Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Introducción
El fundamento antropológico
1
Curso Filosofía Política – 19 y 20 de Julio de 2010
Lic. en Filosofía Alejandro Fidias Fabri
la historia. Agrega que “el uso de la noción de estado de naturaleza es
un ejemplo particular, pero importante, para ilustrar el papel de la
ficción en la constitución del discurso de la teoría política” (Zarka, 2008:
199). Encontramos que “el estado de naturaleza tiene así el doble
carácter de relato de un estado hipotético de la humanidad y de
descripción que pretende enunciar una verdad o, más bien, la verdad
del hombre en general” (Zarka, 2008: 200). Hobbes, entonces, hace una
abstracción del estado de violencia y lucha interna imperante en la
Inglaterra de su tiempo y conforma la ficción del hombre y los hombres
en el «estado de naturaleza».
Hobbes afirma en el Cap. XI del Leviathan que no existe para el
hombre un finis ultimus (propósitos finales) ni un summum bonum (bien
supremo). En términos aristotélicos podemos pensar que el hombre es
movido en su vida solamente por una causa motora: el deseo
permanente. Su felicidad es “un continuo progreso de los deseos, de un
objeto a otro” (Hobbes, 1992: 79). Este progreso incesante del deseo se
ve plasmado en “un perpetuo e incesante afán de poder, que cesa
solamente con la muerte” (Hobbes, 1992: 79). Cuando el hombre muere,
cesan los deseos, pero también, cuando cesan los deseos, el hombre
muere. El infinito deseo de poder por los finitos objetos, que le va
permitiendo mantener un bienestar para adquirir otros nuevos, provoca
la lucha, la enemistad y la guerra.
Agrega en el capítulo XIII que los hombres son por naturaleza
iguales en las facultades del cuerpo y del espíritu y que, encontrándose
una de ellas en merma, es compensada por otras. Esta igualdad en
capacidades deriva en la igualdad en esperanzas, pudiendo llegar los
hombres a ser deseantes de los mismos objetos. Esta situación los lleva
al intento de aniquilar o sojuzgar al otro, y al posterior peligro de verse
ellos mismos en la misma situación de sus víctimas. Agrega que los
hombres, para su auto-preservación, preventivamente y por
desconfianza, tratan de aumentar su dominio sobre los demás. Por otra
parte, los hombres no son deseosos de reunirse excepto cuando un
poder se impone a ellos.
El filósofo de Malmesbury encuentra en la naturaleza del hombre
tres causas principales de discordia, a saber:
1. La competencia, que “impulsa a los hombres a atacarse para
lograr un beneficio”.
2. La desconfianza, que impulsa a los hombres a atacarse “para
lograr seguridad”.
3. La gloria, que los impulsa a atacarse “para ganar reputación”.
Hobbes concluye que los hombres, estando sin un poder que los
atemorice a todos, se hallan en estado de guerra, en una bellum
omnium contra omnes. Recurre a la locución plautina homo homini
lupus para radicalizar la exposición. En esta situación, en la cual el
hombre se encuentra en un continuo estado de timor mortis, se ve
2
Curso Filosofía Política – 19 y 20 de Julio de 2010
Lic. en Filosofía Alejandro Fidias Fabri
imposibilitado el desarrollo de una sociedad y de todas las actividades
que le serían propias.
Pero Hobbes no acusa a la naturaleza humana de estos actos,
pues considera que son propios de sus deseos y pasiones, y no son
punibles mientras no haya leyes que los prohíban. Aclara que esta
situación de la guerra de todos contra todos es una construcción
imaginaria que se deduce de la situación conflictiva existente en todas
las épocas y lugares. Agrega que como consecuencia de ella “las
nociones de derecho e ilegalidad, justicia e injusticia, están fuera de
lugar. Donde no hay poder común, la ley no existe” (Hobbes, 1992:104).
Para Hobbes,
“Para salir del estado de naturaleza la razón acude en ayuda del hombre
en forma de reglas, de normas hipotéticas del tipo: ‘Si quieres A, haz B’.
