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FRANTZ FANON Piel N egra, Maéscaras Blancas EDITORIAL ABRAXAS BUENOS AIRES ‘Titulo original: Peau noire, masques blancs... ‘Traduccién: ANGEL ABAD Disefio grafico: SERGIO CAMPOREALE © by Editorial Abraxas, 1973, Asamblea 1130, Buenos Aires, Argentina. Hecho el depésito que marca Ia ley 11728, Impreco en In Argentina, Printed in Argentina, Libo de Edicién Argentina, INTRODUCCION Yo hablo de millones de hombres a quienes sa- diamente se les ha inculcado el miedo, el com- plejo de inferioridad, el temblar, la genufle- zién, la desesperacion, el servilismo. (A. 06 saire, Discours sur le colonialisme.)" La explosién no tendré lugar hoy. Es demasiado pron- to... 0 demasiado tarde. No vengo en absoluto armado de verdades decisivas. Mi conciencia no esté transida de resplandores esenciales. Sin embargo, con toda naturalidad, pienso que seria bueno decir unas’ cuantas cosas que vale la pena que sean dichas. Estas cosas voy a decirlas, no a gritarlas, Porque hace tiempo, bastante tiempo, que el grito salié de mi vida, Realmente, queda muy lejos... 2Por qué escribir esta obra? Nadie me lo habla pedido, Sobre todo, no me la pidieron aquellos a los que va dirigida. 2Entonces? Entonees, con calma, respondo que en la tie. ra hay demasiados imbéciles, Claro que una afirmacién co- mo esta hay que probarla. Hacia un nuevo humanisme... La comprensién entre los hombres... Nuestros hermanos de color... Yo creo en ti, Hombre. El prejuicio de raza Comprender y amar... por doquier me asaltan e intentan imponérseme dece- nas y centenas de piginas Sin embargo, una sola linea bas taria, Una sola respu i ere Uns ola respuesta y ol problema negro se despoja de Qué quiere ei hombre? a quiere el hombre negro? i yo quisiese ganarme a pulso ef resentimiento de sni hermanos de color, yo diria que el Negro no es on homer, -,f*¥ wna zona de no-ser, una regién extraordinariamente estéril y Srida, una cuesta esencialmente calva, a cuyo térmi, Be puede nacer un auténtico surgimiento. En la mayoria de los casos, el negro no goza el beneficio de realizar oste des. cendimiento a los verdaderos Infiernos. _ El hombre no es solamente posibilidad de reemprendi- miento, no es s6lo negacién. La conciencia es actividad de trasceudencia; si esto es verdad, hemos de saber también que esta trascendencia est4 transida por el problema del amor ¥ Ja comprensién. E] hombre es un SI que vibra con las ar- monias e6smaicas. Arrancado de cuajo, dispersado, confundi. do, condenado a contempiar la disolucin, una tras otra, de las verdades por él elaboradas, el hombre dejaré algin dia de Proyectar sobre el mundo una antinomia que le es eoexistente. El negro es un hombre negro; es decir, que al ealor de tuna serie de aberraciones afectivas, se ha instalado en el inte. rior de un universo del que bueno-ser4 hacerle salir. El problema tiene su importancia, No buscamos otra cosa, nada menos, aie lberar al hombre de color de si mismo. a remos muy. lent 2 Bnee yees—amuy lentamente, porque thay dos campos: el Interrogaremos una y otra vex a las dos metafisicas; ya veremos que muchas veces son muy disolventes, No tendremos ninguna piedad para con los viejos gober- nedores ni. para los antiguos misioneros. Para nosotros, el . que_adora a los negros esté tan “enfermo” como el que los execra. ¥ al revés, el negro que quiere blanquear su raza es tan desgraciado como el que predica el odio. al blanco. En el absoluto, el negro no es més digno de amor que el chevo, y en verdad de lo que se trata es de desamarrar y soliar al hombre. Este libro deberia haberlo eserito hace tres afios... Pe- ro, entonces, las verdades nos quemaban. Hoy, podemos decirlas sin fiebre. No hay necesidad de arrojar estas ver- dades a la cara de los hombres. Su intencién no es entusias- mar. Desconfiamos del entusiasmo. Siempre que lo hemos visto despuntar en alguna parte, anunciaba fuego, hambre, miseria-.. También, el desprecio al hombre. E] entusiasmo es por excelertcia el arma de Jos impotert- tes, de los que calientan el hierro para forjarlo inmediata- mente, Nos gustaria ealentar el capatazén del hombre y par- tir. Quizé legésemos a este resultado: el Hombre mantenien- do este fuego por auto-combustién. Ei Hombre liberado del trampolin que es la resistencia del otro y cavando en su carne para encontrarse un sentido, Solo" unos pocos de los que nos lean adivinarén las difi- cultades que hemos tenido pars redactar esta obra. a En un perfodo en que Ja duda eseéptica se ha instalado en el mundo, y en que; al decir de una pandilla de marranos, ya no es posible discernir el sentido del sinsentido, arduo es bajar 2 un nivel en el que todavia no se han empleado las eate- gorias del sentido y el sinsentido, : El negro quiere ser blanco,’ El blanco busca apasiona- damente realizar una condieién de hombre. Bn esta obra iremos viendo cémo se elabora un ensayo de comprensién de la relacién negro-blanco. El blanco esta encerrado en su blancurs. El negro en su negrura. Intentaremos determinar las tendencias de este doble narcisismo y las motivaciones a las que nos remite, ‘Al comienzo de nuestras reflexiones, nos habia parecido 9 inoportuno explicitar las conclusiones que van a leerse, E] deseo de terminar con un circulo vicioso fue el Gnico guia de nuestros esfuerz0s. Es un hecho: hay blaneos que se consideran superiores a los negros. Otro hecho: hay negros que quieren demostrar_a Jos blancos, cueste lo que cneste, la rigueza de su pensamiento, Ja igual potencia de su espfritu. 4Cémo salir de este circulo? Hace un instante empleados la palabra narcisismo. En efecto, pensamos que sélo una interpretacién psicoanalitica del problema negro puede revelar las anormalidades afectivas responsables del edificio de los complejos. Trabajamos por una curacién total de este universo mérbido. Estimamos que un individuo ha de tender a asumir e] universalismo inhe- rente a la condicién humana, Al decir esto pensamos, indife- rentemente, en hombres como Gobineau 0 en mujeres como Mayotte Capécia. Mas, para conseguirlo, es urgente desem- barazarse de toda una serie de taras y secuelas del periodo infantil. La desgracia del hombre, decia Nietasche, es haber sido nifio. Sin embargo, diffcilmente podriamos olvidar, como lo da a entender Carlos Odier, que el destino def neurdtico sigue estando en sus propias manos. Por penosa que pueds sernos esta constatacién, estamos obligados a hacerla: para el negro, sélo hay un destino, ¥ este destino es blanco. Antes de abrir el proceso, tenemos que decir algunas co- sas, El andlisis que acometemos es psicolégico. No obstante, es evidente que para nosotros la verdadera desalienacién del negro implica una toma de conciencia abrupta de las realida- des econémicas y sociales. El complejo de inferioridad se deriva de un doble proceso: — Econémico, en primer lugar. — Por interiorizacién 0, mejor, epidermizacién de esta interioridad, después. Reaceionando contra la tendencia constitueionalista de finales del siglo x1x; Freud, mediante el psicoandlisis, pidié ° 10 que se tuviese en cuenta el factor individual, Freud substi- tufa la tesis filogenstica por la perspectiva ontogenética. Ya veremos més adelante que la alienacién del negro no es una cuestiOn individual. Junto a la filogenia y la ontogenia esta fa sociogenia, En un cierto sentido, y valga como respuesta a Leconte y Damey!, digamos que se trata de un sociodiag- néstico. 2Cuél es el pronéstico? Pero la Sociedad, al contrario de lo que ocurre en los Procesos bioquimicos, ‘no escapa a a influencia humana, El hombre es aquello por medio de lo cual la Sociedad es, El pro- néstico esté en manos de los que quieran sacudir sin mira. mientos las carcomidas rafces del edificio. El negro ha de luchar en dos planos: habida cuenta de que, histéricamente, ambos se condicionan, toda liberacién unilateral es imperfecta; el peor de los errores seria creer en su dependencia mecdnica, Ademés, los hechos contradicen una semejante inclinacién sistemética, Ya lo demostraremos, Por una vez, la realidad reelama una comprensién total. Tanto en el plano objetivo como en el subjetivo hay que en contrar una solucién. ‘No vale la pena venir aqui a proclamar que se trata de salvar el] alma con aires de compungido mea culpa. Sélo habré una desalienacién auténtiea en la medida en que las cosas recuperen su lugar, en el sentido mas ma- terialista, En _una obra de peicologia es de buen gusto avanzar un punto de vista metodolégico. Renunciamos a la costumbre. Dejamos los métedos a los boténicos y a los mateméticos. Hay un momento en que los métodos se reabsorben, Nos gustaria colocarnos en él. Intentaremos descubrir Jas diferentes posiciones que adopta el negro ante la cf zacién blanca. No nos referiremos aqu{ al “‘salvataje de la selva”. Y 3 que, para él, algunos elementos todavia no tienen significado propio. 1M, Leconte y A. Damey. Hszai eritigne des nosopraphics pshychia- triques actuelles, i cb Estimamos que, a causa de Ia presencia de las razas blanca y negra, hay un complejo masivo psico-existencial, Al analizarlo apuntamos a su destruccién. ‘Muchos negros no se descubriran a sf mismos en las pégi- nas que siguen. Algo semejante les ocurriré a muchos blancos, Pero el que yo me sienta extrafio al mundo de la esquizo frenia o al del impotente sexual no afecta para nada Ja reali- dad de ambos. Las actitudes que me proponigo describir son verdaderas. ‘Laz he comprobado un namero incalculable de veces. H Taentifiqué un mismo componente de agresividad y pa- sividad)en los estudiantes, obreros y chulos de Pigalle o de Marsella. Esta obra es un estudio elinieo, Los que se reconozcan en ella creo habrén avanzado un paso. Quiero verdadera- mente que mi hermano, negro o blanco, sacuda con la mayor energia ol lamentable eaparazén de servidumbre construido durante siglos de incomprensién. ‘La arquitectura del presente trabajo se sitéa on la tem- poralidad. Todo problema humano reclama ser considerado a partir del tiempo. Pues el ideal supone siempre que el pre- sente sirve para construir lo porvenir. Este porvenir, este futuro no es el del cosmos, sino al de mi siglo, mi pais, mi existencia, De ninguna manera me pro- pondré la preparacién del mundo que me sobrevivird. Perte- nezco irreductiblemente a mi época, Yo viviré para ella, El futuro seré una construccién sos- tenida por el hombre existente. Esta edificacién se vincula con el presente en la medida en que pongo este tiltimo como algo a rebasar. Los tres primeros capitulos se refieren al negro moder- no, ‘Tomo al negro actual ¢ intento determinar sus actitudes en el mando blanco. Los dos tiltimos estén consagrados a un intento de explicacién psicopatolégica y filoséfica del ezistir del negro. EI andlisis es, sobre todo, regresivo. Los capitulos cuarto y quinto se sitdan en un plano esen- cialmente diferente. 12 En el capitulo cuarto critico un trabajo* que, a mi jui- cio, es peligroso, El autor, Mannoni, es por lo demas cons- ciente de su ambigiiedad. Quiz4 sea éste uno de los méritos de su testimonio, Mannoni ha intentado dar cuenta de una situacién. ‘Tenemos derecho a declararnos insatisfechos. Te- nemos el deber de mostrar al autor en qué nos apartamos de €, BI capitulo quinto, que he titulado “La experiencia vi- vida del negro”, es importante por més de un concepto. Muestra al negro ante su propia raza, El lector se apercibiré de que no tienen nada que ver negro de este capitulo con ese otro que aspira a acostarse con la blanca, En este dltimo se descubria el deseo de ser blanco. Em cualquier caso, una sed de venganza. Por el contrario, en esta obra contempla~ remos los esfuerzos de un negro que busee. encarnizadamente ‘qescubrir el sentido de la identidad negra, La civilizacion blanca y la cultura europea han impuesto al megro una des- viacién existencial, Ya mostraremos cémo lo que se Wlama el alma negra es una construccién del blanco. E] negro evolucionado, esclavo del mito negro, volunta- rio, césmico, siente en un momento dado que su raza ya n0 le comprende. © que él ya no la comprende. Entonces, se felicita y, desarrollando esta diferencia, esta incomprensién, esta desarmonfa, halla e] sentido de su verda- dera humanidad 0, cosa muy rata, quiere anclar en el seno de su pueblo. Entonces, es la rabia en los labios, el vértizo en el corazén; se clava en el gran agujero negro. Ya veremos cémo esta actitud, tan absolutamente bella, rechaza la actua- Midad y lo porvenir en nombre de un pasado mistico. Antillano de origen, mis observaciones y conclusiones sélo valen para lag Antillas, por Io menos en lo que concierne al negro en au tierra, Habria que hacer un estudio consagra- do a explicar lat divergencias existentes entre antillanos y africanos. Quizd lo haga algin dia. Qaizé, ya para entonces, sea inGtil; entonees nos felicitaremos. 