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DONACION ____ UNIVERSIDAD DE LOS ANDES NUCLEO UNIVERSITARIO “RAFAEL RANGEL” MAESTRIA EN LITERATURA LATINOAMERICANA, ‘TRUJILLO-ESTADO-TRUJILLO LA REPRESENTACION DE LA SOLEDAD EN LOS PERSONAJES FEMENINOS En LA OBRA DE GABRIEL GARCIA MARQUEZ Elenso de las novelas: EL Amor en los Tiempos de Céleray Det Amor y otros Demonios ‘Trabajo presentade como requisito para Optar al Grado de ‘Magister Scientiae en Literatura Latinoamericana Autora: Lie. Ivonne Ruza Monta Tutor: Dr. Camilo Perdomo ‘Trujillo, Octubre de 2007 El Hombre caza,y lucha. La mujer intriga y suchas la madre de la fantasia de los doses. Posee la segunda visiin, las alas que le permiten volar hhacia el infinito del deseo y de la imaginacién. Las diases son camo las hombres: nacen y mueren sobre el pecho de una mujer. Jules Michelet AI Dios que esté en mi. A la palabra, es el aliento que me condensa en lo intangible y desde sus sendas ‘produces la significancia en los suburbios de mis suehos. A la literatura, por liberarme de lo real y atarme con las cadenas de la imaginacién. A la utopia, por quedarse a dormir en mi lecho, Al profesor. Camilo Perdomo por la amistad y sus ensefanzas. Al profesor. All Medina Machado por su contribucién, A Katiuska Brice?o por su colaboracién y orientacién. A todos los que se regocijan por mis logros. INDICE GENERAL DEDICATORIA... AGRADECIMIENTOS INTRODUCCION CAPITULO1 EL TEXTO NARRATIVO EN LA_—REPRESENTACION, 1 15 2B RECONOCIMIENTO DE Si Y DEL OTRO. 1.1 La instancia narrativa desde Gerard Genette. 1.2 Aproximacién a la nocién de representacin..-esee« 1.3 Eltexto como encuentro partiendo de las teorias de Paiil Ricoeu 29 14 Texto y representacién; el agrupamiento del ser. 4B 1.5 Lo narrado constitucién de la representacién: narracién y perSOM8jenrne 49 CAPITULO II ACERCAMIENTO A LA NARRATIVA DE GABRIEL GARCIA MARQUEZ. 2.1 La composicién textual y narrativa en: El amor en los tiempos de célera 2 (1985)... 37 22. Del amor y otros demonios (1994) texto y narracién. 23. Coincidencias y diferencias narratolégicas en El amor en los tiempos de célera y Del amor y otros demonios. 24 Alrededor de otras novelas del autor. caPiTULO MI EL PERSONAJE FEMENINO Y SU REPRESENTACION. 3.1 Lo femenino representado en El amor en los tempos de célera 3.2 Lamimesis femenina en Del amor y otras demonios. 3.3 Intertextualidad y refiguracion de fo femenino enn CAPITULO IV LA SOLEDAD COMO LECTURA DE LO FEMENINO.. 4.1 El Desamor como artilugio de la soledad... 4.2 El Demonio vestido de soledad.. . CONCLUSIONES........ . REFERENCIAS BIBLOGRAFICAS... INDICE DE CUADROS: Cusdro 1: Estructura narmtiva de EI amor en los tiempos de Célera(1985)... PP. 60 99 103 125 144 149 157 165 168 im UNIVERSIDAD DE LOS ANDES NUCLEO UNIVERSITARIO “RAFAEL RANGEL” MAESTRIA EN LITERATURA LATINOAMERICANA ‘TRUJILLO-ESTADO-TRUJILLO LA REPRESENTACION DE LA SOLEDAD EN LOS PERSONAJES, FEMENINOS EN LA OBRA DE GABRIEL GARCIA MARQUEZ APROXIMACION A LAS NOVELAS: EL AMOR EN LOS TIEMPOS DE COLERA ¥ DEL AMOR Y OTROS DEMONIOS Autore: Lie, Ivonne Razex Montilla ‘Tutor: Dr. Camilo Perdom Fecha: Octubre 2007 RESUMEN El texto es el lugar de encuentro del autor y lector; alli se agrupa el ser en la verosimititud de lo representado, por cuanto, desteje los hilos del discurso narrativo que esta presente en. el texto. En este sentido, la presente investigacién intenta aproximarse a las novelas: El Amor_en los Tiempos de Célem y Del Amor y Otros Demonios de Gabriel Garcia ‘Mérquez, desde una metodologia narratologica y hermenéutica siguiendo las propuestas te6ricas de Gerard Genctte y Paul Ricoeur para identficar la articulacion de ta instancia narativa a partir de la triple mimesis: prefiguracién, configuracién y refiguracién en la voz del personaje femenino. Entre las conclusiones realizadas podemos destacar: una prefiguracién recurrente en la utilizacién del espacio y el tiempo de la namracién, una sverosimilitud en la construccién mitico-religiosa de los textos y una insistencia temética del amor y desamor que conducen a la soledad del personaje femenino. De igual forma, la ‘configuracién del personaje femenino enuncia y ordena el discurso narrativo en ambas novelas, lo que reconoce en ellas la refiguracién de lo femenino como una figura que trasciende en su representacién textual y produce una consonancia intrinseca con ta ‘categoria de la soledad que hace parte de su ser, historicamente, puesto que, esa figura humana, moralmente sefialada, ha logrado cjercer el poder en la sumisién y debilidad aparente a través de Ia seduccién de su soledad en donde se inventa asi misma para ser representada. PALABRAS CLAVES: Representacién, Femenino, Personaje, Soledad. INTRODUCCION El siglo XX para Latinoamética se abrié con una gran expectativa de progreso y desarollo dentro de un escenario deteriorado y aruinado en gran parte de sus palses, producto de las guerms civikes que se dion origen a finales del siglo XIX. Sumado a ese panorama, las primeras décadas del siglo XX, particularmente 1910-1920 estuvieron marcados por la explosin de la primera guerra mundial (1914) y la insurreccién mexicana de (1910-1919) situaciones que eambiaron el curso de la historia en Latinoamérica y el mundo entero, especiicamente en la forma de conecbiry mira la realidad [Bajo este influjo de perspectivas y acontecimientos, surge paralelamente el proceso de pensamiento de la modemidad, que abrié miliples expectaivas de desaroll, facilitando ta absorcién de propuestasforineas de progreso e instaurandociertos adelantos «que todavia hoy a comienzos del siglo XXIn0 se ha logrado en toda su pleniud. De tal manera que la modemidad en Latinoamérica posee algunas dificultades en ‘sus concepeiones, pues por un lado, se instauré una propuesta filos6fica positivista con un perfil eminentemente académico y tecno-cientificista en una poblacién mayoritariamente analfabeta y por el otro, la nocién de progreso disefada en la explotacién de las riquezas de una tierra y desdibujada en los rostros empobrecidos y enfermos de la poblacién anegd las posibilidades de éxito, causando la mitificacién de una modemidad que per Latinoamericana ha quedado inconclus. Bajo estos signos de modemidad inconclusa, el siglo XX abrié vias para la Lo diegéticn se reflere a la localizaci6n de las entidades que integran una historia y que, como tal constiuyen un universo propo, ast por elo se ilizarn ls tirminos homodiestico,imterdiegtio, exten ¢ Invadiegtico, metadegticopropuesto por Gennete Todos esos juegos manifiestan mediante Ia intensidad de sus efectos la importancia del limite que se las ingenian para rebosar con desprecio de la verosimilitud y que es precisamente la narracién (o la representacién) ‘misma; frontera movediza, pero sagrada, entre dos mundos: aquel en que se cuenta, aguel del que se cuents. A eso se debe Ia inguietud tan acertadamente designada por Borges: “Tales invenciones sugieren que, si los personajes de una ficcién pueden ser lectores o espectadores, nosotros, los lectores 0 espectadores, podemos ser personajes ficticios” (Genette, 1989: 291) En este sentido, se confirma que toda narracién que entra en el plano literario de la trasgresion es metadiegética, y que esta va més allé de los limites de la descripeién somera el lenguaje para buscar en los rescoldos de la imaginacién el espacio ideal det encantamiento. No obstante en el préximo capitulo estaremos indagando directamente sobre estas teorias narrativas y cémo éstas se aplican a los textos seleccionados. Por lo pronto, hagamos un acercamiento a la nocién de representacién, ya que ésta posee ciertas condiciones que deben ser visualizadas para el anilisis particular de le investigacién dentro de un enfoque del pensamiento humano. 