Vous êtes sur la page 1sur 246

GERHARD LOHFINK

AHORA ENTIENDO
LA BIBLIA
C r í t i c a de las fo rm as

4 .a e d ic ió n

EDICIONES PAULINAS
* Ediciones Paulinas 1977 (Protasio G óm ez, 13-15. M adrid-27)
® V erlag K atholisches Biberlw crl G m b H . S tu ttg a rt, 1973
T itu lo original. J e m verslehe ich die Bibet
T rad u cid o del alem án p o r José Luis A lbizu
ISBN: 84-285-0629-9
D ep ó sito legal: M. 18.373-1982
Im preso en A rtes G ráficas P ájaro. H um anes (M adrid)
Im preso en E sp añ a. P rinted in Spain
INDICE

In tro d u c c ió n ................................................................................. 9

1. Las fo rm a s estereotipadas en lavida cotidiana y en


la literatura............................................................................ 15

1. C a rta a la tia P a u la ................................................ 15


2. U na receta culinaria de C a tó n el V iejo 19
3. Las esquelas fu n e ra ria s......................................... 21
4. U n exordio de serm ón en día de tie s ta 24
5. C h arlas después de la jo rn a d a la b o ra l 28
6. El saludo en el desierto á ra b e ............................. 30
7. De la poesía a la nov ela........................................ 34

2. t Qué es la crítica de las fo rm a s? ..................................... 39

1. El descubrim iento de las form as estereo­


tip a d a s ........................................................................ 39
2. La descripción de las fo rm a s ............................. 45
3. La intención lite ra ria ............................................ 50
4. El «Sitz im L eben» ................................................. 53

3. L as fo rm a s estereotipadas de la biblia........................... 77

1. M u ltitu d y variedad de form as y géneros lite­


rarios .......................................................................... 77
2. La oveja del p o b re ................................................. 84
3. Jo n ás y su D io s........................................................ 101
4. La saga del sacrificio de Isaac............................ 113
5. L a rebelión de A b sa ló n ....................................... 125
6. C rónicas co rtesanas y d iario s de v iaje 139
7. El prendim iento de Je sú s..................................... 151
8. L a anunciación del n acim iento de J e s ú s 163
9. U n discurso de revelació n ................................... 180
10. La sentencia sobre el d iv o rc io ........................... 201

4. C ómo leer las fo rm a s bíblicas........................................... 221


1. Ejercicios I . . 227
2. Ejercicios II. 239
3. Ejercicios III 243 7
El desprendimiento de las viejas concepciones del
mundo y de la sim bología del más allá — que fue
también el mundo de las imágenes y representa­
ciones de la Biblia— se realizó entre enormes difi­
cultades. En algunos puntos todavía no se ha aca­
bado de efectuar este proceso de desprendimiento.
De todos m odos algo se ha logrado. A ningún
cristiano de mediana formación se le ocurre hoy
imaginarse el cielo so,bre las nubes o en algún
lugar allende la Vía Láctea. ¿Es que por eso se
ha liquidado el concepto de «cielo» para el cris­
tiano de hoy? ¡De ningún modo! Sólo que este
concepto ya no es tan intuitivo y escénico com o lo
fue generalmente en otros tiempos. Hem os com ­
prendido que no es un concepto tan superficial, y
por eso usamos con menos frecuencia la palabra
«cielo» y hasta titubeamos al usarla. Sin embargo,
también nosotros — por encima de todas las imá­
genes— creemos en la misma realidad a la que nos
referíamos con las viejas representaciones del cie­
lo. Antes com o ahora decim os: «¡Gloria a Dios en las
alturas!», sabiendo que el concepto «cielo» no lo
entendemos espacialmente, pero conscientes de que
tiene un sentido. N os servimos todavía de la ima­
gen y nos apoyamos en ella, si bien sabemos que
podem os preguntarnos por su alcance con mayor
precisión y penetración que los cristianos de los
siglos pasados.
Pero volvamos a la madre de que hablábamos
al principio. ¿Qué hará ella cuando un buen día
el hijo le pida explicaciones sobre cóm o el ángel
Gabriel bajó del cielo con un mensaje para M a­
ría? ¿Qué responderá cuando el niño le suelte toda
clase de preguntas sobre la narración: de dónde
vino el ángel, cóm o entró en la casa, qué aspecto
tenía y, en fin, por qué no vienen hoy los ángeles?
Esa madre, que tan correctamente ha sabido dis-
tinguir entre cielo y cielo, ¿sabrá dar esta vez la
respuesta adecuada? ¿Tiene ella misma ideas claras
sobre el carácter salvífico de la narración de san
Lucas? ¿Sabe que se enfrenta con una forma de
narración bíblica que no debe confundirse con una
crónica o simple información de hechos? ¿Es capaz
de distinguir también ahora entre las formas narra­
tivas y expositivas y el contenido especifico al que
dichas formas se refieren?
Probablemente, no. La mayoría de los padres
cristianos no están preparados para esta labor. Fren­
te a narraciones com o la de la Anunciación se
sienten sumidos en la zozobra, sin haber encontrado
todavía una posición firme. La razón es clara: En
este punto, el proceso de rementalización ha co­
menzado para la gran mayoría de los cristianos
sólo hace unos años. Todavía no hace mucho tiem­
po, cuando se explicaba el catecismo y se impartía
la instrucción religiosa, las narraciones de este
género se tomaban com o relatos o crónicas de
hechos. Y todo esto, evidentemente, no puede re­
mediarse de la noche a la mañana. Sin embargo,
llegará el tiempo en que los padres sepan discernir,
en las narraciones bíblicas, lo que es una forma
externa de presentar o representar el mensaje y lo
que constituye su afirmación teológica, y lo dis­
cernirán con la misma naturalidad con que desde
hace tiempo distinguen entre el cielo de los astro­
nautas y el cielo de Dios.
Ciertamente, esto supone el conocim iento de las
imágenes y formas de presentación de la Biblia y,
por lo menos, algún atisbo de lo que la moderna
ciencia bíblica entiende por critica de las form as. -
A este conocim iento pretende ayudar la presente
obra. Intenta demostrar que la crítica de las formas
no es una ciencia oculta y esotérica, reservada a los
grandes especialistas en la exégesis bíblica, y que el
conocim iento de esta crítica de las formas no es un
lujo, sino una necesidad vital e insoslayable para
el cristiano. ¿Qué es, pues, eso de la critica de las
formas? N o vamos a comenzar con definiciones
abstractas. Comenzaremos por preguntarnos qué
significa en nuestro caso el término «forma». Y com o
punto de partida tomaremos nuestra experiencia de
todos los días.

12
El c r is t ia n o de hoy
s a b e d e s d a h a c a t ie m ­
p o qua D io s no m o ra
a llá , e n c im a de l a s e s -
t r a l la s . P e r o n o p o r e s o
d e ja de r a z a r : « ¡ G l o r i a
a D i o s en l a s a lt u r a s ! »
P o r t a n t o , d i s t in g u e en
el c o n c e p t o « c ie lo » la
r e p r e s e n t a c ió n i m a g i ­
n a r ia y la c o s a m is m a .
P e ra ¿ s a b e t a m b ié n
d is t in g u ir en la s na­
r r a c io n e s b í b l i c a s e n ­
tre la fo rm a de p re ­
se n ta r una id e a y la
id e a m is m a ?
I.- LA S F O R M A S E S T E R E O T I P A D A S EN
LA V ID A C O T I D I A N A Y EN LA L I T E R A T U R A

1. Carta a la tia Paula

S u p o n g a m o s que u n o escribe u n a c a rta y la


co m ien z a del siguiente m o d o :

t S .ÍO l 974

Q u tr tU a . !P«*w f*· '


ZDir&s' ytxL·. &*£&. triuchu hern¿>o y.tct no
d o y 5 e ñ u & j oÍe . StkiTyrme:
£4 ¿ m echo y n o />*
*¿t e y c n é / r ú ? 'f?erv
É
’ vt yyr- ST3*J -■*/
y SSe.c i/s & J - SJCfJty A ? C & S c l.y

¿ y L ¿ íS /v c y ,T t? \se c /> a jr & *ÍCy


ύλ, Écx cerCo.
¿ H a s e s c r it o
sTYLUjf ¿>irp y d eseo p a r e c id a s ?

i/c t'n & ty ¿& " y íu ^’ ^ *

c /to C/'n s-r>lC&£í· ^ t 'm o c¿£_


A’rney y
y t> aicu a ¿l ¿sj Sítjo Á:¿*tj .
¡Bueno, dejem os aq uí el d ic ta d o de esta ap a sio ­
n a n te c a rta a la tia Paula! Sólo la hem os ad u c id o
p a r a re c o rd a r que to d o s y ca d a u n o de n o so tro s
em p le a m o s g eneralm en te en el co m ienz o de las
c a rta s u n a s fo rm a s fijas, estereotipadas. C o m o la
ca rta a la tia P a u la co m ien z an mil o tras q ue a d ia­
rio se escriben en E sp añ a .
El co m ien z o de este tipo de c a rta s se ajusta m ás
o m en os al siguiente esq u e m a :

(D In dicació n del lugar desde d o n d e se escribe.

Q ) Indicación de la fecha.

(1) S a lu d o al d e s tin a ta rio (casi siem pre con la


p a la b r a « q uerid o» o «querida»).

© D isculpa p o r no h a b e r escrito desde hace m u ­


c h o tiem po.

<2) A firm a ció n del bienestar de quien escribe y


deseo del bienestar del d estin atario .

T en em os, pues, d elan te u n ejem plo de «form a»


fija, e s tereo tip ad a, y u s a d a con su m a frecuencia.
P od ría u no o b je ta r: «Sí, p ero es algo c o m p le ta ­
m ente n atura l. ¿C ó m o , si 110 , c o m e n z a r una c a rta ?
Lo que usted señala aquí c o m o una fo rm a este­
re o tip a d a ¿no está en la n atu ra leza m ism a de la
cosa?». Y, sin e m b a rg o , esta objeción no es c o n ­
cluyente. Es evidente que una c a rta p u ed e c o m e n ­
zarse de m uch o s o tro s m odos.
C u a n d o M a r c o T u lio C icerón escribía a su h er­
m a n o Q u in to , c o m e n z a b a sus ca rta s asi: « M a rc u s
Q u in to fratri salutem » (M a rc o salu d a a su h e r m a n o
Q uinto ). De esta fo r m a breve y rígida c o m en z ab an
casi to d as las c a rta s de la an tigü edad. Incluso se
u s a b a la fó rm u la escueta: «C ayo a T ito», y el es­
c rito r p a s a b a in m e d ia ta m e n te al a s u n to de la carta.
El s alu d o al d e s tin a ta rio («Q u erida tia P aula»),
q ue ca racteriza n u e stra s c a rtas y resulta casi indis­
pensable, brilla p o r su ausencia en las relaciones
epistolares antiguas. M á s to d a v ía : E n las cartas
a n tig u as falta n o rm a lm e n te la indicación del lugar.
Y falta asim ism o con frecuencia la indicación de la
fecha. Y si existe, n o la vem os al co m ien z o de la
ca rta, sino al fin. P e ro lo que m ás llam a la atención
y distingue las c a rtas an tig u as de las nu estra s es
la falta de la firma. Las cartas a n tig u as ac a b a n con
un c o rto sa lu d o : «Vale» (C on sérvate bien) escri­
bían los r o m a n o s al fin de u n a c a rta p riv ada. P od ían
a h o r ra rs e la firma, que aparecía ya, p o r así decirlo,
en el título o inscripción inicial (« M a rc o saluda a
su h e r m a n o Q uin to» ), C h o c a m o s , p o r tan to , en la
an tig ü ed a d con un fo rm u lario epistolar q u e difiere
n o ta b le m e n te del nuestro.
Pero t a m p o c o en tre n o so tro s se a ju stan to d as
las c a rta s al fo rm u la rio de la c a rta a la tia P aula.
P en sem o s en los escritos oficiales o en las c a rtas de
negocios. En co n tra s te co n las actuales c a rtas pri­
vadas, o b se rv a re m o s en ellos u n a serie de detalles
diversos: al com ienzo la dirección del d estin a ta rio ;
luego u nas fó rm u las m isteriosas: «Su n o t a ... Su
escrito d e ... N u e stro escrito d e... N u e s tr a n o ta ...
En lo to c a n te a ...» .

17
PUIG Y SEGUI Fábrica de P irotecnia
V A L E N C IA

Su nota: Su escrito de:


Nuestro escrito de: Nuestras notas:

Asunto: Cohetes y bombas especiales


En relación con su atenta carta del
11.B, la Firma PUIG ha tomado nota
de su pedido y tenemos el honor de
comunicarle que estamos en condición
de servirle...

Cartas P o r últim o, si re c o rd a m o s las c a rtas que se es­


i · la· caacillariai cribían en las cancillerías de la época b arro ca , con
ta la ipeca barroca
sus c o m p licad o s saludos, su am pu lo sid ad , su c o r­
tesía y zalam ería, resulta bien claro qu e un a c a rta
no tiene q ue c o m e n z a r necesariam ente c o m o la
dirigida a la tia Paula.

Los ejem plos ad u c id o s ponen de relieve la va­


riedad de fo rm a s estereotipad as que hay p a ra c o ­
m en za r u n a c a rta. Casi to d a s las cartas, consciente
o inconscientem ente, se ajustan a alguna de las
fó rm u las usuales. El q ue conoce a fo n d o estas
fó rm ulas n o sólo llega a ad ivin ar en q u é siglo se
escribió un a carta, sino q u e en seguida advierte si
se tra ta de u n a c a rta p riv ad a , de una c a rta de ne­
gocios o de o tra especie cualquiera. Y, p o r supuesto,
to d o ello lo cono ce no p o r el con ten id o , sino sen­
cillam ente p o r el form ulario.
A h o ra bien, u na p erso na que recopilara to d a la
IS variedad de fo rm u la rio s epistolares q u e ha h abido,
y supiera discernir la época, la función y el ambiente
social de cada uno de ellos, seria capaz de escribir
una historia de las fo rm a s de los exordios episto­
lares. Semejante obra pondría en evidencia el for­
malismo a que se ha sometido siempre, desde la
antigüedad hasta nuestros días, la correspondencia
epistolar.

2. Una receta culinaria de Catón el Viejo

Avancemos un paso más. Observamos formas


estereotipadas no sólo en las cartas, sino también
en un sinnúmero de situaciones muy distintas.
Marco Porcio Catón (234-149 a.C.) nos dejó en
su obra Sobre la agricultura —se trata del libro en
prosa más antiguo y mejor conservado de la lite­ L a c o c in a de un a m a
da c a s a m a d a m a i s
ratura latina— toda una serie de recetas culinarias d i s t in t a d a u n a c g c in a
sobre fritos y cocidos. En cuanto se echa un vis­ da ro m a n a a n tig u a .
L a s ( i o t a s c u lin a r ia s
tazo sobre ellas, se observa inmediatamente su
s o n t a m b ié n d i s t in t a s .
enorme parecido con la forma de las recetas ac­ P a ro al m o d e lo c o n f o r ­
m a a l qu e se r e d a c t a n
tuales. Así reza, por ejemplo, una receta de Catón la s ra ce tas sig u e c a si
el Viejo sobre los pasteles de queso: in m u t a b le .
«Se d e sm e n u z a n bien en el alm irez do s libras de
queso. U n a vez bien d e sm e n u z a d o el queso, se le
a ñ a d e u n a libra de h a rin a de trigo siligo o, si se
quiere c o m e r m ás fino, sólo m ed ia libra de la
m ism a h a rin a , y se m ezcla bien con el queso. Se
le echa luego un huevo y se b ate a fondo. Ento nces
se hace u n pastel co n to d o ello, se le p o n e n d ebajo
u n as h ojas (folia) y se cuece lentam ente a h o rn o
caliente en u n a fuente de b arro » (D e agri c u ltu ra
75)-
Si prescin d im o s de q ue n u estras am a s de casa
n o em p lea n ya el alm irez p ara rallar el qu eso ni
h ojas p a r a p o n e rlo encim a, u s a n d o en su lugar
lám in as de alu m in io , vem os que la receta del viejo
C a t ó n a p e n a s ha envejecido a lo largo de 2.000
añ os. Lo único q ue le falta es la c o n o c id a fó rm u la
«Se t o m a ...» , q ue es el estilo usual de n uestras
recetas culinarias. T en e m o s, p o r ta n to , a la vista
u n a fo r m a literaria q u e n o ha sufrido tr a n s f o r m a ­
ciones y se ha m a n te n id o tal cual a través de un
largo espacio de tiem po . L o esencial en la fo r m a de
u na receta cu lin aria son los d a to s d e tallad o s de los
ingredientes del p la to a lo g rar con una m inu ciosa
descripción del o rd e n , tie m p o y mezcla, que c o n s ­
tituyen el pro ceso de la elabo ración . La descripción
se atiene a un e n u n c ia d o en serie y en breves p r o ­
posiciones de lo que se h a de t o m a r y em plear.
C a d a p ro p o s ic ió n es u n a prescripción. E n su es-
t a ° "« c it a c u M n a r ia tru c tu ra literaria, las recetas cu linarias están ínti-
y al m o d a de e m p le o , m á m e n te e m p a r e n ta d a s c o n la fo rm a del m odo de
em pleo. Esta indicación es un tinglado de prescrip­
ciones breves, c uy o o rd e n n o p u ede alterarse la
m a y o ría de las veces (prim ero..., luego..., a esto...,
finalm en te...). L a receta culin aria y el m o d o de
em pleo son lo q ue g a ra n tiz a y re c o m ien d a el p r o ­
d u c to en cuestión. L as p rescripciones suscintas y
20 en serie p re s u p o n e n tácitam en te que el p ro d u c to
a que se refieren es b uen o , ofrece to d a s las g ara n tía s
y el c o n s u m id o r p u ed e fiarse del re s u lta d o satisfac­
torio.

3. Las esquelas funerarias


H a y o tro s m u c h o s ejem plos de fo rm a s literarias
q ue se p re s e n ta n c o n u n a u n ifo rm id a d s o rp re n ­
dente. A b rim o s , p o r ejem plo, un perió d ic o y leem os
en d e te r m in a d a sección:

D on JO SE F E R R E R H E R N A N D E Z
F u n c io n ario d e M u tu alid ad es laborales
Falleció en M adrid, a consecuencia de un accidente de
tráfico, el 23 de enero de 1975 (a los 54 añ o s de edad).

H ab ien d o recibido los auxilios espirituales

D E. P

E n el perió d ic o se d a n luego o tra s indicaciones.


D e spués de la m uletilla de «sus d e s c o n so la d o s ...»
o d e la «sensible p érd id a » , viene u n a lista de n o m ­
bres, el d ía y h o r a de la co n d u c c ió n del c a d áv er
y d e los funerales, y tal vez el aviso de « N o se re­
ciben visitas». T ene m o s, pues, o tr a fo rm a estereo­
tip a d a q u e fija los m en o re s detalles y a p e n as ha
s ufrido variacio nes a través de siglos. H a c e tres­
cien to s a ñ o s u n epitafio decía lo siguiente:
Año 1651, el domingo 27 de abril,
entre las 12 de la noche
y la 1 de ¡a madrugada
durmió piadosa y plácidamente,
en su Redentor Jesucristo,
la virtuosa señora María Bülgin,
de la fam ilia Waltmanning,
a la edad de 22 años, 2 meses y 2 dias.
Dios reciba su alma. Amén.

U·apitafio Este texto pertenece a u n epitafio q ue h ay en


M (ill· XVII. e ] in terior de la iglesia de D e tw an g , en R o th e n b u rg
de Tauber. Se e n c u e n tra en la p a red izqu ierda de la
iglesia. Yo lo copié hace m u c h o s a ñ o s en u n a
excursión qu e hice p o r el valle del T a u b e r, y lo
copié p o rq u e m e c o n m o v ió p ro f u n d a m e n te el len­
guaje de la inscripción y la piedad q ue re zum aba.
M u c h o después, al h o je a r mi libro de n o tas, caí
so b re el texto u n a vez m ás y me llam ó la atenció n
la sem ejanza q u e p re s e n ta b a con las esquelas fu­
n erarias actuales. E [ lenguaje es d istinto y la fo rm a
de p u b licarlo es ta m b ié n ra d ic alm en te distinta. Pero,
en su e s tru c tu ra fu n d a m e n ta l, el texto se parece
m u c h o al que a n te rio rm e n te hem os c o p ia d o de un -
periódico. U n análisis o crítica de las fo rm a s lo
evidencia con facilidad.

C o m ú n a los d o s textos:

φ N o m b r e del (de la) finad o (-a).

© Breve ca racterizació n del (de la) finado (-a).


22 ________________________________________
4
® E d a d del (de la) finado (-a).

® F ech a de la m uerte.

© Breve descripción de la m uerte.

(§) D eseo d e la salvación e te r n a del (de la) finado


(-a).

E n virtu d de esta co n c o rd a n c ia , el texto de D et-


wang, a u n q u e es u n a inscripción, se clasificará,
desde el p u n to de vista de la critica de las form as,
c o m o esquela o epitafio funerario. E n tre n o so tro s
es hoy usual p u b licar la esquela en el periódico
o difun d irla en form a de carta. En el siglo x v u , en
c a m b io , se p o d ía tam b ién p u blicar la noticia del
fallecim iento de u n a p erson a m ed ian te una ins­
cripción. V em os clarísim am en te en este ejem plo
q ue p u e d e subsistir u n a fo rm a d e te rm in a d a a pesar
del ca m b io radical q u e sufra la m a n e ra de p u b li­
carla.
Las observaciones de este tipo p u ed e n resultar
m u y im p o rta n te s p a r a las investigaciones de la
crítica d e las form as. Así, p o r ejem plo, h a sta en la
fo r m a « n a rra c ió n » h a c a m b ia d o co m p le ta m e n te A n t ig u a m e n t e ,
l a s n a r r a c io n e s
la m a n e r a de publicarla. H o y leem os las n a r ra c io ­ se c a n ta D a n , se
nes en los p eriódicos o los libros. A ntes, en ca m b io , n a r r a b a n re a lm e n te .

las n a rra c io n e s se c o n ta b a n , se n a r r a b a n efectiva­


m ente. N o se leían, sino que se e sc u ch ab a n de viva
voz y p o r bo ca de quien d o m i n a b a la técnica de la
n a rrac ió n . C u a n d o n o s e n c o n tra m o s con n a r r a ­
ciones en la Biblia, se t r a t a en m u ch o s casos de
n arrac io n e s auténticas, q ue fu ero n p rim e ro fruto
de u na c o n f o rm a c ió n y tran sm isió n orales. Su fija­
ción p o r escrito fue g eneralm en te u n a o b ra rela­
tivam en te tardía. 23
4. Un exordio de sermón en día de fiesta

Así, pues, las fo rm a s estereotipadas n o son ex­


clusivas de las m anifestaciones h u m a n a s escritas.
La co m u n ic a c ió n oral a d o p t a ta m b ié n con m u c h a
frecuencia u n as fo rm a s fijas y n e ta m e n te ac u ñadas.
Sólo hace u n a s d écad as, p o r ejem plo, to d av ía se
d a b a el hecho de que un p re d ic a d o r c o m e n z a ra su
serm ó n de Pentecostés del siguiente m o d o : « “ Se
p r o d u jo de rep en te u n ru id o del cielo, c o m o de
viento im p e tu o s o q u e pasa, y llenó to d a la casa
d o n d e e s ta b a n ” . P a la b ra s to m a d a s de los H ech os
de los A póstoles, ca p ítu lo 2, versículo 2. ¡A m a d í­
sim os feligreses, reu n id o s aqu í p a r a cele b rar la
s a c ro s a n ta festividad de Pentecostés!».
E sta fo r m a de c o m e n z a r un serm ó n estuvo un
tiem p o m u y en boga. C ontie ne los siguientes ele­
m e n to s:

Φ U n a sentencia (casi siem pre de la Biblia).

© In d ica ció n del origen de la sentencia.

Θ A p ela ció n solem ne a la c o n c u rre n cia c o n m e n ­


ción de la ocasión del serm ón.

C u a n d o el serm ó n c o m e n z a b a así, ya se sabía


H a s u f r id o un c a m b io de a n t e m a n o que n o h a b ía de d u r a r m en os de m edia
no s ó lo la fo rm a del
p u l p it o s i n o t a m b ié n
h ora. U n ex o rd io solem ne y la d u ra c ió n del serm ón
•I e x o r d io de lo s s e r ­ se co rre s p o n d ía n . H o y se predica m ás brevem ente,
m onas. Q u ie n d o m in e
la h i s t o r i a d e la p r e d i­
se re n u n cia a la sentencia, y el co m ien z o es un sen ­
c a c ió n c r is t ia n a , po­ cillo «Q u e rid o s h erm a n os».
d r ía e s c r ib ir la h is t o r ia
da la s fo rm a s d e lo s
P o r consiguiente, ta m b ié n los exo rd io s de los
e x o r d io s de l o s s e r m o ­ serm on es se a ju stan a fo rm a s fijas y tam b ién p o d ría
n e s.
escribirse u na «histo ria de las form as», es decir,
24 u n a historia de las m a n e ra s usuales c o n q ue en
ca d a ép oca se c o m e n z a b a n los serm ones. D esde
luego, sería u n a historia alta m e n te interesante.
H a ría ver el ra n g o social y teológico q ue se atrib u ía
en los diversos tiem p o s al a u d ito rio de los fieles.
D escu briría, p o r ejem plo, que, en la Iglesia latina
del siglo iv, el p re d ic a d o r s a lu d a b a a la co m u n id a d
con el títu lo de «vuestra san tid ad » (sanctitas vestra),
título q u e p o s te rio rm e n te n o se aplicó a la c o m u n i­
d a d o a la p a r ro q u ia , sino q u e se reservó exclusi­
v am en te p a r a el P apa.
E stas fo rm a s e s tereo tip ad as de dicción o ral no
se e n c u e n tra n , n a tu ra lm e n te , sólo en los exordios
de los serm on es, sino ta m b ié n en o tro s lugares del
culto divino. C a b e decir sin exageración q u e to d a
liturgia, en el fo nd o, es un a r m a z ó n de fo rm a s
a c u ñ a d a s de tipo oral. L a ra zó n es cla ra : to d o len­
guaje h u m a n o , q u e se repite p e rió d ic a m e n te con
in terv a lo s d e te rm in a d o s , y se dirige a los m ism os
oyentes, y encierra u n co n te n id o idéntico, tiende a
cristalizarse, a form alizarse. L a m ejo r d e m o strac ió n
de ello está en la o ra c ió n ro m a n a . O rig in aria m en te
la p r o n u n c ia b a el presid e n te de la as a m b le a litúr­
gica con u n a fo rm u la c ió n libre; pero bien p r o n to
se a p o d e r a r o n de esta o ra c ió n u n as e stru c tu ras
fijas, unos m oldes q ue p ro d u je r o n la clásica o ración
ro m a n a . Su fo r m a es d e u n a clarid ad y sim plicidad
m arav illo sas; n o h ay tra d u c c ió n c a p a z d e reflejar
su fluidez. U n o d e los ejem plos m ás bellos lo te n e ­
m os en la o ra ció n q ue a n t a ñ o se recitaba el d o m in g o
tercero d espués d e P entecostés:

O R E M U S : P ro te cto r in te sp eran liu m , D eus, sine q u o


nihil est validum , nihil san ctu m : m ultiplica super nos
m isericordiam tu am , u t te rectore, té duce, sic tran seam u s
per bona tem p o ralia, u t non a m ittam u s aetern a. Per
d o m in u m n o stru m Jesum C h ristu m filium tu u m , qui
tecum vivit et regnat in u n itate S piritus Sancti p er o m n ia
saecula saeculorum . A m en.
O R E M O S : O h D ios, p ro te cto r de los que en ti esperan,
sin ti n a d a es valioso, n ad a sa n to : m ultiplica sobre n o s­
otro s tu m isericordia, p a ra que, bajo tu dirección y
guia, pasem os por los bienes tem p o rales de suerte que
no p erdam o s los eternos. P o r n u e stro señor Jesucristo,
tu H ijo, que contig o vive y rein a en la u n id ad del E sp í­
ritu S an to p o r los siglos de los siglos. A m én.

Se ve fácilm ente la e s tru c tu ra de esta plegaria.


La o ra ció n se d e s m e m b ra en seis p arte s:

(D E x h o rtac ió n a orar.

φ In v ocación a Dios.

O A m p liació n de la invocación,

φ Súplica.

(5) C onclu sió n solemne.

(§) C o n firm ac ió n de la plegaria p o r la co m u n id a d .

La e s tru c tu ra m ism a hace ver c la ram en te el tipo


de o ra c ió n de que se t ra ta : la exh orta ció n inicial
(O rem o s) y la confirm ación final (A m én) c a r a c ­
terizan al texto co m o plegaria d e la c o m u n id a d .
El presid e n te la recita c o m o re p re s e n ta n te y en
n o m b re de la co m u n id a d . L a frase «sin ti n a d a es
valioso, n a d a santo» es sim plem ente u n a a m p lia ­
ción de la invocación (en latín está u nid a a la
invocación c o m o u na o ració n de relativo). La p a rte
principal de la plegaria p ro p ia m e n te dicha está en
la p etición siguiente. E sta o ra c ió n la definim os co m o
oración de súplica de petición.
La e s tru c tu ra fo rm a l de la ora ció n q u e a c a b a m o s
de a n a liz ar se e n c u e n tra en la m a y o r p a r te de las
oracio n es ro m a n a s . D e sd e el p u n t o de vista de la
L a o r a c ió n r o m a n a critica de las form as, este tipo de oracio n es se c a ra c ­
d e s d o ol p u n t o de v i s t a
d e la c r ít ic a
teriza y define p o r la b re v edad de la súplica, con
d · l a s io r m a s . u n a in vocació n a m p lia d a en fo r m a d e relativo, y
u n a conc lu sió n solem n e q u e recita el presidente
en n o m b r e de la c o m u n id a d .

5. Charlas después de la jornada laboral

F o r m a s estereo tip ad as de lenguaje oral las hay


fuera del c a m p o de la liturgia. N u e s tr a co n v e rsa­
ción o rd in a r ia p uede estar sujeta a un esq u e m a
d e te rm in a d o , a m e n u d o sin que nos d e m o s c u e n ta
de ello. U n lenguaje así fo rm a liz a d o surge fácil­
m e n te c u a n d o no s vem os en u nas situaciones repe­
tidas y frecuentes. K u r t T uch o lsk y , q u e fue un
gra n o b s e rv a d o r en esta m ateria , describió to d a
u n a serie de situaciones típicas d o n d e las c o n v e r­
saciones d iscurren p o r cauces fijos: las ch arlas p o r
teléfono, los diálo g o s e n tre gente d e negocios, el
desa rro llo d e u n a trifulca familiar.
P ero la descripción m ás elocuente viene a ser el
e s q u e m a q u e tra z ó del d iálo g o d e los e n a m o ra d o s ,
q ue se j u n t a n p o r la ta rd e y se explayan c o m u n i­
cá n d o s e las pen a s del tr a b a jo del d í a :
«El va a bu sca rla al tra b a jo , o ella a él. L a p a reja
estira un p o c o las piernas. D e spu és d e estar to d o
el día s e n ta d o en la oficina hace bien el aire d e la
ta rd e ... Se c u e n ta n lo q ue h a o c u rrid o d u r a n te el
día. ¿Y qué ha o c u r rid o ? ¡Penas! Suele decirse que
“ h ay q u e tr a g a r saliva” y a g u a n ta rse.
¿Que u n a co sa n o es v e rd a d ? Sí, p e ro de m o ­
m e n to tienes q ue m o rd e r te la l e n g u a : n o re s p o n d e r
al jefe, n o re s p o n d e r a la c o m p a ñ e ra , n o re s p o n d e r
al p o r te r o ... Y esto, u n a y o tra y o tr a vez..., h a s ta
las seis de la ta r d e ...
28 El le c u e n ta c ó m o le h a id o en el tra b a jo . P rim e ro
el in fo rm e del día. N a tu r a lm e n te ha h a b id o u n a
serie de choques. Q u ien lo c u e n ta es u n m odelo
de c a lm a y d e b o n d a d , pero el enem igo es trem endo ,
m alo, un in d ia n o m a n iático y colérico. Y el diálogo
se desenvuelve m ás o m eno s así:
— Le digo y repito, señor Pérez, qu e esto no se
arch iva así. (Y esto en el to n o m ás pacífico del
m u n d o , suave, claro, sin estridencia). El me replica:
— ¡Yo lo archiv o c o m o me d a la gana, señ or mío!
(Y esto con p recipitación, violento, d e s m a n d a d o
y colérico). Vuelvo a la carga, pero, eso sí, yo
c o m p le ta m e n te tra n q u ilo :
— M ire, señ or Pérez, le digo que no p o d e m o s
a rc h iv a r así p o rq u e , si no, v am o s a m ezclar to d a la
c o rre s p o n d e n c ia C con la D ...» .
Sigue d escrib ien do la pelea de la oficina, y cu a n d o
la descripción llega al p u n ió culm inan te, viene el En s i t u a c i o n e s t íp ic a s ,
q u a s e r e p it a n r e g u la r ­
desenlace con la p re g u n ta : «¿Qué te parece?». N a ­
m en te , el d i á l o g o d i s ­
tu ralm en te, a ella le parece escand alo so, y el es­ cu rra se gú n fo rm a s
a c u ñ a d a s , e s te r e o t i­
c á n d a lo de la novia le sirve de consuelo. I n m e d ia ­
p ad as.
ta m e n te c a m b ia n los papeles. Ella c u e n ta lo suyo,
lo qu e le ha o c u rrid o con su co m p añ e ra. Y a h o r a
es él quien se escandaliza, y ella la q u e q u ed a
co n so lad a . El equilibrio aním ico se ha recu perado .
P a ra esto p recisam ente se h a n c o n ta d o las cuitas,
y el fin se ha lo grado. La fo rm a de p re se n ta r los
hechos («Le digo y repito, señ or Pérez, qu e esto
n o se archiv a así») ha sido inconsciente, pero d i­
rigida a u n fin, que es la justificación de la p ro p ia
c o n d u c ta y la a p ro b a c ió n p o r p a r te de la amiga.
T o d o el discurso ha ido a p a r a r al «¿Qué te parece?».
N o ha sido o tro el objetivo de la expansión, que
ha c o n d ic io n a d o la fo rm a de la descripción. Si el L a fo r m a de e x p o n e r
u n a id e a d e p e n d e
objetivo de a m b o s h u b iera sido ana liz ar crítica­ s i e m p i e d el fin
m ente los hechos, el co n te n id o de la ch a rla sería b u sc ad o .

distinto, y lo sería sob re to d o la fo r m a de p re s e n ta r­


los. T o d o h ubiera parecid o d ife r e n te 1. 29
D iálo g o s c o m o el q u e ha e sb o z ad o K u r t Tu-
cholsky n o sólo se d a n en tre los novios y al térm in o
de la j o r n a d a laboral. S iem pre que referim os un
suceso en el q u e e s ta m o s im plicado s n o s o tro s mis­
m o s y q u e re m o s a se g u ra r la a p ro b a c ió n de n uestro
c o m p a ñ e ro de d iálogo, n u e s tro lenguaje p u ede t o ­
m a r la m ism a fo rm a.

6. £1 saludo en el desierto árabe

En la vida c o tid ia n a hay un s in n ú m ero de fo rm a s


típicas de c h a rla y conv ersació n. S urgen prin cip a l­
m e n te en las situaciones q ue se repiten con re gu la­
rid a d y frecuencia. E jem p lo s: Las p re g u n ta s del
m édico al paciente, el lenguaje de c o m p ra -v en ta,
la p re sen tación , la m a n e r a de confesarse, el in ter­
c a m b io de experiencias, los c o m e n ta rio s sobre los
servicios, saludos, despedid as, discusiones, ex á m e­
nes, reportajes, interviús...
Q u ien se d etu v iera a an alizar con precisión el
co m ienzo, la m a rc h a y la conclusión de to d o este
género de conversaciones, a n o t a n d o las fórm ulas
y co n c ep to s q u e se vierten, q u e d a ría s o rp re n d id o
del ex trem o a q ue llegan las form as estereotipad as
de n u estro lenguaje co tid ian o. Es interesante re­
c o r d a r a este respecto q u e en O riente, d o n d e se
en c u e n tra desde el p u n t o d e vista histórico-cultural
gran p arte de la Biblia, el lenguaje y el c o m p o r t a ­
m iento están m u c h o m ás ritu alizad o s q ue entre
n oso tros. C u a n d o los orientales se salu dan , p o r
ejem plo, el fo rm u lism o es m u c h o m ás ac en tu ad o
que entre n osotro s. W. Thesiger, que visitó A ra b ia
del S ur p o r los añ o s 1945-1950, describe el en c u en ­
tro de los árab es en el desierto:
« E n to nces gritó M a h s i n ...: “ S alam A l a i k u m ” .
Y no so tro s re s p o n d im o s a c o ro : “ A la ik u m Al-
S a la m ” . E nto n ce s se nos ac ercaron en lila india,
nos s a lu d a ro n a ca d a un o con un triple beso nasal,
o sea to c á n d o n o s nariz con nariz a la derecha, a
la izquierda y o tra vez a la derecha, y se pusieron
frente a n o sotros. T a m ta im me dijo: “ Pregúntales

Tenem os
m ic ró fo n o s
al S e ñ o r

V

qué n ov ed a d es h a y ” . Y o le re s p o n d ía : “ Pregú nt
selo tú, q u e eres el m á s viejo” . T a m t a i m les gritó
“ ¿ H ay a lg u n a n o v e d a d ? ” M a s h in r e s p o n d i ó : “ Todc
va b ien ” . O t r a vez p r e g u n tó T a m t a i m : “ ¿H a m uerte
a lg u n o ? ¿Se ha m a rc h a d o alg u ien ?” . Y la respuesta
fue in m e d ia ta : “ N o . N o hables d e e s o ” . La p re ­
g u n ta y la respuesta e ran tan invariables c o m o la
recitación de un c a n to litánico. P o co im p o rta
q ue h u b ie ra p a s a d o o d e ja d o de pasar, las p re g u n ta
y respuestas no c a m b ia b a n . Q u e los recién llegados
h u b ie ra n lu c h a d o c o n los b a n d id o s y salteadores]
q u e h u b ie ra n p e r d id o la m ita d de su gente y todavía
estuvieran p o r en te rra rlo s , q u e los h u b ie ra n des­
El s a lu d o e n tra lo s
o r ie n t a le s tie n e u n c a ­
p o ja d o de sus cam ellos, q u e se h u b ie ra n viste
r á c te r m u c h o m á s r i ­ a fectados p o r to d a suerte de ca la m idades, hambre,
t u a lis t a q u e e n tre lo s
o c c id e n t a le s . El d i á l o ­
sed o en fe rm e d a d , el p rim e r s alu d o oficial no sufrí,
g o d is c u r r e s e g ú n f o r ­ n in g u n a alteración. La p rim e ra p a la b r a era siempre
m a s f ij a s . P e ro la in ­
t e n c ió n de e s te le n g u a ­
“T o d o va b ie n ” . » 2
je n o e s c o m u n ic a r n o ­ U n salu do ritual d e este género c a u sa extrañezí
t ic ia s . s in o a n t a b la r
c o n t a c t o y c o m u n ic a ­
en el p rim e r m o m e n to y p u e d e p a rece r a b s u r d o
c ió n . P ero si an a liz a m o s el caso m ás de cerca, descu·
bri remos sin dificultad que n o faltan en nuestra
propia tierra saludos de rigor som etidos a ritos
algo disim ulados del m ism o género. Tom em os
com o ejemplo el siguiente saludo que se cruza a
menudo entre nosotros:
1

A: Buenos días.
B: Buenos días.
A: ¿Cómo te va?
B: Bien, gracias.
A: Mal tiem po ¿eh?
B: Sí, malo.
i
Casi todos los elem entos de este saludo han
i pagado su tributo al uso perdiendo importancia.
1 La pregunta «¿Cómo te va?» y-la respuesta «Bien,
gracias» tienen un carácter ritual. En general, quien
hace la pregunta en este contexto, no se interesa
nada o fcasi nada por el bienestar o la salud del
otro. Y al que responde «Bien, gracias», puede
saberle su propia contestación a cuerno quemado
en ese m om ento, porque no le van las cosas com o
le gustaría. Pero el rito tiene sus exigencias, y él
ha tenido que soltar un «Bien, gracias», a pesar
de todo. Y además, con razón, porque la pregunta
«¿Cómo te va?» casi nunca tiene en el saludo, la
intención de informarse de algo, sino de entablar
un acercamiento o una conversación. La lingüística
(la ciencia que estudia las leyes formales del len­
guaje) expresaría este hecho del siguiente m odo:
La pregunta y la respuesta no pretenden aquí una
información, sino una com unicación. Si se logra la No M batea
comunicación con un saludo m ás o m enos este­ información, ciño
toma da contacto.
reotipado y ritual, puede ocurrir que la conversa­
ción recaiga efectivamente sobre la salud, la situa­
ción financiera, las preocupaciones de los hijos, etc.,
y que se dé un informe am plio y detallado de todo 33
esto. Pero no necesariamente, ni ordinariamente.
Las diferencias, por consiguiente, con el saludo
árabe en el desierto no son tan grandes.
Vem os, pues, en el saludo una manifestación
lingüística del hombre que adopta una forma fija
y estereotipada, y que esta forma, a su vez, tiene
toda una función determinada y su propio contexto
circunstancial y concreto, o sea, el S itz im Leben
de una frase, de un hecho o de una costumbre.
Una vez que nos hem os dado cuenta de ello, si
no lo olvidam os, encontraremos por doquier en
la vida cotidiana diversas formas fijas, que son
corrientes, que se emplean siempre en la misma
coyuntura u ocasión («Sitz im Leben»), que uno
m ism o las aplica una y otra vez, consciente o in­
conscientemente, pues sería un fastidio tener que
inventar cada vez nuevas formas, y en las que lo
decisivo es conocer a fondo la función que desem­
peñan en cada caso particular.

7. De la poesía a la nove!-

En las consideraciones que hem os hecho hasta


ahora, nos hem os ceñido a las formas acuñadas y
estereotipadas de la vida ordinaria. Pero estas for­
mas las encontram os también en la literatura.
Cuando el escritor lanza al papel las cosas que le
conmueven a él, y quiere que conmuevan también
a otros, reflexiona sobre la forma más adecuada
para conseguir su objetivo.
En el caso de un científico, por ejemplo, es enor­
me la diferencia entre escribir un artículo para una
revista científica o escribirlo para un diccionario
de divulgación o para una página del periódico.
En un articulo de diccionario puede anotar las in­
form aciones científicas sin largas introducciones,
digresiones ni explicaciones; n o necesita discutir
to d o s los detalles del re s u ltad o de u n a investigación.
P ero, si el a rtic u lo es p a r a u n a revista especializada,
las conclusiones o los resu ltad o s de la investigación
q ue p re sen ta h a n d e ser m e ticu lo sam en te a n a liz a d o s
y co m p ro b a d o s . A este respecto p u e d e n serle v a­
liosas o im prescindibles las « notas», q u e d escargan F o r m a s lit e r a r ia s
d e lo s p r u l is o r e s .
el texto p ro p ia m e n te dicho y recogen las in d ica­
ciones c o m p lem en tarias, ya d e ilu stración , ya de
confirm ación. En u n artíc u lo de periódico, en c a m ­
bio, ni h a b r á no tas, ni se d e b a tir á n las in fo rm a c io ­
nes a fo n d o . Se van a n o t a n d o l$s hechos q u e se
q uieren d a r a co nocer, sin u n a in tro d u c c ió n tan
esm erad a, y sin un ord en , acaso, ta n riguroso.
El artíc u lo periodístico, al fin y al ca b o , n o se escribe
p a r a especialistas.
L a diversidad de las fo rm a s literarias aparece
c o n m a y o r clarid ad en el c a m p o d e las letras o de
la «bella literatura». L os re su ltad o s son ra d ic al­
m en te distin to s según q u e se d esarrolle la m ateria
a m o d o de poesía, de d ra m a , de epop ey a, de novela,
de cu e n to o de h isto rieta y fábula. C a d a u na de
estas fo rm a s, o bien géneros literarios, tiene sus
p ro p ia s leyes; n o sirven indifere n tem en te p a r a cu a l­
qu ier m ateria. E n o tro s té rm in o s: el escrito r no
p u ed e elegir cu a lq u ie ra de estas fo rm a s p a r a u na
d e te r m in a d a m a te ria ; las fo rm a s literarias no son
c o m o vestidos q u e p u e d a n quitarse y p o n erse a un
m aniq uí. T iene que h a b e r un a co rre sp o n d e n c ia
en tre el fo n d o y la form a. U n a s u n to crim inal, p o r
ejem plo, en c aja perfec ta m e nte en la fo r m a n a r r a ­
tiva de u n a novela —el m ejo r ejem plo lo tenem os
en L o s herm anos K a ra m a zo ff de D ostoievsk i —,
pero no ciertam en te en la fo rm a de u n a poesía.
Las vivencias d e un m o m e n to d e p len itu d p u ed en
verterse al lenguaje en la fo r m a de u n a poesía o
de u n a p ro s a p oética, p ero n o en la fo rm a de u na 35
novela. C a d a fo r m a literaria tiene su peculiar m o d o
de c a p ta r y d e p re s e n ta r la realidad, ra zó n p o r la
q u e el lector a b o r d a los libros co n distinta exp ecta­
ción según la fo r m a literaria en q u e se h a n escrito.
El q u e coge, p o r ejem plo, u n a novela clásica,
esp e ra u n a m u ltitu d de figuras; espera distintos
escenarios, un espacio de tiem p o n otable, u n a tram a
en d esa rro llo progresivo, u n a am b ie n ta c ió n social;
espera un p e d a z o de « m u n d o » tan rico, tan p o lifa­
cético y tan e n m a r a ñ a d o c o m o nuestro p ro p io
m u n d o . P ero n o esp era que los personajes de la
n a rra c ió n o de la novela h a y a n vivido realm ente,
o si se t ra ta de u na novela histórica, q u e los p e r­
sonajes h ay a n d ich o y h ec h o en realidad c u a n to
dicen y hacen en la novela.

El q u e coge la g ru esa o b ra d e G o l o M a n n sobre


W allenstein, esp e ra ta m b ié n u n a m u ltitu d de figu­
ras, esp e ra la descripción de d iversos escenarios,
la m a rc h a p rog resiva d e los ac o n te cim ie n to s y sus
im plicaciones sociales y am b ie n ta le s ; esp era un
p e d a z o del « m u n d o » , o sea la descripción del
m u n d o , en q ue vivió W allenstein. P ero esp era asi­
m ism o q u e to d a s las figuras q u e ap a rec en en la
o b r a sean p erso n ajes h istóricos y qu e, en p r i n c ip io ,.
n o se refieran m á s q u e los a c o n te cim ie n to s real­
m en te o c u rrid o s en u n tie m p o y lugar d eterm in a d o s.
N o esp era las im p resio n es del a u to r, ni su profesión
de fe; espera y b u sca u n o s análisis históricos obje­
tivos y u n o s ju icio s p o n d e ra d o s .
El q u e to m a en sus m a n o s u n a au to b io g ra fía,
espera la m u ltitu d de p ersonajes, espera los diversos
escenarios y tiem pos, el d esa rro llo progresivo de los
hechos y las im p licacion es sociales y am bientales.
P ero el p e d a zo d e « m u n d o » q u e esp era desc ub rir
es el m u n d o del a u to r, o bien el m u n d o c o n sid e ra d o
desde el p u n to d e vista del a u to r. El lector espera
tam b ién , desde luego, que los hechos co n sig n ad o s U n a n o v e la p o l i c i a c a
se le e co n u n a
c o n c u erd e n con la realidad. P ero tiene co m p re n sió n
e x p e c t a c ió n d i s t in t a
p o r las inexactitudes, p o r las co nfusio nes y los qu e u n a b io g r a lia .
P o r q u a c a d a lo i m a
fallos d e la m em oria. Lo que a n te to d o le interesa
de le n g u a j e a b o r d a ,
es el p u n to de vista del a u to r, su fo rm a d e ser, el a su m o d o , la r e a lid a d .

m u n d o q u e vivió, sus perso n ales recuerdos e im ­


presiones. E n este caso espera el lector u n a s confe­
siones, un subjetivism o, cierto u nilatera lism o y par-
cialismo.
Y así p o d ría m o s seguir con o tro s ejem plos. U n a
poesía la a b o r d a m o s con u na expectación muy
diferente a la d e u na breve histo ria; ta m p o c o a b o r ­
d a m o s igual u n cu e n to q u e un d ra m a . Y nuestras
esperan zas so n d istin tas a n te u n a colección de re­
franes y p rov erb ios, u n a leyenda épica, u n a novela
c o r ta o u n serial radiofónico. U n a s y o tras son
fo rm a s literarias de c a p ta r y ex p resar la realidad,
pero ca d a cual a su m odo .
Es evidente la im p o rta n c ia q ue tiene esta sencilla
o b serv ación en o rd e n a c o m p re n d e r un texto. U n a
recta co m p re n s ió n sería im posible sin co n o c er de
a n te m a n o el género literario o la form a en q ue el
tex to ha sido escrito. Sólo c o n o c ie n d o el c a rác te r
L a in f o r m a c ió n
d a l t ie m p o a s u n a del texto, sab rem o s el m o d o en q u e nos hace as o ­
f o r m a d a le n g u a j e
m a rn o s a la realidad. Esto, n a tu ra lm e n te , vale p a ra
r e la t iv a m e n t e
r i e la n t e la Biblia c o m o p a r a cu a lq u ie r o b r a escrita.
I I . - ¿ Q U E E S LA C R I T I C A D E LAS F O R M A S ?

D e spué s de estos prolijos p relim in ares n o nece­


s itam o s d e te n e rn o s d e m a s ia d o en b u s c a r la defini­
ción de lo q u e es la crítica de las form as.
L a crítica de las fo r m a s consiste sim plem ente en
el descubrim iento y descripción de las m anifestacio­ D e f in ic ió n
de la c r ít ic a
nes orales o escritas que han pasado en fo r m a s fijas, de la s f o r m a s
estereotipadas, a l lenguaje corriente y a la literatura,
y en la determ inación de su intención literaria y de
su co n texto histórico-existencial (Sitz im Leben).
V am o s a h ac er unas co nsideracio nes sobre los
c u a tro elem entos de esta definición.

1. El descubrimiento de las formas estereotipadas

A n d ré Jolles escribió en 1903 su fa m o sa o b ra


E infache Form en [Simples fo r m a s ]3. E n ella se o c u p ó
de d istin tas fo rm a s de lenguaje, co m o la leyenda,
el ro m an c e, el enigm a, el p roverbio, el cu e n to y el
chiste, tr a ta n d o de ana liz ar lo peculiar y distintivo
de ca d a u n a de ellas. E n u n a o b ra c o m o la de Jolles
puede leerse q u e la e ra de los d escub rim ie n to s rela­
tivos a la crítica de las fo rm a s co m e n z ó después de
la p rim era g u e rra m undial. P o r diversas razones
esta era 110 h a te rm in a d o todavía.
E n p rim er lugar, el n ú m e ro de las fo rm a s tijas
y a c u ñ a d a s n o es u n a co nstan te , sino q ue a u m e n ta
E l h o m b r e d e s a r r o l la de día en día. El desa rro llo cultu ral y técnico p o n e
c o n sta n te m e n te
n u e v a s fo rm a s
al h o m b r e en situaciones siem pre nuevas, y ca d a
d e l le n g u a je . nueva situación en q u e se m ueve el h o m b re origina
n ec esariam en te nuevas fo rm a s de lenguaje. En los
últim os años, p o r ejem plo, la predicción del tiem po
ha t o m a d o u n a fo rm a cristalizada de lenguaje, con
una es tru c tu ra sólida y del m ism o estilo («El
tie m p o ...» « H o y el tie m p o ...» «Previsiones p a r a
m a ñ a n a ...» ) Este lenguaje no ha p o d id o surgir sino
a base de d o s condiciones f u n d a m e n t a l e s : 1. el e stu ­
dio científico del clim a (la m etereología m o d e rn a );
2. la tran sm isió n d i a n a de las últim as n o vedades
clim atológicas en un vasto sector geográfico (los
m edios m o d e rn o s de c o m u n ica ció n .) En c u a n to se
j u n t a r o n estas do s condiciones, la predicción del
tie m p o c o b r ó su fisonom ía literaria inconfundible.
A sim ism o surgen c o n s ta n te m e n te en la lite ratu ra
nuevas fo rm a s y géneros de dicción. En v a n o se
b u sca rá en la lite ra tu ra de los siglos p a s a d o s un a
fo rm a literaria c o m o la que v am o s a d ar. Se tra ta de
un texto de R e in h a rd L ettau , p u b licad o el añ o
19634.

ESCENA

E n tra un señor.
— Soy yo —dice.
— R ep ítalo usted —le gritam os.
E n tra de nuevo.
— A q u í estoy —dice.
— N o h a m e jo ra d o —le gritam os.
Vuelve a p e n e tr a r en la h ab itación.
— Se t ra ta de mí —dice.
— M al co m ien z o —le gritam os.
Vuelve a entrar.
— H alló —grita. H a c e u n a seña.
40 —Q u e no, p o r favo r —le decimos.
Vuelve a intentarlo.
—D e nuevo yo —grita.
—Casi —le gritam os.
E n tra u n a vez más.
— El esp e rad o h ace t a n to tiem po —dice.
— R epetición — le gritam os. P ero, ay, esta vez
hem os vacilado d e m asia d o , se q u e d a fuera, no
quiere volver, se ha m a rc h a d o , ya n o le vemos
p o r m ás q u e a b r a m o s la p u érta y m irem o s calle
arrib a, calle ab a jo , a la derech a o a la izquierda.

¿Qué fo rm a literaria reviste este p á r r a f o ? ¿Es un


p eq u e ñ o d r a m a ? ¿ u n a breve historia? ¿una p a r á ­
b o la? N in g u n o de estos géneros literarios valen
p a ra clasificar este texto. La acción se reduce a
una sola escena y está re su m id a hasta el extrem o.
N o se in tro d u ce ni describe a las p ersonas. N o se
dice a quién se refiere el «nosotros». T a m p o c o se
dice quién es el «señor», de d ó n d e viene y a d ó n d e
se ha m a rc h a d o . F a lta n to d o s los detalles n a r r a ­
tivos h ab ituales en u n a historia que pre te n d e la
tradu c ció n realista de un hecho real. Se refiere el
hecho c o m o si su realidad se cristalizara en una
p a rá b o la , pero el texto no es u na p a r á b o la . La
últim a frase, a la que co n c u rre to d o lo dem ás,
expresa algo de los ac o ntecim ientos que se viven
en un sueño, pero el texto ta m p o c o p re te n d e ser la
c o m u n ica ció n de un sueño.
En la lite ratu ra a lem a n a ap arecen p o r vez p rim era
textos de este tipo con F ra n z K a fk a (1883-1924). L a p r o s a c o rta ,

L u ego se h a n m ultiplicado los ejem plos. Evidente- ,orma


m ente, n o s e n c o n tr a m o s con u n a n ueva fo r m a lite­
raria q u e resulta sin gularm ente a p r o p ia d a p a ra
reflejar, p o r h a b la d o o p o r escrito, las co m p licadas
experiencias del siglo xx. Pues, a u n q u e la fo rm a
de este texto es tra n s p a re n te en ca d a u n a de sus
líneas, resulta m isteriosa y frag m en taria , lo m ism o 41
q ue las experiencias del escrito r de hoy. L a ciencia
de la lite ratu ra no ha e n c o n tr a d o to d av ía el térm in o
preciso p a r a desig nar este género de texto s; p o r el
m o m e n to se h ab la sim plem en te de « p ro s a c o r t a » 3.
T en e m o s, p o r ta n to , an te los ojos un c a m p o d o n d e
la crítica de las fo rm a s tiene m u c h o q u e descubrir.
A h o r a bien, n o sólo se va d ila ta n d o el c a m p o de
n u estro s c o n o c im ien to s sobre las nuevas estru c tu ras
literarias en fo rm a ció n . L a era de los d escu bri­
m ientos deja tam b ién m u c h o q u e d esear en ord e n
a los gén ero s literarios del pasa d o . E s ta m o s todavía
m uy lejos de c e rra r esta era de descubrim ientos.
E n las ú ltim as d écadas, p o r ejem plo, se h a n des­
c u b ierto en la Biblia m u c h a s fo rm a s literarias, de
las qu e antes n o se tenía idea y cuya existencia
ni se sosp ech aba. ¿ C ó m o se h a llegado a estos des­
cu b rim ie n to s ?
S u p o n g a m o s q ue un especialista en las ciencias
bíblicas se p o n e a a n a liz a r el texto de los Hechos
de los A póstoles, 9, 3-6. Este texto dice lo siguiente:
« Ib a n c a m in a n d o , y p ró x im o s ya a D a m a s c o , de
repen te le c irc u n d ó un re s p la n d o r del cielo, y c a ­
y en d o a tierra, oyó u n a voz que le decía: “ Saulo,
Saulo, ¿p or q ué me p e rsig u e s?” Y p r e g u n t ó : “¿Quién
eres. S e ñ o r? ” Y El: “ Y o soy Jesús, a quien tú
persigues. P ero lev ántate y e n tra en la ciu d ad , y
se te dirá lo que debes h a c e r” .».
En este texto llam a la atención el hecho de que
la voz celestial repita el n o m b re (hebreo ) de Pablo
d o s veces consecutivas. Este fe n ó m e n o estilístico
resulta con frecuencia u n indicio m uy valioso p a r a
la investigación crítica de las form as. H ay, en efecto,
en la Biblia o tro s textos en q u e se repite tam bién
el n o m b re dos veces co n secutivas y q ue pueden
servir p a r a u na c o m p a r a c ió n , q ue ha de ser lo m ás
m in uciosa y exh au stiv a posible. P a ra ello, el exe-
geta en cuestión tiene q u e re pasar to d a la Biblia,
p o rq u e n o hay m a n u a l de c o n c o rd a n c ia s bíblicas
q ue reco ja fe n ó m e n o s estilísticos c o m o el de la
reiteración del n o m b re . A este respecto no cabe,
al m en os p o r a h o r a , re cu rrir a u n a c o m p u ta d o r a .
P ero el tra b a jo de re p a s a r y releer to d a la Biblia
vale la pena, p ues le lleva a c o n s ta ta r q u e la reite­
S a b a m o s, por s u s ca r­
ració n del n o m b re no es cosa tan ra r a en la Biblia. t a s , q u a s a n P a b l o tu v o
M á s to d a v ía : en u n a b u e n a p a rte de los textos u na v is ió n da C r is t o
an a l c a m in o d a D a ­
bíblicos, en los q u e apa rec e u n a reiteración con se­ m asco. La t r a d ic ió n
cutiva del n o m b re , se hab la, c o m o en el pasaje c r is t ia n a p r im it iv a
d e s c r i b ió asta a p a r i­
citado de los H echo s de los A p ósto les 9, 3-6, de c ió n con a la m a n t o s
apariciones. Son texto s de apariciones. f ó r m a la s dal A n tig u o
T a sta m a n to . La v is ió n
E stos textos de ap aricion es con reiteració n del s a c o n f ig u r ó c o n fo r m a
n o m b r e a c a p a r a n n a tu ra lm e n te la atención. Si se a l e s q u e m a d a lo s t id i á -
lo g o s da a p a r ic ió n »
som eten a un análisis m in ucioso y se c o m p a r a n u s a d o s an al A n t i g u o
d eten id a m e n te , se observa q u e un buen n ú m e ro T a sta m a n to .
de los textos d e ap a ric ió n es tá n co m p u e s to s desde
el p u n to de vista fo rm a l de un m o d o sem ejante a
H echos 9, 3-6. El p aralelo m ás in tere sa n te n o s lo
ofrece G énesis 46, 1-3. Este texto reza a s í fc:
« P a rtió Israel ( = J a c o b ) con t o d o lo q u e tenía.
L leg ad o a B erseba ofreció sacrificios al D io s de su
p a d re Isaac. Y D io s h a b ló a Israel en u n a visión
n o c tu rn a , d icien do: “ ¡Jacob, J a c o b !” , y él r e s p o n ­
d ió : “ H e m e a q u í ” . D io s c o n tin u ó : “ Y o soy Dios,
el D io s d e tu p ad re. N o tem as d escender a Egipto,
p o rq u e allí haré yo de ti u n gran p u e b lo ” .».
El tex to del A n tig u o T e s ta m e n to y el del N uevo
obedecen al siguiente esq u e m a :

(D D escripción d e la situación.