2 Paychologie de la colonisation, 0 Mannoni (Td. du Seuil, 1950). bt 1B I. EL NEGRO Y EL LENGUAJE Concedemos una importancia fundaments) al fenémeno del lenguaje, Por esto estimo necesario este estudio, que ha- bra de procurarnos uno de los elementos de comprensién de la dimensién para-otro del hombre de color. Damos por su- puesto que hablar es existir absolutamente para el otro. El negro tiene dos dimensiones, Una con su congénere, otra con el blanco. Un mismo negro se camporta de modo diferente con un blanco y con otto negro. Que esta gran dispa- ridad sea una consecuencia de la aventura colonialista, nadie To pone en duda... Que alimente su vena principal del cora- zn de las diferentes teorfas que han querido hacer del negro al Iento caminar del mono al hombre, nadie se atrove ya Boner en dua, Son evidencias objetivas ane expresan Ja Pero, une vez dado cuenta de esta sitnacién, un : prendida, nos encontramos con que la tarea no’ cata termine da... 1Cémo no escuchar de nuevo, desandando los peldafios de la Historia, aquella’ vor: “Ya no se trata de conocer el mundo, sino de transformarto!” En nuestra vida, se trata absolutamente de esto. Hablar. Esto significa emplear una cierta sintaxis, po- goer J morfologia, de éia o aquela lengu pero, fundamen- ente, es asumir una cult i talent; a ella, soportar el peso de ana 14 Pero como Ja situacién no presente, un sentido dnico, la exposicién lo habré de tener en cuenta, Quiera é) lector con- sentirnos algunos puntos que, por inaceptables que le parez- can al principio, encontraran més tarde en los hechos el erite- rio de su exaetitud. ‘El problems que abordamos en este capitulo es el si- guiente: el negro antillano seri tanto mas blanco, es decir, ge parecer tanto més al verdadero hombre, eusnto mas y me- jor haga suya la lengua francesa. No ignoramos que ésta es una de las actitudes del hombre ante el Ser. ‘Un hombre que posee la lengua posee, de rechazo, el mundo implieado y ex presado por esta lengua, Ya se ve a-dénde queremos llegar: en la posesion del lenguaje hay un poder extraordinario, Bien Jo sabia Paul Valéry, quien llamaba al lenguaje “el dios en la carne extraviado” *. Nos proponemos estudiar este fenémeno en una obra at- tualmente en preparacion?. ‘Por el momento, quisiéramos simplemente mostrar por ‘qué el negro antillano, sea cual fuere, tiene siempre que en- cararse con el lenguaje, Més atin, ampliaremos el horizonte Ge nuestra descripcién de manera que, a través, pero mas alld de él, contemplamos a todo hombre colonizado, Todo pueblo colonizado —es decir, todo pueblo en cuyo seno hays nacido un complejo de-inferioridad a consecuencia Gel enterramiento de la originalidad cultural local— se sitéa siempre, se encara, en relacién con la lengua de la nacién civi- Tizadora, es decir, de la cultura metropolitana, E} colonizado escapard tanto mas y mejor de su selva cuanto més y mejor haga suyos los valores culturales de Ia metrépoli. Ser tanto més blaneo cuanto més rechace su negrura, su selva. En el ejército colonial, y mas concretamente en los regimientos ide fusileros senegaléses, los oficiales indigenas son, ante todo, jnlérpretes. Sirven para transmitir a ‘sus congéneres las br- denes del sefior, gracias a lo cual también ellos gozan de una cierta honorabilidad. 1 Charmes, Ls Pythie. 2 Le langage et tegressivité, ae 15 Hay la ciudad; hay el campo. Hay a capital; hay la provincia. Aparentemente, el problema es el mismo, Tome, mos un lyonés en Paris; alabard la calma de su ciudad, la be. llcza embriagadora de ‘los muelles del Rédano, el esplendor de Jos plétanos y tantas otras cosas que cantan las personas que no tienen mada que hacer, Si le encuentran a su yuelts die Paris, y sobre todo si ustedes no conocen la capital, enton ces no parard de elogiarla: Parfs-ciudad-luz, el Sena, los ane. renderos, conocer Parfs y morir... EI proceso se repite en el caso de] martiniquense. Prime- to en su isla: Basse-Point, Marigot, Gros-Morne y, enfrente, Ja imponente Fort-de-France. Después, y éste es el moments crucial, fuera de su isla. El negro que conoce la metrépoit es un semidins. Recuerdo a este respecto un hecho que ha afectado considerablemente a mis compatriotas, Muchos. an- {illanos, al cabo de una estancia mas 0 menos larga en la me tropoli, vuelven para consagrarse, Con ellos, el indigena, el. queno-ha-salido-nunca-del-agujero, el “bitaco”, adopta la for- ma més elocuente de la ambivalencia, El negro que ha vivido algiin tiempo en Francia vuelve radicdlmenteanstariads, en genéticos, que su feno-fipo sufre una » absoluta Ya antes de Ta partida Se sien andar “aéreo, la quemazén de unas fuer- vas mievas, Cuando eneuentra a un amigo o compafiero, hay un amplio gesto humeral que Jo anuncia: diseretamente, nules- tro “futuro” se inclina. La vos, ronca de costumbre, deja adivinar un movimiento interno hecho de un sordo zumbido. Poraue el negro sabe que allé abajo, en Francia, hay una idea de 61 que le echaré la garra en Le Havre 0 en Marsella. “Sov martin‘qués, es Ia primera vez que vengo a Francia sabe que eso que os poetas llaman “arrullo divino” (léase criollo) es s6lo un término medio entre el “negrito” y el fran- cés. La burguesia de las Antillas no emplea el criollo, salvo en sns relaciones con Jos domésticos. En Ja escuela el joven martiniqués aprende a despreciar el patois. Se hable de crio- % Quoremos deci> con esto que los negros que vuslven con los sayor dan Ie impresién de haber realizado un cielo, de haberse afadide alge que les faltaba. Vuelven literalmente llenos do si mismos. 16 is ili fl ‘follo y Uismos, Algunas familias prohiben el uso del criollo y las mamés laman a sus hijos “tibandes” cuando Jo emplean, “Mi madre al querer un hijo memordndum sino te sabes la leccién de historia no irés a Misa ef domingo con tus cositas de domingo este nifo seré la serene de nuestro nombre este nifio ser nuestra blasfemia cdllate te he dicho que tenfas que hablar francés el francés de Francia el francés del: francés el francés francés Si, es conveniente que vigile mi elocucién, porque s2 me juzgara un poco por ella... Dirfn de m{, con gran despre- cio: ni siquiera sabe hablar francés, i: En un grupo de jévenes antillanos, e] que se expresa bien, quien posee 7 Gomina el lenguaie, resulta excesivamente lla- mativo y ehillon; hay que tener cuidado con él, es casi_un blanco, En Francia, se dice: hablar como un libro, En Mar- tiniea: hablar como un blanco. STE Leg entra en Francia reaccionara contra el mi- to il anata que-se-come-laserres. La emprendera con ellas, y en verdad que entrara en conflicto abierto con el mito, No solamente se apliearé a rular las erres, sino que las ador- naré ostentosamente, Espiando las menores reacciones de los demés, escuch’ndose a sf mismo, desconfiando de la lengua, Srgano desgraciadamente perezoso, se eneerraré on su cuarto y leer durante horas enteras..., para conseguir una buena oe la siguiente histo- Hace poco me contabs un compafiero la siguis ria. Un ‘martiniqués recién llegado a Le Havre entra en un eafé, Con una seguridad perfecta, lanza: “Garrrcon! Un v2 de bié.” Esto es una verdadera intoxicacién. Atento a i responder a Ia imagen del negroquese-comelaserres, hab’ 4 Lebn-G, Damas, Hoguet (Pigments), wt hhecho una buena provision de las mismas, pero sin saberlas repartir convenientemente, Hay un fenémeno psicolégico consistente en creer en una abertura de] mundo en la medida que las fronteras se quia bran. El negro, prisionero en su isla, perdido en una atmés- fora sin la menor salida, mira esta llamada de Europa como un respiradero, Porque, todo hay que decirlo, Césaire fue ain magninimo con su Cahier d'un retour au pays natal. Esta ciudad, Fort-de-France, es verdaderamente vulgar, malogra- da, Alla abajo, en los pliegues de su sol, “esta ciudad trivial, repantigada, dudosa de su buen sentido, inerte, sofocada bajo el peso geométrico de cruces que retornan una y otra vez, eternamente, indécil a su suerte, muda, contrariada en todas formas, perpleja, escatimada, reducida, rota en su fauna y ‘flora’”®, La descripeién de Césaire no es en modo alguno poética, Se comprende entonces que el negro, al anuncio de su viaje a Francia (como se dice de quien “viene al mando”), muestre su jiibilo y decida cambiar, Por lo demés, no hay en ello tematizacién alguna; @ cambia de estructura independiente- mente de’ todo paso reflexivo, En Estados Unidos hay un centro dirigido por Pearce Williamson, el contro de Packman. Los realizadores han probado que en las personas casadas $@ produeia un cambio bioquimico; segiin parece, estos investi gadores han detectado la presencia de ciertas hormonas en ¢l esposo de una wujer embarazada, Seria igualmente intere- sante, ya habré quien lo haga, imvestigar las transformacio- nes humorales de los negros a'su legada a Frarcia, 0, sim- plemente, estudiar mediante tests, las modificaciones de su psiquismo antes de su partida y un mes después de su insta- Jacién en Francia, ‘Hay um drama en eso que se ha convenido en lamar cien- cias del hombre. ;Se debe postular una realidad humana tipo ¥ deseribir sus modalidades psiquicas, tenienda en cuenta s6lo imperfecciones, 0 bien se debe intentar, sin pérdida de tiem- Po, una comprensién concreta y siempre nueva del hombre? Cuando se nos dice que a partir de los veintinueve afios 5 Pagina 30. : 18 el hombre no ‘puede amar, y que es necesario esperar hasta los cuarenta y nueve para que reaparezea su afectividad, sen- timos que el suelo vacila bajo nuestros pies. Solo saldremos el atasco a condicién de plantear correctamente los proble- mas, porque todos estos descubrimientos e investigaciones tienden a un solo fin: obligar al hombre a admitir que él na es nada, absolutamente nada, que tiene que terminsr con este narcisismo segiin el cual se imagina diferente a los demas “animales”. En ello hay, ni més ni menos, una eapitulacién del hombre. Para decirlo todo, yo afirmo mi narcisismo a manos llenas y abomino de la abyeccién de quienes quieren hacer del hom bre una mecénica. Es posible que el debate no se pueda abrir en el plano filoséfico, es decir, en el de la exigencia funda- mental de la realidad humana; en este caso, consiento le- varlo al plano del psicoandlisis, es decir, de “Jo fallido”, en el sentido en que decimos “el motor falla”. E] negro que entra en Francia cambia porque, para él, la metrépoli representa el Taberndculo; cambia,’ no sola- mente porque es de este pafs de donde le legaron Montesquiea, Rousseau y Voltaire, sino porque también de é1 legan los mé- Gicos, los jefes de servicio, los innumerables pequefios poten- tades, desde el sargento mayor con “quince afios de servicio” hasta’ el gendarme originario de Panissiéres, Hay una espe- cie de embrujamiento a distancia, y quien va a partir dentro de una semana con destino a la Metropoli, crea a su alrededor un halo mégico en el que las palabras Paris, Marsella, La Sorbona, Pigalle, representan las llaves de la béveda. El ne- ero parte, y la amputacién de su ser desaparece a medida que se precisa el perfil del paquebote. El negro que parte lee en los ojos de quienes le acompafian su poder, su mutacién... “Adieu madras, adieu foulard... Ahora que ya lo hemos levado al puerto, dejémosle va- gar; ya lo encontraremos de nuevo, Por el momento, vamos al encuentro de uno de los que vuelven, El “desembarcado”, desde su primer contacto, se reafirma; s6lo responde en fran- cés y, muchas veces, ya uo comprende ¢l criollo. A este res} pecto, el folklore nos proporciona una buene ilustracién. Tras 19 e unos meses en Francia, un campesino vuelve con los suyos. Reparando en un instrumento para arar, pregunta 2 su pa- dre, viejo campesino, aquiennoselapeganadie: “;Cémo se llama esta méquina?”’ Por toda respuesta, su padre se la tira @ los pies y la amnesia desaparece. Singular terapéutica, ‘Tenemos, pues un desembarcado, Ya no entiende el patois, habla de la Opera, que por cierto s6lo ha visto de lejos; pero, sobre todo, adopta una actitud critics para con sus ¢ompa- triotas. Ante el menor acontecimiento, se comporta original- mente, Hs “el que sabe”. Se le conoce por su lenguaje. En Ia Savana, donde se retinen los jévenes de Fort-deFrance, el espectaculo es revelador: inmediatamente; tiene la palabra el desembarcado, A la salida del liceo y de las escuelas, se reinen en la Savana, Parece como si hublese algo poético fen esa Savana, Imaginense un espacio de doscientos metros de largo por cuarenta de ancho, limitado en los lados por ta- marindos carcomidos, en lo alto por el inmenso monumento a los muertos —Ia patria reconocida a sus hijos—, em la parte baja por el Central-Hotel; ‘un espacio torturado, adoquines desiguales, cantos que Tuedan bajo los pies, y,' encerrados dentro de todo ello, paseando arriba y abajo, trescientos 0 cua- trocientos mozos y mozas que forman corrillos para hablar, que se ponen a hablar, pero que no, no hablan jamés, y luego se separan. —i Qué tal? —Bien, ¢¥ ti? —Bien. : ¥ asi durante cincuenta afios. S{. Esta ciudad esté la- mentablemente malograda. Esta vida también, Bien, Se vuelven a encontrar y hablan. Si el desembar- cado obtiene rapidamente la palabra es que le estaban espe- rando. Primero, la forma: se recoge al vuelo la menor falta, la analizan, y en menos de cuarenta y ocho horas todo Fort-de- France lo conoce. A quien se la confiere una superioridad no se le perdona faltar a su deber. Si dice, por ejemplo: “Il ne ‘ma pas été donné de voir en France des gendarmes a che- vauz”, esté perdido, Sélo le queda una alternativa: desha- eerse del parisinismo 0 miorirse de vergienza. Porque nadie 20 olvidard en absoluto; si esté casado, su mujer sabré que tiene Por marido una historia; sus hijos tendrén que aftontar y vencer a una anéedota. *De dénde proviene esta alteracién de la personalidad? 