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VIDA Y LIBERTAD

REVISTA DE REVISTAS
Nº 4
JULIO 20 DE 2010

SOLO LA LIBERTAD DA SENTIDO Y GARANTIZA


LA EXPERIENCIA SAGRADA Y DIGNA DE LA VIDA

Sólo rompiendo silencios se puede hacer algo de luz

BICENTENARIO: 200 AÑOS ¿DE QUÉ?


Luisbrittogarcia
¡Doscientos años de independencia!

Luis Britto – Escritor Venezolano

Más sabe nuestra América por vieja, que por nuestra. De doscientos años de miserias y de
grandezas, nos queda por lo menos la experiencia de lo que nos ha funcionado, y de lo que no.

No nos funcionó:

-Recibir a los invasores como Dioses.


-Rendirse al atropello: nuestros antepasados claudicantes fueron de todos modos aniquilados,
vejados, esclavizados, aculturados.
-Resistir a la invasión imperial por separado, para posibilitar que nos sometieran pueblo tras pueblo,
cultura tras cultura, región tras región.
-Prestarse a colaborar con el agresor: los indígenas totonacas y chichimecas que ayudaron a Cortés
contra los aztecas, los guatemaltecos que auxiliaron a Pizarro contra los incas, los aruacos que
apoyaron a Losada contra los caribes, todos los americanos que sirvieron de verdugos al Imperio
contra otros americanos fueron luego esclavizados, oprimidos o exterminados.
-Prolongar nuestras rencillas internas incluso ante la presencia del enemigo: Huáscar contra
Atahualpa, Moctezuma contra Cuauhtémoc fueron los más eficaces agentes de los conquistadores.
-Dejar durante siglos en manos de un imperio foráneo la administración de nuestro suelo y subsuelo,
de nuestros recursos naturales, de nuestra economía, de nuestras finanzas, de nuestra política.
-Permitir que antes y después del atropello algunas de nuestras sociedades originarias igualitarias
degeneraran en sistemas de castas, con privilegios económicos y políticos hereditarios.
-Inculcar en el pueblo la obediencia ciega, de manera que la rendición de las dirigencias equivaliera
a la del pueblo, que dejar sin cabeza a las jefaturas fuera dejar a los gobernados sin ideas.
-Mimetizar la cultura opresora con la esperanza de ser reconocidos como iguales y la certidumbre de
terminar ridiculizados como remedos o perdonados como pintorescos.
-Juzgarnos con el rasero del enemigo, medirnos con la medida del opresor, valorarnos según la tabla
de valores de los genocidas.

Sí nos funcionó:

-Que después de trescientos años de una opresión que parecía eterna tomáramos en nuestras
manos nuestro destino.
-Que defendiéramos con la fuerza el derecho a ser nosotros mismos que nos era negado con la
violencia.
-Que comprendiéramos que la batalla contra el imperio era empresa continental, y que no podían
mantenerse independientes parroquias, aldeas, republiquitas.
-Que en todos los proyectos independentistas, desde el Incanato de Miranda hasta el Congreso
Anfictiónico de Bolívar, se contemplara la unión de Nuestra América en una inmensa confederación o
bloque de talla hemisférica.
-Que los movimientos rebeldes se ayudaran solidariamente unos a otros desde el Río Grande hasta
la Patagonia.
-Que utilizáramos contra el Imperio sus más avanzadas armas e ideas, así como la comunidad
lingüística y cultural que nos impuso.
-Que convocáramos clases y castas oprimidas con un programa de igualación social y económica.
-Que prohibiéramos en las constituciones y leyes republicanas toda discriminación fundada en raza o
supuesta herencia étnica.
-Que reserváramos a perpetuidad el subsuelo y el control de los recursos naturales en forma
indivisible e inalienable para nuestras Repúblicas soberanas.
-Que confiscáramos sin indemnización ni contemplaciones la principal riqueza de la época, que era
la territorial, para su redistribución de acuerdo con los servicios prestados a la causa revolucionaria.
-Que proclamáramos en forma irrestricta la soberana e inalienable potestad de darnos nuestras leyes,
aplicarlas e interpretarlas con nuestros propios tribunales.
-Que Bolívar mismo rechazara la pretensión estadounidense de someter a árbitros o jueces
extranjeros reclamaciones que afectaran nuestro interés público.
-Separar Estado e Iglesia y someter la una al otro mediante el Patronato.

No nos funcionó:

-Sustituir una metrópoli por varias.


-Abandonar el principio independentista de integración y permitir que cinco virreinatos y cinco
capitanías se desintegraran en un cuarto de centenar de países.
-Iniciar la vida independiente con una agobiadora deuda pública cuya negociación enriqueció a las
dirigencias y sumió al pueblo en la más sórdida miseria.
-Arrancar nuestra existencia autónoma con Tratados de Libre Comercio que nos prohibían proteger
nuestros productos, mientras que las metrópolis protegían los suyos.
-Limitar nuestras economías a la producción de media docena de mercancías de precaria demanda
en el mercado externo, en lugar de fabricar dos centenares de indispensable necesidad en el interno.
-Intentar preservar la sociedad de castas, manteniendo la esclavitud, la servidumbre de los indígenas,
la discriminación étnica y racial que a la postre causaron centenares de rebeliones armadas.
-Postergar o negar las reivindicaciones ofrecidas a las clases y grupos que con su sangre
garantizaron la independencia y con su trabajo la economía.
-Dejar perderse los proyectos del Incanato y del Congreso Anfictiónico para aceptar la falsa
integración tutelada por Estados Unidos del Panamericanismo.
-Prestar nuestros territorios para bases militares foráneas, alquilarles nuestros hombres como carne
de cañón.
-Tolerar desunidos las insolentes intervenciones, invasiones y bloqueos de Inglaterra, Francia,
Holanda, Alemania y Estados Unidos.
-Exonerar de impuestos a transnacionales y extranjeros mediante los Tratados contra la Doble
Tributación, y elevar los tributos a los nacionales para hacerles pagar lo que los primeros no pagan.

Sí nos funcionó:

-Atrevernos contra los imperios.


-Resistir las intervenciones en el campo cultural, económico y
estratégico.
-Conquistar por la violencia las reivindicaciones sociales y
económicas que nos son negadas con la fuerza bruta.
-Movilizar de nuevo a las clases oprimidas y cumplirles los programas
de reivindicación social.
-Rechazar la integración tutelada por los imperios y culminar la
iniciada por nosotros mismos.
-Rechazar la instalación de bases militares foráneas y denunciar,
incomunicar, aislar o expulsar las ya instaladas.
-Reconquistar el control de nuestras riquezas naturales, así como el de las industrias relativas a su
explotación.
-Pensar con nuestras ideas, nuestros valores, nuestras cabezas.
-Ser nosotros mismos en la América Nuestra.

¡Latinoamericanos!

La fuerza insultante de los mercenarios pretende esclavizar Nuestra América.


Ante la invasión del más poderoso Imperio de la Tierra
Ante el atropello de nuestras soberanías por bases militares
Ante el cerco de los traficantes de asesinatos
Ante la anulación de nuestras fronteras por los sicarios
Ante la conversión de nuestros dirigentes en cadáveres
Ante la imposición de cadáveres como dirigentes
Nosotros
Hijos de la violación de un Mundo
Brotes de la sublevación de un continente
Oriundos de la rebelión
Huracán de las sangres
Torbellino de la invención
Yunque de las intervenciones
Sobrevivientes de las masacres
Fantasmas de los desaparecidos
Cuerpos de los falsos positivos
Declaramos:

Nuestra irreversible liberación e integración total


Absueltos de Estados multisecesionados y plurisecesionados
Afirmamos la unidad y soberanía indivisibles de la Gran Colombia
Confirmamos la Confederación de todos los pueblos de América proclamada en el Congreso
Anfictiónico de Panamá
Consolidamos nuestra unión desde el Río Grande hasta la Patagonia
Constituida en el proyecto mirandino del Incanato
Sostenemos la Unión Centroamericana
Vindicamos el México arrebatado por la violencia y la vileza norteñas
Desahuciamos colonias, neocolonias y semicolonias
Libramos el Ayacucho sin fin de milicias americanas contra imperios
Borramos las fronteras de la patria del corazón
No tendremos descanso hasta expulsar al último invasor de Nuestra América

Afirmamos:

El pleno e inviolable dominio de nuestras mayorías democráticas sobre nuestras aguas, suelos,
subsuelos, recursos, energías y biodiversidad
La contienda contra minorías internas o externas que pretendan confiscar recursos excluyendo los
incontestables derechos democráticos de las mayorías
En lucha contra la muerte del cuerpo viviente del planeta
Peces de los cauces, aves de los vientos, granos de las tierras
Trance de las sustancias colectivas
Células indivisibles de la vida
Regentes de los pulmones del globo
Ni entregamos ni arrendamos ni cedemos ni alquilamos ni derrochamos ni talamos ni envenenamos
nuestro ser
Emancipados de privatización de las aguas
Independientes de lepra transgénica
No más vertedero de desechos ni cloaca de venenos
Liberados de patente sobre el gene y la idea
En íntegra y colectiva posesión del Paraíso de esta Tierra

Pronunciamos:

La libertad eterna de toda barrera y discriminación de raza, etnia, género, credo, clase o posición
social
Manumitidos de esclavitudes hacia propietarios, sacerdotes, funcionarios o patronos
Inmunes contra todo título o poder hereditario
En guerra contra la guerra entre los hombres de la desigualdad
Emancipados de toda clase de clases
Pueblos de jóvenes encendidos en la mocedad del mundo
Naciones de niños con la clarividencia de la ingenuidad
Sin más ley que la pasión
Con el clímax por toda moral
En éxodo hacia la piel verde y la carne parda de la tierra
Sociedades en movimiento perpetuo
El hombre hermano del hombre y lobo del lobo
Todos a una
Hacemos:

Nuestras las materias, los instrumentos y lo que con ellas creamos


Exterminamos el latifundio
Subyugamos el dinero
Domamos el capital
Transformamos el dinero en tiempo
Automatizamos las tareas no creativas
Fabricamos el ocio
Jornaleros de invención
Artesanos de desalienación
Obreros del Producto Interno Inteligente
Desencadenados de Deudas Infames
Liberados de la llaga de Tratados de Libre Comercio
Sanados del cáncer de Tratados contra la Doble Tributación
Independizados del tumor de las Dependencias
Curados de la sanguijuela del Impuesto al Valor Agregado

Mandamos:

Como quien tampoco quiere mando


Como quien tampoco quiere ser mandado
Inscritos en el Partido de la Humanidad
Ciudadanos de la República del Pueblo
Por siempre libres de todo Ejecutivo, Legislativo, Ejército o
Tribunal extranjeros
Autores supremos y exclusivos de nuestras Leyes, actos y
sentencias
Exentos del juez apátrida, del legislador cipayo, del
mandatario libre asociado
Sin Estado Sicario, Narco Estado ni Para Estado
Demoledores de la telaraña del trámite
Arrasadores del laberinto del requisito
Resistentes contra la dictadura de la burocracia
Pobladores del Estado de Gracia
Cada quien autoridad de sí mismo
Cada hombre un Libertador
Conjurados en la Constitución de Utopía
Súbditos del Reino de la Libertad

Peleamos:

La milicia por la vida


La estrategia del amor
La guerrilla de la defensa propia
La insurrección del latido
La batalla del aliento
La coraza de la unión
El arma de creación masiva
La reacción sin cadena de la fraternidad
La invencibilidad del pueblo unido
El populoso ejército popular
La contienda por Nuestra América
El conflicto asimétrico entre el fin y el comienzo
La guerra de Cuarta Regeneración
El duelo entre el corazón y la máquina
El torneo entre la esperanza y el dividendo
La rebelión del hasta cuándo
La ofensiva del Por Qué

Pensamos:

Como el nuevo género humano del Mundo Nuevo


Agujas de la brújula que apunta hacia nosotros mismos
Tantos millones de almas que no hablaremos inglés
Tantos millones de ojos en el abecedario del mundo
Originarios de la memoria
Frutos del árbol de la ciencia del Bien y del Bien
Creyentes en los poderes creativos del pueblo
Encendidos en la abrapalabra de la invención
Compartiendo el pan del pensamiento
Comunicados en la hermandad de la diversidad
Educados en Ser
Dueños de los alfabetos de la vida
Arrullados por la ranchera, el tango, el mambo
Cerebros fugados del lugar común
Inmunizados contra la ideología
Despiadados al pensarnos y al pensar
Reconociéndonos en la imagen que nos hiere
Certeros en la puntería del proyectil del signo
Soberanos dueños de los medios de intercomunicación
Comprometidos en vida, pensamiento y estética
Ebrios de originalidad
Seguros de que no cae Nuestra América
Es un decir: no cae
Es un pensar: se eleva
Es un actuar: la alzamos
Por los siglos de los siglos
De los siglos de los siglos del eterno comienzo.

http://luisbrittogarcia.blogspot.com/2010/04/200.html

MONUMENTO A SIMON BOLIVAR EN EL PUENTE DE BOYACÁ


1810-2010

Bicentenario y la raíz de nuestros conflictos


Por: Carlos Gutiérrez

Independencia grita... Por estos días conmemora el país 200 años de conquistar su soberanía. Casi
de inmediato, y a la larga, un logro endeble, transitorio, marchito en repetidas ocasiones. En realidad,
esta efeméride resulta un mito de uso a través del tiempo como referente político de unidad e
integración; con olvidos, acomodos y tergiversaciones. Con negación de unos hechos y de unos
actores mientras se resaltan otros. Construido, como lo hace todo poder: como mito fundador. Por
aclarar sus contenidos verdaderos: 20 de julio de 1810, 11 de noviembre de 1811 y 13 de julio de
1813.

En la historia: Nueva Granada, 1498-1810 (1). Fueron 312 años bajo el dominio del imperio español.
Tres siglos durante los cuales ese reino –Castilla y Aragón impuso un control, una ideología, un
modelo económico, unos mecanismos sociales, unas formas de gobierno, mediante los cuales
tomaron forma tres fenómenos sustanciales para nuestro ser nacional y nuestra posterior historia: el
mestizaje, la Hacienda y las regiones.

Fueron dominio y control con la negación inicial de un pueblo –el indígena, y luego con el
desconocimiento de otro –el de los negros esclavos, traídos desde África. Tres siglos y sus venideros
que vieron nacer los descendientes de los conquistadores y dominadores, los ―españoles
americanos‖, que en un comienzo levantarían sus reclamos de igualdad en los negocios y de acceso
a la administración política, mas no de independencia ni de compromiso con la libertad. Son reclamos
surgidos al impulso de la nueva realidad del mundo de esos tiempos, en el cual, y en sus metrópolis
europeas, las transformaciones en el campo le dieron paso a la acumulación de excedentes por
rotación de terrenos y nuevas técnicas de sembrado.
En un mundo que varió por el acaecer de dos revoluciones y el talento de una y el fragor de otra: por
la revolución industrial de carácter económico: con asiento en la ciencia y la tecnología –cuyo influjo
por colonización inglesa tocó en Norteamérica, más arriba de Nueva España (hoy México), las 13
provincias de la costa nororiental del continente–, y por la Revolución Francesa de carácter político y
social.

Con la revolución industrial, nació la máquina de vapor pero su impulso venía de atrás: nuevas
necesidades y demandas de un mundo en crecimiento; y fue mucho más allá: tanto la química como
la biología, la física, las matemáticas y otras ciencias se vieron vitalizadas, pero además, con avance
rápido en pocas décadas. Revolución de revoluciones. Sus efectos inmediatos no tuvieron espera.

Los talleres multiplicaron su número. Por tanto, el obrero se asomó a la historia, y asimismo el
esclavo se hizo innecesario. En pocos años, todas las verdades quedaron cuestionadas. Ante las
fuerzas desatadas y las ideas liberadas, tembló el mundo conocido, cambio que extiende hasta
nuestros días sus ecos institucionales y de doctrina y valores políticos por alcanzar. La nueva realidad
social conllevó la crisis de un sistema político longevo con el peso de varios siglos de supremacía,
como también de los dominios hegemónicos en ultramar.

En efecto, y en medio del terremoto social que sacudió todas las estructuras, tomaron forma el
Estado-Nación –con separación de poderes y ‗representación‘ para hacer leyes–, la soberanía, las
constituciones nacionales. Por su parte, el monarca, y con él los poderes heredados por una familia,
como a nombre de Dios, vitalicios por demás, cuestionados por la Revolución Francesa –con la
muerte por guillotina de Luis XVI el 21 de enero de 1973 y de María Antonieta, ocho meses después–
se vieron en riesgo de desaparecer.

Los ecos de aquellos sucesos se acumularon, y se manifestaron en América Latina con diversa
intensidad y variadas maneras. De su mano verían la luz posibilidades económicas y poderes
políticos nuevos, contra los cuales poco podía el decadente imperio español. Fue entonces un tiempo
de protestas, motines, levantamientos, insurrecciones, de las cuales se recuerda con gran admiración
aquella que comandó Túpac Amaru en Perú y que extendió su eco por toda la región, y hay memoria
aquí de la rebelión de los Comuneros con José Antonio Galán a la cabeza, y que terminó en la horca
y descuartizado. Los motivos que desataron estas crisis y sus respuestas no fueron resueltos.
Quedaron abiertos para manifestarse luego.

No sobra recordar que el factor fundamental en estas dos insurrecciones, su fuerza motora, descansó
en el pueblo, el mismo que con intensidad y persistencia se manifestó el 20 de julio de 1810 y en los
días siguientes para impedir con su afán de independencia que la conciliación, en forma de cabildo
extraordinario –hoy diríamos co-gobierno–, entre el virrey Amar y Borbón y los notables criollos,
tomara forma y prolongación en el tiempo.

Hoy, la historia que va tras la verdad rescata que el 20 de julio fue un complot preparado por los
criollos para ganar participación en el poder. Y no deja de constatar que el mayor temor de quienes
diseñaron la maquinación era que terminara en alzamiento social fuera de sus manos. Sin embargo,
los acontecimientos, agotados con languidez ante la caída de la tarde y el ir de los campesinos e
indígenas partícipes del día de mercado, hallaron un nuevo estadio por una segunda ola inconforme
del pueblo. A la hora de la luna, los pobladores de Las Cruces, San Victorino y otras barriadas
populares, atizados por José María Carbonell y sus compañeros de lucha, llegaron hasta las afueras
de la casa del Virrey para exigir un cabildo abierto y debatir con participación popular el destino de la
Nueva Granada.

A pesar de la numerosa presencia popular, el curso de los sucesos no se pudo torcer y el Cabildo que
sesionó fue el extraordinario. Sin embargo, en los días siguientes, desde las barriadas volvieron las
gentes hasta hacer apresar al Virrey –ya había sido nombrado su reemplazo– para luego obligarlo,
junto con su esposa, a salir de Santafé en forma soterrada. Sin victoria, ese pulso entre los notables y
el pueblo se extendió por años.

En los meses siguientes, José María Carbonell, por orden de los notables criollos, sufrió dos
prisiones, hasta cuando ese pueblo amotinado llevó a la presidencia de Cundinamarca a Antonio
Nariño en septiembre de 1811, de regreso a su ciudad desde Cartagena, donde padeció prisión por
varios años. Los criollos habían perdido la partida. A pesar de todo, no cejaron los esfuerzos por
retornar al estado de cosas acordado con el representante del Rey aquel 20 de julio. En medio de
hondas tensiones, no fue hasta el 13 de julio 1813 que Cundinamarca declaró la independencia.