1.2 APROXIMACION A LA NOCION DE REPRESENTACION Como lo hemos venido sefialando, la literatura toma algunas herramientas para representar la vida humana y de esa forma construye una estética de ta realidad, por ello, debemos revisar la nocién de la representacién como categoria cambiante a través de la historia det pensamiento humano para considerar desde qué fundamentos de representacién podemos analizar las novelas de Gi ia Marquez, por cuanto, el abordaje textual manifiesta ‘una forma de representar Ia realidad que concuerda con la formacién del pensamiento hhumano y de la circunstancias especio-temporales del que hace parte el continente latinoamericano. De tal manera que recurrimos a la historia de cémo se ha concebido la representacin, para ir deslindando algunos presupuestos en cuanto a ella y apuntar tas referencias que sobre este particular es de interés para nuestra investigacion. En este sentido, para Platn Ia idea de la representacién esté en el interior, puesto que es reconocida por él mismo en la medida en que las cosas se Ie van apareciendo, esto se podria considerar que la representacién no es ella misma por si sola sino que esta confinada, como diria Corinne Enaudeau (1998) al sentido que toma forma en el ser y por lo tanto representa a la representacién, Por otro tado, Aristételes utilizd el término mimesis para identificar la representacién que esté fuera y que configura uns actividad intema (pathos) en el adentro de quién mira‘ lo representado, por cuanto la actividad mimética produce algo; alli se produce una mediacién entre la dualidad y ésta se constituye por otra representacién que es cl lenguaje, puesto que desde que éste aparecié en la escena de la representacién el pensamiento es lenguaj y el lenguaje es signo y éste se representa a partir de la imagen (mimesis) y la palabra. De modo que la huella psiquica del signo, esti definida por la produccién de ese algo que reine y confronta la dualidad. Mis adelante, encontramos en la Edad Media la idea singular de la representacion desde la concepeién judcocristiana, pues si para los griegos la representacin de los dioses * Uilizare el verbo mirar para agrupar todos los senidos que complementan al ser humano y no el ver pare que no st fcalice slo como el sentido de ver, es dent visual a estaba configurada por Ia similitud entre las pasiones humanas y las pasiones divinas, para los judcocristianos la representacién se abstrae a tal efecto que el dios judeocristiano no permite que se le represent Con esta prohibicién de la representacion divina aparece la ausencia de eso otro con lo que uno se mira y se identifica, de esta manera se contmadice la nocién primaria de la representacién puesto que: “representar es susttuir a un awsente, darle presencia y ‘confirmar su ausencia”{ Enaudeau, 1991: 27) Siguiendo lo anterior, podriamos considerar ‘que para que haya existencia debe haber representacién, siendo asi el pensamiento para reconocerse como tal debe existir en el sentido arbitrario del signo, con su doble cara significado-significante. Mis adelante, cuando el proceso del pensamiento histbrico tomé un cambio en la época de la Mustracién, el signo constituyé la fuerza que gravita en Ia dualidad de la representacién, Sin embargo, la funcién andloga, de similitud asociada a la doble cara de tuna misma moneda es transformada en Ia posibilidad de conocimiento, tal como lo expresa Foucault al referise al siglo XVII “sélo existe signo a partir del momento en que se conoce 1a posibilidad de wna relacién de susttucién entre dos elementos conocidos” (1988: 65) Lo ‘cual permitié al ser humano tomar distancia entre la idea divina de! signo y racionalizar su relacién. Siendo asi, el signo que era divino, ahora es interpelado por Ia duda cartesiana del conocimiento, Tal vez esta idea del signo y su transfiguracién racional se acerque més al sentido que buscamos para esta investigacién. No en balde, la interrogacién del signo permitié construir tres vertentes de la nocién de representacién. La primera; pertenece a la escuela lingUistica con Ferdinand de 25 Saussure (1857-1913) quien hablo de ta relacién de significado-significante a partir del signo lingQistico y su condicién arbitrariainherente en él. La segunda, desde ls disciplina psicomalitica que ve la representacién como huella psiquica impostada en el inconsciemte tal como lo expresa Sigmud Freud (1856-1939) y la tercera, la emancipacién de ta relacién signficado-signifcante propuesta por Nietzsche (1844-1900), en otras palabras, el signo ‘queda supeditado a la voluntad de poder, lo que abre campo a a interpretaciOn y detimita Ja trascendencia de la metafisica que siempre ha buscado “querer conocer sin conocimiento” (Nietzsche ctado por Corine Enaudeau,1991:176) Todo este balance histérico de cémo ha sido concebida la representacién, nos permite observar cémo en la época clisica el sistema de representaciones estuvo dividido or dos criterios distintos; un eriteri, designa el mundo de tas ideas que reconoce y representa el mundo real y el otto criterio toma diferencia, en cuanto considera lo real como mimesis que constituye una representacién en el interior. Més adelante, la época ‘medieval va tomar Ia representacién como lo inmanente de dios y con ella su no representacin lo que configura su ausencia. No obstante, la modemidad, entendida como el periodo de reconocimiento humano, de la razén, la certidumbre y el progreso, retoma la idea de mimesis planteada por Aristiteles desde ta constitucin del signo y su estrecha relacién con el conocimiento. En el periodo de la modemidad nos detendremos por un momento, por cuanto el andlisis de las novelas planteadas en esta investigacién se sitia, en cierta medida, en la representacién de Ia idea modema, donde el relato gana espacio y sintonia en los lectores y 6 dentro del esquema textual de las narraciones de Garcia Marquez se produce una cconfrontacién entre lo tradicional y el progreso, tal como lo representa la modernidad.. En este sentido, la modemidad responde a los esquemas divinos de la edad media provocando una revuelta en la forma como se conciben las ideas y por ende el conocimiento. Encontramos alli la subversidn de la humanidad ante la omnipotencia divina de Ia cristiandad, al reconocerse precisamente como humano otorgindosele el poder que antes estaba en manos de dios. De tal manera que, la humanidad retoma los paradigmas ‘estudiados en la época clisica, especificamente Aristételes, y reconstruye las nuevas formas del conocimiento. Dentro