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UNIVERSIDAD POLITECNICA SALESIANA

ÉTICA
Bryan Espinosa 5to Nivel de Filosofía y Pedagogia 2017-12-15

Tema

Tiempo e Historia

Contextualización

El sentido del espacio cronológico e histórico hace de la realidad humana, una


constitución de realidades colectivas, donde el influjo de sus actores crean un sentido a
los diversos Estados; mientras la historia habita en un constante movimiento de cambios
y planes humanos, el tiempo transcurre con rapidez y nos vemos atónitos a dicho
tratamiento de cambios objetivos externos e internos, cuyo valor es vital y humano.

Tesis

El verdadero modelo de los Estados histórico-temporal esta adherido a la realidad de los


pueblos y la figura adhesiva de los seres humanos, influenciados al mundo continúo de la
moral individual y la ética emergida dentro de los valores y virtudes del hombre.

Argumentos

Según Jenkins (2006) la historia, tal como ha sido entendida por gran número de
historiadores, consiste, fundamentalmente, en acercar el pasado a nuestro presente. Pero
esta especie de resurrección del pasado aparece llena de dificultades (pág. 23).

En materia de reconocimiento de la historia, el sentido de proyectar las diversas


aportaciones del pasado al presente implicaría formular una reacción teórica u
organizativa de los momentos que, en base a estudios preliminares, pueden tener fuerte
influjo directo a la criticidad, la convergencia de ideas y el grado de conocimientos que
se buscan rescatar como importantes.

El sentido de la historia humana no es la visión pasiva del hecho histórico, sino la


actualización de ese hecho en el entramado total de sus conexiones, para atender a lo que
el hombre ha expresado en él, desde aquí, esa atención es posible cuando se interpreta el,
transcurrir humano desde el pasado que lo proyecta, pero también desde el futuro que lo
acoge y determina (Levinas, 2008, págs. 65-66).
Este trayectoria de análisis y fundamentación pasada, contribuye a replantear los meros
sucesos de un tiempo, en específico; sin embargo, proyectar acciones o retroalimentar
funciones de épocas antiguas, implica verse transgredido a los factores de estos contextos,
alternado, consecuentemente, la Patria Cronológica y volcándose en el simple encierro
existencial y temporal del tiempo escogido, un problema de proporciones éticas,
contempladas en la actitud humana.

Según García (2010) el tiempo está definido así:

“El tiempo es la cronología continua de momentos emergidos en


procesos del pasado, vertiéndose como un reflejo de nuestro presente y
virtualizándose a propósitos futuros, un plano ideológico para sintetizar
las funciones de la realidad como el antes, el ahora y el después;
sobrepasando las barreras de la pura construcción metafísica, hacia un
saber científico” (págs. 88-89).

Formular las cuestiones del saber temporal, podría dificultar el quehacer de su evolución,
pues, la forma en cómo entendemos su contenido anexaría las fuentes de la realidad
histórica y sus factores; cuando se busca reconocer las virtudes humanas, dependiendo de
las comparaciones de los tiempos graduales, establecidos en diversos Estados, la
reminiscencia de sus ideas, prácticamente, se verán influenciados y alterados por la
realidad, su acción ante ella y las consecuencias que tornan turbulento la posibilidad de
un “progreso”.

La temporalidad no es independiente de los fenómenos ni constituye el paisaje sobre el


que éstos se proyectan, sino que es, sencillamente, la posibilidad de una constante
evolución en el transcurso de la realidad; estos fenómenos son el hombre y sus obras, y
la temporalidad referida a esto no es más que la aceptación de la realidad en su esencial
mutabilidad (Vázquez, 2005, págs. 54-56).

La manera en cómo vamos creando una Patria Cronológica, viene en la derivación de


cómo aportamos a su construcción o cómo transformamos los Estados, para poder
proporcionar un legado a diversas instancias del tiempo, aquello implica entender el
porqué de las instancias reales, estructuradas dentro de una línea cronológica y como varia
su institución, con la suspicacia de la historia, más allá del propio análisis de momentos
o acontecimientos, vemos reflejado un mensaje de cambio, superación o movimiento
moral, donde el hombre puede elegir dos pasos para seguir su vida: manteniendo un nuevo
ritmo de vida, que aporte mejor a sus condiciones de vida, o, estar aferrado a sus
convicciones pasadas, para solventar una idea fuera de la prórroga, pero, vigente en
diversas personas.