El hombre no es menos un ser de razón que de pasión. […] La razón de
la que habla Hobbes no tiene nada que ver con la facultad de conocer la
esencia de las cosas; es la facultad de razonar, entendiendo el
razonamiento como un cálculo por el cual, dadas ciertas premisas, se
llega a ciertas conclusiones”. (Bobbio, 1992: 48)
3
Curso Filosofía Política – 19 y 20 de Julio de 2010
Lic. en Filosofía Alejandro Fidias Fabri
debe dejar de lado que el principio operante que permite el pasaje de las
pasiones a la razón es el timor mortis. Es una pasión radicalizada la que
impulsa al hombre a actuar según la razón. Bien comenta Schmitt que
“el difícil problema de insertar a los hombres rebeldes y egoístas en una
comunidad social se resuelve, en último término, con la ayuda de la
inteligencia humana. No son, afortunadamente, lobos «puros», sino
dotados de inteligencia, los que en el estado de naturaleza mueven la
guerra de todos contra todos” (Schmitt, 2004: 31).
Es entonces el acto voluntario de todos el que, en busca de la paz,
impulsa la concreción de un contrato. Pareciera haber un cono de
sombra en el instante de la conversión-decisión de todos los individuos a
la cesión del derecho: pareciera que falta algo para que todos ellos, que
vienen desenvolviéndose en un estado de naturaleza, en una guerra de
todos contra todos, de buenas a primeras se pongan de acuerdo para
formalizar un contrato o, como sarcásticamente expresa Schmitt, el
momento en que “brilla la luz de la razón y se produce un
consentimiento” (Schmitt, 2004: 28).
Este hiato lógico que se produce en el discurso queda, en la
lectura de Espósito, claramente ocupado por el miedo. Esposito titula El
miedo al capítulo dedicado en Communitas a la comunidad hobbesiana.
Afirma que Canetti fue el autor que detectó y exaltó la agudeza de
Hobbes por haberle dado un carácter central al miedo en su teoría
política. Hobbes aún llega a señalar que el miedo a la muerte en el
hombre es infinitamente superior al deseo a la vida.
Afirma Esposito que al pasar al ámbito de la política, el papel del
miedo revela un carácter fundacional y originario. Sin miedo no habría
política. Agrega que, para Canetti, este elemento diferencia a
Hobbes de los pensadores políticos de las corrientes «idealista» o
«utópica» y aún de los «realistas». La diferencia radica en dos
intuiciones, a saber:
1. Elevar el estado de ánimo considerado más vergonzoso como el
miedo “a la categoría de primer motor de la actividad política”.
2. “Haber puesto al miedo en el origen no solo de las formas
degeneradas o defectuosas del estado, sino, y sobre todo, de las
legítimas y positivas. […]…es el lugar fundacional del derecho y la
moral en el mejor de los regímenes”. (Esposito, 2003: 57)
Para Esposito esta visión coloca al miedo del lado de la razón,
dado que potencialmente no solo tiene el carácter destructivo sino
también el constructivo. Es así como Hobbes hace que el mismo miedo
sea el fundamento de su antropología política y el presupuesto de su
contrato social. Transforma el miedo «recíproco» y anárquico del estado
de naturaleza en miedo «común» institucional del estado civil. La
operación que realiza Hobbes es reconfigurar el miedo. Lo que
distingue al miedo bajo el Estado es que se trata de un miedo cierto,
predecible, que confiere “seguridad”.
4
Curso Filosofía Política – 19 y 20 de Julio de 2010
Lic. en Filosofía Alejandro Fidias Fabri
Schmitt también ve que el “punto de partida de la construcción
del Estado de Hobbes es el miedo del estado de naturaleza” y “su meta
y objetivo, la seguridad del estado civil político” (Schmitt, 2004: 25).
Agrega que de esta manera han nacido juntos el Estado moderno y la
moderna policía. Pero, contrariamente a la crítica que Locke le hiciera a
Hobbes diciendo que “según Hobbes, los hombres, por miedo de los
gatos y los zorros, veían mayor seguridad en ser devorados por un
león”, Schmitt afirma irónicamente que sería muy curiosa una filosofía
política que “no tuviera otro sentido que empujar a los pobres individuos
humanos de la angustia total del estado de naturaleza a la angustia,
también total, de la dominación de un Moloch o un Golem” (Schmitt,
2004: 68). Merced a los aportes de Ferdinand Tönnies, Schmitt también
entiende que, si bien Hobbes quedó para la historia como el
representante del «Estado absolutista», deben ser reconocidos sus
enormes aportes como teórico del «Estado de derecho1 positivo», los
cuales han permanecido siempre ignorados.