de este nuevo pensar de la modemidad, Ia episteme que cobra fuerza es la razén y con ella: lo certero, lo veridico, lo universal, la semejanza, el progreso como una forma de representar, a partir del mito de la cavema de Platén, lo humano que sale de la ‘oscuridad y aleanza la luz. Por otro lado, el proceso de representacién en la modemidad ‘toma a Ia figura del signo como expresién del lenguaje y en consecuencia del pensamiento. De esta manera el signo se presenta como Ia posibilidad de homologar dos conocimients, hasta ahora divididos, Ia metafisicay la fisic, es por ello que el lenguaie cjerce el poder de la palabra para convertir aquello que estaba oculto en algo revelador, y 4e esta manera hacer que todo lo humano tomara forma rasional, por lo tanto, el lenguaje ‘como mecanismo de comunicacién va a agrupar el conocimiento en su relacién. Pues, “No era el conocimiento, sino el lenguaje mismo de las cosas lo que instauraba en su funcion significante” (Enaudeau; 1998: 65) Por lo tanto, la modemnidad, a través del lenguaje, 27 instaura un nuevo mecanismo de reconciliar el sujeto y el objeto, proyectindolos desde la semejanza, la analogéa, a similitud, a simpatia en una posibilidad de conocimiento. No obstante, la modemidad no se presentaré de la misma manera para todo el scenario mundial, lo que engendma ciertas caractersticas que deben ser discutidas para comprender el proceso de produccién literaria en Latinoamérica por lo tanto no podemos aproximamos ala idea de modemidad sin ientificar las particularidades del espacto tiempo que nos rodes. En consecuencia, la representacion desde la modemidad para los Iatinoamericanos s fundamentalmente diferente y no comulga con Ia idea de desarrollo, progreso, luz que otros paises han superado, sino que se confronta entre un pensamiento pre-modemista que todavia desanda en las calles coloniales que se niegan a mori, una idea de modemidad institucionalizeda desde Ia academia en el disefio de las ciudades y una post-modemidad ‘orgiistica que habita en la periferia y sangre de nuestros pueblos. De tal manera que, no hay ‘par la fiteratura latinoamericana una homogeneidad de perspectiva c interpretacién, por el contrario existe una multiplicidad de miradas y por ende de modos de representacién, tanto dentro como fuera del text. ‘A partir de estas aproximaciones a la idea de representacin y relacionéindolas con 1 texto narrative, tomamos las primeras perspectives tedricas sobre. la nocin de mimesis hrechas por Aristételes para identificar la representacién, pero desde las interpretaciones realizas por Paul Ricoeur a la construceién de tiempo y la narracién en su texto: Tiempo y Narracién J, (1995) y Ill (1995) y La Memoria, La Historia y el Otvido (2003) 28 ‘Antes de seguir con los recursos textuales y narratologicos que sustentan la es importante reconocer emo la articulacién de! mundo representacién en la narrati ficcional esté claramente vinculado con la artculacién de! mundo real, construyendo un ‘mundo paralelo y paradéjico a la vez, pero que se une en la re-figuracin del texto, de ahi que se tomen las teorias de Patil Ricoeur para profiundizar nuestro estudio. A continuacién se presentan los fundamentos teéricos que construyen el enlace entre la representacin y 1o representado. 13 EL TEXTO COMO ENCUENTRO PARTIENDO DE LAS TEORIAS DE PAUL RICOEUR Desde los criterios planteados en las piginas anteriores se cree conveniente para el anilisis de los textos narrativos: £1 Amor en los Tiempos de Célera (1994) y Del amor y Otros Demonios (1994) utilizar las teorias interpretativas de Paul Ricoeur, hermencuta francés, quien realiza valiosisimos aportes sobre el proceso textual y cémo ése proceso ‘constniyen una experiencia de enlace, no s6lo textual, sino contextual, en tanto y en cuanto, ificacién se convierte en resignificacin en el lector o receptor, pero dejemos que sean sus planteamientos los que nos refuercen los propésitos de esta investigacién, Para nuestra investigacién se ha considerado al menos dos textos fundamentales que ‘nos ayudan: uno al referente de la narracién y a sus procedimientos textuales como lo es Tiempo y Narracién 1 (1995) y Ill (1995) y, otro para ampliar los criterios sobre la representacién y sus modos de expresién en el texto se utilizar: Memoria Tiempo y Olvido (2003). Sin dejar a un lado las interpretaciones que se han realizado sobre sus teorias, que permitirin ampliar la discusié En este sentido, el texto narrativo se convierte en enlace del autor, el texto y el lector, donde lo narrado construye un mundo posible en el terreno de Ia ficcién, to cual no ces més que una mimesis de agentes segiin Ricoeur, (1995: 113) en el cual se interceptan los tiempos reales y ficcionales para crear otros tiempos. Pero, no sélo esos elementos estén alli predispuestos para que ocurra el encuentro textual, sino que existen otras combinaciones mas profundas que circundan al texto y hacen {que el ser produzca conocimientos, a través de las herramientas interpretativas por eso “EI texto es un mundo abierto que no puede aportar la frase por sus limitadas dimensiones (JEL mundo que genera el texto es un mundo peculiar, un mundo que entra en conflicio con el mundo real para describirlo: lo rehace, lo confirma, lo niega"(Valdés y Otros, 2000; 104) Esa bisqueda de confirmar, negar o rehacer el texto en el encuentro autortexto- lector es la primera propueste que utilizaremos para la interpelacién del texto, porque el texto literario y por ende, el texto narrative facilita la aprehensién del pensamiento y la imaginacién humanas, no hay fronteras para estos mundos que se construyen desde la narracin, son infinitos, puesto que en sus entraas arman un esqueleto verosimil que transgrede el orden real del tiempo y la narracién, invirtiendo el senti real desde sus propias paredes para nombrar y configurar la ficcién. De modo que, el texto narrativo se encuentra s allé del lenguaje y la escritura, més alld det significado y el significante que lo contienen, esté justo en el ser, en el 30 contexto metafisico que representa una ventana magica ubicada més alli del espacio y el tiempo. Por lo tanto, acercarse a un texto 0 varios textos narrativos es solo una posibilided de mirarle en toda la infinitud de lecturas e interpretaciones que se multiplican con el tiempo. Todo lo anterior confirma la bisqueda del texto como encuentro, como modo de representacién, como huella atente en ef pensamiento, en a imaginacién. Y es precisamente la representacion de lo escrito, de lo narado lo que constituye para nosotros una conexin extraondinaria, “porgue la inscripcién consiste en las dos cosas a la vez: es ella misma y la representacién de otra cosa” (Ricoeur, 2003: 36) lo que para Aristételes era considerado como phantasma, en tanto lo representado no s6lo es lo que esté fuera de sino lo que provoca y seduce en el otro la idea. En este sentido, consideramos que el texto narrative recurre para su representacién @ Jo mitico, en el caso particular de la narrativa de Gabriel Garcia Mérquez la mediacién mitica ¢s una constante en sus diferentes novelas, tal vez porque ese argumento de mitico ¢s la trampa que atrapa al espirtu del lector que yace en la conciencia o alma del que lee y se ve representado en lo leido. Esa medici6n desde Ia representacién de lo narrado proclama un lugar en Ia memoria, en el tiempo y el destiempo del lector que se mira en lo representado, porque ir al encuentro del texto es encontrar etemos sabores, olores ¢ imagenes que la memoria jamés podra ol (© que se recobran en ese encuentro, lo que hhace que se reorganicen en un mundo intemo permitiendo reconstruir un texto, que no pertenece al texto mismo. 