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LA IRA

DE
GABRIEL
LUIS MANUEL SANCHEZ GARCIA
L.M.S.G.
1974
Todo comenzó una tranquila noche de invierno. Su oscuridad, reinaba en lo mas
alto, la pequeña presencia de diminutas nubes, cubrían el cielo, la temperatura oscilaba
entre los 14º y los 16º grados, se sentía un frescor muy llevadero, que con un buen
abrigo no seria problema para pasear, las farolas de la ciudad iluminaban las calles con
intensidad, el fluir de gente era constante, algunos regresaban a sus casas, otros salían
de ellas, para disfrutar de la noche, salir con los amigos, ir de cena, o pasear
romanticamente con sus parejas, los ruidos de la ciudad, retumbaban por todos los
recovecos de la noche.
De repente el cielo empezó a cambiar de color, esas diminutas nubes empezaron a
disiparse, el cielo completamente oscuro, con pinceladas de estrellas, fue cambiando,
pasando del negro intenso a un rojo anaranjado.
El tenue viento que soplaba se silenció, por segundos parecía que el tiempo se había
detenido, la temperatura en cuestión de segundos, dio un brusco cambio, de los 15º
grados de media, radicalmente paso a una temperatura veraniega, la temperatura subió
a los 42º grados, los termómetros no recogieron la medición, pero en la calle la
sensación de sequedad fue grandiosa, la gente que caminaba por sus calles abrigadas
por el frío, no tardaron mucho tiempo en despojarse de aquellos abrigos y
chaquetones, que ahora le sobraban, en el interior de los coches y de las viviendas, la
reacción fue la misma, algunos apagaban la calefacción de sus vehículos, otros bajaban
sus ventanillas, sacando las manos por fuera para notar aquel contraste, en las
viviendas abrían sus ventanas de par en par, para dejar el paso del aire, que en ese
momento era insistente, todo el mundo salio a la calle para contemplar aquello, en
cuestión de una hora la temperatura tan alta que estaba aguantando la ciudad, volvió a
su estado natural, el frescor volvió a cubrir la noche, dejando paso a un ensordecedor
trueno que provocó la sensación de que el cielo se había partido en dos.
Fue un ruido seco y muy fuerte, el contraste de la noche, hizo estremecer a todo el
mundo .
Todo el mundo se quedó sorprendido por la magnitud del estruendo; los
meteorólogos no comprendían el motivo de aquella súbita anomalía atmosférica. Todo
fue muy rápido. Todos los sistemas de predicción meteorológico parecían fallar. Lo
cierto es que sí funcionaban y los datos que daban los ordenadores, los sensores y
todos los demás sistemas de seguridad eran correctos.
Pasada una hora, el cielo regresó a la normalidad, volviendo a su oscuridad de
siempre. Las estrellas lucían como siempre y el leve viento que soplaba envolvió otra
vez la noche, la temperatura volvió a los 15º grados de media, los transeúntes,
volvieron a cubrirse con sus abrigos, los coches accionaron otra vez sus calefacciones y
las viviendas, cerraron a cal y canto sus ventanas, para que el frió no penetrase en sus
hogares, el invierno regreso a la ciudad, aquel espejismo de los 42º grados, sólo
permaneció durante una hora.
Los científicos llegaron a la conclusión de que todo había sido fruto de una fuerte
tormenta eléctrica.
Boby Carter, es un magnifico estudiante desarraigado de su familia, durante su
niñez fue pasando de hogar en hogar, su madre biológica lo abandonó cuando era un
niño de unos dos años, y viajó por todos los orfanatos del país buscando una familia
que le acogiese, a la edad de siete años un matrimonio mayor de Filadelfia lo adoptó y
gracias a ellos recibió una educación, comprendió al fin lo que era una estabilidad
familiar, los Dess que así se llamaba su nueva familia, procuraron que no le faltase nada
y con mucho trabajo y esfuerzo, le convirtieron en lo que era ahora, un joven
universitario con unos valores muy grandes, sentido de la responsabilidad y muy
agradecido, sus padres adoptivos, fallecieron hacia un año de muerte natural, su padre
el señor Peck sufrió un infarto y su madre la señora Sharon no pudo soportar la perdida
de su marido y pasados tres meses murió de pena, sufría diabetes y su cuerpo no pudo
aguantar la muerte de su amado, la muerte de sus padres le hizo mas fuerte y se volcó
en sus proyectos.
La felicidad le duró poco, a los dieciocho años se volvió a encontrar solo, pero muy
agradecido del amor de sus padres que le entregaron hacia él. Compartía sus estudios
con un trabajo nocturno en una oficina meteoróloga de la universidad, también se vio
sorprendido por el fenómeno que se estaba produciendo. Estaba sentado delante del
ordenador mirando, como cualquier día, el estúpido monitor con los mismos gráficos y
los mismos baremos. Estaba inmerso en su trabajo cuando, de repente, una inmensa
oscuridad lo envolvió todo.
El despacho era pequeño. Lleno de papeles, ordenadores, lucecitas de todas las
maquinas que necesitaba para su trabajo, y muchos libros. Tenía una ventana con vistas
al patio donde se reunían los jóvenes universitarios; pero en ese instante estaba vacío,
ya que debido a lo avanzado de la hora los jóvenes estaban en sus casas, o dentro de
sus habitaciones.
La oscuridad que envolvió a Boby, fue de menos a más. Giró la cabeza pensando
que podría ser un problema de las farolas del patio, pero su sorpresa fue enorme
cuando divisó el maravilloso espectáculo de luces. Se levantó de la silla, y se dirigió
hacia la ventana muy lentamente, la abrió de par en par, enseguida noto como la
temperatura del exterior estaba cambiando, desde su frente unas gotas de sudor le
resbalaban hacia la cara, cogió un pañuelo de su bolsillo y se secó el constante goteo de
sudor, a la vez miró al termómetro que tenia colgado en el quicio de la ventana, la
temperatura marcaba 16º grados, acercó su mano hacia el termómetro, dándole varios
golpecitos al mercurio, aquel aparato ni subía ni bajaba, marcaba correctamente 16º
grados, una vez allí escuchó un tremendo estruendo y rápidamente miró hacia los
equipos de medición, todos estaban correctos, ninguno saltó, ni hicieron nada anormal.
Todo era normal, demasiado normal.

Cuando cesó el trueno cogió rápidamente el teléfono que tenía en su mesa


desordenada y llamó a su profesor. Estaba tan nervioso que no conseguía pulsar los
números; lo intentó dos veces y, por fin, logró la deseada comunicación.
−Señor Parker, soy Boby. Imagino que estará viendo lo mismo que yo. No lo
puedo creer.
−Boby, quiero que no te muevas de ahí. Llego dentro de una hora −fue la
respuesta del señor Parker.
El señor Parker, profesor de meteorología de la universidad, de unos cincuenta y
cinco años, había dedicado toda su vida al estudio del clima y sus alteraciones. Estaba
soltero; con cara de persona malhumorada y muy despistado. Los alumnos le tomaban
por loco y sus compañeros de trabajo por excéntrico. Lo cierto es que algo tenía de eso,
pero era una persona soñadora y con un corazón enorme. Contrató a Boby para que
trabajase con él, porque vio en sus ojos la misma mirada ilusionada que él tenía cuando
era joven.
Parker conocía la historia de Boby y se sentía identificado con el, los dos estaban solos
en este mundo, el cariño que le faltaba, se lo entregaba al joven, con su sabiduría.
Emigró desde Inglaterra a Estados Unidos, cuando era un joven de unos 24 años, se
formó en la mejor universidad del país, la universidad de Cambridge, la segunda
universidad mas antigua, después de Oxford, fundada en 1209 y forma científicos,
escritores y políticos.
Allí conoció todos los entresijos del mundo de la meteorología, cuando terminó su
tesis, la universidad de Filadelfia le contrató para dar clases y le prometió un futuro
mejor.
Nada le retenía en Inglaterra, sus padres habían fallecido y vivía con su hermana mayor,
casada y con dos hijos, su cuñado taxista de profesión, pasaba horas y horas
conduciendo por las calles londinenses, para poder alimentar a su familia, la casa
donde vivían no era muy grande y se tenían que adaptar todos para poder llevar una
convivencia buena, su cuñado como era lógico aveces se quejaba por tener que
mantener una boca mas, Parker lógicamente se sentía molesto, su intención, no era la
de molestar, pero a veces la tensión se podía sentir en el ambiente, su cuarto contiguo
al de los niños, le distraía de sus estudios, sin pensarlo lo habló con su hermana y
decidió cruzar el charco hacia una vida mejor, la carga que suponía su estancia en la
familia la radicó, con una vieja maleta repleta de libros se embarcó dirección el nuevo
mundo.
A la edad de cuarenta años su hermana falleció en Inglaterra, el marido de ella se
trasladó al sur de Francia, concretamente a la región de Aquitania, allí se encontraba un
pueblo llamado Lauzun de unos 751 habitantes, sus padres eran originarios del lugar y
decidió pasar el resto de su vida allí, tras el fallecimiento de su esposa, su estado de
salud empezó a decaer, ya no se valía por si mismo y un cáncer estomacal le estaba
arrebatando la salud, los hijos acompañaron a su padre y rehicieron una nueva vida en
otro país, el cambio de un clima mas cálido, que de la húmeda Inglaterra, le
proporcionaría mejor calidad de vida, lo único que le unía a Inglaterra era su hermana,
una vez desaparecida, tanto el contacto con su cuñado y sus sobrinos se desvanecieron,
nunca supo mas de ellos.
El profesor se encontraba en su casa corrigiendo exámenes, siempre se llevaba
trabajo, le encantaba sentarse en su escritorio de nogal, a media luz, entre sombras,
producidas por una pequeña lamparita de sobremesa de color verde, en el silencio de
su hogar una música muy bajita envolvía su despacho, le encantaba la música clásica y
Franz Schuber, era su compositor favorito, no dejaba de escuchar una y otra vez la
misma melodía, La bella molinera.
Estaba en pijama, se sentía mucho mas cómodo, era lo primero que hacia cuando
llegaba a su domicilio, se desprendía del traje, de la corbata y se metía en su pijama de
color azul de algodón, lo tenia hace años, algunos hilos le sobresalían por los bajos del
pantalón y de las mangas, pero eso no era ningún motivo para cambiarlo, le tenia
mucho cariño. Se puso lo primero que vio en el armario y salió corriendo hacia la
universidad. Cogió las llaves del coche que estaban en la entrada de la puerta y, como
alma que lleva el diablo, intentó arrancarlo. Tardó un poco en hacerlo, pues era un
coche bastante viejo y de aspecto destartalado, pero lo único que le importaba a Parker
es que lo llevaba donde quería ir, aunque a veces tardase más de la cuenta.
La gente había salido de sus casas para ver la anomalía meteorológica. Entre
sorprendidos y atemorizados, lo observaban con admiración y temor. Era tan hermoso y
siniestro lo que estaba sucediendo que sensaciones contradictorias de asombro y
pánico se mezclaban entre los curiosos.
Durante el trayecto hacia la universidad Parker observaba, a través de la
ventanilla del coche, a la gente, que en las aceras, comentaban sorprendidos lo que
estaba sucediendo. Pasado un tiempo llegó a la universidad; aparcó el coche en la
puerta de entrada, y como si tuviese veinte años, abrió la puerta y subió las escaleras
hacia su despacho de dos en dos. Cuando llegó a su destino se sentó y empezó a coger
aire, se sentía abatido.
El despacho estaba en la tercera planta. No eran muchas las escaleras, pero lo que sí
eran muchos, eran sus años.
Boby escuchó un golpe en la puerta y, extrañado, la abrió. Allí encontró a su
profesor, sentado, sin aliento, lo miró y con una voz de pánico le dijo.
−Señor ¿Se encuentra bien?
−Ya sé por qué me dediqué a la meteorología y no al fútbol−susurró Parker sin
aliento.
Boby ayudó a levantarse al señor Parker y entraron en el despacho. Pasaron toda la
noche revisando datos, comparando previsiones y preguntándose el uno al otro, qué
había sucedido, por qué todo estaba normal.
No encontraron una respuesta lógica a lo que había sucedido, fue muy
humillante para ellos, y lo único de lo que no les cabía la menor duda era que lo que
estaba ocurriendo no era normal y que algo desastroso podría pasar.
De repente todo volvió a la normalidad.
La gente volvió a sus casas y las conversaciones de esa noche fueron las mismas
en todos los hogares: el fenómeno que acababan de contemplar.
Pero todo no era normal. En un plano no terrenal, en otra dimensión, todo fue
muy distinto. Fue justamente donde todo el mundo miraba aquel espectáculo tan
hermoso y tan siniestro, donde ocurrió todo. Nadie podía imaginar que ese escenario
de luces, cambiaría la vida a mucha gente, tanto para bien como para mal.
En el plano donde se cruzaban los colores anaranjados y rojizos, legiones de
ángeles del infierno se reunieron con los ángeles del cielo. Eran cientos de miles con sus
largas y presuntuosas alas. Sus rostros se presentaban difuminados; no se podían
distinguir con claridad, sólo se apreciaban unos ojos inyectados en sangre y con una
altura corporal que ningún ser humano podría imaginar. Prácticamente, llegaban a
medir, fácilmente, los tres metros, pero cuando desplegaban sus alas tenían una
longitud de seis metros, desde la punta de un ala hasta la otra. Eran francamente
hermosos.
Todos los ángeles estaban en formación. Alineados perfectamente; desde la
altura, se apreciaba la exactitud de la formación, daba miedo.
Los ángeles del cielo, eran exactamente iguales a los del infierno. Tres metros de
altura; las mismas dimensiones de las alas, y el mismo tono de color en sus ojos; la
única diferencia, era el color de sus alas. Las del mal eran negras intensas y las del bien
blancas impolutas.
El lugar de la concentración de tantos ángeles era infinito. Se encontraban en una
explanada desértica, de color naranja, donde se apreciaba una leve brizna de viento
que desplazaba sutilmente la arena del terreno. El silencio era tan sobrecogedor que
podía oírse el crujido de la arena, desplazada por el viento, golpeando las alas de los
ángeles.
Rompiendo la exactitud y belleza de la formación salió un ángel. Era hermoso. Su
enorme altura; sus alas desplegadas; su mirada intensa, llena de fuerza; sus piernas
musculosas con forma de ave; sus pies con garras afiladas y majestuosas; sus brazos
también musculosos y sus manos con forma de garras, las cuales podían crecer a
voluntad propia.
Recorriendo varios metros, se dirigió hacia una puerta. Era enorme, dorada, muy
luminosa. Podría medir unos cincuenta metros de altura y veinte metros de ancho, en
los lados se apreciaban unas inscripciones en arameo.
Se encontraba cerrada, el ángel se paró frente a ella. La brisa del aire acariciaba sus
alas. Las garras, clavadas en la arena, hacían surcos en el suelo.
Pasado algún tiempo la puerta se abrió dejando una apertura de unos cuatro
metros. Cuando llegó a ella, el ángel del mal recogió sus alas y entró muy despacio. Lo
hizo sin temor, sabiendo a quién se encontraría y qué iba a suceder.
Siguiendo el haz de luz que salía de la puerta, pasó, una intensa niebla blanca lo
envolvió haciéndolo desaparecer; se cerró y todo quedó en una oscuridad abismal.
En el interior, el ángel del mal, se encontró con otro ángel, igual de hermoso que
él. Su aspecto era sublime, alto, esbelto, fuerte, sus alas idénticas, de seis metros de
longitud, su mirada intensa, su cara difuminada.
El interior del lugar era completamente blanco; mirases donde mirases, todo era
de ese color.
Los ángeles hablaron brevemente.
El ángel del bien le comunicó sus intenciones.
−Pasados treinta y tres años las almas del la luz y de la oscuridad terminarán su
cometido.

ALFA Y OMEGA
1:11: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y
envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis,
Filadelfia y Laodicea.
2007.
Boby Carter, el joven universitario, ya no era tan niño. Habían pasado treinta y
tres años. Se había convertido en un prestigioso meteorólogo. Trabajaba en la
Universidad de New York, fundada el 18 de abril de 1831, constaba con mas de 40.870
alumnos y entre sus estudiantes salieron 23 premios Novel y 12 premios Pulitzer, sus
conocimientos los entregaba a sus alumnos con tesón, disfrutaba mucho en la
universidad, le encantaba entrar por las mañanas y respirar el ambiente de sabiduría
que flotaba por todos los recovecos de la universidad, estaba contratado por el canal
CNN de televisión para dar las noticias del tiempo. Su remuneración era excelente y le
dejaba tiempo para dedicarse a sus tareas cotidianas.
Continuaba soltero, siguiendo los mismos pasos de su maestro, el señor Parker, pero no
era tan excéntrico como él. Tenía una gran planta; un señor serio y muy atractivo.
Como cualquier otro día Boby llegó al estudio de televisión, para dar las noticias,
sus instalaciones eran muy modernas, los estudios se encuentran en el edificio Trump
Building, ubicado en la 36 y 42 de Wall Street, en 1930 fue el edificio mas alto del
mundo, consta de 70 plantas, su altura es de 283 metros, tanto los estudios como los
despachos ocupan tres plantas, desde la 35 a la 38, sus vistas son increíbles, divisando
toda la magnitud de Manhattan .
Entró dando las buenas noches; se tomó un café de la máquina y directamente entró a
maquillaje. Su comportamiento era mecánico. Soltó todos sus papales en la mesa de
maquillaje y dejó trabajar a sus compañeros. Unas hábiles y profesionales manos
quitaron los brillos de su cara, para dar bien en pantalla.
El dueño de la cadena entró en maquillaje y, dándole las buenas noches, le preguntó
qué tal sería el parte meteorólogo de esa noche y de todo el fin de semana, ya que era
viernes.
Boby le comentó que en el fin de semana haría buen tiempo, por el día soleado y
por la noche bajarían las temperaturas, pero que harían unas noches estupendas,
perfectas para salir a dar una vuelta con la familia.
El dueño de la cadena se marchó, dándole las gracias y se dirigió a su despacho
para seguir la emisión de las noticias.
Boby fue hacia el estudio donde se encontraban los presentadores, como
siempre, dando las gracias a los maquilladores, era muy respetuoso y educado con todo
el mundo y la gente lo respetaba.
Se dirigió hacia la pantalla de plasma donde estaba el mapa del país; se colocó
bien la corbata y se retocó el cabello, era un hombre muy coqueto y le gustaba dar bien
en televisión.
Mientras, Tom Harrys y Jana Still, presentadores del noticiario, terminaban las
noticias dando paso a Boby para que diese el tiempo.
−Buenas noches. Esto es todo por hoy −se despidió Tom Harrys.
−Esperamos que pasen un buen fin de semana. Acontinuación le dejamos con el
tiempo. Adelante señor Carter −dijo Jana Still, introduciendo a Boby.
Con una sonrisa dio las gracias a sus compañeros y explicó a las espectadores las
condiciones meteorólogas del fin de semana. Todas las predicciones eran buenas y con
su incondicional verborrea comentó las agradables temperaturasque tendría el país.
−Se despide Boby Carter. Muchas gracias por su compañía y les deseo que pasen
un estupendo fin de semana.
La emisión terminó como cualquier otra noche.
El meteorólogo se quitó la petaca y el micrófono de la corbata y se dirigió con sus
compañeros del estudio a tomar un café de la misma máquina de todos los días.
No hablaban de nada importante, cosas del trabajo, otra vez del tiempo y temas
banales. El dueño del canal salió de su despacho, se acercó a Boby, y le comentó que le
tocaba a él pagar las cervezas. Todos los viernes seguían la misma rutina, terminaban el
trabajo y se marchaban los dos, eran muy buenos amigos.
Se conocieron en la universidad de Filadelfia, cada uno estudiaba una carrera
diferente, uno políticas y el otro meteorología, sus vidas se cruzaron en un local no muy
lejos de la universidad, en la calle Brooklyn esquina con Constance Rd., situado debajo
de una carnicería, que regentaba una familia marroquí, unos cuatro escalones por
debajo del local, había una puerta verde , con un rotulo luminoso de neón, al cual la
letra “b” de bar, se descolgaba por un lado y se juntaba con la letra de al lado.
Era una minúscula taberna irlandesa, rodeada de cuadros y pintas de cervezas por el
techo, los dueños eran un matrimonio muy risueños, de complexión fuerte los dos,
vestían trajes típicos, cada día para ellos era San Patricio y banderas junto con gorros
decoraban el local, al fondo, una diana de madera colocada al lado de un perchero,
destacaba entre los abalorios del bar, ese lugar llego a ser su sitio preferido, todas las
tardes se sentaban alrededor de la diana y con sus pintas de cerveza charlaban y
charlaban, su amistad crecía cada vez mas, formando fuertes vínculos.
En ese momento el estudio empezó a oscurecerse; fue de menos a más. Boby se
percató en seguida y se dirigió corriendo hacia las ventanas del estudio, todos, viendo
su reacción, le acompañaron hacia las ventanas, preguntándole qué pasaba.
El espectáculo era precioso; el cielo se transformó de un color rojo anaranjado y
el viento dejó de soplar, la temperatura empezó a subir, dentro de los estudios la
calefacción estaba conectada, marcando 23º grados, pero la sensación era mas alta,
todo el mundo empezó a quejarse del calor, llamaron a mantenimiento, por que el calor
cada vez era mas insoportable, los termómetros de la redacción marcaban 23º grados,
todo era correcto, se formó un pequeño revuelo, a la gente le dio por pensar, que el
edificio estaba ardiendo, la sensación de sequedad era altísima, las chaquetas
empezaron a verse colgadas de los percheros, los nudos de las corbatas,
desabrochados, los sudores empezaron a brotar en la gente, camisas empapadas
circulaban por la redacción, las mujeres se desplazaban a los baños para poder aliviar el
calor, con paños mojados, en las ventanas se apreciaban, gotas cayendo sobre ellas de
humedad, la temperatura en el interior era de 42º grados, en el exterior igual, Boby
acercó su mano a la ventana y con un dedo dibujó un circulo, la humedad hizo
mantenerse aquella figura.

Boby, hablando para sí mismo, no paraba de decir:


−Está sucediendo otra vez.

