Pesan eel
Rca
DL Soll cdc Lene2. Los dogmas conservadores
Las ideologias, al igual que las teologs, tienen sus dog.
mas: grupos de creencias y valores mis o menos coheren
tesy duraderos que tienen una influencia determinante en
al menos una parte de la vida de quienes los sustentan. En
tltima instancia ambos se refieren al lugar que ha de ocu-
par el individuo bajo un sistema de autoridad, ya sea divi
na o secular. Fl tratamiento de las tres ideologias moder-
nas de socialismo, lberalismo y conservadurismo se hace
comtinmente en términos de larelacién entre lindivicuo
yel Estado, de acuerdo con una tradicién del pensamien:
to politico que se remonta al Renacimiento, Es decir, en
términos de la relacién legitima y deseable entre el indivi
duo y el Estado,
Sin embargo una perspectiva mas iil agrega a la rela
cién individuo-Estado un tercer factor, el de la estructura
de grupos y asociaciones que se sittin en un lugar inter-
medio entre las dos entidades polares. Como hemos visto,
380 Rovere Nisbet
gran parte del drama social de la Revolucign francesa con-
sisté en el impacto que tuvieron sobre la sociedad inter
media las nuevas declaraciones de derechos individualesy
Jo que no es menos importante, los derechos recién decla
rados del poder del Estado revolucionario. Fl resultado
fue, por supuesto, cuestionar los derechos historicos de
srupos tales como la Iglesia, la familia, el gremio y la cla
se social. FI punto de partida de gran parte de la jurispru-
ddencia del siglo x1x lo constituyeron, por una parte, los
derechos de los viejo y los nuevos grupos contra el Esta
do y, por otra parte, los individuos. final del siglo, emi
nentes eruditos como Maitland, Figgis y Vinogradov, a
quienes durante un tiempo siguié el joven Harold Laski,
situaron gran parte della historia de Europa occidental, de
la Edad Media en adelante, dentro de la perspectiva de la
relacin triangular del Estado, el grupo corporativo y el in-
cividuo antes que en la relacién dual mas convencional de
surgido de la tradicion jusna
acerca de las fuerzas «pulveri
zadoras y macadamizadoras> del Estado y del individuo
{que acta sobre todo lo que se interpone entre el hombre
yel Estado. Otto von Gierke en Alemania y Fustl de Cou-
anges en Francia se encontraban entre los enuditos que
también percibieron como esencial esa relacién triangular.
La mayor parte de la obra de Henry Maine sobre institu:
ciones comparadas derivé esencialmente en el tipo de pro-
bblema que constituia el tema central de su Anciemt Law, la
lucha entre la exigencia de soberania del Estado y las auto-
ridades tradicionales de la familia patriarcal y el clan o fina
je, Durante l siglo, movimientos de reforma tales como el
pluralismo, el sindiealismo, el socialismo gremialy las coo
pperatvas hicieron del problema de los derechos de los gr
‘pos la cuestién central de una mas amplia reforma social
En general, la filosofia del conservadurismo hizo lo
mo. Acogié en su seno los derechos de la Iplesia, clase so
cial, familia y propiedad, mas que el beralismo y que el
Conseradurismo a
socialismo, en contra de las exigencis de la teoriaiusna:
turalista y del més reciente utilitarismo, por una parte, y
del Estado nacional, cada vez més demoeritico, por ott.
En cada una de las dreas especticas de la dactrna conser-
vadora que se presentaran en este capitulo, la premisa
constante es el derecho a sobrevivir —surgido del desa
rrollo histérico y social—de todas las estructuras interme.
dias de la nacién en contra de las corrientes tanto del indi
vidvalismo como del nacionalismo.
Ente las tres ideologias el socalismo, al menos en su
carécter principal y afin de cuentas marxista, es el que tie-
ne un menor respeto por los derechos tradicionales de los
grupos intermedios. La posicién socialista acerca de la
propiedad tendis a preparar el escenario para sus opinio-
nies sobre la familia, la comunidad local y, sobre todo, la
clase social. Cémo, se planted implicitamente, podria de-
sarollarse el nuevo hombre socialista si permanece sujeto
alos pattiotismos hist6ricos menores asi como al Estado
buurgués? El socialismo se encuentra asi, ideolégicamente,
extremo opuesto al conservadurismo,
El liberalstio queda a mitad de camino, Como resulta-
do de la huella que dejé Tocqueville en Mill hubo alguna
indulgencia en ciertas dreas del pensamiento liberal para
Jos grupos, en especial para las asociaciones voluntarias,
«que se agregaban a un pluralismo liberal, Pero, en lo esen:
de los jacobinos como una
mala broma, Estin, eseribié, «hechas para el Hombre.