Según Skutch (1904) la masa histórica y la línea temporal pueden promover y abastecer
una fuerte red de transformación real, donde los individuos y las sociedades están
esquematizadas por la historia; mientras el tiempo recorre partes del pasado, presente y
futuro, la frecuencia de canalizar la rehabilitación de las fuentes periódicas parece tener
una relevancia a tener una constante instauración de la vida real humana (págs. 324-325).

El periodo de transición proporcionado por el hombre no solo retoma las genuinas


funciones de la moral o la ética, a expensas de la movilidad histórico-temporal, sino,
mueve el eje fenoménico de la vivencia humana, como el motor de un reloj secular, cuya
función revela una hora lenta, pero, precisa al tiempo de la sociedad; desde allí, se puede
recrear en nuestra mente las formas de contextualizar las virtudes de la realidad, en
función de la persona y su accionar, desde esta base, la Patria Cronológica contempla la
historicidad y moldeabilidad de sus funciones.

Según Levinas (2008) el pasado es descrito así:

“Los hechos pasados constituyen el fundamento de la historia, pero, al


mismo tiempo, la presencia de los hechos para el historiador supone
que, en ellos y a través de ellos, puede ampliarse la base de los
conocimientos pasados y enriquecerse así la historia” (pág. 150).

Cuando describimos al pasado, estamos reconociendo a aquella instancia de la historia,


donde han ocurrido diversas ideas de entender la vida, como tal; quiere decir, la instancia
anterior al presente, una forma de estructurar la relación con el presente y diferenciar la
constitución del futuro, obviamente, entendiendo las infinidades de contextos y acciones
del hombre, donde el fenómeno temporal empieza a ser interrelacionado con la
intervención de los hechos, las coordenadas, el sedimento real, los movimientos
culturales, la verdad.

La incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado. Pero no es,
quizá, menos vano esforzarse por comprender el pasado si no se sabe nada del presente y
los errores, entre otros contrastes de la formación analítica de la realidad; desde allí, el
conocimiento del presente constituye un dato más en el que captar el ritmo de la historia,
y en el que descubrir las diversas soluciones en las que se anudan los hilos del pasado
(Astudillo, 2005, págs. 85-87).

Recordar el pasado podría perderse la constitución de entender los rasgos del presente, la
fuente de la realidad cognoscible de este periodo contemporáneo radica en la historia y
los rasgos de momentos anteriores, quiere decir, en los fenómenos que constituyen
nuestro entorno; ahora, si la realidad se vería sujeta a una época distante al nuestro, la
formación del futuro se vería disperso en puras comparaciones o relativismos temporales,
donde solo los hombres estarían siendo el centro del tiempo y la posibilidad de progresar
se truncaría a bajos instintos e ilusiones pecaminosas de la historia.

En el apartado de García (2010) estructura una explicación sobre el conocimiento del


futuro:

“Futuro es un término que encierra un misterio, en la aplicación de una


Patria Cronológica o de una historia que suma relaciones aleatorias de
una realidad corriente y formativa; pues, denominamos futuro a la
posibilidad de continuidad, que puede ser orientada y concretada con la
materia histórica más positiva y fecunda” (pág. 298).

La elite del futuro es algo estructurado de definir o de argumentar, con tan pocas
investigaciones o estudios; sin embargo, la serie del presente y el pasado son proyecciones
a ese “destino”, cuya ocupación de la realidad está restaurando la virtualidad del mundo
y de los Estados diversos, donde la relación entre línea de tiempo continuo y Patria
Cronológica, sus variantes podrán tener concordancia, pero, su fundamento con la historia
es una incógnita, donde solo la labor humana con la sociedad reflejara sus consecuencias.