Antes, mucho antes, el 11 de noviembre de 1811, Cartagena, de la mano con los hermanos Gutiérrez
de Piñeres, que lograron imponerse al interés de otras familias históricas del puerto, hizo realidad el
sueño de libertad. Otras fuerzas sociales, y otros acontecimientos, propiciaron y llevaron a cabo la
declaración de independencia. El mito fundador de nuestra nación acomoda la historia a las
circunstancias del poder dominante, y asimismo el altar de los próceres excluye del mismo o les
reduce importancia a quienes no son totalmente gratos.

Pulso sin descanso

La pretensión de los notables de no romper del todo con el imperio y su afán de reconocer al Regente
descansa en actas del Congreso Federal como propuesta de Camilo Torres. Al mismo tiempo, la
mayoría de los criollos de Cartagena se batía por controlar el poder e impedir que los sectores
proclives a la Independencia ganaran más espacio.

Las consecuencias de la disputa en marcha –la guerra civil– llevaron a episodios dolorosos: la derrota
en Pasto del ejército al comando de Antonio Nariño, y su detención y sometimiento a cárcel en
España. El cerco y la ocupación de Cartagena por el ejército de Pablo Morillo, y los 6.000 muertos
que la harían heroica (2); la expulsión de Cartagena de los hermanos Gutiérrez de Piñeres; el
ofrecimiento de adhesión al imperio inglés –por parte de los criollos responsables del puerto– si
defendían la ciudad de las fuerzas del Rey español; el fusilamiento de docenas de patriotas en los
patíbulos levantados por el ‗pacificador‘ y su ejército invasor a lo largo y ancho de la Nueva Granada,
etcétera.

Esta circunstancia, propiciada en grado sumo por la actitud y los intereses de los más pudientes de
entonces (terratenientes y comerciantes), extendió sus efectos sobre los más pobres. Y no sólo
impidió el triunfo anticipado de la libertad y la posesión de un gobierno en verdad liberal sino que
además facilitó la negativa de los notables de cumplir con la libertad de los esclavos que lucharon
junto a Nariño, animados por la promesa de romper sus cadenas. Del mismo modo, las leyes
aprobadas por las fuerzas que se hicieron al poder, que eliminaron los resguardos y otros derechos
concedidos a los indígenas desde años atrás a través de leyes de indias, permitían ver sin opacidad
los intereses al mando en el nuevo país.

Son estos mismos intereses y la incapacidad política y militar de quienes los defendían y
representaban, por supuesto opositores de Antonio Nariño y Simón Bolívar, lo que permite el avance
y el laurel de la tenebrosa misión de Pablo Morillo. Con efectos inmediatos: las fuerzas libertadoras
quedan dispersas, en forma de guerrillas, por los llanos de Venezuela y Casanare, y sólo se
reagruparán cuando la intensa disputa por el mando concentrado favorezca finalmente a Bolívar por
su profunda visión geopolítica, y el apoyo y los recursos de Alejandro Petion y algunos otros
mecenas.
El proyecto del Libertador tuvo realidad militar en batallas como Boyacá, Carabobo, Pichincha y
Ayacucho, pero quedó pendiente en su profundidad política y social ante la incapacidad de potenciar
mecanismos de integración colectivos que rompieran la pirámide social, los valores y los
relacionamientos heredados de tres siglos de dominio español. El ejército, que ganó por un tiempo
esa posibilidad, creando a su interior, en su movilidad y funcionamiento, una democracia naciente, al
final fue vencido por el poder de la tradición y de los intereses de los criollos aristócratas (3). Son la
Hacienda y sus formas de integración y control, con el servilismo, el clientelismo y la violencia como
mecanismos de producción, el dominio y el poder arraigados, lo que se impone, y de su mano trae el
poder de terratenientes y comerciantes. Bajo su férula, el predominio de los intereses mezquinos de
unas cuantas familias a expensas de los indígenas y campesinos.

Con estos intereses al mando del naciente Estado, la tierra no sólo mantiene su concentración sino
que además la ahonda; la esclavitud no rompe sus cadenas, la integración regional se deshace, la
soberanía se marchita, la administración pública no gana grandeza, la felicidad de los gobernados
queda postergada en el tiempo y la violencia gana status de instrumento de Estado. Para la sociedad,
las consecuencias de esta tragedia no serán pocas.

El maestro Antonio García asegura: ―Se ganó la Independencia pero se ahondó la Colonia‖. En
efecto, con la Hacienda como mecanismo de control y dominio interno, el control de la tierra y por su
conducto de las gentes y del poder político se consolidó; el clientelismo de todo tipo se hizo norma de
Estado, la autonomía y la energía social se apagaron, la sociedad colombiana se subsumió en el
ostracismo y las fuerzas productivas se anclaron en una tradición sin futuro promisorio. No hemos
superado el sistema, y en estos años, con la combinación narcotráfico-políticos regionales-poder
militar, vuelve por sus fueros.

Este es un aspecto. Pero todos y cada uno de los temas relacionados, y otros más, extienden sus
ecos de la Colonia hasta nuestros días. Sus manifestaciones cruzan por hechos innegables, como es
el caso de la renuncia a un concepto y un ejercicio fuerte de soberanía, verificable en el
desmembramiento de Panamá, y hoy demostrable en diversas concesiones y problemáticas, entre
ellas: la concepción de los Tratados de Libre Comercio en términos lesivos para el país; el tema de la
justicia –apegada a una legislación y asimismo a normas ajenas; la cultura –con escasa disputa por lo
propio; así como el otorgar espacio y territorio para que operen en Colombia oficinas de mercenarios
(4), comandos y ejércitos extranjeros.

(Los voluntarios)
Diseño de A. de Neuville, con base en un croquis del autor
Saffray, Charles, Grabado. 15,7 x 23,5 cm, blanco y negro
Y desde la Colonia viene otra raíz en deuda respecto de la libertad. Si bien la esclavitud terminó
legalmente en 1852, el racismo y sus manifestaciones patéticas se sienten en el tratamiento dado
desde entonces a regiones como el Chocó, y en general a la frontera toda del Pacífico, o en las
dificultades que encuentran los afrodescendientes para desempeñarse, en igualdad de condiciones y
derechos, en nuestra sociedad.

Desde Páez en Venezuela, Flórez en Ecuador y Santander en Colombia, el rechazo o la indisposición


en nuestro país para jalonar un proyecto de integración regional no es superado por gobierno alguno.
¿En que nos diferenciamos de los venezolanos?, ¿en qué de los ecuatorianos?, ¿y en qué de los
panameños? ¿Cuál es nuestro proyecto ante el mundo? Con el mito del historicismo que gratifica al
poder, se trata de una ausencia evidente; como también lo es la violencia, asumida como instrumento
y política de Estado, y en favor del poder tradicional.

Todo ello constituye un método constante, luego difundido como norma, heredado de las prácticas del
Imperio, que extendió su mano hasta Jamaica para intentar el asesinato del Libertador, y luego en el
intento por sus enemigos de eliminarlo en la fallida ―noche septembrina‖. A continuación, cada guerra
civil del siglo XIX nos brinda ejemplos. Como también el período conocido como ―la violencia‖,
inclusive desde 1946-1958 hasta la época de guerra social, la actual, un tiempo de luto que produce
consternación y pavor al revisar el prontuario.

Así, hoy, este bicentenario es una conmemoración que reta a revisarnos como sociedad, como
Estado y Nación, para hacer de la historia un suceso vivo que desafíe a encarar con vitalidad el
proyecto de Simón Bolívar y todos aquellos que lo acompañaron, aún en espera de una plena
realización como libertad y orden social.

NOTAS:

1. Las crónicas precisan que los conquistadores llegaron por Panamá y en la zona dejaron vestigios
de colonización material. Recuérdese que Balboa aparece como ‗descubridor‘ del océano
Pacífico.
2. Liévano Aguirre, Indalecio. Los grandes conflictos sociales y económicos de nuestra historia.
Tercer Mundo, v. 2, Bogotá. 1973.
3. Guillén Martínez, Fernando. El poder político en Colombia, p. 296.
4. El vicepresidente Francisco Santos declaró que ―todos los mercenarios están bienvenidos en
Colombia‖.

http://www.eldiplo.info/mostrar_articulo.php?id=1115&numero=91
A 200 años de la primera independencia
Equipo desde abajo Bicentenario

Historia viva. El llegar del bicentenario es una bella oportunidad para que todos aquellos que cargan
con la responsabilidad de llevar luces a las nuevas generaciones propicien una reflexión permanente
entre ellas, motivándolas para que asuman el reto de concretar una gesta por la Independencia, que,
a pesar de haber recorrido buena parte del continente dos siglos atrás, aún está por llevarse a buen
término. Es a los docentes, con sus estudiantes, a quienes corresponde en primerísimo lugar asumir
y liderar este proceso.

Pasado y presente. Ayer que extiende sus raíces hasta nuestros días. Así es la vida: nada se
destruye, sólo se transforma. El bicentenario nos abre el balcón para otear con ojos vivos una libertad
que supuestamente fue, y el ideal y sueño de la Gran Colombia frustrado por una parte de la
oligarquía o mantuanos, liderados entonces en Colombia, Venezuela y Ecuador, respectivamente por
Santander, Páez y Flórez.

¿Cómo surgió Colombia? Es una respuesta que durante este año gana noticia y lugar. El bicentenario
de la Independencia es tema de actualidad. Han transcurrido 200 años desde cuando las
ascendentes élites criollas o mantuanas reclamaron a la Corona española mayor espacio político y
económico para sus intereses. Pero es en unos cuantos años menos el momento en el cual una parte
del pueblo se sumó a la gesta que en sus inicios no fue más que una pugna entre poderes: el
tradicional –monárquico– y el ascendente –criollo–, lucha que en sus primeros soplos no pretendió
cambios sociales.
Bicentenario, tiempo de memoria. Y no es un propósito menor. Más aún en un país
como el nuestro, determinado por una cruenta guerra que trata de borrar su origen y sus causas
reales, y de este modo la memoria de la trágica confrontación en curso, de sus actores económicos,
políticos, militares, sociales e internacionales que impulsan, sostienen y determinan esta larga
beligerancia que expulsa millones de humildes del agro a la ciudad, llena el campo –y ahora, a no
pocos barrios– de fosas comunes, concentra la tierra en cada vez menos manos; dispone el Estado,
al servicio de una capa cada vez menor de la sociedad; militariza y extrema el control social por
doquier y hace que la sociedad renuncie a un proyecto de desarrollo nacional. Llega al extremo de
enajenar la soberanía misma, precisamente bandera heredada de varios de los levantamientos
nacionales (así se les puede catalogar pasados estos dos siglos) que antecedieron y estimularon los
―gritos de independencia‖ que llamamos hoy.

Bicentenario, tiempo para reencontrarnos con nuestro propio ser. Tiempo para
la relectura de nuestra historia nacional y para precisar la conformación de nuestro ser igualmente
nacional. ¿Qué y quiénes somos? ¿Cómo se constituyeron la Nación y el Estado entre nosotros? ¿A
qué se deben las particularidades que nos hacen diferentes de los estadounidenses o los europeos?
¿Por qué, después de 200 años, aún no podemos crear el necesario clima económico, social, político
e internacional para consolidarnos como nación viable?

Bicentenario, tiempo de oportunidad para el movimiento social. Ese


protagonista histórico es negado y excluido siempre como factor fundamental de la nación. ¿Cuál es
la historia real que acontece y aconteció en nuestras tierras durante estas dos centurias? ¿Por qué en
la historia oficial no aparecen con la fuerza merecida los hombres y mujeres, miles, millones, que
forjaron la nación? ¿Dónde están los pueblos indios y su agricultura intensiva que, como hijos de la
tierra y sus culturas y civilizaciones urbanas en México y el altiplano andino, con su cosmovisión, su
dignidad y sus flecheros resistieron a todo tipo de negación y violencia, hasta llegar al presente con
reclamo de todas sus reivindicaciones negadas insistentemente por los poderes de turno, pero
también con aporte a la humanidad de su visión sobre la vida en toda su implicación? ¿Dónde los
negros esclavos, arrancados de su África, humillados y considerados ―sin alma‖ –ya mambíes o con
sus palenques, cumbes, patucos y rochelas–, tratados como mercancía por un poder fundado y
sostenido en una sola visión del mundo: los valores oligárquicos del blanco, y el poder religioso en
Roma y sus diezmos? ¿Dónde están los campesinos y arrieros, que con su tesón abrieron y
contribuyeron a sembrar el país cordilleras abajo y de cumbre en cumbre? En fin, donde están esas
manos, esos vientres, esos ojos, esos cuerpos, que por miles, por millones, han hecho posible –a
pesar de todos los designios predeterminados allá, en la aristocracia y el poder– que haya Patria, así
sea adolorida, riqueza en la Nación, y que la vida en este país sea un tanto más llevadera.
Ayer, dos centurias atrás, éramos colonia de la metrópoli española –que con invasión, despiadada
conquista y comercio de esclavos imponía el saqueo del oro, los minerales y las riquezas, la mita y
las encomiendas, y se daba ínfulas de cristianización; con su Armada y su ejército que llegó a
nombrarse ‗pacificador‘–, estancada entre reinos de poderes vitalicios. Una potencia arrollada por los
ritmos de la economía y el tiempo con las características que le impregnaban otros vecinos o imperios
en declive o en gestación: Inglaterra, Portugal, Francia, Austria, sus competidores, sus enemigos y
patronos de piratas, corsarios y filibusteros que a sangre y fuego asaltaron puertos y ciudades. Reino
que ante los desafíos comerciales, de deudas con banqueros alemanes y del control de sus nuevas
rutas, para sostener la supremacía marítima, sin
acomodarse a las demandas y retos de su
tiempo, cayó arrollado por las nuevas prácticas
sociales e históricas que supuso la doble
Revolución (la Industrial y la Francesa) con
triunfo y ascenso de la burguesía con sus
banderas de Libertad, Igualdad y Fraternidad
sobre la nobleza terrateniente, y la
independencia y la Constitución de Estados
Unidos y sus primeros 13 estados frente al reino
de la Gran Bretaña, la disputa y ampliación de
los mercados, los contrabandos, el
anquilosamiento feudal barrido por las nuevas
comprensiones de una ciencia cambiante, por la
economía emergente y por las novísimas clases
que emergían por doquier.

Tiempos y ritmos emergentes. Para entones, 40


años antes del Grito de Independencia, y
obligado por los afanes de su menguado fisco, el
Imperio afligió aún más a los habitantes de estas
sus colonias. La respuesta no se dejó esperar y,
en contra de su cálculo, en aprendizaje y
continuidad de las sublevaciones indígenas de
motilones y guajiros, y negras que en nuestro país recuerdan a Biohó y al negro Miguel y ―su
república de mulatos y zambos de Nirgua‖ en Venezuela, en la tercera década de 1600, la
muchedumbre comunera se alzó en las tierras de Santander y del Táchira y Mérida. Tiró abajo los
nuevos impuestos y reclamó buen gobierno. Sin embargo, la traición impidió que sus objetivos se
concretaran, y Zipaquirá y otros pueblos del oriente colombiano vieron cómo el poder destrozó y puso
en picota la cabeza y las extremidades de los voceros de una causa de justicia, sin impedir por esto
su repercusión con levantamientos en Pasto, Neiva, Guarne, Tumaco, Casanare y Mérida, en San
Antonio del Táchira y La Grita, Lobatera y Bailadores andinos en el occidente de Venezuela, sin
alcanzar un avance hasta Trujillo; embrionaria manifestación de los novísimos movimientos sociales
que tomarían cuerpo con el capitalismo. Poder. Violencia. Venganza. Ésta, que en sus más viles
métodos tomó posición en nuestro país y aún mancha con su marca a centenares de comunidades,
infinidad de pueblos, dejando tirados y destrozados por caminos y comarcas los restos de infinidad de
líderes que, como José Antonio Galán y sus compañeros de lucha, no han pretendido más que
justicia y buen gobierno.
Esa causa, igual que la liderada por Túpac Amaru en Perú, Tiradentes en Brasil y Eugenio Espejo
Chusig en Ecuador, por los comuneros del oriente o del sur en
Colombia, marca el comienzo de una lucha que sólo se vería
parcialmente realizada pasadas cuatro décadas. Sin este
antecedente, como los ya enunciados y sin la inmensa gesta
de negros libertos que en 1804 le hicieron morder el barro al
ejército francés en Haití, la libertad no habría esparcido su
fresco halo de fuerza y decisión entre nosotros, ni logrado
posicionarse –así haya sido sin todos sus atributos– entre
cordilleras y valles orinocos, andinos, caribes, pacíficos,
amazónicos, y en las pampas y el río de la Plata.

Bajando por uno de los valles que bañan las aguas del río
Magdalena, para luego vadear otras aguas y surcar otros
cerros –con sorpresa para el enemigo–, caserío tras caserío,
hasta Caracas llegaron Simón Bolívar y su improvisado primer
ejército. Llegaba cargado de las nuevas técnicas apropiadas de los ejércitos napoleónicos, hijos de
una nueva era. La rigidez de las formaciones, a imagen de los sistemas sociales donde habían
surgido, daban paso a la flexibilidad, la rapidez, el envolvimiento, la sorpresa, la iniciativa individual, a
semejanza del nuevo sistema político que ya arrollaba con sus vapores y sus nuevas tecnologías
todo lo que encontraba a su paso. La I, y luego la II República venezolana, y sus respectivas derrotas
tras las atrocidades de los militares españoles Juan Domingo Monteverde, nombrado Capitán
General, y Boves, el asesinato de casi toda la inteligencia neogranadina, la ocupación de Cartagena
tras su heroica defensa, fueron el precio que se debió pagar para poder comprender que vencer al
Imperio español requería una revolución social.

Alejandro Petión en Haití dio la clave. Su desprendimiento y su ayuda económica, con


embarcaciones, armas y una imprenta, así como conocer por parte de Bolívar aquella revolución, y
entender y rectificar frente a la necesidad de la libertad de los negros, así como presenciar los logros
de un pueblo de esclavos que no condicionaba la libertad y los derechos al poder económico de cada
uno de sus integrantes, fue condición sine qua non para cumplir su juramento del Monte Aventino y
trastocar el curso de los sucesos en la Venezuela que lo vio nacer y en todas las demás patrias que
lo adoptaron.

Era un tiempo de contradicción en el cual el blanco criollo y el mantuano luchaban por más poder y
más fortuna, el indio y los mestizos por la igualdad y su identidad, y el esclavo por su libertad. Sólo el
genio de Bolívar pudo comprender esa condición fundamental para vencer en la guerra. Renunciar a
la esclavitud, avanzar hacia la hermandad de todos y todas, brindaron a la guerra de independencia
la masa, la fuerza y el carácter y la marca social, necesarias para sobreponerse a los Boves y
Morillos que, a nombre del rey, el orden y la tradición asolaban el virreinato de la Nueva Granada, su
Capitanía en Caracas y la Real Audiencia de Quito en el territorio que es hoy de Colombia y Panamá,
Venezuela, Ecuador, Perú, y Alto Perú o Bolivia.

