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¿El Reporte de Quién

Creerás?

por

Marilyn Phillipps
Copyright © 1993, 1994. Todos los derechos reservados.
ISBN 1-884794-04-1

La Editorial de Eden Publishing les anima a copiar este libro y


dárselo a cualquier persona que necesita ayuda. Sin embargo,
ninguna parte de este libro puede ser copiada para su venta.

Portada por Debra Wilson, 1993.

Traducido por Myriam Govea, 1995.

A menos que se indique, todas las citas bíblicas fueron tomadas


de las Sagradas Escrituras, versión Reina Valera 1960. Copyright
©1973, 1978, 1984, Sociedad Bíblica Internacional. Usadas con
permiso.

Las Escrituras tomadas de la BIBLIA AMPLIFICADA, Nuevo


Testamento. Copyright © 1954, 1958 por la fundación Lockman.
Usadas con permiso.
Reconocimientos
Le agradezco sinceramente a mi esposo Michael por
haberme animado a terminar finalmente este libro. Su amor
y apoyo han hecho posible nuestro ministerio juntos y su
visión incansable nos mantiene en marcha y llenos de fe.
Cada acontecimiento relatado en este libro fue absolutamente
valioso cuando veo lo que el Señor está haciendo en nosotros
y a través de nosotros hoy en día. Estoy muy agradecida con
el Señor porque no permitió que me diera por vencida. ¡Sus
planes son maravillosos!
También quiero agradecer en especial a nuestra hija Cris-
tine por editar este libro y a Jan por hacer las correcciones.

Quisiera dedicar este libro a mi querida amiga, LaNette


Houghton, quien está con el Señor desde 1993. LaNette
invirtió muchas horas transcribiendo los cassettes originales
en la computadora para que este libro pudiera tener un buen
comienzo. Extraño su sonrisa y sus palabras de aliento y
estoy orando por que nuestras mansiones puedan estar juntas
en el cielo.
¿El Reporte de Quién Creerás?

Introducción
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual
nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que po-
damos también nosotros consolar a los que están también
en cualquier tribulación, por medio de la consolación con
que nosotros somos consolados por Dios.
2 Corintios 1:3-4

Mi deseo es que este libro comparta con ustedes el


consuelo que el Señor me ha dado y la victoria que El nos
ha dado.
Nuestro matrimonio estaba ya con tantos problemas que
después de haber ido con un consejero matrimonial, nos dijo
que no podía hacer nada por nosotros. El comentó, "No hay
nada que se pueda hacer para salvar este matrimonio. Están
desperdiciando su dinero al venir aquí. Deberían divorciarse
lo más pronto posible y continuar cada quien con su vida."
Después de esto fui con el pastor de la iglesia y dijo,
"En ocasiones cuando las cosas llegan a tal grado, lo mejor
es divorciarse." Sé lo que se siente enfrentar circunstancias
imposibles y no poder encontrar a alguien que te diga que
sí hay esperanza. El Señor está buscando a aquellos que no
tienen esperanza.
Hay esperanza en Jesús. Hay sanidad en Jesús. ¡Hay
victoria en Jesús!

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Capítulo 1

En el Principio
Mi esposo y yo nacimos católicos, es decir, nacimos
en hogares católicos y fuimos criados con bases católicas
firmes. A pesar de que hubo algo de nuestros antecedentes
que tuvimos que superar, le damos gracias a Dios por nues-
tra educación. Nuestros padres nos enseñaron la fidelidad y
obediencia y muchas otras buenas cualidades que el Señor
usó posteriormente en nuestras vidas.
El padre de mi esposo y el mío estuvieron en el ejército
por lo que, a través de nuestra infancia, nuestras familias tuvie-
ron que viajar a diferentes partes de los Estados Unidos y del
extranjero. En 1950 cuando nuestros padres se establecieron
en la ciudad de Denver, probablemente Michael y yo jugába-
mos juntos en la guardería de la Base de la Fuerza Aérea. De
eso no estamos muy seguros, pero pudo haber pasado.
Nuestro primer encuentro oficial fue en 1967 cuando
estábamos en la universidad en Denver. Yo era una estudiante
con tutor en la Universidad de Loretto Heights y Michael esta-
ba en la Universidad de Colorado. Seis meses antes, nuestras
madres se conocieron en un retiro e inmediatamente quisieron
presentarnos. Michael y yo habíamos pasado por experiencias
tristes conociendo a los hijos de las amigas de nuestras madres
así es que no tomamos en cuenta sus repetidos intentos por
que hubiera un encuentro entre nosotros.
Cuando finalmente nos conocimos cara a cara, defini-
tivamente no fue amor a primera vista lo que sentimos. De
hecho, ni siquiera nos soportábamos. Michael pensaba que
había muchos aspectos en mí que debían ser cambiados y
me los dijo en los primeros 5 minutos de nuestra plática. Yo
pensé que él era arrogante. Intercambiamos unas cuantas

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¿El Reporte de Quién Creerás?

palabras frías pero con educación y después tomó cada quien


su camino.
Michael se fue a la Expo '67 que hubo en Canadá y estuvo
fuera de casa por un mes. Cuando regresó a Denver me llamó
por teléfono para que saliera con él. No tenía idea alguna de
qué fue lo que lo motivó a llamar o lo que me movió a salir
con él. Tal vez Dios tenía desde entonces sus manos puestas
en nosotros.
Estuvimos saliendo durante unos meses, pero nuestra
naturaleza competitiva hizo que en nuestra relación se pre-
sentaran muchas tormentas. En la mayoría de las citas que
tuvimos, uno o el otro llegó a la determinación de no volver
a vernos más. De vez en cuando salíamos con otras personas
pero siempre nos encontrábamos juntos otra vez. Parecía que
había una irresistible atracción entre nosotros, sin embargo,
el tiempo que pasabamos juntos era tormentoso. Finalmente
decidimos que cada quien tendría que seguir su camino y
que nunca volveríamos a vernos. Fue durante este tiempo
de separación que ambos descubrimos lo mucho que nos
amábamos y decidimos casarnos.
Además de nuestras personalidades habían otras dificul-
tades en nuestra vida amorosa. La Marina había pagado mis
estudios durante los últimos dos años en la universidad, así
que cuando me gradué les debía 3 años de servicio. Como
Michael cambió de carrera en su último año, todavía le faltaba
un año para terminar. En 1969 me enrolé para recibir el en-
trenamiento básico; hicimos planes para casarnos tan pronto
como Michael se graduara y después tendríamos nuestro hogar
en cualquier lugar a donde la Marina me mandara a residir.
Sin embargo, en ese entonces todavía no tenía idea de lo que
me esperaba en la Marina.
Como estuve en una Universidad católica para mujeres,
no estaba preparada de ninguna manera para lo que enfrentaría

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Capítulo 1

en el mundo. A los pocos días de haber llegado al lugar donde


me iban a dar el entrenamiento conocí a un doctor 10 años
mayor que yo. Me llamó la atención por su gentileza y por
su manera sofisticada de ser. Los jóvenes universitarios que
conocí cuando estaba en la escuela no eran nada comparados
con este doctor. En nuestra primera cita él me dijo que era di-
vorciado y yo sabía que no debía salir con un hombre así, pero
estaba tan emocionada de salir con él que aun así lo acepté.
En poco tiempo salíamos todos los días y me pidió que me
quedara con él cuando el entrenamiento básico terminara.
Ahora, viendo hacia atrás, puedo ver que era una joven
totalmente ingenua y muy enamorada. Estaba buscando
una relación duradera. El, por otro lado, era un hombre de
mundo muy sofisticado que había sido muy lastimado en su
matrimonio. El necesitaba a una mujer joven que reafirmara
su masculinidad. Convencida de que esto era realmente lo
que anhelaba, le escribí a Michael para decirle que había co-
nocido a alguien más y que ya no había ningún compromiso
entre nosotros.
Me quedé con el doctor hasta que llegó el tiempo en que
me mandaron a trabajar a California dos meses después. Se
suponía que iría a buscarme tan pronto estuviera establecida
allá, pero no supe nada de él durante más de un mes. Final-
mente, una tarde me llamó para decirme, "No sé como decirte
esto, pero en realidad no estoy divorciado."
Me quedé impactada y completamente desilusionada.
Esta era mi primera experiencia con el mundo. Había dado mi
amor y confiado realmente para terminar siendo traicionada.
Hasta este punto ya había cometido muchos errores tontos
y no estaba muy conforme conmigo misma. Sin embargo,
Dios tenía puesta su mano sobre mí desde aquel tiempo. Dios
estaba tratando de alcanzarme pero yo no lo escuchaba.
Los siguientes meses me sentí aturdida. Entre el reclu-

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¿El Reporte de Quién Creerás?

tamiento en la Marina y el golpe de la traición, simplemente


perdí contacto con la realidad y no tenía ningún propósito para
seguir trabajando. Me tuve que enfrentar con muchos tipos de
presiones sexuales que nunca en mi vida había experimentado.
Lo que parecía ser el estándar de vida de todos era tomar en
exceso y tener relaciones con las personas con quienes salían.
El ritmo de vida era tan rápido que parecía que el placer del
momento era lo más importante. Había perdido ya mucha de
mi seguridad y al mismo tiempo parecía que pisaba arenas
movedizas. Me involucré sexualmente con un muchacho que
trabajaba en el hospital, pero en esta ocasión yo no sentía
ninguna emoción.
Cada mañana que llegaba al cambio de turno en el hos-
pital, un hombre estaba reportado como ausente pero sin un
permiso oficial de salida. El era un joven de los "Marines" que
había burlado la guardia desde hacía algunos meses y no había
regresado hasta que una tarde un guardia de los "Marines"
lo trajo de regreso. Debido a que sus problemas médicos no
habían sanado por completo, lo regresaron al hospital bajo
arresto en nuestro departamento hasta que fue destituído de
su cargo y expulsado.
Tenía curiosidad por conocer a este hombre tan contras-
tante con lo que la vida militar requería. Estuvimos platicando
mucho tiempo y lo pude ir conociendo mejor. El era hippie
y en realidad me gustó su manera de vivir. No parecía que le
afectara nada y verdaderamente amaba la vida.
Cuando lo dejaron en libertad, se fue a una comunidad
en donde vivían juntos muchos hippies muy metidos en dro-
gas. Pasé mucho tiempo con ellos, pero nunca me involucré
en la droga. Estaba sorprendida del amor que se tenían entre
ellos y me gustaba mucho observarlos. Ellos compartían sus
alimentos, sus salarios y todo lo que tenían en común. Pude
ver algo de amor real que no había visto antes en el mundo

8
Capítulo 1

y como me gustó su tipo de vida, decidí que después de todo


ser hippie no era tan malo.
Ya había hecho tantas cosas con mi vida, que no pensé
que hubiera otro camino.

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¿El Reporte de Quién Creerás?

Los Primeros Años


Durante todo ese tiempo, Michael continuó escribiendo
fielmente, me llamaba por teléfono y ocasionalmente me
mandaba flores. Debí haber apreciado su fidelidad, pero
ésta sólo causó más confusión en mí. En octubre de 1969,
volé de regreso a Denver para quedarme un fin de semana.
El tiempo que estuve allí, Michael y yo nos reunimos y me
di cuenta que todavía estábamos enamorados el uno del otro.
Nos comprometimos y fijamos la fecha de la boda para el 10
de enero de 1970. Finalmente mi vida parecía tener sentido
y sentí que las cosas se estaban estabilizando.
En enero volé nuevamente a Denver para nuestra boda.
Tuvimos una luna de miel de 9 días y después regresé a mi
trabajo en California. Michael regresó a la escuela en Boulder
para terminar el último año de la carrera.
Después de un mes, tuve influenza y no pude recupe-
rarme pronto de esa enfermedad. Trabajaba por las noches
y estaba ya tan agotada que llamé a un especialista y me di
cuenta que lo que pensaba que era la influenza, en realidad
era un bebé. Cuando llamé a Michael y le dije que estaba
embarazada, me dijo, "¿Qué estás qué?"
Esto causó una gran impresión en ambos, pues nuestros
planes eran primero hacer mucho dinero antes de tener niños.
Ahora, viendo hacia atrás, puedo ver la sabiduría de Dios al
habernos mandado de inmediato un bebé. Si El no lo hubiese
hecho, probablemente nunca hubiéramos tenido uno. Estába-
mos demasiado involucrados con el mundo, el materialismo
y las ganancias.
En ese entonces no se le permitía a la mujer tener hijos
y permanecer en servicio militar activo así es que inmedia-

