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Luagares que progresan 405 de la identidad nacional, que fue cuestionada por los pueblos indigenas de Oriente, que no consideran Ia frontera inyélida sino injusta. Los distintos escena- ios sociales producen diferentes pauras de interaccidn y transaccidn que, a su vez, dan lugar a distintas épticas de identidad grupal y nacional. La politica antigua de la identidad nacional definida por el Estado ha hecho hincapié en la identidad con el Estado-nacién en el contexto de las rivalidades geopoliticas interestatales. La nueva politica del nacionalismo es mas reflexiva puesto que las operaciones co- merciales transfronterizas empiezan a definir la identidad de grape. La coexisten- cia de la politica del nacionalismo antigua y nueva implica que las identidades y limites nuevos serén configurados en el contexto impuesto por los viejos. Las identidades regionales dentro, més allé y por encima de las fronteras estatales se negociarén poniendo en cuestién y, en ocasiones, utilizando el Estado y el Estado-nacién. Lo que comparten estos seis cjemplos de politicas entre las instituciones es que las instituciones y practicas de polftica antigua dan oportunidades a la vez que ponen restricciones a las politicas nuevas. A pesar de que las politicas nuevas estin creando una agenda politica nueva, la politica antigua sigue definiendo parcial- mente el escenario. Aunque las nuevas policicas pueden utilizar una escrategia fle- xible de dmbito y escala (Kodras, 1997a: 92), las instituciones ¢ identidades pre- dominantes son las mismas de la politica antigua. La diferencia reside en que en ver de que la politica se defina exclusivamente en términes de quién controla las instituciones (por Jo que se perpertia su existencia), la politica nueva esta renego- ciando el poder y el papel de estas instituciones amalgamandolas en nuevas luchas oliticas. Esta nueva estrategia politica encierra un potencial para producir cam- Bios imiich sads huadamentales puesto que ponen en cuestién a las propias insti- tuciones. A medida que estos cambios avancen se crearin nuevas geogratias politi- cas cuando se creen escalas, instituciones e identidades mas efectivas. IV. MAS ALLA DE LA GLOBALIZACION | llegar al final del libro es hora de seflexionar sobre las implicaciones politicas de la perspectiva materialisca que hemos adoptado. Nuestro objetivo era oftecer una perspectiva que ayude a los lectores a entender los cambios radicales y, en muchos casos, desconcertantes que se producen en las distintas escalas geogréfi- cas, desde la escala global hasta tas respuestas politicas de la gente en su entorno de lugar especifico € incluyendo ef Estado-nacién. Nuestro tema ha englobado desde modelos geopoliticos que determinaron las decisiones politico mites en la Guerra Fria, pasando por la renegociacién del poder del Estado ante la globali- zacién, hasta las estrategias locales femeninas para cambiar sus escenarios politicos ¥ econdmicos cotiianos, Taco In esala geogréfca como el dinamismo del lugar y el espacio estén implicados en todas las politicas que hemos tratado. Este tiltimo apartado de nuestro texto asume un doble papel: exponemos conclusiones tanto para este capiculo como para la totalidad del libro. Escribi- mos las dos conclusiones bajo el encabezamiento de «ms alla de la globaliza- cin» porque creemos que la globalizacién es una ideologia que tiene tendencia a agotar el pensamiento y la politica de tipo critico. Sea lo que sea lo que hayamos podido lograr con este libro, esperamos que los lectores hayan Ilegado a darse cuenta de que a pesar de toda la globalizacién que pueda estar en marcha, las es- 406 Geografta Politica tructuras bdsicas de la economfa-mundo capitalista continiian en el mismo sitio. Asi pues, hay una globalizacin desigual: algunos lugares se ven muy favorecidos y otros son précticamente abandonados. La geogratia de estas pautas es a me- nudo mds compleja que antes, pero probablemente las desigualdades econdmicas son mayores hoy que en ninguna época de [a historia del sistema-mundo mo- decno. Para combatir interpretaciones «indiscriminadas» de la globalizacién, nuestras conclusiones se concentrarén primero en la tensién encte