Entonces, ya se hacía evidente que no sólo la fuerza es necesaria para derrotar al contrario. Ya en
aquellos años se hacía axioma que la legitimidad procede de la justeza de la causa defendida, pero
también de la manera como ésta se irradia entre todos aquellos a quienes pretende reivindicar. El
sujeto se hace llama y con su energía transforma el entorno que lo rodea. Fue así como un pueblo se
levantó, no sólo para dejar atrás al Rey –representación de Dios en la Tierra– sino asimismo para
abrazar la igualdad, la libertad y la fraternidad, propósito sobre el cual sembraron las bases de la
nación que aún pretendemos ser.

Son ellos, campesinos, indios y negros, zambos, mulatos


y mestizos, y una porción de criollos con vergüenza ante
el poder injusto, hombres y mujeres, quienes hacen
posible el sueño bolivariano. Son sus brazos los que
acopian abastos y cabildos, portan las lanzas o disparan
los arcabuces y cañones que rompen la tradición y la
sumisión. Es su energía, insuflada por el proyecto
bolivariano, y el brío que derrotó unos ejércitos mejor
dotados y formados.

Debemos preguntarnos hoy, transcurrido este doble


centenar de años: ¿Qué impidió que finalmente se
concretara ese anhelo de igualdad, de fraternidad, de
justicia? ¿Por qué, a pesar de la derrota de las tropas
monárquicas, la libertad no cubre a los negros, la mita no
se elimina, y la tierra no se entrega a manos llenas a
quienes con su dedicación propician que la misma brinde
sus frutos?

Todos conocemos las respuestas. Y precisamente son


esos intereses económicos y políticos dominantes,
conservados, enconchados, enquistados desde entonces,
lo que no permite que, 200 años después, el proyecto
bolivariano se haga realidad, pero además, y muy por el
contrario, la ―República señorial‖ que emanó de esa lucha
libertaria se extienda con graves consecuencias para las mayorías sociales, hasta nuestros días.

Son esos intereses lo que ha propiciado y permitido que se prolongue hasta nuestros días y se
ahonde la concentración de la tierra, la desigualdad social, el clientelismo, la violencia como factor de
control social; que sobreviva la desintegración de la región andina, y se abandone y renuncie, incluso,
el ‗santo‘ y obligado derecho de la soberanía nacional.

Razones, causas, sucesos, intereses, realidad, que deben ser examinadas, conocidas,
reinterpretadas, para poder comprender a cabalidad el porqué de nuestro ser social, el porqué de la
incapacidad para poner en marcha un proyecto de desarrollo propio pero también el porqué de
nuestro signo trágico en la región que integramos.

La descolonización del continente americano, y con él de nuestro país, encontró soporte en la muerte
de un sistema político a manos de la revolución industrial. La novísima revolución de la electrónica y
las comunicaciones –con todas las transformaciones en la producción y las relaciones sociales que
propicia– crea hoy los factores para la muerte del sistema político que ha impedido, a pesar de la
abundancia creada, la realización plena del ser humano.

Bolívar no alcanzó, quiso llevar su bandera contra el español a Cuba y Puerto Rico que aún espera
su derecho de nación. En la mayor de las Antillas tras la caída de José Martí, su independencia
condicionada, intervenida, por una Enmienda Platt del senado de los Estados Unidos junto con la
intromisión militar, tardó hasta 1902, o mejor hasta 1932, cuando la enmienda con excepción de la
Base de Guantánamo se derogó. Hoy todavía, la deuda colonial y de sometimientos del reino español
tiene ancestrales y actuales saldos: en el Sahara Oriental –donde con una resolución de la Onu,
bregan el Frente Polisario y la República Árabe Saharahui–, en Canarias; y en el País Vasco, Galicia
y Cataluña con sus lenguas que no mueren y su lucha por la Independencia uno y la Autonomía
verdadera, nacional, las otras.

El Bicentenario es oportunidad para reencauzar la práctica de la juventud


y los actores sociales, que, abrumados por la institucionalización de muchas de las expresiones
comunitarias y los efectos de las transformaciones sociales, propiciadas por la revolución técnico-
científica en marcha, pierden el faro de su potencial.

A todos ellos, hombres y mujeres, les extendemos la invitación para que a través de una amena y
participativa labor en el centro de estudio, en su sitio de vivienda, en los lugares de trabajo o en los
espacios para el parche y la diversión, comparta con sus iguales estas reflexiones acercándose con
dedicación a lo que es su país, su continente y el mundo, imaginando lo que cada uno de estos
territorios deberían ser.

http://www.desdeabajo.info/index.php/suplementos/bicentenario/6221-a-200-anos-de-la-primera-independencia.html?showall=1

Los verdaderos motores de nuestra independencia


Fernando Dorado
Activista social

Cada quien se ve reflejado en el espejo de la historia. Los diversos pueblos, clases sociales y
sectores de clase, y sus expresiones políticas actuales, encuentran en la historia los elementos para
justificar el comportamiento con el cual se identifican.

Por ello, no sólo es importante analizar los hechos, sino la forma como los actores sociales y políticos
actuales los interpretan y explican.

Con ocasión del Bicentenario de la Independencia que se celebra en la mayoría de países de


América Latina, re-memorar o re-estudiar la historia nos permite reconocer nuestro pasado para
entender el presente y proyectarnos hacia el futuro.

Un amigo ha ideado el término ―retro-prospectiva‖ que consiste en ―que cada decisión que vayamos a
tomar hoy, intentemos juzgarla como lo harán nuestros descendientes 25, 50, 100 o 200 años
después.‖1
Motor de ignición y motor de
fuerza
En la ―revolución‖ de independencia de
la Nueva Granada (Colombia) - al igual
que en Latinoamérica- el motor de
ignición fue la lucha de los pequeños y
medianos productores artesanales y
comerciantes de provincia, que eran
quienes soportaban las principales
cargas impositivas de la opresión
colonial.

La prohibición imperial que impedía el


desarrollo de la industria autóctona, el
impacto de los tributos colonialistas y
una serie de privilegios que tenían las
elites criollas aliadas de la Corona Española - que eran los verdaderos administradores del dominio
colonial -, fueron los principales motivos que empujaron a amplios sectores populares de la provincia
del Socorro (actual departamento de Santander), a lanzarse a la lucha (1783). Después se la
denominó la ―Revolución de los Comuneros‖.2

Paralelo, corría en silencio por las venas de las sociedades indo-afro-euro-americanas en formación,
la sabia popular de la resistencia nativa-originaria, la rebeldía afro-esclava y la lucha mestiza por la
sobrevivencia. Este motor de fuerza, con alto contenido étnico (indio, negro, mestizo) y tendencia
hacia la expresión proletaria, no había podido expresarse plenamente. Ha empezado a brotar desde
la última década del siglo XX y principios del siglo XXI. Es lo que alimenta las actuales revoluciones
democrático-nacionalistas de América Latina.

Si en estos procesos de cambio logramos construir efectiva Hegemonía Social Popular, nuestros
pueblos y sociedades podrán hacer grandes contribuciones a la humanidad. No se trata sólo de
derrotar al imperio y conquistar nuevas ―independencias‖ sino que, además, la vida nos obliga a
desarrollar ―interdependencias creativas‖.

La crisis espiritual, ambiental, alimentaria, migratoria, energética y económica-financiera que vive el


mundo capitalista nos obliga a avanzar hacia nuevas formas de relacionamiento entre las personas,
los pueblos, las naciones, y con la misma naturaleza. La revisión de la historia nos puede ayudar.

Tesis para el debate


La revolución de independencia recogía básicamente dos tipos de lucha: La de los pequeños y
medianos productores, artesanos y comerciantes contra la dominación colonial y, la resistencia
nativa-originaria por la supervivencia como pueblos, la rebeldía afrodescendiente contra la
dominación esclavista, y la lucha de resistencia mestiza contra los privilegios coloniales, contra la
opresión política y por autogobierno o control de los gobiernos.

―La voz del pueblo es la voz de Dios‖ (comuneros paraguayos), ―Unión de los oprimidos contra los
opresores‖ (comuneros neogranadinos), fueron las consignas heredadas de los alzamientos del
―Común‖ de Granada y Castilla perpetrados tres siglos atrás en España.
Las insurrecciones del siglo XVIII ocurridas en diferentes regiones de América fueron derrotadas por
la falta de comprensión de quiénes eran los verdaderos enemigos, y la ausencia de una estrategia
conjunta. Claro, ello era imposible para esa época. Unificar tan variados intereses de clases y
sectores subordinados era muy difícil.

Bolívar, Morelos, O‘Higgins, de San Martín y miles de patriotas recogen ese sentir. Sin embargo, son
las fuerzas hegemónicas de entonces, la clase terrateniente criolla y las potencias imperiales de la
época (Inglaterra, Francia, Holanda, y EE.UU. en formación), las que derrotan a los revolucionarios e
imponen su poder.

Las clases dominantes criollas en general, traicionaron el espíritu de la revolución de independencia.


Con la retórica de ideas liberales ―ilustradas‖, crearon repúblicas de papel adornadas con
instituciones copiadas de Europa, con formalidades democráticas y apariencia patriótica-nacional,
pero con Estados excluyentes, racistas y opresores, puestos al servicio principalmente del
imperialismo inglés.

Es importante recordar que Napoleón había ocupado a España a petición de Fernando VII. La
rebelión criolla aprovechó la ocasión para concretar la independencia, pero las oligarquías de ese
tiempo recelaban del emperador francés. Veían en él a un continuador y propagador de las ideas de
la Revolución Francesa. Es decir, recitaban el credo de la revolución pero – en verdad -, temían que
encarnara en los pueblos de América.3

Los terratenientes y hacendados criollos, que eran también los grandes comerciantes y clérigos
católicos, utilizaron la guerra de independencia para hacerse formalmente con un poder que ya
compartían y administraban. La mayoría se disfrazó de patriota para controlar la revolución y
defender sus intereses económicos y políticos.4

Ello explica - entre otras razones - que diversas comunidades indígenas se mantuvieran en el campo
―realista‖. La clase dominante criolla era profundamente anti-india. Y hoy las elites regionales
mantienen el mismo sentimiento, exacerbado por intereses económicos y territoriales.

La mayoría de las naciones que fueron surgiendo se formaron con base en alianzas regionales. En
Colombia se crea un centralismo constitucional para negociar con las potencias extranjeras, pero las
elites criollas mantienen el poder desde las provincias.5 Este fenómeno explica la debilidad
institucional del Estado neo-granadino, ha sido caldo de cultivo para la economía ilegal, el
clientelismo, la corrupción, la supervivencia de ejércitos privados, y es parte de nuestra pre-
modernidad.

La forma como se constituyó la 1ª República nos lleva a concluir que en Colombia no hubo una
verdadera revolución. Fue una independencia formal sin mayores cambios sustanciales.

Los motores actuales


El aprendizaje y las lecciones de la historia sirven para mejorar nuestras estrategias y enfoques de
lucha. Los procesos de organización regional, el fortalecimiento y la unificación del movimiento social,
y la conciencia de las nuevas realidades geopolíticas, deben ayudarnos a acertar. Tenemos que
identificar los motores sociales de hoy, aprender a combinarlos y dosificarlos para poder triunfar.

Es evidente que la actual burguesía nacional no-monopólica – así, por ahora, no tenga plena
conciencia de sus problemas -, se puede asimilar a los pequeños y medianos productores, artesanos
y comerciantes, de hace dos siglos. Pueden ayudar a encender la chispa de arranque, pero no serán
– como no lo fueron entonces – un soporte firme y seguro de un proceso de cambio.
Los pueblos originarios, afros-esclavos y mestizos libertos de finales de la Colonia se asemejan al
grueso del proletariado actual, que ha sido desplazado en su mayoría hacia centros urbanos, fruto de
la estrategia del imperio y la oligarquía. Aún existen importantes núcleos de resistencia india, negra y
campesina mestiza en zonas rurales que levantan reivindicaciones pluri-nacionales, multi-étnicas,
territoriales y una reforma agraria democrática.6 Son puntos de apoyo de gran importancia.

Saber integrar, combinar, dosificar, e


impulsar la fuerza de los actuales motores
sociales es la tarea del momento. Conocer
cómo se mueven esas fuerzas en cada una
de nuestras regiones (Caribe, antiguo Eje
Cafetero, Suroccidente-Pacífica, Centro-
oriente, Llanos orientales-Amazonía)7, así
como en las grandes ciudades, es
fundamental para conducir con acierto la
locomotora del cambio.

Todas las fuerzas democráticas, partidos


políticos, movimientos sociales, expresiones
ciudadanas, deben tener un sitial en ese gran
torrente socio-político que poco a poco
vamos tejiendo. Frente a la estrategia
imperial que utiliza la economía del
narcotráfico y manipula el conflicto armado
para avanzar en su control territorial y despojo de nuestras riquezas, requerimos nuevas miradas y
esfuerzos concertados para impedir que las todopoderosas transnacionales continúen arrasando con
la resistencia valerosa - pero dispersa – que realizan nuestras comunidades.

Por ello, la lucha por una verdadera independencia y por la constitución de la 2ª República, hacia la
construcción de la Patria Grande Latinoamericana y por transformaciones estructurales de la
sociedad que enfrenten y superen el estado terminal del ―capitalismo senil‖8, deberán estar en
nuestra mente en este Bicentenario de la Independencia.

Popayán, julio de 2010.

NOTAS:

1 Aporte de Gustavo Wilches Chaux. Ver: http://eird.org/gestion-del-riesgo/index.html

2 Es importante anotar que esta rebelión fue continental. ―La Rebelión de los Comuneros desde El
Socorro a Mérida es muy importante y está enlazada con la rebelión de Tupac Catari en Bolivia y
Tupac Amaru en Perú.‖ (Aporte de Leonardo Mora).

3 La situación en la España de Fernando VII y la "derrota" de Napoleón no es como la describen o la


interpretan algunos historiadores. Napoleón llegó a España invitado por la monarquía borbona,
amenazada por la presencia inglesa en Portugal. Según el Tratado de Fontainebleau, 27 de octubre
de 1807, Francia y España acordaron invadir a Portugal. Ello dio origen a la huida de la monarquía
portuguesa a Brasil. Igual proyecto tuvo la monarquía española, huir a América, posiblemente a
México o a Lima. Las tropas de Napoleón para atacar a Portugal tenían que atravesar el territorio
español y se estabilizaron en varias ciudades. Luego vino el Pacto de Bayona, la abdicación de
Fernando VII y de su padre en favor de Napoleón y con José Bonaparte de monarca, vino la rebelión
popular. Napoleón se retira de España, por cuanto su interés estaba en la guerra con Austria, con
Inglaterra y la invasión a Rusia. España era el patio trasero de Francia. Pero, ese hecho es
fundamental para dar los primeros pasos hacia la independencia de las coloniales americanas. Aquí
la rebelión no fue contra Fernando VII, sino, contra los que representaba Napoleón como continuador
y propagador de las ideas de la Revolución Francesa. (Aporte de Leonardo Mora).

4 En el Cauca es mucho más visible esa conversión. Casi todos los ―próceres‖ caucanos en una
primera etapa estuvieron del lado de la Corona Española.

5 Las principales eran: Cauca, Cartagena, Antioquia, Cundinamarca, Boyacá y Santafé.

6 Las movilizaciones del próximo 20 de julio en Colombia encabezadas por la Marcha Patriótica, La
Minga, el pueblo Misak-guambianos, y otros sectores que se movilizan hacia Bogotá y en cada
región, son una expresión de la potencialidad de nuestras luchas, pero también, de la dispersión
regional del movimiento social, impactado por el conflicto armado y debilitado por la estrategia de
muerte y de despojo que impulsa la oligarquía.

7 En Colombia, México, Perú y otros países centroamericanos compartimos un alto grado de


desarrollo regional desigual. Es una condición a tener en cuenta en el estudio de las actuales
dificultades. En los países donde una clase o sector social logra una fuerte hegemonía que unifica la
Nación, el camino de la liberación se torna más viable.

8 Capitalismo senil: concepto ideado por Jorge Beinstein y Samir Amin. Ver:
http://www.archivochile.com/Imperialismo/doc_poli_imperial/USdocimperial0013.pdf y
http://lahistoriadeldia.wordpress.com/2009/11/14/samir-amin-el-capitalismo-senil-descargar-
documento-2/

http://www.viva.org.co/cajavirtual/svc0215/index%20-%20pagina%207.html

¿Podía Hispanoamérica independizarse sin guerra?


Por Rosendo Fraga

Al conmemorarse el Bicentenario del inicio del proceso de emancipación de España, cabe plantearse
si este era inevitable que se diera en mediante un cruento enfrentamiento militar que duro catorce
años en la mayoría de Hispanoamérica, o hubo oportunidad de un proceso de independencia más
negociado y menos cruento, al estilo de lo sucedido entre Portugal y Brasil.

La realidad es que pocos años antes de que estallara este proceso, fueron presentados al Rey de
España dos proyectos, que de haber prosperado hubieran dado lugar a un proceso de independencia
gradual y concertado, evitándose la cruenta guerra que culminó en 1824 en la batalla de Ayacucho en
el Perú.

El primero de ellos es una presentación realizada ante el Rey Carlos III por José de Ábalos, firmado
en 1781 en su condición de Intendente General de Ejército y Real Hacienda de la provincia de
Venezuela. Concretamente, propone desmembrar el imperio español, designando príncipes de la
Casa Real española para crear monarquías independientes pero vinculadas.
Este plan parte de la observación empírica -pero visionaria treinta años antes del inicio del proceso de
independencia- de que España no podrá retener por mucho tiempo el imperio americano y
argumenta, bajo el análisis del entonces reciente proceso de independencia de las colonias británicas
del norte, que "si el rey y la nación británica hubiesen destinado oportunamente uno o dos príncipes
de la real familia y estableciéndolos por soberanos del norte americano, no verían hoy con dolor que
es preciso vean pasar a los extraños por aquellas provincias".

El segundo documento es un "Dictamen


reservado" que eleva al Rey el Conde de
Aranda en 1783, quien en ese momento ha
tenido a su cargo la negociación del tratado de
paz con Gran Bretaña que se había firmado en
París.

Advierte, con realismo, que la independencia de


las colonias británicas de Norte América -de las
que "mañana será un gigante"- hará
insostenible el imperio español al sur de dicho
continente.

Con realismo pero extrema audacia para la


época, propone al Rey nada menos que
desprenderse de "todas las posesiones del
continente de América, quedándose únicamente
con las islas de Cuba y Puerto Rico en la parte
septentrional -en los hechos esta parte de la
estrategia se cumplió durante el siglo siguiente, ya que fueron las últimas posesiones en
independizarse- y algunas que más convengan en la meridional, con el fin de que ellas sirvan de
escala o depósito para el comercio español".

Para el resto del imperio americano, propone la misma alternativa que Ábalos, aunque no hay
constancia de que la hayan concertado: "colocar tres infantes en América: el uno rey de México, el
otro del Perú y el otro restante de Tierra firme, tomado V.M. el título de emperador".

Aunque para la fecha de presentación de este documento el Virreinato del Río de la Plata ya llevaba
siete años desde su creación, era su poca importancia económica respecto a los otros tres lo que
lleva al visionario Conde de Aranda a excluirlo de la propuesta de crear reinos en cada uno de ellos.

Es que para ese momento, el actual territorio argentino había dependido de la provincia del Paraguay
hasta 1616, fecha en la cual se crea la provincia del Río de la Plata, que pasa a depender
directamente de Lima, en cuya dependencia permanece durante 160 años, hasta la creación del
Virreinato.

Este, a su vez, había sido una creación española, que es consecuencia directa de la guerra de
independencia que entonces libraban las colonias inglesas de Norte América.