31 Desde esta condicién textual, vamos a la bisqueda de cémo ocurre la mediacién representada en el texto y cémo se logra el encuentro entre el divino placer de las Palabras y el rico goce del pensamiento para que surja la re-figuracion. Vamos entonees, a reconocer a continuacién cémo se representa ese tiempo y espacio en la narracin. Como se ha venido planteando el texto es un mundo de posibilidades donde ocurre cl encuentro del autor, texto y lector, por lo tanto tenemos que definir cémo es el tiempo y cl espacio en ese mundo posible, mundo ficticio por supuesto. Puesto que, “EI mundo desplegado por toda obra narrativa es siempre un mundo temporal” (Ricoeur; 1995: 39) y el ser humano es un ser temporal: es pasado, presente y futuro, aunque muchos utilicen slo el pasado como manifestacién real de Ia humanidad y otros eseépticos nieguen el tiempo, consideremos estos tres momentos temporales, por ahora, para referimos al tiempo real. De modo que, el tiempo se hace tiempo en la medi fen que se ordena en la expresién narrada, 0 como lo dice Ricoeur “EI tiempo se hace tiempo humano en cuanto se articula de modo narrativo” (1995: 113) y es0 hace que lo narrado entre en contacto con la experiencia humana. Con relacién a ello, las novelas que se agrupan en esta investigacién se articulan de modo temporal sistemitico correlacionando el mundo real al ficticio y entre ‘amabas novelas se presenta una yuxtaposicion espacio temporal. Pero, esa experiencia humana representada en el tiempo forma un nuevo tiempo en la narracién, que no s6lo esti en el texto, sino que esti fuera de él y que por su parte no sblo esti en el lector, sino que esté fuera de él. Entonces, estariamos hablando de un tiempo X que se produce en el encuentro y que es mucho mis complicado a Ia hora de ‘dentificar, porque se tendria que apelar a las teorias de Ia recepcién que todavia no son del 2 todo aceptadas, pero no por elo, dejaremos de interrogamos sobre ese tiempo y espacio X {que no esté en lo material pero si se produce en la imaginacién luego del encuentro con el texto, se podria especular que ese tiempo es la conexién de Ia representacién y lo representado. Por lo pronto vamos a discerir sobre el tiempo y espacio que se articula en la narracién, luego trataremos de acercamos al planteamiento anterior. En este sentido, en una narracién hay un tiempo, en el cual se erige la trama, los argumentos, los personajes, las acciones debidamente preparadas para que el lector pueda organizar particularmente la narracién, no es necesario que la narracin tenga un orden © que éste coincida con el orden cronolégico del ticmpo, el orden lo hace el lector desde su lectura, lo que si se considera importante es que lo narrado tenga fundamentos reales. Es decir, que tenga sus bases en Ia verosimilitud, de esta manera aparece Ia ficcién, témino que desde el campo de ta seméntica concibe el vinculo entre lo posible y lo ficticio, y ssegiin: Thomas Pavel se usa como medio para explorar el poder explicativo de las hipétesis 1 los modelos tégicas (1991:10). De modo que, desde la ficeién se retoma la posibilidad de explicar que lo narrado es comparable a fo real pero no ¢s loreal en sf, porque la naracién en un texto es un mundo paralelo al mundo real, pero no es real, de alli su encanto, su magia, ef mundo del texto puede mofarse del mundo real sin que el mundo real pueda ¢jerver alguna accién sobre él, pues s6lo es un mundo narrado desde la ficeidn, es un mundo de ficcién es un mundo de papel. Por fo tanto el tiempo y el espacio de la narracién invisiblemente interceptan al tiempo y espacio real, si no fuese asi no pudiese ubicarse las bases de donde parte la narracién. Para lo cual la discusién sobre espacio-tiempo permite fijar las bases de la 3 representacién textual, la cual esté fuera de la narraci6n y podemos identificarla como ta pre-comprensién del auto. En otra palabras el autor escoge, selecciona, decide hacer una narracién partiendo de la mimetizacion de un espacio-tiempo real, que se hace cereano al lector -por ejemplo Miguel de Cervantes escoge “En un lugar de la Mancha (..)", pero que huego toma cuerpo por si s6lo, porque “Una cosa es la negacién de la cronologia y otra el rechazo de ‘cualquier principio sustinutivo de configuracién. Es inimaginable que la narracién pueda _prescindir de toda configuracién (Ricoeur; 1995: 412) Bajo estos criterios, el tiempo de la narracién se preconcibe en el autor desde la verosimilitud. Desde esta primera preconcepcién aparece la primera representacin, porque se desdobla el tiempo y el espacio real en un tiempo y espacio ficticio, Peo la construccién de se espacio-tiempo textual conforma un sistema temporal tanto del texto en su compendio general como de la instancia narrative, en la que esti sumergido el texto (Genette; 1989: £89). En otras palabras, el texto construye un tiempo de narracin que permite ordenar lo narado, pero en sus entrafas existen elementos temporales que se encuentran en la narrativa misma que permiten codificar acciones de otros tiempos que contribuyen al tiempo global de la naracién y por ende @ la trama, argumentos, personajes, acciones del texto. Para que exista esa conexion 0 encuentro, debe presentarse en le narracin clementos temporales que como rompecabezas permitan al lector ordenar el tiempo de la narracién desde Ja instancia narrativa por un lado, por el otro, desde el presente de la narracién. No obstante utilizamos el presente, al menos el presente de la narracién como el tiempo base: “El presente es el tiempo base del discurso porque marca la temporalidad entre la cosa emunciada y la instancia del discurso: es, por lo tant, solidario del cardcter de referencia personal de esa instancia” (Ricoeur; 1995: 472) De tal manera que, por un lado el tiempo base crea la dstanei entre los tempos de a instancia narrativa y el tiempo de la narracién. Por el otro, la distancia permite ubicar al narrador con respecto lo narrado, accediendo a identifcar qué tipo de namador posee el ‘texto, puesto que “El ahora es el tiempo del acontecimiento fuera de la persona de un narrador”( Ricoeur; 1995: 472) Siguiendo con lo referido en ef pérmafo anterior, el tiempo base que hemos identificado como tiempo presente no debe coincidir con la idea del tiempo presente que la ‘cronologia del tiempo nos tiene acostumbrado, sino que se debe dejar claro que el jempo base es de donde parte la narracién que luego desplazada a futuro de lo narrado 0 pasado de lo narrado. Ahora bien, luego que se entra al espacio-tiempo del texto se entiende que la participacién como lectores