el espacio y el lugar para demostrar que los conflictos politicos relacionados con el lugar y el espacio y fa creacién de a escala geografica son componentes de futures enfren- ramientos respecto a la trayectoria de la econamfa-mundo capivalista; y, en se- gundo lugar, examinaremos la tensién «definitiva» entre el lugar y el espacio que ocurre en fa escala global, en la que la sostenibilidad de los ecosistemas de la Tie- rra eclipsa el resto de las paliticas. IV. Las tensiones lugar-espacio La definicién de las escalas geogréficas y de los lugares y los espacios siempre es un acto politico. Estas son Jas premisas basicas de la geografia politica que propo- nemos. Por ejemplo, el Estado tuvo su origen como un espacio palitica con las Connotaciones relacionadas de poder abstracto. Los Estados administtaban el es. pacio pot medio de los legados medievales de poder y tributo, a lo que se afiadia el poder militar, Para la mayorfa de sus habicantes el Escado no mesecia que se le guardara lealtad, sino que era una institucién ajena a ellos que exigfa el pago de impuestos. En los iltimos doscientos afios el Estado se ha ido transformado en un lugar y ha dejado en buena medida de ser wn espacio. La construccin del Es tado-nacién ha fusionado el espacio del territorio soberano con el sagrado lugar de la patria. Esta fue una pugna politica en el sentido de que al convertirse el es- pacio del Escada en espacio del Estado-nacién {os sujetos se convirtieron en ciu- dadanos. Los ciudadanos podian hacer demandas al Estado, lo que tuvo coma consecuencia el Estado del bienestar. Para ilustrar la familiaridad «acogedora» de este nuevo lugar, el Estado del bienestar tenia que ocuparse de sus ciudadanos adesde lacuna hasta la tumba», Pero en el proceso dio otigen a enormes burocta- cias estatales anénimas que alienaban a la misina gente que se suponfa que iban a ayudar. En opinién de muchos, el Estado paso a ser parte del problema en lugar de la solucién. Pero nuestra geografia politica no se refiere exclusivamente al Estado. Se puede hacer un relato politico parecido de los hogares. Cuando los hegemones crearon ciertas modernidades ext el marco del sistema-mundo moderno, fubo re- definiciones de la unidad doméstica. Los holandeses inventaron la casa familiar moderna reservando los pisos supetiores de las casas de sus citidades para la fami- lia (Rybezynski, 1986). Se aparté a las mujeres de los espacios publicos y econd- micos de los pisos inferiores, al tiempo que artistas holandeses (masculinas) les hacfan retratos en los que se mostraban contentas en sus nuevos Ingares domésti- cos. Durante la época de la hegemonia britanica las mujeres de clase media baja y de clase trabajadora crearon la casa victoriana, que servia a la ver de sefugio para los hombres trabajadores y de lugar de trabajo opresivo para las mujeres (Mac kenzie y Rose, 1983). En pocas mas cercanas el hogar en las afueras de las ciuda- des ha sido un componente fundamental de la tedefinicidn de la modernidad que tealiz6 Estados Unidos. Los barrios residenciales situados en las afueras de las ciu- Lugares que progresan 407 dades aumentaron el aislamiento de las mujeres distancisindolas fisicamente, ade- mas de socialmente, del espacio publica. La imagen de la unidad domestica norreamericana suburbana como locus de consumo ¥ felicidad absoluta fue transmitida a todo el globo en series tclevisi- vas como Bewitched", Leave it to the Beaver y The Brady Bunch**. Us inciso in- teresante es que la dptica actual de la misma época (por ejemplo en la serie The Wonder Years***) no refleja seguridad sino angustia. Las imagenes televisivas de nuestros dias de la familia estadounidense insinian cinismo y fracaso en lugar de aptimismo y éxito forzoso. La actitud ante el mundo de Los Simpsons es muy distinta de la de Jos Brady. Aunque el componente domésticn de la modernidad puede ser cuestionado en épocas de incertidumbre y declive hegeménico, una caracteristica de la creacién de la casa que se repite sistemdticamente es que la idea de la unidad domestica es distinta para cada género. Para los hombres el espacio del hogar ha constituido un refugio de sus Compromisos con el espacio publico; para las mujeres, ha constituido un