Estas declaran su Independencia el 4 de julio de 1776 y el 31 del mismo mes, el Rey Carlos III crea
su Virreinato más austral. La relación entre ambos hechos es muy directa. Los británicos, de no haber
estado empeñados en dicha contienda, no hubieran permitido que España tomara el control de
ambas márgenes del Río de la Plata, algo que habían impedido durante los dos siglos precedentes y
que finalmente logran medio siglo más tarde con la independencia del Uruguay.
La historia demostró que ninguna de las dos propuestas fue escuchada.

Los historiadores británicos han desarrollado la escuela de la llamada historia "contrafáctica" y creo
que podría ser interesante desarrollar el ejercicio de qué hubiese sucedido si Carlos III hubiera hecho
suyas estas propuestas.

Posiblemente, el proceso de independencia hispanoamericano se hubiera parecido al de Brasil,


negociado y sin una larga guerra como tuvo lugar.

Los reinos, a lo mejor, hubieran tenido el mismo efecto que en Brasil, donde el Emperador mantuvo la
integridad de la América portuguesa, a diferencia de lo que sucedió en la América Hispana. Es decir
que en lugar de las 18 naciones en que se convirtió el Imperio español, hubieran sido tres o cuatro.

http://www.nuevamayoria.com/index.php?option=com_content&task=view&id=2293&Itemid=39

Las mujeres en el proceso independentista


Las grandes protagonistas, casi siempre desterradas, exiliadas y calumniadas, murieron solitarias, en la pobreza
y se borró toda huella de su memoria.

Alba Carosio*

* Centro de Estudios de la Mujer (CEM-UCV)

La Colonia
La vida de las mujeres en la Colonia estuvo determinada por su sexo, por su etnia y por su clase
dentro del marco de la cultura hispánica dominante, con valores y prácticas sociales y religiosas
patriarcales, racistas y de casta, y bajo el control y la represión de las instituciones. Aunque todas
compartían la opresión de género, en América Latina colonial fue distinta la posición social y el
trabajo de las mujeres de blancas de la élite, que el realizado por las indígenas, negras, mestizas y
mulatas.

Las primeras, recluidas en el hogar, reproducían hijos para consolidar el sistema de dominación
colonial y de clase. La familia, tanto en España como en la América española, era considerada el pilar
de la sociedad, aseguraba la organización jerárquica de la sociedad colonial, el matrimonio
garantizaba la continuidad legal y la conservación del status y del patrimonio. Durante la época
colonial se consolidó el patriarcado en la sociedad blanca y mestiza, al mismo tiempo que se
aceleraba el tránsito a ese régimen en las comunidades aborígenes.

Carmen Clemente Travieso (1977) describió la vida cotidiana de las mujeres, diciendo que: ―No era
concebible una mujer en aquellos tiempos, cuyo principal pensamiento no fuera la misa de los
domingos, donde asistía seguida de la esclava negra que le llevaba la alfombra, como un perrillo
faldero‖ [1] , tanto las mantuanas, como sus esclavas negras o indias, y las descendientes de
españoles pobres, estaban consagradas a la maternidad, a la casa y a la Iglesia y condenadas a la
ignorancia y al sometimiento de los hombres. Las mujeres estaban primero bajo el control del padre y
después bajo el del marido, lo que no suponía un sometimiento total. El matrimonio era un destino
obligatorio, fuera de él, solamente el convento. Las doncellas se casaban muy jóvenes cumpliendo
así con sus deberes sociales, y con el patrón de moralidad obligatorio. Las mujeres de la élite estaban
obligadas ajustarse más a los ideales de mujer que los escritores didácticos de la Colonia dictaban
como metas de conducta femenina, como por ejemplo los propuestos en ―La perfecta casada‖ de
Fray Luis de León y en la ―Instrucción de la mujer cristiana‖ de Juan Luis Vives. La reclusión de la
mujer de la élite en el hogar o en el convento era garantía de su virginidad y del honor familiar.

Fuera de la élite, en los sectores populares compuestos por artesanos, productores independientes y
comerciantes al menudeo, que conformaban masa heterogénea de gente humilde, sin acceso al
poder político ni económico, encontramos a las mujeres que trabajaban en minas, pesquerías de
perlas, campesinas de subsistencia, pequeñas comerciantes de bebidas y comidas, costureras,
bordadoras, tejedoras, panaderas, areperas, lavanderas, alfareras, etc. que vivían en medio de la
pobreza, sobre sus hombros descansó la precariedad de la economía colonial. Asegura María del
Mar Álvarez de Lovera (1994) que en la sociedad colonial, las mujeres tenían una intensa
participación en la estructura social y económica productiva, aunque sin autoridad ni participación en
el poder.

Importantísima fue la función de enfermeras, parteras


y curanderas, sobre quienes descansaba la salud de la
población. Hechiceras y curanderas, fueron las
solucionadoras de los problemas cotidianos de la
sociedad colonial, ellas recogieron la sabiduría
indígena y proporcionaron alivio a enfermedades y
males físicos, mentales y emocionales. Las
curanderas y hechiceras fueron mujeres de los
estratos populares, aunque sus clientes y clientas
muchas veces trascendieron su grupo social y su
condición racial. La curandería fue utilizada para tratar
y sanar diversas enfermedades así como para
controlar la reproducción. La curandería y la hechicería
representaron códigos propios de resistencia cultural
anticolonial y de conservación de identidad cultural a
través de las mujeres.

La posición y papel históricos de la mujer indígena en


la sociedad colonial fueron resultado de la resistencia
y persistencia de los valores y costumbres de las
sociedades originarias, de la presión y opresión de los
conquistadores, y de la utilización de la fuerza y el
cuerpo femenino como instrumento al servicio del dominio colonial. Las uniones de los españoles con
las mujeres indias fueron un factor crucial en la conquista de América. Durante todo el período
colonial los españoles mantuvieron concubinas indígenas y afrodescendientes, usufructuando una
plusvalía sexual étnica, así procrearon numerosos hijos, y el concubinato se convirtió en una
arraigada práctica social. La mujer indígena, como después la africana, tributó sexualmente a los
conquistadores, que se apropiaron así de su capacidad reproductora. El mestizaje, en sentido
original, define la descendencia de un hombre español con una mujer indígena, y fue un sistema de
destrucción cultural progresiva apoyado en el patriarcado.

Pero, la apropiación de la fuerza femenina también incluyó sus capacidades productivas plasmadas
en los productos textiles y de alfarería, que tuvieron que concurrir obligadamente al mercado colonial.
En este sentido, los colonialistas se beneficiaron de siglos de experiencia de trabajo femenino en
cerámica, textiles, agricultura y preparación de alimentos. Además pronto, los españoles entrenaron a
las mujeres indígenas en la cría de ganado vacuno y ovejuno, y en los cultivos de las nuevas plantas
y cereales que trajeron de Europa.

A diferencia de la mujer ibérica, la mayoría de las mujeres indígenas y mestizas fueron obligadas a
trabajar para poder sobrevivir y pagar sus impuestos tributo.

Por su parte, la mujer negra, en su calidad de esclava, expoliada de su propio cuerpo, era una
propiedad que reproducía en contra de su voluntad nueva fuerza de trabajo esclava, y además,
trabajaba en las tareas domésticas y de cultivo, al servicio de los patrones del campo y la ciudad. Fue
generadora de un plustrabajo importante por su articulación con los sectores económicos claves:
minería, hacienda y plantación.

A partir de los seis años las niñas negras comenzaban a servir a sus amas y amos. La proximidad
física entre las esclavas y los amos propició desde estrechos vínculos emocionales entre las nodrizas
y las criaturas blancas [2], hasta las crueldades propias del vínculo amo-esclava alimentadas por el
cotidiano contacto doméstico. Hasta fines de la Colonia no hay trabajo doméstico de la mujer negra
en una propia unidad familiar, por cuanto los esclavócratas impedían la constitución de familias
negras estables.

La más terrible expoliación de la mujer africana es la de sus hijos, ni la lealtad ni el afecto a sus amos
impedía que fueran vendidas separadas de sus hijos. Como se aplicaba la ley del "vientre" el hijo de
una esclava era esclavo también, aunque su padre fuere un hombre libre y solamente si éstos los
manumitían, podían salir de la esclavitud, esas fueron razones que las llevaban a regalarlos, a
esconderlos al momento de nacer o a huir, o a buscar el aborto como mecanismo para no parir
esclavos.

Las mujeres indígenas y luego las mestizas, además de las negras, las zambas y mulatas fueron
explotadas y no sólo sexualmente sino también económicamente. Nunca se podrá evaluar la cuantía
del plus-producto entregado por el trabajo de estas mujeres al fondo de la acumulación originaria de
capital a escala mundial.

Este brevísimo panorama pone en evidencia la relación etnia-sexo-clase-colonialismo como un todo


único e indivisible, la opresión patriarcal de las mujeres operaba en la colonia como mecanismo para
la garantizar la jerarquía y explotación social.

Resistencias y Rebeliones
Durante los tres siglos de vida de Nueva España, las rebeliones de los indígenas y los esclavos, los
tumultos de las castas sometidas y las acciones de los criollos prepararon el terreno para la
revolución de independencia. Las rebeliones indígenas fueron constantes y en ellas, las mujeres
intervinieron masivamente en las luchas por la tierra y en defensa de su etnia. Anacaona (en La
Española), Gaitana (en Colombia), Guacolda (en Chile), Apacuana y Ana Soto (en Venezuela) son
algunos de los nombres de las primeras luchadoras de la resistencia indígena.

Las mujeres quechua y aymara tuvieron un rol fundamental en la rebelión del Inca Tupac Amaru y
Tupac Katari de 1781, en Perú y Bolivia. Vencida la rebelión fueron ejecutadas con más
ensañamiento que sus compañeros, con violación, tortura, escarnios y descuartizamiento. Micaela
Bastidas (1781), Tomasa Tito Condemayta (1781), Marcela Castro (1781), Bartolina Sisa (1782),
Gregoria Apaza (1782), Cecilia Tupac Amaru, Manuela Tito Condori, Manuela Gandarillas, fueron
ajusticiadas ―para que se perpetúe la memoria del castigo aplicado‖ e inmediatamente borradas de la
historia. En 1803, Lorenza Abimañay, junto con Jacinta Juárez y Lorenza Peña, encabezó una
rebelión de 10.000 indígenas en Ecuador, en contra de la tributación, con el grito: "sublevémonos,
recuperemos nuestra tierra y nuestra dignidad". La rebelión fue reprimida y Lorenza Abimañay
degollada, junto a otros líderes indígenas. Los castigos de los actos de transgresión confirmaban una
identidad global de la clase servil, y también las diferencias entre hombres y mujeres por la crueldad
del trato.

Las mujeres negras participaron en diversas formas de resistencia, como las prácticas mágicas, el
arte del bien querer, los ritos religiosos, la música afro y, sobre todo, en múltiples rebeliones. Guiomar
compañera del negro Miguel combatió junto a él en la primera rebelión de esclavos en Venezuela
(1552), siendo proclamada reina del cumbe, a la usanza africana. Juana Francisca, María Valentina y
Juana Llanos fueron importantes protagonistas de la rebelión encabezada por el negro Guillermo en
1771-74 en la zona del Tuy Barlovento, cerca de Caracas, que sacudió el dominio los ―gran cacao‖.
Trinidad, Polonia y Juana Antonia participación activamente en la insurrección del negro José Chirino
(1795) [3], una de las grandes rebeliones que se combinó la liberación de los esclavos con la lucha la
independencia.

En el submundo hostil, lleno de vejaciones y de torturas en que vivían las y los esclavos, no había
nada que perder, el hecho de llegar a ser libres era lo único que importaba. (Ermila Troconis de
Veracoechea, 1998). La mujer afrodescendiente era sometida al duro trabajo de la mina, de las
plantaciones o del servicio doméstico, en la noche era su amante y las hijas o hijos que nacieran
aumentaban el número de sus esclavos. Si la mujer africana era violada y salía embarazada tenía
tres opciones: el aborto [4], el suicidio o tener el hijo del hombre blanco y luego negociar la libertad de
su hijo ―mulato‖. Por eso surge el cimarronaje, que es la huida del hombre blanco. Las cimarronas
jugaron un papel muy importante, y cambiaron la fisonomía económica de algunas regiones, incluso
hubo haciendas que fueron manejadas por mujeres. En toda América Latina hubo zonas liberadas por
esclavas y esclavos escapados, el cimarronaje no es sólo huída de la colonia esclavista, es
alternativa social, económica y política a ese sistema.

También tuvieron lugar resistencias y rebeldías


entre las mujeres blancas especialmente de las
clases populares, y aún en las élites. Por ejemplo,
la insurrección comunera que sacudió todo el
virreinato de la Nueva Granada en el año 1781,
tuvo inicio en la acción de Manuela Beltrán, una
humilde vendedora callejera que rompió en
pedazos la Real Cédula, que imponía impuestos
para financiar la guerra contra Inglaterra, y la
lanzó al aire. En su acción se concentraban siglos
de ira acumulada por un pueblo explotado y
oprimido sin medida; agobiado por tributos a la
Corona, al clero, a los corregidores y
encomenderos. La inmensa avalancha comunera,
armadas de palos, viejos fusiles o instrumentos
de labranza, se apoya en mujeres que van y vienen por pueblos y estancias, por trochas y caminos,
llevando lo que sus manos diligentes pueden coger para que los rebeldes no mueran de hambre. En
Venezuela, desde la Conspiración de Gual y España (1796) tuvieron participación destacada,
Joaquina Sánchez, esposa de José María España, de quien se dice era contacto con los esclavos de
las haciendas involucrados en la rebelión, y sus esclavas indígenas y negras.

Una forma de resistencia de las mujeres al orden jerárquico colonial, en el que el patriarcado familiar
y la sujeción de las mujeres potenciaban el control social, fue la lucha por la participación en la
educación y en el saber. Se prefería a las niñas ignorantes, que no supieran leer y escribir para que
no pudieran comunicarse con los hombres, y en todo caso las que lograban aprender lectoescritura
solamente se les permitía leer libros de devoción. La educación de las niñas se limitaba al
aprendizaje de las labores domésticas. EL matrimonio de la familia patriarcal blanca y en parte
mestiza no otorgaba casi ninguna compensación a la mujer, la cual ni siquiera podía elegir su pareja.
Los matrimonios acordados por los padres y garantizados por las dotes no se relacionaban con el
amor, sino con la conveniencia.

Algunas, como Sor Juana Inés de la Cruz, veían el convento como una manera de escapar de yugo
matrimonial. Otras se refugiaban en las casas de recogimiento: allí convivían con las abandonadas
por sus maridos. En los Conventos, de los que había dos clases: pequeños y austeros y grandes con
comodidades, se desarrolló la resistencia cultural de las mujeres en forma de literatura conventual.
Monjas escritoras fueron además de Sor Juana: Clarinda y Amarilis (seudónimos en Perú), Sor
Francisca Josefa de Castillo (Colombia), Madre María de San Joseph, María de Jesús Tomelín, Sor
María Petra de Trinidad, Sor Sebastiana Josefa de la Santísima Trinidad (México), Sor Úrsula Suárez
(Chile). Los conventos eran espacios de la subcultura femenina.

A fines del siglo XVII, se publicaba en Quito el periódico de ideas independentistas Primicias de la
Cultura de Quito, y allí logró alzarse la voz de Manuela Espejo, quien publicaba con el seudónimo
Erophilia. Claramente se quejaba Manuela, de que las mujeres no podían descubrir la sublimidad de
las ciencias, sólo los hombres tienen derecho al conocimiento, denuncia la injusticia diaria que sufren
las mujeres. Este texto es el primero en que se denuncia de manera clara la desigualdad de las
mujeres.

Guerras de Independencia
Mujeres de todos los sectores sociales y étnicos participaron de frecuentes y distintas maneras en el
proceso de la independencia. En los momentos clave no fueron una ni dos mujeres sino un colectivo
de ellas las que participaron e hicieron posible los históricos cambios sociales. La historia suele
registrar solamente a algunas mujeres extraordinarias, presentadas como ―espejo de varones
sobresalientes‖, pero en la realidad fueron muchas y diversas las mujeres que participaron. Fueron
guerreras, espías, mediadoras, enfermeras, encargadas de logística, etc. es decir, cumplieron
múltiples papeles en las luchas emancipatorias.

Hubo una participación sobresaliente de la mujer del pueblo, aunque generalmente la historia oficial
solamente ha destacado a las más conspicuas mujeres de la clase dominante. Las indígenas, negras
y mestizas contribuyeron, junto a los hombres de avanzada de aquel tiempo, al triunfo de la
revolución por la independencia: marcharon a la par del hombre por derriscaderos, sierras, vados y
cañones.

Nuestra independencia contó con el aporte decisivo de cientos de mujeres que dentro y fuera de las
filas del ejército apoyaron la construcción del proyecto libertario patriota. Junto con los combatientes
avanzaron las voluntarias, que fueron soldadas, enfermeras, aguateras, cocineras. La participación
de las mujeres en las guerras independentistas estuvo –en la mayoría de los casos- ligada al apoyo a
familiares, las mujeres del pueblo partían a la guerra con sus compañeros, cargando sus hijos, sus
ollas, sus ropas y las pocas pertenencias del hogar. Estas camaradas de batalla, determinantes en un
momento dado, no sólo no fueron valoradas, sino que no fueron registradas e incorporadas a la
historia, fueron invisibles y aún siguen así. Avanzadoras, troperas, soldaderas, rabonas, vivanderas,
juanas, fueron inseparables de los ejércitos y el mejor sostén con que podía contar el campesino
soldado. Fueron multitud de mujeres del pueblo anónimas y olvidadas, sus nombres desaparecieron a
medida que las batallas avanzaban. A la retaguardia de todos los ejércitos iban las mujeres. Quedan
unas pocas en la memoria a pesar de que fueron legiones.

Este olvido histórico tiene relación, por un lado con el papel subordinado y la discriminación del
conjunto de las mujeres en la sociedad, y por otro con la negación del colectivo de ellas, constituido
por mujeres del pueblo pobre, quienes hicieron posible los históricos cambios sociales. Los
historiadores oficiales desaparecieron la lucha del pueblo y, dentro de esa lucha, especialmente la de
las mujeres, casi nada se sabe de la participación de las mujeres en la lucha independentista como
conjunto de masas. Faltan relatos, faltan anécdotas y descripciones que las visibilicen y las muestren
como sujetas de la historia y las transformaciones.

Cumplían las troperas muchas funciones:

 Guerreras: en el momento necesario


ellas cargaban el fusil y salían a pelear,
Las hubo que pusieron sus pechos
desnudos ante el pelotón de
fusilamiento para salvar a sus hombres,
hasta tuvieron sus hijos en lo peor de
los combates.
 Cocineras y Aguateras: Llegaban a los
pueblos y encendían los fuegos. Entre
el humo y el fuego de los combates se
percibían sus borrosas siluetas
andrajosas, emponchadas, llevando
cántaros de agua para los agonizantes
y fuentes de comida para los
hambrientos.
 Enfermeras y Curanderas: ellas
estuvieron en el nacimiento de las patrias americanas socorriendo heridos, ayudando a morir,
sepultándolos y rezando por ellos, todas eran expertas en el uso de hierbas y tisanas.