© I n tro d u c c ió n del discurso.

© D o b le ap ela ció n p o r p a r te del q u e se aparece.

0 In tro d u c c ió n del discurso.

© P re g u n ta del h o m b re .

© In tro d u c c ió n del discurso.

© A u to p re s e n ta c ió n del q ue se aparece.

M isió n e n c o m e n d a d a al h o m b re.

U n a sem ejanza tal en el esq u e m a de varios textos


de apariciones, q u e o b serv am o s en pasajes bíblicos
to ta lm e n te distintos, n o p ued e ser ev id entem ente
u n a m era ca su alid ad . U n a investigación ulterior
nos h ace ver que, en o tro s textos j u d í o s q u e no
pertenecen a la Biblia, las n a rra c io n e s de las a p a ­
riciones se aju s ta n tam b ién al m ism o e s q u e m a f o r­
m al. Ya n o ca be d u d a a lg u n a : en el A n tig u o T es­
ta m e n to y en la lite ratu ra j u d ía h u b o m an ifiesta­
m en te u n e s q u e m a só lid am en te a rtic u la d o q u e ser­
vía p a r a n a r r a r co n viveza el diálogo en tre un a p a ­
recido celeste y la p e rs o n a beneficiada co n la a p a ­
ri c i ó n 7. E s un e s q u e m a q ue ta m b ié n se en c u e n tra
en el N u e v o T e s ta m e n to y, desde luego, en los H e ­
c hos de los A póstoles. R e s u lta d o : Se h a desc u ­
bierto u n nuevo e s q u e m a o fo rm a , cu y o c o n o c i­
m ien to preciso será d e su m a im p o rta n c ia p a r a
e n te n d e r y ju z g a r el texto de aparición en cuestión.
E v id en tem en te , el d e s c u b rim ie n to de u n a fo rm a
literaria e s te re o tip a d a p u ed e d iscurrir p o r cauces
m u y diferentes. P ero el ejem plo a d u c id o n o tenía
o tr a finalidad q u e la d e m o s tra r p rá c tic a m e n te
có m o , a pesar de los cin cu e n ta a ñ o s de estudios
so b re la crítica de las fo rm a s a p lica d a a la Biblia,
n o se h a c e rra d o tod av ía la p u e r ta d e la era de los
descub rim iento s.

2. La descripción de las formas

U n a vez que se descubre u n a fo rm a literaria, se


p ro c e d e a la segunda etap a, q u e consiste en des­
cribirla lo m á s m inu cio sam en te posible. E sto n o
siem pre es ta n fácil c o m o a p rim e ra vista p ued e
parecer. P o rq u e no to d a s las fo rm a s se h a n estereo­
tip a d o y esq u e m a tiz a d o c o m o el d iálogo d e a p a ri­
ció n a r rib a m en cio n a d o . El chiste, p o r ejem plo,
es u n a f o r m a d e lenguaje especial, c o n peculiaridad
y consistencia p ro pias. P ero ¿qué es lo peculiar
del chiste? ¿Q ué hace q u e el chiste sea chiste?
¿C ó m o p o d e m o s expresar lo típico del chiste es­
crito, h a b la d o o d ib u ja d o ? O t r o ejem plo: En to das
las in tro d u cc io n e s m o d e rn a s al A n tig u o T e s ta m e n to
se hab la de la saga (especie de leyenda poética)
c o m o género n a r ra tiv o p a rtic u la r de la Biblia*.
¡E s tu p e n d o y necesario! P ero ¿qué es lo q u e co n sti­
tuye la fo r m a de u n a saga bíblica? ¿ C ó m o se dis­
tingue a las sagas d e las n a rra c io n e s de o t r o gé­
nero? ¿ C ó m o llegar a describ ir su d istinción especí­
fica, fo rm a l, o sea su e s tru c tu r a literaria?
El caso m ás sencillo es aquel en q u e la form a, o
el género a describir, se pre senta con p ala b ra s
características y c o n fó rm u las siem pre iguales. La
m a y o ría de los c u e n to s co m ien z an con « E ra una
vez...», y es n o rm a l a c a b a rlo s c o n la fó rm u la «Y
fu ero n felices...».
C u a n d o n o s o tro s tro p e z a m o s con fó rm u las co m o
«con to d o respeto», «cordia lm e nte agradecido »,
«respetuosos saludos», « atenta m e n te », sab e m o s que
se t r a t a d e u na ca rta. Pero, si tro p e z a m o s c o n un
El c h iit a c o n s tit u y a «se despidió de n oso tro s» , «inolvidable», «con
t a m b ié n u n a io r m a a s -
p w i i l de l i n g u a j i . E s
a m a r g a p ena», «descanse en paz», «en gloria esté»,
c a r a c t e r ís t i c o a l « d a s - qu izás n o se trate sino de u n a esquela fu n e raria o
a n la c a » . qua ocu rra
s ie m p r e an la ú lt i m a
un re c o rd a to rio . En tales casos se h a b la del estilo
ir a s ·. literario Je una fo r m a d e te rm in a d a . E n los diálogo s
ie aparición, por ejemplo, la reiteración de la lla­
nada al agraciado y la aparición y autopresentacióü
El Milla
jel que se aparece con su «yo soy» son elementos m m criteria.
Estilísticos literarios de la forma o esquema de los
textos de aparición.
í Pero para describir una forma de lenguaje este­
reotipada se requiere algo más que la mera anota­
ción del estilo literario. Se ha de averiguar, además,
si la forma en cuestión comienza con los elementos
¡Formales típicos y constantes. H em os observado en
páginas anteriores estos elem entos formales en el
com ienzo de la correspondencia epistolar: indica­
ción del lugar en donde se escribe la carta, indicación
de la fecha, saludo. Otro ejemplo lo tenemos en los
himnos del A ntiguo Testam ento. Desde el punto
de vista de la critica de las formas, el himno del
Antiguo Testamento com ienza siempre con una
llamada, invitación o m andato a alabar solemne­
mente a D ios. En el salmo 33 tenem os un himno
en que se destacan con toda claridad esta invitación
¡inicial y el cuerpo del salmo:

¡Gritad de júbilo, oh justos, a Yavé!


A los rectos de corazón Ies corresponde la ala-
Celebrad a Yavé al son del arpa, [banza.
entonadle a la lira de diez cuerdas.
Cantad un cantar nuevo, »
tañed bien la lira en m edio del clamor.
Pues recta es la palabra de Yavé,
todas sus obras son verdad...
(Sal 33, 1-4)

El com ienzo del himno es una invitación que


netamente aparece en los cinco imperativos «gri­
tad ..., celebrad..., entonadle..., cantad..., tañed...».
El paso al cuerpo del salm o está marcado por el
«pues». Introducido el tema con este «pues», se 47
enumeran los m otivos por los que debem os gloría
y alabanza a Yavé. Ya no se repite la invitación
a la alabanza. La invitación termina con las pa­
labras «en m edio del clam or». D el m ism o m odo
comienzan todos los him nos del Antiguo Testa­
m ento. Tenem os, por consiguiente, en el himno
veterotestamentario una forma literaria que se ca­
racteriza por su com ienzo.
Es clara la razón de que una forma literaria
estereotipada se ajuste, sobre todo en su com ienzo,
a los elem entos propios de su género. El com ienzo,
efectivamente, es lo que debe alertar al lector o al
oyente sobre el tipo de com unicación que se pre­
tende entablar. Adem ás, tanto al hablar com o al
escribir, el com ienzo suele ser generalmente lo más
difícil. Por esto se ajusta uno de buen grado a es­
quemas prefabricados, com unes y fijos.
Lo m ismo puede decirse de la conclusión de una
forma estereotipada. También aquí tiene el lenguaje
una marcada preferencia por las estructuras pre­
fabricadas. Así, por ejemplo, los himnos del A n­
tiguo Testamento no sólo coinciden en la forma del
com ienzo, sino que presentan además un ñnal neta­
mente marcado. La oración romana acaba con una
fórmula solemne. Las cartas de san Pablo terminan
sin excepción con un deseo de bendiciones litúrgica­
mente estilizado. Hasta las narraciones acaban ge­
neralmente con una conck,r :sn esquemática, que,
desde luego, puede estructurarse de distintos m o­
dos. Las narraciones de los m ilagros que aparecen
en los tres primeros Evangelios terminan frecuente­
mente con la llamada «conclusión coral». Consiste
ésta en la sorpresa y alabanza que manifiestan los
testigos del milagro o de los milagros. Ejemplos:
«Todos quedaron estupefactos, y se preguntaban1:
“¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva con tanta auto­
ridad q u e m a n d a a los espíritus i n m u n d o s y le La fo r m a de la
« c o n c l u s i ó n c o r a l»
obedecen!” .» (M e 1, 27).

« T o d o s se m ara v illa ro n y glorificaban a Dios,


d icien do: “ J a m á s hem os visto cosa igu al” » (M e 2,
12).

«Ellos q u e d a ro n s u m a m e n te a te m o riz ad o s, y se
decían u n o s a o tro s : “¿Q uién es éste, q u e h a s ta el
viento y el m ar le o b e d e c e n ? ” .» (M e 4, 41).

«Y en el co lm o de la ad m ira c ió n , d ecían : “ T o d o
lo h a hecho bien. H a s ta a los so rdos hace oír y a
los m u d o s h a b l a r ” .» (M e 7, 37).

« T o d o s se llenaron de tem o r y a la b a b a n a D io s
dicien do: “ U n gran p ro feta ha surgido e n tre n o s­
otros, y D ios ha visitado a su p u e b lo ” .» (Le 7, 16).

Esla fo r m a de «co nclusión coral» al fin d e las


n arrac io n e s de los m ilag ros n o es exclusiva de los
Evangelios. La e n c o n tra m o s tam b ién en las his­
torias p a g a n a s de m ilag ros de aquella época. Se
tra ta , p o r consiguiente, de un esq u e m a co n s o lid a d o
y difu n d id o .
L o s ejem p los a d u c id o s p o n e n d e m anifiesto que
en la descripción de u na fo rm a este re o tip a d a tienen
resp ectiv am ente especial im p o rta n c ia el com ienzo
y el fin del texto. N a tu r a lm e n te , n o se debe d escu idar
la cuestió n de h a s ta q u é p u n to el cuerpo principal
del texto está som etid o a un e s q u e m a precon ceb ido.
C o n o c e m o s ya varias fo rm a s q u e d e la ta n u n a a rti­
culación to ta l: p o r ejem plo, la o ra ció n ro m a n a y
el diálo g o de aparición. 49

4 .
3. La intención literaria

C o n to d o lo d ich o no h em o s llegado to d a v ía al
tinal ni m u c h o m enos. Q u ien p re te n d a describir
un a fo rm a literaria estereo tip ad a, n o p u ed e limi­
tarse al análisis de la e s tru c tu ra extern a de la fo rm a
en cuestión. T ien e q ue plan tea rse aú n o tro s in te rro ­
gantes.
L a in t e n c ió n li t e r a r i a : U n o de estos in terro ga ntes, p o r ejem plo, será
— in fo r m a r .
— n a rr a r,
¿Qué género de lenguaje encierra la fo rm a a des­
— in s t r u ir , crib ir? ¿Q ué fin, q u é intención e n t r a ñ a ? ¿Quiere
— p r e d ic a r ,
— acu sa r,
d a r una n o ticia o quiere n a r r a r algo, quiere instruir
— e x h o rt a r. o predicar, quiere e x h o r ta r o acusar, m a n d a r o
— m an d ar,
— c o n fe sa r.
m anife sta r su convicción o su fe?
S egún la div ersidad de intenciones hay diversidad
de fo rm a s y géneros literarios. Es m u y posible que
el texto n o refleje en su es tru c tu ra extern a la in te n ­
ción fu n d a m e n ta l y q u e sólo un análisis a te n to y
m in ucioso la h ag a aflorar. P o r esta razó n es in­
suficiente c o n te n ta rs e co n la descripción de las
leyes extern as de un género literario: hay q ue p re ­
g u n ta r n ec esariam en te p o r la intención p ro f u n d a
que alberga. L o decisivo p a r a u n a co rre c ta inter­
p re ta ció n y lectura del texto es siem pre adivinar
la intención, el p ro p ó s ito b u sca d o en la fo r m a de
lenguaje escogida. H e m o s in dicad o antes q ue una
novela p re te n d e algo m uy diferente que u n a his­
to ria y q ue la historia, a su vez, es cosa d istin ta que
u n a a u to b io g ra fía. T ra te m o s a h o r a de p o n e r de
relieve la im p o rta n c ia que tiene la intención lite­
raria en un ejem plo m u c h o m ás sencillo tod avía,
que ya co nocem os.
U n o p re g u n ta a o t r o : «¿C óm o te va?» y éste
re sp o n d e: «¡Bien, gracias!». C o m o dijim os, la p re ­
g u n ta y la respuesta, en este caso, sirven rarísim a
vez p a r a un in te rc a m b io de in form acion es. En ge­
50 neral, esta fo rm a de lenguaje busca o tra cosa que
la in fo rm ac ió n , a saber, u na consolidación de las
relaciones o un co m ien zo de las m ism as (c o m u n ic a ­
ción). P o r eso, quien resp o n d e «Bien, gracias», no
dice u na m entira, a u n q u e las co sas le vayan de
mal en peor, o n o vayan a su gusto. C o n su «Bien,
gracias», no μ'>retende sino expresar su co n fo rm id a d
con el q ue le ha s a lu d a d o : «E stoy d ispuesto a p e r­
m anecer en c o m u n ió n contigo».
O tro ejem plo: U n a p erso n a dice a o tra : «Te
quiero». ¿Q ué gén ero de lenguaje es éste? Si se
tra ta ra de u n a simple in fo rm ac ió n , sería c o m p le ta ­
m en te n atu ra l q ue la o tra a n o t a r a el d a to objetiva
e im parc ia lm e n te , diciendo algo así c o m o «E stá
bien. T o m o nota».
P ero ¿y si la intención literaria no es in fo rm ar,
sino p ro fesar y co n fesar un sentim ien to, u n senti­
m iento p o r cierto de su m a d en sid ad e im p o rta n c ia ?
E ntonces, la resp uesta «E stá bien. T o m o nota»,
qu e su ena a acuso de recibo y entre g a de resguardo,
sería u na respuesta terrible. P o rq u e a u n a confesión
c o m o ésta no se p ued e re s p o n d e r sino desenten-
d ién dose de ella o c o r re s p o n d ie n d o con o tr a c o n ­
fesión. La intención, p o r consiguiente, de la frase
en este ú ltim o ejem p lo d e s e m p e ñ a un papel deci­
sivo. Lo m ism o cabe decir de to d as las d em ás
fo rm a s h u m a n a s de expresarse: ¿Qué intención
llevan, q ué b u s c a n ? A q u í está el p u n to álgido de la
descripción de to d a fo rm a o género literario.
P ero ¿no es to d o esto u n a p e r o g ru lla d a ? ¿A qué
vienen estas reflexiones? ¿Q uién de los h u m a n o s va
a caer en un m a le n te n d id o sem ejante tra tá n d o se
de fo rm a s tan h u m a n a s c o m o el «te q u iero »?
U n a c o n f e s ió n P ero d e v o lv a m o s la p r e g u n t a : ¿Se tra ta realm ente
n o a s u n a in f o r m a c ió n .
de p e ro g ru lla d a s y b a n a lid a d e s ? N o n o s cream o s
Q u ia n l o m a u n a
c o a f a a iA n p o r u n a tan seguros. Q uizá m u c h o s a m a r g o s deseng año s
in f o r a ia c ió n
b u r o c r á t ic a o c a i i o n a
vienen sencillam ente de h a b e r t o m a d o las confesio­
un d a a a s t r i. nes c o m o inform aciones. U n a cosa q u e d a de tod o s
m o d o s en c la r o : E n la h istoria d e la Iglesia ha
h a b id o en o rm e s c o n fu sio n e s y h a n estallad o vio­
lentas pasiones p o r el m e ro hecho de n o haberse
d a d o c u e n ta de la intención fu n d a m e n ta l de ciertos
géneros y fo rm a s literarias. Se to m a r o n c o m o n o ­
ticias de u n a c ró n ic a textos bíblicos q ue p re te n d ían
sim plem en te pre d ic ar, a n u n c ia r el kerygm a. Se lo­
m a ro n c o m o leyes textos del N uev o T e s ta m e n to
q u e eran de e x h o rta c ió n y parenesis. Y se to m a ro n
p o r in fo rm ac io n es textos eclesiásticos q ue no eran
m ás q u e p rofesio nes de fe. L a reacción, q u e viene
ya de lejos, c o n tr a cierta fo r m a de d o g m á tic a ecle­
siástica y de definiciones d o g m á tic a s proviene de
que la Iglesia p re te n d ió d a r c a d a vez m ás in fo r­
m aciones sob re D io s con los d o g m a s , c u a n d o los
en u n c ia d o s d o g m á tic o s en la Biblia j a m á s fu ero n
co nc eb id os c o m o in form aciones. D a d a su form a,
eran ev iden tem ente profesion es de fe, de re c o n o ­
cim iento ag rad ec id o y d e a d m ira c ió n an te la gesta
salv a d o ra de Dios. Y a es h o r a d e devolver al d o g m a
52 su ca rá c te r literario específico.
4. El «Sitz im Leben»

E n los a p a r t a d o s a n terio res hem o s h a b la d o del


d es c u b rim ie n to y de la descrip ció n d e las fo rm a s
e s tereo tip ad as del lenguaje, así c o m o de la in tención
literaria d e u n texto. P a r a e n te n d e r bien lo que es
la crítica de las form as, ten em o s q ue h a b la r to dav ía
del lla m a d o S itz im Leben. La expresión se debe
H e rm a n n G u n ke l ( 1 B 6 2 -
al exegeta H e rm a n n G u n k e l, especialista en el 1 9 3 2 ) lú e p r o f e s o r del
A n t i g u o T e s t e m e n t o on
A n tig u o T e s ta m e n to , q u e in tro d u jo la crítica de
G ie s s e n y H e lle . In t r o ­
las f o rm a s c o m o m é to d o de estu d io de las m o d e rn a s d u jo la c r i t i c a d e l a s
lo r m a s c o m o in s t r u ­
ciencias bíblicas. ¿Q ué en tiende la ciencia bíblica
m e n to de la m o d e r n a
con esta cu rio sa d e n o m in ac ió n ? e x e g e s i s b í b li c a .
El m ejo r p u n t o de p a r tid a será u n a vez m ás un
ejem plo: H e m o s h a b la d o del género literario de
los h im n o s del A n tig u o T e stam e n to . H e m o s visto
q ue el h im n o se a ju sta a u n esq u e m a fijo: co m ienza
con la invitación a la a la b a n z a d iv in a; viene luego
el c u e rp o del h im n o q ue m o tiv a la a la b a n z a e n u ­
m e ra n d o los hechos de la gesta s a lv ad o ra de D ios;
y te rm in a con u n final breve, en q u e a m e n u d o se
e xpresa u n deseo o u na súplica. El co n o c im ien to
preciso de este e s q u e m a resulta im p o rta n tísim o
p a r a la in te rp re ta c ió n del him n o . P ero n o m enos
i m p o rta n te es la p re g u n ta siguiente: ¿ D ó n d e y en
q ué o casión se c o m p u s o el him no?

P a r a re s p o n d e r a esta cuestión, hay qu e analizar


los h im n o s m ism os del A n tig u o T e sta m e n to , a te ­
niéndose p re cisam en te a sus exordios respectivos.
E n to n ce s se o b serv a q u e: 1. El in vitado o e x h o r ta d o
a la a la b a n z a divina no es casi n u n c a el in dividuo,
sino la c o m u n id a d . Es lo que ocu rre en la m ay o ría
de los salm os, p o r ejem plo en el salm o 149, 1: «Su
a la b a n z a en la a s a m b le a d e sus fieles.» 2. Los
h im n o s n o se re citab an , sino q ue se c a n ta b a n , c o m o
ap a rec e, p o r ejem plo, en el salm o 98, 1: « C a n ta d
a Y avé un c a n to nuevo.» 3. N o se trata, sin em b arg o ,
de un c a n to a cappella, sino a c o m p a ñ a d o de in s tru ­
m e n to s músicos. E jem plo , salm o 150, 3-4: « A la ­
b ad lo al son de las tro m p e ta s , a la b a d lo co n cítara
y co n a rp a , a la b a d lo con d a n z a s y ta m b o re s, a la ­
b adlo c o n cu e rd as y c o n flautas.» 4. Los him n o s
n o se c a n ta b a n en c u a lq u ie r lugar, sino en el tem plo.
E jem plo, salm o 150, 1: « A la b a d a Y avé en su s a n ­
tu ario , a la b a d lo en su au g u s to firm am e n to .» Los
h im n o s m ism o s n o s e n se ñ an con su ex o rd io que
el h im n o en el A n tig u o T e s ta m e n to es un c a n to que
se e n t o n a b a y c a n ta b a en el tem plo , en ocasiones
solem nes y c o n a c o m p a ñ a m ie n to de in stru m e n to s
musicales. El h im n o tiene, p o r tan to , su contexto
o S itz im L eben en el culto del tem plo.

Del m ism o m o d o p u ed e analizarse cu a lq u ie r o tra ! C a d a a é n e r o lit e r a r io

fo rm a o gén ero literario del A n tig u o T e s ta m e n to | «s¡u im L e b e n » .

p ara esc u d riñ a r su c o n tex to circun stancial y vi- 1


vencial. D e to d o ello se d e d u c e q u e los géneros
literarios del A n tig u o T e s ta m e n to están inicialm ente
re lacion ado s c o n el cu lto del tem p lo o d e los s a n ­
tu a rio s de u na fo rm a m u ch o m ás íntim a de lo que
a p rim era vista p u d ie ra parecer.

A c u a lq u ie ra qu e haya re citad o p e rió d ic am en te


los 150 salm os del Salterio, le h a b r á lla m a d o la
aten ció n la frecuencia c o n q ue ap a rec e en los salm os
el h o m b re q ue acusa m alév o lam en te al inocente, le
persigue y tra ta de m atarle. ¿P or qué d ese m p e ñ a
este tem a p recisam en te un papel tan i m p o rta n te en
los salm os? La explicación es sencilla: En Israel,
los casos judiciales m ás vidriosos, q u e un ju ez o r ­
d in ario n o p o d ía resolver, eran llevados al sa n tu a rio
central, d o n d e un sacerd ote d ic ta b a el «juicio de
D ios». El a c u s a d o o ra b a de a n te m a n o a D io s su­
p licándole ju stic ia y p r o c la m a n d o s o lem n em en te su
p ro p ia inocencia. Y esto lo hacía m e d ia n te un
salm o, q u e lo im p ro v is a b a él m ism o o lo t o m a b a
del fo rm u la rio q u e los sacerdotes le p o n ía n a dis­
posición. U n a o ra ció n de este tipo, en q ue el ac u sa d o
está a la espera del ju icio de D ios, decía, p o r e j e m p l o :

¡Yavé, D ios mío, a ti m e acojo , [alivio;


s álvam e de to d o s mis perseguidores, d am e
n o me a rre b a te n , c o m o un león, mi vida,
me la d esgarren sin q u e hay a quien me libre!
Yavé, D ios m ío, si algo de esto hice,
si he u rd id o fra u d e co n mis m anos,
si a mi am igo he p a g a d o con mal, 55
El « S i t 2 im L eben » de yo q u e salvé al o p re s o r injusto,
m u c h o s g é n e ro s lit e r a ­
¡el en e m ig o me persiga y alcance,
r io s d e l A n t i g u o T e s­
tam e n to fue el c u lt o y estrelle mi vida c o n tra el suelo
d e l t e m p lo . P o r e je m ­
y esp a rz a mi h o n o r en el fango !...
p lo . o l h im n o q u e s e
c a n t a b a en ol c u lt o d i ­ Ven ya, D io s m ío, al juicio q u e p re te n d e s ...
v in o d el t e m p lo co n
a c o m p a ñ a m ie n t o de
Júzg a m e , ¡oh Yavé!, c o n fo rm e a mi justicia
i n s t r u m e n t o s m ú s ic o s . y según mi inocencia.
(El g ra b a d o e s una m a ­
q ue ta del T e m p lo de H e-
P o n fin a la m a ld a d de los impíos,
ro d e s de J e ru s a lé n .) re c o b ra al ju s t o .. .

E s ta plegaria c o r re s p o n d e al co m ie n z o del sal­


m o 7. El o ra n te h a b u s c a d o refugio en el san tu ario .
Bajo j u r a m e n to y c o n u n a im p rec ació n co ndicional
p ro testa de su inocencia y pide el juicio de Dios.
E n el tra s fo n d o del salm o 7 se vislum bra, sin d u da,
un a n tig u o p ro c e d im ie n to judicial q u e tuvo lugar
en un s a n tu a r io israelita. El m ism o tra sfo n d o e n ­
c o n tra m o s en o tro s m u ch o s salm os. E viden tem en te,
al co m p ila r los salm os, se pre stó u n a especial a te n ­
ción a las plegarias de este género, q u e servían de ¿ P o r qu é h a b la n t a n t a s
v a c e s lo s s a l m o s
fo rm u lario s p a r a fines m uy concretos. P o r eso, no da in o c e n t e s
es de e x tra ñ a r la frecuencia con q u e aparece en el in j u s t a m e n t e
p e r s e g u id o s ?
Salterio el tem a del perseg u id o r y del ino cen te c a ­
lu m n ia d o . H a y m u ch as cosas q u e no se entienden
en estos salm os si se pierde de vista su contex to
histórico-existencial, su S itz im Leben. T a m p o c o
se e n te n d e rá n en a b so lu to m u c h a s o tras fo rm a s y
géneros literarios del A n tig u o T e s ta m e n to , si se
ign o ra que, en un principio, su p u esto es ta b a en
los s a n tu a rio s o en el T em plo.
C o m o es n atu ra l, el T e m p lo n o d e se m p e ñ a
ningú n papel en el N u e v o T e s ta m e n to . P ero, en
an alo gía con el A n tig u o T e s ta m e n to , h ay tam b ién
m u ch as fo rm a s y géneros literarios p rovenientes del
cu lto divino c o m u n ita ria m e n te celebrado. El t r a ­
bajo de critica de las fo rm a s llevado a c a b o en estas
últim as d é c a d a s ha llegado a d e tec tar y aislar en
los libros n e o te s ta m e n ta rio s to d a u n a serie de
can tos, fó rm u las litúrgicas y profesiones de fe,
cuyo origen está en el culto divino de las prim itivas
c o m u n id a d e s cristianas. Precisam ente, en la lite­
r a tu r a epistolar del N u e v o T e s ta m e n to y en el
A pocalipsis de san J u a n se ha desc ubie rto un fo n d o
trad icion al, del q u e se sirvieron los respectivos
autores.
Im p o rta n tís im a es, n a tu ra lm e n te , la cuestión de
si en los c u a tr o E vangelios hay fo rm a s y géneros,
cuyo con tex to histórico y existencial p rim e ro fue
el culto divino co m u n ita rio . Se le h a n d a d o m u ch as
vueltas al p ro b lem a . En san M a te o , en san M arco s
y en san L u cas o b serv am o s cierto n ú m e ro de n a r r a ­ 57
ciones rela tiv a m e n te corta s, q u e fo rm a n un todo
consistente y bien r e d o n d e a d o , p re s e n ta n un c a ­
rá cter in structivo y n o se m u estran interesadas p o r
detalles y largas descripciones, m ien tras qu e su
m e ta y p u n t o c u lm in a n te lo con stituy e u n a única
sentencia de Jesús. San M a rc o s nos ofrece u n caso
ejem plar:
«L os discípulos d e J u a n y los fariseos p a s a b a n
u n día de ay u n o . Llegan y le d i c e n : “¿P or q ué los
discípulos de J u a n y los fariseos ay u n a n y, en
c a m b io , los tuy o s n o a y u n a n ? ” Jesús les dijo:
" P u e d e n a y u n a r los in vita d o s a b o das, m ientras
el esp oso está c o n ellos? M ie n tra s tienen consigo
al esp oso no pueden ay u n a r. P ero v e n d rán días en
q ue les a rre b a te n al esposo, y en to nces ay u n a rá n ,
en el d ía a q u e l” .» (M e 2, 18-20).
Es claro q u e este texto se tra n s m itió en un p rin ­
cipio aislad a m e n te , h asta q ue fue co n s ig n a d o en
un escrito evangélico. E s n o m en o s claro q u e re­
s u ltab a a p r o p ia d ís im o p a r a ilustrar con u n a sen­
tencia la prá ctica del ayu no. El f u n d a d o r d e la
critica de las fo rm a s n e o te s ta m e n ta ria s , M a rtín
Dibelius, defiende p o r esta ra zó n la tesis de que los
textos d e este tipo fu e ro n ob jeto de la tradición,
y sirvieron d e ejem plos de predicación, an te s de que
fueran in c o rp o r a d o s a u n Evangelio. El llam a p a r a ­
d ig m a ( — n a r ra c ió n de u n ejem plo) a esta fo rm a
de n a rra c ió n instru ctiv a y sucinta, cuyo p u n t o álgido
es u na sentencia d e J e s ú s 9. La tesis de D ibelius
ha sido d iscu tid a y se discute to d av ía hoy, pero
subsiste la p o sibilidad de q ue la prim itiva p re d i­
cación cristiana fu e ra efectiv am ente el S itz im
Leben, el c o n te x to histórico-existencial d e ese tipo
de n arracion es. Es u n a posibilidad con la q ue se
h a de co n ta r.
Sería, desde luego, necio p e n s a r q ue el lugar o ri­
ginario de to d a s las fo rm a s bíblicas fue el culto
divino del A n tig u o o del N u e v o T e s ta m e n to . E n M a r tin D ib e liu s (1 8 8 3 -
1947) es uno de lo s
el tra s f o n d o de la Biblia hay o tra s m u c h a s institu ­ f u n d a d o r e s de la c r í t i ­
ciones, q ue h a n p ro d u c id o sus p ro p ia s fo rm a s y ca de l a s f o r m a s a p l i ­
cad a al N uevo T e sta ­
géneros literarios. Si, p o r ejem plo, a b r im o s los m e n to . Fu e p r o f e s o r en
libros sapienciales del A n tig u o T e s ta m e n to , nos H e id e lb e r g d e sd e 191 &
S u o b ra m á s im p o r ta n ­
e n c o n tr a re m o s co n u n as colecciones de pro v e rb io s te : u L a h i s t o r i a de la s
y d e n o rm a s d e ed ucación, cortesía y vida, q ue f o r m a s d e l E v a n g e lio » .

o c u p a n m u c h a s páginas. P o d e m o s leer textos c o m o


los siguientes:

«L os o rá cu lo s están so bre los labios del rey,


y en e lju ic io su b o ca n o yerra» (P rov 16, 10). 59
« M á s vale un h o m b r e p aciente q ue u n héroe,
m ás vale el q u e se d o m in a a si m ism o que
el q ue c o n q u is ta ciudades» (P rov 16, 32).

«El que d a u n a re spu esta an tes de h aber


e sc uchad o, m u e s tra su insensatez p a ra
o p ro b io suyo» (P rov 18, 13).

« S a b ro s o es al h o m b r e el p a n del fraude,
m as luego se halla su b o ca llena de cascajo»
(P rov 20, 17).

« H a z q u e tus p royectos to m e n consistencia


p o r el consejo, con sabias co m b in ac io n e s
haz la g u erra» (P ro v 20, 18).

E stas sentencias n o provienen, evidentem ente,


del cu lto divino. P ero t a m p o c o se tra ta de un os
p ro v e rb io s en libre circulación, u sad o s p o r el
L a i n s t r u c c ió n p u eb lo según las ocasiones. Su S itz im L eben es
y a d u c a c ió n
c a r t a s a n a s s o n «I
m á s c o n c re to y m e jo r d e fin ib le : las sentencias m e n ­
« S it z im L ab e n » cio n ad a s se e m p le a b a n en el A n tig u o Israel p ara
d « l o s p r o v e r b io s
d el A n tig u o
la instrucción, p a r a u n a instrucción reservada a los
T a sta m a n to . fu tu ro s oficiales y d ip lo m á tic o s de la c o rte y palacio
reales. Servían de texto escolar, con el q u e se hacía
el apren d izaje de leer y escribir, al m ism o tiem po
q ue los a lu m n o s d istin guido s a p r e n d ía n el a rte de
g o b e rn a r, las b u e n a s m a n e ra s, las reglas de cortesía
y del buen vivir.
La finalidad p rim itiv a de estas colecciones de
p ro v e rb io s del A n tig u o T e s ta m e n to p o n e de m a ­
nifiesto las p recau c io n e s qu e requiere la d e te rm i­
nación del co n te x to histórico-existencial (el S itz
im L eb en ) de c u a lq u ie r texto de la an tig ü ed a d .
H e m o s d e c o m e n z a r, a n te to d o , p o r hac er a b s tra c ­
ción y d e s p re n d e rn o s en lo posible de n uestra s ex­
60 periencias y de n u estra idiosincrasia. V eam os o tro
ejem plo t o m a d o de u n a c u ltu ra diferente, que
c ro n o ló g ic a m e n te está m ás cerca de no so tro s. Se
t ra ta de la c u ltu ra c o rte san a medieval.

D ü bist min, ich bin d i n :


des solt d ü gewis sin.
d u bist beslozzen
in m ín em herzen,
verlorn ist d az slu z z e lin :
d u m u o st och im m e r d a r in n e sin.

Eres m ía, soy tu yo :


de u n o has de ser ciertam ente.
E n c e rra d a estás
en mi co razó n ,
se h a p e rd id o la lla v e :
d e n tro p a ra siem pre has de q u edar.

Si ju z g a m o s esta tro v a según n uestra sensibilidad


y b u s c a m o s su S itz im L eben según n u e s tra id io­
sincrasia, d iría m o s con g ra n a p lo m o : Se t ra ta de
u n a po esía a m o r o s a ; un a m a n te la c o m p o n e p a ra
su a m a d a y se la envía o se la entre g a en un m o ­
m e n to propicio. Su S itz im Leben está en las rela­
ciones a m o ro s a s de u n a pareja.
P ero, en realidad, las cosas n o son así y la in ­
te rp retació n im p ro v isad a está al m argen de la La t r o v a c o m o
in s t itu c ió n s o c ia l.
poesía en cuestión. Es u n a tro v a m edieval y, co m o
tal, se c o m p o n í a ú n icam ente p a r a recitarla en u n a
fiesta palaciega delante de to d o s y, a p o d e r ser,
en u na co m p etició n con o tro s poetas. L a tro v a se
dirigía a u n a señora d e te rm in a d a , p ero ya ca sad a
y q u e hacía sim plem ente de c o m p a ñ e ra de u n jueg o
co rte san o , cu ltivad o y en extrem o refinado, al que
asistía el e sp o so ag a s a ja d o y a d u la d o . T e r m in a d o
el jueg o, el esposo o b s e q u ia b a al tro v a d o r con
u n pre cio so g alard ó n . C o m o se ve, t a m p o c o esta 61
L a t i o v a m e d ie v a l
t u v o u n a (u n c ió n y un
« S i t z im L eben »
m u y d ife r e n te s de lo
que c a b e su p o n e r
a p r im e r a v i s t a .
vez el S itz im Leben está en el c a m p o de la vida
p riv a d a : se t ra ta de u n a in stitució n social.
Lo m ism o p u ed e o bservarse en otro s géneros
y fo rm a s del p a s a d o : tal es el caso de las sagas que,
al an o ch ecer y al c a lo r del hogar, se re c itab an en el
clan, o los cuentos, qu e p re s u p o n e n la tertulia in ­
vernal, o los an tigu os d ra m a s , cuyo origen está en
las fiestas religiosas de los p eq u e ñ o s estad o s griegos.
Los ejem plos ad u c id o s de trovas, leyendas, sagas,
cu e n to s y a n tig u o s d ra m a s m u e s tra n co n to d a
claridad que el co ntex to histórico-existencial de
las prim itivas fo rm a s y géneros literarios fue, al
parecer, en la m a y o ría de los casos u n a institución
social estable. P ero ¿qué sucedió c u a n d o estas
instituciones fueron d ec ay en d o po co a p o c o hasta
desaparecer? La ép o ca de los caballeros feudales,
ju glare s y tro v ad o res, la épo ca de las tertulias
n o c tu rn a s invernales y de los n a r ra d o re s d e sagas
y, desde luego, la época de las a n tig u as fiestas
griegas p asó definitivam ente. ¿H an p a s a d o tam b ién
co n estas antig u as instituciones las fo rm a s de len ­
guaje a que d iero n lugar?
Tal es, sin d u d a , el caso de la saga. El senti­
m ien to del clan y de la estirpe, la c o m u n ió n con
los a n te p a s a d o s y, sob re todo , la m a n e r a de vivir la
historia, q ue p re s u p o n e la saga, se h an p erd id o
irrem ediablem en te. L os e n c o n a d o s esfuerzos que
p o r re h ab ilitar ese p a s a d o d e s a rro llaro n en Ale­
m a n ia los nacionalsindicalistas, son el m ejor a r ­
g u m e n to de la desa p arició n definitiva de una
idiosincrasia so b re p a s a d a . A p e n a s co n siguieron una
enclenqu e reavivación de la saga germ ánica. Pero
tam b ién esto pasó. El género «saga» es hoy una
m om ia. U n p o e ta m o d e rn o sería in cap az de es­
cribir u n a saga, a u n q u e se lo p ropu siera. El simple
hecho de que tuviera que em peñarse en escribirla,
es sintom ático .
E l c u e n t o e s un g é n e ro N o sucede lo m ism o con la trova. La fo rm a en |
lit e r a r io qu e ha p e r­
d id o su « S itz im Le-
que se escribieron estas poesías, tuv o un cultivo
ben » p r im it iv o . Y a n o ulterior, q u e ha llegado h a s ta n uestro s tiempos.
s« p a sa n la s la r g a s
h o r a s in v e r n a le s a l c a ­
La fo rm a de lenguaje en este caso se ha d e s p re n ­
lo r d a l h o g a r c o n t a n d o d id o de la in stitución c o rte san a, d o n d e tu v o origen.
cu a n to s.
En los tiem p o s d e G o e th e era ya posible co m p o n e r
unas poesías y letrillas am o ro sa s , no dirigidas a un
círculo c o n c re to de o yentes o de lectores, sino a
cu alquier lector d esc o n o cid o de u n a revista li­
teraria.
Lo m ism o o c u rre con el d ra m a . L a a n tig u a
H élade se h u n d ió . La fiesta de D io n iso en A ten a s
no se repite. La fo rm a del d ra m a , en cam b io,
pervive. Incluso llegó a un florecim iento n o tab le '
en la sociedad b u rg u e s a y cu lta del siglo xix, si
bien esta vez se ejec u tab a en escenarios po m p o so s,
a n te u n pú blico q u e ig n o ra b a , en su inm en sa m a ­
yoría, el origen religioso de este gén ero literario.
Y ¿qué p asa co n los cuentos? Parece que tam b ién
p asó su era. L o s discos n o p u ed e n re e m p la z a r a la
ab ue la q u e c u e n ta los cue n to s a sus nietos. Sin
e m b arg o , el género «cuento » n o ha m u e rto del todo.
Pervive en los escritores qu e co n sc ie n tem en te se
sirven d e esta fo r m a d e lenguaje p a r a h ac er algo
d e luz so b re los a c o n te cim ie n to s actu ales o p ara
ca ricaturizarlos. E n estos casos se m im a al m á x im o
la fo r m a ex tern a del cue n to , si bien la finalidad
q ue m ueve a c o n t a r el c u e n to , la intención f u n d a ­
m ental de este género literario y el círculo de oyentes
o lectores al q u e se dirige h a n c a m b ia d o c o m p le ­
tam ente.

T o d o esto nos hace ver el d estin o tan diferente


que p u e d e n co rre r las diversas fo rm a s de lenguaje.
P ued e o c u rrir que, al desa p are cer la institución
que le dio origen, la fo rm a n o sobreviva (ejem plo:
la saga). P u e d e o c u rrir q ue se d e s p re n d a de la ins­
titución o rig in aria y se a d h ie ra a o tra nueva. E n ­
tonces ca m b ia , p o r así decirlo, su S itz im Leben
(ejem plo: la trova, el d ra m a ). P ero p u ed e o cu rrir
tam b ién q u e la fo rm a se utilice a sab ien d a s p a ra
o tra finalidad y p a ra o tro a u d ito rio (ejem plo: los
cu e n to s d e los a u to re s m o d ern o s). T a m b ié n en
este caso h em o s de h a b la r de un c a m b io del S itz
im Leben.
Las con sid eracio n es que h em o s hecho a base de
la trov a, de la saga, del cu e n to y del d r a m a , son
de s u m a im p o rta n c ia p a r a a b o r d a r la lectura de
la Biblia. C u a n d o un sacerdo te lee en su breviario
el salm o 122 («¡Qué alegría c u a n d o m e d ije ro n :
v am o s a la casa del Señor...!»), está re c ita n d o un
an tiq u ísim o c a n to j u d í o de p ro cesió n, qu e se c a n ­
ta b a c u a n d o los israelitas se a c e rc a b a n al tem plo
en la pereg rin ac ió n anual, o bien, c u a n d o h ab ían
p is a d o ya la z o n a del tem plo. Jesús m ism o ca n tó ,
sin d u d a , este salm o, c u a n d o pereg rin ó co n sus
p ad res a Jerusalén. ¡Qué c a m b io de S itz im Leben
en tre el c a n to ju b ilo s o c a n ta d o en p ereg rin ació n
a J erusa lén y la recitación del m ism o c a n to con el
breviario en la m ano! Acaso, el sacerdote que lo
recita p a s e a n d o p a r a adela n te y p a r a a trá s p o d rá
ev o c ar el p rim itiv o S itz im L eben del salm o 122.
Y así p u e d e n e n u m e ra rse o tro s m u ch o s ejemplos.
Casi to d o s los textos del A n tig u o T e s ta m e n to , po r
no decir todos, ad q u ie re n un nuev o S itz im Leben
existencial al usarlos ho y en n u e s tra plegaria o p a ra
El d r a m a e s un g é n e ro
lit e r a r io c o n un « S i t 2
n u e s tra edificación, p o rq u e las instituciones del
im Leben» c o m p le ta ­ an tig u o Israel, q u e les d iero n origen, ya d e s a p a re ­
m e n te n u e v o . P r i m i t i ­
v a m e n t e fu e u n a re p re ­
cieron.
s e n t a c i ó n r e l i g i o s a de P ero p u ed e o cu rrir tam b ién que, d e n tro de la
lo s m is t e r io s c e le b r a ­
dos en lo s a n tig u o s
m ism a Biblia, el S itz im L eben de un género li­
E i t a d o s g r ie g o s . terario d e te r m in a d o hay a c a m b ia d o po co a poco
o q ue lo h a y a n c a m b ia d o in te n c io n a d a m e n te . Tal
es el caso, p o r ejem plo , del c a n to fun e rario , o elegía,
del A n tig u o T e sta m e n to . Se t r a t a de un c a n to que
c a n ta b a n las p la ñ id e ra s profesionales, p e r o lo c a n ­
ta b a n tam b ién los parientes, d e u d o s y am igos
j u n t o a las angarillas del ñ n a d o . L o s ritm o s de
estos c a n to s , su letra, q u e e ra p u r o la m e n to y
qu e ju m b re , las flautas con q ue lo a c o m p a ñ a b a n ,
y los g rito s de los afectado s fo r m a b a n un to d o
in c o n fu n d ib le y c o m p a c to . Su S itz im L eben es
claro. N o p o d ía ser m á s unívoco. C aracterística
del estilo d e esta elegía e ra la ex clam ación «¡Ay,
c ó m o ...» , q u e apa rec e al p rincipio o en la m ita d
del can to . U n o d e los ejem plos m ejores y m ás
co n m o v e d o re s de este g én ero es la elegía que
e n t o n ó D a v id a la m u erte de Saúl y J o n a tá n ,
c a íd o s en el c a m p o d e b atalla p ele a n d o c o n tra los
filisteos. Es u n a d e las co m po sicio n es poéticas m ás
a n tig u as q ue c o n se rv a m o s de Israel:

T u gloria, Israel, ha perecido sobre tus m ontes.


¿C óm o han caíd o los héroes?

N o deis la n oticia en G at,


no lo publiq u éis p o r los cam inos de A scalón,
que no se alegren las hijas de los filisteos,
q u e no se regocijen las hijas de los incircuncisos.

¡M ontes de G elboé!, n o caiga sobre vosotros


E la g ia da D a v id ni rocío ni lluvia,
por S a ú l y J o n atá n .
ni seáis cam p o s de prim icias,
U n a d a la s p o a s i a s
m i* a n tig u a s qua p o rq u e allí fue a b a tid o el escudo de los héroes.
c o n i a r v a m o s d a I s r a e l.
El escudo de Saúl,
no. estab a u ngido con óleo,
sino con la sangre de los caídos,
con la grasa de los valientes;
el arco de Jo n a tá n no se re tira b a nunca,
68 ni la esp ad a de S aúl volvía vacía.
Saúl y Jo n a tá n , tan am ables y en can tad o res,
no fueron separados ni en la vida ni en la m uerte.
M ás veloces q u e águilas,
m ás fuertes que leones.

H ijas de Israel, llorad sobre Saúl,


q ue os vestía de escarlata y de lino fino
y ad o rn a b a con oro vuestros vestidos.

¿C óm o cayero n los héroes en m edio del com bate?


¡Jonatán!, en tu m uerte he q u ed ad o sin consuelo;
estoy an g u stiad o p o r ti, h e rm an o m ío Jo n a tá n .
M e eras carísim o.

T u am o r era p a ra mí
m ás dulce que el a m o r de las m ujeres.
¿C óm o han caído los héroes,
cóm o han perecido las arm as del com bate?
(2 San 1, 19-27)

A h o r a bien, en las p ág in as del A n tig u o T e s ta ­ L o s p r o ta ta s dal


A n tig u o T a sta m a n to
m e n to p u e d e o bserv arse c ó m o , al e n tra r en escena
a m p la a n la a la g i a
los g ra n d e s profetas, este género literario de p e r­ c o n i n t e n c io n a s
c o m p le t a m e n t e
files tan definidos y p u n z a n te s sirve p a r a o tro s
d i s t in t a s .
fines to ta lm e n te d iferentes: el s a rcasm o y la sátira.
L a elegía se convierte en un c a n to sarcástico, en
ironía.
El fa m o s o ejem plo de esto lo ten em o s en Isaías 14,
4-21. U n p ro f e ta (¿Isaías?) e n to n a u n a elegía p o r
u n g ra n rey extranjero. N o se m e n c io n a el n o m b re
del rey. P e ro h u b o de ser u n rey asirio o babilon io
bien d e te r m in a d o , o sea u n re p re s e n ta n te de aquellas
dos g ra n d e s potencias, b ajo las q u e t a n to sufrió
Israel. El c a n to describe p rim e ro el respiro q ue da
a to d o el m u n d o la m u e rte del d é sp o ta. El m u n d o
ro m p e en jú b ilo y alegría. Luego p in ta el descenso
del d é s p o ta a los infiernos ( = m u n d o inferior) y el
s alu d o q u e le dirigen los h a b ita n te s del rein o de 69
los m u erto s, u n salu d o que, p o r cierto, es u n a
elegía. T en e m o s, p o r ta n to , u n a elegía d e n tro de
o tr a : ¡doble escarnio!
H a y q u e im ag in arse c o n c re ta m e n te c ó m o se c a n ­
ta ría la elegía al ritm o de u n a au té n tic a can ción
fu n e ra ria y a n te u na gran m u c h e d u m b r e de oyentes.
H a y q u e im aginarse, ad em ás, q u e el rey, p o r q uien
se o rg a n iz ó to d o este tin glad o funerario, vivía
to d a v ía y se e n c o n tr a b a sano. Sólo así cab e gustar
el a m a r g o escarn io de la escena. N o s o tro s ap e n as
p o d e m o s v is lu m b ra r el efecto q u e u n a elegía apli­
c a d a a u n a p e rs o n a viva ejercía en el h o m b re de
entonces. P o rq u e p a r a el h o m b re de en ton ces la
p a l a b r a h a b la d a era algo m u c h o m ás d en so y
efectivo q ue p a r a n o so tro s. L a p a la b r a a c e rta d a
en el m o m e n to a c e rta d o tenía un p o d e r eficaz. Si
se c a n ta b a u n a elegía a u n a p e rs o n a viva, era c o m o
a n u n c ia r con to d a seguridad su p ró x im a m uerte.
El efecto c o n tu n d e n te qu e se a trib u ía a este ca n to ,
se ve en el esm ero con q u e se buscó la fo r m a de
u n a elegía. El c a n to , en realidad, es u n c a n to de
sarcasm o , m ás a ú n , es u n a p rofecía decisiva que
a n u n c ia la m u e rte in m in e n te del g ra n rey. T enem os,
p o r lo ta n to , a n te los ojos u n drá stico ejem plo
del c a m b io c o n s c ie n tem en te realizado en el S itz
im Leben de u n a f o r m a lite raria d ete rm in a d a . ¡Y
es un c a m b io en el in terio r de la m ism a Biblia!

¡C óm o h a a c a b a d o el tiran o ,
en qué p a ró su arrogancia!
Y avé ha ro to el p alo de los im píos,
el cetro de los d o m in ad o res,
el que hería a los p u eb lo s con saña,
golp ean d o sin tregua,
y ap la sta b a con furia a las naciones,
piso tean d o sin piedad.
Y la tierra to d a reposa tran q u ila,
y exulta jubilosa.
H asta los cipreses se alegran de ti,
h asta los cedros del L íbano:
U n a s á t ir a

“ D esde que yaces en la lum ba, en fo r m a de e le g ía


a l g r a n rey.
ninguno sube ya a ta la rn o s.”

A bajo, el Seol se conm ueve


en lo m ás p ro fu n d o p o r ti,
presintiendo tu llegada:
p o r ti despierta a las som bras,
a todos los p o ten ta d o s de la tierra,
hace levantarse de sus tro n o s
a todos los reyes de los pueblos.

T o d o s a una se dirigen a ti y te dicen:


“T am bién tú has sido a n o n a d a d o com o no so tro s,
le has hecho sem ejante a nosotros.
T u esplendor ha caído en el Seol,
con el susurro de tus arpas.

La gusanera le hace camu


y le cubren los g u san o s.”
¿C óm o has caído desde el cielo,
brillante estrella, hijo de la au ro ra?
¿C óm o has sido d errib a d o a tierra
tú, el vencedor de las naciones'?

Te decías en tu c o ra z ó n :
“ El cielo escalaré,
encim a de las estrellas de D ios
levantaré mi tro n o ;
en el m onte de la asam blea me sentaré,
en lo últim o del norte.

Subiré a las altu ra s de las nubes,


seré igual que el A ltísim o .”
M as, ay, has caído en el Seol,
en las h o n d u ras del abism o...

(Isaías 14, 4-15)

71
El p ro c ed im ie n to de t o m a r u n a fo r m a literaria
C o m p a ra con la s a c u ñ a d a , d á n d o le u n a función c o m p le ta m e n te nue-
págmas 210 216 va> no es ta n ra r0 en ja gjjjüa. V erem os to d av ía
c ó m o Jesús m ism o echó m a n o en su predicación
d e fo rm a s a n tig u as bien co n o c id a s y las enajenó,
p o r así decirlo, de su p ro p ia finalidad, su stituyéndo la
p o r otra.
En general, es m u c h o m ás c o m ú n de lo que
creem os el uso de fo rm a s literarias estereotipadas,
utilizá n dolas con scie n tem en te p a r a o tras funciones,
o lo qu e es lo m ism o , en o tro S itz im Leben. H ace
un o s añ o s p r o p a g a r o n los estu d ian tes portug ueses
u n a h oja p ro v o c a tiv a so b re Jesús. El sentido de
este escrito era el siguiente: «Jesús fue un personaje
m u y diferente del q u e pensáis. El n o se deja en­
c e rra r en vu estra sociedad b u rg u e sa y fascista.
F u e un m a rg in a d o . Y si viviera hoy entre no so tro s,
sería ta m b ié n u n m a rg in a d o . Se le som etería al
m ism o p ro ceso q u e a n ta ñ o .»
P ero los e stu d ian tes n o e x p resab a n estas ideas de
u n a f o r m a teórica y especulativa, sino que lo decían
en la fo r m a de u n a c a rta requ isitoria u o rd e n de
a r r e s t o l0.
E n la lite ratu ra m is m a e n c o n tr a m o s n u m ero so s
casos en los q ue las fo rm a s y gén ero s estereoti-

Se piden d a to s e indicaciones p a ra a rre sta r a Jesu cristo , acu sad o de


seducción, tendencias an arq u ista s y de co n ju ra co n tra el E stado.
Señas características: C icatrices en m an o s y pies.
Profesión supuesta: C arp in tero .
N acionalidad: Judío.
N om bres supuestos: H ijo del h om bre, príncipe de la paz, luz del m undo.
Sin dom icilio fijo.
El req u erid o predica la igualdad de to d o s los hom b res, defiende ideas '
utó p icas y debe ser tach a d o de peligroso am o tin ad o r.
N oticias y d ato s a cualq u ier puesto de policía.
p a d o s se aplican a fines ajenos a los a c o s tu m b ra d o s ,
ca m b ia n d o , p o r consiguiente, su p rim itivo co n tex to
L o s g r a n d e s e s c r it o r e s
histórico existencial, su S itz im L eben. Así, G o e th e h an m a n e ja d o
dio la fo r m a d e u n a colección de d o c u m e n to s a la m a g i s t r a lm e n t e
lo s g e n e r o s li t e r a r i o s
novela D ie L eiden des ju n g en W erther [«Las des­ s e g ú n s u s fin e s .
dichas del jo v en W erther»], q ue d e la n och e a la U n e j e m p lo c l á s i c o :
G o e th e .
m a ñ a n a le hizo fa m o so en el m u n d o entero.
La novela co m ien z a con u n a n o t a del editor,
quien afirm a h a b e r recop ilad o to d o s los d o c u ­
m entos q u e ha e n c o n tr a d o de la h istoria del p o b re
W erther, y los p resen ta al lector. A ñ a d e que la
novela m ism a co nsta, en su m a y o r parte , de cartas
o rd e n a d a s c ro n o ló g ic am en te. H a c ia el final el edito r
to m a la p a la b r a m ás p o r su cu e n ta , c o m e n z a n d o
del siguiente m o d o 11:
« ¡C u án to me h u b iera g u s ta d o que de los últim o s
días n o tab les de n uestro am igo h u b iera n q u e d a d o
ta n to s testim onios m a n u scrito s q u e no me viera
fo rzad o a in te rru m p ir con n arrac io n e s la secuencia
de las ca rta s q u e dejó!
T u v e que t o m a r el a s u n to a p ec h o y recoger
noticias precisas d e bo ca de quienes tenían m otivos
p a r a estar bien e n te ra d o s de su h isto ria; es u na
histo ria sencilla y to d as las n arrac io n e s coinciden
ha s ta en los m enores detalles; sólo h a n d iscre p ad o
los ju icio s y las o pinion es acerca de la índole de
las p erso n as qu e ac tú an .
N o nos qu ed a , pues, sino referir c o n c ie n z u d a ­
m en te lo que hem o s lo g ra d o av erigu ar c o n reite­
ra d a s fatigas, p u b lic a r las c a rtas q ue dejó el finado,
y no d ese stim ar la m e n o r de las hojas e n c o n tr a d a s . ..»
Este solo texto m u e s tra co n m e rid ia n a claridad
qu e L a s desdichas d el jo ven W erther es, según la
fo rm a ex terna, u n a colección de d o c u m e n to s con
noticias y u n a in fo rm ac ió n final del editor. P ero la
L a s d e s d ic h a s
del
jo v e n W e r th e r
PRIM ERA PA RTE

Leipzig
en la Librería de W engand
1774

G o e t h e p r e s e n t a s u o b re c o m o u n a c o le c c iA n de d o c u m e n t o s , c u a n d o
en r e a lid a d e s u n a n o v e la . La f o r m a e x t e r io r d e u n t e x to y s u « S i t z im
L e b e n x o s u f u n c ió n d e b e n d i s t i n g u i r s e s ie m p r e c o n e s m e r o .
fo r m a e x tern a en ga ña, p o rq u e , en realidad , se tra ta
de u n a novela. Este últim o ejem plo m anifiesta defi­
nitiv a m e n te que la descripción de u n a fo rm a ex­
te rn a n o basta p o r sí p a r a la crítica de las form as.
Es preciso d e te r m in a r tam b ién la fu nció n de dicha
fo r m a y su pecu liar S itz im L eben. P a ra esto hay
qu e c o n t a r siem pre con la posible alienación que
ha p o d id o sufrir u n a fo rm a , consciente o incons­
cientem ente, a d q u irie n d o u n a fun c ió n c o m p le ta ­
m e n te n u eva y u n S itz im L eben n o m enos nuevo
y distinto.