espacio opresivo disefiado para dis- Minuit el acceso al copacio publico de dominio masculino. Se han Hevado a cabo renegociaciones iss prdcticas ¢ identidades tradicionales que han rees- tructurado la unidad doméstica y las normas concernientes a los roles que alli se desempefian. Una caracteristica que estos dos ejemplos comparten es la existencia de una tensién fundamental entre el lugar y el espacio. En calidad de Estado y de ho- ar, ambos pueden definirse come espacios delimitados con un acceso contro- lado. Estos consticuyen sus aspectos restrictivos, expresados en ocasiones con imagenes carcelarias: ¢l Estado burocrético como una «aula de hicrro» y las amas de casa como «esclavas» del hogar. Al mismo tiempo, aunque no necesa- riamente para las mismas personas, en calidad de nacién y de casa pueden de- finirse como lugares seguros, refugios de un mundo turbulento. Estos consti- tuyen sus aspectos habilitadores. Asi pues se produce una tensién entre «el refugio y Ia jaula» en estas instituciones consideradas como lugares y espacios. Son esas tensiones las que definen las geografias politicas en fa pugna por las instituciones de la economia-mundo capitalista y las relaciones sociales que median, Bl cardcter controvertido de las instituciones como lugares y espacios se traduce cn la capacidad que tienen para posibilitar un tipo de politica res- tringiendo otra. Las escalas geograficas son igualmente controvertidas, como subraydbamos el capitulo I. El andlisis realizado por Herod (1997b) del sindicato de estibadores se basaba cn fa premisa de la creacién de nuevas escalas de negociacién colectiva, que permitian a los estibadores asegurar sus condiciones laborales a pesar de las imposiciones de la globalizacién. La politica laboral siempre se ha interesado por Ja escala geografica porque admite la dificultad de restringir las huelgas y nego- ciaciones a fabricas aisladas. En el capitulo 4 vefamos cémo el Gobierno brité nico puso Mmites al intent del Sindicato Nacional de Mineros de organizar p quetes por todo el pais en la huelga de 1984. Desde que comenzs, el movimiento de los trabajadores se ha percacado de que la escala global es el escenario que resulta més eficaz para su lucha: el Manifiesto Comunista de 1848 termina con una declaracién rotunda: (*) En la televisién espafiola la serie se lamé Enshrujada [N. de los T]. (1*) En la televisién espatiola la serie se llamé La tribu de los Brady [N. de las T]. (*) En la television espafiola la serie se Narné Agnellos maravillosos aitos (N. de los T]. 408 Geografia Politica {Tiemblen las clases deminantes ante {a eventualidad de una Revolucién comu- nista! Los proletarios no tienen nada que perder en ella mds que sus cadenas. ¥ es todo un mundo lo que en ella tienen que ganar. ;Proletarios de todos las paties, untos! (Marx y Engels, 5.£: 103; la cursiva es nuestea) Es evidente que esta formula siempre ha resultado mds ficil de enunciar que de poner en préctica, no menos cuando la modernidad consumista aseguraba que los trabalaires, nto hombres como mujeres, tenfan efetivamente muchisimo mis que perder que sus «cadenas». La cuestién principal es que desde los inicios de la econom(a-mundo capitalista el capital siempre ha podido desplazarse por el mundo: a globalizcén supone una profundiacin de un proceso que viene de lejos. Es algo muy simple, la organizacién de los trabajadores en la escala local siede edilfiarse invindendo en’atros lugares del espacio que abarca a economia mundo capitalist. En respuesta a la incitacién Marx, los trabajadores constraye- ron una escala de cooperacién y actividad por medio de las Internacionales de Tiabajadores. En 1862 los sindicatos franceses e ingleses crearon la Asociacién In- ternacional de Trabajadores /aternational Working Men Association), uno de cuyos objetivos era proporcionar apoyo transnacional como estrategia para com- bate I mano de oa stompehueleas: 0 sesqitlay del extranjero CLaion, 1987 293) En otras palabras, la Internacional era una escala de actividad politica dise- jada para haocr una pois labora fiz en el espacio de In economia-mundo capitalista. Sin embargo, la historia de la Internacional fue corta y su desaparicién también puede explicarse por el hecho de