De repente sonó un trueno ensordecedor; las ventanas vibraron, un pequeño


temblor se percibió debajo de sus pies, todos los presentes se asustaron agachándose
impresionados como acto reflejo. Todos menos Boby, él estaba esperando aquel
trueno, se encontraba de pie, sereno, con la mano apoyada en la ventana, percibiendo
la vibración de los cristales, su mirada perdida mirando el cielo, casi ni parpadeaba.
El dueño del canal le preguntó qué sucedía, estaba asustado, no paraba de temblar, con
los pies fuertemente apoyados sobre el suelo enmoquetado y las manos agarrando con
fuerza una de las columnas de la redacción, no dejaba de mirar a Boby, y éste le
respondió, que no tenía idea, sólo sabía que todo esto ya había pasado y que era
exactamente igual que en 1974.
Boby se disculpó ante el dueño de la cadena diciéndole que tenía que marcharse,
que después le contaría todo y que le debía una cerveza.
Su gran amigo agarrado fuertemente a la columna, que seguramente no soltaría en
mucho tiempo, le dijo que no se preocupase, que hiciese lo que tuviera que hacer, que
le esperaría, justamente, donde se encontraba ahora mismo.
Salió de la cadena de televisión, cogió su coche y condujo durante horas.
A través del cristal contemplaba la visión tan hermosa del cambio de colores de la
noche, se podía apreciar la sequedad, los termómetros en la calle marcaban 15º
grados, pero no cuadraba con el tremendo calor, que se hacia casi irrespirable, los
transeúntes que se encontraban paseando por la ciudad, se desprendieron de algunas
ropas que le sobraban, el sofocante calor, hizo que algunos niños que se encontraban
con sus padres, se acercaran a una fuente, se despojaran de sus camisetas y se lanzaran
al agua para refrescarse, era contradictorio, los relojes marcaban las diez de la noche, el
mes era noviembre, el invierno se apoderó de la ciudad y los niños se bañaban en una
fuente, para poder refrescarse del sofocante calor.
Pasada una hora todo volvió a la calma, la noche siguió siendo estupenda, aquellos
niños que disfrutaban del agua, tuvieron que salir muertos de frío, sus caras
desencajadas, junto con sus frágiles cuerpos, comenzaron a tiritar, los padres entre
sonrisas, se despojaban de sus abrigos y los cubrían, las madres los abrazaban
fuertemente entre sus brazos, dirigiéndose rápidamente, hacia el calor de sus casas, la
ciudad volvió a sus 15º grados, una temperatura bastante agradable para ser invierno,
las calles volvieron a su estado normal, tal como había predicho en el noticiario.
Condujo hasta el amanecer.
Detuvo el coche en un lugar paradisíaco rodeado de árboles y naturaleza. Cerca
había un lago, no era muy grande, pero sí muy tranquilo y acogedor. Junto al lago se
alzaba un austero edificio, una residencia de ancianos.
El lugar estaba situado en el distrito de Newark (Ohio) a unas 509 millas de New york,
un letrero de madera presidia el camino de tierra bordeado de arboles, por la linde del
camino, centenares de piedras color blancas, adornaban la entrada, llegando hasta la
misma puerta, en el se podía leer, residencia el viejo roble, el estilo de la residencia era
colonial, completamente de madera, con unos ventanales enormes de color blanco,
constaba de dos plantas, la planta baja para los ancianos que residían, la primera planta
para el personal medico y residentes interinos que cuidaban a las personas mayores, en
lo mas alto, en el lado derecho del tejado, una chimenea asomaba, rezumando un
humo grisáceo, que proporcionaba calor al salón de la residencia, fundada en 1854,
tenia un toque rustico, pero adaptada a las condiciones de sus clientes, el viaje fue
largo y cansado, pero el estado anímico era muy bueno, en unos minutos volvería a ver
a su maestro y mentor.
Entró en la residencia. Nada más atravesar la puerta había una pequeña
recepción, de color blanca con muchas flores y un olor especial a jazmines y
pensamientos; se sentía una paz enorme acompañada por el piar de los pájaros, era
precioso.
Boby dio los buenos días a la recepcionista, la temperatura era muy cálida y
acogedora, los empleados iban con ropas muy ligeras, de manga corta, todos con unas
chapas indicativas con sus nombres cosidas al uniforme, de color azul claro, le preguntó
por el señor Parker. Una muchacha de tez blanca, con las mejillas rosadas, por el calor
del interior y melena color castaño, amablemente, le indicó que se encontraba en el
lago y que le haría mucha ilusión la visita, ya que no tenía muchas. Despidiéndose de la
chica, con una sonrisa, se dirigió hacia el lago. Tenía que atravesar un pasillo muy largo,
adornado con cuadros pintados por los pacientes, tapices de ganchillo, fotos en blanco
y negro de antiguos pacientes y de allí cruzar por el salón de juegos, donde los ancianos
se entretenían en todo tipo de actividades y donde había una televisión enorme donde
veían sus programas, una chimenea de piedra en un lado de la pared, centenares de
libros sobre unas estanterías de aluminio y en un rincón junto a una ventana, una vieja
gramola que todavía funcionaba, uno de los pacientes no dejaba de poner una y otra
vez, discos de Sinatra.
Se detuvo en medio del salón; enfrente había unas cristaleras muy luminosas con
una visión del lago y de una explanada ajardinada preciosa, llena de rosales, bancos
para sentarse y columpios para los nietos de los residentes. Miró atentamente hacia el
lago y vio al señor Parker.
Estaba sentado, mirando al agua sin ningún punto fijo y sin preocupaciones. Boby se le
acercó y se agachó tocándole la mano. El señor Parker sentado en su silla de ruedas,
mirando al lago, le dijo:
−Te estaba esperando.
−¿Qué tal te encuentras aquí? ¿Te tratan bien?

−Tengo ochenta y ocho años; mis piernas ya no son lo que eran, pero no me
quejo.
Estoy en un sitio idílico y he vivido todo lo que tenía que vivir. Me da mucha pena por el
resto de la gente; no somos nadie.
−¿Por qué ese pensamiento, señor Parker?
−Llévame hasta el salón y hablaremos.
Boby cogió la silla, atravesaron el jardín, cubierto de flores de todos los colores y
entraron al salón de juegos; se sentaron en la mesa más alejada y comenzaron a hablar,
tomando una humeante y cálida taza de café.
−¿Qué está ocurriendo con el tiempo? No es normal que en el transcurso de una
hora pase lo que hemos visto.
−¿Te acuerdas cuando eras mi alumno?, ¿Recuerdas el invierno de 1974? ¿A qué
conclusión llegamos? A ninguna. ¿Cierto? El cielo enrojecido, el viento inexistente,
todos los medidores correctos, la temperatura altísima y los mercurios no sufrían
alteraciones, no teníamos ninguna idea lógica de lo que ocurría. He tenido mucho
tiempo para pensar en lo ocurrido, aquí lo que mas tengo es tiempo; cálculos
matemáticos, cambio climático, tormentas eléctricas etc. Sólo puedo pensar una cosa y
como científico, no lo puedo aprobar.
−Puede que se deba al calentamiento global.
−Muchas gracias por tu visita. Me has hecho muy feliz, Boby. Cuídate y ten fe.
Parker llamó a la enfermera y le pidió que le llevara a su habitación.
La enfermera empujó la silla, la cual una de las ruedas no paraba de chirriar, y lo
condujo hacia su cuarto; mientras se alejaba de Boby, el señor Parker agarró con fuerza
un crucifijo que tenía colgado al cuello, lo apretaba tanto, que sus nudillos se pusieron
de color blanco y, pidiendo a la enfermera que parase, miró a Boby y le dijo:
−Siempre supe que serías un buen hombre. Ten fe y sé bueno de corazón;
nuestra hora ha llegado y Dios pone a todo el mundo en su sitio. Gracias por ser amigo
de este anciano; cuídate.
Boby sin saber muy bien que había querido decirle, se dirigió al coche.
Condujo todo el día de regreso. Durante todo el camino no dejó de darle vueltas
en la cabeza a las palabras del señor Parker, hasta llegar a New York. Ya era tarde
cuando abrió la puerta de casa, un frió húmedo cubría la ciudad, la escarcha en los
coches, impregnaban los cristales; decidió descansar para estar en condiciones;
mañana le esperaba un día muy duro.

EFESO
2:5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras;
pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres
arrepentido.
LA LLEGADA.
Legiones de ángeles llegaron a la cita fijada treinta y tres años atrás. Se
dispusieron en formación, sus garras clavadas con fuerza en aquella tierra anaranjada,
junto con la brisa que movía la arena que reposaba a sus pies, junto al leve movimiento
de sus alas, esperaron hasta que la magnífica puerta, de enormes dimensiones se abrió.
El ángel negro, adelantándose de sus tropas, se dirigió hacia la luz, iba muy
seguro, sus pasos firmes dejaban huella en el terreno, las zancadas eran grandiosas, su
majestuoso caminar, era bellísimo, su gran envergadura con sus alas desplegadas,
creaban adoración. De nuevo le estaban esperando. La reunión fue corta, pero muy
tajante, la hora había llegado.
El ángel blanco, se acercó hacia él, forjándose en un fuerte abrazo, cuando terminó
aquel intenso saludo, le cogió de los hombre con fuerza, le explicó que tenía que bajar a
la tierra, y realizar todo lo que se había acordado. El ángel negro, arrodillándose ante él,
le contestó que no fallaría en su misión, una lagrima le brotó de sus ojos, resbalándose
por su cara, cayó al suelo, aquella lagrima de color rojo, se transformó en diminutas
piedras, que se iban penetrando en el interior de la arena.
Atravesó la puerta lentamente y se dirigió hacia sus tropas con pasos firmes. No
hizo comentario alguno; se colocó delante de ellos, desplegó sus alas, y salió volando
hacia la tierra. Las tropas se arrodillaron y sin variar la formación se convirtieron en
piedra, desde sus pies, poco a poco se fueron transformando, hasta llegar a sus
enormes alas, fue majestuoso y aterrador a la vez el espectáculo.

Desde el cielo se divisó al ángel; su vuelo era majestuoso. Con sus alas a medio
desplegar y volando en caída libre, alcanzó una velocidad vertiginosa. Conforme se
acercaba a la estratosfera una enorme bola de fuego se formó alrededor de su figura;
desplegó sus alas frenando la caída. El haz de fuego seguía impregnando su cuerpo y
aunque la velocidad disminuyó, seguía siendo altísima.
En las instalaciones de la NASA, confirmaron la presencia de un objeto no
identificado sobrevolando espacio aéreo americano. Las alarmas saltaron. En los
radares se apreciaba un punto luminoso, que se movía a gran velocidad, dos
controladores siguieron aquel objeto con expectación, varios de sus compañeros se
acercaron para observar aquella anomalía. El protocolo siguió su rumbo, dando
conocimiento del avistamiento al Pentágono Desde Little Rock Air Force, base militar de
Arkansas, dos F-16 despegaron con la misión de identificar el misterioso objeto;
tardarían en llegar unos doce minutos.
Al ángel le quedaban unos cien metros para posarse; el haz de fuego desapareció
pero, según se acercaba a la tierra, el suelo empezó a temblar, los árboles se
estremecieron, los animales que se encontraban cerca del lugar huían. Tomó tierra. Al
posar sus garras en el terreno hubo una explosión y una onda expansiva arrasó unos
quinientos metros cuadrados, el suelo se calcinó por completo, la tierra se empezó a
desquebrajar, un color grisáceo cubrió todo el lugar. Se formó una gran nube de polvo y,
de su interior recogiendo sus alas, salió caminando a la vez que se alejaba del tremendo
agujero que había dejado.
Cuando había recorrido unos diez metros su aspecto empezó a cambiar. De un
ángel majestuoso se transformó en una persona normal. Su aspecto era de un hombre
alto, de 1,93 metros, complexión fuerte, pero no muy exagerada, pelo corto y oscuro,
su tez rasgada, sus ojos grisáceos con mucha fuerza. Su atuendo era oscuro, pantalón y
camisa negra y una gabardina larga que le llegaba hasta los tobillos, también negra. Se
acercó hacia la carretera donde había una parada de bus, solitaria, un simple poste
oxidado por el tiempo, con el numero 135 de color verde, se distinguía de la intensa
vegetación que lo rodeaba, y esperó pacientemente hasta poder montar en uno.
Los F-16 sobrevolaron la zona y, desde el aire, observaron un gran cráter, con el
terreno totalmente calcinado. Seguidamente lo comunicaron a la base recibiendo
orden de regresar.

Cerca de allí, a unos cinco kilómetros, la policía del estado de Ohio se movilizó y
varios coches se dirigieron velozmente al lugar donde se había producido la explosión.
El lugar era Findlay sede del condado de Hancock, ubicado en el noroeste de Ohio, se
encontraba a 50 millas de Toledo, su población es de 38.967 habitantes, el lugar de la
explosión fue bastante retirada de la zona urbana, justamente entre una zona de
maizales y terreno salvaje.
Al fondo de la carretera divisó el bus que esperaba; por el otro lado, seis coches
de policía local, con las sirenas y las luces encendidas, se acercaban a gran velocidad.
Subió al bus y se alejó del lugar de la explosión. Se sentó al fondo y vio cómo los coches
se detenían cerca del lugar de aterrizaje.
Pasadas unas horas, exactamente 2 horas y 49 minutos, el bus se detuvo en un
lugar precioso, era la residencia donde descansaba el señor Parker. El ángel bajó
pausadamente y se dirigió hacia la puerta de entrada, por el camino de tierra.
Cuando llegó a la recepción divisó al señor Parker que se encontraba sentado en un
rincón del salón, leyendo el periódico. El viejo profesor levantó la mirada del periódico
y vio a una persona, de pie, al fondo del salón. La estampa del ángel era inmaculada y
muy serena. Se dirigió hacia el viejo profesor; su caminar era pausado, su mirada no
dejaba de observarlo y el ruido de sus zapatos sonaban como el tic tac de un reloj, a la
vez la gabardina se le despegaba del cuerpo, pareciendo que una corriente de aire
penetraba su piel, tanto las enfermeras como los residentes no dejaban de mirarlo
fijamente, parecía como si algo sobrenatural les obligase a no perderle de vista, a su
paso, los rostros de los allí presentes, se les dibujaba una sonrisa, cuando llegó a su
lado, le puso la mano izquierda en el hombro y con la mano derecha le dió un trozo de
piedra. Era negra, parecida a la pizarra. Se arrodilló ante él y le dijo:
−Mi nombre es Gabriel. Todas las respuestas a tus preguntas se encuentran en el
trozo de piedra que te entrego. No tengas miedo a lo desconocido.
El ángel se incorporó y abandonó el lugar. Su caminar seguía siendo pausado,
pero esta vez el ruido de sus zapatos desaparecieron, parecía no tocar el suelo de
madera de la residencia. El señor Parker contemplaba como se alejaba aquella persona
tan llena de paz; mientras lo hacía, miró la piedra y, sin saber cómo, ésta se convirtió en
arena, las enfermeras también le seguían con la mirada, sin poder retirar sus ojos de él,
una sonrisa les dibujó la cara.
El profesor se levantó de su silla de ruedas y se dirigió caminando hacia el lago;
se descalzó, dejando sus zapatos al lado de la silla y, con los pies desnudos, disfrutando
de la sensación del césped bajo sus pies, empezó a caminar sin rumbo.
El mullido césped le rozaba sus dedos y el rocío le humedecía sus pies descalzos,
mientras caminaba una sonrisa le dibujó su cara y unas lagrimas le resbalaban por sus
mejillas.
En su mano derecha tenía la arena en que se había convertido aquella piedra y, poco a
poco, la dejó caer; cuando el último grano de arena se depositó en el suelo, Parker cayó
fulminado y una luz blanca y muy luminosa salió de su cuerpo. Por fin comprendió
muchas cosas.
Boby se encontraba en su despacho de los estudios de televisión cuando, en una
fría llamada telefónica, le comunicaron la muerte de su amigo y antiguo profesor el
señor Parker. El viejo lobo solitario no tenía ningún familiar conocido, por lo que la
única persona que figuraba en la residencia como familiar más cercano era él. Se quedó
petrificado con la noticia. Comunicó a la gerencia que él se haría cargo de todos los
gastos del funeral y que estaría allí al día siguiente, para ocuparse de todo. Cuando
colgó el teléfono una lágrima corrió por su mejilla, el señor Parker era lo más parecido a
un familiar que tenía.
Siempre se habían hecho compañía en su soledad, aturdido por la noticia, algo le hizo
reaccionar. En los televisores de su despacho se repetía la noticia del impacto de un
objeto extraño en Ohio. Las hipótesis que se barajaban, eran que se trataba de un
meteorito, pero las noticias no daban más detalles.
Abandonó su despacho y se dirigió hacia el del dueño de la cadena. Abrió la puerta muy
alterado y entró. Sentándose frente a su amigo le comunicó que necesitaba un
helicóptero para dirigirse al lugar donde había impactado el supuesto meteorito.
Algunas veces Boby realizaba reportajes para la cadena, su extensa carrera como
meteorólogo, sus centenares de tesis realizadas por la universidad y sobre todo la gran
amistad que compartían, Boby tenia carta blanca para todo.
Tom Clen, lo miró pensativo y, sonriéndole, aceptó con la condición de que
tendría que llevarse a un equipo completo para poder grabar e informar de todo lo que
allí ocurría.
Boby abandonó el despacho dándole las gracias y diciéndole que le debía otra cerveza.
Se dirigió a la redacción y buscó a Elvis, un joven camarógrafo con muchas ganas
de salir del plató de los estudios; siempre había soñado con acción pero, desde que
estaba allí, aún no le habían dado ninguna oportunidad, por lo que la noticia casi le
hace besar a Boby. Su nombre en realidad era Billy, pero debido a su veneración hacia
el rey, todos lo llamaban con ese mote, cosa que a él, lejos de molestarle, le encantaba.
Sus padres eran de origen Escoceses, de Dundee situada en las tierras altas, en la costa
este, en la parte norte de la bahía del río Tay, lejos del mundanal ruido, a unas 477
millas de Londres, sus padres llegaron a Estados Unidos cuando tenían 18 años, eran
unos recién casados muy jóvenes, con muchos sueños e ilusiones, se pusieron a
trabajar en lo que podían, la madre había estudiado enfermería y se colocó en una
clínica dental, el padre de oficio cerrajero, trabajó muy duro en una fabrica de acero,
pasado el tiempo, la vida le cambió y montó su propio negocio, el sueño de su vida, una
cerrajería en Manhattan.

Billy a pesar de que naciera en Estados Unidos, no dejaba de pensar en el país de sus
padres, procuraba leer todo aquello referente a Escocia, escuchaba música escocesa,
sus poetas preferidos eran Allam Ramsay y Thomas Campbell, mantenía contacto
mediante Internet , con jóvenes de su edad, al otro lado del charco.
Todo esto era secundario con la tremenda adoración que tenia hacia Elvis Presley.
Su aspecto no era como el de su ídolo, vestía ropas muy de segunda mano, barba de
tres días y en el cuello siempre llevaba una bufanda muy larga que arrastraba por el
suelo.
Tenía al camarógrafo, ahora le faltaba la presentadora. Miró a su alrededor y,
cuando empezaba a desesperarse, la vio, era perfecta, sentada delante de su ordenador
recabando todas las noticias para después dárselas a la presentadora oficial de la
cadena, la cual, la única preocupación que tenía, era asegurarse de que su cabello
estuviera perfecto. Se llamaba Julia y era la becaria de la cadena.

Su aspecto era delicado, una larga melena rubia le acariciaba los hombros, una nariz
respingona y pequeña, se escondía entre sus ojos azules verdosos, que le iluminaban la
cara, sus gafas azules le realzaba el rostro.
De familia acomodada, estudio en la Universidad privada de Boston, allí estudio
periodismo, licenciándose con matricula de honor.
Ella sabia que gracias a sus padres, pudo conseguir todo, pero ahora estaba dispuesta a
empezar desde cero y valerse por si misma, quería ser una gran periodista,
descubriendo todos los entresijos, para ello tenia que empezar desde abajo, pero no le
importaba, todo lo contrario, le fascinaba.
Boby con voz enérgica llamó a los dos.
−Elvis, coge todo lo que puedas de equipo, sube a la azotea y espera al
helicóptero. Julia, vete con Elvis y esperadme arriba.
Se dirigió al almacén con un carro de supermercado y cogió todo lo que creía que
podrían necesitar.
Julia, sorprendida, seguía a Elvis sin saber qué tenía que hacer.
Cuando tuvieron todo lo necesario, se dirigieron al ascensor para subir a la
azotea. De repente, cuando se estaban cerrando las puertas, Elvis pulsó el botón de
parada, ante el asombro y la perplejidad de Julia; se dirigió corriendo hacia su mesa y
empezó a rebuscar en los cajones. Tras un momento que a la chica le pareció eterno el
cámara gritó:
−Lo encontré.
Sonriente le mostró a la chica un CD del rey, del más grande, Elvis Presley. Una
ocasión como aquella merecía el acompañamiento adecuado. Se volvió a subir al
ascensor y pulso el botón de la última planta.
Boby los esperaba en el helicóptero que ya estaba en marcha. Abrió la puerta y
gritó a Elvis y a Julia que se apresurasen, el fuerte viento que soplaba en lo mas alto del
edificio y el que desprendía las hélices, les dificultaba el caminar, Julia se agarró
fuertemente a Elvis, mientras él, con dificultad tenia que soportar el peso del carro con
todo el material y ademas a su compañera. Ya dentro y acomodados los miró sonriente
y con voz pausada les habló:
−Vosotros tranquilos, ésta va a ser la noticia del siglo y sé que lo haréis
perfectamente.
Los chicos, emocionados, se dirigieron hacia él diciéndole que no le fallarían; que
le agradecían la oportunidad que les estaba dando y que no le decepcionarían.
En ese momento el helicóptero se elevó, el fuerte viento desplazo el carro, chocando
contra la cabina de la azotea, desde donde controlaban los despegues y aterrizajes de
los helicópteros, y se alejó del edificio, perdiéndose entre la majestuosidad de los
rascacielos de la ciudad.
Pasada una hora y treinta minutos, sobrevolaban el lugar donde había ocurrido el
acontecimiento. Un inmenso cráter apareció ante sus ojos. Todos se quedaron de
piedra. Elvis empezó a grabar todo desde el aire, estaba tan nervioso y emocionado que
no paraba de temblar.
Además del tremendo cráter, allí se divisaban cientos de militares. La zona estaba
acordonada, había camiones, tanques y algunos hombres con trajes que parecían
sacados de las películas de ciencia ficción.
De repente dos F-16 pasaron por delante de ellos a gran velocidad y
seguidamente un helicóptero militar, se colocó de frente a ellos, amenazante, armado
hasta los dientes de numerosas ametralladoras, les comunicó mediante megafonía que
lo siguiesen, que serían conducidos a una zona de seguridad, en caso de que no
acataran sus ordenes, estarían obligados a derribarlos. Era una zona acordonada
vigilada por militares.
Cuando aterrizaron, un coronel de las fuerzas armadas, les invitó a que le siguiesen;
subieron a un vehículo militar y fueron conducidos a una tienda de campaña que
habían habilitado para la prensa.

