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La Conversión en el Nuevo Testamento

Por Thomas R. Schreiner

La conversión puede ser definida como volverse del pecado hacia Dios. Tal vez el versículo
clásico que tiene su definición es 1 Tesalonicenses 1:9: «porque ellos mismos cuentan de
nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para
servir al Dios vivo y verdadero». Aquí vemos claramente los dos elementos de la conversión,
volverse a Dios y apartarse de los ídolos.

LA CONVERSIÓN EN EL NUEVO TESTAMENTO: DE LA PROMESA A LA


REALIDAD
La historia del triunfo de Dios sobre la serpiente prometida en el Antiguo Testamento (Génesis
3:15) se convierte en realidad en el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento prometió un
nuevo pacto, una nueva creación, un nuevo éxodo, y nuevos corazones para el pueblo de Dios. Y
hay un cumplimiento que surge de todas estas promesas a través de la vida, muerte y
resurrección de Jesucristo, quien es proclamado en el Nuevo Testamento.

La Conversión en los Sinópticos


En los evangelio sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) la obra salvadora de Dios prometida en el
Antiguo Testamento es encapsulada por el término «reino de Dios». El reino de Dios juega un
papel importante en los sinópticos, pero debemos también entender que el reino llama a la
conversión. Los dos elementos de la conversión también pueden ser descritos en términos de
arrepentimiento y fe. Según leemos en Marcos 1:14-15, «Jesús llegó a Galilea, proclamando el
evangelio de Dios, y diciendo, ‘el tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca;
arrepiéntete y cree en el evangelio’ (Mateo 4:17). Las buenas nuevas del regreso del exilio
anunciadas por Isaías, las buenas nuevas del cumplimiento de las promesas salvadoras de Dios,
serán disfrutadas sólo por aquellos que se arrepienten de sus pecados y creen en el evangelio.

El evangelio en los sinópticos se enfoca en la muerte y resurrección de Jesús, porque la pasión y


resurrección de Jesús es el factor principal de la historia en los tres libros. ¡Es el climax de la
historia! No hay reino sin la cruz. Jesús vino a «salvar a su pueblo de sus pecados» (Mateo 1:21),
y esta salvación es alcanzada sólo a través de su muerte en su nombre en el cual él dio «su vida
como rescate por muchos» (Mateo 20:28; Marcos 10:45). Algunos que hablan sobre el reino
dicen poco sobre la conversión, pero aún un pequeño vistazo de los evangelios sinópticos indica
que la conversión es algo fundamental. Nadie puede entrar al reino sin ella (Marcos 10:17:31).

La Conversión en Juan
La centralidad de la conversión es también aparente en el evangelio de Juan. En realidad, Juan
escribió su evangelio para que las personas «creyeran que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y
para que a través de creer puedas tener vida en su nombre» (Juan 20:31). Juan utiliza el verbo
«creer» 98 veces en el evangelio, destacando la importancia de este tema en su evangelio.
Tampoco es creer en Juan algo pasivo. Juan utiliza una serie de términos para transmitir la
profundidad y actividad de la fe: creer es como comer, beber, ver, escuchar, habitar, venir, entrar,
recibir y obedecer. La naturaleza radical de la conversión es expresada a través de diferentes
verbos utilizados para describir lo que significa creer que Jesús es el Cristo. La conversión está
en el centro del mensaje del evangelio de Juan. La vida eterna (vida en la era venidera) le
pertenece sólo a aquellos que creen en Jesús como «el Cordero de Dios, que quita el pecado del
mundo» (Juan 1:29). En otras palabras, sólo aquellos que se convierten disfrutan la vida eterna.

La Conversión y el Reino en los Hechos


Parece claro en la discusión anterior que la conversión juega un papel principal en los
evangelios, y podemos llegar la misma conclusión a partir del libro de los Hechos. En Hechos
encontramos diferentes sermones en los cuales el evangelio es explicado a los oidores (por
ejemplo, Hechos 2:14-41; 3:11-26; 13:16-41). Los que escuchan son frecuentemente llamados al
arrepentimiento (Hechos 2:38; 3:19; 8:22; 17:30; 26:20). El mensaje del evangelio implica un
llamado urgente a volverse del pecado y la vieja vida. Al mismo tiempo, aquellos que escuchan
las buenas nuevas son llamados a creer y ejercer la fe (Hechos 16:31; 26:18). En realidad, la
palabra «creer» es utilizada casi 30 veces en los Hechos para describir a los cristianos, indicando
que la fe es una característica de aquellos que pertenecen a Cristo.