haber repudiado parcialmente, al me- nos, la politica de escala inicial. En 1875 la Primera Internacional habfa acabado de hecho, para ser finalmente sustituida en 1889 por la Segunda Internacional. No obstante, esta tiltima era un tipo de organizacién muy diferente: una agrupa- cidn que aglutinaba a los partidos de trabajadores de las distintas naciones. La es- trategia inicial transfronteriza (tsansestatal) fue reconvertida en una estrategia in- tetestatal de los partidos nacionales convirtiendo los espacios estatales opresivos en lugares mejores para {a clase trabajadora, Aunque la Primera Guerra Mundial acabé tanto con la dimensidn transestatal como con la interestatal de la organiza- cién, cuando los trabajadores lucharon entre sien nombre de sus naciones, el éxito doméstico Negé por fin con Ja instauracién del Estado del bienestar en los Estados centrales de la economfa-mundo hacia mediados del siglo xx. Son preci- samente estos Estados del bienestar los que han constituido el blanco principal de los defensores de la globalizacién actual. Asi pues la organizacién «internacionaly figura de nuevo en la agenda del trabajo. La creacién de espacios capitalistas nuc- vas come el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) han contribuido a poner en marcha, como réplica Ia cooperacién de wrabajadores transfronceriza en un proceso de «(re)politizacién de la economia global» (Rupert, 1995}. Como ocurria en 1862, los neers laborales internacionales de nuestros dias son un intento de ctear un lugar global para wna politica democré- tica y equitativa a partir de ui espacio capitalista global. Como en el resto del libro, la exposicién anterior aborda temas de escala geo- grafica aparte de las cuestiones de lugar y espacio. Esta es una decisién totalmente pedagégica, que no podemos seguir manteniendo. La conseeuccién politica de las diferentes escalas y la construccidn politica de lugares y espacios no son en abso- luto independienies. Las historias politicas que acabamos de exponer de forma breve no son en absoluto independientes entre sf. En el enfoque de los sistemas- mundo que hemos adoptado forman parte de la historia mas amplia de las hege- Lugares que progresan 409 monias y modernidades (Taylor, 1996; 1998). Sin embargo, no tienen por qué telacionarse sdlo de esta manera teérica, puesto que existen evidentes conexiones de tipo prictico. Por ejemplo, el surgimiento de las zonas residenciales de las afueras de las ciudades que se produjo en Estados Unidos no deja de estar vincu- lado con politicas ¢ iniciativas del Estado. El mejor ejemplo es el Informe Hoover (Hoover Report) de 1931, en el que el Gobierno, los banqueros, los fabricantes y los constructores estuvieron de acuerdo en que la suburbanizacién, con la cons- truccién de viviendas unifamiliares (haciendo que casa y unidad doméstica coin- cidieran), constituirfa una solucién duradera para la Depresién porque poten- ciaba el consumo al méximo (Hayden, 1981: 23). Y asf results en el «boom de la posguerran: los aftos cincuenta fueron la década en que se produjo la mayor su- burbanizacién de la historia de Estados Unidos. Pero en cuanto solucién a una tuacién de «subconsumo», dio origen a otros problemas mas bésicos: si en las si- tuaciones de hegemonta de lo que se trata es de emular al hegemén, la ‘Tierra no 5 lo suficientemente grande para que ¢l mundo viva a «la manera americana». 1V.2. La tensién udefinitivar entre el espacio y el lugar Empezamos este libro con una exposicién sobre la globalizacién actual, en la que se inclufa una breve clasificacién de varias «globalizaciones». Una de ellas recibié la denominacién de «globalizacién ecoldgica, que argumentaremos seguidamente que es cualitativamente distinta de las demés. Para empezar, las inquietudes res- pecto a la ecologia son dos o tres décadas anteriores a la aparicién de las tesis de la globalizacién. Pero hay algo todavia mas importante, desde el punto de vista de la geografia la ecologia constituye la forma principal de representar lo global como tn lugar. Es nuestco «planeta natal» (home planet), el hogar de la humanidad», ue destruimas, lireralmente, por nuestra cuenta y riesgo. En cambio, las demés globalizaciones conciben el mundo