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Sea AÑO JUBILAR DIOCESANO


Avellaneda – Lanús
15 de Agosto 2010 – 15 de Octubre 2011

USTEDES SON EL CUERPO DE CRISTO (1 Cor, 12, 27)


63+
854796+ Señor, queremos darte gracias
-
por habernos llamado a ser Iglesia Diocesana,
Cuerpo de Cristo que peregrina en Avellaneda - Lanús
PARROQUIA hacia tu encuentro;
por celebrar la fe, vivir la caridad
y marchar junto como hermanos en la esperanza.

Te bendecimos con ánimo agradecido,


porque nos convocaste a ser instrumentos
de tu reino de amor, vida, justicia y paz
y nos encomendaste la obra de tus manos
para ponernos al servicio de todos.

En este Jubileo Diocesano también queremos pedirte perdón


por nuestros errores, infidelidades,
incoherencias y lentitudes en responder a tu Palabra,
sabiendo que esto no ayuda a reforzar nuestra fe,
haciéndonos capaces y dispuestos para superar
las tentaciones las dificultades.

Concédenos tu Espíritu para ser:


Una Iglesia que viva la comunión,
y construya la unidad del Cuerpo de Cristo en todo momento.
Una Iglesia Madura y Responsable,
que sepa hacia dónde se dirige.
Pte. Perón 2998 Una Iglesia Comunicativa y Solidaria,
Valentín Alsina que reconozca a los demás como parte de su vida y de su
4208-8234 historia.
Una Iglesia Alegre y Comprometida en la misión,
no solo en las palabras sino sobe todo en las obras.

Que la Santísima Virgen María de la Asunción,


AÑO XVII – 2010 Madre y Patrona de nuestra Diócesis
Nro. 179 y Santa Teresa de Jesús, intercedan por nosotros. Amén.
Explicación de la Misa

La liturgia de la Palabra

Comenzamos el comentario a la Liturgia de la Palabra. Ella forma, junto con la

Liturgia Eucarística, los dos ejes centrales de la celebración de la Santa Misa.

Aunque la expresión “liturgia de la Palabra” es reciente, la realidad que designamos con

este nombre se remonta a los mismos orígenes de la

Iglesia. Las primitivas comunidades cristianas se

reunían no sólo para la “fractio panis”, sino también

para leer los escritos del Antiguo Testamento, y más

tarde, también los del Nuevo, llamados “memorias de

los Apóstoles”. Tenemos certeza de esta práctica a

fines del siglo I.

De ahí se explica el gran desarrollo del rito alcanzado ya a mediados del s. II cuando,

según el testimonio de S. Justino, un lector proclamaba las lecturas de los dos

Testamentos, el obispo pronunciaba la homilía y los fieles elevaban preces en común.

Desde entonces hasta nuestros días, todas las Iglesias de Oriente y Occidente, han

tenido en sumo aprecio la Palabra de Dios. Más aún, no han cesado de ahondar en la

comprensión teológica de ambas realidades hasta llegar al enunciado del Vaticano II:

“La liturgia de la Palabra y la Liturgia Eucarística están tan íntimamente unidas,

que forman un solo acto de culto” (SC,56).

Relación entre la liturgia de la Palabra y la liturgia Eucarística

Entre la Liturgia de la Palabra y la Liturgia Eucarística existe un nexo salvífico,

teológico, cultual y mistagógico.

- Nexo salvífico: “Cristo está presente en su Palabra, pues cuando se lee la


Sagrada Escritura en la Iglesia, es Él quien habla” (SC, 7). La proclamación de la

Palabra de Dios en la Misa no es, por tanto, una simple repetición histórica de unas

palabras dichas en el pasado y consignadas en un libro, ni un mero recuerdo de hechos

pretéritos sin conexión con el presente; al contrario, Cristo, Palabra Encarnada y

heraldo de la Palabra de Dios, hace de la Palabra divina una realidad presente y

operante. De ese modo, se pasa de una Palabra que se dijo a una Palabra que se dice, de

una Palabra que salvó a una Palabra que salva, de una Palabra que interpeló a una Palabra

que interpela hoy y aquí. La Palabra de Dios proclama así la historia de la salvación

obrada por Dios y actualiza las maravillas salvíficas en medio del Pueblo de la Nueva

Alianza. De este modo, la Eucaristía aparece como lo que realmente es: la cumbre de

toda la historia de la salvación, historia compuesta de “obras y palabras intrínsecamente

unidas” (DV,2).