Strauss aporta más luz haciendo un análisis detallado del
“momento fulgurante” en que el hombre prioriza el uso de la razón
frente a las pasiones. Afirma que el «postulado de la razón natural» de
evitar la muerte violenta es reducido por Hobbes al principio de
autoconservación, condición necesaria de satisfacción de los apetitos del
hombre.
Por un lado, la razón afirma que la conservación de la vida es el
bien primordial y, por el otro, la pasión afirma que la muerte es el mal
primordial, “la pasión del miedo a la muerte” (Strauss, 2006: 38). Como
la razón en sí misma es impotente, es la pasión del miedo a la muerte la
que obliga a la razón a pensar en la conservación de la vida como el
bien primordial y más urgente. Por ello, Hobbes, en sus numerosos
escritos, prioriza la utilización de la expresión negativa «evitando la
muerte» por sobre la expresión positiva «conservando la vida».
Agrega Strauss que Hobbes define a la conservación de la vida
como el «bien primordial», pero es de notar la ausencia de «bien
supremo» para el hombre. En cambio, “la muerte es el mal primordial,
así como máximo y supremo” (Strauss, 2006: 39). Siendo la muerte el
summum malum, en ausencia de un summum bonum, es entonces la
única norma absoluta para el ordenamiento de la vida del hombre. Es así
que “solo al considerar el mal se torna posible un límite al deseo, una
orientación coherente de la vida humana” (Strauss, 2006: 39). Agrega
que Hobbes va acotando más su argumentación hasta llegar al
«postulado de la razón natural» donde afirma que el mal máximo es una
muerte violenta en manos de otros hombres. Y es así que dice que,
1
“Stahl-Jolson (S XIX) proclamó la definición del Estado de derecho que fue
generalmente admitida y a todos pareció evidente en sentido “jurídico”: «Estado de
derecho» no significa la meta y el contenido de un Estado, sino el modo y manera de
realizar ambos” (Schmitt, 2004: 63).
5
Curso Filosofía Política – 19 y 20 de Julio de 2010
Lic. en Filosofía Alejandro Fidias Fabri
“el miedo a la muerte, esto es, la aversión emocional e inevitable, y por
tanto necesaria y cierta, a la muerte, lo que constituye el origen de la ley
y el Estado. Este miedo es un miedo recíproco, es decir, es el miedo que
cada hombre tiene respecto de cada uno de los demás como posible
asesino suyo” (Strauss, 2006:41).
6
Curso Filosofía Política – 19 y 20 de Julio de 2010
Lic. en Filosofía Alejandro Fidias Fabri
Por un lado, Hobbes remarca en el Cap. XIV la importancia de
distinguir entre el derecho de naturaleza o ius naturale y la ley de
naturaleza o lex naturalis y por el otro, ya adelantó que las normas de
paz que sugiere la razón son las leyes de naturaleza. Explica que el
derecho natural persiste en la guerra de todos contra todos, pues cada
uno ejerce con libertad su fuerza en beneficio de la auto-preservación de
la vida. Así,
7
Curso Filosofía Política – 19 y 20 de Julio de 2010
Lic. en Filosofía Alejandro Fidias Fabri
“Para Hobbes, que las leyes naturales obliguen en conciencia significa
simplemente que nos inducen a desear su cumplimiento. El paso del
deseo de cumplimiento al cumplimiento se produce sólo cuando estamos
seguros de poder cumplirlas sin daño para nosotros. Lo que quiere decir
que las leyes naturales obligan condicionalmente, es decir, con la
condición que de su cumplimiento no se derive ningún daño”. (Bobbio,
1992: 111)
El Estado o Leviatán
8
Curso Filosofía Política – 19 y 20 de Julio de 2010
Lic. en Filosofía Alejandro Fidias Fabri
ficción” (Zarka, 2008: 201). Agrega que el mismo registro discursivo del
«como si» aplicado en la fórmula indica que:
2
“LEY CIVIL es, para cada súbdito, aquellas reglas que el Estado le ha ordenado de
palabra o por escrito con otros signos suficientes de voluntad, para que las utilice en
distinguir lo justo de lo injusto, es decir, para establecer lo que es contrario y lo que no
9
Curso Filosofía Política – 19 y 20 de Julio de 2010
Lic. en Filosofía Alejandro Fidias Fabri
fin. Estas normas regularán el régimen de propiedad (el meum y tuum,
cuya inexistencia fue concomitante con el estado de guerra), lo bueno y
lo malo y lo legítimo e ilegítimo en las acciones de los súbditos. De esta
forma Hobbes funda un sistema de garantías que permiten el
desenvolvimiento de una comunidad.
