1 MUJER OH!
DIANA SURIEL NÚÑEZ
diana.suriel@listindiario.com
¿Qué valemos?
Hace poco más de 15 días que falleció
Fawziya Ammodi. Ella tenía apenas 12
años, vivía en Yemen, un país del Oriente
Medio. Murió desangrada en un hospital,
estaba en proceso de parto. Allí duró tres días,
su organismo de niña que no estaba preparada
aún para ser mujer, no aguantó más. Durante
esas largas horas, su luz se fue apagando poco
a poco hasta dejar su vida en penumbras. Al
final, ni ella ni el bebé que esperaba pudieron
sobrevivir. Pienso que sin más, dos ángeles que
pudieron hacer mucho en la Tierra, partieron al
cielo. Los sucesos como este son múltiples. No
es extraño encontrarlos mientras navegas en la
red buscando informarte sobre lo que pasa en el
mundo. Fawziya fue obligada a dejar la escuela y
a casarse con un hombre que le doblaba la edad.
Al parecer deudas familiares la convirtieron
en objeto de negocio para solventarlas. Como
consecuencia, se perdió su vida y con ella todo
el potencial para convertirse en una mujer que
aportara buenas cosas al mundo.
Hace un año una niña nicaragüense de solo
10 años quedó embarazada al ser violada
El tema del aborto siempre
lleva a debate. Los casos
te hacen pensar y poner tu
decisión en una balanza.
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Oh! magazine 26 de septiembre de 2009
por su padrastro. Él huyó y su mamá le dio la
espalda. La niña quedó sola, ayudada por manos
caritativas que procuraron su bienestar hasta que
finalmente trajo al mundo a su hijo. Con tan solo
10 años se convirtió en madre.
EN BRASIL PASÓ ALGO PARECIDO, EL
caso de una niña de 9 años también violada y
embarazada por su padrastro, provocó toda una
oleada de manifestaciones en pro y en contra
del aborto. La niña tenía apenas 33 centímetros
de estatura y estaba embarazada de mellizos.
Tras los análisis y observaciones médicas se
determinó que su útero era muy pequeño para
albergar a dos bebés. Su madre autorizó un
aborto terapéutico para salvar la vida de la niña
y evitarle peores daños psicológicos y morales
de los que ya tenía. Como consecuencia, la
Iglesia salió al frente condenando la acción y
excomulgando a la niña, a la madre y a toda la
familia. Poco importó saber que tanto la pequeña
como su hermana con deficiencia mental, fueron
violadas en sucesivas ocasiones.
NO SOLO NIÑAS SE HAN VISTO PRESA DE
la encrucijada. No son uno ni dos los casos de
embarazos ectópicos, de estados de gestación que
ponen en verdadero peligro la vida de la madre.
Abortar o no abortar. Ese es el debate que ha
disparado los sensores públicos en la sociedad
dominicana en los últimos días. La cualidad
de librana que el zodíaco me confiere, me hace
buscar el punto medio de todas las cosas. Todo
merece ir a la balanza, cada campana tiene
derecho a sonar y siempre se encontrarán cosas
buenas y cosas no tan buenas de un lado o
del otro. Yo, como mujer, no estoy de acuerdo
con el sexo irresponsable, considero que es
una falta total no asumir responsabilidades
de decisiones que pudieron o no ser tomadas
a la ligera. Tampoco estoy de acuerdo, como
mujer, como ser humano, con que se ponga en
juego o en peligro la vida de una mujer o de
una niña vejada. Nunca estaré de acuerdo con
aquellos que prefieren ponerla en peligro con
un embarazo que podría asegurarle la muerte.
Es más condenable, a mi entender, dejarla
morir y ver como se marchita una vida que tiene
tanto por aportar. El artículo 30 de la reforma
constitucional de nuestro país, fue aprobado
contando con una abrumadora mayoría,
condenando radicalmente la práctica del
aborto, sin importar que la vida de la madre se
encuentre en peligro… No debe sorprendernos
que todavía se considere a la mujer como una
“cosa” sin voz ni voto.
LO QUE ME DUELE ES TENER QUE
reconocer que vivimos en una ciudad de
plástico, en un país de plástico, en un mundo
de plástico, donde la hipocresía disfrazada de
moralismo vale mucho, demasiado diría yo.
Muchos le darán el visto bueno a esta opinión,
otros no estarán de acuerdo con lo expresado
en esta columna, tampoco es la intención.
Eso de tener millones de cerebros en perfecta
sincronía es una verdadera utopía. Pero siento
y lamento que no se aprecie la existencia y la
opinión femenina justamente. Nunca veremos
progreso si alimentamos ideas retrógradas. Creo
que una buena frase de Albert Einstein servirá
como el punto final perfecto para la columna
de hoy”: “¡Triste época la nuestra! Es más fácil
desintegrar un átomo que un prejuicio”.