como si hubiera
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Ojos de Fe
Ella había usado mi amistad, me había traicionado y me
había mentido. Una vez que las cosas habían salido a la luz,
ella dejó de fingir que era mi amiga y yo no sentía el más
mínimo deseo de perdonarla y la odiaba. Sólo deseaba verla
podrida en el infierno y no me importaba lo que Dios hiciera
con ella. Si El quería destrozarla con un relámpago no había
ningún inconveniente conmigo. Dios dijo, "No puedes conti-
nuar de esa manera, no va a funcionar, tienes que perdonarla
y aprender a amarla."
Estuve caminando en la casa durante 8 horas tratando
de evitar al Señor y le repliqué, "No es justo Dios, no quiero
perdonarla así es que déjame en paz." Traté de alejarme de
El, pero El no se alejó de mí. Caminaba de un cuarto a otro,
pero El seguía conmigo.
Finalmente me subí al carro y de alguna manera pensé
que Dios no iría conmigo, pero no fue así. Yo no lo podía ver
sentado en el asiento del carro, pero sabía que Su presencia
estaba allí y que El estaba esperando que yo la perdonara.
Manejé hasta la casa de una amiga para contarle lo que
había pasado. Ella había orado conmigo desde que me percaté
que mi matrimonio estaba en problemas y realmente esperaba
que estuviera de mi parte. En lugar de que eso ocurriera, las
primeras palabras que salieron de su boca fueron, "Tienes que
perdonarla, ¿ya lo hiciste?"
La dejé inmediatamente y ya no seguí conduciendo mi
carro. Continué discutiendo con Dios, "Es que tú no entiendes
por lo que he estado pasando," y dije, "Ni siquiera sabes lo que
es ser traicionado por un amigo." Y el Señor me respondió,
"Estás segura de lo que acabas de decir."
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Palabras de Vida
Voy a compartir algunas escrituras con ustedes que Dios
me dio, pero pídanle a Dios versículos que se puedan aplicar
a su situación. El les dará pasajes que les hablen justo en
medio de las circunstancias por las que estén pasando parti-
cularmente.
Una de mis mayores preocupaciones eran nuestros hijos.
El Señor nos bendijo con nuestro milagro prometido, Jason.
Ahora tenía a tres pequeñitos a quienes proteger. Con toda esa
confusión y el enojo que había alrededor de ellos, le pedí al
Señor una Palabra para ellos. El me dio Isaías 54:13, Y todos
tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz
de tus hijos. Puse los nombres de mis hijos en este versículo
y lo repetía así, "Todos mis hijos serán enseñados por el Señor
y se multiplicará la paz de Cristine, se multiplicará la paz de
Mike y se multiplicará la paz de Jason."
Hay un versículo en Jeremías 32:39 que dice, Y les daré
un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamen-
te, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos.
También puse nuestros nombres aquí y repetía, "Y les daré
a Michael y Marilyn un corazón y un camino para que me
teman perpetuamente para que tengan bien ellos y por el bien
de Cristine, Mike y Jason." Me apropié de esas escrituras,
comencé a creer en ellas y las confesaba conforme las cosas
se iban empeorando, oscureciendo y siendo cada vez más
terribles.
El Señor dijo que cuando siembras la Palabra, el enemi-
go viene inmediatamente para arrebatarla antes de que tenga
raíz. Cuando estaba aprendiendo a orar la Palabra por nuestro
matrimonio y mi familia, Michael llegaba a casa repitiendo,
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Capítulo 10
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Capítulo 10
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Capítulo 11
era Adán.
Conforme el Señor siguió ministrándome de repente tuve
un nuevo entendimiento sobre Eva y lo que experimentó. Si
existiera una mujer con todo el derecho de reprochar a su
marido con las palabras "¡Vaya, lo echaste todo a perder,"
esa es Eva. Su esposo no sólo arruinó las cosas para ellos
sino para toda la raza humana. Ellos vivían con lujos en ese
hermoso jardín y tenían todo lo que necesitaban cuando de
pronto fueron arrojados de ese lugar. Desde entonces ella tuvo
a sus hijos con dolor, la tierra fue maldecida y ella y su esposo
tuvieron que trabajar con el sudor de su frente.