Manuela Godoy, una santiagueña que estuvo en la batalla de Tucumán, dijo: "Aunque sea con agua y
algún aliento a los hombres, algo se hace para ayudar a la patriada. Y si tengo que agarrar una
bayoneta y ensartar godos, no soy lerda ni me voy a quedar atrás". Pocos nombres han quedado de
estas mujeres bravas que acompañaron a las tropas patriotas, Cira Tremaría y Juana Ramírez .

La Avanzadora en Venezuela y su batallón de mujeres, las niñas de Ayohuma en Argentina, las


heroínas de la Coronilla de Cochabamba en Bolivia.

Una contribución importante de las mujeres a la gesta independentista fue actuando como espías de
los realistas, muy útiles para las emboscadas, averiguando todo lo que podían sobre las tropas.

Tal es el caso de Policarpa Salavarrieta en Colombia, cuyas actividades estuvieron especialmente


vinculadas con la guerrilla de los Llanos; recibía y mandaba mensajes, compraba material de guerra,
convencía a jóvenes y les ayudaba a adherirse a los grupos patriotas. Experta en espionaje,
Policarpa fue indispensable para la causa patriota. Las damas, las niñas, las mujeres de la
servidumbre y las esclavas entablaban amistades y hasta amores con oficiales con el objetivo de
obtener información para la causa patriota. Llevaban correos, servían de emisarias y proporcionaban
albergue e información sobre los movimientos de las tropas realistas. Las mujeres constituyeron una
temible red de espionaje y subversión que minó la organización del ejército realista.

Más conocidas y recordadas fueron las mujeres patriotas relacionadas o compañeras de los grandes
héroes comandantes que comandaron tropas ellas mismas, algunos ejemplos son Francisca Zubiaga
de Gamarra en Perú, en Venezuela Dominga Ortiz de Páez, primera enfermera de los campos de
batalla, Josefa Camejo quien encabezó a un grupo de mujeres prestas a defender la ciudad de
Barinas, Luisa Cáceres de Arismendi y por supuesto las excepcionales generalas (recién ascendidas
en nuestro siglo): Manuela Sáenz y Juana Azurduy. Ambas de turbulenta vida, ambas
apasionadamente comprometidas con la libertad de nuestra América, ambas combatientes y ambas
muertas en el olvido, la soledad y la miseria. Contemporáneas indómitas fueron Manuela (1797-1856)
y Juana (1780-1862), ambas se batieron en mil combates, participaron de manera enérgica en las
cuestiones políticas de la América emancipada, tanto durante el proceso revolucionario como cuando
se desataron las luchas intestinas, se concebían a sí mismas como patriotas y ciudadanas con
responsabilidades.

Las mujeres de la clase acomodada criolla jugaron un papel importante en las luchas por la
independencia, fomentando una socialidad en la que se debatían y defendían las ideas
independentistas. En sus salones se reunieron los patriotas conspiradores, se destacan entre ellas la
ecuatoriana Manuela Cañizares, en su casa se dio el primer grito de independencia; Mariquita
Sánchez de Thompson en Argentina, en su casa se escuchó por primera vez el himno nacional.
Francisca Javiera Carrera, hermana de José Miguel, el presidente de la Junta Chilena, fue una
infatigable, consecuente y voluntariosa compañera de los ideales libertarios, tanto en los días de
triunfo como en los de derrota transitoria.

De ellas dice Carmen Clemente Travieso (1964): ―Las mujeres de las clases altas, por su misma
condición de señoras de la casa, que tenían algún barniz de cultura y seducción y por su belleza
`triste y resignada`, tenían ocasiones de dejar oír su palabra, de dar su opinión.‖ Las matronas se
ocuparon también como financistas de la causa independentista, se desprendieron de posesiones e
hicieron colectas, además de su generosidad y fidelidad a la causa patriota, demostraron poder
organizativo, capacidad y entereza‖. (Patricia Protzel, 2009).

No olvidemos sin embargo, que a una


amplia proporción de mujeres patriotas
su adhesión a la causa independentista
les costó la vida.

A los hombres independentistas se les


perseguía, torturaba y asesinaba en los
campos de batalla y las cárceles, pero a
las mujeres además se les humillaba, a
muchas se les montó desnudas sobre un
burro, cubiertas de miel y plumas, se les
azotaba y exhibía en plaza pública. Así
hicieron por ejemplo, con Ana María
Campos en Maracaibo y Josefa Padrón
en Valencia. A la crueldad se agregaba
burla y exhibición, enfatizando así la
convicción de las autoridades de que las
mujeres revolucionarias eran
comparables con las prostitutas y, en
todo caso, inferiores a los hombres
revolucionarios. Parejo al reconocimiento
de la valentía y el aporte revolucionario
de las mujeres, fue aumentando la
brutalidad de las represalias.

Las mujeres condujeron y participaron en acciones de guerra, discutieron estrategias y asumieron


consecuencias como la tortura y la muerte. En las luchas por la independencia se rompió con los
cánones de la organización social de género de la época, abrazaron la causa de la libertad y por ese
lapso extraordinario, la igualdad entre mujeres y hombres pareció ser posible. Pero terminadas las
batallas el dominio masculino volvió a imponerse. Las mujeres tuvieron más libertad y protagonismo
en la Independencia que en la Colonia, pero cuando la gesta se acabó, temerosos de su avance en la
vida pública, los hombres las devolvieron a las casas y se volvió a imponer la tradición de la mujer
callada y sumisa al varón, encerrada en lo doméstico y alejada de los ámbitos del poder.

Perspectivas sobre la participación de las mujeres


En octubre de 1811, veintiuna mujeres de la provincia de Barinas, en Venezuela, enviaron una
petición al gobernador, con el título: "Representación que hace el bello sexo al gobierno de Barinas",
publicado en Gaceta de Caracas, 5 de noviembre de 1811. En este documento se ponían a la orden
para la defensa de Barinas, sin ningún temor los horrores de la guerra. Textualmente decían:

―No ignoran que V.E., atendida la debilidad de nuestro sexo, acaso ha procurado eximirnos de las
fatigas militares: pero sabe muy bien V.E. que el amor a la patria vivifica a entes más
desnaturalizados y no hay obstáculos por insuperables que no venza. Nosotras, revestidas de un
carácter firme y apartando a un lado la flaqueza que se nos atribuye, conocemos en el día los peligros
a que está expuesto el país; él nos llama a su socorro y sería una ingratitud negarle unas vidas que
sostiene. El sexo femenino, Señor, no teme los horrores de la guerra: el estallido del cañón no hará
más que alentarle: su fuego encenderá el deseo de su libertad, que sostendrá a toda costa en
obsequio del suelo Patrio‖

La proclama insurge contra los estereotipos atribuidos a las mujeres, y reclama una participación
generosamente igualitaria en el dolor del combate, como en la realidad ignorada por la historia oficial
efectivamente ocurrió. No lo comprendió así el Gobernador Pumar, en su respuesta, les recuerda que
las decisiones sobre la participación de las mujeres las tomará él de acuerdo a las consideraciones
sobre dónde son más útiles las mujeres.

Bolívar reconoció claramente la participación de las mujeres en las guerras de independencia,


aunque romantizándolas a la usanza de la época. Dijo: “Vencedores de Carache, sabed que el pueblo
que vienen a rescatar es tan digno de vuestros heroicos sacrificios, que todo él está lidiando por la libertad
o padeciendo por ella; hasta el sexo bello, las delicias del género humano, nuestras amazonas han combatido
contra los tiranos de San Carlos, con un valor divino aunque sin éxito. Los monstruos y tigres de España han
colmado la medida de la cobardía de su nación, han dirigido las infames armas contra los cándidos y
femeninos pechos de nuestras beldades, han derramado su sangre; han hecho expirar a muchas de ellas, y
las han cargado de cadenas, porque concibieron el sublime designio de libertad a su adorada patria. ¡Las
mujeres, sí soldados, las mujeres del país que estáis pisando combaten contra los opresores, y nos disputan
la gloria de vencerlos! todo hombre será soldado, puesto que las mujeres se han convertido en guerreras, y
cada soldado será un héroe por salvar pueblos que prefieren la libertad a la vida”. (Proclama a los
soldados del Ejército Libertador de Venezuela, Cuartel General de Trujillo 22 de junio de 1813).

Las aguerridas mujeres son puestas como ejemplo, y como acicate para los
soldados.
En suelo latinoamericano surgió durante la Colonia uno de los primeros hombres que reivindicó el
papel de la mujer en la sociedad, Francisco de Miranda, fue precursor de la independencia, adalid de
la unidad latinoamericana y pionero en apreciar la magnitud de la opresión ejercida por el patriarcado.
Planteó que las mujeres debían ser consultadas en las actividades políticas, pues esa ―mitad de
individuos‖ tenía derecho a estar representada en el gobierno. Esta marginación de la mujer, decía
Miranda, constituye una “injusticia irritante, muy digna de ser tomada en consideración por nuestros
sabios legisladores americanos”.
En 1792, en una carta dirigida a Alejandro Petión,
entonces miembro de la Convención Nacional
Francesa como delegado de Haití, Francisco de
Miranda dice: "Por mi parte os recomiendo una cosa
sabio legislador: las mujeres. ¿Por qué dentro de un
gobierno democrático la mitad de los individuos, las
mujeres, no están directa o indirectamente
representadas, mientras que sí están sujetas a la
misma severidad de las leyes que los hombres hacen a
su gusto? ¿Por qué al menos no se les consulta acerca
de las leyes que conciernen a ellas más
particularmente como son las relacionadas con
matrimonio, divorcio, educación de las niñas, etc.? Le
confieso que todas estas cosas me parecen usurpaciones inauditas y muy dignas de consideración por parte
de nuestros sabios legisladores." (cit. por Carmen Bohórquez, 2006)

En estas palabras de Francisco de Miranda resuenan los argumentos que postuló Olympia de
Gouges en su Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana: la igualdad en la sujeción a la
ley debiera servir que se reflexione para el logro de la igualdad de derechos.

Otro venezolano de pensamiento igualitario, fue Simón Rodríguez, maestro de Bolívar y campeón de
la educación de las mujeres. Abrió escuelas mixtas en Bolivia, en plena guerra de la Independencia,
durante la década de 1820, bajo el gobierno de Sucre. Educaba a todos los que quisieran ser
educadas, sin distinción de etnia ni de sexo, pensaba que era necesario dar instrucción y oficio a las
mujeres para que no se prostituyeran por necesidad, ni hiciesen del matrimonio una especulación
para asegurar su subsistencia.

Sin embargo, más de un siglo debieron esperar estas ideas y muchas debieron ser las luchas de las
mujeres para algunas se hicieran realidad.

Después de las batallas, se construye la nación


Cuando cesaron las batallas los tradicionales grupos marginados de la sociedad -indígenas y
mujeres-, que sirvieron a la causa independentista, fueron devueltos a la esfera de exclusión social -
del poder y del saber- que habían ocupado durante los siglos del coloniaje. En el caso de las mujeres,
con el tradicional pretexto de las funciones y responsabilidades propias de su sexo fueron
nuevamente recluidas en sus hogares o en los conventos, relegadas del escenario público que les
había servido para conseguir una emancipación que era de sus pueblos pero también de sí mismas.

Las grandes protagonistas, casi siempre desterradas, exiliadas y calumniadas, murieron solitarias, en
la pobreza y se borró toda huella de su memoria. El objetivo de igualdad que sirvió de base ideológica
a las luchas libertarias se diluyó con la toma del poder por parte de los criollos ilustrados, que
continuaron el pasado colonial sobre estos grupos otra vez marcados por la exclusión, el olvido o el
silencio.

Algunas excepcionales mujeres patriotas protagonistas de gestas notables y que conquistaron los
grados militares como fruto de los conocimientos y energía puestos en defensa de la emancipación,
cuando la historia las mostró fueron recuperadas como la amante del libertador Bolívar -Manuela
Sáenz-, la esposa del guerrillero Manuel Padilla -Juana Azurduy-, la mujer de Túpac Amaru -Micaela
Bastidas-, etc. Los bronces de las plazas y los libros de texto son ejemplo evidente de la historia
oficial, contada en masculino y jalonada sólo por las acciones heroicas de algunos varones.
Los prejuicios de la clase dominante de los criollos impidieron que las mujeres tuvieran participación
en la vida pública de las naciones nacientes, a pesar de la dedicación, interés y conocimientos que
habían demostrado. No se incluyó a las mujeres en las nuevas constituciones, simplemente se las
ignoró, se sobreentendía que las mujeres tenían tan poca importancia en la vida pública que ni
siquiera se consideraron sus derechos políticos para prohibirlos.

Excluidas del rol público sabemos de las acciones de las mujeres pero muy poco de su pensamiento,
la mayoría siguió sin saber leer y escribir, y las que lo hacían no tenían derecho a escribir en los
medios públicos, su pensamiento en el mejor de los casos, quedó plasmado en sus cartas. Durante
las guerras de la independencia los líderes políticos y militares intercambiaron cientos de cartas que
más tardes publicadas en volúmenes conformaron base histórica principal. Los escritos femeninos, en
cambio, fueron menos públicos que sus acciones.

Aunque las mujeres fueron excluidas de la política formal, fueron activas en los espacios
intermediarios entre la esfera pública y la doméstica, donde se discutieron ideologías, se tramaron
conspiraciones y se formaron alianzas. Ese tipo de relaciones mediadas con el estado permitió a las
mujeres, reivindicar que ellas trabajaban por la unidad nacional, en oposición a partidos políticos
particulares, a ambiciones personales y ocasionalmente criticar el simulado ―sacrificio de vida por la
nación‖, que encubría intereses partidistas.

Las mujeres que sobrevivieron al proceso independentista, pensaban su papel en la construcción de


las nuevas naciones como mediadoras y unificadoras, identificadas con la patria y no con los partidos
políticos. Su exclusión de los espacios políticos las ponía en una situación ventajosa para asumir esta
función. Manuela Sáenz, por ejemplo, afirmaba el lugar central de las mujeres en la construcción de
naciones estables, su imposibilidad de ejercer un cargo público le permitió seguir reclamando una
posición no partidista. Mariquita Sánchez de Thompson consideraba que las mujeres podían jugar un
rol útil como mediadoras entre facciones políticas.

Las redes sociales que mantenían las mujeres eran consideradas factores importantes para la
construcción de la identidad nacional. Reconocían como la mayor de las amenazas para las nuevas
naciones las guerras civiles y la ambición personal como el mayor de los males, y de esto se
desprendía la importancia de las mujeres, ya que no entraban en la política ni en las luchas en espera
de recompensas concretas puesto que era imposible que ocuparan un cargo público. Y por ello, las
mujeres –sostenían- eran más leales que los hombres, quienes cambiaban de bando para obtener
prebendas.

Un ejemplo paradigmático, este enfoque de las relaciones políticas en las naciones naciente en la
visión de las más relevantes protagonistas de las luchas independentistas: Manuela Sáenz y Juana
Azurduy, fueron las cartas cruzadas entre ellas. Amargamente comprueban cómo fueron no
solamente excluidas sino también como la unidad nuestro americana sucumbe. Veamos sus palabras
que hablan por sí mismas.

Charcas, 8 de diciembre de 1825

Señora
Cnel. Juana Azurdui de Padilla

Presente.-

Señora Doña Juana


El Libertador Bolívar me ha comentado la honda emoción que vivió al compartir con el General
Sucre, Lanza y el Estado Mayor del Ejército Colombiano, la visita que realizaron para reconocerle
sus sacrificios por la libertad y la independencia.

El sentimiento que recogí del Libertador, y el ascenso a Coronel que le ha conferido, el primero que
firma en la patria de su nombre, se vieron acompañados de comentarios del valor y la abnegación
que identificaron a su persona durante los años más difíciles de la lucha por la independencia. No
estuvo ausente la memoria de su esposo, el Coronel Manuel Asencio Padilla, y de los recuerdos que
la gente tiene del Caudillo y la Amazona.

Una vida como la suya me produce el mayor de


los respetos y mueven mi sentimiento para
pedirle pueda recibirme cuando usted disponga,
para conversar y expresarle la admiración que
me nace por su conducta; debe sentirse orgullosa
de ver convertida en realidad la razón de sus
sacrificios y recibir los honores que ellos le han
ganado.

Téngame, por favor, como su amiga leal.

Manuela Sáenz.

Cullcu, 15 de diciembre de 1825** *

*Señora Manuela Saenz.*

El 7 de noviembre, el Libertador y sus generales, convalidaron el rango de Teniente Coronel que me otorgó el
General Puyrredón y el General Belgrano en 1816, y al ascenderme a Coronel, dijo que la patria tenía el
honor de contar con el segundo militar de sexo femenino en ese rango. Fue muy efusivo, y no ocultó su
entusiasmo cuando se refirió a usted.

Llegar a esta edad con las privaciones que me siguen como sombra, no ha sido fácil; y no puedo ocultarle mi
tristeza cuando compruebo como los chapetones contra los que guerreamos en la revolución, hoy forman parte de
la compañía de nuestro padre Bolívar. López de Quiroga, a quien mi Asencio le sacó un ojo en combate;
Sánchez de Velasco, que fue nuestro prisionero en Tomina; Tardío contra quién yo misma, lanza en mano,
combatí en Mesa Verde y la Recoleta, cuando tomamos la ciudad junto al General ciudadano Juan Antonio
Álvarez de Arenales. Y por ahí estaban Velasco y Blanco, patriotas de hora. *
Le mentiría si no le dijera que me siento triste cuando pregunto y no los veo, por Camargo, Polanco,
Guallparrimachi, Serna, Cumbay, Cueto, Zárate y todas las mujeres que a caballo, hacíamos respetar
nuestra conciencia de libertad.

No me anima ninguna revancha ni resentimiento, solo la tristeza de no


ver a mi gente para compartir este momento, la alegría de conocer a
Sucre y Bolívar, y tener el honor de leer lo que me escribe.

La próxima semana estaré por Charcas y me dará usted el gusto de


compartir nuestros quereres.*

Dios guarde a usted.

Juana

MANUELA SÁENZ Y JUANA AZURDUY, CORONELAS DE LA REVOLUCIÓN (ascendidas a


Generalas doscientos años después)

Se conocieron estas mujeres extraordinarias, en Charcas, diciembre de 1825. Manuelita, ascendida


en el campo de Ayacucho, por el propio Sucre; Doña Juana, por el Libertador

NOTAS:
[1] ―La mujer en la Colonia‖, conferencia dictada en el Círculo Militar. En: Las mujeres en el pasado y
en el presente, Conferencia dictada en el Círculo Militar - Caracas, Agrupación Cultural Femenina [1]
,1977. pp-33 y 37, Cit. por Espina, Gioconda. (2005) BREVE HISTORIA DE UNA LARGA LUCHA DE
LAS MUJERES VENEZOLANAS POR LA LIBERTAD Y LA IGUALDAD. Agenda 2005. Caracas:
CEM-UCV

[2] La discriminación de los españoles hacia los criollos, llegó al extremo de considerar que la leche
de las nodrizas negras o indígenas interiorizaba a las y los amamantados, se acusaba a los criollos
de tener ―mala leche‖. Muchos creían que los vicios de la población blanca comenzaban en la cuna
cuando entraban en contacto con las esclavas, porque la presencia de las fuertes mujeres negras
debilitaba el viejo sentido del patriarcado entre los niños criollos. Por otra parte, la proximidad de las
mujeres negras era una amenaza a los parámetros que aseguraban la superioridad de la raza blanca.
(Luz Mena, 2006)

[3] Desde 1522 con la rebelión de Herniquillo, en República Dominicana, hasta José Leonardo
Chirino, en Venezuela, en 1795, suman más de ciento cincuenta rebeliones antiesclavistas, coloniales
y preindependistas a lo largo y ancho de América Latina y el espacio Caribe.
[4] El aborto, era realizado por muchas negras, aprovechando conocimientos a menudo ancestrales
en la materia, para no parir esclavos.

http://www.kaosenlared.net/noticia/131635/mujeres-proceso-independentista
La independencia, problema de comprensión atlántica
Por Adriano Guerra*

*Máster en Historia del Mundo Hispánico. Profesor de Historia y Ciencias Sociales de la Universidad del Norte

Muchas de las visiones y creencias


sobre el proceso de Independencia en
Colombia suele estar plagadas de
equivocaciones o preconcepciones que
no son nada ciertas.