ero en la tierra no existe el hombre como tal. Yo he vis:
10... franceses, italianos, usos, ete. Gracias a Montesquieu
s€ que uno incluso puede ser persa, pero declare que nun:
‘ca en mi vida he visto un hombre, a menos que de hecho
exista y sea desconocido para mir, De Maistee escribié
acerca de la constitucién norteamericana y, sin pecar de
inconsistente, la elogié y la consideré un buen presagio.
Sin embargo, y éte es el enigma, la erdadera constitucién
de Estados Unidos era, y continuaria siendo, no el docu-
mento de papel sino toda la constelacién de costumbres y
tradiciones que se formaron durante los dos siglos de exis:
tencia de los americanos en el nuevo mundo. Habia, pen-
6, una correspondencia admirable entre lo que el docu
mento dela constiucién decia ylo que no deca, y las tra-
diciones que los ingleses trajeton consigo para establecer
la glotiosa Nueva Inglaterra de Massachusets y éreas ad.
yacentes. La idea de Burke de la verdadeta consticucion
de un pueblo, de cualquier pueblo, se convertiria en una
de las ideas ms poderosas del siglo xnx: se encarn6 en la
‘multtud de estudios constitucionales ingleses,franceses y
alemanes y, de manera interesante, en las convicciones de
rusos como Dostoievsky, quienes llegaron a creer tan pro:
fandamente en una «constitucién» historic, inalterable y
sagrada, que eta inseparable de Rusia, que se creé una dui-
radera animadversion contra los valores occidentales que
perdusa todavia hoy.
‘De Maisire se divert y desdefiaba la idea de los nor-
teamericanos que abandonaban ciudaces ya construidas
como Nueva York y Filadelfia para descender ala cenape-
sidad y soledad de un pedazo de Maryland con el fin de
constfuir ex milo la verdadeea capital de la nueva nacin
Nunca duraria, dijo de Maistre. Pero antes de apresurar-
nos demasiado pronto a mofarnos de de Maistre el profe-
ta, no esté fuera de lugar aplaudir a de Maistre el socidlo-”
sist
lo
aa neree
8 Robert Nisbet
go tradicionalista, La historia a veces patética y otras pean
diosa, de Washington D.C, y su interminable lucha por
una identidad, y su etermo sentimiento de inferioridad
como ciudad en comparacién con Nueva York, Londres ¥
Paris es un justo tributo a Burke y de Maistre y sus teorias|
de constituciones y capitales.
Hay otro atributo en Ia veneracién conservadora de lo
viejo y lo tradicional; la creencia de que, no importa cudn
obsoleta pueda ser una estructura o modus eivendi, es po-
sible que en ella haya una fuscién continua, incluso vital,
dela que el hombre se beneticiapsicol6gica 0 sociol6gica
mente. Seguramente, gran parte del pensamiento mis
profundo de los conservadores sobre las leyes de reforma
liberates de los siglos x0 y 2 refle esta creencia. Debi-
do asu aparente arcaismo, ala corrupcién de los istritos
podridos> y a la aparentemente impotente Camara de los
Lores despues de que los liberals le quitaron sus poderes
vverdaderos, no era posible que estas entidades todavia rea
lizaran una funcién cle valor para a sociedad, para la soi
daridad social, y para lo que Burke tenia en mente cuando
esctibi6 que: «La naturaleca del hombre es intrincade, fos
objetos de la sociedad son de la mayor complejkiad posi
ble, y por lo tanto puede una simple dispesicion u orien-
tacion del poder ser adecuada ya sea para la naturaleza del
hombre o para la calidad de sus asuntos?»
ara los conservadores la historia ha sido en gran medi-
dda la misma clase de fuerza que la seleccidn natural es
para el evolucianista biolégico. Nunca ha vivido indivi
duo alguno, ni podria vivir —afirma el evolucionista—
‘con poder de decisién bastante como para hacer surgit las
‘especies. Es sélo el funcionamiento mismo del proceso de
seleccisn a través del azar, através del ensayo y el erro, el
Xinico que hace posible el esplendor del mundo biolssico.