4De dénde proviene este nuevo modo de ser? Todo idioms €8 una manera de pensar, deeian Damourette y Pichon, El hecho de que el negro recién desembarcado adople un lengua- Je diferente del de la colectividad que le ha visto nacr ex. bresa un desajuste, una brecha. E] profesor Westermann escribe, en The African to-day, que los negros sufren un sen- timiento de inferioridad, sobre todo los evolucionados y los que intentan tenazmente dominar. Por lo general, afiade, la manera que tienen de hacerlo es inocente: “Llevar vestidos europeos 0 trapos a ta dltima moda, adoptar las cosas que uusa el curopeo, sus formas exteriores de urbanidad, adornar el lenguaje indigena con expresiones europeas, usar frases ampulosas hablando 0 escribiendo en una lengua europea, to- do lo intentan para conseguir sentirse en igualdad respecto del europeo y su modo de existencia” Quisiéramos, haciendo referencia a otros trabajos y a nuestras observaciones personales, intentar mostrar por qué el negro se sitia de manera peculiar ante el lenguaje euro- peo. Recordamos una vez mas que las conclusiones a las que Heguemos s6lo seran vélidas para los antillanos; no ignora. mos, sin embargo, que estos mismos comportamientos se dan también en todas las razas colonizades, Hemos conocido, y' desgraciadamente seguimos conocien- do, compatieros originarios de Dahomey 0 Congo que se la- man antillanos; hemos conocido y todavia conocemos antilla- os que se sienten ofendidos si se les supone senegaleses. ‘¥ ¢s que el antillano es més “evolucionado” que el negro de Africa (entiéndase bien, que esté més cerca del blanco); esta diferencia existe, no solamente en la calle y los pasevs’ sino también en la administracién y en el ejército. Todo antilla no que haya hecho su servicio militar en un regimiento de fusileros conoce esta desazonadora situacién: de un lado, los europeos de las viejas colonias u originarios, del otro, los fusi- leros, Ain me acuerdo a veces de un dia en que, en pleno 21 combate, se impuso la necesidad de aniquilar un nido de ame- tralladoras. Se lanz6. tres veces a los senegaleses, y tres veces fueron rechazados. Entonces, uno de ellos pregunté por qué no iban los toubabs. En circunstancias ya nadie sabe lo que es uno, si toubab o indfgena, Sin embargo, son muchos los antillanos que no se desazonan ante esta situacién, sino que, por e} contrario, fa consideran totalmente normal. jS6lo fal- ‘taria eso, que nos asimilaran a los negros! Los originatios desprecian a los fusileros; el antillano reina como seffor in- discutible entre toda esta despreciable negrada. Extremo opuesto, recuerdo un hecho que no tiene nada de cémico a mi fuicio: hace poco, un martiniqués me hizo seber lleno de e4- era que algunos guadalupenses se hacian pasar por nuestros, Pero, afiadfa, la mafia se ve en seguida, porque son més sal- vajes que nosotros; Kase otra ves: estin més alejados del blanco, Se dice que ef negro amaba las palabras; cuando yo pronuncio “palabras”, veo un grupo de niffos jubilosos, lan- zando al mundo lamadas inexpresivas, roncas; nifies en pleno juego, en la medida que pueda concebirse el juego como una Iniciacién a la vida, El negro ama las palabras y.no es largo el camino que conduce aesta nueva proposicién: el negro es sélo un nifio. Los psicoanalistas tienen aqui materia sobra- da; el término oralidad brota inmediatamente. Pero habremos de ir mas lejos. El problema del lenguaje es demasiado importante para que pretendamos exponerlo aqui integramente Los notables estudios do Piaget nos han ensefiade a distinguir diversos estadios en su aparicién; los de Gelb y Goldstein nos han mostrado que la funeién del len- guaje se distribuye en estantes, como en grados. Aqui nos interesa el hombre negro ante la lengua francesa. Queremos comprender por qué le gusta tanto al antillano hablar el francés. Jean-Paul Sartre, en su Introduccién a la Anthologie de Ue possi négre et malgacke, nos dice que el poeta negro se vuelve contra la lengua francesa, pero que no ocurre lo mismo con los poetas antillanos. A este respecto compartimos la opinién de Michel Leiris, quien, hace poco, escrib{a sobre al criollo Jo siguiente: 2 “El criollo, lengua popular todavia, , que todos conocen © menos, pero que s6lo los iletrados hablan exclusiva nivel de vida material) se difunda entre las capac mn heredadas de la. poblaciin,” I autor akade: “hen ms oo gue me refiero no pretenden en absoluto hacerse “axtilaro —en el plano del pintoresquismo felibrés— usando an le, guaje de prestado y sin irradincién exterior, cuslesguions que puedan ser sus cualidades intrinsecas, sino afirmar tee 7 a algunos Dlenens Jmbuides de tos peotes prejuicios racia- dea geet im orgullo cada vex menos jusificad, In intage Existe ciertamente un Gilbert Gratia i patois, pero habremos de confesar gue la jee as eae Fara, Digamos ademés que el valor poético de estas eromnin es es muy dudoso, En cambio, tenemos auténticas ote traducidas del wolofo, del pewhl;’ también seguimos con recs 6s los estudios de lingtiistica de Chetk Ante Dion # En las Antillas, nada recido, len; oficalmente al franeée; los macstroe sinieg eects te que los nifios no hablen el eriollo, Silenciaremos las rasa ¥I problema, aparentemente, podria ser el siguiente: en los Antillas, como en Bretafia, hay un dialecto y, ademas, eles Gun francesa, Pero esto es falso, pus los bretones no ee conse inferiores a log at Ceram inferiores los franceses, ‘Loe bretones no fueron ei __ Negéndonos a maultiplicar los elementos, riesgo de no delimitar adecuadamente el hogar; ahors View cs importante decir al negro que la actitud de raptura jamao ha salvado a nadie. Es verdad que yo debo liberarme de quice me ahoga, pues es evidente que no me deja respirar; pero atencién, sobre una base fistolégica. Si ia dificuttad de ree, 6 Temps Modernes, febrero 1950, -Martinique-Guedaloupe-Haitie, 23, iracién es mecénica seria malsano introdueir un elemento psicolégico, es decir, la imposibilidad de expansién. Qué quiere decir esto? Sencillamenie: cuando un ant llano licenciado en filosofia decide no presentarse a oposi- ciones alegando gy color, yo digo que Ja filosofia no ha sal- vado jamds a nadie, Cuando cualquier otro pretende a toda costa probarme que los negros son tan inteligentes como los laneos, yo digo que tampoco la inteligencia ha salvado ja- mis a nadie; y esto es verdad, porque si bien se proclama Ja igualdad entre los hombres en nombre de la filosofia y de la inteligencia, también em su nombre se decide su exterminio, Antes de continuar nos parece necesario decir algunas cosas, Hablo, por una parte, de los negros alienados (mixti- ficados) y, por otra, de blancs no menos alienados (mixtifi- cadores y mixtificados). Un Sartre o un Verdier, el carde- nal, ya han dicho que el esc4ndalo del problema negro dura ya demasiado; concluyamos diciendo que su actitud es perfec- tamente normal. También podriamos multiplicar las referen- cias y las citas y mostrar que, efectivamente, el “prejuicio de color” es una idiotez, una iniquidad que hay que destroir. Sartre comienza asi su Orfeo Negro: “Pues qué espe- ‘rébais cuando quitisteis la mordaza que tataba estas bocas negras? ;Que entonasen vuestra alabanza? ;Pensdbais leer adoracién cuando se levantasen estas cabezas doblegadas has- {a el suelo por la fuerza?” ? No sé, pero digo que quien bus- que en mis ojos otra cosa que una interrogacién perpetua per- derd la vista; ni reconocimiento ni odio. Si yo Janzo un gran grito, no ser& en absoluto negro. No, en la perspectiva adop- tada aqui, no hay problema negro, ¥ si lo hay, los blancos se han interesado por 61 por pura casualidad. Este es un asunto que se tramita en la oscuridad; bueno sera que el sol que yo trashumo ilumine hasta el Gitimo rincén, El Dr, H-L. Gordon, médico del hospital ‘de psicopatia de Mathari, en Nairobi, eseribe en un articulo de la Presse Medicala del Este Africano: “La observacién exhaustiva de ‘una serie de cien cerebros de indigenas normales establece descarnadamente una ausencia de cerebros nuevos, earacteri- (7 JoP, Sartre, Profacio ala Anthologie de la poésie négre et malgache, 24 zados, como se sabe, por células legadas al tiltimo estadio de su desarrollo. Esta inferioridad presenta cusntitativamente el 14’8 por 100” (citado por sir Alan Burs)’, Se dice que el negro es e) eslahén que une af hombre con ef mono; el hombre blanco, se entiende; sir Alan Burns con. cluye, allé por la pagina ciento veinte: “No podemos, por con- siguiente, considerar clentificamente establecida la teoria se- gin la cual el hombre negro seria inferior al hombre blanco ovprovendris de un tronco distinto.” cil nos seria, afiadi- mos por nuestra cuenta; mostrar lo absurdo de proposiciones tales como: “Segin la Escritura, la separacién de las razas blancas y negras perdurar4 en el cielo al igual que en la tie- ra; los indigenas que sean acogidos en el Reino de los Cielos serén apartados a algunas de esas casas del Padre de las cuales ya habla el Nuevo Testaments,” Y también: “Somos el pueblo elegido, mira el tinte de nuestra piel, otros son ne- gros 0 amarillos, es por causa de sus pecados.” Si, como se ve, echando mano de la humanidad, del sen- timiento de la dignidad, del amor y la caridad, facil ‘nos seria, Drobar o de hacer admitir que el negro es igual a) blanca. ero nuestra finatidad es muy otra: lo que nosotros queremos es ayudar al negro a liberarse del arsenal de complejos que Jo han dominado y que germinaron en una situacién colonial. M. Achille, profesor del liceo del Pare de Lyon, citaba en wna conferencia cierta aventura personal, Esta aventura ea conocida universalmente. Pocos son los negros residentes en Francia que no la han vivide. Catélico, Achille parti- cipaba en.una peregrinacién de estudiantes, Un sacerdote, avistando al bronceado Achille en su rebaiio, le dijo: “;De- Jaste la gran Savana para venir con nosotros?” El interpe- lado respondié cortésmente; el que salié trasquilado en esta historia no fue ef joven desertor de les Savanas. Los presen- tes rieron de este quid pro quo y la peregrinacifn siguié ade- ante, Pero, si nos detenemos un momento, veremos algunos datos interesantes en la manera cémo el sacordote se dirigié al negrito: 1. "Yo conozco a los negros; hay que dirigirse a ellos 8 Le préjugé de race et de couleur, pig. 112. : 26 con gentileza, hablarles de su pafs; lo importante es saber hablarles, Mire usted.” No exageraremos, Un ‘laneo que dirige la palabra a un negro se comporta igual que un adulto con un nifio, haciéndole carantofias y melindres, susurrén- dole, haciéndose e] simpatico, zalamero No es un blanco s0- Tamente al que hemos visto actuar asi, sino a cientos Nues- tras observaciones no se refieren a una determinada categoria, sino que, procurando adoptar una actitud esencialmente objetiva, ‘nos dedicamos a estudiar este hecho en médicos, agentes de policfa, empresarios. Se nos dird, olvidando al ha- cerlo nuestra intencién, que podriamos habernos fijado en otros, que hay blancos que no cuadran con esta descripcién. A estos objetores les responderemos que estamos hacien- do aqui un proceso de los mixtificados y de los mixtificado- res, de los alienados; si existen blancos que se comportan sanamente ante un negro, bien, pero no son ellos los que nos ccupan. Porque el higado de mi enfermo funcione bien no le voy a decir que tiene los rifiones sanos, Reconocidamente normal el higado, le abandono en su normalidad, que es nor- mal, y me pongo a reconocer sus rifiones; hombre! tiene us- ted los rifiones enfermos. Esto quiere decir que funto a per- Sonas normales que se comportan saludablemente segin una psicologia humana, las hay que se eomportan patolégicamen- te segiin una psicologia humana, Ocurre que la existencia de este tipo de hombres ha determinado unas cuantas realids- des y que deseariamos contribuir a liquidarlas, Hablar a los negros de esa manera es ir hacia ellos, po- nerlos eémodos, es querer ser comprendidos por ellos, tran- quilizarlos.. ‘Les médieos de las salas de consulta lo saben. Veinte enfermos curopeos, uno tras otro: “Siéntese, sefior -.. Qué se le ofrece? Qué le aqueja...? Entra un negro o un arabe: “Signtate, muchacho... {Qué tienes? ;Dénde te duele? Cuando no: “A ver, hombre, zqué tienes ah{... ?” 2, Hablar “negrito” a un negro es vejarlo, porque él es quien-habla~‘negrito”. Sin embargo, se nos dir, no hay in- tencién en ello, no hay voluntad de insultar. De acuerdo, pero 26 Jo vejatorio es precisamente esta ausencia de voluntad, esta desenvolture, esa facilidad con le que se le fija, se le apr i rrimitiviza y se le anticiviliza. some eae fe dirige en “negrito” 2 un hombre de color oa un frabe no reconoce en este comportamiento una tara, fm vieio, es quo jamas ha reflexionado, Personalmenté, me doy cuenta 2 veces, a interrogar a clortos enfermos, en qué momentos resbalamos . .- i momente aquella vieja campesina de setenta y tres afios, sub- normal, en pleno proceso demencial, siento que se me quie- bran las antenas con las cuales toco y mediante las cuales soy tocado, Cuando yo adopto un lenguaje apropiado a la de- meneia, a la debilidad mental, cuando me “‘inclino”, desde arriba,’ sobre la pobre vieja de setenta y tres afios, cuando voy hacia lla, a la bisqueda de un diagndstico, entonces, des- cubro el estigma de una recaida en mis relaciones humanas, Usted es un idealista, diré alguien. No, qué va. Los ypuercos son los otros. Por'mi parte, me dirijo siempre a los "bicots” en francés correcto y siempre he sido comprendido ‘Me responden como pueden, pero yo me rebelo contra toda comprensién paternalist: H “Bonjour mon zamif Ov y a mal? He? Dis voir un peu?, le ventre?, le coeur? asi Todo eso con aquel suave acento que los “infra” de Jas salas de consulta conocen bien. 7 ‘Cuando el “infra” recfbe la respuesta de la misma ma- nera; se siente con buena conciencia, “Vea usted, no es un chiste lo que le cuento, Son efectivamente asi En caso contrario, el “infra” habré de echar mano de sus pseudépodos y comportarse como. un adulto, Todo el edi- ficio se derrumba. Un negro que le dice: “Sefior, yo no soy en absoluto su muchacho ni su amigo...”, le obliga a reac- cionar y-le crea de nuevo su mala coneiencia. Pero ain hay que buscar mis profundo. Me siento en un café, en Rouen o en Strasburgo; deseraciademente, me ve un viejo borracho, Se sienta en mi mesa: “;Africano? Dakar, Rufisque, burdeles, mujeres, café, mangas, bana- as...” Me levanto y me voy, saludado con una sarta de ju- aa eT ramentos: “Sueio negro. {No te dabas tanta importancia en tu selva!” Mannoni ha descrito lo que él llama. el complejo de Prés- pero. Ya volveremos sobre estos descubrimienios que nos facilitarén la comprensin del eolonialismo, Pero ya desde ahora podemos decir: Hablar “negrito” supone expresar esta idea: “Td, quédate donde estis” Me encuentro con un alemén o un ruso que hablan mal el francés. Intento darles, gesticulando, Ja informacién que me piden, pero sin olvidar que uno u otro tienen su propia lengua, un pais y que, quiz, sean abogados o ingenieros en su cultura, En todo caso, son extrafios » mi grupo, ¥ Sus Rormss son segue ramente diferentes. Nada semejante ocurre con el negro. No tiene cultura, ui civilizacién, Carece de ese “largo pasado histérico”. Se comprende, quizd, de donde vienen esos esfuerzos que hacen tantos negros contempordneos: cueste 1o que eneste, hay que probar al mundo blanco la existencia de una civilizacién negra, Lo quiera o no, el negro tiene que ponerse la librea que Ie ha puesto el blanco, Miren las ilustraciones para nifios: los neyros tienen todos en la boca el owi missié de rigor. En el cine, la cosa Hegar a ser extraordinaria. La mayoria de los films norteamericanos doblados en Francfa reproducen negros del tipo: {Al rico plétano!”, con su correspondiente modulacién. _ En uno de estos films, reciente por cierto, Reguins d'acier (Tiburones de acero), un negro, miembro de la tripulacién del submarino, habla la jerga méS castiza que pueda imaginarse. Es un negro negro, que tiembla al menor movimiento de c6- lera del jefe de a bordo, que finalmente muere en la aventura, No obstante, estoy convencide de que la versién original no ofrece esta modalidad de expresién. Y, de todas formas,-aunque asi fuese, no veo por qué en la democratica Francia, con se- senta millones de ciudadanos de color, se tienen que