esti sujeta a la nocién del tiempo que plantea la ficcién y todo lo que éste indica es como si fuese real. Por lo tanto, se encuentran textos que pasean, ‘como mejor les parece, por el pasado, pero ese pasado conduce a otro pasado, como lo vveremos més adelante en la narracién de Garcia Marquez. Pero zpor qué es el pasado una herramienta constante en la construccién narrativa? [Nos dice Paul Ricoeur (1995) que el pasado es el tiempo de la narracién, no porque lo que se narre sea del pasado, sino porque el modo temporal crea la distensién y para nuestro interés esa distensién permite dos cosas: una, manejar el tiempo de la narracién 35 desplazindolo en el texto; dos, producir en el lector la rememoracién, que permite articular la memoria y el pensamiento desde la representacién lo cual nos lleva a la configuracién y & la re-figuracién, Por otro lado, en el momento de la lectura el presente ¢s el momento en que se e’jetce la acci6n de leer, en este sentido el tiempo base se hace continuo, no importa cuanto tiempo tarde al lector en leer el texto, en ef momento en que recobra la Lectura es el tiempo presente del lector. Por lo tanto “Habria que decir que los tiempos son tres: presente de (de) las cosas pasadas, presente de (de) las cosas presentes y presente de (de) las cosas futuras. Las tres existen en (in) el espiritu y fuera de él (alibi) no creo que existan” (Ricoeur; 1995: 50) Lo anterior, consigue democratizar la idea del tiempo, en tanto ef tiempo X del que hablamos atris no pertenece ni al texto ni al lector, en cuanto se hace dificil determinar cudndo y cémo ese encuentro textual construye ese tiempo indescifrable, pero eso podria dar para otro estudio. No obstante, el espacio que acompafa el tiempo permite cambios tanto en la nrraci6n como en la lectura. En este orden de ideas, es necesario hacer la salvedad y distincién en lo que hemos identificado como espacio-tiempo, porque “el espacio en el que se despliega la narracién de ficeién no es pasado” ( Ricoeur; 1995: 484) pues si bien el tiempo reiere un espacio, ese espacio no se desplaza, la tinica forma que se desplace es ubicéndolo en otro tiempo, por lo que accede el espacio a cambios dentro del émbito temporal. De ahi que se tome el combinatorio espacio-tiempo, sin embargo, sus enlaces no son totales dentro de Ia nnarracién, al menos no en el movimiento que realiza el tiempo. Todo lo anterior, se encuentra representado dentro del texto por algunos signos textuales y narratologicos que 36 permitirén, en el momento de la lectura ¢ interpretacién ir descubriendo esos elementos espacio-temporales que hemos tratado, por lo tanto se revisarin algunos elementos que facilitan la representacién en la narracién. Siguiendo con Ia discusion sobre el texto y narraci6n, diremos de esta dltima que en ella estan implicitos: la representacién, la memoria, el pensamiento, como huellas de la rnarracién, de la realidad, de lectura y de Is interpretacién. En principio porque toda implica un reconocimiento de lo narrado, un mirarse en lo escrito, para asi lejar que penetre en la memoria la imagen que esti representada, no sélo en el texto sino en el lector que busca en sus pensamientos lo representado. Por eso “narrar es discernir con el spirit” (Ricoeur; 1995: 48) Es decir, la narracién leva en sus entrafias Ia mimesis o representacién y este ‘constituye un proceso no slo en la aprehensin de lo imitado sino en ta captura de lo representado. Es un doble sentido, o triple como lo veremos més adelante. En este sentido la mimesis dispone en Ia narracién de los hechos para articular las acciones y el tiempo, pero lo que parece un tanto singular en cuanto a imitacién no lo es, puesto que la mimesis tiene como funcin la re-figuracién. Por lo que la mimesis en la narrativa se presenta como la capacidad de producir algo desde Ia representacién, de ahi que el texto se presente como lun encuentro y no una mera disposicién de discurso que no agrupa un todo, Para aclarar ‘esto Patil Ricocur no dice: Califico la funcién de refiguracién mimética, Pero es muy importante no ‘confundir su naturaleza: no consiste en reproducir lo real, sino en ‘eestructurar el mundo del lector confrontindolo al mundo de la obra; yen 37 eso consiste la creatividad del arte, en penetrar en el mundo de la experiencia cotidiane para retrabajarla desde el interior (...) a funcién no es ayudamos a reconocer objetos, sino precisamente a descubrir dimensiones de la experiencia que no existian antes de la obra, (Valdés y Otros; 2000:158) ‘A partir de Io anterior, el texto narrativo nos permite ir més allé y eso sélo se presenta en la Iectura porque en la representacién se requiere de la comprensién de lo narrado y eso sélo se logra con la partcipacién del lector. Pero antes, de que ocurra la re- figuracién debe estar presente la prefiguraciOn, la configuracién, como un proceso que Pal Ricoeur denominé la tiple mimesis, vista asi, en el proceso la mimesis establece la transposiciOn, este precisamente es el despliegue del mundo textual, que no es el mundo escrito por ef autor, sino que en fa lectura ha purgado unos conflctos de aceptacién, rechazo, negacion y einvencién. En este orden de ideas, tenemos que el proceso narrative se da desde dos condiciones précticas y una condicién teérica, lo prictico estaria sujeto a la prefiguracién (mimesis 1) del autor y la re-figuracién (mimesis III) del lector, por lo tanto el texto es la condicién mediadora conocida como configuracién (mimesis Il) Todo el proceso narrative es importante, pero sélo se puede acercar a una interpretacién desde la misma mediacién, peor lo que se hace més plural las reflexiones, en tanto la logica de andlisis es meramente textual, y fos sistemas hipotéticos en el campo narrativo se amplian, reconstruyen y descubren constantemente. En este sentido, la mimesis I esti determinada por la composicién narrativa y las disposiciones simbélicas que la preceden. Por lo que las herramientas, de que dispone el 38 texto deben ser enlace de la mimesis IM, es decir, lograr pasar el puente de la configuracién para permitirse ser interpretado. De modo que, la preparacién del tiempo, la trama, los argumentos y las acciones permiten estructurar un mar de recursos que estin presentes en el, ‘mundo real pero que deben ser cuidadosamente tomados por la literatura, desde lo narrado, para hacerlos verosimiles. Un texto narrative aprehende al lector en la constitucién de su trama, la disposicién de los hechos tiene que referir condiciones humanas presentes en la memoria como mitos, arquetipos o repeticiones, si estos elementos estin presentes en la representacién y por ende en su configuracién establecen una correlacién de similitud, analogia, simpatia 0 semejanza centre el texto y el lector, porque la condicién humana en los diferentes procesos historicos ces marcada por la concordancia del mito y sus diferentes categorias. Esta condicion a de la narracién hace que un texto sea universal ¢ infin independientemente que se refiera 8 un lugar especifico como “Comala” de la novela Pedro Péramo de Suan Ruif. Lo que hace ese texto universal es la condicién del Hades