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Capítulo 2

tamente me retiraron y trasladaron a Denver. Michael se


graduó de la universidad y por su trabajo con una compañía
de químicos tuvimos que mudarnos a una pequeña ciudad
del medio oeste. Su naturaleza competitiva lo impulsaba a ser
el mejor ejecutivo joven que habían tenido en esa compañía.
Trabajaba muchas horas y llegaba exhausto a la casa. En lo
que él estaba en el trabajo, yo pinté y decoré la casa y traté
de llenarla con muebles que compré en ventas de garage. Los
meses se pasaron tan rápido que cuando menos nos dimos
cuenta nació nuestra hermosa bebé Cristine. Todavía no nos
conocíamos bien y ya teníamos un bebé.
El primer año la corporación América nos introdujo al
círculo de eventos sociales. Era tan importante asistir a esas
fiestas como organizarlas y éramos muy buenos para ello.
Ninguno de los dos conocíamos al Señor. No teníamos
una Roca sobre la cual pararnos. Todo lo que conocíamos era
el ritual de la iglesia. Todo el tiempo asistimos a la iglesia
y no dejamos de ir, pero no conocíamos a Jesús. En realidad
nuestras vidas estaban vacías.
Cuando Cristine tenía 3 meses de nacida, regresé al
trabajo. Con el trabajo de los dos, nuestras entradas aumen-
taron en gran manera y podíamos comprar muchas cosas.
Llenamos nuestra casa, pero nuestras vidas todavía estaban
vacías. Un día Michael dijo, "Quiero regresar a Denver" y
eso me pareció bien.
Los dos dejamos nuestro trabajo y empacamos para re-
gresar a Denver sin tener en lo absoluto planes para el futuro.
Michael encontró un trabajo construyendo canchas de tennis
y yo conseguí un trabajo de enfermera de medio tiempo. El
dinero era escaso, pero todavía podíamos adquirir muchas
cosas.
Estuvimos viviendo de esa manera durante 1 año hasta
que un día Michael decidió que quería ser dueño de un nego-

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¿El Reporte de Quién Creerás?

cio y dejó de trabajar. Como en ese tiempo ambos habíamos


establecido nuestros mundos por separado, no me importaba
lo que él hiciera o dejara de hacer.
Yo dije, "De acuerdo, puedes hacer lo que quieras siem-
pre y cuando yo pueda tener otro bebé." En lo particular, Mi-
chael no quería otro bebé, pero como yo sabía cómo negociar
con él, finalmente aceptó.
Me volví a embarazar y después entré a trabajar de
tiempo completo. No tenía horas fijas, pero tenía que estar
disponible para atender a los pacientes de gineco-obstetricia
las 24 horas durante mi turno. Me llamaban del trabajo a
todas horas del día y de la noche o en el momento en que
empezaban mis pacientes su trabajo de parto y me quedaba
en el hospital hasta que las señoras daban a luz. Michael y
yo nunca nos veíamos y sólo nos comunicábamos por medio
de recados que decían, "¡Hola! Te dejé un sandwich en el
refrigerador."
En el trabajo me dieron incapacidad por mi embarazo un
viernes y nuestro precioso hijo Mike Jr. nació hasta el lunes.
Estuve en casa seis semanas y después regresé al trabajo. Por
las noches extraía leche de mi pecho para dejársela lista a la
niñera para que pudiera alimentar a Mike Jr. durante el día
y en el transcurso del día me sacaba leche para dejársela a
Michael y que él lo pudiera alimentar en la noche. Eran raras
las veces en las que realmente podía ver a nuestro bebé.
Empecé a darme cuenta que mi vida parecía un carousel:
tratando de cuidar la casa, cuidar a mis hijos y mantener en
práctica mi carrera. El tiempo libre que tenía lo dedicaba a
los niños porque me sentía muy culpable de dejarlos mientras
trabajaba. Las necesidades de Michael las puse en último lu-
gar en mi lista de prioridades. Tenía solamente una cantidad
limitada de energía que normalmente se agotaba antes de darle
atenciones a Michael. En mi intento de bajarme del carousel,
12
Capítulo 2

decidí iniciar mis estudios de posgrado.


De esa manera podía ampliar mi carrera y no tendría que
trabajar por un tiempo. En nuestras vidas, para ese entonces,
Michael y yo nunca platicábamos nada hasta que un día se
me ocurrió decir, "Deberías conseguir un trabajo porque yo
voy a dejar el mío." Para entonces había perdido su deseo
de ser el dueño de su propio negocio por lo que sí estuvo de
acuerdo en lo que le dije.
Consiguió un trabajo en donde vendía casas y yo asistía
a la escuela de graduados. Nos cambiamos a una colonia más
bonita y conseguimos una mejor casa. También conseguí un
trabajo de medio tiempo en lo que estaba en la escuela para que
pudiéramos comprar más cosas. Finalmente pensamos que
todos nuestros sueños habían sido cumplidos. Empezamos a
subir peldaños en el estrato social adquiriendo cada vez más
bienes del mundo.
Sin embargo, conforme fui obteniendo mayor educación
y experiencia en el lugar donde trabajaba comencé a descu-
brir la desigualdad entre lo que le pagaban al hombre y a la
mujer. Mi frustración con el sistema permitió que explorara
el movimiento feminista. No tuvo que pasar mucho tiempo
para que me convirtiera en una firme feminista.
A igual trabajo, igual salario fue el principio que me atra-
jo para ser feminista, pero no estaba consciente del espíritu que
había detrás de este movimiento. No tuvo que pasar mucho
tiempo para que comenzara a sentir resentimiento contra los
hombres en general porque ellos han oprimido a las mujeres
por siglos y en particular tuve resentimiento contra mi esposo
porque me sentía de la misma manera hacia él. Hasta ese
momento habíamos estado separados por un abismo de falta
de tiempo y energía. Sin embargo, conforme comencé a sentir
más resentimiento y enojo, se formó un nuevo abismo entre
nosotros. La manera de Michael para tratar esta hostilidad

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¿El Reporte de Quién Creerás?

en la casa fue empezar a trabajar 14 horas al día. En realidad


esto no me importaba porque entre menos estuviera en la casa
menos oportunidad tendría para oprimirme.
Así fue como él y yo hicimos lo que quisimos. Ambos
teníamos amigos por separado y nos movíamos en círculos
separados. Cada día nos distanciabamos más. Sin embargo,
cuando llegaba el domingo nos arreglábamos para ir a la igle-
sia y llegábamos sonriendo. La gente pensaba que éramos la
pareja modelo. Nadie se hubiera imaginado que había algo
mal entre nosotros, porque en lo externo proyectábamos

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Capítulo 3

El amor todo lo alcanza


Durante algún tiempo, mi suegra había estado asistiendo
a un estudio bíblico y contínuamente me invitaba a ir con ella.
Mi única experiencia estudiando la Biblia habían sido dos
semestres en la universidad en el que me habían enseñado
que ésta era sólo una colección de historias simples escritas
por gente ingenua. El arca de Noé nunca existió, lo de Adán
y Eva era un mito y Jonás nunca fue tragado por una ballena.
Al final del curso estaba convencida de que la Biblia era un
libro de cuentos de hadas e inmediatamente tiré la que había
comprado para la clase.
Así que cuando me invitaron a un estudio bíblico lo que
me imaginaba era estar sentada escuchando a alguien contar
cuentos de hadas. Sin embargo, mi suegra siguió persistiendo
durante casi 2 años. Una tarde, ella llegó a mi casa y yo es-
taba realmente deprimida por una carta que me había llegado
de una amiga a la que quería mucho. Mi suegra me animó
diciendo, "Ven al estudio bíblico y allí vamos a orar por ella."
Yo pensé, "¿En qué me puede afectar?"
Para ese entonces ni siquiera estaba segura de que Dios
existiera, pero yo seguía yendo a la iglesia por si las dudas.
Creo que lo estaba tomando como un seguro de vida porque
si El realmente existía, no quería que me castigara. Siempre
le tuve miedo a Dios y hasta pensaba que estaba enojado y
que no le agradaba mi manera de vivir. No estaba plenamente
confiada de tener alguna relación con El y pensaba que se-
guramente El me rechazaría si quisiera algo en serio con El.
Yo le temía a la muerte porque no sabía lo que me esperaba.
Pensaba que si mi lista de buenas obras fuera más larga que
la de mis malas obras tendría una oportunidad para ir al

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¿El Reporte de Quién Creerás?

cielo. Sin embargo, si las cosas malas que había cometido


sobrepasaran a las buenas, el infierno era el lugar en el que
me correspondía estar.
Cuando empecé a ir al estudio bíblico, pensé que iba a
ser otra experiencia religiosa, pero ¡no había visto nada igual
en comparación de lo que conocí ese día! Doce mujeres se
sentaron junto a una mesa y comenzaron a decir, "Aleluya,"
"Alabado sea Dios" y "¡Cuántas cosas ha hecho Jesús por
nosotras!" Alguien preguntó, "¿Quieren saber lo que Jesús
hizo por mí la semana pasada?" Yo sólo las miraba y pensé,
"¿Qué quieren decir con eso?, El está bastante ocupado como
para fijarse en ti."
Cuando leyeron la Biblia se comenzaron a emocionar y
decían, "Dios me dijo esto." Y yo pensaba, "Dios no te dijo
esto, lo dijo Pablo. El lo escribió a los corintios o romanos,
¡no te lo está diciendo a ti!" En esa época de mi vida yo era
una persona muy iracunda y como lo relaté anteriormente
yo era una feminista firme, muy extremista y muy enérgica.
Cuando se terminó el estudio bíblico me puse de pie y les dije
lo que opinaba de ellas. Les dije que estaban locas y que si
pensaban que la Palabra estaba viva lo estaban aún más, que
eso fue escrito desde hacía muchos años y que por lo tanto
no era algo vigente, y que al Jesús que se menciona en la Bi-
blia no le importaba ni dos centavos lo que les pasó a ellas la
semana pasada y que si pensaban que orando podían obtener
resultados sólo se estaban engañando.
Me gustaba discutir y estaba preparada para sostener
una buena discusión. Me puse de pie con mis puños cerrados
lista para decirles algo y después probar que estaban mal.
Sin embargo, ninguna de ellas dijo algo, sólo se quedaron
sentadas y todas se estaban sonriendo conmigo. Entonces fue
cuando supe que estaban locas y quería salir de ese salón en
cuanto pudiera. Una de las mujeres me vio fijamente a los
16
Capítulo 3

ojos y dijo, "Sabes Marilyn, Jesús te ama." Sentí como si


alguien me hubiera pegado en el estómago y sabía que tenía
que salir de allí.
Cuando me dirigía hacia la puerta, la anfitriona Claire,
se puso enfrente de mí para evitar que saliera. Ella después
comentó que el Señor le hizo sentir que era ahora o nunca así
que se paró inmediatamente y se puso en frente de mí con sus
brazos extendidos tapando la puerta. Luego me abrazó y dijo,
"¡Ay Marilyn, tu corazón está tan lastimado!"
Yo no pensé que mi corazón de ninguna manera estuviese
lastimado hasta que ella dijo eso e inmediatamente comencé
a llorar. Ustedes tienen que entender lo poco usual que eso
era para mí; simplemente no lloraba, hasta podía pasar una
aplanadora sobre mi pie y no lloraba. Ustedes ni siquiera se
darían cuenta que yo estaba lastimada, tal vez me hubiese
aguantado hasta llegar a mi casa, pero ciertamente nunca me
hubieran visto llorando frente a ustedes. Me gustaba sentir
que tenía todo bajo control y este tipo de gente no llora.
Sin embargo, yo estaba llorando en frente de toda esa
gente y ni siquiera las conocía. Cuando menos me di cuenta,
ellas impusieron sus manos sobre mi y comenzaron a orar.
Para ese momento, realmente quería salir de ese lugar, pero
no podía porque Claire seguía en la puerta de salida y como
no podía llegar a la puerta, ellas continuaron orando por mí.
Finalmente se separaron un poco y salí disparada de allí.
Mientras iba corriendo me prometí que no volvería a ver nunca
a esa gente y llegue a la conclusión de que definitivamente
algo malo había en ellas.
Esa tarde, Jan una de las mujeres jovenes que participaba
en ese estudio bíblico, me llamó por teléfono y dijo, "Van a
llegar unas personas que vienen de Chicago y realmente creo
que te gustaría escucharlos." Yo no quería que esta reciente
experiencia se volviera a repetir así es que le conteste, "¡Mira,
17
¿El Reporte de Quién Creerás?

no quiero saber nada de ellos! ¡No quiero que me sigan mo-


lestando! ¡Sólo te pido que no te metas en mi vida!"
Pienso en mis palabras cuando platico con gente que
me dice lo mismo, "¡No se metan en mi vida!" y mi primera
reacción es no meterme en su vida. Gracias a Dios que Jan
no me hizo caso. Ella volvió a llamar para invitarme al día
siguiente y yo le contesté, "¿Qué no entendiste lo que te dije
ayer?, ¡claramente te dije que no te metieras conmigo y que
me dejaras en paz!, ¡No quiero escucharlos y no quiero saber
nada de esas cosas de la Biblia, sólo déjame tranquila!"
Ella volvió a llamar al siguiente día y me dijo, "Marilyn,
todavía están en la ciudad y realmente creo que te gustaría es-
cucharlos." Esta vez le grité, "¡Qué no entiendes el inglés! ¡No
quiero ir! ¡Y ya déjame en paz!" También le dije otras cosas
que por supuesto no pienso repetir, pero en palabras bastante
claras le dije que se saliera de mi vida por completo.
Ella volvió a llamar al siguiente día. ¡Alabo a Dios por
su fidelidad! Me di cuenta que aquellas mujeres no me iban
a dejar tranquila si no iba así que esta vez le dije, "Está bien,
iré esta noche, pero después de esto no me vuelvas a invitar
a otro lugar nuevamente."