doblar (en los dos sentidos) las imbecibilidades del otro lado del Atlén- tieo, Pero, claro, hay que presentar l negra de una cierts ma- nera, Esta esterotipia se deseubre ya on el negro de Sin Piedad —"18) buen cbreio, no miontas nunce, no robes rmanea”—, haste doméstica de Duelo al Sol... 1 daira] negro se le pide que sea un buen negro; ostablecido esto, todo 10 dems viene sol0. Hacerle hablar “negrito” supone Gdhoritlo ala imagen que de 41 se tiene, untarlo de negro cha- Jol aprisionarlo, hacer de él la vietima eterna do una esencia, de un aparecer del cual él no es responsable. Naturalmente de la misma manera que ¢8 sospechoso un judio que gasta di- Gero sin tasa, asi también hay que vigilar al negro que cita Montesquieu, Eutendimoncs: vigilarlo en la medida en que con alvomienza alguna cosa, Y, cfertamente, no estoy diciendo que a estudiante negro sea sospechoso a los ojos de sus compaiie- ete y profesores. Pero fuera de los medios universitarios sub- Tee un ejéreito de imbéciles: lo importante’ no es educarlos, sino que el negro consiga no ser esclave de sus arquetipos, Gue estos imbéciles son produoto de una estructura eo- pémico-psicolézica, de acuerde, pero hay que ir todavia mucho Tus lejos, pues hace tiempo que nos hemos estancado en se tructura. i ee NGuando un negro habla de Marx, la primera reaceién ta siguiente: “Se 08 ha edueado y ahora os volvéis contra nues- tree bienhechores. ;Ingratos! Decididamente, nada puede es- perarse de vosotros”. Ademds, hay también este argument dei Plantagor en Aftiea: nuestro enemigo os el maestro, To que venimos diciendo simplemente es que eb eurapeo tiene una idea definids del negro; no hay nada mas exasperante que oir decir: “;Cudnto tiempo lleva usted en Francia? Habla jen el francés”. usted may Piepundérveme que esto se debe al hecho de que muchos negros se expresan en “negrito”. Pero esto serin, demir Siado facil. Uno va en el tren; prezunta: °"perd6n, sefior. ;Querria usted indicarme el coche, res- inte, por favor? ij fanram cmon 2am, toi y en @ prendre couloir tout drot un deuz, trois, c'est l- No, hablar “negrito” quiere decir encerrar al negro. per= petuar ‘una situacién conflictual en la que el blanco infects al Regro de cuerpos extrafios oxtraordinariamente téxicos. No hay 29 nada tan sensacional como un Negro que se expresa co1 mente, porgue, en verdad, asume el mundo blanco. A coces he, mos charlado con estudiantes de origen extranjero, Hablan mal ¢1 francés; el pequerio Crusoe, alias Préspero, esté entonces a oud ‘anchas. Explica, informa, les acompafia, Con el negro, la esti, pier cola toda medida; 6), el negro, se ha puesio en regis n él, ya no es posible el jue i He gue nea, eee et eo, es pura réplca de blanco, spp Después de todo lo que hemos dicho se compre: Primera reaccién del negro sea decir no\a los que inate 3 Tinirle. Se comprende que la primera reaceién del negro sea una reaccion; y, puesto que el negro es apreciado segin la ealidad de su asimilacién, se comprende también que el desembarcado ff exbrese sélo en francés. El desembarcado tiende a subrayar 2 Tuptura que se ha producido, Realiza un nuevo tipo de hom, re, tipo que impone a sus compafieros y a sus parientes, Asa Yiele madre que ya no comprende, le habla de sus camises, de la en desorden . ie condi ° Beene en eeesorden Todo flo bien acondicionado ton el En todos los pafses de] mando hay arribistas: “ zo se sienten (lo que sea)”; frente a ellos, “py que un ‘a Recién de su origen”. El antillano que vuelve de la metropolt se expresa en patois si quiere dar a entender que no ha com: biado. Se siente en el desembarcadero, donde padres y_anrigos ke esperan. Le esperan no s6lo porque viene, sino en el sentide en que decimos: “A ver cémo viene éste”. Necesitan solamente un minuto para determinar e} diagnético. $i el desembarcadg dice 4 sus compafieras: “Je suis trds hereuz de me relrouy Parmi vous. Mon Diew, quiit fait chad dans ce pays, Je no gee ee cz bps Pega ee... ala ipertanat a earache Bie Go eri he Sse Ned cnatin’ cc adrtere paring» cece ri 2%, Ruesira lacrimasa ternurs, toda nuestra deforme solicitad queda aa Ha ae, eet ld ein sive he Eae apa ate anon ot a minsgi sin ln’ Sateen Africaine, nim. '5, pag. 726. ee 30 sawrais y demeurer longtemps”, se pondrén en guardia: ha Megado un europeo. En otro orden de cosas més particular, cuando se encuen- tran en Paris estudiantes antillanos, pueden ejercer dos posi- hilidades, —O sostener el mundo blanco, es decir, e] mundo verda- dero, en cuyo caso emplearén el’ francés; entonces podrdn abordar algunos problemas y orientarse en sus conclusiones hacia un cierto grado de universalismo. —O rechazar Europa, “Yo” (*), y entenderse y comu- nicarse mediante el patois, instalandose muy confortablemente en Jo que vamos a llamar la Umwelt martiniquense; con esto queremos decit— y va dirigido sobre todo a nuestros hermanos antillanos— que cuando uno de nuestros compafieros en Paris © en cualquier otra ciudad con Universidad, intenta conside- rar seriamente un problema, se le acusa de darse importancia, entonces el mejor medio para desarmarlo es echar mano del mundo antillano blandiendo el eriollo. En ello hay que ver una de as razones de fa quiebra de tantas amistades al cabo de algén tiempo de vida europea. ‘Siendo nuestra intencién la desalienacién de los negros quisigramos que sintiesen que, cada vez que hay incompresién entre ellos a propésito del blanco, hay una falta de discerni- maiento. ‘Un senegalés aprende el criollo para hacerse pasar por antillano: yo digo que en esto hay alienacién, ‘Los antillanos que lo saben tmultiplican su pitorreo; yo digo que en esto hay falta de discernimiento, Como se ve, no nos equivocébamos eando suponiamos ‘que un estudio del lenguaje entre los antillanos podia revelar- nos algunos aspectos de su mundo. Ya lo dijimos al principio; hay una relacién de apoyo entre Je lengua y ia colectividad, Hablar una lengua es asumir un mundo, una cultura. El antillano que quiere ser blanco lo seré, efectivamente, tanto més cuanto mejor haya hecho suyo ese instrumento cultural que es el lenguaje, Recuerdo que en Lyon, hace poco mas de 10 Menor do designar a los otros, considerados genézicemente; mas concretamente, los europecs, 8L un afio, después de terminar una conferencia en la que yo habia trazado un paralelo entre la poesia negra y la europea, un compafiero metropolitano me decfa calurosamente: “En el fon- do, ta eres un blanco”. Por lo visto, el haber estudiado con la Jengua del blanco un problema tan interesante me daba dere- cho de ciudadant: Hist6ricamente, se ha de comprender que el negro quiera hablar francés, porque es Ja lave capaz de abrir las puertas que hace sélo cincuenta aiios le estaban prohibidas, En los an- tillanos a los que nos referimos en nuestra descripeién pode mos descubrir una tendencia a buscar las sutilezas e intimida- des del lenguaje, que son maneras de probarse a sf mismos su Mayor o menor sdecuacién a la cultura (), Se ha dich Jos oradores antillanos tienen una fuerza expresiva que dejaria aténitos a los curopeos. Un hecho signifieativo viene a mi me- moria: en 1945, cuando la campaiia electoral, Aimé Césaire, candidato a la diputacién, hablaba en la escuela de Fort-de- France ante un numeroso auditorio, En plena conferencia se desvanetié una mujer. Al dia siguiente, un compafiero, con- tando el incidente, lo comentaba de esta suerte: “Frangais a eté tellement caud que la femme la taombé maleadi (#), {Poder del lenguaje! Ain hay otros hechos que merecen nuestra atepcién. Por ejemplo, Charles-André Julien, prosentado a Aimé Césaire: “Un poeta negro adjunto de la Universidad”: o bien sencilla~ mente, la expresién de “gran poeta negro”. Hay en estas frases hechas, que parecen responder a una urgencia de distincién —porque, en fin, Aimé Césaire es negro ¥ poeta —, una sutileza oculta, un meolio persistente. De Jean Paulhan s6lo sé que escribe obras muy interesantes. Ignoro In edad que pueda tener Caillois, y s6lo retengo las manifesta ciones de su existencia, que de ver en cuando arafian el cielo, . , 21 Véase, por ejemplo, ol niimero casi increible de anéedotas a que io lugar Ta eleceién a Ia, diputacién do este candidate, Una basura de pe- riédico liamado Canard déchainé, no se dio tregua en envolver @ B-.. CoM criollismos viscerales. Y¥ es que, en efecto el arma definitiva en las Anti- Tas es ésta: no sabe exprosaree en francés, 12 El francés (la elegancia de la forma) ora tan calionto que la majer eayé en trance. 82 e no se nos acuse de anafilaxia afectiva; queremos decir tue 10 Hay ninguna ravén para que Breton diga de Césaire: “Es un negro que maneja le lengua francesa como ningiin blanco contemporaneo” (3). ‘Aunque Breton, al decir esto, expresare pura y simple- mente la verdad, no veo d6nde esta tan asombrosa paradoja, no veo dénde pueda estar lo que merece subrayarse, poraue, a fin de cuentas, Aimé Césaire es martiniqués y adjunto de Unid- jidad. 4 versifeivemos a encontrar a Michel Leiris: “Zn los escritores antillanos hay una voluntad de ruptura con las formas lite- rarias ligedas a la ensefianza oficial; pero esta voluntad, ten- dida hacia un futuro més ventilado, diftcilmente podria revestir un aspecto folklérico, Deseosos ante todo, literariamente, de formula el mensaje que les es propio, de ser, por lo menos al- gunos, los portavoces de una verdadera raza con posibilidades Gesconocidas, desdefian el artificio que supondria el recarso ‘a.un hablar del que s6lo podrfan hacer uso como cosa aprendida, sin olvidar que su formacién intelectual se ha efectuado me- diante el francés de manera casi exclusiva”. (). ‘Pero, me replicardn los negros, es un honor para nosotros que un blanco como Breton eseriba cosas semejantes, Continuemos... 13 Introducctén al Cahior d'un retour au pays natal, pég. 14. 14 Michel Leitis, art. cit. 33 Il. LA MUJER DE COLOR Y EL BLANCO El hombre es movimiento hacia el mundo y hacia sus se-. mejentes. Movimiento de agresividad que engendra servidum- bre o conquista; movimiento de amor, donacién de si, término final de lo que ha dado en lamarse la orientacién ética, Toda conciencia parece poder manifestar, simultdnea o alternativa- mente, estos-dos componentes. Energéticamente, e] ser amado me respaldaré en la asuncién de mi virilidad; el anhelo de recer la admiracién o el amor de otro tejerg sobre mi visién del mundo toda una superestructura de valores, En la comprensién de los fenémenos de este tipo el tra- del analista y del fenomendlogo se revela por demés arduo. Giertamente, ha habido un Sartre para realizar una descrincién del amor-fracaso (Ei Ser y la Nada no es mas que el andlisis de la mala fe y de lo inauténtico) ; pero no es menos verdad que el amor- verdad, real —querer para los otros lo que uno pide para si, cuando esta repeticién integra los valores per- manentes de la realidad humana—, reclama la movilizacién de instancias psiquicas elementalmente liberadas de los conflic- tos inconseientes, Hace ya tiempo, mucho tiempo, que se desvanecieron las filtimas secuelas de una lucha gigantesca contra el otro. Hoy, creemos en la posibilidad del amor, precisamente porque ha- cemos lo posible por detectar sus imperfecciones y perversiones, Este capitulo lo consagramos a las relaciones de la mujer 34 de color con el europeo; nuestra intencién consiste en deter- minar hasta qué punto ser4 imposible el emor euténtico mien- ‘ras no s° expulsen ose sentimiento de inferioridad o esa exal- tacién adleriana, y hasta ese sobrecompensacién, que parecen constituir el indicativo de la Weltanschauung negra. Porque, en fin, cuando Jeemos on Je suis Martiniquaise (Soy martiniquesa)': “Me hubiera gustado casarme, pero con un blanco. Pero una mujer de color no es nunea del todo res- petable a los ojos de un blanco. Incluso aunque yo le ame. Yo lo sabia” (2), tenemos derecho a inquictarnos. Este pérrafo, que puede servir en cierto modo de conclusién de una enorme mixtificaci6n, nos incita 2 la reflexién, Cierto dfa, una mujer, de nombre Mayotte Capécia, cbedeciendo a un motivo cuyos ele- mentos no acabamos de ver claros, escribié doscientas dos paginas —su vida— por las que discurrfan a sus anchas las pro- posiciones més absurdas. La acogida entusiasta que obtuvo esta obra en algunos medios merece analizarse, Para nosotros, no es posible ningrin equivoco: Yo soy martiniquesa es una obra por entregas que predica un comportamiento malsano. Mayotte ama a un blanco del que acepta todo. Hs el sefior. Ella no reclama nada, no cxige nada; s6lo un-poco de blancura en su piel, Y cuando, al hacerse la pregunta de si él es her- ‘moso 0 feo, la amante dice: “Lo iinico que sé es que tenia los 08 azules, los cabellos rubios, la piel pélida, y que yo le amaba”, es facil obtener, colocando las palabras en su lugar, poco mAs 0 menos esto: “Yo le amaba porque tenia los ojos azules, los ca- bellos rubios y Ia piel palida”, Y nosotros, nosotros que somos antillanos, Jo sabemos demasiado bien: el negro teme a los ojos aaules, se dice allé abajo. Cuando deciamos, en Ia introduceién, que la inferioridad habia sido historicamente sentida como e¢ondmica, no erraba- mos gran cosa. “Algunas noches tenfa que dejarme, para cumplir con sus obligaciones mundanias. Iba a Didier, el barrio chie de Fort de France, donde viven Jos békés Martinique, que quizé no sean de raza muy pura pero que muchas veces son muy Ticos (se ad- 1 Mayotte Capécia (Corméa o4., pg. 202). 