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Hoy en día la humanidad da saltos colosales en lo que respecta a los avances tecnológicos y
científicos. Sin embargo, las injusticias sociales y las facciones involucradas en la posesión
y del poder, siguen siendo las mismas que nos heredaron los últimos años de la década de
los ochenta.
Durante la primera mitad del siglo XX, se dieron hechos de naturaleza barbárica
a lo largo del mundo que marcarían lo que ocurriría más adelante. ¿Las razones? El
ascenso de la ultraderecha al poder, en países en que el liberalismo estaba debilitado –
siendo Italia y Alemania los casos más emblemáticos – comenzó un proceso de
transformaciones que marcaría precedentes en la historia del hombre.
El siglo XIX, por su parte, dejó una amplia gama de pensadores herederos
directos de los ideales ilustrados de los siglos anteriores. Su visión de mundo se
centraba en dos grandes campos intelectuales: el espíritu crítico y la razón instrumental.
Ésta última implicaba el desarrollo de los avances científicos-tecnológicos. Sin
embargo, el predominio del espíritu crítico sólo fue teórico, puesto que en la práctica,
fue a la razón instrumental a la que se le dio prioridad.
Fue bajo el alero de esta razón instrumental que se crearon nuevas formas de
tecnología cada vez más destructivas 1. Del azadón y la antorcha, se pasó al fusil y la
granada. Del caballo y el arcabuz, a la carrocería blindada. Del cañón de bronce, a la
artillería anti-blindaje. Toda una revolución científico-tecnológica, que culminó con la
creación – y posterior empleo – de la Bomba A en Hiroshima.
1
Forster, Ricardo (1999) “La Crisis de la Racionalidad Moderna”, en Itinerarios de la Modernidad:
Corrientes del Pensamiento y Tradiciones Intelectuales Desde la Ilustración Hasta la Posmodernidad.
Buenos Aires: Eudeba, 1999.
En la Alemania del III Reich particularmente, bajo los principios del
nacionalsocialismo – corriente totalmente opuesta a la herencia de la Ilustración y la
Modernidad – se apeló constantemente a la modernización tecnológica, a la
instrumentalización racional. El fascismo triunfó al demostrar que la alta tecnología
puede ser dominada sin más, por un grupo de bárbaros sustentados en un manojo de
creencias absurdas 2.
Por otra parte – y sin duda alguna – una tendencia que ha marcado la última
década, es la del número creciente de regímenes fuertes y centralizados en supuestas
democracias sólidas a lo largo del mundo y particularmente en América Latina. Son los
casos de Chile, Colombia y México, países cuyos gobiernos anteriores estaban
identificados con la izquierda política.
2
Hobsbawm, Eric J. (1994) “La Caída del Liberalismo”, en Historia del Siglo XX. Buenos Aires.
Crítica. Grijalbo Mondadori, 1998.
¿No es acaso curioso, que exista esta misma inclinación hacia la razón
instrumental – como símbolo de desarrollo – en conjunto con el aumento de la represión
– más de diez mil efectivos policiales más en las calles, según el mismo ejecutivo –
como características comunes de gobiernos autoritarios? Si bien no hay persecuciones
violentas, las hay de tipo psicológicas; y si bien no existe la censura de los medios
opositores, existen trabas legales para impedir su crecimiento y consolidación.
El precio ya ha sido alto, y no parece que vaya a disminuir, tal como lo dicta el
sistema de oferta y demanda. Hoy nos suben los precios en nombre de la
reconstrucción. ¿Esperaremos entonces que el día de mañana, en nombre de la defensa
de la democracia, nos hagan callar otra vez, y que sigan pasando por encima de
nosotros? ¿Seguiremos acaso viviendo bajo el letargo de la mediocridad y el peso de la
noche, del que hablaba Portales? O bien, ¿seguiremos esperando a que alguien más haga
el trabajo por nosotros?
Sergio Luco O.