18
Capítulo 4

Un Encuentro con Jesús


Yo estaba esperando llegar a una iglesia, pero llegamos
a la casa de alguien. Estaban sentados en la sala cantando,
aplaudiendo y alabando al Señor. Lo primero que me impre-
sionó es que no me había dado cuenta que era tan numeroso
ese tipo de gente y aparentemente estaban en todo el lugar.
Cuando el conferencista, un hombre llamado Bob John-
son, anunció que hablaría sobre la adoración, yo pensé, "¡Sólo
esto me faltaba, qué aburrido!" ¿Saben qué?, ¡fue todo menos
eso! Lo único de lo que me acuerdo que dijo esa noche es que
la adoración es besar a Jesús. Estuve pensando en esto todo
el tiempo mientras él seguía hablando, "¿besando a Jesús?"
Eso significa que es una persona. Luego pensé, "Este tipo
conoce a Jesús de una manera que yo no conozco."
Después Bob hizo el llamado al altar. Para los que tie-
nen raíces católicas, este llamado no significa nada. Es más,
nunca había oído algo así en toda mi vida y no tenía idea de
lo que era. El dijo, "Hay algunos de los que están presentes
esta noche que no han recibido a Jesús en su corazón." "Este
es el momento en el que les vamos a dar una oportunidad a
ellos."
Inmediatamente pensé, "¡Ni siquiera te atrevas a acercar-
te a mí!" Pensaba que tal vez les entregaban una tarjeta o algo
así a la gente cuando aceptaban a Jesús y que pasarían para
ver quién tenía esa tarjeta. Me senté en mi silla con mis puños
cerrados y pensé. "Si me preguntan algo voy a contestarles
una que otra cosa," y por supuesto nadie me preguntó nada.
La gente se comenzó a parar por lo que me pregunté qué
estaba pasando. Cuando una joven se paró atrás de mí mucha
gente se acercó y dijo, "Hemos estado orando por ti en los
19
¿El Reporte de Quién Creerás?

últimos ocho años." Miré hacia atrás y vi su cara llena de


lágrimas preguntándome, ¿qué habría hecho ella para requerir
tanta oración durante 8 años?
Las personas que llegaron conmigo no quisieron salirse
en ese momento, pero en realidad yo lo que quería era salir
de allí y tuve que esperar a que todo terminara y escuchar a
todos en lo que comía el refrigerio y tomaba café. Nuevamente
estaban hablando como si Jesús hubiese caminado con ellos la
semana pasada o ayer. El hizo esto o aquello y estaba conmi-
go, el Espíritu Santo me dijo esto. Comencé a preguntarme,
"¿Cómo es que pueden hacer esto? ¿Qué tuvieron que hacer
para tener esa relación con El?"
Me volvieron a llamar al día siguiente y me dijeron,
"Este es el último día que están en la ciudad, ¿quieres ir?" Esa
noche yo pensé, "Bueno, ¿en qué me puede afectar?" así es
que fui. Esta vez no fue una reunión de las que habían hecho
en las casas que por cierto pensaba que era algo subversivo.
Fue en una iglesia católica. Lo que no sabía es que Dios está
con nosotros en cualquier lugar.
Conforme íbamos subiendo las escaleras, la gente que
venía detrás de mí comenzó a decir, "el lugar de reunión será
en el aposento alto, ¡que coincidencia!" No pude ver la im-
portancia de lo que dijeron y nuevamente pensé que estaban
un poco locos.
Cuando entramos, la gente estaba aplaudiendo y cantan-
do. Yo quería hacer lo mismo, pero lo que más me costaba
trabajo era aplaudir. Cuando se enseña uno a guardar silencio
en la iglesia, es realmente difícil aplaudir y cantar. Creo que
era como si tuviera artritis, pues simplemente no podía juntar
mis manos para aplaudir. Así es que sólo permanecí callada
mientras todos gritaban ¡aleluya y alabado sea el Señor!
En esta ocasión yo no me estaba resistiendo, sino que
realmente quería escuchar lo que Bob iba a decir. El empezó a
20
Capítulo 4

hablar sobre el hecho de que Jesús había muerto por mí. Toda
mi vida cuando pensaba en Jesús colgando en el madero sólo
me podía imaginar como una de tantos millones de personas,
y ni siquiera sabía si a El le interesaba que yo estuviera entre
esa multitud. De todas maneras, realmente nunca pensé que
necesitara personalmente un Salvador porque yo me jactaba
de no haber cometido nunca adulterio o asesinado a alguien.
Sin embargo, siempre había estado contenta de que Jesús
hubiera muerto por todos los demás pecadores miserables,
porque yo salí beneficiada gracias a ellos.
Conforme Bob habló esa noche, de repente supe que Je-
sús había muerto por mí y pude darme cuenta de lo miserable
y pecadora que era. No eran los pecados que había cometido
o no, sino mi naturaleza pecaminosa. Estaba parada a los
pies de la Cruz y Jesús estaba muriendo por mí. ¡Nunca supe
que yo le importara a El! Simplemente estaba atónita y sentí
cómo Su amor me inundaba y sabía que era preciosa para
El. Ya sólo estaba esperando el momento en que hicieran el
llamado al altar para que pudiera pasar. Ni siquiera me podía
acordar de cómo es que lo hacían, pero pensé, "Espero que
hagan eso que hicieron ayer en la noche." Y por supuesto, lo
hicieron nuevamente.
Intentaba ponerme de pie para dirigirme hacia adelante,
pero comenzó a darse una batalla dentro de mí. Una parte de
mí decía, "¡Pero si tú eres católica! Y te estás metiendo con los
protestantes. Los católicos no hacen esto y si tú ya tienes esto,
para que pasas. Simplemente somos la única iglesia verdadera
que existe sobre la tierra. Ellos son los que necesitan hacer
esto, pero tú ya lo tienes y no necesitas pararte e ir al frente,
no tienes por que hacer esto en público."
Mi corazón estaba deseoso de pasar, pero era como si
tuviera plomo en mis zapatos y hubo algo que me mantuvo
sentada.
21
¿El Reporte de Quién Creerás?

Finalmente, sólo salte de mi asiento y caminé hacia


adelante. Desde el momento que caminé por el pasillo, la
batalla terminó. Cuando tomé ese paso de obediencia, el
Señor estaba allí esperando mi encuentro con El. Esa noche
nací de nuevo y nunca volví a dudar del amor que Jesús tiene
por mí. Sé que soy preciosa para El y que nunca me va a
dejar ni a de-samparar.

22
Capítulo 5

Una Casa Dividida


Cuando llegué a mi casa estaba muy gozosa y lo primero
que le dije a Michael fue, "¡Encontré a Jesús!" El se me quedó
viendo y me preguntó, "¿Qué estaba perdido?" Entonces le
conteste, "¡He sido salva!" y él me preguntó, "¿Salva de qué?"
Finalmente en mi frustración le respondí, "¡Encontré al Señor,
nací de nuevo!" El se me quedó viendo como si tuviera dos
cabezas. Su única respuesta fue, "Bueno, está bien." Como
él me vio pasar por diferentes etapas en mi vida, creyó que
ésta era solamente otra. A pesar de que fue muy difícil para
él entender lo que había sucedido en mi vida, todavía faltaban
bastantes cosas por suceder .
Estuve asistiendo fielmente a los estudios de la Biblia.
Pasaron unas cuantas semanas cuando las mujeres me infor-
maron que necesitaba el Bautismo del Espíritu Santo. Nunca
había oído de esto, así es que les pedí que me lo explicaran.
Estuvieron leyendo algunos versículos y los apoyaban tanto
en su experiencia, como en la necesidad de que lo recibiera,
pero aún así no me convencieron. Yo les dije, "Ya tengo a
Jesús en mi corazón, así es que no creo que esto sea necesario."
Ellas perseveraron diciéndome, "Creo que no entiendes que
esto no es una opción, y que es lo siguiente después de haber
recibido a Jesús." Yo les respondí, "Ya estoy bien así."
La siguiente semana me saludaron diciendo, "Ya estás
preparada para recibir el Bautismo." Para ese entonces supe
que esas personas no se iban a dar por vencidas así que les
dije, "Bueno, está bien, oren por mí, pero no quiero las lenguas
que ustedes hablan y quiero ser bien clara desde el principio,
no las quiero y es lo último que digo."
Estaban sin inmutarse y como me di cuenta que no lle-

23
¿El Reporte de Quién Creerás?

gábamos a algo les dije, "Tal vez para ustedes estuvo incluido
en el paquete, pero yo no las quiero ni las necesito."
Ellas oraron por mí y me animaron a hablar en nuevas
lenguas. Yo estaba muy indignada y comenté, "Les dije que
no quiero esas lenguas y no las voy a recibir, quiero lo que
viene después del Bautismo, quiero poder y todo lo demás,
pero no quiero las lenguas."
Probablemente durante seis semanas seguí creyendo
lo mismo, hasta que una tarde asistí a mi primer servicio de
sanidad. Charles y Frances Hunter estaban ministrando y
pude ver milagro tras milagro. Nunca había visto algo se-
mejante en toda mi vida pero aún así estaba escéptica y no
creía que lo que estaba viendo era real. Estaba convencida
de que habían contratado a las personas para que dijeran que
fueron sanadas.
Ahora, Charles y Frances son amigos queridos para
nosotros y todavía no puedo creer que estuviera llena de
tanta duda, pero así fue. Conforme veía a la gente caer por
el poder del Espíritu Santo esa noche, sabía que todo eso era
pura farsa. Estaba a punto de comentarle esto a mi querida
amiga Jan, quien me convenció de ir esa noche, cuando de
pronto ella también cayó al suelo por el poder del Espíritu
Santo. Yo conocía a Jan y confiaba en ella; ella fue quien me
guió para recibir a Jesús. Así que pensé, "Seguramente si ella
cayó por el poder de Dios, tenía que ser real." De pronto
recibí nuevos ojos de fe.
Al final del servicio Charles y Frances dijeron, "Vamos
a alabar por lo que Dios ha hecho esta noche." Todos levan-
tamos nuestras manos y cada persona allí presente comenzó
a adorar y a cantar en lenguas. Yo estaba haciendo lo mejor
que podía para cantar en inglés cuando de repente sabía que
tenía que decirle al Señor algo más. Algo dentro de mí quería
salir, pero no sabía como decirlo. Sólo seguí diciendo, "¡Se-

24
Capítulo 5

ñor te amo, te amo, te amo!" Todas estas hermosas y extrañas


palabras estaban a punto de brotar de mí, pero Satanás pelea
realmente muy duro contra el Bautismo. El comenzó a decir,
"Tu eres católica y en tu vida siempre has usado el latín. Tú
solías orar en latín durante las misas. Esto es sólo latín, no
son otras lenguas."
Le creí, así es que continué adorando al Señor en inglés.
Sin embargo, finalmente no me pude contener más y dije,
"No me importa si es latín o no, quiero decírselo al Señor."
Después de esto sólo dije un par de palabras y mi lenguaje de
adoración cambió. Me di cuenta que todo el tiempo estuvo
en mí, desde que oraron por mí y solamente era mi cabeza
dura la que no me permitía recibirlo.
Después de esto yo era como una esponja, asistía a cada
reunión de oración, a cada estudio bíblico y a cada reunión
que llegaba a la ciudad en la que ministraran a la gente. Yo
no sabía que debía ministrar a mi hogar como prioridad.
Los siete días de la semana me la pasaba sólo absorbiendo y
absorbiendo de la Palabra.
Michael realmente comenzó a sentirse resentido hacia mí
por lo que estaba haciendo. Antes había estado obsesionada
con el trabajo y con el mundo y no le prestaba ninguna aten-
ción a él y ahora estaba obsesionada con el Señor y tampoco
le prestaba atención. Cometí muchos errores y prácticamente
"le daba golpes" con mi Biblia. Yo le decía, "Tienes que ser
salvo y leer la Biblia. ¿Qué pasa contigo? ¡Ponte las pilas!"
Lo que no decía era tal vez peor de lo que dije. El men-
saje sutil en todo lo que compartía con él era, "Dios no te ama
tanto como a mí." Realmente deseaba desesperadamente que
Michael tuviera lo mismo que yo tenía, pero no sabía cómo
debía proceder y en realidad hice que la situación se pusiera
peor.

25
¿El Reporte de Quién Creerás?