Comencé a entender lo que Eva estaba sintiendo. Pudo
haberse convertido en una persona de corazón endurecido
con odio hacia su hombre y decir, "Nada volverá a ser igual."
Ella hubiera estado en lo correcto porque nada ha sido igual
desde entonces.
Dios comenzó a hablarme, "Te estoy hablando a ti en
este momento, no a Eva, y te repito que tu deseo sea para tu
esposo." El comenzó a mostrarme que tenía que ajustar mi
voluntad a la voluntad de Dios. Tuve que tomar la decisión de
desear a mi esposo porque ya no existía ningún deseo hacia él.
Estuve peleando con esto por un tiempo hasta que finalmente
dije, "Está bien Señor. Mi deseo será para mi esposo y estoy
dispuesta. A ti te toca trabajar los detalles que faltan."
Conforme Dios comenzó a cambiar mi corazón hacia mi
esposo, El también comenzó a tratar conmigo sobre la cabeza
espiritual de nuestro hogar. Durante mucho tiempo yo estuve
tratando de poner todo en orden, tanto en lo natural como en
lo espiritual. Y siempre pensé que seguiría ocupando esa
posición hasta que Michael creciera en el Señor y estuviese
listo para tomar las riendas. Ahora Dios empezó a tratar con-
migo en cuanto a que la cabeza era una posición ya asignada,
no es algo que se pueda ganar. Definitivamente a mí no me
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Un Sólo Camino
Desde ese día Dios comenzó a sanar nuestro matrimonio,
pero no fue algo de la noche a la mañana. Tomo un tiempo
construir nuevamente la confianza y otro tiempo para construir
nuevamente el amor, pero esto es parte de otro libro.
Tuve que mantenerme al margen para emparejarme con
Michael. Dejamos de ir a la iglesia católica y nos unimos a
una sin denominación. El Señor se pasó los siguientes dos
años reemplazando la doctrina del hombre con la verdad de
Su Palabra. Después nos llamó a un ministerio de tiempo
completo para matrimonios. Nosotros, que no teníamos espe-
ranza, ahora tenemos el privilegio de dar esperanza a cientos
y miles de parejas alrededor del mundo. ¡Cuán maravilloso
es el Dios a quien servimos!
Quiero que sepas que Dios no hace acepción de personas.
Yo no hice nada especial ni era alguien diferente a ti. Créeme
que cometí muchos errores y provoqué líos en muchas cosas.
Lo que me sorprende es ver la fidelidad de Dios en todo ese
tiempo. Es Su perfección lo que nos da la victoria. No tiene
nada que ver con nuestra perfección. Nuestra responsabilidad
es obedecer y arrepentirnos cada vez que desobedecemos.
El nos ama tanto que desea mucho más que nosotros vernos
como personas de éxito.
Nuestro matrimonio no fue elegido entre muchos para
recibir la bendición de Dios. El quiere lo mismo para ti.
Cualquiera que sea el problema con tu matrimonio o con otras
relaciones, Dios está actuando poderosamente a tu favor. Sa-
tanás te mentirá diciendo, "Este testimonio fue sólo cuestión
de suerte. Eso pasa en contadas ocasiones y no es para todos."
Esto pasa en realidad cuando el pueblo de Dios es fiel y cree
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Capítulo 13
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Capítulo 13
No creo que este matrimonio sea lo que Dios quiere para mí.
Puesto que Dios no nos unió, ¿por qué no tengo la libertad
para volverme a casar?
En Josué 9, los habitantes de la nación de Gabaón de-
cidieron engañar a los israelitas. Ellos vieron al Señor ganar
batalla tras batalla para los israelitas conforme se iban acer-
cando a la tierra prometida. Ellos sabían que el Señor había
prohibido estrictamente a los israelitas hacer alianzas con los
habitantes de la tierra por lo que se vistieron con harapos y
llevaron consigo pan echado a perder y bebidas agrias. Qui-
sieron convencer a los israelitas que venían de tierras lejanas
para que pudieran aliarse con ellos. Ellos se dieron cuenta
que si los de Israel sabían que eran habitantes de la tierra que
el Señor les había dado como posesión nunca hubieran hecho
pacto con ellos.
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