En síntesis, doblar los presupuestos de una realidad sumergida a un tiempo determinado


y a una historia imparable, estamos sujetos a realizar un cambio a todo aquello que
conforma nuestra realidad, así como, sociedad, familia, trabajo, estudios, entre otros;
ciertamente, la rama de estudios históricos hará énfasis en la rehabilitación del mundo,
pero, son las capacidades del tiempo, los factores fenoménicos que intuyen a conservar
un soporte de la realidad no como un simple cambio radical, sino, como una fecunda vigía
del trabajo humano, de allí, la humanidad podrá reflexionar sus errores o encontrar nuevas
funciones de la vida, como para superar estos problemas; solo así, este tema tendría una
variante en la ética y filosofía, pues, su emprendimiento fue constante y duradero.
Contra Argumentos

La historia y el tiempo, científicamente, son instancias o nociones de cadena humana,


cuya labor está en mantener el equilibrio de las personas, su mecanismo es similar a una
máquina de uso industrial, cuando se enciende, su trabajo nunca termina y, cuando los
compresores están compactos al problema, lo resuelven; desde allí, nos damos cuenta que
estos elementos no son una pareja perfecta, para pretender estudiar la conducta moral de
la persona, ni reflexionar su variedades de ideales hacia la exterioridad, mucho menos, en
la misma sociedad.

Según Jenkins (2006) la visión de la historia esta opuesta a las visiones del tiempo, pues,
ambos poseen un cambio fenomenológico en su estructura interna y eso dificulta
comprenderlo como una sola materia, es imposible que la ética pueda contemplar tan
fuertes opciones de la realidad y sus matices axiológicas (pág. 78).

La historia tiene una formación gradual, respecto a los atributos del tiempo, porque está
compuesto de una línea no cronológica, cuya magnitud se ve alterada por las secuencias
del tiempo, pues, la realidad esta observada por el puente humano y nadie mide, ni
canaliza los estados del tiempo, un argumento de proporciones limitadas a la mente
humana, sobre todo a la formación gradual del tiempo.

A diferencia de los caracteres analógicos del tiempo y el espacio, la graduación de la


historia se ve desubicada con la relación mencionada, se resalta una Patria Histórico
Temporal en la vida del hombre, pero, no podemos percibir tal ubicación de estos
planteamientos, pues, la humanidad está expuesto a un movimiento imparable de este
orden cronológico y la historia se escribe; eso dificulta la tarea del humano por observar
los cambios del exterior y el continuo análisis de la línea temporal, cuyos resultados van
disminuyendo su atención (Levinas, 2008, pág. 56).

La relación con historia y tiempo nunca se fue creando o analizando por científicos o
filósofos, la verdadera razón por las cuales estos elementos congenian, es por una aparente
atadura de la humanidad, pues, la gente hace de estos mecanismos, un influjo de la
reflexión ética, la visión desnuda de los errores del mundo y la constante desunión con la
constitución de los valores y morales del sujeto, perdiéndose a la deriva de la relatividad.

Según Villa (1999) el tiempo esta desactualizado por la corte de la historia, a través de
esta explicación:
“Como un camino concurrente, la historia desnivela al tiempo de su
misma esencia, la ética ha tomado soporte de ella y la moral humana
instrumentaliza sus estados, por ende, el criterio reubicación critica,
debe manejar acciones de reflexión continua, no desvirtuada a los
indicios de la inutilidad” (págs. 43-44).

La acción histórica del hombre es un mito sustentoso de la realidad, vinculada al pasado,


presente y futuro porque la insuficiente materia de remodelación ética, ha desperdiciado
épocas de cambios ideales, de posturas excelsas, de planes insatisfechos por una sociedad
solemne, pero, sin conciencia al actuar; de allí, la inutilidad de la historia se hace un
envoltorio sucio, esperando hacer tirado a la basura del mundo (lo inútil).

Cuando la cuna del tiempo llegara a romperse de la historia o del espacio, habremos
perdido nuestra realidad, no como míseros novatos de la inconciencia, sino, como
desdichados hombres inescrupulosos y hundidos de su misma desdicha, donde lo que
importa es generar una marcha al tiempo, sin importar sus tesoros o sus planes, atraídos
y cedidos por las generaciones; ser hombres implica perder el interés del tiempo, perderlo
de las manos y aun mejor, desvincularse con la historia (Skutch, 1904, págs. 305-306).

Si la historia ha manejado periodos de tiempo precisos para cambiar la realidad del


tiempo; ¿Por qué no elimino o extermino al demonio de la guerra, a los truenos de la
corrupción o a los fantasmas del pasado? Estos virus de la sociedad, hacen del ejercicio
moral humano y de la ética un enigma de la filosofía y el mismo pensamiento de los
científicos, cuya metafísica, está volviéndose virtuosa y amplificada en los pensadores de
la época media, donde olvidaron a la historia y al tiempo, llamándolos periodos
desmoronados del pensamiento integrador, surgiendo el interés de las ciencias y
perdiendo la magia de la filosofía conductual del fragmento tiempo e historia.