En el trascurso de las últimas décadas,


renovadas visiones historiográficas y la
relectura de las fuentes primarias han
conllevado al mejoramiento de la
comprensión de esta temática.

Por lo tanto, se ha tomado este momento


‘Pasión ancestral’, óleo firmado por Jorge Luis Pacheco, de Suan, de conmemoración bicentenario para
Atlántico. / Semifinalista, III Salón BAT. referirnos a una historia más real y,
quizás, más verídica de los
acontecimientos que conllevaron a la
consolidación de la Independencia de la República de Colombia.

Motivo por el cual este ensayo intenta explicar la Independencia desde una visión más global y no a
partir de hechos al interior de la Nueva Granada.

La crisis de la Monarquía española y con ello el surgimiento de la mayoría de las Repúblicas de la


América hispánica sólo puede ser comprendidos desde una visión ‗atlántica‘.

Esto implica tener en cuenta una serie de acontecimientos que sucedieron en un contexto
internacional y que provocaron a la larga un sinnúmero de revoluciones que cambiaron la faz del
hemisferio occidental, tanto en su configuración geopolítica así como en el surgimiento de nuevos
valores y principios políticos que acabaron en muchos casos con el orden social preestablecido. Los
grandes imperios europeos se vieron afectados directamente y sus consecuencias recayeron sobre
América de forma inesperada dando consigo la construcción de los Estados-nacionales.

Si bien la guerra de los siete años de 1756 a 1763 entre Francia, Inglaterra y España implicó una
nueva reconfiguración del orden imperial, donde el Imperio inglés anexó a sus dominios en América
grandes porciones de lo que hoy es Canadá y la Florida, sus arcas reales se vieron afectadas. Debido
a lo anterior, se aplicó un gravamen a los impuestos de las trece colonias en Norteamérica que
provocó la reacción de sus habitantes, quienes lograron su independencia definitiva de Inglaterra.

Por su parte, la Francia absolutista inició un proceso de denigración de la vida de sus súbditos a
expensas de la opulencia en Versalles y de los malos manejos de su monarca Luis XVI, al tiempo que
nuevos ideales y grupos socioeconómicos buscaban ampliar sus espacios de participación, lo cual
conllevó al proceso conocido como Revolución Francesa, que dio inicio en 1789.

Al final del siglo XVIII con sus evoluciones e involuciones llegó al poder Napoleón Bonaparte, que
consolidó su éxito a través de una serie de victorias y conquistas que tenían como fin convertir a
Francia en el imperio más grande.

Dentro de sus planes se incluyó a los territorios del oriente de Francia, así como las costas africanas,
en especial Egipto, y a finales de 1807 la invasión al Reino de Portugal. Para ello se valió de la
complacencia del Rey español Carlos IV, con el fin de prestar el territorio español para realizar la
invasión al reino lusitano.

Las verdaderas intenciones de Napoleón fueron conocidas cuando un gran ejército francés se tomó a
Madrid y con ello se dio captura a la familia Real española en la ciudad fronteriza de Bayona bajo otra
serie de engaños.

A partir de este punto, la América española será afectada por todos estos acontecimientos que
tendrán como fin la creación de un mosaico de estados-nacionales. Después de conocerse la noticia
sobre el ‗rapto‘ de la familia Real, la abdicación del trono de Carlos IV a favor de José Bonaparte
(hermano de Napoleón) y de las reacciones de los peninsulares, en especial el motín del ‗dos de
mayo de 1808‘ en Madrid, las juntas fidelistas se regaron por toda la América hispana, en un proceso
que se conoce como la ‗eclosión juntera‘.

Sus habitantes comenzaron a experimentar nuevas prácticas de rituales políticos como juntas para
retomar el poder soberano en nombre del Rey y también la celebración de elecciones para enviar
representantes a las diferentes cortes españolas en la península con el fin de hacer frente al vacío de
autoridad y evitar con ello la desintegración del Imperio. Así como la consulta sobre la mejor forma de
autogobierno.

Los representantes americanos a las cortes españolas fueron enviados en la mayoría de los casos
con instrucciones precisas sobre las necesidades de los habitantes de los dominios españoles en
América. Impuestos, libertad comercial y espacios de participación burocrática fueron los temas
predominantes en aquellas instrucciones. Sobre todo las Cortes de Cádiz fueron un ‗laboratorio de
ideas‘ donde americanos y peninsulares debatieron alrededor de diversos temas, pero en especial
sobre las once demandas específicas de los primeros.

La iniquidad en la representación numérica entre americanos y peninsulares, así como el constante


intercambio de correspondencia entre los diputados y los reinos americanos en detrimento de los
logros conseguidos en Cádiz fue formando la idea de la necesidad de independencia.

Pronto, diversos lugares de la América hispana cambiaron el carácter de sus juntas fidelistas por el
de independentistas. Para el caso de la Nueva Granada, la ciudad de Cartagena fue la primera en
declarar su Independencia absoluta de España el 11 de noviembre de 1811.
Pero el tránsito desde esta fecha hasta la liberación total de la República de Colombia el 10 de
octubre de 1821 no fue fácil. Las luchas provinciales y locales por el poder, la inexistencia en un
principio de un gran ejército libertador, la fidelidad real que siguieron manteniendo algunas ciudades
con respecto a España propiciaron para que en 1815, con la reconquista española al mando de Pablo
Morillo se le diera fin a la Primera República, como ha sido llamada por la historiografía.

La actitud resuelta de muchos sectores sociales por la búsqueda de la Independencia y la


conformación de los llamados ejércitos bolivarianos conllevó a que se emprendiera una cruel guerra
civil por la liberación de los territorios americanos, la ‗guerra a muerte‘ declarada por Simón Bolívar
implicó enfrentamientos sangrientos entre los bandos contrarios, donde no podían dejar prisioneros
debido al cuidado y la alimentación que éstos implicaban.

La resistencia de los habitantes de las poblaciones, el cruce de información y los movimientos


militares, los combates y sobre todo la creencia en unos ideales de libertad llevaron al triunfo de los
ejércitos libertadores que atravesaron grandes territorios para extirpar el dominio español sobre
América (a excepción de Cuba y Puerto Rico).

A finales de la década de 1820, con la disolución de la llamada Gran Colombia, el país fue tomando
su configuración. En esa última década serán más visibles los cambios producidos inmediatamente
después de la Independencia, y Colombia continuará sola su camino en la construcción de sus
instituciones, de sus ciudadanos y su representación.

http://www.elheraldo.com.co/ELHERALDO/BancoConocimiento/R/rdlaindependencia/rdlaindependencia.asp?CodSeccion=3

La inserción del Caribe colombiano en la República


Por Jorge Conde Calderón*

*Doctor en Historia de América Latina de la U. Pablo de Olavide, Sevilla, España. El texto de este artículo hace
parte del libro de su autoría ‘Buscando la Nación. Ciudadanía, clase y tensión racial en el Caribe colombiano,
1821-1855’, publicado en 2009.

Después de 1810, en el Caribe colombiano y, en general, en toda Iberoamérica, la expectativa


política para quienes en el Antiguo Régimen fueron súbditos del Rey se centró en la ventaja que
significaba ser ciudadano.

Sin embargo, ese hecho sólo consiguió su plena cristalización en los primeros años del decenio de
1820, debido a las pugnas políticas que ocurrieron como consecuencia del enfrentamiento entre las
fuerzas leales a la monarquía española y la de los partidarios de la causa republicana.

Con la expulsión definitiva de los últimos reductos peninsulares, a partir de ese decenio comenzó a
experimentarse una relativa estabilidad y a pensarse, en firme, en la forma de una organización
estatal para las embrionarias repúblicas.

Para entonces, la ciudadanía comenzaba un proceso de consolidación que como nueva condición
civil de las personas determinó un criterio de identidad nacional basado en la noción de que todos los
ciudadanos eran parte de un sistema de gobierno republicano y representativo en el que las
elecciones reproducían un principio de igualdad política y civil, a expensas de restarle importancia
alguna a la desigualdad de clase, considerada ―fundada en la naturaleza de las cosas‖.

De esta manera, ciudadanía e identidad nacional constituyeron dos elementos primordiales en el


proceso de construcción estatal. En su desarrollo, los individuos fueron integrados a un nuevo modelo
de comunidad política de tendencia homogénea por naturaleza: la nación moderna.

A partir de esta idea, la identidad que se intentó imponer fue la nacional vinculada con una noción
diferente de patria, territorio, Estado y República, a la cual el discurso de la época insistió en señalarla
como ‗República de ciudadanos‘.

Por consiguiente, a partir de los años 1820, con el surgimiento del Estado nacional, se intentó
eliminar otras posibles identidades e imponer la nacional. Aún más, la doble identidad política del
Antiguo Régimen hispánico fue borrada.

Durante su existencia había funcionado una por medio de la cual todos los habitantes del Reino eran
considerados vasallos del Rey; pero al mismo tiempo se manejaba otra: la de carácter racial, a través
de la cual las personas eran clasificadas como criollos, peninsulares, indígenas, mestizos, zambos,
mulatos, negros.

Con el establecimiento de la República, sólo fueron reconocidos como ciudadanos. Pero sólo de
manera formal, porque en la práctica también funcionó el vecino, que definía un tipo de identidad por
su pertenencia a un territorio, a una ciudad o a una villa.

Por esa razón, lo dominante fue realmente el ciudadano-vecino, cuya igualdad se basaba en
derechos corporativos. De ahí que la civilidad fuese parte de un proceso por medio del cual la
sociedad se convirtió en civil, pero sólo para igualar y homologar clases sociales de tipo estamental;
es decir, clases que reclamaban viejos privilegios de estatus y honor fundamentados en la riqueza, la
territorialidad y la desigualdad social.

Adicionalmente, el Estado republicano construyó un nuevo tipo de jerarquía política basada en


elementos territoriales y sociales, apoyada en una identidad común: la nacional, impuesta por la
ideología en boga en el mundo occidental, la del constitucionalismo liberal con sus dos pilares, las
elecciones y las contribuciones directas. Sin embargo, todo el proceso de homogeneización nacional
en una república de ciudadanos no significó la eliminación del problema racial ni el de las soberanías
territoriales.

Por el contrario, su inequívoca presencia originó reacciones y resistencias en las cuales afloraron
reivindicaciones de autonomía política y administrativa, las que, en algunos momentos, fueron
signadas por elementos raciales. En realidad, existía una compleja coexistencia entre elementos
modernos y los heredados del Antiguo Régimen, en los imaginarios políticos y las prácticas de los
actores sociales.

En conjunto, fue delineándose un cuadro de contornos más definidos en los momentos de crisis, por
efecto de los conflictos entre el proyecto político homogeneizador, que aspiraba establecer la nación
cívica moderna, y las soberanías locales que buscaban mantener sus viejos privilegios corporativos y
territoriales.

Si bien el ejercicio de la política, las elecciones y la lucha por los empleos públicos constituyeron el
común denominador de la identidad nacional con respecto al Estado central, los ciudadanos del
Caribe colombiano plantearon sus propias demandas políticas, las que constituyeron fuente de
conflictos y provocaron juicios tendenciosos en su contra.

La lucha por la autonomía político-administrativa, el


establecimiento de factorías para el libre cultivo del
tabaco, el establecimiento de puertos francos en varios
puntos del litoral, principalmente en Cartagena, y otras
demandas del mismo orden provocaron los más
sesgados comentarios de la prensa bogotana, los que
fueron reproducidos por algunos papeles escritos en las
ciudades y provincias del Caribe colombiano. La idea
más generalizada era la del separatismo costeño o la
de que sus habitantes buscaban organizar la
Federación de los Estados de la Costa.

Al anterior señalamiento se le sumó el de los tendenciosos calificativos raciales al tratarse de una


población que transitó de la Colonia a la República con una composición racial muy heterogénea.

Al mismo tiempo, la sociedad caribeña, y la cartagenera en particular, buscaron borrar ese pasado
fundamentado en la diferenciación racial impuesta por el sistema jerárquico de castas.

De ahí que apareciese un discurso de la ―Libertad y la Igualdad‖ que se pensaban y hablaban, desde
la conciencia, pues habían cambiado los modos de pensarla y de concebir sus relaciones con la
historia.

En principio nada parecía más fácil que hablar de libertad e igualdad, pero emitir opiniones nunca fue
igual a razonar acerca del significado de las palabras. Era preciso formular juicios sobre la calidad de
la libertad y la igualdad, y éstos estuvieron ausentes en las clases dirigentes regionales, sobre todo
por su temor a que las castas las entendieran y utilizaran desde su cosmovisión.

http://www.elheraldo.com.co/ELHERALDO/BancoConocimiento/R/rdlainsercion/rdlainsercion.asp
En nuestros primeros doscientos años
William Ospina

LOS HECHOS DE LOS INDIVIDUOS SE miden por años; los hechos de las
naciones, por siglos.

A Deng Xiao Ping le parecía prematuro responder si el Descubrimiento y la


Conquista de América eran acontecimientos muy importantes para la historia
universal, porque desde la perspectiva de cinco mil años de historia, cinco siglos de
América son un tiempo muy breve. Y los dos siglos que celebramos de nuestra vida
independiente podrían compararse a un instante.

Lo más asombroso de ese choque terrible, que comenzó en 1492, es que dos mitades del mundo
hubieran crecido incomunicadas durante treinta mil años. Dioses, mitos, sueños, lenguas,
costumbres, habían evolucionado de un modo autónomo.

Es todo un desafío preguntarse qué fue lo que llegó a América en el siglo XV: amalgamados en una
sola fuerza venían la Edad Media y el Renacimiento, la ortodoxia católica y los moros clandestinos,
los judíos y los cristianos viejos, la tierna religión de los místicos y la armada infernal de los
inquisidores, el encierro español en la aldea y la avidez de mundos de la edad de los
descubrimientos, las discordias de Europa y el humanismo, el viejo platonismo agustiniano y la nueva
curiosidad tomista por la materialidad del mundo, el clásico sentido religioso de las proporciones y las
jerarquías, y el nuevo espíritu escéptico que centraba todo en la individualidad y en la perspectiva, la
cosmografía bíblica y la nueva cosmología copernicana, el naturalismo que había alboreado en la
Divina Comedia y que ya llenaba los días y las noches de Leonardo da Vinci y de León Battista
Alberti, la intolerancia de las Cruzadas y la curiosidad universal.

La llegada de Europa no fue por fortuna sólo una invasión militar y un saqueo desmesurado, sino el
desembarco de siglos y de mitos, de lenguas y de preguntas, de manufacturas y de músicas, de la
pasión pero también de la reflexión.

Ahora bien, preguntarnos qué era lo que había en América a la llegada de ese tropel de sueños y
delirios, de ambiciones e instituciones, de cosmologías e instrumentos, es un desafío más
desmesurado, porque Europa se ha pensado y repensado a sí misma, en tanto que América fue
mucho tiempo rechazada por el pensamiento, acallada por el miedo, desdibujada por el prejuicio,
desvirtuada por la caridad, borrada por la codicia y se diría que amordazada por la piedad. Europa,
por fortuna, también había desarrollado en largos siglos unos instrumentos que le permitieron
vigilarse a sí misma, desconfiar de sus virtudes, consultar oráculos más poderosos que la vanidad y
que la soberbia.

Detrás de la cabalgata de los genocidas vino el galope asombrado de los cronistas; detrás de los
trenos fanáticos de los capellanes militares, las cadencias deslumbradas de poetas como Juan de
Castellanos; detrás de crímenes paranoicos como el Cajamarca, las reflexiones conmovidas del
padre Vitoria; detrás de la expoliación y los hierros candentes, el desvelo atormentado de hombres
como Bartolomé de las Casas; y ello nos hace sentir que Europa se vigilaba a sí misma, se criticaba,
observaba la naturaleza, escuchaba el rumor de las lenguas, escuchaba su propio corazón y su
conciencia moral. Por mil razones distintas fue capaz de dedicar años abnegados a la elaboración de
las gramáticas de las lenguas indígenas, introducir a los nativos en el conocimiento de los
instrumentos y de las músicas, sondear en los fundamentos del cristianismo para encontrar
argumentos a favor de la dignidad de los pueblos sometidos, y hubo quien se atreviera a ver a Cristo
redivivo en los cuerpos martirizados de siervos y de esclavos.

Nadie ignora que Europa se sembró hasta las médulas en el alma de América, pero en cambio suele
ignorarse hasta qué médulas de Europa penetró la experiencia americana: cuánto cambió el hallazgo
de América la vida de Europa. América es hoy inconcebible sin Europa. Asia vive por sí misma, África
vive por sí misma, América, siendo distinta, no puede leerse sin parámetros europeos. Y por ello es
importante advertir que el alma de Europa, para hablar en términos simbólicos, fue profundamente
tocada por ese hallazgo, por esa extrañeza, por el hecho de que el continente que aparecía en el
horizonte parecía cumplir muchos sueños y promesas que había arrullado su tradición cultural.

Fue como si emergiera de nuevo la Atlántida de Platón, como si apareciera la isla que avizoró Ulises
en el poema de Dante, pero fue también como si emergieran entre las olas la nostalgia del Paraíso,
las playas edénicas, las tierras donde fueron a predicar los apóstoles perdidos. Europa buscó en
América durante un siglo todo lo que había perdido en los sueños y en los siglos: enanos, gigantes,
sirenas, endriagos, silfos, duendes, centauros y amazonas, ciudades de oro, fuentes de la eterna
juventud, países de cucaña, su inocencia perdida, su Eldorado y su Utopía.

La conmoción que produjo América pasó por Erasmo y Montaigne, y llegó hasta Voltaire y Rousseau.
Por eso el influjo de la Revolución Francesa no es algo ajeno a nuestro mundo americano. América
fue definitiva en la gestación y la maduración de ese fenómeno que llamamos la Modernidad. Una vez
aparecida ya no se pudo renunciar a ella, ni en la economía, ni en la política, ni en la filosofía, ni en
las artes.

El ―buen salvaje‖ conduce al Emilio y al Contrato Social; a través de Cristo los diez mandamientos
conducen en América a los Derechos del hombre; la prédica de la igualdad conduce a la duda sobre
los derechos de la monarquía; el Nuevo Mundo hace pensar en la Nueva Jerusalén; el Renacimiento
de las artes hace pensar en el renacimiento de la humanidad; una extraña avidez por volver a
empezar iba llenando la sensibilidad y el pensamiento de los europeos, y fue debido a todo ello que
un día los cañones de la Revolución dispararon contra los tronos.

El hecho americano, en sí mismo, había alimentado lejos los sueños que después produjeron el
despertar de América.