como ‘mito que habita en las entrafias mismas del texto y al mismo tiempo el tema de la muerte como condicién amalgamadora del espiitu humano. Ese primer punto del proceso textual, permite fijar las bases que atrapan al lector, por ello “la composicién de la trama se enraiza en la pre-comprensién del mundo de la caccién: de sus estructuras intligibles, de sus recursos simbélicos y de su caracter temporal” (Ricoeur, 1995: 116) Este sistema preparatorio permite dibujar los cimientos de la narracién, porque su extensién debe contener en si misma una concordancia, por ello quien lee debe desentrafiar desde I interpretacién ese sistema que plantea la narracién. La 39 ‘rama parte de una accién y esa accién a su vez se articula a una red de acciones dentro de ‘un espacio-tiempo, que intemamente manejan simbolos que concatenan lo escrito de la narracién y lo pensado del lector. De tal manera que el proceso de interpretacién comienza por comprender esos simbolos que median en la narracién a través de la trama, Ia accién, los personajes y el tiempo y el espacio. Todo un mundo que se artcula sistematicamente y que posee un orden narrativo y un onden textual. Lo que Paul Ricocur identificé como orden paradigmatico y ‘orden sintagmético, que son los elementos fundamentales para cl andlisis y la interpretacién, por ello que hemos estructurado nuestra investigacién sobre los elementos fundacionales del texto por un lado y la narracién por el otro, no porque se deba dividir, sino porque se hace necesario para sistematizar la estructura del texto narrativo en sus principios. Desde esta perspectiva la mimesis I, entendida como la prefiguracién, busca marcar las huellas simbélicas del texto desde los procesos culturales que ya los lectores tienen ‘grabados como imposta mitica del mundo real, este paso permite estructurar el texto narrative y crear un primer enlace, porque lo mitico se encuentra en Ia conciencia del lector. Ciertamente 1a mitologia no posee ninguna realidad fuera de la concienci: ‘pero aungue lo mitolégico sélo transcurre a través de determinaciones de la ‘conciencia, esto es, a través de representaciones, este curso, esta sucesién de epresentaciones no puede tener lugar como una sucesién meramente representada sino debe ocurrir realmente, debe haber acaecido realmente en la conciencia. (Cassirer;1998:23) ‘A partir de lo anterior, se ratifica la necesidad de verosimilitud para la construccién inverosimil, por eso lo narrado expresa una realidad posible, paralela a Ia real, pero toma de ella los simbolos miticos que se reconocen concientemente para ser representados en el texto narrativo y establecer Ia correlacién. La correlacién de lo simbilico se hace posible en 1a expresién de lo narrado en la configuracién o mimesis Il, es alli donde la trama opera en ‘sus acciones que se presentan como acontecimientos que luego formara parte de una historia general. Por lo que Ia coherencia entre un acontecimiento y otro permiten dar distancia, separar, crear misterio o pausas en lo narrado. Es decir, la trama recoge de la fragmentariedad de acontecimicntos espacios-temporales y se integran como piezas distantes en un todo, pero esos episodios que se articulan constantemente en la narracién provocan en el lector la configuraci En este aspecto, la configuracién va a ser totalizadora y los argumentos, acciones, personajes, no se observarin por separados, sino que van a reconstruirse de forma general para crear la dimensién de la configuracién, lo que permite hablar de otro tiempo, que no es cl de Ia narracién pero si el de la comprensién. De modo pues, que “La construccién de la trama engendra igualmente la inteligibilidad mixta entre lo que hemos llamado la punta, el tema, el pensamiento de la historia narrada” (1995; 136) Esa construecién de la que nos habla Paul Ricoeur, permite por un lado definir el esquema de la narracién y por el otro, trazar las lineas para el andlisis del texto, El texto narrativo no deja de moverse en el pensamiento del lector, luego que se ha producido la configuracién se da paso al proceso de re-figuracién o mimesis III, éste es el ‘timo peldatio del proceso, pero ciertamente éste paso es el logro definitivo de la mimesis, 41 pucs slo en el lector se encuentra la resignificacién de los signos, simbolos que se encuentran constrefidos en la trama, luego de la comprensién se presenta Ia interpretecion, «sel puente de enlace entre el mundo total del texto y el mundo del lector, pasar este puente ¢s lograr la transposicién de lo narrado, no se es el mismo luego de leer un texto, prueba de ello es que cuando se lee una novela como Cien Afos de Soledad (1967) las imagenes siguen danzando en el pensamiento, si por el contrario, el texto no es narrativo, también alli ‘est presente la re-figuracién, prueba de ello es la lectura La Caida en el tiempo (1988) de Michel Cioran (1911-1995) no se es ef mismo lector, despues de Ia lectura de este texto, En otras palabras, un texto narrativo 0 ensayistico, esti en movimiento, puesto que, seduce, provoca y da placer al lector, ese es el moviendo constant es una danza pausada y frenética a la vez, es un encuentro de cuerpos, del cuerpo del texto y del cuerpo del lector con todo el contexto que lo une y los distancia a la vez. Puesto que sélo de esta mancra podemos conocer el texto desde la interaccién, de tal manera que “seguir una historia es ‘actualizarla en lectura” (Ricoeur; 1995: 147) porque la comunicacién es efectiva en tanto escapa de la configuracién a los brazos de la re-figuracién y luego alli viaja més allé para recepturar el sentido. Es un mas alli que renace y reconstruye el texto, por ello el siguiente subtitulo, pretende profundizar sobre ese mis allé que offece Ia literatura y la ficcién 2 1.4 TEXTO Y REPRESENTACIO! ‘Se ha querido subtitular este aparte del capitulo e! agrupamiento del ser, no porque ‘sea una distincién en lo que venimos discutiendo sobre la propuesta de Paiil Ricoeur sino porque de cierta manera se han discutido los aspectos te6ricos que implican el texto y la fen el encuentro de la triada autortexto-lector. Sin embargo, como lo dijimos anteriormente, lo hemos hecho con escasez, puesto que, el proceso mimético que pareciera cconcluir en la e-figuracién no concluye, sino que sigue royendo en el pensamiento humano lo que nos permite pensar en el agrupamiento del ser’ a partir del encuentro textual Pero,zqué implica ese agrupamiento del ser? en primer término tenemos que recurrir 12 los elementos primogénitos de la representacién que serfan memoria, imaginacién y reproduccién, pareciera que todos estos elementos son implicitos entre si, de hecho lo son ‘en su proceso, pero vamos a tomarlos por separado para ir tejiendo ¢l entramado de! agrupamiento del ser que se produce a partir del texto y por ende de Ia representacién, ‘puesto que, en la narracién de los personajes de Ia narrativa de Garcia Mérquez el lector ‘agrupa la representacién a partir de la memoria, imaginacién y reproduccién de lo narrado. En este sentido, cuando un texto representa una imagen, un acontecimiento, una accin dentro de su trama esos elementos de la