Introduccin. Por qu Dios hace un encargo tan riguroso a su pueblo?? I. Porque la vida espiritual del pueblo de Dios, comienza en las Escrituras V.1 a. La diferencia entre el pueblo de DIOS y todos los dems pueblos de la tierra, es que el pueblo de Dios tiene las Escrituras y, se rige en y con ellas b. Las Escrituras siempre han servido nicamente al pueblo de Dios (lo santifica y lo salva) Romanos 10:17; 2 Timoteo 3:16-17 c. Para quienes no son del pueblo de Dios, las Escrituras nicamente los condena: Herejas, libertinaje, confusiones, apostasas, huecas sutilezas, son evidencia de ello. d. Quienes no son de Dios, se burlan de los mandamientos y los menosprecian, pero quienes son de DIOS, atesoran la Escritura: leen, memorizan, meditan, viven y ensean, es decir, ponen por obra e. Somos: renacidos por la palabra (1 Pedro 1:23), Limpios por la palabra (Juan 15:3), Lavados por la Palabra, preservados por la Palabra II. Porque las Escrituras infunden Sabidura en cuanto a Dios V. 2. a. Para que temas: Reverentemente, maravillado y con miedo b. La vida de un hombre necesita de Reverencia a algo o alguien, expectativa constante, y miedo de algo o alguien c. Cuando estas cosas hay en un hombre, lo estabilizan emocionalmente d. Una sociedad basada en estos principios, tiende a preservarse: se las repetirs III. Porque el poner las Escrituras por obra, preserva la vida del hombre de Dios V. 3 a. Solo a travs de las Escrituras, el hombre puede reconocer su estado b. A travs de vivir las Escrituras el hombre descubre lo que necesita cambiar (Glatas 5:17-19) c. Vivir las Escrituras es lo que nos hace verdaderamente espirituales y determina quin realmente somos (Juan 6:63-65) IV. Porque las Escrituras nos revelan a nuestro Dios y esto provoca adoracin hacia l V. 4-9 a. Conocemos que l es uno, por las Escrituras b. Le amamos ms a medida que le conocemos ms c. El olvidarnos de la Palabra, viviendo apartados de ella, traer confusin y tristeza a nuestras vidas d. Un hombre lleno del Espritu Santo, es aquel que conoce, vive, ama y teme al Dios de la Palabra, poniendo la Palabra por obra, meditando en ella y ensendola de manera clara (2 Pedro 1:21)