C o n lo d icho b a s ta p a r a u n a co nsideració n ge­


neral de las ta re a s y m é to d o s de tra b a jo que asum e
la crítica de las form as. P ero antes de m eterno s
exclusivam ente con las fo rm a s y géneros literarios
de la Biblia, co nviene hacer u n a o b serv ación ter­
m inológica. El lector a te n to h a b r á o b se rv a d o hace
tie m p o q u e los co n c e p to s de « fo rm a » y «género»
co n frecuencia apa rec en en este libro u n o tras o tro
sin diferenciarlos. Esto es efecto y reflejo de un
p ro b le m a de term ino log ía, q ue se d e b a te en la actual
ciencia de la literatura. U n b u e n n ú m e ro de cientí­
ficos n o hacen distinción alg u n a entre fo r m a y gé­
nero. O tro s llam an «form as» a u n id ad es m enores,
re serv an d o el n o m b re de «géneros» a las gran des
fo rm as, c o m o la novela o el d ra m a . U n tercer
g ru p o de científicos llam an « fo rm a » a la es tru c tu ra
de c a d a tex to p a rtic u la r, o in d iv id u a l; en ca m b io ,
llam an «género» a las fo rm a s típicas q ue ap arecen
co n fr e c u e n c ia 12. Según la term in o lo g ía de este
tercer g ru p o , h a b ría que h a b la r de «crítica de los
géneros literarios» en casi to d o s los pasajes de este L a d ife r e n c ia
e n tre fo r m a y g e n e ro
libro, d o n d e n o s o tro s h a b la m o s de la «crítica de lit e r a r io . U n p r o b le m a
las form as». P o r desgracia, los especialistas en d e t e r m in o lo g ía .

ciencias literarias, c o m o o cu rre a m e n u d o entre


los científicos, n o h a n unificado su nom en cla tu ra. 75
Y c o m o la expresión «crítica de las form as», antes
y a h o r a , se h a e m p le a d o casi siem pre en un sentido
a m p lio (p o r ta n to , tam b ién en el sen tid o de crítica
de los géneros), n o p o d e m o s pre scind ir aq u í de
ella.
I I I .- L A S F O R M A S E S T E R E O T IP A D A S
DE LA BIBLIA

1. Multitud y variedad de formas y géneros


literarios

L o s libros con tienen n o rm a lm e n te un solo género


literario. C a d a libro se a ju sta a u n a fo rm a. Si uno
e n tra en la librería y c o m p ra la o b r a D ie Budden-
brooks de T h o m a s M a n n , a d q u iere un libro que,
desde el prin cipio h a s ta el fin, no es m ás q ue una
«novela», p u r a novela. Si prefiere u n a H istoria de
A lem ania del siglo X I X , te n d rá un libro que, desde
el p rincipio hasta el fin, es la n a rra c ió n histórica
de los aco nte cim ie n to s im p o rta n te s del siglo p a ­
sado. Y si e n tra en u n a casa de m úsica y pid e las
co m p o sicio n es d e S chubert, o b te n d rá u n a colección
de las co m p o sicio n es de S chubert. N o hay libros
qu e p u b liq u e n en el m ism o volum en la n ovela de
T h o m a s M a n n , la historia ale m a n a del siglo p a ­
sad o y las com posicio n es de S chubert. P ero de ahí
no se sigue q u e ca d a libro contiene única y exclusi­
v am en te u n solo gén ero literario. Sería falsa la
conclusión.
B asta a b r ir las O bras C om pletas de un gran p o eta
—sob re to d o las ediciones en letra a p r e ta d a , que ¿ A d m it e un s o lo
d iv e r so s g a n a ro s
se lim itan a u n solo v o lu m e n — p a r a c o m p r o b a r lit e r a r io s ?
la existencia de excepciones. E n este caso, quizá
nos en c o n tre m o s , d e n tro del m ism o libro, con gé-
ñero s ta n distin to s c o m o la novela, la épica, el
d ra m a , los aforism o s, el cu e n to y la ca rta. E n estos
casos, p o r d is tin to s q u e sean los géneros em p leados,
se da el h ec h o c o m ú n de q u e los textos p ublicad o s
p ro c ed en del m ism o p o e ta y, tal vez, to d o s ellos
n o sean sino « fra g m e n to s d e u n a sola larga c o n ­
fesión», c o m o d ijo G o e th e de sus obras.
P ero hay libros que, a d e m á s de c o n te n e r una
g ra n v aried ad de géneros literarios, son de diversos
au tores. U n buen ejem p lo de esto lo ten em o s en
los libros de lectura escolar, en los florilegios o a n ­
tologías q ue utilizan los p ro feso res y alum n os.
E n to n ce s co n stitu y en c o m o un a b ig a r r a d o m osaico.
Al sacar del estan te mi a n tig u o libro de lecturas,
leo en su p rim e ra parte , en tre o tra s cosas, los si­
guientes títulos:

El P a d re n u e s tro de la Biblia gótica


P ro v erb io s y a fo rism o s de E d d a
C o n ju ro s g erm á n ico s
U n fra g m e n to de la can ción de H ild e b ra n d
U n a saga islandesa
U n a p a rte de la ca nción de los N ibelungos
T ro v a s_______________________
Un texto de la C ró n ic a de L im b u rg
U n p á r ra fo d e u n a o b r a de d erech o
U n p á r ra fo de un t r a t a d o del M a e s tro E ck a rd
U n a pieza de ca rn av a l de H a n s Sachs
P ru eb a s d e trad u c ció n d e la Biblia de M a rtín
L u le ro
Poesías de la é p o c a b a rro c a
P á rrafo s del «Sim plizissimus» de C h ris to p h
von G r i m m e l s h a u s e n _________________
U n serm ó n de b o d as de A b r a h a m a S a n ta C la ra
¡C uánto s siglos, c u á n to s a u to re s y q ué géneros
literarios tan d isp ares se j u n t a n en un solo libro!
C o n sólo reco rre r el índice, se p u ed e hacer, o se
tiene ya, t o d a u n a lista de géneros literarios: ple­
garia, serm ó n , escritos de edificación, refranes y
aforism os, saga, sainete có m ico, libro de derecho,
crónica, ca nción , poesía. U n a o b ra de este jaez,
con ta n to s a u to re s y tal d iversidad de géneros, sólo
es posible en los libros an tológ ico s q ue recogen
páginas literarias varia d as y de a u to re s de distintas
épocas.
A h o r a bien, la Biblia es un libro d e éstos. En la
Biblia te n em o s textos de m u ch o s siglos, d e m u ch o s
au to re s, y textos, so b re to d o , q u e pertenecen a
diversos g éneros literarios. En la Biblia leem os los
cu a tr o Evangelios, leemos cartas y colecciones de
cartas, leemos los libros p roleticos, los libros a p o ­
calípticos (o de revelación), los libros sapienciales
y didácticos. En la Biblia tenem os, ad e m á s, to d o
u n c a n to ra l, o sea la colección d e salm os q u e lla­
m a m o s S alterio, co m p u e s to de 150 p iezas' T ene m os,
finalm ente, los llam ad o s libros históricos, si bien
sería m ejo r ev itar este calificativo, a fin d e elim inar
de raíz to d o equívoco, p o rq u e los libros históricos
de la Biblia no son libros de historia en el sentido
m o d e rn o d e esta p alab ra.
H e m o s m e n c io n a d o fu n d a m e n ta lm e n te los gé- G é n e r o s li t e r a r i o s

ñeros literarios de la Biblia. D ecim o s « fu n d a m e n tal- de la Blhl‘a ' rinn


una enum eración
m ente», p o rq u e im p o rta reco rd a r que estos gé- nada exhaustiva
ñeros m ay ore s encierran o tro s m eno res y m uy v a ­
riados. La exégesis m o d e rn a , p o r ejem plo, distingue
en la Biblia el relato histórico, la saga, el m ito, el
cu e n to , la fábu la, el p a ra d ig m a , el serm ó n, la
ex h o rta ció n , la confesión, la n a rra c ió n didáctica,
la p a r á b o la , la sentencia profética, ju ríd ica y sa­
piencial, el refrán , el enigm a, el discurso, el co n tra to ,
el c a tá lo g o o registro, la oración, el c a n to ... 7l)
Y esta e n u m e ra c ió n no p re te n d e ser ab so lu ta,
ni m u ch o m enos. A lo largo de estas ú ltim as décadas,
la crítica de las fo rm a s ha d e te c ta d o en la Biblia
un m a y o r n ú m e ro de géneros literarios y los sigue
d e te c ta n d o tod avía. S o b re to d o , cabe seguir a n a ­
lizan do los g éneros e n u m e r a d o s y señ a la n d o nuevas
diferencias. Así, en el libro de los salm os, el Sal­
terio, hay t o d a u n a v a rie d ad de cantos. P ueden
señalarse co n facilidad los h im no s, las elegías y
los c a n to s de acción d e gracias, q ue se distinguen
ya p o r su p ro p ia form a. O tro s géneros de canto,
los hay fuera del S a l t e r i o . c a n to s de escarnio, cantos
de gu erra, c a n to s d e v icto ria, elegías, c a n to s n u p ­
ciales y de a m o r. C o m o el g én e ro de los cantos,
p o d ría n diferenciarse tam b ién o tro s géneros arriba
citados.

C olecciones

L · B i b l i a c o n t ie n a te x ­
him nos
to s n e r it a s g trav é s
de m u c h o s s i g l o s , p o r
m u c h o s a u t o r e s y. s o ­
bre to d o , da m u y d i­
v e r s o g é n e r o lit e r a r io .

C olecciones E vangelios
Escritos
d idácticos
proverbios

I L ibros \ I C olecciones \
l proféticos I i de carta s )

E scritos C olecciones
de
L ibros
revelación
históricos
Es preciso re cono ce rlo: El libro, que llam am o s L a s a n t i g u a s b i b li a s
e s c o la r e s
Biblia, encierra to d o un arsenal de géneros y form as u a p is o n a b a n u
literarias. Y no sólo llam a la atención el gran n ú ­ la r iq u í s i m a v a r ie d a d
de lo s g é n e r o s
m ero de los g éneros; es asim ism o notab le la d i­ li t e r a r i o s b íb lic o s ,
versidad de m atices q u e los diferencia, y la p e c u ­ r e d u c ié n d o lo s
a « H is t o r ia s a g r a d a » .
liaridad de c a d a u n o de ellos p a ra c a p ta r y ex presar
la realidad. H e m o s dicho que, entre n o s o tro s no
hay libros en un solo v olum en q ue presenten en
serie u n a novela, un tr a t a d o de h isto ria y u n a c o ­
lección de cantos. La Biblia, en c a m b io , contiene
estos ex tre m o s y c o n f a s t e s . ¿Cabe, acaso, m a y o r
c o n tra s te q ue el asiento, en un m ism o libro, de
fo rm a s y géneros tan c o n tra p u e s to s c o m o el libro
de Jo n á s , la h istoria de la sucesión al tro n o davídico,
la sab id u ría del Eclesiastés, el A pocalipsis de san
J u a n o la lírica a m o ro s a del C a n t a r de los C a n ­
tares?
P o r desgracia, los siglos p asa d o s n o h a n tenido
los ojos m u y ab ierto s a la riqueza y co lo rid o de
las fo rm a s literarias de la Biblia. N o se h a b la b a
sino de tres géneros: los libros históricos, los libros
proféticos y los libros didácticos. Este re p a rto su­
perficial y m ecánico hizo q u e Tobías fue ra e n ro la d o
en tre los libros históricos, Jonás en tre los libros
proféticos, y el Salterio en tre los libros didácticos.
¡Y to d av ía si se h u b ie ra t o m a d o a fo n d o y con
seriedad esta d istinción de los tres géneros! P e r o
o c u rrió lo peor. L os lla m a d o s «libros históricos»
de la Biblia p e n e tr a ro n en la conciencia cristiana
en u n a p ro p o r c ió n d e s m e s u r a d a : la Biblia qu ed ó
a lla n a d a y re d u cid a a « histo ria bíblica», a «historia
sagrada».

V e am o s el caso de la a n tig u a Biblia de Ecker,


qu e se u só en A le m a n ia h a s ta el a ñ o 1957 co m o
texto de religión. En esta Biblia, los libros didácticos
y pro féticos q u e d a n m uy en segu ndo p la n o respecto
a los lla m a d o s libros históricos. D e los P rofetas
a p e n as se to m a m ás q ue los textos mesiánicos,
y a u n éstos, im p reso s en letra p e q u e ñ a. ¿Y los «li­
b ros históricos»? Son las pied ra s sillares, las piedras
m iliarias, q u e m a rc a n los hitos de u n a historia
c o n tin u a d a y sin fisuras, d o n d e en tra n a su aire
los libros de J o b , J o n á s , T o b ía s y Daniel. A to d o
esto, lo p e o r es q u e en esta histo ria c o n tin u a d a y sin
fisuras e n tra n pasajes que n o a p a rec en en la Bi­
blia. Sin indicación alg u n a y en tra m a única se
m eten en tre los d e m á s textos bíblicos, d a n d o la
im presió n de q ue la Biblia es, u ofrece, u n a historia
coheren te, u n itaria y bien re d o n d e a d a de la h u ­
m a n id a d o de Israel. H e aq u í u n ejem plo. La
Biblia de E c k e r te rm in a la exposición de los H e chos
de los A p óstoles en los siguientes t é r m i n o s 13:

U n p á rrafo «(5. P a b lo p a r te a R o m a .) A los tres meses c o n ­


d e la B i b l i a d · E c k e r.
S u g ie r a u n a
tin u a ro n el viaje. C u a n d o llegaron a R om a, se le
h is t o r ia sa g r a d a . perm itió a P a b lo re tirarse a u n a casa p articular,
d o n d e q u e d ó bajo la vigilancia de u n so ldado. D o s
a ñ o s en teros p e rm a n e c ió en su casa a lq u ilad a, re­
82 cib ien do a c u a n to s v enían a él. P re d ic a b a el reino
de D io s y en se ñ ab a las cosas referentes al Señ or
Jesucristo con to d a libertad y sin ob stácu lo alguno.
Al c a b o de dos añ o s de prisión, el A p ó s to l fue
puesto en libertad y em p re n d ió u n nu evo viaje
m isionero, q u e d u r ó d o s años. Vino en p rim e r
lug ar a E sp añ a , de d o n d e se dirigió al O rie n te y
visitó las c o m u n id a d e s de Efeso, C reta, M a c e d o n ia
y M ileto. F in a lm e n te , volvió a R om a, siendo e m ­
p e r a d o r N e ró n . Allí p adeció el m a rtirio el añ o
67 d. C .: c o m o c iu d a d a n o r o m a n o m u rió d ec a­
p itad o .»

L a Biblia de E cker d a la im p resió n de q ue con I n ic ia l


d e la B i b l i a de E cker.
este texto está n a r r a n d o la m ism ísim a Biblia. E n q u e ¡>e u t iliz ó
realidad, sólo el p rim e r p á r ra fo d e la cita c o rre s ­ en A le m a n i a p a r a la
i n s t r u c c i ó n r e l ig i o s a
p o n d e a la Biblia. Los H e ch o s de los A p óstoles de l a s e s c u e l a s
con tien en efectivam ente la siguiente noticia: « P ab lo c a t ó lic a s h a s t a 1957.

p erm a n eció dos a ñ o s en u n a casa a lq u ilad a, y


recibía a to d o s los q u e venían a él, p re d ic a n d o el
reino de D io s y e n s e ñ a n d o las cosas referentes al A W 7
S eñ o r Jesucristo c o n t o d a libertad y sin obstácu lo
alg un o» (A ct 28, 30-31). P ero esta n o ticia es p re ­
cisam en te el final del libro de los H e ch o s de los
A póstoles. L o qu e la Biblia de Ecker c u e n ta en e
segu ndo p á r ra fo , n o aparece en la v erd ad era Bi­
blia. Es algo que b ro tó en la fa n ta sía de cristianos
posteriores. S an P a b lo ya n o volvió a E spañ a, ni
al O riente p a r a n a d a ; al térm in o de su cautiverio
V>Λ
m u rió ajusticiado en la C iu d a d E tern a . S an Lucas
lo sabía bien, sin d u d a , pero n o co nsig nó la noticia,
p o rq u e su interés n o estab a en c o n ta r la h istoria
/) \\< ·
I
,: ti !
-
de san P a b lo o del A pó sto l. Su finalidad era única
y exclusivam ente referir el origen y el d esarrollo de
la Iglesia h a s ta R o m a . P o d ía , p o r consiguiente, - -U > ' ■
a c a b a r su o b ra con la n o ticia de la llegada del gran
m isio n e ro P a b lo a R o m a . ¡Y b asta con este ejem ­
plo! P o d r ía n adu cirse o tro s m uchos. 83
Lo m alo del m é to d o de tra b a jo d e las an tig uas
Biblias escolares n o se lim ita a e n tre v era r las p á ­
ginas bíblicas con o tras extrabíblicas, m ás o m enos
verd aderas. La fa ta lid a d está a n te t o d o en que
j a m á s se hace u na p re g u n ta sob re el género lite­
rario y la intención básica de c a d a u n o de los
libros bíblicos. T o d a la Biblia, co n sus innu m era b le s
géneros y fo rm a s, se allana y se reduce a una
«historia bíblica» unifo rm e. N o se tienen en c u e n ta
el plan y la intención de c a d a escritor bíblico. Y
so bre tod o, no tiene en c u e n ta que la «historia»
en la Biblia no p re te n d e siem pre co n sig n ar «hechos
histó ricam en te constatables». N o o b s ta n te sus li­
m itaciones, sería, tal vez, p o c o ju s to dirigir violentos
re p roches a la Biblia de Ecker, q u e se p r e p a r ó en
un a época q u e tod av ía n o e s ta b a m a d u r a p a r a un
análisis m in u cio so y d iferenciado de los géneros
literarios bíblicos.
D e to d o s m o d o s, hoy n o se concibe u n a ex p o ­
sición del p e n sa m ie n to bíblico, p a s a n d o p o r alto
la v ariedad y m u ltitu d de las fo rm a s y géneros
literarios de la Biblia. Es im posible, n atu ra lm e n te ,
qu e en las págin as siguientes a te n d a m o s a tod o s los
géneros y form as. P e ro a b o r d a r e m o s al m eno s los
m á s im p o rta n te s y nos fa m iliarizarem os de algún
m o d o con el lenguaje de las S ag ra d as Escrituras.

2. La oveja del pobre

C o m e n z a re m o s con el género de la p a r á b o la que


resulta m uy in structiv o p a r a a p r e n d e r el m o d o de
expresar la realid ad, o b s e rv a d o en la Biblia. C o m o
p u n to de p a r tid a to m a r e m o s u n a p a r á b o l a de Jesús,
c o n c re ta m e n te la tan co n o c id a del S e m b ra d o r. En
la versión de san M a rc o s dice a s í :
«Escu chad. Salió a s e m b ra r u n s e m b ra d o r, y al
sembrar, p a r te d e la semilla ca y ó j u n t o al c a m in o ,
y vinieron las aves y se la co m ie ro n . O t r a p a r te
cayó en un pedregal, d o n d e n o h a b ía m u c h a tierra,
y b ro tó en seguida, p o r q u e la semilla n o tenía
p ro fu n d id a d en la tierra, p e r o en c u a n to salió el
sol la a b r a s ó y se secó p o r n o te n e r raíz. O t r a cayó
e ntre espinos, y al crecer los espinos, la s o fo c aro n
y no dio fruto. O tr a p arte , en fin, ca y ó en b u e n a
tierra y d io fru to lo z a n o y crecido, p r o d u c ie n d o
unos g ra n o s t r e i n t a ; o tro s, sesenta, y otro s, ciento.
Y a ñ a d ió : ¡El qu e tenga oíd o s p a r a oír, q u e oiga!»
(M e 4, 3-9). La narración bíblica
A ntes de m etern o s de lleno con la fo rm a d e esta dal Sembrador no m
una «Parabal» aino
p a rá b o la , con vien e hacer u n as ac o ta c io n e s sobre una «parAbala». En
su co n te n id o . La p a r á b o la es p o c o m en o s que contrasta can aquélla,
lapariboleutiliioeéle
ininteligible en el co n te x to de la ac tu a l civilización laa cosas ordinarias,
occidental. N o hay la b r a d o r e u r o p e o tan necio típicas, qua m repitan
a menudo (viisi m ti
que d e r ra m e la semilla en el c a m in o , en u n pe- de ptg. S3}.
dregal o entre espinos. En la antigua Palestina,
en cambio, esto estaba a la orden del día cuando
llegaba la sementera, porque entonces no se sem­
braba, com o entre nosotros, después de arar, sino
ya antes de pasar el arado. «El sembrador de la
parábola caminaba sobre un terreno todavía no
roturado y ¡se comprende que sembrara sobre el
camino! Arroja la simiente sobre el cam ino con
toda intención, pues se trata del camino que han
pisado sus paisanos campo a través, y al que tra­
bajará luego con el arado. Intencionadamente
siembra también entre las espinas que están secas
en el barbecho, porque luego serán removidas con
el arado. Y que los granos de simiente caigan en
las piedras o rocas, no es tan sorprendente: las
rocas y piedras calcáreas están cubiertas por li­
geras capas de gleba, o tierra, de pan llevar, y apenas
sobresalen ni se notan hasta que el arado chirría
al c h o c a r c o n tra ellas. L o q u e a un occidental
le parece a tra s o e in eptitud, fue regla y c o stu m b re
en el c o n tex to de la a n tig u a civilización pales-
ti n e n s e 14.» La p d r á b o la
del S e m b r a d o r .
Jesús, p o r consiguiente, refleja en la p a r á b o la
S u u a s l o n d o y su
del s e m b r a d o r las co nd icion es desfavorables y las c o n t e n id o t a o l o y i

dificultades q u e a m e n a z a b a n en aquel tiem p o a la


sem entera palestinense. D escribe cosas que eran
fam iliarísim as a cu a lq u ie r ca m p e sin o de entonces.
Y lo qu e dice al fin de la p a r á b o la , lo sabía tam bién
cu a lq u ie ra, p o rq u e lo h a b ía ex p e rim e n ta d o con
frecuencia y lo h a b ía vivido m u c h a s veces co m o
un m ila g ro : Pese a to d o s los en em igo s q ue a m e ­
naz an a la s e m b ra d u ra , pese a los bichos y anim ales,
pese a la p o b re z a del terren o y a los abrojos, se logra
al fin u n a a b u n d a n te cosecha. U n a parte, en efecto,
d a el trein ta p o r ciento, o tra el sesenta y o tra el
ciento p o r cien.
C o n esta p a r á b o la , Jesús q uiere decir lo siguiente:
O c u rre con la venida del reino de D io s lo q ue con
la sem en te ra y la co secha; a pesar de to d a s las
ene m istad e s y resistencias que se o p o n e n a su pre­
dicación y a su acción, m ás aún, a pesar de que po r
el m o m e n t o la co sa parece sin perspectiva y sin
a s o m o de realid ad, el reino de D ios llegará al fin
con u n a plen itu d y e sp len d o r inesperados. Tal es
el c o n te n id o d e esta p ará b o la . Y v am o s a h o r a a
o c u p a rn o s d e su forpia. ¿En qué se co n o c e q u e la
n a rra c ió n o h is tc iia del in trép id o s e m b ra d o r es
una p aráb o ia?
En p rim e r J u g ar, n atu ra lm e n te , en que j a n
M a rc o s dice p o c o antes de n a r r a r la : «Les en señaba
m u ch as cosas en p ará b o la s . Les decía en su e n ­
s e ñ a n z a ...» (Iflc 4, 2). Es evidente que los E v a n ­
gelistas m ism o s nos lo avisan. P ero p o d e m o s su­
p o n e r tam b ién , sin m iedo a eq uiv o ca rn o s, que Jesús
m ism o co m e n z a ría la historia del s e m b ra d o r de
tal fo rm a q ue los oyentes se dirían sin m ás p a r a
su c a p o te : «¡Va a c o n ta r n o s u n a p aráb o la!» Q uizá
la situación m ism a en que la n a r ra b a y el to n o
e m p le a d o b a s ta b a n p a r a co n o c e r q ue se tra ta b a
de u n a p a r á b o la . Q u izá s utilizaría Jesús u n a fó rm u la
especial de exo rd io q u e c a rac te rizara c o m o p a rá b o la
to d o el d iscurso siguiente. D e hecho, la tradición
ha recogido to d a u n a serie de fó rm u las de exordio.
P o r ejem p lo:
«¿C on q u é c o m p a r a r e m o s el reino de D ios o con
qu é p a r á b o la lo ex p o n d re m o s ? Es c o m o un gra n o
de m o staza , q u e ...» (M e 4, 30-31).

o m ás breve:

«¿A qué c o m p a r a r é el reino de Dios? Es c o m o la


le v a d u ra qu e u n a m u je r...» (Le 13, 20-21).

y m ás breve to d a v ía :
«El reino de D io s es co m o un h o m b re q ue echa
u n a sem illa...» (M e 4, 26).

D i v a r s a s f o r m a s de A las p a r á b o la s q u e se inician en estos térm inos,


p e lá b a la s :
se les ha lla m a d o p a r á b o la s de «dativo inicial». Su
a) d i d a tiv o in ic ia l:
b) de f o r m a in t e r r o ­ ex ordio se red uce a la siguiente f ó r m u la : «Voy a
g a tiv a ;
referiros u n a p a r á b o la . ¿ C o n q u é p u e d e c o m p a r a rs e
c) d a n o m in a t iv o
in ic ia l. la m ateria de la q ue v am o s a h a b lar? Es c o m p a r a ­
ble a...»
O tra fo rm a con q u e p u d o Jesús h a b e r c o m e n ­
z a d o sus p a r á b o la s es la fo r m a interroga tiva . Tal
es el caso, p o r ejem plo, de la d ra c m a p e rd id a :
«¿Qué m u jer q u e posee diez d ra c m a s , si pierde
u n a, n o enciende un a luz y b a rre la casa y la busca
c u id a d o s a m e n te h asta e n c o n trarla? Y c u a n d o la
en c u e n tra , llam a a sus a m ig as y vecinas d iciendo :
“ R egocijaos co nm ig o, p o rq u e he e n c o n tr a d o la
88 d r a c m a q ue p e rd í.” » (Le 15, 8-9). C u a n d o la n a ­
rració n c o m e n z a b a co n esta fo rm a in terro gativa,
los o yentes sab ían q u e se tr a t a b a de u na p ará b o la .
Pero no to d as las p a r á b o la s de Jesús c o m e n z a b a n
con un « dativ o inicial» o con u n a fo r m a in te rro ­
gativa. La p a r á b o la del s e m b ra d o r, p o r ejem plo,
co m ien z a llana y lisam ente: «Salió u n se m b ra d o r
a s e m b ra r.» El p r o ta g o n is ta de la p a r á b o la aparece,
pues, en nom inativo, y el resto discurre c o m o u n a
n a rra c ió n corriente. H a y un buen g ru p o de p a ­
rá b o la s bíblicas q ue c o m ien z an asi y se les ha
lla m a d o « p a r á b o la s de n o m in a tiv o inicial». E je m ­
plos:

« U n h o m b re b a ja b a de Jerusalén a Je ric ó ...»


(Le 10, 30). i
« U n h o m b re d a b a u na gran c e n a ...» (Le 14, 16).

« U n h o m b re tenía d o s h ijo s...» (Le 15, 11).

« U n h a c e n d a d o tenía un a d m i n is tr a d o r...»
(Le 16, 1).

« H a b ía un h o m b re rico que se vestía de p ú r ­


p u r a .. .» (Le 16, 19).

« D o s h o m b re s su biero n al tem p lo a o r a r ...»


(Le 18, 10).

« H a b ía en u n a ciu d ad dos h o m b re s ...» (2 S am 12,


1).
« H a b ía en u n a ciu d ad un juez...» (Le 18, 2).

E v id entem ente, ta m b ié n esta m a n e r a de co m e n z a r


las p a r á b o la s es fo rm u la ria y d e la ta d o ra . Los
oyentes su p o n ía n c o n to d a seguridad q u e se en­
c o n tr a b a n a n te u n a p a r á b o la c a d a vez qu e la n a ­
rración c o m e n z a b a con un n o m in a tiv o así, desde el
princip io, y co n u n a acción que, sin largas intró;
En O rie n te , u n a n a r r a ­
ducciones, iba al grano.
c ió n que co m e n za ra ¿Se p u e d e n señalar, p a r tie n d o de la p a r á b o la del
c o n el n o m i n a t i v o i n i ­
c ia l y p a s a r a al a r g u ­
S e m b ra d o r , o tra s características que sirvan para
m e n to del r e la t o sin d e tec tar el género literario p a r a b ó lic o de otras
p r e v ia e x p lic a c ió n , era
c o n s id e r a d a p o r lo s
n arracio nes? H a y p o r lo m enos otra característica
o y e n t e ·, d e s d e u n p r in ­ q ue no conviene p a s a r p o r a lto : a u n q u e la p a rá b o la
c i p i o y c o n c ie r t a s e ­
g u r id a d . c o m o u n a p a ­
se n a rre c o m o u n a historia, co m o algo qu e o currió
r á b o la . a un ag ricultor en u n a sem en te ra y en una cosecha,

se n o ta q ue to d o s sus detalles y circunstancias,


desde la p rim e ra frase h asta la últim a, se reducen
a cosas o rd in aria s, típicas y co tid ian as. La p a r á ­
bola hab la de se m b ra r, de la suerte de la simiente,
de los peligros d e la sie m b ra y del re s u ltad o de la
cosecha.
Lo m ism o sucede en o tras m u c h a s p a r á b o la s de
Jesús, en que se refieren cosas sab idas p o r todo s,
9Ü cosas q ue ocu rren en to d a s partes, cosas q ue se
".piten constantemente. Hablan del crecimiento de
! \ siembra; de los abrojos en el trigal; del fermento
en la masa de harina; de la pesca por el arte de la
red; de la construcción de una torre y de los es­
trategas; de los niños que juegan; de la alegría
al encontrar el dinero perdido; de com o se guarda
>el tesoro escondido; de lo que se hace con la hi­
guera que no da fruto. Las cosas referidas en estas
parábolas están a la orden del día, las saben todos,
1están sujetas a las leyes comunes y ordinarias, son
jde la vida cotidiana. Aquí radica precisamente el
vigor argumentativo y didáctico de la parábola;
nadie puede impugnar el curso cotidiano de las
Jcosas.
Por consiguiente, una característica de muchas Mucha· paribolai
ampliad·· peí J w é »
parábolas de Jesús es su referencia a las cosas raflajan la vida
:omunes y cotidianas. Sólo este hecho bastaría corriaata y normal
da id · eyantM.
para hacernos pensar que se trata de parábolas.
Por lo demás, esta característica explica la razón
Je que las parábolas de Jesús sean generalmente
tan cortas y concentradas: un narrador no se de­
tiene a describir las cosas comunes que ocurren
con frecuencia y son conocidas de los oyentes. Una
sola frase basta para evocarlas.
Pero no faltan parábolas en las que Jesús no se
refiere a hechos o acontecimientos comunes y or­
dinarios, sino todo lo contrario. Tal, por ejemplo,
la parábola de las bodas reales:
«Un hombre daba una gran cena e invitó a
muchos. A la hora de la cena envió a sus siervos a
decir a los invitados: “Venid, que ya está preparada
la cena.” Y todos a una comenzaron a excusarse.
El primero dijo: “Compré un campo, y necesito ir
a verlo; te ruego que me excuses.” Otro dijo:
“Compré cinco pares de bueyes, y voy a probarlos;
te ruego que me excuses.” U n tercero dijo: “Me
casé y no puedo ir.” Regresando el siervo, refirió
esto a su señor. Irritado entonces el señor, dijo a
su siervo: “Sal de prisa a las plazas y calles de la
ciudad y trae aquí a los pobres y a los lisiados, a
los ciegos y a los cojos.” Después el siervo dijo:
“Señor, está hecho lo que mandaste, y todavía
hay sitio.” Y el señor dijo al siervo: “Sal a los ca­
minos y a los cercados y obliga a la gente a entrar,
para que se llene mi casa. Pues os digo que ninguno
de aquellos que habían sido invitados probará mi
cena.”» (Le 14, 16-24).
En esta parábola también hay cosas que ocurren
com o suelen ocurrir siempre y com o podía espe­
rarlas cualquier oyente. Un señor da un gran ban­
quete y cursa de antemano las invitaciones. Según
la costumbre de los círculos distinguidos de Israel,
la invitación se cursaba por segunda vez inmediata­
mente antes del banquete. Hasta aquí, pues, todo
es normal. Pero viene lo sorprendente: todos los
ρ· γ» Jmús tabla invitados, que habían dado el sí a la primera invi-
íóThidhos'orVinarias tación, recusan la segunda y comienzan a discul-
d á n d o ia s u n g i r o parse. Todos tienen sus buenas razones para no
• • rp ra n d a n t·. asistir, y no acude nadie. ¡He aquí una situación
bien extraña y anómala! Tal situación impulsa al
señor a tomar una medida extraordinaria. Invita
a los pobres y a los sin-casa de la ciudad y no para
hasta que se abarrota la sala del festín y se cubren
todos los puestos. Hay que imaginarse la tremolina:
¡Toda la casa llena de lisiados, zarrapastrosos y
vagabundos! Lo que el señr>' hace, es plausible
a su aire. Cabe comprenderle. Pero el conjunto es
algo extraordinario.
A simple vista se observa que tenem os delante
una forma de narración muy distinta de la parábola
del Sembrador. La exégesis bíblica reserva un
nombre especial para este tipo de parábolas en
92 que no se emplean los elementos de la vida común
y o rd in a ria y en que, p o r el c o n tra rio , se echa m a n o El r e la t o b í b li c o de la
y ia n ce na es una « P a -
de acciones o circun stancias e x tra o rd in a ria s y hasta r a b e lu . En c o n t r a s t e
únicas: las llam a Parabel*. Son, p o r ejem plo, con la p a r á b o la p ro­
p ia m e n t e d ic h a , la
P arabel la p a r á b o la del H ijo p ró d ig o (Le 15, 11-32),
« P a r a b e lu d e s c r ib e s u ­
los o b re ro s de la viña (M t 20, 1-6), el siervo des­ c e s o s r a io s y e x tra o r­
d in a r io s .
p ia d a d o (M t 18, 23-35), el a d m in is tr a d o r infiel
(Le 16, 1-8), los m alo s viñadores (M e 12, 1-11).
Precisam ente p o rq u e la P urabel n o se c o m p o n e
de elem en tos co m u n e s y típicos de la vida o rd i­
n aria , sino de h echos ex tra o rd in a rio s , resu lta m ás
difícil detec tar su c a rác te r p a ra b ó lic o q u e en las
p a r á b o la s en sentido estricto, d e q ue h em os ha-

(*) N o s e n c o n tra m o s an te un p ro b lem a insoluble de traducción.


El alem án utiliza d o s térm in o s, q u e m atizan y distinguen la m ism a re a ­
lid a d : ü l t ichiiis y Parabel. A m bos significan parábola, p ero el p rim ero
tiene un sen tid o m ás estricto, insiste m ás en el carácter « p arabólico»
de la p a rá b o la . Asi pues, p a ra distinguir y en ten d ern o s, trad u cirem o s
Gleichnis p o r « p aráb o la» y conserv arem o s el té rm in o alem án Parabel
p a ra el o tro tip o de p aráb o las.
b lad o antes., ¿E n q u é co n o c ere m o s, p o r ejem plo,
q ue la n a r ra c ió n de las b o d as reales es fo r m a l­
m ente u n a p a r á b o l a y n o u n a in fo rm a c ió n h istó ­
rica? N o s fijarem os, desde luego, en el n o m in ativ o
inicial: « U n h o m b r e d a b a u n a g ra n c e n a ...» N o
se dice ni quién e ra este h o m b re, ni d ó n d e vivía,
ni c u á n d o ni p o r q ué m otivos d a b a el festín. Se
dice esc u e ta m e n te : « U n h o m b re d a b a u n a gran
cena e invitó a m u ch o s.» E v iden tem en te , el oyente
oriental a g u z a b a los o íd o s en c u a n to la h isto ria
c o m e n z a b a en sem ejantes térm inos. I n m e d ia ta ­
m en te s o sp ec h ab a qu e se tr a t a b a de u n a p a rá b o la .
A p esa r de lo in só lito del caso, la n a r ra c ió n viene
m u y e sq u e m a tiz ad a. Las a n d a n z a s del cria d o en
la p rim e ra gira p o r fuerza h u b ie ro n d e a b u n d a r en
peripecias al a f r o n t a r a to d o s los invitados y a n o ta r
sus respectivas excusas, q u e to d a s ellas se resu m en
en u n a escena. El c ria d o ha ido, h a v u elto y p re sen ta
las negativas de tres in v itad os c o m o re p re s e n ta ­
tivas de to dos. A c o n tin u a c ió n la Parabel se d e s ­
d o b la en d o s escenas, estilizadas c o n esm ero, sobre
la m a n e ra de llen ar la sala del festín y lo q ue en ella
ocurrió. Es c u rio so q u e en to d o el relato n o actúa
m ás que un siervo: se t ra ta de u n elem en to técnico
del n a r r a d o r , p o r q u e en O rie n te a b u en seguro
q ue los c ria d o s en v iad o s p a r a sem ejan te m isión
serían varios o m u cho s. La sim plificación artifi­
ciosa de la n a rra c ió n , q u e se atiene al hilo del dis­
curso lo g ra n d o u n efecto d ra m á tic o , es típica de
to d as las p a r á b o la s bíblicas y especialm ente de las
Parabel. Así pues, p o r este d a t o p o d ía n co nocer
los oyentes de Jesús, incluso en el caso de la P a­
rabel, q u e se t r a t a b a d e u n a p a r á b o la , p e ro sin llegar
to d av ía a u n a seguridad plena, p o r q u e en cierta
in seg urid ad está el secreto did áctico de las p a r á ­
bolas y la técnica n a rra tiv a em p le a d a a b u n d a b a
en o tro s g én e ro s n arrativ o s.
La segu rid ad to tal de q u e se tr a t a b a d e u na
p a rá b o la , p o d ría alcanzarla el o yente de nu estra
Parabel, bien al p rin cipio, p o r la f o r m a de c o m en z ar
la n a rra c ió n , o bien al fin, c u a n d o , al a c ab arse la
n a rrac ió n , se veía p e rso n a lm e n te interpelad o. En
san Lucas, efectivam ente, hay un p aso b ru sc o del
sin gular al plural. H a s ta ese m o m e n to , el se ñ o r se
dirigía al siervo y le h a b la b a en singular, m ientras
que, al fin, sale c o n u n : «Pues os digo que n in g u n o
de aq uellos q u e h a b ía n sido in vita d o s p o b r a r á mi
cena.» ¿Q uién h ab la aquí? ¿Jesús m ism o o el señ or
de la p a rá b o la ? N o es fácil d ilu cid ar la cuestión.
P ero lo cierto es q u e esta frase es indicio m anifiesto
de q u e la n a rra c ió n deb ía ser co n s id e ra d a co m o
p a rá b o la o, en su caso, c o m o Parabel.
Q u e d a , p o r consiguiente, d e m o s tra d o que re­
sulta m u c h o m ás difícil d istin guir en tre u n a n a ­
rración o rd in a ria y la P arabel q u e en tre u n a n a r r a ­
ción o rd in a ria y la p ará b o la . Bien lo sabían los
n a r ra d o re s d e entonces. Ellos percibían el p a r e n ­
tesco de la P arabel co n el relato histórico o con la
noticia, y a p r o v e c h a b a n d ich o p aren tesco a ciencia
y conciencia p a r a o b te n e r las reacciones apetecidas.
A este respecto el ejem plo m ás instructivo nos lo
ofrece el seg u n d o libro de Sam uel con la fa m osa
P arabel d e la oveja del p o b re , q u e el p ro fe ta N a tá n
le c u c a t a al rey D avid.
El c o n tex to es c o n o c i d o : D av id solicita a Betsabé,
m ujer d e U ría s, el jeteo, q u e está en el c a m p o de
batalla. P a r a evitar com plicaciones, D a v id se las
a p a ñ a p a r a h a c e r m a t a r s o la p a d a m e n te a U ría s y
t o m a r p o r esp o sa a Betsabé. Llega en to nces el
p ro feta N a tá n , qu e le c u e n ta lo siguiente:
« H a b ía en u n a ciu d a d d o s h o m b re s , u n o rico Le«Parabel»
y o tro p o b re . El rico tenía ovejas y vacas en g ra n de 11 ova,adel pohre'
can tid a d . El p o b re no tenía n a d a , a n o ser u n a sola
corderilla qu e él h a b ía c o m p ra d o . El la h a b ía cria d o 95
N a t á n ju e g a c o n la f o r ­ y h a b ía crecido c o n él y co n sus h ijos; co m ía de s
ma de la « P a r a b e l» .
R e lia r a u n a h is t o r ia
p an, bebía de su vaso y d o rm ía en su seno. La teníaj
q u a o s c i l a c o n s c ie n t e ­ c o m o u n a hija.
m e n te e n tre u n a n o t i ­
c ia y una « P a r a b e l» .
Llegó un h uésped al h o m b re rico, y éste nc
Y a s i. D a v id no se da q uiso t o m a r de sus ovejas ni d e sus bueyes parí
c u e n t a d e q u e 41 e s el
servir al viajero q ue h a b ía llegado a él. R o b ó 1
a lu d id o .
co rd erilla del h o m b re p o b re y se la sirvió al h o m b n
qu e hab ía llegado a él» (2 S a m 12, 1-4).

Al oír esta histo ria, D a v id m o n ta en cólera. ^


dice a N a t á n : «Vive Yavé, q ue el q u e h a hecho tí
96 cosa es d ig n o de m uerte, y p a g a rá c u a tr o veces t
valor de la corderilla p o r h ab e r hecho esto y h ab er
o b r a d o sin pied ad .» N a tá n dice ento nces a D a v id :
«¡Tú eres ese hom bre!» (2 Sam 12, 5-7).
La descripción del p ro feta N a tá n pin ta m in u ­
c io sam e n te la vileza y la in h u m a n id a d de D avid
con Urías. P o rq u e David se a p r o p ia la m ujer de ¿ P o d r ía re c o n o ce rse
a p r im e r a v ís t a
uno de sus fieles generales, precisam ente c u a n d o dis­
bI c a rá c te r p a r a b ó lic o
p o n e de to d o un harén. P ero D a v id no se p ercala de la n a r r a c ió n
de la ove|a del p o b re ?
de q u e la historia de N a tá n le está d e s e n m a scaran d o .
¿ P o r qué no lo nota? P o rq u e la narrac ió n no parece
a p rim e ra vista una p a r á b o l a ; bien p o d ría ser el
relato de lo q ue ha o c u rrid o en algún rincón de su ‘>7
reino, d o n d e un rico d e sc o n sid e rad o se ha a p o d e ­
ra d o del único bien de algún pobre.
El c o m ien z o « H a b ía d o s h o m b re s en una ciu ­
d a d » (n o m in a tiv o inicial) p o n e alerta al oyente
av e zad o : ¿Es el co m ien z o de u n a p a rá b o la ? P o r
o tr a parte , tra tá n d o se de u n a noticia o de u n in­
form e ¿qué m en o s q ue n o m b r a r siquiera la ciudad?
F in a lm e n te , la descrip ció n estilizada y figurativa
de la convivencia del p o b re con su ovejita llama la
aten ció n y hace p en sa r en u na p ará b o la . Sin e m ­
bargo, el c o m p o r ta m ie n to del rico es tan infam e y
sucio que la m ente se c o n c e n tra y se inclina a es­
cu ch arlo to d o c o m o si fuera un suceso real y c o n ­
creto.
N o cabe d u d a de q u e N a tá n tra b a ja aquí con
dos géneros n a rra tiv o s distintos. Refiere u n a his­
toria que oscila in te n c io n a d a m e n te entre el inform e
y la p a r á b o la . La reviste con la form a de u na n o ­
ticia desg raciad a y en erv ante, d án d o le la función
de u na p a rá b o la . D a v id p uede apercibirse de que
lo n a r r a d o es u n a p a r á b o la , y aplicarse el cuento.
Pero la n a rra c ió n es tan tensa, tan ex tra o rd in a rio
el caso, qu e su m en te está c o m o «en suspense»,
d is p a ra d a al p la n o de la historia. N o p re te n d e
m ás N a tá n .
T a m p o c o las P arabel p re te n d en o tra cosa. Sería
dig no de estudiarse si, en sus orígenes, el género
de las P arabel n o fue sino el a rte de ju g a r con la
noticia, es decir, si el p a r a b o lis ta p re te n d ía precisa­
m ente su m ir al o yente en un «suspense»: ¿Está
c o n ta n d o un hecho histórico o se t ra ta de una
invención ilustrativa, a p a s io n a n te a la curiosidad?
El oyente ha d e escu charla co m o un a historia,
tiene que olvid ar el m o m e n to presente e identificarse
c on la situación descrita. Sólo al fin se p e rc a ta rá
de q u e él m ism o es el in te rp e la d o y de q ue está en
ju e g o su p ro p io c o m p o rta m ie n to , su p ro p ia persona.
Las P arabel, p o r ejem plo, de la gran cena, del
hijo p ró d ig o o la de los m alo s viñadores, ¿las
c o n taría Jesús de este m o d o ? ¿Quizá ta m b ié n él,
in te n c io n a d a m e n te , d ejó alg,una vez caer a sus
oyentes en la d u d a de si estaría p ro p o n ie n d o u na
p a r á b o la , o n a r r a n d o un suceso real? H o y p o r
ho y n o p o d e m o s verificarlo. P ero sí p o d e m o s pensar,
pues los E vangelios lo atestig u an , q ue Jesús d e ­
m o stró una gran m aestría al utilizar los géneros
literarios t a n to de la P arabel c o m o de la p ará b o la .
D e c u a n to venim os d iciendo se d esp ren d e que
hay p a r á b o la s que p ueden reconocerse c o m o tales
p o r su co m ien z o o p o r lo típico de su con ten id o ,
y hay ta m b ié n p a r á b o la s q u e velan al principio
su gén ero literario, q u e ju e g a n in ten c io n a d a m e n te
con la fo r m a de una noticia y que, p a r a id en ti­
ficar su c a rá c te r p arab ó lico , hay q ue aten d e r a la
situación y a ,las circunstancias conco m itan tes.
T e n ie n d o en c u e n ta to d as estas consideraciones
sobre la fo rm a de las p a rá b o la s , estam o s a r m a d o s
p a r a a b o r d a r la cuestión que m ás nos interesa
a q u í: ¿Qué relación hay entre la p a r á b o la y la
realidad histórica?
E sta p re g u n ta está justificada, p o rq u e la p a r á b o la
c u e n ta u n a historia. Y la c u e n ta a m e n u d o con
un d ra m a tis m o ex tre m o y un interés ca u tiv a d o r.
T a n to , q ue en un p rim e r m o m e n to hace p en sa r que
se t r a t a de sucesos verídicos. La p a r á b o la del
s e m b ra d o r, p o r ejem plo, n o m u e stra el m e n o r
interés en describir las vivencias co n c retas de un
d e te r m in a d o ca m p e sin o que vivía en u n lugar de
Palestina.
Y la P arabel de la gran cena no tiene la m e n o r
intención de d a r n o s a co n o c er la p rehistoria y las
c irc u n sta n cias de u n a invitación real de la cena.
T a m p o c o la P arabel de la oveja del p o b re prete n d e
afirm a r que, en u n lug ar del reino de D avid , le
h a b ía n r o b a d o u n a oveja a un pobre. La verdad
de u n a p a r á b o la , en efecto, no está en el p la n o de
la m era objetividad o facticidad del suceso. En
o tras p a la b r a s : U n a p a r á b o la n o p re te n d e c o m u n i­
c a rn o s u n o s h ech os históricos que co rre s p o n d e n
rasgo a rasgo a la n a rra c ió n p arabó lica.
N o o b stan te, to d as las p a r á b o la s bíblicas tienen
algo q ue ver con la h isto ria : La p a r á b o la del sem ­
b r a d o r hab la de un a c o n te cim ie n to real, pues hab la
de c ó m o crece el reino de D io s pese a to d as las re­
sistencias y dificultades y viene a n o s o tro s c o m o
u n a cosecha a b u n d a n te . La Parabel de la gran
cena a p u n t a a un suceso r e a l : D ios llam a a Israel
al gra n b a n q u e te escato lóg ico ; si éste rechaza la
invitación, o tro s serán los invitados. Y, so bre todo,
la Parabel de la oveja del p o b re nos in fo rm a de
uno s sucesos reales y concretos, a saber: lo que
hizo D a v id con U rías. Lo m ism o cab e decir de
las dem ás p a r á b o la s bíblicas. N o n o s in fo rm a n de
sucesos históricos q ue c o r re s p o n d e n a la acción
de la p a r á b o l a o q ue se identifican con ella. T a m ­
L a s p a r á b o la s p o c o nos pre d ic an ideas religiosas universales o
de la B i b l i a
n o p r a c t ic a n id e a s
ab stra ctas. Reflejan sencillam ente en imágenes,
r e lig io s a s a b str a c ta s. c o m o en u n a p an ta lla , un a c o n te cim ie n to que está
sucediendo de h ech o o se ha realizado ya. E n de­
finitiva, las p a r á b o la s de la Biblia h a b la n de un
a c o n te cim ie n to real, p e ro lo n a r r a n , no a nivel de
historia, sino de im agen.
Y o tro t a n to o c u rre con o tras m u ch as form as
bíblicas de g én e ro narrativ o . E n las p ágin as si­
guientes a n a liz are m o s u n o s relatos de en o rm e re­
lieve plástico e in tuitivo que, sin em b arg o , no
p re te n d en en a b s o lu to , o al m eno s n o en prim era
instancia, describir u n o s hechos reales, sino tra n s ­
m itir u n a re alid ad m ás p ro fu n d a .
Esto, en principio, resulta claro p a r a el género
100 literario de las p a rá b o la s . E n o tra s n a rrac io n e s de
la Biblia es m ás difícil, al parecer, d a r con la in ­
tención del escritor. T al es el caso del género li­
terario q ue lla m a m o s narración didáctica, y del que
nos o c u p a re m o s a h o ra .

3. Jonás y su Dios

El ejem plo m ás g ra n d io s o de n arrac ió n d id á c ­


tica es el libro de Jo nás. P reten d e r resum ir esta
o b ra o co n ta rla a gran des rasgos es desvirtuarla.
T o d o s los in ten to s en este seniido resultan fallidos,
p o rq u e es un libro sin desperdicio, sin u n a línea
de m ás o d e m enos. ¡N os lo n a rra to d o tan concisa
e ingeniosam ente! Se tra ta de u n escrito instructivo
— su c a rác te r didáctico salía a la vista — , pero
to d o su co n te n id o eslá elevado al p lan o narrativo.
T o d o es p u ra n a rra c ió n y, pues ca d a frase d e s e m ­
p eñ a u n a función peculiar, fuerza será repro d u cirlo
p o r e n tero :
«L a p a la b r a de Y avé fue dirigida a Jo n ás, hijo L a n a r r a c ió n de J o n á s .

de A m ittai, en estos té rm in o s: " L ev án tate , vete a


Nínive, la gran ciudad, y anuncíales que su m a ld a d
ha llegado h a s ta m i." J o ñ a s se puso en m a rc h a
p a r a h uir a Tarsis, lejos del Señor. Bajó, pues,
J o n á s a J o p e, d o n d e e n c o n tr ó u na nave qu e se
dirigía a T a rs is ; p a g ó su p asaje y se e m b a rc ó p a r a
ir con ellos a Tarsis, h u y e n d o de la presencia de
Yavé.
P ero Y avé d ese n cad e n ó un fuerte viento sobre
el m ar, y las ag uas fu ero n ag itad a s p o r u n a b o rrasca
tan violenta que parecía que la nave iba a rom perse.
Los m arin e ro s, a te rra d o s , c o m e n z a ro n a invocar
c a d a u n o a su d ios; luego ec h a ro n al m a r la carga
p a r a aligerar el peso.
Jo n ás, m ien tras tan to , q u e h ab ía bajad o al fo ndo
de la nave, se h ab ía a c o s ta d o y d o rm ía p r o f u n d a ­ 101
m ente. El c a p itá n se acercó a él y le dijo: “¿Qué
haces a q u í d u rm ie n d o ? L ev á n ta te e inv oca a tu d ios;
acaso piense en n o s o tro s y no p erece rem o s.”
L u eg o los m a rin e ro s se dijeron u n o s a o tro s :
“ Ea, ech em o s suertes p a r a saber q uién es la causa
de este in fo rtu n io .” E c h a ro n , pues, a suertes y la
suerte cayó en Jon ás. E nto n ce s le d ijero n : “ H a z
saber el m o tiv o de esta desv e n tu ra. ¿Cuál es tu
profesión? ¿D e d ó n d e vienes? ¿Cuál es tu país?
La h if t o r ia da J o n á s
¿D e q u é p u e b lo eres?” R e s p o n d ió : “ Soy h e b reo
• a u n a n a r r a c ió n d i ­ y a d o r o a Y avé, D io s del cielo, q u e hizo el m a r
d á c t ic a . S u p u n t o c u l-
y la tie rra .” A q ue llo s hom b res, presa de gran
a iin a n t e no e s la es-
c a n a d a l ρ · 2 , ι ί η ο el tem or, le d i j e r o n : “ ¿P o r qué has hecho esto?” (P o r
d i á l o g o a n tr a D i o s y
su relato h a b ía n s a b id o q u e h u ía d e la presencia
Jonás al f in a l de la
n a r r a c ió n . de Yavé.) L uego le dijero n : “ ¿Qué tenem os que
hacer c o n tig o p a r a qu e el m a r se nos a p la q u e ? ”
El m ar, en efecto, se iba em bra v ecie n d o p o r m o ­
m entos. Les re s p o n d ió : “ T o m a d m e y tira d m e al
m ar, y éste se os ap lac ará , p o rq u e sé bien que p o r
cu lp a m ía os ha so bre v en ido esta b o rr a s c a .”
Los h o m b re s tr a ta r o n de a lca n zar la costa a rem o,
pero en v ano , p o rq u e el m a r seguía encresp á n d o se
c o n tr a ellos. E n to n ce s c la m a ro n a Y avé y dijeron:
“ O h Yavé, n o n o s h ag a s perecer p o r la vida d e este
h o m b re , ni nos hag as responsables de sangre in o ­
cente, ya qu e tú, Yavé, has o b r a d o co n fo rm e a tu
b e n e p lá cito .”
L ueg o to m a r o n a J o n á s y lo tira ro n al m ar,
y el m a r se apacig uó . E nto nces aquellos ho m b res
c o b r a r o n u n gran te m o r a Yavé, y le ofrecieron
un sacrificio a c o m p a ñ á n d o le con votos.
Yavé m a n d ó que un gran pez tragase a Jon ás,
y J o n á s estuvo en el vientre del pez tres días y
tres noches. D esde el vientre del pez J o n á s o ró a
Y avé d ic ie n d o : “ C la m é a Y avé en mi an gustia y
El m e a te n d ió ...” E n to n ce s Y avé dio o rd e n al
pez, el cual vom itó a J o n á s en la playa.
D e nu evo fue dirigida la p a la b r a de Y avé a
J o n á s en estos té rm in o s: “ Levántate, vete a Nínive,
la gran c iu d a d , a p re d ic ar lo q u e yo te in d icaré.”
J o n á s se p u s o en m a rc h a y se dirigió a Nínive,
c o n fo rm e a la o rden de Yavé.
N ínive era u n a ciu d ad e x tra o rd in a ria m e n te g ra n ­
de, de un re corrido de tres días. J o n á s com en z ó
a e n tra r en la ciu d ad , c a m in a n d o d u ra n te u n a j o r ­
n a d a y p r e d ic a n d o así: “ D e n tr o de c u a re n ta días
N ínive será d e s tru id a .”
Los ninivitas creyeron a D ios y o rd e n a ro n un
a y u n o y se vistieron de saco desde el m a y o r hasta el
m ás p eq u e ñ o . L legada la noticia al rey de Nínive,
éste se levantó de su tro n o , se qu itó el m a n to , se
vistió de saco y se sentó en la ceniza. Y h a s ta se
hizo p u b licar y a n u n c ia r en Nínive esta orden,
salida del rey y de sus m ag n a te s : “ H o m b re s y
bestias, g a n a d o m a y o r y m e n o r no p r o b a r á n b o ­
cad o, n o p a s ta r á n , no b e b e rá n agua. C ú b ra n s e de
saco los h o m b re s y los anim ales, y con to d a fuerza
clam en a Dios, y c a d a u n o se conv ierta de su
m ala c o n d u c ta y de las iniq uid a des de sus m anos.
Q uién sabe si D ios n o t o rn a r á y se a rrep e n tirá
y a p la c a rá el a r d o r de su cólera, de suerte que no
nos deje p erece r.”
Al ver D ios lo que hacían y c ó m o se h a b ía n
c o n v e rtid o de su m a la c o n d u c ta , tuvo c o m p asió n
de ellos y no llevó a c a b o el m al con el que los había
am enazado.
Pero J o n á s se afligió m u ch o p o r ello y se enojó,
y o ró a Y avé d icien d o : “ ¡Ah Yavé!, ¿no lo decía
yo ya c u a n d o estaba todavía en mi tierra? ¿Y no
fue p o r esto p o r lo q u e me ap resu ré a ir a Tarsis?
Sabía, en efecto, que tú eres un D ios clem ente,
m iserico rdio so y paciente, lleno d e co m p a s ió n y
p ro n to a arre p e n tirte del mal. A h o ra , pues, Yavé,
te suplico que me quites la vida, p o rq u e m ejor es
p ara mí m o rir que vivir.” Le dijo Y avé: “¿Crees
tener razón al e n o jarte?”
J o n á s salió de la ciu d a d y se estableció al oriente
de la m ism a, d o n d e se h izo una c a b a ñ a y se sentó
a su s o m b ra, h asta ver qué sucedía a la ciudad.
Yavé m a n d ó b r o ta r u na p la n ta de ricino, que
creció so b re J o n á s p a r a d a r s o m b ra a su cabeza
y librarlo así de su mal. J o n á s exp e rim en tó gran
alegría p o r aquel ricino. P ero al día siguiente, al
ra y ar el alb a, Y avé m a n d ó un g usan o , q u e picó
al ricino, el cual se secó.
Al salir el sol, D ios m a n d ó un viento sofo can te
del este. H e rida su ca beza p o r el sol, J o n á s se des­
vaneció. Luego exclam ó p id ien d o la m u erte : “ ¡M e­
j o r me es m o rir q ue vivir!” P ero D ios dijo a J o n á s :
“¿Crees tener ra zó n al enojarte p o r este ricino?”
R e s p o n d ió él: "Sí, tengo ra zó n de estar irritad o
hasta qu erer m o r i r .” Y Yavé le dijo: “T ú te afli­
giste p o r un ricino que no te ha c o s ta d o fatiga al­
guna, que no has hecho tú crecer, q ue en una
noche ha n ac id o y en u n a noche ha m u erto , ¿y
no voy a afligirme yo p o r Nínive, en la que hay
m ás de ciento veinte mil personas qu e no saben
distinguir su derech a de su izquierda, y u na gran
ca n tid a d de an im ales?” »

La ú ltim a escena, en q u e D io s y J o n á s solos d i a ­


logan frente a frente, d em u e s tra co n to d a claridad
que se tra ta de u n a n arrac ió n didáctica. R esulta En la ú lt i m a e s c e n a
e n tre D i o s y J o ñ a s
p alp ab le q ue esta escena no es u n apéndice o un
ll e g a la n a r r a c ió n
detalle más, sino el p u n to c u lm in an te de to d o el a s u p u n t o c u lm in a n t e .

escrito. La h u id a de J o n á s y los sucesos de Nínive


han sido descritos c o m o simples proleg ó m e n o s
p a ra p re s e n ta r el d iálog o tínal e n tre Y avé y el p r o ­
feta. Este diálogo es el q u e esclarece de verdad la
razón p o r la que el profeta huía de la presencia
de Yavé, y en este diálogo llegan a su fase decisiva
las diferencias que h ab ía entre J o n á s y Dios. A b re
el diálo go la terrible plegaria de Jo n ás, en o ja d o
p o rq u e D io s se co m p a d e c e de Nínive. La c o n d u c ta
de D ios le escandaliza, y afecta de lal suerte a su
existencia que prefiere m o rir a vivir. A la o ración
de J o n á s re sp o n d e al fin de la escena la gran c o n ­
fesión de Dios, el m ás larg o discurso d e D ios en
to d o el libro, d o n d e D ios justifica su m isericordia
con la ciu d a d de Ninive. E n tre a m b o s se intercala
el gracioso y sublim e episodio del ricino con la
breve p re g u n ta de Dios: «¿Crees tener ra zón al
en ojarte p o r este ricino?», que sirve de transición.

