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See as *‘44ETEROCRONIAS. — TIEMPO, ARTE. _Y UEOLOGIAS - is ESENTE” ai A. HUYSSEN_M.A. DOANE G. SHAPIRO_P.M. LEE J.L. VILLACANAS ~~ J.L. MOLINUEVO_N. BOURRIAUD_M. CRUZ P. OSBORNE Sade | ‘TOMPO, ARTE Y ARQUEOLOGIAS DEL PRESENTE (c) de esta edicién: Cendeac Antiguo Cuartel de Artilleria Pabellén 5 C/ Cartagena, s/n 30002 Murcia www.cendeac.net (©) de bos textos, sus autores (©) de ba compilacibn: Miguel Angel Hernandez-Navarro (©) Disetio de cubierta: Germinal Maquetacién: Alicia Flores Alvarez ISBN; 978-84-96898-24-0 Depésto legal: MU-67-2008 Imprime: Compobell, S. L. C/ Palma de Mallorca 4 bajo 30009 Murcia Presentacién. Antagonismos temporales Miguel Angel Hernandez-Navarro Si algo qued6 claro a lo largo de la segunda mitad del siglo pasado es que la historia no puede ser pensada —al menos sd/o pensada— diacrénicamente’. Como demostré Ilya Prigogine, ni siquicra la biologia —modelo por excelencia de linealidad— y la evolucién, estan sujetas a la linealidad*, Existen saltos, disconti- nuidades, azares, confrontaciones y contradicciones. El tiempo asi pensado es un entretejido de nudos y lugares-ocasiones singu- lares, un campo miiltiple y plural. En esto merece especial aten- cién el pensamiento de Reinhart Kosclleck, quien desde finales de los cincuenta comenz6 a pensar la historia de modo estratifi- cado’, Pasado, presente y futuro -experiencia, accién y expectati- ino también de modo sin- ino todos al mismo tiem- va—no slo suceden diacrénicamente, crénico. No sdlo uno detras de otro, po, anudandose en una simultaneidad temporal. Los estratos del tiempo —no estiticos, como se deriva del pen- samiento estructural, sino moviles y en proceso; como estructu- ras estructurantes— se encuentran conectados entre si. Son poro- sos y permeables, de tal modo que en cada concepto, en cada ' Manuel De LANos, A Thomsand Years of Now-Lintar History, Nueva York, Zone Books, 1997. llya PRIGOGINE, E/ nacimiento def tiempo, Barcclona, Tusquets, 1998, Reinhart KOseiueck, Los extratos del tiempa: estudies sobre ka bistoria, Barcelona, Paidés, 2001, acto, en cada percepcién, se encuentran siempre sedimentados sentidos correspondientes a épocas y circunstancias de enuncia- cidn diversas. Tal condensacién es al mismo tiempo sincrénica y diacrénica, Esto quiere decir que, como ¢l mismo Koselleck sugiere, existen modulaciones de la historia: pasado-pasado, pasa- do-presente, pasado-futuro; presente-presente, presente-pasado, presente-futuro; futuro-pasado, futuro-presente y futuro-futuro. De estas conjugaciones del tiempo «se pueden deducir concep- tualmente el progreso, la decadencia, la aceleracién o el retarda- miento, el atin-no y no-mis, el antes-de o el después-de, la situa- cin y la permanencia -y cuantas determinaciones diferenciales sea necesario afiadir para poder hacer visibles los movimientos histéricos concretos—»', Todo tiempo es, pues, miltiple, dinamico y heterogéneo, compuesto de un sin fin de pequefios matices méviles y cambian- tes. Eso es algo que pocos podrian poner en duda. Sin embargo, el régimen temporal hegeménico de Occidente ha tendido hacia una supresién de la pluralidad del tiempo. Una pluralidad conna- tural a lo humano que, desde los inicios de la Modernidad tecno- ldgica, comenzé a ser abolida por los ritmos de produccién de la mercancia. El individuo moderno se convirtié entonces en un «sujeto» de un tiempo un tiempo tinico impuesto desde instancias que lo superaban. La célebre escena de Tiempos modernos en la que Chaplin, extenuado por la cadena de montaje, comienza a atorni- llar todos los objetos que tiene a su alrededor, sirve de metafora perfecta —quiza algo exagerada, es cierto— del modo en que el sujeto moderno «extiende» el