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En la oposicin entre el individuo y la sociedad hay una simplista perspectiva dualista: una
relacin sin mediacin entre ambos extremos.
Es el caso de nociones muy elaboradas sobre la constriccin social: como pueden ser las de
la hegemona gramsciana, las interpelaciones de inspiracin althusseriana o las del poder
foucaltiano. De hecho, stas nos hablan de instituciones intermedias, pero slo para
asignarlas la funcin de imbuir el orden social ms amplio en los espritus de los
individuos.
Igualmente para Althusser y Foucault las estructuras de mediacin slo son medios
instrumentales de subjetivizacin mediante la subyugacin. Eliminan de este orden cultural
toda diferencia y el recurso a ella. Las estructuras intermedias a travs de las cuales las
personas viven la cultura de manera privada y diversa y, al vivirlas singularmente, tambin
la expresan distintamente-, slo pueden ser insidiosas maniobras con las que el Poder
interpela a sus sbditos (Sahlins, 2003: 59).
Cultura era ante todo hasta la segunda mitad del siglo XIX lo que no era naturaleza. Haba
un dualismo entre naturaleza y cultura. De un lado estaba el cuerpo, el animal humano, que
deglute alimentos, respira...; de otro, los procesos mentales, la capacidad simblica
(Socking, 1988).
Pero cultura y naturaleza son conceptos que tienen que pensarse conjuntamente y no
aislados como ha sido habitual durante la modernidad. Son inconcebibles la una sin la otra.
La naturaleza nos aporta unos recursos que los individuos y grupos compartimos,
adquirimos como herencia del pasado y transformamos durante nuestra vida, volvindolos a
transmitir a generaciones futuras con los cambios introducidos. Estos recursos no son
ajenos a las diversidades, los cambios, los contactos, las coexistencias, las hibridaciones y
los procesos identitarios que experimentan los sujetos sociales.
El ser humano no puede ser definido slo por sus aptitudes innatas, segn lo haca la
Ilustracin, ni nicamente por sus formas de conducta efectivas, conforme plantean en gran
medida las ciencias sociales contemporneas, sino que debe verse como el puenteque
integra ambos dominios (Rickert, 1945).