No es extraño que la conversión juegue un papel importante en los Hechos ya que registra la
expansión del evangelio desde Jerusalén hasta Roma (Hechos 1:8; 1:6; 14:22). Pero debe
también ser observado que el reino de Dios es un tema importante en los Hechos. Enmarca el
libro en el principio (Hechos 1:3) y el final (Hechos 28:31). Pablo predicó el reino en Roma
(Hechos 20:35; 28:23; 31) y Felipe «predicó las buenas nuevas del reino de Dios y el nombre de
Jesucristo» (Hechos 8:12), demostrando que el reino se enfoca en el evangelio. El evangelio que
fue proclamado llamaba a los oidores, como vimos anteriormente, a arrepentirse y creer. Por
tanto, tenemos otra parte de la evidencia de que la conversión es fundamental en cualquier
proclamación del reino. La restauración del mundo al gobierno de Dios es la esperanza gloriosa
de los creyentes, pero sólo aquellos que se han arrepentido y creen disfrutarán del nuevo mundo
venidero. Aquellos que rehúsan creer, como el libro de los Hechos enfatiza en ocasiones, serán
juzgados.

La Conversión en Pablo
Pablo no utiliza el término reino de Dios muy frecuentemente, pero su visión escatológica es
muy conocida y está acorde con el carácter escatológico del reino. Al igual que los evangelios, él
proclama algo que no es aún escatología. La mayoría de los eruditos estarían de acuerdo en que
la fe y el arrepentimiento son temas cruciales en las epístolas paulinas. Pablo a veces enseña que
la justificación y la salvación son obtenidas sólo a través de la fe (Romanos 3:21-4:25; 9:30-
10:17; 1 Corintios 15:1-4; Gálatas 2:16-4:7; Efesios 28-9; Filipenses 3:2-11). Él no usa la
palabra arrepentimiento muy frecuentemente, pero no está totalmente ausente (por ejemplo,
Romanos 2:4; 2 Corintios 3:16; 1 Tesalonicenses 1:9; 2 Timoteo 2:25). Pablo utiliza muchos
términos para la obra salvadora de Dios en Cristo, incluyendo la salvación, la justificación, la
redención, la reconciliación, la adopción, la propiciación, y así sucesivamente. No es disputable
el hecho de que la obra salvadora de Dios en Cristo juega un papel importante en la teología
paulina, pero dicha salvación sólo es garantizada a aquellos que creen y que son convertidos.

Según Pablo, los creyentes esperan ansiosamente el regreso de Cristo y la restauración de la


creación (Romanos 8:18-25; 1 Tesalonicenses 4:13-5:11; 2 Tesalonicenses 1:10), y sólo aquellos
que están convertidos pertenecerán a la nueva creación que vendrá. Por tanto, Pablo trabaja
intensamente para llevar el evangelio a los gentiles (Colosenses 1:24-2:5), luchando para llevar
el evangelio a aquellos que nunca lo han escuchado (Romanos 15:22-29), y así sean incluidos en
el grupo de los que son salvados.

La Conversión en las Epístolas Generales


Las cartas restantes del Nuevo Testamento son escritos ocasionales dirigidos a situaciones
específicas. Aún así, la importancia de la conversión está establecida o implícita. Por ejemplo,
encontramos en los Hebreos que sólo aquellos que creen y obedecen entrarán en el reposo final
(Hebreos 3:18; 19; 4:3; 11:1-40). Santiago a veces ha sido malentendido, pero interpretado
correctamente él enseña que una fe arrepentida es necesaria para la justificación (Santiago 2:14-
26). Así también, Pedro enseña que la salvación es por fe (1 Pedro 1:5; 2 Pedro 1:1), y 1 Juan
fueron escritos para asegurar a aquellos que creen que tienen vida eterna (1 Juan 5:13).

La Conversión en Apocalipsis
El libro de Apocalipsis concluye la historia asegurando a los creyentes que el reino de Dios, que
vino a través de Jesucristo, será consumado. Aquellos que practican la maldad y se comprometen
con la bestia serán juzgados para siempre, pero aquellos que perseveran hasta el final entrarán en
la ciudad celestial, la cual es la nueva Jerusalén. Apocalipsis destaca que sólo aquellos que se
arrepienten (Apocalipsis 2:5, 16, 21; 3:3, 19; 9:20, 21; 16:9, 11) encontrarán la vida.

NO ES EL TEMA PRINCIPAL, PERO ES FUNDAMENTAL PARA TODA LA


HISTORIA
Para resumir, la conversión ciertamente no es el tema principal de la Escritura. Los creyentes
fueron hechos para glorificar a Dios y para disfrutarlo por la eternidad, y lo disfrutamos y
glorificamos en este mundo y en el mundo venidero.
Pero la conversión es fundamental en la historia, ya que sólo aquellos que se convierten
disfrutarán de la nueva creación. Los seres humanos deben volverse del pecado hacia Dios para
ser salvos. Deben arrepentirse de sus pecados y creer en el evangelio de Jesucristo crucificado y
resucitado. Será un pequeño consuelo del último día el hecho de que alguien haya contribuido en
alguna manera o de manera significativa en el mejoramiento de este mundo (por lo útil que es
esto), si alguien no está convertido.

Traducido por Samantha Paz, República Dominicana.

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