Respuesta a los Contra Argumentos

La cualidad del tiempo e historia no va de la par con cualquier máquina, pues, si llegara
a fallar dicho artefacto se destruiría y estaría estático; desde esta aclaración, estos
elementos no son estáticos o reducidos a un material cualquiera, éstos son los extractos
de una relación humana y activa, cuyo formato podrá tener relaciones científicas, pero,
va de la mano con la inducción metafísico, matemático, fenomenológico, entre otras
instancias del pensamiento humano, obviamente, surgidos del análisis filosófico y
científica, conjuntamente; por eso, estos elementos son importantes para llegar a una
posible resolución de ideas o cuestionamientos.

Gracias a la reflexión axiológica de las visiones de historia y tiempo, la realidad mantiene


un influjo histórico, condicionado a una corriente temporal específica, de hecho, la
libertad de estos elementos hacen que trabajen por una sola misión, en conjunto, pues,
ninguna viviría de los aportes del otro y estaríamos desvariados a reconocer las instancias
del manejo de la historia, en las ciencias sociales, junto con las constancias de una línea
directa del momento o secuencia, temporal (Vázquez, 2005, pág. 182).

El proceso de entender los estamentos del tiempo no implica recorrer o verificar su forma
física dentro del espacio, de hecho, la historia seria la máscara del tiempo, pues, son los
hombres los que manejan ese límite de uso; entre tiempo e historia, no existen límites
secuenciales o recortados del manejo suspicaz de la rama temporal, en realidad, cuando
la línea del tiempo genera una unidad de evolución gradual, la historia será el motor de
arranque para generar asociaciones del presente, con instancias del pasado y el futuro.

Según Astudillo (2005) la variante de la historia y el tiempo son defendidas en la siguiente


explicación:

“La Patria Histórico Temporal, mas allá de ser un término ético o


metódico de las ciencias, es el paradigma de estudiar la relación humana
con ellos, si dispersamos estas herramientas con su principal usuario,
estamos desvirtuando la labor humana, por alcanzar y estimar el estudio
del tiempo y la historia, ya que, ambos mueven a las sociedades y
mejora la calidad del hombre” (pág. 88).

El pensamiento de la ética y la filosofía, en su continua y larga trayectoria, mantuvo un


alcance en responder la incidencia de la línea histórica con la del tiempo, el simple hecho
de estudiar sus componentes, teorías o amalgamas de estructuras secuenciales, estamos
fijando la atención de su importancia con la humanidad, por eso, la ética asemejara estos
planos ideales con la única función del humano en la realidad, es su accionar; la causa de
todo aquello que valora la reproducción consciente de la historia y el tiempo, en servicio
de la humanidad y de las ciencias.

Según García (2010) la ética le da respiro de vida porque agarra las singularidades y
deficientes características de los puentes históricos y temporales, para volverlos uno; mas
allá de la desnivelación, su contraste y operación hacen de este razonamiento, un paso
para llegar a descubrir la inducción de la realidad humana con las instancias del presente
y sus antecesores y predecesores (pág. 67).

Las ciencias han sostenido que es imposible creer en una ruptura total de las instancias de
tiempo e historia, pues, cada una se alimenta de las fuerzas del otro, inclusive, se ve una
unificación inefable de sus partes y abren paso a las diversas relaciones de estudiar temas
de ciencia gravitacional o aportes a la incursión de ciencias sociales u ontológicas,
actualmente; por ende, la historia subsidia la necesidad del humano y el tiempo le brinda
el momento de crear su ejecución responsable.

La verdadera razón por las cuales la desconfianza humana, ante la creciente movilidad
del tiempo se ha visto puesto en tela de duda no va tratado a la superstición o la historia
de los contextos, sino, por el indebido sostén del hombre por despreocuparse de sus
obligaciones y enfrentar, sin responsabilidad, a las crisis de su indebida estructuración;
desde allí, el único mito que se desmiente es el de sentirse apenados por no ocupar los
momentos de la historia, para luchar, en conjunto, contra las fuerzas que nacen de la
imprudencia y la desmotivación de las sociedades y sus épocas (Levinas, 2008, págs. 432-
433).