ESMIRNA
2: 10 No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de
vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé
fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.
EL PODER DEL ÁNGEL.
Gabriel se encontraba en New York. En la Quinta Avenida veía a la gente
deambular delante de él. Seguía caminando y de vez en cuando levantaba la mano muy
lentamente a la altura de la cintura y con suavidad, tocaba a la gente, no la elegía al
azar, él sabía a quien tenía que tocar.
Por su derecha se acercó un ejecutivo con su maletín negro, su traje de seda,
perfectamente planchado, y con una corbata que seguramente valdría más de
trescientos dólares, unos zapatos de Valentino y, a juego, su reloj y sus gemelos. Gabriel
levantó su mano derecha y sin mirarlo lo tocó, el toque fue muy sutil y una brisa de aire
le movió la gabardina. El ejecutivo no se percató de nada y, en un segundo se detuvo,
puso la mano en su boca y empezó a toser, la mano se cubrió de sangre. La tos era cada
vez más intensa.
Entró en la recepción de un hotel, pidiendo auxilio y nada más cruzar la puerta, cayó
redondo, encima de una mesa de cristal que presidia la entrada, el golpe fue fortísimo,
los cristales salieron despedidos por toda las direcciones, llegando a cubrir aquel lugar
de diminutos cristales, que se esparcieron por todos los rincones del Hall.
La gente que se encontraba en el hall se acercó a socorrerle, pero no pudieron hacer
nada, empezó a tener fuertes convulsiones y falleció. Del cuerpo salió una luz negra,
nadie podía percibirla, solamente Gabriel. Continuó andando y vio otra víctima.
Era una persona totalmente diferente a la anterior. Se trataba de un pobre borracho
que se pasaba las horas muertas en la avenida pregonando el fin del mundo. Estaba
sobre un cajón de madera y, a su derecha, un carro de aeropuerto guardaba sus
enseres más queridos: ropa, botellas de licor, un paraguas, etcétera. Encima de todas
ellas había un perro que no paraba de ladrar, no era de raza, era una mezcla de labrador
y chucho.
Gabriel se detuvo delante de él. El borracho no paraba de decir que el fin de los
tiempos estaba cerca y que Dios mandaría a sus legiones para exterminar el planeta. El
ángel lo miró detenidamente. El perro dejó de ladrar, agachó las orejas y se escondió
entre los enseres con un miedo atroz. Gabriel, levantando la mano, se dirigió al
borracho y le dijo:
−Jimmy, no estoy aquí para destruir el mundo. Vosotros lo habéis destruido, yo
sólo estoy aquí para salvarlo. La tierra no os pertenece, es de vuestros hijos.
El borracho se quedó petrificado. Aquel desconocido que le hablaba sabía su
nombre. Durante los cinco largos años que estaba en esa calle, nadie le había hecho
caso, sólo lo importunaban la policía o los de asuntos sociales.
Gabriel levantó su mano y le tocó. El borracho bajó del cajón, le dio las gracias y
se alejó hacia un callejón, llevándose todas sus pertenencias, mientras caminaba, una
sonrisa dibujó su cara y en sus mejillas unas lagrimas se resbalaban hacia la comisura
de sus labios. El ángel lo seguía con la mirada y vio como al final del callejón el hombre
cayó al suelo fulminado. En ese momento una luz blanca abandonó su cuerpo y el
perro, muy calmado, empezó a lamer a su dueño. A la vez que el perro le demostraba
su cariño, la frente del borracho empezó a sangrar, las gotas se le resbalaban por la
cara, cubriéndole los ojos y la boca, se formó un charco en la acera, de su frente
empezaron a marcarse una cicatrices, las cuales dibujaban un nombre. Esmirna.
Gabriel, como si nada hubiese ocurrido, continuó su paseo contemplando la grandeza
de la ciudad, escuchando a lo lejos el sonido de unas sirenas de ambulancias.
Esas mismas, se dirigían hacia el aviso que los empleados del hotel realizaron a
urgencias, los sanitarios se pararon en la puerta principal, corrieron rápidamente para
auxiliarle, mientras, uno de ellos abrió la parte de atrás para bajar la camilla, otros dos
entraron al hotel y se ocuparon del herido, cuando se colocaron al lado de él, le
tomaron el pulso, le desabrocharon la corbata y le remangaron un manga del brazo,
para poderle inyectar una vía, no tenia constantes vitales, lo que realizaron
rápidamente fue un masaje cardíaco, pero no daba resultado, cuando dejaron de
bombear el pecho, uno de los enfermeros miró hacia su reloj y confirmó la hora del
fallecimiento, en ese instante, del brazo derecho fueron apareciendo unas cicatrices,
empezaban desde la muñeca hasta el bíceps, resurgían desde el interior de la piel, los
médicos se asustaron, complejos no dejaban de mirar las cicatrices y con curiosidad
miraban atentamente lo que dibujaban esas heridas, uno de ellos, señaló con el dedo
las marcas, pudiendo apreciar una palabra, se apreciaba claramente un nombre: Efeso.
Gabriel se detuvo ante un bar.
En el numero 798 de la 5a. avenida, esquina al Central Park Zoo, la calle E 62 nd. st,
comunicaba hacia un bar, la fachada era negra, unos ribetes blancos realzaban las
ventanas, en lo mas alto, un letrero de madera anunciaba el nombre del bar, era
ilegible, apenas se apreciaba, solamente se podía leer: taberna.
El local era oscuro, cientos de trastos adornaban el bar, una radio de los años 50,
molinillos de café antiguos, fotos en blanco y negro de New York y destacando de todo,
un enorme cartel de cine antiguo, cuyos artistas eran, Marilyn Monroe, Tony Curtis y
Jack Lemmon, su titulo, “Con Faldas Y A Lo Loco”. El contraste de la claridad de la calle
con la tenue luz del establecimiento, resultaba chocante.

Cuando abrió la puerta todo el mundo miró hacia él, no por nada en especial,
sino por la claridad que acababa de romper y la oscuridad del interior. Su gran silueta se
realzaba en la puerta, con su altura y con el atuendo de su gabardina. Cerró la puerta y
se dirigió hacia la barra. En el mostrador un camarero de corpulencia gruesa le dio los
buenos días y le preguntó si quería algo para beber. Gabriel le miró intensamente y le
pidió agua. El camarero, muy gentilmente, le sirvió un vaso de agua.
Al fondo del local había un billar. Dos hombres jugaban. A su lado se veía una
mesa llena de botellas de cerveza de las que los jugadores habían dado buena cuenta
de su contenido. Apoyada en el mostrador, a unos metros, se encontraba una joven
tomando café rodeada de libros y papeles, seguramente preparándose para un examen
o prueba de trabajo. La partida de billar terminó. Uno de los jóvenes se acercó para
pedir más cerveza y, según lo iba haciendo, comenzó a mirar muy atentamente a la
muchacha que se encontraba leyendo. El joven pidió las bebidas y groseramente
empezó a meterse con la chica, no sólo verbalmente, también empezó a tocarla, acercó
su mano sobre su cabello, acariciándole el pelo, su cara se acercó hacia la suya,
desprendiendo desde su boca un olor nauseabundo, mezcla de cerveza y olor a
cigarrillos, cada vez se acercaba mas, cuando su cara estaba a escasos tres centímetros,
sacó su lengua, dándole un lametón en toda su mejilla. La chica le pedía que la dejase
en paz.
El camarero enfadado le dijo que dejaran de molestarla y les conminó a que
abandonaran el local. Ante los oídos sordos del joven, el camarero sacó un bate de
béisbol de debajo de la barra y le volvió a pedir que soltase a la chica. El otro joven que
estaba sentado en la mesa sacó una pistola y apuntó al camarero. Gabriel cogió el vaso
de agua apurándolo de un trago y lo dejó sobre la mesa, se dio la vuelta y se dispuso a
salir de allí.
El joven que tenía el arma se dirigió hacia él diciéndole que a dónde creía que iba, que
nadie saldría del bar sin su permiso.
Gabriel se dio la vuelta y le contestó:
−Mi trabajo aquí no es necesario ya que vosotros lo haréis por mí.
El joven del arma se rió y le preguntó que si estaba loco, y en ese momento,
martilleo su arma y disparó contra Gabriel. La bala le dio en el pecho, pero fue como si
nada hubiera pasado. Volvió a disparar y esta vez le dio en la cabeza con el mismo
resultado: nada, no le hacían mella las balas. El joven del arma estaba asustado,
realmente lo estaban todos.
El otro joven que estaba con la chica cogió una botella de cerveza y se la rompió en la
cabeza, pero el resultado fue el mismo, nada. Gabriel, se fue acercando lentamente,
agarró al joven del cuello y lo lanzó contra la mesa de billar que se encontraba a más de
cinco metros, las bolas del juego salieron disparadas y unos tacos de billar los partió
con la espalda. Mientras lo tuvo cogido por el cuello las manos de Gabriel cambiaron y
se transformaron en garras, de su espalda se desplegaron sus hermosas alas, su
transformación fue completa dejando a todos los presentes paralizados. Dirigiéndose
hacia los jóvenes los agarró por el cuello levantándolos más de metro y medio del suelo
acercando su cara a las suyas, sus piernas no dejaban de patalear en el aire. Los jóvenes
estaban aterrorizados al ver el aspecto de aquel demonio.
Cuando los tenía a unos escasos 3 centímetros de su rostro, les dijo:
−Habéis sido unos niños muy malos.
Gabriel los soltó y cayeron fulminados. Al hacerlo una luz negra salió de sus
cuerpos, un montículo de arena negra se formo en el suelo del bar.
Miró hacia el camarero y hacia la joven. El hombre de rodillas temblaba y le
suplicaba que no lo matara y la joven lloraba incrédula por lo que acababa de
presenciar. Después de mirarlos y verlos tan frágiles e indefensos, se volvió a
transformar en una persona normal. Se acercó a la barra y le dio las gracias al camarero
por el agua, y antes de salir del bar, les dijo:
−Barnie, eres una buena persona. No temas al futuro y tú, Sara, el trabajo será
tuyo y pronto tendréis la recompensa.
Gabriel abrió la puerta dejando penetrar la claridad de la calle y se desvaneció.
Al escuchar las palabras de aquel hombre, tanto el camarero como la estudiante, de sus
caras una sonrisa se dibujo, la sensación de paz se apoderó de sus cuerpos, respiraron
profundamente y las lagrimas cayeron por si solas desde sus lagrimales.
Barnie, cogió el teléfono y llamó a la policía, una vez terminado de hablar, se acercó
hacia los jóvenes, se encontraban tumbados boca arriba, con los ojos en blanco, cuando
se encontró a los pies de ellos, sus ropas empezaron a deshacerse, parecía como si sus
prendas estuvieran impregnadas de algún material corrosivo, a la vez que desaparecía
la ropa, aparecían unas marcas, del brazo izquierdo de uno de los jóvenes empezaron a
dibujarse unas cicatrices; de su compañero, las señales aparecieron en la pierna
izquierda, el recorrido de las cicatrices del brazo iban desde la muñeca, hasta el bíceps;
el de la pierna, seguía desde el pie hasta la rodilla, los nombres de Pergamo y Tiatira, se
apreciaban con claridad.

PERGAMO
2:13 Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero
retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo
fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás.
LA PLUMA.
Boby se dirigió hacia la sala que los militares habían habilitado para los medios
de comunicación, era una simple carpa de color mimetizada, en el interior una extensa
moqueta de color azul cubría todo el suelo, las sillas se formaban en seis filas, haciendo
un total de 36, al fondo, en un espacio de tres metros cuadrados, las cámaras se
apretujaban para tomar las imágenes, frente a ellas un atril de metacrilato con el logo
del ejercito, de los Estados Unidos.
Elvis colocó su cámara al final del recinto para poder grabarlo todo, pegándose
con los demás compañeros de prensa para coger el mejor lugar. Julia se sentó en las
sillas acondicionadas por el ejército para la rueda de prensa y Boby se colocó cerca de
la puerta.
El coronel hizo su aparición en la rueda de prensa. Se situó en el atril, se quitó la
gorra, colocándola junto a unos papeles que deposito en el atril y se dirigió hacia los allí
presentes:
−Buenos días a todos. Soy el coronel Hathaway, de las fuerzas armadas de los
Estados Unidos de América. Les he convocado para explicarles lo que está ocurriendo
aquí, a setenta millas de la capital del Estado. Realmente no estamos autorizados para
contarles nada, pero tranquilos, no es por que queramos ocultarlo, solamente es
porque lo desconocemos. Lo único que les podemos decir es que hace unas horas
nuestro satélite de información nacional detectó un objeto dirigiéndose hacia la tierra
y, cuando supimos el lugar del impacto, varios F-16 salieron a investigar. Les ruego
paciencia y que nos dejen trabajar; cuando sepamos algo más, yo personalmente se lo
comunicaré. Ahora habrá unos turnos de preguntas y si puedo contestarlas, lo haré
gustosamente.
Periodistas de diferentes cadenas comenzaron a hacer preguntas, casi todos iban
por el mismo camino de suposiciones, refiriéndose a algún tipo de meteorito,
exceptuando a uno de una revista sensacionalista que lo único que tenía en mente era
el aterrizaje de ovnis.
Boby en ese momento miró a Elvis, le guiñó un ojo y rápidamente salió de la sala
de prensa. Nadie notó su ausencia. Se dirigió hacia la zona acordonada. El trasiego de
militares era grandioso, dentro de las tiendas militares, se podía ver como recogían
restos del terreno y allí mismo realizaban pruebas, Boby caminaba escondido entre las
tiendas y los militares que no cesaban de entrar y salir, alguna vez se tubo que agachar
y esconder tras las ruedas de un jeep, caminando durante 15 minutos entre los
matorrales y las piedras, llegó al fin al lugar de la explosión.
El paisaje era desolador, una gran explanada quemada y del suelo imitando a un río sin
agua. Una cinta amarilla cubría todo el perímetro, pero eso no le importaba, pasó por
debajo de ella, penetrando hasta el mismo centro de la explosión, se puso de rodillas y
cogió arena, era muy negra, no parecía quemada, más bien parecía tierra volcánica,
aunque le desconcertaba el no ver ningún trozo de roca o mineral procedente del
espacio, a la vez que recogía pruebas realizaba fotografías con una cámara digital.
Un soldado le dio el alto y le invitó a abandonar el lugar, argumentando que no
podía estar allí. Sin poner objeción se marchó, pero cuando había recorrido unos tres
metros, observó un árbol, completamente carbonizado, lo extraño no era el árbol, sino
la enorme pluma negra que encontró, la cogió y la guardó en el bolsillo interior de su
chaqueta. Era de un color negro como el carbón y de unas dimensiones enormes, su
longitud era de unos cuarenta y cinco centímetros, demasiado grande para las aves
autóctonas del lugar.
Tras el descubrimiento, se dirigió hacia sus compañeros y les dio órdenes muy
concretas. Les comunicó que se tendrían que quedar allí para recabar información; él
tenía que acudir a una cita que no podía eludir y que mañana al mediodía, regresaría.
Boby se dirigió a la residencia de ancianos para encargarse del funeral del señor
Parker.
Cerca de allí alquiló una habitación en el pueblo; se sentó en la cama del motel y
del mueble-bar sacó una cerveza y, mientras se desprendía el nudo de la corbata, le dio
un gran sorbo; se recostó en la cama y sacó del bolsillo la pluma que había encontrado;
la dejó suavemente en la mesilla de noche, cerca de la cerveza y se durmió.
A la mañana siguiente se levantó y tomó un taxi hacia la residencia. El funeral fue
muy íntimo, con una asistencia muy reducida. El cura que oficiaba la misa, la
recepcionista de la residencia junto a la directora y Boby, en total cuatro personas, pero
a él, no le sorprendió, ya que el señor Parker sólo lo tenía a él como amigo. El entierro
se celebró cerca del lago, donde la residencia disponía de un lugar tranquilo y precioso
para estos acontecimientos, el olor de aquel lugar era increíble, a jazmín y
pensamientos, se podía escuchar el leve cantar de los canarios y el suave viento que se
posaba en la cara.
Una vez finalizado el responso del cura, el ataúd fue bajado al fondo de la fosa y, tras
arrojar unos ramilletes de jazmín sobre el ataúd, se dirigieron a la residencia donde
había preparado un pequeño almuerzo para despedir al señor Parker. Tras compartir
impresiones con los asistentes, Boby se dirigió a la directora y le preguntó dónde lo
habían encontrado muerto.
La directora, muy amablemente, le narró como uno de sus celadores lo había
descubierto en la orilla del lago; todo le parecía muy extraño; había pasado el día muy
bien e incluso había tenido fuerzas para recibir la visita de un familiar.
Boby se sorprendió al oír lo del extraño familiar, él siempre se había considerado su
única familia y si hubiera tenido algún familiar, lo habría sabido. Boby sabia que no
tenia familiares en América, su hermana falleció hacia años en Inglaterra, perdiendo
todo contacto con sus sobrinos y ademas residían en Francia.
Desconcertado se dirigió al lugar donde encontraron el cuerpo, se agachó para coger
unas piedras y lanzarlas al lago; según lo hacía se preguntaba en voz alta:

−¿Por qué? ¿Por qué, y quién es ese familiar que te visitó? ¿Por qué nunca había
oído hablar de él?.
Mecánicamente se agachó de nuevo para coger más piedras y lanzarlas al lago
cuando algo le alertó, soltó las piedras que tenía en la mano y descubrió algo que lo
desconcertó. Un pequeño montículo de arena negra, de igual color y tacto, que la que
había visto el día anterior en el cráter, esta vez el montículo parecía que tenia forma,
cogió su cámara y la fotografió, la arena formaba una letra, claramente se distinga la
letra A. Depositó la arena en un sobre y, tras despedirse de los asistentes al funeral, se
marchó. Destino la base militar.
Antes de marcharse, hablo con una de las enfermeras, quería saber el aspecto de
aquella persona que había visto por ultima vez a su amigo.
La enfermera le comentó que aquella persona no le dijo su nombre y si lo hizo no lo
recordaba, lo que si sabia es que era muy alto, guapo y llevaba una gabardina negra,
durante unos segundos la enfermera se quedó callada, recordando, llegó a la
conclusión que no le podía decir cual era su aspecto, era muy raro, todas las
compañeras le estuvieron observando, pero no le pudo describir como era físicamente,
la muchacha llamó a una compañera y le dijo:
– Lourdes, ¿ Te acuerdas del caballero que visitó al señor Parker?
– Como me iba a olvidar de el, era guapísimo, alto, bien vestido.- hubo un
silencio-
– Te puedes creer, que no podría decirte como era físicamente.
Boby agradeció a todo el mundo el trato que recibió el señor Parker, y se dirigió hacia el
taxi que le estaba esperando.
Durante todo el viaje de regreso no dejaba de darle vueltas al hallazgo. Nada más
llegar se reunió con Elvis y con Julia. Les preguntó si tenían lo necesario para poder
realizar la narración de lo que allí había ocurrido. Los dos jóvenes asintieron
comunicándole que todo estaba preparado, lo único que les quedaba por hacer era
montar las imágenes con el sonido y que lo terminarían en el estudio. Boby asintió y los
tres se dirigieron hacia el helicóptero. Allí ya no había noticia.
De regreso a los estudios, se dirigieron a su despacho, miró a los chicos y empezó
a hablarles con aspecto serio.
−Tengo que contaros algo. Cuando vosotros estábais en la rueda de prensa, salí a
fisgonear cerca del cráter. Buscaba cualquier indicio que nos diera una idea de lo que
allí había ocurrido. Recogí una cantidad pequeña de arena, me resultó extraña, pero
cuando me alejaba de allí, a unos tres metros, encontré esto.
Sacó de su chaqueta la pluma y la puso encima de la mesa, junto al montón de
arena. Sus compañeros no veían nada extraño. La arena podía ser del terreno y la
pluma de cualquier buitre de la zona.
−Recordáis que me tuve que marchar porque tenía cosas que hacer −continuó
Boby− pues bien, a unos kilómetros mi amigo, el señor Parker, falleció y tuve que
encargarme del funeral. Allí encontré esto.
Sacó el sobre de la chaqueta y volcó el contenido en su mesa, junto a la pluma y
al montón de arena. Era la arena que había recogido en el lago, en el lugar donde su
amigo había fallecido. Los dos montones eran exactamente iguales, el mismo color y la
misma textura. Lo que le resultaba extraño no era la arena en sí, sino los lugares tan
opuestos de donde procedían: el primero de un suelo muerto y el segundo de un
frondoso y mullido césped. Elvis no acertaba a entender a dónde quería llegar su jefe
con esas pruebas, pero le resultaba excitante.
Boby pidió a Julia que buscara en el ordenador y recabara información de todo lo
ocurrido en las últimas setenta y dos horas, de cualquier cosa extraña, aunque le
pareciese estúpido. La chica, sin pensarlo, se dirigió a su mesa y empezó a trabajar.
Elvis, por su parte, ayudaría en todo a Julia, entregándole imágenes de hemerotecas y
de cualquier cosa que le resultase sospechoso.
Boby se recostó en su sillón y, jugando con la pluma, pensaba en voz alta:
−¿Qué relación guardas en todo esto? ¿Qué significas?¿Qué eres? o, mejor dicho,
¿quién eres?.
Con las pruebas de la pluma y de la arena en la mesa, cogió su cámara mirando con
atención, el montículo de arena que encontró en la residencia con la letra A, fotograma
a fotograma, repaso las fotos que realizo en la explanada de la explosión, lo miraba
despreocupado, cuando algo le llamó la atención, se fijó en que realizó una fotografiá al
árbol, que se encontraba en el cráter completamente calcinado, acercó la imagen, cada
vez mas y mas, allí descubrió que tenia una marca, centró la imagen, la volvió acercar,
descubriendo que en el tronco había algo dibujado, se percibía claramente un símbolo,
se levantó de la silla, se dirigió a un estante donde había centenares de libros y cogió
uno de simbologia, sabia cual era perfectamente, pero lo miró igual, descubrió que
aquello que se encontraba en el árbol era el símbolo de Omega.
De repente se levantó de un salto de su sillón, abrió la puerta de su despacho y
se dirigió hacia la mesa de Julia.
−Julia quiero que busques en Internet sucesos extraños que hayan ocurrido en
Ohio en un radio de cincuenta kilómetros del cráter, no preguntes y hazlo, sé que es
una locura pero tengo una intuición.
Ya era tarde; la gente de la redacción se habían marchado. Eran las diez de la
noche.

Boby estaba agotado, salió del despacho y les dijo a los chicos que se marcharan,
tenían que descansar, ya que presentía que mañana iba a ser un día muy duro. Ante la
insistencia de su jefe los chicos aceptaron a regañadientes, intentarían descansar para
llegar al día siguiente con las pilas cargadas aunque sabían que no lo iban a conseguir.
Estaban muy excitados por todos losacontecimientos.
Elvis, caballerosamente, se ofreció llevar a Julia a casa argumentando que era
tarde y que a esas horas las calles eran muy peligrosas. Ella aceptó agradecida, recogió
su bolso y se marcharon juntos. Bajaron a la calle. El coche de Elvis se encontraba
dando la vuelta a la manzana; un viejo “Mustang”, color rojo y unas franjas azules
horizontales, cubrían los laterales del vehículo, destartalado por fuera, pero en su
interior tenía lo último en equipo de sonido; pulsaba un botón del CD y una pequeña
pantalla de plasma salía del equipo, etapas de potencia en el maletero y cientos de
vatios de sonido, parecía una discoteca. Elvis pidió a Julia que eligiese un CD de la
guantera, pero lo gracioso es que no había donde elegir, todos los CD eran de Elvis
Presley. Por fin pusieron uno y con la música del “Rock de la cárcel” se marcharon.
Boby se fue el último, apagó las luces de su despacho, se dirigió hacia los
ascensores, cuando se paró en la planta baja, le dio las buenas noches a los guardas
que vigilaban el edificio, decidió dejar el coche en el trabajo e irse paseando. La noche
era preciosa, las luces de la ciudad iluminaban su cara, andaba con las manos metidas
en los bolsillos y sin prisa, iba distraído, disfrutando del paseo. A unos metros de donde
se encontraba, vio una tienda, donde vendían tabaco, licores, prensa, etcétera. Entró en
ella.
La puerta se abrió con una musiquita de campanillas, siempre que se abría sonaba,
como aviso de entrada y salida de clientes al establecimiento. Se dirigió al dependiente
y le pidió un paquete de cigarrillos, mientras aguardaba, se dio una vuelta por la tienda;
era pequeña pero muy larga; los productos estaban colocados de tal manera que los
clientes daban una vuelta en círculo y al final llegaban a la caja. La recorrió muy
despacio y tranquilo; pasó primero por los licores, después por los refrescos y, pasando
las bebidas, al fondo, tenían prensa. Se detuvo para echar un vistazo, sin buscar nada
en concreto, solamente mirar por mirar.
Tenían prensa financiera, la prensa diaria, deportes, revistas, pasatiempos, cuentos,
etcétera. Se fijó en un periódico en especial, no era la típica prensa que él solía leer, se
llamaba UFO, los temas que trataba eran de ovnis, marcianos, hombres lobo y todas las
historias atípicas imaginables. En primera pagina había un titular que le llamó la
atención: “Monstruo alado mata a dos jóvenes en un bar.” Cogió el periódico y empezó
a hojearlo. En la portada, junto al titular, había un dibujo, parecía un águila enorme con
forma humana; mirándolo detenidamente observó algo que le llamó la atención, las
plumas de sus alas eran muy largas. Rápidamente su mente lo asoció con la pluma que
había encontrado, pero no quería creerlo, él era una persona muy racional y no daba
crédito a esas tonterías. Volvió a dejar el periódico en su sitio y se dirigió a la caja para
pagar sus cigarrillos.