ritmo de la maquina a la cotidiani- dad, introyectando y haciendo suyos los tiempos de la cadena de produccién. La experiencia multiple -humana- del tiempo fue sustituida por cl tiempo, del capital. El nacimiento del sujeto moderno estu- vo ligado a la «sujecciér a un tiempo que, cada vez mis, ya no era el suyo, sino un tiempo simple, el tiempo de la sucesién. En cierto modo, se podria decir que la Modernidad instauré la monocronia, cl ticmpo unico de la produccién y la tecnologia —tinico resquicio aun hoy de la creencia en el progreso—, El tiem- * Reinhart Kosti.eck, Fatwre pasade Pars wea sementica de los tempos bistéricas, Barcelona, Paidés, 1993, p. 130. po de la continuidad y la velocidad, 0, como ha sugerido Mary Ann Doane, el tiempo cinemitico, caracterizado por la elipsis y la supresién de los tiempos mucrtos’, esos tiempos que precisamen- te son los tiempos de lo humano, aquellos que escapan a la luz del especticulo, los tiempos de la so(m)bra’. El proceso de aceleraci6n del tiempo iniciado por la Modernidad, como ya sugirié Paul Virilio, lejos de detenerse, se ha ido haciendo cada vez mas dristico, hasta cl punto en el que hoy se pueda decir que caminamos directamente hacia la supre- sién de todo tiempo, hacia eliminacién total de la experiencia temporal’. A decir de Gilles Lipovetsky, la nuestra ya no es la €poca de la velocidad, sino la de la urgencia, la época del tiempo- cero, de la inmediatez, de la instantaneidad". Los tiempos chiper- modernos» se caracterizan, precisamente, por suprimir todas las distancias temporales. Una supresion de la espera, de la transi- ci6n, del intervalo, del «in-between». E] nuevo tiempo ya no tiene tiempo de mirar hacia atris, ni de calcular su trayectoria hacia delante. Es un tiempo de desliza- miento, sin profundidad, sin anclajes, tiempo del aqui y ahora, pero de un aqui y ahora que nada tiene que ver con el de las filo- sofias orientales. Un aqui y ahora que desaparece constantemen- te, que no tiene espesor ni sustancia. Un aqui y ahora, podriamos decir, ya totalmente deshumanizado, 0, al menos, ajeno a los rit- mos naturales —bioldgicos y psiquicos- de lo humano. Ese tiempo tinico, vinculado al régimen temporal occidental, esti viviendo en las tltimas décadas un proceso de extensién a todos los lugares globo. Una de las consecuencias primeras de la globalizacién —o de las distintas globalizaciones— es la imposicién de lo que Sylviane Agacinski ha llamado «a hora occidental’, Una temporalidad hegemonica, la del tiempo global que, sin embargo, tiende a climinar y subsumir los diversos tiempos loca- les ¢ individuales. El nuevo tiempo, igual que el nuevo espacio, tiende a la homologabilidad, a la adecuacién de los tiempos del “Mary Ann Doane, The Eavengence of Cinematic Time. Modernity, Contingency, The Archive, Cambridge y Londres, Harvard University Press, 2002 © Miguel A. HERNANDEZ-NAVARRO, Lar sofmjbra de fo real, Valencia, Alfons el Magnanim, 2006. * Paul Viniiio, Velocidad y politica, Buenos Aires, La Marea, 2006, * Gilles Livoversky, Las tiempas bipermodernes, Bascelona, Anageama, 2006. * Sylviane AGACINSKI, Le passer de temps. Modernité mastalie, Pais, Scuil, 2000. otro al tiempo del uno. Una adecuacién que nunca es limpia y que, bajo el signo del dialogo y la multiplicidad, instaura un nuevo tiempo Unico revestido de heterogencidad. Las teorias contemporaneas de la hibridaci6n cultural abogan también por una hibridacién temporal. Junto a una tercera via 0 aun tercer espacio, también podria hablarse de un tercer tiempo. El propio Homi Bhabha ha analizado esti dimensién hibrida del tiempo poscolonial". Una especie de in-befwven del tiempo en el que seria posible la hibridacién de temporalidades, donde las espeficidades temporales locales y