En laseleccién evolutiva estéarraigada una sabiduria inf
nitamente superior a cualquier sabiduria imaginable en un,
hombre. Los esfuerz0s de los eriadores de animales por
Conserve °
lograr mas de lo que se consigue con estos procesos natu:
rales de cambio y desarrollo son claramente ridiculos.
Pero ¢no son igualmente ridiculos los esfuerzos del
hombre por lograr més de lo que consiguen los procesos:
eguivalentes en la historia humana? éNo fue en el fondo
absurdo, y también tragico para los hombres, que intenta-
ran construir una nueva sociedad y una nueva naturalezt
humana en la Francia de 1789 0 en la Rusia de 1917? Tal
eslaeoriaconseradora de historia,
En algtin lugar John Morley comparé la filosofia con
servadora de la vida con una débil esperanza de que las
cosas bien podrian ser mejores, agitindose débilmente
junto a una conviccién sigantesca de que las cosas bien
podrian ser mucho peores, Por supuesto, algo de esto hay.
Pero, en realidad, no demasiacio. Uno no se imagina a los
grandes conservadores —Burke, Distacli, Churchill o De
ulle— agitindose debilmente ante nada, fisico 0 men-
‘al. Tampoco imaginamos a Max Planck, quien realzé
tuno de los dos o tres mayores y més audaces descubsi-
rmientos modemos en fsia, estremeciéndose ante lo nue
vo y lo incierto, a pesar de que adoraba el pasado e inss
tia en que su teoria surgié de y fue descubierta a pactir
tanto del pensamiento fisico antiguo y tradicional como
del actual, En su ensayo sobre el talento individual ya tra-
dicién T. S, Eliot ha escrito como un tradicionalistaconfir-
mado y como un revolucionario en Ia forma postica y en
Jas imagenes. El talento individual es, simplemente, impo-
tente, y esté condenade a girar sobre sf mismo, si carece
de una tradicién escogida con la que trabajar.
Prejuicio y razon
Uno de los ataques mas audaces de Burke a la Revolu-
era
suficiente para proscribirlo eternamente de la organiza
ci6n politica.
Sin embargo, Burke replicd, lo mismo que Vico un siglo
antes, que la forma geométrica del razonamiento no tiene
sino los usos mas limitados en los asuntos humanos. Los
seres humanos necesitan, para su educacién y progreso un
tipo diferente de razonamiento, uno que surja de los sen
timientos, de las emociones y de una gran experiencia,
tanto como de la l6gica pura. El prejuici tiene su propia
sabiduria intrinseca, una que es anterior al intelecto. El
prejuicio «es de aplicacién inmediata en la emergencia;
compromete previamente a la mente en una firme direc-
cidn de sabiduria y virtud y no deja al hombre dudando
cn el momento de la decisién, eseéptico, confundido
ieresuelton
ara Burke el prejuicio es un epitome, en la mente indi
vidual, de la autoridad y sabiduria que yace en la tradi-
cién, Era el tipo de sabiduria que los filisofos iusnatura-
listas y especialmente los philosopher se deleitaban presen:
Conservatism 3
tando como una mera supersticién, «Con ellos», escribié
Burke, «es sufciente motivo para destruir un esquema an-
tiguo de cosas el que sca antiguo. En cuanto a lo nuevo,
zo se sienten en ningiin modo temerosos en relacién a la
dduracién de una construccién que ha crecido rpidamen:
te, con precipitacin; porque la duracién no es nada para
aguellos que piensan que poco o nada se ha hecho antes
de su época>. Evidentemente, lo que Burke est desafian
do es un tipo de pensamiento que aleanz6 prominencia
con los humanistasitlianos en el siglo xv, que resurgi6
‘nuevamente con los philosophes, y que estaia estrecha
‘mente asociado con el pensamiento intelectual a lo largo
cde los siglas 31x y %, para ser vistos en los despreciados
-sofistas,calculadores, y economistas» de Burke, siempre
‘comprometidos tratando de pensar por toda sociedad y
todo gobierno sin moverse lo mas minimo de sus silas
El asalto de Burke contra el racionalismo puro a través
dela alabanza del inconscient, de o prertacional y lo tra
dicional encontré apoyo en gran parte del pensamiento
del siglo xrx. Irénicamente, la idea burkeana del prejuicio
aliment6 el acopio de ideas democriticas de la voluntad
del pueblo, puesto que la idea de Burke era, sobre todo,
tuna referencia a tipo de sentido, entendimiento y conoci
imiento que es consi entre los individuos de una nacién,
no algo que es la propiedad exclusiva de una elt intlec:
tual. El eprejuicion de Burke estaba disefiado para opo-
nerse al gnosticismo, esa enfermedad de la intelectualidad
‘occidental ala que Eric Voegelin, el sucesor de Burke en
al siglo 2x, dedicé toda una vida para seguirla desde la
cristiandad primitiva hasta los humanistas del Renaci
miento, pasando por los racionalistas de la Iustracién y,
en nuestra propia época, por los socialistas marxistas y los
freudianos. La idea misma de gnosis y de una elite inteee-
tual tnica calficada para expresarla e interpretarla repug-
naba a Burke, Séloen este aspecto hay, sin duda, una af
nidad entre él y Rousseau, autor de la teoria de ia volun-2 Robert Naber
tad general, La voluntad general era, segtin Ronsseau, la
voluntad colectiva después de que ésta hubiera sido ex-
purgada de lo tradicional y de lo puramente experimental
ara Burke la «voluntad general» verdadera tendria que
ser el resultado de un desartollo de lo tradicional en la
conciencia popula.