Finalmente dio la vuelta, cogió el periódico, el tabaco y salió de la tienda, dejando atrás
el tintineo de campanillas que producía el avisador de la puerta.
A unas manzanas de distancia se encontraba una boca de metro. Decidió dar por
concluído su paseo por la ciudad y marcharse a casa en tren. Bajó las escaleras y sacó
un billete en la taquilla. El metro estaba solitario, no había nadie, solamente se cruzaba
de vez en cuando con algún viajero despistado. Los pasillos eran largísimos; subió a una
escalera mecánica, metió la mano en su bolsillo derecho y sacó el paquete de tabaco;
se encendió un cigarrillo. En el brazo izquierdo, apretándolo con la axila, llevaba el
periódico enrollado.
De repente sintió un escalofrío, los pelos de los brazos se le erizaron, sentía que alguien
le seguía, miró hacia atrás en un acto reflejo y no vio a nadie; estaba nervioso. En ese
instante una sombra pasó delante de él, pero no se percató de ello. Por fin llegó al
andén. La estación estaba completamente vacía, solamente se encontraba él. El tren no
había llegado aún, pero tardaría en hacerlo.
Podía escuchar cómo se acercaba; se quedó de pie sin moverse y esperó a que el tren
parase. Antes de que lo hiciera vio, en el andén de enfrente, a un hombre vestido con
gabardina negra, andaba muy despacio y tenía la mirada fija en él. El tren se detuvo
frente a él y perdió de vista a aquella persona.
Las puertas se abrieron y pasó al interior pero, antes de hacerlo, el periódico que
llevaba sujeto en el brazo izquierdo, se le cayó fuera del vagón. Se agachó para cogerlo,
y en ese instante vio al extraño hombre frente a él con el periódico en la mano. Gabriel
levantó la mano muy despacio y se lo entregó.
−Muy interesante lo que cuentan. El señor Parker también se interesaba por este
tipo de lectura.
En ese momento las puertas del vagón se cerraron y el tren se puso en marcha.
Boby estaba aterrorizado, no dejaba de mirarlo ni un instante. Las luces del tren se
apagaron y se encendieron; fue todo muy rápido, no duró más de un segundo y, en ese
instante, el ser desapareció. El tren se adentró en el interior del túnel y Boby perdió de
vista la estación.
Gabriel paseaba por los pasillos del tren, a su paso, una mujer con su bebe en un
carrito, se dirigía a la estación, su cara denotaba preocupación por lo tarde de la noche,
a esas horas no era muy seguro caminar sola, justamente detrás de ella dos jóvenes la
seguían los pasos, sus intenciones no eran muy buenas, ya en la estación, la mujer se
encontraba impaciente por que el tren llegase, en ese instante uno de los jóvenes se
acercó lentamente hacia ella, de su bolsillo sacó una navaja, la pobre muchacha vio las
intenciones de aquel individuo y se puso a gritar, por detrás de ella se acercó el otro
joven y la agarró fuertemente tapándola la boca, el de la navaja se acercó a ella
colocando su arma en el cuello, la fue bajando poco a poco por su camisa, a la vez que
le iba rajando los botones, la pobre mujer solo pensaba en su hija que se encontraba
durmiendo en el carro, cuando la mujer se encontraba medio desnuda, con el sujetador
a la vista, a lo lejos se apreciaba el ruido de unos zapatos, Gabriel se encontraba
delante de ellos, los dos atracadores tiraron a la mujer hacia la pared de la estación,
mientra uno de ellos amenazaba a Gabriel con la navaja, diciéndole que se marchase,
que no pintaba nada allí, cada vez el ángel se acercaba más al ladrón, cuando se colocó
a dos metros de el, Gabriel le habló.
– Dejar a la mujer tranquila.-El atracador soltó una carcajada.-
– ¿Quien eres tu para mandarme algo?, el de la navaja soy yo, yo doy las
ordenes, yo digo que se hace o se deja de hacer, marchate o te haremos mucho daño,
solo queremos pasar un buen rato con esta preciosa mujer.
La mujer estaba muy nerviosa, no paraba de temblar, el otro atracador sacó un revolver
del bolsillo y acercándose a Gabriel le apuntaba amenazante, la imagen del ángel
cambió, transformándose por completo, al ver su imagen, uno de los atracadores salió
corriendo, mientras huía se le escuchaba rezar el padre nuestro, el otro ladrón,
temblando de miedo cogió la navaja que llevaba empuñada en su mano e intentó
clavársela, los esfuerzos fueron inútiles, Gabriel lo cogió del cuello, sus garras crecieron,
mientras apretaba con fuerza la garganta, se escuchó un chasquido seco, la soledad de
la estación hizo retumbar aquel sonido, le seccionó por completo la traquea, después lo
arrojó a las vías del tren, el ángel se acercó hacia la mujer ofreciéndole su mano, a la
vez que se transformaba en humano, ella la aceptó y con fuerza la apretó, le rodeó con
sus brazos dándole las gracias, Gabriel se marchó por el pasillo, dejando atrás a la
mujer, cogió a su bebe, se acercó a las vías y vio a su atracador allí tirado, desde el
interior del túnel, la luz cada vez se hacia mas intensa, el tren se paró en la estación, sin
que el conductor se percatase del cuerpo que yacía en las vías y la mujer se montó en el
vagón, su cara dibujó una sonrisa y unas lagrimas le brotaban de los ojos.
A la mañana siguiente, Elvis y Julia entraron en el despacho de Boby. Él ya llevaba
un par de horas en el trabajo. Les indicó que se sentasen y les preguntó si deseaban
algo para tomar, un café o cualquier otra bebida. Julia pidió un café y Elvis una Coca-
cola. Llamó a su secretaria y le pidió que, por favor, les trajese doscafés y una Coca-cola
y que no le pasase ninguna llamada, que nadie les molestara.
Julia empezó a hablar.
−Señor Carter.
−Por favor llámame Boby.
−Muy bien Señor Carter…, digo Boby. He buscado en Internet lo que me pidió,
pero no he encontrado nada relacionado con meteoritos ni con pruebas militares,
nada. Bueno, realmente sí he encontrado algo, aunque es estúpido lo que le voy a
contar, es lo único que se sale de lo normal, perdóneme por no haberle sido de más
utilidad.

−Tranquila. Realmente no sabemos lo que buscamos, por eso creo que cualquier
cosa nos valdrá. Continúa sin miedo ¿Qué encontraste?
−Todo ha ocurrido aquí, en New York, no muy lejos de la Quinta Avenida. Dos
hombres fueron asesinados en un bar; según los testigos, un hombre entró en el bar,
los dos hombres asesinados estaban borrachos y ese ser misterioso, se transformó en
una especie de demonio; los agarró con una especie de garras y los mató.
Cuenta el dueño del bar que le dispararon sin que le hicieran ni el más mínimo rasguño
las balas, lo que me llamó la atención, es el montón de arena que encontraron junto a
los cadáveres, me pareció estar relacionado, con nuestras muestras.
– Hace tiempo, estuve saliendo con un chico, la cosa no salió bien, pero
quedamos como amigos, el trabaja en el anatómico forense de New York, al ver que mi
búsqueda no daba resultados, le llamé, le pregunté si había pasado algo anormal en la
ciudad, su respuesta me sobrecogió, en estos días a recibido cuatro cadáveres que
están relacionados entre si, no por su estatus social, ya que uno, era un hombre de
negocios, de unos 35 años, otro un borracho de 50 años y los otros dos, unos jóvenes
de 22 y 23, delincuentes habituales de la policía, lo asombroso es que cada uno de ellos
tenían unas cicatrices muy extrañas en su cuerpo, cada uno en diferentes partes del
cuerpo, esas cicatrices eran palabras, Efeso, Esmirna, Pergamo y Tiatira.
En ese instante Julia recibió una llamada de teléfono, interrumpiendo la reunión, su
amigo del anatómico, le comunicó que otro cadáver acababa de entrar en el deposito,
tenia los mismos síntomas que los demás, esta vez la cicatriz ponía, Sardis, justo en la
pierna izquierda, Julia colgó el teléfono agradeciéndole la información.- Continuo con
su explicación- Pidiendo disculpas.
– Me informé de esos nombres, la conclusión es que, Efeso, fue en la antigüedad
una localidad de Asia menor, en la actualidad, Turquia, Esmirna fue fundada hace 3000
años a. C. Es una ciudad de Turquia, Pergamo fue fundada en el año 560 años a. C.
situada al noroeste de Asia mayor ( Turquia), Tiatira era una ciudad de Turquia, ahora
conocida como Akhisan, lo que no comprendo es que hacen los nombres de ciudades
Turcas, cicatrizadas en el cuerpo de personas que han fallecido, Ahora mismo, la
llamada era referente al caso, otro cadáver a entrado al deposito, con la palabra,
Sardis , en la pierna izquierda.
Boby abrió el cajón de su mesa y sacó el periódico que compró la noche anterior,
lo puso encima de su mesa y les dijo:
−Tenemos que ir a ese bar.
Se levantó de su silla, cogió su chaqueta y se dirigió hacia lapuerta del despacho.
Elvis y Julia lo siguieron. Seguidamente subieron al ascensor y bajaron hasta el garaje
para coger el coche de Boby. Sin decir una palabra, se dirigieron al lugar donde ocurrió
todo. Al llegar vieron la puerta del local precintada; la cinta estaba colocada en los
marcos de la puerta, pero no estaba cerrada, dentro se veía luz. Boby se agachó por
debajo de la cinta y abrió lentamente la puerta. Elvis y Julia le seguían mientras, con voz
contundente, comunicó que iba a entrar. Del fondo surgió una voz autorizándoles la
entrada y diciéndoles que en unos segundos les atendería.
Se acercaron a la barra. Al fondo se apreciaba una silueta que se acercaba hacia
ellos, era Barnie; tenía en sus manos una escoba y estaba recogiendo los restos de la
pequeña batalla que allí se había producido. Por fin llegó hacia ellos y les preguntó qué
deseaban.
−Buenos días, en qué puedo ayudarles.
−Buenos días. Mi nombre es Boby Carter, y éstos son mis compañeros, Elvis y
Julia, somos periodistas de la CNN.
−No son los primeros periodistas que se interesan por lo sucedido. Un par de
ellos ya han estado aquí, preguntando lo que pasó, lo que me extraña es que la CNN se
ocupe de estos temas.
−¿Qué es lo que paso aquí? Sabemos que hubo una pelea y que dos jóvenes
fueron asesinados. ¿Usted vio lo que pasó?.
−¿Que si lo vi? Nunca se me olvidará aquella cara. Pero, por favor, siéntense.
Siento el desorden. He pensado mucho en lo sucedido y he decidido venderlo todo y
marcharme al campo a vivir, por eso estoy limpiándolo todo. Hoy precisamente he
quedado con un grupo inversor que están interesados en el local, y con ese dinero y
con lo que tengo ahorrado, pienso pasar lo poco que me quede de vida, disfrutando y
lejos de aquí. Compraré una pequeña embarcación y pasaré el tiempo pescando.
Pensaba que eran ustedes de la agencia.
−Cuéntenos qué pasó.
−Todo sucedió muy rápido. No puedo recordar como empezó la pelea, pero lo
que se quedó grabado en mi memoria fue el aspecto de aquella cosa. Se me ponen los
pelos de punta cada vez que lo recuerdo.
−Continúe, por favor. ¿Cómo era?
−Al principio su aspecto era el de una persona normal, vestía de negro y con
gabardina, pero cuando agarró a los jóvenes del cuello, su aspecto cambió. Sus manos
se convirtieron en unas garras brutales, sus brazos y sus piernas eran musculosas y de
su espalda salieron dos alas enormes, podrían medir cinco, seis, ocho metros no lo sé.
Lo que sí sé, es que eran gigantescas. Uno de los chicos le disparó y ni se inmutó, como
si las balas fuesen de papel para él; los agarró del cuello y los levantó dos metros del
suelo, los chicos podrían pesar entre ochenta y cien kilos, pero él los levantó como
levanto esta taza de café.
−Su cara, ¿cómo era su cara? ¿Qué aspecto tenía?
−No lo sé, sólo vi dos ojos rojos que destacaban en ella.
-Lo único que les puedo decir con certeza es algo que me llamó la atención, cada
vez que lo recuerdo se me ponen los pelos de punta, cuando aquel individuo se
marchó, me acerqué para ver a los cadáveres, vi algo muy raro, sus ropas
desaparecieron, parecía brujería, sus pantalones, sus camisas, todas su ropa
desapareció, mientras eso ocurría de sus cuerpos empezaron a salir una cicatrices, lo
más macabro es que eso parecía significar algo, si no recuerdo mal, en uno de ellos se
podía leer la palabra Pergamo y en el otro joven la palabra Tiatira.
Mientras Boby seguía charlando con Barnie, Gabriel continuaba con su misión.

TIATIRA
2:18 Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que tiene ojos como
llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido.
LA CASA DE DIOS.
Gabriel paseaba tranquilamente por la Quinta Avenida. A la altura de la calle
Queen había una iglesia; su arquitectura era de piedra, una enorme puerta de madera,
con remaches negros a los lados y dos cruces a cada lado de los portones, destacaban y
realzaban la majestuosidad de aquel lugar, se detuvo delante de ella y subió las
escaleras que llegaban a la puerta, la abrió de par en par, golpeando fuertemente con
una pila bautismal, la cual se partió por la mitad, cayendo todo su contenido, por el
suelo, siguió caminando y entró. Al fondo se veía una imagen de Jesús crucificado, de
madera, majestuosa; rodeando el crucifijo había muchos cuadros de imágenes
religiosas, debajo de él, una enorme mesa con todos los utensilios que se utilizan para
cualquier ceremonia religiosa, y el salón lleno de bancos para la oración. Gabriel
caminaba despacio hacia el Cristo. En los bancos había unos pocos feligreses y, al fondo,
se hallaba el párroco.
Mientras Gabriel se dirigía hacia él, los bancos de la sala se iban partiendo por la
mitad, a medida que avanzaba, un ruido seco los iba seccionando. Los feligreses se
levantaban asustados. Un hombre se dirigió hacia Gabriel para que no llegase hasta el
párroco. Éste lo asió del cuello y lo lanzó encima de la mesa de ceremonias. Él seguía
avanzando y los bancos seguían rompiéndose. A medida que proseguía su inexorable
acercamiento, el ángel se iba trasformando. Desplegó sus enormes alas y en ese
instante todos los presentes se quedaron petrificados. Al llegar a la altura del párroco le
cogió la mano, éste enmudeció al sentir como aquellas garras agarraban su mano, le
colocó una piedra en la mano derecha y le dijo:
−Cuando caiga el último grano de arena, serás juzgado. No eres digno de hablar
en nombre de Dios.
Gabriel se dio la vuelta dirigiéndose hacia la salida.
El párroco arrodillado entre sollozos pedía perdón a Dios. De repente las velas de
la mesa se encendieron. Los cuadros empezaron a arder. Los cristales de las vitrinas
estallaron en mil pedazos; todo el interior de la iglesia comenzó a inflamarse. Mientras
Gabriel andaba muy despacio, todo se convirtió en un mar de fuego; abrió la puerta y
miró hacia el párroco. Éste abrió la mano donde le depositó la piedra y vio como caía el
último grano de arena, en ese instante miró a Gabriel, el ángel, transformado ya en
persona, cerró la puerta; al hacerlo, la iglesia saltó por los aires. Una inmensa bola de
fuego ocupaba el lugar donde estaba el edificio, el caos era tremendo, los cristales
llegaron a la carretera y el tráfico tuvo que ser cortado.
Gabriel, mientras tanto, bajaba las escaleras muy tranquilo. Un coche de policía,
que pasaba por allí, divisó en primera persona aquella explosión, se detuvo frente a él.
Dos policías, apuntándole con sus armas, le dieron el alto, conminándole a que
levantara los brazos, se pusiera de rodillas y colocase las manos en la nuca. Gabriel, con
una sonrisa en su cara, obedeció en silencio y se puso de rodillas. Mientras un policía le
seguía apuntando con su arma, el otro le colocó las esposas, lo puso de pie y se lo llevó
al coche. Mientras lo hacía el policía que apuntaba a Gabriel llamaba a los bomberos y
pedía refuerzos.

El estruendo de la explosión fue enorme; el ruido se escuchó a varias manzanas de allí;


el estruendo llegó al bar donde se encontraba Boby. Todos los presentes en el bar se
asustaron por el ruido ensordecedor. Rápidamente el periodista reaccionó ordenándole
a Elvis que cogiese la cámara y se dirigieran al lugar de la explosión. Como un rayo
fueron hacia la puerta; la abrió y miró en todas direcciones, repitió el gesto, pero no
podía apreciar nada hasta que, al fondo, divisó una enorme columna de humo.
Salieron corriendo en esa dirección, sorteando los coches y la gente que pasaba por allí.
Al llegar al lugar de la explosión, se quedaron petrificados. El destrozo era enorme. La
iglesia había quedado hecha añicos; el lugar que ocupaba era un amasijo de escombros;
lo único que había quedado intacto era la imagen del Cristo de madera que no tenía ni
un arañazo, ni tan siquiera estaba quemado. Era sorprendente ver aquella imagen de
pie, intacta, impoluta, en medio de aquel destrozo, parecía como si alguien hubiese
destrozado el edificio y seguidamente, colocada la imagen.
Elvis empezó a grabar todo lo que estaba pasando; la calle cortada por la policía;
los bomberos sofocando el incendio y ambulancias esperando para recoger heridos o
cadáveres. Nadie sabía aún la magnitud de lo que allí había ocurrido. Una multitud de
curiosos se acercaban a mirar; la policía acordonaba la calle y daban paso a más coches
de bomberos, la magnitud del incendio era espectacular.
Los bomberos empezaron a sofocar el incendio, los cascotes cubrían todo el lugar, un
bombero se percato que al lado de la cruz había un cuerpo, rápidamente se dirigió con
valor hacia el, sorteando el fuego, amasijos de hierro y demás desperfectos, al llegar
junto al cuerpo, comprobó que se trataba del párroco, yacía muerto, a los pies del
cristo, el bombero lo cogió en sus brazos, lo llevó a la carretera , colocándole una bolsa
negra, cubriéndole el cuerpo.
Boby miró a los coches patrulla que se encontraban cerca del incendio y
descubrió algo que le hizo estremecerse: dentro de uno de ellos se encontraba Gabriel.
Rápidamente ordenó a Elvis que dejara de grabar el incendio y que dirigiera la cámara
hacia la persona que tenía retenida la policía en el coche. El chico sin pensarlo se puso a
grabar todo lo que ocurría en el interior del coche patrulla.
−Jefe, qué ocurre. ¿Por qué quiere que grabe al individuo que está dentro del
coche? ¿Cree que pudo ser él el que quemó la iglesia?.
−No lo sé, puede ser. No dejes de grabar. Lo que más me llama la atención es que
estoy seguro de haber visto a esa persona antes. Su rostro me es muy familiar.
En ese momento el coche patrulla arrancó y se dirigió lentamente a comisaria.
Elvis seguía grabando y Boby no dejaba de mirar a la persona que se encontraba dentro
del vehículo. Cuando el coche llegó a la altura de los periodistas, Gabriel levantó la
cabeza, que la llevaba un poco reclinada y miró a Boby directamente a los ojos, en una
décima de segundo la imagen de Gabriel se transfiguró en el ángel que era, la visión de
sus ojos era aterradora. Boby, al verlo, se quedó petrificado. Reaccionó a los pocos
segundos. Tenía la cara pálida y de su frente manaba un sudor frío.
−Boby, ¿se encuentra bien? Está pálido, parece que haya visto un fantasma −se
interesó Elvis.
−Sí estoy bien. ¿Lo has grabado todo? ¿Has grabado el interior del coche
patrulla? ¿Has visto lo que ha ocurrido dentro del coche?
−No se preocupe jefe, todo lo tengo grabado.
Boby se acercó al escenario de la catástrofe, el caos era grandioso, con mucho sigilo
atravesó el cordón policial, escondido entre los coches de policía y de bomberos,
consiguió acercarse al cuerpo que se encontraba tapado con una lona negra, se agachó
ante él y muy despacio fue descubriendo el cuerpo, aparentemente no tenia ninguna
herida visible, sus ropas estaban quemadas, pero su cuerpo no sufría ninguna
quemadura, la ropa la tenia desgarrada, una herida cerca del pecho le llamo la
atención, en el costado derecho tenia una cicatriz, la cual se percibía el nombre de
Laodicea, Boby se quedó petrificado.
El coche patrulla tardó diez minutos en llegar a comisaría. Con Gabriel esposado
entraron en el interior por la puerta de atrás y lo encerraron en una pequeña celda,
donde lo encerraron junto a un violador, que esperaba el traslado a los juzgados.
−No tengo mucho tiempo caballeros, debo irme lo antes posible −dijo Gabriel
muy tranquilo.
−Calla la boca pirómano, o te la tendré que cerrar yo −le amenazó uno de los
policias.
−Muy bien señor agente, o puedo llamarle Scott. Por cierto, ¿qué tal están
Mandy, su esposa, y su pequeño Eliot?
−Cállate chalado, jodido loco. ¿Cómo sabes mi nombre y el de mi familia?
−Todo a su debido tiempo.
El policía, fuera de sí, sacó su porra y con rabia golpeo en los barrotes,
ordenándole que se sentara. Gabriel muy despacio caminó hacia el banco que tenía la
celda y se sentó. El violador se acercó hacia él, pidiéndole que le entregase sus zapatos
y su gabardina, que le gustaban mucho, en ese instante Gabriel se levantó, se acercó
lentamente hacia él, colocándole la mano sobre su cabeza, sus garras comenzaron a
crecer, giró bruscamente su mano, su cabeza sonó fuertemente, lo recostó sobre un
banco de madera y le colocó la chaqueta en el cuello que llevaba puesta aquel
individuo, pareciendo que se encontraba durmiendo.
El inspector-jefe ordenó que le tomasen las huellas, y que le hiciesen las fotos de rigor.
Scott se encargó de llevarle a la toma de huellas.
−Pon las manos donde las pueda ver. Tengo que quitarte las esposas y no quiero
problemas, o te las verás conmigo −le conminó el policia.
−Tú mandas, Scott; pero dentro de muy poco me tengo que marchar.
−Deja de llamarme por mi nombre. Creo que estás muy equivocado, aquí te
quedarás una larga temporada, amigo.
−Creo que tienes que llamar a tu mujer.
−Cállate.
−Eliot, te necesita.
−Te he dicho que te calles, jodido loco −y a la vez que le insultaba, le propinó un
puñetazo en la cara. Gabriel ni se inmutó.
Scott llamó a un compañero y le pidió que si podía llevar a Gabriel para tomarle
las huellas, que tenía que llamar urgentemente a su mujer; que ya no se fiaba de aquel
loco. Scott llamó a Mandy. El pequeño Eliot se había tragado una pieza de un juguete y
tenía que llevarlo a urgencias, su esposa estaba muy asustada. Gabriel tenía razón.
Scott salió corriendo para su casa, pero antes de irse, le dijo al ángel que cuando
volviese arreglarían cuentas. Éste lo miró y le dijo:
−No te preocupes, son cosas de niños. Para cuando vuelvas, Scott, yo me habré
marchado.
El compañero de Scott empujó a Gabriel y lo llevó a tomarle las huellas. Entraron
en un despacho, le colocaron en una pared blanca, con distintas medidas de altura y le
tomaron varias fotos. Después le acercaron a una mesa y le tomaron las huellas. Todo
fue muy extraño, cuando le untaron la tinta en los dedos y los presionaron en el papel,
no dejaron ninguna huella, lo intentaron una y otra vez con el mismo resultado. Todos
se extrañaron.
De repente las manos de Gabriel empezaron a transformarse en garras. El policía que le
sujetaba soltó la mano sobresaltado y se quedó boquiabierto. Los presentes
retrocedían asustados no dando crédito a lo que estaba sucediendo. Gabriel se
transformó completamente en ángel y se dirigió hacia los que se encontraban en la
sala.
−Ahora me marcharé y no quiero que nadie me lo impida; no por mí, sino por
vosotros. Más tarde me ocuparé de todos.
Se colocó frente a la pared y la golpeó abriendo un gran agujero. Salió a un
callejón y, desplegando sus alas, miró hacia el cielo y se alejó volando. Mientras lo
hacía, sus garras arañaban las paredes de los edificios haciendo brotar chispas de ellas,
como si estuviera cortando hierro.
Los policías se quedaron petrificados. El aire que provocó el movimiento de sus
alas hizo que la foto que le habían tomado cayera a los pies de éstos. Un policía con las
manos temblorosas, cogió la foto y vio que no aparecía ninguna imagen y, mirando a
sus compañeros, les dijo:
−Creo que me cogeré unos días libres.
Boby, que se encontraba en la iglesia, ordenó a Elvis que fuera a por el coche,
dejando la cámara en el suelo se dirigió hacia el bar donde tuvieron la entrevista con
Barnie, sorteando a la gente, corría como loco, cuando llegó a él, no acertaba a
introducir las llaves en la cerradura, se encontraba muy nervioso, cuando lo logró, se
introdujo en él, arrancó el motor, metió primera y haciendo ruedas, salió volando,
dejando un surco de neumáticos sobre la carretera, dejando un olor a goma quemada
en el ambiente, conducía a gran velocidad, sorteando los coches, subiéndose sobre las
aceras, cuando se acercó a Boby, cogió el freno de mano y realizo un trompo delante de
él, Boby levantó la mano derecha con el pulgar hacia arriba, seguidamente Elvis salió
del coche, dejando el asiento libre a su jefe, cogió la cámara del suelo y se sentó en el
asiento del copiloto, Boby ordenó a Julia que se subiesen al coche, tenían que ir a la
comisaría.
Mientras conducía, Boby le pidió al chico que le enseñase la grabación, éste cogió su
cámara, rebobinó la cinta y le mostró el contenido, el incendio, la explosión, todo. Lo
sorprendente es que cuando llegaron a la imagen del coche patrulla que llevaba
detenido a Gabriel, dentro del vehículo no se veía a nadie. Sólo aparecía la imagen de
los dos policías y ningún rastro del extraño ser.