globales coexistirian sin pro- blema. Una utopia temporal de mestizaje que, sin embargo, bajo su aparente bondad, esconde un reverso oscuro, La hibridacién y el discurso del in-between y del mestizaje esti demasiado cerca del nuevo tiempo tinico. Igual que el tercer espacio, el tercer tiempo. se realiza en la hora occidental. Es un tiempo concebido desde el presente occidental, desde su régimen cronolégico. Un tiempo. que, en el fondo, tiende a anular a los tiempos locales. Es un tiem- po de la adecuacién. Probablemente vaya siendo hora de superar cl modelo tempo- ral de la interculturalidad. Quiza sea mas productivo pensar la convivencia de tiempos como una colisién y tensidn itresoluble, como una discronia fundamental imposible de asimilar. El inmi- grante cambia de hora, se desplaza cn el tiempo, pero ese cambio nunca es limpio, nunca es total. Siempre hay un excedente, algo que no puede moverse, algo que permanece inmévil. Hay algo cronico, en el sentido de algo especifico y propio, como una enfermedad crénica, que no puede ser movilizado, algo que nunca puede ser adecuado. Hay una dimension crénica en la cro- nologia. Hay un ‘real’, por decirlo con Lacan, que no puede ser asumido. Y ese ‘real’ es el que produce la contradiccién, el que rompe la ilusién de la integracién. La adecuacién, entonces, nunca ¢s posible. Esto nos llevar a concebir un modelo temporal antagénico, en el que se valoran las diferencias y no hay posibilidad de resol- ver el conflicto originario, pues todo acuerdo sin fisuras es un acto de maquillaje de la realidad. En tal modelo antagénico, que ” Homi K. BHasiia, E/ fer de da cnltare, Buenos Aires, Manantial, 2002; «E1 entre-medio de la cultura», en Stuart HALL y Paul DU GAY (comps.), Cirestiones de identi- dad adiural, Bucnos Aires, Amorrortu, 2003, pp. 94-106. se derivaria de las tesis de Laclau y Mouffe sobre la democracia"', no seria posible el acuerdo entre las partes, ya que siempre existi- rian lugares vacios imposibles de llenar. Vacios temporales, lap- sus, puntos ciegos, especificidades temporales no homologables que, por un lado, contribuirian a enriquecer el espectro de las temporalidades del presente, y, por otro, podrian servir para derribar las ficciones del régimen cronoldgico occidental. Un régimen que, precisamente, bajo el modelo de la hibridacion ima- ginaria del tiempo, propone una sola narrativa y un solo tiempo: el tiempo imaginado de la globalizacién. Bien pensado, el modelo de temporalidades antagonicas res- ponde a un esquema mental no representativo, en el sentido en que el conflicto —y su resoluci6n— no puede ser pensado estruc- turalmente, entre otras cosas porque es movil, cambiante y no todos los lugares son accesibles a la razon. Si hiciésemos una his- toria de la subjetividad y el tiempo modernos, podriamos facil- mente representarlos mentalmente, casi espacialmente como si de un mapa se tratase. El pensamiento temporal moderno ha sido esencialmente topografico, representable en un espacio euclidia- no. Un espacio fijo e inmévil. En ese espacio se podria decir que la Modernidad valoré el tiempo del Uno, construy6 su proyecto sobre la evolucién y el progreso del Sei: La posmodernidad aten- dio a las minorias y se edificé sobre el tiempo del Otro, el tiem- po del menos uno. Y lo que podriamos llamar interculturalidad, el modelo oficial del presente, se ha fraguado sobre la suma del tiempo del otro, el tiempo local, con el tiempo del uno, el tiempo global de la hibridacién del Otro con el Se/f es decir, el menos uno mas uno. Una ecuacién perfectamente representable en el mapa mental del tiempo. Una ecuacién perfecta, sin fisuras, fija, visible y, en consecuencia, localizable y controlable. Los tres modelos temporales son, si se observa con