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La teoría cinética de los gases supone que éstos están constituidos por diminutas
partículas (moléculas) en constante movimiento. A igualdad de condiciones, la
velocidad promedio con que se mueven las moléculas varía de gas a gas, siendo la
regla que cuanto mayor sean las partículas, tanto menor será su velocidad, pero
para un gas determinado, la velocidad promedio con que se mueven sus moléculas
depende de su temperatura. Si el gas es calentado, sus moléculas reciben energía
para acelerar su movimiento.
La temperatura no es sino una medida de la energía promedio de las moléculas.
Además, estas moléculas son consideradas perfectamente elásticas. Como están
en continuo movimiento, chocan continuamente entre sí y rebotan. Ahora bien, si
dejamos caer al suelo una pelota de goma, rebotará más de una vez, pero con cada
rebote se elevará menos del suelo. En otras palabras, la pelota pierde energía cada
vez que da un bote, Pero las moléculas no pierden ninguna energía cuando chocan
entre sí y rebotan.
El movimiento molecular explica el comportamiento de los gases en relación al
aumento de temperatura y cambios de presión. A una cierta temperatura y presión
el mismo número de moléculas de cualquier gas ocupa el mismo volumen. Pero si
aumenta la temperatura del gas sus moléculas habrán adquirido la energía
necesaria para moverse más rápido. Chocan más rápido y rebotan más lejos, en
otras palabras, ocupan más espacio, pero si no se les permite ocupar mayor
espacio, es decir, si el recipiente es rígido, la presión del gas aumentará.
Esto es comprensible, porque la presión del gas sobre las paredes es simplemente
la fuerza ejercida por las moléculas que chocan contra ellas. Si las moléculas
aceleran, golpearán las paredes del recipiente con mayor fuerza.