* Leído en el Primer Congreso de Historiadores Dominicos de Colombia

http://www.elespectador.com/columna-213864-nuestros-primeros-doscientos-anos

Tambores y fanfarrias
Alfredo Molano Bravo

El 20 de julio, día de fervor patriótico, se cumplirán 200 años del levantamiento criollo contra la
invasión napoleónica a España, que llamamos Grito de Independencia.

El gobierno prepara un gran desfile militar en Bogotá para conmemorar el Bicentenario y,


de paso en paso, hacerse una despedida memorable. ―Estaremos en la Avenida 68 desde la calle 26
hasta la calle 80. Será un desfile preparado por el Ministerio de Defensa, en el cual podremos ver
todos los vestidos que ha lucido nuestra Fuerza Pública en estos 200 años‖, anuncia la propaganda
oficial. Se tratará de mostrar, sin ningún recato, que la Fuerza Pública fue fundada el 20 de julio y ha
sido una y la misma desde esa fecha; un eje de acero que ha lucido diferentes, elegantes y honrosos
uniformes durante dos siglos.

La realidad ha sido muy otra. A partir del Grito, las peleas no fueron contra los ejércitos españoles,
sino entre partidas armadas criollas. Bolívar —el traidor Bolívar, como lo llamaba Morillo— armó
varios ejércitos desde la Campaña Admirable hasta que por fin con los llaneros le sonó la flauta en el
Puente de Boyacá. Esa tarde se fundó un ejército, pero no el nacional porque desde el Pantano de
Vargas hasta Ayacucho las batallas fueron ganadas por fuerzas compuestas por venezolanos,
neogranadinos, quiteños, peruanos, rioplatenses, chilenos, haitianos y hasta ingleses. Así como no
predominaba lo colombiano en la composición, tampoco había uniformes parejos. Cada general
mandaba hacer el suyo a su gusto y vestía a sus peones y subordinados según su fortuna y, claro, la
que le deparara la guerra. Pero de ahí en adelante, ejército, lo que se llama ejército, no hubo. Y no
hubo porque el siglo estuvo plagado de guerras civiles, deporte de nuestros notables. El cura Villota
se levantó en 1839 en armas en el sur para defender las ―comunidades religiosas menores‖,
suprimidas por el gobierno, y se armó la trifulca llamada Guerra de los Supremos. Después, Julio
Arboleda, dueño de minas, haciendas y esclavos, se ―pronunció‖ en Cauca para defender sus
haberes. Lo enfrentaron terratenientes engalanados, meros caudillos enfierrados. Más tarde se
unieron, en otra guerra, contra Melo, y después unos y otros se destrozaron en 1861. Cada partida de
vencedores redactaba su propia constitución mientras los derrotados reorganizaban sus propios
ejércitos. Los liberales, por fin se impusieron en el 62. Cada región tomó el nombre de estado y
organizó su propia fuerza. El Ejército Nacional quedó reducido a una ridícula fuerza de 600 hombres
llamados Guardias Nacionales. Sólo el estado soberano de Santander tenía mil hombres. Después
los señores se enfrentarían en las guerras del 76 y el 85, de donde salió la Constitución del 86 que
por fin intentaba organizar una fuerza centralizada y jerarquizada, pero aún no profesional. La Guerra
de los Mil Días unificó dos cuerpos de ejército y enfrentados dejaron —o permitieron— perder a
Panamá. El Ejército Nacional, el de verdad, salió de la fundación de la Escuela Militar en 1907,
dirigida por una misión chilena de formación prusiana. Las ocho guerras civiles nacionales del XIX y
los continuos alzamientos regionales dicen que no hubo durante los primeros cien años nada
parecido a un Ejército Nacional. A la gloria, honra y demás prendas hay que quitarles la mitad, señora
María Cecilia Donado. El monumento a los cascos que hay frente al Teatro Patria en Bogotá muestra
qué tan nacional ha sido esa fuerza: un casco bismarckiano, usado aún en las paradas; un casco nazi
que todavía se pone la Policía Militar, y un casco norteamericano, reglamentario desde nuestra
participación en la Guerra de Corea hasta el Plan Colombia.

http://elespectador.com/columna-213875-tambores-y-fanfarrias
POR LAS RUTAS DE MI LOCOMBIA

¿Fin de la luna de miel?


Se empiezan a ver signos de alta tensión entre el Presidente entrante y el saliente. Las grietas eran previsibles,
pero no tan pronto.

Desde el día de la elección de Juan Manuel Santos


se ha especulado que la luna de miel con su
antecesor, Álvaro Uribe, no iba a durar mucho. Se
anticipaba que, dada la hipersensibilidad del
Presidente saliente y la independencia del entrante,
más temprano que tarde se presentarían roces. Lo
que no se podía prever es que estos tuvieran lugar
antes de que Juan Manuel Santos llegara a la Casa
de Nariño. Y esta es precisamente la situación en la
actualidad y el tema del momento en el mundillo de
la política.

Las señales del distanciamiento son sutiles pues los dos protagonistas son profesionales de la
política, y las grietas apenas se empiezan a formar. Lo que se está gestando es una especie de
guerra fría con interpretaciones y justificaciones de lado y lado, cuyo origen principal son los primeros
nombramientos que ha hecho Santos y el manejo que les está dando a temas de política exterior,
particularmente con Venezuela y Ecuador.

En honor a la justicia, lo primero que hay que reconocer es que Álvaro Uribe no le está haciendo
recomendaciones burocráticas a Santos ni pretende decirle qué debe hacer. Pero esto no significa
que no le choquen algunas de las movidas de su sucesor. Igualmente, Juan Manuel Santos tiene
vuelo propio y con sus nueve millones de votos considera que puede tomar sus decisiones
autónomamente sin consultarle a Uribe. Eso sí, trata en todo momento de ser respetuoso, hacerle
reconocimientos y evitar fricciones. Sin embargo, el criterio con que toma sus determinaciones es qué
le conviene al país y no qué opinaría Uribe de esa medida.

El nuevo capítulo de la crisis en las relaciones entre Colombia y Venezuela ha sido el principal motivo
de tensión entre los presidentes. Santos ha enviado señales claras en el sentido de que modificará el
tratamiento diplomático frente a los vecinos. Durante la campaña electoral de este año, en su
discurso de victoria el día de la segunda vuelta, y en las semanas que han transcurrido desde
entonces, Santos se ha aferrado a un tono conciliatorio frente a Quito y Caracas, y ha buscado que
Chávez y Correa asistan a su posesión. En condiciones normales, este sería un ritual protocolario y
de trámite, pero a la luz de las tensiones de los últimos años adquiere un significado político profundo:
el nuevo gobierno quiere cambiar la mano dura que estaba mostrando Uribe frente a Venezuela y
Ecuador por una mano tendida para normalizar, o mejorar, los vínculos con esos países.
Así lo ha entendido el presidente Uribe y no ha ocultado su molestia por el inminente cambio de
rumbo. Ha hecho declaraciones en las que es evidente la crítica a la estrategia diplomática de Santos
-e incluso su viaje por capitales europeas- calificándola de "cosmética", "babosa" y "meliflua". En
carta blanca quiere expresar su desacuerdo ante la posibilidad de que la política exterior deje de ser
una extensión hacia fuera de la seguridad democrática. La modificación irrita a Uribe, quien por estos
días les insiste a sus más cercanos colaboradores que "hay que defender la obra como leones".

Más que el cambio, sin embargo, a Uribe le ha


incomodado que el nuevo gobierno proyecte la
imagen de que es una especie de salvador de la
diplomacia. Un rescate para una situación crítica,
que de paso deja al gobierno saliente como
guerrerista y conflictivo. Por eso, el jueves pasado el
alto gobierno puso en marcha una curiosa campaña
mediática que incluyó comunicado de la
Presidencia, reunión del ministro de Defensa,
Gabriel Silva, con directores de medios, y rueda de
prensa con reporteros, para divulgar pruebas de
inteligencia que demuestran que varios jefes de las
Farc y del ELN tienen campamentos permanentes
en Venezuela y viven allí a sus anchas. Los eventos La andanada del presidente Uribe y su ministro de Defensa,
produjeron una nueva crisis entre Bogotá y Caracas
Gabriel Silva, contra Hugo Chávez, reflejó la existencia de grietas
-otro eslabón de una larga cadena de los últimos
que lo separan del futuro gobierno de Juan Manuel Santos.
años- que incluyó el llamado a consultas del
embajador venezolano por parte de su gobierno.

La actitud del gobierno saliente recibió todo tipo de críticas por inoportuna y por actuar como un palo
en la rueda que obstaculiza la posibilidad de una distensión en las relaciones con Venezuela que se
abre con el cambio de gobierno. Cualquier intento por bajar la tensión entre Colombia y sus vecinos
es bien recibido en la comunidad internacional. Uribe, por ese motivo, quiso dejar en claro que el
estado crítico de las relaciones con Chávez -semibloqueo comercial, comunicación mínima,
incidentes frecuentes y diplomacia desactivada- no se debe a un capricho personal ni a su posición
política, sino a la desfachatez con que Chávez ha apoyado a la guerrilla. Con la controvertida salida
de los últimos días, Uribe quiere transmitir el mensaje de que, ante esas circunstancias, no había
nada más que hacer.

Pero la andanada del presidente Uribe y de su Ministro de Defensa contra Hugo Chávez no solo
produjo tensiones entre Bogotá y Caracas, sino que reflejó la existencia de grietas que lo separan del
futuro gobierno de Juan Manuel Santos. La manzana de la discordia tiene que ver con la molestia que
le genera a Uribe ver a Santos, quien fue coautor de la política firme hacia Chávez, como abanderado
de una línea conciliatoria y de mejor presentación. Santos fue un duro antichavista antes de lanzar su
candidatura presidencial: lo fue en su columna dominical de El Tiempo, y como ministro de Defensa
en varias ocasiones hizo declaraciones y tomó decisiones que generaron roces con los gobiernos de
Ecuador y Venezuela y que llegaron a generarle problemas a la Cancillería colombiana. En la Casa
de Nariño no ven con buenos ojos que ahora Santos aparezca como un rectificador de su propia
política y que, de paso, con la invitación a Chávez y a Correa a la posesión obligue a Uribe a
recibirlos y darles la bienvenida en su calidad de Presidente saliente.
Y este no ha sido el único factor de la alta tensión que se está viviendo entre el Presidente y su
sucesor. Algunos de los nombramientos de nuevos funcionarios que ya han sido anunciados por Juan
Manuel Santos también han irritado la sensibilidad de Uribe que, como se sabe, siempre está a flor de
piel, y más aún ante la inminencia de su salida. La lista es larga: María Ángela Holguín, la futura
canciller, fue uribista de primer orden hasta que tuvo roces con el Presidente que desembocaron en
su salida del gobierno; Juan Camilo Restrepo, próximo ministro de Agricultura, hizo abierta oposición
al gobierno saliente; Juan Carlos Echeverry, ministro de Hacienda designado, tuvo un enfrentamiento
con Jerónimo Uribe, hijo del Presidente, cuando era decano de Economía en la Universidad de los
Andes; Carlos Rodado, el nuevo ministro de Minas, en Atlántico apoyó a Eduardo Verano de la Rosa
en las elecciones por la Gobernación y no al candidato uribista José Name Terán.

Y se podrían citar varios ejemplos más. Sin embargo, históricamente ha quedado demostrado que los
roces entre mandatarios y sus sucesores son inevitables, y eso lo saben dos políticos curtidos como
Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos. Uribe, sin ir muy lejos, nombró como ministro del Interior y
Justicia a Fernando Londoño, el archienemigo de su tutor y amigo Ernesto Samper, y hasta incluyó
en su gobierno a contradictores personales como Fabio Valencia Cossio, con quien llegó a darse
golpes por un incidente relacionado con la elección de la Gobernación de Antioquia. También dos de
sus contendores en las elecciones presidenciales de 2002, Noemí Sanín y Horacio Serpa, terminaron
como embajadores suyos. Por lo tanto Uribe más que nadie sabe cómo funciona la política en ese
sentido, ya que él mismo ha sido uno de sus más exitosos practicantes.

En su interpretación más amplia, el memorial de


agravios es extenso. Uribe seguramente no estará
feliz con múltiples movidas de Santos en varios
frentes. Su visita a la Corte Suprema, aunque
necesaria y protocolaria, tiene aroma de
rectificación y acercamiento hacia una entidad que
se radicalizó contra Uribe. La llegada del Partido
Liberal a la coalición de unidad nacional, con César
Gaviria a la cabeza, generó una dura pelea pública
entre este último y el Presidente. La reunión con
Gustavo Petro y los anuncios de que el gobierno y
El malestar de Uribe comenzó con algunos detalles de la campaña el Polo trabajarán algunos temas tampoco gustaron
santista. Al Presidente no le gustó la foto con Gustavo Petro, mucho en la Casa de Nariño. El anuncio de que la
nueva administración volverá a crear los ministerios
candidato del Polo Democrático y uno de los más contundentes
que Uribe fusionó hace ocho años -Justicia, Medio
opositores al uribismo.
Ambiente y Salud-, que se vislumbran como
necesarios, tiene tono de reversazo. Y no menos incómoda para Uribe es la felicidad que cada día
ocultan menos Ernesto Samper y Andrés Pastrana por la presencia en el nuevo equipo
gubernamental de figuras cercanas a ellos como María Ángela Holguín y Juan Mesa -en el caso de
Samper- y de Juan Carlos Echeverry y Juan Camilo Restrepo, en el de Pastrana.

Sin embargo, pese a esta larga lista de posibles factores de perturbación, son pocas las cosas que
han indignado de verdad a Uribe. La principal ha sido la llegada de Juan Camilo Restrepo al
Ministerio de Agricultura, aunque su designación ha sido muy bien recibida y ampliamente elogiada
en los círculos de opinión. Parte de la molestia de Uribe obedece a que, como se sabe, Restrepo ha
sido uno de los más duros críticos de su gobierno, particularmente del ex ministro de Agricultura
Andrés Felipe Arias, quien era el protegido del jefe de Estado. En sus columnas se opuso a las dos
reelecciones, propuso el voto por el NO en el referendo de 2003, y se fue con todo contra el gobierno
a raíz del escándalo de Agro Ingreso Seguro. En esa ocasión escribió: "Al gobierno del presidente
Uribe le encanta regalar dineros públicos a los más ricos y cobrarles pesados impuestos a los más
pobres". Y en marzo pasado, Restrepo formó parte
de un grupo de 12 reconocidos antiuribistas de la
talla de Iván Cepeda, Ramiro Bejarano, Alfredo
Molano, Cecilia Orozco y Vladdo, que publicó un
libro llamado Las perlas uribistas.

Pero los más allegados a Uribe agregan que hay


otro factor: según ellos, Santos estaba apoyando a
su propio protegido, Gabriel Silva, entonces gerente
de la Federación de Cafeteros, en que lo
reemplazara en ese cargo Genaro Muñoz y no Juan Camilo Restrepo, próximo ministro de Agricultura, fue crítico
Restrepo, que era el otro candidato opcionado. Por de Uribe. Su nombramiento chocó en el ´furibismo´.
esto el gobierno se esforzó por bloquear las aspiraciones de Juan Camilo, lo que intensificó su
conflicto con el Presidente.

En defensa de Juan Manuel se podría alegar que Juan Camilo no solo criticó a Uribe sino también al
propio Santos. En una reciente columna manifestaba su rechazo a la actitud del entonces candidato,
quien alegaba que había "salvado al gobierno de Andrés Pastrana" con su gestión como ministro de
Hacienda. Restrepo, quien había sido su antecesor en ese cargo, le reviró señalando que el grueso
del camino a la recuperación había sido trazado por él. Todos estos rifirrafes son relativamente
menores e insignificantes, pero para los santistas adquieren peso como prueba de que el Presidente
electo hace a un lado las consideraciones personales en aras de escoger a los funcionarios
indicados.

Otro nombramiento que en teoría podría alterar a Uribe sería el de Germán Vargas Lleras, a quien los
gabinetólogos pronostican como próximo ministro del Interior. En Palacio consideran que en el
Congreso de la República Germán Varón Cotrino, en su calidad de presidente de la Cámara y
miembro de Cambio Radical, embolató la discusión de la ley que habría permitido la aprobación del
referendo reeleccionista, y que algo semejante
hicieron los amigos de Vargas Lleras en el Consejo
Nacional Electoral.

Sin embargo, Vargas Lleras había sido un


conspicuo y leal miembro de la coalición de
gobierno en los últimos dos cuatrienios hasta que se
opuso a la segunda reelección de Uribe. A pesar de
A Uribe no le gustó que Germán Vargas terminara apoyando la esto, tuvo el cuidado de que la bancada de Cambio
campaña santista. También podría molestarle que fuera Ministro Radical apoyara todos los proyectos del gobierno en
el Legislativo, y durante la campaña jamás hizo
del Interior.
comentarios críticos o desobligantes contra el
Presidente. Su posición de uribista antitercer período lo distanció del Presidente, pero interpretó el
sentimiento de amplios sectores de la opinión pública, incluyendo uribistas. Por otra parte, Vargas es
un jefe político a nivel nacional y difícilmente puede ser excluido de un gobierno de unidad nacional.
Un tema que aleja a Álvaro Uribe y a Juan Manuel Santos es el del futuro del Partido de la U y quién
ejercerá su liderazgo. La colectividad es uribista por vocación pero fue Santos quien operó la
mecánica de su creación. En las últimas semanas algunos voceros del uribismo pura sangre han
propuesto que el actual Presidente asuma la jefatura formal. Lo hizo José Obdulio Gaviria en su
columna de El Tiempo. Según dijo, "la primera obligación histórica de Uribe debiera ser dedicar su
mayor esfuerzo a consolidar el Partido (de la U)", y se considera que, por su cercanía con Uribe,
Gaviria no publicaría una opinión sobre este tema sin consultarla con su jefe. Otro miembro del
círculo más cercano, Ernesto Yamhure, se quejó por la falta de miembros ligados al gobierno saliente
en los primeros nombramientos del gobierno entrante: "¿Será que en la cacareada unidad nacional
caben todos menos los uribistas? Porque el antiuribismo biliar ya ingresó con Juan Camilo Restrepo a
la cabeza", escribió en su columna de El Espectador.

Estos mensajes hacen pensar que existe la posibilidad de que se presente una rivalidad de hecho
entre Uribe y Santos por la dirección de la U. Y aunque en la colectividad hay muchos motivos de
agradecimiento con Uribe, porque fue a su lado que surgió, creció y llegó a convertirse en la primera
fuerza política del país en solo cuatro años, varios sectores tienen una estrecha afinidad con Santos,
porque trabajaron hombro a hombro con él en las recientes elecciones, tanto las de marzo, para
Congreso, como en las presidenciales. Santos y Uribe tienen coincidencias ideológicas, pero pueden
tener preferencias diferentes en cuanto a los nombres que cada uno de ellos quiera promover dentro
del partido. Y en esos ajedreces burocráticos la ventaja por lo general la lleva el entrante frente al
saliente. La dura realidad es que los políticos se mueven hacia donde están los puestos, y en ese
sentido resulta más atractivo quien los puede entregar en el futuro que quien los entregó en el
pasado.