- Nexo teológico: En la primera parte de la Misa, Jesucristo reparte el pan de su

Palabra a sus discípulos, los cuales, si la reciben con fe y amor, entran en comunión

íntima con Él y se preparan a participar más consciente y fructuosamente en el

banquete sacrificial de su propio Cuerpo y Sangre. La dinámica interna de la Palabra de

Dios lleva a la fe, que encuentra su culminación en el sacramento. La Palabra suscita la

fe y la fe lleva al sacramento. Y al mismo tiempo, el sacrificio eucarístico, por ser

sacramento, exige la fe. Por tanto, la fe –suscitada y exigida- es el vínculo que une

liturgia de la Palabra y liturgia Eucarística.

- Nexo cultual: Sólo por muy breve tiempo la liturgia de la Palabra tuvo una existencia

independiente de la “fractio panis”. Ya hemos visto cómo formaron una unidad cultual

desde finales del s. I. “La liturgia de la Palabra y la Eucarística están tan íntimamente

unidas que forman un solo acto de culto” (SC, 56).

- Nexo mistagógico: La unidad cultual y la unidad teológica y salvífica, confieren a la

liturgia de la palabra un carácter mistagógico respecto de la liturgia sacramental, es

decir, tiene un carácter de iniciación, un carácter explicativo de los ritos y de los

misterios que se celebran, ayudando a poner de relieve la significación de los gestos

litúrgicos. La Palabra de Dios anuncia e inicia la Alianza que se realiza plenamente en la


liturgia eucarística, actualización sacramental de la Alianza nueva y eterna realizada por

el sacrificio redentor de Cristo.

Las lecturas

Las lecturas son fragmentos tomados de la Sagrada Escritura,

tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Son el

elemento más importante de la Liturgia de la Palabra por las

razones siguientes:

1- Evocan, anuncian y, en cierto modo, actualizan las maravillas

realizadas por Dios en toda la Historia de Salvación.

2- Dios sigue hablando por ellas a los hombres de cada lugar y tiempo.

3- En ellas y por ellas Cristo se hace presente.

4- De ellas se alimenta la fe de los fieles para participar con fruto en la ofrenda y

comunión del sacrificio de Cristo.

5- La comunidad reunida para la Eucaristía recibe de ellas una gran enseñanza sobre los

misterios cristianos.

En las primeras celebraciones no existía otro criterio que leer la Sagrada Escritura.

Para el Antiguo Testamento se leían una serie de pasajes escogidos procedentes del

culto que se realizaba en la sinagoga. Para el Nuevo Testamento se elegía la lectura

continua, al menos de las cartas apostólicas, sobre todo S. Pablo. La extensión de la

lectura dependía del tiempo y la establecía el obispo. A partir del S. VI existen ya

libros que contienen las lecturas (leccionarios). En algunas partes se hacían tres

lecturas como en Milán, Hispania o las Galias. En Roma se leían dos.

El ministro de las lecturas no evangélicas es el lector. La lectura del Evangelio

corresponde al diácono. Si no hay diácono u otro sacerdote, el sacerdote celebrante

leerá el Evangelio.
Lugar y modo de proclamar las lecturas.
Las lecturas se proclaman desde el ambón, que debe estar situado en la nave de la

iglesia en un lugar fijo y elevado, y dispuesto con la dignidad y nobleza que exigen la

Palabra de Dios y la participación de los fieles. Conviene que, al menos los días solemnes,

esté sobriamente adornado. Además debe reservarse, por su misma naturaleza, a las

lecturas, al salmo responsorial y al pregón pascual; la homilía y la oración de los fieles

también pueden hacerse en el ambón; en cambio no es aconsejable que otras personas

suban al ambón, como por ejemplo el comentador, el cantor o el que dirige el canto.

En cuanto a la proclamación de las lecturas, los lectores deben hacerlo en voz alta y

clara, y con conocimiento de lo que leen; es decir, con dominio de los contenidos y de las

técnicas de comunicación.

El Vaticano II afirma que «la Iglesia siempre ha venerado la

Sagrada Escritura, como lo ha hecho con el Cuerpo de Cristo, pues

sobre todo en la sagrada liturgia, nunca ha cesado de tomar y

repartir a sus fieles el pan de vida que ofrece la mesa de la

palabra de Dios y del cuerpo de Cristo» (DV 21). En efecto, al Libro

sagrado se presta en el ambón -como al símbolo de la presencia de Cristo Maestro- los

mismos signos de veneración que se atribuyen al Cuerpo de Cristo en el altar. Así, en las

celebraciones solemnes, si el altar se besa, se inciensa y se adorna con luces, en honor

de Cristo, Pan de vida, también el leccionario en el ambón se besa, se inciensa y se rodea

de luces, honrando a Cristo, Palabra de vida. La Iglesia confiesa así con expresivos

signos que ahí está Cristo, y que es Él mismo quien, a través del sacerdote o de los

lectores, «nos habla desde el cielo» (Heb 12,25).

