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sta es otra figura, o mejor dicho, otra advertencia, para que estemos
siempre alerta. Y, cuntas veces nos advierte Jess! Mientras tanto,
nosotros, parece que hagamos el sordo. Jesucristo destin los ltimos das de
su vida a prepararnos y advertirnos para la muerte, como si fuera sta su
nica preocupacin: pero, realmente, es que de ella depende todo.
Cinco de ellas eran necias: sin precaucin, sin previsin. Las necias, al
tomar las lmparas, no tomaron consigo, aceite; pero entonces las necias
dijeron a las prudentes: dadnos aceite del vuestro, porque se nos apagan las
lmparas. La caridad les faltaba; las buenas obras no les eran suficientes;
la caridad, el ms excelente de todos los dones, sin el cual ni siquiera la
profeca, ni el mismo martirio, vale de nada, les faltaba y, por consiguiente,
para nada les serva el don de la virginidad.
Las necias dijeron a las prudentes: dadnos aceite del vuestro. As hablan
los que, sin preocuparse de hacer obras buenas ellos mismos, tienen puesta
toda su esperanza en la intercesin y mritos de los santos.
Las prudentes le respondieron: no, porque poda ser que no bastase para
nosotras y vosotras. Cada uno llevar su peso ante el tribunal de Jesucristo.
Que cada uno examine sus obras... pues cada uno tiene que llevar su propia
carga (Gal., VI, 4-5); y, aunque en otro sentido, nosotros debemos, por la
caridad, llevar las cargas unos de los otros, no obstante, en este ltimo
juicio, cada uno ser juzgado, no segn las obras de los otros, sino segn
las suyas propias (Mat., XVI, 27).