Los escenarios para un posible conflicto entre estos dos pesos pesados no están circunscritos a los
episodios burocráticos. Hay temas que son simplemente considerados cuestiones de honor, como
podría ser para Uribe el cambio de la terna para la Fiscalía. Él siempre ha insistido en que de acuerdo
con la Constitución las facultades de la Corte se deben limitar a la escogencia de uno de los tres
nombres enviados por el Presidente. Dado el choque de trenes que hay hoy entre la rama judicial y la
ejecutiva, este proceso se ha bloqueado con la Corte Suprema argumentando que la terna no ha sido
idónea. En estas circunstancias Uribe vería mal que a Santos le diera por cambiar la terna. Pero no
es imposible que esto suceda si es la manera más rápida de superar el impasse y dejar atrás este
desagradable enfrentamiento.

Todo lo anterior indica que es probable que la tensión aumente, los rifirrafes se multipliquen y una
especie de guerra fría tienda a consolidarse. Su explicación tiene que ver con las diferencias de estilo
y de intereses de corto plazo que tienen cada uno de los dos presidentes, más que con el choque de
dos proyectos opuestos. Es natural que Uribe se obsesione con la defensa de "la obra" pero también
es lógico que Santos quiera dejar su huella propia ante la historia. Y eso a la larga los alejará, a pesar
de que ambos harán lo posible por evitarlo, moderarlo y postergarlo. A diferencia de lo que ocurre
cuando el poder pasa de manos de un partido de gobierno a una fuerza de oposición, en este caso no
habrá espejo retrovisor por parte de Santos, ni críticas prematuras en boca de Uribe. Pero aun así
parece inevitable que crezca la tensión.

Semana.com ©2008.

http://semana.com/noticias-portada/fin-luna-miel/141847.aspx
En 100 años...

Opinión ¿Por qué recordarán más a Uribe? ¿Por haber triplicado los
subsidios de Familias en Acción, o por haber mantenido el desempleo
más alto de América Latina?

María Jimena Duzán

¿Cómo se verá en cien años el gobierno de Uribe? ¿Perdurará


el legado uribista de la seguridad democrática o se recordarán
más los escándalos de corrupción que consumieron gran parte
de su segundo gobierno? ¿Qué quedará para la historia: el
documento del 2019 en el que Uribe quiso plasmar los cimientos sobre los cuales habría de edificarse
la doctrina de la seguridad democrática o su apego al poder y su inquebrantable vocación
reeleccionista?

¿Acaso será recordado como el Presidente que pacificó el país, que arrinconó a las Farc y que logró
la desmovilización de los jefes más reconocidos del narcoparamilitarismo o, por el contrario, será
recordado por haber sido el gobierno en que los paras se recompusieron y el país perdió la
oportunidad de reparar a las víctimas de esas masacres?

¿Por qué será recordado Álvaro Uribe en los textos de historia del futuro: por haber rescatado al país
de las fauces de las Farc y haber consolidado un Ejército capaz de realizar operaciones Jaque
concebidas para liberar a los secuestrados sin regar una sola gota de sangre, o por haber permitido
las ejecuciones extrajudiciales de jóvenes inocentes a quienes el Ejército hacía aparecer como
guerrilleros muertos en combate?

¿Su forma de gobernar, su manera de intervenir en todos los microcosmos de la política, será
recordada como un acierto porque acercó el gobernante al pueblo y a sus necesidades o, por el
contrario, será recordada como la causante de una de las peores crisis institucionales, una que tuvo
que ser recompuesta por su sucesor, Juan Manuel Santos, quien se vio en la penosa tarea de volver
a crear los cinco ministerios que Uribe acabó?

Y pregunto: ¿Los estratos uno, dos y tres por qué lo recordarán más: porque les puso un puesto de
policía en su municipio, porque triplicó el número de colombianos con salud en el régimen subsidiado
-qué importa que no tuviera plata para hacerlo- o por haber sido el gobierno que acabó con la salud?
¿Por qué lo recordarán más: por haber triplicado los subsidios de Familias en Acción o por haber sido
el gobierno que mantuvo la tasa de desempleo más alta de América Latina en las primeras décadas
del siglo XXI?

¿Qué dirá la historia cuando vea en retrospectiva estos ocho años en materia de derechos
democráticos? ¿Quedará como la época en que "festejamos nuestras diferencias, aprendimos el
significado de la tolerancia y a vivir entre la diversidad", tal y como lo pregona la propaganda de la
conmemoración del Bicentenario que anuncia la celebración de un concierto al mejor estilo de Jorge
Barón para el 20 de julio? ¿O, por el contrario, quedará inscrita esta época como una de las más
intolerantes del siglo XXI: una en la que los individuos que se apartaron de la opinión dominante
fueron estigmatizados injustamente y señalados de ser agentes indirectos del terrorismo?

¿Y cómo recordarán las minorías al presidente Uribe? ¿Como el gobierno que las exaltó hasta el
extremo de nombrar una ministra negra -qué importa que no supiera nada de cultura- o como el
gobierno en que los derechos de las minorías quedaron supeditados al peso implacable de las
mayorías?

¿Esta vuelta a los tiempos de los escapularios y las bendiciones que nos deja como legado el
régimen de Uribe perdurará en el tiempo o es que acaso el país va a volver por el precepto
constitucional de que el Estado debe ser laico y de que en Colombia hay libertad de cultos?
¿Prevalecerá el derecho divino sobre el derecho de la mujer a disponer de su alma y de su cuerpo
como lo quiere el procurador Alejandro Ordóñez? ¿Uribe será recordado por haber acabado al
Partido Liberal o por haber creado un partido nuevo como la U?

¿En cien años estaremos todavía esperando a saber la verdad de lo que en realidad fue el
narcoparamilitarismo? ¿Seguiremos diciendo que no hay conflicto? ¿Habremos acabado con las Farc
o las Farc habrán terminado con nosotros?

Aquí les dejo estas preguntitas para que festejen este Bicentenario tan opaco en reflexión y tan lleno
de espectáculos sin importancia.

Semana.com ©2008.

http://semana.com/noticias-opinion/100-anos/141842.aspx
Top de funcionarios investigados
en el gobierno de Uribe
A pocas semanas de que termine el mandato de Álvaro Uribe Vélez, la justicia sigue llamando a los
estrados a funcionarios y ex funcionarios de su gobierno. El miércoles fueron citados a interrogatorio
por el episodio de las 'chuzadas' Jorge Mario Eastman, viceministro de Defensa; José Obdulio
Gaviria, ex asesor presidencial; Edmundo del Castillo, secretario jurídico de la Presidencia, y César
Mauricio Velásquez, jefe de prensa. Estas personas, sin embargo, no están siendo acusadas
formalmente de ningún delito.

No es el caso de otros alfiles del Presidente, que están detenidos, investigados penalmente o con
pliego de cargos de la Procuraduría. Eso sin contar los funcionarios de menor nivel o los aliados del
Congreso que están en la cárcel o en medio de un proceso penal o disciplinario.

Este es el top de funcionarios y ex funcionarios cercanos al Presidente con cuentas pendientes con la
justicia. Es importante aclarar que varios de ellos no han sido condenados, y el hecho de que esté
investigados no implica per se que sean culpables.

Jorge Noguera, director del DAS (2002-2005)

Está acusado como determinador de tres homicidios ejecutados por los


paramilitares. También está acusado por abuso de autoridad y uso de
información privilegiada. Como director supuestamente usó la inteligencia del
Estado - mediante el G3 - para ‗chuzar‘ e intimidar a defensores de derechos
humanos, periodistas y opositores, y parte de la información habría llegado a los grupos paramilitares.
El proceso está en etapa de juicio.

Andrés Peñate, director del DAS (2005-2007)

Fue llamado a indagatoria el año pasado por las ‗chuzadas‘ del DAS. Según
la Fiscalía, durante la administración de Peñate continuaron las
interceptaciones ilegales e intimidaciones bajo un nuevo grupo conocido
como 'Goni'. El proceso sigue en investigación previa.

María del Pilar Hurtado, directora del DAS (2007-2008)

También fue llamada a indagatoria por la Fiscalía por las ‗chuzadas‘. En otro
proceso, fue recientemente citada a interrogatorio para que explique las
reuniones que hubo entre ella y altos funcionarios de Palacio para discutir
información sobre seguimientos a magistrados de la Corte y líderes políticos.
Bernardo Moreno, secretario general de la Presidencia

En mayo pasado, la Procuraduría General de la Nación le dictó pliego de


cargos por haberse extralimitado en sus funciones al solicitarle al DAS y
la Unidad Administrativa Especial de Información y Análisis financiero sobre
los magistrados de la Corte Suprema. También está en el grupo de
funcionarios y ex funcionarios que fueron citados a interrogatorio en uno de los procesos de las
‗chuzadas‘.

Sabas Pretelt, ministro del Interior (2003-2006) y embajador de


Colombia en Italia

En mayo pasado, el vicefiscal encargado Fernando Pareja acusó al ex


ministro ante la Corte Suprema por las dádivas que habría entregado en 2004
a cambio del voto favorable de algunos congresistas a la reelección
presidencial. Por este caso, conocido como ‗Yidis-política‘, ya fueron condenados los ex
representantes Yidis Medina, Teodolindo Avendaño e Iván Díaz Mateus. Pretelt enfrentará la etapa
de juicio ante la Corte Suprema.

Diego Palacio Betancourt, ministro de la Protección Social

Palacio está investigado por la Fiscalía por cohecho, en el mismo episodio de


la ‗Yidis-política‘. Rindió indagatoria en el proceso, pero aún la Fiscalía no ha
resuelto su situación.

Mario Aranguren, ex director de la UIAF

En mayo pasado la Fiscalía lo acusó por concierto para delinquir agravado,


prevaricato y abuso de la función pública, en relación con las ‗chuzadas‘ a
magistrados, periodistas, opositores y defensores de derechos humanos.
Aranguren, que está actualmente detenido, habría sido quien entregó a la
Presidencia información financiera reservada sobre los magistrados de la
Corte Suprema.

Salvador Arana, embajador de Colombia en Chile (2005)

Fue condenado a 40 años de prisión por los delitos de concierto para


delinquir, desaparición forzada y homicidio agravado del ex alcalde de El
Roble, Eudaldo Díaz Salgado, ocurrido en mayo de 2003. Arana fue
gobernador de Sucre.
Juan José Mosquera Chaux, embajador de Colombia en República
Dominicana (2008-2009)

Fue capturado en mayo pasado por posibles nexos con grupos paramilitares.
Según el paramilitar desmovilizado ‗HH‘, Mosquera – que fue gobernador del
Cauca – buscó el respaldo político de los paramilitares. Por estos hechos,
está siendo investigado por la Fiscalía. Mosquera también estuvo presente en
la reunión de la Casa de Nariño con el paramilitar ‗Job‘.

Francisco Santos, vicepresidente de la República Santos

Fue mencionado en los testimonios de Salvatore Mancuso y otros


paramilitares, quienes dijeron que éste les había propuesto crear el Bloque
Capital de las Autodefensas. La investigación había sido cerrada, pero a
finales de 2009 la Fiscalía la reabrió y llamo a versión libre al Vicepresidente.

Luis Camilo Osorio, ex fiscal general y embajador de Colombia en


México

En la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes hay 40


procesos en curso en su contra. El más viejo es de 2002, cuando Osorio era
Fiscal General. Hay otros por prevaricato y delitos ―por determinar‖. La
acusación más grave en su contra es por paramilitarismo. Algunos ex
funcionarios de la Fiscalía han denunciado que durante la administración de Osorio se desviaron y
cerraron investigaciones clave sobre este tema. Ninguna de los procesos ha avanzado.

Juan Carlos Vives, director de la Dirección Nacional de


Estupefacientes (2005-2007)

Vives abandonó el DNE en medio de polémicas [1] por el manejo de los


bienes incautados y las irregularidades en los inventarios. Posteriormente, las
autoridades panameñas comenzaron a investigar [1] los movimientos de altas
sumas de dinero de Vives y su hermano en cuentas bancarias de ese país. El mismo rastreo se hizo
en cuentas norteamericanas. Se desconoce el estado de estas investigaciones.

Mario Montoya, ex comandante de las Fuerzas Militares y


embajador de Colombia en República Dominicana

En 2009, la Fiscalía General de la Nación le abrió investigación [2] preliminar


por la posible participación de los paramilitares en la Operación Orión. Esta
operación se llevó a cabo en octubre de 2002, y consistió en la entrada de las
Fuerzas Militares en la Comuna 13 de Medellín, con el objetivo de atacar las
milicias urbanas de las Farc. Por otra parte, en febrero de 2010 varios coroneles acusaron [3] a
Montoya de haber planeado la Operación Fénix, que terminó con la masacre de ocho civiles en San
José de Apartado.
Mauricio Santoyo Velasco, ex jefe de seguridad de la Presidencia

En diciembre de 2004, la Procuraduría destituyó [4] a Santoyo por cinco años


por ser el responsable de cerca de 1.800 interceptaciones ilegales a
defensores de derechos humanos en Medellín. Santoyo demandó la decisión
ante el Consejo de Estado y fue restituido al servicio activo.

Manuel Cuello Baute, ex superintendente de Notariado y Registro

Confesó ante la Corte Suprema de Justicia que había entregado más de 30


notarías a congresistas como contraprestación por el voto favorable al
proyecto de ley que permitió la reelección presidencial. Para entonces, Cuello
Baute ya había sido condenado por el delito de concusión. Según la
sentencia, Cuello había exigido diez novillos a un notario a cambio de revocar
una sanción en su contra.

NOTAS:
[1] http://www.semana.com/wf_ImprimirArticulo.aspx?IdArt=96275
[2] http://www.verdadabierta.com/parapolitica/antioquia/1433-fiscalia-inicio-investigacion-contra-ex-
generales-mario-montoya-y-leonardo-gallego-
[3] http://www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo189371-piden-vincular-mario-montoya-
masacre-de-san-jose-de-apartado
[4] http://www.procuraduria.gov.co/html/noticias_2004/noticias_399.htm
[5] http://www.lasillavacia.com/sites/default/files/images/16508_HOME_top15.gif
[6] http://www.lasillavacia.com/sites/default/files/images/16508_rotador_top15.gif
[7] http://www.lasillavacia.com/historia/16428

http://www.lasillavacia.com/historia/16508
DEBATE “A” LA IZQUIERDA

REVISTA DESARMAR LOS MERCADOS N° 0 ABRIL DE 2010

Los movimientos de izquierdas pueden llegar al gobierno pero, sin


embargo, no tienen el poder
Eric Toussaint

La conquista de una verdadera soberanía del pueblo mediante un gobierno de


izquierdas no se logrará de forma natural. La historia muestra de forma palmaria
que sólo el acceso inicial al control económico permite alcanzar el poder político que
lo consolide. Es necesario, pues, potenciar el cambio de la estructura económica mediante el
fortalecimiento del sector público, la autoorganización de las bases y la imprescindible presión popular.
El problema se planteó en Ecuador con la elección de Rafael Correa en 2006, en Venezuela con la
de Hugo Chávez en 1998, en Bolivia con la de Evo Morales en 2005… Al igual que con la elección
de Salvador Allende en 1970 en Chile. La cuestión se plantea para cualquier movimiento de izquierda
que llegue al poder en una sociedad capitalista. Cuando una coalición electoral o un partido de
izquierda llegan al gobierno no tiene el poder, porque el poder económico está en manos de la clase
capitalista (grupos financieros, industriales, bancarios, grandes medios privados, el gran comercio,
etc.). Esta clase capitalista tiene el poder económico. Además, controla el Estado, el poder judicial,
los ministerios de Economía y Finanzas, el Banco Central… En Ecuador, como en Bolivia o
Venezuela, si el gobierno quiere realmente cambiar estructuras, debe, inexorablemente, entrar en
conflicto con el poder económico para poder poner fin al control de la clase capitalista sobre los
medios de producción, de servicios, de comunicación y sobre el Estado. En estos países, el gobierno
está en conflicto con la clase capitalista pero los cambios estructurales en el ámbito económico
todavía no se han realizado. Venezuela, que es el país donde los cambios están más avanzados,
sigue siendo claramente un país capitalista.

Ensayemos una comparación histórica. En 1789, cuando gracias a la revolución francesa la


burguesía tomó el poder político en Francia, ésta clase ya poseía el poder económico. Antes de
conquistar el poder político en 1789, los capitalistas franceses eran acreedores del rey de Francia y
propietarios de los principales mecanismos del poder económico, o sea, la banca, el comercio, las
manufacturas y una parte de las tierras. Después de la conquista del poder político, la burguesía
dominó totalmente el Estado y expulsó a los representantes de las antiguas clases dominantes
(nobleza y clero), o las sometió totalmente. El Estado se convirtió en un mecanismo bien aceitado al
servicio de la acumulación de capital.

A diferencia de la clase capitalista, el pueblo no tiene la capacidad de tomar el poder económico si


antes no accede al gobierno. La repetición para el pueblo de la ascensión progresiva hacia el poder
que realizaron los burgueses en el marco de la sociedad feudal o de la sociedad de pequeña
producción de mercaderías es imposible. El pueblo no acumula riquezas materiales a gran escala, no
dirige empresas industriales, ni bancos, ni el gran comercio ni otros servicios. Es a partir del poder
político que el pueblo puede emprender las transformaciones en el nivel de la estructura económica
y comenzar la construcción de un nuevo tipo de Estado basado en la autogestión. Y es por ello por
lo que es fundamental instaurar una relación interactiva entre un gobierno de izquierda y el pueblo.
Éste debe reforzar su nivel de autoorganización y construir desde la base estructuras de poder
popular.

Esta relación interactiva, dialéctica, puede llegar a ser conflictiva si el gobierno duda en la toma de las
medidas que reclama la «base». La presión del pueblo es vital para convencer a un gobierno de
izquierda de que profundice el proceso de cambios estructurales que implican una redistribución
radical de la riqueza en favor de las y los que la producen. Para ello, se debe acabar con la propiedad
capitalista de los grandes medios de producción, de servicios, de comercio y de comunicación
transfiriéndolos hacia el sector público y desarrollando o reforzando otras formas de propiedad con
función social: la pequeña propiedad privada (especialmente en la agricultura, la pequeña industria,
el comercio y los servicios), la propiedad cooperativa, la propiedad colectiva y las formas de
propiedad tradicional de los pueblos originarios (que, en general, tienen un alto grado de propiedad
colectiva).

“CAMINO DIEZ PASOS,

ELLA SE CORRE DIEZ PASOS.

CORRO CIEN METROS,

ELLA SE ALEJA CIEN METROS.

POR MÁS QUE YO LA PERSIGA

JAMÁS LA ALCANZO.

¿ENTONCES PARA QUÉ SIRVE


LA UTOPÍA?

SIRVE PARA ESO:

PARA HACER CAMINAR.

EDUARDO GALEANO
LA CORDaL

Ejército reveló pruebas incontrovertibles de presencia de “Iván


Márquez” en Venezuela

Este blog revela de forma EXCLUSIVA las pruebas del Ejército sobre la presencia de la guerrilla en Venezuela.
Segùn el Ministro de Defensa, la guardia pretoriana de Ivàn Màrquez la componen dos furiosos French Poodles.
El ministro Gabriel Silva dijo en la rueda de prensa privada con los directores de medios: "Algunos apátridas
creen que el anuncio es una cortina de humo para tapar los señalamientos de Marìa del Pilar Hurtado, ex
directora del DAS, respecto a que Bernardo Moreno, secretario de la Presidencia y mano derecha de Uribe, le
ordenó hacer seguimientos a la Corte Suprema de Justicia".

http://uribestiario.wordpress.com/2010/07/15/ejercito-revelo-pruebas-incontrovertibles-de-presencia-de-ivan-marquez-en-venezuela/?

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