El Evangelio
El Evangelio es el momento más alto de la liturgia de la Palabra. Ante los fieles

congregados en la Eucaristía, «Cristo hoy anuncia su Evangelio» (SC 33), y a veinte


siglos de distancia histórica, podemos escuchar nosotros su palabra con la misma

realidad que quienes le oyeron

entonces en Palestina; aunque ahora, sin duda, con más luz y más ayuda del Espíritu

Santo. El momento es, de suyo, muy solemne, y todas las palabras y gestos previstos

están llenos de muy alta significación:

«Mientras se entona el Aleluya u otro canto, el sacerdote, si se emplea el incienso, lo

pone en el incensario. Luego, con las manos juntas e inclinado ante el altar, dice en

secreto el Purifica mi corazón [y mis labios, Dios todopoderoso, para que anuncie

dignamente tu Evangelio]. Después toma el libro de los evangelios, y precedido por los

ministros, que pueden llevar el incienso y los candeleros, se acerca al ambón. Llegado al

ambón, el sacerdote abre el libro y dice: El Señor esté con vosotros, y en seguida:

Lectura del santo Evangelio, haciendo la cruz sobre el libro con el pulgar, y luego sobre

su propia frente, boca y pecho. Luego, si se utiliza el incienso, inciensa el libro. Después

de la aclamación del pueblo [Gloria a ti, Señor] proclama el evangelio, y, una vez

terminada la lectura, besa el libro, diciendo en secreto: Las palabras del Evangelio

borren nuestros pecados. Después de la lectura del evangelio se hace la aclamación

del pueblo», Gloria a ti, Señor Jesús (OGMR 93-95).

(Continuará)

La Comunión de rodillas y en la lengua


Traducción del artículo aparecido en el sitio Oficial de la Santa Sede

* * *

La más antigua práctica de distribución de la Comunión fue, muy


probablemente, la de dar la Comunión a los fieles en la palma de la mano. Sin
embargo, la historia de la Iglesia evidencia también el proceso, iniciado
tempranamente, de transformación de esta práctica. Desde la época de los
Padres, nace y se consolida una tendencia a restringir cada vez más la
distribución de la Comunión en la mano y a favorecer la distribución en la
lengua. El motivo de esta preferencia es doble: por una parte, evitar al máximo la
dispersión de los fragmentos eucarísticos; por otra, favorecer el crecimiento de la
devoción de los fieles hacia la presencia real de Cristo en el sacramento.
A la costumbre de recibir la Comunión sólo sobre la lengua hace referencia también
santo Tomás de Aquino, el cual afirma que la distribución del Cuerpo del Señor
pertenece sólo al sacerdote ordenado. Esto, por diversos motivos, entre los cuales el
Doctor Angélico cita también el respeto hacia el sacramento, que «no es tocado por
nada que no esté consagrado: y, por eso, están consagrados el corporal, el cáliz, y
también las manos del sacerdote, para poder tocar este sacramento. A ningún otro, por
lo tanto, le es permitido tocarlo, fuera de casos de necesidad: si, por ejemplo, estuviera
por caer al suelo u otras contingencias similares» (Summa Theologiae, III, 82, 3).

A lo largo de los siglos, la Iglesia siempre ha tratado de caracterizar el momento de la


Comunión con sacralidad y suma dignidad, esforzándose constantemente por desarrollar
de la mejor manera gestos externos que favorecieran la compresión del gran misterio
sacramental. En su atento amor pastoral, la Iglesia contribuye a que los fieles puedan
recibir la Eucaristía con las debidas disposiciones, entre las cuales figura el comprender
y considerar interiormente la presencia real de Aquel que se va a recibir (cf. Catecismo
de san Pío X, nn. 628 e 636). Entre los signos de devoción propios de los que comulgan,
la Iglesia de Occidente estableció también el estar de rodillas. Una célebre expresión
de san Agustín, retomada en el n. 66 de la Sacramentum Caritatis de Benedicto XVI,
enseña: «Nadie come de esta carne [el Cuerpo eucarístico] sin antes adorarla [...],
pecaríamos si no la adoráramos» (Enarrationes in Psalmos, 98,9). Estar de rodillas indica
y favorece esta necesaria adoración previa a la recepción de Cristo eucarístico.