La m era o rd e n ació n de los elem entos indica ya


que ten em o s a n te los ojos un a escena ficticia y 105
artificiosa m ente co n s tru id a p a r a c a u tiv a r la a te n ­
ción del lector e instruirlo. P ero el sentido de to da
la tra m a n o lo d escu bre el lector con clarid ad h asta
el fin, al o b serv ar q ue el discurso de D io s ac ab a
con u n a p re g u n ta : «¿Y no voy a afligirme yo p o r
U n fe n ó m e n o s i n g u l a r : Nínive, la gran c iu d a d ...? » Si se tr a ta r a de un
• I lib r o d · J o n á s
a c a b a con una
libro histórico, co n pretensio nes de notificarnos
p re g u n ta . uno s hechos sucedidos, sería im p e rd o n a b le que
¿ Q u é ■ · s i g u e de a h í?
no nos c o n ta r a lo que fue luego d e J o n á s : si aceptó
la ra zó n de D ios, o si se q u e d ó en sus trece. El libro
de J o n á s no re s p o n d e a esta alternativa, deja p e n ­
dientes las d o s posibilidades, y a c a b a con una
p re g u n ta , d a n d o a e n ten d e r q u e en el fo n d o no
se tra ta de J o n á s , sino del lector del libro. A éste
es a quien in terp ela D ios, a él se dirige su pregunta.
Y así hay q ue co n c lu ir que, en últim o térm ino,
este J o n á s n o es el p ro fe ta histórico Jo n á s , sino el
lector ju d ío , personificado en un su pu esto actor.
El h a g ió g ra fo no tiene o tro p erso naje an te los
ojos. Y t r a t a de d e sa rm a rle y hacerle ver q u e D ios
es c o m p le ta m e n te d istin to de lo q u e se im agina.
Este c a rá c te r didáctico, q u e se tra n s p a re n ta a
lo largo de to d a la n a rra c ió n , ap a rec e con la m áx im a
claridad al a n a liz a r el episodio del ricino. D ios
po ne en m a rc h a con s u m o esm ero to d a u n a treta.
En el texto h e b re o se em plea tres veces el m ism o
giro: «y D ios m andó»... P rim ero, Y avé m anda
b ro ta r u n a p la n ta de ricino q ue pro teja la p o b re
c a b a ñ a de Jo n ás. J o n á s se alegra con este suce­
d á n e o de som brilla. P ero a p e n as crecida la planta,
D ios m anda un g u san o , q ue pica al ricino hasta que
éste se seca. El p o b re J o n á s q u e d a expuesto a la
insolación, n o tiene s o m b ra. P o r tercera vez, Dios
m anda un viento sofo can te del este. J o n á s , expuesto
a los efectos de la falta de cobijo, sufre u n a cefa­
lalgia.
106 Si nos fijam os en la rap idez con q u e el n a r ra d o r
c u e n ta t o d o ello y en c ó m o escenifica la p e q u e ñ a
tragedia c o n la p la n ta de ricino, el g u s a n o y el viento
del d esierto p a ra p o n e r en tensión el á n im o de Jonás.
tan sensible p rim e ro al beneficio y p o s tra d o in­
m e d ia ta m e n te p o r la ad versid ad, nos será difícil
su strae rn o s a la im presió n de q ue el a u t o r ha m o n ­
ta d o to d o el episodio con un gu iñ o disim ulado.
Pefo, p o r o tr a parte, el a u to r tra b a ja m u y en serio
y lo |o m a to d o m uy en serio, pues al p eq u e ñ o
sufrim iento de J o n á s c o n tra p o n e n a d a m en o s que
el gra n d o lo r d e D i o s 13: «T ú te afligiste p o r un
ricino, q u e n o te ha c o s ta d o fatiga a lg u n a ..., ¿y
n o voy a afligirme yo p o r Nínive, en la que hay
m ás de ciento veinte mil p erso n as q ue n o saben
d istingu ir su derecha de su izquierda, y u n a gran
c a n tid a d de animales?»
E stá c laro : La ú ltim a escena del libro de J o n ás
es u n a ficción n arrativ a, qu e proviene de las in ten ­
ciones d id ácticas del a u to r. Y lo m ism o ocurre
con el resto del libro. El gra n pez, p o r ejem plo,
dese m p e ñ a la m ism a función q ue la p la n ta de ri­
cino, el g u s a n o y ei viento del este: tiene q u e llevar
al J o n á s renu ente y recalcitrante a d o n d e D ios
quiere. T a m b ié n esta vez, c o m o al fin del libro,
leem os literalm ente: «Y D io s m andó un gran
p ez ...»
O tra o b servació n p on e tam b ién de m anifiesto
que el a u t o r de esta o b ra no tuvo intenciones de
re d a c ta r una historia, sino de d a r u n a lección. El El lib r o de J o n á s
t ip if i c a en s u m o g r a d o .
a u to r, en efecto, trab a ja m u ch o co n elem entos U n a p r u e b a m á s de que
típicos. Es significativo, p o r ejem plo, có m o in­ n o p re te n d e se r
una n o tic ia h is tó r ic a .
tro d u c e al rey asirio. N o m e n c io n a p a r a n a d a su
n o m b re y, a pesar de ser u n a n a rra c ió n tan c o n ­
creta, ap a rec e c o m o un p ersonaje desco lorido y sin
relieve; ni siquiera le llam a rey de A siría, c o m o es
c o s tu m b re en el A n tig u o T e sta m e n to , sino rey de
Nínive. E sto proviene, sin d u d a , de que el reino 107
L a p l a n t a d e r ic in o , el g u s a n o y el s o l i m p l a c a b l e s o n e le m e n t o s r e d a c -
c i o n a le s de la ú l t i m a p a r te de la n a r r a c ió n . L a h i s t o r i a d e J o n á s e s tá
ll e g a n d o a s i a su p u n t o c u lm in a n t e .
asirio es, p a ra el a u to r, algo p a s a d o , de m u y le­
ja n o s tiem pos. A d e m á s, el rey de N ínive no es
m ás q u e u n elem ento necesario p a r a la tensión de
la e s c e n a ; está to ta lm e n te fu e ra de la perspectiva
del a u t o r t a n to el referirse a u n perso n aje histórico
de Asiría, c o m o la p re tensió n de fijar un suceso
d e te rm in a d o y c o n c reto de la h istoria de Asiría.
O tro ta n to ha de decirse de la «gran ciu d ad de
Nínive». P ued e p ro b a rs e que Nínive n o era siquiera
la ciu d ad residencial de los reyes asirios en tiem pos
del p ro feta histórico Jo n ás, q u e vivió bajo Je-
ro b o á n II (787-747). R esulta, ad em ás, im posible,
según parece, q u e en aquel en ton ces p u d ie ra e n tra r
u n p ro fe ta de Israel en la capital asiría. P ero con
estas con sid eracion es no se hace justicia al a u to r
del libro de Jonás. A él n o le interesa n a d a la ciudad
histó rica lla m a d a Nínive. N ínive n o es p a r a él
m ás q u e el sím b olo del gran m u n d o del p a g a ­
nism o, p o d e r o s o y en m u c h o s aspectos fatídico.
El a u t o r n o p re te n d e h a b la r de las relaciones de
D io s co n N ínive, sino de las relaciones de D ios
co n los p aganos.
V em os, pues, q ue la figura de J o n á s es u na
personificación. R ep re s e n ta al lector ju d ío al que
se dirige el a u t o r del libro. Del p ro fela histórico
J o n á s no ha t o m a d o sino el n o m b re. N o m uestra
interés a lg u n o p o r la biografía del J o n á s real e
histórico. N o m en cio n a la ép oca de su m isión ; ni
m e n c io n a su patria, q u e la co n o c e m o s p o r el Se­
g u n d o L ibro de los Reyes 14, 25; ni siquiera le da
el título de «profeta». C u a n d o J o n á s se p resenta
a sí m ism o en el barco, dice sim plem en te: «Yo
soy h ebreo .» N o sin ra z ó n se ha p e n sa d o , por
tan to , q u e en la figura de J o n á s se ha sim bolizado
to d o el p u eb lo de I s r a e l 16: un p u eb lo que ca d a vez
se encierra m á s en sí m ism o ; q u e se o cu p a más
y m ás de sí solo; que declina la au té n tic a voluntad
L a c iu d a d de N in iv e es. de D ios y prefiere sus p ro p io s designios; q ue n o
an el r a la t o de J o n á s .
quiere c o m p re n d e r la v o lu n ta d de u n D ios que
el s í m b o l o d e l e n o rm e
y s in ie s tr o poder del desea la salvación de to d o s los p u eb lo s n o m en os
p a g a n i s m o . T o d o el l i ­
q ue la de Israel. A este Israel se dirige el a u t o r del
b ro d a J o n A s u t iliz a
del m is m o in o d o c if r a s libro de J o n á s y le p re sen ta un espejo d o n d e m i­
y s ím b o lo s .
rarse.
U n a vez d e c o n o c e r q u e la n a r ra c ió n de J o n á s
no es u n a c ró n ic a de sucesos históricos concretos,
sino u n a descripción s u m a m e n te in tuitiva de las
relaciones entre D io s e Israel, se p u ed e c a lib rar el
alcance de los detalles de la obra.
R eco rd em o s, p o r ejem plo, la pro fesió n de le
110 qu e hace J o n á s antes de ser a r ro ja d o al m a r : « A d o ro
a Yavé, D io s del cielo, que hizo el m a r y la tierra.»
S em ejante profesión de fe es. u n a c o n tra d icció n en
boca de u n a p erso n a q u e está h u y en d o de Dios.
J o n ás sabe y confiesa q u e Y avé ha cre a d o el m a r
y la tierra, y adm ite, p o r consiguiente, la o m n ip o ­
tencia y la o m n ip resen c ia de Dios. ¿C reerá tam bién
que p u ed e evadirse de D ios h u yen do en u na nave?
P ensém oslo bien: En un relato biográfico esto no
pasa ría d e ser una n o ta trágica del p ro feta histórico.
Pero, si se t r a t a de un escrito m e ra m e n te didáctico,
d o n d e J o n á s es el m ism ísim o Israel, to d o resulta
m ás p ro fu n d o . E nto n ce s hay una verdad in tu itiva­
m ente cristalizada: Israel posee un a profesión de
fe y sabe recitarla, p ero n o h a c a p ta d o , o no ha
q u erid o c a p ta r, el alcance y la trascend encia de
esa fe.
O b serv em os a h o r a o tro rasgo de la narración.
¡Con qu é d elicadeza y tacto a c tú a D io s p a r a que
J o n á s llegue a co m p re n d e rle y a com prenderse!
«¿Crees tener razón al en o jarte p o r un ricino?» Si
nos e n c o n tr á ra m o s ante un info rm e sobre a c o n te ­
cim iento s históricos, co n s ta ta ría m o s lo siguiente:
En aquel tie m p o D ios se p re o c u p ó de Jonás. ¡Y
n a d a más! P ero, si ?1 libro d e J o n á s es u n a n a r r a ­
ción did áctica, qu e tiene an te los ojos al lector
ju d ío c o n te m p o r á n e o , el sentido p ro p io de este
detalle n a rra tiv o es el siguiente: D io s se em p eñ a
p o r su Israel con to d a delicadeza y ainor, aun
cu a n d o Israel se a n q u ilo sa en sus m iras estrechas
y no q uiere escucharle.
R esulta p a te n te a través de este análisis que, sólo
to m a n d o en serio y con to d as sus consecuencias
el género literario de la n a rra c ió n , ca be p e n e tra r
en la a m p litu d y p ro f u n d id a d del libro d e Jonás.
G ra c ia s a u n a crítica radical de las fo rm a s no se
pierde n a d a de la sustancia de esta obra. Al c o n ­
trario, c o b r a n p leno vigor su im p o rta n c ia y su
a c tu a lid a d , e s tim u la n d o la rellexión y la acción de
lector.
Según la fo rm a , el libro de J o n á s se nos presentí
c o m o una n a rra c ió n didáctica. N o es un escrití
histórico ni un a biografía. Tiene, p o r el c o n tra rio
m u ch o s p u n to s de c o n ta c to con el género literaru
de las p aráb o las. C o m o una p a r á b o la , nos refien
u na historia c o n c reta e interesante, q u e n o pretend*
ser u n a noticia histórica y c u y a v erd ad ha de bus
carse en un p la n o m u y diferente. C o m o mucha;
o tras p a rá b o la s , el libro a c a b a con u na p re g u n ta
C ia n e a de un cacha­
lo te d e u n a s 65 t o n e ­ que ha de resolver el oyente m ism o, o el lector en
la d a s , c a p t u r a d o en el n u estro caso. Y si el a u t o r lo h u b iera querido , se
a A o 1 9 7 0 en M a d e ir a .
S a b e m o s por n o tic ia s
h ab ría a r r a n c a d o al final del libro la m á s c a ra de
de la é p o c a qu e en la n a r r a d o r neu tral, c o m o N a tá n a n te D avid, y hu-l
a n tig u a Joppe. hoy
J a lla , se c o n s e rv a b a n biera e x c la m a d o : «¡Oíd, señores y señ o ras d e Israel,
d e sd e t ie m p o s rem o­ q u e habéis leído esta h i s t o r i a : V osotros sois ese
to s lo s re sto s de un
c e tá c e o en o rm e . La Jonás!» P e ro el a u to r, p o r finura estilística, lo
f a n t a s i a del a u t o r del evita c u id a d o s a m e n te y a c a b a el libro con una
lib r o de Jonás pudo
h a b e rse in s p ir a d o en p re g u n ta d elicada y h u m o rista , puesta en b oca de
e s te a n im a l. Dios.
4. La saga dei sacrificio de Isaac

V a m o s a a n a liz ar a h o r a o tro género n a rra tiv o


de la Biblia. P ara ello, to m a re m o s c o m o ejem plo
el texto siguiente:

«Y acon te ció q u e después de esto quiso Dios


p r o b a r a A b r a h a m , y lo llam ó : "¡A b ra h am ! ¡A b ra ­
h a m !” Este re s p o n d ió : “ H e m e a q u í .” Y Dios le
dijo: “ T o m a a h o r a a tu hijo, el único que tienes,
al q ue t a m o am as, Isaac, y ve a la región de M o ria h
y allí lo ofrecerás en h o lo c a u s to en un m o n te que
yo te indicaré.”
Se lev antó A b r a h a m de m a d ru g a d a , e n a lb a rd ó
su asno , to m ó consigo dos siervos y a su hijo
Isaac; p a r tió la leña p a r a el h o lo cau sto y se e n c a ­
m ino h acia el lugar q u e D ios le había dicho. Al
tercer día, a lz a n d o los ojos, alca n zó a ver de lejos
A b ra h a m el lugar, y dijo a sus siervos: “ Q u e d ao s
aq uí con el asno , m ien tras el m u c h a c h o y yo su­
bim os arriba. H a re m o s ad o ra c ió n y después re­
gresarem o s a v o s o tro s .”
T o m ó , pues, A b ra h a m , la leña del ho lo cau sto
y la puso so b re el h o m b ro de su hijo Isaac. Después
to m ó en su m a n o el fuego y el cuchillo y se fueron
los dos ju n to s . Enton ces dirigiéndose Isaac a su
p adre, le d ijo : “ ¡Padre m ió!” El re s p o n d ió . “ H em e
aquí, hijo m ío .” “ Llevam os, dijo Isaac, el fuego y
la leña, pero ¿d ó nde está el co rd ero p a r a el h o lo ­
causto?» A b r a h a m re s p o n d ió : “ Dios se p rov eerá
de c o r d e ro p a r a el ho lo cau sto , hijo m ío ” , y co n ti­
n u a r o n j u n t o s el cam ino.
Llegados al lugar que D ios le había indicado,
levantó A b r a h a m un a lta r ; p re p a ró la leña y se­
g u id am en te a tó a su hijo Isaac, p o n ié n d o lo sobre
el a lta r en cim a de la leña. E x tend ió luego la m a n o
y to m ó el cuchillo p a ra in m o la r a su hijo. Entonces
el Angel de Y avé le llam ó desde el cielo y le dijo:
“ ¡A b rah am ! ¡A b r a h a m ! ” Este re sp o n d ió : ‘'H e m e
a q u í.” Y el Angel le d ijo : “ N o extiendas tu m a n o
sobre el m u c h a c h o , no le hag as m al algu no. Ya
veo que tem es a Dios, p o rq u e no me rehu saste tu
hijo, tu u n ig én ito .”
E n to n ce s alzó A b r a h a m los ojos y vio a sus es­
pald as un c a rn e ro tr a b a d o p o r sus cu ernos a un
La n a r r a c ió n del
m ato rra l. T o m ó el c a rn e ro y lo ofreció en h o lo ­
s a c r i f i c i o de I s a a c
acababa ca u sto en lugar de su hijo. A b r a h a m llam ó aquel
p r im it iv a m e n t e
lugar con el n o m b re de “ Y avé p ro v e e ” y p o r ello
en e s te p a s a je .
(Ver p á gin a 121.) aún hoy se dice: “ El m o n te Y av é p ro v e e .”
Luego llam ó el Angel de Yavé p o r segu nda vez
a A b r a h a m , y le d ijo: “ Ju ro p or mí m ism o, p a la b ra
de Yavé, que, p o r c u a n to has hecho esto y no me
has re h u s a d o tu único hijo, te colm aré de b e n d i­
ciones y m ultiplicaré ta n to tu descendencia, que
será c o m o las estrellas del cielo v c o m o la aren a
qu e h ay a la orilla del m ar, y tu estirpe poseerá
las p u e rta s de sus enemigos. P o r tu descendencia
serán b enditas to d as las n aciones de la tierra,
p o rq u e obedeciste mi voz.” '
Volvió A b r a h a m a sus siervos y se e n c a m in a ro n
hacia Berseba y h a b itó A b r a h a m allí» (G é n 22,1-19).

C o m o la h isto ria de Jo n ás, tam b ién ésta del s a ­


crificio de Isaac es u n a de las o b ra s m aestra s del
arte n a rra tiv o israelita. El especialista del A n tig u o
T e s ta m e n to , G e r h a r d von R a d , la califica con
ra zó n c o m o «la m ás abism al y la m ejo r lo g rad a
de to das las h istorias d e los P a t r i a r c a s » 17.
El tem a es in a u d ito y trem end o. ¡Qué o casión
tan p ro picia p a r a describ ir el e stad o aním ico de
A b r a h a m o d ra m a tiz a r el ú ltim o diálogo entre el
p a d r e y el hijo! D e hecho, el rela to n o resta un
ápice a la g ra n d eza singular del acon te cim ie n to ,
114 pero la n a rra c ió n se d esarro lla co n serenid ad y
sencillez. N o falta el d ra m a tis m o , p ero es un d r a ­ La h is t o r ia d el s a c r i ­
f ic i o de I s a a c e s utia
m atism o q u e n o apa rec e a flor de agua, sino que
s a y a . En l a s s a g a s de
acecha desde el tra s fo n d o , ocu lto en la escu eta y lo s P a t r ia r c a s so c o n ­
d e n s a n e x p e r ie n c ia s
sobria relación de los acontecim ientos. v i v i d a s por I s r a e l d u ­
H ay q u e leerlo sin p erd er detalle. El pasaje, p o r ra n te s i g l o s .

ejem plo, en q ue A b r a h a m ca rg a a Isaac co n la


leña del h o lo c a u sto , m ien tras él se encarga del
cuchillo y del fuego, p a r a q ue su hijo no se hiera.
O el o tro pasaje d o n d e, u n a vez que han llegado
a la cim a del m o nte, el a u to r describe to d o con u na
so rp re n d e n te m in u cio sid a d : «L legados al lugar que
D io s le hab ía indicado, levantó A b ra h a m un alta r;
p re p a ró la leña y seg u id am ente a tó a su hijo Isaac
p o n ié n d o lo sob re el a lta r encim a de la leña. E x ­
tendió luego la m a n o y to m ó el cuchillo p a ra in ­
m o la r a su hijo.» La n a r ra c ió n se to rn a ca d a vez
m ás lenta y c o r ta d a . N o dice u n a p a la b r a de lo
q ue p a s a b a en el c o r a z ó n de A b ra h a m , pero, en
verdad, to d o q u e d a d ich o co n la m era y uxtaposición
de las diversas acciones externas. T o d a la n a r r a ­
tiva bíblica ulterior se insp irará en las historias
de los P a tria rc a s del Génesis, e n tre las q ue destaca
la histo ria del sacrificio de Isaac p o r su belleza y
em otivid ad .
P ero ¿d ón de está la diferencia entre la n a rra c ió n
del sacrificio de Isaac y la n a rra c ió n de Jonás?
¿Se tra ta de dos n arrac io n e s del m ism o género o
pertenecen a dos géneros distintos? V eám oslo.

En el libro de J o n á s , la últim a escena p o n e cla­


ra m e n te de m anifiesto el carác te r d id áctico de la
n a rrac ió n . El d r a m a de la p la n ta de ricino, del g u ­
s ano y del viento del desierto se ha m o n t a d o con
la única in tención de p a r a n g o n a r co n viveza el
p eq u e ñ o sufrim iento de J o n á s c o n el gran d o lo r
de D ios. Al lector se le d espide con un a p re g u n ta
q ue él m ism o debe resolver.
N a d a de esto e n c o n tr a m o s en la historia del sa­
crificio de Isaac. A q u í la n a rra c ió n n o a c a b a con
u n a p re g u n ta , sino con u n a noticia final bien re­
d o n d e a d a : «Volvió A b r a h a m a sus siervos y se
e n c a m in a ro n hacia Berseba y h a b itó A b r a h a m
allí.» La n a rra c ió n p rete n d e, p o r consiguiente, re-
El r a l a t o d e l ferirnos u n d a t o de la vida de A b ra h a m . Q uiere
sa c r ific io d · Is a a c ofrecer historia. L uego verem os con m ás detalle
p re te n d e °
o f r e c e r n o s « h is t o r ia » , si po r «historia» h e m o s de e n ten d e r en este caso
P e r o ¿ e n q u i s e n t id o ? jQ ^ue j ^ y en ten d e m o s p o r tal. A h o ra no s c o n t e n ­
ta re m o s con q ue la n a r ra c ió n del sacrificio de Isaac
• p re te n d e ofrecernos «historia», m ira n d o re tro s ­
pectivam ente al pasa d o .
E sta m ira d a retrospectiva al p a sa d o ap arece
to dav ía con m ás c larid ad en la n o ticia q u e cierra
116 la p rim e ra p arte de la n a rra c ió n . Según ésta,
A b r a h a m e s u n a f ig u r a
h i s t ó r i c a . P e ro a l m i s ­
m a t ie m p o e s u n a id e a ­
liz a c ió n g r a n d io s a y
a r t í s t i c a de lo qu e I s ­
ra e l ha v iv id o a t r a v é s
de lo s s i g l o s .
A b r a h a m llam ó a aqu e l lugar « D io s provee» y
desde ento nces se le llam a así h a s ta el día de hoy.
P o r consiguiente, en u n a época a n tig u a se a d m itía
en Israel la co n ex ión e n tre la n a r ra c ió n y un lugar
d e te rm in a d o . Al n a r r a r esta h isto ria se rem itía al
oy ente a d ich o lu g ar: la h istoria del sacrificio de
Isaac estab a sin d u d a vin culada a ese m ism o lugar
y se tra n s m itía p o r trad ició n. P ero sea cual fuere
la relación en tre el lugar y la n a rra c ió n , ésta p e r­
tenece a u n a a n tig u a trad ic ió n , q u e se conserva y
se tra n s m ite c o n c ie n zu d am e n te . Lo m u e s tra la a c la­
ración del n o m b r e del lug ar «Y avé provee».
Y co n esto d esc u b rim o s u n a seg und a diferencia
respecto al libro d e Jo n ás. Este libro es re lativa­
m en te reciente. C o m o dijim os antes, N ínive y el
reino asirio son, p a r a el a u to r, cosas p asa d as, de
u n a re m o ta historia. L a n arrac ió n se c o m p o n d ría
e n tre el a ñ o 400 y el 200 antes d e C risto y sería
c o n sig n a d a p o r escrito n a d a m á s co m po nerse. P ued e
que algu no s m o tiv o s y elem ento s del libro de J o n á s
sean m ás antig u o s, p ero la n a rra c ió n en su u n id ad
y to ta lid a d es u n a co m p o sició n literaria. N o es
el estadio final de u n a h isto ria q ue se tran sm itió
p rim e ra m e n te p o r trad ic ió n oral.
El caso de la histo ria del sacrificio de Isaac es
distinto. T ien e que h a b e r sido an tiq u ís im a y, antes
de c o n sig n arla p o r escrito, se fue tra n s m itie n d o de
bo ca en boca d u r a n te m u c h o tiem po. H a y indicios
seguros de ello: Si p re scin d im o s de la frase i n t r o ­
d u c to ria («Y aco n te ció q u e d espués de esto») y la
final (« A b r a h a m h a b itó allí»), la n a r ra c ió n c o n s ­
tituye un to d o c o m p a c to y r e d o n d e a d o . T iene u na
disposición clara al princip io y u n final auténtico.
P ro v o c a u n suspense n a rra tiv o , q u e llega a su p u n to
c u lm in a n te y luego se disipa. Este es u n o de los
aspectos. P o r o tra p arte , la n a rra c ió n su p o n e c o ­
n o cido s ta n t o a A b r a h a m c o m o a Isaac. A h o ra
bien, si te n em o s en c u e n ta a m b o s aspectos, a saber:
qu e la n a rra c ió n con stituye un to d o u n itario y
c o m p a c to , y que, no o b stan te, se e n c u a d ra en un
m a rc o m ás am p lio (o sea, en un «milieu», en un
am b ien te d o n d e se c u e n ta n m u c h a s cosas de A b r a ­
h a m y de su familia), resulta claro que tenem os
an te los ojos u n a narración real, q ue p rim e ra m e n te
se tra n s m itió p o r tradición oral.
O tra diferencia respecto del libro de Jo n ás. En
esta o b r a se h a b la de un individuo. V im os que el
lector tenía q ue reconocerse a sí m ism o en la figura
de J o n á s y q u e Israel to d o en tero p od ía m irarse
en J o n á s c o m o en un espejo; pero la n a rra c ió n
m is m a se refiere a u n individuo. Su familia está
fuera de juego. Su p a s a d o y su fu tu ro no interesan.
, En la historia del sacrificio de Isaac o b se rv a m o s -
to d o lo c o n tra rio : aqu í el oyente, o el lector, se H i s t o r i a d el p u e b lo
en tera de un tro zo de la h istoria de Israel. P o rq^ u e di;0"10 hls,oria
a una familia.
lo q u e o c u rrió a A b r a h a m y a Isaac, es la historia
de los a n te p a s a d o s y, p o r ende, la historia de to d o
el p u e b lo q u e de ellos deriva.
. A n te to d o , la n a rra c ió n se configura precisam en te
en la ten sió n en tre un p a s a d o y un futuro. Los
oyentes c o n o c en el p a s a d o de A b r a h a m : no tiene
descendencia, D io s se la p ro m e te y nace Isaac.
P ero a h o r a resulta que tiene que sacrificarlo. ‘
P a ra el oyente ju d ío , este sacrificio es m u c h o m ás
terrible q u e un infanticidio o el h o lo c a u s to de un
niño. Es la c e rra z ó n del fu tu ro , la revocación de la φ
p ro m e s a y el a b a n d o n o definitivo de Dios. P ero
en el m o m e n to en q ue D io s d ispensa a A b ra h a m
del sacrificio de su hijo, la p ro m e sa q u ed a en pie
y el f u tu ro vuelve de nuevo a abrirse. D e esto
precisam en te hab la el Angel de D ios, con to d o d e ­
talle y en lógica consecuencia, c u a n d o llam a a
A b r a h a m desde el cielo p o r s egun da vez. La p r o ­
m esa en b o c a del Angel m u e s tra con to d a clarid ad 119
q u e en A b r a h a m se ju e g a el fu tu ro d e to d o Israel:
« P o r c u a n to has hecho esto y n o m e has re h u sad o
tu ú nico hijo, te c o lm aré de bendiciones y m u lti­
plicaré t a n to tu descendencia, q u e será c o m o las
estrellas del cielo y c o m o la aren a que hay a la orilla
del m ar, y tu estirpe p oseerá las pu erta s de sus
enem igos...»

En re su m e n : 1. La n a rra c ió n del sacrificio de


Isaac no pretende sólo ilustrar e instruir, sino
ofrecernos au tén tica historia. 2. E sta historia es
an tiq u ísim a y, antes de p o n erla p o r escrito, se
tra n sm itió largo tiem po p o r trad ic ió n oral. 3. P re ­
ten de referir en un fra g m e n to de la h istoria de la
familia de A b ra h a m un fra g m e n to de la historia
JüL p u eblo de Israel.
T o d o esto m u estra p a te n te m e n te q u e nos en ­
c o n tra m o s con un género literario co m p le ta m e n te
d istin to de la n a rra c ió n d idáctica del libro de Jonás.
A q uí se tra ta de u n a v e rd ad era historia. Se refieren
aconte cim ie n to s del pasad o.
Pero, p o r o tra parte, no es u n a h isto ria en el
sentido m o d e rn o d e la p alabra. El m ero hecho de
p re sen tar la historia de to d o un p u e b lo c o m o his­
to ria de la familia de los an tep a sad o s, a p u n t a ya
un a diferencia. A la ac tu a l histo rio grafía le está
v e d a d o el c o n d e n s a r los d estino s e n m a r a ñ a d o s y
co m p lejos de m u ch o s ind ivid uos en el destino de
un solo ho m b re.
H ay o tra diferencia p ro f u n d a respecto de la his­
toriografía m o d e r n a : En la n a rra c ió n del sacrificio
de Isaac, la historia d e un h o m b re y de un pueb lo
se concibe y se e xp on e casi exclusivam ente co m o u n a
historia con Dios. El h o m b re de hoy, q u e tra ta de
c o m p re n d e r la historia, se limita m eló d ica y co n se­
c u e n te m en te a las cau sas y a los sucesos de orden
p u ra m e n te in tra m u n d a n o . D io s no aparece en una
exposición histórica m o d e rn a , y m enos tod avía
eso de las p ro m esa s de Dios. E n c a m b io , to d a la
n arrac ió n del sacrificio de Isaac se refiere a la
p ro m esa , qu e D io s hace y revoca, al m en os en a p a ­
riencia, p a r a reiterarla definitivam ente.
T o d o ello es fru to de u n a experiencia real que
Israel ha vivido en el curso de su existencia y que
un día llegó a sedim entarse en el relato del sacrificio
de Isaac. Pero, bien enten d id o , se tra ta de u n a ex­
periencia de la fe, p a te n te ú n icam e n te a los ojos
del creyente.
O tra diferencia respecto de la histo rio grafía m o ­
d ern a consiste en que las experiencias históricas,
co n sig n ad a s en la n a rra c ió n del sacrificio de Isaac,
no se vivieron en un m o m e n to único de la historia
de Israel, sino que se extend ieron a través de los
siglos.
P a r a la exegesis del A n tig u o T e s ta m e n to es cosa El e x t ia c l o
m á s a n t iy u o
a d q u irid a desde hace tiem po que la raig a m b re de la n a r r a c ió n
histórico-religiosa de esta n a rra c ió n se h u n d e en del s a c r i f i c i o
de Is a a c .
las p ro fu n d id a d e s del p a s a d o de Palestina. P o rq u e
el uso de ofrecer a D ios el prim o g én ito , c o m o el
d o n m ás precioso, en los tie m p o s de necesidad y
a n g u stia es an tiq uísim o . C o n frecuencia se realizó
este sacrificio a consecuencia de un voto. Es muy
posible q u e a p a rtir de una d e te rm in a d a ép o ca se
sustituyeran sem ejantes votos co n el h o lo cau sto de
u n anim al. Esta sustitución o c o n m u ta c ió n se haría
m uy v erosím ilm ente en a lg u n o de los s a n tu ario s
disp u esto s p a r a ello. Es claro q u e en tre u n a época,
en q ue se sacrificaban a D ios los n iños c o m o su ­
p re m o d o n , y o tra p osterio r en que se s u p la n ta ro n
estos sacrificios con el h o lo c a u s to de los anim ales,
h u b o de m ed iar cierta experiencia religiosa, tuvo
que h a b e r un avance en el c o n o c im ien to de D io s:
D io s n o q uiere sacrificios h u m a n o s : quiere el c o ­
ra zó n del h o m b re , quiere la fe y la confianza del
ho m b re. Experiencias d e este tipo co nstituy ero n
los elem entos de esta n a rrac ió n .
P o r o tra p arte , en esta m ism a n a rra c ió n se han
d e p o s ita d o ta m b ié n experiencias de ép ocas muy
po sterio re s: la experiencia, p o r ejem plo, de que
D ios ha b en decido a Israel, le ha en g ran decido
y le ha o to rg a d o la tierra p ro m e tid a . E sta experien­
cia se tr a n s p a r e n ta en el seg u n d o discurso del Angel
de Yavé, discurso que, evidentem ente, se agregó
a la n a rra c ió n en u n a e ta p a p osterio r, c o m o cabe
colegir del hecho de q u e el Angel de Y avé apa rez ca
p o r s eg und a vez. L a n a rra c ió n prim itiv a te rm in a b a
con la frase «Y A b r a h a m llam ó aquel lugar c o n el
n o m b re de “ Y avé p ro v e e ” , y p o r ello a ú n h o y se
dice “ El m o n te Y avé p ro v e e ”».
C o n lo d icho no p re te n d e m o s h a b e r desvelado
to d a s las experiencias históricas q u e re z u m a n uestro
relato en sus diversas c a p as y sustrato s. H e m o s
visto q u e d e trá s de la n a rra c ió n está la experiencia
de una p ro m e s a hec h a p o r D ios, q u e luego revoca,
al m eno s en ap a rien cia , p a r a re iterarla definitiva­
m ente. Esta experiencia y m u c h a s otras, sin d u d a,
qu e Israel vivió de m o d o m u y co n c re to y sucesiva­
m ente a lo largo de los siglos, en m uy diversas épocas,
h an confluid o en la n a r ra c ió n del sacrificio de Isaac.
Pues bien, la cu estión está a h o r a en av e rig u ar a
qué género literario pertenecen textos c o m o éste,
q ue n a r r a n la h isto ria de un p u eb lo , p ero a base
de la h isto ria de u n in div iduo y de u n a sola fam ilia;
que reflejan las m últiples experiencias de to d o un
pu eb lo a lo largo de siglos, pero c o n d e n sa d a s en
un solo episodio d e c o r ta d u ra c ió n ; y que, final­
m ente, se tra n s m itie ro n d u r a n te largo tie m p o p o r
vía oral h a s ta q u e u n día fu e ro n c o n s ig n a d o s p o r
escrito. T ex to s de este tip o sólo p u e d e n designarse
con un gén ero literario: el d e las lla m a d a s sagas.
L a historia del sacrificio de Isaac es u n a saga.
La exegesis m o d e rn a em pica c a d a vez m ás el
co n c e p to de saga en sus análisis bíblicos, pero no
lo hace en el sentido negativo, despectivo o p e y o ­
rativo, q u e p o d ría tener en la m en ta lid a d de m uch o s
c o n te m p o r á n e o s nuestros. A juicio de éstos, la
saga sería un relato fantástico, p o c o m eno s que
in v en tad o en to d as y ca d a u n a de sus piezas. En
su sentido técnico, en c u a n to género literario, la D a l i n i c io n d a la s a g a
•n s e n t id u
saga es sencillam ente u n a n a rra c ió n q u e d u r a n te un
li f u i a n u y c u n d l i c o
largo p e r ío d o de tiem p o se tra n sm itió oralm ente,
(es decir, q u e realm ente se «co n tab a » ), y que c o n ­
servaba de g eneración en generación las vivencias
históricas de un pueblo, d e u n a trib u o clan. En las
vivencias así c o n ta d a s se identificaban las g e n e ra ­
ciones p o sterio res co n las anteriores.
E n este sentido son sagas casi to d as las historias
de los P a tria rc a s y mil o tras n a rrac io n e s del A n ­
tiguo T e s ta m e n to . Su verdad no se reduce sim ple­
m en te a la v erdad del hecho b ru to , externo, ni
ta m p o c o a u n a verd ad p u ra m e n te espiritual e in­
terna, c o m o en el libro de Jo n ás. E n tre líneas,
las n a rra c io n e s de los P atriarc as refieren historias
realm en te vividas, que, sin e m b a rg o , n o se identi­
fican al pie de la letra con la p u r a m aterialid ad
del relato. A b r a h a m , Isaac y J a c o b son personajes
históricos, pero al m ism o tiem p o sus figuras g ra n ­
diosas se n o s presen tan p o é tica m e n te in te rp re ta d a s
a través de lo q ue Israel h a vivido y exp e rim en tad o
a lo largo de los siglos, a sab e r: que D io s le ha
llam ado, escogido y g u ia d o ; q u e D io s es fiel a sus
prom esas a pesar de las deficiencias y apostasías
de Isra el; q ue D ios p u ed e co n d u c ir a su pueblo
por ca m in o s teneb ro sos, si bien to d o s ellos a c a b a rá n
por a lu m b ra rs e , tr a n s f o rm á n d o s e los sufrim ientos
en bendiciones. Israel h a in terio riza d o estas expe­
riencias m últiples que tuvo a lo largo de la his­
toria, en ellas se ha identificado y t o m a d o c o n ­
La baga
es una historia
q u e co n d e n sa
las experiencias
m ultiseculares
de u n p ueb lo

P o c o s s a b e n t o d a v ía ciencia de sí, y las ha e je m p lariz ad o en las historias


q u e la m o d e r n a
lit e r a t u r a tie n e
de los P a t r i a r c a s 18.
un c o n c e p t o p o s i t i v o La reflexión so b re las diversas fo rm a s del len­
d e la s a g a .
guaje h u m a n o n o s hace p re cisam en te re c o n o ce r en
la saga la fo rm a a d e c u a d a , acaso la única, ca p az
de recoger y p o n e r p o r escrito las experiencias dichas,
p a trim o n io vivencial de to d o un pueb lo. P o r eso,
el c o n c ep to de saga n o es negativo p ara las ciencias
bíblicas m o d e rn a s , sino un co n c e p to posilivo y
124 d ig n o de tenerse en cuenta.
5. L a rebelión de Absalón

T o d o c u a n to q u e d a d icho sobre las p ará b o la s,


las n arrac io n e s d idácticas y las sagas, n o debe in ­
d u cirn o s en a b s o lu to a p en sa r qu e la Biblia no c o n ­
tiene relatos históricos. E sto sería co m p le ta m e n te
falso. Siglos antes de H e ro d o to , el p a d re de la his­
to riog rafía occidental, la Biblia nos presen ta, p o r
ejem plo, la historia de la sucesión al trono de D avid
(2 S am 9-20; 1 R e 1-2), un g ra n d io s o m o delo de
historia con in fo rm acion es precisas y m u y d e ta ­
lladas. P u ed e considerarse c o m o u n a o b ra m aestra
sin p a r de la historiografía a n tig u a oriental, si
bien no la c o n se rv am o s en su prim itiva redacción.
La «h istoria de la sucesión al t ro n o de D avid»
fue, en efecto, e la b o r a d a p o s te rio rm e n te y e n c u a ­
d r a d a en lo q ue se ha llam ad o la o b ra histórica
d e u te ro n ó m ic a , que a b a rc a los libros del Deu-
te ro n o m io , d e Josué, de los Jueces, 1 y 2 de Sam uel
y 1 y 2 de los Reyes. V am o s a ex traer una p ág in a
de esta h isto ria tal c o m o nos la p resenta 2 Sam uel 15,
1-23. E n ella se nos refiere c ó m o el hijo de D avid,
A bsaló n , o rg anizó u na rebelión c o n tra su padre,
que se vio en un a de las situaciones m ás a p u r a d a s
de to d o su reinado.

« D e sp u é s de esto, A b saló n se p ro c u ró u n ca rro La r e b e lió n de A b s a -

y caballos y cin cuenta ho m b res q u e co rría n de- Ρ£ 9Γ ^


lante de él. A b s a ló n se levan ta b a p ro n to , se p o n ía s ¡ o n ai t r o n o de D a -

ju n t o al c a m in o que lleva a la p u e rta y c u a n d o un Vld)l


h o m b re tenía un pleito que lo llevaba ante el rey
p a ra el juicio, A b saló n lo llam ab a y le d e c í a : “¿De
qué ciu d a d eres tú?” El re sp o n d ía : " T u servidor es
de tal tribu de Israel.” E nto n ce s A b s a ló n le decía:
“ M ira, tu ca u sa es b u en a y ju s t a ; p ero no hay
quien te escuche de p a rte del rey.” Y co n tin u a b a
A b saló n : “ ¡Quién me constituyese p o r ju ez en el 125
país, p a r a que to d o s los que tuviesen un juicio i
un pleito viniesen a mí y yo les hiciese ju s tic ia d
Y c u a n d o alguien se a c erc ab a a él p a ra prosterj
narse a n te él, le ten d ía la m an o , lo t o m a b a y la
besaba. Así o b ra b a A b s a ló n co n to d o s los israelitas
q u e venían a ped ir ju stic ia al rey, y así ro b a b a el
c o r a z ó n de las gentes de Israel.
Al c a b o de c u a tr o años dijo A b s a ló n al rey:
“ P erm itid m e q ue vaya a H e b ró n a c u m p lir u n voto
que hice a Y avé, p u es c u a n d o estaba en Guesur,,
en A ra m , hice este v o to : Si Y avé m e hace volver
a Jeru salén, ofreceré a Y avé un sacrificio en He-^
b r ó n . ” El rey le r e s p o n d i ó : “ Vete en p a z .” Entonces}
él se levantó y p a r tió p a r a H e b ró n . «
A b s a ló n m a n d ó m ensajeros a to d a s las tribus
de Israel p a r a decir: “ C u a n d o oigáis el son id o de
la tro m p e ta , gritaréis: A b s a ló n reina en H e b r ó n . ”
D e Jerusalén h a b ía n ido con A b s a ló n d oscien tos I
h o m b re s in v ita d o s p o r él, q ue iban de b u ena fe,
sin sab e r nad a . A b s a ló n m a n d ó a b u scar a su p ro p ia
ciu d a d de G u iló a Ajitofel, guilotina, consejero de
D a v id , q u e estu vo con él m ien tras ofrecía el sa­
crificio. La c o n ju ra c ió n se hizo p o ten te, y los p a r ­
tidarios de A b s a ló n iban a u m e n ta n d o .
V inieron a in fo rm a r a D avid y le d ijero n : “ El
c o ra z ó n de to d a la gente de Israel se va tras A b ­
s a ló n .” E n to n ce s dijo D a v id a tod o s sus servidores,
L o s c e r e te o s y lo s pe- qu e esta b a n c o n él en Jeru sa lé n :' “ L ev a n ta o s y
gua*d?a h u y am o s, p o rq u e de o tro m o d o n o p o d re m o s es-
s o ld a d o s merecíanos c a p a r de A bsaló n . D a o s prisa a salir, no sea que
ap re su rá n d o s e él, no s s o rp re n d a , h aga ca er so bre
n o s o tro s el m al y pase la ciu d ad a filo de e s p a d a .”
Los servidores reales co n te s ta ro n al rey: “ P a ra
cua lq uie r cosa q u e elija mi señor, el rey, a q u í tienes
a tus siervos.” Salió, pues, el rey y to d a su casa
de trá s de él; pero el rey dejó diez c o n c u b in a s p a ra
126 g u a r d a r la casa. Salió, pues, el rey y to d o su p u eblo
en pos de él y se d etuvo en la últim a casa. T o d o s L a h i s t o r i a de la r e b e ­
lió n d e A b s a l ó n e s un
sus servidores estab a n a su lado. T o d o s los cereteos, c a p i t u l o de la c o m p le ­
los peleteos, los jeteos, que lo h a b ía n seguido desde ja « h is t o r i a d e la s u c e ­
s ió n a l tro n o de Da­
G a t, seiscientos h o m b re s m a rc h a b a n d elan te del v id » . U n o de lo s e n s a ­
rey. El rey dijo a ltai, el jete o : “¿ P o r q u é vienes y o s m á s g r a n d io s o s y
m á s a n t ig u o s de a u té n ­
tam b ién tú con n o sotros? Vuélvete y q u é d a te con t ic a h is t o r io g r a f ía en
el rey, p o r q u e tú eres extra n jero y ta m b ié n tu el A n t i g u o T e s t a m e n t a

estás exiliado lejos d e tu país. Llegaste ayer, ¿y te


haré a n d a r e rra n te con n o s o tro s , sin saber yo m ism o
d ó n d e voy? Vuélvete y lleva contig o a tus h erm a n o s,
y q ue Y avé hag a co ntigo m isericordia y fidelidad.”
ltai re s p o n d ió al rey en estos térm in o s: “ Vive Yavé
y v iv t mi señor, el rey, q u e el lu g ar o o n d e esté mi
señ o r, el rey, p a ra la m u erte o p a ra la vida, allí
e sta rá tu sierv o .” E n to n ce s D a v id dijo a lta i:
“ V ete, pues, y p a s a .” E lta i, d e G a t, p asó co n to d o s
sus h o m b res y to d a su fam ilia, que e sta b a con él.
T o d o el m u n d o llo ra b a a voz en grito. El rey
e sta b a en pie en el to rre n te C e d ró n , y to d o el
p u eb lo desfiló d elan te de él p o r el ca m in o q u e lleva
al d esierto » (2 S am 15, 1-23).

¿D ó n d e está la d iferen cia e n tre la n a rra c ió n de


los co m ien zo s de la rebelión de A b saló n y la del
sacrificio de Isaac? En p rim e r lu g ar d irem o s q u e la
h isto ria del sacrificio d e Isa ac co n stitu y e un to d o
u n ita rio , bien re d o n d e a d o y fácilm ente perceptible.
P rese n ta con c la rid a d su p u n to c u lm in a n te ; el d e ­
sa rro llo de la acción, a p e sa r de sus trasfo n d o s,
es sencillo y re c tilín e o : D io s d a u n a o rd e n , A b ra h a m
la a c a ta , y ya n a d a le h a rá d eten erse h a sta que D ios
re tira su o rd en .
E n el texto de la «sucesión al tro n o d e D avid»,
to d o es m uy d istin to . La n a rra c ió n im plica diversas
e ta p a s q u e envuelven m a y o r esp acio de tiem po.
A ntes de c o m e n z a r el re la to , se h a n c o n ta d o ya
m u ch as co sa s referen tes a D a v id y A b saló n , y,
tra s el ep iso d io de la reb elió n , p ro sig u e larg am en te
la n a rra c ió n sin so lu ció n de co n tin u id a d . Pues bien,
si, p o r u n a p a rte , el m ateria l es m ás a b u n d a n te ,
p o r o tra , tienen sus div ersas p a rte s m ay o r co n sis­
tencia y m ás relieve.
P a ra c o m p ro b a rlo , b asta la en u m eració n d e las
perso n as que e n tra n en escena. En la h isto ria del
sacrificio de Isa ac ten em o s a A b ra h a m , Isaac, dos
siervos y el A ngel de Y avé, que, en el fo n d o , es
el m ism o D ios. Los siervos d esem p eñ an un papel
d esc o lo rid o y sin relieve; Isaac m ism o está co m o
al m arg en , es sec u n d ario en cierto sen tid o . Los
p ro ta g o n is ta s que a c a p a ra n la aten ció n son D ios
y A b ra h a m . T o d a la h isto ria se desenvuelve en tre
los dos.
E n n u e stro tex to , p o r el c o n tra rio , vem os a dos
p erso n ajes, D a v id y A b sa ló n , q u e se e n fren tan
co m o p ro ta g o n is ta s idénticos. Ju n to a ellos vem os
tam b ién a un h o m b re co m o A jitofel de G u iló ,
u n o de los m ás p ru d e n te s con sejero s de D a v id , que
se p ro n u n c ia a fav o r del rebelde y, co m o lo m u estra
la c o n tin u a c ió n de la h isto ria, p o n e en extrem o
p elig ro la ca u sa de D avid. P ero n o es esto to d o .
E n c o n tra m o s en n u e stro tex to la m ención de un
g ru p o m ay o r de israelitas, cuyo c o ra z ó n « ro b a b a»
A b saló n , u n fa c to r an ó n im o , invisible, p e ro no
m enos im p o rta n te en la m a rc h a de los a c o n te c i­
m ien to s; se h a b la , ad em ás, de d o scien to s h o m b res
d istin g u id o s de Jeru sa lén , q u e d e ja ro n Jeru salén
p a ra a c o m p a ñ a r a A b saló n a H e b ró n y se u n iero n
a la c o n s p ira c ió n ; vem os, finalm ente, las tro p a s
co n q u e c o n ta b a D avid en el m o m en to de la re­
b elió n : los cereteo s y los peleteos (la g u a rd ia del
c u e rp o del rey) y el g ru p o bienvenido del e x tra n je ro
lta i. T o d o s esto s g ru p o s y p erso n as n o aparecen
en p lan d e c o ra tiv o , o co m o elem entos d e fo n d o ;
se los ve a c tiv a m e n te e n tra m a d o s en los a c o n te ­
cim ien to s, q u e en el c o n ju n to n a rra tiv o , son m u ch o
m ás co m p lejo s, m ás em b ro lla d o s y de m ay o r re­
lieve q u e en la h isto ria del sacrificio de Isaac.
Al d ecir q u e la n a rra c ió n de la sucesión al tro n o La n a r r a c ió n
de la s u c e s i ó n al t r o n o
d e D av id a b a rc a un espacio de tiem po m ucho de D a v id
m ayor, n o sólo no s referim o s al m ay o r n ú m e ro de se d e s e n v u e lv e
en un h o riz o n te
h ech o s en un tiem p o d e te rm in a d o , sino tam b ién p o litic o y s o c ia l
al p a n o ra m a p o lítico y social q u e nos ab ren a las c ir c u n s t a n c i a d o

p rim e ra s frases del texto (no p recisam en te fav o ­


rab les al rey), en que se indica la p rax is ju ríd ic a y
a d m in is tra tiv a d e D av id , nos m u e stra n claram en te
q u e la h isto ria — m u ch o m ás d iferen ciad a que en 129
En l a h i s t o r i a d e l s a ­ las sagas d e los P a tria rc a s— se c o n sid e ra ya com o
c rific io d* I s a a c s a
m e n c io n a n e l a s n o , la
el re su lta d o d e u n a c o m p lic a d a tra m a p o lític a y
le ñ a , el f u e g o , al c u ­ social.
c h illo y el c a rn e ro
co m o re q u is ito s « ló g i­
O tra d iferen cia re sp ecto a la n a rra c ió n del sa­
co s* d e la n a r r a c ió n . crificio de Isa a c : E n n u e stro tex to h ay u n a m u lti­
En c a m b io , m u c h o s d e ­
tu d de d etalles, q u e ejercen c ie rta m e n te su fu n ció n
t a l l a s d e la h i s t o r i a
d e la s u c e s ió n al tro n o en el p la n o n a rra tiv o , p e ro q u e so n «co n tin g en tes» ,
so n « c a su a le s » , es d e­
c i r . n o s a in f i e r e n d e l
casuales resp ecto a la m a te ria m ism a de la n a r r a ­
c o n te x to . ció n, o bien resp ecto al suceso h istó rico . U n ejem plo
nos h a rá ver lo q u e q u erem o s d ec ir: El asn o , la
leñ a, el a lta r p a ra el h o lo c a u sto , el cu ch illo , el
fuego y, fin alm en te, el c a rn e ro , q u e a p a re c e n en
la h isto ria del sacrificio de Isaac, son elem entos
«lógicos» d e la m a te ria n a r ra d a y re q u isito s m ás
o m enos necesario s d e la n a rra c ió n m ism a.
E n c a m b io , las n o ticias d e u n A b sa ló n , q u e p u d o
llev arse co n sig o a d o sc ie n to s h o m b re s d e Jerusaléni
a H e b ró n sin d ificu ltad alg u n a, o d e u n D a v id l
q u e p re cisam en te en to n ces h a b ía recib id o en la
ciu d ad a seiscientos m erc en ario s de G a t y q u e dejó
diez c o n c u b in a s en su p alac io p a ra q u e lo c u id a ra n ,
se refieren a d etalles c o n c re to s que p u d ie ro n h ab e r
o c u rrid o así o de o tro m o d o . C o m o hem o s dich o ,
los detalles tien en su fu n ció n d e n tro del p lan o
n a rra tiv o : q u e d o scien to s h o m b re s a c o m p a ñ a ra n
a A b sa ló n desd e Je ru sa lé n a H e b ró n sin dificultad
alg u n a, p o n e a las claras la a stu cia con q u e el re ­
belde tra m a b a el c o m p lo t; el ep iso d io d e los h o m b res
de G a t, c o n lta i a la cab eza, c o n tra s ta co n la infi­
d elid ad de A b sa ló n y en carece la a u té n tic a fidelidad
al tro n o ; y las diez c o n c u b in a s, d ejad a s en el p a ­
lacio, p a s a rá n luego a p o d e r de A b saló n y serán
d e sh o n ra d a s p o r é l... P ero , evid en tem en te, to d o
esto p u ed e h a b e r sido de o tro m o d o ta n to en la
re alid ad co m o en la n a rra c ió n .
O tra d iferen cia: H em o s visto en p ág in as a n te ­
rio res có m o se «tipifica» en la saga y, so b re to d o ,
en las n a rra c io n e s d id áctica s. L a figura de A b ra h a m
es, sin d u d a , h istó rica, p ero es tam b ién la c o n d e n ­
sació n d e las ex p eriencias d e fe vividas d u ra n te
siglos p o r el p u eb lo de Israel. Jo n á s es un h o m b re
en el q u e p u ed e reco n o cerse c u a lq u ie r israelita,
o to d o Israel, q u e huye de D ios, se en c ie rra en su
p ro p io a rb itrio y no persigue m ás que sus p ro p io s
planes. N ín iv e es el sím b o lo del p o d e r en o rm e,
sin iestro y e x tra n je ro del p ag an ism o .
E n n u e s tro tex to b rillan p o r su au sen cia las tip i­
ficaciones d e esta clase. C ierto , tam b ién D avid
será m ás ta rd e o b jeto de u n a tipificación. P ero en
n u e stro re la to n o se ha c o n v e rtid o to d a v ía en el
D avid p o sterio r. T a n to él, co m o los d em ás p e r­
sonajes q ue e n tra n en la h isto ria de la sucesión al
tro n o , p re se n ta n u nos ca ra c te re s bien perfilados
e in co n fu n d ib les, d escrito s con u n a clariv id en cia y
p recisión psico ló g icas que n o d ejan de aso m b ra r.
L a o b s e r v a c ió n de que ¡Qué ra u d a le s de luz a rro ja n sobre A b saló n las
A b s a l ó n s e hizo c o n un
c a r r o t ir a d o p o r c a b a ­
breves n o ticias del texto! A b saló n se p ro c u ra un
llo s . c a r a c t e r iz a co n c a rro y cin c u e n ta c a b a llo s: n o v ed a d in a u d ita y
fuerza y p r e c is ió n al
h ijo de D o v id . En a q u e ­
lujo esc an d alo so p a ra aq u e llo s tie m p o s; cin cu e n ta
l l o s t ie m p o s el t ir o de h o m b res co rren d e la n te de él c a d a vez q u e se p re ­
c a b a l l o s e ra en I s r a e l
u n lu jo n u e v o e i n a u ­
sen ta en p ú b lic o ; h a la g a al p u eb lo , m ezclándose
d ito . co n él; a p ro v e c h a las flaquezas de la a d m in istra ­
ción y la ju stic ia d av íd ica s; d u ra n te c u a tro añ o s,
n a d a m enos, esp e ra con p aciencia y sim ulación
to ta l, h a sta q u e se decide a d a r el golpe de estad o
(p a ra asesin ar a su h e rm a n o A m ó n h ab ía esp erad o
d u ra n te dos largos a ñ o s co n la m ism a fria ld a d y
132 astucia). Es la p rim e ra vez que en la lite ra tu ra
orien tal a n tig u a se lo g ra un perfil h u m a n o ta n H e b rb n e sta b a r e la t i­
v a m e n te c e r c a de J e r u ­
carac te rizad o .
s a lé n y era la a n t i g u a
L a d escrip ció n , m uy co n c reta, de los p erso n ajes c iu d a d r e s id e n c iu l d a
D a v id . T a m b ié n e ste
está en c o n so n a n c ia co n la no m en o s c o n c re ta de
d e t a lle re fle ja, en la
los lugares. El escenario d e los aco n tecim ien to s h is t o r i a de la s u c e s ió n
a l tro n o , un t r a s f o n d o
cam b ia c o n sta n te m e n te y siem p re está p e rfe c ta ­ g e o g r á fic o y p o lit ic o .
m ente lo calizad o : Jeru sa lén , H e b ró n , d e nuevo
.Icrusalén, la ú ltim a casa de la ciu d a d , el valle C e­
d ró n , la m arc h a en d irecció n al d esierto. De to d as 133
estas in d icacio n es geográficas to m em o s ú n icam en te
la de H e b ró n . A l m e n c io n a r esta c iu d a d co m o el
p u n to de p a rtid a de la rebelión, se oyen, co m o p o r
re so n an cia, o tra s c o s a s : H e b ró n es p re cisam en te el
p u eb lo n a ta l d e A b sa ló n y no es ex tra ñ o q u e sus
h a b ita n te s se p u sie ra n d e su p a rte . H e b ró n es,
ad em ás, la a n tig u a c iu d a d residencial de D av id ,
que la a b a n d o n ó p refirien d o Jeru sa lén , m uy p ro ­
b ab lem e n te p o rq u e la p o b la c ió n n o h a b la b a p re ci­
sam en te en fa v o r d e D a v id . N o fa lta n o tra s razo n es
p o r las q u e H e b ró n re su lta b a un bu en p u n to de
p a rtid a p a ra la re b e lió n : n o e sta b a m uy lejos de
J e ru sa lé n ; en co n secu en cia, q u isiéralo o n o , D av id
te n d ría q u e a b a n d o n a r un d ía Jerusalén. A dem ás,
era H e b ró n un lu g ar de cu lto y de p e re g rin a c io n e s:
la excusa fue p re cisam en te el c u m p lim ie n to de un
v o to en H e b ró n . ¡Buen pretexto! T o d o este p a ­
n o ra m a c o n te m p o rá n e o aso m a en el texto al m en ­
c io n a r la c iu d a d d e H e b ró n . ¡Q ué d iferen cia res­
p ecto a la N ínive del lib ro de Jo n á s o resp ecto al
lu g ar del sacrificio m e n c io n a d o en la saga del sa­
crificio de Isaac!
Y v engam os a la ú ltim a d iferencia. E n la h isto ria
del sacrificio d e Isa ac se oye en el m o m en to decisivo
la voz del A ngel de Y avé, q u e d a u n vuelco to ta l
al ac o n te cim ie n to . Y a al p rin cip io m ism o se dice
tam b ién : « D ijo D io s: T o m a a tu hijo u n ig én ito
Isaac, a qu ien ta n to quieres, vete al país de M o ría
y ofrécem elo allí en h o lo c a u sto en el m o n te que
yo te in d icaré.» D io s h a b la , pues, co n los h o m b res,
les d a ó rd e n es y les h ace p ro m esa s, in terv ien e de
u n a m an era visible y m ilag ro sa en los a c o n te c i­
m ientos terren o s.
S ería im p en sab le en la h isto ria de la sucesión al
tro n o de D a v id q u e D io s h a b la ra desde el cielo.
T a m p o c o o b ra m ila g ro s p a ra d irig ir la h isto ria.
T o d o c u a n to sucede a p a rec e esta vez a rtic u la d o en
una tra m a de ca u sas y efectos in tra m u n d a n o s .
H em o s visto el esm ero con q u e el a u to r in tro d u ce
en escena a las d iv ersas p e rso n a s y a los diversos
g ru p o s en sus co n stela cio n es sociales. ¡U n a d ife­
rencia decisiva resp ecto a las sagas d e los P a tria r­
cas! P a lp a m o s a q u í u n a h isto ria co n c eb id a co m o
h isto ria realm en te m undana, q u e es, ni m ás ni m enos,
el p re su p u e sto básico p a ra u n a a u té n tic a h is to rio ­
grafía!
Sin e m b arg o , ta m p o c o debe p asa rse p o r a lto que,
incluso en esta fo rm a d e h isto rio g ra fía bíblica,
to d o s los ac o n te cim ie n to s e stán a b ie rto s a D io s y
son d irig id o s p o r él. T am b ién a b a rc a y dirige la
h isto ria d e la sucesión al tro n o de D av id . E n n u estro
tex to n o lo vem os a p rim e ra vista, p ero en o tro s
p asajes, a n te rio re s y p o sterio re s, el n a r ra d o r in­
terc ala u n as breves o b serv acio n es p a r a m o s tra r que
D ios está en la raíz de to d o s los aco n tecim ien to s.
En 2 S am u el 11, 27, p o r ejem plo, tras el p ecad o
d e D a v id c o n tra U rías, e n c o n tra m o s esta frase en
a p a rie n c ia in sig n ificante: « P ero d e sa g ra d ó a Y avé lo
q u e D av id h a b ía h echo.» El lecto r q u e d a ad v e rtid o ,
o al m en o s en so sp echa, de que el crim en de D av id
no q u e d a rá im p u n e. E sto p ru e b a a las c la ra s que
el p u eb lo ju d ío no sabía de u n a h isto rio g rafía
p u ra m e n te u ltra m u n d a n a . D ios está siem pre p re ­
sente y a c tu a n d o en la h isto ria , y a b a rc a to d o a c o n ­
tecim ien to . A p e sa r d e to d o , salta a la vista la d i­
ferencia co n la saga del sacrificio de Isaac, y en
g eneral de los P a tria rc a s. E n este re la to se to m a en
serio la h isto ria com o re su lta d o de ca u sas m u n ­
d a n a s y se n o s p re se n ta co m o tal. A hí está el quid.
Si ec h am o s a h o ra un v istazo re tro sp ectiv o a lo El g é n e r o lit e r a r io
de la K tia rra c iO n
d ich o , n o p o d re m o s m en o s de c o n s ta ta r q u e la h is t ó r ic a » .
h isto ria d e la sucesión al tro n o d e D av id es u n a fo rm a
n a rra tiv a q u e m erece con to d a ra zó n el títu lo de
narración h istórica. E stam o s m uy lejos d e la saga. 135
DA VID

A jinoam Abigail M aac á Jaguit


1 1 1 1
A m n o n (asesinado Kilab A bsalón (tram a A donias (trama
p o r Absalón) de la usurpación) de la usurpación)

Abital Eglá Betsabé


1 1
Sefatias Yilream ^------------------------------------------ -
P rimogénito Salomón
m uerto (Sucesor en el trono)

La h i s t o r i a de la su ­ A quí ten em o s u n a h isto ria real con su tra m a de


c e s ió n a l t r o n o de D a ­
v id tie n e u n a in t e n c ió n
p erso n ajes individuales, de g ru p o s y de fuerzas
p o lític a co n c re ta: le ­ sociales, c o n su «ilógica», con sus co n tin g en cias y
g i t im a r la s u b id a de
S a lo m ó n a l tro n o .
ca su alid ad es. A h o ra bien, esta co n fig u ració n del
re la to es lo q u e co n stitu y e la fo rm a n a rra tiv a , que
llam am o s n a rra c ió n histórica.
Al llam arla así, n o se p re te n d e sugerir q u e o rig i­
n a ria m e n te fue, co m o la saga, o b jeto de u n a tra n s ­
m isió n o ra l, o sea, algo q u e vino «contándose».
C o n to d a seg u rid a d p o d em o s afirm a r q u e el re­
lato d e la sucesión al tro n o de D av id se c o m p u so
desde el p rin cip io co m o u n a o b ra literaria. Su a u to r
tu v o que ser u n p erso n aje cu lto de la c o rte de
S alo m ó n (h a cia 970-930 a. C .), testigo o cu lar sin
d u d a , p ero q u e d isp o n ía tam b ién de m ateria le s de
arch iv o y d e o tro s m u ch o s testim o n io s orales. Su
S itz im L eben es p ro b a b ilísim a m e n te el círcu lo de
d ig n a ta rio s y d e oficiales cu lto s del p alacio real,
q u e sentía un in terés sin g u lar p o r la h isto ria del
re in o to d a v ía recién fu n d a d o , co m o lo sentía
136 tam b ién p o r co leccio n ar y clasificar trad ic io n e s an-
teriores. H a y o tro s m u ch o s indicios de que esta
h isto ria d e la sucesión al tro n o de D av id perseguía
u n a in ten ció n p o lítica m uy c o n c reta, a sa b e r: le­
g itim ar la su b id a de S alo m ó n al tro n o de D avid.
E n to d o caso , es desde un p rin cip io u n a o b ra li­
teraria.
Si, a p esa r de to d o , h a b la m o s de narración h is­
tó rica, se d eb e a o tra razó n . A l p re se n ta rn o s u n a
h isto ria, el a u to r p u ed e tra ta r de un m o d o m ucho
m ás a b s tra c to los sucesos a que se refiere; puede,
a d istan cia, o rd e n a r y e n laz ar los hechos a su aire;
p u ed e p la n te a r cu estiones y se m b ra r reflexiones al
hilo de los hechos. E n tal caso n o se tra ta de una
p u ra n a rra c ió n : el re la to se a p ro x im a en to n ces a
un tratado. V am o s a a n a liz a r desde este p u n to de
vista el sig u ien te texto, q u e re la ta tam b ién u n a in ­
su rrecció n p o lítica. N o s referim os a la co n ju ra ció n
de C a tilin a c o n tra el E sta d o ro m a n o . Se tra ta de
u n a n a rra c ió n escrita 900 añ o s después q u e el re ­
lato de la reb elió n de A b saló n . C o rre sp o n d e al
c a p ítu lo 17 d e L a conjuración de C atilina, del his­
to ria d o r ro m a n o S alu stio (83-34 a. C .) 19:

«Así pu es, h acia las ca le n d as de ju n io , en el


co n su la d o d e L ucio C ésar y C ay o F ígulo, em pezó
p o r lla m a r in d iv id u alm en te a sus a d ic to s; e x h o rtó
a u n o s, so n d eó a o tro s; les dio a co n o c er sus re­
cu rso s, la in d efen sión del E stad o , las g ra n d es re­
co m p en sa s q u e p ro m e tía la co n ju ra ció n . E n te ra d o
suficientem ente de lo que q u ería saber, co n v o c a a
u n a re u n ió n a los m ás n ecesitad o s y audaces. A c u ­
d iero n a ella, del o rd en sen a to ria l, P u b lio L én tu lo
S u ra, P u b lio A u tro n io , L ucio C asio L o n g in o , C ayo
C etego, P u b lio y Servio, hijos de S ervio Sila, L ucio
V arg u n tey o , Q u in to A nio, M a rc o P o rcio Leca,
L ucio B estia, Q u in to C u rio . D el o rd e n ecuestre,
M arco F u lv io N o b ilio r, L ucio E statilio , P ublio
G a b in io C a p itó n , C ay o C o m e lio . A d e m á s m u ch o s
h a b ita n te s de co lo n ias y m u nicipios, p erso n ajes in­
fluyentes en sus tierras. H a b ía , p o r o tra p a rte ,
m u ch o s n o b les co m p licad o s, co n alg ú n m a y o r se­
c re to , en el p la n , y m o v id o s m ás bien p o r am b ició n
de p o d e r q u e p o r p o b re z a u o tra necesidad. P o r lo
d em ás, la m ay o ría d e los jó v en es, p ero p rin c ip a l­
m en te los d e clase n o b le, se m o stra b a fa v o rab le a
los p ro y e cto s d e C a tilin a ; te n ie n d o m edios p a ra
vivir sin tra b a ja r, en el lujo y la m olicie, p referían
lo d u d o so a lo c ie rto y la g u e rra a la paz. H u b o en
a q u e lla ép o c a q u ien es crey ero n q u e M a rc o L icinio
C ra so n o h ab ía ig n o ra d o la co n sp ira ció n . C o m o
C n eo P o m p e y o , a qu ien o d ia b a , ten ía el m a n d o
de un gran ejército, h u b ie ra q u e rid o C ra so que,
p a ra c o n tra rre s ta r su p o d e r, creciera el de o tro ,
q u ie n q u ie ra q u e fuese, y a la vez co n fia b a en que,
si la c o n ju ra c ió n triu n fa b a , le sería fácil co n v ertirse
en jefe d e los c o n ju ra d o s» ( S a l u s t i o , L a conju­
ración de C atilina, X V II).
E v id en tem en te, este tex to ta m p o c o es un tr a ­
tad o . T a m b ié n a q u í se n a rra . P ero ¡qué diferencia
e n tre esta n a rra c ió n y la d e la sucesión al tro n o
de D avid! ¡Qué artificio sa y co n sc ie n tem en te ro m p en
re ite ra d a s veces el hilo de la n a rra c ió n las reflexio­
nes y los ju icio s del escritor! In m e d ia ta m e n te , a
c o n tin u a c ió n del tex to c ita d o , viene un larg o ex­
cu rsu s so b re u n a c o n ju ra c ió n a n te rio r, en la q u e
C atilin a h a b ía c o la b o ra d o . Y en o tro s pasajes o b ­
servam os reflexiones d e S alu stio que llenan p á ­
ginas en teras.
E n c o m p a ra c ió n co n esta h isto ria la d e la suce­
sión al tro n o de D a v id es p u ra narración. N o s ofrece
h isto ria en hisLorias. Y lo m ism o o cu rre p o r d o ­
q u ier en la B iblia, in clu so d o n d e la h isto rio g ra fía ,
co m o en este caso , to c a su m ás alto nivel. Se n a rra
siem pre u n a h isto ria viva, in tu itiv a, c o n c reta, y el
n a r ra d o r d esap arece tra s la n a rra c ió n , lo que, desde
luego, tien e sus v en tajas y d esv en tajas.
D e sv e n tajas: la n a rra c ió n p u ra tiene que estilizar
siem p re la re alid ad . T iene q u e d ejar fu e ra de ju eg o
m u ch as cosas. T iene q u e sim plificar m u ch o . Sólo
in d ire c ta m e n te aso m a el ju ic io del a u to r. N o d a
cu e n ta de sus fu entes y d e la g a ra n tía de sus in ­
fo rm acio n es.
P ero sus in estim ab les ven tajas son el co lo rid o ,
la v iv acid ad , el d ra m a tism o , la c la rid a d in tu itiv a.
Es ca p a z d e c a p ta r al lecto r y h acerle p en sa r. Y,
so b re to d o , re su lta m uy difícil olv id arla. P ues lo
que dice, lo dice co n u n a d en sid ad y p ro fu n d id a d ,
q ue esc a p a n a u n tra ta d o p u ro .