Llegaron a la comisaría al tiempo que se escuchó un ruido tremendo. Estaban en


la entrada, Boby se dirigió hacia la parte trasera; llegó al callejón, bordeado de unos
edificios, los cuales en sus laterales, unas escaleras de incendios, medio oxidadas, se
elevaban hasta lo mas alto de sus paredes y, frenando bruscamente, se detuvieron, al
lado de unos cubos de basura, frente a Gabriel. Elvis bajó del coche, abriendo la puerta
con mucho sigilo, con la cámara entre sus manos, Boby lo hizo muy lentamente,
seguido de Julia y observaron como el ser, en ese instante, salía volando, levantando
una gran ventolera, restos de periódicos y papeles que se encontraban en el suelo,
flotaban por el estrecho callejón, los periodistas se quedaron petrificados al ver aquel
ser, sobrevolando sobre sus cabezas, a la vez que sus bocas se abrieron de asombro.
Gabriel, sobrevoló toda la ciudad, toda la gente pudo divisar aquel ángel surcando los
cielos, se posó en lo más alto del puente de Manhatann y se arrodilló. Se convirtió en
piedra.
El cielo empezó a cambiar, su color cambió a un rojo anaranjado, de repente se escuchó
un ruido seco y tremendo. El movimiento del mar se detuvo, los marineros que
faenaban en sus barcos, se quedaron perplejos, al ver estancado el agua, en el casco de
sus botes.
Una gran bola de fuego, con una estela anaranjada, procedente del cielo impactó
contra el fondo marino. Se hizo un vacío tremendo. Visto desde el aire se observaba un
enorme agujero; se podía distinguir perfectamente el lecho marino. Una gran ola
empezó a aumentar de tamaño velozmente y se acercó en dirección a la ciudad. En
unos instantes, la ola que medía más de cincuenta metros, destruyó el puente de
Manhatann. Los vehículos que se encontraban sobre él, fueron arrasados y arrollados
por la fuerza del agua. El puente se derrumbó, quedando ante la vista de los absortos
espectadores sólo una columna en la que, en lo más alto, se encontraba Gabriel. Estaba
de pie con las alas desplegadas, su aspecto era el de una persona normal.
Desde su atalaya podía ver como los vehículos caían al mar. El ejército y la policía se
vieron desbordados; nadie había detectado la enorme bola que se dirigía a la tierra, por
lo que la población no pudo ser alertada. Las alarmas de la ciudad se activaron. Los
habitantes de la ciudad sólo pudieron ver impotentes como la enorme masa de agua se
dirigía hacia ellos.
Todo era un caos; la gente corría sin sentido, la policía era incapaz de controlar a la
muchedumbre aterrada; el atasco en las calles era tremendo, los conductores
abandonaban sus vehículos y huían despavoridos. Los barcos, que se encontraban en el
puerto amarrados, cayeron al fondo; los tripulantes saltaban de ellos para intentar
llegar al puerto, los que se encontraban en los muelles, corrían aterrorizados sin rumbo.
Todos corrían hacia los edificios más altos para intentar ponerse a salvo.
Boby, Elvis y Julia, al ver el impacto de la inmensa bola de fuego, corrieron hacia
un lugar seguro. Cerca de la comisaria donde se encontraban, estaba la universidad
donde él impartía clases; era muy antigua y podrían resguardarse en la torre, encima de
su despacho, la cual se unía, por una escalera de caracol; su construcción era sólida, de
materiales muy resistentes y pensó que si algún edificio quedaba en pie cuando pasase
todo, ése sería uno de ellos.
Avanzaban con mucha dificultad porque el caos que reinaba en la ciudad había
alcanzado grados de locura colectiva; la gente, aterrada, corría sin saber dónde
dirigirse.
Tom Clem, el dueño de la cadena de televisión, amigo y jefe de Boby, lo
telefoneó, estaba muy asustado, en las noticias pudo ver como aquel ángel volaba por
la ciudad, como el puente se destruía y no comprendía que pasaba. Boby le dijo que
ordenara a todos los empleados que subieran a lo más alto del edificio, que una
enorme ola se acercaba velozmente a la ciudad; para intentar tranquilizarlo, bromeó
diciéndole que si salían de ésta, las cervezas correrían por su cuenta. Cuando llegaron a
la universidad, se dirigieron velozmente a la torre.
Allí se encontraba su lugar de trabajo y sus aparatos de medida. Encendió todos los
monitores y varios televisores. Las noticias eran aterradoras; aquel caos era mundial, no
sólo afectaba a Estados Unidos. Enormes bolas de fuego estaban cayendo en todas las
ciudades del mundo.
La gran ola seguía su inexorable avance hacia la ciudad. Gabriel, transformado en
ángel, parecía cabalgar sobre ella.
La masa de agua había alcanzado los cien metros de altura. El extraño ser
sobrevoló la ciudad, a escasos metros de las cabezas de los aterrados y perplejos
habitantes. Lo que en un principio parecía una catástrofe natural, ante la visión de ese
enorme pájaro ya no quedaba tan claro. Gabriel aminoró su vuelo y se posó en lo más
alto de la torre de la universidad, donde se encontraban los periodistas. Boby, desde la
ventana, vio como la enorme ola arrasaba la ciudad a su paso y pensó que dentro de
muy poco les tocaría a ellos.
Gabriel se acercó a la ventana; su imagen era hermosa levitando con las alas
desplegadas. Boby, al verlo, retrocedió asustado. El ángel entró por ella haciendo
retroceder hasta la pared aterrados a los allí presentes. Gabriel cambió su imagen y se
transformó en humano.
−Creo que así estaréis más cómodos con esta imagen.
−¿Quién eres? ¿Qué eres? ¿Qué quieres de nosotros? ¿Porqué está pasando
esto? −preguntaba Boby incrédulo ante lo que veía.
−Tranquilo, Boby, todo a su debido tiempo.
En ese preciso instante, el rector de la universidad irrumpió en la habitación
preguntando qué estaba sucediendo.
−Quiero que os sentéis y no os preocupéis −dijo pausadamente Gabriel.
−¿Quién es usted y por qué dice que nos sentemos? ¿Es que no ve lo que está
sucediendo? −balbuceaba el rector con nerviosismo.
−Siéntate y obedécele. Si salimos de ésta te lo explicaré −le dijo Boby.
Todos tomaron asiento como Gabriel les había pedido y, en ese preciso instante,
la enorme ola avanzó delante de ellos cubriendo todo el edificio. Los periodistas se
tiraron al suelo con las manos en la cabeza, Boby se agarró fuertemente a una de las
columnas que había en el campanario, Julia tumbada en el suelo, deslizó su mano por la
tarima, agarrando a la mano temblorosa de Elvis, se apretaron fuertemente las manos y
cerraron los ojos. Gabriel se mantenía de pie, delante de ellos, inmóvil, sus
pensamientos, eran de la vulnerabilidad de los seres humanos.
Una fuerte explosión se escuchó a lo lejos; otra enorme bola de fuego había caído en el
interior de la ciudad, creando una enorme onda expansiva que, ante la sorpresa de
todos, no arrasaba indiscriminadamente edificios y personas, sino que lo hacía de una
manera muy selectiva.
Cuando la enorme ola pasó, pudieron comprobar que la universidad apenas había
sufrido daños; pero la onda expansiva de la segunda bola de fuego removió los
cimientos del antiguo edificio, haciendo estallar todos los cristales que tan
heróicamente habían resistido el empuje del agua.
Seguidamente se pudo percibir un crujir grandioso, todos alzaron su mirada a lo mas
alto, se trataba de la viga de madera que sujetaba la campana de la torre, se astilló por
completo, dejando caer la inmensa campana de una tonelada, que durante un siglo
permanecía impoluta en aquel lugar, su peso destrozó la escalera de caracol, cuando se
precipitó al despacho, lo atravesó, dejando un socavón enorme, su gran peso, fue
destrozando planta por planta, cuando llegó a la planta baja, se detuvo, creando una
fuerte polvareda y con ella, un ruido estridente que la acompañaba.
Una intensa luz blanca iluminó la habitación donde se encontraban y, en un instante, el
rector desapareció.
Fue como si su cuerpo se convirtiese en arena, sus moléculas se desvanecieron de
repente.
−¿Qué ha pasado? ¿Dónde está el rector? −preguntó Boby.
−Hace dos mil años se os dio una oportunidad y no supísteis aprovecharla, ahora
es tiempo de un cambio. Sólo la gente de buen corazón tendrá la oportunidad de volver
a empezar. Es la última oportunidad que tendréis −sentenció Gabriel.
El ángel pidió a Boby que encendiese la televisión y que sintonizase cualquier
programa de noticias. Tras varios intentos por encontrar un canal que continuara
emitiendo, lo logró; la señal no era muy buena pero se distinguía bien. Las noticias no
eran muy alentadoras. Comentaban que todo el país había sido arrasado por
numerosas bolas de fuego caídas del cielo, y que Estados Unidos no era el único país
que había sufrido tal daño, se hablaba de que la catástrofe era planetaria, cientos de
bolas de fuego habían caído en Europa, Japón, África, Asia etcétera. Ninguna parte del
mundo se había salvado.
Boby, con una voz entrecortada, preguntó a Gabriel qué estaba sucediendo.
−Tranquilos, esto que ha pasado no es obra nuestra, sino vuestra. Se os dio una
oportunidad para vivir en este planeta; se os dieron recursos naturales, se os otorgó
inteligencia, amén de muchas otras cualidades, pero siempre escogíais las opciones
equivocadas. Vuestra historia está repleta de guerras civiles, mundiales, muertes, odio,
exterminio de especies. Todo esto terminó. Hoy comienza una nueva vida para la
especie humana. Boby , quiero que me hagas un favor, quiero a través de la televisión
dirijas un mensaje a la población. Se han habilitado unos hangares distribuidos por todo
el país, todas las personas tendrán que dirigirse a ellos, aunque siempre han estado allí,
vosotros no podíais verlos. En esta tierra que vosotros llamáis América, han sobrevivido
sólo doscientos cuarenta y tres millones de personas, el resto ha fallecido.
Pensarás que no es justo, pero una gran parte de la gente que falleció están en un
lugar mejor que éste, mientras que el resto lo están en un lugar donde vivirán una
pesadilla eterna.
Cuando Gabriel finalizó de hablar, se volvió a transformar y salió volando por la
ventana. Boby estaba perplejo ante los acontecimientos que acababa de vivir, el mundo
que conocía ya no existía y ante ellos se abría ahora un futuro incierto.
Pasado un tiempo, cuando estuvieron más tranquilos, pensaron lo que estaba pasando
y resoplaron a la vez, el despacho estaba destrozado, cientos de libros tirados por los
suelos, cuadros, trofeos, papeles y demás mobiliario se encontraban esparcidos por
todos los lugares, ademas del tremendo agujero que la campana hizo en el suelo. Boby
empezó hablar.
– Quiero que nos sentemos, donde podamos, nos relajemos si podemos y
empecemos a pensar, lo que estamos viviendo es algo anormal, ilógico, en nuestra
investigación queríamos saber, que era aquel cráter, quien o que lo había producido,
pues bien, ahora lo sabemos, lo que tenemos que descubrir, es ¿por que?.
Juntaron todas las pistas que tenían, la pluma, la arena, los nombres de Efeso, Esmirna,
Pergamo, Tiatira y Sardis, Boby comentó que en el incendio de la iglesia, el hombre que
sacaron de los escombros, tenia grabada la palabra Laodicea, en el lugar donde
encontraron a su amigo, había escrita la palabra A, en un montón de arena, igual a la
encontrada en el cráter, donde en un árbol, se encontraba grabado el símbolo de
Omega.
Se pusieron todos manos a la obra, entre todos los libros que había en el despacho,
rebuscaron datos, probabilidades, buscaban algo que tuviera sentido.
Pasadas unas horas, las pistas se hacían cada vez mas claras, las pistas obviamente iban
dirigidas a estudiar e investigar cosas bíblicas, lo que sus ojo habían visto, no les dejaba
ninguna duda, que, normal no lo era.
1- La pluma, claramente era del ángel.
2- la letra A, significa Alfa.
3- El símbolo encontrado en el árbol, Omega.
Alfa y Omega se relacionan, en hebreo significa Alef y Tau. Apocalipsis 1:8, Yo soy
el Alfa y la Omega--dice el Señor Dios-- el que es y que era y que ha de venir, el
Todopoderoso.
4- Efeso Apocalipsis 2:1-7 El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en
medio de los siete candeleros de oro, dice esto . “y arrepiéntete, y haz las primeras
obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te
hubieres arrepentido. Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las
cuales yo también aborrezco”.
Nicolaitas, Secta herética, pre-gnóstica, señalada en el Apocalipsis como activa en
algunas Iglesias del Asia Menor.
5- Esmirna, Apocalipsis 2:8-11 El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió,
dice esto. Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la
blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás”.
6- Pergamo, Apocalipsis 2:12-17 “El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto:”.
En Hebreos 4:12 la espada de doble filo se utiliza para describir la Palabra de Dios que
es la fuente de la Verdad.
7- Tiatira, Apocalipsis 2:18-29 “El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y
pies semejantes al bronce bruñido, dice esto:”. No podría ser más claro. Aunque nacido
de una virgen, Quien habla con fuego en los ojos debe de ser tratado como el Hijo de
Dios, no de María.
8- Sardis, Apocalipsis 3:1-6 El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas,
dice esto:” El Señor le recuerda a la Iglesia en Sardis Quién es el que les escribe. Él es el
Dador del Espíritu Santo, y del Guardián del ángel que los pastorea.
9- Laodicea, Apocalipsis 3:14-22 He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio
de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente.
¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré
de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo
necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
10- La arena, Apocalipsis 13:1 Y yo me paré sobre la arena del mar, y vi una bestia subir
del mar, que tenía siete cabezas y diez cuernos; y sobre sus cuernos diez diademas; y
sobre las cabezas de ella nombre de blasfemia.
Querían saber si el cambio de color del cielo significaba algo, el color rojo anaranjado
que todos contemplaron con estupor, el significado seria este: Apocalipsis 12:3
“Entonces apareció otra señal en el cielo: he aquí, un gran dragón rojo que tenía siete
cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas había siete diademas”.
Sabían el nombre del ángel, Gabriel, ángel mensajero, es definido de muchas formas,
entre ellas como el ángel de la anunciación, resurrección, misericordia, venganza y
muerte.

Siempre se repetía el numero siete, una de las conclusiones, no les cuadraban, los
nombres que aparecieron en los cuerpos de los cadáveres, eran los siete sellos, pero
solo tenían 6, esosignificaba que cuando apareciese el séptimo, seria el fin de la
humanidad, la profecía del apocalipsis se realizaría, el ultimo nombre era Filadelfia.
Filadelfia- Apocalipsis 3:7-13 Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de
David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: Yo conozco tus obras; he
aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque
aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. He
aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino
que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo
te he amado. Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más
saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi
Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.”
Gabriel el mensajero, anunciará, vengará la muerte del todo poderoso, el séptimo sello,
resurgirá desde los muertos, agua, fuego, la tierra llorará ríos de sangre, la oscuridad
reinará el universo.
Las siete iglesias de Asia Menor, representan siete periodos de la historia de la iglesia.
1. Efeso Iglesia Apostólica 30 - 100 d.C
2. Esmirna Iglesia Perseguida 100 - 313 d.C.
3. Pérgamo Iglesia Estatal 313 - 590 d.C.
4. Tiatira Iglesia Papal 590 - 1517 d.C.
5. Sardis Iglesia Reformada 1517 - 1790 d.C.
6. Filadelfia Iglesia Misionera 1590 - 1900 d.C.
7. Laodicea Iglesia Apóstata 1900 presente
Bili se quedo con la mirada perdida, tardo un tiempo en reaccionar, cuando lo hizo, se
dirigió a Julia.
– Quiero que me digas exactamente, donde estaban las cicatrices de los fallecidos.-
Julia cogió su libreta y muy despacio las fue nombrando, con voz temblorosa.-
– La primera, es Efeso las cicatrices salieron del brazo derecho, desde la muñeca
hacia el bíceps, la segunda fue Esmirna, en la frente, la tercera, Pérgamo, en el brazo
izquierdo, desde la muñeca hacia el bíceps, la cuarta, Tiatira, en la pierna derecha,
desde los pies hacia la rodilla, la quinta Sardis, en la pierna izquierda.
Boby interrumpió a Julia, comentando:
– La sexta, Laudicea, en un costado, fue la cicatriz que vi en la iglesia que salio
ardiendo, ¿sabéis que significa esto?, No solo son los brazos, las piernas y el resto.
Son las muñecas. Los pies, la frente y el costado, son las heridas de Cristo en la Cruz,
esas señales marcan los clavos de sus muñecas, los de sus pies, la corona de espinos
sobre su cabeza y la lanzada de un romano en el costado produciéndolo la muerte, en
1974, el cielo también cambió de color, pero no pasó nada, han pasado 33 años y todo
es diferente, 33 años, la edad en la que Jesucristo murió.
– Lo que se me escapa a mi mente es, si cada nombre es una señal del sufrimiento
de Cristo, que significa Filadelfia, el séptimo sello, según todos los libros bíblicos, Cristo
tubo solo 6 heridas, significativas. - Elvis respondió a Boby-
– Jefe, referente a lo que nos a comentado de las señales de Cristo, pienso que se
equivoca, a Cristo lo crucificaron de los pies y de las manos, de las palmas, en todas las
iglesias, su figura esta crucificado por las palmas de sus manos. - Rápidamente le
contesto.-
– Si sus manos hubieran sido clavadas por las palmas de las manos, se abrían
desgarrado, al clavarle en las muñecas, seria diferente, La muñeca está formada por
numerosos huesos, y es el lugar donde se articulan la extremidad distal de los dos
huesos que forman el antebrazo el cubito y el radio con el carpo.
El carpo esta formado por 8 huesos pequeños que se disponen en dos filas una
proximal (la más cercana al cuerpo) que se articula con el cubito y el radio y una fila
distal que se articula con los metacarpianos (huesos que forman la mano), gracias a
esos huesos, nunca se desprendería de la cruz, de ahí las cicatrices desde las muñecas.
Absorto en estos pensamientos cogió el coche y se dirigió a la cadena para cumplir las
órdenes de Gabriel; junto a él, en el coche, Elvis y Julia no eran capaces de articular
palabra. Mientras se acercaban a su destino pudieron observar la devastación de la
ciudad: casas derruidas, coches destrozados, todo era un caos, pero no se veía ni un
solo cadáver, sólo había gente caminando sin rumbo, aún sin dar crédito a lo que había
sucedido.
Dentro del caos, Boby, pudo observar mientras conducía, como cientos de ángeles
sobrevolaban sus cabezas.
A la vez que conducía, no dejaba de mirar las notas que habían realizado, dando vueltas
a la cabeza, una especie de frases le parecía que tenia algo de sentido, paro
rápidamente en la calzada, los jóvenes se asustaron un poco, rápidamente miro hacia
los chicos y les explicó, lo que significaban aquellos datos que tantas vueltas habían
dado.
– Juntando las palabras Alfa, Omega, Efeso, Esmirna, Pergamo, Tiatita, Sardis,
Laudicea y Filadelfia, tenemos las palabras y frases, Gabriel, las 7 señales, el no vivo,
con sus espadas de dos filos, el hijo de Dios con los ojos de fuego, el ángel guardián, la
humanidad, riquezas, pobres, la luz se convertirá en oscuridad.
– Si todo lo unimos, la frase sera esta:
– El Angel guardián, Gabriel, el no vivo, el hijo de Dios, con sus ojos de Fuego, con
su espada de dos filos, creará las siete señales, la humanidad que solo piensa en
riquezas, morirá, la luz se convertirá en oscuridad.
– Señores, el fin del mundo a comenzado.