36 mite que se es blanco a partir de un cierto nimero de millones), y los bék2s France, la mayoria funcionarios y oficiales.” “Algunos compafieros de André, bloqueados como él en las Antillas a causa de la guerra, habian conseguido traer a sus mujeres. Yo comprendia que Andrés no podia estar mucho tiem- ‘po apartado, Aceptaba también no ser admitida, en este eireulo, pues yo era una mujer de color; pero no podia evitar tener celos. El gustaba explicarme que su vida intima era una cosa que le pertenecfa y su vida social y militar otra diferente de la ue no era duefio; pero yo insisti tanto que un dia me Yev6 a Didier. Pasamos la yeladas en una de las pequefias villas que me causaban admiracién en la infancia, con dos oficiales y sus esposas, Estas me contemplaban con una indulgencia que se me hizo insoportable. Yo sentfa que me habia arreglado demasiado, ‘que no era digna de André, quied solamente por el color de la piel; en fin, pasé una velada tan desagradable que decidi no volver a pedir a Andyé acompafiarle” (2). Los deseos de la bella apuntan a Didier, bulevar de los mar- tiniquenses riquisimos. Ella misma es la que dice: se es blanco a partir de un cierto nimero de millones. Las villas del barrio fascinaban hacia mucho tiempo a la autora, Por lo demas, te- nemos la impresién de que Mayotte Capécia consigue hacér- noslo creer: nos dice que conocié Fortde-France muy tarde, hacia los dieciocho afios; sin embargo, las villas de Didier ha- bian encandilado su infancia. Hay en este hecho una inconse- cuencia fécilmente comprensible si situamos la aceién. En Mar- tiniea, en efecto, es habitual sofiar en una forma de salvacién que consiste en blanquearse mégicamente. Una villa en Didier, su_introduccién en la sociedad de alla arriba (la colina de Didier domina la ciudad), y ya tenemos Yealizada la certeza subjetiva de Hegel, También se ve clarsmente, por lo demés, el lugar que ocuparfa en la deserfpeién de este comportamiento la dialéctica del ser y del tener (°). No obstante, no es éste to- davia el caso de Mayotte, Se “le va la cabeza”. Las cosas co- mienzan a darle vueltas ... No se tolera on estos efreulos por- que es una mujer de color. El resentimiento se elaboraré a 2 Je cuis Martiniquaise, pég. 150. 3 Etre et Avotr, Gabriel Marcel (Aubier). 36 partir de se factibilidad. Ya veremos por qué est4 prohibido el amor a todas las Mayotte Capécia de todos los paises. En Ia infancia de Mayotte Canécia deseubtimos un cferto niimero de rasgos que ilustran la linea de orientacién de Ja autora, Cada vez que se produzea un movimiento, uma conmo- cin 0 un estremecimiento, se Tevelard claramente que esté en relacién directa con ese fin, Parece, en efecto, que para esta mujer el blanco y ¢l negro representan los dos polos de un mundo, polos en lucha perpetua: verdadera concepeién mani- queista de] mundo, Ya hemos lanzado la palabra; convendré no olvidarla: blanco 0 negra, ésta es Ja cuestién. Yo soy blanco, es decir, me pertenecen la belleza y la virtud, que nunca fueron negras. Soy del color del dia... Yo soy negro: yo realizo una fusiGn total eon el mundo, una comprensi6n simpatica de la tierra, una pérdida de mi yo en el corazén del cosmos; el blanco, por inteligente que sea; ” \ndrés Marielle es blanca, toda soluel impos. bie, Sin embargo, sus frecuentes merodeos ro ‘Payot, Gide, oras y Voltaire parecian haber eliminado todo esa, Dre bat 2a fe, Jean Vencuse “creyé en esta cultura y se puso @ soe ele muevo mundo desrubiert y conguistads para a Qee error el styo! Basté que llegara a la mayoria de vdad yoo que le rodeaba no le habia traicionado, ¢1 1 el puebl aeeptindole entre los suyos, el negro cast rosie ea Jean Veneuse, sintiéndose incapaz de existir sin amor, lo sofiard. Lo sofiaré’ en poemas: E Cuando uno ama no hay que decir nada Hasta es mejor esconderse Andrée Marielle le ha escrito su amor, pero Jean Veneuse necesita una autorizacién, Precisa que un blanco le diga: toma 2 mi hermana, Veneuse hace unas cuantas preguntas a su ami- go Coulanges. Leamos, casi in extenso, la respuesta de Coulan- ges: “Old Boy, "Me vuelves aconsultar sobre tu caso. Te voy a dar mi opinién wna vez més y de una ver por todas. Vayamos por partes, Tu situaeién, tal como me la expones, es de las més claras, Permiteme, sin embargo, que despeje, mi horizonte, Te seré muy provechoso. {Qué edad tonias cuando saliste de tu pais para Fran- cia? Tres 0 cuatro afios, creo. Desde entonces no has vuelto fa ver a tu isla natal y no tienes la menor inteucién de volver~ jaa ver. Siempre has vivido en Burdeos. Desde que eres fun- cionario eolonial pasas tus vacaciones administrativas en Burdeos, Verdaderamente, eres de casa. Quiz no te das cuenta bien de esto, Para tu gobierno, eres un francés de Burdeos, Métete esto en la cabezota. Hasta me asombrarfa ‘que Ilegaras a entenderte con ellos, Los que yo conozco 0 se te parecen en nada. “De hecho td eres como nosotros, ti eres nosotros. Tus reflexiones son nuestras, ;TG te crees —y se te cree— ne- gro? iUn error! De negro s6lo tienes las apariencias. Por To demés, td piensas en europeo. Como el europeo sélo ama a la europea, ti sélo te puedes casar con una mujer del pats en que siempre has vivido, una chica de la buena tierra fran- cosa, tu verdadero, tu nico pais. Resuelto esto, pasemos al ‘objeto principal de tu ditima carta. Por un Jado, hay un tal Jean Veneuse que se parece a ti como un hermano, por otro, ja sefiorita Andrée Marielle, que es de piel blanea, ama a Jean ‘Veneuse, que es excesivamente moreno y adora a Andrée Ma- 56 rielle, j¥ aim me preguntas qué has de hacer! ;Delicioso eretino. Cuando vuelvas a Francia linzate sobre el padre de la que ya te pertenece en espiritu y gritale golpedndote el pecho con un estrépito salvaje: La amo. Ella me ama, Nosotros nos amamos. se casa conmigo o me mato ahora mismo.”® Solicitado, el blanco acepta darle su hermana, pero con una eondicién: té no tienes nada en comin con los verda- deros negros. Ta no eres negro, ti sélo eres “excesivamente moreno”. Los estudiantes de color en Francia conocen mente este desarrollo. No se les considera verdaderos negrot El negro es el salvaje, el estudiante negro es un_evolucio- nado. Ti eres “nosotros”, Je dice Coulanges, y si se creon que eres negro es por error, s6lo son apariencias, Pero Jean ‘Veneuse no quiere, No puede, porque sabe. Sabe que, rabioso por este humillante ostracismo, mula- tos del pueblo bajo y negros s6lo piensan en una cosa en cuan- to pisan Europa: “saciar su apetito de mujer blanca” ‘La mayoria de ellos, sobre todo los que, de tez més cla- a, reniegan de su pais y hasta de su madre, se easan menos per incinacién, gue por Ja satiafacelén.de dominar » 1a eu- isfaccién pigment i roped, satifaccién pigmentada de un cierto regusto de orgu- _“Entonces me pregunto sino me ocurre a mi lo mism y si, easéndome eon usted, que es una europea, no me daré aires de proclamar que, no sélo desdefio 2 las mujeres de mi raza, sino que, atraido por el deseo de la carne blanca, que nos esté prohibida a nosotros los negros desde que los hant- bres blancos reinan sobre el mundo, me vengo oscuramente en una europea de todo lo que sus antepasados han hecho a los ios Jo largo de los siglos.” 10 Cudintos esfuerzos para desembarazarse de una urgenci subjetiva, Soy un blanco, he nacido en Europe, todos mis amigos son blancos, Pienso en francés, mi religién es Fran- cla. ;Me oyen ustedes? Soy europeo, no soy un negro, y para » Pigs, 152-168-154, Pig. 185. 37 demostrarlo, voy s mostrar a los verdaderos negros, como funcionario civil que soy, la diferencia que hay entre ellos y yo. ¥, en efecto, relean atentamente la obra, se conven- cern: “;Quién llama a la puerta? ;Ab! Es verdad. —;,Eres ti, Sua? "Sf, comandante. "Qué quieres? "La novedad. Cinco centinelas al exterior, Diecisiete presos. No falta nadie. "Nada nuevo, aparte de eso? {No hay alguna carta en el correo? "No, mi_comandante.”# ‘Monsieur Veneuse tiene ordenanzas. Y una negra joven en su casa. A Jos negros que parecen sentir su marcha, Jean supone que s6lo les podria decir: “;Marchaos, marchaos! Ya véis... siento mucho dejaros, ;Morchaos! No olvidaré. Me alejo de vosotros porque este pais no es el mio y porque me siento demasiado solo, demasiado vacio, demasiado priva- do de todo ese confort que me es necesario y que a yosotros todavia no og reclama, por suerte para vosotros.” = Cuando leemos frases semejantes tenemos que pensar necesariamente en Félix Eboué, negro y bien negro, que en sus mismas condiciones comprendié cual era su debet_de ma- nera muy distinta. Jean Veneuse no es un negro, Sin ém- argo, a sus espaldas se ha producido un hiato. Hay algo indefinitie, irreversible, verdaderamente el that within de Harold. Rosenberg *. Louis-T. Achille, en su commnicacién a los Encuentros Inter-Raciales de 1959, decia: “Por lo que se refiere al matrimonio estrictamente inter- racial, cabe la pregunta de hasta qué punto no es, algunas ve- ces, para el cOnyuge de color una especie de consagracién sub- jetiva del exterminio, en su interior y a sus propios ojos, del 1 Pig. 182, 8 Pog. 218, : © “Du Feat au Jo, Eoquisse done geégraphie de Vactions, Lex Tempe Modornes, 1948 58 “ prejuicio de color tanto tiempo ‘sufrido, Seria interesante estudiar esto en un pufiado de casos y hasta buscar en este confuso mévil la razén de algunos matrimonios inter-raciaies realizados fuera de las condiciones normales de las parejas estudiar esto en un pufiado de casos y hasta buscar en este 48, con. personas de otra raza, poro de condicién o cultura ‘inferiores a la suya y a las que no habrian deseado como cén- yuges de haber sido de su propia raza; el valor principal que se buscaria en este sentido serfa una garantia de extra- famiento respecto del pais de origen y de "“des-racializacion” (horrible palabra). En algunas personas de color, el casarse con una persona de raza blanea parece haber tenido una im- portancia primordial, pues encontrarian en ese hecho el as- censo a una igualdad total con esta raza ilustre, sefiora del mundo, dominadora de los pueblos de color” ™. Hist6ricamente, sabemos que el negro culpable de haberse acostado con una blanca era castrado, El negro que ha poseldo una blanca queda tabi para sus congéneres femeninas, El es- pirita condesciende fécilmente a perfilar este drama con una preeupacién sexual. A esto tiende efectivamente, el arque- tipo del oncle Remus: Hermano Conejo, que representa al ne- gro. ¢Se acostaré con las clos hijas de Madame Meadow? Hay Momentos en que parece que sf, y otros que no, todo elle contado por un negro que rie, bonachén, jovial; un negro que ofrece sonriendo, Cuando empecé a despertar, muy Ientamenie, a la conrno- cién de la pubertad, tuve ocasién de admirar a uno de nuestros compafieros que volvia de la metrépoli y que habia tenido a una joven parisina en sus brazos. En un capitulo especial in- tentaremos analizar este problema, Hablando hace poco con unos antillanos, supimos que el anhelo més corriente entre los que legaban a Francia es el de acostarse con una blanca, Apenas han pisado tierra en Le Havre y ya se eneaminan hacia las casas piblicas, Una vez realizado este tito de iniciacién a “le auténtiea” virilidad, to- ‘man el tren de Paris. . % Pég. 118, Rytmes du Monde, 1949. Pero lo importants en nuestro caso es interrogar a Jean Veneuse. Recurriremos ampliamente a la obra de Germaine Guex, La nevrose d'abandon ®, Contraponiendo la neurosis Hamada de abandono, de ca- ricter pre-edipica, a los verdaderos conflictos post-edipticos deseritos por la ortodoxia freudiana, el autor analiza dos tipos, el primero de tos cuales parece ilustrar la situacién de Jean Veneuse: “Toda la sintomatologia de esta neurosis se edifiea sobre el tripode de la angustia que despierta el abandono, la agre- sivided que éste origina y la no-valoraciém de si correspon- diente” ¥, De Jean Veneuse habfamos hecho un introvertide. Sabe- mos que, caracteriolégicamente, o mejor, fenomenclégicamente, puede hacerse depender ej pensamiento artistic de una intro- versién primaria®, “En el sujeto del tipo negativo agresivo, la obsesién del pasado, con sus frustraciones, vacios y fracasos, paraliza el movimiento hacia la vida. Por Jo general més introvertido que el positivo inclinado a amar, tiende a examinar minuciosamente sus decepeiones pasadas y presentes, desarrollando en su interior luna zona més 0 menos secreta de pensamientos y resentimien- tos amargos (desengatios), que constituyen muchas veces una especie de autismo. Pero, al contrario que ¢] autista auténtico, el abandonista tiene conciencia de esta zona secreta que cultiva, y defiende contra toda intrusién. Mas egovéntrico que el neu- Tético del segundo tipo (el positive amante), todo lo relaciona consigo mismo. Tiene escasa capacidad oblativa, su_agresivi- dad y una constante necesidad de venganza acaparan sus im- pulsos, Su repliegue sobre si mismo no le permite hacer nin- guna experiencia positiva que compensase su pasado. También carece casi por completo de valoracién y, por tanto, de sexu- Tidad afectiva; de ahi un fortisimo sentimiento de impotencia ante la vida y los seres y la anulacién total del sentimiento 25 Presses Universitaires de Franco, 1950. 38 C, Guex, La névrose abandon, pig. 13. 17 Minkowsid, La Schizophénis, 1987. de responsabilidad, Los demas le han traicionado y frustrado; Por e30, s6lo de los demas espera una mejora de su suerte” ®. Maravillosa descripcién 2 la que se ajusta perfectamente el personaie Jean Veneuse. Porque, nos diee, “basté que legara a la mayoria de edad y que mi patria adoptiva me enviara a cumplir el servicio militar a la patria de mis antepasados para que me preguntase si todo lo que me rodeaba no me habla trai- cionado®, el pueblo blanco no aceptindome entre los suyos, el negro casi renegando de mi, Esta es mi situacién exacta”™. Actitud de recriminacién hacia el pasado, no valoracién de sf, imposibilidad de ser comprendido como 6! quisiera. Oi- gamos a Jean Veneuse: “Cémo expresar la desesperacién de los pequefios pays- chauds internades por sus padres en las, escuelas franccsas demasiado pronto, para hacer de ellos verdaderos franceses. En un abrir y cerrar de ojos trasladamos a un liceo, ellos, tan libres y vivarachos, por su bien, dicen lorando, “Yo he sido uno de esos huérfanos intermitentes y sufriré toda mi vida por haberlo sido. A los siete afios confiaron mi infancia eseolar a un gran licen, may triste, situado en pleno campo ... Pero fos mil juegos de la’adolescencia no consiguie- ron hacerme olvidar cudn dolorosa fue la mia. Mi eardcter le debe esta melancolfa intima y este temor a la vida en sociedad que reprime hoy hasta mis menores impulsos...”#!, Sin embargo, Je hubiera gustado, estar cefiido, envuelto. No hubiera querido ser abandonado. En las vacaciones todos se iban y solo, reténgase el término, solo en el gran liceo blanco “Ah! Esas légrimas de niffo sin nadie para consolarle... Jamis olvidard que se le puso muy temprano a hacer el apren- dizaje de la soledad.., Existencia enclaustrada, existencia re- plegada y recluida en la que aprendi demasiado pronto a me- 3 Pgs, 27-28. 