deteni- miento, completamente espaciales: racionales y representables mentalmente. Y todos son construidos desde el mismo lugar: el espacio-tiempo del Uno. Todo sucede en el mismo tablero de juego. Aunque las fichas sean diferentes, se trata de la misma estructura. Ernesto LACLAU y Chantal Mourre:, Hegemonia y estrategia socalista. Hacia una radi- calizacién de la democracia, México, Fondo de Cultura Econémica, 1985. Es necesario introducir un cuarto modelo de tiempo. Un tiempo mis all de la interculturalidad y la hibridacion. Un tiem- po discontinuo y antagénico que no puede ser sumado ni resta- do, ni, por tanto, representado. Una temporalidad mévil y cam- biante, multiple y absurda. En resumen: una temporalidad anta- gonica, en constante conflicto. Y en un modelo temporal antago- nico, que valora los restos y los excedentes no reaprovechables, los puntos muertos y los lapsus del tiempo, parece necesario rom- per esa estructura topografica en beneficio de una ‘des-estructu- ra’ topolégica. Un espacio temporal no euclidiano, sino méebia- no: sin dentro, ni fuera, ni cerca ni lejos, donde no hay correspon- dencias ni vecindades completamente racionales (al menos si entendemos la raz6n como una espacializacién). Ese tiempo se rige, como ya apunté Jacques Lacan", por otra serie de corres- pondencias y vecindades que se ajustan mas al espacio y al tiem- po psiquico que al geogrifico e historico: un espacio-tiempo con- fuso, donde antes, después y ahora se mezclan e interceden, un espacio donde el exterior configura el interior... un espacio que subvierte la intuicién, un espacio escotémico, con un punto ciego, el punto ciego de un lugar vacio, de un centro ausente, en torno al que se configura todo ese espacio topolégico Un pensamiento topoldgico del tiempo nos conduciria, por tanto, a dar valor a las discontinuidades, a los saltos, a las inade- cuaciones, a las ausencias... a los tiempos muertos. A esos tiem- pos que precisamente ha tendido a eliminar de todo discurso el tiempo eliptico del cinematégrafo y las narrativas asociadas a él. Quiza haya que pensar al sujeto contemporaneo y su tiempo desde la topologia, mas alla de la localizacién, mas alla del tiem- po lineal, en el tiempo de la ausencia. No ya en una intemporali- dad eterna, sino en una temporalidad multiple y heterogénea, pero no hibrida (al menos si por hibrido entendemos la suma de las partes). Una temporalidad discontinua. Una heterocronia, 0, mas bien, por hacer hincapié en la cuestién del conflicto, una ‘dis- cronia’, un choque de tiempos imposible de resolver. Una de las tareas mis interesantes del arte en la actualidad sera precisamente hacer evidente, visualizar, trae a la vision, ese con- "© Ellie RAGLAND y Dragan MILOVANEVIC (eds), Lacan: Topolegically Speaking, Nueva York, Other Press, 2004. flicto temporal para mostrar las inconsistencias, falsedades y arti- ficios del imperialismo cronoldgico. Esa estrategia se encuentra presente en gran parte de las obras de los artistas que participan en Esfratos, el Proyecto de Arte Contemporanco que da origen a este libro: Lara Almarcegui, Bernd & Hilla Becher, Bleda y Rosa, Juan Cruz, Verne Dawson, Mark Dion, Jimmie Durham, Cyprien Gaillard, Hana Halperin, Joachim Koester, Mark Lombardi, Allan McCollum, Paul Noble, Paulina Olowska, Diego Perrone, Abraham Poincheval & Laurent Tixador, Marjetica Potré, Gregor Schneider, Eve Sussman & The Rufus Corporation y Keith Tyson. Por medio de un trabajo basa- do en la arqueologia, en el entendimiento del pasado como un tiempo no acabado y en la creencia en la superposicién y posibi- lidad de conjugacién de los tiempos histéricos, psiquicos y bidlo- gicos, muchos de estos artistas proponen modelos y mundo que se alejan de la monocronia del