La otra Mujer
Si Satanás no puede desviarte de un camino, intenta otro.
En mi deseo de convertirme en una esposa cristiana perfecta,
comencé a tomar clases. En esas clases me dijeron que una
esposa sujeta es una que no toma decisiones para nada. Su
esposo es quien decide todo. Así que desconecté mi cerebro
y comencé a preguntarle a Michael si lavaba la ropa o si iba
a la tienda de abarrotes.
El pobre de Michael no sabía qué hacer conmigo. El
decía, "Yo me casé con una chica inteligente, pero esto del
cristianismo te ha convertido en un vegetal. ¿Qué te pasa?"
Yo me enfadé y pensé, "Yo que estoy tratando de suje-
tarme y a ti ni siquiera te importa, volveré a ser tan agresiva
como lo era antes." Sin embargo, sabía que no era lo que el
Señor quería, entonces trataba de sujetarme otra vez. ¡Gracias
a Dios! El tenía Su mano sobre nosotros aunque yo botaba
de un lado a otro.
Durante el siguiente verano, Dios comenzó a tratar
conmigo sobre mi deseo tan grande de tener un bebé. El me
habló a través del primer libro de Samuel en el capítulo uno,
versículo ocho; Ana, la madre de Samuel, estaba obsesionada
por tener un bebé. Cada año ella clamaba a Dios por un bebé.
Su marido Elcana en tono de desesperación le dijo, "¿No te
soy yo mejor que diez hijos?"
El Señor realmente trató esto conmigo, "Yo te he dado
un esposo y ni siquiera le ministras. Lo estas usando como un
medio para tener un hijo." Fue entonces cuando me di cuenta
que precisamente era eso lo que estaba haciendo. Después el
Señor me dijo, "Entrégame a tu bebé."
No fue algo fácil para mí y estuve de luto como si hubiera

30
Capítulo 7

muerto. Estuve llorando durante dos semanas hasta que llegó


el momento de entregárselo a Jesús, pero se lo entregaba y lo
volvía a tomar, lo entregaba y lo volvía a tomar. Finalmente
llegó el día en el que puse a mi bebé en el altar de Dios y lo
dejé allí. Seguí llorando, pero esta vez fue diferente porque
sentía paz.
Luego le pedí a Dios que me enseñara a ser la esposa que
El quería que fuera. Durante los siguientes meses, el Señor
comenzó a enseñarme a amar y honrar a mi esposo. Toda mi
atención estaba dirigida hacia Michael y de repente, cuando
menos me lo esperaba, quedé embarazada.
Fue un gran golpe para mí, pero Michael sintió que yo
lo estuve planeando todo. El pensó que todo fue una mentira
y que estuve fingiendo el hecho de rendir mi deseo de tener
un bebé y quedar embarazada. El me dijo, "Solamente usaste
tu cristianismo para manipularme. Te resguardaste detrás de
tu Jesús y mentiste."
Esto fue la gota que derramó el vaso. Michael se apartó
de mí emocionalmente. Cuando me di cuenta fue demasiado
tarde porque ya estábamos tan distanciados que ni siquiera
sabíamos cómo platicar el uno con el otro. Ni siquiera nos
habíamos percatado de que había un problema hasta que una
avalancha provocó que todo comenzara a caer cuesta abajo.
Durante ese tiempo nos hicimos amigos de una pareja
en la Iglesia católica. En realidad pasábamos mucho tiempo
juntos; nos invitaban a cenar muy seguido y salíamos con
ellos con frecuencia. Ella era una de mis mejores amigas.
En ocasiones ella me invitaba a tomar un café y me hacía
comentarios tales como, "Debes de estar pasando por mo-
mentos muy difíciles, pues estás embarazada y Michael no
quiere a ese bebé." En realidad deseaba contarle lo terrible
que estaban las cosas y pude hablar lo que había en mi corazón
con ella. Desafortunadamente no presté mucha atención al

31
¿El Reporte de Quién Creerás?

versículo que dice, "Le da (a su esposo) bien y no mal todos


los días de su vida." En lugar de ello, yo hablaba basura
sobre mi esposo.
Yo no sabía que mi amiga deseaba a mi marido. Ella
tomó toda la basura que yo hablé y le dio totalmente un giro
para bendecirlo. Ella se refirió a él diciendo, "¡Pobrecito!
Tu esposa está esperando un bebé y eso debe ser realmente
difícil. Entiendo la razón por la que no quieres ese bebé." Le
di todas las armas que ella necesitaba.
El Espíritu Santo me estaba previniendo de una manera
muy clara sobre su relación, pero no podía creerlo. Yo pen-
saba, "Ella es tan buena amiga y es una persona tan linda,
que no tengo por que juzgarla. No está bien lo que estoy
haciendo."
Cada vez que yo sospechaba algo, ella me invitaba a
tomar un café, o ellos nos invitaban a cenar y yo pensaba,
"Si hubiera algo entre ellos, no nos invitarían. Eso sería algo
muy tonto."
Ella comenzó a pedirle a Michael que fuera a su casa
para ayudarle. Su esposo no tenía un horario fijo así es que le
llamaba a cualquier hora del día o de la noche. Ella necesitaba
que Michael le ayudara con las cosas que no funcionaban o
que de repente se descomponían y él se acomedía para ir a su
casa. En realidad yo me resentí con él porque habían muchas
cosas en nuestra casa que no funcionaban y ni siquiera les
prestaba atención para componerlas.
Recordé que en una ocasión escuché una enseñanza de
que a los hombres les gusta hacer cosas para otras personas
porque no reciben los suficientes halagos cuando las hacen
en su propia casa. Así que comencé a halagarlo cada vez que
hacía algo por pequeño que fuese. Sin embargo, pienso que
en realidad fue algo actuado porque mi único motivo era que
no saliera de casa.
32
Capítulo 7

De alguna manera logré sobrellevar mi embarazo. Mi-


chael siguió rechazando totalmente al bebé y a mí, pero en todo
el camino, el Señor me dio ánimo, "Tengo Mi mano sobre ti
y este bebé está dentro de Mis planes." El me dio versículos
que me dieran fortaleza y esperanza en mi soledad y hasta me
dijo que nuestro bebé sería niño.
Antes de que Jason naciera, fui a platicar con mi mejor
amiga. Todavía no sospechaba nada serio, pero fui con ella
como amiga y le pedí de favor que dejara de llamar a mi
esposo porque lo necesitaba. El necesitaba estar en casa sin
salir a arreglar la plomería de la casa de ella, tirar la basura o
lo que fuera que ella le pidiera.
Unos días después, fuimos a una fiesta en su casa. Yo
estaba sentada en un sillón platicando con una mujer cuando
oí por casualidad una conversación entre Michael y mi amiga
en la cocina. Era muy obvio que los dos estaban haciendo
planes para estar juntos. Yo comencé a llorar y creo que hasta
ahora la mujer con la que estaba platicando, que probablemen-
te siga viviendo en alguna parte de Evergreen, se preguntará
lo que sucedió esa noche. Ella solamente comenzó a hablar
conmigo cada vez más rápido mirándome fijamente mientras
yo me deshacía por dentro.
Me subí a mi carro y estuve manejando sin rumbo alguno.
Recuerdo que estaba lloviendo y que yo lloraba tanto que ni
siquiera podía ver el camino, sólo seguía manejando. No
quería llegar a mi casa, pero tampoco sabía a dónde quería
ir. Creo que lo que en realidad deseaba era morir. Lo que
pensaba en esos momentos era, "Señor, llévame contigo ahora
mismo." Por supuesto que El no lo hizo y finalmente tuve

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¿El Reporte de Quién Creerás?

La otra Mujer
Si Satanás no puede desviarte de un camino, intenta otro.
En mi deseo de convertirme en una esposa cristiana perfecta,
comencé a tomar clases. En esas clases me dijeron que una
esposa sujeta es una que no toma decisiones para nada. Su
esposo es quien decide todo. Así que desconecté mi cerebro
y comencé a preguntarle a Michael si lavaba la ropa o si iba
a la tienda de abarrotes.
El pobre de Michael no sabía qué hacer conmigo. El
decía, "Yo me casé con una chica inteligente, pero esto del
cristianismo te ha convertido en un vegetal. ¿Qué te pasa?"
Yo me enfadé y pensé, "Yo que estoy tratando de suje-
tarme y a ti ni siquiera te importa, volveré a ser tan agresiva
como lo era antes." Sin embargo, sabía que no era lo que el
Señor quería, entonces trataba de sujetarme otra vez. ¡Gracias
a Dios! El tenía Su mano sobre nosotros aunque yo botaba
de un lado a otro.
Durante el siguiente verano, Dios comenzó a tratar
conmigo sobre mi deseo tan grande de tener un bebé. El me
habló a través del primer libro de Samuel en el capítulo uno,
versículo ocho; Ana, la madre de Samuel, estaba obsesionada
por tener un bebé. Cada año ella clamaba a Dios por un bebé.
Su marido Elcana en tono de desesperación le dijo, "¿No te
soy yo mejor que diez hijos?"
El Señor realmente trató esto conmigo, "Yo te he dado
un esposo y ni siquiera le ministras. Lo estas usando como un
medio para tener un hijo." Fue entonces cuando me di cuenta
que precisamente era eso lo que estaba haciendo. Después el
Señor me dijo, "Entrégame a tu bebé."
No fue algo fácil para mí y estuve de luto como si hubiera

30
Capítulo 7

muerto. Estuve llorando durante dos semanas hasta que llegó


el momento de entregárselo a Jesús, pero se lo entregaba y lo
volvía a tomar, lo entregaba y lo volvía a tomar. Finalmente
llegó el día en el que puse a mi bebé en el altar de Dios y lo
dejé allí. Seguí llorando, pero esta vez fue diferente porque
sentía paz.
Luego le pedí a Dios que me enseñara a ser la esposa que
El quería que fuera. Durante los siguientes meses, el Señor
comenzó a enseñarme a amar y honrar a mi esposo. Toda mi
atención estaba dirigida hacia Michael y de repente, cuando
menos me lo esperaba, quedé embarazada.
Fue un gran golpe para mí, pero Michael sintió que yo
lo estuve planeando todo. El pensó que todo fue una mentira
y que estuve fingiendo el hecho de rendir mi deseo de tener
un bebé y quedar embarazada. El me dijo, "Solamente usaste
tu cristianismo para manipularme. Te resguardaste detrás de
tu Jesús y mentiste."
Esto fue la gota que derramó el vaso. Michael se apartó
de mí emocionalmente. Cuando me di cuenta fue demasiado
tarde porque ya estábamos tan distanciados que ni siquiera
sabíamos cómo platicar el uno con el otro. Ni siquiera nos
habíamos percatado de que había un problema hasta que una
avalancha provocó que todo comenzara a caer cuesta abajo.
Durante ese tiempo nos hicimos amigos de una pareja
en la Iglesia católica. En realidad pasábamos mucho tiempo
juntos; nos invitaban a cenar muy seguido y salíamos con
ellos con frecuencia. Ella era una de mis mejores amigas.
En ocasiones ella me invitaba a tomar un café y me hacía
comentarios tales como, "Debes de estar pasando por mo-
mentos muy difíciles, pues estás embarazada y Michael no
quiere a ese bebé." En realidad deseaba contarle lo terrible
que estaban las cosas y pude hablar lo que había en mi corazón
con ella. Desafortunadamente no presté mucha atención al

31
¿El Reporte de Quién Creerás?

versículo que dice, "Le da (a su esposo) bien y no mal todos


los días de su vida." En lugar de ello, yo hablaba basura
sobre mi esposo.
Yo no sabía que mi amiga deseaba a mi marido. Ella
tomó toda la basura que yo hablé y le dio totalmente un giro
para bendecirlo. Ella se refirió a él diciendo, "¡Pobrecito!
Tu esposa está esperando un bebé y eso debe ser realmente
difícil. Entiendo la razón por la que no quieres ese bebé." Le
di todas las armas que ella necesitaba.
El Espíritu Santo me estaba previniendo de una manera
muy clara sobre su relación, pero no podía creerlo. Yo pen-
saba, "Ella es tan buena amiga y es una persona tan linda,
que no tengo por que juzgarla. No está bien lo que estoy
haciendo."
Cada vez que yo sospechaba algo, ella me invitaba a
tomar un café, o ellos nos invitaban a cenar y yo pensaba,
"Si hubiera algo entre ellos, no nos invitarían. Eso sería algo
muy tonto."
Ella comenzó a pedirle a Michael que fuera a su casa
para ayudarle. Su esposo no tenía un horario fijo así es que le
llamaba a cualquier hora del día o de la noche. Ella necesitaba
que Michael le ayudara con las cosas que no funcionaban o
que de repente se descomponían y él se acomedía para ir a su
casa. En realidad yo me resentí con él porque habían muchas
cosas en nuestra casa que no funcionaban y ni siquiera les
prestaba atención para componerlas.
Recordé que en una ocasión escuché una enseñanza de
que a los hombres les gusta hacer cosas para otras personas
porque no reciben los suficientes halagos cuando las hacen
en su propia casa. Así que comencé a halagarlo cada vez que
hacía algo por pequeño que fuese. Sin embargo, pienso que
en realidad fue algo actuado porque mi único motivo era que
no saliera de casa.
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Capítulo 7

De alguna manera logré sobrellevar mi embarazo. Mi-


chael siguió rechazando totalmente al bebé y a mí, pero en todo
el camino, el Señor me dio ánimo, "Tengo Mi mano sobre ti
y este bebé está dentro de Mis planes." El me dio versículos
que me dieran fortaleza y esperanza en mi soledad y hasta me
dijo que nuestro bebé sería niño.
Antes de que Jason naciera, fui a platicar con mi mejor
amiga. Todavía no sospechaba nada serio, pero fui con ella
como amiga y le pedí de favor que dejara de llamar a mi
esposo porque lo necesitaba. El necesitaba estar en casa sin
salir a arreglar la plomería de la casa de ella, tirar la basura o
lo que fuera que ella le pidiera.
Unos días después, fuimos a una fiesta en su casa. Yo
estaba sentada en un sillón platicando con una mujer cuando
oí por casualidad una conversación entre Michael y mi amiga
en la cocina. Era muy obvio que los dos estaban haciendo
planes para estar juntos. Yo comencé a llorar y creo que hasta
ahora la mujer con la que estaba platicando, que probablemen-
te siga viviendo en alguna parte de Evergreen, se preguntará
lo que sucedió esa noche. Ella solamente comenzó a hablar
conmigo cada vez más rápido mirándome fijamente mientras
yo me deshacía por dentro.
Me subí a mi carro y estuve manejando sin rumbo alguno.
Recuerdo que estaba lloviendo y que yo lloraba tanto que ni
siquiera podía ver el camino, sólo seguía manejando. No
quería llegar a mi casa, pero tampoco sabía a dónde quería
ir. Creo que lo que en realidad deseaba era morir. Lo que
pensaba en esos momentos era, "Señor, llévame contigo ahora
mismo." Por supuesto que El no lo hizo y finalmente tuve

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¿El Reporte de Quién Creerás?

