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1 La Virginidad Perpetua
2
Catecismo de la Iglesia Católica, Lima, Misión Jubilar, 1993.
susceptibles de continuarse en la eternidad. Allí es donde debemos
establecer nuestra morada”3.
Lc 1, 26-27 Is 7,14
"Fue enviado el
"He aquí que la
ángel a una
virgen
virgen…
He aquí que
concebirá
concebirás
3
GUITTON, Jean, La Virgen María; Primera Edición, Madrid, RIALP, 1952.
y darás a luz un
y dará a luz un hijo
hijo
y le pondrás por y le pondrá por
nombre nombre
Jesús". Emmanuel".
b) Durante el Parto
Respecto de este punto las Escrituras no son explícitas, sin
embargo, es posible ver en la profecía de Isaías no solo la afirmación
de la concepción virginal sino también del parto virginal, se recurre
a un análisis gramatical de las palabras en su idioma original para
llegar a esta conclusión, que si bien no es concluyente se presenta
como un primer indicio.
Otros indicios los podemos encontrar en:
San Lucas, “y dio a luz a su primogénito, y lo envolvió en pañales” (Lc
2,7). Esto podría darnos a entender que inmediatamente después
del parto la Virgen estuvo en pié y actividad, lo cual hace suponer
un parto extraordinario carente de dolores. María, nueva Eva,
escaparía a la sentencia que se pronunció contra la primera mujer.
San Juan también nos da claves para vislumbrar el milagro de la
virginidad durante el parto, “…a los que creen en el nombre de Aquel
que no nació de sangres…”; entonces el parto del cual nació Jesús
careció de sangres.
San Lucas habla de “…lo que nacerá santamente…” (Lc 1,35).
Todos estos textos buscan revelar que el parto del niño Jesús no fue
uno corriente, sino que, se trata de un hecho extraordinario,
glorioso en algunos aspectos y al mismo tiempo corriente en
muchos otros.
La Tradición y el Magisterio han defendido la virginidad de María
durante la concepción de algunas posiciones contrarias como la de
Tertuliano (quien aduce esto en un intento por refutar las teorías
gnósticas). Algunos de estos testimonios los encontramos en las
Odas de Salomón y ya para el siglo cuarto se puede hablar de una fe
universal respecto a este punto del dogma. Lo vemos reflejado en los
escritos de San Agustín, San Ambrosio, San Hilario, San Gregorio
de Nisa, San Basilio y San Epifanio.
El Sínodo Romano del 649 bajo el pontificado de Martín I, en el
canon 3° dice:
“Si alguno no confiesa, de acuerdo con los Santos Padres,
propiamente y según verdad, por Madre de Dios a la santa y siempre
Virgen maría, como quiera que concibió en los últimos tiempos sin
semen por obra del espíritu Santo al mismo Dios Verbo propia y
verdaderamente, que antes de todos los siglos nació de Dios padre, e
incorruptamente lo engendró…”
c) Después del Parto