SARDIS.
3:1 Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las
siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás
muerto.
ITALIA.
Al otro extremo del planeta quinientos ángeles se posaban en la Plaza de San
Pedro en el Vaticano. Todos los turistas, peregrinos y visitantes, se sorprendieron con
temor, con la masiva llegada de aquellos seres, un mar de gente corrían sin rumbo;
desperdigándose por todos los recovecos de la plaza, los ángeles se posaron con fuerza,
provocando enormes agujeros bajos sus poderosas garras.
Los visitantes que se encontraban en el recinto intentaban entrar en la basílica, pero las
puertas estaban cerradas, la Guardia suiza, al ver que el cielo se cubría de demonios y
se posaban en la plaza, bloquearon todas las puertas, prohibiendo el paso a todo el
mundo, por lo que no les quedaba otro remedio que intentar resguardarse en la plaza
como podían. Los ángeles formaron impecablemente y permanecieron inmóviles;
entonces llegó Gabriel, y se situó al frente de ellos. La multitud rezaba asustada. Un
niño, de unos cuatro años, soltándose de su madre se acercó a Gabriel, ante la mirada
aterrorizada de la mujer.
La descomunal envergadura del ángel con sus alas desplegadas contrastaba con la
fragilidad del pequeño. Gabriel se arrodilló ante el niño y, ocultando sus garras, le
acarició la cabeza mientras le decía:
−No tengas miedo Franchesco. Ve con tu madre y cuídala mucho.
El niño se alejó corriendo hacia su madre abrazándola con fuerza.
Gabriel, incorporándose, se dirigió a la puerta de la basílica. Un sacerdote,
corriendo hacia él, lo exorcizaba con un crucifijo en la mano sin dejar de repetir:
−Aléjate de aquí, Satanás. En el nombre de Cristo.
Gabriel se detuvo y, mirándolo fijamente, le dijo:
−¿Satanás? ¿A qué te refieres, Piero. Piensas que soy el anticristo? ¿Que vengo a
destrozar la fe cristiana?
−En nombre de Dios te ordeno que te marches −prosiguió el sacerdote.
−Vengo en nombre de Dios, y me parece que me quedo. Sólo sabéis hablar y
hablar. Te haré una pregunta Piero. ¿Por qué la gente pobre y necesitada vive en las
calles, pasando frío y penalidades? Mi nombre es Gabriel y, ahora, vais a ser juzgados.
Levantó su brazo y señalando con un dedo hacia Piero, le lanzó un rayo azul que
le alcanzó el pecho y lo hizo retroceder hasta la multitud. No le dañó pero lo dejó más
aterrorizado de lo que ya estaba.
En el interior del Vaticano los cardenales y obispos contemplaban todo lo que
sucedía en el exterior, por unos ventanales. Estaban atónitos, algunos rezaban, otros
corrían sin saber hacia donde; la Guardia Suiza protegía los aposentos del pontífice.
Éste, en el interior, rezaba arrodillado con un crucifijo entre sus manos. Los guardias,
con sus armas dispuestas, aguardaban la llegada del ser. Algunos temblaban sin poder
ocultar el miedo que le invadían, sin dar crédito a lo que estaba sucediendo.
De repente, los ángeles rompieron la formación y comenzaron a volar sobre las
cabezas de los pobres incrédulos, con sus garras iban cogiendo a la gente y se las
llevaban volando, a otros los cogían de los brazos, de las piernas, del cuello, de todas las
partes y los atravesaban con sus poderosas garras, la policía intentaba detener a los
ángeles, pero todos sus intentos eran imposibles, a la vez que los disparaban, ellos
reaccionaban con mas agresividad, clavaban sus garras en los techos de los coche
patrulla y los lanzaban con virulencia contra las personas y los edificios colindantes.
Gabriel se dirigió hacia las puertas del Vaticano que se encontraban cerradas; se detuvo
delante de ellas , puso su mano y, en un instante, las puertas se deshicieron como si
fuesen de papel.
En la entrada algunos guardias comenzaron a disparar hacia el ángel, descargando sus
cargadores. Gabriel, sin inmutarse, continuó caminando hacia los aposentos del Papa,
lentamente andaba por los pasillos del Vaticano, subiendo por las escaleras de mármol,
se acercaba hacia su destino. El Santo Padre y su escolta sentían cómo se acercaba
aquel ser. Escuchaban aterrorizados como los pasos se oían con más nitidez; de repente
dejaron de sonar, todo daba a entender que se encontraba frente a la puerta.
En ese instante la guardia comenzó a disparar. Cientos de balas se dirigieron hacia ella,
las molduras empezaron a saltar, restos de astillas se desconchaban de la puerta,
decenas de impactos de bala dibujaban la majestuosa puerta, hasta que los cargadores
quedaron vacíos. Todo quedó en silencio por unos instantes, los guardias estaban
seguros que ningún ser podía haber soportado tal cantidad de disparos. La puerta de la
estancia papal, de repente, saltó de sus bisagras cayendo estruendosamente. Allí,
frente a ellos, se encontraba Gabriel mirando a los guardias y al Papa.
Los policías, volviendo a colocar los cargadores en sus armas, reanudaron la lluvia
de fuego con el mismo resultado. Algunos de ellos cayeron al suelo convertidos en
arena mientras que los restantes, al ver eso, corrían despavoridos.
Gabriel se quedó solo con el Papa. Se dirigió hacia él, su santidad empezó a
retroceder, llegando hasta una esquina de su aposento, allí, cerró los ojos y comenzó a
rezar, Gabriel lo cogió del cuello con sus garras, lo levantó del suelo y acercándose a su
rostro le dijo:
−Nuestro Señor nunca tuvo riquezas. Habéis profanado la palabra de Dios.
El Papa no pudo pronunciar palabra de lo asustado que estaba, pero tubo fuerzas
para poder sacarse de su cuello, un cristo que tenia colgado, aquel cristo era de oro
macizo y terminaba en punta, lo agarró con fuerza, levantando el brazo, le clavó el
cristo en el cuello, en ese momento, parecía que aquel crucifijo había penetrado en la
piel de Gabriel, la sorpresa fue, que cuando impactó en su cuello, aquel abalorio de oro,
se partió por la mitad, Gabriel, apretó con fuerzas su mano, partiendo el cuello. El Papa
se convirtió en arena.
Caminando por los pasillos del Vaticano, se dirigió hacia las catacumbas, el lugar era
muy oscuro y húmedo, los escalones estaban desgastados por la humedad, en los lados
un canalón bordeaba toda la escalera, el agua de las lluvias se filtraban por las paredes
y las ratas corrían a sus anchas por el lugar, bajando las escaleras de piedra en forma de
espiral, llegó a una puerta de madera maciza, con unos cerrojos de forja negra, la abrió
con facilidad, siguió caminando, a los lados del pasillos centenares de huesos,
reposaban en paz, decenas de cuerpos se formaban en unos habitáculos de unos
cincuenta centímetros, inscripciones en latín, decoraban el lugar, las ratas jugaban con
los huesos, la humedad se palpaba en el ambiente, el frió penetraba por las grietas de
las paredes, a unos doce metros una puerta blindada, parecida a la de una caja fuerte
de cualquier banco, destacaba en aquel lugar, se colocó frente a ella, la puerta empezó
a derretirse, todo aquel acero se fue deshaciendo, a los pies de Gabriel, sus pasos
lentos, entraron en la habitación, aquel lugar estaba completamente reformado, las
paredes acolchadas, un sistema de ventilación, purificaba el aire, sistemas de alarma
protegía la habitación, el lugar estaba repleto de libros, en el fondo dos atriles de
cristal, encima de ellos, la sabana santa, enmarcada en un cristal de unos cinco
centímetros de grosor, la iglesia realizó una copia, mandándola a la capilla real de la
Catedral de San Juan Bautista, en Turín, también conocido como la Síndone de Turín, la
Sábana Santa o el Santo Sudario: debajo de él, un atril, dentro un libro corroído por el
tiempo, en sus hojas se podía leer:

El primero, amarás a Dios sobre todas las cosas.


El segundo, no tomarás el nombre de Dios en vano.
El tercero, santificarás las fiestas.
El cuarto, honrarás a tu padre y a tu madre.
El quinto, no matarás.
El sexto, no cometerás actos impuros.
El séptimo, no robarás.
El octavo, no dirás falso testimonio ni mentirás.
El noveno, no consentirás pensamientos ni deseos impuros.
El décimo, no codiciarás los bienes ajenos.
Los diez mandamientos, tenían un lugar apropiado en esa habitación.

En otro atril, solo se veía una pagina desgastada por el tiempo, en ella se leía:

El señor, no quiere riquezas, ni templos de oración, coge un tronco y allí estaré, levanta
una piedra y contigo estaré, mi palabra será tu palabra, mi alma tu corazón, a los que
blasfemen mi voz, el Alfa y Omega, regresará, Filadelfia será el último, siete trompetas
sonarán, la luz se convertirá en oscuridad.
Gabriel acercó su mano derecha hacia el atril, señalando con un dedo, de él una de sus
garras, empezó a crecer, la acercó al cristal y empezó a rajarlo, se fue partiendo por la
mitad, parecía mantequilla, cogió las dos partes del cristal, las lanzó hacia las paredes
repletas de libros, recogió el contenido del interior y se marchó lentamente; a la vez
que salía por la puerta, el sudario empezó a arder desde su interior, poco a poco, toda
la habitación, se cubrió de llamas.
Antes de salir, el sistema, de seguridad se puso en marcha; desde la paredes unos
cristales blindados iban cubriendo por completo la habitación, los aspersores
comenzaron a desprender agua , el cometido de la seguridad: proteger todo el
contenido que el Vaticano, guardaba con tanto recelo, mientras todo esto sucedía,
desde las escaleras de caracol, un sacerdote bajaba con mucho sigilo, acompañado de
una biblia y un crucifijo en sus manos, agazapado entre los escalones y las paredes, se
acercó a Gabriel, extendió el crucifijo y con la biblia acercándola al pecho empezó a
increparle oraciones y rezos en latín, Gabriel se acercó a él, extendió su mano hacia su
cabeza, posandola con las palmas abiertas, el sacerdote dejó que aquel ser le tocase la
cabeza, durante diez segundos, Gabriel mantuvo su mano en aquella posición, varios
flash de imágenes, penetraron en la cabeza de Gabriel, las imágenes no eran del agrado
del ángel, podía ver con claridad, como aquel sacerdote que con la biblia en la mano, el
crucifijo en la otra, le increpaba que se marchase en el nombre de Dios, abusaba de
niños, en aquella visión, veía al sacerdote realizando tocamientos, a los monaguillos de
su iglesia, aquel personaje de unos 55 años abusaba de niños, diciéndoles que el señor
quería que nos amasemos los unos a los otros, los pobres niños lloraban, pero
aceptaban las condiciones de aquel párroco, cuando las imágenes terminaron, Gabriel
giró bruscamente su cabeza, partiendole el cuello, el sonido del crujido retumbó en la
habitación, los aspersores se pararon, los cristales de seguridad se rajaron y todo volvió
arder.
La gente, aterrorizada en el exterior, esperaba una respuesta a lo que estaba
sucediendo, cuando una fuerte explosión hizo volar por los aires el monasterio. Gabriel
apareció majestuoso de entre las ruinas y, extendiendo sus alas, caminando lentamente
sus pies apenas rozaban el empedrado suelo, colocado en el centro de la plaza, los
demás ángeles le rodearon en formación, el suelo empezó a vibrar, trozos de arena
rebotaban en el empedrado, decenas de grietas salieron sin rumbo desde sus pies, las
dimensiones iban en aumento, a la vez que los transeúntes caían sin cesar, la gente
corría aterrada, pero las enormes grietas iban sucumbiendo ante ellos, las columnatas
de la plaza hicieron un efecto domino, caían sin cesar, aplastando a todos que se
encontraban a su alrededor, la plaza se convirtió en una enorme escombrera, las
tuberías de agua estallaban, las alcantarillas se elevaban por encima de sus cabezas, el
fuego se hizo eco de todo el lugar, la plaza de San Pedro desapareció ante sus pies, una
enorme bola de energía se formó alrededor de las grietas, debajo de sus pies, un
sonido seco y grave retumbo en la inexistente plaza, tanto Gabriel como sus ángeles
desaparecieron en el cielo.

LAODICEA
3:19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.
NEW YORK.
En el otro lado del mundo Boby llegó a la cadena de televisión donde trabajaba.
Entró al despacho de su jefe y amigo y le dijo:
−Tom , quiero que salgamos en antena. Tengo algo que contar al mundo.
−¿Qué sabes? ¿Qué has descubierto?
−Lo sabrás al mismo tiempo que el resto de la gente.
Tom se puso manos a la obra y, en cuestión de minutos, preparó un set para que
Boby diese la noticia de lo que estaba ocurriendo.
El profesor, delante de las cámaras, con el rostro sereno, estaba preparado para
informar a la población.
−Boby, conectamos en 5, 4, 3, 2, 1. Estamos dentro.
−Estimados conciudadanos, soy Boby Carter, normalmente me dirijo a ustedes
para comunicarles las noticias meteorológicas. Hoy eso pasará a un segundo plano. Os
estaréis preguntando, como yo, qué está sucediendo. Realmente no lo sé, lo único que
puedo decirles es que en Estados Unidos hemos sobrevivido algo más de doscientos
millones de personas. Todos nosotros tenemos que desplazarnos a unos hangares que
han sido habilitados; la ubicación exacta la desconozco, pero según me han informado,
los veremos con nitidez y sabremos dónde nos tendremos que dirigir, lo que voy a
contar os parecerá una locura, pero creo que todos hemos visto, centenares de ángeles
volando por la ciudad, así que pienso, que no se tratará de algo tan descabellado.
Lo que esta sucediendo, es el fin de la raza humana, hace unas horas mantuve una
conversación con aquel ser que durante este tiempo aterrorizó la ciudad, su nombres es
Gabriel, el arcángel Gabriel, el mensaje que trae, es que el ser humano no ha
comprendido el mensaje de Dios, la iglesia oculto su mensaje y construyeron algo que
nunca quiso el señor, la fe se encuentra en nosotros.
Muchas gracias por su atención y que Dios nos ayude.
−Corten. Estamos fuera de antena. ¿Qué hacemos? ¿Qué significa esto?
−preguntó Tom francamente preocupado.
−No lo sé Tom. Creo que deberíamos hacer lo que nos digan.
En ese momento, la redacción se iluminó por completo. Rápidamente se
dirigieron a las ventanas para descubrir el origen de esa extraña luz. Al fondo de la calle
vislumbraron una especie de bola brillante; de ella salían unos haces de luz en forma de
estrella señalando varias direcciones. Eran los indicadores que la gente debía de seguir
para llegar a sus lugares de destino.
Todos comenzaron a hacerlo en silencio, familias enteras con sus hijos, gente en
solitario... Lo hacían sin preguntar, unos con miedo, otros ilusionados, nadie se quedaba
en casa. Era como si una fuerza sobrenatural los obligase a dirigirse hacia el lugar que
tenían predestinado. La imagen era de todas las calles llenas de gente, todos en una
misma dirección, ricos, pobres, blancos, negros, todos iguales, ahora nadie era
diferente al resto de la población.
En el lugar de donde provenía la luz, se alzaba una enorme estructura de cristal de
dimensiones iguales a la de una gran ciudad.
Era majestuoso; su altura podría rondar los treinta kilómetros. Esa megalítica estructura
había surgido de repente de las entrañas de la tierra.
Boby, al igual que el resto de personas, se dirigió hacia la luz, acompañado por
sus compañeros de trabajo. Según iban caminando pudieron observar la devastación de
la ciudad: calles destrozadas, coches ardiendo, tiendas derruidas, viviendas arrasadas…
El caos era absoluto y había sido a nivel planetario.
Caminando por la ciudad, veían la devastación del lugar, lagunas de agua se formaban
en calles céntricas, producidas por las olas, edificios derruidos o apunto de
derrumbarse, los gases del alcantarillado flotaba por la ciudad, la gente que había
sobrevivido se dirigía hacia la estructura, desde el aire se podía observar miles de
personas, unas detrás de otras, caminando juntas.
Algunas tiendas eran saqueadas por vándalos, decena de personas entraban a los
locales, saliendo con ropa, televisores y artículos de gran valor, la policía estaba
desbordada, tenían que controlar a la masa histérica, pero también se dirigían hacia la
estructura, el caos se apoderó de la ciudad, los ángeles poco a poco tomaron el control
de la ciudad, la gente que no se dirigía hacia la luz, eran conducidos por ellos,
sobrevolaban los cielos, cogían de sus garras a las personas y se las llevaban volando,
los que intentaban resistirse, eran atacados y destruidos, cientos de ángeles surcaban
los cielos, otros se dirigían caminando por las calles.
Mientras los ángeles caminaban por la ciudad, un joven de unos 30 años, se dirigió
hacia una vivienda para esconderse, entró en un portal, con una pistola entre sus
manos, de una patada entró en una vivienda, entrando en un cuarto se encontró a un
niño de unos 12 años, le apuntó con su arma, obligandole a decir donde escondía el
dinero, el niño estaba muy asustado, le comentó que había perdido a su madre, que el
no sabia nada, que tenía mucho miedo y que solo quería encontrar a su madre, el
ladrón le dio una bofetada, tirándole al suelo, se puso a rebuscar entre los cajones,
tirando todo, descolocando la casa, un ruido de crujir, se escuchó desde la habitación,
alguien subía por las escaleras, rápidamente, el ladrón agarró al niño del cuello
apuntándole con su arma, se cubrió en uno de los rincones de la habitación, esperando
que alguien entrase, aquel niño esperaba que fuese su madre, que volvía a recogerle,
en ese instante la puerta se abrió, uno de los ángeles que andaba por las calles, entró a
la casa, se dirigió hacia la habitación, colocándose de frente a ellos, desplegó sus alas y
velozmente arrebató el arma al ladrón, lo cogió del cuello y lo lanzó hacia una de las
paredes, chocó su cabeza sobre ella, partiéndose el cuello, luego se acercó al niño, lo
cogió de la mano y le comentó que no tuviera miedo, su madre estaba en un sitio
seguro, que no se preocupase, que dentro de unos minutos, podría abrazarla, que su
madre no se había olvidado de el, su madre le estaba esperando con los brazos
abiertos.
En ese mismo edificio, en la tercera planta, cinco jóvenes se encontraban en el salón,
sus edades comprendían desde los 18 hasta los 23, tres mujeres y dos hombres, la
vivienda no era de ninguno, gracias al caos, irrumpieron en la casa para poder realizar
una sesión de espiritismo; aquellos jóvenes estaban encantados de lo que estaba
sucediendo, vestidos con ropas negras, maquillados con la tez pálida, habían dibujado
un pentagrama en el suelo del salón, con pintura blanca dibujaron una estrella de cinco
puntas, invertidas hacia abajo, para adorar al diablo, rodeados de velas negras, con las
ventanas tapadas, para que la claridad no penetrase, empezaron a realizar rezos,
invocando al diablo, alrededor del pentagrama unieron sus manos, cerraron los ojos y
siguieron con sus oraciones.
En ese instante entre la oscuridad del salón se pudo apreciar el ruido de unas pezuñas
que se dirigía hacia ellos, un escalofrió les invadió el cuerpo a todos, cada vez el ruido
se sentía mas, sus miradas se dirigieron al fondo del salón, de allí poco a poco se fue
materializando la imagen de Gabriel, completamente transformado en ángel, se acercó
a ellos, los jóvenes se soltaron de las manos, una de las muchachas, se levantó y se
dirigió hacia Gabriel, diciéndole:
– Somos tus siervos, queremos recibir tu poder.-Gabriel, les respondió.-
– Queridos, niños, con estas cosas no se juega, puede que lo que veáis no os
guste, esta sociedad piensa en el bien y en el mal, vosotros adoráis el mal , ¿que
significa para vosotros el mal?, todo esta relacionado, ¿queréis ver al mal?, pues
dejarme que os lo enseñe.
En ese instante Gabriel desapareció, un ruido de aleteo se escuchaba cada vez mas
fuerte, los jóvenes lo escuchaban, cuando aquel ruido se hizo mas intenso, las ventanas
del salón, saltaron por los aires, tres ángeles entraron por las ventanas, esparciendo
cristales por toda la casa, los jóvenes se asustaron, se fueron arrastrando hacia las
paredes de la habitación, mientras temblaban de miedo, aquellos ángeles los agarraron
con sus garras y se los llevaron volando.
En la calle 216E con la 46th. st., a seis manzanas de Central Park, se encuentra la iglesia
Bautista, el Sagrado corazón, allí centenares de feligreses, la mayoría de habla hispana,
se reunieron para rezar, cuando la iglesia estaba al completo, varios feligreses fueron
cerrando las puertas, el párroco se colocó en el púlpito, empezando su responso diario,
la iglesia estaba abarrotada, los bancos de oración llenos, los pasillo repletos de gente,
apenas cabía un alfiler, desde los laterales, unos feligreses empezaron a rociar la iglesia
con gasolina, a la vez el párroco, comentaba desde megafonía, que el diablo nunca
atraparían sus almas, estaban dispuestos a morir consumidos por las llamas, antes de
ser arrebatados por los ángeles demoníacos, que habían llegado para derrotar la fe, del
señor.
Todos los feligreses se abrazaban entre ellos, estaban dispuestos a morir, hombres,
mujeres con sus hijos, hermanos, vecinos, familiares, todos querían que las llamas se
llevasen sus almas, que Dios bajaría desde los cielos para recogerlas.
Cuando terminaron de vaciar los bidones de gasolina que esparcieron por toda la
iglesia, el párroco cogió una vela, la acercó hacia un tapiz con la figura de cristo,
mientras comenzaba arder, se santiguo, pidiendo al señor que protegiese a todas las
almas que se encontraban en el interior, rápidamente el fuego se fue esparciendo por
las paredes, el techo se trasformó en un manto de llamas, los humos empezaron a
cubrir toda la iglesia, los feligreses aguantaban con fuerza, rezando y agarrándose entre
ellos, algunos de ellos perdieron la fe, e intentaron sin éxito salir de aquel infierno,
cuando el humo se hacia cada vez mas intenso, las vidrieras con imágenes religiosas,
estallaron, a la vez que salían por los aires, decenas de ángeles entraron en el interior,
sobrevolando por encima de la gran condensación de humo, los allí presentes, miraban
con temor el vuelo de aquellos ángeles, una luz blanca penetró desde una ventana que
se encontraba en lo mas alto del techo, su forma de cruz, dejo la imagen de la ventana
reflejada en el suelo, a los pies del cristo que presidia la iglesia, desde lo alto, Gabriel se
apareció ante todos los allí congregados, transformado en ángel, desplegó sus alas, se
acercó hacia el cristo, arrancándolo de la base que le sujetaba, aquel cristo mediría
unos seis metros de alto y pesaría alrededor de unos 300 kilos, una vez desencajado de
su base, lo lanzó con virulencia, hacia las puertas de la iglesia, abriéndolas, dejando que
el humo que se concentraba en el interior, saliese hacia la calle, todos los que se habían
encerrados, comenzaron a salir hacia el exterior, el fuego empezó a desaparecer,
mientras los ángeles volaban por encima de sus cabezas, fueron seleccionando a los
niños mas pequeños, se lanzaban sobre ellos y con sus garras los atrapaban,
llevándoselos lejos de allí.
Una vez que la iglesia estuvo completamente sola, Gabriel se dirigió hacia la puerta, se
acercó al cristo, acariciándole la cara, a la vez que decía:

No se por que la gente adora a una madera, tu estas en nuestro interior.

Desplegó sus alas y se perdió entre las nubes.