Una Decisión de Calidad


Michael ya había regresado a casa cuando yo llegué y
le supliqué que la dejara de ver. Yo le rogaba diciendo, "Ter-
mina esta relación ahora mismo, te necesito." El respondió,
"Olvídalo, yo no te necesito, ni te deseo, ni te quiero."
En mi vida nunca había desfallecido a tal grado como esa
noche. Honestamente podía sentir mi cuerpo deshaciéndose
en pedazos y estaba segura que ya no podría volver a unir esos
pedazos nuevamente. Comencé a llorar y me convertí en una
persona histérica. Me sentaba en la orilla de la bañera en la
oscuridad y me mecía de adelante hacia atrás llorando horas
enteras. Sentía temor de moverme porque creía que si lo hacía
me podría desintegrar o deshacerme en miles de pedazos.
Todo ese tiempo Michael se sentaba en el cuarto de junto
y me escuchaba llorar, pero nunca se acercaba a platicar con-
migo. Tal vez esto me dolía más que pensar que la deseara
más a ella que a mí. Finalmente cuando me pude sobreponer
un poco, él me dijo, "Realmente necesitas ayuda profesional.
No podrás atravesar nuestro divorcio si no consigues ayuda
de alguien."
Alguien le dijo a Michael que si me acompañaba a la
consejería sería un punto a su favor en la corte para obtener
el divorcio y que el juez estaría más a su favor. Así que Mi-
chael estuvo de acuerdo en ir a la consejería conmigo, pero
por supuesto él sería quien escogería con quien ir. Claro que
yo quería que fuera cristiano, pero el respondió, "De ninguna
manera." El escogió a un señor que habíamos conocido desde
hacía años y cuya profesión secular como consejero era bue-
na, pero probablemente era un ateo. Yo estaba temerosa de
consultar con ese impío asuntos de consejería, pero una amiga

34
Capítulo 8

mía oró conmigo antes de ir a ese lugar. Ella dijo, "Estemos


de acuerdo en que Dios va a usar a este consejero y que El
hablará a través de él aunque no se dé cuenta que esté siendo
usado como instrumento Suyo." Dios realmente honró esa
oración y sucedió esto pero después de un tiempo.
Sin embargo, en un principio las cosas se veían negras.
Después de nuestra primera sesión con él, nuestro consejero
dijo, "No hay nada que pueda hacer por este matrimonio.
Entre ustedes hay una gran distancia y ya no existe interés
del uno por el otro. No encuentro ninguna manera de volver
a unirlos. Lo que les recomiendo es que se divorcien para
que ya no pierdan ni tiempo ni dinero." Por supuesto, eso era
lo que Michael quería escuchar y dijo, "¿Te das cuenta?, ya
estuvimos con un consejero y definitivamente esto no va a
funcionar."
En medio de todo esto, el impacto total de la relación de
adulterio que Michael estaba sosteniendo con otra mujer, me
llegó finalmente de una manera muy dura. Tal vez el Señor
me había protegido de eso o quizás había estado en una posi-
ción de ingenuidad hasta ese momento. No sé cuál de estas
dos fue, pero de pronto lo sentí como si me hubieran echado
una tonelada de ladrillos. No sabía qué hacer, pero pensé que
debía de haber alguien que nos pudiera ayudar.
Fui con nuestro pastor un domingo en la mañana y pla-
tiqué con él de nuestra situación. La señora con la que Mi-
chael andaba y su esposo también asistían a la misma iglesia
que nosotros, y ella también se iba a divorciar de su esposo.
Esperaba por completo que nuestro pastor tomara una firme
postura en contra de esta relación. En lugar de ello, él me
explicó que cuando un matrimonio se acaba, se acaba y punto.
El me dijo que si Michael no estaba dispuesto a reconciliarse
conmigo no había nada que pudiera hacer para cambiar esa
situación y que era algo triste pero inevitable.

35
¿El Reporte de Quién Creerás?

En un último intento por encontrar a alguien que me


ayudara, llamé a un amigo nuestro que era nacido de nuevo,
un pastor lleno del Espíritu Santo. Yo sabía que él conocía
la Palabra y que me diría lo que la Escritura dice sobre esto.
Después de que le expliqué la situación, el respondió, "Según
Mateo 19 tienes bases en las Escrituras sobre el divorcio.
Puesto que Michael ha estado en adulterio, Dios te libera de
este matrimonio y El te va a dar otro esposo." Después de esta
conversación, perdí toda esperanza y me regresé a mi casa
para preparar el divorcio.
Sin embargo, cuando hacemos a Jesús el Señor de nues-
tras vidas, El tiene el derecho de hablar a nuestro corazón
y gobernar sobre los consejos del hombre. Esa tarde Jesús
hizo justamente eso. El me dirigió a 1 Corintios 7:10 y 11,
Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo,
sino el Señor: Que la mujer no se separe de su marido; y si
se separa, quédese sin casar o reconcíliese con su marido; y
que el marido no abandone a su mujer.
El Señor me mostró claramente que éstas eran dos op-
ciones para mí. Si escogía quedarme sola, El prometía ser mi
esposo y el padre para mis hijos. Si escogía la reconciliación,
El prometía estar conmigo a cada paso del camino. Sabía que
cualquiera de las dos opciones serían una bendición para mí y
que si honraba las opciones de Dios, El mantendría Su Palabra
para mí. Definitivamente, tenía que tomar una decisión.
Yo estaba embarazada de nuestro tercer hijo y realmente
deseaba que mis hijos crecieran conociendo a su padre. Quería
hacer todo lo posible para ver mi matrimonio sanado, pero no
podía imaginar de qué manera podría suceder.
Finalmente escogí reconciliarme, pero fui honesta con
el Señor, "Ni siquiera sé por dónde empezar Señor." Su res-
puesta me bendijo, "Está bien, yo sí sé por dónde hay que
empezar."

36
Capítulo 8

El Señor inició mi renovación. Me parecía que el lugar


más lógico para empezar era con los problemas de Michael,
sin embargo, el Señor empezó a tratar primero con mi cora-
zón. El dijo, "No puedo intervenir en esta situación hasta
que tú perdones." Yo no quería perdonar porque había sido
herida y rechazada. Con todas mis fuerzas trataba de evitar
que todo se desmoronara y ahora Dios me estaba diciendo
claramente que yo tenía que perdonar. Pensé que esto era
realmente demasiado.
Así que estuve luchando con esta decisión de perdonar.
El Señor comenzó a enseñarme que el perdón no tiene nada
que ver con el corazón del que necesita ser perdonado; más
bien tiene que ver con el corazón del que ha recibido la ofensa.
Comencé a darme cuenta del precioso regalo que el perdón
significa y cuán libremente Dios nos lo ha dado a través del
derramamiento de la sangre de Jesús. Conforme el Señor
trabajó en mi corazón, pude finalmente perdonar a Michael
y librarlo de la deuda que yo creía que me debía.
En realidad no es tan difícil perdonar a alguien a quien
amas a pesar de que te haya herido muchas veces y hasta
puedes perdonar, y perdonar y volver a perdonar las veces
que sea necesario. Sin embargo, el hecho de perdonar a la
otra mujer era harina de otro costal.

37
¿El Reporte de Quién Creerás?

Ojos de Fe
Ella había usado mi amistad, me había traicionado y me
había mentido. Una vez que las cosas habían salido a la luz,
ella dejó de fingir que era mi amiga y yo no sentía el más
mínimo deseo de perdonarla y la odiaba. Sólo deseaba verla
podrida en el infierno y no me importaba lo que Dios hiciera
con ella. Si El quería destrozarla con un relámpago no había
ningún inconveniente conmigo. Dios dijo, "No puedes conti-
nuar de esa manera, no va a funcionar, tienes que perdonarla
y aprender a amarla."
Estuve caminando en la casa durante 8 horas tratando
de evitar al Señor y le repliqué, "No es justo Dios, no quiero
perdonarla así es que déjame en paz." Traté de alejarme de
El, pero El no se alejó de mí. Caminaba de un cuarto a otro,
pero El seguía conmigo.
Finalmente me subí al carro y de alguna manera pensé
que Dios no iría conmigo, pero no fue así. Yo no lo podía ver
sentado en el asiento del carro, pero sabía que Su presencia
estaba allí y que El estaba esperando que yo la perdonara.
Manejé hasta la casa de una amiga para contarle lo que
había pasado. Ella había orado conmigo desde que me percaté
que mi matrimonio estaba en problemas y realmente esperaba
que estuviera de mi parte. En lugar de que eso ocurriera, las
primeras palabras que salieron de su boca fueron, "Tienes que
perdonarla, ¿ya lo hiciste?"
La dejé inmediatamente y ya no seguí conduciendo mi
carro. Continué discutiendo con Dios, "Es que tú no entiendes
por lo que he estado pasando," y dije, "Ni siquiera sabes lo que
es ser traicionado por un amigo." Y el Señor me respondió,
"Estás segura de lo que acabas de decir."

38
Capítulo 9

De repente pude tener un nuevo entendimiento de lo


que pasó en el Huerto de Getsemaní. Jesús no estaba en un
aprieto sólo por conocer que sería torturado y que moriría.
De pronto me di cuenta que Judas era un amigo que lo había
traicionado con un beso, una expresión de amor. Jesús expe-
rimentó el dolor de ser traicionado y conocía el dolor de ser
abandonado. Los discípulos a quienes tanto amaba no podían
ni siquiera estar despiertos una hora con El. Ellos se alejaron
e hicieron lo que quisieron cuando El desesperadamente los
necesitaba.
Cuando me di cuenta que el ser traicionado no era una
buena excusa para no perdonar, discutí después con El dicién-
dole que ella no quería ser perdonada y que no le importaba
en los más mínimo el hecho de haber pecado. Probablemente
ni siquiera consideraba lo que estaba haciendo como pecado
así que cuál era el problema de perdonarla si ella no estaba
pidiendo perdón.
Entonces el Señor me recordó sobre la cruz y sus pa-
labras, Padre, perdónalos. El dijo, "Ellos tampoco querían
ser perdonados y pensaban que estaban haciendo algo bue-
no. No importa si ella no está pidiendo perdón, tienes que
perdonarla."
Traté de continuar con cualquier argumento que se me
ocurriera hasta que finalmente, ya cansada, me di por vencida,
"Mis emociones me dicen que la odio, pero Tu Palabra dice
que tengo que perdonarla y que Tú solamente me podrás per-
donar en la medida en que yo lo haga con ella. Todo lo que
puedo hacer es tomar la decisión de perdonar". El dijo, "Eso
es suficiente." Una paz maravillosa me sobrevino y sabía que
el Señor tenía todo en Sus manos.
En los días siguientes estaba tan asustada que clamé a
Dios, "¿Y ahora qué hago? No tiene sentido, puedo ver los
cientos de errores que he cometido con el paso de los años.
39
¿El Reporte de Quién Creerás?

Sé que los he cometido y me arrepiento por ellos, pero ¿qué


hago ahora? No puedo intentar reconstruir todo de nuevo y
Michael ni siquiera quiere hablar conmigo."
El Señor fue misericordioso conmigo y comenzó a en-
señarme lo que debía hacer a través de palabras que habló a
través de mis amigos y a mi corazón. El me preguntó, "¿Qué
dice Mi Palabra sobre tu matrimonio?"
Comencé a escudriñar las Escrituras para buscar lo que
Dios decía sobre mi matrimonio y las escribía en una libreta.
Cada vez que El me daba un versículo, yo lo escribía y me lo
apropiaba. Ponía el nombre de Michael o mi nombre o el de
los niños para que fuese más real para mí. Empecé a proclamar
esas promesas y a creer en ellas.
Después el Señor habló nuevamente a mi corazón y dijo,
"Debes tener una visión de fe de lo que tu matrimonio va a
ser cuando esté restaurado y lo que tu esposo será cuando sea
sanado." Así es que le pedí al Señor que me mostrara la visión
que El tenía de Michael y me dirigió a 1 Timoteo 3:2-7.
El Señor realmente me dejó sorprendida. Yo sólo deseaba
que Michael regresara a casa. Deseaba que él me amara y
quisiera a nuestros hijos. Sin embargo, la Palabra que Dios
me dio para él describía a un obispo. Dios tenía planes ma-
yores para Michael de lo que eran mis pequeños sueños para
él. Cuando me vi enfrentada por la grandeza de lo que Dios
estaba diciendo, me sentí como Sara en la tienda, riéndome
ante las pocas probabilidades que sucediera lo que Dios estaba
diciendo.
Dios comenzó a mostrarme lo mucho que estaba limi-
tando lo que El quería hacer. Durante años estuve orando
por mi esposo, "Señor, permítele ser salvo, que conozca tu
salvación, que te pueda ver como su Salvador." Y Dios dijo,
"¿Vas a seguir orando de la misma manera o vas a orar que
se haga lo que Yo quiero para él?"
40
Capítulo 9

Estudié realmente bien 1 Timoteo 3:2-7 y desde ese día


comencé a orar de la manera en que Dios quería que lo hiciera.
Ponía el nombre de Michael en esos versículos y oraba con-
fesando que él era irreprensible, marido de una sola mujer,
sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar;
no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias
deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; que gobierna
bien su casa, que tiene a sus hijos en sujeción con toda ho-
nestidad. Escribí esto en mi libreta y lo comencé a confesar
todos los días. Yo repetía, "Ese es Michael; es la persona que
Dios quiere que sea."
Cuando Michael regresó a casa y dijo, "Ya no te quiero
y no deseo estar cerca de ti. En realidad lo que más deseo
es que te salgas de mi vida y que te lleves a los niños porque
a ellos tampoco los quiero," me empecé a dar cuenta que
a veces, Satanás usa la lengua de los que amamos cuando
estamos haciendo guerra espiritual. Las personas que quere-
mos nos dicen cosas que nos pueden lastimar pero debemos
reconocer que ellos no son nuestros enemigos. Satanás es
nuestro enemigo real. Así que cada vez que Michael llegaba
a casa y decía todas esas terribles cosas, yo leía la Palabra
nuevamente y podía ver que el plan de Dios para él era mayor
que el de Satanás.
Tú también debes reconocer que estás en guerra espiritual
y que debes luchar por tu matrimonio a un nivel espiritual.
Tienes que pelear contra Satanás y sus fuerzas y darte cuenta
que tu cónyuge no es tu enemigo. La Palabra de Dios es tu
arma y dispara los versículos que son tus municiones.