Después de Burke pocos utiizaron fa idea de «prejui-
cio», pero sobre su hase se formé un legado perdurable,
‘uno que campleté la rata del racionalismo superficial ini-
ciada por los pensadores jusnaturaistas de la Iustrac
ala que Bentham y sus Seguidores dieron su forma utilita
ria, El interés siempre creciente que encontramos en el si-
lo xix por lo prerracional, por las Fuentes de motivacién
Y juicio que o bien se encuentran mas allé del pensamien-
to individual o bien en profundidades del mismo que,
sencillamente, eran desconocidas para Voltaire y Diderot
0, en no menor grado, en toda la esfera del pueblo o del
sentido y del sentimiento popular, puede rastrearse en las
cofrientes de pensamiento puestas en marcha por los pri
'meros conservadores
“Tocqueville partia evidentemente del uso que Burke
dio al termiao «prejuicio» cuando escribié: «L.o que oct-
srita si todos se comprometieran a formar sus opiniones y
a buscar la verdad por senderos aislados, slo transitados
cn solitaio, es que jamas ningtin ntimero apreciable de
hhombees se unitia cn una creencia comin.» Newman, en
su Granmar of Assent, quiso decir, con st «sentido ila
vo», con su inclusién explicita del «buen sentido» y «sen:
tido comin», precisamente lo que Burke habia querido
decir con «ptejuicio». Fue Newman también quien obser
16 que los hombres morirén por un dogma sin ni siquiera
tomarse Ia molestia de buscar una conclusin, Y mas car:
de Chesterton achvrtis que el soldado meramente racional
no lucharé y que el amante racional no se casa A prin-
cipios del sighs Disraeli declaré la guerra a aquellos horn
Ibres de Estado que buscaran «formar las instituciones
Conservadurisme *
politicas sobre principios abstractos de ciencis teética,
en ver de permitir que surjan del curso de los aconteci
mientos
Hay todo un tipo de conocimiento comprometido con
el interés conservador por al prejuicio en el comporta-
miento humano. Es el tipo de conocimiento que William
James describié como «el conocimiento de» en contraste
‘con «el conocimiento sobre». El primero es el conoci-
miento que adquirimos simplemente a través de la expe-
riencia,a través de la exposicion directa a la vida o por lo
menos alas reas ms importantes de la vide, Su esencia es
el sentido prictico, Se convierte en una parte integral de
‘nuestras personalidades porque su origen reside en el pro
ceso de habituacién, de convertir en predisposicién gene
ralizada o «instnto» el conocimiento abtenido a través del
cexperimento, consciente inconsciente, y de los normales
censayos de prueba y error. James adujo que el segundo
tipo de conocimiento es aquel que adiquirimos del libro de
texto, de aprender acerca de algo que puede ser presenta:
do en la forma de principio abstracto 0 general, algo que
ces susceptible de formularse prescriptivamente y en su
momenta mis resplandeciente puede exponerse de mane-
+ l6gica. Si las virtudes culminantes del primer tipo de
conocimiento son la inmediatez y el sentido prictico, la
abstraccin y la generalidad lo son del segundo tipo. EL
conocimiento acerca de la misica o de la pintura puede
adquirirlo cualquiera mediante el estudio. Pero el conoci
riento de la misica 0 del arte requieze, cn el sentido de
James, la clase de experiencia personal que s6lo los mis
os y pintares o escultores tienen y pueden tener. Cual