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Opinion
No dejan de circular todo tipo de malas conjeturas, tejidas con la técnica de los "rumores",
como aquella comentada por señoras de cierta jerarquía social a quienes se les ha hecho ver
que Antanas es igualito a Chávez. Es uno de los más inocentes rumores. O aquella simpleza
de si Antanas cree o no en Dios, que condujo hasta el pronunciamiento del Cardenal
Primado, para resolver el asunto con su testimonio. Pululan las conjeturas, con todo tipo de
arrebatos de mala imaginación, pero con la condición favorable en muchas personas para
aceptarlas sin el menor discernimiento. Si aquella persona lo dijo, entonces es cierto, y se
pone a andar el chisme. Problema que evidencia otro mayor: las deficiencias en los
sistemas educativos que no forman para el libre examen, el pensamiento crítico, sino para la
sumisión sin mayores disponibilidades en argumentos, ni la oportuna capacidad de duda.
Pero el asunto se torna más grave cuando el jefe de Estado lanza expresiones de mal gusto,
por decir lo menos, propias de cualquier mayordomo intemperante, lo que demerita la
condición de "majestad de la República", como sí la tuvieron antecesores, de sindéresis
incuestionada, por caso Alberto Lleras, entre otros, quien no mezcló nunca los negocios con
la política, ni confundió vacas con ciudadanos, ni para-caciques con la legalidad, por el
contrario fue de una vida pulcra en extremo, en condiciones modestas de sobrevivencia
material, y una dirección de inteligencia acertada en las mayores complejidades; artífice de
la convivencia entre enconadas rivalidades.
Antanas es personalidad íntegra, que no se deja descomponer por campañas bajas, sucias,
desmedidas. Pulcro y sencillo en su vida privada, desinteresado por riquezas materiales,
comprometido con el bien común, de la más recia formación intelectual. Pacifista, sin
temor a enfrentar, con medios legítimos del Estado, a quienes persistan en acciones al
margen de la ley. Sabe que el camino es duro y que es indispensable mantener fortalecido
el espíritu, con afloramiento de palabras favorables a la comprensión y a la construcción
continua de sociedad, de ciudadanía.
Su programa de gobierno ha sido construido con líderes de las regiones, con decantación
por análisis argumentados, con intermediaciones pulcras, de gran inteligencia. Antanas está
rodeado por los mejores cerebros de este país, comenzando por los tres ex alcaldes que le
acompañan (Fajardo, Peñalosa y Lucho). En las diferentes áreas tiene expertos reconocidos,
de ejecutorias públicas y solvencia académica. Los lineamientos fundamentales del
programa de gobierno parten de esta consideración esencial: "Con legalidad democrática y
educación, apostándole al talento, superaremos las desigualdades y emprenderemos la
transformación social".
La plataforma de gobierno, intitulada: "La unión hace la fuerza: juntos por la legalidad
democrática", involucra líneas programáticas, de gran compromiso: 1. La educación y el
cambio cultural, motor de la transformación social de Colombia; 2. Legalidad, justicia y
transparencia en la política y en el ejercicio de lo público; 3. Calidad de vida, sin hambre; 4.
Economía innovadora, con empleo digno y productivo; 5. Las regiones, protagonistas del
desarrollo; 6. Espacios públicos y servicios para la gente en las ciudades humanizadas; 7.
Desarrollo rural moderno, productivo, incluyente y sostenible; 8. Conservación de la
biodiversidad y fomento de energías alternativas; 9. Igualdad de género; 10. Niñez y
juventud, prioridad para el país; 11. Relaciones internacionales respetuosas, con
reciprocidad e interdependencia, y 12. La convivencia nacional.
Suele decirse que es más fácil decir que hacer, y no falta razón. Pero en el caso de Antanas
y del "Partido Verde", los enunciados programáticos parten de experiencias concretas,
exitosas, con la determinación de continuar construyendo sobre lo bien construido. Y, ante
todo, creando conciencia, desde la educación, con la pedagogía siempre a la mano, para dar
pasos todos juntos, con similares compromisos, basados en la necesidad de resolver los
problemas comunes. Antanas habrá de gobernar con los más capaces, independiente de
ideologías, de partidos o de credos. El ejemplo de rectitud, aplomo en las palabras,
pulcritud de vida y laboriosidad, marcará la diferencia desde la Jefatura del Estado, y será
garantía para el progreso en el desarrollo humano, humanitario y humanístico.