41
¿El Reporte de Quién Creerás?

Palabras de Vida
Voy a compartir algunas escrituras con ustedes que Dios
me dio, pero pídanle a Dios versículos que se puedan aplicar
a su situación. El les dará pasajes que les hablen justo en
medio de las circunstancias por las que estén pasando parti-
cularmente.
Una de mis mayores preocupaciones eran nuestros hijos.
El Señor nos bendijo con nuestro milagro prometido, Jason.
Ahora tenía a tres pequeñitos a quienes proteger. Con toda esa
confusión y el enojo que había alrededor de ellos, le pedí al
Señor una Palabra para ellos. El me dio Isaías 54:13, Y todos
tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz
de tus hijos. Puse los nombres de mis hijos en este versículo
y lo repetía así, "Todos mis hijos serán enseñados por el Señor
y se multiplicará la paz de Cristine, se multiplicará la paz de
Mike y se multiplicará la paz de Jason."
Hay un versículo en Jeremías 32:39 que dice, Y les daré
un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamen-
te, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos.
También puse nuestros nombres aquí y repetía, "Y les daré
a Michael y Marilyn un corazón y un camino para que me
teman perpetuamente para que tengan bien ellos y por el bien
de Cristine, Mike y Jason." Me apropié de esas escrituras,
comencé a creer en ellas y las confesaba conforme las cosas
se iban empeorando, oscureciendo y siendo cada vez más
terribles.
El Señor dijo que cuando siembras la Palabra, el enemi-
go viene inmediatamente para arrebatarla antes de que tenga
raíz. Cuando estaba aprendiendo a orar la Palabra por nuestro
matrimonio y mi familia, Michael llegaba a casa repitiendo,

42
Capítulo 10

"Me voy a divorciar, ya todo se acabó. No hay nada más que


se pueda hacer. No te quiero y en realidad nunca te quise.
Me voy a casar con ella." Las cosas realmente parecían sin
esperanza, pero era el tiempo de continuar sembrando.
Uno de los versículos que estaba orando por la otra mujer
era del Salmo 35 que dice, "Que tus enemigos sean como el
tamo en el viento". Yo repetía, "Señor, que ella sea como el
tamo en el viento. Llévala a algún otro lugar." Dios tuvo
gracia para conmigo y la quitó de la escena. Michael descu-
brió que le costaría mucho dinero el divorcio por la manera
en que la corte dividiría nuestros bienes, así que mandó a la
mujer con su esposo a otro estado".
Sin embargo, eso no resolvió el problema porque ella no
era el problema. Esa mujer fue un instrumento que Satanás
usó. El problema éramos nosotros. Después de que ella se fue
Michael dijo, "Sé que no la quería, pero tampoco te quiero a
ti. Quiero el divorcio para llevar la vida que tenía de soltero.
Deseo ir a fiestas y disfrutar momentos agradables".
Otro pasaje que estuve confesando fue Proverbios 5 y
7, la advertencia contra el adulterio y la mujer adúltera. Co-
loqué el nombre de Michael en esos versículos y oraba con
la Palabra todos los días.
Las circunstancias siguieron empeorando cada día y
llegué a pensar, "Dios, estoy orando Tu Palabra, me estoy
apropiando y creyendo lo que dices, ¿qué pasa? ¿Por qué
parece que no está sirviendo de nada?"
Entonces un día el Señor me dirigió a Génesis. En los
primeros versículos dice, "Y Dios dijo sea la luz y fue la luz,
y Dios dijo esto y fue hecho y así sucesivamente. El me
mostró que cuando Satanás tentó a Jesús, El le dijo, "Como
está escrito." Jesús se lo dijo, no se sentó a pensar que estaba
escrito, simplemente lo dijo.
Comencé a darme cuenta a lo largo de la Escritura que
43
¿El Reporte de Quién Creerás?

cuando la situación cambiaba era porque Dios habló o Su


Palabra fue hablada. Me di cuenta que yo no estaba haciendo
esto. Sólo me sentaba tranquilamente todos los días clamando
por aquellas palabras. Tenían que salir de mi boca. En ese
entonces Jason todavía estaba muy pequeño y mientras ca-
minaba con él, hablaba cada palabra que Dios me daba. Las
repetía en cada cuarto de la casa y ordenaba que la situación
se ajustara a la Palabra de Dios y reclamaba que nuestro ma-
trimonio también se ajustara conforme a lo que Dios decía.
Cada vez que Michael regresaba a casa decía cualquier
cosa desagradable usado por Satanás. Al instante en que él
salía de la casa, yo volvía a reclamar mi hogar proclamando
las palabras que Dios me había dado por toda la casa.
Desearía poder decir que estaba haciendo bien las cosas
y que nunca me enojaba y que nunca me resentía y que nunca
me irritaba, pero no pude, no era perfecta. Habían muchos
días en los que me sentía tan enojada con Michael que no
quería ya nada con él y no me importaba lo que Dios hiciera
con él. El pudo haberse desaparecido de este mundo y a mí me
hubiera parecido lo mejor. Dios me mostró que no podemos
permitir ese tipo de emociones.
Satanás nos tienta con autocompasión y nos repite lo
mucho que hemos sufrido. El te va a mandar gente que te
diga que no entiende cómo has podido resistir tanto. Sin em-
bargo, desde el momento en que le abres un poco la puerta a
la autocompasión Satanás patea la puerta un poco más y te
tienta con enojo. En poco tiempo ya te sientes tan enojado(a)
con tu cónyuge que estás listo(a) para matar por lo que hasta
ahora has aguantado. Si Satanás puede abrir la puerta hasta
ese punto va a intentar llegar aún más lejos. Entonces la amar-
gura empieza a echar raíces. La Escritura dice que la raíz de
amargura contamina (Hebreos 12:15). Una persona amargada
es como veneno y nadie quiere estar cerca de ella.

44
Capítulo 10

El Señor me mostró más claramente que la autocom-


pasión no es algo que podamos aceptar para entretenernos
ni siquiera un minuto. Después de que finalmente aprendí la
lección no quise escuchar a la gente que estaba tratando de
ayudarme a sentir compasión de mí misma.
En esos días Michael solía salir con amigos nuestros
que también estaban engañando a sus esposas. Cada una de
esas parejas que tenía problemas cuando nosotros también
los teníamos están ahora divorciados. Estoy segura que fue
la poderosa Palabra de Dios obrando en nuestra situación lo
que nos ayudó a salir de ella.
Después de haber empezado a confesar la Palabra de
Dios en voz audible dos veces por semana, Michael regresó
a casa. Alabo a Dios por las lecciones que me enseñó. Estas
realmente me ayudaron a soportar las tormentas que estaban

45
¿El Reporte de Quién Creerás?

El orden trae consigo


sanidad
Cuando Michael llegó a casa, no fue precisamente todo
lo que me había imaginado. El me dijo, "Si estoy aquí es sólo
por unos días. Estoy tratando de poner en orden mis ideas.
No esperes que te ame o que cuide de ti. Yo ya voy de salida
y solamente me detuve aquí para respirar unos momentos".
En ese entonces estaba construyendo su casa.
Me acerqué a Dios y le pregunté, "¿Es esto por lo que
he estado orando? Me mandaste a este hombre que dice no
quererme y que se va a cambiar de casa. Perfecto, ¿ahora
qué hago?"
Para ese entonces me di cuenta que el amor que sentía
por Michael en mi propio corazón estaba muerto. No sentía ya
ningún tipo de emoción hacia él. Estuve peleando por tanto
tiempo y con tanta intensidad, y obedeciendo y creyendo y de
repente él apareció y no sabía qué hacer con él. Ya no quería
que él estuviera cerca. Llegué a pensar, "¿Tanto para esto?"
Nuevamente me acerqué a Dios y le pregunté, "¿Qué voy
a hacer ahora? Aun si lo trajeras de nuevo a casa, no estoy
segura de quererlo Señor."
El Señor me dirigió a Génesis 3 cuando le habla a Eva.
El versículo al que me llevó dice, "Tu deseo será para tu ma-
rido..". El Señor hizo que lo leyera hasta que entendí lo que
estaba diciendo.
Todavía pensando en el caso de Eva, por supuesto que su
deseo era para su esposo pues no tenía muchas otras opciones.
Creo que nunca entendí por qué Dios le dijo eso, pues ella no
podía irse con Jorge o con alguien porque al único que tenía

46
Capítulo 11

era Adán.
Conforme el Señor siguió ministrándome de repente tuve
un nuevo entendimiento sobre Eva y lo que experimentó. Si
existiera una mujer con todo el derecho de reprochar a su
marido con las palabras "¡Vaya, lo echaste todo a perder,"
esa es Eva. Su esposo no sólo arruinó las cosas para ellos
sino para toda la raza humana. Ellos vivían con lujos en ese
hermoso jardín y tenían todo lo que necesitaban cuando de
pronto fueron arrojados de ese lugar. Desde entonces ella tuvo
a sus hijos con dolor, la tierra fue maldecida y ella y su esposo
tuvieron que trabajar con el sudor de su frente.
Comencé a entender lo que Eva estaba sintiendo. Pudo
haberse convertido en una persona de corazón endurecido
con odio hacia su hombre y decir, "Nada volverá a ser igual."
Ella hubiera estado en lo correcto porque nada ha sido igual
desde entonces.
Dios comenzó a hablarme, "Te estoy hablando a ti en
este momento, no a Eva, y te repito que tu deseo sea para tu
esposo." El comenzó a mostrarme que tenía que ajustar mi
voluntad a la voluntad de Dios. Tuve que tomar la decisión de
desear a mi esposo porque ya no existía ningún deseo hacia él.
Estuve peleando con esto por un tiempo hasta que finalmente
dije, "Está bien Señor. Mi deseo será para mi esposo y estoy
dispuesta. A ti te toca trabajar los detalles que faltan."
Conforme Dios comenzó a cambiar mi corazón hacia mi
esposo, El también comenzó a tratar conmigo sobre la cabeza
espiritual de nuestro hogar. Durante mucho tiempo yo estuve
tratando de poner todo en orden, tanto en lo natural como en
lo espiritual. Y siempre pensé que seguiría ocupando esa
posición hasta que Michael creciera en el Señor y estuviese
listo para tomar las riendas. Ahora Dios empezó a tratar con-
migo en cuanto a que la cabeza era una posición ya asignada,
no es algo que se pueda ganar. Definitivamente a mí no me
47
¿El Reporte de Quién Creerás?

correspondía votar por Michael cuando pensara que pudiera


estar listo para ello. El Señor lo hizo cabeza de nuestro hogar
desde el día en que nos casamos.
Esto fue un gran impacto para mí. Sabía que Michael
estaba rechazando todo lo que tuviera que ver con Dios. El
no leía la Biblia ni buscaba al Señor para recibir dirección.
Simplemente la idea de que él dirigiera nuestra familia era
uno de los conceptos más atemorizantes que había escuchado
y me rehusé a aceptarlo.
Nuevamente Dios me acorraló y me dijo, "No vas a
llegar a ninguna parte hasta que me escuches y hagas lo que
te diga." Me senté y lloré y discutí con Dios, "No sabes lo
que estás pidiendo. ¿Cómo puede estar él al
frente cuando es quien está creando todos
los problemas? Realmente siento que estoy
mejor calificada para ocupar este puesto y
poder estar al frente de mi casa."
Dios comenzó a tratar conmigo y me dijo, "No me im-
porta lo calificada que te sientas, la posición de cabeza no
está vacante. No hay otra opción. Ante mis ojos no calificas
para esa posición y la única manera en la que voy a poder
sanar este matrimonio es que tu entiendas que tu esposo es
la cabeza de este hogar y que también es la cabeza espiritual.
El es quien está al frente de tu hogar y necesitas someterte
y darle honra a él y a Mí." Yo repliqué, "Pero Señor, Tu no
sabes lo que estás pidiendo."
Entonces me dirigió a la versión Amplificada de la Biblia
para que conociera lo que dice en cuanto a la sujeción. Que
la esposa respete y muestre reverencia a su esposo. Que ella
lo tome en cuenta, lo considere, lo honre, le de su lugar, lo
alabe y lo estime mucho. Que con respeto lo halague, lo ame
y admire en gran manera. Dios me dijo, "Esto es lo que pido
de ti en este momento."
48
Capítulo 11