6. C ró n icas co rtesan as y diarios de viaje

E n el tex to de la c o n ju ra c ió n de C a tilin a a rrib a


c ita d o h ay un p asaje en q u e se e n u m era u n a serie
de n o m b re s de p e rso n a s: « A c u d ie ro n a ella, del
o rd e n se n a to ria l, P u b lio L é n tu lo S u ra, P u b lio
A u tro n io , L u cio C asio L o n g in o , C ay o C etego,
P u b lio y Servio, hijos de S ervio Sila, L ucio V ar-
gu n tey o , Q u in to A nio, M arco P o rcio Leca, L ucio
B estia, Q u in to C u rio . D el o rd e n ecuestre, M a rc o
F u lv io N o b ilio r, L ucio E statilio , P u b lio G a b in io
C a p itó n , C ay o C o rn e lio ...»
La sim ple en u m eració n de esta escueta serie de Los lis tin e s t e le f ó n i­
c o * p e r te n e c e n a l g é ­
n o m b res h ace d e s ta c a r este p á rra fo del re sto del
n e ro lit e r a r io de la s
texto. E stas en u m eracio n e s se llam an «listas», que « l i s t a s » . En l a s l i s t a s
se o r d e n a n l a s p a l a ­
se c o n sid e ra n , no sin ra zó n , co m o un género lite­
b ra s da una d e t e r m i­
rario p ecu liar. E n n u estro caso, la lista de los c o n ­ n a d a m an e ra .

ju ra d o s c o n C a tilin a viene sin so lu ció n d e c o n ti­


n u id ad c o n el tex to , y es m uy po sib le q u e la h u b iera
co m p u esto el m ism o S alustio. E n tal caso la lista
no existía an tes. 139
iMÜUMfcJái

El F a raó n Ram ses II P ero n o fa lta n listas que existen aislad a m e n te ,


m a n d ó e s c u lp i r l i s t a s
de lo s t e r r i t o r io s por
c o m o fo rm a s a u tó n o m a s. R eco rd em o s los censos,
él c o n q u i s t a d o s en el los libros de d ireccio n es y de teléfonos, los d iccio ­
l ó c a l o d e u n a s c o lu m ­
nas e s ta tu a r ia s c o lo ­
n ario s, los re g istro s e in v en tario s. T o d o s estos d o ­
s a le s d el t e m p lo de c u m e n to s co in cid en en u n d e te rm in a d o o rd e n que
L u x o r.
g u a rd a n las p a la b ra s : esto es lo p ecu liar de u n a
lista.
El género de la lista n o sólo está m uy d ifu n d id o ;
es ad em ás a n tiq u ísim o . L o e n c o n tra m o s en los d o ­
c u m en to s escrito s m ás an tig u o s de la h u m a n id a d .
H ay listas de reyes, d e ciu d ad e s y p ro v in cia s ven­
cidas o su b y u g ad a s, de g u errero s, de fu n c io n a rio s
y de ob jeto s re g alad o s a un sa n tu a rio .
N a tu ra lm e n te , ta m b ién e n c o n tra m o s listas en la
B iblia, q u e a b u n d a en fo rm a s e stereo tip ad as. E s­
p ecialm ente en el A n tig u o T e sta m e n to se p re se n ta n
n u m ero sa s p ru e b a s de ello. P u ed e servirnos de
ejem plo u n a lista d e los alto s d ig n a ta rio s y fu n c io ­
n a rio s de D avid, q u e nos tra n sm ite el lib ro seg u n d o
140 d e S am uel 20, 23-26:
« Jo a b m a n d a b a to d o el ejército de Isra e l; Ba-
nay as, hijo de Jo y a d a , m a n d a b a a los cereteos y
p eleteo s; A d o n ira m era el in sp ecto r de las p re s­
tacio n es p erso n ales, y Jo sa fa t, hijo de A jilud,
c ro n ista . S usa era secretario , y S ad o c y A b ia ta r,
sacerd o tes. Ira , de Ja ir, era tam b ién sacerd o te de
D av id .»
E sta lista de fu n c io n a rio s es, en to d o caso, m uy
a n tig u a . P ro v ien e de la época de D av id o de S a­
lo m ó n . Y p rim e ra m e n te existió co m o u n a u n id ad
in d ep en d ien te. Siglos m ás tard e la in c o rp o ra ría el
a u to r de la o b ra h istó rica deurteronóm ica. L o m ism o
o c u rre co n la lista que ab re el c a p ítu lo 13 de los
H ech o s d e los A p ó sto les. En este caso n o se tra ta
ya de u n a lista de fu n c io n a rio s, sino de los d iri­
gentes de la co m u n id a d de A n tio q u ía en tiem pos
de san P a b lo :
« E n la iglesia de A n tio q u ía h a b ía p ro fe ta s y E je m p lo de u n a « l i s t a »

d o c to re s: B ern ab é y S im ón, el llam ad o N ig er; “ u¿ eTe,


L u cio de C ire n e ; M an a h em , h e rm a n o de leche de
H e ro d es, el te tra rc a , y S anio» (A ct 13, 1).
T am b ién esta lista es a n te rio r a la o b ra a la
q u e se h alla a c tu a lm e n te in c o rp o ra d a . El a u to r de
los H ech o s de los A p ó sto les la e n c o n tró ya co n fec­
c io n a d a y la co lo có en el lu g ar ad e c u a d o de su o b ra
h istó rica.
E s c la ro q ue las listas, ta n a n tig u a s y o riginales
co m o las citad a s, co n stitu y en u n a au té n tic a m ina
p a ra los h isto riad o re s. N o s d a n m ás q u e m eros
n o m b res. A través de los n o m b res recogidos y
tra n sm itid o s co n esm ero se ab re to d o un p a n o ra m a
h istó rico . La lista, p o r ejem plo, de 2 S am uel 20
a rro ja valio sas luces sobre el régim en a d m in istra tiv o
de D av id , y la de los H ech o s 13, 1 n o s p re se n ta un
esq u em a d e la e s tru c tu ra de la p rim itiv a iglesia an-
tio q u e n a : N o h a b ía to d a v ía en ella un o rd en ins­
titu c io n a l con u n o b ispo al frente d e la co m u n id ad 141
y un colegio d e p re sb íte ro s y d iá c o n o s; la c o m u ­
n id a d era reg id a p o r p ro fe ta s y d o cto re s, o sea, poi
carism ático s.
El g é n e r o l i t u a n o Ín tim a m e n te e m p a re n ta d o c o n el g én ero lite­
da la « c iá n ic a » .
ra rio de las listas está la cró n ic a. P o rq u e , en cierto
sen tid o , tam b ién la c ró n ic a es u n a lista. N o p reci­
sam en te, c la ro está, d e p e rso n a s y d e cosas, p ero ,
sí, de sucesos y d a to s q u e se co n sig n an con la
m áx im a co n cisió n p o sib le, casi siem p re re p a rtid o s
en p e río d o s d e tie m p o regulares. Si los ac o n te ci­
m ien to s se co n sig n a n c a d a d ía, ten em o s los d ia rio s;
si de a ñ o en a ñ o , los an u a rio s, o m ejo r a ú n , los
an a le s (del latín a n n u s = añ o ).
El gén ero lite ra rio d e la cró n ic a es tam b ién a n ­
tiq u ísim o . E n las a n tig u a s co rte s o rien ta le s, se
ju z g ó o p o rtu n o desd e m uy an tig u o a n o ta r a m o d o
de c ró n ic a los ac o n te cim ie n to s m ás im p o rta n te s
de u n a ñ o d e g o b ie rn o o de re in a d o , o bien d e to d o
u n re in a d o . E stas cró n ic a s se co n se rv a b a n ju n to
co n las listas y los d o c u m e n to s en u n arch iv o o
registro. A d e m á s, los g ra n d e s sa n tu a rio s , q u e eran
in stitu cio n e s estata le s, llevaban su p ro p ia cró n ic a
y ten ían su p ro p io archivo.
N a tu ra lm e n te , n o fa lta n cró n ic as oficiales d e este
F ra g m e n to s
d e c r ó n i c a s e n el género en el p a la c io d e D av id y de sus sucesores.
A n tig u o T e s t a m e n t o . E l A n tig u o T e s ta m e n to m en cio n a tres cró n ic as
del tiem p o de los reyes. H u b o u n « lib ro d e los hechos
d e S alo m ó n » (o sea, u n a c ró n ic a c o rte sa n a de
S a lo m ó n ); u n « lib ro de los hechos d e los d ías de
los reyes de Israel» (o sea, u n a c ró n ic a c o rte sa n a
del re in o del N o rte ); y u n « lib ro d e los hech o s de
los reyes d e J u d á » (o sea, u n a c ró n ic a c o rte sa n a
del re in o del S ur). P o r desg racia, n o n o s h a n llegado
n in g u n a d e estas tres cró n ic as. P e ro el a u to r d e la
o b ra h istó rica d e u te ro n ó m ic a in c o rp o ró u n a p a rte
de ellas a su re la to , o al m en o s las utilizó en ex­
142 tra c to s. V am os a c ita r a q u í u n o d e esto s e x tra cto s
de la « C ró n ic a de los reyes de Israel». Se refiere
a E la, q u e re in ó en el re in o del N o rte p o r los añ o s
886-885:
«El a ñ o veintiséis d e A sa, rey d e Ju d á , em pezó
a re in a r E la, hijo de B asa, so b re Israel, en T irsa,
re in a n d o d o s añ o s. C o n sp iró c o n tra él su sú b d ito
Z im ri, jefe de la m ita d d e los c a rro s d e g u erra.
H alláb ase en T irsa, b eb ien d o y e m b ria g a d o , en
casa d e A rsa , p re fec to del p alac io de T irsa , c u a n d o
irru m p ió Z im ri, lo a c o m e tió y lo m a tó , en el a ñ o
veintiséis de A sa, rey d e J u d á , re in a n d o él en su
lugar. A p e n a s se sen tó co m o rey en el tro n o , ex­
te n , a ó to d a la casa d e B asa, n o d eján d o le v aró n
ni de los p arie n tes o am igos. D estruyó, pues, Z im ri
toda la casa de Basa, conform e a la palabra que
Yaué había pronunciado contra Basa, p o r m edio del
pro feta Jehú, po r causa de todos los pecados de Basa,
y p o r los p ecados de Ela, su hijo, los que ellos com e­
tieron, y los que hicieron com eter a Israel, irritando
a Y avé, D ios de Isra el, con sus ídolos. E l resto de
las g esta s de E la y cuanto hizo está consignado en
el libro de los anales de los reyes de Israel» (1 R e 16,
8-14).
C u a lq u ie ra q u e lea este tex to co n aten c ió n p e r­
cibe en seg u id a su gén ero lite ra rio pecu liar. N o se
tra ta d e u n a m e ra n a rra c ió n . El tex to recoge d a to s
y hech o s d e un p ro lo n g a d o esp acio d e tiem p o y los
p re se n ta sim p lem en te u n o tra s o tro . E n p rim e r té r­
m ino d a la fecha en q u e co m en zó a re in a r E la (p a ra
lo q u e se sirve d e la cro n o lo g ía del rey q u e c o n te m ­
p o rá n e a m e n te g o b ie rn a el re in o del S ur). L uego
m en cio n a el n o m b re del rey, d espués el de su p ad re,
a c o n tin u a c ió n el lu g ar de su residencia, y ad em ás
la d u ra c ió n d e su rein ad o . A ñ a d e lo s d a to s del
d e s tro n a m ie n to del rey a m an o s d e u n o de sus
jefes m ilitares; p ero , p ro p ia m e n te h a b la n d o , estos
d a to s no se n a rra n , sin o q u e se co n sig n an c o n u n a es­
tilización so b ria, su cin ta. Es un texto q u e pude
p erfec ta m e n te h a b e r e sta d o tal cual en la «C rónicí
de los reyes d e Israel».
E la b o ra c ió n u lte rio r P ero vienen luego u n as frases (las hem os sub
da u n a c ró n ic a .
In te rp re ta c ió n
ra y ad o ), q u e p re se n ta n u n a e stru c tu ra m uy disi
te o ló g ic a d a lo s tin ta . Y a n o d a n n o ticias, sino la in terp re tació r
h ac h o a h is tó ric o s .
teológica de los hech o s co n sig n a d o s: los funestoi
sucesos acaecid o s al rey, a su fam ilia y am igos
fu e ro n u n castigo d e D ios p o r la id o la tría de Eli
y d e su p ad re. Y avé h a b ía a m e n a z a d o p rev iam en u
con este castigo m e d ia n te el p ro fe ta Jehú. Y coi
esta explicación, las noticias, so b riam en te con·
sig n ad as u n a tra s o tra , e n tra n en la esfera religiosa1
de la cu lp a y del castigo. L a h isto ria p ro fa n a queda
a b ie rta a D io s y se to rn a tra n sp a re n te . C o n se­
g u rid a d cabe afirm a r q u e este en fo q u e teológico de
u n o s hechos h istó rico s esc u etam en te m encionados
no p ro ced e de la c ró n ic a c o rte sa n a . F ue, sin d u d a
in te rp o la d o p o r el a u to r d e la o b ra h istó ric a deu-
tero n ó m ica . E n el ú ltim o versículo, finalm ente, el
a u to r cita la fu en te de d o n d e h a to m a d o la noticia,
y a ñ a d e q u e esta fuente co n tien e m ás d a to s sobre
el rey E la: «El resto d e las gestas d e E la y c u a n to
hizo está co n sig n a d o en el lib ro d e los an a le s de
los reyes de Israel.»
En el A n tig u o T e sta m e n to hay u n a serie de textos
p arecid o s, d o n d e se co n sig n an los hechos, u n o
tras o tro , d e la fo rm a m ás co n cisa posible. T o d o s'
estos textos hem o s de c o n ta rlo s en tre los p e rte n e ­
cientes al gén ero lite ra rio de la cró n ica. P ero ¿hay
tam b ién cró n ic as en el N u e v o T estam e n to ?
La re sp u esta es sencilla y su m am en te ilu stra ­
tiv a: En los E vangelios, al m enos, n o h ay nin g ú n
texto de este género. Al p arecer, las c o m u n id a d e s
n eo te sta m e n ta ria s no m o s tra ro n el m en o r interés
p o r escribir u n a c ró n ic a de la vida d e Jesús. La
144 ra zó n está a la vista. H em o s d ich o q u e la cró n ic a
0 · la c s c u d a d · « s c r i ­
tiene un co n te x to h istórico-existencial, un S iiz im bes d el t e m p lo y del
Leben, m uy d e te rm in a d o : las esc rib an ías y los a r­ p a la c i o re a l p r o c e d ie ­
ro n n u e v o s g é n e r o s y
chivos del p alacio real, o bien de los sa n tu a rio s. fo rm a* li t e r a r i a s : l a s
P resu p o n e , p o r co n sig u ien te, unas in stitu cio n e s q u e li s t a s , la c ló n i c a , el
g é n e r o s a p i e n c i a l. En
tienen tra s sí u n larg o p a sa d o y cu e n ta n co n u n a la f ig u r a , un e s c r ib a
larg a h isto ria en el fu tu ro . A h o ra bien, no era éste c o r t e s a n o de la « q u in ­
ta d i n a s t í a » de E g i p t o
el ca so d e las p rim itiv a s co m u n id ad e s cristian as. (Lou vre . P a r ís ) D e l m i s ­
E stas no po seían arch iv o s oficiales. N o ten ían sa n ­ mo m odo t r a b a j a r ía n
lo s f u n c i o n a r i o s de S a ­
tu ario s, y m en o s to d a v ía u n sa n tu a rio cen tral. lo m ó n an la p r á c t ic a
T a m p o c o c o n ta b a n con un p a sa d o oficial. T o d a de su arte .
su h isto ria se red u cía a la p red icació n y a la a c tu a ­
ción salvíficas de Jesús. P ero , bien m irad a s las cosas,
esta h isto ria no c o n stitu ía p a ra los p rim ero s cris­
tia n o s un p a sa d o , sino u n p resen te vivo en la p a la b ra
y en el sac ram en to . Ellos no esp e rab a n , desde luego,
un fu tu ro te rre n o ; vivían en la esp e ran z a y en la
ex p ectació n de la p ró x im a vuelta d e Jesucristo.
C o m u n id a d e s que viven y creen así, no necesitan
arch iv o s ni cró n icas. N o es, p o r ta n to , ex tra ñ o que,
a u n q u e las co m u n id a d e s cristian a s se o c u p a b a n
de C risto , no escrib ieran cró n ic as oliciales.
En el N u e v o T e sta m e n to e n c o n tra m o s sólo u n a
cró n ic a p riv ad a , cuyo o b jeto n o es ta m p o c o la
vida de Jesús, sino cierto s ep iso d io s de los viajes
m isio n ero s de san P ab lo . E sta c ró n ic a se halla en
la seg u n d a p a rte de los H echos de los A póstoles.
C ita re m o s a q u í un p á rra fo sin g u larm en te elocuente.
C o m ie n za co n la p a rtid a de san P ab lo y de sus
c o m p a ñ e ro s a M ileto. P o co an tes se describe el
en c u en tro co n los an c ia n o s de la c o m u n id a d de
E le s o :
A l g u n a s p e r i c o p a s de « C u an d o nos a rra n c a m o s de ellos, n o s e m b a r­
lo s v i a j a s m is i o n e r o s
de s a n P a b lo a p a r e c e n ,
ca m o s y fuim os d erech o s a C os, y al d ía siguiente
en lo s H e c h o s de lo s a R o d as, y de allí a P á ta ra . A llí nos e n c o n tra m o s
A p ó s t o l e s , en lo r m a de
un d i a r i o de v ia je .
u n a nave que iba a F en icia; su b im o s a ella y p a r ­
tim os. Al d a r vista a C h ip re, d e já n d o la a la izq u ierd a,
n avegam os h acia S iria y d ese m b a rca m o s en T iro ,
p o rq u e allí la nave te n ía que d ejar la carga. Allí
e n c o n tra m o s a lo s 'd is c íp u lo s ; p e rm a n ecim o s co n
ellos siete días. E llos, m ovidos p o r el E sp íritu ,
d ecían a P ab lo q u e n o subiese a Jeru salén . Y c u a n d o
p a sa ro n aq u e llo s d ías, p a rtim o s. N o s a c o m p a ­
ñ aro n to d o s, con sus m ujeres y n iñ o s, h asta fuera
de la ciu d ad . N o s p u sim o s de ro d illas en la playa,
o ra m o s, nos d esp ed im o s m u tu a m e n te y subim os a
la nave, y ellos se volvieron a sus casas. N o so tro s,
146 te rm in a n d o la n av e g ació n ,‘fu im o s de T iro a T ole-
m aid a, d o n d e salu d am o s a los h erm a n o s y nos
q u e d a m o s un día con ellos. A l día siguiente p a rtim o s
p a ra lleg ar a C esarea. E n tra m o s en casa de F elipe,
el ev an g elista, u n o de los siete, y nos q u ed a m o s
con él. T e n ía éste c u a tro hijas vírgenes, q u e p ro ­
fetizab an . C o m o p erm a n ecim o s con él m uchos
d ías...» (A ct 21, 1-10).
T a m p o c o este texto es u n a n a rra c ió n . Se tra ta
m ás bien, co m o en la cró n ic a de 1 R eyes 16, de u n a
re ta h ila d e fechas y hechos, co n sig n ad o s u n o tra s
o tro d e la fo rm a m ás concisa posible. S ólo q u e el E le m e n t o s e s t i l í s t i c o s
de lo s d i a r i o s de v ia je .
esq u em a en q ue están artic u la d o s, no c o rre sp o n d e al
p e río d o de un a ñ o , sino d e un día. El estilo es el
de un d ia rio de viaje, p o ste rio rm e n te e la b o ra d o ,
d o n d e se van v ertien d o de tiem p o en tiem p o (no
día a d ía) su cin tas a n o ta c io n e s p a ra lijar en la
m em o ria los in cidentes m ás im p o rta n te s de un
largo viaje. En un d ia rio de este tipo se co nsignan
las estacio n es y las p a rtic u la rid a d e s del c a m in o ;
se a n o ta el tiem p o in v ertid o en c u b rir u n a d istan cia
d e te rm in a d a ; se a p u n ta el tiem p o de la estan cia
en un lu g ar d e te rm in a d o ; se escriben los n o m b res
de los h u ésp e d es; se m en cio n a n los lu g ares d o n d e
las cosas h an m a rc h a d o m ejo r o p e o r; y, en fin,
se señ alan los ac o n te cim ie n to s e x tra o rd in a rio s que
n o se q u ieren olvidar.
C asi to d o esto es lo q u e se o bserva en n u estro
texto. L as estac io n es o escalas del viaje son C os,
R o d as, P á ta ra , T iro , T o lem aid a y C esarea. N o
faltan los detalles del c a m in o : A C os se navegó
en trav e sía d ire c ta , d e ja n d o a C h ip re a ia izq u ierd a.
E n tres lugares se a n o ta n la d u ra c ió n de las eta p a s:
D e M ileto a C os, d e C o s a R o d a s y de T o le m a id a
a C esarea e m p le a ro n los v iajeros sen d o s d ias. D e
C esarea el a u to r re c u e rd a ex p resam en te el n o m b re
del h u ésp e d : era la fam ilia del d iá c o n o F elipe.
R esp ecto a T iro y T o le m a id a dice p o r lo m enos
que p a sa ro n la n o ch e co n los h erm a n o s en la fe.
C o n sig n a co n esm ero la tie rn a d esp e d id a de T iro .
E n tre los a c o n te cim ie n to s sin g u lares refiere q u e los
m iem b ro s de la c o m u n id a d de T iro ac o n sejaro n
in sisten tem en te a P ab lo que no p a rtie ra a J e ru ­
salén.
V em os, pues, en el esp acio d e u n a línea el cú m u lo
C a ra c te rís tic a d d g é ­ re la tiv a m e n te g ra n d e de hechos m en cio n a d o s co n
n e r o l i t a r a r i o d e la c r ó ­
so b ried a d y en serie, q u e es lo q u e p re cisam en te
n i c a : m e n c ió n d a h a ­
c h o · e n «I ¡ a d a p a n d iM - ca ra c te riz a al g én ero lite ra rio de la cró n ica. P a ra
t a i , q u a a o u a m p ie a n
d e te c ta r este gén ero , im p o rta asim ism o o b serv ar
c o m o h il o d a umi n a ­
rra c ió n . si los d a to s m e n c io n a d o s son capaces de su b sistir
aislad o s, es decir, si n o se u tilizan co m o hilo de
la n a rra c ió n . P o r ejem p lo , al m en cio n a r a las hijas
del d iáco n o F elipe, se dice q u e p o seían el d o n
de profecía. T ra s sem ejan te d a to esp e raría m o s n o r­
m alm en te en u n a n a rra c ió n q u e alg u n a de las hijas,
o to d a s ellas, se p u siera n a d e m o s tra r su a iris m a .
148 E sto n o sucede en n u e stro caso. Se n o m b ra n a si­
m ism o p u n to s d e escala, de p a ra d a y llegada, en El hacho da qu· *1
a u t o r d a lo s H a c h o s da
los q u e n o sucede a b so lu ta m e n te n ad a. E n u n a
lo s A p ú s t o l a s p i a s a n t i
n a rra c ió n n o se c ita n lu g ares q u e n o sean escenario a lg u n a s p a ilc a p a s an
la f o r m a d a un d ia r io
d e u n a acció n o d e u n suceso real. T o d o , en fin,
d a v ia j a , n o i m p l i c a n a -
m u e stra q u e en el tex to en cu e stió n n o hay u n a c a s a r ia m a n t a q u a al
a u to r m is m o fu a ra
n a rra c ió n p ro p ia m e n te d ich a, sino u n a enum eración.
c o m p a ñ e r o d a v ia j a d a
N o s e n c o n tra m o s, p o r co nsiguiente, co n noticias, s a n P a b lo .

n o co n un g én ero n a rra tiv o , y las no ticias nos llegan


en la fo rm a d e u n d ia rio d e viaje.
¿C ó m o se c o m p u so este d ia rio de viaje? ¿C óm o
se llegó a esta fo rm a lite raria , q u e ap arece tam b ién
en o tra s p á g in a s de los H ech o s de los A póstoles?
¿F u e c o n te m p o rá n e o d e san P a b lo el a u to r de los
H echos? ¿Le a c o m p a ñ ó en a lg u n o de sus viajes,
a n o tó los sucesos m ás im p o rta n te s e in c o rp o ró sus
a p u n te s al lib ro de los H e ch o s d e los A póstoles?
T al fue d u ra n te m u ch o tiem p o la o p in ió n re in a n te
e n tre los exegetas del N uevo T estam e n to .
P e ro p o co a p o c o saliero n a luz las dificultades
que im plica esta hipótesis. C o n o cem o s, en efecto,
co n m u ch a e x a c titu d — p o r n o m e n c io n a r sino la
dificultad p rin cip a l — el cariz de la teología p au lin a
a través de las c a rta s del m ism o san P ab lo . A h o ra
bien, la im agen q u e de la teología p au lin a reflejan
los H ech o s d e los A p ó sto les difiere ta n to de la q u e
n o s o tro s c o n o c em o s d irec tam en te, q u e no re su lta
n a d a fácil im ag in arse q u e su a u to r fu e ra un c o m ­
p a ñ e ro p erso n al d e P ab lo . El libro de los H echos
p arece m ás bien c o n sid e ra r a san P a b lo co m o a un
g ra n m isio n ero del p a sa d o . Si la exégesis m o d e rn a
a n d a a tin a d a en esta o b serv ació n , las p eríc o p as de
los H ech o s de los A p ó sto les en fo rm a de u n d ia rio
de viaje n o p u ed e n p ro v e n ir del m ism o a u to r que
el re sto de la o b ra , o bien el d ia rio d e viaje no es
de un c o m p a ñ e ro p erso n al de san P ab lo . P o r esta
ra z ó n su p o n e n a lg u n o s a u to re s q u e el a u to r d e los
H echos h a b ría co n o c id o un d ia rio de viaje escrito
p o r alg ú n c o m p a ñ e ro real de san P ab lo , lo h a b ría
u tiliza d o c u id a d o sa m e n te y luego h a b ría in c o rp o ­
ra d o a su o b ra al pie d e la le tra las p a rte s q u e le
in tere sa b an .
P ero ta m b ién esta h ip ó tesis adolece d e c o n si­
d erab les dificultades. Si fu e ra v erd ad era, ca b ria
esp e rar q u e la fo rm a d e d ia rio de viaje o c u p a ra , sin
so lu ció n de c o n tin u id a d , o tra s m u ch as p á g in a s de
la seg u n d a p a rte d e los H echos. P ero esto es ju s ­
ta m e n te lo que n o o cu rre. S ólo u n o s peq u eñ ísim o s
p á rra fo s p re se n ta n la fo rm a estricta d e u n a noticia.
Y , so b re to d o , en cierto s p asajes relativ o s a los
viajes y lab o res m isio n e ras d e san P ab lo hay tales
lag u n as de in fo rm a c ió n , q u e d ifícilm ente p u ed e n
explicarse en un a u to r q u e d isp o n e de un d ia rio
de viaje a la h o ra d e c o m p o n e r su o b ra.
P a ra o b v ia r estas d ificu ltad es se h a lan za d o
ú ltim am e n te u n a te rc era so lu c ió n 20: Si los H echos
de los A p ó sto les son la o b ra c o m p u e sta p o r un ¿C ó m o lle g a r o n a lo s
H e c h o s d a lo s A p ó s t o ­
c ristia n o de la era p o sia p o stó lic a , q u e no co noció le s la s p e r ic o p a s ca-
p e rso n a lm e n te a san P ablo, es de p e n sa r que reco ­ r a c t e r Í 2 a d a s p o r su f o r ­
m a de d ia r io de v iaje ?
gió las n o ticias y las trad ic io n e s q u e c irc u lab an E n saya de u n a nueva
so b re san P ab lo . Le seria, p o r ejem plo, su m am en te s o lu c ió n .

fácil o b te n e r, p o r escrito o v erb alm en te, las n o ticias


relativ as a los viajes m isio n ero s d e san P ab lo . C o n ­
s u lta n d o a sus c o m p a ñ e ro s a ú n vivos, recogería
c ierta c a n tid a d d e m ateriales d e m uy diverso valor,
claro está, y h asta cro n o ló g ic am en te dispersos. En
tal ca so , el a u to r d e los H echos sería q uien dio a
su m ateria l la fo rm a de un d ia rio de viaje en aquellos
p asajes en q u e d isp o n ía d e m u ch o s detalles, o en
los q u e c o n ta b a con n o ticias de los testigos oculares.
Así a rtic u la b a estu p e n d a m e n te los d a to s, al m ism o
tiem p o q u e in fu n d ía al lector la con fian za en los
te stim o n io s d e p rim e ra m a n o q u e utilizab a.
N o no s to ca d ecid ir a h o ra cuál de las tres so lu ­
cio n es e sb o z a d a s es la a tin a d a , o la m ás p ro b a b le .
Sea cu al fu ere la génesis de la fo rm a de d ia rio de
viaje, q u e o b se rv a m o s en a lg u n a s pág in as d e los
H e ch o s de los A p ó sto les, nin g ú n h isto ria d o r pasa
p o r a lto la riq u ez a de los valiosísim os inform es que
en c ie rra n p re cisam en te d ich as p artes.

7. El prendimiento de Jesús

E n el a p a rta d o p reced en te hem os h a b la d o de


los g én ero s lite rario s n a rra tiv o s e in fo rm ativ o s: ¿ P o r qu é no o fra c a
al N u a v o T e s t a m e n t o
listas, cró n ic as, d ia rio s d e viaje. H a q u e d a d o
u n a c r ó n ic a
c la ro q u e estos g éneros revisten especial v alo r a de la v id a da J e s ú s ?

los o jo s del h isto ria d o r. E n to n ces, p o d em o s p re ­


g u n ta rn o s : ¿P o r q u é la B iblia n o nos d a m ás n o ­
ticias en esta fo rm a? ¿P or q u é el N u e v o T e sta m e n to ,
en p a rtic u la r, n o c o n tien e n in g u n a cró n ic a sobre
la v id a de Jesús, n in g u n a c ro n o lo g ía c la ra de su
e n tra d a en la v ida pú b lica, n in g u n a lista de los
lu g ares en q u e predicó? Y so b re to d o : ¿P or q u é el
N u evo T e sta m e n to n o p ro p o rc io n a n o ticias p re ­
cisas so b re los aco n te cim ie n to s m ism os? ¿P o r qué
m u estra tan p o co in terés p o r estas cosas?
El p r e n d im ie n t o de J e - H em os a n tic ip a d o ya u n a re sp u esta a estas in­
a i s , que n a rra M a r c o s ,
te rro g a n te s: la Iglesia p rim itiv a no tuvo interés en
c o n t ie n e u n a s e r ie de
d e t a lle s h is t ó r ic o s . cró n ic as e in fo rm es, p o rq u e , no c o n ta n d o en a b ­
S i n e m b iir g o , el r e la t o
so lu to co n un largo fu tu ro , no p o d ía p re o c u p a rse
t r a s c ie n d e la m e ra i n ­
f o r m a c ió n o n o t ic ia , de o b jetiv ar el p asa d o . E sta re sp u esta es a tin a d a ,
p o r q u e t r a t a de in t e r ­
p ero n o suficiente. C o n v ien e a q u ila ta rla , co m o
p r e ta ! el a c o n t e c im ie it
to a la luz de la fe. v am os a h acer en efecto, fiján d o n o s u n a vez m ás
en u n ejem p lo co n c reto . Se tra ta de M arco s 14,
43-52, q u e n o s h ab la de la p risió n d e Jesús.
« A ú n e sta b a h a b la n d o (Jesús), c u a n d o llegó
Ju d a s, u n o d e los d oce, y co n él u n a g ra n m u ltitu d
co n esp a d as y p alo s, de p a rte de los pontífices, de
los escrib as y de los an cian o s. F.l tra id o r h ab ía d a d o
esta señ al: “ Al q u e yo bese, ése es; p re n d ed lo y
co n d u c id lo bien se g u ro .” A p e n as llegó, se le acercó,
y d ijo : “ ¡M aestro !” , y le besó. E llos le ec h aro n
m an o y le p re n d ie ro n . P ero u n o d e los presentes
sacó la e sp a d a, h irió al siervo del pontífice y le
c o rtó la oreja. T o m a n d o Jesús la p a la b ra , les d ijo :
“ ¡H abéis salido a p re n d erm e co m o c o n tra un
la d ró n , c o n esp a d a y palos! ¡T odos los días estab a
co n v o so tro s en se ñ an d o en el tem plo y n o m e
prendisteis! P ero es p a ra q u e se c u m p la n las E s­
c ritu ra s .” T o d o s lo a b a n d o n a ro n y hu y ero n . U n
jo v e n , c u b ie rto sólo co n u n a sá b a n a , seguía a
Jesús. Le ec h a ro n m a n o ; p ero él, s o lta n d o la sáb a n a,
se escap ó d esn u d o » (M e 14, 43-52).

¿Q ué p e n sa r de la fo rm a de este texto? L lam a en


p rim e r lu g ar la aten ció n la p resencia d e cierto s
elem en to s q u e se e n c u a d ra ría n p erfec ta m e n te en
el g én ero de u n relato in fo rm ativ o , es decir, en u n a
escu eta relació n de los hechos o rd e n a d o s uno tras
o tro . Si los alin eam o s en serie, o b te n d re m o s el
siguiente esq u em a:
1. A p a rece de rep en te Ju d a s y con él u n a tu rb a
a rm a d a .
2. Ju d a s se acerca a Jesús, le salu d a co n el tér­
m in o « R ab b i» y le besa.
3. L a tu rb a que h a venido c o n Ju d a s p re n d e a
Jesús.
4. U n o de los p resen tes saca la e sp a d a y hiere
a un c o n tra rio en la oreja.
5. L os d iscíp u lo s huyen.
6. U n jo v en , so lta n d o la sá b a n a con q u e iba
c u b ierto , huye d esn u d o .

E stos hechos, so b ria m e n te fo rm u lad o s, pu ed en


c o n stitu ir sin m ás un in fo rm e. T al in fo rm e refle­
ja ría incluso lo c a ra c te rístic o de to d o aco n tecer
h istó rico re al: la co n tin g en cia y la ca su alid ad de
los sucesos. En la re alid ad , las cosas no o cu rren
con u n a c o h e ren c ia sim ple, co m o a m a ñ a d a de
a n te m a n o : siem pre sobreviene u n im previsto, algo
que sale p o r la tan g en te , cosas, en su m a, q u e la vida
m ism a real in v en ta co n su m o v im ien to y sus so r­
presas. O bsérvense, desde este p u n to de vista, los
ep iso d io s 4-6 de la lista, q u e refieren, sin d u d a,
sucesos sim u ltá n e o s: los am ig o s y co n o c id o s de
Jesús h u y e n ; sólo u n o p ien sa en la d efen sa y desen ­
vaina la e s p a d a ; u n jo v e n huye d esn u d o . T o d o s
estos ep iso d io s reflejan el b aru llo y la co n fu sió n
del m o m en to . S on típ ico s d e las situ acio n es p a re ­
cidas. Es tam b ién significativo q u e n o se aclare
qu ién echó m a n o a la e sp a d a : ¿un discípulo?,
¿cóm o se llam ab a? D a d o q u e era d e n o ch e y re in a b a
la o sc u rid a d , n ad ie p o d ía sab er a ciencia cierta
cóm o se h a b ía d e s a rro lla d o efectivam ente to d a la
escena.
El ep iso d io del jo v e n q u e huye d e sn u d o c o n c u e rd a
perfec ta m e n te co n el c a rá c te r c o n tin g e n te y acci­
d e n ta l d e los aco n te cim ie n to s. A p esa r d e la g ra ­
vedad de la situ ació n , n o deja de te n e r su rib ete c ó ­
m ico, ra z ó n , sin d u d a , p o r la q u e lo o m itiría n los
d em ás E vangelistas. ¿Q ué te n d ría q u e d ecir se­
m ejan te ep iso d io en u n a h isto ria de la salvación?
P ero episodios así so n los que fo rm a n la tra m a de u n a
h isto ria real. L a v ida es siem p re u n a m ezco lan za
de razo n es y sin razo n es, de cosas sen satas e in sen ­
satas, serias y rid icu las, im p o rta n te s y b aladíes.
M ira n d o en el c o n ju n to de la escena, el episodio E l e p i s o d io d el jo v e n
q u e h u y e d e s n u d o tie n e
del jo v en d e sn u d o es tan in trasce n d en te co m o el s u rib e te c ó m ic o ; p ero
hech o de q u e la nave en que v iajab a san P ab lo c o s a s de e ste t ip o s u n
p r e c is a m e n t e la s qu e
av a n z ó según su ru m b o d e ja n d o C h ip re a la iz­ e n tran en la h is t o r i a
q u ie rd a . Este, y no o tro , es el cariz q u e p re sen tan c o n s u s i m p r e v is t o s y
c a s u a li d a d e s .
los hech o s, c u a n d o nos lim itam o s a n o tificarlo s con
precisió n y e x a ctitu d . P o d em o s, p o r ta n to , afirm a r
q u e los ep iso d io s que sirven de base a n u estro texto,
se p re s e n ta n d ó cilm en te al reflejar el p re n d im ien to
de Jesú s en la fo rm a de u n a n o ticia in fo rm ativ a.
Y d a n d o un p aso m ás en n u e stro análisis, deb em o s
re c o rd a r q u e el tex to de san M arco s a p e n as ha
su frid o , en su so b ried a d , las am p liacio n es p ro p ia s
d e las ley en d as cristian as, am p liacio n es q u e c o m e n ­
z a ro n m uy te m p ra n o en el seno d e la trad ic ió n
evangélica. N o p asó m u ch o tiem p o sin q u e los
c ristia n o s q u isieran sab e r qu ién fue el n o m b re que
dese n v ain ó la esp ad a. Se re sp o n d ió que fue uno 155
d e los A p ó sto les, y c o n c re ta m e n te san P e d ro
A p iic a c io n t s U g a n d a (Jn 18, 10). Se q u iso sab e r ta m b ién el n o m b re del
p h í i ó ñ 'd e ^ J e i ú * * · ^ ¡a siervo del su m o sac erd o te —aq u el a qu ien le cor-
t r a d i c i ó n e v a n g é lic a , ta ro n la o re ja — , y se av erig u ó q u e se llam ab a
M aleo (Jn 18, 10). N u e v a p re g u n ta : P ero ¿qué
o re ja le c o rtó P e d ro al p o b re h o m b re, la izq u ierd a
o la derecha? P ues la d erech a (Le 22, 50). ¿Y es
p o sib le q u e Jesús a b a n d o n a ra al m a lh e rid o en el
m onte? R e sp u e sta : ¡D e n in g u n a m anera! Jesús se
la c u ró al in sta n te (Le 22, 51). Y, c la ro , h ab ía
que sab e r tam b ién qué d iría Jesús a Ju d a s c u a n d o
éste le besó p érfid am en te. ¿C ó m o iba a q u ed a rse
callad o ? Le re sp o n d ió , pues, y «le d ijo : Ju d a s,
¿con un beso e n tre g as al hijo del hom bre?» (Le 22,
48).
T o d o s estos detalles son am p liacio n es p o ste ­
rio re s, q u e n o e ra n p re cisam en te difíciles d e in ­
v en tar. N o los e n c o n tra m o s en san M a rc o s y, en
el m ejor de los casos, son m ás recientes q u e el
p rim e ro d e los E vangelios. E n c o n tra ste , ch o c an
la so b ried a d y la o b jetiv id a d co n q u e escribe san
M a rc o s, y n o s h ac en p e n sa r q u e el esc rito d e éste
está m ás p ró x im o a los ac o n te cim ie n to s reales.
U n a vez m ás p o d e m o s afirm a r q u e se d a n , en
este caso , to d a s las co n d icio n e s fa v o rab les a la
red acció n d e u n in fo rm e au té n tic o . C o n el m a ­
terial c o n sig n ad o se p o d ía co n fecc io n a r fácilm ente
u n a lista de fechas y d a to s , sin m ás arreg lo s q u e la
cru d eza de los hechos. P ero no es así. N o ten em o s
un in fo rm e p ro p ia m e n te d ich o . L a n a rra c ió n del
p re n d im ien to de Jesús n o es u n a n o ticia, u n re la to
in fo rm ativ o . N o lo es en n in g u n o d e los E v an g e­
listas, ni siq u iera en san M arco s. Se tra ta , p o r el
c o n tra rio , d e u n a n a rra c ió n d irig id a a c a p ta r el
a c o n te cim ie n to en p ro fu n d id a d , e ilu m in a r su tras-
fo n d o , a hacerlo c o m p re n d e r a la luz de la fe.
156 La sim ple frase «El tra id o r h a b ía d a d o esta se-
nal» re b asa el p u n to de vista d e un m ero testigo
y a p u n ta a u n a s m aq u in ac io n e s previas. El térm in o
«el tra id o r» es u n a v alo ra ció n m an ifiesta, co m o lo
es ta m b ién la frase « Ju d as, u n o de los D oce».
P a ra c o m p re n d e rla , el lector necesita co n o c er de
a n te m a n o to d o lo q u e el E vangelio h a d ich o en
p á g in a s a n te rio re s acerca d e los D o c e: su fam ilia­
rid a d c o n Jesús, y las p ro m esa s q u e éste les h ab ía
hecho. P u es bien, u n o de ellos es p recisam en te qu ien
le traic io n a . L a so led ad de Jesús re sa lta así viva­
m en te. N i los m ás ín tim o s le co m p re n d iero n .
O b serv em o s asim ism o la co m p o sició n e sm erad a U n a n a r r a c ió n
c u a li f i c a d a ,
q u e d e la ta n o tra s afirm acio n es d e la seg u n d a p a rte c o m p u e s t a a b a s e de
del re la to . « U n o d e los p resen tes sacó la esp a d a» : h e c h o s a is la d o s .

acció n c o m p le ta m e n te a b su rd a e ineficaz con la


q u e c o n tra s ta la p a la b ra serena y re p o sa d a de Jesús
a sus enem igos. Y re su lta que esta p a la b ra , d irig id a
a los enem igos, viene a ser co m o la señal de fuga.
H a s ta el m o m e n to q u e d a ro n los d iscíp u lo s com o
p a ra liz a d o s. S ólo después d e q u e h a b la Jesús, se
hace referen cia a la h u id a : E n to n ce s « to d o s lo
a b a n d o n a ro n y h u y eron». El ep iso d io siguiente,
ún ico , sirve ev id en tem en te p a ra c o n c re ta r e ilu stra r
la d e s b a n d a d a general, de su erte que, al final de
to d a la escena, se lo g ra la situ ació n , p rev iam en te
su g erid a y a n u n c ia d a , del to ta l a b a n d o n o q u e sufre
Jesú s. Jesú s, en efecto, tien e q u e a n d a r solo su
cam in o .
Se ve, pu es, el esm ero con q u e se h a tra b a ja d o
el tex to , y la en o rm e d istan cia que hay e n tre un
tex to así y la seca enum eración sucesiva de u nos
h ech o s sin m ás co nexión q u e la cro n o ló g ica. En
n u e s tro tex to hay u n a ordenación d e episodios,
p ero cu alificad a co n vistas a las in ten cio n es del
n a rra d o r.
E n el c o n ju n to del tex to es p ercep tib le tam bién
la c o m p o sició n del n a rra d o r. A la tra ic ió n de Ju d as, 157
en la p rim e ra p a rte del texto, c o rre sp o n d e en la
últim a, la h u id a in ev itab le de los d iscípulos. P ero
en el c e n tro de to d o se sitúa la p a la b ra seren a y
firm e de Jesús. E sta p a la b ra de Jesús es el indicio
m ás elo cu en te de q u e n u e stro texto es m ás que un
inform e. E v id en tem en te, el Jesús h istó rico no h a ­
b laría en el m o m e n to del p re n d im ien to . A quienes
se les p re n d e d e so rp re sa, difícilm ente se les d a la
o p o rtu n id a d d e h ab lar. Y, so b re to d o , q u e la p a ­
la b ra de Jesús se dirige a unos d e stin a ta rio s ajenos
a la escena. Lo q u e dice, bien está p a ra los re sp o n ­
sables, p a ra los jefes del p u eb lo , p ero no ta n to
p a ra los policías que ejecu tan u n a ord en . San
L ucas se p e rc a tó de la in co n g ru e n cia y arreg ló la
n a rra c ió n , h ac ie n d o q u e n o fa lta ra n en el p re n d i­
m ien to «los pontífices, los g u ard ia s del tem p lo y
los an c ia n o s» (¡N ó tese la d iferen cia e n tre Le 22,
52 y M e 14, 48!).
Sin e m b arg o , la dificu ltad de los «falsos d e s tin a ­
tarios», el versículo en cu estió n no p re te n d e tra n s ­
m itir u n as p a la b ra s literales del Jesús h istó rico ,
sino in te rp re ta r p a ra la inteligencia del lector el
hecho del p re n d im ie n to . D a d a esta in ten ció n del
n a rra d o r, tiene p len o sen tid o el q u e Jesús d irija
la p a la b ra a los q u e m a q u in a n su m u erte, y vea
en estas m aq u in a c io n e s el cu m p lim ie n to de las
E scritu ras. Se p o n e n en b o ca de Jesús las p a la b ra s
a d e cu ad a s p a ra h acer ver al lecto r la d o b lez y la
m ald ad con q u e a c tu a ro n los enem igos de Jesús,
d e c la ra n d o al m ism o tiem p o q u e la P asión no fue
algo aciago y fatal, sino el c u m p lim ie n to de las
E scritu ra s, es decir, un ac o n te cim ie n to de la his­
to ria de la salvación.
En c o n t r a s t a c o n la
« n o t ic ia » , la n a r r a c ió n
N u e stro tex to , p o r co n sig u ien te, n o es un inform e.
h i s t ó r i c a in te r p r e ta E s m ás bien u n a narración histórica, q u e in te rp re ta
lo s h o c h o s h is tó r ic o s.
los ac o n te cim ie n to s, d a sen tid o a hechos p a r tic u ­
158 lares y los a lu m b ra con u n a luz in terio r, sin tem ores
ni re p a ro s a p o n e r en b o ca d e Jesús p a la b ra s que ¿ Q u é s a b r ía m o s s i se
h u b ie ia f il m a d o la P a ­
sirven a su p ro p ia fin alid ad : la explicación religiosa s i ó n de J e s ú s ? P o r s u ­
de la h isto ria. p u e s to . un m o n tó n de
d e t a lle s . P e ro i g n o r a ­
E sta o rd e n a c ió n de los hechos y la sim u ltán e a r ía m o s el fo n d o d el
in te rp re ta c ió n de los m ism os c a ra c te riz a a to d a la a c o n t e c im ie n t o .

h isto ria de la P asió n , y m ás a ú n , co n stitu y e una


d im en sió n esencial de la m ay o ría d e las n a r ra ­
cion es evangélicas. N a tu ra lm e n te , la m ezcla de la
m era n o ticia co n su in te rp re ta c ió n n o se atiene
siem pre a la m ism a dosis. U n as veces p re d o m in a
un elem en to , o tra s el o tro . P ero ja m á s vem os en
los E v an g elio s la n o ticia escueta, el in fo rm e que 159
re p ro d u c e la m a te ria lid a d ex tern a de los hechos
re n u n c ia n d o a to d a in te rp re ta c ió n . ¿P o r qué? Es la
p re g u n ta q u e nos hace volver a la cu estió n p la n te a d a
al p rin cip io de este a p a rta d o .
¿P o r q u é los E vangelios n o nos ofrecen au tén tica s
«noticias» so b re a lg u n as e ta p a s de la vida de
Jesús? ¿P or ejem plo, so b re la P asión? P ero , siendo
co n secu en tes, se d eb e p la n te a r la p re g u n ta c o n ­
tra r ia : ¿Q ué h u b ie ra lo g ra d o la Iglesia prim itiv a,
si n o s h u b ie ra d e ja d o u n a c ró n ic a so b re el proceso
de la P asió n , e n u m e ra n d o uno tra s o tro los hechos,
a tib o rrá n d o lo s d e d etalles y sin n in g u n a in te rp re ­
tació n ? ¿S ab ríam o s en to n ce s lo q u e realm en te su­
cedió? L o d u d o .
D em o s, p o r un m o m en to , rien d a su elta a la
fa n ta sía y su p o n g a m o s que no se h u b ie ra n escrito
las n a rra c io n e s evangélicas d e la P a sió n ; que, en
su lu g ar, se h u b ie ra film ado c o n u n a c á m a ra ocu lta
el tra n sc u rso de las ú ltim as h o ra s de Jesú s; y q u e se
h u b ie ra n g ra b a d o c o n u n m icró fo n o clan d e stin o
to d a s las p a la b ra s p ro n u n c ia d a s p o r los diversos
ac to re s del d ra m a . S o n id o e im agen se u n irían p a ra
o b te n e r u n a película y h o y p o d ría m o s c o n te m p la rla
y esc u ch arla , sin co rte s ni co m en ta rio s. ¿Q ué sa­
b ríam o s entonces?
C o n o cería m o s, desd e luego, u n cú m u lo de d e­
talles que no e n c o n tra m o s en los E vangelios.
S a b ría m o s en to d o s sus p o rm e n o re s có m o sucedió
el p re n d im ie n to d e Jesús. S a b ría m o s lo q u e a c o n ­
teció en el san e d rín . S ab ríam o s, fin alm en te, có m o
fue la crucifixión y v eríam o s desde fu e ra to d o lo
qu e sucedió en el G ó lg o ta . S ería, sin d u d a , im p o r­
ta n tísim o , a p a s io n a n te y co n m o v ed o r. P ero ¿sa­
b ríam o s lo que efectiv am en te o c u rrió en to n ce s en
Jeru sa lén y en el C alv ario ? L o digo c o n to d a la
fu e rza : D e lo p ec u lia r y específico del a c o n te c i­
m ien to no sab ría m o s n ad a .
V eríam o s c ó m o los so ld a d o s ro m a n o s a ju sti­
c iaro n a u n ju d ío , cru cificán d o lo . E scena en verdad
d e s g a rra d o ra . P ero escena, ni m ás ni m enos, que E l s e n t id o p r o fu n d o de
u n a c o n t e c im ie n t o a s -
los so ld ad o s ro m a n o s h a b ía n eje c u ta d o mil veces c a p a a la m e ra e n u m e ­
en m il escen ario s. L as tro p a s ro m a n a s de o cu p ació n r a c ió n de s u s d e t a l le s
e x te rn o s P ara p e r c i­
h a b ía n m a ta d o a m iles de ju d ío s d e la m ism a m a ­ b ir lo e s n e c e s a r io i n ­
nera. La m u erte de Jesús en la cru z nos d iría, p o r t e r p r e t a r lo s h e c h o s .

ta n to , bien p o co , si n o se n o s ex p licara la ra zó n
del p ro c eso c o n tra Jesús y de su crucifixión. A h o ra
bien, ¿n o s la ex p licaría re alm en te u n a p ro yección
cin em ato g ráfica? El co n o c im ien to ex a cto del d a to
ex tern o ¿ p o d ría d e sc u b rirn o s el ú ltim o p o rq u é de
la m u e rte de Jesús? ¡M uy difícilm ente!
P a ra a tis b a r alg o en p ro fu n d id a d , te n d ría m o s que
c o m e n z a r p o r co n o c er los an teced en tes d e la vida
d e Jesú s, su a c tiv id ad , su d o c trin a , su pred icació n ,
sus exigencias. N u e stro im ag in ario film e d o c u m e n ­
tal sería deficiente a este respecto. N e cesitaríam o s
o tro m ás a m p lio , q u e a b a rc a ra , p o r lo m enos, el
tiem p o de la v id a p ú b lic a de Jesús. ¿Y nos b astaría?
¿ E n te n d eríam o s siq u iera de lejos las exigencias y
reiv in d icacio n es de Jesús sin co n o c e r el A n tig u o
T estam e n to ? ¿C abe en te n d e r a Jesú s sin la Ley y
los P ro fe ta s, sin las experiencias y las esp eran zas
d e Israel? Y en g en eral, ¿cabe co m p re n d e r a Jesús
sin c o n sid e ra r su v id a co m o la fase ú ltim a y decisiva
de la h is to ria tra m a d a en tre D io s e Israel? A h o ra
bien, ¿có m o reflejar estas d im en sio n es del a c o n te ­
cim ien to m e d ia n te u n a d o cu m e n ta c ió n p u ra m e n te
fo rm a l, m ed ian te un escueto inform e d e la m arc h a
ex tern a de los sucesos? A q u í n o vale la cró n ic a de
u n o s h ec h o s alin ea d o s en serie, ni la p u ra n o ticia.
L as d im en sio n es p ro fu n d a s de la h isto ria, su m is­
terio y su sen tid o ín tim o , sólo son accesibles m e­
d ia n te la in te rp re ta c ió n y la acla rac ió n . H ay q u e
h u rg a r los hechos.
Y co n esto lleg am os a la ra z ó n p ro fu n d a d e que 161
no p o d ía n b a sta r ni satisfacer a la Iglesia p rim i­
tiva los géneros lite rario s q u e llam am o s cró n icas
o n o ticiario s. A la Iglesia p rim itiv a le e m b a rg a b a
y p re o c u p a b a h o n d a m e n te el sen tid o salvífico de
lo sucedido en el G ó lg o ta y la inteligencia de la
vida de Jesús a trav és de la fe. P a ra esta la b o r no
sirven sino los g éneros lite rario s en que tienen
c a b id a la in te rp re ta c ió n y exposición de los hechos
U n a v e z m á s : E s e n c ia a la luz de la fe. P ues bien, tal es el caso de la na­
y p e c u lia r id a d d e la
n a r r a c i ó n h is t ó r ic a .
rración histórica. E ste gén ero , a d iferen cia de la
m era n o ticia, in c o rp o ra al re la to la in terp re ta c ió n
y la exposición b uscadas. C o n ay u d a de ciertos
e lem en to s n a rra tiv o s y co n el c o n ju n to d e la n a r ra ­
ció n p erm ite d esc u b rir el fo n d o de la h isto ria y
c o n s id e ra r los hech o s desde la experiencia de la
fe. P a rte d e u nos hechos reales, p e ro no se c o n te n ta
c o n reflejar su im agen ex tern a. Ja m á s se d esp ren d e
del ac o n te cer h istó rico , d e lo fáctico, p e ro no se
c o n fo rm a c o n e n u m e ra r u n o s p u ro s hechos h is­
tó rico s.