38 Subrayado por mi 2G. Guex, op. cit, pag. 36. * Se reficre @ los originarios de pai 2 Pég, 227, $ 8 calidos, (N. del 7), él Gitar y a reflexionar, Vida solitaria que a la large se cot- mueve por una nada. A causa de un ser sensible interior, incapaz de exteriorizar mai alegria © mi dolor, rechazo todo lo que yo ano y me aparto, a pesar mio, de todo lo que me atrae” (2). 4De qué se trata? Dos desarrollos: yo no quiero que me amen, ;Por qué? Porque un dia, hace de esto algtin tiempo, bosquejé una relaciin de objeto y fui abandonado. Jamia he perdonado a rai madre. Porque he sido abandonado, haré sufrir a otro, y abandonarlo sera la expresin directa de mi necesidad de revancha. Me voy a Africa, No quiero ser amado y rehuyo el objeto. Esto se lama, dice Germaine Guex, “poner a prueba para hacer la prueba”. No quiero ser amado, adopto una posicién de defonsa, Y si ol objeto insiste, declararé: no quiero que me amen. iNo valoracién? Si, por supuesto. “Esta no valoracién de sien tanto que objeto digno de amor es de graves consecuen- cias, Por una parte, mantiene al individuo en un profundo ¢s- tado de inseguridad interior, y por este hecho, inhibe o falsea toda relacién con otro. Ei individuo duda de sf mismo en tanto que e8 objeto rapaz de suscitar Ja simpatia o el amor. La no- valoracién afectiva se observa imicamente en seres que han sufrido una earencia de amor y de comprension durante su pri- mera infancia” ™, Jean Venouse quisiera ser un hombre parecido a los de- mas, pero sabe que esa situacién es falsa, Jean Veneuse sabe que es un cuestor. Busea la tranquilidad y el permiso en los ojos del blanco, Porque él es ‘el otro” “La no -valoracién afectiva conduce siempre al abandonista a un sentimiento ex- traordinariamente penoso y obsesivo de exclusién, de no tener su lugar en ninguna parte, de estar demasiado en todas partes, afectivamente hablando... Ser el Otro es una expresi6a que he descubierto en varias ocasfones en el Jenguaje de los aban- donistas. Ser el Otro es sentirse siempre en posicién inestable, permanecer on el quién-vive, presto a ser repudiado y... ha- 2 Pig, 228. 3 Pégs, S132. 62 ciendo inconscientemente todo lo necesario pata que la catds- trofe peevista se produzea irremediablemente’ cen Hi® muy diffell hacerse cargo dé la intensidad del sufri- miento que se romite a las primeras experiencias de exclusion de a Infancia, cuya agudeza hace revivir en toda su pleni- a pt El abandonista reclama pruebas, No se contenta con sfir- maclones aisladas. No tiene confianza. Antes de anudar una relacién objetiva exige del otro pruebas reiteradas. El sentido de su actitud es “no amar para no ser abandonado”. B) aban- donista es un exigente, o sea, que tiene derecho a toda clase de repataciones. Quiere ser amado totalmente, absolutamente y ‘para siempre. Escuchad: “Mi muy amado Jean, Hoy he recibido su cara de julio gltimo. No es en abso- luto razonable. ; Por qué atormentarse asi? Es usted —1se da cuenta bien de lo que le dige?— de una crueldad sin limites. Usted me da una dicha mezclada de inquietud, Consigue ha: cerme la mas dichosa y, al mismo tiempo, la mis despraciada vde las criaturas. ;Cudntas veces habré de repetirle que le amo, que soy suya, que le espero? Venga pronto” =. Por fin, el abandonista ha abandonado, Se Ie reclama. Se Je necesita, Bs amado, ;Sin embargo, cuantos fantasmas! jMe oma verdaderamente? {Me ve abjetivamente? “Un dfa vino un sefior, un gran amigo de papi Ne funea me habia visio Pontaponte, Venis de Burdeos +Pece Dios! {Qué sucio era! Qué feo era aquel sefior gran amigo de de pap& Ned! Tenia un rostro negro de villano, todo negro, prueba de que ne se lavaba muy a menudo” ®, Jean Veneuse, anhelante de encontrar en el exterior ra- ones de a complejo de criada sucia y cenicienta, proyecta en cl rapaz de tres o cuatro afios el arsenal estereotipado as A Andrée le dice: ear anid 2 Paige, 95-38, % Pages, 20-204, 2 Paige, 84-85. 68 {eonsentira usted en ser “Digame, Andrée querida mi mujer si yo se lo pido?” Duda terriblemente. G. Guex dice: “La primera caracteristica parece ser el miedo de mos- trarse tal cual es. Hay en ello un vasto campo de temores di- versos: miedo s decepeionar, a disgustar, a abustir, a cansar... y, por cousiguiente, miedo a fallar la posibilidad de crear con dtro un lazo de simpatia o, si existe éste, de quebrar este laz0. El abandonista duda de que le pueda amar tal cual es, por- ‘que ha hecho la eruel experiencia del abandono ewando propo- nia su ternura a los otros, de muy pequefio, Por tanto sin arti- ficio” No obstante, Jean Vencuse no lleva una vida carente de compensations, Siempre est4 hurgando en Ja musa literaria. Sus lecturas son imponentes, su estudio sobre Suarés es muy inteligente. También G. Guex analiza esto: ‘Prisionero de si mismo, confinado en su respecto-de-si, el negativo agresivo eugorda au Sentiniento de irreparabitidad de todo Io que sieve rdiendo 0 que su pasividad le hace carecer... A exce Fevalgunas sonae privilegiadas, como su vida intelectual o su profesiin™, conserva todavia un profundo sentimiento de no-valor” ™. yAdOnde va a parar este anflisis? Nada menos que a de- mostrar a Jean Veneuse que, efectivamente, él no es semejante ‘2 los otros. Hacer que ls gente se avergtience de su existencia, decfa Jean-Paul Sartre, Si: levarlos a tomar conciencia de las fposibilidedes que los hombres se han prohibido a si mismos, de la pasividad que ‘exhiben en situaciones en las que habria_ ‘que clavarse en el corazén del munde como una astilla, forzar Si ast conviniese el ritmo del corazén del mundo, desplazar si fuera preciso el sistema de mando, y en cualquler caso, pero con absoluta certeza, plantar cara al mundo. Jean Veneuse es el cruzado de la vida interior. Cuando yuelye a ver a Andrée, cuando se encara con la mujer deseada 2 Pigs, 241-208. ® Pig. 39. ® Subrayado por mi. Pag. 44, 64 por largos meses, se refugia en el silencio... el silencio tan elocuente de los que “conocen Ia artificiosidad de Ia palabra oel gesto”. Jean Veneuse es un neurético y su color es s6lo un intento de explicacién de una estructura psiquica. Si no hubiese exis- tido asta diferencia objetiva, In habria creado pieza Dor pieza. Jean Veneuse es uno de esos intelectuales que quieren co- lecarse tinicamente en el plano de la idea, Ineapaz de realizar el contacto conereto con su semejante. ; Qué las gentes con bon- dadosas con él, gentiles, humanas? {Ah! Lo son porque ha sorprendido secretos de conserje, “Los conoce”, y se mantiene en guardia. “Mi vigilancia, vaiga la expresi6n, es como el se- guro de un arma. Recibo con cortesia e ingenuidad las insinua- ciones que me hacen. Acepto y agradezco los aperitivos que me ofrecen, participa en los pequefios juegos de sociedad que se organizan en el puente, pero no me dejo atrapar en la bene- volencia que se me testimonia, porque desconfio de esta socia- pilidad excesiva mia que ha reemplazade demasiado répida- swente la hostilidad en Ia cual se nos intents aislar no hace mucho™ Acepta los aperitivos, pero los restituye, No quiere deber nada a nadie, Si no los devuelve, es un negro, ingrato como todos Jos otros, 2Y si es malo? Precisamente porque es negro. No se puede dejar de detestarlos. Ahora bien, lo advertimos, Jean Veneuse, alias René Maran, no es ni més ni menos que un abandonista negro, Devolyémoslo a sy Luger, a su justo lugar. Es un neu- rético que precisa ser liberado de sus fantasmas infantiles. Digo que Jean Veneuse no representa una experiencia de las relaciones negro-blaneo, sino una cierta manera de compot- tarse un neurético, accidentalmente negro. Hl objeto de nuestro estudio se perfila: permitir al hombre de color, comprender, con ayuda de ejemplos concretos, los factores, los ingredientes psicolégicos que pueden alienar 2 sus congéneres, Volveremos a insistir sobre el particular en el capitulo reservado a la des- eripeién fenomenolégica, pero, lo recordamos de nuevo, nues- © Pag, 108, tra finalidad consiste en hacer posible un sano encuentro entre el negro y el blanco. Jean Veneuse es feo. Es negro, ;Qué més hace falta? Re- Keanse las observaciones de Guex y se convencerdn de esta evi- dencia. Un homme pereil auz autres es una impostura, un intento de hacer depender el contacto estre dos razas de una morbidez constitucional. Convengamos en que, en los planos del psicoandlisis y de Ia filosofia, la constitucién s6lo es mito para quien la rebasa. Si desde el punto de vista euristico debe negarse ala constitucién toda existencia, también es cierto que sigue habiendo individuos que hacen todo lo que pueden ¥ més para entrar y acomodarse en esquemas pre-establecidos. Es imposible impedirlo, No; algo podemos hacer. Hace un momento hablabamos de Jacques Lacan, y no era por casualidad, En 1982 hizo, en su tesis, una critica vio- Ienta de la nocién de constitucién. Aparentemente, nos apar- tamos de sus conclusiones, pero esta disidencia se comprende sino olvidamos que nosotros substituimos la nocién de cons- titueién en el sentido en que lo entendfa la escuela francesa por la de estructura..., “englobando la vida psiquica inconsciente tal como nos es posible, parcialmiente, conocerla, en particular bajo la forma de refluido y refluyente, en tanto’ que estos ele- mentos participan activamente en la organizacién caracteris- tica de cada individualidad psiquica” ®. Ya lo vimos: el examen de Jean Veneuse revela una es- tructura de abandonista del tipo negativo-agresivo, Puede in- tentarse una explicacién racional del caso, es decir, por la interaccién medio-individuo, y recetar, por ejemplo, un cam- bio de medio, “un cambio de aires”. Claro que, en este caso, nos damos cuenta inmediatamente de que la estructura permane- ceria. El cambio de aires que se impone Jean Veneuse no tiene por finalidad situarse en tanto que hombre, no tiene por fi- nalidad una sana conformaeién del mundo; Jean Veneuse no busca con su cambio de aires esa plenitud caracteristica del equilibrio psico-social, sino una confirmacién de su neurosis externizante. Pag. 54, La estructura neurbtica de un individuo seré I ti entonce precisamente, la elaboracién, 1a formacién, el brotar en el yo de nudos confliciuales provenientes en parle de] medio y, tam. ién, de su manera personsiisi le a Piece per lisima de reaccionar frente a esas De la misma manera que la pretensién de inferi . ma rir del com- portamiento de Nini y de Mayotte Capéeia una ley general del comportamiento de la negra eon respecto al blanco suponia tm ensayo de mixtificaci6n, también habria, afirmamos, falta de objetividad en la extensiOn de la actitud de Veneuse al kombre de color como tal. Descariamos con todo esto haber Gesanimado tedo intonto encaminado a reducir los fracasos de un Jean Veneuse a la mayor o mejor concentraciéi ingen ou epidermis, oe Bs conveniente que este mito sexual —la bisqueda 4: carne blanca— deje de estorbar una comprensién activa ca ‘ndividualidades transitades por conciencis alienadas. » ninguna manera debo mirar mi color como una tars ‘A partir del momento en que el negro acepta la escisi6n im: Duesta por el europeo ya no tiene un momento de reposo. '";No £ comprensible, entonees, que intente ascender hasa el blan. £0? ZNo es comprensible que intente ascender en la gama de colores alos que conflere una especie de jerarquia” *. | _ Ya veremos que es posible otra solucién, Una sotncié implica una reestructuracién del mundo, on & Claude Nordey, L’homme de ectleur. Coll, ae Présenees, Plon, or 0 Vv. SOBRE EL PRETENDIDO COMPLES WV og DEPENDENCIA DEL GOLONIZADO No hay en el mundo un solo pobre diablo linchado ni un pobre hombre tortwrado en los que yo io sea aae- ‘sinado y humillodo. (Aimé Césaire, Et les chiens se taisaint.) 5 i de_unos pocos ‘Al comenzar este trabajo s6lo dispontamos ; ectudiog de Mannoni, aparecidos en la revista Pevché, Nos propusimos eceribir af autne para parle nos comesite Jusiones a que habia legado. 3 cena 2 Pa ae um ne junto, Ya ha aparecido esia obra: Psychologie de le co! tion, Vamos a estudiarla, eh "Antes de entrar en faena digamos que el pensernienss er \tico et hanesto, Habiendo vivido en 1a extrema smi jnherente a la situacién colonial, Mann a iment tana eaptaci6n por desaracia demasiado exhaustive de los fends monos psicolégicos que Tigen las relaciones indigens- 700%; | caracteristica fundamental de la investigacion ysicolé- ssica actual parece ser la realizacién de una cierta exhaus Vidad. Mas no se debe perder de vista 10 real. 68 Por nuestra parte, pondremos de manitiesto que 0. Man noni, aun babiendo consagrado doscientas veinticinco paginas al estudio de la situacién colonial, no ha sabido eaptar sus ver- daderas coordenadas, Cuando se aborda’ un problema tan importante como el Inventario de las posibilidades de comprensién de dos pueblos diferentes, forzoso es redoblar la ateneién. Debemios a Mannoni el haber introducido en el procedi- miento dos elementos cuya importancia dificilmente podria pasar desapereibida nadie. ‘Un anilisis répido pareeia haber eliminsdo de este Am- vito ls subjetividad. El estudio de Mannoni es una investigacién sincera, porque se propone mostrar que es dificil explicar al hombre sin tener en cummta esa posibilidad saya de asumir onegar una situacién dada. EF] problema de la colonizacién com- porta, pues, no solamente la interseccién de condiciones obje- tivas ¢ histéricas, sino también la actitud del hombre para con esas condiciones. Paralelamente, tenemos forzosamente que adherirnos a Ja parte del trabajo de Mannoni que tiende a patologisar el con- flicto, es decir, a demostrar que al blanco colonizador sélo le mueve su deseo de poner fin a una insatistaccién en el plano de la sobre-compensacién adleriana, No obistante, no podemos estar de acuerdo con | cuando leemos: “B] hecho de que un malgache aduito aislado en otro medio puede devenir sensible a la inferioridad de tipo elésico prueba de manera poco menos que irrefutable que, desde su infancia, existia ya en él un germen de inferioridad’” (+). Al leer este pasaje sentimos que algo vacila dentro de nosotros; por si fuera poco, la “objetividad” del autor puede inducirnos 2 error. Con fervor hemos intentado descubrir Ja linea de orien- ‘tacién, el tema, eh tema fundamental del \ibro: “La idea central es que la presencializaciin de los ‘eivilizados’ y de los ‘primi- tivoz’ cree una particular situacién —la situacién colonial— que da lugar, que hace