representacién, que parecieran aislados, se tunifican en Ia constitucién del pensamiento humano, pero este pensamiento se produce ‘gracias capacidad de la memoria. De tal manera, que la memoria ejerce una operacién en el Heros tomado ln fase el agrupamiento del ser que menciona Michel Foucault, pero con la salvedad de que Sélo es la fase, mas no planeamos los erterios postestucturalisas que este crftico relia, por Io tanto no ‘mezclamos con ello las tari B cerebro (parte fisica) que tiene como objetivo capturar una huella psiquica grabada en el ser, ¢s decir, la memoria va al encuentro del ser en esa primer bisqueda de algo, esto podria, definirse como recuerdo. No obstante, seria muy simple reconocer que slo somos reminiscen« de algo, porque en ese juego de la memoria ocurre un segundo proceso, colocar el recuerdo en contraposicién de fo leido y crear una nueva imagen, esto requiere del reconocimiento de dos cosas mis: Uno, el recuerdo que Ia memoria captura a partir de la reminiscencia hecha pore texto no es Ia imagen precisa de texto, ni siquiera sabemos si capturamos esa imagen “precisa”. Dos, en el recuerdo en si, no podemos reconocer la imagen grabada, pues pertenece a otro tiempo, ademés esti la intencidn de bisqueda no de lo ausente en si, sino de lo leido que parcciera que se encuentra grabada en Ia huella de la memoria, entonces ‘cure una traslacién espacio~ temporal entre el texto y la memoria, En consecuencia, “Esta uniém entre estimulo (externa) y semejanza (intima) seguiré ssiendo para nosotros la cruz de toda la problemética de la memoria” (Ricoe\ Por lo que no podemos dar por concluido el proceso textual solo en la re-figuracién, puesto ue este sigue un camino cada vez més metafisico, sin embargo, trataremos de acercamos & esos revovecos que esconde la representacién desde la configuracién textual y cémo ella sigue siendo basqueda y reconocimiento a la vez Porque la representacién es una experiencia viva y continua de la memoria, no s6lo desde el plano textual, sino desde el aspecto cotidiano, pero ésta ya pertenece a lo que Paul Ricocur llamé memoria hdbito, que no deja de ser representacion a la vez. Pero si por el ‘contrario, Ia intencién de la memoria no parte de la intencién textual directa, sino que revierte el hecho de recordar otras representaciones por el simple placer del recuerdo de una ‘manera voluntaria, este ejercicio partiria de la conciencia, tanto del recuerdo como de la cconciencia del deseo voluntario por recordar. Si colocamos esta conciencia voluntaria paralelamente a la conciencia directa que cemana de la representacién textual, tenemos que no s6lo la representaciOn textual ird a la busqueda del recuerdo por experiencia sino que puede intercalar otras representaciones textuales que se tienen en la memoria, entonces estaria ocurriendo una representacién de la representacion, quizé eso terminen siendo todos Jos seres humanos representacién de representaciones dentro de la representacién, Por ejemplo, si leemos La Miada de Homero se nos presenta una narracién de un conflicto bélico, una representacién de escenas que pudiramos reproducir de imagenes grabadas en la memori se distancian pero esas imagenes grabadas en la memori Temporalmente y espacialmente del momento especifico del texto, més ain ta representacién misma invita a reproducir la semejanza y la similitud con lo narrado, no imaginamos en esa representacién un Zeus vestido con pantalones de Calvin Clein, ni a ‘Aquiles utitizando corbata para ir al combate. En otras palabras, nuestra memoria se desplaza de una manera andloga con la representacién planteada en la narracién, si esto es asi la historia que recogemos desde la Parte mitica como oficial permite reconstruir las genes de | imaginacién fuera de la ‘experiencia real, lo que constityye un complejo sistema de le memoria, por lo tanto: 45 ‘Cuando rememoramos hechos pasados, cuando interpretamos hechos presentes, cuando ofmos discursos, cuando seguimos el pensamiento de otro ¥y cuando escuchamos nuestro propio pensamiento, en fin, cuando lena ‘nuestra inteligencia un complejo sistema de representaciones, nos damos ‘cuenta de que podemos adoptar dos actitudes diferentes: una de tension, y otra, de relajacion. (Ricoeur; 2003; 48) Pero Ia tensién estaria en la colocacién de la conciencia de la memoria en sus diferentes planos que se alinie con la representacién textual y la relajacién estaria en la rmovilidad que tiene la memoria de desplazarse en los diferentes planos de la conciencia, por es0, las novelas aqui investigadas narran una historia dentro de un espacio-tiempo determinado por las mismas construcciones narrativas: ambientes, personajes, tramas, que es tomado por el lector para transportar en su memoria el contexto que est representado y construye en la imaginaciOn por semejanza, asociacién y reproduccién Ia union de lo representado en la narracién y su propia representacién, lo cusl implica una interpretacién. Esta movilidad se hace posible por Ia imaginacién, Ja yuxtaposicion de los diferentes mundos, mundo textual-mundo real, para reconstuirotre mundo que esté en lo imaginable y por ende pertenece al encuentro, por lo que la memoria nos conduce a la imaginacién 0 por el contraro la imaginacién permite la memoria, porque “la memoria es una regién de la imaginacién” (Ricoeur, 2003: 21) con Ia salvedad que la imaginacién es inaprensible, por cuanto ella no tiene bases reales sino que escapa de Io real para recrear un mundo de ficeién dénde lo posible existe pero sélo en lo imaginable, es decir la imaginacién reproduce la imaginacién mismo, queda grabeda en la memoria como objeto de la representacion mas no se permite ser atrapada en el objeto representado sino que huye en los rescoldos de Ia ficcién hacia mares lejanos donde s6lo navega la ficcién. Por esta razén el texto en cuanto representa un mundo ficcional es inacabable, inaprensible a lo real y lo veridico. De ahi que, “la imaginacién puede actuar con entidades de ficcién, cuando no pinia, pero se aleja de lo real, el recuerdo presenta tas ‘cosas del pasado: mientras que 10 pintado tiene todavia un pie en la presentacién en cuanto presentacién directa, la ficcién lo fingido se sitia radicalmente fuera de ta resentacién (Ricoeur, 2003: 72) Si trasladamos esta cita al campo del texto narrtivo, nos cencontramos con el desdoblamiento de miltiples miradas, es decir, lo narrado existe erificamente en lo escrito y se unifica en la composicin textual, pero esa presencia real del textos intangible en la representacién porque sélo existe en Ia imaginacion, y es precisamente la representaci6n lo que hace la existencia misma en tanto queda como hella, 4e la memoria, siendo asi ocurre una paradoja en la representacién, en principio porque lo {que presenta no es representacin univoca y por ende se muliplica desde la imaginacién y desde la representacién. Et acto de imaginacién (...) es un acto mégico, Es un encantamiento destinado a mostrar el objeto en que se piensa, la cosa que se desea, de ‘modo que pueda tomar posesién de él, Este encantamiento equivale a una anulacin de la ausenciay de la distancia. (Ricoeur; 2003; 78) Ese acto de ta imaginacién promueve el agrupamiento del ser, desde el texto la memoria recuerda en sus planos conscientes e inconscientes dejando que la imaginacién reconozca el mundo de ficcién en el que se adentra, por ello es magico la reproduccién de esos elementos en el ser humano, alli esti parte de ese agrupamiento del ser, alli se reconoce a si mismo como constructor y espectador. 