En esta perspectiva, el entonces cardenal Ratzinger había asegurado que «la Comunión
alcanza su profundidad sólo cuando es sostenida y comprendida por la adoración»
(Introducción al espíritu de la liturgia). Por eso, él consideraba que “la práctica de
arrodillarse para la santa Comunión tiene a su favor siglos de tradición y es un signo de
adoración particularmente expresivo, del todo apropiado a la luz de la verdadera, real y
sustancial presencia de Nuestro Señor Jesucristo bajo las especies consagradas” (cit.
en la Carta This Congregation de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de
los Sacramentos, del 1° julio de 2002).

Juan Pablo II, en su última encíclica, Ecclesia de Eucaristia, escribió en el n. 61:

«Al dar a la Eucaristía todo el relieve que merece, y poniendo todo esmero en no
infravalorar ninguna de sus dimensiones o exigencias, somos realmente conscientes de la
magnitud de este don. A ello nos invita una tradición incesante que, desde los primeros
siglos, ha sido testigo de una comunidad cristiana celosa en custodiar este “tesoro”. [...]
No hay peligro de exagerar en la consideración de este Misterio, porque “en este
Sacramento se resume todo el misterio de nuestra salvación”».

En continuidad con la enseñanza de su Predecesor, a partir de la solemnidad del Corpus


Domini del 2008, el Santo Padre Benedicto XVI comenzó a distribuir a los fieles el
Cuerpo del Señor, directamente en la lengua y estando arrodillados.
Este mes, en Nuestra Parroquia...
se consagrarán los
siguientes enlaces
24.09 PERDOMO GOMEZ, Luis María
ROLANDO, Patricia Andrea

por el Sacramento del Bautismo...


5.9 Luca De Ruvo
Mora Luján Montesanti
Facundo Patricio Sosa
Vito Martín Bachetti

12.9 Martina Torti


Alma Candela Coria

26.9 Morena Vedovi


Santiago Martín Godoy
Luciano Ezequiel Aguirre
Lourdes Patricia Koscianewicz
Tamara Micaela Duarte
Georgina Naomí Joo Angeles
Gastón Ariel Guerra
Roberto Emanuel Torres
Bruno Agustín Pellegrino

Esperan la Resurrección de la Carne, en el


Cinerario Parroquial,
los siguientes hermanos …
Ramona Haydeé Amaya Virginia Moneta
Célia Vales Hermenegildo Fernández
Germán Mateo Garcia Romualda María Cosentino
Avelina de Castro Angel Rinaldi
Dolores Telmo Ana María Tripaldi
Antonio Vicente Uliczki Víctor Alvarez
Ângela Cogo María Esther Vazquez
Haydeé Partucci Amelita María Moriano
Maria García de Quindimil Servando Verón
José Maria Ortegosa Christián Julián Tavolaro
Maria de la Concepción Neto Virginia Suárez de Soraire

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SEPTIEMBRE 2010
MES DE LA BIBLIA

02.09 1er. Jueves de mes. Adoración continúa del Santísimo Sacramento.


Desde las 8.30 hs. hasta las 19.00 hs. Bendición y Santa Misa.
03.09 1er. Viernes de mes. Dedicado al Sagrado Corazón de Jesús.
18.00 hs. Hora Santa. Exposición del Santísimo. Misa.
04.09 1er. Sábado de mes. Dedicado al Inmaculado Corazón de María.
18.30 hs. Rosario y letanías.
05.09 Recordamos a Ntra. Sra. del Rocío. 11.00 hs. Misa.
07.09 Recordamos a San Cayetano. Rezamos por el pan y el trabajo.
08.09 Natividad de la Santísima Virgen María.
Recordamos a Ntra. Sra. que Desata los Nudos.
De 8.30 a 18.30 hs. Rosario c/hora. 19.00 hs. Misa.
11.09 Recordamos a Nuestra Señora de Lourdes.
18.30 hs. Rosario en la Gruta. Procesión hacia el Templo.
Bendición del Agua. Misa
14.09 La Exaltación de la Santa Cruz
15.09 Ntra. Sra. de los Dolores.
18.09 San José de Cupertino
19.09 Recordamos a San Expedito.
18.30 hs. Rosario y letanías
23.09 San Pío de Pietrelcina
24.09 Recordamos a San Juan Bautista.
18.30 hs. Rosario. Misa
25.09 María del Rosario de San Nicolás
19.00 hs. Misa por los difuntos del meS.
26.09 Recordamos a Jesús Misericordioso
18.30 hs. Coronilla y letanías.
29.09 Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.

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