parecer un conjunto de ilusiones y 10, Mannoni, Peychologie de la colonisation, pég. 32 (Ed. du Seuil) 69 malentendidos que s6lo el andlisis psicolégico puede situar y definir” @). Ahora bien, puesto que éste es ef punto de partida de Mannoni, :por qué quiere hacer del complejo de inferioridad algo pre-existente a le colonizacién? En ello reconocemos el mecanismo de explicacién que, en psiquiatefa, daria: hay formas latentes de la psicosis que se hacen manifiestas después de un traumatismo, Y en cirujia: la aparicién de varices en un in dividuo no se debe a que se haya visto obligado a permanecer diez horas diarias de pie, sino a una fragilidad constitucional da le pared venosa; el modo de trabajo es sélo una condicién que actia en sentido positivo favoreciendo su aparicién; el su- perespecialista consultado decreta que la responsabilidad del patrono es muy limitada, Antes de abordar en detalles jas conciusiones de Mannoni nos gustaria precisar nuestra posicién, De una vez por todas expresamos este principio: una sociedad es'racista 0 no lo ¢s. Mientras no se acepte esta evidencia se dejarin inadvertidos, de lado, una gran cantidad de problemas. Decir, por ejemplo, que el Norte de Francia es még racista que el Sur, que el ra- cismo es obra de los subalternos —expendiente que absuelve absolutamente a Ia élite— o que Francia es el pais menos ra- cista del mundo, decir todo esto o cosas semejantes es propio de hombres ineapaces de reflexionar correctamente. Para demostrarnos que el racismo no reproduce la situacién econémicn el autor nos recuerda que “en Africa del Sur los obreros blancos se muestran tanto o mas racistas que los diri- gentes y patronos” Pedimos excusas, pero deseariamos que quienes cargan con Ja responsabilidad de describir la colonizacién recuerden esto: es utdpico intentar averiguar en qué se diferencia un eomporta- miento inhumano de otro comportamieno inhumano. De nin- guna manera gueremos inflar el mundo con nuestros proble- mas, pero sf nos gustaria preguntar a 0. Mannoni si no ha pensado alguna vez en las diferencias que pueda apreciar un * Gf. pig. 11 de la eubierta, (Subrayado por mi.) ST, Mannoni, op. cit, pég. 16. Al final de una rej i6 i: Presentacion de 1 en Aj : fete Pe ec a, Sartre: “Valdria la Pena que se en el Afri 5 Guretla claramente haste qué punta os mis felis ol er Pas ncés que su congénere americano” zai cia, Seeramente, Soe posed de que una experien- ‘i 3 ia por otro, Ne TGRit 0M diciendo: el problema negro eo ine fests ada », después de ponerme @ estudiarlo. Pero me pares que ue Mannoni no ha intentado ecoger racién del hombre de color ante "el Danco Me gece Putain respectueuse ¢Hay, en verdad, alguna dif i sey NO 8 descubre ahi Ia misma caida, Leer (aes y eine » fa misma bancarrota Mannoni estis detesta al negra imaeye et piamce Pobre de Africa del Sur » &n efecto, que la 7 esta. pasién rng eG SProvecha mis lo primers, Oradea et iprecisamente porque no po. Si yo trato al judio como un al mismo tiempo, mi perte. pene al irfamos ademds argum, Mraramiento de la agresividad del proletariads ‘blanch eee el proletariado negro es, fundame de la estructura econémica de Aiea ae a iQué i plan 2ue &S Africa del Sur? Una caldera en la que 2.680.300 18.000.090 de negros. Si Jos 1cOS aporrean y someten a $ Subrayado por me SP Sastee, Reflorions su la question juive, Pig, 22, m1 blancos pobres odian a los negros ello uo se debe, como deja entender Marnoni, a que “el racismo es obra de pequefios comerciantes y pequeffos colones afanados como mulos y al ca bo sin mucha ganancia’”’*, No, los odian porgue 1s estructura de Africa del Sur es una estructura racista: “Negrofilia y filan- tropia son injurias en Africa del Sur... se propone separar Jos indigenas de los europeos, territorialmente, econémica- mente y en el campo politico,’ parmitirles edifiear su propia civilizacién bajo la direceién do la autoridad de los blancos, pero con un contacto minimo entre las dos razas. Se propone reservar a !os intigenas algunos territorios y obligar a Ja ma- yorfa a vivir en ellos... La competicién econémica quedaria suprimida, preparando as{ un camino para la rehabilitacién de los blancos pobres, que constituyen el 50 por cionto de la poblacién europea... “No es ninguna exageracién decir que la mayoria do los sudafricanos experimentan una repugnancia casi fisiea ante todo lo que sitia @ un indigena o a una persona de color 2 su nivel” 7. Para terminar con el argumento de Mannoni recordamos que “la barrera econémica proviene, entre otras causas, del temor a la competencia y dol deseo de proteger las clases de Jos blancos pobres que forman la mited de le poblacién euro- pea a fin de impedir que éstos caigan atin mAs abajo”. Mannoni continia; “La explotacién colonial no se confun- de con las otras formas de explotacién, ef racismo colonial di- “ere de los otros racismos...”%, El autor habla de fenor~ nologia, psicoandlisis, de unidad humana, pero nos gustari- que diese a estos términos un cardcter més concreto. Todas le sormas de explotacién se parecen, Todas van a buscar su nt cesidad en algun decreto biblico. Todas las formas de explota cién son idénticas, porque se aplican, todas por igual, al mis- a0 “objeto”: el hombre. Al considerar en yn piano de abstrac. § Mannoni, op. cit, pag. 16. ; TR. P. Ogwin, Magrath dal convento dominieano de San Nicolés, Stalleboseh, Africa Austral Ingles, Lorene de couleur, phe. 140. (3 subrayado es mfo.) © Mannoni, op. eit, pag. 19, m cién la estruétura de’ tal ién se enmase © cual explotacié, problema capital, instalae fae eae ‘pital, fundamental, eso 8, reinstalar al hombre en a Facismo colonial no differs de los otros racismos, mudo, una semitismo me muerde en plena carne, yo me de- mi ome. resiatencia espantosa me deja anémico, me niegan suerte resengg Sef hombre. No puedo desolidarizarme de la poner 8 hermano, Cada tno de mis acos empetia ombre. C d reticeneias, cade bardias y bajezas manifiesta al hombre®’ Aig nas pateor ester pretty, Sean src ea ty ein cae Presoncia 0 los que no le eh wo apa ee or eee oo medica ie ial Baal art cone aren aides fee ce ile SS, a a BES ee , La culpabilies alle. ‘ me id eoaaen OR oe sie ie ia z Hes ai sled Sin ts ce te Pee slog EEL Gatto oe pen Prk cee aces udu fora Para otto, Ya ta inves, 4g ee rads ct motets att Boule Vehaes fate ies we 2s fey apt Ses aot e &ipets an donhet re Bad acetal pie aes Ste, Seti eeu, debi a ealebad gatas, Gee Ponsables de todos eat tauerion 7 de tao: ior Behe ueamENE Tes. 73 Hitler no ha muerto; cuando pongo la radio y me entero que se insulta, desprecia y pogromiza a los judios, digo que nos han mentido: Hitler no ha muerto; y si, ctra vez, pongo mi radio y Cigo que en Africa del Sur’se ha instituido y legalizado el trabajo forzado, digo gue, verdaderamente, nos kan mentido: Hitler no ha muerto” %, Si, la civilizacién europea y sus representantes més cali. ficados son responsables de] racismo colonial™; y vuelta a Césaire: “Entonces, un buen dia, la burguesfa se desperts sobresaltada por un formidable golpazo de rebote: las gesta- pos actian a sus anchas, lag prisiones se Ienan, los tortura. dores inventan, refinan, discuten en torno a los potros. Asombro, indignacién! Se dice: “Qué cosa mis curio- iBah! Es el nazismo. ;¥a paserd!” Y esperan, y confian (et on attend, et on espére); y se callan a si mismos la ver- dad, que es una barbarie, pero la barbarie suprema, la que corona, la que resume la cotidianeidad de las barbaries; es el nazismo, sf, pero antes de ser victimas han sido cémplices; a este nazismo le han soportado antes de sufrirlo, le han absuel- to, cerrando el ojo, le han legitimado, porque hasta que legé aquello sélo se habia aplicado a pueblos no europeos; a este nazismo lo han cultivado, son responsables de él; un nazismo que brota, revienta y rezuma, antes de engullirla en aus aguas rojas, de todas las costuras de ls civilizacién oceidental y cristiana” ®, = vémis arabes, ol andar medroso y fugitivo, desconfiados, envueltos en esas largas vestimentas trapajosas ‘que parecen fabricadas adrede para ellos, decimos: 0. Manno- ni se ha equivocado. Cantidad de veces me han detenido los ins- pectores de policfa en plena calle confundiéndome con un éra- be, y cuando comprobaban mi origen se apresuraban a decir: W Cito de memoria (Discours politiques, eampatia. electoral de 1045, Fort-de-Prance) "1 “La civilizacién europea y sus representantes més calificndos no son responsahles del racismo colonial; pero éste es obra de subalternos ¥ do pequefios comerciantes, de colonos que mucho trabajacon sin amasar Gran cosa.” (Mannoni, pig. 16.) HF Aimé Oésaire, ‘Discours gur le colonialieme, page. Uy Li. 4 lonial”? Pues no significa sino que el colonial aventureros y polities, mlanttas “los teprewafants Con s” se mantienen, en efecto, al , Pero, dico Francis Jeanson, todo cladadaee ee el acim oe responsable de los actos perpetrades en nombre de esta me clon: “Dia tras dia este sistema desarrolla a vuestco aivele, dor sus consecuencias perniciosas, dia tras dia sus Dromotorce os traicionan, Prosiguiendo en nombre de Francia una politica inimaginsblemente ajena, no adlo a vuentros verdadeos in, reoes, sino también a vuestras exigenciag mis profurde Os elorifiesis por manteneros a distancia de un vierte vcden de realidades: asf dejéis las manos libres a aquélice rodearian con holgura en atmésferas malsanas, que elle nie, Ties Se eFean con Su propio comportamiento, Y ‘i, a6lo paren temente conseguis lavaros. las manos, ello quisre dec sno ites s¢ las ensueian 9 cuenta ruestra. Tendie hombres cue Hitcen, pero las casas claras, vosotros gots los verdaderes Cals ables: porque sin vosotros, sin yuestra negligente eccucy fales hombres no podrian proseguir una accién que os sma, 7a a wototrs tanto como a ellos los deshonta’"® ‘amos hace poco que Africa del , tura racisa, ‘Vamos a dar un paso mis yn dene que Ewons fiome wma estructura racista, Ws evidente que Mantoni to oe a interesado por este problema, ptiesto que dice: “Pranic Shuts menos recista del mundo” ¥, Buenos negros, regoeijacs 14 Francis Jeanson, Cette Algérie conguis , abril 1980; pan, GAN Cette Alpérie congue ot paaifée.... (Zeprit, © Mannoni, op. eit, pég. 3. 15 malo forma parte del inconsciente de la colectividad. Ya lo veremos mas adelante (cap. VI) Sigamos con Mannoni: “Un complejo de inferiarided 1i- gado al color de la piel s6lo se aprecia, en efecto, en los indi- vviduos que viven en minorfa en el interior de un medio de otro color; en una colectividad bastante homogénea, como la mal- gaché, donde Jas estructuras sociaies son todavia bastante sé- lidas, el complejo de inferioridsd slo se da en personas aisla- das y casos excepcionales” ', ‘Unia vez mas pedimos al autor un poco de cireunspeccién. Un blanco en-las colonias jamés se ha sentido inferior en ni guna parte (de las colonias); como tan soberbiamente dice Mannoni: “O se hace dios 0 ¢s devorado”. Ei colonizader, aun- que “cn minoria”, no se siente inferiorizado, En Martinica hay 200'blaneos que se estiman superiores 2 300.000 elementos de color. En Africa austral hay 2.000.000 de blancos por cerca de 18.000.000 de indigenas, y a ningin indigena se le ha ocurrido nunca sentirse superior a un minoritario blanco, Los deseubrimientos de Adler y los no menos interesantes de Kuenkel explican sin duda algunos comportamientos neur6- ticos, pero mo hay que-inferir de ellos leyes aplicables a pio- blomas infinitamente compiejos, La inferiorizacién es el co- rrelativo indigena de la superiorizacién europea, Tengamos el valor de decirlo: es el racista et que erea al inferiorizado. Gon esta conclusi6n damos la mano a Sarire: “El judio es un hombre al que los otros hombres tienen por judio. Bsta es la verdad simple de la que hemos de partir... Bs el antise- mita el que hace al judfo” 2. {Qué som esos eases excepcionales de que habla Mannoni? Seneillamente, aquellos que, habiendo evolucionado, descubren Ge repente que la civilizacion asimilada por ellos los rechaza. De manera que la conelusién seria la siguiente: mientras el verdadero malgache-tipo de] autor asuma sus “conductas de- pendientes”, todo va bien; mas, si se olvida de cual es el lugar que le toes, si se encabezona en igualar al europeo, entonces 35 Ibid., pé. 108. %® Sartre; op, eit, pig. 88-89. 