La única consideración de enfrentar a crueles fenómenos de la sociedad no nos conlleva


a vernos neutralizados por la ética o la mora, simplemente, la culpa de ello es el hombre,
cuyo consorte, es la sociedad; cuando el tiempo es ubicado en contextos fuertes de
represión o crisis, la conducta humana puede verse influenciada por la acción o el
momento de algo, pero, la historia siempre ha sido catalogado como “escenarios de
violencia”, pero, esta particular argumentación fue erradicada de nuestro oído porque,
fuera del mal, existe un grano de fe y esperanza, la paz nunca morirá y la bondad será la
oportunidad del hombre para cambiar su identidad en el futuro.

Conclusión

El tiempo y la historia son dos ejes genuinos de movilidad inseparable, donde se ve


dedicado el cambio y la naturaleza de todo aquello que es ideal, bajo los territorios o
espacios de la tierra; en cierto sentido, la base de una Patria Cronológico-Histórico
implica generar una realidad diversa, según los contextos y esto concede verse una mayor
exteriorización de la misma realidad, ante la cronología del presente.
Cuando se asocia acontecimientos del pasado, revisados en orden preciso de la historia,
a veces se piensa en la alta función de sensibilidad de la persona, esas virtudes humanas
podrían ser un reflejo directivo de las cualidad temporales del mundo, sin embargo, los
órdenes políticos, técnicos y económicos varían la seguridad plena de las personas,
promueve una base de existencia individual y colectiva, incluso, se reflexiona de un
cambio al futuro, cuya función se hubo tratado en el pasado.

Ante estas asociaciones mencionadas, la respuesta no tiene claves precisas para


configurar las disposiciones de la persona o reabastecer un plan pertinencia contingente
hacia amenazas futuras, pero, la verdadera pasión humana innova en la libertad, la
totalidad de la persona en ser y llegar a ser, ideales que aseguran a las generaciones más
jóvenes.

Las matices de la realidad histórica se plasman diferentes prismas sociales, vivenciales,


culturales, económicas, etc; donde estamos condicionados o sujetos a las influencias
externas o los impulsos internos de la persona, para poder alcanzar el fenómeno de
cortesía y trascendencia histórica. Luego, esta asociación se ve ubicada a medidas formas
del tiempo porque asume una identidad múltiple como tal; se refleja en pasos iniciales
(pasado), partes instintivos de hoy (presente) y amplificaciones ideales del mañana
(futuro).

Cuando se cree observable los cambios de un mundo, en constante movimiento temporal,


estamos desarrollando una historia secuencial de planos lógicos y éticos, donde sabremos
que partes de esta cosmovisión puedan alterar y llamar nuestra atención, llevando al
análisis o reflexión de las composiciones vitales de la realidad, como la forma de verse
conjunto con la estética, la realidad de la vida política o la sociedad relativa de la
humanidad, como un crecimiento influyente en la materia humana.

Desde allí, estamos observando la relación de la ética, motivada al carácter humano e


individual de las personas, donde se puede exteriorizar la crítica de las épocas y la
formación de la verdadera patria histórica, cuyo oficio está garantizado en utilizar las
herramientas sensitivas del mundo, sus expresiones del mundo y los subniveles, cuya
conservación ética y moral de la realidad.

Entonces, cuando se aplica una ética del tiempo y la historia, retoma ciertos ámbitos de
la conciencia, generando una observación constructiva de la sociedad, donde el hombre
es el actor de su mayor papel en este espacio, la visión de un nuevo estilo de vida.
Bibliografía
Astudillo, D. (2005). La ética humana ante los problemas de la sociedad actual. Madrid:
Scielo.

García, A. (2010). Ética y Valores. Cruz Manca: Santa Fe.

Jenkins, K. (2006). ¿Por qué la historia? Ética y posmodernidad. México D.F.: Fondo
de Cultura Económica.

Levinas, M. (2008). La Naturaleza Del Tiempo: Usos Y Representaciones Del Tiempo en


la Historia. Buenos Aires: Biblos.

Skutch, A. (1904). Fundamentos Morales: Una Introducción a la Ética. San José:


Universidad de Costa Rica.

Vázquez, A. (2005). Ética. Barcelona: Biblioteca de Bolsillo.

Villa, M. (1999). Filosofia. Vol. Iii: Ética, Politica E Historia de la Filosofia (I). Sevilla:
MAD.

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