Hubo días en los que estuve discutiendo con Dios sobre


lo mismo. Yo creía que Sus planes tenían graves problemas,
pero entonces entendí algo. Con frecuencia en la Escritura
cuando aparece un mandamiento para la mujer y para el
hombre, el mandato que se le da a la mujer es primero. Por
ejemplo: La primera parte del versículo dice, sujétate a tu
esposo; y la segunda parte a los maridos, amen a sus esposas.
El Señor comenzó a mostrarme que algunas veces es la única
manera en la que puede llegar al hombre. Yo deseaba que El
tocara a Michael así que empecé a hacer lo que El me pidió.
Yo comencé a preguntarle a Michael, "¿Qué debo hacer
acerca de esto?" Estas no eran preguntas triviales como cuando
empecé a conocer esas enseñanzas extremistas sobre la su-
misión, sino que eran preguntas sobre cuestiones espirituales
y de las cuales él realmente necesitaba tomar una decisión.
Michael no estaba muy contento con esto y me contestaba,
"No quiero que me molestes. Déjame en paz."
Más tarde Michael me dijo que Dios realmente comenzó
a tratar con él cuando yo dejé que él tomara la posición de
cabeza. Cuando la responsabilidad estaba sobre sus hombros,
tuvo que responderle a Dios; cuando tuvo que tratar con la gran
responsabilidad que Dios le había dado, se sintió vencido. El
no sabía lo que debía hacer así que tuvo que dirigirse a Dios
para recibir Su ayuda.
Michael también estaba luchando con la mentira de que
nunca sería perdonado. El adulterio siempre fue algo imper-
donable dentro de las reglas de Michael. Cuando atravesó
esa línea pensó que Dios no lo perdonaría. Aún cuando el
Señor estaba atrayendo a Michael hacia El, Michael estaba
atemorizado de encontrar a Dios porque pensó que sería re-
chazado por El.
Después, algunos de nuestros amigos nos invitaron a un
servicio de sanidad en una iglesia católica. Cada servicio en
49
¿El Reporte de Quién Creerás?

el que anteriormente había estado había sido una experiencia


realmente dinámica. Sin embargo, en esa tarde fuimos a una
iglesia repleta de gente, pero demasiado silenciosa.
Un sacerdote de poca estatura y anciano se puso al frente
y dijo muy suavemente, "Vamos a tener un servicio de sanidad
y Dios va a sanar en esta noche."
Luego caminó de adelante hacia atrás por el pasillo
orando por la gente y rociando agua bendita sobre ellos. Estu-
vimos a punto de quedarnos dormidos en lo que esperábamos
que regresara nuevamente por el pasillo. Yo pensé, "Esta
es la peor tontería que hemos hecho. No sé ni qué estamos
haciendo aquí."
Al final, lo que pareció ser uno de los servicios más lar-
gos sobre esta tierra, vimos a la gente levantarse de sus sillas
de ruedas y caminar. No podía creerlo. Después el sacerdote
preguntó, "¿Cuántos de ustedes fueron tocados por Dios esta
noche?" Michael levantó la mano. Por supuesto fue algo que
tampoco podía creer y me pregunté, "¿Cómo es que Dios te
pudo tocar en este lugar?"
Dios me mostró esa noche que El puede usar a cualquier
persona o cualquier circunstancia. El llega a nuestro encuentro
en cualquier lugar y mi esposo no estaba listo para una reunión
muy dinámica, él todavía necesitaba que la voz apacible de
Dios le hablara en donde estuviera. Esa noche, Dios le mostró
a Michael que lo amaba y que lo perdonaba. No pasó mucho
tiempo después de esto para que Michael naciera de nuevo.
En febrero de 1980 ambos fuimos bautizados en agua.
Desde que Michael y yo éramos bebés nuestros padres nos
bautizaron, pero quisimos obedecer lo que la Palabra instruye
sobre el bautismo después de haber tomado la decisión de
recibir a Jesús. Este fue un paso final de obediencia para Mi-
chael. Al principio me dijo, "Tú puedes ir y yo te acompaño,
pero no me voy a bautizar."
50
Capítulo 11

Sin embargo, cuando llegamos al lugar donde estaba el


agua, Michael dijo, "Sabes una cosa, siempre me he resistido
a todo lo que Dios ha querido que yo haga y he luchado con-
tra El durante años. Cada vez que El me decía haz esto yo
respondía no, y seguía resistiéndome y luchando, así es que
por primera vez quiero responder con un sí."
Después de que Michael salió de las aguas del bautismo,
comenzó a hablar en lenguas. En ese momento fue bautizado
en el Espíritu Santo. Era una persona libre, Michael le dio
la libertad a Dios para moldearlo en el hombre que El quería
que fuese y desde entonces nunca ha dejado de darle libertad
a Dios para trabajar en él.

51
¿El Reporte de Quién Creerás?

Un Sólo Camino
Desde ese día Dios comenzó a sanar nuestro matrimonio,
pero no fue algo de la noche a la mañana. Tomo un tiempo
construir nuevamente la confianza y otro tiempo para construir
nuevamente el amor, pero esto es parte de otro libro.
Tuve que mantenerme al margen para emparejarme con
Michael. Dejamos de ir a la iglesia católica y nos unimos a
una sin denominación. El Señor se pasó los siguientes dos
años reemplazando la doctrina del hombre con la verdad de
Su Palabra. Después nos llamó a un ministerio de tiempo
completo para matrimonios. Nosotros, que no teníamos espe-
ranza, ahora tenemos el privilegio de dar esperanza a cientos
y miles de parejas alrededor del mundo. ¡Cuán maravilloso
es el Dios a quien servimos!
Quiero que sepas que Dios no hace acepción de personas.
Yo no hice nada especial ni era alguien diferente a ti. Créeme
que cometí muchos errores y provoqué líos en muchas cosas.
Lo que me sorprende es ver la fidelidad de Dios en todo ese
tiempo. Es Su perfección lo que nos da la victoria. No tiene
nada que ver con nuestra perfección. Nuestra responsabilidad
es obedecer y arrepentirnos cada vez que desobedecemos.
El nos ama tanto que desea mucho más que nosotros vernos
como personas de éxito.
Nuestro matrimonio no fue elegido entre muchos para
recibir la bendición de Dios. El quiere lo mismo para ti.
Cualquiera que sea el problema con tu matrimonio o con otras
relaciones, Dios está actuando poderosamente a tu favor. Sa-
tanás te mentirá diciendo, "Este testimonio fue sólo cuestión
de suerte. Eso pasa en contadas ocasiones y no es para todos."
Esto pasa en realidad cuando el pueblo de Dios es fiel y cree

52
Capítulo 12

y confiesa Su Palabra en las situaciones que atraviesa.


Si tú estás peleando una batalla como esta, tienes que
tener a Jesús en tú corazón. Si no tienes una relación personal
con Dios y estás tratando de luchar en tu hogar, no cuentas
con la fuerza para resistir. Simplemente no lo puedes hacer
sin Jesús. Las promesas no son para aquellos que no conocen
a Jesús. No tienes nada de qué afianzarte. Debes nacer de
nuevo.
En segundo lugar, si estás tratando de pelear esta batalla
y ya naciste de nuevo, pero no eres bautizado en el Espíritu
Santo, entonces ya eres parte del Ejército, pero todavía no
tomas tus municiones. No puedes pelear la batalla sin el poder
del Espíritu Santo. Necesitas la guía del Espíritu Santo para
que sepas por qué orar y cómo orar en los tiempos en los que
no sepas cómo hacerlo. Necesitas tu lenguaje de oración para
que ores la perfecta voluntad del Padre en cada situación.
Si deseas recibir a Jesús en tu corazón en este momento,
es algo muy sencillo. No tienes que limpiar o tratar de ende-
rezar tu vida primero. Esta es la razón por la que necesitas
un Salvador. No puedes enderezar tu propia vida. No puedes
limpiar tu vida por tus propios medios para acercarte a Jesús.
Tienes que acercarte a El tal cual eres. El cambiará tu corazón.
El limpiará tu vida de adentro hacia afuera.
Romanos 10:9 y 10 dice, Que si confesares con tu boca
que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le
levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se
cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.
Es así de simple. Debes creer en tu corazón y confesar con tu
boca a Jesús como Señor y Salvador. Cuando eres obediente
en hacer tu parte, el Señor es fiel en hacer Su parte. Si ese es
el deseo de tu corazón, repite la siguiente oración.
Jesús, confieso que he pecado y que no tengo fuerzas

53
¿El Reporte de Quién Creerás?

para cambiar mi propio corazón. Yo creo que Tú eres Señor


y que Tú moriste por mis pecados y que resucitaste de la
muerte. Te pido que perdones mis pecados. Te entrego mi
vida. Yo declaro que Tú eres mi Señor y mi Salvador. Te
amo Jesús y rindo mi vida a Ti.
Si hiciste esta oración con todo tú corazón, ya naciste de
nuevo. Ahora tienes una nueva naturaleza en Cristo. Dios
mismo vive en ti. Todas las promesas en la Biblia son ahora
tuyas, ¡pero todavía hay más!
Antes que Jesús ascendiera al Cielo, después de haber
resucitado de la muerte, le dijo a sus seguidores que esperaran
en Jerusalén hasta que el Espíritu Santo fuera derramado sobre
ellos. Hechos 1:8 dice, Pero recibiréis poder, cuando haya
venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos
en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último
de la tierra.
Tú necesitas ese poder del que Jesús estaba hablando.
Necesitas la habilidad de orar la perfecta voluntad de Dios
(Romanos 8:26) y orar en el Espíritu Santo cuando no sepas
qué hacer (1 Corintios 14:14). Si ya recibiste a Jesús como
tu Señor y Salvador, el Bautismo del Espíritu Santo está dis-
ponible para ti hoy. Solamente necesitas pedirlo.

Jesús, yo confieso que Tú eres mi Señor y mi Salva-


dor. Yo renuncio a toda obra del enemigo en mi vida y te
pido que me bautices con Tu Espíritu Santo. Yo deseo el
poder espiritual que Tu prometiste. Deseo hablar en otras
lenguas para que el Espíritu Santo pueda hacer una oración
perfecta a través de mi. Te doy gracias por llenarme para
estar rebosando del Espíritu Santo.

Comienza a alabar al Señor y dale gracias por todo lo

54
Capítulo 12

que ha hecho por ti. Derrama tu corazón con El y conforme


lo hagas, un lenguaje maravilloso comenzará a fluir de ti.
Usa ese lenguaje para alabar al Señor. También úsalo para
orar cuando no sepas cómo orar. Usalo cuando te sientas
perdido(a), confundido(a) o herido(a). Alaba al Señor con
un cántico nuevo que salga de tu corazón.
Ahora ya tienes el poder y las herramientas para ganar
la guerra espiritual a la que te estás enfrentando. Todavía
hay mucho por aprender sobre cómo pelear la buena batalla
y el Espíritu Santo te enseñará conforme seas obediente a Su
dirección.
Manten tus ojos en Jesús, el Autor y Consumador de tu
fe. Reúnete en una iglesia en donde tengan bases en la Biblia
si todavía no asistes a ninguna. Lee todos los días tu Biblia y
pide al Señor que mande a aquellos que te darán ánimo y te
edificarán con la Palabra de Dios. Entiende que el Señor desea
reconciliación e integridad para tu matrimonio y tu familia.
El no hace acepción de personas. Lo que hizo por nosotros,
también desea hacerlo por ti.

55
¿El Reporte de Quién Creerás?

Preguntas Hechas con


Frecuencia
A través de los años hemos recibido muchas cartas y
llamadas con preguntas relacionadas con la sanidad en el
matrimonio. En esta sección compartiremos algunas de esas
preguntas con la esperanza de que muchas de las suyas puedan
recibir respuesta.

Mi cónyuge ha sido tan terrible conmigo que en realidad


no sé si quiero seguir casado(a). ¿Realmente Dios quiere
que no me separe?
Primero que nada, es importante que entiendas que el
matrimonio es una relación de pacto. Un pacto es diferente
de un contrato. Un contrato tiene derechos limitados. Eso
quiere decir que el contrato permanece si es de beneficio
mutuo para ambas partes.
Por otro lado, un pacto tiene derechos ilimitados. Dos
personas que entran en un pacto toman sus dos vidas por
separado y las mezclan en una sola juntos. Pacto significa
que los dos se dan por completo a cada uno. Es renunciar a
otros y cada parte que haya hecho el pacto promete lealtad
al otro aun en su propio perjuicio. Esto se ve reflejado en
nuestros propios votos matrimoniales "... en la riqueza y en la
pobreza, para bien o para mal, en enfermedad y en salud." Lo
que realmente estamos diciendo es, "Seré fiel no importando
las circunstancias." El compromiso de este pacto no termina
cuando una de las partes siente que ya no está recibiendo
beneficios de la relación. El pacto matrimonial es vigente
hasta que la muerte lo termina.