como un lugar para la accién, una plataforma abstracta en la que operas, por ejemplo el espacio financiero de veinticuatro horas al dia de las ciudades mundiales. De un lugar, nos preguntamos: zes sostenible? De un espacio, nos preguntamos: ;es cficiente? As{ pues, se producen dos inquie- tudes totalmente distintas respecto a, por cjemplo, la conservacién del biodiversi- dad de la selva tropical y el mantenimiento de la competitividad de Londres, pongamos por caso, como actor entre las ciudades mundiales, Los hechos son bastante crudos. Los Estados Unidos de América se han asegu- rado su papel hegeménico por medio de una ideologia del consumismo. La buena vida prometida por EE UU al resto del mando es un estilo de vida subur- bial. Se puede cumplir esta promesa? Hace algunos afios, Watt (1982: 144) cal- culaba que la capacidad de sustentacidn del mundo, en el supuesto de que el nivel de vida fuera ef estadounidense, es de 600 millones de personas, una cifra que se habia superado en 1675, jun siglo antes de que existiera Estados Unidos! Hoy la poblacién del mundo ronda los seis mil millones y seté aproximadamente de en- tre 10 y 14 mil millones el préximo siglo. No resulta dificil entender por qué la gente afirma que las tendencias actuales son insostenibles desde el punto de vista ecoldgico! La imposibilidad de sostener el crecimiento econémico secular es lo que subyace tras las tensiones definidas por Beck (1994) como la «sociedad del riesgo». Por consiguiente, la crisis ecoldgica global es la tensién definitiva entre el lugar y el espacio, entre hacer de la Tietra un hogar habitable y explotarla como espacio de recursos. 410 Geografia Politica Basta un ejemplo para demostrarnos lo urgente que ¢s la situacién: la China comunista se esté quedando atrapada en la seducci6n irresistible de la moderni- dad consumista. En la actualidad, las ciudades chinas funcionan principalmente con un sistema mixto de bicicletas privadas y un transporte colectivo puiblico y barato. En las ciudades grandes, que abundan en China, este simple sistema de uasporte mixto funciona relativamente bien para solucionar el problema del tré- fico sin produciz mucha contaminacién. En cambio, las ciudades occidentales con la gran densidad de coches que tienen se estan convirtiendo en antros de contaminacién y no logran que el trafico sea fluido. No obstante, éste es precisa- mente el modelo de trdfico que el Gobierno chino esta imponiendo en las ciuda- des de su pais, En realidad, una de las ironfas de este ejemplo es que la mayorfa de Jos planificadores urbanos de «Occidente» estén empezando a fomentar la utiliza- cidn de la bicicleta y a predecir que es necesario volver a los transportes colectivos tras una contaminacidn de niveles inaceptables y una paralizacién total del tré- fico. Sin embargo, ¢l automévil constituye el meollo de lx modernidad consu- mista de nuestros dias, y en consecuencia el Gobierno «modernizadom considera necesaria que sus numerosas ciudades se conviertan en «ciudades automovilisti- cas» para «ponerse a la alturay de «Occidente». Para el afio 2010 China tiene pre- visto ser el tercer fabricante de coches del mundo, y tener 40 millones de coches en sus calles (Smith, 1997). Esto es sélo el principio: para acabar de alcanzar a EE UU necesita multiplicar por diez el ntimero de coches, pero actualmente China va camino de conseguirlo. Este constituye el ejemplo definitivo de americaniza- cién: sumar otros mil millones de compradores Tica al gran centro comer- cial que es el mercado mundial (Zhao, 1997). Los lideres chinos creen que estén yolviendo a ctear China como un nuevo lugar que progresa. Nada més lejos de la verdad. La incipaidad politics que muestan a no consierat un futuro dlstinto del americano, pone de manifiesto lo absurdo de la politica actual respecto al fu- turo de la Tierra en tanto que hogar sostenible para la humanidad. Y asf volvemos otra vez a la «subpoliticay de Beck, los nuevos enftentamientos que evitan la politica convencional. Ahora mismo se esta empezando a crear en la practica una nueva «geografia subpoliticay, que apenas existe en nuestra imagina- cién, Pero esa es materia para otro libro.

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