H em o s ya d ich o que, al c o n ju g a r la co n sig n ació n


de los hechos c o n su sim u ltán e a in te rp re ta c ió n o
explicación p ro fu n d a —q u e es lo c o n stitu tiv o y lo
ca ra c te rístic o de la n a rra c ió n h is tó ric a — , el peso
p u ed e recaer m ás en un asp ecto que en o tro . L a
m ezcla a d m ite am b o s elem en to s en diversas dosis,
p re d o m in a n d o u n as veces la n a rra c ió n de los hechos
y, o tra s, d e sc u id á n d o la en fa v o r de la in te rp re ta c ió n .
E ste ú ltim o caso es el m ás frecuente en el N uevo
T e sta m e n to , d o n d e o cu rre, incluso, q u e el re la to
se a b so rb e de tal m o d o en el sen tid o p ro fu n d o de
la ven id a de Jesús y del m isterio d e su p erso n a, que
se aleja leguas del d a to h istó ric o p u ra m e n te m a ­
terial y ex tern o . A c o n tin u a c ió n an a liz are m o s u n a
n a rra c ió n típ ic a de este g én e ro : la a n u n c ia c ió n del
162 n ac im ien to de Jesús según L ucas 1, 26-38.
8. La anunciación del nacim iento de Jesú s

«Al sexto m es, el ángel G a b rie l fue en v iad o p o r


D io s a u n a c iu d a d de G alilea, lla m a d a N a z a re t, a
u n a virgen d e sp o sa d a con un v aró n llam ad o José,
de la casa de D av id , y el n o m b re de la virgen era
M aría. E n tra n d o ju n to a ella, le d ijo : “ Salve, llena
de g racia, el S eñ o r es c o n tig o .” A estas p a la b ra s,
M a ría se tu rb ó , y se p re g u n ta b a qué significaría
tal salu d o . Y le dijo el án g el: “ N o tem as, M a ría , A l e s tu d ia r e s ta n a r r a ­
c ió n v o lv e r n o s a la p r e ­
p o rq u e h as e n c o n tra d o gracia a n te D ios. C o n c e ­ g u n t a qu e h i c i m o s en
b irás y d a rá s a luz un hijo, al q u e p o n d rá s p o r la in t r o d u c c ió n . (V é a se
p á g in a 10.)
n o m b re Jesús. Será g ra n d e y llam ad o hijo del
A ltísim o ; el S eñ o r le d a rá el tro n o de D a v id , su
p a d re ; re in a rá so b re la casa de Ja c o b p o r los siglos,
y su re in o n o te n d rá fin.” M a ría dijo al ángel:
“¿C ó m o será esto pues no co n o zco v a ró n ?” Y el
ángel le c o n te s tó : “ El E sp íritu S an to v en d rá sobre
ti y el p o d e r d el A ltísim o te c u b rirá co n su so m b ra ;
p o r eso el n iñ o que nazca será sa n to y llam ad o
H ijo de D io s. H e a q u í q u e Isabel, tu p a rie n ta ,
ha co n c eb id o tam b ién u n hijo en su a n c ia n id a d , y
la que se llam ab a estéril está ya en el sexto mes.
P o rq u e n a d a hay im posible p a ra D io s.” D ijo e n ­
tonces M a ría : “ H e aq u í la esclava del S e ñ o r; h á ­
gase en m í según tu p a la b r a .” Y el ángel la dejó»
(Le 1, 26-38).
C o m p a ra n d o esta escena co n la del p re n d i­
m ien to de Jesú s, según M e 14, c h o c a en ella in ­
m e d iatam en te la au sen cia de lo que allí nos llam ab a
la ate n c ió n : la co n tin g en c ia y la «ilógica» de los
ep iso d io s, esos rasg o s casuales, insignificantes y en
el fo n d o b alad íes, q u e d esc u b ríam o s sobre to d o en
el ep iso d io del jo v en q u e h u y ó d esn u d o .
En este tex to n a d a h ay de co n tin g en te, casual
o sin im p o rta n c ia . T o d o tiene un sen tid o p ro fu n d o ,
to d o se h alla en u n c o n te x to de tra m a indisoluble, 163
Los p in to re s c r is t ia ­ to d o se d e sa rro lla co n u n a c larid ad m arav illo sa.
nos han p re se n ta d o
e sta e sce n a da u n a m a ­
Si nos p re g u n ta m o s d e d ó n d e le viene a la n a rra c ió n
n e ra p l á s t i c a · i n t u i ­ sem ejante nitid ez y tra n sp a re n c ia , la re sp u esta es
t iv a , c o m o la d a a c r ib a
Le 1 . 2 6 - 3 8 . P a r o ¿ q u é
fácil: b asta o b se rv a r q u e sus elem en to s a p e n as si
p re te n d a al t e it o ? ¿ D a r tien en u n a co n c re c ió n h istó rica.
u n in fo r m e r e a lm e n t e
h is t ó r ic o so b re al d e s
L a frase q u e a b re la n a rra c ió n es m uy ilu strativ a
a r r o ll o d e la e scena? a este resp ecto . A p rim e ra vista, la fecha «en el
sexto m es» p arece m u y c o n c re ta , algo q u e n o era
de in ventarse. E n re alid ad , n o es m ás q u e u n a c o ­
nexión n a rra tiv a co n sen tid o e in ten ció n . Sirve, en
efecto, p a ra e n la z a r el a n u n c io a M a ría co n el
a n u n c io a Isabel so b re sus respectivos hijos. A l fin
de la n a rra c ió n ap a re c e ex p resam en te esta con ex ió n ,
p o rq u e Isab el —se d ic e — está en su sexto m es de
em b arazo . El «sexto m es» co n q u e se inicia la n a ­
rració n se refiere, p o r co n sig u ien te, a los d ías c o n ­
ta d o s desd e la a p a ric ió n del ángel G a b rie l a Z a ­
carías. L a ra zó n p recisa de escoger el sexto m es
p a ra s itu a r la a n u n c ia c ió n del ángel G a b rie l a
M a ría es p a lp a b le : El e m b a ra z o d e Isabel debe
servir a M a ría de te stim o n io fehaciente, y los signos
ex tern o s del e m b a ra z o no saltan a la vista h a s ta el
sexto m es. C o m o en la secuencia de la n a rra c ió n ,
M a ría tien e q u e m a rc h a r p re su ro sa a v isitar a Isabel,
el m ensaje del ángel n o se em p laz aría bien an tes
del sexto m es del e m b a ra z o de Isabel. A sí,p u e s, la
fijación de la fecha en el co m ien zo d e la n a rra c ió n
n o tien e la m isió n de c o n sig n a r u n a fecha h istó rica
co n c reta, sin o d e v in cu lar la p re h isto ria de Jesús
con la de Ju a n .
El c a rá c te r co n stru c tiv o de la n a rra c ió n brilla
to d av ía c o n m ay o r cla rid a d al c o n s ta ta r q u e los
elem en to s del d iálo g o e n tre el ángel G a b riel y
M a ría p ro c e d e n , en su m ay o r p a rte , del A n tig u o
T e sta m e n to . E xistían ya co m o fo rm a s e stereo ti­
p a d a s al u so :
«E l S eñ o r es co n tig o » ap a rec e en Jueces 6, 12; La p r o c e d e n c ia

lo dice el ángel del S eñ o r al ap arecerse a G ed eó n . dtt|ah!stα*¡,a,n,*Π,


« N o tem as» es la in terp e la ció n e ste re o tip a d a del da la A n u n c ia c ió n .

A n tig u o T e sta m e n to , q u e usan los seres celestiales


cu a n d o se ap a rec en a los h o m b res (véanse G énesis
15, 1; Jo su é 8, 1; Jueces 6, 23; D an iel 10, 12, y
T o b ía s 12, 17). « N a d a hay im posible p a ra D io s» :
lo e n c o n tra m o s a la letra en G énesis 18, 14, pasaje,
p o r cierto , m uy significativo, pues p erten ece al re ­
la to del n ac im ien to de Isaac. F in a lm e n te , las p a ­
lab ra s: «S erá g ra n d e y llam ad o hijo del A ltísim o ;
el S eñ o r le d a rá el tro n o de D a v id , su p a d re ; re in a rá
so b re la c a sa de J a c o b p o r los siglos, y su reino
no te n d rá fin» son u n a c la ra alu sió n a la fa m o sa 165
p ro fecía q u e N a tá n hizo a D av id , p ro m etién d o le
en n o m b re de D io s un su ceso r en el tro n o y el re i­
n a d o e te rn o de su linaje (2 S am uel 7, 12-16).
¡Y no p a ra n a q u í las cosas! N o sólo ten em o s que
los elem en to s fo rm ales del d iálo g o p ro v ien e n , o
están to m a d o s, del A n tig u o T e sta m e n to . El c a ­
rá cter c o n stru c tiv o de la n a rra c ió n se tra n s p a re n ta
p le n a m e n te al a n a liz a r la e s tru c tu ra del d iálo g o en
su c o n ju n to . N o p u ed e m en o s d e ad m itirse q u e el
an u n c io del n ac im ien to de Ju a n en L ucas 1, 5-20
y el an u n c io del n ac im ien to de Jesús en n u estro
tex to o b edecen rig u ro sa m e n te a un esq u em a ú n ico :

Φ A p a rició n de un ser celeste.

Φ A n u n c io del n a c im ie n to d e u n hijo.

<3> Im p o sició n del n o m b re.

R evelación de su fu tu ro .

¿D e d ó n d e p ro v ien e este esquem a, cuyos ele­


m en to s y cu y a c o n stru c c ió n n o son evidentes en
ab so lu to ? L a re sp u esta es sencilla, y la exégesis
bíblica la co n o ce desde hace tiem p o : El esq u em a
p ro v ien e del A n tig u o T e sta m e n to , d o n d e h allam o s
n u m ero so s textos en q u e se pred ice y a n u n c ia el
n ac im ien to de u n niño. L o s exegetas h ab lan , p o r
3 o s e j e m p lo s esta ra z ó n , de «esq u em as de an u n ciació n » . D o s
u t e r o t e s t a m e n t a r io s
ι-l « e s q u e m a
ejem plos b a sta rá n p a ra a c la ra r que se tr a ta efec­
ae a n u n c ia c ió n » . tiv am en te de un esq u e m a fijo.
1. En G é n 16, 7-12 se a p a rec e el ángel d e Y avé
a A g ar, la esclava de S ara, y le an u n c ia el n ac i­
m ien to de un h ijo : « H a lló la el ángel de Y avé en
166 el d esierto ju n to a u n m a n a n tia l d e a g u a ... L uego
a ñ a d ió to d a v ía : “ H e aq u í que tú estás en cin ta y
p a rirá s un hijo y le llam ará s Ism ael, p o rq u e Y avé
h a e sc u ch ad o tu aflicción. S erá un h o m b re fiero e
in d ó m ito , su m a n o será c o n tra to d o s y la de to d o s
c o n tra él. H a b ita rá a la faz de to d o s sus h e rm a n o s” .»
2. E n G én 17, 15-19 se ap a rec e D io s a A b ra h a m
y le a n u n c ia p rim e ra m e n te de fo rm a general el
n ac im ien to de un hijo, q u e lo te n d rá de S ara.
« C ay ó A b ra h a m ro s tro en tie rra y se p u so a reír,
d icién d o se a sí m ism o : “ ¿A un h o m b re de cien
añ o s le p o d rá n acer un hijo, y S ara a los n o v en ta
a ñ o s p o d rá ser m ad re ?”» E n to n ce s le hace D ios
u n a p ro m e sa so lem n e: « C iertam en te, S ara , tu m u ­
je r, te d a rá un hijo y tú le llam ará s Isaac. Yo e sta ­
bleceré con él mi a lian z a, p a ra ser su D io s y el de
su d escen d en cia, después de él.»
E n am b o s caso s se reconocen fácilm en te los c u a ­
tro a p a rta d o s del esq u em a de a n u n c ia c ió n : D ios,
o el ángel de D io s, ap arece, an u n c ia el n ac im ien to
d e un n iñ o , le im p o n e un n o m b re, y revela su fu ­
tu ro o un asp e cto im p o rta n te del m ism o. El an u n c io
del n ac im ien to de J u a n (Le 1, 13-17) y el an u n c io
del n a c im ie n to d e Jesú s tT c 1, 31-33) se a ju sta n
rig u ro sa m e n te a este esquem a. L os n a rra d o re s del
N u e v o T e sta m e n to no han p o d id o m enos de tener
a la vista los co rre sp o n d ie n te s textos del A n tig u o
T e sta m e n to , y los h an im itad o c u id a d o sa m e n te en
su co m p o sició n . ¡U na señal m ás del c a rá c te r es­
q u em ático y co n stru c tiv o de n u e stra n arració n !
El esq u em a de an u n c ia ció n , de to d o s m o d o s, no
nos a c la ra m ás q u e la co m p o sició n o e stru c tu ra de
la p rim e ra m ita d de la n a rra c ió n . A c o n tin u a c ió n ,
M a ría ex p o n e sus d u d a s y recelos, el ángel los d isip a
y d a a M a ría u n a señal d o n d e re co n o ce r q u e D ios
cu m p lirá sus aserto s. ¿H ay tam b ién en el A n tig u o
T e sta m e n to un esq u em a e ste re o tip a d o , al que pueda
a ju sta rse esta seg u n d a p a rte de la n arrac ió n ?
Sí, lo hay. La g a ra n tía d a d a p o r D io s m ed ian te
una señal es un elem en to c o n sta n te en los re la to s
de vocación q u e e n c o n tra m o s en el A n tig u o T es­
tam en to .
E stos re la to s de vocación obedecen con fre­
cu encia al siguiente esq u e m a :

ω D io s hace su llam ada.

© El llam ad o expresa sus d udas.

0) D io s las d isip a co n u n a aclaració n .

© D io s av ala su a c la rac ió n m ed ian te u n a señal.

V am o s a ilu stra r tam b ién este esquem a, q u e lla­


m are m o s « esq u em a vocacional», c o n u n o s textos
ca rac te rístic o s del A n tig u o T e sta m e n to :
1. En E x o d o 3, 10-12 se refiere del siguiente
m o d o la m isión de M oisés frente al F a ra ó n . D ios
dice a M oisés: « “ Ve, pues, yo te envío al F a ra ó n
p a ra q u e saques a mi p u eb lo , los hijos de Israel,
de E g ip to .” M oisés d ijo a Y avé: “ ¿Q uién soy yo
p a ra ir al F a ra ó n y sac ar de E gipto a los hijos de
Israel?” D ios le d ijo : “ Y o estaré co n tig o y ésta será
la señal de q u e yo te he en viado. C u a n d o hayas sa­
c a d o al p u eb lo de E g ip to , a d o ra ré is a D io s sobre
este m o n te ” »
2. E n Jerem ías 1, 4-10 d escrib e el p ro fe ta su
v o cación, el lla m a m ie n to q u e D io s le hizo. A u n q u e
en este caso, e n c o n tra m o s un re la to p ro fétic o en
p rim e ra p erso n a, ex p resad o con la fo rm a yo, que
lo diferencia n o p o co de la n a rra c ió n d e E x o d o 3,
10-12, el esq u em a es id én tico en el fo n d o . Sólo
q u e, en el caso de Jerem ías, la señal n o es p a ra el
fu tu ro , sin o u n a acción q u e D ios m ism o realiza En Gén 1 7.1 S I 9 >·
a p a re e * D io s a A b r a ­
en el m o m en to . « L a p a la b ra d e Y avé m e fue d i­
ham y la a n u n c ia al
rig id a p a ra d ecirm e: “ A n tes de fo rm a rte en el n a c im ie n t o d a un h ijo .
La a n u n c i a c i ó n dul n a ­
viente de tu m ad re te co n o c í; an tes q u e salieras
cí m u n t o da J e s ú s an
del seno te co n sa g ré ; co m o p ro fe ta de las gentes te Le 1 ,3 1 -3 3 s« a ju ita
r ig u r o s a m e n t e a e ste
c o n s titu í.” Y o d ije: “ ¡A h, S eñor Y avé, m ira q u e yo
e s q u e m a lit e r a r io .
no sé h a b la r: soy un n iñ o !” P ero Y avé me re sp o n d ió :
“ N o d ig as: ¡Soy un niño!, p o rq u e a to d o s los que
te en viaré, h a b rá s de ir, y to d o lo que yo te o rd e n a re
les d irás. N o ten g as m iedo de ellos, p o rq u e estoy
co n tig o p a ra p ro teg e rte, o rá c u lo de Y a v é.” Y Y avé
exten d ió su m an o , to có m i boca y m e d ijo : “ He
aquí q u e yo p o n g o m is p a la b ra s en tu b o c a ” »

E stá a la vista q u e estos d o s tex to s del A n tig u o loV


T e sta m e n to obedecen al m ism o esq u em a y q u e la
seg u n d a p a rte de Lc 1, 26-38 está tam b ién co n s­
tru id o sobre este m ism o esquem a. N o hay una
m isión form al e n c o m e n d a d a a M a ría , p o rq u e el
esq u em a de a n u n c ia c ió n n o es u n a h isto ria v o ca­
tio n a l. E n lu g ar de la m isión ten em o s el an u n c io
del n ac im ien to , del n o m b re y del fu tu ro del niño.
P ero , de to d o s m o d o s, ap a re c e co n nitidez y re ­
lieve el seg u n d o elem e n to del esq u em a v o cacio n al:
M aría , igual q u e M oisés y Jerem ías, m anifiesta sus
d u d a s, q u e, según pide el esq u e m a , son d isip ad as
p o r la a c la ra c ió n del ángel G a b riel. A to d o esto se
a ñ a d e el c u a rto elem e n to del esq u em a vocacional,
el signo fe h acien te: E n el e m b a ra z o de Isabel, e n ­
tra d a en añ o s, c o n o c e rá M a ría que D io s cum ple su
p ro m esa.
R esu lta, p o r co n sig u ien te, c la ro q u e el co n ju n to
d e la n a rra c ió n d e Lc 1, 26-38 se c o m p u so a base del
A n tig u o T e sta m e n to . El a u to r no se c o n te n tó con
to m a r del A n tig u o T e sta m e n to u n as fó rm u las es­
Lc 1.26 38 te re o tip a d a s (ejem p lo : « N a d a h ay im p o sib le p a ra
e s u n a c o m b in a c ió n
de d o s e s q u e m a s
D io s» ); aju stó ad e m á s su n a rra c ió n a un esquem a
v e le r o t e s t a m e n t a n o s ya ex isten te en el A n tig u o T e sta m e n to , o m ejor
dich o , se atu v o a d o s esq u em as v ete ro te sta m e n ta rio s
c o m b in á n d o lo s:

0 A p a rició n de un ser celeste.


E sq u em a
(2) A n u n c io del n a c im ie n to de de
un niño a n u n c ia c ió n
© Im p o sició n del n o m b re.
© R evelación de su fu tu ro . E sq u em a
d e vocación
© D u d a s del h o m b re.
© A c la rac ió n q u e d isip a las
d u d as.
170 © Signo fehaciente.
S ólo d esp u és de h a b e r desv elad o así la estru c­
tu ra ín tim a de la n a rra c ió n de la A n u n c ia ció n a
M a ría , cab e explicarse p o r q u é re su lta tan h o m o ­
génea, tan tra n s p a re n te y ta n ló gicam ente artic u ­
lad a. E sta n a rra c ió n n o p re te n d e d esc rib ir la realidad
con sus a v a ta re s y c o n tra rie d a d e s ; a sp ira ú n ica­
m en te a c a p ta rla a base d e u n as e stru c tu ra s fijas
y de u n o s elem en to s fo rm ales a c u ñ a d o s, q u e p ro ­
vienen del A n tig u o T estam e n to .
N o s e n c o n tra m o s, en sum a, m u ch o m ás lejos
del gén ero lite rario d e la n o ticia in fo rm ativ a o de
la c ró n ic a q u e en la n a rra c ió n d e la p risió n de
Jesús. Y la co n c lu sió n es fo rzo sa: m enos a ú n que
en el caso del p re n d im ie n to de Jesús le interesa
aq u í al n a r ra d o r co n sig n ar y tra n sm itir m eros
hechos, pues su aten ció n e in ten ció n se co n c en tran ¿ C u á l e s la ¡ m e n c ió n
l i t a r a n · p r e c is a
casi ex clu siv am en te en u n a in te rp re ta c ió n y ex­ del r e la t a
plicación. P ero ¿ in terp retac ió n de qué? ¿Q ué in­ de la A n u n c ia c ió n ?

ten ció n e n tra ñ a esta n a rra c ió n ? ¿C uál es su tesis?


E stas p re g u n ta s carecen de re sp u esta v erd ad era
h asta q u e se to m a en serio la e stru c tu ra del texto.
H em o s v isto q u e la n a rra c ió n se c o m p o n e d e d o s
esq u em as a c u ñ a d o s en el A n tig u o T e sta m e n to : el
esq u em a de an u n c ia ció n y el esq u em a vocacional.
T en ié n d o lo en c u e n ta p o d em o s p re cisar las p re ­
g u n tas q u e ac a b a m o s de fo rm u la r. ¿D e qué se
ira ta en esto s esquem as? ¿C uál es su intención
específica? ¿ D ó n d e está su sen tid o esencial?
La re sp u esta co n c ern ien te al esq u em a d e a n u n ­
ciació n n o es difícil. El hecho d e a n u n c ia r m ed ian te
una a p a ric ió n celeste la venida d e un niñ o a este
m u n d o n o p u ed e ten er o tro sen tid o q u e m an ife sta r
la im p o rta n c ia del n iñ o en la h isto ria de la salvación.
La salv ació n , en efecto, está en ju eg o , y la esencia
de la n a rra c ió n se c o n c e n tra en el c u a rto a p a rta d o
del esq u e m a a n u n c ia to rio , d o n d e se descu b re el
fu tu ro del recién n ac id o o del q u e está p o r nacer. 171
E n el esq u em a v o cacio n al sucede co sa m uy d is­
tin ta . N i el d a r la señal d e g a ra n tía , ni la ac la rac ió n
co n q u e D io s o un ángel d isip a n las d u d a s del
h o m b re , c o n stitu y e n el m o m e n to cu m b re . E stos
elem en to s n o son su stan tiv o s, están al servicio de
o tra idea, que ap arece en el p rim e r a p a rta d o de la
v ocación, el lla m am ien to , cuyo c a rá c te r d ivino su b ­
ra y an y esclarecen.
La esencia, p o r co n sig u ien te, de n u e stra n a r r a ­
ción, su sen tid o c e n tral, a d o n d e co n v erg en los
d em ás elem en to s, n o p u ed e e star, ni en las d u d a s que
ex p resa M a ría (versículo 34), ni en la ac la rac ió n
del ángel, que las d isip a (versículo 35), ni en la
señal de g a ra n tía q u e se d a a M a ría (versículos 36-
37). P u esto q u e el m o m e n to c u m b re de u n esq u em a
v o cacio n al se h alla en el p rim e r a p a rta d o del es­
q u em a, en n u e stro caso no p u ed e ser sino el m e n ­
saje del ángel, a n te rio r a las d u d a s de M aría . Y en
el esq u em a d e an u n c ia c ió n , a su vez, la idea cen tral
no es ni el n ac im ien to , ni el n o m b re que se im p o n e
al n iñ o ^ á t la rev elació n d e su fu tu ro .
El an álisis e s tru c tu ra l del tex to m u e stra , pues, co n
m e rid ia n a c larid ad q u e el m o m en to c u m b re y el
sen tid o c e n tra l d e n u e s tra n a rra c ió n se c ifran en la
L a in t e n c ió n frase: «S erá g ra n d e y llam ad o H ijo del A ltísim o ;
e s p e c if ic ad«i r e la t o ej s eñ o r le d a rá el tro n o de D a v id , su p a d re ; rei-
de la A n u n c i a c ió n . . , , , .
¿ u t a »n e s t a f r a s e . n a ra so b re la ca sa de J a c o b p o r los siglos y su re in o
no te n d rá fin» (versículos 32-33).
H em os llegado así a u n re su lta d o en ex trem o
im p o rta n te , in clu so decisivo. P ero a n tes de ev a­
lu arlo en sus detalles, vo lv am o s de n u ev o a n u e stra s
p re g u n ta s. D el c a rá c te r co n stru c tiv o y esq u e m á tic o
del re la to de la an u n c ia c ió n hem os in ferid o q u e n o
se tra ta en p rim e ra in sta n c ia de referir u n h echo,
sino de d a r u n a in te rp re ta c ió n y explicación. ¿Q ué
es lo q u e en esta n a rra c ió n se in te rp re ta y explica?
172 D esp u és d e h ab e r av e rig u ad o , p o r la c rític a de las
J e s ú s ua el M e s í a s , el H ijo de D i o s ; e s e n t r o n iz a d o en s u r e in o e t e r n o :
t a l es el m e n s a je p e c u lia r del r e la t o de la A n u n c ia c ió n . L a p r o f e s ió n
de h de la c o m u n id a d p o s p a s c u a l se p r o y e c te a l o s o r íg e n e s d e J e s ú s
p e r a d e s c u b r ir s u v e rd a d e r a p e r s o n a l i d a d
fo rm as, la afirm a ció n que o c u p a el c e n tro de la
n a rra c ió n , la re sp u esta es in elu d ib le: lo q u e se
q u iere in te rp re ta r y a c la ra r es la p e rso n a lid a d de
Jesús, su ser y su m isterio. T en e m o s a n te los ojos
u n a n a rra c ió n cristo ló g ica, q u e viene a decir que
el n iñ o , co n c eb id o p o r M a ría , será llam ad o H ijo
del A ltísim o. E n o tro s térm in o s, la n a rra c ió n c o n ­
fiesa q u e Jesús es el H ijo de Dios. D ice ad e m á s que
D ios le d a rá el tro n o d e D av id , su p a d re , o sea
q u e D ios le c o n stitu irá m esías, un m esías, com o
p recisa el tex to , c o n u n re in a d o etern o . Y ten ien d o
en c u e n ta q u e el esq u e m a n a rra tiv o d e la a n u n c ia ­
ción se sitúa ya an tes del n ac im ien to p a r a revelar ■
el d estin o de un h o m b re, la afirm ació n específica de
la n a rra c ió n h a b rá q u e fo rm u la rla del siguiente
m o d o : Jesús es el H ijo de D ios, Jesús es el M esías,
Jesús está al fre n te d e su e te rn o re in a d o , en él se
h a n c u m p lid o las p ro m esa s m esiánicas del A n tig u o
T e sta m e n to .
T o d a s estas afirm acio n es son los d o g m as, las
p ro fesio n es de la fe p o sp asc u al so b re la p erso n a
de Jesús. E n c o n tra m o s en el N u e v o T e sta m e n to
n u m ero so s tex to s d o n d e se ve que los títu lo s de
J e s ú s e s el M e s í a s : «H ijo de D ios» y «M esías» son las afirm aciones
de^Nuev^stamento c e n tra les de la fe de la p rim itiv a Iglesia, q u e tra tó
de c o m p re n d e r y explicarse el m isterio d e Jesús
cru cificad o y re su cita d o . P o d em o s, pues, decir que
en el c e n tro de n u e stra n a rra c ió n h ay u n a p ro fesió n
de fe p o sp asc u al so b re Jesú s, u n a p ro fesió n de fe
no aislad a co m o u n a p ro p o sició n e rrá til, sino in ­
te rp re ta d a y fo rm u la d a co m o n a rra c ió n .
P ero es ta m b ién cla ro que en Lc 1, 26-38 ju e g a
un papel im p o rta n te la concepción de Jesús por obra
del Espíritu. ¿Q ué v alo r tiene o qué v alo r d esem ­
p eña en n u e stro tex to la afirm ació n de que n o
h u b o intervención de v aró n en la co n c ep ció n de
174 Jesús?
Es in n eg ab le, desde luego, el relieve que se le
d a a esta idea. M aría le o p o n d rá p recisam en te u n a
d u d a , un esc rú p u lo q u e el ángel G a b riel se en c arg a rá
de d isip ar. D esde el p u n to de vista té cn ic o -n arrativ o
se tra ta , sin d u d a , de un elem en to fu ertem en te
a c en tu ad o . P ero p o r o tra p a rte , ta m b ién es evi­
d en te que la a c la rac ió n del ángel, en el versículo 35,
no ad m ite p a ra n g ó n co n la revelación del v ersícu ­
lo 32, según la cu al Jesús es el M esías y el H ijo del
A ltísim o. La a c la ra c ió n del ángel, en el versículo 35,
no p re te n d e sino s u b ra y a r y e x p licar la rev elació n del
versículo 32: Jesú s es el H ijo de D ios, p o rq u e su
existencia h u m a n a es fru to de la acción c re a d o ra
de D ios en el seno d e u n a virgen. L a fo rm a y es­
tru c tu ra d e la n a rra c ió n están d icien d o q u e no
cab e e q u ip a ra r sin m ás la tesis de la co ncepción
virginal co n la de la filiación d iv in a de Jesús. O tra
ob serv ació n , m uy d iferen te, nos im p u lsa tam b ién
a p en sa r en el m ism o sentido.
L a p ro fesió n de fe en q u e Jesús es el M esías p r o ­
m etid o y el hijo de D io s, se e n c u e n tra en to d o s los
estra to s del N u ev o T e sta m e n to , desde las c a rta s
m ás an tig u a s de san P ab lo h asta el E vangelio de
san Ju a n . Es el d ep ó sito de fe de la Iglesia p rim itiv a ,
que se p ro fe sa b a v iv am ente en to d as las c o m u n i­
dad es cristian a s y que em ergía c o n sta n te m e n te en
mil v arian tes. E n c a m b io , la afirm ació n de la c o n ­
cepción virginal de Jesús a ca rg o d e u n a m ilag ro sa
in terv en ció n del E sp íritu S an to es exclusiva de
n u e stro tex to y de M a te o 1, 18-25. En v an o se la
b u scará en las re sta n te s p ág in as del N u ev o T e s ta ­ L a c o n c e p c ió n v i r g i n a l
de M a r ia , p o r o b r a del
m en to . Y en los m ism os textos m en cio n ad o s, E s p ír it u Sa n to , no es
d o n d e ap arece, no co n stitu y e el o b jeto d e u n a p r o ­ t o d a v ía , βιι el N u e v o
T e s t a m e n to , u n a a f i r ­
fesión d e fe; n o se p re sen ta co m o u n a afirm ación m a c ió n de fe.
in d ep en d ien te, válid a en sí m ism a, sino en función
de o tra afirm ació n , la filiación d iv in a de Jesús.
En am b o s tex to s, efectivam ente, la concepción 175
virginal viene a su b ra y a r y explicar el enigm a de
la p e rso n a lid a d de Jesús.
P o d em o s afirm a r sin te m o r y en v erd ad que
El g é n e ro n u e s tra n a rra c ió n es cristológica. Su m eollo y
ϋ · la « M f r a c i ó n
confesional)).
ce n tro está en los d o g m as de la fe p o sp asc u al:
Jesús es el H ijo de D io s; Jesús es el M esías e n tro ­
n izad o en su re in a d o e te rn o ; Jesús es el cu m p li­
m ien to de las p ro m e sa s v e te ro te sta m e n ta ria s. N u es­
tra n a rra c ió n tra ta de en sa lz ar e ilu stra r esta tesis
cristo ló g ica de la p rim itiv a fe cristian a . P ara
c a ra c te riz a r, p o r co n sig u ien te, su género lite rario |
lo m ás a p ro p ia d o será h a b la r d e u n a « n arrac ió n
co n fesio n al» . E sto es: u n a n a rra c ió n que confiesa
y en señ a q u ién es Jesús, re m o n tá n d o se a los días
an te rio re s a su co n cep ció n y refiriendo sus orígenes
a base de esq u em as v e te ro te sta m e n ta rio s. N o s dice,
en sum a, q u e Jesús es el H ijo de D ios, p o rq u e
vino de D ios.
Si esto es así, se n o s c ierran to d a s las posib ilid ad es
de re sp o n d e r a b ase d e la n a rra c ió n a ciertas p re ­
g u n ta s d e te n o r h istó rico q u e p o d em o s hacernos.
La p re g u n ta , p o r ejem p lo , de si M a ría tu v o o dejó
de ten er u n a vivencia s o b re n a tu ra l, u n a revelación.
E v id en tem en te, p u d o h a b e rla ten id o , p u d o h a b e r ,
sido a g ra c ia d a co n u n a rev elació n . P ero n o se p o d rá '
d e m o stra r p o r el an álisis d e L ucas 1, 26-38. El
género lite ra rio d e esta n a rra c ió n no d a pie a tales
d em o strac io n es. L a n a rra c ió n nos dice únicam ente
q u e Jesús es el H ijo de D io s, p o rq u e su co ncepción
fue o b ra del E sp íritu de D ios. S o b re to d o lo dem ás
calla. S ería un c o n tra se n tid o , a jen o a la in ten ció n
del texto, p re te n d e r re c o n stru ir u n a secuencia his­
tó ric a de hechos ex tern o s. Q ue n o p ro c ed e tal re­
co n stru cció n , se c o n firm a co n o tra o b serv ació n .

Si n u e stra n a rra c ió n fu e ra la re p ro d u c c ió n de
176 un d iálo g o re alm en te e n ta b la d o en tre el ángel
G a b riel y M a ría , la o bjeción de que ella no co n o c ía
varó n , sería del to d o ininteligible. E sta n d o M aría
d esp o sa d a, la p ro m esa « co n ceb irás un niño» era
clarísim a y sólo p o d ía ser in te rp re ta d a en el sen tid o
de q ue, c u a n d o Jo sé la llev ara a su casa, c o h a b ita ría
con ella y del m a trim o n io v en d ría el niñ o p ro m etid o .
¿A q ué viene, p o r ta n to , la o bjeción de q u e ella no L a h i p ó t e s i s d e que
L c 1 , 2 6 - 3 8 refle ja
ten ía relacio n es sexuales con n in g ú n v aró n ? N o u n d i á l o g o re a l
se resuelve la d ificu ltad co n su p o n er que M a ría e n tre el á n y e l G a b r ie l
y M a r ía , a c arre a
q u izá situ a b a el m o m e n to de la a n u n c ia d a c o n ­ d ific u lta d e s
cepción d e n tro del p e río d o de sus esponsales, es i n s o l u b le s .

decir, c u a n d o to d a v ía José n o la h ab ía llevado a


su casa. La p ro m esa del ángel ja m á s p o d ía tener
tal sen tid o p a ra u n a m u ch ac h a ju d ía , q u e, d es­
p o s a d a ya, e sta b a a u n o s m eses del m atrim o n io .
C o m o ú nica salid a q u ed a en to n ces su p o n e r que
M aría h a b ía h ech o en alg ú n m o m e n to un vo to de
v irg in id ad y, en co n secuencia, el e m b a ra z o estab a
fu e ra d e sus p ersp ectiv as. Así se ha in te rp re ta d o
de h ech o d u ra n te siglos la p re g u n ta que M aría
dirig ió s o rp re n d id a al ángel. P ero esta h ip ó tesis es
c o m p le ta m e n te eq u iv o ca d a, y hace m u ch o tiem po
q u e la exégesis bíblica re n u n ció a ella. E n p rim er
lu g ar, en n u e stro tex to n o se dice p a la b ra de un
v o to de v irg in id ad . En seg u n d o lu g ar, sem ejante
v o to re su lta su m am en te inverosím il, d a d a la gran
estim a q u e de la m a te rn id a d y del m atrim o n io
fecu n d o re in a b a en el ju d a ism o . E n tercer lugar,
M aría , en ta l caso, h a b ría d a d o la p a la b ra de m a ­
trim o n io sin h a b e r d ich o n a d a del vo to a su novio.
P o r m ás vu eltas q ue se le dé al a su n to , siem pre
re su lta q ue, si el d iálo g o e n tre el ángel G a b riel y
M a ría d isc u rrió co m o lo cu e n ta L ucas 1, nos q u e ­
d a m o s su m erg id o s en dificultades m solubles.

E n c a m b io , to d a s las dificultades se desvanecen


al to m a r en s e n o el hecho de q u e la n a rra c ió n se 177
ciñe a un esq u e m a lite ra rio , c o n o c id o en el A n tig u o
T estam e n to , en el q u e son esenciales la objeción
del q u e recibe la revelación, y la explicación que
la disipa. P o rq u e, en tonces, la objeción no es una
o bjeción de M a ría , sino la p ista p o r d o n d e el n a ­
rra d o r lanza a los lectores p a ra d arles a en te n d e r la
ñ liació n d iv in a de Jesús, q u e ac ab a de confesar.
P o r co n sig u ien te, la n a rra c ió n n o debe leerse com o
u n a n o ticia, ni co m o un in fo rm e h istórico.
En L c 1 -2 , lo s á n g e le s C ab e to d a v ía a c la ra r esta co n clu sió n con o tro
a p a ie c e n s ie m p r e en
lo r m a c o r p o r a l. En
d etalle. T a n to a Z a c a ría s co m o a M aría , el resp ec­
M t 1 -2 . en c a m b io , tivo ángel se les m anifiesta en fig u ra corporal. En
a p are c e n s ie m p r e en
s u e ñ o s . H e a q u í un s i g ­
el caso d e Z ac arías, el ángel se p o sa a la derech a
n o m á s de q u e l a s a p a ­ del a lta r del incienso (Lc 1, 11); en el de M aría ,
r ic io n e s a n g é l i c a s s o n '
e le m e n t o s r a d a c c io n a
a u n q u e no se nos diga ex presam ente, nos im ag i­
le s b í b li c o s . P or e sta n a m o s que el ángel e n tró en la casa (Lc 1, 28).
ra ¿ó n e s c a s i i m p o s i ­
b le s a c a r c o n c lu s io n e s
Incluso en la h isto ria del n ac im ien to , el ángel del
h is t ó r i c a s . S eñ o r se m an ifiesta de la m ism a m an era a los p a s ­
to re s (Lc 2, 9). E n su m a, en el E vangelio de la
In fan cia según san L ucas, ten em o s tres textos de
a p a ric io n e s d o n d e los ángeles se « ap arecen» en
re alid ad , es decir, to m a n fo rm a s co rp o rales.
D is t in t a s fo rm a s A h o ra bien, lo c u n u s o es q u e en el E vangelio
de d e s c r ib ir l a s
a p a r i c i o n e s a n g é li c a s .
de la In fan cia según san M ateo , tam b ién ap arece
tres veces un ángel del S eñor (en 1, 20; 2, 13 y
2, 19), p ero en ningún caso se p re se n ta realm en te
ni a d o p ta fo rm a c o rp o ra l; p o r el c o n tra rio , en
los tres pasajes se dice ex p resam en te q u e las a p a ri­
ciones o c u rrie ro n en sueños. D io s in fu n d e al h o m ­
bre un sueño, y en este sueño el h o m b re ve al
ángel y le oye decir lo que debe hacer. T eo ló g ica­
m ente, e incluso p sico ló g icam en te, este caso es m ás
sublim e q u e el de las a p a ricio n es lucanas.
¿P or qué los ángeles de san L ucas prefieren la
a p a ric ió n c o rp o ra l y los de san M a te o la presencia
o nírica? Si to m a m o s estos textos com o, no ticias
h istó ricas, h a b rá q u e d ecir q u e D ios o rd e n a a los
ángeles a p a re c e r u n as veces en fo rm a c o rp o ra l, y
o tra s en fo rm a o n írica, y q u e a san L u cas le toca
ca su a lm e n te re ferir las a p a ricio n es c o rp o ra le s, m ien ­
tra s san M a te o , ta m b ién ca su alm en te, re la ta las
ap a ric io n e s o níricas.
El lecto r p u ed e ver c o n to d a cla rid a d que esto
n o es así, m áxim e al re c o rd a r q u e tam b ién en el
A n tig u o T e sta m e n to h ay diversas fo rm a s de des­
c rib ir las ap a ric io n e s celestes: fo rm a s m uy realistas
en los escrito res q u e g u sta n en to d o de n a rra c io n e s
realistas, y fo rm a s teo ló g icam en te ca u te lo sas y re­
serv ad as en los esc rito res que prefieren tam b ién en
lo d em ás u n a s n a rra c io n e s teo ló g icam en te re ser­
v ad a s. D e to d o lo cual se d ed u c e que la m a n e ra m is­
m a de h a c e r in te rv e n ir al ángel en n u e stra n a rra c ió n
es tam b ién u n a fo rm a d e p re sen tació n , u n a fo rm a
lite raria . P o r co n sig u ien te, h arem o s bien d ejan d o
en susp en so to d a s las cu estio n es h istó ricas que p ro ­
v o can las n a rra c io n e s de este género, p a ra c e n tra rn o s
en sus au té n tic a s afirm aciones. E n n u estro caso,
la tesis c o n s ta ta sim p lem en te: Jesús es el M esías
p ro m e tid o . Jesús es el H ijo de D ios. Su origen
m ism o está en D ios.

9. Un discurso de revelación

La p a rá b o la , la n a rra c ió n d id á c tic a , la saga, la


n a rra c ió n h istó rica, la n o tic ia o inform e, la n a r r a ­
ción c o n fesio n al: he a q u í o tro s ta n to s géneros
n a rra tiv o s de la B iblia. N i el te n o r d e la n a rra c ió n ,
ni su in ten ció n , ni su S itz im L eben coinciden.
E v id en tem en te, n o fa lta n en la B iblia o tro s géneros
específicos, q u e se su m an a los n a rra tiv o s. P ero
in te rru m p im o s a q u í su re c u e n to y análisis, p a ra
ec h ar siq u iera una o je a d a a o tro s géneros, q u e no
re la ta n aco n te cim ie n to s, sino q u e recogen sen-
ten cias y discu rso s. E v id en tem en te tam b ién en estos
caso s e n c o n tra re m o s u n a g ra n v arie d ad de fo rm a s
y de g én eros. E x am in em o s un ejem plo.
A c u a lq u ie r lecto r de los E vangelios le h a b rá
c h o c a d o a lg u n a vez q u e Jesús h a b la de m uy d is­
tin to m o d o en los escrito s de M a te o , M a rc o s o
L u cas y en el E v an g elio de san Ju a n . L a diferencia
afecta n o sólo al co n te n id o , sino tam b ién a la form a
y estilo. ¿En q ué co n siste esta diferencia y a q u é se
debe? P a ra p ercib ir la p e c u lia rid a d del lenguaje de
Jesú s a trav és de san Ju a n , leem os a te n ta m e n te
u n larg o d iscu rso , q u e el C u a rto E vangelio po n e
en b o ca d e Jesús. Es el d iscu rso del ca p ítu lo 8,
d irig id o a un g ru p o de oy en tes n o bien definido,
e n tre los q u e se h allan ta m b ién los fariseos.
«Jesús les h a b ló de nuevo d ic ie n d o : “ Y o soy la Un d i s c u r s o de J e s ú s

luz del m u n d o . El q u e m e siga, n o a n d a rá en ti- enel. eva"9el·0 d®


n ° ’ san Juan (Jn 8.12-30).
n ieb las, sin o q u e te n d rá la luz de la v id a .” Los
fariseo s le d ije ro n : “T ú testificas de ti m ism o ; tu
testim o n io n o es v e rd a d e ro .” Jesús les re sp o n d ió :
“ A u n q u e yo testifiq ue d e m í m ism o , m i testim o n io
es v erd ad ero , p o rq u e sé de d ó n d e vengo y a d o n d e
v o y ; p e ro v o so tro s n o sabéis d e d ó n d e vengo y
a d o n d e voy. V o so tro s ju zg áis según la ca rn e, yo
n o ju zg o a n ad ie. Y si yo ju z g o , mi ju icio es v er­
d a d e ro , p o rq u e n o estoy solo, p u es el P ad re , q u e
m e en v ió , está co n m igo. E n v u estra ley está escrito
q ue el testim o n io de d o s h o m b res es veraz. D e mí
testifico yo y testifica el P ad re , que m e h a e n ­
v ia d o .” E n to n ce s le d ije r o n : “¿ D ó n d e está tu p a d re ? ”
Jesú s re s p o n d ió : “ N i a m í, ni a m i p a d re conocéis.
Si m e co n o c ie rais a m í, co n o c eríais tam b ién a mi
P a d re .” A sí h a b ló ju n to al teso ro , en se ñ an d o en el
te m p lo ; y n in g u n o lo p re n d ió , p o rq u e su h o ra no
h a b ía lleg ad o aú n .
Les d ijo en o tra o ca sió n : “ Y o me voy; m e bus­
caréis y m o riréis en v u estro p ecado. A d o n d e yo 181
voy, no po d éis ir v o so tro s.” L os ju d ío s d ecían :
“¿Irá a m atarse, p u es dice: D o n d e yo voy, no
p o d éis venir v o so tro s?” Y c o n tin u a b a Jesú s: “ V o s­
o tro s sois de ab a jo . Y o soy de a rrib a . V o so tro s sois
de este m u n d o . Y o n o soy d e este m u n d o . O s dije
q u e m o riréis en v u estro s p e c a d o s; p o rq u e si no
creyereis q u e yo soy, m o riréis en v u estro s p e c a d o s.”
Y le d e c ía n : “ Y tú ¿quién eres?” Jesús les c o n te stó :
“ Pues lo q u e os vengo d icien d o . T en g o m uchas
co sas q u e d ecir y ju z g a r d e v o so tro s, m as el que
me envió es veraz, y yo dig o al m u n d o lo q u e le
he o íd o a E l.” Y no c o n o c ie ro n q u e les h a b la b a
del P ad re. Les d ijo , pues, Jesú s: “C u a n d o hayáis
le v a n ta d o al H ijo del h o m b re, co n o ceréis q u e yo
soy y q u e n a d a h ag o p o r mi c u e n ta , sino q u e digo
lo que me enseñó el P ad re. El que m e h a en v iad o está
co n m ig o , y ño m e deja solo, p o rq u e yo hago siem pre
lo q u e le a g ra d a a E l.” C u a n d o dijo esto, m uchos
crey ero n en él» (Jn 8, 12-30).
L o p rim e ro que llam a la aten c ió n en este pasaje
del E vangelio de san Ju a n es la solem ne au to p re -
sen tació n del p rin c ip io : «Y o soy la luz del m u n d o .»
A esta a u lo p re se n ta c ió n sigue in m ed iatam en te u n a
p ro m e sa : «El q u e m e siga, n o a n d a rá en tinieblas,
sino que te n d rá la luz d e la vida.» E sta conexión
e n tre la a u to p re se n ta c ió n (q u e em pieza co n un
«Y o soy») y la p ro m e sa (que em pieza con «el
q u e ...» ) se repite co n b a sta n te frecuencia en el
E vangelio de san Ju a n . V eam o s:

E sq u e m a e s t e r e o t ip a ­
d a de lo s d i s c u r s o s de
« Yo so y el p a n d e la vida.
J e s ú s e n el E v a n g e li o E l que viene a m í, n o te n d rá h am b re ,
de s a n J u a n : A u to p r e -
s e n t a c ió n + P r o m e s a y el q u e cree en m í, n o te n d rá sed jam ás»
(Jn 6, 35).

182 « Yo soy el p a n vivo b a ja d o del cielo.


E l que com e d e este p a n , vivirá etern am en te»
(Jn 6, 51).

« Yo so y la luz del m undo.


E l que m e siga, no a n d a rá en las tinieblas,
sino q u e te n d rá la luz de la vida»
(Jn 8, 12).

« Yo so y la p u e r ta ;
e l que e n tra p o r ini se salvará»
(Jn 10, 9).

« Yo so y la resu rrecció n y la vida.


E l que cree en m í, a u n q u e m u era , vivirá»
(Jn 11, 25).

« Yo soy la vida, v o so tro s los sarm ientos.


E l que p e rm a n ece en mí y yo en él,
d a m u ch o fru to »
(Jn 15, 5).

A h o ra p o d em o s p ro c ed er fácilm ente a la c o n ­
tra p ru e b a e x a m in a n d o si este esq u em a estereo tip ad o
ap arece en los d iscu rso s de Jesús, q u e nos tra n s ­
m iten los tres p rim ero s E vangelios. El re su lta d o
es in eq u ív o co : el esq u em a « A u to p re se n ta c ió n +
P ro m esa» n o ap a rec e en b o ca de Jesús, en los res­
tan tes E v an g elio s, ni u n a sola vez. El d iscu rso de
Jesús en Jn 8, 12-38 co m ien za co n fo rm e a un es­
q u em a e ste re o tip a d o que no ap arece en los E v a n ­
gelios de M ateo , M arco s y Lucas. E n c a m b io , es
ca rac te rístic o del E vangelio d e san J u a n : sólo
h ab la así el Jesú s de este E vangelio.
P e ro ¿qué tip o d e d iscu rso ten em o s aquí? ¿Q ué
fo rm a de h a b la r es ésta, q u e co m ien za con u n a au to -
p re sen tació n , sigue con u n a p ro m esa y se desen ­
vuelve luego co m o en Jn 8, 12-29? P a ra reco n o cerlo
m ejor, an alicem o s p rim ero u n texto ex trab íb lico ,
que p ro ced e del filósofo p a g a n o C elso (siglo 11
d espués de C risto ). E n sus viajes p o r Siria y P a ­
lestina, C elso h ab ía esc u ch ad o a p re d ic ad o re s o rie n ­
tales a m b u la n te s, q u e re c o rría n p u eb lo s y aldeas
so lta n d o d iscu rso s a las m asas. T o d o s ellos decían
m ás o m enos lo m ism o. C elso resum e su p re d i­
cació n en los siguientes té rm in o s: «Y o soy D io s o
hijo de D io s o E sp íritu divino. H e venido, p o rq u e
el fin del m u n d o es in m in en te, y v u estro fin, ¡oh
h o m bres!, se ac erc a a cau sa de v u estro s crím enes
y m ald ad es. P ero yo q u iero salvaros. P ro n to me
veréis a rre b a ta d o p o r fuerzas celestiales. ¡D ichoso
q u ien m e ad o ra! S o b re to d o s los d em ás lan zaré
fuego e tern o , so b re to d a s las ciu d ad e s y cam p o s.
Y los h o m b res q u e n o co n o cen su castigo en vano
se a rre p e n tirá n y su sp ira rá n . P ero a quien haya
ten id o fe en m í, lo p re serv aré etern am en te.»
U n a c o m p a r a c ió n ,, , . .. .
t o m a d a d a la h i s t o r i a C o m p a ra n d o este tex to c o n los d iscu rso s de
de la s r e l ig i o n e s . Jesús q u e leem os en el E vangelio d e san Ju a n , no
se pu ed e m enos de re s a lta r v ig o ro sam en te en o rm es
d iferencias que los d istin g u en . E n n in g u n a p a rte del
E v angelio de san J u a n h a b la Jesús d e sí y de su
m isión de u n a m a n e ra ta n p rim itiv a , rim b o m b a n te
y d esc ara d a. En n in g ú n p asaje de san J u a n dice
Jesús « Y o soy D io s» ; d irá m ás bien: «El q u e m e
ve a m í, ve al P ad re» (Jn 14, 9). A n ad ie pide Jesús
q ue le a d o re ; le pide ú n icam e n te creer q u e D ios
le ha e n v ia d o : «El q u e cree en m í, n o cree en mí,
sino en aq u el q u e m e h a en v iad o » (Jn 12, 44).
F in a lm e n te , Jesús p ro c u ra p ro m o v e r la fe, p ero
n o p o r tem o r al castig o en p rim e ra in stan cia, com o
lo hace el texto p a g a n o , sino p o r el deseo de que
los h o m b res lleguen al c o n o c im ie n to de la verdad
y p o sea n la vida e te rn a : «Y o he venido al m u n d o
p a ra que ten g an vida y la te n g a n en ab u n d a n c ia »
184 (Jn 10, 10). P rec isa m e n te este p a ra n g ó n c o n el
tex to d e C elso m u e stra q u e el Jesús del E vangelio
de san J u a n n o es u n o m ás en la larg a lista de los
ta u m a tu rg o s y p re d ic a d o re s am b u la n te s an tig u o s,
que se p re se n ta b a n a sí m ism os co m o dioses en
figura h u m a n a , tra ta n d o de c a u tiv a r a las m asas
co n recu rso s m ágicos y serm ones terroríficos.
P ero en m ed io de estas p ro fu n d a s divergencias
de fo n d o , salta a la vista el p a recid o de la fo rm a.
C o m o el tex to de Jn 8, 12-29, el a p o rta d o p o r C elso
co m ien z a tam b ién co n la autopresentación del o r a ­
d o r, q ue, co m o en san Ju a n , se p lasm a en la fo rm a
«yo soy». En u n o y o tro caso se tra ta en el fo n d o ,
de u n a au to rre v e la c ió n , a c o m p a ñ a d a de u n a p re ­
ten sió n ca te g ó rica y ab so lu ta . N o se a d m iten
rép licas ni titu b eo s. H ay q u e a c e p ta rla o rech azarla.
A d ecir verd ad , este c a rá c te r p e re n to rio y ab so lu to
de la a u to rrev elac ió n ap arece en el E vangelio de
san J u a n c o n m u ch a m ay o r clarid ad q u e en el breve
tex to de C elso. L os fariseos, en efecto, re p ro c h a n
a Jesús q u e dé te stim o n io de sí m ism o, p o r lo que
su testim o n io n o es v erd ad ero . P ero c u a n d o Jesús
resp o n d e q u e ta m b ién su P a d re d a testim o n io de
él, en to n ce s el c a rá c te r a b so lu to de su a u to rre ­
v elación se hace irreb atib le, ya que sólo el que
cree en Jesú s p u ed e co n o c er el testim o n io del
P a d re (véase el versículo 19). A sí pues, la p re ­
ten sió n de Jesú s no es c u e stio n a b le ; p o r eso puede
p a ra fra s e a rla de nu evo y p o r eso re ite ra u n a y o tra
vez el «Y o soy» (véanse 8, 24.28).
C o n su p re te n sió n ab so lu ta , Jesús se co n v ierte
en m o tiv o de crisis, es decir, en aquel q u e divide al
m u n d o . L o d ivide e n tre él y sus oy en tes: « V oso tros
sois de a b a jo . Y o soy de arrib a . V o so tro s sois de
este m u n d o . Y o n o soy de este m u n d o » (Jn 8, 23).
Y , al m ism o tiem p o , divide tam b ién a sus oyentes:
u n o s creen en él, o tro s no. E sta división del a u d i­
to rio en crey en tes y no creyentes co rresp o n d e, en
A s i d i s c u r s e a b a n , se - e! d iscu rso , a los té rm in o s co n secu tiv o s d e prom esa
yun C e ls o , l o s p r e d i­
c a d o r e s o r ie n t a le s a m ­
y de am enaza. E n el tex to de C elso se d estac a con
b u la n t e s . Jam ás d ic e g ra n c larid ad el p aralelism o d e la p ro m esa y de la
Jasú s en lo s Evange­
lio s : «Yo so y D io s » .
am en a za, que llega a cristalizarse en u n a e stru c tu ra
J . im á s h a b ló d e s i y de d u a l: « D ic h o so q u ien m e a d o ra » (p ro m esa). «S obre
ru ir iis ió n c o n t a l é n ­
f a s i s y a u t o r r e lie v e .
to d o s los d em ás lan zaré fuego etern o » (am enaza).
P u ro en el e v a n g e lio de «Y los h o m b re s q u e no co n o c en su castigo en vano
sa n J u a n e n c o n tra m o s
el e s q u e m a c i t a d o : la
se a rre p e n tirá n » (am en aza). «P ero a qu ien haya
fo r m a del d i s c u r s o de ten ido fe en m í, lo p re serv aré e tern am en te» (p ro ­
r e v e la c ió n . ¿ C ó m o e x ­
p l ic a r e s te fe n ó m e n o ?
m esa). T en em o s, pues, p ro m esa -a m e n a z a -a m e n a z a -
p ro m esa , c o n fo rm e a la e s tru c tu ra A -B -B -A .
T am b ién el d iscu rso d e Jesús c o n tien e u n a p r o ­
m esa solem ne, p e ro se tr a ta d e u n a p ro m e sa —y
esto es c a ra c te rístic o — e m p a lm a d a in m e d ia ta ­
m ente a la a u to p re s e n ta c ió n : «E l q u e m e siga, no
a n d a rá en las tin ieb las, sin o que te n d rá la luz de
la vida.» T a m p o c o fa lta la am en a za, p ero n o a p a ­
rece h asta el versículo 8, 24: «Si no creyereis que
yo soy, m o riréis en v u estro s pecad o s.» N o tem o s
u n a vez m ás la p ro fu n d a d iferen cia d e c o n te n id o
en tre la am en a za del d iscu rso de Jesú s y la del
¡D ichoso
el que me adora!

tex to de C elso, si bien lo que en este m o m en to nos


in tere sa es el m ero hecho de la presencia de la a m e­
n a z a en am b o s textos.
E n resu m en p u ed e decirse q u e, ta n to en Jn 8,
12-29 c o m o en el texto de C elso, ten em o s u n a T a n to en Jn 8 .1 2 -2 9
com o en el te x to de
fo rm a de len g u aje a la q u e el o ra d o r aju sta u n a C e ls o , t e n e m o s el g é ­
p re te n sió n a b so lu ta , ineludible e incuestionable n e ro lit e r a r io lla m a d o
« d is c u r s o de re v e la ­
p a ra los oyentes. El d iscu rso a fro n ta al m u n d o c ió n de un re d e n to r» .
e n te ro y a n u n c ia q ue no hay m ás que u n a po sib i­
lid ad de salv ac ió n : creer en el o ra d o r. L o c a ra c ­
terístico en esta fo rm a d e lenguaje es la a u to p re ­
sen tació n del o ra d o r con el «yo soy», y la an títesis
de p ro m e sa y am en aza. P u d ié ra m o s b a u tiz a r esta
fo rm a d e lenguaje c o n el n o m b re de «discurso de
rev elació n de un re d en to r» . T o d o s y ca d a u n o de
sus elem en to s ca rac te rístic o s a b u n d a n en los d is­
cu rso s q u e el E v an g elio de san Ju a n p o n e en b o ca
d e Jesús.
P e ro ¿de d ó n d e p ro ced e e stric ta m e n te esa id e n ­
tid a d fo rm al de lenguaje q u e o b serv am o s en tre el
d iscu rso de los p re d ic ad o re s a m b u la n te s orien tales 187
d e la a n tig ü e d a d , re su m id o p o r C elso, y los d is­
cu rso s d e Jesús según el E vangelio de san Ju an ?
¿ Im itaría co n sc ie n tem en te C elso, o los p re d ic a ­
d o re s a m b u la n te s d e P alestin a, el tex to del E v an ­
gelio d e san J u a n , to m á n d o lo co m o un m odelo?
T al h ip ó tesis es co m p le ta m e n te inverosím il. El
tip o de d iscu rso d e revelación q u e c o m e n ta m o s
e sta b a m uy d ifu n d id o en la a n tig ü ed a d d u ra n te
los siglos i y u d espués d e C risto . L o e n c o n tra m o s
en m u ch o s escrito s d e aq u e llo s tiem pos, q u e h a b la n
d e m isterios, revelaciones, co n o c im ien to s esotéricos
y d e sa b id u ría . A sí c o m e n z a b a n , p o r ejem plo, los
an tiq u ísim o s escrito s d e los m án d eo s, u n a secta
b a u tista de S iria o rien ta l, cuyos o rígenes se re m o n ta n
al siglo i d espués d e C risto . Sus o b ra s a b u n d a n en
d iscu rso s d e revelación, q u e co n tien e n los elem entos
fo rm ales señ a la d o s en el d iscu rso de C elso y en los
d iscu rso s del E vangelio de san Ju a n . En el L ibro
de Juan d e los m án d eo s, p o r ejem plo, el rev elad o r
se p re sen ta del siguiente m o d o 22:
«Y o soy u n p e sc a d o r d e la g ra n vida, u n pes­
c a d o r d e la vida p o d e ro sa , yo soy u n p esc a d o r de
la g ra n vida, u n m en saje ro al q u e h a e n v iad o la
v id a ... ¡G u a rd a o s del m undo! ¡G u a rd a o s de los
h e d io n d o s p á ja ro s q u e se ciern en so b re vosotros!
Si os g u a rd á is d e ellos, h e rm a n o s m íos, yo seré
v u estro s o c o rro : un s o c o rro y u n a p o y o p a ra salir
del lu g ar de las tin ieb las al lu g ar de la luz.»
E n o tro escrito de los m án d eo s, en el Verdadero
Ginza, el re v elad o r h a b la a s í23:
«Y o soy el en v iad o de la lu z; to d o el q u e p ercib a
su a ro m a , te n d rá la vida. A to d o el q u e a c a ta su
d iscu rso , se le in u n d a rá n los o jo s de lu z ... P ero los
m alos, ésos, m en tiro so s, se o b n u b ila rá n ellos m is­
m o s... L o s m alos se h u n d e n p o r su p ro p ia v o lu n ta d
en el g ra n m ar d e Suf.»
C la ra m e n te se ve el tipo de d iscurso q u e tenem os
a la vista. L o s elem en tos form a le s: a u to p re sen ta-
c ió n -p ro m e s a -a m e n a z a (o bien, am o n e s ta c ió n ) son
palpables. Y si c itá ra m o s íntegros los dos textos
m á n d e o s , sald rían a luz o tro s p u n to s form ales
c o m u n e s al texto de Jn 8, 12-29. P ero h em o s p re ­
ferido lim itarn o s a los elem en tos m e n c io n a d o s :
a u to p re s e n ta c ió n -p ro m e s a -a m e n a z a . C o n ellos b a s ­
ta p a r a c o m p re n d e r lo qu e es un d iscu rso de reve­
lación y p a s a r a lo q u e p rim o rd ia lm e n te n o s interesa .
a h o r a : p o n e r de relieve las diferencias e n tre estos
discursos y los tra n s m itid o s p o r los o tro s tres
Evangelistas. C o m o p u n to de referencia, p o r p arte
de los S inópticos, escogerem os el texto d e Lc 12,
49-59, m u y a p r o p ia d o al caso, p o rq u e , a d e m á s de
d a r n o s un largo d iscurso de Jesús, exige d e sus
oyentes u n a decisión radical.