56
Capítulo 13

Por supuesto, no es el deseo de Dios que tu matrimonio


sea una terrible relación. En el plan de Dios, ambas partes
pactadas son bendecidas y satisfechas por medio de esa rela-
ción. La desobediencia de una de las partes, tal como lo está
haciendo tu cónyuge en este momento, quien no ha sido fiel al
plan de Dios para el matrimonio, no justifica la desobediencia
de la otra parte, tú.
La respuesta es sí, Dios quiere que permanezcas
casado(a), pero el quiere que el matrimonio sea algo satis-
factorio de acuerdo con el plan que El tiene para ti. El no
quiere que sobrelleves las circunstancias y vivas infeliz el
resto de tu vida.
Conforme te ajustes al plan de Dios y comiences a des-
cubrir Sus planes para tu vida y tu matrimonio, encontrarás
gozo y paz en tu propia vida y podrás ver a Dios comenzando
a cambiar tu matrimonio no tan favorable.

¿Cuánto tiempo tiene que pasar para ver mi matrimonio


sanado? o ¿Cuánto tiempo debo permanecer firme para la
sanidad de mi matrimonio?
Cuando entiendas que el pacto que hiciste en tu matri-
monio es válido hasta que tú o tu cónyuge muera, el tiempo
ya no seguiría siendo un factor. Si permaneces fiel a tus votos
por el resto de tu vida o hasta que tu cónyuge muera, no im-
porta el tiempo que tenga que pasar para que tu matrimonio
sea sanado.
Si por otro lado, crees que puede llegar el momento en
que seas libre de este pacto matrimonial y te cases con alguien
más, nunca tendrás la convicción y la fe que necesitas para
continuar creyendo en la restauración de tu matrimonio. No
importa si esperas mucho o poco tiempo, porque llegará el
momento en que dejarás de creer y continuarás con tus otras
opciones si crees que las tienes.

57
¿El Reporte de Quién Creerás?

Permanecer firme para la sanidad en tu matrimonio


no es algo que intentas, es algo que vives. No es como un
par de zapatos nuevos que compras sólo para devolverlos
más tarde cuando te das cuenta que te aprietan. De la misma
manera, no permaneces fiel a los votos matrimoniales hasta
que te das cuenta que son muy difíciles de cumplir y después
los intercambias por nuevos votos con otra persona.
Necesitas calcular el costo de permanecer firme desde el
principio y mantenerte en una posición inconmovible basada
en el pacto de tu matrimonio. Luego, permítele a Dios el
tiempo que sea necesario para completar el trabajo para sanar
realmente tu matrimonio.

Muchas personas me han dado opiniones diferentes, real-


mente no sé lo que debo hacer. ¿A quién debo escuchar?
Vas a recibir más consejo del que puedas manejar en
relación a la situación en tu matrimonio. Cada persona te va
a dar una opinión diferente. Sin embargo, es importante que
conozcas lo que Dios te dice.
Cuando Jesús estaba caminando sobre el agua en Mateo
14, Pedro le respondió diciendo, "Señor, si eres tú, manda que
yo vaya a ti sobre las aguas."
Jesús le respondió con una palabra, "Ven," y Pedro salió
del bote y caminó confiando en la palabra que Jesús le había
dado. Mientras mantuvo sus ojos puestos en Jesús, esa pala-
bra lo sostuvo. Sin embargo, cuando miró las circunstancias
comenzó a hundirse.
Para mantener una posición saludable y firme para tu
matrimonio, antes que nada debes saber que Jesús te ha dado
una palabra con la cual puedas caminar. Cuando las tormen-
tas de las circunstancias arremetan contra ti, debes tener la
capacidad de mantener tus ojos en Jesús. Es muy posible que
todos aquellos discípulos que se quedaron en el bote cuando

58
Capítulo 13

Pedro caminó sobre las aguas tuvieron opiniones sobre lo


que él debía hacer o no. Sin embargo, esas opiniones no le
importaron porque tenía una palabra que Jesús le había dado
con la que pudo estar firme, "Ven."
En 1 Samuel 30, cuando David y sus hombres regre-
saron a Siclag, se dieron cuenta que sus esposas y familias
habían sido tomadas en cautiverio por el enemigo. Mientras
que los hombres alzaban su voz y lloraban por esa pérdida,
David consultó al SEÑOR, diciendo: "¿Perseguiré a estos
merodeadores? ¿Los podré alcanzar?" Y El le dijo, "Síguelos,
porque ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los
cautivos."
Antes de que David saliera a la batalla para ir por sus
esposas y familias, le preguntó a Dios lo que debía hacer. Una
vez que supo las instrucciones del Señor, las obedeció. Tú
debes buscar al Señor de la misma manera para que puedas
tener la fortaleza y la convicción para permanecer firme.

No creo que este matrimonio sea lo que Dios quiere para mí.
Puesto que Dios no nos unió, ¿por qué no tengo la libertad
para volverme a casar?
En Josué 9, los habitantes de la nación de Gabaón de-
cidieron engañar a los israelitas. Ellos vieron al Señor ganar
batalla tras batalla para los israelitas conforme se iban acer-
cando a la tierra prometida. Ellos sabían que el Señor había
prohibido estrictamente a los israelitas hacer alianzas con los
habitantes de la tierra por lo que se vistieron con harapos y
llevaron consigo pan echado a perder y bebidas agrias. Qui-
sieron convencer a los israelitas que venían de tierras lejanas
para que pudieran aliarse con ellos. Ellos se dieron cuenta
que si los de Israel sabían que eran habitantes de la tierra que
el Señor les había dado como posesión nunca hubieran hecho
pacto con ellos.

59
¿El Reporte de Quién Creerás?

La Escritura nos dice que los israelitas fracasaron por


no haber consultado al Señor (como muchos de los que se
casan fuera de la voluntad de Dios) e hicieron una alianza
con los gabaonitas.
Esa alianza estaba abiertamente en contra de la voluntad
de Dios. De hecho estaba en dirección opuesta a las instruc-
ciones del Señor. Sin embargo, en Josué 11, Israel tuvo que
pelear una batalla para proteger a los gabaonitas porque eran
compañeros de pacto. Dios esperaba que ellos honraran
ese convenio a pesar de que no estaba dentro de sus planes
originales.
En 2 Samuel 21, cientos de años más tarde, una hambru-
na alcanzó la tierra de Israel por el maltrato de la familia de
Saúl hacia los gabaonitas. ¡Se mantuvo por generaciones un
pacto que Dios no había escogido! De hecho en respuesta a
este maltrato, los gabaonitas tuvieron el privilegio de escoger
a siete de los parientes de Saúl para ejecutarlos. Cuando esto
sucedió, la hambruna desapareció.
Fallamos en darnos cuenta de la fortaleza del pacto en
nuestra sociedad de hoy. Dios no justificó a Israel porque
fueron engañados. Dios no los justificó porque no lo con-
sultaron. El esperaba que ellos honraran el pacto que habían
hecho, no sólo la generación que lo hizo sino los descendientes
de esa generación.
Cuando entramos al matrimonio sin el consentimiento
de Dios, nosotros mismos nos acarreamos problemas, pero
el Señor aún así quiere que cumplamos los votos de nuestro
pacto. Tal como los israelitas, Dios nos dará la fortaleza y la
habilidad para mantener el pacto, aun si ese pacto no era el
deseo original de Dios para nosotros.

He sido un buen esposo o esposa y no entiendo la razón por


la cual mi cónyuge me trata de esa manera. No he hecho
nada para merecer esto. ¡No es justo que me traten así!
60
Capítulo 13

En ocasiones es difícil entender por qué suceden ciertas


cosas en la vida. No cabe la menor duda que en estos mo-
mentos es muy difícil ver a tu cónyuge haciendo y diciendo
cosas que son sumamente dolorosas para ti.
Necesitas darte cuenta que por las acciones de un ser
humano nunca podrás tener la seguridad de las acciones de
otro ser humano. Tu obediencia hacia los votos que hiciste el
día de tu boda es tu responsabilidad delante del Señor. Sin
embargo, tu obediencia no "gana" la obediencia de tu cónyuge.
Tu obediencia y fidelidad no pueden cambiar el corazón de
tu cónyuge ni conseguir su salvación. Solamente Jesús puede
hacer esas cosas.
Por supuesto que mereces ser tratado(a) de una mejor
manera de la que has sido tratado(a). Sin embargo, el trato que
quieres recibir no es por lo bueno(a) que puedas ser. Mereces
un mejor trato porque Jesús te valora tan alto que dio la vida
de Su Unico Hijo para comprar la tuya. Eres precioso(a) para
El y El quiere que seas bendecido(a) y honrado(a).
El quiere lo mismo para tu cónyuge. Nada de lo que tu
cónyuge pueda decir o hacer hará que el amor de Jesús hacia
él o ella cambie. Es por esto que ambos tienen valor. Esta
es la razón por la cual vale la pena que ambos permanezcan
firmes. Jesús nos ha dado a cada uno valor, El nos ha hecho
preciosos.
Lo que te da valor no es ni tu obediencia ni tu fidelidad.
Jesús te amaría de la misma manera aun si no hubieras sido un
buen esposo o una buena esposa. Tu obediencia y fidelidad
es lo que te da paz y gozo en cualquier circunstancia. Deja
de pensar que mereces recibir un trato específico de otros por
la manera en la que te comportas y comienza a darte cuenta
que la obediencia es sólo entre tú y Dios. Esto te permitirá
dejar de esperar algo a cambio a través del comportamiento
de tu cónyuge y tendrás la habilidad de verlo(a) a través de

61
¿El Reporte de Quién Creerás?

los ojos de Jesús.

Me dijeron que mi cónyuge tiene voluntad propia para


tomar decisiones y que hago mal si levanto una oración en
contra de eso. ¿Cómo puedo orar por mi cónyuge sin violar
su voluntad propia?
Antes que nada, quiero poner en claro algo. No existen
voluntades propias neutrales esperando tomar partido con
alguien o algo. Cada voluntad propia ha sido sometida ya
sea al Señor o al enemigo. El hecho de que sea propia indica
la habilidad del individuo para tomar decisiones, no es un
estado de la voluntad.
Si bien, es verdad que no puedes hacer que las decisiones
de tu cónyuge tomen cierto rumbo, también es cierto que a
través de la guerra espiritual puedes derribar las fortalezas que
lo o la están atando y liberarlo(a) para que pueda ejercer su
propia voluntad lejos de la influencia del enemigo. 2 Corintios
10 en la versión de la Biblia Viviente dice que a través de la
guerra espiritual podemos capturar rebeldes y convertirlos en
gente obediente para el Señor.
Si no pudiésemos orar por alguna persona que no quiere
nuestras oraciones, entonces nunca podríamos orar por los que
necesitan salvación porque estamos violando sus voluntades
propias puesto que aparentan ser felices en el estado en el que
viven. Por supuesto que eso sería ridículo y por eso seguimos
intercediendo por aquellos que necesitan una relación vital
con Jesús.
Esto es de la misma manera cuando oras por tu cónyuge
aun cuando él o ella no quiera tus oraciones. Asegúrate de orar
conforme a la voluntad de Dios, y no sólo por lo que deseas
para su vida. Pide al Señor que te dé versículos que expresen
Su corazón por tu cónyuge y por tu matrimonio.
Tú eres quien tiene una relación viva con Jesús. Tú
62
Capítulo 13

eres quien tiene las armas poderosas que no son carnales. Tú


eres quien está en la brecha e intercede por las necesidades
especiales de tu cónyuge. Y tú puedes hacer todo esto ya sea
que tu cónyuge lo desee o no.

Nadie parece entender la razón por la que mantengo una


posición firme en relación a mi matrimonio. Todos me dicen
que estoy loco(a) si lo hago. ¿Hay algún lugar en donde
pueda recibir ayuda?
Existen muchos ministerios de excelencia que el Señor
ha establecido para animar a aquellos que están creyendo en
Dios por la sanidad de su matrimonio y su hogar. Uno de los
ministerios que ampliamente son de nuestra confianza y que
hemos recomendado a la gente durante años es Guardadores
de Alianza (Covenant Keepers), con sede en Tulsa, Oklaho-
ma. Marilyn Conrad, Fundadora y Directora Internacional
de este ministerio, está permaneciendo firme por la sanidad
de su propio matrimonio y entiende lo que todo guardador
de alianza enfrenta.
A lo largo de los Estados Unidos y en varios países
extranjeros, los grupos de apoyo de Guardadores de Alianza
(Covenant Keepers) se reúnen cada semana para orar, instru-
yen a la gente en la Palabra de Dios y dan ánimo a todo aquél
que está permaneciendo firme en la brecha por su cónyuge y
matrimonio. Covenant Keepers también tiene a su disposición
excelentes libros y cassettes, así como guías de estudio para
grupos de oración.

Si desea saber más sobre este ministerio vital, escriba


a:
Covenant Keepers
PO Box 702371
Tulsa, OK 74170-2371
(918) 743-0365
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