47 No obstante, la imaginacién no es el cierre definitivo del encuentro del ser, pues la imaginacién misma implica otros elementos que se articulan en el texto y en el ser, ¢5 precisamente lo referente a la imagen personal y colectiva que hacen vida en el encuentro textual de la imaginacién. Esto es lo que hace la universalidad de la narracién en el caso particular de la literatura, puesto que aunque la lectura sea muy personal, la representacién, Y su proceso de reconocimiento va a significar una comunidad con elementos que articulan desde el aspecto social o colect Precisamente, para Ricocur: en “el relato se articulan los recuerdos en plural y la ‘memoria en singular"(2003:129) el encuentro textual es el recuencuentro con la memori la imaginacion y el reconocimiento del espiritu y de la colectividad de la que hace parte, es cl agrupamiento del ser que se mira a si mismo en la representacién y desde alli recoge las partes que lo unifican en su esencia, Porque en esa amalgama del espiritu el tiempo se hace otro, y ef mundo otra posibilidad que muere y resucita en cada interpretacién, es el ‘constante fluir donde cada lectura produce placer y provoca el desgarre de la risa, la sorpresa, Io insélito o Ia tragedia de lo cotidiano permitiendo la jitima realidad posible: la ficcion, Seguidamente observaremos cémo ese agrupamiento del ser se conecta mis cestrechamente con la representacién de los personajes por cuanto es una lectura de la Persona que esti mimetizada en ef mismo lector, no sélo en su mundo, sino en su vida. 48 1.5 LO NARRADO CONSTITUCION DE LA REPRESENTACION: NARRACION YPERSONAJE La narracién literaria tiene como primera funcién la connotacién, porque en ella el lenguaje se subvierte para decir desde la ventana de Ia ficcién que existe un mundo posible, que no es real pero que es como si, Ese como si esté recubierto de un engranaje textual y narratol6gico, que funda la construccién del mismo y faclita la interpretacion. De modo que, la narracién constituye la representacién de un mundo real, pero que no es real, parte de la verosimilitud a lo inverosimil, en ese paso se produce algo, que hhemos llamado representacibn, eso ott que estéafuera pero que esti adentro también. “De Jal modo, ta representacién nos entrega de un modo pavoroso, porque esté totalmente animado, y en él todo nos mira y nos apunta todo es una intencién impersonal en la cual et sujeto se hunde. Realidad exclusivamente psiquica” (Enaudeau; 1998; 53) Podemos decir, entonces, que la representacin se agrupa en el ser, por eso cuando J instancia narrativa expresa lo representado el ser se reine en su esencia y desde Ia fragmentacién reine un conjunto complejo de elementos para construir el significado, la tud, la analogia de esa cara que esti representa y en la que se representa. Bajo esta circunstancia se intenta reconocer la representacién de Io otro y de si mismo, en la imagen del persongje, pues ese personaje de papel que dialog, dcambula y Piensa desde el mundo de fccién representa una realidad “otra” que también dice algo aunque no sea real, 0 en algunos caso dice més que lo real. Tomamos la figura de! Personaje porque en ella se encuentra la persona: vista desde los griegos es la méscara del actor, vista desde la narracién, la persona es la entidad que es responsable de la 49 cenunciacién, Si utilizamos estos criterios tendremos una conffontacién, puesto que la persona seria el narrador, pero lo que se plantea aqui es la utilizacién del personaje en tomo al cual gira la accién. ‘Aunque los enfoques narratolégicos hablen del actante, como una reinterpretacion lingQistica del personaje en cuanto participante de una accién, consideramos que ese ‘érmino estructuralista, esté muy vinculado con Ia visualizacién sintagmética de la accién y no con la configuracién textual y contextual de lo que si ifica el personaje como elemento narratologico que representa el relato Por esta razin, utilizamos el término personaje, siguiendo la idea griega de mascara, puesto que en el fondo un personaje narrative es una méscara de ficcién que dilata al receptor en sus palabras para que se refleje en su propio mundo, en tanto y en cuanto, el personaje expresa una implantacién sociocultural y otros argumentos expresivos que reerean en el receptor o al menos produce un acercamiento. EI personaje es la primera condicién de relacién verosimil, porque el personaje es tuna persona de ficcién, que padece, rie, suefia, Hora y piensa como si fuese un personaje real, como si quisiera ser espejo del receptor. De tal manera, que el lector se mira como representacién principalmente en lo narrado, en ese otro que se ascmeja y se separa constantemente, Ahora bien, debemos considerar que la representacién de los personajes pasa por varios aspectos de mimesis y por ende de interpretacién sumado a todos los elementos narratolégicos que hemos venido sefialando, principalmente con la voz del narrador que se mueve con delicadeza por el tiempo de la narracion para hacer la presentacion y 50 descripcién de los personajes con relacién a la trama y los acontecimientos. Desde la voz se describe, se presenta y se asume no sélo la voz del narrador, sino la voz del personaje, detallando sus pensamientos, alegrias, pesares ideas més seeretas. Con relacién a lo anterior, se puede decir en el caso literario que nos ocupa, que ‘cuando la voz narrativa toma el control en la expresién del personaje, éste se convierte en ‘un mondlogo constante que articula un lenguaje encaminado dentro de un contexto sociocultural, no abre el espacio para que el personaje se exprese sino que es autoridad de {a voz narrativa ser ella misma y el personaje a su vez. Sin embargo, esto no asegura que en ‘algunos mementos no se le otorgue la voz al personaje, que se le permita hablar, pero para confirmar lo que la voz del narrador venia relatando, en otras palabras se deja hablar al ppersonaje para reafirmar la instancia narrativa, ‘Observando el desplazamiento de la vox podriamos desentrafar ta condicién ideol6gica de la narracién, porque Ia instancia narrativa que representa el personaje cconstituye una unidad discreta en la que se homogenizan ciertas categorias de los Personajes relacionadas con los aspectos del entorno dando forma a ciertas categorias de la representacién y del texto al mismo tiempo. Bajo estos argumentos la investigacién trata de ntificar la representacién del personaje femenino, para detectar las caracteris Unificadoras y divisorias del personaje femenino en las novelas. El Amor en los Tiempos de Célera y Del Amor y otros Demonios y si estos personajes marcan un perfil estructural en la composicién narratologica de las misma. 31

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