« “ Vine a trae r fuego a la tierra, ¡y c u á n to deseo un discurso de Jesús


ya q u e arda! H e de recibir u n b a u tis m o d e d o lo res, ¡ ϊ ° ^ , ' Ιυ°"“ηββΐ10
¡y c ó m o m e an g u stio h a s ta q u e se realice! ¿Creéis ( L c 1 2 . 4 9 &9).

q u e he venido a hacer la p az en la tierra? Os digo


q u e no, sino discordia. Pues en ad e la n te e starán
divididos cinco en una casa, tres c o n tr a dos, y dos
c o n tr a tres. E sta rá d ividido el p a d r e c o n tra el hijo,
y el hijo c o n tr a el p a d r e ; la m a d re c o n tr a la hija,
y la hija c o n t r a la m a d re ; la suegra c o n tra la n u era,
y la n u e r a c o n tr a la su eg ra.”
Y decía ta m b ié n a la m u ltitu d : “ C u a n d o veis
levan tarse u n a n u b e al p o n ien te, decís en seguida:
‘Va a llo ver’, y así es. Y c u a n d o sentís s o p lar el
viento sur, decís: ‘V a a h acer c a lo r ’, y así sucede.
¡H ip ó c rita s !; sabéis apreciar el aspecto de la tierra
y del cielo, ¿y c ó m o n o c o m p re n d éis el tiem p o p re ­
sente?
¿P or q u é n o juzgáis v o so tro s m ism o s c o n justicia?
C u a n d o vayas co n tu ad v ersario al m ag istrad o , 189
sión a b s o lu ta lan zad a p o r el o ra d o r. ¿Q ué ob ser­
v am o s en san Lucas? ¿A qué gén ero pertenece
El d i s c u r s o l u c a n o de Lc 12, 49-59? L a re sp uesta es única: El discurso
J e sú s es una composi­
ción s e c u n d a r ia h e c h a
lu can o d e Jesús es u n a c o m p o sició n sec und aria
a b a ¿ e d e s e n t e n c ia s p o rq u e está hecha a base de sentencias individuales
que e x is t ie r o n p r im e r o
in d « p e n d ie n t e s e n ­
q ue existieron in d e p en d ie n te m e n te d u ra n te un tiem
tr e s i. po. A h o r a bien, estas sentencias perten ecen a gé
ñero s m uy diversos. E n el versículo 49, p o r ejem plo
ten em o s u n a fo r m a pro fétic a de p rim e ra p erso n a
form a -y o, co n la q u e Jesús expresa su m isión. E n
los versículos 52-53 tenem os el gén ero de p re d ic­
ción y, finalm ente, en los versículos 58-59, el género
p an ib ó lico . E n su c o n ju n to , pues, el d iscurso es u na
c o m p o sició n a base d e géneros distin to s que en tra n
en el c a m p o del género profético o, al m eno s, se
le a p r o x im a n . En co n tra s te , el discurso de revela­
ción es to ta lm e n te ajen o al profético y, efectiva­
m ente, Lc 12, 49-59 n a d a tiene q u e ver c o n un
discurso de revelación. C on tie n e, sí, u n a a m en a za
(versículo 59), p e ro n o u n a p ro m esa . Y si la sen­
tencia del fuego c o m ien z a con un « Y o», n o le sigue
la a u to p re s e n ta c ió n típica de un d iscurso de reve­
lación. Le sigue un sim ple d iscurso profético, en el
que Jesús perfila su m isión. N o dice Jesús co n estas
p a la b ra s quién es, sino a qué ha venido. N o habla
ta m p o c o Jesús c o m o un revelado r, sino c o m o un
profeta. La frase de L ucas: « Y o he venido a traer
fuego a la tie rra ...» o c u p a un p la n o m u y distin to
q ue la de J u a n : « Y o soy la luz del m u n d o .. .»
En Lc 12, 49-59, el «yo» de Jesús q u e d a en el
trasfo n d o , o bien retro ced e in m e d ia ta m e n te a un
segu ndo p lan o. E n la sentencia so b re los signos del
tiem p o y en la p a r á b o l a d e la ida al m a g is tra d o n o
hay u n a definición d e la p e rs o n a de Jesús. El tem a
de to d o el discu rso es D ios, n o la p e rs o n a de Jesús.
Los oyentes deben c o m p re n d e r que ha s o n a d o la
192 ho ra . El reino de D io s está irru m p ie n d o . Y a n o le
q u e d a tie m p o al h o m b re. T iene qu e convertirse.
T iene q u e decidirse a favo r o en c o n tr a del reino
de D ios. T ien e q u e e n ten d e r la exigencia del m o ­
m e n to , in te rp re ta r los signos del tiem p o. D isp o n e
de tan p o c o tiem po , c o m o el que va c a m in o del
juez. T o d a v ía p u ed e p o n erse de a c u e rd o con su
rival de pleito. P ero u n a vez in c o a d a la cau sa, será
de m a s ia d o tarde. Urge, p o r ta n to , u n a acción
p ro n ta . ¿ C ó m o es posible, p re g u n ta Jesús a los
oyentes, que sepáis «apreciar el asp ecto de la tierra
y el cielo», y n o co m p re n d é is los signos que an u n c ia n
la p ro x im id a d del reino d e Dios? Esta cercanía
del reino de D io s requiere la decisión del h o m b re
entero. Jesús sabe que h a sido en viad o p a r a p r o ­
vocar esta decisión. Su m ensaje cau sa división y
discordia. H a ce estallar to d as las relaciones y todos
los vínculos. A c tú a c o m o el fuego.
T o d a s las sentencias de Jesús, recogidas en
Lc 12, 49-59, se refieren a u n a sola idea: la situación
re su ltante de la inm inencia del reino de Dios.
A u n q u e n o se m encione este co n c e p to siquiera
u n a vez, constitu ye el tra sfo n d o de to d o el discurso.
Jesús h a b la c o m o m en saje ro del rein o de D ios que
alb orea. P ro v o c a a la o pción po r el rein o de D io s
y, en ú ltim a instancia, p o r D io s mismo.
T e n ie n d o en c u e n ta este tra s fo n d o se percibe la
p eculiaridad del discurso de revelación de J n 8.
El Jesús j o á n i c o no a p u n t a al fu tu ro , sino qu e h a b la
del presente. N o a p u n t a al reino de D io s q u e ha
de venir, sino que se refiere a sí m ism o. Jesús_no
h a b la c o m o p ro fe ta , sino c o m o revelador. S aca a
p rim e r p la n o su p ro p ia p e rs o n a de un m o d o c o n s ­
ta n te y d esta c a d o . Y esto, n o té m o s lo bien, no sólo
en el texto q u e h em os co m e n ta d o . T o d o s los dis­
cursos q u e san J u a n po n e en b o c a de Jesús llevan
la m is m a im p ro n ta . R e ite ra d a m e n te to p a m o s en el
c u a rto E vangelio c o n el género del discurso de
revelación, m ientras q ue el género profético re­
tro ce d e a ojos vistas. T o d o lo c o n tra rio o curre
en los tres p rim e ro s Evangelios, d o n d e p re d o m in a n
a b s o lu ta m e n te los discursos proféticos y brillan p o r
su ausen cia los de revelación.
¿C ó m o h abló el Jesús histórico? ¿ C ó m o el Jesús
de los tres Evangelios m ás an tig uo s o c ó m o el Jesús
del E vangelio de san Ju an ? E n otro s tiem po s se
¿ C ó m o h a b ló el J e s ú s decía que Jesús h a b ía em p le a d o los dos lenguajes,
h i s t ó r i c o ? ¿ C ó m o en el
e v a n g e lio de s a n J u a n
h a b la n d o u nas veces c o m o pro feta y o tras co m o
o c ó m o en lo s E v a n g e ­ revelador. C o m o revelado r h a b r ía h a b la d o sólo en
lio s S in ó p tic o s ?
ocasiones m u y definidas, q u e recoge en exclusiva
p recisam en te el c u a rto Evangelista. P ero sem ejante
solución cae p o r su base, p o r la sencilla razón de
qu e casi to d o s los discursos de revelación en el
Evangelio de san J u a n se dirigen no a un círculo
esotérico de oyentes, sino al gra n público. E n c o n ­
secuencia, hay que o p t a r : o h ab ló Jesús c o m o el
Jesús de los tres E vangelios m á s an tigu os, o habló
c o m o el J e s ú s del Evangelio de san Ju an . N o
cabe o tra alternativa.
P ara las ciencias bíblicas la cuestió n está resuelta
d esde hace tiem po. U n a solución, desde luego,
in eq uív oca y definida. P o rq u e el Evangelio de san
J u a n difiere de los d e m á s Evangelios, n o sólo p o r
el género de los discursos, sino p o r to d o su estilo.
Y difiere m uy fuertem ente. C u rio sa m e n te , el estilo
característico del c u a r to Evangelio se e n c u e n tra no
sólo en la p a rte de los discursos, sino en to d as sus
páginas en general y, m ás allá del Evangelio, en la
p rim era c a rta de j a n J u a n . El E v a n g elio de san Ju an ,
a d e m á s de sus diferencias de estilo respecto a los
d em ás Evangelios, p re s e n ta u na tem ática peculiar
y pro p ia, que v olvem os a e n c o n tr a r en la p rim e ra
c a rta de san Ju an . El a u t o r de esta c a rta h a b la de
los m ism o s tem as q ue el Jesús jo á n ic o y con el
194 m ism o estilo. Las consecuencias son inevitables:
D e s d e el p u n t o de v i s i a de la c r it ic a de l a s f o r m a s , J e s ú s h a b la en
lo s t re s p r im e r o * E y a a u a U o * al· e & iilx M U u n g r o l e t a ; en et de s d n J u a n ,
a l e s t i lo de un jjeuetariúr. ¿ D ó n d e e s tá la v e r d a d h is t ó r i c a ? ¿ E s t a r á
equivuc& tfft al E v a n y e lio de s a n J u a n ?
P rim e ra : D etrás del c u a r to Evangelio y de la
i p rim era c a rta de san J u a n hay un gran teólogo,
i r o d e a d o p ro b a b le m e n te de discípulos, q u e hace
h a b la r a Jesús su p ro p io le n g u a je ^ S e g u n d a : E n los
tres Evangelios m á s a n tig u o s nos hallarnos m ás
cerca del Jesús h istórico que en el c u a rto E v a n ­
gelio. T erc e ra : El d i s c u r s o . de revelación es un
género literario qu e j a m á s utilizó el Jesús histórico.
Y c u a rta : El discurso de revelación de Jn 8, 12-19
es la co m p o sició n de un teólogo del cristianism o
prim itivo, pero n o u n d iscurso del Jesús histórico.

Jn 3, 16-17 1 Jn 4, 9-10
P o rq u e tan to h a a m a d o Dios En esto se h a manifestado
al m u n d o , que le ha d a d o el a m o r de Dios po r nosotros,
a su Hijo U nigénito, p ara que en que ha m a n d a d o a su Hijo
quien crea en él no muera único al m u n d o p a ra que nosotros
sino que tenga vida eterna. vivamos p or él.

En esto consiste su a m o r:
no som os nosotros los que
hem os a m a d o a Dios, sino Dios
Pues no envió Dios a su Hijo al m un do el que nos ha a m a d o a nosotros
p a ra c o n d e n a r al m un do , y h a enviado a su Hijo
sino p a ra que el m un do co m o víctima propiciatoria
se salve p o r él. p or nuestros pecados.

A l co m p a rar e s to s dos T o d a s estas c o n stata cio n es son ineludibles a los


t e x to s , s e ve q u e el
ojos de los h isto riad o re s, y hace tie m p o q ue p a ­
a u t o r de la p r im e r a c a i ­
t a da s a n J u a n h a b la saro n a ser p a trim o n io c o m ú n de las investigaciones
e n al m is m o e s t i l o que
bíblicas. Sin em b arg o , n o b astan . Q u ien se c o n te n ta
el J e sú s j o á n ic o . La
c o n s e c u e n c ia e s i n e v i ­ con ellas, sin a ñ a d ir m ás, n o dice to d a la verdad.
t a b le : d e t r á s d e l c u a r ­
P o rqu e tam b ién en este caso, c o m o tra tá n d o s e del
to e v a n g e l io y de la
p r im e r a ca rta de s a n m aterial n arrativ o d e la Biblia, hay q u e p r e g u n ta r s e :
J u a n h a y un g r a n t e ó ­
¿C onsistirá la v erd ad sólo en la descripción exacta
l o g o q u e p o n e en b o c a
de J e s ú s s u p r o p io le n ­ de los hechos externos, o hay o tras fo rm a s m uy
guaje.
distintas de verdad? C o n c re ta m e n te : P a r a reflejar
q uién fue Jesús y lo q ue quiso, ¿ b a sta ría u n discurso
re g istrado en m a g n e tó f o n o al pie de la letra? ¿N o
p o d ría hacerse a base de discursos secun d ario s y
librem en te fo rm u lad o s? M á s c o n c re ta m e n te a ú n :
¿N o p u d ie ra ser que, a pesar de que Jesús ja m á s
em pleó el g énero literario del d iscu rso de revela­
ción, el p lan y las fo rm a s a d o p ta d a s p o r el E v a n ­
gelio d e san J u a n re p ro d u je ra n con exactitud quién
fue Jesús en lo m ás ín tim o de su ser y lo q ue quiso?
H e m o s visto que Jesús echó m a n o del género ¿ B a s t a d e f in ir a J e s ú s
c o m o p r o fe ta ?
p ro fético; q u e n o se an u n c ió a sí m ism o, sino que,
c o m o u n p ro fe ta , o rien tó las m en tes hacia D io s y
su reino ya c o m en z ad o . E n esta perspectiva re­
sulta fácil definirle c o m o p ro fe ta y buscar el m is­
terio p eculiar de su p e rs o n alid a d en el á m b ito p r o ­
fético. D e hecho, es lo qu e sucedió en u n p r i n ­
cipio. A Jesús se le co nsid eró p rofeta. Véase
L u cas 7, 16: « U n gran p ro feta h a surgido entre n o s ­
o tro s ; D io s ha visitado a su pueb lo.» P ero p o r
indiscutibles q ue sean los elem ento s proféticos que
e n c o n tr a m o s en las p a la b ra s y o b ra s de Jesús,
sigue en pie la cuestión de si el m isterio d e su p e r­
so n a se inscribe exclusivam ente en el á m b ito p r o ­
fético.
A h o r a bien, el c a rác te r escatológico y definitivo
de la p re d ic ació n de Jesús se resiste ya p o r sí m ism o
a la identificación profética. P o rq u e Jesús no se
c o n te n ta co n a c la ra r o describir u n a situación de­
te rm in a d a de Israel, m ir á n d o la desde D io s: a n u n c ia
que ya h a c o m e n z a d o aq uí y a h o r a la intervención
final de Dios. P redica q u e D io s está h a b la n d o a h o r a
su p a l a b r a ú ltim a, insuperable, definitiva; q u e D ios
hace, en fin, irru m p ir en este m u n d o su salvación
y su juicio, y que, p o r lo m ism o, ha s o n a d o la h o ra
de las opciones radicales.
E n este c o n tex to se p o d ría ciertam en te evocar la
figura de san J u a n B autista, cuya p red icación fue 197
tam b ién de to n o escatológico y definitivo. P ero
Jesús n o sólo entiend e su predicación c o m o la
p a la b r a últim a y definitiva d e D io s ; a ñ a d e, adem ás,
a su predicación la exigencia y la preten sión de que,
al e n t r a r él en escena, se cu m p len to d a s las p ro m esa s
del A n tig u o T e s ta m e n to . Así llega a decir: «¡D i­
ch osos los ojos que ven lo q ue veis! P o rq u e os digo
que m u ch o s p ro fe ta s y reyes quisieron ver lo que
v o sotro s veis, y n o lo vieron, y oír lo q ue v o so tro s
oís, y n o lo oy eron» (Lc 10, 23-24). ¿A qué se refería
Jesús con ese ver y oír que antes no eran posibles
y a h o r a se pueden? Jesús alu de a las curaciones que
realiza; alu d e a las o b ra s con q ue expulsa a los
d e m o n io s ; alu d e a sus p a la b r a s p o d e ro sa s ; alude
a la c o m u n ió n q u e h a e n ta b la d o c o n los p u b lí­
ca n o s y pecadores. E n to d as estas acciones se
cu m p len las pro m esa s, a so m a co n inm inencia el
reino de D ios. A h o r a bien, a lu d ir a estas cosas
equivale a decir q ue Jesús considera su p a la b r a
y su o b r a c o m o el gra n signo que e n c a rn a visible­
m en te la gloria y el p o d e r del re in a d o de Dios. Por
consiguiente, el m ensaje de Jesús es indisoluble
de su persona. E n el fo n d o , Jesús se con sid era a sí
m ism o c o m o el signo del tiem po, o c o m o el signo de
la gloria venidera de D ios. Y esto, a u n q u e im plíci­
ta m e n te y en silencio, s u p o n e u n a conciencia de sí
inaud ita, d o n d e lo p rofético q u e d a am p liam en te
sup erado.
Q u e d a to d av ía m u c h o q u e decir. Es preciso o b ­
servar el m o d o c o m o Jesús hace valer la v o lu n tad
de Dios. N o lo hace al m o d o de u na p e rso n a ver­
sada en las E scrituras, o a base de una sab idu ría
ad q u irid a , ni siquiera a la m a n e r a d e los profetas
que se p resentan al p u eb lo con u n as sentencias que
han recibido de D ios y las d ictan en su n om bre. La
c o n o c id a fó rm u la «Así dice Yavé», « o rácu lo de
Yavé», con q u e inician su m ensaje los pro fetas del
A n tig u o T e s ta m e n to , no aparece siquiera una vez ¿ Q ué es m á s u ve rd a d e ­
r o * , un r e t r a t o p in t a d o
en b o ca de Jesús. L a fó rm u la inicial de los m e n sa ­ por un gran a r tis ta
jero s v e te ro te s ta m e n ta rio s ha sido su stitu ida p o r o una ( o t o g r a f ia ? La
l o t o g r a f i a r e f l e j a lu
u n a nueva, q u e sólo en Jesús y en nadie m ás e n ­ s u p e r f ic ia l, lo e x t e r n o ;
c o n tra m o s : «E n verdad, en verd ad os digo.» Esta el p in to r p e n e tr a m a s
hondo. Am bas co sa s
fó rm u la d e la ta a los ojos de un ju d ío la conciencia im p o r t a n y n o h a y que
de u n a a u to r id a d y un p o d e r enorm es, in a u d ito s: c o n t r a p o n e r la s . T a m ­
p o c o t e n d r ía s e n t id o
Jesús n o tran sm ite, co m o los profetas, el m ensaje c o n t r a p o n e r la p r e s e n ­
recibido de D io s ; se atreve, p o r así decirlo, a h ab lar t a c ió n d e J e s ú s s e y ú n
lo s t r e s p r im e r o s E v a n ­
c o m o si él m ism o o c u p a ra el p u esto de D i o s 24. g e l i o s a la que h a c e el
V am o s a in te rru m p ir estas consideraciones, p o r ­ E v a n g e li o de s a n J u a n .
P e io la c o m p a r a c ió n
que n u estro p r o p ó s ito n o es p recisam en te an alizar
f a l la en un p u n t o : la
co n detalle· la conciencia q u e de sí tenía Jesús, p r e s e n t a c ió n de J e s ú s
se gú n lo s t r e s p r im e ­
im p lica d a en sus acto s y p alab ras. Q u e ríam o s ro s E v a n g e li u s no es
in dicar so lam en te que la pretensión de a u to rid a d , u n a f o t o g r a f ía .
exigida p o r Jesús, su p era am p lia m e n te los cu a d ro s
y las perspectivas del á m b ito m e ra m en te profético.
T ra s las p a la b r a s y ac to s de Jesús se oculta u n a
au toco n c ien cia, que se sustrae a to d a definición
ex tern a y superficial, y trasciende co n m u c h o to d o
posible e n c u a d ra m ie n to en el ju d aism o .
P ues bien, si el a u t o r del Evangelio de san J u a n
t ra ta de c a p ta r esta conciencia de Jesús, re frac­
taria a to d a definición, m ed ian te la ca tego ría de
rev elador y a base de discursos de revelación, d i­
rem os q ue su e m p re s a es g ra n d io s a y atrevida.
P r o fu n d a u n id a d a n t ie Su intención es tra d u c ir d e algún m o d o en p ala b ra s
el J e s u s d a lo a E v a n ­
g e l i o s S i n ó p t i c o s y el
la p re tensió n q u e se esconde d e trá s de las p ala b ra s
J e s ú s d a l E v a n g e li o de y o b ra s de Jesús. A n a liz a n d o m ás m in uciosam ente,
sa n Juan.
se ve, en efecto, q u e el a u t o r del c u a rto Evangelio
no hace sino m ed itar y a h o n d a r en las p a la b r a s de
Jesús q u e recogen los tres p rim ero s Evangelios.
San J u a n tira de los hilos q u e se ven en la tra m a
de los p rim ero s E vangelios y d e s a rro lla u n a im agen,
cuyos rasg os ap a rec en allí esbozados. Así, detrá s
del « Y o soy» del E vangelio de san J u a n se halla
la m ism a p re tensión q ue Jesús m anifiesta en el
«En verdad, en v e rd ad os digo» d e los Sinópticos.
La frase del Jesús jo á n ic o « Q uien m e ve, ve al
P adre» ac la ra el hecho de q u e el Jesús histórico
se co n sid eró a sí m ism o y co n sid eró su actividad
c o m o el signo del reino inm in e n te de D ios. Y las
p a la b ra s de p ro m e s a y a m e n a z a de los discursos
de revelación del E v ang elio de san J u a n explicitan
la pro v o c ació n a la decisión radical q u e Jesús
b uscó de p a la b r a y o b r a en vistas a la inm inen cia
del fin.
C u alq u iera , qu e ten g a un p oco d e sentido lite­
ra rio y algún c o n o c im ie n to d e las diversas fo rm a s de
lenguaje, llegará a estrem ecerse en u n m o m e n to
d a d o an te las p ro f u n d a s divergencias q u e h ay entre
200 el lenguaje del Jesús de los tres p rim ero s E vangelios
y el del Jesús jo án ico . P ero , a p o c o q ue observe,
n o ta r á tam b ién la exactitud, la p r o f u n d id a d y la
fidelidad, c o n que, p o r en cim a de to d as las discre­
pancias, el Evangelio de san J u a n refleja quién
fue Jesús y lo q u e quiso.
Q u e d a en pie el h echo de que en el Evangelio
de san J u a n n o h a b la el Jesús histórico. Los dis­
cursos de revelación de este E vangelio son m e d ita ­
ciones de un teólo go de la prim itiva Iglesia sobre
el m ensaje de Jesús y el m isterio de su p erson a. Y
son m editacio nes y reflexiones del m a y o r teólogo
del N u e v o T e s ta m e n to , j u n ta m e n te co n san Pablo,
que b ro ta n de la fe en C risto y de un gran a m o r a
C risto. Sí, fueron escritas con fe y a m o r. ¿Y có m o
pu ede cono cerse el m isterio y la in tim id ad de una
p erson a, sino p e n e tr a n d o en ella con la c o n tin u a
reflexión y u n a re ite ra d a m editación?

10. La sentencia sobre el divorcio

T o d o s los análisis que hem os hecho h asta a h o r a


sobre las fo rm a s literarias bíblicas a base de textos
con c reto s h a n d es e m b o c a d o en la m ism a cuestión:
¿histórico o no histórico? La crítica de las fo rm a s y ¿ Q u é p re te n d e la
c r ít ic a de la s l o i m a t ?
géneros literarios nos han servido de in s tru m en to
decisivo p a ra saber si se t ra ta de un acon te cim ie n to
realm en te o c u rrid o , o bien si las p a la b ra s en cuestión
fu e ro n p ro n u n c ia d a s realm en te c o m o el texto lo
indica. T o d o ello p o d ría co n d u c ir fácilm ente a
u na im presión falsa, c o m o si la crítica d e las form as
fuera el in s tru m e n to m eto d o ló g ic o específico p ara
distinguir lo h istórico de lo no histórico. En realidad,
esta im p resió n no h aría m á s que v iolentar las cosas.
C o n a y u d a de la crítica de las fo rm a s y géneros
literarios cabe en m u c h a s ocasiones discernir si 201
un a c o n te cim ie n to o cu rrió o n o de la m a n e r a que
se describe. P ero este d iscernim iento no b asta por
princip io p a r a decidir la historicidad de dicho
ac o ntecim iento . P u d ie ra ser, en efecto, q ue el a u to r
se sirviera de fo rm a s a c u ñ a d a s y estereo tip ad as p a ra
tran sm itir h echos reales. E n tal caso sería peli­
g roso d ed u c ir la n o historicidad del co n te n id o re­
latad o, b asá n d o s e exclusivam ente en la presencia
de u n e s q u e m a pre fab ric ad o .
Así pues, conviene p o n e r bien d e relieve q ue la
crítica de las fo rm a s y géneros literarios ja m á s
decide p o r sí sola las cuestiones históricas. Su m i­
sión específica es o tra : desc ubrir el fin y la inten­
ción de un texto. T iene que m o s tra r lo que el texto
pretende, d ó n d e yace su sentido central y q u é len­
guaje em plea. P o r consiguiente, la crítica de las
fo rm a s se aplica ig ualm ente a los casos en q ue no
interesa en p rim e r té rm in o la h istoricidad de un
ac o ntecim ien to . V a m o s a ex a m in a r desde este
p u n to de vista un os ejem plos to m a d o s de la p redi­
cación de Jesús.
A n á l i s i s d e s d e el p u n ­ M t 22, 14 nos tra n s m ite c o m o sentencia de Jesús
to de « i s l a 4a la c r it iu
de la s t a im a s , de la
las siguientes p a la b r a s : « M u c h o s son los llam ados,
s e n t e n c ia de J e s ú s : pero poco s los elegidos.» A n tes de aplicar a este
« M u c h o s so n lo s lla ­
m a d a s . p ero p o c o s lo s
logion lu crítica de las fo rm a s, conviene a c la rar
e l e y iá o s ii. unas cuestiones previas. « M u ch o s» , en este texto,
no se c o n tra p o n e a «todos». C o m o o cu rre co n fre­
cuencia en las lenguas semitas, « m uch os» tiene un
sentido inclusivo y se refiere a «los m uchos», a un
« n ú m e ro in con tab le», a «lodos». El sujeto agente
de «llam ados», lo m ism o que de «escogidos» es,
sin d u d a , Dios. D io s llam a y escoge. Pero ni el
llam am ien to ni la elección alu den aquí a la acción
p re d e s tin a d o ra de Dios, sino al m o m e n to en que
los ho m b res son recibidos p o r D io s en la salva­
ción eterna, es decir, al m o m e n to en que se salvan.
202 La frase viene a decir: « T o d o s los h o m b re s están
lla m a d o s a la salvación eterna, pero pocos la
alcanzan.»
P ero u n a vez a c la ra d o el sentido extern o de la
frase, surgen e s p o n tá n e a m e n te las verd ad eras difi­
cultades. ¿N o es terrible y d e s c o r a z o n a d o s esta
sentencia de Jesús? Si de la to talid a d de los h o m b res
se salvan sólo u n o s pocos, es b astan te im p ro b a b le
qu e e n tre m o s p recisam ente n o s o tro s en el n ú m ero
de los salvados. La sentencia de Jesús, lógicam ente,
p o p u ed e m enos de sum ergir en negro pesim ism o
a quien la to m e en serio, si no se tiene en c u e n ta
su form a. Y aquí está la cuestión.
La frase es u n a antítesis c r u d a m e n te enunciada.
D o s p rop osiciones o puestas se e n fren tan :

to d o s — pocos

lla m a d o s - - salvados

Sem ejantes antítesis, q u e c o n tra p o n e n en su m o


g ra d o d o s cosas, ap arecen co n frecuencia en la
predicación de Jesús. E jem plos:

« E n tra d p o r la p u e rta estrecha. Q ue es a n c h a la


p u e rta y espacioso el ca m in o que lleva a la p e r­
dición, y son m u ch o s los que e n tra n p o r ella. Y es
estrecha la p u e r ta y a n g o sto el ca m in o que lleva
a la vida, y son pocos los q u e lo encuen tran »
(M t 7, 13-14).

«Os d igo que es m ás fácil q ue un cam ello pase por


el ojo de u n a agu ja q ue un rico entre en el reino de
los cielos» (M t 19, 24).

Estas tres sentencias de Jesús tienen de co m ú n


su fo rm a breve y concisa, la c o n tra p o sic ió n a n ti­
tética de d o s situaciones y un ex trem ism o p r o n u n ­
ciado. Y ten ien d o esto en c u e n ta ; hem o s de p re ­
g u n ta rn o s qué in ten ció n peculiar en cierra un len­
guaje d e tales características. H e m o s visto en
p ágin as an terio res q ue n u estro lenguaje se p resta
a mil diversos objetivos. Puede
«Os d ig a que e s m á s
(acil qua un c a m e llo
p a s e p a r el a jo de u n a
in fo rm a r c o n fesar interp e la r
a y u j a q u e un ric o e n ­
tre e n el r e in o d e l o s in stru ir c o n ju ra r ex h o rta r
cielos.» F ra sa s e x a ge ­
r a d a s h a s ta ta l e x tre ­ c u e s tio n a r a s e g u ra r m andar
m o , n o p re t e n d a n d a r
u n a in f o r m a c ió n o b je ­
notificar a n u n c ia r p ro h ib ir
ti v a , s i n o s a c u d i r y e s ­
narrar la m e n ta r f o r m a r la c o m u n id a d
p olear lo s A n im o s .
P a r a i n t e r p r e t a r l a s se describir a c u sar r o m p e r la c o m u n id a d
r e q u ie r e s u m a a te n ­
ción a su in te n c ió n a la b a r a n im a r
lit e r a r ia .
¿Q ué p re te n d e n las sentencias a r rib a m e n c io ­
nadas? N o , ciertam ente, e x p o n e r o cu e stio n a r Tria-
m en te el te m a ; en caso c o n tra rio , estarían fuera de
lugar u n as im ágenes y u n as antítesis tan p r o n u n ­
ciadas. T a m p o c o p rete n d en a la b a r, confesar o
p ro c la m a r un d o g m a . Su objetivo t a m p o c o c o n ­
siste en fo r m a r o ro m p e r la c o m u n id a d . T ra ta n ,
eviden tem ente, de ex h o rta r e interpelar, p e ro sin
olvidar su c a rác te r p ro v o c ativ o de reto. C u a n d o
Jesús, en el últim o logion, lan za u na h ip érb ole de
ta n to b ulto («es m ás fácil que un cam ello pase
p o r el ojo de u n a ag u ja...» ), q u iere estrem ecer a los
oyentes y s e m b ra r in q uietud en sus corazones. Sus
p a la b ra s son e sp a d a q ue in te n ta q u e b r a r el férreo
c a p a ra z ó n de la indiferencia h u m a n a . T o d a la
in tención se c o n c e n tra en hacer reflexionar a los
oyentes y en ind ucirlos a la c o nve rsión sin ta rd a n z a
Al decir, pues, «po cos son los q ue se salvan», no
La in t e n c ió n lit e r a r ia pre te n d e Jesús inducir a los creyentes a la deses­
de M t 2 2 . 1 4 .
peración, no quiere rechazarlos, sino sacudirlos
y m o verlos a la conversión. Les inculca con energía
q ue n o se h ag a n s o rd o s a la lla m a d a a la c o n v e r­
sión, q ue se con viertan y q u e no escatim en es­
fuerzos p a r a ser de los elegidos. La sentencia de
M t 22, 14 no tiene u n c a rác te r inform ativo, sino
p ro fé tic o , n o es u n cálculo estadístico so b re el
p o rc en taje de los salvados y de los c o n d e n a d o s ; se
dirige ú n icam e n te a sacudir a los oyentes y a sacarlos
de un a in do len cia n a tu ra l y peligrosa.
L a Iglesia ha en te n d id o siem pre co rre c ta m e n te
esta sentencia de Jesús c o m o u n a lla m a d a a p r e ­
m ian te a la co nversió n. N u n c a , en el fo n d o , dio
en la idea de cita r estas p a la b ra s de Jesús p a r a d e ­
finir qu e «sólo u n o s po co s se salvarán » o q ue «los
ricos no e n t r a r á n en el reino de los cielos». Sin
largos p ro le g ó m e n o s ni sutilezas, in tu yó c o r re c ta ­
m ente su gén ero literario, lo m ism o que en o tro s
logion de Jesús.
P ero ta m p o c o faltan casos, en q u e esta intuición
re sultab a m á s difícil y en q u e n o se c o m p re n d ió
re alm en te el g éne ro literario y la in tención de las
p a la b ra s de Jesús. D e sd e hace unas déc ad as se
viene insistiendo, y c a d a vez con m a y o r claridad ,
en q u e un o de estos casos es la sentencia d e Jesús
sobre el divorcio. V a m o s a analizarla c o m o c o n ­
clusión de nuestra s co n sid eracio n es so b re las fo rm a s
y géneros literarios de la Biblia.
El lo g i o n d e J e s ú s Este logion de Jesús ap arece en diversos pasajes
s a b r é « I d iv o r c ia .
del N u e v o T e s ta m e n to y en es tra to s m u y diversos
de la tradición evangélica. C o m p á re n s e 1 C o ­
rintios 7, 10-11; M e 10, 11-12; Lc 16, 18; M t 5,
32, y M t 19, 9. En c a d a una de estas p eríco pas, la
206 sentencia ofrece d istin to len o r literal. ¡Señal de q ue
la prim itiv a Iglesia fue c o n c re ta n d o m ás y m ás el
alcance de las p a la b r a s de Jesús y a c o m o d á n d o la s
a las diferentes situaciones sociales!
P ro b a b le m e n te la trad ic ió n m ás an tigua, la te­
n em o s en M t 5, 32, d o n d e se dice: «P ero yo os digo
que to d o el que despide a su m ujer, excepto en caso
de c o n c u b in a to , la e x pon e a com ete r ad u lte rio ;
y el q u e se casa con u n a re p u d ia d a , c o m ete a d u l­
terio.» E n este texto, el inciso «excepto en caso de
c o n c u b in a to » es u n a a ñ a d id u r a sec u n d aria de M ateo
o de la trad ic ió n p re m a te a n a . Su sentido preciso
sigue siendo c o n tro v e rtid o en el día de hoy. En
to d o caso resu lta seguro que esta cláusula, llam ad a
«inciso del c o n c u b in a to » , n o pro c ed e d e Jesús,
pues falta en M arcos, en L u cas y en san Pablo.
P a ra n u e s tro caso p o d e m o s dejarla de l a d o 25.
C o m o texto original, o prim itivo, p o d e m o s to m a r
el siguiente: « T o d o el q u e d esp ide a su m ujer, la
ex po ne a c o m ete r a d u lte rio ; y el q u e se casa con
u na re p u d ia d a , com ete adulterio.»
¿Qué quiere decir Jesús con esta sentencia? N o El t r a s f o n d o s o c i a l
de M i 5 ,3 2 .
p o d e m o s e n te n d e rla sin c o n o c e r p rim e ro el d erecho
m atrim o n ia l judío. C ara cterística de este derecho
es, p o r u n a parte , la gra n liberalidad co n q ue p e r ­
m ite el divorcio. Al varó n le o to rg a n a d a m eno s
qu e el d erech o de re p u d ia r a su m ujer, si «ya no
le a g r a d a , p o r e n c o n tr a r a lg u n a fealdad en ella»
(D t 24, 1). Esta vaga fó rm u la a b re al h o m b re mil
p u erta s, al m en os desde el p u n to d e vista ju ríd ico ,
p a r a ro m p e r el m a trim o n io y a b a n d o n a r a su
m ujer. N o se re q u erían trám ites c o m p licad o s ni
lab orio sos a n te el ju ez: b a s ta b a q u e el h o m b re
extendiese la c a rta de re p u d io a su esposa, y el
m a trim o n io q u e d a b a a n u la d o . P ero im p o rta n o ta r
que sólo el h o m b re p o d ía re p u d ia r, sólo el. varón
tenía este derecho. La m ujer no p o d ía pre sen tar la
c a rta de re p u d io a su m arido. 207
P o r o tra parte, el derech o m atrim o n ia l ju d ío
m o s tra b a o tro s aspecto s de la cond ició n desigual
de la mujer. El varó n, p o r ejem plo, q u e tuviera
relaciones sexuales con u n a m u jer ajena, n o co m etía
adu lterio , n o violaba su p ro p io m a trim o n io : vio­
laba, a lo su m o , el m a trim o n io del o t r o v aró n , en
el caso de q u e la m u jer fuera ca sad a. M u y diferente
era el ca so d e la m ujer. C u a n d o ella co m e tía a d u l­
terio, violaba su p ro p io m a trim o n io . El derecho
m a trim o n ia l ju d ío , en efecto, co n s id e ra b a a la
m ujer, no c o m o «consorte», o c o m p a ñ e ra , sino
c o m o p ro p ie d a d del varón , q u e p o d ía ejercer sobre
ella b u en a p a rte de los d erech os de p ro p ied a d . El
ad u lte rio de la m ujer era, p o r así decirlo, u n ro b o
de los bienes del m a rid o , m ien tras el ad u lte rio de
éste sería, a lo su m o , u n ro b o de los bienes ajenos,
o sea, del eventual m a r id o b u rlado .
A h o r a bien, a la vista de este p a n o r a m a social y
ju ríd ico , se c o m p re n d e q ue Jesús en u n c ia ra su
sentencia m a trim o n ia l desd e el p u n to de vista del
v a ró n : « T o d o el q ue re p u d ia a su m ujer, la expone
a co m e te r adu lterio , y el q ue se casa con u n a re­
p u d ia d a , c o m ete adulterio.» C o m o la m ujer no
g o za b a del derech o a d esp e d ir a su m arid o , Jesús
dirige su p a l a b r a a los varones, haciéndoles ver
qu e d esped ir a la m ujer equivale a obligarla a
buscarse o tro h o m b re , p u e s to q ue ella no sab ría
defenderse e c o n ó m ic a m e n te de o tro m o do . Al
unirse a o tro h o m b re , ella viola su p rim e r m a tri­
m o n io , p ero la culpa está en el p rim er m a rid o que,
con su despido, p r o v o c a el fatal desenlace. Sin
e m b arg o , el a s u n to n o a c a b a con esto. Jesús a ñ a d e
q ue el que se casa con la m ujer r e p u d ia d a co m ete
ig ualm ente adu lterio, o sea, viola el p rim e r m a ­
trim o n io de la m ujer d esp e d id a co n la q u e se ha
casado.
T o d a esta arg u m e n ta c ió n p arece h a r to c o m p li­
ca da y fatigosa, so b re to d o en lo con c ern ien te a la
p rim era p a rte de la pericopa. P ero asi la fo rm u ló
Jesús, p o rq u e , según las cate g o rías del derecho
m atrim o n ial ju d ío , el m a rid o ja m á s viola su p ropio
m a trim o n io . E n rigor de térm inos, la sentencia de
Jesús no es u n a argum entación. Jesús n o está m a ­
nejand o p ru e b a s ni d em ostracion es. Lisa y llan a­ Jesu:> e q u ip a r a
el d iv o t c iu
m ente llam a a d u lterio a lo qu e está p erm itid o a los c o m o un c h in e n d ig n o
ju d ío s según la ley de Moisés. A h o ra bien, el a d u l­ du p e n a de m u e rte .

terio era a los ojos de los ju d ío s la injuria m áxim a,


un crim en capital ca stigado co n la pen a de muerte.
Al identificar el re p u d io con el a d u lterio Jesús
sacudía y p ro v o c a b a a las conciencias ju d ía s m u ch o
más que al decir, p o r ejem plo: «Es m ás fácil que
un cam ello pase p o r el ojo de u na aguja que un
rico entre en el reino de los cielos.»
¿ P o r q u é e q u ip a r a ría Jesús el ad u lte rio con el
repudio, q ue p ara los ju d ío s e s ta b a legalm ente p e r­
m itido? Jesús n o tiene sino la intención de dese n ­
m a s c a ra r la terrible injusticia de un su p uesto d e ­
recho, de un ord e n establecido. Jesús viene a decir
a sus o yen tes: « V osotro s p odéis a p e la r ju ríd ic a m e n ­
te, en el caso de divorcio, al d ere c h o vigente, p ero este
derecho es, en realidad, una m a n e ra d e en c u brir
u na injusticia palm aria. Podéis, sí, invocar s u p u es­
tam en te la ley de D ios y justificar así el d espido de
la esposa, p e ro n o hacéis sino d o b le g a r la v o lu ntad
de D ios a v uestro capricho. La v o lu n tad de Dios
es que el m a trim o n io sea un autén tico co nso rcio
y c o m p a ñ e ris m o entre h o m b re y m ujer. ¡Los dos
son una sola carne!» C o n su p ro v o c ativ o logion,
Jesús p ro teg e a la m ujer, q ue se ve indefensa al
arb itrio del varón, sin derechos, d e g r a d a d a a la
co nd ición d e un ob jeto de p ro p ie d a d , y revela la
v o lu n ta d de Dios, q ue las tradiciones h u m a n a s
h a n desfigu rad o hasta d e ja r irreconocible su p ri­
m itivo diseño. 2(W

14.
Lo m ism o hizo Jesús en o tra s ocasiones, p o r ejem ­
plo, c u a n d o ata c a a los escribas y fariseos, d iciend o:
«V osotro s, p a ra g u a r d a r vuestras tradiciones, vio­
láis el m a n d a m ie n to de Dios. P o rq u e M oisés dijo:
“ H o n ra a tu p a d re y a tu m a d re , y el q u e maldice
a su p adre o a su m ad re, sea c o n d e n a d o a m u erte .”
V osotros, en c a m b io , decís: “ Si un o dice a su p adre
o a su m a d re : E sto s bienes míos con los que p od ría
s o c o rre rte so n corbán (es decir, o fre n d a sagrada),
ya no le perm itís hacer n a d a p o r su p a d re o por su
m adre, y an uláis de este m o d o el m a n d a m ie n to de
D ios a causa de una trad ición q ue vo so tro s m ism os
os habéis tran sm itid o . Y hacéis m u ch as cosas
sem eja nte s”» (M e 7, 9-13).
C o m o la m ujer en M t 5, 32, Jesús p rotege tam bién
a q u í a los p a d re s c o n t r a la praxis legalista ju d ía,
y d ec la ra, lo m ism o q u e en M t 5, 32, la v oluntad
de Dios. Sólo q ue en la p ro h ib ició n del repudio,
la sentencia es m á s grave y p ro v o c ativ a, p o rq u e
aq uí arre m e te n o sólo c o n tra el d erecho co n su e ­
tu d in a rio de los ju d ío s , sino c o n tra la m ism a ley
de Moisés. Jesús c o n tr a p o n e a la ley m o saica su
p ro p ia do ctrin a .
6Y c ó m o la c o n tra p o n e ? ¿ D ic ta n d o u n a ley, que
lla m a m o s la ley de la in d iso lu b id ad del m atrim o n io ?
Así se en te n d ió n u e s tro logion d u r a n te siglos:
Jesús, legislador del N u ev o T e s ta m e n to , dicta y
establece la ley de la in disolub ilid ad m atrim onial.
L a s e n t e n c ia d a J e s ú s Fácil es c o m p re n d e r la ra zó n de tal in te rp re ta ­
s o b r e el d iv o r c io
ción. F o rm a lm e n te , en efecto, n u estro logion p re ­
es f o r m a lm e n t e
u n a n o r m a j u r íd ic a . senta el asp e cto de u n a ley, p arece u n a fó rm u la
jurídica. N o rm a s ju ríd icas, m o ld ead a s en frases
c o m o «to d o el q u e hiciere esto o aquello, será...»,
aparecen con frecuencia en la Biblia y en los d o ­
cu m e n to s del A n tig u o O riente. E n G é n 9, 6 se lee,
p o r ejem plo : «Q uien d e r ra m a sangre de h o m b re,
verá la suya d e r r a m a d a p o r el h o m b re.» En esta
oración, la p rim era p arte define un hecho, la se­ La p r o h ib ic ió n d al d i ­
v o r c io . en b u c a da J e ­
g u n d a señala su consecuencia juríd ica, fija un d e­ s ú s . lia n a la lo r m a da
recho. P ero n o faltan en el A n tig u o T e s ta m e n to una n o rm a ju r íd ic a .
¿ S ig n if ic a a lt o qua J e ­
n o rm a s ju ríd icas m o ld ead a s en frases co m o « to d o s ú s e n u n c ió y d ic t ó u n a
el q ue hace esto o aquello es reo de culpa». En tales n u e v a ley — la le y d a la
i n d i s o l u b i l i d a d del m »
n o rm a s jurídicas, la s eg u n d a p a rte de la frase no t r im o m o — . c o m p a r a ­
fija un d erech o, sino declara la culpabilidad. Véanse b le a lo s m a n d a m ie n ­
t o s del S i n a i?
los pasajes del Levítico 17, 3-4; 20, 9 . 11.12.13.16.27;
N ú m e ro s 35, 16.17.18.20s. El logion d e M t 5, 32
se a ju s ta a este esqu em a. E n la p rim e ra p a r te se
define el hecho, en la segun da se declara que se
tra ta d e u n a cu lpa grave, o sea, de u n adulterio.
N o cabe d u d a , p o r tan to , de que la sentencia de
Jesús sob re el divorcio es form a lm e n te , en M t 5, 32,
u na n o rm a ju ríd ica.
¿Será tam b ién ju ríd ica en su intención? ¿Quiso
re alm ente Jesús d ic ta r u n a nu eva ley, establecer
un nuev o derecho? H e m o s visto que, al e q u ip a ra r
el re p u d io con el ad ulterio , Jesús p ro d u c e el efecto
de u n a p ro v o c ació n trem e n d a. S acude las co ncien­
cias, d e se n m a scara la injusticia, arre m e te c o n tra la
silu ació n a m p a r a d a p o r el d erecho m atrim o n ial
ju d ío . Pues bien, to d o esto puede qu ererlo un le­
gislador, p ero n o es lo p ro p io d e la ley, que, p a ra
ser a c e p ta d a , no debe ser pro vo c ativ a. C a b e así
sosp ec h ar si Jesús, en M t 5, 32, ju eg a con las a p a ­
riencias o fo rm a s de un artíc u lo de código, no p a ra
d ic ta r u n a ley, sino p a r a p o n e r el d e d o en la llaga
o c u lta de u n a legalidad ra d ic alm en te injusta y de
un d ere c h o a b su rd o . Sus p alab ras, en tal caso, no
son u n a ley o n o r m a ju ríd ic a c o n tra el divorcio,
sino un discurso profético. Es característico de este
discurso profético el uso de géneros literarios
ajenos, es decir, de géneros cuyo S itz im Leben se
m odifica in te n c io n a d a m e n te , co m o c o m p r o b á b a ­
m os en el caso de la elegía, que fue em p leada
a m e n u d o p o r los p ro fetas vetero testam en tario s
y c o n v e rtid a en sátira y escarnio. E n este m ism o
sentido p u d o Jesús e m p lea r ta m b ié n la fo rm a de
u n a n o rm a ju ríd ic a c o n la intención d e fijar la
atención, sacudir los á n im o s y g ra b a r su idea en el
á n im o de los oyentes.
Q ue n o fue o tra la in tención de Jesús, lo m uestra
el análisis del c o n tex to d o n d e se inserta este fa­
m oso logion. La p e ríc o p a sobre la ira, q u e pre sentan
una fo rm a ju ríd ic a m u c h o m á s clara, basta p a r a
c o m p r o b a r q u e el co n te x to no es legislativo. C o ­
m encem os p o r leerla en su c o n ju n to :
«Sabéis q u e se dijo a los a n tig u o s: “ N o m a ­
ta rá s ” y “el q u e m a ta re será reo de ju ic io ” . Pero yo
os digo q ue el q u e se enoje co n su h e r m a n o será
reo de ju ic io ; el q u e llam e cretin o a su h e rm a n o ,
será reo del San edrín, y el q u e le llame necio, será
reo de la g eh e n n a de fuego» (M t 5, 21-22).
O b serv am o s en la co n c a te n a c ió n de estas frases C o m p a r a c ió n co n

u n a intensificación progresiva, ca d a vez m ás mi- sI'monliTia


nu cio sa y grave, de la ley. « A ntes —viene a decir
J e s ú s —, el q ue co m etía un hom icidio, e ra c o n d e ­
n a d o p o r un trib u n al local. P ero a h o ra , desde este
m o m e n to , n o será así, p o rq u e p ro c e d e re m o s con
nuev o rigor. T o d o el qu e se enoje c o n tr a su h erm a n o ,
a u n q u e sea sólo en su co razó n , será c o n d e n a d o en
el trib u n a l local. P ero quien le llame “ c r e tin o ”
c o m p a re c e rá an te el Sanedrín. Y el que le llame
“ nec io ” está ya c o n d e n a d o al infierno.»
E stá claro que las frases em p lea d as son de un
te n o r ju ríd ic o in co n fu n d ib le; pero no ven dría a
cu e n to to m a rla s c o m o a rtíc u lo s de un códig o nuevo.
Pues ¿qué trib u n a l p o d r á ju z g a r y c o n d e n a r los
enojos o cultos en el c o razó n ? ¿Y p re te n d e rá Jesús
qu e la co rte su p re m a de justicia, el S an edrín, con
sede en Jerusalén, se o cu pe de las injurias verbales
qu e c o m e ta n los judíos? Jesús utiliza la fo rm a j u ­
rídica del lenguaje p a r a g r a b a r en los oyentes. de
m o d o indeleble la idea in au d ita de que el m al del
h om icidio no se lim ita al m o m e n to de las violencias
externas, sino que proviene del c o ra z ó n m ism o del
h o m b re y aflora en los p rim ero s d enuestos, p or
intrasce nd entes q ue parezcan. El h o m b re, en c o n ­
secuencia, debe c o m e n z a r p o r resistir a los prim ero s
em bates del co razó n , raíz de ulteriores males.
La m is m a idea encierra la d o c trin a sobre el a d u l­
terio. Este, según el S erm ó n de la M o n ta ñ a , se
in c u b a m u ch o antes de co nsu m arse. Está ya, en
raíz, en la p rim e ra m ira d a concup iscente (cf M t 5,
27-28).
O lro t a n to d irem o s del perjurio. El p erju rio 213
p rocede del mal, p e ro del m al procede no sólo el
perjurio, sino la necesidad de tener que ju ra r . El
h o m b re debe vivir tan de c a ra a la verdad q ue el
ju r a m e n to resulte superfluo (cf M t 5, 33-37).
En to d o s estos casos, al p ro h ib ir t a n to los m ovi­
m ientos de la ira y de la concupiscen cia c o m o el
ju r a m e n to , Jesús em p lea un lenguaje jurídico. Es
el lenguaje de la ley. P ero salta a la vista que no
p ro m u lg a un cód igo nuevo. Ni la Iglesia pensó
ja m á s en m eter en su d erech o ca nón ic o la p r o h i ­
bición de la ira, de la concupiscencia y del j u r a ­
m ento. Y m enos todav ía pensó en hacer de la re­
nu n cia ab s o lu ta a la violencia, de q ue h a b ló Jesús,
u n a ley. ¡Y esto n o sólo p o rq u e tales leyes resul­
tarían im posibles y a b su rd as, m irá n d o la s desde el
prin cipio del bien com ún! A u n q u e fueran posibles,
no se lo g raría co n ellas lo que q uería Jesús. La v o ­
lu ntad de Jesús, en el S erm ó n de la M o n ta ñ a , va
m ás allá de lo ju ríd ic o y legal. Busca la p u re za del
co razó n , la sinceridad radical, la no-violencia a b ­
soluta qu e prefiere p re s e n ta r la o tra mejilla a
g u errea r p o r los p ro p io s derechos. En to d a s estas
cosas, el h o m b re es re q u e rid o y solicitado p o r la
v o lu n tad divina m u ch o antes de e n tra r en c o n ­
flicto con la Ly.
Pues bien, d e n tro d e este c o n te x to q ue n o s es
fam iliar y lo c o n o c e m o s c o m o « S erm ó n de la
M o n ta ñ a » , está el logion so b re el divorcio co n la
m ism a es tru c tu ra literaria q ue la p ro h ib ició n del
ju ra m e n to , de la ira y de la concupiscen cia y, ló­
gicam ente, con id éntica intención literaria. C o n su
sentencia sob re el divorcio, Jesús lanza u n a p r o ­
vocación. S irviéndose de un lenguaje ju ríd ico , cali­
fica el ad u lte rio d e crim en c a p ita l d ig n o de la p en a
de m uerte. Pero n o p re te n d e d ic ta r u n a ley, p r o ­
p ia m e n te dicha, sobre la indisolubilidad del m a ­
trim o n io ; busca, m ás bien, p r o f u n d iz a r h a s ta la
v e rd ad era realidad del m a trim o n io , cuyas raíces
calan m ás h o n d o que to d a s las leyes posibles y
j a m á s p o d rá n protegerse co n v e n ie n tem en te sólo
a base de leyes26. C o n su sentencia sobre el d i­
vorcio Jesús hace ver a los oyentes en to d a su
c ru d eza la injusticia s o terrad a en la praxis del d i­
vorcio y en el derech o q ue la g aran tiza. Al m ism o
tiem po, llam a a los varo nes a e n ta b la r un v erdad ero
co nsorcio con sus mujeres y los ex h o rta a un a m o r
ab so lu to y a u na fidelidad inviolable, tal c o m o Dios
pide en la vida conyugal. La p a la b ra de Jesús es
pro v o c ativ a, pero p ro v o c ativ a al bien y, en d e ­
finitiva, al c u m p lim ie n to de la au tén tica v oluntad
de Dios.
T ra s h a b e r desc u bie rto la intención literaria del
logion de Jesús sobre el divorcio, resulta claro que,
en la d o c trin a m oral de la Iglesia, no debe inter­
pre ta rse c o m ó un principio juríd ico , co m o una
n o rm a casuista con que resolver clara y ta ja n te ­
m ente to d o s lO S C aS O S de teología m o r a l : ¿Qué C o n s e c u e n c ia s

hacer c u a n d o un m a trim o n io está d e s g a rra d o y ha ¡^usíásíica10™1


fraca sa d o co m p letam en te ? ¿ P o d rá n separarse los
esposos? Y, sobre to d o ¿qué deb e hacer el que es
inocente del fracaso de su m a trim o n io ? ¿Le será
lícito e m p re n d e r un nuevo m a trim o n io ? ¿Y en los
casos de m a trim o n io s p re cip itados que c h o c a ro n
co n inevitables conflictos? ¿Qué hacer si luego en­
c o n t r a r o n su dicha en seg u n d a s n upcias y viven
desde enton ce s ejem p larm en te? A estas y parecidas
p re g u n ta s no re sp o n d en las p ala b ra s de Jesús.
P o rq u e Jesús no quiso m ás q ue p ro v o c a r co n la
m áx im a insistencia al a m o r y a la fidelidad; no
quiso d ic ta r un d erech o m a trim o n ia l concreto.
P a ra term in ar, d irem o s co n to d a clarid ad que,
d a d o s los actuales co no c im ien to s de la Biblia, el
logion de Jesús so b re el divorcio no es un principio
ju ríd ico . Esto n o desvaloriza la d o c trin a de Jesús, 215
ni la m itiga, ni la vuelve ino pera n te. ¡Al contrario!
N os la presen ta en to d a su am p litu d y p ro fu n d id a d ,
nos la presenta c o m o la últim a y radical exigencia
con que D ios a p rem ia e im pulsa al h o m b re desde
su p ro p ia intim idad. E v identem ente, la Iglesia tiene
el d erecho de pro teg e r el m a trim o n io p o r m edio
de leyes específicas. P ero estas leyes no deben de­
c la ra r c o m o ley la sentencia de Jesús sobre el d i­
vorcio y tienen que estar, en to d o caso, en c o n s o ­
n ancia c o n el c o n ju n to del S erm ó n de la M o n ta ñ a .
Y precisam ente allí se hab la largo y te n d id o sobre
la m isericordia y el p e rd ó n . Las leyes de la Iglesia
h a n de ser tam b ién m isericordiosas. Y es u n a b uen a
señal qu e ac tu a lm e n te se reflexione y recapacite
so bre ese m o n tó n de cuestiones que g iran en to rn o
a «in disolubilidad y divorcio», y se busq u en en
la Iglesia ca m in o s p a r a u na praxis ju ríd ica c o n ­
creta. C a m in o s que to m e n m uy en serio las exi­
gencias de Jesús en o rd e n a la fidelidad ilim itada
en el m a trim o n io , pero tam b ién en ord e n a la m ise­
ricordia y al p erd ó n .

