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Semana del 17 al 22 de diciembre de 2007

La carta a los Reyes Magos de la distribución farmacéutica


En tiempos de balance anual, las distribuidoras farmacéuticas no dejan de tentarse la ropa. El
dictamen motivado de la Comisión Europea sobre la liberalización total de la propiedad de las oficinas
de farmacia se ha convertido en la espada de Damocles de este sector ya que de prosperar, según
sus detractores, dejarán de existir farmacias en los lugares donde no son rentables, tales como las
zonas rurales como los barrios más menesterosos de la ciudades. Pero las preocupaciones no sólo
residen en Bruselas, sino también en la industria farmacéutica y su práctica cada vez más extendida
de venta directa a las farmacias saltándose, por tanto, el canal tradicional de distribución: las
cooperativas. En cuanto al dictamen motivado, tal y como publicó este diario el pasado junio, no es
cuestión de quién lleva la razón sino de quién tiene el poder: “La solución es que las farmacias sean
consideradas un servicio sanitario”, en palabras de la eurodiputada popular Cristina Gutiérrez-
Cortines, “el problema es que el comisario de Sanidad Markos Kyprianou no tiene apoyos”... y en la
búsqueda se haya. Mientras, en España las empresas afectadas confían en el respaldo manifiesto del
Gobierno socialista al modelo español de farmacia y en que no deje que le impongan un sistema
exógeno, máxime cuando la organización de la sanidad en nuestro país es tan compleja por las
trasferencias. Hay que tener en cuenta la opinión de cada región.

Con respecto a las prácticas de la industria, los ánimos están mucho más encendidos. Antonio
Mingorance, recientemente reelegido presidente de la patronal de distribución Fedifar, no condena la
venta directa, pero sí los modos en que se ejecuta. Los contratos de los distintos laboratorios de
suministro directo implican la venta del producto solicitado y el compromiso de otros dos o tres más.
Además, esto provoca que un medicamento lo tenga en exclusiva una farmacia y otra en el mismo
barrio, por ejemplo, carezca del mismo, rompiendo así con el modelo tradicional español por el que
ninguna farmacia, se halle donde se halle, le falte medicamento alguno. Mingorance declaró a este
diario que “son las oficinas de farmacia la que deben elegir quién les suministra, sin medidas
sibilinas de ningún sector, y el mundo de la farmacia tiene que hace frente común en este aspecto”,
porque “es importante descubrir medicamentos, pero no lo es menos hacerlos llegar”. Por ello,
insiste en dar a conocer le papel de la distribución farmacéutica, “porque nosotros llevamos el
fármaco allí donde esté el paciente y en el tiempo justo y necesario”. Por otra parte, los laboratorios
establecen contratos de doble precio con las distribuidoras farmacéuticas. Un precio para España,
otro más alto para otros países. Todo ello, según la industria, para evitar las exportaciones
paralelas, por las que las cooperativas de distribución venden en el extranjero medicamentos a
precio español, por tanto más barato y más fácil de ‘colocar’. Pese a las críticas del sector del
distribución a estos contratos de doble precio, las distintas cooperativas suelen tragar y no lo llevan a
los tribunales. Una contradicción que ninguna de ellas sabe explicar.

La posición de Fedifar es contraria a esta práctica, pero “no podemos como patronal iniciar
ningún procedimiento común, porque iríamos contra las leyes de la competencia” ya que se trata
de acuerdos privados entre laboratorio y distribuidora. Por su parte, la industria se defiende de estas
acusaciones señalando que, según la Ley del Medicamento, son los laboratorios los responsables de
que las farmacias estén suministradas en todo momento. Farmaindustria asegura que la venta directa o
el doble precio no tiene la intención de “atentar contra la distribución”, sino asegurarse de que no haya
desabastecimientos de medicamentos. Emili Esteve, director técnico de Farmaindustria, explicó a El
Confidencial que “los laboratorios hacen lo que entienden que deben de hacer”, en virtud de la Directiva
Europea 2001/83 y la actual Ley del Medicamento: “En ambas normas se establece que la industria es
la responsable de que los pacientes tengan acceso a los medicamentos, bien a través del canal
tradicional de distribución, bien a través de la venta directa” y cada compañía “puede utilizar el
procedimiento que desee”. Si el paciente va a la farmacia y no encuentra ese medicamento, volverá a
consulta y el médico le recetará otro producto, por lo tanto, “el laboratorio pierde la prescripción”. En
general, las distribuciones paralelas provocan desabastecimientos: “Si el laboratorio tiene 110
productos y 100 se tienen que quedar en España, y luego se ve que los que se quedan son sólo
90, pues tiene que tomar sus cautelas”. De ahí los contratos de doble precio que “son acuerdos
entre privados”.

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