6 el llamado europeo se enfada i a 2 y rechaza al impradente, en esta ocasion y en este caso excepcional, pata con tar nn Plejo de inferioridad su negacién de la dependoncia, ie Nos parecié observar anteriormente, 2 3 parecié observa , en alranas alegacio- Ree Manzoni, un guid pro quo euando menos peligrose, En selo, Marnoni deja al malgache le opcién entre la inferior les relaciones (de dependencia) i 4 ¢ a) en Ia vida con i inferioridad ya no le molesta, todo va bien, Guande no fevsoe sigue, cuando su posicién de inseguridad no se regulariza de esta manera, gufre un fracaso” 1” i La primera intencién de Manmoni habi F mmoni habja tiea de los métodos empleados hasta, ho: i y por los diferentes négratos que se"han dedicado a considerar Ins poblacionee Primitivas. Esté claro el reproche que merece su obra, espués de haber encerrado al malgache en ens us bocpemaeig fader, realtendo un andlisis unilateral fe ou vats ‘el mundo, tras describir al malgache en cireulo cer - cir que el malgacke conserva relaciones de depondevi , tes antepasados, curactoristicas altamente trisates, el autor, ec Gerprecto de toda objetividad, aplioa sus conctusiones @ me comprensiin bilateral, ignor és il ated pee ignorando que después de Galileo yt Lo oue habiamos pedido a Mannoni 7 in era que nos i la situacion colonial, Se olvida. singularmente de ceri Nea se Plerde, nada se crea, estamos de acuerdo, Parodiendo a He. Raat aariier, dice sobre la dinémica de la ‘personas i in estudio dedicado a Kardiner y a Linton! "pl 6 {hie de sus estadios es el resultado de todos los ontadios antes lentes v debe contoner todos los principios de los: mimes. [uha,galida de tono, pero que sigue siendo regia para muchos invettigadores, Las’ rescciones y comportamicnto, nacidos “s engin seguido de la llegada de los europeos a Matayaccar no vinieron a sumarse a los pre-existentes. No so prodyio un % Marnoni, op. cit, pig. 61, f % 08 Petknolegie retrowve Punt de Chomme (Esprit, abril 1950), W aumento del paquete psiquico anterior, Si, por ejemplo, unos cuantos mareianos se pusiesen a colonizar a los terrestres, no digo iniciarlos a la cultura marciana, sino literalmente a colo- nizarlos, acabariamos dudando de la perennidad de una per- sonalidad (cualquiera). Kardiner corrige muchos juicios al es- cribir: “Ensefiar el cristianismo a las gentes de Alor es una empresa a lo Don Quijote... (Esto) no tiene ningin sentido en tanto en cuanto la personalidad sigue estando construida con elementos totalmente desarménicos con la doctrina cris- tiana...: con toda seguridad, es comenzar por el final ma- 1o”18, Y si los negros son impermeables a las ensefianzas de Cristo no es en modo alguno porque sean incapaces de asimi- larlas. Comprender algo nuevo nos exige disponernos para, prepararnos para, exige una nueva conformacién, Hs pura uto- pia esperar del negro o del Arabe la realizacién del menor es- fuerzo para integrar determinados valores abstractos en su Weltonscheuung cuando todavia anenas si pueden colmar su hambre. Pedir al negro del alto Niger que se calee, reprochar- Te su incapacidad de legar a ser un Schubert, es por lo menos igual de absurdo que asombrarse porque un obrero de la Ber- iet no consagre sus ratos libres al.estudio del lirismo en Ia li- teratura hindi o que declararle suspendido per in secula secur lorum. para ser un Binstein. En efecto, en el absoluto, nada se opone a semejantes co- sas, Nada, salvo que los interesados no tienen ninguna posi- bilidad en este sentido. iPero elios no se quejan! La pruebs: “Al amanecer, un poto distante de mi padre, de mi madre, el bohfo goteando por vegiias, como un pecador atormentado por sus ampollas y un tejado venido a menos, remendado con trozos de bidones de pettéleo. .. Eso hace charcos de herrumbre en el amasijo gris sérdido corrompido de la paja, y cuando el viento silba, esta auincalla hace un ruido estrambético, como un crepitar de fri- tanga primero, después como un tizén que se hunde en el agua con el humo de las chascas tomando aire, Y la cama de tablas donde he nacido mi casta, toda mi casta en esta cama de ta- blas, con sus patas de cajas de kerosene, como si esta cama ® Citado por Geonges Balandier, ibid, pég. 100. 8 tuviese la elefantiasis, y su piel de cabrito, y sus hojas de ba- nanas secas, y sus andrajos, un recuerdo de colchén la cama de mi abuela’ (més alto que la cama, en un pote leno de acelts un abo de vela cuya lama baila como un gran nabo... en el pote, en letras de oro: GRACIAS)” #, Desgraciadamenta, “es- ta actitud, este comportamiento, esta vida accidentada atrapada en el lazo de la vergiienza y el desastre, se insurreceiona, se opone, opone, voces, y come mi candidez le pregunte: “c¥ qué podemos hacer? “Entonces: —"Comenzar! —[poomenzer, aut : "La nica cosa en el mund - sar: a fn del mundo, parder”# eee eee _ Lo que Mannoni ha olvidado es que el m: existe; ha olvidado que ef malgache esate von ehestopee, aa blanco legado 2 Madagascar ha conmovido los horizontes y~ los mecanismos psicolégicos, Todo el mundo lo ha dicho: para #1 negro Ia alteridad no es ‘el negro, sino el blanco, Una isla como Madagascar, invadida de la noche a la mafiana por los “pioneros de la civilizacién”, aun en el caso de que estos pio- neros se hubiesen portado fo mejor que podian, experiments sin duda una destructuracién, Es el propio Mannoni quien lo dice: “Al principio de la colonizacién cada tribu queria tener su blanco” #. Bien se explique esto por determinados meca- nismos mégico-totémicos, por una necesidad de contacto con el Dios terrible 0 echando mano de un sistema de dependen. cia, sigue siendo evidente que en esta isla se produjo algo nue. vo con lo que habfa que contar go pena de hacer un andlisis falko, absutdo y cadueo, zHabia intervenido una aporiacisn ImevaT Pues entonces era necesario tntentar comprender las EI blanco desembarcado en Madagascar da absoluta, Las consecuencias de esta irrapelie eoronns en Madagascar no son solamente psicolégieas, puesto que, tam. heri Zi Aimé Clsaire, Cahier dun retour, nig. 66, ‘% Mannoni, op. eit, pég. 81, 9 {yin fo ha dicho todo ol mundo, existen relaciones internas en- tre la conciencia y el contexto social. 7Las consecuencias econdmicas? ;Pero si lo que habria que hacer es el proceso de le colonizacién! Prosigamos nuestro estudio, “gn términos abstractos el malgache puede soportar no ser hombre blanco. Lo cruel es heber deseubierta primero aue tno os hombre (por la identificacién) y después que esta, uni- Gad se rompe en blancos y nerros. Si el malgache “abandona- Go” o “traicionads” mantiene su identificacion, éta se hace Sntonces reivindieativa; el malgache exigiré igualdades abso- Jotamente innecesariss para él antes, Bstas ieualdades le ha- brian sido ventajosas antes de reclamarlas, pero después son remedio insuficiente pata sus msles: porque todo progreso en Tas iyualdades posibles har todavia més insoportables las di- ferencias que, de repente, aparecen siendo dolorosamente ind lebles. (E] meleache) pasa de esta manera de la dependencia 2 la inferioridad ps‘colégica” >. ‘Volvemos a encontrar el mismo melentendido, Es eviden- te, on efecto, que el tmaleache puede soportar perfectamente whe ser un blanco, Un malzache es un malgache; o, mejor, no, Jin maleache no es un maleache; en é] existe un “malgecher’ de una manera absoluta, Si €l es talgache ello se debe a aue hie llepado el blanco, y si en un momento dado de su historia se ha visto conducido a preguntarse si era o no era un hom- ihr= ello ge debe 2 ame se Ie ha diseutido esta realidad de hombre. © dicho de otra manera, yo comienzo a sufrir el no ser un lanes en Ie, medida en que cl hombre blanco me impone une disersminacién. haes de mf un colonizado, me usuroa todo va- Jor. toda orivinalidad, me dice que parasito el mundo, que ten ven ane nometme io mas rénidament® posible el vaso del mundo Hlanen. “nue soy una bestia bruta, que mi pueblo y yo somos feoma im estercoler® arbulatite horriblemente promiisor de ca- fa han-la v aloodén sedefio, cue no tengo nada que hacer en @ mundo” %, Entonces, sin més. intentaré hacerme blanco. es decir, obligaré al blanco 9 reconocer mi humanidad. Pero Man- 2 Manmoni, pig. 85. Aims Césaine, Cahier d'un retour. 80 noni viene y nos dice: usted no puede, poi és undo de usted hay un ecole aemeaeneeeaT "Todos los pueblos no son aptos para ser colonizados, s6Jo Jo sun aquellos que tienen esta necesidad”. Y més ‘adelante: Casi en todas partes donde los europeos fundaron coloniss del tipo que esté hoy “en cuestién” puede decirse que los espe- raban y basta los doseaban, en el inconsciente de sus habitan- tes, En todas partes corrian leyendas que Is prefigursban ba- jo Ia forma de unos extranjeros venidos del mar y destinados a traer beneficios” ®, Como puede verse, el blanco obedece a ao complejo de autoridad, un complejo de jefe, mientras que al malguche cbedece a un complejo de dependencia,Satistechos Cuando se trata de comprender por qué ¢l euroy tranjero, reeibi@ el nombre de Teeth, ba deat tapsorabis extranjero”; cusndo se trata de comprender por qué los euro- eos néufragos fueron acogidos con los brazos abiertos y no como enemigos, entonees, en lugar de intentar esa comprensibn a partir de Ia humanidad, de la benevolencia y de Ia cort raigos fundamentales de lo que Césaire llama las “viejas eivi- lizaciones corteses”, se nos dice que en los “hieroglifos fat cos” —en particular en el inconsciente— estaba escrito algo gue Yavin de] Dmto el seor esperado, Bl incosssiente, of v8 jemos llegado a él, Pero no hay que extrapolar, Un negro’ me cuenta el siguiente sueHo: “Camino desde hace rato, estoy may ansado, tengo In impresin de que me espera algo, Iranguco arreras y muros, Ilego a una sala vacla, detrés de unh puerta oigo un ruido, dudo antes de entrar, me decido al fin, entro, en esta segunda edmara hay Blanes, compruebo aue yo tam: ién soy blanco”. Cuando intento comprender y analizar este suefic, sablendo que este amiga tiene dificultades de aprove chamiento, concluyo que este sueiio realiza un deseo incons- ciente. Mas, cuando tenga que integrar mis conelusiones en el contexto del munto, fuera ya de mt nboratorio de psievanais 1. Mi paciente sufre un complejo de inferioridad. Su ex % Mannoni, pigs. 87-88, 81 tructura paiguiee corve el riesgo de disolverse, Hay que pre- servarle de dicho riesgo y, poco a poco, liberarle de eate deseo inconsciente. 2. Si este amigo esta sumergido hasta tal punto en el deseo de ser blanco es porque vive en una sociedad que hace posible su complejo de inferioridad, una sociedad que extrae su consistencia del mantenimiento de este complejo, una so- ciedad que afirma la superioridad de una raza; nuestro amigo esté afincado en una situacién neurética exactamente en la misma medida en que esta sociedad le crea dificultades. Entonces, lo que aparece, lo que sale a relucir, es 1a neve- sidad de una accién emparejada, sobre el individuo y sobre el grupo. En tanto que psicoanalista debo ayudar a mi cliente @ que haga consciente su inconseiente, a no intentar més una lactifieaci6n que es alueinacién, pero también debo actuar en el sentido de un cambio de las estructuras sociales, En otras palabras, el negro tiene que evitar e] encararse con este dilema: blanguearse o desaparecer. Tiene que tomar conciencia de una posibilidad de existir; en otras palabras otra vez, Si la sociedad le crea dificultades a causa de su color, si yo descubro en sus suefios la expresion de un deseo incons- ciente de cambiar de color, lo que yo he de hacer no es disua- dirle de ello aconsejéndole “mantener distancia”; lo que yo he de hacer, por el contrario, es, primero, poner en claro jos méviles, después ponerle en condiciones de eseoger la accién (0 la pasividad) con respecto a la verdadera fuente del con- Hlicto, es decir, con respecto a las estructuras sociales. Mannoni, ‘ansioso de abordar el problema desde todos los puntos de vista, ha interrogado también el inconsciente del malgache. Analiza siete suefios: siete relatos que descubren el incons- ciente, de los cuales seis manifiestan una dominante de terror. Seis nifios y un adulto nos camunican sus suefios; los vemos temblorosos, huyendo, desgraciados. .. Suefio del cocinero: Un toro furioso negro® me persigue. Lleno de espanto, % El subrayade es mio. 82 me subo a un érbol; me quedo hasta que i me bajo temblando. Re eae ite Sueiio de Rakevi, muchacho de trece afios: ‘Me paseo por el bosque, encuentro a dos hombres ne- gros®. “iOh!, digo, jestoy perdido!” Voy (quiero). hae a corer, pero me es imposible. Me rodean y farfullan a su ma. nera. Yo creo que dicen: “Vas a ver lo que es la muerte”. Yo tiemblo de miedo y les digo: “jDéjenme, sefiores, tengo mucho miedo!”. Uno de los hombres sabe el francés, pero a pesar de todo me dicen: “Pe llevaremos ante nuestro jofe”. ‘Se ponen a andar, a mi mo obligan también, me ensefian sus fusiles. Mi miedo (se) hace cada vez mas grande, pero antes de llegar a su campamento hay que atravesar un arroyo, Me tiro al agua, hasta el fondo, Gracias a mi sangre fria consigo llegar hasta una gruta de piedra y me escondo dentro. Cuando los dos home bees se van, huyo y vuelvo a casa de mis padres... ‘Suetio de Josette: La persona (una chica) se ha perdi i perdido y se sienta sobr un troneo de érbol tumbado, Una mujer vestida con un hanes blaneo le dice que esté en medio de unos handoleros, El relate continia asi: “Voy a la escuela, responde tomblando, y cuando volvia de la escuela me he perdido aqui”. 1 ice: “Si tote camino teens he Perdido aqut. Hla me dice: “Sigue Suofio de Razafi, muchacho de trece a catoree aios: Le persiguen unos tiradores (so met ig megaleses) que al correr “hacen un ruido de caballo al galope”, “enseffan sus fusiles de, lante de ellos”. Bl sujeto escapa haciéndose invisible. Sube Por una escalera y encuentra la puerta de la casa...” ‘Suefio de Eiphine, muchacha de trece a catorce aitos: “Suefio con un buey neyro™ que me persigue con fuerza, 2 Fl subrayado es mio. 3 El subrayado es mio. a3 i si i blanco (sic), El buey es vigoroso. Su cabeza, casi manchada de Teva ds largos eueros bien afilados. | Ah! 1 Qué mala sueriel me digo yo. El sendero se estrecha, ,Qué puedo hacer? Me euelgo dé un mango, 10h! Me caigo ent unas zarzas. Entouces el toro (se) apoya los cuernos contra mi. Mi intestino se sale y 61 se lo come. ..”. ‘Suefio de Raza: a ie 1 la que vienén En su suefio, el sujeto oye decir en la escuela qi é Jos senegaleses, “Salgo del patio a mirar”. Los senejaleses vie~ nen, efectivamente. Huye, toma e] camino de su casa. “Pero nuestra casa también la desparraman...". Suefio de Si, muchacho de catorce ajios: “Me paseaba por el jardin, sentia que algo formaba una sombra detras de mir Las Nojas choctban at alrededor, ca- yendo como (st) un bandido quisiese agarrarme. Cuando iba por todos Jos paseos, la sombra me seguia siempre. Entonces me agarré miedo y me ponfa a correr, pero la sorabra daba grandes zancadas (tan grandes que) me echaba su enorme mano para agarrarme con (por) mis ropas. Sentia mi eanisa desgarrada y srvitaba, Al ofr este qrto, mi padre saltaba de la cama y me miraba, pero la gran sombra desaparecia y yo ya no sentia mi rran miedo”, FPO" Face de esto unos diez afios, me llevé una buena sorpresa al comprobar que tos norteafricanos detestaban a los hombres de color. Nos era verdaderamente imposible entrar en con- tacto con los indigenas, Salf de Africa con destino a Francia sin haber comprendido Is Tazén de esta animosidad. Sin em- bargo, algunos hechos me levaron a ciertas reflexiones. El franeés no quiere al judio, el cual no quiere al arabe, el cual no quiere all negro... Al rabe le dicen: “Sois pobres porque al judio os ha engafiado y os lo ha llevado todo”; al judio le dicen: “no estdis en las mismas cireunstancias que los arabes porque, en realidad, sois blancos y ademas tenéis a Bergson y a ® Mannoni, op. cit, cop. I (Les eéves, pigs. 55 a 59). Einstein”; al negro le dicen: “sois los mejores soldados del Imperio francés, los érabes se creen superiores a vosotros, pe- To se equivocan”. Por lo demés, esto no es verdad, al negro no Ie dicen nada, no hay nada que decirle, el tirador senegalgs es un tirador, el buen tirador de su capitén, el valiente que sélo sabe la consigna, Ti no pasas, —iPor qué? =

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