occidente moderno, trabajando con regimenes temporales alternativos que, por enci- ma de la sucesién, valoran la duracién, la simultaneidad... el kai- rés, la experiencia del tiempo. Son obras que se configuran esen- cialmente como resistencias temporales. Metaforas de un tiempo antagdénico, lugares del desacuerdo temporal, estos artistas intro- ducen y hacen evidente el conflicto dentro de la supuesta tempo- ralidad hegeménica occidental. Y ese conflicto rompe y fractura la ilusin del tiempo unico, de la monocronia imaginaria del capi- talismo cultural. Por eso no hay que ver el conflicto desde un punto de vista negativo y el acuerdo desde uno positive. Es nece- sario climinar la visi6n de que la resolucién siempre es positiva: la resolucién sin fisuras sucle ser un triunfo del dominante. El con- flicto, el desacuerdo son elementos constitutivos de comunidad”. La resistencia ante el poder ha de hacerse precisamente por medio del desacuerdo, por medio de la tensién, por medio de las heterocronias. Como se ha sefialado, este libro surge al mismo tiempo que la exposicién Estratos, proyecto comisariado por Nicolas Bourriaud en la ciudad de Murcia. Sin embargo, lo que sigue no es un cati- logo, sino mas bien un libro de «acompanamiento». Los textos iones del © Jacques RANCIPRE, E/ desacwerde, Politica y filesofia, Buenos Aires, Nuewa Vision, 1996. que se recogen aqui presentan, esbozan o caminan hacia esos problemas que, de un modo u otro, tratan los artistas de Estratos. Aunque la seleccin es «heterodoxa», la cuestion de la heterocro- nia, la necesidad de superar modelos temporales obsoletos, las arqueologias del presente... son cuestiones que, de un modo u otro, estin presentes en todos los textos, aunque quizi el tema central sea el de la memoria. Manuel Cruz, Mary Ann Doane, Andreas Huyssen 0 José Luis Villacafias transitan por el territo- tio de la memoria desde puntos de vista diferentes, pero en todos ellos esta que la memoria no es algo muerto y anclado en el pasa- do, sino que tiene una vida en el presente, que lo configura y modifica, que no hay cesuras entre los tiempos histéricos, sino interpenetracion, y que todo intento de delimitar los tiempos es, como ya intuy6 Bergson, una pura artificialidad, Otros textos, como los de José Luis Molinuevo, dan cuenta de los altimos cambios producidos en el régimen hegemonico occi- dental: el surgimiento del tiempo tinico, el tiempo cero y la emer- gencia de lo que Virilio llamé la dromologia. Un tiempo tnico que climina la espera y el aburrimiento, cuestiones que, como observa Peter Osoborne, son esenciales en la definicién del arte como modelo de resistencia y toma de conciencia de esos tiem- pos constituyentes de la subjetividad pero abolidos por la expe- riencia moderna. El arte se crige asi como el lugar de la hetero- cronia, del tiempo-orro, ¢l lugar donde habita aquello que ya no cabe en los esquemas temporales de occidente, Otras légicas, otros modelos, otras temporalidades que, como exponen Pamela Lee o Gary Shapiro, comienzan a estar presentes desde los afios sesenta, gracias especialmente a las aportaciones de Robert Smithson y su batalla contra la linealidad del tiempo. En el primer texto de esta seleccién, Nicolas Bourriaud se pregunta «Se puede imaginar una geografia que tuviera en cuen- ta el tiempo, es decir, las redes especificas gracias a las cuales nos desplazamos de un lugar a otro?», Quiza habria que responder que esa geografia del tiempo la proponen hoy los artistas, aten- diendo a otras realidades que ya no son las del tiempo cartogra- fico occidental, sino de las del conflicto topoldgico de la hetero- cronia: tiempo multiple, espacio mévil, experiencia... en construc- cidn.

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