FILADELFIA.
3:12 Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá
de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la
nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.
LA DECISION.
El Presidente de los Estados Unidos se reunió con los demás jefes de estado
comunicándoles que todo el potencial militar que poseían, tendrían que dirigirlos hacia
los hangares y comenzar una ofensiva definitiva contra los invasores. Todas las bases
militares del país se movilizaron; en las de la Fuerza Aérea los aviones se abastecieron
con su mortífera carga y se prepararon para la gran ofensiva; las del Ejército de Tierra
también estaban preparadas y en posición para el ataque; miles de soldados, cientos de
tanques, armamento pesado y grupos de operaciones especiales, estaban a la espera
de recibir la orden directa del presidente.
La Marina había desplegado todos sus efectivos; barcos de combate, fragatas y
portaaviones se encontraban en alerta, preparados para la gran batalla.
En la Casa Blanca todo estaba dispuesto para la evacuación del Presidente. En el
salón presidencial, los generales, ministros y jefes de gabinete abandonaron el
despacho dejando solo al mandatario por petición expresa. Cogió una Biblia que tenía
en el cajón y, asomándose a la ventana, pronunció unas palabras para sí mismo:
−Que Dios nos ayude.
La puerta se abrió y su secretario personal le indicó que el Air Force One estaba
preparado para llevarle a un lugar seguro; debía de abandonar ya la Casa Blanca. Tomó
asiento junto a su esposa y a sus dos hijas en el avión y aguardó el despegue. Éste fue
tranquilo, rutinario, nada fuera de lo normal. Desde el avión, el Presidente,
telefoneando a cada uno de los generales, les dio luz verde para comenzar el ataque,
mientras contemplaba la dantesca panorama de la ciudad.
En ese instante el radar del Air Force One detectó un objeto acercándose a gran
velocidad, era Gabriel. Cuando llegó a la altura del avión, se colocó en una de las
puertas de emergencia y la atravesó incorpóreamente. Se materializó dentro del avión y
se dirigió hacia donde estaba el presidente. Dos escoltas le cortaron el paso disparando
sobre él sus armas, vaciando varias veces sus cargadores, pero sin éxito. Gabriel,
cuando llegó a su altura, puso las manos sobre sus cabezas haciendo que éstos se
desplomaran convertidos en arena.
El Presidente, aterrado, corrió junto a su familia, que se encontraba en otro camarote al
otro extremo del pasillo. Encontró a su esposa e hijas arrodilladas y abrazadas en un
rincón. Se acercó a ellas y quedaron unidos enlazando sus manos.
Al otro lado de la puerta unos pasos se acercabaninexorablemente hacia ellos. De
repente el pomo de la puerta giró, pero no se abrió; estaba cerrada con llave. Como
hizo para acceder al avión, el ángel atravesó la entrada como si fuera mantequilla,
materializándose majestuosamente ante los aterrados ojos de los presentes, quedando
frente a ellos con aspecto sereno. Se acercó a una silla y tomó asiento.
−No tengáis miedo, pequeñas; y tú tampoco Mila−refiriéndose primera dama−.
Sólo estaré un momento; tengo mucho trabajo que hacer, sólo quiero decir a vuestro
padre una cosa: Presidente, todo depende de vosotros, sólo reaccionáis, si veis, pues
aquí tenéis la respuesta.
Se incorporó de la silla y, transformándose en ángel, desplegó sus alas y atravesó
las paredes del avión.
Cuando Gabriel se marchó, dos ángeles se posicionaron en las alas del Air Force One,
sus garras se incrustaron en los motores, seguidamente los pilotos perdieron todo
control del aparato, ahora estaban siendo dirigidos por aquellos seres, dos F-16 que
escoltaban al presidente intentaron deshacerse de los monstruos alados, no sabían
como, tanto los misiles como las ametralladoras del calibre 50, destrozaría por
completo el avión, los pilotos hablaron con la base, ellos le comunicaron que abriesen
fuego a su señal, los militares armaron sus ametralladoras, apuntaron hacia los ángeles,
con las manos colocadas en el botón de fuego, esperaban el Ok de la base, su acción de
fuego seria devastadora, 1200 disparos por minuto impactarían sobre los ángeles, o lo
que es peor, sobre el Air Force One. Cuando los F-16 se colocaron en posición, con el
blanco en sus radares, del cielo surgieron otros dos ángeles, se colocaron siguiendo su
estela y como si fuesen de papel los partieron por la mitad, una enorme explosión se
formó en el cielo.
El Avión Presidencial fue conducido al aeropuerto Ronald Reagan, en Washington, las
terminales A y C estaban destruidas, decenas de aviones ardían, junto a ellos se
apreciaba gente caminando hacia la estructura, el Air Force One aterrizó en la terminal
B, una vez en tierra los dos ángeles entraron en el interior, cogieron a la familia
presidencial y a los pilotos, y volando los llevaron hacia la estructura.
Una multitud enorme de gente que no sabía donde ir, vio como el avión presidencial
tomó tierra, vieron como aquellos ángeles se llevaban a su presidente, el aeropuerto
estaba destruido, al ver que en una de las pistas se encontraba el Air Force One, se
dirigieron hacia el, sus intenciones eran de huir de allí, no sabían donde, pues el planeta
estaba completamente bajo el mando de los ángeles, lo único que querían era huir,
decenas de personas se dirigieron al avión, uno de los pilotos del Ronald Reagan, que se
encontraba con varios compañeros, tomó la decisión de coger aquel aparato y
marcharse muy lejos, sus compañeros le siguieron, una vez sorteado a la gente, entró
en el interior del aparato, se colocó en la cabina, comprobó si tenia algún desperfecto o
fallo, las condiciones eran casi perfectas, tenia combustible, todo parecía perfecto, los
sistemas de seguridad, detectaron un fallo en las alas, justo al lado de los motores, esos
fallos eran unos desgarros que tenían las alas, a consecuencia de los desgarros de los
ángeles, pero eso no era ningún problema para despegar, encendió los motores y se
puso en marcha para tomar pista, la gente corría alrededor del avión para subirse a él,
con las puertas abiertas se podía ver gente intentando trepar al avión, el piloto accionó
el botón de cierre de puertas, mientras el avión circulaba por una de las pistas, la gente
se iba cayendo desde el, una vez cerradas, pudo divisar un trozo de pista que le daba
margen para coger velocidad y poder despegar, aquel avión estaba repleto de gente,
llevaba demasiado peso, pero eso daba igual, lo único que querían era marcharse de
aquel infierno.
Con todos los motores funcionando a todo rendimiento, el avión fue acelerando cada
vez mas, la velocidad era cada vez mas alta, el pensamiento de los allí dentro era de
libertad, que pronto estarían a salvo, desde el cielo se divisó a Gabriel, se colocó al
fondo de la pista, desde la cabina del avión podían ver aquel ser delante de ellos, pero
el piloto estaba convencido que podría elevarse, dejándolo atrás.
Gabriel veía como el avión se acercaba hacia él, desplegó sus alas y se colocó de
rodillas, el avión empezó a temblar, cada vez era más intenso, el piloto cogió con fuerza
los mandos y empezó a elevarlos, sus brazos vibraban junto a los mandos, antes que las
ruedas despegasen del suelo, toda la pista empezó a desquebrajarse, inmensas grietas
se fueron formando, por todos los lados, de frente a Gabriel, un enorme cráter se
formó a sus pies, una de las ruedas del avión penetró en una de las grietas, el piloto
perdió el control, el aparato empezó a escorarse hacia un lado, una de las alas chocó
brutalmente contra el asfalto, los depósitos estallaron y en una gran bola de fuego
cubrió el avión, en el interior los gritos se impregnaron junto al olor de queroseno, cada
vez se hacia menos soportable el olor, el calor empezó a aumentar, el fuego penetró en
todos los recovecos del avión, sin control ninguno, se dirigía hacia Gabriel, cuando
quedaban escasos 100 metros, el cráter se partió por la mitad, decenas de grietas,
partieron la pista, el avión fue tragado por la tierra, una inmensa bola de fuego cubrió
la pista de aterrizaje.

LA ESTRUCTURA
EL ATAQUE.
El primer ataque fue el de la Marina. Toda la flota desplegó sus misiles y con una
asombrosa coordinación los lanzaron al unísono contra la enorme estructura surgida de
las profundidades de la tierra. Las mortíferas armas silbaban surcando el cielo hacia su
objetivo. De repente y, sin saber de donde, cientos de ángeles aparecieron de la nada y,
a una velocidad vertiginosa, chocaron contra los cohetes destruyéndolos todos, sin
sufrir ellos ni un solo rasguño.
Los generales, atónitos, sin dar crédito a lo que sucedía dieron la orden de ataque
a la Fuerza Aérea. Desde todas las bases del país, cientos de aviones despegaron rumbo
al objetivo marcado. A medida que se acercaban a su objetivo rearmaron los misiles y
se prepararon para el ataque. Cuando todo parecía preparado para ello, cientos de
ángeles levitando se situaron frente a ellos. Los aviones dispararon su carga de muerte
y, en ese instante, los ángeles en formación, desplegaron sus alas y crearon una especie
de bola de energía, brillante y de color rojizo que, tras un seco estruendo, destruyeron
todos los misiles. El haz de luz siguió su camino destruyendo además a los aviones que
los habían lanzado, llenando el cielo de bolas de fuego provocadas por las explosiones.
En tierra la gente observaba el desastre y se concienciaban de que cualquier acción por
impedir lo que tenía que suceder estaba abocada al fracaso.
La última oportunidad de los militares era el Ejército Terrestre. Tras una orden
ejecutoria cientos de tanques, vehículos y personal militar se dirigieron a su destino.
Los ángeles desde el cielo observaban el despliegue militar y se disponían a atacar. En
formación realizaron un picado sobre los atacantes y los rodearon. Comenzó el fuego;
los ángeles desplegaron sus garras y, como si de mantequilla se tratase, los seccionaban
por la mitad. Como era de esperar los disparos no hicieron ninguna mella en el ejército
alado. El espectáculo era dantesco, miles de cadáveres se esparcían por el campo de
batalla. Gabriel se posó suavemente en el suelo frente a las tropas; elevando su vista al
cielo abrió los brazos desplegando sus alas. De repente una luz brillante de color azul, lo
cubrió totalmente, formando a su alrededor una enorme bola de energía.
Tenía los ojos cerrados en absoluta concentración. Abrió los ojos y, desplegando sus
alas hacia delante, lanzó la enorme bola de energía contra los atacantes. Todo lo que
había a su alrededor fue destruido, incluidos máquinas y personas.
A varias millas de la estructura, 12 bombarderos Northrop Grumman B-2 Spirit,
cargados cada uno con, 6 bombas, 2 de Uranio, 2 de Plutonio y 2 de Neutrones, se
dirigían velozmente, hacia una de las estructuras,era su ultima carta, la velocidad de
crucero que llevaban era de 720 km/h, su formación alineada daba miedo, apenas se
escuchaban sus motores, eran invisibles para todo el mundo, uno de los pilotos, salió
de formación, le siguieron dos mas, aceleraron la velocidad, activaron sus radares y
fijaron su ataque a la estructura de cristal, que resurgió desde las entrañas de la tierra,
si funcionaba, irían por todo el país destruyendo aquellas estructuras que aterrorizaban
a todo el mundo, a escasos seis kilómetros, sus radares se activaron, se colocaron en
formación y se situaron encima de la mega estructura, los tres aviones sobrevolaban sin
ver a ningún ángel, les parecía muy extraño, pero eso no les iban a detener, con la
estructura a sus pies, abrieron las escotillas de las bombas y comenzaron a soltarlas, 18
bombas empezaron a caer desde el cielo, a los militares no les importaba que dentro de
la estructura y de sus alrededores, civiles estuviesen allí, para ellos lo mas importante
era acabar con aquellos seres.
Detrás de los 8 bombarderos, se encontraban una decenas de ángeles, se aproximaron
hacia ellos y con sus garras, de los pies y de las manos, penetraron la coraza de los
aviones, cuando los pilotos perdieron el control de sus naves, los ángeles desplegaron
sus alas y se dirigieron hacia el espacio, velozmente fueron tomando altura, fueron
atravesando cada capa de la atmósfera, a los 18 km pasaron la Troposfera, continuando
la velocidad pasaron a la Estratosfera, los pilotos perdieron el control, cayendo
desmallados, a unos 50 Km de altitud, la velocidad cada vez era mas alta, los aviones
empezaron a temblar, la pintura que recubrían los aparatos, se fue desconchando
rápidamente, cuando llegaron a la Mesosfera la temperatura bajo a -70º C, superando
los 80 km, los ángeles volaban a mas de 1900 km/h, sus alas se cubrieron con una fina
capa de hielo, atravesaron la Termosfera a unos 690 Km, dentro de los aviones
solamente quedaban trapos, el vació que se produjo dentro de la cabina, junto las
fuertes presiones, hizo que los pilotos, reventasen por dentro, cuando llegaron a
alcanzar los 3.500 Km/h, llegaron a la Exosfera, las bombas estaban apunto de estallar,
por los cambios de temperatura y de presión, cuando superaron los 800Km, de altitud,
soltaron a los aviones y explosionaron, por la cantidad de bombas que almacenaban en
su interior, se pudo observar desde la tierra, como se iluminaba el cielo, dejando una
explosión de colores, parecía el cuadro de un pintor, el ruido también se pudo percibir,
cientos de Kilotones explotaban en el inmenso mar de estrellas.
La gente que se encontraba en los alrededores de la estructura, veían caer aquellas
bombas, un silbido se escuchaba en el aire, con una precisión absoluta, una a una
fueron explosionando en la estructura, inmensos hongos de humo y fuego se formaron
en lo más alto, a su alrededor se formó una intensa concentración de humo, en el suelo
se pudo percibir, un temblor, la muchedumbre, se arrojó al suelo, se cubrió la cabeza
con las manos, esperando que todo pasase, cuando aquella condensación se disipó,
tanto desde el aire, como desde la tierra, pudieron comprobar que la magnifica
estructura, no había sufrido ningún daño, permanecía intacta, los pilotos se sentían
conmocionados por el resultado, dieron media vuelta, marchándose a toda velocidad,
descargados de sus potentes bombas, remontaron el vuelo hasta llegar a 3.985 Km/h,
prácticamente casi superando los 4G, los ángeles que desde el espacio veían a los
aviones huir, retomaron el vuelo en caída libre, sus cuerpos formaron una bola de
fuego, se dirigieron hacia ellos, e impactaron sobre sus aparatos, desintegrándose en la
majestuosidad del cielo, las opciones del ser humano había desaparecido, nadie ni
nada, podía acabar con aquella presencia que estaba dispuesta a terminar con la raza
humana.

GABRIEL REGRESA A LA TIERRA.


1:7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos
los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.
LA ESTRUCTURA.
El grueso de la batalla había tenido lugar cerca del edificio al que se dirigían miles
de personas, entre las que se encontraba Boby; milagrosamente nadie resultó herido.
Gabriel, transformado en humano, se acercó a Boby y, rodeándolo con el brazo,
lo tranquilizó; todo iba transcurriendo según los planes establecidos. Lo acompañó
hacía la entrada de la majestuosa estructura. Era cristalina de un color azul intenso, su
forma era piramidal, sobresalían, por los bordes, partes de cristal en forma de
diamante; era simplemente majestuosa. Cuando penetró en el interior, tomó
conciencia de lo gigantesca que era. Mirase donde mirase, la inmensidad de la
estructura era brutal, no había pasillos ni recovecos, todo era diáfano. Las paredes
estaban cubiertas de pequeños habitáculos muy parecidos a ataúdes, con forma de
diamante; su color era igual que el exterior: azul intenso. Lo que más le sorprendió fue
que en el interior de los cristales se encontraban seres humanos. Había todo tipo de
personas, niños, mujeres, ancianos... En la inmensidad de la estructura se podía ver a la
gente en fila.
Los ángeles volaban libremente y de vez en cuando realizaban un picado y con
sus garras segaban la vida, sin ningún miramiento, a aquellos que estaban esperando
temerosos la muerte. Las personas estaban inmóviles; parecían muertos, pero no lo
estaban, tenían conciencia.
Mientras Gabriel continuaba hablando con Boby, los ángeles que se encontraban
en el interior de la estructura, introducían a las personas en sus habitáculos
correspondientes; seguidamente, les tocó el turno a Elvis y a Julia, que fueron
acompañados por dos ángeles y encerrados en sus cámaras. Tras un laborioso proceso
de acomodo, todo concluyó, sólo quedaba Boby por ocupar su lugar.
Gabriel le cogió del hombro y lo acompañó al lugar que le correspondía.
−No tengas miedo; todo terminó; te prometo que nadie sufrirá.
−Creo que te equivocas. Aquí dentro hay gente que no se merece esto −comentó
Boby.
−Hay tantas cosas que el ser humano no merece.
En ese momento Boby entró en su habitáculo; el cristal se cerró quedando
completamente inmóvil. Gabriel, frente a él, colocando la palma de su mano en el
cristal, le dijo:
−Espero que podáis pensar bien lo que habéis hecho.
Todo el planeta, se encontraba en silencio, el trafico, las fabricas, el trasiego de gente,
había desaparecido, el único sonido era el de los animales caminando libremente
ajenos a lo que pasaba, el viento penetraba por las copas de los arboles, los ríos fluían
libremente por su caudal, las olas rompían contra los espigones, la naturaleza había
tomado el mando de la vida.
Dentro de las estructuras que resurgieron desde las entrañas de la tierra, que se habían
alzado por todos los rincones del mundo , se empezó a escuchar un murmullo, iba en
aumento, las palabras se escuchaban en arameo.
PADRE PERDONALOS PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN.
Cuando se escuchó esa frase, todos los que se encontraban en el interior de los
habitáculos, comenzaron a sangrar desde sus espaldas, decenas de cicatrices se
dibujaban en sus cuerpos, eran muy profundas, las caras de los encerrados,
gesticulaban, arrugando sus facciones, el dolor que percibían era muy intenso,
brotándoles desde su cuerpo, ríos de sangre les iba resbalándo por sus piernas. - El
arameo siguió sonando.-
DE CIERTO TE DIGO, QUE HOY ESTARAS CONMIGO EN EL PARAISO.
En esta segunda frase, los brazos por si solos se colocaron en forma de cruz, los
hombros crujieron, desencajándose de los omóplatos, la acción del gesto fue muy
rápido, un ruido martilleante se escuchó en todo el recinto, fue seco, retumbando el
lugar, todos los presentes empezaron a sangrar por la muñeca derecha, un gran
agujero, se formó en su piel, atravesándola totalmente. - Otra frase retumbo, la
estructura.-
MUJER, HE AHI TU HIJO, HE AHI TU MADRE.
La muñeca izquierda, recibió el mismo castigo, comenzó a sangrar, salpicando el
habitáculo donde se encontraban atrapados, por los antebrazos un reguero de sangre,
fluía por todo el costado, la cantidad de sangre que perdían se acumulaba en el suelo.
DIOS MIO, DIOS MIO, ¿PORQUE ME HAS DESAMPARADO?.
Otro golpe martilleante se escuchó, retumbando la estructura, los pies comenzaron a
sangrar, los dos pies fueron atravesados por algo que no se podía ver, pero unas
enormes heridas, se hicieron visibles, las sangre volvía a presidir, en aquel abitaculo.
TENGO SED.
Desde sus frentes, gotas de sangre se dirigían hacia sus caras, cubriendo los ojos y el
rostro, fue bajando hasta sus pechos, impregnando la ropa por completo.
CONSUMADO ES.
Desde el costado derecho, empezó a brotar sangre, cayendo hacia el suelo, toda la
sangre se estancaba en el mismo sitio, la imagen era dantesca, los cuerpos de todas las
personas, llenas de sangre, daba una visión horrible, el sufrimiento cada vez era mayor
y se retorcían de dolor, dentro de sus compartimentos.
PADRE EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPIRITU.
Todos los encerrados en sus habitáculos, dieron una bocanada de aire, sentían como la
boca se les llenaba de sangre, un sabor a óxido corría por sus gargantas, el pecho
empezó a contraerse, buscando un poco de oxígeno, sentían como el alma se les iba
arrebatando poco a poco, a continuación, cerraron sus ojos, y entraron en un sueño
eterno.
Las heridas de cristo se plasmaron en todos los habitantes del planeta, comprobaron
por si mismos, aquel sufrimiento.

Los ángeles se colocaron en formación en el centro de la estructura. Rodearon a


Gabriel que aún tenía su forma humana; en cuestión de segundos se transformó en
ángel. Todos desplegaron sus alas y se arrodillaron, después cubrieron todo su cuerpo
con ellas y su piel comenzó a convertirse en piedra.
La imagen de aquellos ángeles, convertidos en piedra, y la de miles de personas a su
alrededor, crucificadas, era tremenda.

Bajo los pies de Gabriel fue formándose una bola de luz color rojizo que aumentaba su
tamaño rápidamente, hasta llegar a cubrir toda la impresionante estructura; la luz
cambiaba de color, del rojo al azul y en su interior se podían apreciar destellos de rayos.
La esfera hizo explosión y su onda expansiva iba destrozando todo lo que tocaba. En el
resto de los países sucedía lo mismo.
Desde el espacio se podían observar cientos de explosiones; el planeta estaba
condenado.
De repente una descomunal explosión seccionó el planeta en dos; el mundo tal como lo
conocíamos había desaparecido.

Desde ese instante en el sistema solar faltaba un planeta. La Tierra.

El sufrir de cristo.
LA CUENTA ATRAS.
Seis de la mañana. Un despertador suena. Boby se despierta sobresaltado y, a
continuación, desconecta el insistente zumbido. Se sentía aturdido; no comprendía qué
pasaba; se sentó en la cama y, pasados unos segundos, llegó a la conclusión de que
todo había sido un sueño. Comenzó a reír y dio gracias a Dios; todo le había parecido
tan real que aún temblaba. Se acercó a la ventana, la levantó dejándola a media altura,
sacando la cabeza, observó que todo estaba en su sitio, cerró los ojos, respiró
fuertemente, inhalando el aire de la madrugada, sintió como la frescura le penetraban
los pulmones y respiró aliviado. Más calmado, fue a la cocina para prepararse un café.
Con la taza en la mano se dirigió al salón. Se acomodó en su sillón favorito y al tomar un
sorbo de café, vio algo que no debía de estar allí. En una silla sentado se encontraba
Gabriel; no se le apreciaba bien el rostro. El salón estaba en penumbra, la madrugada
era muy cerrada y solamente una lamparita alumbraba la sala.
−¿Cómo estás Boby?
−Confundido. Yo presencié todo lo que pasó; todo acabó destruido. Vosotros nos
encerrásteis, acabásteis con la raza humana.
−Todo lo que pasó podría ser real, ningún ser humano puede derrotar al Señor,
quiero entregarte esto.
Gabriel, se levantó de la silla, extendió su mano, entregándole una hoja, el manuscrito
que cogió del Vaticano, se lo entregó a Boby.
Con las manos temblorosas, cogió aquel papel, y comenzó a leerlo.
El señor, no quiere riquezas, ni templos de oración, coge un tronco y allí estaré, levanta
una piedra y contigo estaré, mi palabra sera tu palabra, mi alma tu corazón, a los que
blasfemen mi voz, el Alfa y Omega, regresará, Filadelfia será el último, siete trompetas
sonarán, la luz se convertirá en oscuridad.
Al terminar de leer, Boby quiso saber todas las dudas, que tenía.
– Tengo muchas preguntas que hacerte, ¿lo que pasó, es real?, ¿tenemos tiempo
para cambiar, la historia?, ¿que significa, Filadelfia?.- Gabriel, le respondió.-
– En 1974, se abrió el quinto sello, Tiatira, pasados 33 años, se abrió el sexto,
Sardis, cuando se abra el séptimo, no habrá marcha atrás.- Boby, le respondió-.
– Si: Efeso, Pergamo, son las heridas de cristo en las muñecas, Tiatira, Sardis las
heridas de los pies, Esmirna, la herida de la frente, por la corona de espinos, Laodicea,
la lanza que recibió en el costado,¿ Filadelfia, no tiene sentido?.

– Los condenados a crucifixión eran flagelados habitualmente durante el trayecto


que había entre el lugar donde se dictaba la sentencia y el del suplicio. El instrumento
utilizado para la flagelación, fue el flagrum taxillatum, que se componía de un mango
corto de madera, al que estaban fijos tres correas de cuero de unos 50 cms., en cuyas
puntas tenían dos bolas de plomo alargadas, unidas por una estrechez entre ellas; Jesús
fue flagelado por los romanos, recibió 39 latigazos,
Filadelfia, es la señal de aquellas heridas, Las bolas de plomo, caídas con fuerza sobre el
cuerpo de Jesús, hicieron toda clase de heridas: contusiones, irritaciones cutáneas,
escoriaciones y llagas.
– ¿Cuando veremos, la séptima señal?
– Si nada cambia, la séptima señal, la veréis muy pronto, el eje de la Tierra al Polo
Norte apunta a la estrella Polaris, la cual vosotros la llamáis estrella polar, Pero hace
5,000 años, el polo norte celestial se alineaba a la estrella llamada Alfa, creo que te
suena ese nombre, la tierra y la mayoría de los planetas de vuestro sistema se alinearán
con un agujero negro en el centro de la vía láctea, si el cambio no sucede, el séptimo
sello se abrirá. Todo depende de vosotros.

Quiero que me acompañes, tengo algo que enseñarte.


Boby cogió el coche y se dirigieron hacia el centro de la ciudad.
El día era como otro cualquiera. La gente se dirigía hacia sus trabajos; en las
calles se producían los atascos de siempre, todo era cotidiano y rutinario, el mundo no
sabía lo que había pasado.
Cuando llegaron a la altura de Central Park, Gabriel le pidió que se detuviera. Bajaron
del auto y comenzaron a pasear conversando animadamente. La gente, amontonada,
comentaba algo mirando hacia un lugar específico. El ángel pidió a Boby que atendiera
a lo que le iba a decir y que después no volvería a verlo más.
−Boby, quiero que cuentes todo, quiero que seas el nuevo Mesías; quiero que
hagas comprender a la gente que la vida sólo se vive una vez y que hay que ser bueno y
tener el corazón limpio. Si nos volvemos a ver, todo lo que has vivido y que sólo tú
recuerdas, sucederá y esta vez no habrá una segunda oportunidad. El tiempo corre
inexorablemente; cuando el reloj se detenga, volveremos y terminaremos lo que
empezamos, mucha suerte. Lo que tarde en detenerse ese reloj depende de vosotros.
Gabriel, extendió su mano, entregándole una caja de madera, dentro de ella, había una
pequeña bola de cristal, en su interior un árbol, Boby removió la bola, comenzando a
caer copos de nieve, cuando se depositaron en la base, un nombre había en su interior,
Filadelfia.

En ese momento Gabriel desapareció.