F i g u r a s de l a s He aqu í la Pied ad del M u seo G e r m a n o de


p á g in a s 217 y 218
N u re n b e rg (principios del siglo xv) y L a Pied ad
de un artista m o d e rn o (M a x Walter). U n a imagen
típica de la D o lo ro s a en la E d ad M e d ia c o n f r o n ­
tad a con u na re p resen ta ció n m o d e rn a del m ism o
m otivo. Es interesante o b serv ar có m o la fo r m a a n ­
tigua subsiste en los rasg os esenciales, si bien sufre
unas m odificaciones peculiares. M erece la pen a
o b s erv ar m in u c io s a m e n te c ó m o el a rtista c o n te m ­
p o rá n e o asum e la im agen típica m edieval y la
d esarrolla.
En p rim e r lugar, llam a la atenció n q ue Jesús
216 no yace en los b razo s de su m ad re , sino en el seno.
p .1, » -

¿*‘1 ·· II - *
RkiJl.i i?''5;#i·'·· i .··/> Wi: n 2 * H w <-

' r ‘i w . x . % ;>-.- · /All . ^ r h u ¡l/á^S


• ■ w - rm** * · !Lh h x s r ‘w j l
■ M i \ -V i ^
J
V ,V<M ’i W
\ : r Μ Π

\ v
V-·

? y > ,

¿ r ■‘
'"N.
/

'* r v. . > ♦ - a : «*-

\
i.
*.·.' , V . 4," i <Λ, w .; v
' ‘ ■1 ** Λ JV
f·. * ? .* ’« ·; ‘.’’ji'V.lf *u ^
I'*»·, 1 L ! .1’ 'l Í N / · i jl j® if I \ \
! ¿ f
;», Λ , Ί ι/ Κ , .** . ¡ j w o í · · ί ρ
. .y ! β
.·* ■ t* I
p I
i
i Vl /
■■·'’ · r í H L ___Λ \ f c i O · ',

W
».Λ . ·ν· ·
1Ü · Ί ' ν
:· · ■ ■ ··
1 \ T s í -,ίί ·:
i
I - » *- ’ ·
^ t··:
Tiene los b razos extendidos, c o m o si estuviera to ­
dav ía p en d ie n te de la cruz o c o m o si h u b ie ra llegado
a la rigidez cad avérica de la cruz m isma. La re­
p re sen tació n de la M a d r e h a e v o lu cio n a d o tam bién.
U n velo e n o rm e y tu p id o e n c u a d ra su rostro, y
sólo el perfil se distingue entre las so m b ra s oscuras.
El velo h ace q ue to d o se co n c e n tre c o m o en un
p u n to , y este p u n to es el d o lo r oscuro, pesado. Su
figura es tan p esa d a co m o la tierra y el d o lo r de
esta tierra. L lam a tam b ién la aten c ió n q ue am b a s
figuras n o están librem ente ubicadas en el espacio,
sino q u e ap a rec en en un tra s fo n d o , en c ajad o en el
c o n ju n to d e la co m p osición . C u a n d o se con sid eran
a te n ta m e n te las g randes superficies m etálicas de
este tra s fo n d o con su peso y espesor, n o se puede
m en o s de p en sa r: A quí está el sepulcro, a q u í los
infiernos, aqu í confluye to d o el peso y g ra ved ad
del m u n d o . P ero acaso tam bién se fije uno de re­
p en te en el m o vim iento q ue a rra n c a de tod a esa
m ole rígida en la dirección de los b razos extendidos
del C ru cificado : la pared del sepulcro está h en d id a
tras la cab eza de Jesús, que n o parece yacente,
sino c o m o ingrávido, ex tend ie nd o sus b razos en
triu n fo : en m edio de la o scu ridad , en el sepulcro
m ism o, a lb o re a el m isterio de la resurrección.
E n esta o b ra de arte vem os qu e u n a re p re se n ta ­
c ión medieval, ha sufrido u n a p r o f u n d a m odifica­
ción en su fo rm a , e n c a rn a n d o un nu evo conten id o ,
fruto , sin d u d a , d e las experiencias y vivencias del
artista. Pues bien, lo m ism o o cu rre a nivel lite­
ra rio en el N u e v o T e s ta m e n to , d o n d e se asu m en
c o n sc ie n tem en te form as de lenguaje del A n tig u o
T e s ta m e n to p a r a fo r m u la r la experiencia de la
n u ev a fe.
C o m o n o se p u ed e c o m p re n d e r la Piedad del
siglo xx sin co n ocer la fuente de su inspiración, el
m o d elo m edieval de la M a d r e D o lo ro s a , ta m p o c o
se p u ed e n c o m p re n d e r las fo rm a s de lenguaje del
N u evo T e s ta m e n to sin co n o c e r el A n tig u o T e s ta ­
m e n to y las fo rm a s en él em pleadas. N o hay o tro
c a m in o p a r a co n o c e r las sem ejanzas y las d iferen­
cias q ue hay entre u n o y otro.
Q uisiera a p r o v e c h a r esta ocasión p a r a a g r a ­
decer a mi a m ig o M a x W alter las m u c h a s horas
q u e h em o s p a s a d o j u n t o s h a b la n d o del arte antigu o
y m o d e rn o . A él dedico esta o b ra en signo de g ra ­
titud.
I V. - C O M O L E E R L A S F O R M A S B I B L I C A S

E n la tercera p a rte de esta o b ra hem os visto


que en la Biblia hay u na gran variedad de géneros
literarios y fo rm a s estereotipadas. La p a r á b o la de
la oveja del p o b re difiere en su fo rm a de la n a r r a ­
ción de la rebelión de A b s a ló n ; el relato de J o n á s
difiere, en su fo rm a, de la saga del sacrificio de
Isa ac; la n arrac ió n del p re n d im ie n to de Jesús d i­
fiere m u ch ísim o de la historia de la A n u n c ia c ió n ;
los d iscu rso s de revelación, según el Evangelio de
san J u a n , en n a d a se parecen a los discursos que
los Evangelios Sinópticos p o n e n en b oca del m ism o
Jesús; y, en fin, u n a sentencia p rofética n o debe
co n fu n d irse co n una sentencia juríd ica.
P o d ría m o s proseguir largo tiem p o nu estro viaje
a través del m u n d o d e las fo rm a s bíblicas. Ento nces
nos p re g u n ta ría m o s, p o r ejem plo, en qué consiste
la pecu lia rid ad de un discurso apo calíptico, an a li­
za ría m o s c a d a u n o de los generos proféticos, h o ­
je a r ía m o s la lite ratu ra ep istolar del N u e v o T e s ta ­
m e n to y fijaríam os con precisión sus form as. P ero
este libro alca n zaría entonces tales dim ensiones
q u e n ad ie lo leería. A d em ás, n u estra inten ció n no La i n t e n c i ó n
de e s ta obra.
ha sido p recisam ente ex a m in a r al detalle tod o s los
géneros y fo rm a s de la Biblia. N o s in teresab a m ás
p a lp a r a fo n d o el hecho m ism o de la existencia de
las fo rm a s bíblicas.
Y a lo largo d e n u estra em p resa h em o s c o m p r o ­
b a d o la im p o rta n c ia q u e tiene el c o n o c im ie n to de
la e stru c tu ra e inten cio n alid ad literarias de un
texto p a r a su recta inteligencia. R e c o rd e m o s ur.a
vez m ás la sentencia de Jesús: « M u c h o s son los
llam ados, p e ro poco s los elegidos.» Q uien tom a
este texto c o m o u n a in fo rm ac ió n fría, c o m o un
cálculo de porcentajes, caerá de bruces en el d esa­
liento y se sentirá o p rim id o . E n c a m b io , quien
lo en tiende c o m o debe entenderse, c o m o u n a lla­
m ad a, p ro v o c a tiv a a la con versió n, n o lo to m a rá
m en os seriam en te y s a b r á a ju s ta r su vida a los d e ­
seos de Jesús. Si u n o interpreta la n a rra c ió n de
J o n á s c o m o u na n oticia histórica, a r ro ja rá indig- ■
n a d o la Biblia d e sus m an os, o te n d rá q u e vivir en
una esquizofrenia m ental. P ero sab ien d o q ue se
t ra ta sim plem ente de u n a elocuente afirm ació n del
a m o r y de la p aciencia de Dios p ara c o n los ho m b res,
tesis p re se n ta d a en la fo r m a d e una n a rra c ió n d i­
dáctica, la leerá a gusto y la m ed ita rá con fruto s
siem pre nuevos.
Subsiste, em p e ro , u n a grave dificultad. ¡C uán tos
detalles exegéticos p a r a esclarecer la e s tru c tu ra li­
teraria del escaso n ú m e ro de textos a n a liz ad o s en
este libro! ¿Qué hacer p a ra e n ten d e r los d em ás
textos, q u e son legion, y q u e ni siquiera hem os
m en tad o ? ¿Y c ó m o arreglárselas c o n o tro s gé­
neros y fo rm a s que, si los h em os m e n c io n a d o , no
han sido o bjeto de un c o m e n ta rio directo? ¿ H a b rá
que ser un especialista, to d o un exegeta, p a r a leer
a d e c u a d a m e n te la Biblia? ¿ H a b rá q u e ded icarse a
largos estudios so b re los géneros literarios p a r a
ac e rta r en la inteligencia de los textos sagrados?
N o c o m p a r to esta opinió n.
En p rim e r lugar, n o olvidem os que las m o d e rn a s
ediciones de la Biblia d e p a ra n , a tra d u c to re s y edi­
tores, mil posibilidades p a ra señ alar la es tru c tu ra
de un texto. El pre sen tar, p o r ejem plo, el texto
b 'blico divid ido en p erícopas, c a d a u n a co n su
co rre s p o n d ie n te título, es u n a b u e n a a y u d a al
lector q u e verá m ejor la u n id a d del p á rra fo , su ­ M edios m o d e rn o s
p a r a laar la B iblia
p o n ie n d o , claro, q u e la división se haya realizado
d e s d e el p u n t o d e v i s t a
c on esm ero, q u e se h aya s e p a ra d o lo que debe ser d e la c r í t i c a
du l a s l o r m a s .
r e p a ra d o y q u e n o se h a y a n unido sino los c u e rp o s
q ue constitu yen u n a v erd adera u n id ad literaria.
Los Evangelios S inópticos se prestan , desde luego,
c o n relativa facilidad, a esta lab o r de a c o ta ció n :
m ed ian te títulos a d e c u a d o s p u eden separarse las
u nid ad es n a rra tiv a s q u e en la tradición prim itiva
g oza ro n de in d ep end en cia y hoy m ism o co n servan
a u to n o m ía . Del m ism o m o d o p o d ría n indicarse
tam b ién con diversos cortes de títulos y sub títu los
las sentencias de Jesús, q ue p rim itiv a m e n te se tr a n s ­
m itieron p o r s e p a ra d o y hoy fo rm a n peq ueñas
un id ad es estables. M á s to d av ía: incluso en los
textos ac tu a lm e n te co h eren tes cab e d e sta c a r p o r
a rte tipográfico los trozos m ás an tig u o s de la t r a ­
dición que, recogidos p o r el a u t o r corresp o n d ien te,
fo rm a n u n a u n id ad y un género literario peculiar.
P o r ejem plo, el a u t o r de la p rim e ra c a rta a T im o te o
in c o rp o r a en su escrito, c a p ítu lo 3, versículo 16,
un a n tig u o h im n o cristológico q u e dice:

«Q ue se h a m an ife sta do en la carne,


ha sido justificado p o r el Espíritu,
se ha m o s tra d o a los ángeles,
p re d ic ad o a las gentes,
creído en el m u n d o ,
elevado a la gloria.»

N in g u n a edición m o d e rn a de la Biblia debiera


pre s e n ta r este pasaje sin d e stac arlo p o r a rte tip o ­
gráfico c o m o h im n o cristológico. L o m ism o se diga
del h im n o al Logos, con que el a u t o r del C u a rto
Evangelio inicia su o b ra y al que, p o r c u e n ta pro pia, 223
Al a d q u i r i r u n a b i b l i a , a ñ a d e u nas reflexiones sobre san J u a n Bautista.
c b s e r v a s i ai a d i t o f y
el t r a d u c t o r h a n c u m ­
U n a b u ena edición de la Biblia distingu irá en este
p lid o los r e q u i s i to s caso p o r arte tipográfico el h im n o p rim itiv o y las
i, u a h u n o s c o n s i d e r a ­
do aq u í.
reflexiones in terc alad as p o r el Evangelista.
Las posibilidades de tra d u c to re s y editores n o se
a g o ta n c o n esto, ni m u c h o m enos. En m ás d e u n a
o casión b a s ta rá un título bien escogido y p en sad o
p a ra c a rac te rizar el género literario del texto en
cuestión. Así lo hace la nueva T ra d u c c ió n U n i­
t a r i a 27 en el texto de J n 12, 44-50, en c ab ez án d o lo
co n el título a p r o p ia d o de «discurso de revelación».
E sta m ism a tra d u c c ió n h a e m p le a d o p a r a des­
m e m b ra r ciertas períc o p as del D e u te ro n o m io el
signo co n vencion al técnico (§), con q ue se sep aran
los p á rra fo s en el a rtic u la d o de los códigos. Así,
el lector se p e rcata, sin ro d e o s ni largas d iserta­
ciones, del c a rá c te r ju ríd ic o d e los textos en cuestión.
C u a n d o no cab e re currir a estos m edios, q u e d a la
p o sib ilid ad de señalar el género literario de los
textos co n u n a n o ta al pie de pág ina, co n apostillas
al m arg e n o con breves introducciones. D e to d a
Biblia m o d e rn a debe esperarse q ue no se limite a
d a r los c o n te n id o s m á s o m en o s globales o parciales,
sino que se extienda a breves y pertin entes explica­
ciones de las fo rm a s y géneros literarios de c a d a
p erícopa o u n id ad literaria.
El lector d isp o n e así de excelentes in s tru m e n to s
que aliviarán su tra b a jo y le a c e rc a rá n a la v e rd a­
d era inteligencia de la Biblia, su p u e sto q u e real­
m ente los utilice. P ero, a p esar de to d o s los in s tru ­
m entos, n o irá tod av ía m uy lejos, se q u e d a r á en
los um brales, si n o se decide a o tra cosa. La m ejo r
m a n e ra de afinar el sentido de las fo rm a s y géneros
bíblicos será siem pre la lectura c o n s ta n te y asid u a
de la Biblia, sobre t o d o del A n tig u o T e stam e n to .
T ra s h a b e r e c h a d o un vistazo general a las form as
224 literarias, c o m o h em os p ro c u r a d o hacerlo en este
libro, al re e m p re n d e r la lectura de la Biblia, el lec­
to r se verá s o rp e n d id o p o r la riq u ez a de fo r m a s y
Una lectura c o n s ta n te
géneros literarios, que le sa ld rá n a m ed id a q u e y p e r i ó d i c a d e la B i b l i a
av a n z a en su lectura. Y c u a n to m á s m an eje la Bi­ e s el m e d i o m á s s e g u r o
p a ra d e te c ta r la s te r ­
blia, co n m a y o r claridad n o ta r á los diversos gé­ m a s bíblicas.
neros y co n m ás rapidez p ercib irá su aplicación y
la in tención literaria q ue se esco n d e tra s ellos. N a d a
ag udiza t a n to este sentido y n a d a es tan insusti­
tuible c o m o la lectura frecuente y periódica. El
vasto e inco in en su ra b le p a n o r a m a de la Biblia se
presenta así plásticam en te, c o m o un m a p a en c o ­
lores y relieves, y los e s tra to s de su fo rm a ció n
van ap a re c ie n d o c a d a vez m ás claro s y definidos
an te el lector. N o siendo especialista, el lector ig­
n o ra rá , acaso, los n o m b re s de ciertas fo rm a s de
lenguaje, pero las re co n o ce rá in tuitiv am ente y las
e n te n d e rá , incluso sin in stru m e n ta l científico.

A n tes de p a s a r a los ejercicios prácticos, q u e a m ­


pliará n y p ro f u n d iz a rá n n u estro s co n o c im ien to s
sobre la crítica de las form as, n o s p erm itirem o s u na
últim a observación. E n este libro h em o s h a b la d o
en t o d o él d e la recta inteligencia d e la Biblia. Es­
pero h a b e r co nvencido al lector de q ue hoy resulta
im posible en te n d e r los textos bíblicos sin un c o n o ­
cim iento siquiera a p r o x im a d o de las fo rm a s de
lenguaje en q u e n o s hab la la Biblia. Pero, p a r a u n a
c o rre c ta in terp re tació n d e la Biblia, ha de añad irse
o tra cosa m uy distin ta, algo q ue n in g u n a ciencia
p ued e c o m u n ic a rn o s , p o rq u e es infinitam ente m ás
p ro f u n d o . M e refiero a lo q u e R ein h o ld Schneider
dijo e s tu p e n d a m e n te en su g ra n d io s o y c o n m o v e d o r
libro, Verhüllter Tag [Día cubierto], d o n d e n a rra
lo siguiente de su p ro p ia v i d a 28:

« U n a tard e de N a v id a d , en P o ts d a m , a b rí la
S ag ra d a Biblia -la había c o m p r a d o c u a n d o chico
en la tra d u c c ió n d e L u t e r o — y tras leer un os capí- 225

1)
¿ « E n tie n d a «hora tuJos eché a a n d a r p o r la calle fría y o scura. ¡Y es
la BitilÍHw? — P a l a b r a s
dü R e i n h o l d S c h n e i d e r .
q u e la vida d a un vuelco an te las exigencias de la
verdad! Este libro n o p u ed e leerse, c o m o ta m p o c o
p u e d e n leerse los Ejercicios de san Ignacio de L o ­
yola. Sólo se p u ed e hacerlo, practicarlo. N o es un
libro. Es u n a fuerza vital. Y es im posible en ten d e r
u n a sola línea sino se tiene la intención de p o n e rla
en práctica.»

226
E JE R C IC IO S I

L as tesis siguientes tienen p o r o b jeto q u e el


lector c o n tro le su lectura d e esta o b ra , p a r a
ver si la ha en te n d id o bien y ha tra b a ja d o con
éxito. D e las 120 tesis q u e en u n c ia m o s, m ás de
la m ita d re su m en e sm e ra d a m e n te lo q ue h em os
en s e ñ a d o en el libro. L as tesis restantes son
falsas y se o p o n e n al c o n te n id o del libro. H a y
que reflexionar, p o r consiguiente, so b re ca d a
u n a d e las tesis: ¿Es aceptab le o h ay q ue re­
c h azarla? E n caso de d u d a , el lector volverá
a h o je a r el libro. L as tesis falsas vienen señ a­
ladas al final de este ejercicio.

1. E n to d a s las n a rra c io n e s bíblicas hay q u e dis­


tingu ir en tre la fo rm a ex tern a del lenguaje y el
c o n te n id o teológico.
2. B asta que el especialista en exégesis sepa qué
se entien de p o r crítica de las form as.

3. El c o m ien z o de las c a rtas es precisam en te lo S u ñ ala las t e s i í qua


ta parezcan ta lsas.
qu e se varía con m ás frecuencia.

4. L as c a rta s priv ad a s se distinguen p o r su fo rm a


de las c a rta s de negocios.

5. L as recetas culinarias están ín tim am e n te e m ­


p a re n ta d a s , p o r su e s tru c tu ra literaria, con
la fo r m a del m odo de empleo.
6. Las esquelas fu n erarias y los epitafios co n sti­
tuyen u n a fo r m a literaria estereotipada. 227
7. Las fo rm a s estereo tip ad as n o son exclusivas del
lenguaje escrito. T a m b ié n el lenguaje h ab la d o
se expresa con frecuencia a través de fórm ulas
fijadas, p re v ia m en te ac uñ adas.
8. D e to d o s m o d o s , en la liturgia no hay fo rm a s
estereotipadas.

9. P o r ejem plo, la clásica o ra c ió n r o m a n a n o es


u na fó rm u la a c u ñ a d a : c a d a d o m in g o es de
distin to estilo.

10. El lenguaje h u m a n o puede, en la vida o rdinaria,


aju starse a e sq u e m a s fijos, so b re to d o en
d e te rm in a d a s situaciones que se repiten co n
frecuencia.

11. La fo r m a de e x p o n e r viene siem pre d e te rm i­


n a d a p o r el fin.
12. Los orien tales se salu d an co n m ás vivacidad
y c o n m eno s fo rm u lism o s q ue los occidentales.

13. La p re g u n ta «¿C ó m o estás?» n o siem pre se


hace con la in te n d ió n de o b te n e r u n a in fo r­
m ación. Su finalidad p u ed e ser tam b ién e n tra r
en co m u n ic a c ió n con o tr a person a.

14. La poesía, la h istoria co rta , el d ra m a , la n o ­


vela y el cu e n to son d istinto s gén ero s literarios.

15. C a d a género literario c a p ta a su m o d o la


realidad.

Si e s t á s b i e n s e g u r o , 16. La crítica de las fo rm a s consiste sim plem ente


subraya las te sis
que te p a re c e n fa lsa s. en el d e s c u b rim ie n to y descripción d e las m a ­
nifestaciones orales o escritas q u e h a n p a ­
sa d o en fo rm a s fijas, estereo tip ad as, al len­
guaje corrien te y a la lite ratu ra , en la d e te r­
m inación de su in tención literaria y de su
c o n tex to histórico-existencial (S itz im L eb en ).
17. C a d a nueva situación cultural en q ue el
h o m b r e se m ueve p ro d u c e necesariam ente
nuevas fo rm a s de lenguaje.
18. E n los parte s m etereológicos n o se em plea n
fó rm u la s estereo tip ad as, p o r q u e el tiem p o
c a m b ia c o n s tan te m e n te .
19. El d e s c u b rim ie n to de fo rm a s a c u ñ a d a s en la
Biblia h abía a c a b a d o ya en gran des líneas antes
de la p rim era g uerra m undial.
20. L a fo r m a del «diálogo de ap arición » ún ica­
m en te tiene interés en el A n tig u o T e stam e n to .
21. El chiste es u n a fo rm a a c u ñ a d a del lenguaje
h u m a n o , c o m o la an é c d o ta , la saga, el cu ento ,
la leyenda o el enigm a.
22. El giro literario «érase u n a vez...» es un
e lem e n to del «género estilístico» de los cuentos.
23. El h im n o v e te ro te s ta m e n ta rio co m ienza ge­
n era lm e n te co n el lla m a d o «cántico».
24. Las fo rm a s lingüísticas a c u ñ a d a s , so b re to d o
en sus orígenes, tienden prefere n tem en te a
utilizar elem ento s form ales anteriores.
25. T a m b ié n la conclu sió n de u n a fo rm a lingüis­
tica a c u ñ a d a se atiene prefere n tem en te a es­
tru c tu ra s ya existentes.
26. L as ca rta s de san P a b lo sin excepción ac a b a n
c o n deseos de bend ició n ex presado s en un
estilo litúrgico.______________________________
27. Los discursos de revelación del C u a r t o E v a n ­
gelio a c a b a n co n la lla m a d a «conclusión
coral». ______________________
28. Al describir u n a fo r m a lingüística estereo­
t ip a d a no h ay q u e lim itarse a señalar su es­
tr u c tu r a externa.
29. Al describir u n a fo rm a lingüística fija hay que
p re g u n ta rs e ta m b ié n p o r su intención literaria
fu n d a m e n tal.
30. E stas inten cio nes fu n d a m e n tales son, p o r
ejem plo, notificar, describir, m a n d a r , proh ibir,
confesar, e x h o rta r, interpelar, an unciar.

31. El h im n o v ete ro te s ta m e n ta rio es u n a c o m p o ­


sición q u e se c a n ta b a en el tem plo, en ocasiones
solem nes, c o n a c o m p a ñ a m ie n to d e música.
32. El S itz im L eben del h im n o es, p o r co nsi­
guiente, el cu lto divin o del tem plo.
33. E n c o n tra s te c o n el A n tig u o T e s ta m e n to , en
el N u e v o n o hay géneros literarios cuyo S itz
im Leben sea el culto divino.
34. El p a r a d ig m a es u n a breve n a rra c ió n ejem plar.
35. El S itz im L eben d e m uch os p ro v e rb io s del
A n tig u o T e s ta m e n to es la instrucción y e d u ­
cación q u e se im p a rtía en el p alac io real a los
fu tu ro s fu n c io n a rio s y diplom áticos.
36. M u c h o s gén ero s literarios de la a n tig ü ed a d
tienen su S itz im L eben en las instituciones
sociales.
En c a s o de duda: 37. La d e sa p arició n d e estas instituciones sociales
prim ero reflexiona;
significó tam b ién el fin de los co rresp o n d ien tes
luego re p a sa
las p ág in as géneros literarios.
c o rrespon dientes
de e s t e libro. 38. El S itz im L eben de u n g éne ro j a m á s cam bia.
Es tan in m u ta b le c o m o el género m ism o.

39. La elegía es un g énero literario p ro p io del


N u e v o T e s ta m e n to . Se e n t o n a b a en los e n ­
tierros cristianos.
40. La elegía p o d ía em plearse tam b ién c o m o un
230 «c a n to de escarnio».
41. M u c h o s investigadores em plean indiferente­
m en te los co n c e p to s de « fo rm a» y «género».
O tro s llam an «form a » -a la e s tru c tu ra indivi­
d u al de un texto, ap lica n d o el co n c ep to de
«género» a las fo rm a s típicas, que se repiten
c on frecuencia.

42. U n libro n o p u ed e c o n te n e r m ás que un género


literario, o sea, es sólo u n a novela, o una
colección de poesías, o un tr a ta d o científico,
etcétera.

43. P o r lo q ue al género literario se refiere, la


Biblia es un libro de historia. D e ahí q ue la
m ejo r m a n e r a de carac te rizar su co n te n id o es
calificarlos de «historia bíblica».
44. Las a n tig u a s Biblias escolares a firm a b an que
la Biblia co ntien e una e n o rm e v aried ad de
fo rm a s y géneros literarios.

45. La Biblia de Ecker, p o r ejem plo, distingue la


n a rra c ió n histórica, la saga, la n a r ra c ió n d i ­
dáctica, la n a rra c ió n confesional, la noticia,
la crón ica, la p a rá b o la , la sentencia profética,
la sentencia sapiencial, la sentencia ju ríd ica ¡Paciencia!
o legislativa, el c o n tra to , la o ración, el cántico, ¡No se g a n á Z a m o ra
e n u n a hora!
el discu rso d e revelación y los escritos a p o c a líp ­
ticos.

46. L o típico de u n a p a r á b o la es la utilización de


los ac ontecim ientos co m u n e s y ordinarios.

47. E n co n tra ste , lo típico de la « p a r á b o la - p a ­


rá b o la » es la utilización de acciones singulares
y ex tra o rd in aria s.

48. H a y p a r á b o la s cuyo c a rác te r p a ra b ó lic o se


ad iv in a de inm ediato. P ero hay o tras q u e lo
disfrazan bajo la fo rm a de u n a noticia.
231
49. El sentido peculiar de las p a r á b o la s de Jesús
consisLe en ilustrar intuitiv am en te las ideas
religiosas a b s tra c ta s p a r a p o n erla s al alcance
de las p erso n as sencillas e incultas.
50. El p u n to c u lm in an te del libro de Jo n á s se halla
en la escena d o n d e el pez se traga al profeta.
51. La figura de J o n á s es u n a c o n d e n sació n y
personificación del lector ju d ío , p a r a quien
fue escrito el libro.
52. El c a rá c te r did áctico de esta n a rra c ió n se
tra n s p a re n ta , sob re to d o , en el episodio de
la p la n ta de ricino.
Aunque M p a tu c a 53. El pez q ue se tra g a a Jo n á s , es el sím b o lo del
v e r d a d e ra ,
lee c a d a t e s i s c o n p o d e r e n o rm e y siniestro del pag a n ism o , que
el m a y o r e s c e p t i c i s m o . a m e n a z a de m u erte a los creyentes.
54. El libro de Jo n ás, a ju z g a r p o r su intención
literaria, n o es u na n a rra c ió n histórica, ni un a
biografía.
55. D e b ió de escribirse h acia el a ñ o 1400 antes
de Cristo.
56. E n la saga del sacrificio de Isaac im presion a,
sob re to d o , la larg a descripción del e stad o de
án im o de A b ra h a m ._________________________
57. La saga del sacrificio d e Isaac tiene q ue ser
an tiq u ís im a : a r ra s tra consigo u n a tradición
de siglos.
58. N o t r a t a d e instruir, sino de ofrecernos una
v erd a d e ra historia.
59. P reten d e n a r r a r , a través de un fra g m e n to
de la h istoria de la familia de A b r a h a m , un
frag m en to de la h istoria del p u eb lo de Israel.
60. Las experiencias históricas, q u e h an confluido
en la saga del sacrificio de Isaac, se extienden
a lo largo d e los siglos.
61. P a ra la m o d e rn a ciencia bíblica, el co n c epto
de «saga» no es negativo, sino positivo.
62. E n la fo rm a de la saga p o d ía n trad ucirse lin­
güísticam ente las m últiples y com plejísim as
experiencias d e to d o u n pueblo.
63. D e n tr o de la Biblia n o e n c o n tra m o s u n a a u té n ­
tica h istorio grafía h a s ta el N u e v o T e stam e n to .
64. La o b r a histórica d e u te r o n ó m ic a c o m p re n d e
los cinco libros de M oisés, de los que el q uinto,
lla m a d o D e u te ro n o m io , co nstitu ye su tér­
m in o y cum bre.
65. L a ñ g u ra p rin cip a l de la h isto ria de la suce- R epasa y com para

sión al tro n o de D a v id es A b saló n5, el deseen- d“? m,ed'.“s pai'l un?


a s im ila c ió n profunda
diente m ás fa m o s o de D avid. d a t a m ateria.

66. A los ojos del a u t o r de la historia de la suce­


sión al tro n o de D av id, A b saló n es u na figura
sim bólica. S im boliza, en efecto, la rebelión
del h o m b re c o n tra Dios.
67. H e b ró n fue la a n tig u a ciu d a d residencial de
D avid.
68. E n la h istoria de la sucesión al tro n o de
D a v id sería im pensable q ue D io s g ritara desde
el cielo in terviniendo así en la historia.
69. Ello es señal de que, en dich a n a rrac ió n , la
h istoria se concibe c o m o p u ra m e n te intra-
m undana.
70. La n a rra c ió n de la rebelión de A b saló n es u n o
de los m ejores ejem plos del género literario
lla m a d o saga._______________________________
71. La descripción de la c o n ju ra c ió n de C atilina
q ue n o s ofrece S alustio se parece m ás a un
« tra ta d o » qu e la n a r ra c ió n de la rebelión de
A b saló n.
72. L as guías telefónicas y los libros de direcciones
e n tra n en el género de las «listas».
73. El gén ero literario d e las listas aparece en
los d o c u m e n to s m ás an tig u o s de la h u m a n id a d .

74. C o n su escueta en u m e ra c ió n de no m b res,


fechas o hechos, las listas son de un valor
singular p a r a los historiadores.
75. La c ró n ic a está ín tim a m e n te e m p a r e n ta d a con
el género de las listas.

76. El a u t o r d e la o b r a h istórica d eu te ro n ó m ic a
in c o rp o r a a su n a rra c ió n retazos d e las c r ó ­
nicas c o rte s a n a s de Israel y d e J u d á .

77. E n el N uevo T e s ta m e n to n o aparece el género


de la c ró n ic a oficial.
¡P aciencia!
Ya h a s p a s a d o m á s 78. U n ic a m e n te en los H e ch o s de los A póstoles
de la m i t a d d a l a s e n c o n tr a m o s textos re d a c ta d o s al estilo de un
t is is .
d ia rio p riv a d o d e viaje.

79. E sto s textos n o s in fo rm a n del viaje q ue hizo


san P e d ro de C es a re a a R o m a .

80. E n la n a r ra c ió n del p re n d im ie n to d e Jesús,


q ue hace M a r c o s 14, 43-52, vem os en c u a n to
a la fo rm a , u n ejem plo de n o ticia inform ativ a.

81. La n a r ra c ió n de M a r c o s se am p lió m ás tarde


a base d e u n gran n ú m e ro de m o tiv o s legen­
darios.

82. U n a d o c u m e n ta c ió n p u r a d e los hecho s ex­


tern os sería in a d e c u a d a p a r a e n ten d e r u n
aconte cim ie n to c o m o el de la Pasión.
83. U n a c o n te cim ie n to de este género sólo p u ed e
ca p ta rse en sus d im ension es p ro f u n d a s m e ­
dian te la interp re tació n y la explicación.
84. T a l es la ra zó n m ás p r o f u n d a de que la Iglesia
p rim itiv a n o se c o n f o r m a r a con exp o n e r los
h echos d e la vida de Jesús en el género de
la a n tig u a crónica.
85. El género literario de la n a r ra c ió n histórica
se presta, p o r su m ism a es tru c tu ra , a la inter­
p re ta ció n y aclaració n de los hechos.

86. Lc 1, 26-38 ad u c e la fecha del «sexto mes»


p a r a e m p a lm a r la a n u n c ia ció n del n acim iento
de Jesús c o n el an u n c io del n ac im ien to de
san J u a n B autista.
87. L o s elem ento s form ales del d iá lo g o en tre el
ángel G a b rie l y M a r ía provienen, en su m ay o r
parte , del A n tig u o T e stam e n to .
88. El c o n ju n to de la n a rra c ió n se ajusta a dos
esq u e m a s distintos del A n tig u o T e stam e n to ,
qu e el a u to r c o m b in a : el esq u e m a de a n u n ­
ciación y el esqu em a vocacional.
89. El sentido céntrico de la n a rra c ió n está en la
p re g u n ta de M a r ía : ¿ C ó m o será esto...?»

90. Esta p re g u n ta p re s u p o n e el v o to de virginidad


hecho p o r M aría.
91. Lc 1, 26-38 es un género literario d e n a r r a ­
ción confesional.
92. En M t 1-2, el ángel ap a rec e siem pre en fo rm a
c o r p o ra l; en Lc 1-2, p o r el co n tra rio , en
sueños.
93. L o s E vangelios de san L u cas y de san J u a n
se llam an E vangelios Sinópticos.

94. E n los discursos de Jesús q ue ofrece el E v a n ­


gelio de san J u a n van g en eralm ente u n id as la
a u to p re s e n ta c ió n y la p ro m esa.
95. El género literario d esig n ad o c o m o «discurso
de revelación de u n re dento r» n o ap a rec e sólo
en el E vangelio de san J u a n ; lo em p lea ro n
tam b ién los p rofetas del A n tig u o T e stam e n to .
96. La a u to p re s e n ta c ió n , la p ro m e s a y la am e n a z a
son elem entos característicos de un discurso
de revelación. __________________________
97. T a m b ié n el Jesús histórico utilizó a veces el
género del discurso de revelación, so b re todo
en sus discusiones co n los fariseos.
98. El c a rác te r de la predicación d e Jesús n o p u ede
circunscribirse exclusivam ente al á m b ito p r o ­
fético. _____________________________________
99. Jesús no hace c o m o los p ro fetas q u e c o m u ­
nican la p a l a b r a recibida de D ios. P o r el
c o n tra rio , se atre ve a h a b la r c o m o si él m ism o
o c u p a ra el p u esto de Dios.
El m é t o d o q u a e s t á s 100. E n las sentencias del Jesús jo á n ic o se re­
sig u ie n d o en e s t* m o ­
mento se e m p le a c a d a
flexiona h a s ta el e x tre m o en lo q u e ya c o n te n ía n
ve; m á s an l o s p r o ­ fu n d a m e n ta lm e n te las sentencias q u e los tres
g r a m a s m o d e rn o s de
aprendizaje.
prim ero s Evangelios p o n e n en b o ca de Jesús.
101. L a crítica d e las fo r m a s es el m edio m á s eñcaz
p a ra d istingu ir lo «histórico» d e lo « no -his­
tórico». _____________________
102. El logion de Jesús: « M u c h o s son los llam ados,
p ero p o co s los elegidos» es, p o r su fo rm a , u n a
sentencia jurídica.
103. Las p a la b ra s de Jesús so b re el d ivo rcio a p a re ­
cen en m uy distin to s pasajes del N u e v o T e s ta ­
m e n to y en e stra to s de trad ic ió n n o m en os
distintos.
104. El m a trim o n io ju d ío se disolvía m e d ia n te la
sentencia d e u n «juez de divorcios», q u e ex­
tend ía el lla m a d o libelo d e rep udio .
c\

36
105. El d ere c h o m a trim o n ia l ju d ío sob re el di­
vorcio p erju dica a la mujer.
106. Según la m e n talid ad ju ríd ic a ju d ía , el m a rid o
j a m á s violaba su p ro p io m a trim o n io .
107. C o n intención pro v o c ativ a, Jesús e q u ip a r a el
div orcio con el adu lterio.
108. Jesús arre m e te m u c h a s veces c o n tr a el lega-
lismo de los escribas y fariseos, p e ro se m u es­
t r a siem pre re sp etu oso con la ley de M oisés.
109. C o m o legislador del N u e v o T e s ta m e n to , Jesús
establece c o m o ley la indisolubilidad del m a ­
trim o nio.
110. L a sentencia de Jesús acerca del divorcio está
fo r m u la d a en térm inos p u ra m e n te jurídicos.
111. L as p a la b r a s de Jesús acerca del divorcio
son u na p ro v o c ació n profética. P reten den
p o n e r de m anifiesto la p r o f u n d a injusticia de
la prax is ju d ía del divorcio.

112. E s ca racterístico del discurso p rofético el uso


frecuente de géneros ajenos, a los que confiere
un n u ev o S itz im Leben.
113. La sentencia de M t 5, 32 sobre el divorcio
en cierra la m ism a intención de fo n d o q u e la
p ro h ib ic ió n del ju ra m e n to , de las m irad a s
con cu piscentes y de la ira.
114. La Biblia contiene u n a g ra n v ariedad de form as
y géneros literarios.
115. L o decisivo en to d a exégesis está en con ocer
la intención o tesis de ca d a texto.
116. U n a tra d u c c ió n de la Biblia no p u ede tener
c o m o objetivo señalar al lector las diversas
fo rm a s y géneros literarios.
117. H a y u n a m a n e r a d e leer la Biblia, que, sin
dis p o n e r d e técnicas científicas, p u e d e ser
correcta.
118. L a inten ció n literaria de este libro ha sido
facilitar u n a visión f u n d a m e n ta l a los géneros
y fo rm a s de la Biblia.
119. L a m ejor m a n e r a d e hacerse u n a id ea sobre
los géneros y fo r m a s bíblicos es el m anejo
c o n sta n te y perió d ic o de la Biblia.
ú* comparar ",ome,uo 120. P a r a afin ar el sen tid o y la c a p a c id a d p erceptiva
,us soluciones de estos gén ero s y form as, son útiles los
Ejercicios II y III.____________________________

L a s siguientes tesis so n falsas y disienten d e lo


e n se ñ ad o en este libro : 2, 3, 8, 9, 12, 18, 19, 20, 23,
27, 33, 37, 38, 39, 42, 43, 44, 45, 49, 50, 53, 55, 56,
63, 64, 65, 66, 69, 70, 79, 80, 89, 90, 92, 93, 95,
238 9 7 ,1 0 1 ,1 0 2 ,1 0 4 ,1 0 8 ,1 0 9 ,1 1 6 .
E J E R C I C I O S II

L o s siguientes ejercicios son p a r a p ro fu n d iz a r


los resu ltad o s h a s ta a h o r a o b tenid os. C onviene
d es a rro lla r los tem as p o r escrito.

1. A n a liza la serie d e elem en tos q ue con stituy en


fó rm u las c o n stan te s televisión, p o r ejem plo: el
saludo, la presentación , las p re g u n ta s, las fe­
licitaciones, las desp e d id a s y cierres. P on es­
pecial aten ció n en el estilo, en los giros y fio­
« M e r e s u lt a un f a s t i ­
ritu ras q ue carac te rizan a ciertas emisiones. d io t o d o lo q u a e s
ap ren d e r sin a u m e n ta r
2. E n u n a visita al cem enterio e x a m in a si los epi­ y r e a v i v a r mi a c t i v i ­
d ad p ersonal.»
tafios p ertenecen a diversos géneros literarios,
( J o h a n n W olfgang
o si to d a s las inscripciones fu n erarias c o n sti­ v. G o e t h e )
tuyen variaciones de u n a fo rm a fu n d a m e n ta l­
m en te idéntica.

3. P resta atención a los exo rdio s de los serm ones


q u e oyes en tu p a r ro q u ia . ¿E m p le a n las m ism as
fó rm u las? ¿Se a ju s ta n a un d e te r m in a d o es­
quem a? P o r ejem plo, ¿com ienzan con u n a cita
bíblica o con u na historia?

4. H o je a el libro, o c u a d e rn o de c a n to s qu e se
em plea en tu diócesis o en tu p a r ro q u ia , y
h az el recuento de los géneros que contiene.
P o r ejem p lo: o ración , cántico, letanías, o fre­
cim ientos, etc.

5. T o m a u n d iario perso n al, tu y o o de algún


p erso n aje fam o so, y p ro c u ra señalar los ele­
m en to s distintivos del género que llam am o s
«diario».
239
6. R ep asa a te n ta m e n te el sím bo lo d e los A póstoles,
el C redo. ¿C uál es su intenció n literaria fu n ­
d am ental?

7. O bserva las situaciones o circu nstancias de la


vida c o tid ian a, en q ue el lenguaje tiene un
c a rá c te r m e ra m e n te co m u nicativ o.

8. Define el S itz im L eben de los siguientes gé­


nero s literarios: el a rtíc u lo editorial, el m a p a del
tiem p o , el credo , el telegram a, u n a explicación
del go b iern o , u na encíclica, la m in u ta .
9. Al leer el periódico, señala los distintos gé­
n ero s literarios q u e ap a re z c a n en un ejem plar:
noticias, editorial, re portaje, anu n c io s, etc.

10. ¿H ay a rtíc u lo s que, teniendo fo rm a de noticia,


se re d u cen a sim ples a n u n c io s p o r la intención?

11. C o m p a r a los p rim e ro s versículos de la C a rta


a los R o m a n o s , d e las d o s C a rta s a los C o r in ­
tios y de las dirig idas a los Filipenses y a Fi-
lem ón. ¿ E n c u e n tra s elem en tos fo rm a le s q u e se
repiten? ¿Puedes hacer u n esq u e m a de todos
ellos?

12. Lee la h isto ria c o m p le ta de la «sucesión al


tro n o d e D avid». Se halla en 2 Sam uel 9-20
y 1 Reyes 1-2, resulta a p a s io n a n te . P ro c u ra
a n o ta r o tras características de la n a rra c ió n
histórica.
13. A b re el A n tig u o T e s ta m e n to y lee el S alm o 135
(134). El versículo p rim e ro dice: « ¡A lab ad el
n o m b re de Yavé!» ¿A qué género pertenece
este salm o? ¿P or qué? ¿ D ó n d e term in a la in­
vitación a la alab a n za? ¿ D ó n d e com ien za el
salm o? ¿En q u é p u ed e reconocerse el paso de
u n o a otro?
14. A na liza el texto de Lc I, 46-55 desde el p u n to
de vista de la intención literaria fu n d a m e n tal.

15. M t 7, 1-14 es u n a com p o sició n , en la que se


ag lu tin a n sentencias de Jesús p r o n u n c ia d a s en
m uy distintas ocasiones. D e s c o m p o n el texto
en sus m ínim as unidades, es decir, sep a ra las
sentencias q u e en su origen estuvieron s e p a ­
radas.

16. Lee la p erícop a del A n tig u o T estam e n to ,


Jueces 13, 1-7. ¿R econ oces en esta p á g in a una
fo rm a o e s q u e m a q ue te es ya cono cid o? ¿C óm o
se llam a este esquem a?

17. E n los H e ch os de los A póstoles, a d e m á s de 21,


1-10, h ay o tro s textos q u e se nos p resen tan en
la fo rm a de un «diario d e viaje». ¡Búscalos!

18. A bre la Biblia q ue em pleas de o rd in a rio , y


m ira el E vangelio de la Infancia según san
Lucas. Así suele designarse a Lc 1-2. ¿H ay
p á rra fo s d e s ta c a d o s tipográficam ente? ¿ C u á n ­
tos? ¿Q ué es lo que justifica estas diferencia­
ciones?
19. Define el género e intención literarios de los
19 Ejercicios que constituy en este a p a rta d o .

241
E J E R C I C I O S III

E n tr a m o s en la p a rte m ás im p o rta n te y m ás
difícil de los Ejercicios. H e m o s escogido 20
textos del A n tig u o y N u e v o T e s ta m e n to . A l­
g u n o s de ellos se re d u cen a u n a frase. P ro c u ra
definir el g éne ro y la intención literaria de
ca d a texto, a v e rig u a n d o a d e m á s a qué libro
bíblico pertenecen. C o nsign a los re su ltad os
en las casillas co rre s p o n d ie n te s q ue hem os
p u esto al pie de c a d a texto. P o r ejem plo:

«P a d re n uestro, q ue estás en los cielos, P ara com enzar,


un e je m p lo da có m o
santificado sea tu no m b re, h a c e r Ids E j e r c i c i o s
venga tu re in o ...» de e s ta ta reera parte.

G énero Intención literaria Lugar de la Biblia

P a ra facilitarte estos ejercicios, te direm o s


que los textos ad u c id o s pertenecen a los si­
guientes géneros literarios (no te fies del o rd e n
en q u e los m e n c io n a m o s ): predicción, p a r á ­
bola de d a tiv o inicial, p ro v e rb io , lista, n o ­
ticia de u n a visión, ca rta, ca n ció n de am o r,
p a r á b o la de n o m in a tiv o inicial, im precación,
h im n o , elegía, sentencia profética, o ración,
discu rso de revelación, sentencia ju ríd ic a o
legislativa, ex h o rta ció n , d iario de viaje, a n u n ­
ciación, cró nica, b ie n a v e n tu ra n z a o m aca-
rism o.
243
1. «Y o soy el p a n de la vida. El que viene a
mi, n o te n d rá m ás h a m b re , y el que cree
en mí, no volverá a tener sed...»

G énero Intención literaria Lugar de la Biblia

No s ie m p r e « ab ras a 2. « Z a r p a n d o , pues, de T ró a d e , fuim os d e ­


qu é lib r o d · la B i b l i a
p e rte n e c e n lo s t e ito s
rechos a S a m o trac ia , y al día siguiente a
c it a d o s . E sto no es N eáp olis, y de allí a Filipos, la p rim era
grave. Lo im p o r t a n t e
s d e t e r m in a r su gé
c iu d a d de esta p a r te de M a c ed o n ia, c o ­
ñ e ra y s u in t e n c ió n l i ­ lonia en la q u e p e rm a n e c im o s alg uno s
t e r a r io s .
d ía s ...»

G énero Intención literaria Lugar de la Biblia

3. «En c u a n to al h o m b re qu e com ete a d u l­


terio co n u n a m u jer c a s a d a : el h o m b re
q u e c o m e te a d u lterio con la m u jer de su
p ró jim o será castig a d o con la m uerte, él
y la m ujer.»

G é n e ro Intención literaria Lugar de la Biblia

4. «En verdad, en verdad te d igo: esta m ism a


noche, an te s d e q u e can te p o r segunda
vez el gallo, m e n eg a rá s tres veces.»

Género Intención literaria Lugar de la Biblia


244
5. M ejo r es ser p o b re y san o qu e rico y e n ­
ferm o.»

G énero Intención literaria Lugar de la Biblia

6. «El a ñ o c u a rto del rey Ezequías, es decir,


el sép tim o a ñ o de Oseas, hijo de Ela, rey
de Israel, subió S alm an asa r, rey de A sur,
c o n tr a S am aria , y le p u so cerco. Fue
to m a d a al c a b o de tres a ñ o s ...»

G én ero Intención literaria Lugar de la Biblia

7. «¡Venid, c a n te m o s gozosos a Yavé,


a c la m em o s a la roca de n u e s tra salvación!
C o n a la b a n z a s v ay a m o s an te él,
a c la m ém o slo con cánticos.
P o r q u e es Y avé un D io s grande,
un rey g ra n d e sobre to d o s los dioses...»

G én ero Intención literaria Lugar de la Biblia

8. « G u ías ciegos que coláis un m o sq u ito y


os tragáis un camello.»

Género Intención literaria Lugar de la Biblia


U n a a y u d it a p a r a el ‘λ «Los hijos de Israel fueron doce. Hijos de
E je r c ic io 9 : ¡ A c u é r d a ­
te da la s g u ia s t e le ­ Lia: R u b én , el p rim o g é n ito de Israel,
f ó n ic a s ! P e r te n e c e n al Sim eón, Leví, J u d á , Isacar, Z ab u ló n .
m is m o g é n e r o lit e r a r io
que u sté te x to . Hijos de R aq u el: José y Benjam ín. Hijos
de Bala, la sierva de R aq u el: D a n y
Neltalí. Hijos de Zelfa, la sierva de Lía:
G a d y Aser. Estos son los hijos que le
nacieron a Israel en P a d á n A ra m .»

G en ero Intención literaria Lugar de la Biblia

10. « D ic h o s o el seno q u e te llevó y los p e ­


c h o s q u e te a m a m a n ta r o n .»

G énero Intención literaria Lugar de la Biblia

11. «Te a r ra s tra rá s sob re tu vientre y co m erás


del polvo de la tierra to d o s los días de
tu vida.»

G énero Intención literaria Lugar de la Biblia

12. «El reino de D io s es c o m o un h o m b re


que echa una semilla en la tierra. El h o m ­
bre d u e rm e y despierta, se hace n oche y
se hace día, y la semilla, sin q ue él sepa
có m o , g erm in a y crece...»

Género Intención literaria Lugar de la Biblia


246
13. «¡Ay, có m o está p o s tra d a en soledad P a r a d e t e r m in a r
el g é n e r o lit e r a r io
la ciu d a d tan populosa! del E je r c ic io 1 3.
C o m o u na v iuda se ha q u e d a d o f íj a t e s o b r e t o d o
en ul « ¡ A y . c ó m o ..
la g ra n d e entre las naciones.
La s eñ o ra entre las provincias
ha sido s o m etid a al tributo.
L lo ra a ra u dales en la noche
y las lágrim as surcan sus mejillas.
N a d ie hay que la consuele
en tre to d o s sus a m a n te s ;
la han tra ic io n a d o to d o s sus aliados,
se le h an vuelto enemigos.»

G én ero Intención literaria Lugar de la Biblia

14. « H a b ía en u n a ciu d ad un ju ez q u e no
tem ía a D ios, ni re spetaba a los h o m ­
b re s...»

G énero Intención literaria Lugar de la Biblia

15. «¡Abba! ¡Padre! ,T o d o te es posible!


¡A p a rta de mí este cáliz! P e ro no sea lo
q ue yo quiero, sino lo que quieres Tú.»

Γ G én ero
Γ
Intención lileraria
Ί Ί
Lugar de la Biblia

16. «E stad siem pre alegres. O ra d sin cesar.


D a d gracias en to d a co y u n tu ra , p o rq u e
esto es lo q u e D io s quiere de tod o s v o ­
so tro s en C risto Jesús. N o extingáis el
Espíritu. N o despreciéis las profecías.
E x a m in a d to d o ; retened lo bueno. H uid
de to d a especie de mal.»

G énero Intención literaria Lugar de la Biblia

17. «C lau d io Lisias, al excelentísim o p r o ­


c u r a d o r F élix; salud. Los ju d ío s se habían
a p o d e r a d o de este h o m b re y ya estaban
p a ra m atarlo , c u a n d o intervine yo con
los so ld a d o s y lo libré, al sab er q u e era
c iu d a d a n o r o m a n o ...»

G énero Intención literaria Lugar de la Biblia

El g é n e ro li t e r a r i o del 18. «A lza la voz mi a m a d o y me dice:


te x to del E j e r c ic io 18
n o lo h e m o s e s t u d ia d o
L evá n tate, a m a d a mía,
en e ste lib r o . P ero h e rm o s a m ía, ven.
¿ c o s t a r á m ucho a d iv i­
n a rlo ?
P o rque, m ira, ha p a s a d o el invierno,
ha cesado la lluvia y se ha ido.
H an n acido las flores en la tierra,
ha llegado el tie m p o de la p o d a ;
ya la voz de la tó rto la se siente
en n u e s tra tierra.
Echa la higuera las yem as de sus higos,
las viñas en flor exhalan su perfum e.
Leván tate, a m a d a mía,
h erm o sa m ía, ven.»

Género Intención literaria Lugar de la Biblia


248
19. «C risto m u rió p o r n u estro s pecados, se­
gún las E scritu ra s; fue se p u ltad o y resu­
citó al tercer día, según las E scrituras, y se
ap a reció a P e d ro y luego a los D oce.»

G én ero Intención literaria Lugar de la Biblia

20. «Vi un gran tro n o blanco y al que estaba


s e n ta d o sobre él. El cielo y la tierra h u ­
yero n de su presencia, sin q u e se e n ­
M u c h a s g r a c ia s
co n tra s e su lugar. Vi los m uertos, grandes p o r tu p a c ie n c ia .
E s p e r o qu e te ha y
y p equeño s, en pie delan te del tro n o , y
d iv e r t id o lo s
fu ero n abierto s los lib ro s...» E j e r c ic io s .

G énero Intención literaria Lugar de la Biblia

Solución: t) Discurso de revelación, revelar, m a n i­


festarse, Juan 6, 35. 2) D iario de viaje, notificar, Hechos
16, 11-12. 3) Sentencia jurídica, ordenar, Levítico 20,
10. 4) Profecía, predecir, Marcos 14, 30. 5) Proverbio,
enseñar, Eclesiástico 30, 14. 6) C rónica, inform ar, 2
Reyes 18, 9-10 7) H im no, alabar, Salm o 95 (94), 1-3.
8) Sentencia profética, provocar, M aleo 23, 24. 9) Lista,
enum erar, Génesis 35, 23-26. 10) Bienaventuranzas, ala­
bar, Lucas 11, 27. 11) Im precación, maldecir, Génesis
3, 14. 12) Parábola de dativo inicial, enseñar, Marcos
4, 26-27. 13) Elegía, lamentación, Lam entaciones 1, 1-2.
14) Pa ráb o la de nominativo inicial, enseñar, Lucas 18, 2.
15) Oración, plegaria, Marcos 14, 36. 16) E xhortación,
recom endar, 1 Tesalonicenses 5, 16-22. 17) C arta, c o m u ­
nicar, 1 lechos 23, 26-27. 18) C anción de am o r, cortejar,
C a n ta r 2, 10-13. 19) Predicación, predicar, 1 C orintios
15, 3-5. 20) Noticia de una visión, comunicar, A p o c a ­
lipsis 20, 11-12.
NO 1 AS

1 El tex to c ita d o se e n c u e n d a en K. T u c h o l s k y , Z w ischen Gestern


und M argen. Eirte A usw ahl aus sem en Schriflen und G edichten, H am -
b u rg o 1952, 8. V éanse ad em ás la s excelentes observaciones de I. B a l -
d e r m a n n (B iblische D itluktik, H a m b u rg o 1 9 6 4 ', 22 -2 3 ), que evalúa
las o b serv acio n es de T u ch o lsky desde el p u n to de vista de la crítica
de las fo rm as
I W. T h e s ig e r , Die Hrunnen dar iVüste, 1959, 103. C ita d o p o r
K. K.OCH, W as ist F o rm geschichte' N eue W ege der B ibelexegese,
N eu k irch en -V lu y n 1964, 13.
‘ A. J o l l e s , Einjanche Formen, T u b in g a 1930.
4 R . L e t t a u , A u ftr iit M anigs, en: Prosa viva I (C ari H an ser Verlag),
M u n ich 1963
’ C f F. P r a t z , Neue deutsche Kurzprosa, F ra n c fo rt 1970, 109-110.
‘ T ex to s o riginales de L a S a m a Biblia de E diciones P aulinas, M a ­
d rid - 19‘ edición 1976.
7 Véase a este respecto G. L o h f i n k , Puulus vor D am askus, Arbeits-
weisen der neuer en Bibelwissenseha/t (S tu ttg arter B ibelstudien 4),
S tu ttg a rt 1967’.
* C f, p o r ejem plo, O. EiS-SULDT, Einleitung in das A lte T estam ent,
T u b in g a 1964', 50-56.
* M. D ib lliu s , Die Form geschichie des Evangeliums, T u b in g a 19614,
34-66.
C ita d o p o r A. U o l l , Jesus in schlechier G eseltschaft, S tu ttg a rt
1971, 173.
II J. W. GoiTHfc, Las desventuras del joven W erther, Hrugueru, 1974.
11 S o b re el tercer g ru p o véase am e to d o la im p o rtan te o b ra de
W. R ic m i κ. E .\cge\t' ais l.iteratuni'issenschajt. E n tw u rf enter ah-
testa/nenthí hen L iteraturtheorie und M ethodologie, G o tin g a 1971.
13 J. Ec ki k, K atholische Schulbibel fü r die D iozese Lim burg, D u s­
se ld o rf 1929, 309.
14 J. JüRbMlAS, L as parábolas de Jesús, V erbo D ivino, Estella 1971.
Λ 15 C f el estu p en d o análisis de H . W . W o l f f , Studien zum Jonabuch
(B iblische S tudien 47) N eukirchen-V luyn 1965, especialm ente 53.
“ C f H. W . W o l f f , Studien zum Jonabuch (véase n o ta 15) 48-49,
77-83.
17 G . v o n R a o , Dars erste Huch \ lo s e (D a s A lte T estam en t D eutsch),
G o tin g a n 1956, 203.
11 F o rm u la c ió n b asad a en G. v o n R a o , Teología del A ntiguo T esta­
m ento, Síguem e, S alam an ca 1972.
" T rad u cc ió n de M an u el M a rín P eña, en Salusiio, M adrid 1950,
pág in a 22 2 51
ü C l Ε H a f n c h ü n , D as uW ¡r» in der Apostelgeschichte und das
h in e ra r, en E. H a e n c h e n , G ott und M ensch. G esam m elte A u /s a tze ,
T u b in g a 1965, 227-264 D o n d e puede verse tam b ién la D a n o rá m ic a
de las soluciones a p o rta d a s h asta ah o ra.
" lisie te x to d e C e lso n o s lo h a tr a n s m itid o O r ig h n e s , C ontra
C ilsu n i VI 9
" M. 1..IU/.BARSKY, D as Johannesbuch der M andaer, G iessen 1915,
154-156
11 M . L i d z b a r s k y , G inza Der S ch a tz oder Das grosse ñuch der
M andaer, G o tin g a n 1925, 58-60.
i4 C f E. F u c h s , Z u r Frage nach dem historischen Jesús. G esam m elte
A u fsa tze II, T u b in g a 1960, 154.
“ Véase m ás en extenso este p ro b lem a en R P k s c h , Freie Treue.
Die Christen und die Ehescheidung, F rib u rg o 1971, 37-43. N o so tro s
seguim os esta reco m en d ab le o b ra ep buena p arte de nu estra e x p o ­
sición
“ l f P H o f f m a n n , L a s palabras de Jesús sobre el divorcio y su inter
preiacion cu la tradición lu olcslaiiiciuana, cl « C o m II iüM/> 6 (19 7 0 ) 210
225.
” T rad u cc ió n U n ita ria d - >·' Sriwr.iHn F s r r it u n : /).;·; , Tes·
nicni (K ath o lisch e B ibelanstalt) S tu ttg a rt i ? i2
“ R S( hnlm ikk, Verhiillter Tag (H erder-B ücherei 42), F rib u rg o
1 9 6 1 ', 108.

Ilu s t r a c io n e s

D ib ujos originales de Sieger K ó d er, U lm : 19, 25, 30, 31 32, 37,


46, 51, 62, 64, 81, 85, 86, 90, 93, 96, 97, 108, 110, 112, 117, 124, 130,
149, 155, 159, 169, 186, 187, 204, 205, 211.
D ib u jo a plu m a « A b rah am » de R o lan d P eter L itzenburger, L eim bach
de M a rk d o rf: 117.
M ap as esquem áticos de F ritz U nger, S tu ttg a rt: 133, 147.
C olecciones de c u a d ro s del E stad o B ávaro, M u n ich : 199.
J E cker, Katholische Schulbibel, T réveris 1906: 83.
M a tta eu s M erian : 102.
Ju liu s S ch n o rr von C arolsfeld. en K ath o lisch e Bilder-Bibel des A lten
und N cuen T esiam en tes, edil, p o r F. A lbert, Leipzig 1933 43 115
127, 152, 164.
W eu eram t S tu ttg a rt (m a p a del tiem p o del d e p a rta m e n to mete-
rcológico de S tu ttg a rt): 38.
W ü rtienbergischc L an d esb ib lio th ek , S tu ttg a rt: 74
K o to s:

B ild arch iv F o lo M a rb u rg 173, 174. 195, 217.


L·li'ich D ib eliu s. G am in g 59.
H elga l-ietz P e te r B e ck m an n . M urnau 199.
M ax G e rs te n b e rg e r. S tu ttg a rt 13.
L u c. H. G ro lle n b e rg , N ijm egen 140.
C h a rlo tte G u n k e l, C elle 53.
F n e d h e lm H eyde/K B Y V . S tu ttg a rt 132.
In stitu í liir M e e re sfo isc h u n g . B re m e rh a v e n 1/2.
M u sée N a tio n a l, B e y ro u th 67.
S e rv ic e d e D o c u m e n ta tio n p h o to g ra p h iq u e de la R e u ­
nion d es M u sées N a lio n a u x , P aris 145.
U llstein B ild e rd ie n st. B erlin W est 66
M ax W a lte r. V asbuhl 218.
Jó rg Z ing, S tu ttg a rt 56.

253

Vous aimerez peut-être aussi