Unos capítulos más adelante, refiriéndose a las causas de
desintegración del Estado, aclara que, si bien los soberanos están
sujetos a las leyes de naturaleza pues “son divinas y no pueden ser
abrogadas por ningún hombre o Estado” o, como anteriormente
explicamos, no son de carácter obligatorio sino que son in foro interno,
éste no está sujeto a las leyes formuladas por él mismo, esto es, a las
leyes civiles. Si estuviera sujeto, estaría colocando a las leyes por
encima de sí mismo, soberano, y también estaría colocando al juez
sobre sí, lo que sería contrario al pacto mismo.
Hobbes alcanza así la construcción del edificio teórico de un
Estado moderno, soberano y autónomo.
10
Curso Filosofía Política – 19 y 20 de Julio de 2010
Lic. en Filosofía Alejandro Fidias Fabri
(Schmitt, 2004: 30). Vemos así que la propuesta de Hobbes está lejos de
ser una utopía o un país imaginario propio de los racionalistas.
Explica Schmitt que como producto de la conformación de los
Estados dominados por soberanos en estado de naturaleza (todos
menos uno), los Estados o Leviathanes están unos frente a otros en
estado de naturaleza. Agrega:
11
Curso Filosofía Política – 19 y 20 de Julio de 2010
Lic. en Filosofía Alejandro Fidias Fabri
Agrega que Hobbes, contradictoriamente intentó subsanar esta
incongruencia con la «teoría de la autorización», por la cual mantienen
el carácter de sujetos, pero están sujetados al despotismo del poder
soberano. El estado de naturaleza nunca es superado por el civil pues
aflora en el núcleo del civil en la misma figura del soberano. Por un lado,
los súbditos al identificarse con el soberano renuncian a la autonomía de
sus acciones y, por el otro, la identidad del soberano con respecto a sus
súbditos “pone en marcha ese dispositivo sacrificial que la autorización
hubiera debido bloquear”. Los súbditos quedan librados al arbitrio del
soberano y hasta pueden ser víctimas de actos injustos por parte de él,
no siendo responsable el soberano por estar éste actuando en
representación de sus súbditos.
Esposito afirma que para Hobbes tanto en el Estado por
adquisición –los individuos se someten a quien temen- como en el
Estado por institución –los individuos temen a quien se someten- los
súbditos, para defender sus vidas, le confieren al soberano el derecho a
quitárselas, le confieren poder «de vida y de muerte». Hobbes en
Elementos asemeja la situación al estado cuando los hombres en la
guerra piden cuartel y lo que se les concede no es la vida sino que ella
se mantiene en suspenso. La identificación de la víctima con su
perseguidor queda institucionalizada en el intercambio político entre
protección y obediencia. Hobbes tiene a relegar lo que sería la
conversión de protección en persecución y como regla sitúa al enemigo
siempre en el exterior. Igualmente, la excepción que expone Hobbes con
“el hecho de infligir un mal a un inocente” pone luz a la coincidencia
entre conservación y sacrificialidad. La oportunidad de enemigos
externos permite la supervivencia de la comunidad mediante el
desplazamiento de la violencia de adentro hacia el afuera.
Bibliografía
12
Curso Filosofía Política – 19 y 20 de Julio de 2010
Lic. en Filosofía Alejandro Fidias Fabri
STRAUSS, Leo. 2006 (1952) La filosofía política de Hobbes. Su
fundamento y su génesis (Buenos Aires: FONDO DE CULTURA
ECONÓMICA DE ARGENTINA, S.A).
13