Boby se dirigió hacia donde la gente miraba, mezclándose con ellos. El objeto de
las curiosas miradas de los paseantes era una estatua de piedra con forma de ángel; su
imagen era bellísima, de pie, con las alas desplegadas, alcanzando una altura similar a la
de cuatro pisos.
Boby se quedó paralizado y empezó a comprendedlo todo. En los pies del ángel
había una especie de reloj digital, con los números en rojo. Los dígitos del reloj estaban
formados por unos extraños símbolos ininteligibles, en total había siete y cada uno se
movía de forma diferente y sin sentido.
Para los curiosos observadores aquello no tenía sentido.
No comprendían que al ser humano se le había dado otra oportunidad.
¿Volveremos a estropearlo todo? ¿Comprenderemos al fin por qué estamos aquí?
¿Conseguiremos aprender de nuestros errores? ¿Aprovecharemos el tiempo que se nos
dio para cambiar?
Nadie puede saberlo.
Sólo Dios tiene las respuestas a esas preguntas.

Fin del planeta.


APOCALIPSIS
Capítulo 1
La revelación de Jesucristo.

1:1 La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas
que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo
Juan,
1:2 que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de
todas las cosas que ha visto.
1:3 Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan
las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.

Salutaciones a las siete iglesias.

1:4 Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que
era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono;
1:5 y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los
reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,
1:6 y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los
siglos de los siglos. Amén.
1:7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos
los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.
1:8 Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha
de venir, el Todopoderoso.

Una visión del Hijo del Hombre

1:9 Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la


paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de
Dios y el testimonio de Jesucristo.
1:10 Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de
trompeta,
1:11 que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo
que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo,
Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.
1:12 Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de
oro,
1:13 y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido
de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.
1:14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos
como llama de fuego;
1:15 y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz
como estruendo de muchas aguas.
1:16 Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y
su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.
1:17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí,
diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;
1:18 y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos,
amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.
1:19 Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de
estas.
1:20 El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete
candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete
candeleros que has visto, son las siete iglesias.

Capítulo 2
Mensajes a las siete iglesias: El mensaje a Efeso

2:1 Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el
que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto:
2:2 Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los
malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado
mentirosos;
2:3 y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi
nombre, y no has desmayado.
2:4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.
2:5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras;
pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres
arrepentido.
2:6 Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también
aborrezco.
2:7 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a
comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.

El mensaje a Esmirna

2:8 Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que estuvo


muerto y vivió, dice esto:
2:9 Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia
de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás.
2:10 No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de
vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé
fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.
2:11 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no
sufrirá daño de la segunda muerte.

El mensaje a Pérgamo

2:12 Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos
filos dice esto:
2:13 Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero
retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo
fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás.
2:14 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina
de Balaam, que enseñaba a Balaca poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de
cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación.
2:15 Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo
aborrezco.
2:16 Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la
espada de mi boca.
2:17 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a
comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un
nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.

El mensaje a Tiatira.

2:18 Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que tiene ojos como
llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto:
2:19 Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras
postreras son más que las primeras.
2:20 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se
dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a
los ídolos.
2:21 Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su
fornicación.
2:22 He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si
no se arrepienten de las obras de ella.
2:23 Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que
escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras.
2:24 Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esa
doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás, yo os
digo: No os impondré otra carga;
2:25 pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga.
2:26 Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las
naciones,
2:27 y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo
también la he recibido de mi Padre;
2:28 y le daré la estrella de la mañana.
2:29 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

Capítulo 3
El mensaje a Sardis

3:1 Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las
siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás
muerto.
3:2 Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus
obras perfectas delante de Dios. 3:3 Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y
guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a
qué hora vendré sobre ti.
3:4 Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y
andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas.
3:5 El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro
de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.
3:6 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

El mensaje a Filadelfia

3:7 Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que
tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre:
3:8 Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual
nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no
has negado mi nombre.
3:9 He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo
son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y
reconozcan que yo te he amado.
3:10 Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la
hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran
sobre la tierra.
3:11 He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.
3:12 Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá
de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la
nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.
3:13 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

El mensaje a Laodicea

3:14 Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y


verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto:
3:15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!
3:16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
3:17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo
necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
3:18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas
rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu
desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.
3:19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.
3:20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré
a él, y cenaré con él, y él conmigo.
3:21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he
vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.
3:22 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

Capítulo 4
La adoración celestial

4:1 Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que
oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que
sucederán después de estas.
4:2 Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en
el trono, uno sentado.
4:3 Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina;
y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda.
4:4 Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a
veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas.
4:5 Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete
lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios.
4:6 Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal; y junto al
trono, y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás.
4:7 El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era semejante a un
becerro; el tercero tenía rostro como de hombre; y el cuarto era semejante a un águila
volando.
4:8 Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro
estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el
Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir.
4:9 Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que
está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos,
4:10 los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y
adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono,
diciendo:
4:11 Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas
las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.

Capítulo 5
El rollo y el Cordero

5:1 Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por
dentro y por fuera, sellado con siete sellos.
5:2 Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y
desatar sus sellos?
5:3 Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni
aun mirarlo.
5:4 Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni
de leerlo, ni de mirarlo.
5:5 Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la
raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.
5:6 Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los
ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete
ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.
5:7 Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.
5:8 Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos
se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso,
que son las oraciones de los santos;
5:9 y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus
sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo
linaje y lengua y pueblo y nación;
5:10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.
5:11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes,
y de los ancianos; y su número era millones de millones,
5:12 que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las
riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.
5:13 Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en
el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al
Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.
5:14 Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron
sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.

Capítulo 6
Los sellos

6:1 Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes
decir como con voz de trueno: Ven y mira.
6:2 Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada
una corona, y salió venciendo, y para vencer.
6:3 Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: Ven y mira.
6:4 Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la
tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada.
6:5 Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y
he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano.
6:6 Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo
por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el
vino.
6:7 Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira.
6:8 Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y
el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar
con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra.
6:9 Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido
muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían.
6:10 Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no
juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?
6:11 Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco
de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que
también habían de ser muertos como ellos.
6:12 Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se
puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre;
6:13 y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos
cuando es sacudida por un fuerte viento.
6:14 Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda
isla se removió de su lugar.
6:15 Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo
siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;
6:16 y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondernos del rostro
de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero;
6:17 porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?

Capítulo 7
Los 144,000 sellados.

7:1 Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que
detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la
tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol.
7:2 Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo;
y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer
daño a la tierra y al mar,
7:3 diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos
sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.
7:4 Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las
tribus de los hijos de Israel.
7:5 De la tribu de Judá, doce mil sellados. De la tribu de Rubén, doce mil sellados. De la
tribu de Gad, doce mil sellados.
7:6 De la tribu de Aser, doce mil sellados. De la tribu de Neftalí, doce mil sellados. De la
tribu de Manasés, doce mil sellados.
7:7 De la tribu de Simeón, doce mil sellados. De la tribu de Leví, doce mil sellados. De la
tribu de Isacar, doce mil sellados.
7:8 De la tribu de Zabulón, doce mil sellados. De la tribu de José, doce mil sellados. De
la tribu de Benjamín, doce mil sellados.
La multitud vestida de ropas blancas
7:9 Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de
todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la
presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;
7:10 y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está
sentado en el trono, y al Cordero.
7:11 Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los
cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a
Dios,
7:12 diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la
honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.
7:13 Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de
ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?
7:14 Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran
tribulación, y han lavado sus ropas, y lashan emblanquecido en la sangre del Cordero.
7:15 Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el
que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.
7:16 Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno;
7:17 porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a
fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.

Capítulo 8
El séptimo sello

8:1 Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora.
8:2 Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas.
8:3 Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio
mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro
que estaba delante del trono.
8:4 Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las
oraciones de los santos.
8:5 Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y
hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto.

Las trompetas

8:6 Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas.
8:7 El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuegomezclados con sangre, que
fueron lanzados sobre la tierra; y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó
toda la hierba verde.
8:8 El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña ardiendo en fuego
fue precipitada en el mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre.
8:9 Y murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en el mar, y la tercera
parte de las naves fue destruida.
8:10 El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como
una antorcha, y cayó sobre la terceraparte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas.
8:11 Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en
ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se hicieron
amargas.
8:12 El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera arte del sol, y la tercera
parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, para que se oscureciese la tercera
parte de ellos, y no hubiese luz en la tercera parte del día, y asimismo de la noche.
8:13 Y miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay,
de los que moran en la tierra, a causa de los otros toques de trompeta que están para
sonar los tres ángeles!

Capítulo 9

9:1 El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del cielo a la tierra; y se
le dio la llave del pozo del abismo.
9:2 Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de un gran horno; y
se oscureció el sol y el aire por el humo del pozo.
9:3 Y del humo salieron langostas sobre la tierra; y se les dio poder, como tienen poder
los escorpiones de la tierra.
9:4 Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a
ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus
frentes.
9:5 Y les fue dado, no que los matasen, sino que los atormentasen cinco meses; y su
tormento era como tormento de escorpión cuando hiere al hombre.
9:6 Y en aquellos días los hombres buscarán la muerte, pero no la hallarán; y ansiarán
morir, pero la muerte huirá de ellos.
9:7 El aspecto de las langostas era semejante a caballos preparados para la guerra; en
las cabezas tenían como coronas de oro; sus caras eran como caras humanas;
9:8 tenían cabello como cabello de mujer; sus dientes eran como de leones;
9:9 tenían corazas como corazas de hierro; el ruido de sus alas era como el estruendo
de muchos carros de caballos corriendo a la batalla;
9:10 tenían colas como de escorpiones, y también aguijones; y en sus colas tenían
poder para dañar a los hombres durante cinco meses.
9:11 Y tienen por rey sobre ellos al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es
Abadón, y en griego, Apolión.
9:12 El primer ay pasó; he aquí, vienen aún dos ayes después de esto.
9:13 El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz de entre los cuatro cuernos del altar
de oro que estaba delante de Dios,
9:14 diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata a los cuatro ángeles que
están atados junto al gran río Eufrates.
9:15 Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban preparados para la hora, día,
mes y año, a fin de matar a la tercera parte de los hombres.
9:16 Y el número de los ejércitos de los jinetes era doscientos millones. Yo oí su
número.
9:17 Así vi en visión los caballos y a sus jinetes, los cuales tenían corazas de fuego, de
zafiro y de azufre. Y las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones; y de su
boca salían fuego, humo y azufre.
9:18 Por estas tres plagas fue muerta la tercera parte de los hombres; por el fuego, el
humo y el azufre que salían de su boca.
9:19 Pues el poder de los caballos estaba en su boca y en sus colas; porque sus colas,
semejantes a serpientes, tenían cabezas, y con ellas dañaban.
9:20 Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se
arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las
imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden
ver, ni oír, ni andar;
9:21 y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación,
ni de sus hurtos.

Capítulo 10
El ángel con el librito

10:1 Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris
sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.
10:2 Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el
izquierdo sobre la tierra;
10:3 y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos
emitieron sus voces.
10:4 Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una
voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las
escribas.
10:5 Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo,
10:6 y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que
están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él,
que el tiempo no sería más,
10:7 sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la
trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los
profetas.
10:8 La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está
abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.
10:9 Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te
amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.
10:10 Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca
como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.
10:11 Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos,
naciones, lenguas y reyes.

Capítulo 11
Los dos testigos

11:1 Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo:
Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él.
11:2 Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha
sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses.
11:3 Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos
de cilicio.
11:4 Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del
Dios de la tierra.
11:5 Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos;
y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la misma manera.
11:6 Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su
profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la
tierra con toda plaga, cuantas veces quieran.
11:7 Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra
contra ellos, y los vencerá y los matará.
11:8 Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual
se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado.
11:9 Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus cadáveres por tres días y
medio, y no permitirán que sean sepultados.
11:10 Y los moradores de la tierra se regocijarán sobre ellos y se alegrarán, y se
enviarán regalos unos a otros; porque estos dos profetas habían atormentado a los
moradores de la tierra.
11:11 Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por
Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron.
11:12 Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en
una nube; y sus enemigos los vieron.
11:13 En aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la ciudad se
derrumbó, y por el terremoto murieron en número de siete mil hombres; y los demás
se aterrorizaron, y dieron gloria al Dios del cielo.
11:14 El segundo ay pasó; he aquí, el tercer ay viene pronto.

La séptima trompeta

11:15 El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían:
Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por
los siglos de los siglos.
11:16 Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos,
se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios,
11:17 diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y
que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado.
11:18 Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y
de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre,
a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la
tierra.
11:19 Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el
templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo.

Capítulo 12
La mujer y el dragón

12:1 Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo
de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas.
12:2 Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del
alumbramiento.
12:3 También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que
tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas;
12:4 y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la
tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a
su hijo tan pronto como naciese.
12:5 Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y
su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono.
12:6 Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la
sustenten por mil doscientos sesenta días.
12:7 Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguely sus ángeles luchaban contra el
dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles;
12:8 pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo.
12:9 Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y
Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron
arrojados con él.
12:10 Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el
poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado
fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día
y noche.
12:11 Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del
testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.
12:12 Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la
tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que
tiene poco tiempo.
12:13 Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer
que había dado a luz al hijo varón.
12:14 Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante
de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y
la mitad de un tiempo.
12:15 Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río, para que fuese
arrastrada por el río.
12:16 Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su boca y tragó el río que el
dragón había echado de su boca.
12:17 Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra
el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen
el testimonio de Jesucristo.

Capítulo 13
Las dos bestias

13:1 Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete
cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un
nombre blasfemo.
13:2 Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca
como boca de león. Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad.
13:3 Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y
se maravilló toda la tierra en pos de la bestia,
13:4 y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia,
diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?
13:5 También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio
autoridad para actuar cuarenta y dos meses.
13:6 Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su
tabernáculo, y de los que moran en el cielo.
13:7 Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio
autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación.
13:8 Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos
en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo.
13:9 Si alguno tiene oído, oiga.
13:10 Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; si alguno mata a espada, a espada
debe ser muerto.

Aquí está la paciencia y la fe de los santos.


13:11 Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los
de un cordero, pero hablaba como dragón.
13:12 Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la
tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue
sanada.
13:13 También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del
cielo a la tierra delante de los hombres.
13:14 Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido
hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan
imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió.
13:15 Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen
hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase.
13:16 Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les
pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente;
13:17 y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el
nombre de la bestia, o el número de su nombre.
13:18 Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia,
pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis.

Capítulo 14
El cántico de los 144,000

14:1 Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él
ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la
frente.
14:2 Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran
trueno; y la voz que oí era como de arpistas que tocaban sus arpas.
14:3 Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres
vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento
cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra.
14:4 Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son
los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los
hombres como primicias para Dios y para el Cordero;
14:5 y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de
Dios.

El mensaje de los tres ángeles

14:6 Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para
predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,
14:7 diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha
llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.
14:8 Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia,
la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del
vino del furor de su fornicación.
14:9 Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su
imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano,
14:10 él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz
de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del
Cordero;
14:11 y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de
día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca
de su nombre.
14:12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y
la fe de Jesús.
14:13 Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en
adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus
trabajos, porque sus obras con ellos siguen.

La tierra es segada

14:14 Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo
del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda.
14:15 Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la
nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra
está madura.
14:16 Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue
segada.
14:17 Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda.
14:18 Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y llamó a gran voz al
que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la
tierra, porque sus uvas están maduras.
14:19 Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas
en el gran lagar de la ira de Dios.
14:20 Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de
los caballos, por mil seiscientos estadios.

Capítulo 15
Los ángeles con las siete postreras plagas

15:1 Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete
plagas postreras; porque en ellas seconsumaba la ira de Dios.
15:2 Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían
alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre,
en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios.
15:3 Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo:
Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos
son tus caminos, Rey de los santos.
15:4 ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues sólo tú eres santo;
por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han
manifestado.
15:5 Después de estas cosas miré, y he aquí fue abierto en el cielo el templo del
tabernáculo del testimonio;
15:6 y del templo salieron los siete ángeles que tenían las siete plagas, vestidos de lino
limpio y resplandeciente, y ceñidos alrededor del pecho con cintos de oro.
15:7 Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas
de la ira de Dios, que vive por los siglos de los siglos.
15:8 Y el templo se llenó de humo por la gloria de Dios, y por su poder; y nadie podía
entrar en el templo hasta que se hubiesen cumplido las siete plagas de los siete
ángeles.
Capítulo 16
Las copas de ira

16:1 Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles: Id y derramad sobre
la tierra las siete copas de la ira de Dios.
16:2 Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y
pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su
imagen.
16:3 El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se convirtió en sangre como
de muerto; y murió todo ser vivo que había en el mar.
16:4 El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y
se convirtieron en sangre.
16:5 Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que eras,
el Santo, porque has juzgado estas cosas.
16:6 Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has
dado a beber sangre; pues lo merecen.
16:7 También oí a otro, que desde el altar decía: Ciertamente, Señor Dios
Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.
16:8 El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los
hombres con fuego.
16:9 Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios,
que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.
16:10 El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino se cubrió
de tinieblas, y mordían de dolor sus lenguas,
16:11 y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se
arrepintieron de sus obras.
16:12 El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Eufrates; y el agua de éste se
secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente.
16:13 Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso
profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas;
16:14 pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra
en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso.
16:15 He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas,
para que no ande desnudo, y vean su vergüenza.
16:16 Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.
16:17 El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del
cielo, del trono, diciendo: Hecho está.
16:18 Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor de tierra, un
terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre
la tierra.
16:19 Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones
cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del
vino del ardor de su ira.
16:20 Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados.
16:21 Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del peso de un
talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo; porque su
plaga fue sobremanera grande.

Capítulo 17
Condenación de la gran ramera

17:1 Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo
diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está
sentada sobre muchas aguas;
17:2 con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han
embriagado con el vino de su fornicación.
17:3 Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia
escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos.
17:4 Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro de piedras
preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la
inmundicia de su fornicación;
17:5 y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE
DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.
17:6 Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de
Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro.
17:7 Y el ángel me dijo: ¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio de la mujer, y de la
bestia que la trae, la cual tiene las siete cabezas y los diez cuernos.
17:8 La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y
los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la
fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y
no es, y será.
17:9 Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas
son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer,
17:10 y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y
cuando venga, es necesario que dure breve tiempo.
17:11 La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la
perdición.
17:12 Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino;
pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia.
17:13 Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la
bestia.
17:14 Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de
señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles.
17:15 Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos,
muchedumbres, naciones y lenguas.
17:16 Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la
dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego;
17:17 porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de
acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios.
17:18 Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra.

Capítulo 18
La caída de Babilonia

18:1 Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue
alumbrada con su gloria.
18:2 Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha
hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda
ave inmunda y aborrecible.
18:3 Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los
reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han
enriquecido de la potencia de sus deleites.
18:4 Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis
partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas;
18:5 porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus
maldades.
18:6 Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en
que ella preparó bebida, preparadle a ella el doble.
18:7 Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y
llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no
veré llanto;
18:8 por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será
quemada con fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga.
18:9 Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites,
llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio,
18:10 parándose lejos por el temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad
de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio!
18:11 Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque
ninguno compra más sus mercaderías;
18:12 mercadería de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de lino fino, de
púrpura, de seda, de escarlata, de toda madera olorosa, de todo objeto de marfil, de
todo objeto de madera preciosa, de cobre, de hierro y de mármol;
18:13 y canela, especias aromáticas, incienso, mirra, olíbano, vino, aceite, flor de
harina, trigo, bestias, ovejas, caballos y carros, y esclavos, almas de hombres.
18:14 Los frutos codiciados por tu alma se apartaron de ti, y todas las cosas exquisitas y
espléndidas te han faltado, y nunca más las hallarás.
18:15 Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a costa de ella, se pararán
lejos por el temor de su tormento, llorando y lamentando,
18:16 y diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad, que estaba vestida de lino fino, de púrpura
y de escarlata, y estaba adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas!
18:17 Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas. Y todo piloto, y todos
los que viajan en naves, y marineros, y todos los que trabajan en el mar, se pararon
lejos;
18:18 y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo:¿Qué ciudad era
semejante a esta gran ciudad?
18:19 Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces, llorando y lamentando,
diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad, en la cual todos los que tenían naves en el mar se
habían enriquecido de sus riquezas; pues en una hora ha sido desolada!
18:20 Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos, apóstoles y profetas; porque Dios os
ha hecho justicia en ella.
18:21 Y un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran piedra de molino, y la
arrojó en el mar, diciendo: Con el mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran
ciudad, y nunca más será hallada.
18:22 Y voz de arpistas, de músicos, de flautistas y de trompeteros no se oirá más en ti;
y ningún artífice de oficio alguno se hallará más en ti, ni ruido de molino se oirá más en
ti.
18:23 Luz de lámpara no alumbrará más en ti, ni voz de esposo y de esposa se oirá más
en ti; porque tus mercaderes eran los grandes de la tierra; pues por tus hechicerías
fueron engañadas todas las naciones.
18:24 Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han
sido muertos en la tierra.

Capítulo 19
Alabanzas en el cielo

19:1 Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya!
Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro;
19:2 porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera que
ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la
mano de ella.
19:3 Otra vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo de ella sube por los siglos de los siglos.
19:4 Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron en tierra y
adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya!
19:5 Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los
que le teméis, así pequeños como grandes.
19:6 Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y
como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios
Todopoderoso reina!
19:7 Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del
Cordero, y su esposa se ha preparado.
19:8 Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente;
porque el lino fino es las acciones justas de los santos.

La cena de las bodas del Cordero

19:9 Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las
bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.
19:10 Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy
consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios;
porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.

El jinete del caballo blanco

19:11 Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se


llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.
19:12 Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y
tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.
19:13 Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.
19:14 Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en
caballos blancos.
19:15 De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las
regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios
Todopoderoso.
19:16 Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR
DE SEÑORES.
19:17 Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas
las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de Dios,
19:18 para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de
caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes.
19:19 Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear
contra el que montaba el caballo, y contra su ejército.
19:20 Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de
ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia,
y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de
fuego que arde con azufre.
19:21 Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba
el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.

Capítulo 20
Los mil años

20:1 Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena
en la mano.
20:2 Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por
mil años;
20:3 y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase
más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser
desatado por un poco de tiempo.
20:4 Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las
almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los
que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus
frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.
20:5 Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta
es la primera resurrección.
20:6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda
muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y
reinarán con él mil años.
20:7 Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión,
20:8 y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a
Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la
arena del mar.
20:9 Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y
la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió.
20:10 Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde
estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de
los siglos.

El juicio ante el gran trono blanco

20:11 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual
huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.
20:12 Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron
abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los
muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.
20:13 Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron
los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.
20:14 Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte
segunda.
20:15 Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.

Capítulo 21
Cielo nuevo y tierra nueva

21:1 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra
pasaron, y el mar ya no existía más.
21:2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios,
dispuesta como una esposa ataviada para su marido.
21:3 Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los
hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos
como su Dios.
21:4 Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más
llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.
21:5 Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y
me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.
21:6 Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere
sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.
21:7 El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.
21:8 Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y
hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde
con fuego y azufre, que es la muerte segunda.

La nueva Jerusalén

21:9 Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las
siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la
desposada, la esposa del Cordero.
21:10 Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad
santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,
21:11 teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra
preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal.
21:12 Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y
nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel;
21:13 al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres
puertas.
21:14 Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de
los doce apóstoles del Cordero.
21:15 El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad,
sus puertas y su muro.
21:16 La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él
midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella
son iguales.
21:17 Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual
es de ángel.
21:18 El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al
vidrio limpio;
21:19 y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra
preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto,
esmeralda;
21:20 el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el
noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista.
21:21 Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la
calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio.
21:22 Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y
el Cordero.
21:23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria
de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.
21:24 Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la
tierra traerán su gloria y honor a ella.
21:25 Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche.
21:26 Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.
21:27 No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira,
sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.
Capítulo 22
22:1 Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal,
que salía del trono de Dios y del Cordero.
22:2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la
vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para
la sanidad de las naciones.
22:3 Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus
siervos le servirán,
22:4 y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.
22:5 No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol,
porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.

La venida de Cristo está cerca

22:6 Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus
de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben
suceder pronto.
22:7 ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía
de este libro.
22:8 Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me
postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas.
22:9 Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos
los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios.
22:10 Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo
está cerca.
22:11 El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía;
y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.
22:12 He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno
según sea su obra.
22:13 Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.
22:14 Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y
para entrar por las puertas en la ciudad.
22:15 Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los
idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira.
22:16 Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.
Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.
22:17 Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed,
venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.
22:18 Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si
alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este
libro.
22:19 Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte
del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.
22:20 El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí,
ven, Señor Jesús.
22:21 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.

Apocalíptico

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